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Domingo, 14 de junio de 2015
Domingo, 14 de junio de 2015
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La Nueva España
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España |
Asturias, región pionera en la organización de una estructura de captación de fondos europeos, se
aletargó después hasta llegar a vivir, según expertos en el proceso, “demasiado tiempo de las rentas”
✒ Marcos Palicio
En la Asturias del ecuador de los ochenta, “los de las comunidades” notaban que les miraban raro. “Los de las comunidades” eran en 1985 los de la Oficina de Asuntos Europeos
del Principado y habían instituido, antes que nadie en España, una estructura autonómica de captación de fondos comunitarios. Una cosa rara que se entendía mal. Apenas habían pasado tres meses desde la firma del tratado de adhesión de España a las Comunidades Europeas, suscrito anteayer hizo treinta años, y el Principado vio con anticipación que
por los Pirineos se abría una puerta interesante. La oficina sigue funcionando, pero aquella Asturias extracomunitaria que desairaba a los “tecnócratas europeos”, precursora en la
búsqueda de su trozo de tarta en la Unión, es también una cosa rara mirada desde la distancia de las tres décadas que han transcurrido hasta hoy. No se reconoce, imposible imaginar en perspectiva distópica “dónde estaríamos ahora” de no ser por la UE, pero el balance sale a devolver antes de entrar en detalles. Seis asturianos que protagonizaron, fueron testigos o estudiaron la evolución del proceso, tres hablando desde Asturias, otros tres
residentes en Bruselas, asumen la actualización física de las infraestructuras y la reestructuración del tejido productivo asturiano como frutos esenciales de los fondos y los intangibles de la Unión, pero confluyen en algún caso en la certeza de que aquel primer impulso visionario no se sostuvo en el tiempo, en que la súbita apertura de un mercado de quinientos millones de personas, el más poderoso del mundo, pedía tal vez mejores capacidades de aprovechamiento.
Pedro Cervilla ajustó los engranajes del mecanismo en el comienzo, dirigió la oficina europea del Principado en los albores de la integración y es ahora, desde 1994, el director del
servicio jurídico del Comité de las Regiones. Con esa base invita a considerar el cambio radical y la modernización de la economía de la región para adjudicar a Europa una porción
esencial de la responsabilidad de la transformación. Observa también, eso sí, que después
de aquel impulso avanzado inicial sobrevino “quizás un cierto cansancio”. Que a la “edad
de oro” sucedió un acomodo que se llamará decaimiento en la voz de Paz Andrés Sáenz de
Santamaría, catedrática de Derecho Internacional de la Universidad de Oviedo, que sitúa
el cambio a mediados de los noventa y precisa que en torno a ese momento “se empezó a
privilegiar la apariencia sobre la eficacia” hasta componer una impresión general en la que
Asturias en su relación con la UE “lleva demasiado tiempo viviendo de las rentas y del impulso que algunos supieron darle en los tiempos iniciales de nuestra incorporación”. Son
treinta años de nubes y claros, de acelerones y frenazos.
Director del servicio jurídico
del Comité de las Regiones
“Quizá se primó demasiado
el asfalto y menos las ayudas
a las empresas”
Al preguntar qué ha sido de aquella Asturias que fue pionera en el proceso de integración europea, Cervilla empieza por celebrar la “voluntad política” que tuvo el gobierno que presidía Pedro de Silva cuando
fue “el primero en presentar un programa
integrado global de captación de recursos
comunitarios”. Evoca, para que se le entienda, el primer Plan Nacional de Interés Comunitario (PNIC) que hubo en España, que
trajo a Asturias 20.000 millones de las pesetas de entonces para la recuperación medioambiental de los ríos de las cuencas mineras y recuerda que vienen de allí la ciudad
industrial de Valnalón y más de un parque
tecnológico que todavía siguen aquí. Añade
que la visión de Bernardo Fernández, vicepresidente y consejero competente en los
asuntos europeos, le dio el primer empujón
a la atracción de recursos y a la toma de posiciones de Asturias en los primeros orga-
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| 30 años de pertenencia a la UE
De aquí a Europa, a acelerones y frenazos
Pedro Cervilla
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La Nueva España
nismos de aquella Comunidad Europea de
los doce –en el antecedente orgánico del actual Comité de las Regiones sólo estaban representados el Principado, Andalucía y Cataluña–, pero lamenta que después haya venido “el cansancio”. O la preferencia por “el
reembolso rápido”, o en algún caso por la espera fácil a que fuera lloviendo el dinero. El
caso es que “Asturias cometió, como otras
muchas regiones españolas, el error de haber puesto demasiado peso en el ladrillo o
en el asfalto y menos en las ayudas a las empresas, que era una de nuestras batallas permanentes al principio”. A la etapa de la euforia siguió “cierta degradación”, una atonía que acabó en “desastre total durante el
gobierno de Foro, que cerró la sede en Bruselas y decidió que Asturias no tenía nada
que decir en los asuntos europeos”.
