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Transcript
Departamento de Ciencias Sociales
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES
SECRETARÍA DE INVESTIGACIONES
DIVISIÓN INVESTIGACIÓN, POSGRADO Y TRANSFERENCIA
FORMULARIO
PARA LA PRESENTACIÓN DE PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN
1. IDENTIFICACIÓN DEL PROYECTO(*):
1.1. Título del Proyecto: Implicancias geográficas de la explotación de recursos
naturales en la Argentina, 1990-2009. Una perspectiva crítica. Segunda Etapa.
1.2. Director/es:
Apellido y
Fecha de
Título máx.
Cargo
Dedic.
Categ. de
Nombre
Nac.
obtenido e
Docente
Docente
Inves.
Asociado
Ordinario
Exclusiva
1
Simple
3
Institución
Morina, Jorge
Osvaldo
(Director)
2 de
agosto
de 1954
Gejo, Omar
13 de
Horacio
abril de
(Co-director)
1959
1.3. Integrantes:
1.3.1. UNLu:
Apellido y
Nombre
Fecha de
Nac.
Fernández, 10 de
Susana B.
julio de
1949
Profesor y
Licenciado en
Geografía
(FFyL-UBA)
Profesor en
Geografía
(FFyL-UBA)
Título máx.
obtenido e
Institución
Asociado
Ordinario
Cargo
Docente
Licenciada
Adjunto
en
Ordinario
Dedic.
Docente
SE
Categ. de
Inves.
4
Si posee
Beca: Instit.
otorgante
-------------
Geografía
(UNLu)
NOTA: - Completar el ítem 1 y desarrollar en hojas anexas los ítems 2 a 7 siguiendo el orden indicado.
-La presentación del proyecto deberá efectuarse en original y dos copias, encarpetadas por separado y en
formato digital.
1
Departamento de Ciencias Sociales
Gómez
María E.
30 de
Licenciada
enero de
en
1964
Geografía
JTP
Ordinario
E
4
------------
----------
------------
Simple
----------
------------
Simple
----------
-----------
Simple
1
-----------
(UNLu)
Fratini
Susana
Licenciada
en
Geografía
(UNLu)
18 de
Especialista
noviembre en
de 1961
Teledetección
(UNLu)
JTP
Ordinario
Estrella
Melisa B.
2 de
mayo de
1986
Ayudante
de 1ª
Ordinario
Buzai,
Gustavo
Daniel
13 de
marzo de
1964
Cacace
Graciela
8 de
enero de
1962
Licenciada
en
Geografía
(UNLu)
Doctor en
Geografía
(UNCuyo)
Ayudante
de 1ª
Ordinario
Adjunto
Ordinario
Simple
1.3.2. Externos:
Apellido y
Fecha de
Título
Cargo
Dedic.
Categ. de
Nombre
Nac.
máximo
Docente
Docente
Inves.
Institución
obtenido e
Institución
Liberali,
Ana
María
22 de noviembre
de 1952
Berardi,
Ana
Laura
11 de
junio de
1978
Licenciada
en
Geografía
(FFyL-UBA)
Licenciada
en
Geografía
(UNMDP)
Titular
Ordinaria
Ayudante
de 1ª
Ordinario
Simple
2
Simple
5
Universidad
Nacional de
Mar del
Plata
Universidad
Nacional de
Mar del
Plata
Alumnos y Graduados:
2
Departamento de Ciencias Sociales
Alumnos
Graduados
Apellido y
Fecha
Carrera e Institución a la
Título máx.
Si posee Beca:
Nombre
de
cual pertenece
obtenido e
Instit. otorgante
Nac.
Miseta,
Cecilia
7 de
marzo
de
1970
Dubravka,
9 de
Mariela P.
setiembre de
1977
Mónaco,
21 de
Carolina
julio
de
1973
Orcellet,
31 de
Mariela
mayo
de
1985
Benito, María 5 de
Angela
junio
de
1946
Leclerc,
28 de
Mónica
octubre
de
1960
González
19 de
Mesples,
marzo
Pablo
de
1966
Institución
-----------------------
Licenciada en
Geografía
(UNLu)
-----------------------
Licenciada en
Geografía
(UNLu)
Licenciatura en
Geografía—UNLu
Licenciatura en
Geografía—UNLu
-----------------
-----------------
---------------Profesora en
Geografía
(UNLu)
------------------
Licenciada en
Geografía
(UNLu)
-------------------
Licenciada en
Geografía
(UNLu)
-------------------
Licenciado en
Geografía
(UNLu)
-----------------
-----------------
-----------------
-----------------
1.4.Correo/s electrónico/s :[email protected]
1.5. Fecha de Presentación: 26 de setiembre de 2011
1.6. Programa del Departamento de Ciencias Sociales en el que se encuadra (*):
3
Departamento de Ciencias Sociales
Programa de Estudios Geográficos (PROEG)
Director del Programa: Dr. Gustavo Daniel Buzai________________________
(*) ( llenar en caso de que corresponda)
1.7. Disciplina principal: Geografía/Geografía Económica y Regional_______
1.8. Tipo de Actividad de I +D (indique con una cruz):
- Investigación Básica
X
- Investigación Aplicada
- Investigación Experimental
1.9 Nro. de Folios: 55
UNIDAD EJECUTORA:
Dependencia: Departamento de Ciencias Sociales
Domicilio: calle y número: Ruta Nacionas 5 y Constitución
Localidad: Luján
Pcia.: Buenos Aires C.P.: 6700
Teléfono: 02323-423171(línea rotativa)
Tél-Fax: 02323-425795
1.10. Período de realización: 01/01/2012-31/12/2013
1.11. Tiempo estimado de duración total (en meses): 24 por ser el tiempo
reglamentado en el Departamento de Ciencias Sociales (de ser necesario se
solicitará una prórroga).
1.12. Fecha establecida para la presentación de informes de avance: 21 de febrero
de 2013 o la establecida por la SECyT de la UNLu.
1.13. Palabras Clave: reestructuración económica en la Argentina;
período 1989-2001; período 2002-2009; problemáticas regionales;
convertibilidad;
desempleo;
devaluación;
neoliberalismo;
neodesarrollismo; extractivismo; explotación de recursos naturales;
exportaciones provinciales; multinacionales; reprimarización; usos
del suelo; monoproducción.
4
Departamento de Ciencias Sociales
1.14. Resumen técnico (no deberá exceder las 30 líneas)
Partiendo de resultados alcanzados en cinco proyectos anteriores (La
reestructuración económica en la Argentina, 1975-2000. Impactos
sociales y territoriales -14/S083-; Reestructuración neoliberal y
problemáticas
regionales
en
Argentina,
1989-2002.
