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LA CONTRAPUBLICIDAD COMO HERRAMIENTA PARA LA EDUCACIÓN MEDIÁTICA Marta Pacheco Rueda [email protected] Universidad de Valladolid (Campus de Segovia) Resumen: En la presente comunicación se aborda una propuesta de utilización de la contrapublicidad como herramienta para la educación mediática en el contexto de la enseñanza superior y, concretamente, de los estudiantes del Grado en Publicidad y Relaciones Públicas. La contrapublicidad o subvertising (término que surge de la fusión de los vocablos subversion y advertising) es una de las herramientas que utilizan diversos colectivos para difundir problemáticas sociales y promover un comportamiento crítico frente al consumismo y los medios de comunicación. Es una manifestación que se encuadra dentro del culture jamming1, un movimiento de resistencia a la comercialización de la sociedad mediante acciones de guerrilla, tales como la intrusión mediática, el terrorismo artístico, las parodias publicitarias o el happening, interferencias que, para algunos autores, constituyen una manera democrática de que los ciudadanos ejerzan su derecho de participación social, recuperando el espacio, tanto físico como comunicativo, que les han usurpado progresivamente las marcas. Precisamente, por su omnipresencia y ubicuidad, amén de su papel conformador de valores y transmisor de la ideología del consumo en las sociedades capitalistas actuales, la publicidad constituye un «blanco» lógico para los culture jammers: […] ya que la publicidad se ha convertido en uno de los canales de transmisión básicos de la ideología consumista, es necesario seguir utilizando todas las herramientas que tengamos a nuestro alcance para manchar su imagen y, en fin, junto a las actividades educativas, el fomento del consumo crítico y responsable, la creación de tejido social y la reivindicación de lo colectivo, siempre nos quedará el recurso del humor, la acidez y la ironía al servicio de la transformación social2. La esencia de la contrapublicidad consiste en apropiarse de los recursos del lenguaje publicitario para reutilizarlos y devolverlos a la sociedad en forma de mensajes subversivos. A partir de los propios mensajes publicitarios se elaboran otros que pretenden desenmascarar las intenciones del sistema sobre el que se asienta y que contribuye a legitimar la publicidad, manifestaciones de «[…] creatividad al servicio de 1 Para una ampliación del concepto de culture jamming así como una profundización en el fenómeno contrapublicitario y, en concreto, en la actividad contrapublicitaria que se ocupa de desenmascarar el supuesto ecologismo de ciertas campañas publicitarias puede consultarse PACHECO RUEDA, M. (2009): «El discurso disidente de la contrapublicidad verde», Pensar la Publicidad. Revista Internacional de Investigaciones Publicitarias, Vol. III, 1, 55-82. 2 RAMIRO, P. (2006): «De la contrapublicidad como herramienta», Malababa, nº 2, 67. la desmitificación de las marcas, de ingenio que bascula entre lo hilarante y lo corrosivo»3 Los antecedentes formales de la contrapublicidad se encuentran en el arte pop de los años 50 y 60, caracterizado por la descontextualización, la incongruencia, la provocación y el humor. Ahora bien, si en la corriente pop los elementos de la cultura popular se utilizaban con fines puramente estéticos, la intencionalidad crítica de los mensajes contrapublicitarios es una constante que impregna todos ellos. De hecho, los activistas rechazan la contrapublicidad como mera manifestación artística o lúdica y reivindican su instrumentalidad para servir al propósito de denuncia del sistema de consumo imperante en las sociedades actuales. Se trata, por tanto, de producir mensajes metapublicitarios4 en los que la alteración de los signos originales produce significados completamente distintos a los de las campañas publicitarias intervenidas, con los que se ridiculizan y parodian sus referentes y, en última instancia, se cuestiona la sociedad de consumo de masas: Los fines críticos contrapublicitarios tienen que ver con cualquier estado consecuente de esta cultura paternalista que fomenta la publicidad en cuanto herramienta de persuasión. Sin embargo, la contrapublicidad también se vale de su rival para comunicar sus mensajes. Más allá de la evidente semejanza estética entre ambas disciplinas, el movimiento subversivo utiliza técnicas de comunicación