Paz Andrés
Catedrática de Derecho
Internacional
“Llevamos demasiado
tiempo viviendo de las rentas
del primer impulso”
“Durante muchos años”, los primeros, Asturias evidenció una “capacidad singular pa-
mundo” y alguien previno “negros nubarrones sobre la economía asturiana”. Él tuvo
que defender ahí las cuotas, recuerda, como
alternativa fiable para transformar un sector
lechero que estaba pidiendo un repaso a
gritos, que “hoy nos parece como de otro
mundo”, que estaba “anticuado y obsoleto”
y tenía la cabaña en una proporción importante sin sanear, que pudo a la postre haber
sido el de más intensa reconversión de los
que remolcaban la economía asturiana.
“Hablábamos entonces de 32.000 explotaciones lecheras con una producción media
de 18.000 litros anuales”; “hablamos hoy de
menos de 3.000 explotaciones y una media
de más de 200.000 litros”. Estaban hablando,
resume, de una modernización “que había
que hacer en todo caso y que la entrada en
Europa forzó y fomentó, porque España
nunca habría tenido fondos para pagar el
billón de pesetas que entró en el país en
ayudas al sector agrario”.
Hasta ahí las luces. La sombra, el “punto
débil”, le dice que el evidente avance en la
actualización y automatización de las explotaciones echó en falta la compañía de otra
modernización, “la de la gestión técnicoeconómica. A diferencia de Francia, aquí carecemos de un seguimiento de los costes de
explotación, no hubo una preocupación de
la Administración en esa materia” ni tampoco, ampliando el análisis al conjunto del tejido productivo de la región, pericia para
aprovechar que con la firma de aquel tratado del 85 se abría “un mercado único de quinientos millones de personas, el mayor del
mundo en capacidad adquisitiva”. Dicho como lo explica Arango, y sin perjuicio de la
certeza de que la adhesión “supuso abrir la
economía española y asturiana”, el economista avanza que “tendríamos que haber estado más predispuestos a aprovechar esas
potencialidades”. “Cuanto más pequeña sea
una economía”, reflexiona, más importancia
debe tener el volumen de su base exportadora para conseguir un balance positivo”. Y Asturias, con Europa abierta de par en par, no
aprovechó tanto como podría, a su juicio,
ninguna de las dos formas de exportar: llevar
el producto al consumidor o acercar al consumidor al producto, aspecto éste que le remite a las dificultades para atraer turistas
extranjeros a Asturias.
Felipe González y el asturiano Fernando Morán, entonces su ministro de Asuntos Exteriores, firman el tratado de adhesión, el 12 de junio de 1985. Detrás, Manuel Marín, entonces secretario
de Estado para las Relaciones con la Comunidad Económica Europea, y el embajador español
en la CEE, Gabriel Alfaro.
ra la captación de fondos” y una pericia en la
atracción de inversiones superior a la del
resto de las comunidades autónomas. De
aquello, acepta Paz Andrés, queda aquel
aseo medioambiental del primer PNIC y entre otros muchos beneficios visibles una
“evidente” repercusión sobre las infraestructuras. En su recuento, “la adhesión aportó la
aceleración de determinados procesos de
reestructuración económica, en particular
en la producción agraria” gracias a la Política Agrícola Común (PAC) y estimuló “la reconversión de la industria hullera y en cierto modo de la siderurgia”. Eran, reflexiona
Andrés, “reformas pendientes que seguramente se habrían producido en todo caso,
pero la integración apuró los procesos”. Europa alentó además la reorganización de las
administraciones públicas después de que
Asturias se ganase “un cierto reconocimiento como región activa en las Comunidades
Europeas”, pero el tiempo fue diluyendo los
efectos y los beneficios hasta articular en la
voz de la catedrática la sensación de que la
región lleva en este terreno “demasiado
tiempo viviendo de las rentas”.
