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...EN SERIO BOLETÍN FEBRERO/MARZO—2015 ¡MÁS MÚSICA, MAESTRO! No voy a comentar como escuchar música mediante «downloads», «streaming», «MP4», «MP3», «iTunes», «iPod», «Cds» o «casetes». No me digáis que no era un gustazo entrar a una cafetería o a un bar (durante las décadas de los 60 i los 70) y, si te apetecía, ponerte una canción para levantar el ánimo o simplemente tratar de conquistar a la chica que iba contigo. Para ello, no hacía falta llevar un «MP4» o incluso una «cinta de casete». No, bastaba con tener unas pesetas sueltas y, en la «vitrola» que había en el local, o sea, en la máquina de música, seleccionabas uno de los muchos discos que había a disposición del cliente. Así que lo mismo se podía escoger el último éxito de Los Brincos, de Karina, de Nino Bravo, de Demis Roussos o de los Rollings Stones, que en surtido de música la maquina andaba siempre bastante nutrida, y ¡a la última! Además, era una delicia ver cómo, nada más echar la moneda, el disco pequeño de vinilo se iba poniendo en marcha, colocándose en el lugar preciso para que comenzara a sonar. ¡Qué tecnología punta la de aquellas preciosas «vitrolas» que invadían los bares de este país, y que, de alguna manera, ponían banda sonora a nuestra vida cotidiana! Bueno, y que conste que no hablo de aquellas relucientes y llamativas «Jukebox» (también conocida en castellano como fonola, rockola o sinfonola) que a menudo aparecían en las películas estadounidenses, generalmente instaladas en una cafetería de carretera en la que lo más consumido era una taza de café y una hamburguesa bien condimentada con un par de huevos fritos y un poco de bacón. Hablo de las auténticas máquinas “made in Spain”, de esas llenas de cartelitos con los títulos de las canciones, con un montón de botones para realizar la selección deseada y un diseño que no destacaba precisamente por su colorido y resplandor, como las antes referidas «Jukebox». Pero qué más daba. Lo importante era poder escuchar una canción y saborearla, solo o en compañía, mientras degustabas un exquisito vermú con sifón, un botellín de cerveza o una cola con ginebra, que todo servía para apagar la sed, incluso el tema que primorosamente se escuchaba a través de la máquina de música. Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada. Proverbio DO www.skomodo.es !Descubre los zapatos más cómodos de tu vida! TEMPORADA otoño/invierno 2014/2015 ...NO TAN EN SERIO «Es muy triste que hoy en día escasee tanto la información inútil» Oscar Wilde BOLETÍN FEB./MAR.—2015 CONCILIAR EL SUEÑO ¿Cuál es la manera más efectiva de conciliar el sueño? Haz lo que mejor te parezca, excepto contar ovejas. En 2002, el Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford reunió un grupo de cincuenta personas que padecían insomnio y les enseñó distintas maneras de conciliar el sueño. Quienes utilizaron el método tradicional de contar ovejas tardaron un poco más que la media en dormirse. Lo que funcionó mejor fue imaginarse una escena tranquila, como una playa o una cascada: relaja y activa la imaginación. Contar ovejas resulta demasiado aburrido o irritante, lo que dificulta dejar de pensar en lo que sea que nos mantiene despiertos. En la antigua Roma, se recomendaba a los insomnes que se masajearan los pies con grasa de lirón (pequeño roedor), o que se frotaran los dientes con cerumen de perro. Benjamin Franklin propuso que las personas que no pudieran conciliar el sueño por la noche levantaran las sábanas y las agitaran veinte veces. Aún mejor, de ser posible, lo ideal era tener dos camas, para que una estuviera siempre fresca. El síndrome de fatiga crónica es uno de los motivos de consulta más habituales en los servicios de atención primaria: uno de cada cinco personas informan de algún tipo de trastorno del sueño, y una tercera parte de la población sufre insomnio. La privación del sueño se asocia a una cuarta parte de todos los accidentes de tráfico y al aumento de la obesidad, diabetes, depresión y enfermedades cardiovasculares. Hay estudios sobre el sueño que sugieren que interrumpir las largas jornadas laborales con siestas breves de tan solo unos minutos de duración podría ser beneficioso. Es muy poco probable que estos estudios se implanten en Japón. El inemuri, «dormir estando presente», es una señal de estatus elevado, y los políticos y los líderes empresariales japoneses dan cabezadas abiertamente durante las reuniones importantes. La necesidad de dormir en público se entiende como una demostración de lo mucho que tiene que trabajar. www.skomodo.es ¡Descubre los zapatos más cómodos de tu vida! TEMPORADA otoño/invierno 2014/2015