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Pertenencias e identidades en una zona de frontera. La región de Maldonado entre la revolución y la invasión lusitana (1816-1820) 1 Ana Frega (UDELAR; Uruguai) La región de Maldonado, en el sureste de la Banda Oriental del Uruguay, era una zona de fronteras. Constituía un lugar de pasaje y de refugio entre los territorios portugueses y españoles y en su costa atlántica recalaban navíos de comercio clandestino y piratas. Ahora bien, la problemática fronteriza no puede reducirse a la “guerra de fronteras” ni al estudio de la “ocupación del suelo”. Hombres y mujeres se distribuyeron en el espacio y ocuparon distintos territorios antes de que aparecieran las nociones modernas de Estado y nación. Pese a que las fronteras y los límites fueron esgrimidos desde los centros de poder como espacios de exclusión, de diferencia, de cierre, se trataba de áreas de interrelación entre sociedades distintas, espacio en el que se operaban procesos económicos, sociales y culturales específicos. (Mandrini, 1992). Ello sin perjuicio de que esos hombres y mujeres fueran constituyendo grupos y formando “conciencias de comunidad” que implicaban conciencia de un ‘dentro’ y un ‘fuera’, de un ‘nosotros’ y un ‘ellos’, encerrando diferentes niveles de ‘desconfianza’ hacia los grupos vecinos. (Vilar, 1982, p.284.) La historiografía preocupada por fortalecer la idea fundante de la nación -como ha estudiado José Carlos Chiaramonte–, ha asimilado los fenómenos de diferenciación y relativa autoidentificación de los pueblos con el fenómeno de la identidad nacional, al plantear la legitimación de estos nuevos Estados como “necesaria derivación de grupos étnicamente diferenciados.” (Chiaramonte, 1997, pp.61-62.) De esta forma, así como trazaba líneas divisorias “recortando” el espacio ‘nacional’, descuidaba el estudio de la diversidad al interior de ese espacio construido. Ejemplos en ese sentido lo constituyen la tendencia a asimilar la “Historia de Montevideo” a la “Historia del Uruguay”, sin prestar atención a las tensiones entre soberanías locales y poderes centrales, a los conflictos jurisdiccionales entre los espacios locales y a las posiciones y comportamientos de los distintos grupos sociales de la Banda Oriental. 2 La ponencia se centra en una región habitada por indígenas, “americanos”, “europeos” y “naturales de los dominios de Portugal”, en un período marcado por la revolución radical artiguista y la invasión portuguesa. Los conflictos sociales que acompañaron estos acontecimientos militares y políticos adquirían en Maldonado una dimensión particular (Frega - Islas, 1997), y el propósito de este trabajo es brindar una aproximación a las múltiples vinculaciones, sentimientos de pertenencia y posiciones políticas que los habitantes de Maldonado asumieron entre 1816 y 1820. Para ello se han consultado fuentes éditas y papelería del Cabildo de Maldonado y de los juzgados de San Carlos y 3 4 Rocha , así como el diario de viaje del naturalista francés Auguste de Saint-Hilaire , quien recorrió la zona a fines de 1820, cuando hacía pocos meses que el territorio había pasado a dominio portugués. 1 Esta ponencia es un avance de la investigación sobre “Elites, sectores populares y proceso de independencia del Uruguay, 1816-1828” que vengo desarrollando en el Departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. 2 En la época se distinguía entre “españoles europeos” y “españoles americanos”, correspondiendo a la etapa revolucionaria eliminar el denominador común y resumir la expresión en “europeos” y “americanos”. (Con relación a este tema puede verse Chiaramonte, 1989.) 3 El relevamiento del archivo del juzgado de Rocha fue realizado por la Lic. Ariadna Islas. Maldonado: una zona de fronteras San Fernando de Maldonado fue designada como cabeza de jurisdicción del 5 departamento de ese nombre, creado a comienzos de 1816 por el gobierno artiguista. Se reconocía de esta forma la calidad de ciudad-puerto de la villa, su mayor antigüedad y jerarquía en la región (tenía cabildo, cuartel y receptoría de aduana). Además de la jurisdicción de la ciudad, el departamento abarcaba las villas y partidos de Minas, San Carlos, Rocha y Santa Teresa. Sus territorios se extendían en el oeste siguiendo el curso del arroyo Solís Grande hacia el norte, desde allí hacia el este-noreste pasando por entre el pueblo de las Minas y cerro de las Minas hasta Carapé, luego la jurisdicción de San Carlos llegando al norte hasta el río Cebollatí y siguiendo su curso hasta su desembocadura en la laguna Merim; en el sur-sureste la costa atlántica, incluyendo los partidos de José Ignacio, Garzón, Rocha, Don Carlos, Chafalote y Castillos por el camino real a Santa Teresa, llegando hasta el Chuy. En la división administrativa del Uruguay actual corresponde aproximadamente a los departamentos de Maldonado y Rocha y parte de Lavalleja. El poblamiento de la zona durante el período colonial había correspondido tanto a los enfrentamientos entre las coronas española y portuguesa, como a la expansión de la actividad ganadera y el contrabando. (Barrios Pintos, 1971; Bentancur, 1982 y 1985; Osorio, 1999.) En tanto frontera con los dominios de Portugal, oficiaba desde su más temprana población como un cruce de caminos entre Río Grande y las posesiones españolas. En tanto “puerto menor”, durante la colonia se había desarrollado en Maldonado un descontento contra la “especie de pupilage” que le imponía Montevideo, tal como calificaba una representación del vecindario de Maldonado presentada en 1806, reclamando varias medidas para su protección y mejoramiento. (Seijo, 1945, pp.466-469.) Además, la existencia de centros poblados tan próximos como San Carlos y Maldonado, había generado conflictos por la definición y control de su territorio, la apropiación de los recursos del lugar y el goce de privilegios. La multiplicidad de orígenes de sus habitantes (montevideanos, porteños, españoles, canarios, portugueses, azorianos, riograndenses, paulistas, ingleses, franceses, africanos, junto a los nacidos en el lugar) y la modalidad de asentamiento (migración espontánea, traslado forzado), eran otras expresiones de la complejidad de la región. Los padrones levantados por el gobierno portugués en 1820 y 1822 muestran esta diversidad de orígenes. Como puede apreciarse en el Cuadro 1, en San Fernando de Maldonado los españoles constituían casi la mitad de los jefes de familia. A su vez, 4 Auguste de Saint-Hilaire nació en Orléans el 4-10-1779 y falleció en dicha ciudad el 30-9-1853. Dedicado al comercio, residió un tiempo en Holanda y Holstein. De regreso a Francia se dedicó a la botánica bajo los auspicios de los profesores A. L. De Jussieu, L. C. Richard y R. Desfontaines. En 1816 viajó a Brasil con la embajada del Duque de Luxemburgo. Entre ese año y 1822 visitó Río de Janeiro, Minas Geraes, Espíritu Santo, Goiás, San Pablo, Paraná, Santa Catalina, Río Grande del Sur y la Provincia Oriental (hoy Uruguay) recogiendo material de estudio compuesto de mamíferos, aves, reptiles, moluscos, insectos y principalmente plantas. En 1819 fue nombrado miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de París, y en 1830 miembro efectivo reemplazando a Lamarck ya fallecido. Fue profesor de botánica de la Facultad de Ciencias de París (Arechavaleta, 1907). El naturalista llegó a territorio oriental a fines de setiembre de 1820, recorriendo la parte sur y el litoral oeste del país durante cuatro meses (uno de los cuales permaneció en Montevideo), internándose posteriormente en Río Grande para embarcarse desde Porto Alegre a Río de Janeiro en junio de 1821. 