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http://www.nuevaeconomia.com.bo/opinion.php?opi=5210 Nueva Economía, Año 10, N° 509, 1 al 7 de diciembre de 2003 SUBSIDIO AL GLP Katherina Capra (*), Pablo Selaya (**) Los titulares de la semana pasada han destacado la importancia de una de las políticas más importantes en el área energética. El subsidio al consumo de GLP (Gas Licuado de Petróleo) ha llegado a representar una pesada carga para el gobierno (aprox. 140.000 dólares por día) y ello ha motivado el análisis y la propuesta de distintas políticas para alivianarla. Las propuestas han sido variadas. El ministro de Hidrocarburos propuso reducir la cantidad de garrafas subvencionadas, para que sólo lleguen a los sectores de más bajos recursos, mientras que para los sectores que lo usen ilegalmente y también de más altos ingresos, la garrafa de 10 kg llegue a costar Bs 30 (el precio del GLP de la garrafa de 10 kg está congelado en Bs 21 desde el 2000). Al día siguiente, el ministro de Desarrollo Económico indicó que, “sin trauma para nadie, vamos a seguir subsidiando a la ama de casa, pero ya no le vamos a subsidiar al que violando la ley se está gastando el gas licuado que es de las amas de casa más pobres”. El ministro informó que el mecanismo operará posiblemente a través del consumo de energía eléctrica, por ser un buen sistema para medir el nivel de pobreza de los hogares. El Ministerio de Hidrocarburos aseguró el mismo día que en ese despacho se manejaba otra propuesta y, aunque la propuesta final estaba en proceso, se hablaba de la entrega de cupones (La Razón, jueves 28 y viernes 29 de noviembre, 2003). En general, la forma de eliminar o reducir cualquier subsidio es fundamental para el éxito que pueda tener una medida de este tipo. Para el caso de las garrafas de GLP esta consideración es central, puesto que el GLP en garrafas de 10 kg es el combustible doméstico usado por 2 de cada 3 hogares en el país. Según la Medición de las Condiciones de Vida (MECOVI) de 2002, 1.207.000 hogares del país consumen GLP (64% del total), de los cuales 134.000 son rurales y 504.000 son urbanos que viven bajo la línea de pobreza (con menos de Bs 320 por mes en términos per cápita). ¿Qué significa esto? Que una política de reducción del subsidio al GLP afecta a más de 600.000 hogares bolivianos de bajos ingresos. Si atada a la idea de reducir el subsidio al GLP está dar una compensación a los hogares más desprotegidos, es necesario buscar mecanismos muy focalizados que realmente lleguen a este grupo. La propuesta de compensar a través de la factura de luz tiene un alcance muy limitado, puesto que en el área rural sólo uno de cada 4 hogares tiene acceso al servicio y en el área urbana llega al 78%. La propuesta de hacer selectivo el subsidio tiene problemas potenciales de abuso y corrupción. La propuesta de dar cupones abre espacio a la especulación y a la creación de mercados negros y, finalmente, no llegar al grupo objetivo (los hogares de niveles económicos más bajos). La falla común en todas las propuestas es unir a la idea de reducir el subsidio, darlo por otro lado. Todos los problemas que ha generado el subsidio al GLP, hasta ahora (alto costo fiscal, contrabando, uso ilegal), no surgen porque el subsidio está mal implementado o porque la gente ha abusado de él, sino simplemente porque el subsidio existe y eso abre espacio a que la gente actúe en cada momento de la manera más racional. Una forma eficiente de compensar por una reducción en el subsidio al consumo de GLP es dar a los usuarios actuales la posibilidad de sustituir el combustible por otro más barato. La alternativa obvia es el gas natural y la forma más directa es la conexión de los hogares a la red de distribución de este hidrocarburo. Las labores desde el Ejecutivo juegan y han jugado un rol esencial en todo esto. El retraso de la licitación para la extensión de las redes de distribución de gas natural y las conexiones de los hogares a la red, ha sido perjudicial en extremo. El primer intento se frustró en el primer semestre de 2002, por la incertidumbre que generaron las elecciones de julio. Pero no es fácilmente comprensible el retraso desde entonces para el lanzamiento de una segunda licitación. Entonces, ¿hay que reducir el subsidio? Sí, por todas las distorsiones y costos que está causando esta medida (una de las principales, la deuda fiscal de más de $us 30 millones). Sin embargo, es fundamental implementar esta medida en forma gradual dada la situación política y económica. ¿Cómo hacer operativo el nuevo subsidio a los más pobres? Primero, el gobierno debe concertar una única propuesta para que la medida dé, desde su origen, señales claras y positivas a la población. Los anuncios de propuestas distintas desde diferentes ministerios confunden y dan espacio innecesario a la especulación. Segundo, las alternativas para extender redes o conectar domicilios a la red de distribución de gas natural son factibles en las áreas urbana y periurbana, lo cual implica (1) que hay que concentrar el diseño del subsidio al GLP en las áreas rurales, que además son aquellas donde se concentra mayor pobreza, y (2) que es necesario acelerar la licitación para las conexiones domiciliarias de gas, para atender las áreas donde este proyecto puede empezar a mostrar resultados positivos en el corto plazo. (*) MSc en Economía. (**) PhD (c) en Economía.