provinentes de los principios básicos publicitarios. El acto de alterar logotipos empresariales para cambiarles el significado no es más que un juego con las mismas reglas. La alteración de marcas tiene como consecuencia la aparición de una nueva contramarca que supone la asociación de unos significados distintos a un mismo significante, es decir, jugar a cambiar símbolos de poder por símbolos de subversión5. Las actuaciones desarrolladas por colectivos pioneros surgidos en Norteamérica y Canadá – Billboard Liberation Front y Adbusters, respectivamente– han creado un modus operandi contrapublicitario que ha sido reproducido por otros grupos creados posteriormente en todo el mundo6. Los mensajes contrapublicitarios se difunden, generalmente, a través de canales alternativos a los medios de comunicación de masas, en las publicaciones impresas editadas por los propios colectivos y, fundamentalmente, a través de los sitios creados en Internet, que se ha convertido en una herramienta imprescindible para la organización y difusión del activismo contrapublicitario. De 3 RODRÍGUEZ FERRÁNDIZ, R. (2003): «Publicidad omnívora, publicidad caníbal: el intertexto polémico», Comunicación presentada en las Jornadas de Publicidade e Comunicação, LabCom, Universidade da Beira Interior (Covilhã, Portugal), 7-8 noviembre 2003, http://hdl.handle.net/10045/8511. 4 Siguiendo a Caro y Elosúa (2004, 236), entendemos por metapublicidad la «comunicación publicitaria en la que se utiliza como tema o referencia un anuncio, o parte de él, o la publicidad misma. Así, son metapublicitarios los anuncios en los que aparece otro anuncio, con independencia de la finalidad que tenga esa aparición (autorreferencial ilustrativa, irónica u otra)» . Esta es la primera acepción que recogen en su definición de metapublicidad. La segunda se refiere a la publicidad que hacen las empresas de la industria publicitaria: «[…] Pero también lo son aquellos que sirven a las empresas del sector publicitario para ofrecer sus servicios, y los que tratan de fomentar el uso de la publicidad o de mejorar su imagen». Al respecto, cfr. QUINTAS FROUFE, E. y QUINTAS FROUFE, N. (2008): «La publicidad de los publicitarios: estudio de la autopromoción de las agencias de publicidad en revistas especializadas (20002007)», Pensar la Publicidad. Revista Internacional de Investigaciones Publicitarias, Vol. II, 1, 191219. 5 LEAL RICO, I.: «De la publicidad y su rival», Consume hasta morir, http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=2296. Web consultada el 1/8/2011. 6 Para una revisión de los movimientos contrapublicitarios surgidos en todo el mundo desde los años 80 del siglo XX puede consultarse OTÁLORA COTRINO, L. (2010): «La ampliación de la contracultura política a la ambientalista. Resistencia y piratería publicitaria», Pensar la Publicidad. Revista Internacional de Investigaciones Publicitarias, Vol. IV, 2, 111-126. hecho, incluso la alteración de vallas se realiza cada vez más de modo virtual: se toma una fotografía, se transforma el anuncio en el ordenador y se pone a circular la imagen en la red. En España hacen contrapublicidad colectivos como Pit Contropus y Cia –que transforma los mensajes publicitarios de vallas, cabinas o postal free mediante juegos de palabras–, Grupo Arbeit7 –especializado en «corta y pega ideológico»–, Movimiento Contrapublicitario (MoCo) –que simula acciones en los carteles publicitarios de las marquesinas de las paradas de autobús de Madrid–, Makea8 –que, parodiando la identidad y filosofía de marca de Ikea, propone alternativas a la cultura del «usar y tirar»–, Sabotaje Contra el Capital Pasándoselo Pipa (SCCPP)9, Colectivo Singular10 o Las Hormigas, así como activistas a título individual, como Xesco Casacuderta, Rasgo, Siro López o Micockringnomedejapensar. Hasta el momento, el proyecto más consolidado y de mayor alcance es Consume Hasta Morir, que nace en Madrid en 2002 dentro de la asociación Ecologistas en Acción, y a través de diversos cauces trata de promover un comportamiento crítico hacia el consumo y los medios de comunicación. Aunque surgió como un sitio web11, su labor ha ido diversificándose con la organización de exposiciones, charlas, talleres y videoproyecciones o la publicación de material pedagógico, tanto gráfico como audiovisual, que pretende servir de guía para el trabajo en el aula. En 2006, Consume Hasta Morir y el Observatori de