Download La balanza comercial de España y los ajustes automáticos.

Document related concepts

Balanza comercial wikipedia , lookup

Tasa de cambio wikipedia , lookup

Balanza de pagos wikipedia , lookup

Industrialización por sustitución de importaciones wikipedia , lookup

Desarrollo estabilizador wikipedia , lookup

Transcript
La balanza comercial de España y los ajustes automáticos.
Julio G. Sequeiros Tizón
Una parte importante de las esperanzas en la recuperación de la economía española están puestas en el
sector exterior. Así, ante un mercado interno muy deteriorado por la persistencia de la crisis, las
exportaciones aparecen como uno de los rubros que tienen mayor potencial de crecimiento. Además, la
Dirección General de Aduanas acaba de hacer público, esta misma semana, los datos definitivos para el
ejercicio de 2011 y conocemos ya las estimaciones provisionales para el conjunto de 2012. Analicemos la
información disponible para determinar hasta qué punto las expectativas sobre el sector exterior son
realistas.
La economía española mantuvo una tasa de crecimiento muy elevada durante el periodo 1993 a 2007,
quince años de crecimiento ininterrumpido que se truncan de forma brusca a partir de 2008 con la
restricción del crédito y la crisis de una buena parte del sistema financiero español. Durante esta época de
expansión, nuestra economía acumula un déficit comercial (y por cuenta corriente) gigantesco. Para
hacernos una idea, en los años 2006 a 2008 el déficit comercial se acerca los 100.000 millones de euros
anuales, es decir, el segundo déficit más cuantioso del mundo --por detrás del déficit USA-- y el primero en
términos relativos (cerca de un diez por ciento del PIB español). Sobre esta situación quisiera hacer algunas
matizaciones.
En primer lugar este déficit comercial tan abultado no hubiera sido posible sin la pertenencia a la moneda
única. Si mantuviéramos la peseta, ya habríamos devaluado a la altura de principios de la década de los 2000
y así, se hubieran encarecido las importaciones, se hubieran abaratado las exportaciones y el saldo comercial
no hubiera llegado a los límites tan extremos que ha alcanzado. Si las cosas sucedieron de otra manera es
debido a que este déficit comercial (establecido en euros) estaba siendo financiado por los países del centro
de Europa. Dicho en pocas palabras, nos estaban vendiendo a crédito. Un préstamo que hay que devolver.
En segundo lugar, un volumen tan elevado de importaciones deterioró el tejido industrial interno, sobre
todo en aquellas ramas industriales más orientadas al abastecimiento del mercado doméstico. La aportación
de la industria al PIB español pasa de un 17 por ciento en 1993 hasta un 11 por ciento en 2012, casi seis
puntos de diferencia que, en los países del norte de Europa, se han traducido en expansión industrial. Es
más, los países centrales del Euro han conservado y expandido sus bases industriales en este periodo, al
contrario de lo que ha sucedido en la periferia, llegando a ser un caso dramático en Portugal y, sobre todo,
en Grecia.
En tercer lugar, entre 2006 y 2008, la balanza comercial española arroja déficits en prácticamente todos los
sectores. Al contrario de lo que venía sucediendo desde los años ochenta, la economía española se convirtió
en importadora neta de automóviles, calzado, confección, siderurgia, etc. Sectores en los que,
tradicionalmente, se exportaba más de lo que se importaba. Solamente se conservaron saldos positivos
contundentes y significativos en los sectores ligados a la agricultura mediterránea (hortalizas, cítricos, frutos
secos, aceite de oliva, vinos de mesa, etc.). Un caso representativo es el de los automóviles. En 2007 España
importó automóviles por valor de 21.000 millones de euros, el segundo rubro en importancia detrás de las
importaciones de crudo de petróleo. Estamos hablando de más de 500.000 coches de gran cilindrada
importados principalmente de Alemania y que aún siguen circulando por las carreteras españolas. Ese
mismo año, las exportaciones de automóviles alcanzaron algo más de 20.000 millones de euros,
desapareciendo así un excedente comercial muy valioso para la economía española. Para ser más exacto,
debemos decir que una parte importante de las importaciones de automóviles estaban financiadas a crédito.
Al desaparecer el crédito –a partir de 2008—estas importaciones merman de una forma considerable. Las
previsiones para el año 2012 son de unas importaciones de 8.500 millones de euros, es decir, bastante
menos de la mitad que las efectuadas cinco años antes.
En 2009 la crisis afecta ya de forma frontal a la balanza comercial española. Las importaciones se reducen un
27 por ciento y las exportaciones lo hacen solamente un 15,5. En consecuencia, el déficit comercial pasa a
ser de 46.000 millones de euros, menos de la mitad que el obtenido un año antes, en 2008. La crisis, de
forma automática y al margen de la voluntad de los gobiernos, ajustó brutalmente la balanza comercial en
un lapso de tiempo enormemente reducido. Y este ajuste es, principalmente, un problema de demanda. La
demanda en España se reduce de forma más drástica que en el resto de la eurozona y, en consecuencia, las
importaciones se contraen más rápidamente que las exportaciones. Y la contracción de la demanda en
España está relacionada con la inexistencia de crédito, con la contracción del empleo y con un proceso de
desendeudamiento que afecta ya frontalmente a las familias, a las empresas y al propio estado.
La caída de las importaciones afecta a casi todos los rubros de la balanza comercial, aunque, como es lógico,
afecta más a unos que a otros. Aquellos sectores en los que el crédito era un factor determinante son los
que más sufren: automóviles, electrodomésticos (línea blanca y línea marrón), informática, comunicaciones,
etc. En síntesis, conforme la crisis avanza, la balanza comercial española recobra su perfil más tradicional y