Diego Canga
Director de Relaciones
Multilaterales y Productos
Agrícolas en la CE
Jesús Arango
Economista y exconsejero
de Agricultura
“Se abrió el mayor mercado
del mundo, deberíamos
haberlo aprovechado mejor”
En aquel principio, cuando “los de las comunidades” percibían las miradas torcidas,
Jesús Arango, economista y entonces consejero de Agricultura del Principado, lidiaba
con la fuerte oposición a la aplicación del
recién suprimido sistema de cuotas lácteas.
Era cuando “parecía que se iba a acabar el
“Uno de los datos alentadores
dice que Asturias está
exportando más que nunca”
De los casi treinta años que ha cumplido
España en la UE –el tratado se firmó en junio
de 1985, pero no entró en vigor hasta enero
de 1986–, Diego Canga Fano ha pasado 24
en Bruselas. Si recapitula y hace memoria,
dirá que percibe el cambio al menos dos veces al año, en sus dos viajes en coche de Bruselas a Oviedo. Lo ve en las carreteras, sí, pero sobre todo en “los centenares de camiones españoles que van hacia el Norte de Europa”, aunque no va a dejar que se le escape
“la parte invisible” de la metamorfosis. No
sólo los fondos, también la transformación
que afecta a la conciencia medioambiental o
El futuro es otra
encrucijada
La firma del avilesino Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores en el
primer gobierno de Felipe González, en
el tratado de ingreso de España en la
Comunidad Europea abrió para España
las oportunidades y la incertidumbre
del mercado más poderoso del mundo.
Treinta años después, el cumpleaños de
aquel paso al frente encuentra a Asturias
en otra encrucijada. A una distinta de la
de 1985, a una que deriva del cambio en
las reglas de reparto de la financiación
europea para el periodo 2014-2020 y
que ha enviado al Principado al grupo
de las regiones “ricas”. Las ampliaciones
han eliminado las ayudas “gratis”, las derivadas de la posición relativa de la renta asturiana, y lo que queda es, en expresión de Pablo López, “prepararse para
coger el tren”. Compitiendo en pie de
igualdad con la élite del continente, la
región vive obligada a identificar “los
elementos tractores de su economía” y a
componer proyectos, expone Gonzalo
Riesgo, capaces de combatir en un terreno donde “todo gira en torno a la innovación y el conocimiento”. “El gran
desafío”, abunda Pedro Cervilla, consiste en “ver a la UE ya no como una caja
que te da dinero, sino como un lugar de
intercambio de experiencias y conocimientos que obligan a ir hacia programas de mucho mayor valor añadido”.
En ese contexto, asegura Paz Andrés, el
esfuerzo se redobla desde que la crisis
ha alterado todos los parámetros ya demás “los fondos europeos potencian actividades, como las nuevas tecnologías,
en las que Asturias no es puntera”.
a la protección de los consumidores, la rutina de la movilidad sin fronteras o las becas
Erasmus, la democratización del transporte
aéreo “gracias a que se ha estimulado la
competencia entre compañías y se han bajado los precios” y hasta el periodo de paz más
extenso que nunca en su historia había atravesado el continente. Desde la atalaya de su
extensa carrera en las instituciones de la
Unión, el ovetense, actual director de Relaciones Multilaterales y Productos Agrícolas
en la Dirección General de Agricultura de la
Comisión, invita a comparar la renta per cápita de hoy con la de entonces y estimula la
memoria de “los que tenemos una cierta
edad y conocimos las fronteras, la peseta o
las carreteras mediocres”. Su metáfora es “un
salto muy importante” y Asturias cobró de él,
sobre todo, “sus dos grandes reconversiones”. Admite que “la siderúrgica salió mejor
que la del carbón, que se ha transformado
claramente peor”, pero al levantar la cabeza
para mirar hacia delante aprecia la necesidad de algunos estímulos. Esta región, apunta, “ha tenido durante demasiado tiempo
demasiada actitud de pedir que sea el Estado quien resuelva los problemas de la gente,
bien a través de fondos europeos, mineros o
del propio Estado. Eso ha conseguido aletargar a Asturias y ha sido un error”. Y ahora que
las nuevas reglas financieras de la Unión rebajan las partidas que se reciben “de oficio”,
ahora que sin embargo se mantienen vivas
muchas oportunidades para competir por
los otros fondos de la innovación y el conocimiento, “uno de los datos alentadores de
este momento es que Asturias está exportando mas que nunca”.