5 La división territorial abarcó la zona sur del Río Negro y supuso, además, la creación de otros cinco departamentos: Colonia, Soriano, Canelones, San José y Montevideo. (Archivo Artigas, Tomo XXVII, p.272, El Cabildo Gobernador de Montevideo al Cabildo de Maldonado, Montevideo, 25-1-1816.) la cercanía con Río Grande marcaba el aumento de la proporción de portugueses: en Rocha éstos eran la quinta parte de los jefes familia. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las identidades de origen suelen tornarse difusas en la frontera: la memoria de la “conquista” se volvía borrosa tras los casamientos, el nacimiento de la prole y el afincarse en un nuevo lugar. Sólo contamos con información sobre la “patria” del conjunto de los habitantes de la villa de San Carlos y sus chacras. De acuerdo a los padrones citados, había un claro predominio de la población nacida en la provincia e incluso en la misma localidad, dando cuenta de la estabilidad del asentamiento: representaban casi el 80% de la población libre. Del recorrido realizado por Auguste de Saint-Hilaire a fines de 1820 puede verse la diversidad y complejidad de esta zona fronteriza. Nuestra Señora de los Remedios de Rocha fue la primera villa que visitó el naturalista. Encontró que su diseño no se parecía en nada a las portuguesas; era ligeramente cuadrangular, con unas 45 viviendas de una sola planta. Las casas eran bastante altas, la mayor parte de ellas muy pequeñas, construidas de ladrillo y techo de paja. Ello contrastaba con la existencia de varias tiendas bien surtidas con productos traídos de Montevideo y Maldonado. (Saint-Hilaire, p.157.) El centro poblado había comenzado a delinearse a fines de 1793, con el propósito de afincar allí parte de las familias llegadas con motivo del frustrado plan de colonización en Patagonia. Al año siguiente se construyó la capilla y en 1801 se oficializó su fundación, disponiendo el nombramiento de un Alcalde de la Hermandad. (Fajardo Terán, 1955). En el Cuadro 2 puede apreciarse que los habitantes de Nuestra Señora de los Remedios de Rocha y su jurisdicción eran poco más de 1.300, representando los esclavos la quinta parte de la población. Antes de su llegada a Rocha, Saint-Hilaire había pasado por estancias del Chuy, Angostura, San Miguel, la Fortaleza de Santa Teresa y Castillos. En toda su recorrida por la región vio muy pocos cultivos (sembradíos de trigo, con primitivos métodos de cultivo y trilla), e incluso observó que tampoco las casas tenían quintas. (Saint-Hilaire, pp.146 y 156-159.) Esta extensa región se dedicaba principalmente a la ganadería (como lo confirma el Cuadro 3), y mostraba signos de empobrecimiento ocasionados por los años de guerra: se apreciaban excelentes pasturas, pero pocos animales. (Saint-Hilaire, p.153.) Cabe destacar, sin embargo, que la existencia de cultivos –aún con las características señaladas- contradice una imagen acuñada por la historiografía “tradicional”, que refiere a una campaña oriental dedicada exclusivamente a la cría de ganado bovino. Una actividad digna de mención por su rareza, y también por su origen, es la confección de telas. Antes de dejar una estancia en el Chuy, la dueña de casa mostró al viajero telas de lino extremadamente fuertes, tejidas en su casa, otras de lino y algodón y por último paños bastos de lana destinados a la vestimenta de los esclavos. Según anotaba Saint-Hilaire (pp.142-143), esta artesanía la habían traído los pobladores de las islas Azores. Un arroyo homónimo separaba la villa de San Carlos de la jurisdicción de San Fernando de Maldonado. Esta población había sido fundada con colonos azorianos por el entonces Gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, luego de la conquista de San Pedro de Río Grande en 1763. Después de la firma del Tratado de San Ildefonso algunos colonos regresaron a territorio portugués, pero otros prefirieron permanecer en su nuevo asentamiento. La población se acrecentó al afincarse allí algunas de las familias llegadas al Río de la Plata con destino a Patagonia. (Fajardo Terán, 1953; Apolant, 1970, Barrios Pintos, 1971.) La villa contaba en 1820 con unos 775 habitantes, de los cuales un poco más de la quinta parte eran esclavos. En las chacras de alrededor poblaban unas 300 personas más. Dependían de San Carlos diez partidos, a saber: Rincón, Corte de Leña, Marmarajá, Cañas, Garzón, Solís de Mataojo, Barranca, Carapé, Valle de la Ayguá y José Ignacio. En total, la población de la villa de San Carlos, chacras y partidos era de cerca de dos mil novecientas personas (véase Cuadro 2). Sus gestiones para obtener un Cabildo habían fracasado -recuérdese la rivalidad con San Fernando de Maldonado-, por lo que la villa se regía por un Alcalde. Era sede de una parroquia que abarcaba hasta Santa Teresa. En la descripción de Saint-Hilaire, la villa era aproximadamente el doble de Rocha, igualmente cuadrangular y con casas más grandes, algunas de ellas con techo a la italiana (una muestra más de la diversidad de influencias culturales en la región). En el medio de la ciudad se encontraba la plaza y, frente a ella, la Iglesia, cuyo tamaño y construcción sorprendieron al viajero. San Carlos parecía haber sido más afectada por la guerra, en tanto se veían casas desiertas y otras abandonadas sin terminar. (Saint-Hilaire, pp.162-163.) Según las impresiones anotadas por el naturalista, San Fernando de Maldonado estaba situada como a un cuarto de legua del mar, frente a una bahía con un buen puerto. En un extremo de la ciudad, una torre servía de vigía (se veía desde San Carlos). Las casas, apartadas unas de otras, estaban construidas de cal y arena, con techo de azotea las más importantes y cubiertas de paja las demás. En el centro de la ciudad había una plaza rectangular que tenía una iglesia sin terminar en uno de sus lados, cuya construcción había comenzado antes de la guerra. La isla Gorriti -frente al puerto- contaba con fortificaciones desde el período colonial y había sido ocupada luego por los portugueses. Próxima a Gorriti se hallaba la isla de Lobos, refugio de lobos marinos, cuya explotación (pieles y aceite) era arrendada por las autoridades de turno. Los habitantes de la villa eran comerciantes o labradores. Las tierras permitían el cultivo de trigo con grandes rendimientos. En los alrededores había excelentes pasturas, pero la cantidad de ganado se había reducido considerablemente durante la guerra. (Saint-Hilaire, pp.164-166.) De acuerdo al Cuadro 2, entre la villa, extramuros y los partidos (Ceibos, Pan de Azúcar, Solís Grande y Sauce) totalizaban casi 2.900 habitantes. En lo referente a la composición social, en San Fernando de Maldonado se destacaba un núcleo de comerciantes, en su mayoría de origen español que, como en los principales centros poblados de la Banda Oriental, constituía el sector más poderoso. Entre ellos figuraban los mayores propietarios de esclavos de la villa y se reclutaban los cabildantes, funcionarios de jerarquía y jefes de las milicias. Los esclavos constituían la cuarta parte de la población. Entre los habitantes de extramuros y los partidos había mayor cantidad de labradores que de hacendados. Como le explicaba un vecino a Saint-Hilaire, los que cultivaban la tierra en “chacaras” eran menos ricos y poseían solamente algunas vacas a fin de extraerles leche. (Saint-Hilaire, p.169.) La pobreza podía apreciarse también en el corto número de