Download CLIMATIZANDO LA INCUBACIÓN

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
reproducción
Climatizando la
incubación
Lluis Puig
[email protected]
Un pollito de calidad es el secreto de un engorde rentable y
sin incidencias.
Conseguir carne de pollo de
calidad a un coste razonable
depende del buen trabajo en
todas las fases productivas.
Piensos de calidad aseguran
un crecimiento óptimo. Un
ambiente controlado minimiza la incidencia de accidentes
sanitarios. Pero la clave reside
siempre en el origen.
25
L
a calidad de este pollito empieza con la selección
de una buena estirpe de reproductoras y un
manejo correcto de las mismas. También la recogida y selección de los huevos son claves. Pero una vez
recogidos y almacenados llega el turno a la incubadora.
No realizar bien el trabajo en esta etapa puede desmerecer todo trabajo previo y posterior que se realice con
los animales.
Con incubadoras y nacedoras se pretende optimizar el
manejo del huevo fecundado para que el desarrollo del
pollito sea exitoso y coordinado dentro del conjunto
de huevos de un lote. La meta no es sencillamente
maximizar el número de eclosionados, es igualmente
importante la calidad del pollito obtenido. Hay que
tener una visión amplia del conjunto de la cadena: lo
principal es maximizar la cantidad de canales sanas y
uniformes salidas del matadero.
Si bien el desarrollo embrionario dentro del huevo es
un proceso biológico programado, este depende en
gran medida del ambiente de
incubación.
El
control
de
este
biente es la herramienta de la que disponemos para
optimizar los resultados. Existen multitud de parámetros ambientales que afectan al huevo en esta etapa:
temperatura, humedad relativa, concentración de gases (fundamentalmente oxígeno y dióxido de carbono),
intensidad lumínica, velocidad del aire, ruido ambiental... Sin embargo, sólo nos fijaremos en aquellos sobre
los que disponemos una capacidad de modulación con
repercusión sobre los resultados.
Dentro de los sistemas en boga, de incubadoras y nacedoras de carga única, en el caso de las incubadoras es
especialmente importante modular: la concentración
de gases, la temperatura y la humedad.
Por lo que se refiere a gases, cabe destacar que las necesidades de oxígeno del embrión no son constantes.
En concreto estas se mantienen muy bajas durante los
primeros 8 días de desarrollo. También se ha observado
que lo fundamental es optimizar la relación de oxígeno
y dióxido de carbono dentro del embrión, puesto que
así fomentaremos su desarrollo vascular, reduciendo la
mortalidad embrionaria y aumentando el vigor de los
eclosionados su primer día de vida.
En cuanto a la temperatura, debemos considerar el
comportamiento térmico del huevo a lo largo de su
desarrollo. Cabe señalar que la producción de calor por
parte del embrión es creciente, se mantiene relativamente baja hasta el día 12 y a partir de aquí aumenta
progresivamente con el avance del desarrollo, de
forma más marcada cuanto menos fresco sea el huevo
incubado.
Clásicamente los huevos incubados se clasifican en
viejos, jóvenes y medios, en función de su edad a la
llegada a la incubadora. Así, convencionalmente se
había gestionado el control del ambiente térmico en
base a esta clasificación, pero la realidad es que existe
toda una gama de posibilidades intermedias. Hay
que abordar la gestión de la temperatura bajo esta
consideración. El objetivo es implementar una curva
óptima para cada lote: en base a la temperatura de la
cáscara hay que fijar una temperatura ambiente.
Las observaciones realizadas apuntan que el rango de
temperaturas óptimas de la cáscara es más estrecho al
inicio de la incubación, y este se va ampliando progresivamente, aunque siempre alrededor de los 37,8ºC (a
am-
26 Figura 1: Temperatura ideal de la cáscara en función de la
edad del huevo incubado y el día de incubación.
encima se compromete su éxito). Actualmente se consi-
dera ideal fijar una temperatura máxima objetivo de la
cascara de 38,3ºC, y para conseguirla se recomienda establecer consignas de control ambiental que varían en
función del día de incubación y la edad de los huevos
incubados (Fig. 1 página izquierda).
Luego, debemos considerar el control de la humedad
ambiental. El gradiente de humedad existente entre el
huevo y el ambiente, gracias al carácter poroso de la
cáscara, condiciona una pérdida de agua por parte del
huevo, la cual debe modularse para que la calidad del
pollito sea óptima: debe
asegurarse que el pollito
de un día pese unos 2/3 del
peso inicial del huevo, y que
el tamaño de la cámara de
aire evolucione adecuadamente.
Una humedad ideal constante del 55% condiciona
que la pérdida de peso al
final de la incubación sea el
objetivo del 11%. Sin embargo, la realidad natural de
la incubación se caracteriza
por una humedad ambiental
no constante durante de la
misma. Al inicio, en la fase
endotérmica, la humedad es
mayor y la pérdida de agua
menor (la gallina está encima de los huevos) y luego
el ambiente se hace más seco y la pérdida de agua
mayor. Así hoy se recomienda empezar con un 85% de
humedad para acabar bajando al 35%, de forma que la
pérdida de peso del huevo sea mayor hacia el final de
la incubación.
Llegados a la nacedora, el objetivo es optimizar la ventana de eclosiones, que éstas se concentren al máximo.
Dicha curva depende de multitud de factores: la edad
y uniformidad de las reproductoras, la forma de almacenaje de los huevos, su precalentamiento, las fluctuaciones de temperaturas, los perfiles de incubación... Sin
embargo, llegados a la nacedora nuestra capacidad de
control responde al manejo ambiental de parámetros
similares a los de la incubadora: oxígeno, temperatura y
humedad.
En lo referente al oxígeno, hay que considerar el importante incremento de su demanda en las horas perieclosión. Este oxígeno llega al pollito a través del alantocóreon (por difusión a través de la cáscara y de la cámara
de aire) y de los pulmones (una vez punciona la cáscara).
Se requiere pues asegurar suficiente oxígeno para garantizar los nacimientos, una vez los pollitos hayan llegado a
término de su desarrollo embrionario.
reproducción
partir de 0,5ºC por debajo se retrasa el desarrollo y 0,5ºC por
En cuanto a la temperatura, estudios de la evolución de la temperatura de la cáscara muestran como
ésta se mantiene relativamente
constante gracias al sistema vascular hasta el momento en que el
pollito se prepara para la eclosión.
En este momento se observa una
ligera bajada de la temperatura
(de 1ºC) hasta el momento en que
entra en la cámara de aire, en el
cual empieza a aumentar hasta su
máximo con la rotura de la cáscara.
Manipular la temperatura para
acompañar estos cambios ayuda a
concentrar las eclosiones.
Para realizar esta práctica es
importante detectar cuándo los
embriones están preparados para
el pico interno , puesto que no debemos adelantarnos al desarrollo
necesario del embrión. Llegados al momento podemos
jugar con las concentraciones de dióxido de carbono y
de la temperatura ambiente de la nacedora como se expone en la figura 2 para estimular a eclosión. Después del
estímulo se recomienda darles un periodo de descanso y
finalmente realizar un picaje externo sincronizado.
En resumen, la optimización del trabajo de las
incubadoras y nacedoras pasa por:
-asegurar una buena estabilidad térmica durante toda la incubación
-controlar los niveles de dióxido de carbono
-controlar la temperatura de la cáscara
-controlar las mermas de peso de los huevos
27