Documento firmado por Fernando Morán que otorga plenos
poderes al secretario de Estado Manuel Marín para firmar el
tratado de adhesión de España a la UE.
Pablo López
Vicepresidente de la Cámara de
Comercio de España en Bélgica
y Luxemburgo
“No hemos dedicado
los esfuerzos necesarios
a abrirnos al exterior”
A Pablo López (Gijón, 1974), quince años
en Bruselas, los últimos cinco como vicepresidente de la Cámara de Comercio de España en Bélgica y Luxemburgo, la sola mención de las tres décadas de integración le
despierta la convicción de que “si hay un país que se ha modernizado en ese periodo, ése
es España”. Precisa que la nación en su conjunto se ha actualizado con una intensidad
que no habría sido posible fuera de la UE,
también que Asturias ha recogido frutos “de
manera desigual. Por un lado, hemos sido
una de las regiones más favorecidas por la
política de cohesión y los fondos estructurales, lo que nos ha permitido recuperar una
buena parte de nuestro retraso histórico en
materia de infraestructuras. Por el otro, la
llegada de inversión extranjera y la apertura
de la empresa asturiana al mercado único
ha sido limitada, al menos si la comparamos con otras regiones españolas”. Tampoco, y aquí regresa la tesis de Jesús Arango,
“nos hemos beneficiado aún suficientemente del drástico aumento del turismo extranjero que supuso la entrada en la UE” ni la llovizna de fondos estructurales y dinero gratis
ha estimulado en general la iniciativa.
Perdidos en batallas internas sobre el destino del dinero, abunda López, “no hemos
dedicado los esfuerzos necesarios a abrirnos al exterior, a captar inversiones, a atraer
otros fondos de otras convocatorias europeas en las que teníamos que competir con
todo el mundo, como los programas de investigación. Otras comunidades sí lo han hecho”. En el capítulo del destino del dinero, el
éxito se le adelanta incompleto, “mitigado”.
“Es cierto que hemos construido grandes infraestructuras, algunas críticas para el
futuro de la región, pero en
unos casos no con la rapidez
que deberíamos haberlo hecho, en otros no las hemos
finalizado aún y en otras hay
dudas fundadas sobre su
rentabilidad”.
López piensa también
que las políticas europeas
“han debilitado” sectores básicos en la dieta productiva
asturiana, “como el minero,
el naval, el agrario o el pesquero”, pero en gran parte,
matiza, “los ajustes exigidos
o provocados desde Bruselas
los habríamos tenido que
acometer antes o después,
empujados por la globalización y las dinámicas de los
mercados, y es muy probable que hubiesen sido mucho más dolorosos”.
Gonzalo Riesgo
Asesor jurídico de asuntos
europeos del Principado
“El cambio de mentalidad
de los distintos actores de la
sociedad ha sido diametral”
Es ésta evidentemente una historia de nubes y claros en la que predominan las luces
cuando el que habla es Gonzalo Riesgo, hoy
asesor jurídico de asuntos europeos del
Principado y en los ochenta uno de los que
pusieron en marcha la pionera oficina de
captación y gestión de los fondos de la
Unión. Empezar por el principio es calificar
de “indudable” que “aunque la UE es algo
más que fondos estructurales, es muy trascendente el papel que han tenido éstos”. Pero como el proyecto europeo los desborda,
Riesgo invoca “un balance positivo” que no
habla sólo de infraestructuras, que reivindica también “una Europa de los ciudadanos”.
Se le ocurre, sólo es un ejemplo, mencionar
la política medioambiental y el “marco jurídico que ha mantenido un nivel de protección elevado de nuestros recursos naturales”. Resume que “sería muy difícil imaginar
a Asturias fuera de esa realidad europea,
porque el cambio de mentalidad que la integración supuso para los distintos actores de
la sociedad ha sido diametral, casi copernicano”. De regreso en el 85, aquella vanguardia asturiana en la captación de fondos,
aquella oficina precursora en cuanto al posicionamiento de Asturias en las instituciones europeas articuló sus mecanismos antes
incluso de que la UE desarrollase los suyos y
“desplegó una actividad”, recuerda, “que
pronto copiaron otras”. Después, enlaza,
“probablemente habrá ámbitos en los que
podríamos habernos desarrollado mejor o
captado más fondos. Si fuésemos individualizando por ámbitos, seguro que encontraríamos algunos en los que podríamos haber
desplegado una actividad más intensa, pero
en general hay un balance muy positivo”.