esclavos que poseían, caso similar a la zona de chacras de San Carlos y extramuros de Minas (véase Cuadro 2). La villa de Concepción de Minas y sus partidos (Solís Grande -ribera norte-, Valle Chico, Soldado y Casupá, y Barriga Negra), completaban la jurisdicción del departamento de Maldonado. La fundación de la villa se había dispuesto en 1783 -encargando de la misma al Ministro de Real Hacienda de Maldonado-, a fin de ubicar allí parte de las familias llegadas al Río de la Plata en la referida expedición a Patagonia. (Fajardo Terán, 1963; Apolant, 1970.) El padrón levantado a comienzos de la dominación lusitana6 ofrece una visión semejante a las otras regiones de Maldonado. El Cuadro 3 sobre las ocupaciones de los jefes de familia consignadas en los padrones levantados entre 1820 y 1822, confirma las impresiones de Saint-Hilaire sobre las características de la región. Predominio de los grandes establecimientos dedicados principalmente a la cría de animales -y explotación del ganado “cimarrón”- en las zonas más próximas a la frontera brasileña (Rocha y partidos de San Carlos); pequeños establecimientos dedicados simultáneamente a la agricultura y ganadería alrededor de los escasos núcleos urbanos y, en éstos, predominio de las actividades comerciales. La guerra en la frontera Por su ubicación geográfica –cruce de caminos entre Río Grande, Montevideo y el litoral oeste del río Uruguay, la región de Maldonado fue la primera en sufrir los avances del ejército invasor: los “amigos” pasaron a ser “ocupantes” y “enemigos”. A la hora de una invasión, ¿qué iba a pesar más, el lugar de origen o de residencia? ¿Sería igual la reacción de las elites urbanas que la de la población rural? La situación era más complicada, pues la invasión portuguesa se producía en un territorio que ya se hallaba en guerra, dividido entre “europeos” y “americanos”, así como entre “orientales” (en el sentido de seguidores de José Artigas y no como gentilicio) y “aporteñados” (partidarios del gobierno centralista de Buenos Aires), sin que los límites entre los bandos estuvieran claramente definidos. A fin de brindar una primera respuesta a estas preguntas resulta útil el planteo realizado por Pierre Vilar al estudiar dos episodios de ocupación francesa en tierras vascas y catalanas. (Vilar, 1982, pp.169-210). El autor propone considerar en primer lugar el tipo de relaciones existentes en una “zona-frontera”. De acuerdo a lo estudiado por Helen Osorio para Río Grande, la estructura productiva era común. En cuanto a los propietarios de las estancias, ambas coronas habían otorgado prioridad a la ocupación del suelo frente al origen del poblador, por lo que podían hallarse hacendados portugueses en territorio español y viceversa. Las diferencias estaban en el plano de la circulación de bienes, orientada por los circuitos que los respectivos imperios aspiraban a controlar. (Osorio, 1999, cap.1.) De esta manera, la zona de frontera era un lugar de tránsito y de tráfico, siendo frecuentes las arreadas de ganado a uno y otro lado de la “línea”, o el refugio de desertores de uno y otro bando. Para las poblaciones fronterizas de la Banda Oriental, mantener y acrecentar los vínculos con los territorios de Brasil era cuestión de subsistencia. Intercambios a escala menor, lazos familiares y de amistad, mudanzas a un lado y otro de “la línea”, mostraban una gran adaptabilidad a 6 Archivo General de la Nación, (en adelante AGN), Fondo ex Archivo General Administrativo (en adelante AGA), Libro 287. Padrón General de Minas, 1791-95, 1825, 1826-34. En el archivo figura como “probable de 1795”, lo cual no es correcto. El documento no está fechado, pero corresponde sin duda al relevamiento que mandaron hacer las autoridades lusitanas al completar el dominio de la provincia. Abonan esta convicción, entre otros, los siguientes datos: Gerónimo Mateluna figura como “alcalde”, habiendo ocupado ese puesto en 1820; Jaime Llambí, comerciante, suplente del alcalde, figura en extramuros de la villa con 35 años de edad, y en un relevamiento de 1826 aparece en el cuartel n° 1 con 40 años; “americano” es una de las categorías de “patria”, lo que no aparece en padrones anteriores a la revolución. 7 los cambios políticos, aprendida desde muy antiguo. También durante la revolución se mantuvieron esos lazos, dándose noticia hacia 1815 de que “algunos hacendados Portugueses de Río-Grande esta[ba]n en gran correspondencia con Artigas ó con algunos de sus cavezillas, à quienes ofrecen à cuenta de cueros, polvora y otros pertrechos de guerra.” (Archivo Artigas, Tomo XVIII, pp.358-360.) Ante las primeras noticias de una posible invasión se prohibió el comercio con los portugueses y la expedición de licencias con ese destino, pero el control del tráfico ilícito no fue más fácil para el gobierno artiguista que para el español, en tanto la puesta en práctica de varias de estas medidas contrariaba costumbres comerciales fuertemente arraigadas. Un segundo aspecto a tener en cuenta alude a las divisiones al interior de la sociedad. Vilar hace referencia a la “dualidad conservadurismo-rebelión”, donde las clases dirigentes se inclinarían hacia la moderación y el conservadurismo, mientras que las clases populares serían proclives a la rebelión. (Vilar, 1982, p.170.) En esa dirección se aprecia que la región fue la primera en sufrir los avances del ejército lusitano y la elite de San Fernando de Maldonado la primera en ensayar un modelo de relación con los invasores sobre la base de mantener sus posiciones y posesiones. Pero la región fue también lugar de resistencia del ejército oriental y último punto en aceptar la autoridad del nuevo gobierno instalado en Montevideo. San Fernando de Maldonado representaba una buena “cabeza de puente” no sólo por su posición geográfica y las posibilidades de abastecimiento que brindaba, sino por la presencia allí de una elite proclive a los porteños y a los españoles (sin contar los orígenes lusitanos de algunos de sus habitantes), o, por lo menos, que había manifestado una posición muy crítica frente al ordenamiento artiguista de la provincia. En 1815 se habían producido una serie de enfrentamientos donde quienes se llamaban “la reducida porcion de Americanos decididos en pro de la justa independencia del tirano yugo” denunciaban la permanencia de “godos” y “aporteñados” en el Cabildo 8 y la comandancia militar. Un ejemplo en ese sentido fue la decisión que tomaron las autoridades capitulares en julio de 1815 ante las disposiciones que reservaban los empleos públicos a los americanos y ordenaban diversas medidas contra los españoles europeos “enemigos del sistema”. Resolvieron considerar como “Americanos” a todos los vecinos, “pues a ninguno por español que sea, no pronunciando ni obrando contra la gran causa de los Orientales y general del Pays, no se debe considerar enemigo”. (Archivo Artigas, tomo XXIII, pp.456-458.) El comandante artiguista Manuel de Figueredo opinaba en octubre de 1816 de manera muy diferente: después de valorar las fuerzas de los portugueses, consideraba que era más de temer “el mismo Pueblo” -en el sentido de conjunto de vecinos- que los enemigos. (Archivo Artigas, tomo XXXI, pp.280-281.) Como se vio más arriba 7 Un relevamiento inicial de los testamentos registrados en el Juzgado de Rocha, muestra que los testadores mantenían fluidos lazos con Río Grande. A título de ejemplo se menciona el otorgado por Francisco Daterra en Rocha, el 18-7-1818. Era natural de Río Grande, tenía una estancia en las cabeceras de India Muerta, casa en Santa Teresa y en el detalle de las deudas figuran anotaciones como las siguientes: a Luis de Silva, avecindado en los dominios de Portugal, doce novillos, siete vacas, que deben ser abonados por el precio que corría en 1815; Maximiano Barboza, de nación portuguesa avecindado en los dominios de Portugal, le debe dos onzas de oro que le prestó por vía de José Leandro de Sosa, vecino de Rocha. (AGN, Fondo Archivos Judiciales, Rocha. Juzgado Letrado Departamental. 