–14/S121-;
Geografía del comercio exterior argentino, 1990-2004 –14/S154-;
Reestructuración
económica
y
problemáticas
regionales
en
la
Argentina, 1991-2007 –Disp. CDD-CS 858/07-; Implicancias geográficas
de la explotación de recursos naturales en la Argentina, 1990-2009.
Una perspectiva crítica –Disp. CDD-CS 840/09-, ejecutados entre 1999
y 2011, nos proponemos profundizar el estudio del período 1990-2009,
siempre contextualizado en los procesos imperantes a escala
internacional.
Identificados algunos factores clave de las transformaciones
impuestas
desde
1976,
y
con
mayor
énfasis
concentrador
y
transnacional
desde
1989,
será
de
interés
reconocer
sus
articulaciones
y
las
consecuencias
sociales,
económicas
y
ambientales
a
escala
nacional
y
provincial.
El
equipo
de
investigación presentará
esos cuadros de situación, en forma
sintética, mediante informes cuali-cuantitativos que serán el
contexto para estudios específicos. En esos informes, de acuerdo al
marco temporal elegido pensamos en un período “neoliberal” (o
ultraliberal) y otro que es llamado “neo-desarrollismo” que, en
nuestro país, se manifiesta desde fines de 2002 en adelante.
Teniendo en cuenta trabajos previos , tanto de nuestro equipo como
de otros investigadores e instituciones, nos planteamos seleccionar
áreas que recientemente han sufrido grandes transformaciones
derivadas de la explotación de recursos naturales. Como ejemplos (y
estudios de casos específicos) mencionamos los hidrocarburos, los
metales metalíferos y los suelos sometidos al cultivo de soja
transgénica.
2. DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO
2.1. Objetivos
Se
busca
consolidar
un
equipo
integrado
por
docentesinvestigadores que habitualmente se desempeñan en asignaturas
relacionadas con la economía, la sociedad y el territorio,
perfeccionando las capacidades grupales e individuales para tareas
de docencia, investigación y extensión;
- En ese sentido, se quiere integrar al equipo a graduados, tesistas
y estudiantes avanzados, orientándolos y capacitándolos para sus
trabajos finales u otras participaciones encuadradas en las
temáticas del proyecto;
-Reconociendo como punto de partida algunos resultados obtenidos en
proyectos anteriores (citados en el resumen técnico), nos proponemos
5
Departamento de Ciencias Sociales
presentar una breve semblanza cualitativa de las principales
reestructuraciones económicas operadas en Argentina desde 1990 hasta
la actualidad;
En
ese
contexto,
se
busca
identificar
consecuencias
socioterritoriales a escala local, provincial, regional y nacional,
derivadas, primero del “modelo” concentrador con ejes en la apertura
comercial,
el
nuevo
ciclo
de
endeudamiento
externo,
la
“desregulación” de las actividades económicas y la privatización de
empresas estatales proveedoras de bienes y servicios, y después de
su sucesor “modelo neo-desarrollista”;
- Para ello, se trabajará en el estudio de casos específicos de
generación, apropiación y transferencia de excedentes, a través de
procesos productivos de alta incidencia en determinados ámbitos
territoriales de escala local y/o provincial, dinamizados por
reformas ligadas al ingreso de capitales extranjeros para la
explotación de recursos naturales y/o por la agudización de la
concentración y centralización del capital como tendencias del modo
de producción dominante;
- Contrastar perfiles exportadores provinciales específicos con
indicadores
de
mercados
de
trabajo
representativos
de
las
jurisdicciones seleccionadas;
Identificar
y analizar las consecuencias sociales, políticas,
económicas y ambientales de esos perfiles productivos y los
conflictos entre los beneficiarios y los perjudicados, incluyendo el
papel del Estado en diferentes escalas;
- Generar cartografía temática complementaria y/o ampliatoria de los
estudios o informes correspondientes a distintas escalas espaciales.
2.2. Balance del estado del conocimiento sobre el tema
2.2.1.Introducción
En los proyectos de investigación que buena parte de este equipo de
trabajo ha ejecutado entre 1999 y 2011 (ya citados en el Resumen
Técnico), se elaboraron documentos, publicados e inéditos, que
servirán como marco y antecedente al proyecto actual. Entre otros,
podemos citar: Morina, 1999; Morina; Velázquez, 1999; Gejo; Morina;
Velázquez, 2000; Fernández, 2000; Gómez, 2001; Morina; Velázquez,
2001; Morina, 2002; Morina, 2003; Morina, Velázquez; Gómez Lende,
2004; Gejo y otros, 2004; Gómez Lende; Morina; Velázquez, 2005;
Morina; Gejo, 2005; Morina, 2005 a; Morina, 2005 b; Morina;
Goldwaser; Gejo, 2005; Gejo; Morina, 2006; Morina, 2006; Fernández;
Gómez, 2006; Gómez, 2006; Cacace, 2006; Gejo; Morina, 2007; Cacace;
Morina, 2007; Gejo; Berardi, 2007; Gejo; Berardi, 2008; Gómez, 2008;
Morina, 2008; Morina; Buzai; Baxendale, 2008; Gejo; Morina, 2009 a;
Gejo; Morina, 2009 b; Gejo; Berardi; Liberali, 2009; Morina;
Goldwaser, 2009; Berardi, 2009; Cacace; Morina, 2009; Berardi, 2010;
Liberali, 2010; Liberali, 2011; Gejo; Lion, 2011; Berardi, 2011;
Morina; Cacace, 2011; Gómez, 2011; Miseta, 2011; Estrella, 2011;
6
Departamento de Ciencias Sociales
Dubravka, 2011; Cacace; Morina, 2011. Más allá de lo general o
particular de estos estudios, entendemos a la República Argentina
como una formación económico-social nacional que aparece atrasada y
periférica en cuanto a desarrollo económico y social. Es además
dependiente, política, económica y socialmente, entendiendo a la
dependencia como una integración fuertemente subordinada al modelo
eufemísticamente denominado de “interdependencia” entre naciones.
La realidad socio-territorial argentina actual, y por lo tanto las
realidades regionales, son, en gran medida, producto de la
particular forma de acomodamiento de los grupos hegemónicos locales
que, a través de distintas etapas históricas, han subalternizado a
vastos sectores populares en función de modelos de dominación
(sistemas de poder) liderados desde los denominados “países
centrales”. El punto de inflexión que reconoce el pasaje del modelo
mercadointernista
al
de
apertura
esencialmente
importadora,
concentración económica y exclusión social, vivido en Argentina
hacia 1975/76, debe ser contextualizado en la imposición de una
redefinición del sistema internacional. Esta, se vincula con la
expansión, a diferentes escalas y con intensidades dispares, del
“sistema de poder neoliberal”, que contrariamente a su discurso
antiestatista, sólo sobrevive merced a un fuerte anclaje en el
Estado (Petras; Vieux, 1995). Los retos globales “justificaron”
medidas monetarias duras, la regresividad impositiva, la reducción
de los servicios sociales, la desregulación y la privatización, con
políticas y prácticas represivas y antisindicales. Paralelamente a
estas políticas, expresadas en las escalas nacionales, avanzaron las
articulaciones orientadas a liberalizar el comercio y la circulación
de capitales y servicios a través y a favor de los conglomerados
transnacionales (Koc, 1994). La retórica vinculada a la redución del
intervencionismo estatal, no alcanza a ocultar el expreso deseo de
desmantelar las formas de intervención que el capital concentrado
considera
“desfavorables”,
y
las
políticas,
programas
e
instituciones públicas que tratan de regular los mercados de
factores a nivel nacional, como las leyes de salario mínimo, los
sindicatos, los convenios colectivos, las leyes de protección
ambiental, el seguro de desempleo, la medicina pública, la gestión
de la oferta y las estructuras cooperativas. Características de la
“globalización actual” que implican una estrategia (un verdadero
proyecto) capitalista en la lucha de clases (Hirsch, 1997).
