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Transcript
Militares en los negocios: mal asunto
Por Luis Cino
La supervivencia del castrismo parece estar cada vez más en manos de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR). Y no solo por los generales que dirigen algunos de los
ministerios más importantes sino también por los generales-empresarios del Grupo de
Administración Empresarial S.A (GAESA).
GAESA, cuyo director general con poder ejecutivo es el coronel Luis Alberto Rodríguez
López-Callejas, padre de un nieto de Raúl Castro, factura más de mil millones de dólares
anualmente. Posee centrales azucareros, las TRD (Tiendas de Recaudación de Divisas)
Caribe y Gaviota que imponen gravámenes abusivos a los precios de sus mercancías, los
Almacenes Universales S.A., granjas agrícolas, acerías, la industria de la informática y las
telecomunicaciones, zonas francas, etc. Y por si fuese poco, al poseer la mayoría de las
capacidades hoteleras y las marinas, es quien rige el turismo, una de las principales fuentes
de ingreso de divisas al país.
Algunos préstamos tomados del capitalismo han funcionado con éxito en las empresas de
las FAR.
A inicios de 1985, luego del naufragio del Sistema de Dirección y Planificación de la
Economía, copiado del modelo soviético, las FAR implementaron el Sistema de
Perfeccionamiento Empresarial, a modo de prueba en la empresa “Ernesto Guevara”, de
Manicaragua, Villa Clara, la mayor instalación de la Unión de Industrias Militares.
El experimento era supervisado por el general Casas Regueiro, que mantenía regularmente
informado al respecto al entonces Ministro de las FAR, el general Raúl Castro.
Dos años después, la experiencia se extendió a las industrias militares de todo el país.
El Sistema de Perfeccionamiento Empresarial (SPE), que fue calificado por Raúl Castro
como “el cambio más trascendente y profundo de la economía”, copiaba formas de
organización y administración capitalistas: corporaciones, sociedades anónimas, contratos
de administración y asociaciones con empresas extranjeras.
El SPE permitió al ejército cubano capear los peores años del Período Especial. Si no se
implantó a escala nacional fue por temor a sus consecuencias, que hubieran sido peores que
las de una terapia de choque.
En 1994, Fidel Castro, presionado por el deterioro de la situación, aceptó que un grupo de
empresas del Ministerio de la Industria Básica entrara de forma experimental en el SPE.
Luego se incorporaron 100 empresas más.
En 1997, el V Congreso del Partido Comunista adoptó el SPE como estrategia económica.
Luego de la sucesión raulista, la extensión del perfeccionamiento empresarial al conjunto de
Página 1 de 2 – Semanario “El Veraz”- elveraz.com
la economía cubana se concibió como una estrategia a largo plazo para la preservación del
status quo.
A fines de la pasada década, cuando más de 400 empresas que aplicaban el SPE eran las
más eficientes del país en cuanto a costos y resultados, parecía que la economía cubana
comenzaba a derivar hacia la generalización de ese sistema. Pero era un modelo demasiado
artificial para extrapolarlo al resto de la economía nacional. Para empezar, el incosteable y
desastroso sistema empresarial en pesos cubanos no era compatible con el
perfeccionamiento empresarial en dólares.
Con el SPE los militares jugaron a la economía con ventaja. Sus empresas fructificaron en un
ambiente de invernadero. No tuvieron que enfrentar competencia laboral o de capitales,
tuvieron acceso ilimitado a los recursos estatales y dispusieron de una mano de obra
disciplinada y acostumbrada a obedecer órdenes. Disponían a su antojo de los factores de
producción, los precios y la comercialización. Las inversiones corrieron a cuenta de
empresarios extranjeros dispuestos a tratos inescrupulosos a cambio de una mínima
participación en los negocios.
Aunque hayan tenido un discreto y relativo éxito, no hay mucho que aprender de las
empresas de las FAR. Y es que no se gobierna una nación como si fuese una división de
blindados. Una cosa es la guerra y otra bien distinta dirigir con eficiencia la gestión
económica de un país, aunque para ambas cosas se use indistintamente el mismo lenguaje
bélico.
En las FAR, a rastras con sus viejas consignas y su obsoleto armamento soviético, también
se refleja el desgaste del sistema y las deformaciones de la sociedad cubana actual.
Los militares metidos en los negocios pueden resultar problemáticos a no muy largo plazo.
Alejados de los intereses populares, contribuyen a la continuidad del sistema. Pero siempre
estarán acechados por tentaciones. El contacto con los capitalistas extranjeros fomenta la
codicia y la corrupción. Hace años está ocurriendo.
Cuando sientan amenazados sus privilegios y los bienes en usufructo concedidos por el
Estado patrimonial, su lealtad a los Jefes o a sus sucesores se verá puesta a prueba. Habrá
que ver entonces qué pasará.
.
Página 2 de 2 – Semanario “El Veraz”- elveraz.com