1816-1821, exp. No. 58.) 8 Nota dirigida al Gobernador Político y Militar de Montevideo, Maldonado, 16-6-1815. Señalaban que los vecinos americanos eran una minoría frente a los “enemigos del sistema” y que “las mas veces q.e se han convocado las Juntas p.a elegir, no han tenido influencia sus votos.” (Archivo Artigas, Tomo XXIII, pp.173- -aunque con datos para 1820-, los jefes de familia americanos eran apenas el 38.7% (de los cuales habría que descontar los “aporteñados”) frente al 59.9% de extranjeros (mayoritariamente españoles). Además, entre los 53 que dijeron ser comerciantes, 37 eran españoles, cuatro portugueses y uno francés, mientras que sólo once eran americanos. Hacia octubre de 1816 se avistaron en la bahía de Maldonado catorce buques portugueses. Posteriormente arribaron más, incluso de otras banderas, con pasajeros españoles y mercaderías. Estaban aguardando la toma de Montevideo. En forma paralela, fuerzas de tierra al mando del Mariscal Sebastián Pinto de Araújo Correa ingresaron a la provincia por San Miguel y Santa Teresa. (Ardao - Capillas de Castellanos, 1991, cap. IX.) Antes que pelear, la elite local prefirió negociar. Cuando las tropas lusitanas se hallaban sobre la ciudad (unos trescientos hombres), las 9 autoridades de San Fernando de Maldonado pidieron al ejército oriental que se retirara , y enviaron a 10 Francisco Aguilar, uno de los comerciantes más acaudalados de la plaza , a negociar la rendición. Las bases del acuerdo celebrado por Aguilar con el Conde de Vianna el 22 de noviembre de 1816 incluyeron los siguientes puntos: los funcionarios públicos conservarían sus empleos; los militares que desearan dejar el servicio podrían hacerlo; los habitantes “dispersos” podrían volver libremente a sus casas, debiendo presentarse al nuevo comandante militar; serían respetadas sus propiedades; no se les impondrían contribuciones y se les otorgarían recibos por los ganados, carretas, etc. que hubiera utilizado el ejército lusitano a fin de que pudieran gestionar su cobro. Como contrapartida, debía enarbolarse la bandera portuguesa, los funcionarios públicos actuarían bajo el mando y en nombre del Rey de Portugal y debían entregarse todas las armas y municiones que hubiera en la ciudad. (Archivo Artigas, tomo XXXI, pp.97-98.) Este acuerdo definió los alcances de la nueva alianza que las elites urbanas ensayaron para mantener su “orden”. El “ejército pacificador” al mando de Carlos Federico Lecor brindaría protección a los habitantes contra las atrocidades del “tirano Artigas”, tal como versaba la proclama difundida en octubre de 1816, a cambio de la subordinación al Rey de Portugal. (Archivo Artigas, tomo XXXI, pp.89-90) Entre la independencia y el orden, como en ocasiones anteriores, las elites criollo-españolas optaron por este último. Las tropas permanecieron en la ciudad (un campamento de unos 400 hombres ubicado en la zona de la iglesia nueva) y la flota en el puerto, con base en la isla Gorriti, frente a Punta del Este. En San Carlos habían establecido dos campamentos pequeños, y realizaban recorridas por la campaña recogiendo trigos y ganado. En enero de 1817, luego de conocida la noticia de la toma de Montevideo, los portugueses abandonaron 11 la zona dejando una guarnición en la isla Gorriti. San Fernando de Maldonado volvía a depender del 175.) Para una examen más detallado de estos enfrentamientos véase Frega - Islas, 1997. 9 Informaba Manuel de Figueredo al Delegado Miguel Barreyro el 23-11-1816: “yo yntento el Aserle fuego pero a Ruegos del Encarga[do] del pueblo dege de aserlo; pues me dijo; q.e am[as] de no Sacar bentajas por Ser el Numero Cres[i]do, Esponia el pueblo, y Conociendo la Razo[n] me Retire.” (Archivo Artigas, Tomo XXXI, pp.289-290.) Cabe señalar que el 19 de noviembre las fuerzas del Ejército de la Derecha al mando de Fructuoso Rivera habían recibido una importante derrota en India Muerta (Rocha). 10 En el padrón de la ciudad levantado en 1820 Francisco Aguilar aparece como comerciante español, de 44 años, casado, con dos hijos menores y cuatro hijas. Habitan en su casa, además, 16 esclavos y 3 esclavas, siendo el propietario de esclavos más importante de la villa. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 283.) 11 A fin de dar cuenta de la magnitud de la presencia lusitana en Maldonado, puede mencionarse que el registro de entradas de la Capitanía del Puerto de Montevideo contabilizó el 5 de febrero de 1817 el arribo de veintisiete embarcaciones provenientes de allí, que habían zarpado el 31 de enero. Cargadas en puertos brasileños, Río de Janeiro en su mayoría, traían pertrechos de guerra, tabaco, aguardiente, alimentos, maderas y pasajeros gobierno artiguista. La presencia de los portugueses en la isla Gorriti aseguraba, sin embargo, un mercado para la colocación de los frutos del país y la adquisición de aquellos productos que desde muy antiguo provenían de Brasil. (Frega - Islas, 1999.) Diferente era la situación de la campaña. La región se transformó en teatro de operaciones –y fuente de recursos- del ejército oriental. La organización de guerrillas corría por parte de gente del lugar, como por ejemplo en Rocha, donde Eusebio Gomes 12 -alias el Indio Moreira- se encargó de “levantar” la gente. A los diversos partidos correspondía el abastecimiento de ganado y leña, disponiéndose que alternaran mensualmente o se tomaran los ganados en forma proporcional a los rodeos a fin de no cargar a los vecinos de un solo partido. Caballos, carretas y bueyes también debían estar a la orden para los requerimientos de la defensa. (Frega - Islas, 1999.) Cuando la prolongación de la guerra y el tráfico clandestino anunciaban la privación de recursos, las disposiciones prohibieron la matanza con destino a la salazón de carnes, se limitó la introducción de cueros que no fueran producto del consumo de la casa bajo pena de decomiso y se dispusieron controles sobre la propiedad de los ganados introducidos para el abasto. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 290.) El jefe portugués sabía que su victoria dependía del agotamiento de los pueblos. En abril de 1818 escribía al Marqués de Vila-Nova: “Partidas sueltas ha de haber siempre que los pueblos no quieran impedirlas, y esto sólo ha de llegar cuando los pueblos conozcan que de este paso les resulta utilidad.” (Ardao - Capillas de Castellanos, 1991, p.156.) Esta situación tenía un límite, y el año crítico de 1819 marcó la necesidad -o abrió la posibilidad-, de cambiar el rumbo. El peso de la guerra había recaído sobre los vecinos del lugar. Así lo reconocía Artigas en los momentos finales de la lucha. El Cabildo de Maldonado remitía al Alcalde de San Carlos copia de un oficio del Jefe de los Orientales fechado el 17 de noviembre de 1819 donde se señalaba un nuevo plan para llevar la guerra a territorio portugués, reconociendo: “Ellos y nosotros consumimos. Los destrosos son consiguientes, quando procuramos privarnos mutuamente de recursos”. (AGN, Fondo Administración de Justicia -en adelante AJ-, Caja 16, carpeta 8.) Desde distintas partes llegaban noticias del abandono de la lucha. El Alcalde de Minas, Manuel Fuentes, comunicaba al Cabildo de Maldonado el 31 de diciembre de 1819: “me acavan de noticiar con certeza [que] la mayor parte de la gente de D.n Felipe Duarte, han capitulado en el Canelon, con los Portugueses, solamente se ha retirado D.n Felipe Duarte con el Ten.te Pirez y 18 soldados.” (AGN, Fondo ex AGA, Libro 290, f.276.) Luego de la derrota artiguista en Tacuarembó a comienzos de 1820 las negociaciones se aceleraron. Perdida la esperanza, se buscó preservar el espacio local y se aceptaron las condiciones de la Comisión Representativa del Excelentísimo Gobierno de la Provincia. El alejamiento del ejército oriental a la frontera, sumado a las derrotas sufridas, favoreció al partido pro lusitano, y finalmente en la noche del 30 de abril de 1820 se realizó el acto de incorporación al Reino de Portugal. (españoles emigrados de Montevideo en 1815). (AGN, Fondo ex AGA, libro 95.) 