De un interesante trabajo, que analiza la instalación de los
regímenes dictatoriales de América Latina en la década de 1970, y
el retorno de las instituciones de la democracia formal años
después,
absolutamente
condicionadas
y
sometidas
al
ajuste
estructural ( que allí se explicita y detalla), extraemos el
siguiente pasaje:
“El ciclo político neoliberal termina en decadencia política y
estancamiento
económico.
Las
características
políticas
del
neoliberalismo –parlamento debilitado, aumento desproporcionado del
poder del ejecutivo, el decreto como forma común de la acción del
gobierno- preservan de modo eficaz la continuidad de la política
7
Departamento de Ciencias Sociales
económica neoliberal al precio de debilitar la capacidad del sistema
político para representar y defender los intereses de sus
ciudadanos. Así, a medida que los salarios reales disminuyen y el
desempleo aumenta como consecuencia de las medidas económicas
neoliberales, se bloquean los canales para que se pueda manifestar
una oposición política eficaz. Estos hechos, así como la atmósfera
omnipresente de corrupción que ha acabado caracterizando el sistema
neoliberal, ha dado lugar a violentos estallidos de protesta urbana
y rural que han servido para señalar el camino recorrido por la
historia de los principios neoliberales en América Latina. El modelo
económico contiene la semilla de su propia degradación. El énfasis
en el recorte de los presupuestos del Estado socava las perspectivas
de desarrollo a largo plazo [...] La política neoliberal tiene una
dinámica cíclica que impide la consecución tanto de la estabilidad
política como de un crecimiento económico sostenido. Con el tiempo,
la herencia institucional que conserva de las dictaduras, así como
sus propias tradiciones políticas características y los métodos por
los que impone su dominio, minan la estabilidad política. Al mismo
tiempo, la continuidad en la aplicación del programa económico –la
expansión de la pobreza y la agudización de las desigualdadescontribuye a la desestabilización política y alienta la oposición
popular al modelo” (Petras; Vieux, 1995: 75-76).
El proceso de concentración continua de la economía global se va
agotando. La pelea por los mercados exige medidas extraeconómicas
para triunfar: emerge la amenaza de la guerra a nivel mundial. Pero
la “guerra contra el terrorismo” que EE.UU. declaró a partir del 11
de setiembre de 2001 es una aventura errática. El capitalismo
occidental, sobre todo el norteamericano, procura salvarse a costa
del
resto
del
planeta.
Bajo
este
esquema,
los
acuerdos
multilaterales tienden a favorecer los intereses unilaterales de
EE.UU. Es el caso de la OMC a partir del encuentro de Qatar y la
propuesta del ALCA a escala americana.
Tarde o temprano la recesión desembocará en un desplome bursátil
global. En Estados Unidos las quiebras empresarias fueron en 2001
tres veces más frecuentes que hacia finales del siglo XX. En esos
años iniciales del siglo XXI un reconocido especialista escribió:“En
esta situación depresiva, en el Norte las importaciones bajarán en
volumen y precio. En consecuencia, los países del Sur perderán toda
capacidad para pagar la deuda externa, no les quedará otra opción
que hundirse en la miseria extrema o liberarse de esas obligaciones
para salvar (lo que queda) de sus mercados internos. Argentina es un
caso ejemplar de dicho fenómeno” (Dierckxsens, 2002: 14).
De todos modos, existe una especie de consenso amplio –gracias
también al derrumbe de la primera experiencia de construcción de una
alternativa socialista- sobre la idea de que el capitalismo
representaría
un
horizonte
insuperable.
Pero
claro,
esta
interpretación deja de lado una serie de características nuevas que
expresan lo que se ha definido como la “senilidad” del sistema
capitalista (Beinstein, 1999; Amín, 2002). Por cierto, cuando se nos
presentan algunos discursos dominantes referidos a la nueva
8
Departamento de Ciencias Sociales
organización del trabajo (la llamada “sociedad en red”), o también a
las transformaciones en la propiedad del capital (“modo de
acumulación patrimonial”, o de modo más vulgar “capitalismo
popular”), o cuando se menciona a la ciencia convertida en “factor
fundamental de producción”, estamos en presencia de “ilusiones
tecnicistas”. Por supuesto, esas ilusiones se repiten a lo largo de
la historia, porque la ideología del sistema siempre ha tenido
necesidad de ellas para evadir la verdadera cuestión: ¿ quién
controla el uso de la tecnología? ¿quién controla los conocimientos
necesarios para la producción?
En su expansión mundial, el capitalismo ha construido, reproducido y
profundizado sin cesar, una asimetría entre sus centros de conquista
y las periferias dominadas. Es por eso que podemos coincidir en
definir al capitalismo como un sistema imperialista natural,
representando el imperialismo la “fase permanente” del capitalismo
(Amín, 2002). En el contraste expresado a través de las asimetrías
crecientes, es interesante notar la contradicción principal del
capitalismo,
entendido
como
sistema
geográfico
mundial.
Tal
contradicción se manifiesta también en términos ideológicos y
políticos, a través del contraste entre el discurso universalista
del capital y la realidad de lo que produce su expansión, es decir,
la creciente desigualdad entre los pueblos de la Tierra.
Todo parece indicar que el capítulo de la expansión constructiva
(recordando el concepto “destrucción creadora” utilizado por
Schumpeter) se ha cerrado de manera definitiva. El actual flujo de
ganancias y de transferencias de capital “de Sur a Norte” supera con
amplitud, y no sólo en términos cuantitativos, el reducido flujo de
nuevas exportaciones de capital en sentido contrario. Este
desequilibrio no es coyuntural, como pretende la prédica liberal, y
se traduce en un vuelco en las relaciones entre la dimensión
constructiva y la destructiva, ambas inherentes al capitalismo. Hoy,
cada expansión –incluso marginal- del capital en las periferias
implica destrucciones de alcance inimaginable. Por ejemplo, la
apertura de la agricultura a la expansión del capital, marginal en
términos de oportunidades potenciales para la inversión (y en
términos de creación de puestos de trabajo modernos, de alta
productividad), vuelve a poner en discusión la supervivencia del
género humano.
