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Reseñas bibliográficas Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado Loïc Wacquant Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2007. ISBN: 978-987-1220-98-4 Por Alberto Rodríguez El trabajo de Loïc Wacquant que comentamos está centrado en el análisis del gueto “negro” norteamericano y las llamadas banlieues (periferia de las ciudades) francesas. Tanto el gueto, como las banlieues, son términos análogos a los quartiere periferici (o degradati) en Italia, los problemomrade en Suecia, las favelas brasileras, las villas miserias en la Argentina o el rancho en Venezuela, y forman parte del repertorio topográfico para designar esos lugares estigmatizados y situados en lo más bajo del sistema jerárquico de los sitios que componen una metrópoli. Wacquant afirma que en esos lugares de “aura demoníaca” se acumulan y agravan las dificultades, ya que allí viven los parias urbanos del cambio de siglo. Se los reconoce como territorios de privación y abandono a los que se debe temer, de los que hay que huir y es necesario evitar pues constituyen focos de violencia, vicios y disolución social. Esta percepción social contribuye en mucho a fabricar la realidad. Como consecuencia del halo de peligro y de pavor que los rodea y del desprecio que afecta a sus habitantes, se los suele describir en tonos sombríos y monocromáticos, a la vez que en su interior la vida social parece siempre la misma: desnuda, caótica y brutal. Es contra esta estigmatización que el autor se propone avanzar al afirmar que pretende “romper con el sesgo actual del discurso mediático, así como con las aproximaciones semiacadémicas habituales… el libro traslada al lector hacia el corazón de esos territorios de relegación en dos países desarrollados… con el objetivo de mostrar… que la marginalidad urbana no está en todos lados tejida con las mismas fibras y, si se los piensa bien, no es algo sorprendente. Los mecanismos genéricos que la producen, así como las formas específicas que reviste, se vuelven plenamente inteligibles cuando uno se toma el trabajo de ubicarlas en la matriz histórica –característica de cada sociedad en una época dada– de las relaciones entre las clases, el Estado y el espacio”. Sostiene que debemos ocuparnos de desarrollar imágenes más complejas y más diferenciadas de los “condenados de la ciudad” si pretendemos comprender correctamente su situación y elucidar su destino colectivo en los diferentes contextos nacionales. 275 Reseñas bibliográficas Loïc Wacquant | Los condenados de la ciudad. Gueto, periferias y Estado 276 Contra las generalizaciones conceptuales y la influencia de cierto academicismo que tiende a igualar contextos sociales, culturales y políticos disímiles, Wacquant explicita y desarrolla a lo largo del libro la necesidad de contribuir a una sociología comparada de la polarización social, atendiendo a cinco principios generales que a su juicio deberían orientar futuras investigaciones. En primer lugar –sostiene–, resulta imperativo establecer una clara separación entre los conceptos nativos elaborados por los funcionarios estatales, los dirigentes políticos y los propios habitantes para designar este tipo de barrios y, por otro, los conceptos analíticos que deben construir las ciencias sociales para dar cuenta de la evolución de su organización interna y de su posición dentro de la estructura socioespacial y el orden simbólico de la metrópoli. Se propone, así, un examen crítico de las categorías y los discursos (incluso los científicos) que, con una pretensión descriptiva, contribuyen a delinear la marginalidad organizando su percepción colectiva y su tratamiento político. En este sentido, el autor cuestiona el uso de categorías que al funcionar como metáforas apelan a una imaginería emotiva que oculta las diferencias estructurales y funcionales fundamentales y que, en consecuencia, detienen la investigación allí donde ésta debería comenzar. En segundo lugar, es indispensable reubicar el estado y el destino de un barrio en la serie diacrónica de las transformaciones históricas de las cuales es expresión material, transformaciones que jamás hallarán su fuente y su principio en el seno del barrio en cuestión. Olvidar que el espacio urbano es una construcción histórica y política es exponerse a quedar atrapado por los “efectos de barrio” que no son más que la retraducción espacial de las diferencias económicas y sociales. La tercera recomendación vertida por Wacquant se refiere a la indispensabilidad de la observación etnográfica, que contribuye a correr el velo de los discursos tremendistas acerca de los territorios de “perdición urbana” que bloquean la investigación en el perímetro sesgado del objeto preconstruido, para luego poder comprender las relaciones y significaciones vividas que son constitutivas de la ciudadanía marginal de lo cotidiano. En resumidas cuentas, sostiene la necesidad de una “aprehensión carnal” de la experiencia histórica, que no es más que la observación e involucramiento del investigador. En cuarto lugar, resulta útil establecer una mínima distinción entre la condición social característica de una zona de relegación y los condicionamientos que implica, su posición en una estructura jerárquica de lugares medida al mismo tiempo en lo material y en lo simbólico y la función que Reseñas bibliográficas cumple dentro del sistema metropolitano en su conjunto, ya que algunos de estos distritos sirven como yacimientos activos y duraderos de mano de obra poco calificada, otros son simples depósitos para poblaciones supernumerarias que ya no tienen utilidad económica o política identificable en el nuevo capitalismo polarizado, y otros sirven, finalmente, de contenedores espaciales para el ostracismo de categorías sociales y de actividades “indeseables”. El etiquetamiento impide observar las especificidades de cada asentamiento. Finalmente, es importante delinear el grado y la forma de la penetración estatal en los barrios estudiados, así como la relación cambiante y a menudo contradictoria que mantienen sus habitantes con los funcionarios y oficinas públicas (escuelas, hospitales, bomberos, policía, transporte público, tribunales, etc.). En este punto el autor rechaza la generalización de lo que denomina la “expresión multiuso” de clientelismo, ya que destaca la acción colectiva, que engendra permanentemente nuevas significaciones e intercambios multiformes que abren un espacio posible a la reivindicación y la crítica social. Con estos preceptos, Los condenados de la ciudad constituye un excelente trabajo que da por tierra con las generalizaciones conceptuales e ideologicistas, a la vez que no pierde de vista en ningún momento la primacía de la política como capacidad de articular y concretar las elecciones colectivas. ◆ 277