12 Se había integrado al Cuerpo de Blandengues prácticamente desde su formación en 1797, veterano de los Dragones de la Libertad, nombrado en diciembre de 1814 por Otorgués como “Comandante de reunión de armas y gente en el territorio desde Maldonado a Rocha”. (Archivo Artigas, Tomo XXVII, pp.343-346.) Identidades y pertenencias En este escenario, Saint-Hilaire indagaba entre los pobladores sus impresiones sobre la reciente guerra y el destino del territorio. Las respuestas, aunque muchas veces esquivas, le permitieron concluir que ni el tratado más cimentado sabría transformar a “les Américains-Espagnols en Portugais” y que, abandonados a sí mismos, “il se formera encore, dans les campagnes, de nouvelles bandes, qui en criant «viva la patria» iront piller les estancieros et achèveront de tuer le peu de bestiaux qui reste encore.” (Saint-Hilaire, p.262.) Si bien el enfoque está fuertemente teñido del eje «civilización y barbarie», los informantes de Saint-Hilaire cubrieron un amplio espectro social: hombres y mujeres, residentes en los centros urbanos o en la campaña, de distintos orígenes (franceses, portugueses, españoles, 13 americanos), pertenecientes a distintos grupos sociales y étnicos. A continuación se presenta en forma esquemática el abanico de posiciones y situaciones anotadas en el Diario de Viaje durante su recorrido por la región de Maldonado, agrupadas por lugar de origen de los informantes. A esta mirada -sesgada y parcial, como todas-, hemos incorporado otros casos que enriquecen el espectro de los distintos bandos existentes hacia 1820. 1. Extranjeros (los mencionados son casi exclusivamente franceses). Dedicados mayoritariamente al comercio, no son un grupo numeroso pero sí poderoso y han aprovechado su calidad de extranjeros para evitar la leva y acrecentar sus negocios, manteniendo su posición con 14 independencia del gobierno de turno. Contamos con datos de Juan Barbote 15 y de Enrique Ebert que confirman las apreciaciones de Saint-Hilaire. Cabe mencionar el sesgo eurocéntrico de sus juicios, cuando pone en boca de éstos referencias al “esprit d’ordre et d’économie” de los europeos, en oposición al desinterés por el ahorro y el trabajo de los criollos, sumado a su pasión por el juego, características que habrían tomado de indios y mestizos.(Saint-Hilaire, p.155.) No es del caso tratarlo aquí, pero la “caza” del ganado cimarrón a fin de extraer cuero, sebo y grasas, seguía siendo muy lucrativa en comparación con la estancia de rodeo, lo cual relativiza el considerar “ocio” a no proceder a la marca del ganado. 2. Españoles peninsulares. Dentro de estos se destaca un núcleo de fervientes partidarios del retorno al dominio español. Si bien en los inicios de la invasión portuguesa se levantó una milicia al servicio de los lusitanos 16 comandada por el comerciante español, vecino de Maldonado, Juan Mendoza quien murió en un combate en diciembre de 1816 (Díaz de Guerra, 1974, 13 En varias oportunidades Saint-Hilaire refiere el predicamento que Artigas tenía entre los indígenas. Vaya como ejemplo este episodio del cuál el autor fue testigo presencial. Estando en Belén, unos guaraníes misioneros tocaron música y como recompensa, el naturalista les dio una moneda. Los indios se fueron a la taberna y al poco rato se los escuchó cantar un himno compuesto en honor a Artigas. (Saint-Hilaire, p.286.) 14 En el padrón levantado en la Villa de Rocha en 1822 figura Juan Barbat, de 40 años, casado, europeo, comerciante, con 2 hijos y 3 hijas. Era el propietario de esclavos más importante de la villa: 6 esclavos y 3 esclavas. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 272). 15 En el padrón levantado en la Villa de San Fernando de Maldonado en 1820 figura Enrique Ebert, de 38 años, soltero, francés, comerciante, propietario de un esclavo y dos esclavas. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 283). 16 Según la “Memoria de los sucesos de armas que tuvieron lugar en la guerra de la independencia de los Orientales con los españoles y portugueses en la guerra civil de la provincia de Montevideo, con las tropas de Buenos Aires desde el año de 1811 hasta el de 1819, escrita en 1830 por Un Oriental contemporáneo”, se incorporaron a la guerrilla más de cien hombres. (Lamas, 1982, p.323.) pp.427-428), según el informante de Saint-Hilaire los españoles europeos detestaban a los portugueses tanto como a los patriotas. Por un lado, había razones de tipo económico: cuando las tropas lusitanas al mando del General Bernardo da Silveira Pinto pasaron por Pan de Azúcar, por ejemplo, llevaron ganado bajo la promesa de reintegrar su valor, sin que hasta ese momento hubieran cumplido su palabra. (Saint-Hilaire, p.169.) 17 Además de lo que tomaban para el abastecimiento del ejército, los portugueses acrecentaron los arreos de ganado para poblar las estancias de Río Grande, tal como se denunciaba a los representantes españoles en Río de Janeiro. (Vidal, 1987, pp.19-20.) Por otro lado, la identidad española y la secular rivalidad con los portugueses seguía fuerte. Manifestaban el deseo de volver bajo la obediencia del Rey de España y albergaban la secreta esperanza de la llegada de una flota española. (Saint-Hilaire, p.169.) Una nota dirigida al Conde de Casa Flores en enero de 1820 sintetizaba de esta forma el concepto que los “buenos españoles” tenían del gobierno encabezado por Lecor: “nos han ocasionado más daño los portugueses en estos tres años que los revolucionarios en diez que llevan de independencia.” (Vidal, 1987, p.51.) Pero no todos los “europeos” eran partidarios del retorno a la dependencia de España. La pertenencia al lugar de origen podía cambiarse por la “patria” adoptiva. Pero también podía desdibujarse frente a intereses de clase. El caso de Francisco Aguilar puede ilustrar al respecto. Natural de las Islas Canarias, había llegado a Maldonado a comienzos de 1811, adaptándose rápidamente a la nueva situación política. En sociedad con Don Rafael de Fuentes puso pulpería en la línea sitiadora en Montevideo y, después del armisticio, figuraba con una pulpería en el 18 campamento portugués que se hallaba en Maldonado. Vinculado por parentesco y padrinazgo con las autoridades de turno y las familias principales de la villa, al poco tiempo consolidó su posición como comerciante al por mayor y traficante de esclavos. (Díaz de Guerra, 1974, pp.20-53.) Durante la invasión lusitana, ya se mencionó su participación en la negociación de la entrega de la ciudad. Posteriormente, luego del retiro de los portugueses, fue designado