Otro ejemplo se puede apreciar en la explotación de los recursos
energéticos. Uno de los incentivos más poderosos que la inversión
extranjera (IE) pide, y los regímenes influenciables ofrecen, es el
de la privatización de los hidrocarburos. Una vez “atracados” los
activos nacionales estratégicos, la IE se asegura, a través de
gobernantes sumisos o cómplices, con muy buenos resultados, el
control de los campos más lucrativos de petróleo y gas (Petras,
2005).
Para no extendernos en este apartado, decimos que entre otras obras
a considerar para el análisis del contexto internacional en que se
producen los cambios en nuestro país, además de algunas ya citadas,
deberemos recurrir a marcos teóricos y desarrollos empíricos como
9
Departamento de Ciencias Sociales
los que pueden hallarse en: Palloix, 1975; Harvey, 2004; Toussaint,
2004; Ceceña; Sader, 2002; Calloni; Ducrot, 2004; Gavaldá, 2004;
Petras; Veltmeyer, 2004; Dos Santos, 1998; Dos Santos, 2004; Gunder
Frank, 2004; Beinstein, 2007; Jalife-Rahme, 2007; Chesnais, 2007.
Varios de estos autores anuncian y caracterizan desde hace años la
denominada “crisis económica y financiera global”, de predominante
epicentro en EEUU y otras naciones desarrolladas, que al hacer
eclosión a fines de 2007 y durante 2008, fue imposible ocultar desde
entonces.
Ya en plena segunda década del siglo XXI, entendemos que la crisis
económica y financiera que está en curso es parte de tres grandes
crisis en las que convergen numerosos procesos. Será larga, porque
su sustrato es una sobreacumulación de capacidades de producción.
Asume la forma de una importante superproducción localizada en
sectores y países determinados, pero su marco es la economía
mundializada. La sobreacumulación de las capacidades de producción
está acompañada por una inmensa acumulación de capital ficticio, de
derechos a percibir partes de valor, plusvalor y de “productos
financieros derivados”. La crisis comenzó en la esfera financiera y
en este sentido es la crisis del régimen de acumulación de
preeminencia financiera o financiarizado montado a fines de la
década del 80. Marca también el fin del período de hegemonía mundial
no compartida de Estados Unidos iniciado en los años 80 y
especialmente desde 1992 (Chesnais, 2010). Todos los recursos han
sido utilizados (y seguirán siendo utilizados) por el gobierno
estadounidense tratando de asegurar la perennidad tanto de la
hegemonía estadounidense como de la dominación de Wall Street, de
los bancos y los fondos de colocación financiera. La incipiente
recuperación de comienzos de 2010 fue sólo un momento, muy breve, de
un proceso de crisis económica que se prolongará durante muchos
años.
El largo desarrollo de la crisis económica y financiera se dará en
un contexto histórico en el cual será un aspecto de una crisis mucho
mayor, una crisis de civilización. Los trabajadores, los explotados
y los dominados pagan ya los costos y lo seguirán haciendo cada vez
más. De manera inmediata, se enfrentan al conjunto de medidas
dispuestas por gobiernos y empresas con el objetivo no sólo de hacer
caer el peso de la crisis sobre ellos, sino de utilizar el cambio en
la relación de fuerzas favorable al capital que se deriva del
aumento del desempleo, para agravar aún más las condiciones de
explotación. En un horizonte temporal más amplio, los explotados y
dominados deberán enfrentarse con la interpenetración (de la que
vemos las primeras expresiones en África y Asia) entre la crisis
económica mundial, la crisis alimentaria que golpea a poblaciones
muy vulnerables y los impactos sociales de la crisis de cambio
climático, entendida como crisis de las condiciones de la
reproducción social en relación a los ecosistemas planetarios y la
degradación de la biosfera (Amín, 2010; Chesnais, 2010).
10
Departamento de Ciencias Sociales
2.2.2. Acerca de la reestructuración a escala nacional
En los proyectos anteriores, ya citados, nos ocupamos de las
características asumidas por la articulación de Argentina al sistema
económico mundial desde la década de 1970. Asimismo, avanzamos en
los impactos sociales y territoriales del proyecto de país impuesto
desde 1976 y sostenido luego, desde diciembre de 1983. Tuvimos
oportunidad
de
avanzar,
con
carácter
exploratorio,
en
las
transformaciones
orientadas
a
una
mayor
concentración
y
transnacionalización, ejecutadas desde 1989, indagando también sobre
algunas consecuencias sociales y ambientales analizadas a escala
local y provincial (Morina; Velázquez, 1999, op. cit.; Morina, 2000;
Fernández, 2000, op. cit.; Gómez, 2001, op. cit.; Morina, 2002, op.
cit.; Morina, 2003, op. cit.; Gómez Lende; Morina; Velázquez, 2005,
op. cit.; Fernández; Gómez, 2006, op. cit.; Cacace, 2006, op. cit.;
Gómez, 2006, op. cit.; Cacace; Morina, 2008; Morina; Goldwaser,
2009, op.cit.; Berardi, 2009, op. cit.; Cacace; Morina, 2009, op.
cit.; Berardi, 2010, op. cit.; Liberali, 2010, op. cit.; Miseta,
2011, op. cit.; Estrella, 2011 op. cit.; Dubravka, 2011 op. cit.).
Para el estudio de las transformaciones políticas, económicas y
sociales operadas en nuestro país en los últimos treinta años, sin
dejar de reconocer la importancia de otras obras, nuestro equipo de
investigación tiene especialmente en cuenta aportes de trabajos
generales que dedican capítulos al estudio de la etapa, y de textos
específicos que detallan el funcionamiento del nuevo régimen de
acumulación. Nos referimos por ejemplo a Rofman; Romero, 1997;
Rapoport, 2000, por un lado; a Schvarzer, 1998; Nochteff, 1998;
Lozano, 1999; Lozano, 2000; Basualdo, 2000; Basualdo, 2001; Basualdo
y otros, 2002, para el estudio del transformismo argentino durante
la valorización financiera, que aparece atenuada en los años
recientes, aunque con una concentración de los negocios en una
cantidad de bancos menor que en 2001. En lo que hace a la Argentina
desde la caída de la convertibilidad hasta el presente, para
mencionar unos pocos trabajos, utilizaremos los aportes de Katz,
2002; Lucita, 2005; Katz, 2007; Salama, 2007; Morina, 2008; Katz,
2011.