Resistences i Subcultures, con la colaboración de SCCPP, pusieron en marcha el proyecto Malababa: una revista dedicada a la contrapublicidad –realizada de forma voluntaria, que recoge un catálogo de contrapublicistas y diversos análisis sobre esta forma de activismo– y un certamen de contrapublicidad que en su primera edición recibió varios centenares de propuestas. Los mejores trabajos fueron expuestos en distintas ciudades españolas y se incluyeron en la revista Malababa, cuyos tres números publicados pueden consultarse y descargarse en la Web12. Otra iniciativa auspiciada por Consume Hasta Morir son los Premios Sombra. Se trata de un contracertamen alternativo al Festival Publicitario El Sol de San Sebastián, en que se premian las que se consideran peores campañas publicitarias del año por sexistas, xenófobas, insolidarias, consumistas o falsamente ecológicas. Consume Hasta Morir concibe la contrapublicidad como una herramienta educativa adaptable a los distintos ámbitos formativos. De ahí la importancia que otorgan a la difusión de mensajes contrapublicitarios y materiales pedagógicos desde su web13. En ella, clasificados por sectores, se recopilan contranuncios –tanto realizados por el propio colectivo como por conocidos contrapublicistas– acompañados de su correspondiente análisis, que constituyen una fuente de información para quienes quieran indagar en la «trastienda» de los mensajes publicitarios y, por ende, del propio sistema de consumo que éstos contribuyen a asentar. Asimismo, está disponible en su web para su descarga «El cederrón didáctico»14, que contiene diversos materiales organizados en cuatro apartados (Consumo, Comunicación, Publicidad y Contrapublicidad) elaborados para facilitar la tarea de los docentes interesados en introducir en el aula el debate y la reflexión en torno a estos temas así como el desarrollo de talleres contrapublicitarios. Por otra parte, Consume hasta Morir viene organizando desde sus inicios talleres en 7 http://www.nodo50.org/contrapublicidad http://www.makeatuvida.net/makeasite.html 9 http://www.sindominio.net/fiambrera/sccpp/index.htm 10 http://colectivosingular.blogspot.com 11 http://www.letra.org/spip 12 La revista Malababa se puede descargar en http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=2922. 13 http://www.letra.org/spip/rubrique.php?id_rubrique=40 14 http://www.letra.org/spip/spip.php?article1775 8 los centros de educación primaria y secundaria con el propósito de concienciar a los alumnos del poder de la publicidad como discurso trasmisor de valores y estereotipos así como su crucial papel en la consolidación del modelo de consumo actual. En dichos talleres, a través de diversas dinámicas, los estudiantes tienen la oportunidad de analizar los mensajes publicitarios, no sólo desde un enfoque formal sino, lo que es más importante, desde el punto de vista del contenido que transmiten. En ocasiones, este proceso analítico se complementa con el desarrollo de talleres de creatividad contrapublicitaria en los que los estudiantes, a partir de los anuncios convencionales, tienen la posiblidad de elaborar sus propios contranuncios, no como un divertimento con fines puramente estéticos sino para plasmar gráfica o audiovisualmente un concepto surgido de su trabajo de reflexión previo. Si bien es cierto que el alcance y la capacidad de penetración de la contrapublicidad son muy reducidos comparados con los del discurso publicitario convencional –David frente a Goliat–, también lo es que el relato contrapublicitario, considerado globalmente, constituye, a nuestro juicio, una valiosa –y necesaria– réplica al tradicional monólogo publicitario, siempre y cuando sea capaz de suscitar la reflexión y alentar un espíritu crítico en los receptores. Partiendo de esta premisa, en nuestro caso, como docentes de la asignatura de Teoría de la Publicidad, que se imparte a los alumnos de primer curso del Grado en Publicidad y Relaciones Públicas, hace ya varios años que decidimos introducir en el programa teórico de la asignatura un apartado dedicado al estudio de la contrapublicidad, en el marco del análisis del contexto sociocultural en que se desarrolla actualmente el fenómeno publicitario. Y ello puesto que entre los objetivos que se pretenden conseguir con esta asignatura se encuentra el de fomentar en los alumnos una visión global y crítica de dicho fenómeno. Visión que les capacite para aprehenderlo