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La desconexión financiera Por Jorge Carrera. Profesor de Finanzas Internacionales Universidad Nacional de La Plata y Director revista informe iefe. 05/07/04 Cuatro focos Hay cuatro núcleos importantes que combinados incrementaron la tensión financiera internacional: 1) el aumento del precio del petróleo, 2) el aviso sobre un posible aumento de la tasa de interés de referencia en los EE.UU., 3) el intento de enfriamiento de la economía china y 4) el incremento del riesgo financiero y político percibido en Brasil. El alza del precio del petróleo es clave como posible disparador de una turbulencia o eventual crisis en la economía internacional. Para que realmente este hecho genere un daño importante debería mantenerse y acentuarse esta tendencia de precios altos y crecientes. Una de las previsiones de los economistas era que la guerra en Irak serviría para mejorar el control estratégico de EE.UU. sobre este recurso internacional aún hoy clave para el crecimiento de la OECD o de países altamente deficitarios en energía como China. Pero la subestimación por parte del ala dura republicana de la política como medio principal para obtener sus objetivos y el hecho de no haber dejado a la guerra como recurso de última instancia, parece haber encerrado a EEUU en una trampa con altos costos políticos y económicos. Hoy los países productores del Golfo son más inestables internamente y la posibilidad de recurrir a EE.UU. como garante del orden regional se ha deteriorado. Por lo tanto, el panorama de pecios inestables continuará. Como contrapeso es de esperar que, a estos precios, todos los productores periféricos como Argentina se beneficien. La volatilidad financiera la inició Greenspan al insinuar que la época de tasas extremadamente bajas estaba por llegar a su fin. En otras palabras, dados los datos de la economía norteamericana, la preocupación por la deflación había terminado. “Los mercados” leyeron un anticipo de aumento de tasas y reaccionaron en consecuencia iniciando el “conocido retorno al la calidad”. Las condiciones objetivas para la suba del costo del dinero en EE.UU. y otros países de la OECD existen cuando hay un boom de endeudamiento y una incipiente burbuja inmobiliaria. Tal es así que los Bancos centrales de Inglaterra y Australia ya habían subido sus tasas. Como corresponde a un país grande que determina las variables internacionales pensando primero en si mismo, veamos antes las restricciones domésticas. EE.UU. enfrenta un déficit récord de la balanza comercial, entonces es naturalmente esperable que ello se corrigiese vía una devaluación paulatina del dólar vis-a-vis el euro, el yen y sobre todo (si lograrán romper la resistencia china) contra el Yuan. Se debe notar que parte de la recuperación norteamericana en el empleo y en el producto está basada en una mejora de la competitividad externa del dólar. Subir la tasa revalorizaría el dólar y esto es negativo. Por otro lado, la imprevista suba en el precio del petróleo debería ser mirada con preocupación por la Fed porque, de persistir, la colocaría en un escenario incómodo para su forma de actuar de los últimas décadas. Simplificado, hasta ahora la Fed con la tasa de interés atendía varias ventanillas, si había recesión y pérdida de empleos la tasa bajaba, si había inflación o una burbuja bursátil subía. Una suba del petróleo nos puede retrotraer a la estanflación (inflación más recesión) de los setenta donde, sólo con la tasa de interés, no se puede atender dos objetivos. No menos importante para Greenspan es el contexto político. A pesar de que los economistas hablan de bancos centrales independientes todo el tiempo, si se mira objetivamente la actuación de la Fed se descubre una finísima capacidad de “sintonía fina” no solo en lo económico sino en lo político. Las probabilidades del presidente Bush de ser reelegido han bajado por meritos 1 propios y la Fed es posible que trate, dentro de sus límites, de no hacer nada para perjudicar un presidente en ejercicio. Esto implica demorar los aumentos. Entonces en términos micro los plomeros y carpinteros norteamericanos que deberán votar en noviembre ven simultáneamente: una crisis inesperada en Irak, que la gasolina y otros bienes aumentan, y que le frenan su capacidad de endeudarse barato. Demasiadas malas noticias en pocos meses. Finalmente, el resto del mundo. Cuando Greenspan mira el vendaval causado por el sólo anuncio de una futura suba debe confirmar que su estrategia de pasos cautos es adecuada. Una suba de tasas pone contra las cuerdas algunos emergentes riesgosos (Brasil, Turquía entre otros). Quiénes se harían cargo de ellos si hay una crisis ¿el Tesoro? Difícil con déficit fiscal récord y año electoral. El FMI por su parte no tiene tanta artillería para atender sólo una crisis simultánea en sus principales deudores. Entonces ante la pregunta es cuánto subirá la tasa de la Fed bajo esas condiciones, la respuesta más probable parece ser poco. En otras palabras, estamos lejos de la impresionante suba de 1994 que provocó el tequila, al menos este año y mientras se mantengan los precios altos del petróleo. El gobierno chino está tratando de enfriar su economía por el simple hecho de que un crecimiento desenfrenado genera desequilibrios que escapan al control económico y político que caracteriza al sistema y su notable éxito. El intento consiste en tomar medidas de restricción financiera que no impliquen revaluar