Si se trata de abordajes que consideramos de suma utilidad para
quienes somos geógrafos, por sus propuestas metodológicas y la
aplicación de estas al estudio de las consecuencias socioterritoriales de los proyectos de país vigentes en los últimos años,
no podemos dejar de citar estos trabajos: Rofman, 1999; Rofman,
2000; Mayo, 1995; Manzanal, 1999; Manzanal, 2000; Salvia; Panaia,
1997; Salvia, 1999; Velázquez, 2001; de Jong, 2001; Lozano, 2005;
Velázquez; Gómez Lende, 2005; Liberali; Sánchez Crispín, 2005;
Velázquez, 2008. Existen, claro está, innumerables artículos que no
citaremos aquí. Entendemos que desde la Geografía se pueden realizar
importantes contribuciones y, en ese sentido, pensamos desarrollar
nuestro esfuerzo.
11
Departamento de Ciencias Sociales
Pasamos
a
reseñar
sintéticamente
algunas
claves
de
la
reestructuración iniciada en la última dictadura, consolidada desde
su finalización, y agravada desde 1989 hasta nuestros días. En los
párrafos siguientes, teniendo en cuenta el marco temporal indicado
para el proyecto, nos dedicamos sobre todo a la década de 1990 y a
los años que van desde la enorme devaluación posterior a la
convertibilidad hasta tiempos recientes.
La reestructuración abierta por la dictadura produjo un viraje
económico muy profundo: en un marco de apertura comercial y
financiera externa, Argentina pasó de un esquema centrado en la
industrialización con destino dominante hacia el mercado interno de
demanda masiva, hacia otro que en un contexto de creciente
endeudamiento y fuerte desestructuración productiva, privilegió la
valorización financiera del capital y la transferencia de recursos
al exterior. Aunque en realidad funcionen estrechamente articuladas
e imbricadas, veamos por separado esas claves explicativas:
a) Endeudamiento externo: la deuda externa es el factor central en
torno al cual se articula la reestructuración de la economía
argentina de las últimas décadas. La combinación del flujo de fondos
externos con la valorización financiera a nivel local, hizo posible
que un grupo reducido de grupos económicos locales y extranjeros
avanzaran en el control del proceso económico. Este mecanismo,
articulado con la operatoria del Sector Público que financió una
espectacular fuga de capitales está en la base del proceso de
internacionalización que usufructuaron los agentes dominantes.
Posteriormente, en el marco del ajuste que caracterizara a la década
de 1980, se fue consumando la estatización de la deuda externa
privada. Se instalan dos restricciones que todavía nos acompañan.
Adquiere carácter estructural el desequilibrio externo de la
economía argentina; se transforma en permanente la crisis fiscal,
haciendo cargo al Estado, es decir a la sociedad toda, del
endeudamiento del capital interno más concentrado.
Poco después, luego de las crisis hiperinflacionarias de 1989 y
1990, la regularización de pagos externos que supuso el Plan Brady
abrió las puertas a un nuevo ciclo de endeudamiento del capital
privado. Este proceso, junto al mecanismo de capitalización de la
deuda, se objetivó durante las privatizaciones permitiendo que el
endeudamiento externo se transforme en rector del remate de los
activos públicos desde 1990 en adelante. Asimismo, el proceso de
desestructuración que, apertura mediante, se evidenció en el marco
del Plan de Convertibilidad, transformó este dispositivo de política
económica en un mecanismo dirigido a cancelar deuda vieja
contrayendo deuda nueva, aumentando el peso de los pasivos sobre la
economía nacional.
Para sintetizar en pocas palabras y en pocos números lo ocurrido en
nuestro país en materia de deuda externa, podemos decir que, entre
el inicio de la dictadura (1976) y el final del 2000, la deuda fue
12
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multiplicada por 19 mientras Argentina (el sufrido pueblo argentino)
reembolsó 25 veces lo que debía en 1976. Esto es que, “luego de
pagar 212.280 millones de dólares por amortización más intereses,
todavía continuaba debiendo más de 160.000 millones de dólares.
Argentina demuestra hasta el extremo el carácter vicioso e infernal
del endeudamiento del Tercer Mundo y de la Periferia en general. A
causa del pago, y no a pesar de él, el país debía en 2001 cerca de
20 veces lo que debía a principios de la dictadura” (Toussaint,
2004, op. cit.: 290-291). El llamado “blindaje financiero” y luego
el
“megacanje”
de
junio
de
2001,
constituyeron
verdaderas
asociaciones ilícitas entre acreedores, organismos “multilaterales”,
bancos encargados de las negociaciones y altos funcionarios del
gobierno nacional, contribuyendo al agravamiento del problema en
tiempo presente y futuro.
Desde la debacle de la convertibilidad hasta diciembre de 2004,
Argentina pagó 11.001 millones de dólares a los organismos
internacionales de crédito. Un 12,3 % del presupuesto nacional 2005
se destinó al pago de intereses de la “deuda pública”. Se trató de
9.547,7 millones de pesos nacionales que cuadruplicaron el
presupuesto anual destinado a las universidades nacionales, que
entonces era de 2.314 millones de pesos. Hacia la mitad de 2005,
luego del canje de bonos, la deuda del Gobierno Nacional (una manera
de decir) quedó en más de 126.000 millones de dólares. En la primera
parte de 2006 se concretó el pago anticipado de la deuda con el FMI.
De acuerdo a la cotización de los Derechos Especiales de Giro (DEG),
moneda que rige para los préstamos de esa institución, el desembolso
superó los 9.500 millones de dólares. El balance de la cancelación
de la deuda con el FMI, que en su mayor parte se contrajo en 2001,
marca que la Argentina terminó pagando casi 2.400 millones de
dólares de intereses y 16.000 millones en vencimientos, por una
deuda que 5 años antes era de 14.000 millones. Además, devolvió más
capital que el recibido en el préstamo por el aumento en la
cotización de los DEG durante el período. De 1, 26 por dólar en
diciembre de 2001, subió a más de 1,50, oscilando en 1,43 dólares
hacia la fecha de pago. Pese a todo lo anterior, la deuda siguió en
unos 124.000 millones de dólares, sin contar los 20.000 millones de
los acreedores que no ingresaron en el canje de la deuda con los
bonistas.
“La finalidad neodesarrollista ha guiado también el canje de la
deuda y el pago anticipado al FMI. Ambas medidas incrementaron la
autonomía de la clase dominante frente a los acreedores, al permitir
a los capitalistas manejar la política cambiaria sin presiones
externas. Por esta vía se redujo, además, el control que ejercían
los financistas sobre los subsidios estatales a los empresarios del
país” (Katz, 2007: 3). Esta finalidad patronal es omitida por
aquellos que presentan ambas iniciativas como actos de independencia
nacional. Pero claro, se olvidan de aclarar que los beneficiarios
han sido los grandes grupos concentrados y no el grueso de la
población.