Ministro interino de Hacienda de Maldonado, mientras mantenía su calidad de prestamista y fiador del comercio que se hacía con los portugueses instalados en la isla Gorriti, a la par que acrecentaba sus lazos de padrinazgo, ahora con 19 los jefes lusitanos apostados en la isla. En 1819 concurrió como diputado por Maldonado al congreso electoral del cabildo departamental para el año entrante (AGN. Fondo AJ, Caja 16, fs.8182), así como fue uno de los ciudadanos citados para “conferenciar y prestar sus votos en orden al 17 Cabe señalar que las órdenes libradas por el Teniente General Manoel Marques de Souza recomendaban respetar las propiedades de los habitantes de la Provincia, que serían muy bien tratados, siempre que no se declarasen del “partido de Artigas y sus secuaces”, debiendo entonces reputarse como enemigos. A los hacendados -expresaban las mismas órdenes- se les haría saber que se les pagarían todos los caballos que presentasen para el servicio del ejército, y como medio para convencerlos, se arbitraría la disciplina de la tropa, castigando “prompta, e ásperamente todo e qualq.r indibiduo ella que os roube, ou perturbe.” Claro que las urgencias de la guerra eran más fuertes que cualquier promesa. (Archivo Artigas, Tomo XXXI, p.15.) 18 El armisticio entre el triunvirato de Buenos Aires y el gobierno español de Montevideo se firmó en octubre de 1811. A cargo de las pulperías estaba Marcos Hernández, mozo de confianza que había llegado con Aguilar desde Lanzarote. En marzo de 1812 los socios mandaron poner en prisión a Hernández y le iniciaron juicio por desfalco. El expediente está transcripto parcialmente en Díaz de Guerra, 1974, pp.326-339. 19 Ejerció el cargo hasta abril de 1818. AGN, Fondo ex AGA, Libro 290, f.52 (Fructuoso Rivera, Comandante General del Ejército de la Derecha a Alejos Monegal. Campo volante, 14 de América de 1817.) Para la relación con los portugueses apostados en Gorriti véase Frega - Islas, 1999. Cabe aclarar que el Ministro de Real Hacienda instalado allí era Juan José Bianqui, quien hasta la rendición de Maldonado había desempeñado un cargo similar en el gobierno oriental. bien gener.l del departam.to” ante la Comisión Representativa del gobierno lusitano en la provincia con motivo de la capitulación en abril de 1820. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 291, f.172.) 3. Portugueses y naturales de los territorios de Brasil. En este caso los testimonios están divididos según su posición en el reparto de las riquezas de la provincia. Jozé Bernardes, por ejemplo, hijo de un viejo contrabandista que sirvió de “baqueano” al General Lecor desde Río Grande a Montevideo, solicitó a las autoridades portugueses la regularización de las tierras que ocupaba en las inmediaciones de la Laguna Merim. No sólo obtuvo respuesta negativa, sino que recibió la orden de desalojar los campos que serían entregados al secretario del Marqués de Alegrete, ante quien se había hecho la solicitud. (Saint-Hilaire, p.126.) Otros, en cambio, se vieron beneficiados con el acceso a la propiedad de tierras y ganados. Oficiales de las tropas regulares y de las milicias se acogieron a disposiciones de Lecor sobre el tema, accediendo a estancias donde criar ganado “cimarrón”. (Saint-Hilaire, p.280; Alonso y otros, 1970.) La cuestión no era tanto el lugar de nacimiento, sino la relación con el ejército invasor ya que la zona de ocupación se convertía, inevitablemente, en fuente de recursos y gratificaciones. Pero también hubo naturales de Río Grande que se sumaron a la defensa del territorio frente al avance portugués. Actuaban como vecinos del lugar, defendiendo su suelo y sus familias, con independencia del lugar donde habían nacido. Entre ellos puede destacarse el caso de Don Juan Paulino Pimienta20, quien llegó a ser nombrado Comandante Militar del Departamento de Maldonado en 1818, ejerciendo el cargo hasta 1820, en que pasó a servir como Coronel en Jefe del Regimiento de Milicias lusitano. Hacendado de la zona, había sido Síndico Procurador del Cabildo de Maldonado en 1792. (AGN, Fondo ex AGA, Libro 269.) En 1811 se incorporó a la revolución en su calidad de Capitán Graduado de Voluntarios de Caballería de Maldonado (Archivo Artigas, Tomo IV), interviniendo en la Batalla de Las Piedras. El nombramiento de Pimienta en 1818 obedecía a la necesidad de contar con un jefe local junto a la comandancia del ejército oriental. Alguien que siendo “tan vecino como sus dependientes”, supiera cuánto podía exigirse a cada uno. Entre octubre de 1818 y diciembre de 1819 Pimienta organizó las milicias y el abastecimiento del ejército, comunicó al Cabildo de Maldonado las órdenes de Artigas y veló por su cumplimiento, contemplando en lo posible los intereses de los vecinos (especialmente respecto a la cuestionada prohibición de comerciar con los portugueses). (Frega - Islas, 1999.) Con el alejamiento del ejército oriental a fines de diciembre de 1819, concretó su pasaje a filas portuguesas, al igual que otros oficiales de otros partidos de la campaña. 4. Criollos. Los casi cuatro años que se sostuvo la resistencia armada contra los portugueses podrían ser un indicador de adhesión a la causa revolucionaria. Sin embargo, no siempre los apoyos fueron voluntarios. La prolongación de la guerra, y con ello, las contradicciones entre una política de conservación de la producción (prohibición de las matanzas, fomento de la estancia de “rodeo” y del asentamiento de la población de la campaña) por un lado y las exigencias de la guerra (contribuciones en alimentos, caballos, carretas, y también personas) por otro, replanteaban la adhesión al “sistema de los pueblos libres”. ¿Qué podía llevar a anteponer el “deber” 20 Habría nacido en Río Grande entre 1760 y 1765, contrajo matrimonio en segundas nupcias con Inocencia Fernández, hacendado y militar, falleció en Minas en 1840. Agradezco esta información a Alex Borucki, Karla Chagas y Natalia Stalla, quienes consultaron la testamentaria e inventario y tasación de sus bienes. Cabe señalar que Díaz de Guerra (1974, p.454) lo presenta como nacido en Río Grande y vecino de Maldonado, contrayendo matrimonio con Genoveva Fernández, natural de Río Grande y vecina de Maldonado en 1738, lo cual no coincidiría con la edad consignada en el testamento. Pimienta no figura en los padrones levantados entre 1820 y 1822. al “bienestar”, el interés colectivo al personal? La disciplina militar exigía de los jefes la mayor entrega. Pero, ¿operaba de la misma forma sobre los subalternos, ya fueran vecinos -menos o más acomodados- u “hombres sueltos”, cuando se veían obligados a ir a la campaña? Los motivos para permanecer al margen pudieron ser múltiples y no se cuenta con un trabajo exhaustivo en tal sentido. La reticencia de los vecinos a colaborar con uno u otro ejército parecía obedecer a sus intereses inmediatos (esperar el pago por los bastimentos, conservar sus sementeras y ganados, mantener su lugar en la sociedad local) y no necesariamente a posiciones políticas. A su vez, su participación en la lucha aludía a lazos familiares, a los vínculos inmediatos con el suelo, con la casa y no tanto a una 21 patria abstracta. Los testimonios presentados por Saint-Hilaire corresponden a quienes tenían “algo que perder” con la guerra, esto es, hacendados y comerciantes principalmente. Un caso señalado en varias oportunidades es el de Angel Núñez, quien según el viajero, antes de la guerra era uno de los propietarios más ricos de la zona, había sido maltratado igualmente por portugueses