de modo holístico, teniendo en cuenta las múltiples implicaciones que de él se derivan, en un sentido bidireccional: desde el propio sistema publicitario hacia la sociedad y viceversa. Una de ellas lo constituye, precisamente, la contestación que los mensajes publicitarios provocan en una parte de la ciudadanía. Junto al enfoque teórico del fenómeno contrapublicitario, yendo un paso más allá y tomando el testigo de las experiencias desarrolladas por Consume hasta Morir, nos proponemos ahora introducir en la asignatura el desarrollo de talleres contrapubliciarios con los que fomentar en los alumnos una visión crítica de los mensajes publicitarios. A priori, puede parecer contradictorio que los estudiantes de publicidad –futuros profesionales de la industria y, por tanto, potenciales generadores (anunciantes) o creadores (creativos publicitarios) de mensajes– se ocupen de elaborar propuestas contrapublicitarias. Sin embargo, teniendo en cuenta que a lo largo de su periodo formativo los alumnos tendrán la oportunidad de realizar anuncios publicitarios «al uso» en otras asignaturas del plan de estudios, nos parece fundamental que, precisamente por su futura condición de agentes activos del proceso publicitario, en lugar de asumir sin cuestionamientos el discurso publicitario hegemónico, los alumnos tengan, desde el comienzo de su formación académica, la oportunidad de diseccionar las «entretelas» de dicho discurso. La deconstrucción de los mensajes publicitarios para una posterior elaboración de contranuncios puede dar pie a un interesante proceso de reflexión y análisis de aquéllos desde distintos puntos de vista, pudiendo decantar los significados que la publicidad pretende crear para las marcas que se anuncian, reflexionar sobre ellos, examinar su veracidad y pertinencia así como familiarizarse con las diversas estrategias persuasivas que se utilizan habitualmente en publicidad. Este proceso les permitirá descubrir que su vivencia inmediata del fenómeno publicitario (la recepción de esos, aparentemente, banales e inocuos anuncios que vienen consumiendo desde pequeños) no es sino la punta del iceberg de un proceso en que se hallan doblemente concernidos: como receptores y como futuros emisores. El propósito de nuestra propuesta, enlaza, en definitiva, con los principios de la educomunicación en tanto que con el desarrollo de estos talleres se pretende fomentar en los estudiantes de Publicidad un espíritu crítico en relación a la publicidad y al modelo de consumo imperante, que les capacite para pasar de consumidores pasivos de mensajes y productos a consumidores responsables y con capacidad para procesar –y cuestionar– los inputs publicitarios que reciben incesantemente, y tomar sus decisiones de compra de modo consciente. Por otra parte, en cuanto a su ulterior rol como emisores de mensajes publicitarios, la experiencia puede ayudarles a tomar conciencia de su responsabilidad ante la sociedad, asumiendo que la influencia de publicidad no se limita al ámbito de lo económico sino que constituye un poderoso discurso para la construcción de la mentalidad colectiva y la conformación de valores y estereotipos sociales. Referencias bibliográficas CARO, A. Y ELOSÚA, M. (dirs.) (2004): Diccionario Lid Comunicación y Marketing, Madrid, Lid. LEAL RICO, I.: «De la publicidad y su rival», Consume hasta morir, http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=2296. Web consultada el 1/8/2011. RODRÍGUEZ FERRÁNDIZ, R. (2003): «Publicidad omnívora, publicidad caníbal: el intertexto polémico», Comunicación presentada en las Jornadas de Publicidade e Comunicação, LabCom, Universidade da Beira Interior (Covilhã, Portugal), 7-8 noviembre 2003, http://hdl.handle.net/10045/8511. OTÁLORA COTRINO, L. (2010): «La ampliación de la contracultura política a la ambientalista. Resistencia y piratería publicitaria», Pensar la Publicidad. Revista Internacional de Investigaciones Publicitarias, Vol. IV, 2, 111-126. PACHECO RUEDA, M. (2009): «El discurso disidente de la contrapublicidad verde», Pensar la Publicidad. Revista Internacional de Investigaciones Publicitarias, Vol. III, 1, 55-82. RAMIRO, P. (2006): «De la contrapublicidad como herramienta», Malababa, nº 2, 67. http://colectivosingular.blogspot.com http://www.letra.org/spip http://www.makeatuvida.net/makeasite.html http://www.nodo50.org/contrapublicidad http://www.sindominio.net/fiambrera/sccpp/index.htm