Que
estas
acciones
hayan
permitido
“crecer
sin
financiación, deuda u ahorro externo” no es tampoco una peculiaridad
13
Departamento de Ciencias Sociales
argentina, ya que la misma tendencia se verifica en numerosos
países. El des-endeudamiento con el FMI es tan generalizado que este
organismo se ha quedado sin clientes y busca prestar dinero por
cualquier medio. En 2009 y hasta la actualidad, advertida la fuerte
desaceleración del crecimiento de la economía, se continúa apostando
a “honrar” la deuda externa y a seguir postergando la interna, para
con gran parte del pueblo. De ese modo, la deuda ha disminuido como
porcentaje del PBI en los años recientes.
b) Reestructuración productiva: los aspectos salientes de este
proceso han sido el estancamiento, la desindustrialización, la
concentración de la producción y la afirmación de un nuevo perfil
productivo. El primero de ellos se refiere a la notoria caída del
ingreso promedio de los argentinos; el segundo alude a la menor
incidencia del sector industrial sobre el PBI total, a la caída en
el número de establecimientos y al descenso en la ocupación
sectorial (CNE, 1974, 1984, 1994;
Schvarzer, 1996; Sevares, 2002;
Calcagno, A., Calcagno, E., 2002). Sobre el tercer aspecto, también
de acuerdo a información censal, se constata que las ramas altamente
concentradas generaban menos del 45 % en 1974, 51 % en 1984 y 61 %
en 1994. La concentración ha continuado en los últimos años. Acerca
del nuevo perfil, la década del 80 mostró la creciente importancia
de un conjunto de bienes intermedios que conformaban la base
principal de los grandes grupos económicos. Durante la década del
90, en términos de composición sectorial, se advierte una mayor
participación de la producción de alimentos y la refinación de
petróleo. Esto supone el ascenso de las producciones vinculadas a
ventajas comparativas naturales.
En suma, el entonces nuevo patrón de acumulación otorgaba un papel
subordinado a la acumulación industrial, asignando recursos hacia
sectores
primarios
y
desarticulando
las
cadenas
de
valor
preexistentes. Lo descripto explica, en parte, el elevado nivel de
desempleo que se registró en Argentina con la aplicación del Plan de
Convertibilidad, que fue superado ampliamente en el pico de la
crisis social y el marasmo económico que se vivió durante 2002,
cuando la gigantesca devaluación constituyó un elemento medular de
la política oficial destinada a regenerar la capacidad de
acumulación de los capitalistas, como corresponde a un Estado creado
históricamente a imagen y semejanza de las clases dominantes.
En el segundo semestre de 2002 comienzan a perfilarse claramente
nuevas tendencias que, con el correr de los años se tornarían
características de aquello que se conoce como un nuevo “modelo”
económico. Se trata en realidad de transformaciones en el régimen de
acumulación que, en nuestra formación social y económica nacional,
expresa la articulación al sistema internacional imperialista desde
lazos de dependencia que pueden cambiar su “ropaje” pero se
mantienen incólumes.
Este patrón de acumulación combina el énfasis industrialista que
tuvo la sustitución de importaciones con la fuerte asociación con el
capital extranjero del breve experimento desarrollista (1958-1962).
14
Departamento de Ciencias Sociales
Pero el esquema que se viene gestando presenta, además, puntos de
contacto con el régimen agro-exportador en la centralidad de la
actividad agraria y cierto parentesco con el curso neoliberal
financiero (1975-2001) en la regresividad social.
El “neo-desarrollismo” es un proyecto que comparten todas las clases
dominantes. Su comando recae sobre las grandes empresas argentinas
que internacionalizaron sus actividades. Se han entrelazado con
capitales foráneos, adoptaron un perfil exportador y tienen muchos
negocios en el exterior. Pero no priorizan el mercado interno, la
acumulación endógena, ni la redistribución de ingresos. Propician un
rumbo “industrialista” aceptado por los sectores más poderosos de
los agro-negocios y alentado por empresas extranjeras que aseguran
su liderazgo en numerosos rubros. El PBI superó el nivel de
actividad que precedió a la crisis y el auge continuó en 2007. Esta
dinámica ha sido estimulada por el alza de los precios de los
productos básicos que exporta el país y obedece también a la
magnitud de la depresión previa, que desvalorizó masivamente el
capital y la fuerza de trabajo, creando condiciones para un rebote
de la producción (Katz, 2007, op. cit.). La brusca desaceleración
del crecimiento económico que se verifica en 2008 y 2009, en el
contexto de la “crisis internacional”, aunque exige modificaciones,
no tuerce aún la orientación general del esquema (“modelo”) que
venimos caracterizando.
El nivel de concentración económica actual es capaz de hacer
palidecer a los objetivos en ese sentido que se trazara el propio
plan encabezado por Martínez de Hoz al inicio de la última
dictadura. Una compañía produce el 99 % de la chapa laminada en frío
y 84 % de la laminada en caliente; tres empresas concentran el 96 %
de la producción de cemento; una empresa comercializa el 77 % de los
fertilizantes; otra vende el 79 % de los agroquímicos. En alimentos
la gravedad de la cuestión no es menor: dos empresas venden el 70 %
de la leche fluida, chocolatada y yogures; otras dos, el 77 % de las
galletitas saladas y el 73 % de las dulces; dos compañías concentran
el 81 % en cervezas. La concentración también es grande en energía,
petroquímica, telecomunicaciones, supermercados, etc. (Navarro,
2007).
El
viraje
manufacturero
actual
ya
no
cubre
las
carencias
industriales de los años treinta, sino que surge luego de un largo
proceso
de
regresión
fabril
que
desarticuló
la
estructura
productiva.
Este
resurgimiento
es
resultado
directo
de
la
devaluación, el abaratamiento de la fuerza de trabajo y la capacidad
ociosa precedente y no conduce a reconstruir el viejo tejido
industrial centrado en el mercado interno.
En 2003 la producción industrial creció un 17 %, luego de acumular
una caída del 30 % entre 1998 y 2002. La utilización de la capacidad
instalada se ubicó en un 65 %, cuando en 2002 había sido de 56 %.
Como la producción del sector subió más que la ocupación, la
productividad creció un 11 % en 2003. El aumento de precios
resultante de la devaluación provocó una fuerte caída en los
ingresos reales de los asalariados y, más aún, en los costos
15
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salariales de los empresarios. En 2002 el salario medio industrial
cayó un 19 %; los costos salariales bajaron 36 % (Schoor, 2004).
Producto de lo anterior se observó un marcado incremento de la
rentabilidad empresaria. En 2003, el excedente captado por los
industriales (sobre todo por las fracciones
más concentradas que
lideran la expansión reciente) creció “apenas” 9 %. Luego de haber
aumentado casi el 60 % en 2002 (Schoor, op. cit.). Ciertamente, la
contribución del sector a la resolución de los problemas más
acuciantes del país (desocupación e inequidad distributiva) ha
resultado mínima por ahora.