los saldos positivos en comercios que revelan un contenido importante en factor trabajo: confección,
calzado, construcción naval, etc.
En la recuperación del comercio exterior de España desde la crisis de 2009 hasta ahora, hay algunos
elementos que me gustaría destacar. El primero de ellos hace referencia a que, como nos muestra el gráfico
adjunto, las importaciones aún no han sobrepasado el nivel máximo alcanzado en 2007 y 2008 mientras que
las exportaciones siguen su línea ascendente creciendo, en estos últimos años, más de un 20 por ciento. Y las
exportaciones crecen en los sectores más tradicionales, esto es, automóviles, confección, calzado y un sector
nuevo que en lo que va de crisis parece haberse consolidado: las exportaciones energéticas. En efecto,
España está sustituyendo las fuentes energéticas que abastecen la demanda interna, introduciendo el gas y
las energías renovables. Pues bien, las refinerías españolas continúan importando la misma cantidad de
petróleo, funcionando a plena capacidad, pero ahora exportan una parte importante de los refinados, léase,
gasolinas, diesel y fueles de diverso tipo.
Lo expuesto hasta aquí nos está diciendo que el sector exterior se ha ajustado de una forma radical, y lo ha
realizado controlando las importaciones, expandiendo las exportaciones y, en consecuencia, reduciendo de
una forma sustancial el déficit de comercio. Ahora bien, esto significa que el sector se ha acomodado a una
demanda interna muy reducida y a una demanda externa que crece, aunque muy lentamente. Veamos esto
con detenimiento.
Desde el inicio de la crisis en 2007 se observan, ya con nitidez, algunos comportamientos en el sector
exterior dignos de tener en cuenta. En primer lugar, a partir de mediados de 2011 el comportamiento con el
resto de la U.E. cambia. A partir de esas fechas, la balanza comercial con el resto de Europa pasa a tener un
signo positivo, tal y como ya había sucedido antes –en los años ochenta— con las sucesivas crisis del
petróleo. Y este comportamiento se explica por la caída de las importaciones (automóviles, bienes de
equipo, tecnología, etc.) y por la expansión de unas exportaciones a Europa que las multinacionales
establecidas aquí llevan realizando desde el inicio de la crisis. Y esto es un dato importante: los recientes
acuerdos en el sector de la automoción --entre los trabajadores y las patronales— regulando las condiciones
de trabajo y de producción, son un elemento a generalizar para el conjunto de la economía española.
Otro de los comportamientos comerciales que la crisis está consolidando es también un fenómeno de fondo.
El espacio UE es cada vez menos importante para la economía española. Si a principios de los años noventa
la U.E. representaba para España el setenta por ciento de sus exportaciones y un 65 por ciento de sus
importaciones, en la actualidad estos porcentajes son diez puntos inferiores: nuestras exportaciones a la UE
son solamente un poco más de la mitad del total y nuestras importaciones ya no alcanzan la mitad de las
importaciones totales. Y este no es un tema nuevo. Viene de lejos y se acentúa de forma importante a partir
de iniciada la década de los 2000. Es más, tampoco es un tema específicamente español. Para la práctica
totalidad de los países grandes de la UE, los mercados europeos son cada vez menos importantes, estando lo
más dinámico del comercio ubicado en los espacios extra UE. Un caso ejemplar es Alemania: exporta a los
países BRIC más que a la periferia europea y exporta más hacia fuera que hacia dentro de la U.E.
Este es un tema importante, sobre todo bajo la perspectiva de que, en la Unión Europea (zona euro ahí
incluida), la situación de estancamiento económico se cronifique y persistan las alternancias entre periodos
de recesión suave con crecimientos ridículos. En un contexto de este tipo (por ejemplo, el previsto para 2013
a 2015) los mercados exteriores a la Unión tendrán una importancia básica. Y por lo tanto, los ajustes de la
economía española no debieran ser tanto para insertarse en la zona euro con relativa comodidad, sino que,
y de forma complementaria, deberían serlo para insertarse favorablemente en un mercado mundial en el
cual los países emergentes juegan un papel fundamental. En otras palabras, el sector de la automoción sigue
siendo la punta de lanza, no solo en lo tecnológico y en la organización de la producción, sino también de las
reformas a realizar en España: concertación social planta por planta, ajuste de salarios y de plantillas a la
flexibilidad de la producción y, desde el Estado, apoyo a los acuerdos bilaterales entre trabajadores y
empresarios que se tomen para cada empresa en particular.
Quisiera acabar estas líneas con una reflexión. A veces nos puede dar la impresión de que son los alemanes
quienes nos imponen las reformas a realizar, tanto en el mercado laboral, como en las haciendas públicas, el
ajuste de los déficit, etc. Esto es un error que nos puede llevar a apuntar en la dirección equivocada. No es
nuestra pertenencia a Europa lo que está en juego. Nos estamos jugando nuestro papel en la economía
mundial, esto es, en la globalización. En un mercado mundial al que, durante los últimos veinte años, se han
incorporado cerca de mil millones de trabajadores nuevos. No son los alemanes. Son los chinos, los indios,
los rusos, brasileños, etc. que, o bien trabajamos todos juntos o, el que no quiera o no pueda, tendrá que
abandonar el juego. No hay otra.
300.000
Comercio Exterior de España (millones de euros)
250.000
200.000
Déficit Comercial
Export
Import
150.000
100.000
50.000
0
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
2011
100,0
Parte de la U.E. en el comercio español (datos mensuales)
90,0
80,0
70,0
60,0
Export
Import
50,0
40,0
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
2011
120,0
Tasas de cobertura comercial (Datos mensuales)
110,0
100,0
90,0
80,0
70,0
60,0
Comercio Total
UE 15
50,0
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
2007
2009
2011