el yuan ni dañar su posición exportadora y de acumulación de reservas. Las medidas son restricciones al crédito para consumo y vivienda, freno a la industria de la construcción y a otras intensivas en energía. A nivel mundial esto debería contribuir a desinflar el precio de las commodities. El punto es desentrañar cuánto del actual precio de la soja, por ejemplo, se debe a los actuales niveles de consumo (que no caerán) y cuánto se debe a pronósticos de demanda futura basados en un crecimiento muy alto de China. En este sentido es esperable una corrección a la baja en el año pero no precios mucho más bajos que los del año anterior. Brasil es el foco de crisis más cercano y el más preocupante. Allí las causas de la crisis tienen dos orígenes diferenciados: los “mercados” y el frente interno. En los “mercados” se considera que incrementar la tasa de financiación voluntaria de la deuda brasileña será muy riesgoso, esto provoca la salida de capitales, incrementando la probabilidad de reestructuración de la deuda. Del lado financiero hay datos objetivos, un aumento de la tasa implica un mayor esfuerzo fiscal para pagar lo mismo y menos posibilidades de refinanciar vencimientos de capital. La deuda como porcentaje del PBI no ha dejado de subir llegando al 60%. Si el real se devalúa ese porcentaje trepa notablemente. En el frente interno crecen las críticas a las opciones de política hiperortodoxa. Ello se basa en dos motivos, uno se acercan las elecciones municipales de octubre, primer test para el PT en el poder, y dos no hay resultados buenos en términos de crecimiento y empleo. Igualmente las probabilidades de una crisis al estilo argentino en Brasil son casi nulas. La economía cuenta con mayor flexibilidad de los instrumentos, especialmente por el régimen cambiario, y el hecho de que las empresas están más cubiertas contra descalces de monedas, la tradicional “represión financiera” la hace una economía no dolarizada y finalmente su importancia financiera y política, más su rol de buen ejemplo fiscal hace prever que el FMI no le soltaría la mano en una reestructuración como hizo con Cavallo-De la Rua. Efectos sobre Argentina Como fuente de preocupación Brasil es más importante que la incidencia directa de la suba en la tasa de interés internacional sobre al deuda argentina. Es decir que en este momento el canal comercial de transmisión de las crisis puede tener efectos más fuertes que el financiero. 2 Una depreciación grande y duradera del tipo de cambio real de Brasil respecto al peso afectaría nuestras ventas a ese país (ya menguadas por la recesión allí existente) y aumentaría las importaciones. En el corto plazo se requerirá creatividad para imaginar mecanismos ad-hoc dentro del Mercosur que eviten un exceso de importaciones El largo plazo se deberá reconocer que la interdependencia es un hecho imposible de negar y que, por tanto, se requiere coordinar políticas macroeconómicas. Puntualmente habrá que crear instrumentos de compensación temporaria y de amortiguación de fluctuaciones bruscas del tipo de cambio real bilateral. En Argentina hay más conciencia de esto en Brasil todavía no. Fuera del efecto comercial de Brasil. Tendríamos fuertes efectos reales si la soja y otras commodities caen. Pero hay cierta confusión al respecto, hasta ahora el intento de China es sólo crecer menos de lo previsto, no achicar los niveles pasados de demanda. El precio del petróleo tiene dos efectos contrapuestos sobre Argentina: positivo porque somos un país petrolero periférico y muchas áreas marginales se volverán interesantes. Esto implicará, más inversión, exportaciones y retenciones. Y negativo porque un precio tan alto deprimiría la economía de los países OECD y, por ende, la demanda, de otras exportaciones argentinas. Tanto en el caso del Brasil como en la caída de la demanda internacional el tipo de cambio flexible ayudará a morigerar el ajuste. Lo mismo vale para el colchón fiscal construido por el gobierno. Por el lado financiero no son de prever grandes problemas. En la renegociación de la deuda para quien va a recibir un bono con un recorte en valor presente muy grande, un punto más de tasa de interés internacional no va a cambiar su decisión sobre aceptar o no la propuesta. La cuestión es que alternativa tiene efectivamente si no acepta. La desconexión La relativa desconexión de Argentina con la parte más volátil del sistema financiero internacional parece ofrecer más beneficios que costos. Ello no implica negar la importancia de contar con financiamiento externo para crecer pero debemos evitar el comportamiento procíclico de los capitales de corto que nos prestan en el boom y se van en la recesión. Así, antes de volver a conectarnos plenamente a los mercados financieros internacionales, extraigamos lecciones para el sector público y privado. En el primer caso hay que limitar la posibilidad de endeudarse de cada gobierno y los déficit fiscales. Para los privados hay que regular los flujos de capitales de corto plazo. Sin duda por cuestiones de interdependencia entre vecinos que ya hemos discutido anteriormente(1) es mucho más eficiente hacer esto en un contexto regional convenciendo a Brasil y a Chile (mucho más difícil) de esta estrategia. La conexión de los países de la periferia emergente al centro financiero es muy defectuosa, no necesitamos más pruebas, es hora de pensar y actuar para mejórala. (1) Nuevas opciones para la cooperación macro en el Mercosur. Octubre de 2002. 3