La revitalización industrial es auspiciada por el gobierno nacional
a través de subsidios a las empresas. Para financiar promociones,
desgravaciones y rebajas de cargas patronales, el fisco autorizó
exenciones por $ 14.892 millones en 2007, es decir el 10 % de la
recaudación. Esto superó en 12 % el auxilio concedido en el
presupuesto anterior.
Este “modelo” tiene un basamento estratégico en el sector agrario,
pero la época dorada de Argentina en el comercio mundial ha
concluido hace tiempo, y las ventajas naturales de la Pampa Húmeda
ya no le otorgan al país un lugar privilegiado en la división
internacional del trabajo. A diferencia de la industria, el producto
bruto de este sector viene creciendo sin interrupciones en los
últimos 17 años a una tasa del 6%, sin frenos significativos. La
devaluación
de
2002
incentivó
este
avance
al
generar
una
rentabilidad que bordea los máximos históricos (Giarracca, N.;
Teubal, M., 2005; Rodríguez, 2006).
Ese impulso consolida un esquema apoyado en la preeminencia de la
soja (transgénica en más del 98 %), la destrucción de cultivos
regionales, el cierre de tambos, el desplazamiento de campesinos y
pequeños productores y la fuerte concentración en la tenencia de la
tierra (Pengue, 2005; Pengue, 2006; Teubal, 2006). Se estimula el
monocultivo y se alienta la expulsión de trabajadores rurales.
También es afectada la ganadería que mantiene un plantel similar al
de hace 50 años. Cuando repunta la demanda local o extranjera se
encarece la carne.
Las decisiones políticas tomadas en la década de 1990 para favorecer
la expansión de la agricultura industrial transgénica, liderada por
multinacionales como Monsanto, Syngenta, Cargill, Novartis, etc., se
profundizaron en la década siguiente, agregándose el avance de los
agrocombustibles. Las graves consecuencias en materia de daños
ambientales, pérdida de soberanía alimentaria, pérdida de seguridad
alimentaria, crecientes efectos negativos en la salud de la
población que se traducen en enfermedades y muertes, son cuestiones
que no pueden ignorarse desde la Geografía, la Economía, la
Antropología, la Medicina, la Biología, la Agronomía, ni desde
ciencia
alguna,
de
acuerdo
a
los
trabajos
de
distintos
investigadores (Pengue, 2008; Robin, 2008; Kaczewer, 2009; Rulli,
2009; Morello; Rodríguez, 2009; Bravo; Centurión Mereles; et al,
2010; Lapolla, 2010).
16
Departamento de Ciencias Sociales
A pesar de las elevadas ganancias del sector, los ruralistas han
retomado su periódica beligerancia contra el gobierno de turno, dado
que siempre se han considerado propietarios del total de la renta
agraria, identificando a las retenciones como una inaceptable
interferencia impositiva del Estado sobre sus beneficios. No es
necesario extenderse aquí en la descripción y explicación de la alta
conflictividad que se ha vivido en 2008, y en parte de 2009,
especialmente a partir del intento gubernamental de imponer
retenciones móviles. La persistencia de precios altos a nivel
internacional, la demanda sostenida de los productos del complejo
oleaginoso-sojero, el tipo de cambio, acuerdos gubernamentales con
poderosos
agentes
de
la
producción,
acopio
y
exportación,
posibilitaron la continuidad en el proceso de acumulación de enormes
ganancias y la dilución temporaria de los enfrentamientos.
Recientemente (setiembre de 2011) el gobierno nacional comunicó el
Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial 2020 (PEA). En el
documento se fijan objetivos ambiciosos en materia de incrementos de
producción de bienes agropecuarios y sus derivados, ligados también
al consumo interno, pero sobre todo a la profundización de
inserciones exportadoras. “Por cierto, convertir un modelo sojero en
otro que genere arraigo, inclusión y desarrollo local, que asegure
la soberanía alimentaria y la preservación del medio ambiente en
lugar de permitir que el libre juego de los mercados internacionales
determinen qué y para quién se va a producir, requiere de políticas
que, inevitablemente, provocan disputas de intereses” (Dellatorre,
2011: 10). Un año antes, haciendo referencia a los esbozos del PEA
2020, una destacada investigadora expresaba que para construir ese
Plan desde pensamientos nacionales y populares, o dicho de otro
modo, desde opciones “decoloniales”, es necesario “desactivar los
discursos que respaldan los modelos neoliberales agrícolas. No se lo
puede construir sosteniendo como política el modelo sojero,
paradigma del agronegocio. No se puede generar sin tocar las
corporaciones económicas y los actores hegemónicos exportadores, que
cumplen con los mandatos de la geopolítica internacional en materia
de recursos naturales, o a los monopolios de la semilla y a los
capitales financieros al servicio de los pools de siembra...”
(Giarracca, 2010: 4).
Si a las caracterizaciones de los párrafos previos le sumamos el
papel de perfiles productivos netamente exportadores y muy poco
generadores de empleo, como es el caso de la gran minería
metalífera, o la consolidación del esquema de gestión privada de los
hidrocarburos, no será difícil imaginar los problemas que se
avecinan. Nos referimos a problemas que ya son y seguirán siendo
padecidos por gran parte de nuestra población, y no por empresarios
nacionales y extranjeros que sobre esta base económica acumulan
rentas de privilegio con pleno apoyo de la superestructura jurídica,
política e ideológica.
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Departamento de Ciencias Sociales
No es un secreto que los marcos normativos generados desde 1989
(bastante antes de la privatización de YPF) para la explotación de
hidrocarburos se siguen sosteniendo a rajatabla hasta nuestros días
(Bernal, 2006). De ese modo, las grandes petroleras siguen
cumpliendo sus objetivos de extraer mucho, explorar poco y nada y
exportar todo lo posible. Sin embargo, el Parlamento Nacional se
permitió sancionar, en 2006, una Ley (enviada por el PEN) que otorga
subsidios por 15 años a esas mismas compañías.
Otro tanto ocurre con la legislación minera, tan a medida de las
multinacionales que casi hay que pagarles para que continúen con el
saqueo de los recursos naturales. A tanto llegan las increíbles
deducciones previas al pago de las magras regalías, las exenciones
impositivas, la posibilidad de girar al exterior el 100 % de las
divisas embolsadas por exportaciones, en un marco de “seguridad
jurídica” por 30 años (Nieva, 2005; Gutman, 2007; Berardi, 2008;
Gómez Lende; Velázquez, 2008; Svampa; Antonelli, 2009; Rodríguez
Pardo, 2009). El “cofre bien sellado” que mencionaba J. V. González
al comenzar el siglo XX ya está bien abierto en el siglo XXI.