y españoles y en ese momento estaba casi arruinado. Cabe aclarar que Saint-Hilaire incluía a los americanos en el bando de los españoles atendiendo a que estos territorios formaban parte del dominio español. Con el pretexto de que había seguido el bando de los “patriotas”, los portugueses le tomaron la estancia, el ganado y hasta los muebles de su casa. En opinión de Saint-Hilaire, una de las injusticias más grandes que habían cometido los portugueses era considerar como “crime de rebellion la résistance des Espagnols”. Los portugueses -según el naturalista- no habían obrado como aliados del Rey de España; se habían apoderado por su cuenta del territorio de sus vecinos y, por consecuencia, era natural que éstos se defendieran. (Saint-Hilaire, pp.138-139.) Angel Francisco Núñez había nacido en 1791 en San Carlos, hijo de hacendados 22 naturales de Brasil. En 1813 se había casado en Maldonado con María del Carmen Tort, nacida en Montevideo de padre catalán. Sus campos se ubicaban en las inmediaciones del Fuerte de San Miguel, lindando con el potrero de Santa Teresa, el Río San Luis y el paraje de Isla Negra. (Sala y otros, 1967, p.78, nota 67.) Partidario de la independencia, acompañaba una posición proclive a la alianza con Buenos Aires –garantía del orden-, frente a las posiciones de autonomía radical que iban asumiendo las tropas conducidas por José Artigas. (Archivo Artigas, Tomo IX.) En febrero de 1816 fue electo Regidor Defensor de Pobres y Menores del Cabildo de Maldonado. (Archivo Artigas, Tomo XXIII, pp.263-266.) En forma paralela, y seguramente debido a su influencia en la región, José Artigas lo nombró comandante de los escuadrones de Caballería Cívica a levantarse en el Departamento de Maldonado. Ante la incompatibilidad de este nombramiento con su posición en el Cabildo, Artigas dispuso que se nombrara otro regidor. (Archivo Artigas, Tomo XXI, pp.199 y 208.) Las noticias de los 21 Las palabras “patria” y “patriota” eran utilizadas para designar a los seguidores del artiguismo. Si bien no aclara la fuente del comentario, Saint-Hilaire consigna que para los partidarios de Artigas el grito “Viva la Patria” era “signal du pillage” y que tanto se repetía la palabra “patria” que “les temps où gouvernaient les insurgents ne s’apelle dans le pays que le temps de la Patrie”. (Saint-Hilaire, p.160.) 22 Su padre, José Nuñez de Silva, vecino de San Carlos, era oriundo de San Pablo y su madre, Ana de Sosa Ribera, lo era de Río Grande. Hacia 1775 tramitaron y obtuvieron del gobernador de Buenos Aires una estancia situada en las inmediaciones del arroyo Castillos y la laguna de ese nombre, en mérito a que su población era de utilidad para Santa Teresa y Río Grande, pues desde el arroyo Don Carlos no había otro abrigo. En el año 1789, José Nuñez denunció los terrenos realengos que se encontraban ubicados desde el arroyo Chafalote hasta el de Castillos, pasando a ocuparlos sin regularizar la compra (lo que era muy común). (PIVEL, 1964, p.262.) preparativos portugueses para una invasión llevaron a disponer que las milicias de los departamentos estuvieran listas para reforzar los puntos que fueran necesarios y en junio de 1816 se le enviaron a Núñez 400 carabinas y 200 sables. (Archivo Artigas, Tomo XXI, pp.241-243.) Fue hecho prisionero cuando los portugueses, al mando del Sargento Mayor Manuel Marques de Souza, tomaron el Fuerte 23 de Santa Teresa en agosto de 1816. Según Saint-Hilaire, quien lo conoció en Porto Alegre, Núñez al ser tomado prisionero se había rendido y había pasado a servir bajo las órdenes de Portugal. Sin embargo, sus servicios no fueron recompensados. El motivo de su presencia en Porto Alegre era reclamar las tierras, ganados y bienes que le habían quitado los portugueses. Sus propiedades fueron igualmente devastadas por artiguistas –que lo consideraban traidor- y por portugueses. (Saint-Hilaire, p.35.) Varios propietarios le comentaron a Saint-Hilaire casos similares, resaltando su difícil situación: los “insurgentes” los obligaban a abrazar su partido, y los portugueses los incriminaban por ello. (Saint-Hilaire, p.153.) A las lealtades “ambivalentes” que suponía una situación de frontera donde lo común eran los lazos personales entre los pobladores de uno y otro lado de la “línea” y donde los vínculos con los respectivos gobiernos centrales eran débiles, se sumaba otro elemento: los pobladores de la frontera –no solamente los criollos- eran el blanco de los ataques de todos los bandos. Una síntesis de este rechazo a las dominaciones (la española, la portuguesa, ¿la 24 artiguista?) surgía de esta conversación con dos mujeres en una posada en Solís Grande. Luego de asegurarse de que él no era partidario de los portugueses, le hablaron muy mal de ellos. “Que désirez-vous donc ? leur dis-je ; voudriez vous rentrer sous l’obéissance du roi d’Espagne ou être indépendants ? Je n’ai pu obtenir une réponse catégorique, mais l’on m’a avoué que l’on n’aimait pas les Européens à cause du mépris avec lequel ils traitaient les créoles.” (Saint-Hilaire, p.172.) Impresiones en esa dirección aparecen en diversas fuentes de la época. En junio de 1821, por ejemplo, El Argos de Buenos Aires publicaba una carta proveniente de Montevideo donde, al informar sobre la reunión de un Congreso convocado por el Rey de Portugal para resolver el destino de la provincia, dividía a los pobladores en tres partidos. Incluía entre los partidarios de la incorporación al Reino de Portugal, Brasil y Algarves a “todos los que se llaman capitalistas ó primeros hombres”. “Lo son de la independencia absoluta –continuaba el artículo- la mayor parte de los que desean vivir sin Roque y sin rey. Y lo son de la incorporación de esta plaza à Buenos-Ayres algunos de la campaña, y unos cuantos que en la ciudad ni se conforman con el dominio portuguez, ni con la guerra civil de unos hermanos con otros.” (Campos de Garabelli, 1972, pp.19-20.) El temor a la “revolución social” estaba presente. Aquellos que querían vivir “sin Roque y sin rey” eran, presumiblemente, los antiguos seguidores de Artigas, enfrentados por igual al 23 En setiembre de 1816, en nota a Julián Muñiz, el Comandante Fructuoso Rivera pedía que se enviaran “bomberos” (exploradores) porque no sabía del estado de Angel Nuñez ni de Cipriano Martínez, comandante de Santa Teresa. (Archivo Artigas, Tomo XXXI, pp.254-255.) 24 En el Padrón de 1820 ya citado, Solís Grande figura con 19 jefes de familia, de los cuales 15 son americanos, 3 españoles y 2 portugueses (incluido el Comisionado Juan Otermin) En cuanto a las ocupaciones, todos figuran como labradores (incluso el comisionado) salvo una viuda de 70 años con dos hijos mayores, que figura como estanciera. centralismo del gobierno de Buenos Aires como a la dominación lusitana. Pero los “vecinos pacíficos”, aquellos que trataban de “vivir durante la revolución” -según la expresión de Vovelle-, veían difícil el mantenimiento del orden sin un poder mayor –externo- que lo garantizara. De allí que no sea posible asociar la idea de independencia absoluta a la presencia de un sentimiento de nacionalidad ni tampoco lo inverso. Intereses más cercanos y concretos como la defensa de vidas y propiedades parecían guiar su accionar. ¿Eran confiscaciones o robos las requisas de ganado, caballadas, armas, carretas, entre otras cosas, que hacían los ejércitos de ambos bandos al paso por las haciendas? Por otro lado, si las tropas artiguistas se integraban con negros, mulatos, indios y “hombres sueltos”, ¿quién podía garantizar que al término de la guerra los soldados desmovilizados volvieran a ocupar la posición social que les “correspondía”? 25 Falta en esta presentación la voz de los soldados artiguistas, la que según Saint-Hilaire (p.168) sería muy difícil de hallar: muchos habían muerto, otros habían sido tomados prisioneros y muchos de los restantes habían seguido a Artigas al Paraguay. Por otra parte, las nuevas autoridades pretendieron borrar de la memoria la revolución radical. En febrero de 1820, cuando se estaba procesando la incorporación al Reino de Portugal, el entonces Jefe del Regimiento de Milicias lusitano, Don Paulino Pimienta, ordenaba al Cabildo de Maldonado: “Para que ese pueblo de su cargo holvide quanto pueda recordar la epoca delos desordenes pasados me previene oficialm.te la e Exma. Junta gubernatiba dela Prov.a ordene aVm. mande quitar el gorro q. aun se halla fijado en esa plaza=” (AGN, Fondo ex AGA, Libro 290, f.322.) Se refería al gorro frigio que desde la conmemoración del 25 de mayo -fecha de inicio de la revolución rioplatense-, realizada el año anterior se hallaba en la plaza. Era un testimonio de la lucha por la libertad que, bajo la conducción del Jefe de los Orientales, ciudadano José Artigas, se llevaba adelante en la provincia. Referencias a la Revolución de Mayo, símbolos de la Revolución Francesa, aludían a una patria común americana, a un proyecto político que iba más allá de la región e incluso de la provincia, muy alejado de las identidades locales que la ruptura revolucionaria había subrayado. (Chiaramonte, 1989.) A modo de final La región de Maldonado sufrió los efectos de la guerra contra españoles y portugueses y los enfrentamientos entre las diversas corrientes de la revolución. Sus pobladores, habitantes de una frontera abierta, lugar de tránsito y de tráfico, mostraban a fines de 1820 una impresión altamente compartida de rechazo a los efectos de la invasión. La distinción entre españoles y portugueses, ambigua en una zona de frontera en tiempos de paz, tampoco se hizo nítida en momentos de guerra. A su vez, el ensayo de varios gobiernos (el español, el porteño, el oriental, el lusitano) había 25 Saint-Hilaire comenta que le hablaban con “horreur” de algunos oficiales artiguistas y de los soldados patriotas. Otro ejemplo a mencionar es el de los integrantes del Cabildo de Montevideo que, al recibir con beneplácito al ejército portugués al mando de Lecor, se refirieron a la Provincia Oriental artiguista como el “teatro de la anarquía”. Una excepción se marcaba, sin embargo, respecto a Fructuoso Rivera, quien desde 1820 había pasado a militar en filas portuguesas. (Anotación en Estancia dos Bragados, cerca de San Carlos, 17-101820. Saint-Hilaire, p.161.) Rivera, quien sería en 1830 el primer presidente del Estado Oriental del Uruguay, sostenía en julio de 1816 que si se le pagara al soldado una “consignación moderada”, el vecino obtendría una utilidad de sus “pequeños recursos de pan, carne, leña, &a., y en vez de huir pavorosamente del hombre armado corre[ría] á su presencia y toma[ría] una parte en sus propias incomodidades”. (Archivo Artigas, Tomo XXXI, p.133.) mostrado las dificultades de conciliar las “soberanías particulares” -esto es, la autonomía del espacio local-, con los intereses de un poder central. Por otra parte, las posturas se definieron más en función de la posición social que del lugar de nacimiento. La revolución radical impulsada por el artiguismo aunó posiciones de españoles y americanos en defensa de un orden social que percibían en peligro, habida cuenta de la creciente integración del ejército con “hombres sueltos”, indios y negros. A su vez, la prolongación de la guerra y, con ello, de la extracción de recursos del lugar, fue agotando las posibilidades de resistencia de los pobladores de la región, aún cuando participaran de los planteos de “Unión y Libertad” propuestos por la revolución. La cultura cívica, memoria colectiva educada en el patriotismo de los actuales estados nacionales, suele manifestar una construcción idealizada, más o menos deliberada, de los “tiempos revolucionarios”. Sin embargo, en aquella experiencia colectiva no hubo ni líneas rectas ni colores puros: los miedos se entrelazaron con los actos heroicos, los intereses personales con las consignas patrióticas, y en el rechazo a los varios “otros” y el ensayo de diversas pertenencias, fue tejiéndose el entramado de una identidad común que tardaría varias décadas en consolidarse. Fuentes éditas citadas COMISIÓN NACIONAL “ARCHIVO ARTIGAS”, Archivo Artigas, Tomos IV, IX, XVIII, XXI, XXIII y XXVII (Montevideo, Impresores A. Monteverde y Cía. 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Conflictos entre comandantes militares y poderes locales en Soriano y Maldonado, Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Serie “Papeles de Trabajo”. ------------------[1999] “Existir y resistir en tiempos de revolución. Maldonado ante la invasión lusitana, 1816-1820.” Ponencia presentada en las Segundas Jornadas de Historia Económica, Montevideo, 21 al 23 de julio. MANDRINI, Raúl. [1992]“Indios y fronteras en el área pampeana, siglos XVI-XIX. Balance y perspectivas”, en Anuario del IEHS, tomo VII, Tandil, Universidad N. del Centro, Facultad de Ciencias Humanas, pp. 59-73. OSORIO, Helen. [1999] “Estancieiros, lavradores e comerciantes na constituição da estremadura portuguesa na América: Rio Grande de São Pedro, 1737-1822”. Tesis de Doctorado, Universidad Federal Fluminense, inédita. SALA, Lucía - RODRÍGUEZ, Julio - DE LA TORRE, Nelson. [1967] Evolución económica de la Banda Oriental, Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos. SEIJO Carlos. 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Notas: Puede haber pequeñas variaciones numéricas debido a los criterios tomados para designar los “jefes de familia”. ”Patria” alude en el padrón a lugar de nacimiento. *Incluye a los canarios. **Se trata de isleños (islas Azores) en su mayoría. ***El padrón fue levantado en 1822 e incluye la jurisdicción. Cuadro 2 Población libre y esclava de Maldonado, San Carlos, Rocha y Minas. Años 1820 y 1822. Localidad Maldonado Extramuros Partidos de Maldonado San Carlos Chacras Partidos de San Carlos Rocha * Minas Extramuros Partidos de Minas Total Esclavos Esclava s 167 136 17 10 Total % sobre esclavos población total 303 25.1 27 5.4 Población Total 1207 497 51 79 16 36 84 3 87 163 19 7.6 21.0 6.1 1146 775 309 148 156 29 11 85 759 99 114 22 18 74 596 247 270 51 29 159 1355 13.8 20.7 20.8 8.2 16.6 15.8 1793 1301 245 352 956 8581 Fuente: Igual que Cuadro 1. Notas: *El padrón fue levantado en 1822 e incluye la jurisdicción. Cuadro 3. Distribución por “profesión” de los jefes de familia de Maldonado, San Carlos y Rocha. Años 1820 y 1822. Comerciante s Maldonado 53 Extramuros 0 Partidos de Maldonado 1 San Carlos 46 Chacras 2 Partidos de San Carlos 0 Rocha** 15 Minas 17 Extramuros 11 Partidos de Minas (***)5 Total 150 Localidad Artesanos Labradores Hacendados* Otros S/D Total 68 0 9 60 5 0 6 0 76 25 217 85 1 22 0 147 23 47 18 1 0 0 12 0 34 21 2 201 125 51 2 17 6 6 105 40 12 37 136 132 4 0 8 0 7 1 2 0 2 6 253 204 48 61 3 125 97 577 36 332 7 41 4 152 172 1397 Fuente: Igual que Cuadro 1. Notas: Puede haber pequeñas variaciones numéricas debido a los criterios tomados para designar los “jefes de familia”. * En los partidos de Maldonado y en tres casos en San Carlos, se trata de “estancieros”. ** El padrón, levantado en 1822, comprende la villa y su jurisdicción. *** Dos son vivanderos y uno negociante.