Por tratarse de una presentación, cerramos este apartado recordando
la interpretación de un destacado investigador extranjero que,
analizando el devenir de los años transcurridos en la Argentina
entre 2003 y 2007, consideró que se trató de un caso de “crecimiento
tan intenso como excluyente” (Salama, op. cit.).
c) Distribución del ingreso: en el contexto presentado en los puntos
anteriores, se operó una brutal caída de la participación de los
sectores populares en el ingreso nacional. Los cambios en la
situación del empleo y en la evolución salarial actúan como factores
explicativos. Señalan también la pérdida de relevancia que la
demanda interna asociada al consumo asalariado tiene en el nuevo
ciclo de acumulación. Las características a destacar son: i)
Incremento de la Población Económicamente Activa con índices que
superan los correspondientes a la incorporación normalmente derivada
del crecimiento vegetativo de la población, reflejando el impacto de
la distribución sobre el ingreso de los hogares. Al descender,
aumenta la cantidad de miembros que sale a buscar empleo; ii)
Incapacidad de la economía argentina para generar empleo pleno.
El porcentaje de la PEA que buscaba empleo era de 9,1 % en 1974; en
1996 alcanzó el 41,3 %. Esto refleja que una elevada proporción de
trabajadores, aún teniendo empleo, buscaba otra ocupación o un
empleo mejor, señalando la precariedad que en materia de ingresos y
condiciones laborales exhibía una parte significativa del empleo en
los años noventa.
El deterioro ocupacional fue acompañado e indujo la caída salarial.
Ambos fenómenos explican la evolución de la distribución funcional
del ingreso. En la más moderada de las estimaciones, los asalariados
percibían en 1975 el 43 % del total de los ingresos generados. Al
terminar el siglo XX esa participación no superaba el 20 %. Dicha
modificación implica una compulsiva transferencia de ingresos desde
18
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los asalariados hacia los no asalariados y en particular hacia la
cúpula empresarial más concentrada. Esa transferencia alcanzó U$S
52.000 millones entre 1976-1980 y otros U$S 80.000 millones entre
1980-1989. Dudas metodológicas acerca de los datos del PBI durante
los años noventa, obligan a ser prudentes en la consideración del
período. De todos modos, los asalariados ingresaron a esa década
luego de transferir unos U$S 132.000 millones. Entendemos que en la
última década del siglo XX el proceso se ha profundizado
fundamentalmente por la caída del empleo.
Con respecto a la distribución personal del ingreso, los estudios
específicos y los datos oficiales evidencian también una tendencia
muy regresiva. A manera de ejemplo, digamos que el 10 % de menores
ingresos cayó del 4,4 % en 1974 a 1,5 % un cuarto de siglo después;
en el otro extremo, el 10 % de mayores ingresos pasó del 23,6 al
36,7 %. Pero si observamos el total de los deciles y su agrupamiento
en tres estratos de perceptores, veremos que los cuatro primeros
deciles (estrato bajo) y los cuatro siguientes (estrato medio)
pierden participación, en mayor o menor medida. El decil IX resiste
el embate, mientras el decil X se queda con la transferencia, pues
tiene entre sus integrantes a quienes la deciden, planifican y
ejecutan, desde la imposición del terrorismo de Estado hasta estos
días. De hecho, en 2008 el 10 % de menores ingresos había caído al
1,2 % y el 10 % de mayores ingresos alcanzó el 41 %.
La política social regresiva que continúa en los años que lleva el
siglo XXI constituye uno de los puntos de mayor continuidad entre
el rumbo actual y su precedente neoliberal-financiero. Ningún
indicador social se recupera a los niveles del PBI, contrastando los
datos de 1998 (“comienzo” de la crisis recesiva) con los de hoy.
Cuando se habla de “recuperación de los salarios” frente al
desmoronamiento
de
la
depresión,
se
comparan
situaciones
radicalmente opuestas, olvidando que los salarios del auge y la
recesión son siempre divergentes. Lo más aconsejable es contrastar
períodos similares de reactivación y computar, además, tanto los
avances de la productividad como el repunte de los beneficios. De
ese modo salta a la vista el abismo que separa el incremento de los
salarios con el de las rentabilidades empresarias. En 2005, los
beneficios de las 500 principales empresas del país duplicaron los
obtenidos en 2003. Las cifras de la productividad son más
elocuentes, alcanzando hacia 2007 el máximo de los últimos 15 años.
Actualmente se fabrican más productos con menos trabajadores, porque
los costos han caído entre un 16 % y 30 % con respecto a los de
2001. El propio modelo bloquea la transferencia de estas mejoras
hacia los salarios, todavía un 20 % por debajo del nivel anterior al
inicio de la crisis.
La política económica dificulta la recuperación de los sueldos
imponiendo techos a la recomposición. Mejora muy poco los salarios
estatales y pacta con la burocracia sindical los límites de las
negociaciones colectivas. La manipulación del Índice de Precios al
Consumidor (IPC) se relaciona directamente con el objetivo
19
Departamento de Ciencias Sociales
gubernamental de impedir que la rentabilidad capitalista sea
amenazada por las demandas de los trabajadores, mientras se
reingresa a la “normalidad”. El desahogo que había creado la
devaluación ha quedado atrás y los empresarios afrontan la clásica
puja competitiva por la reducción de costos. Vale acotar que
mantener un IPC falaz, contribuye también, parcialmente, a definir
las líneas de pobreza e indigencia. Así, en algunos gráficos y
cuadros, los hogares y personas pobres o pobres e indigentes se
reducen en forma más sencilla que en la vida real. Tal vez sea por
eso que muchas de esas personas no logran enterarse de su cambio
favorable de situación. Por otra parte, el IPC ayuda a que los
ahorros del Estado al pagar bonos indexados por el CER no sean una
cuestión menor.
El
esquema
salarial
regresivo
afecta
más
duramente
a
los
trabajadores informales. El empleo en negro no es algo marginal.
Está muy difundido en ramas de alta rentabilidad (como el agro y la
construcción),
incluyendo
también
al
sector
público.
Esta
segmentación, tendencia del capitalismo contemporáneo, disuade el
aumento de salarios. La reactivación no ha reducido la polarización
gestada en la década anterior. Si en 1992 el ingreso de los
precarizados rondaba el 72 % de los formales, en el año 2006 sólo
cubría un 37 % de esa suma.
Si bien la pobreza se ha reducido estadísticamente desde un 40,2 %
en 2005 hasta un 30 % aproximadamente en el primer trimestre de
2007, luego de 4 años de alto crecimiento no se llegaba al 24 % que
promedió la década del noventa. Mucho más identificada con el
desempleo durante la depresión de 1998-2002, la pobreza actual es un
tormento característico de los asalariados informales y puede
perdurar un largo tiempo.
Retomando la cuestión de la distribución personal del ingreso
acotamos que la brecha entre el 10 % más acaudalado y el 10 % más
empobrecido está atravesado por una compleja discusión técnica, pero
los datos oficiales (y los no oficiales) de 2007, 2008 y 2009,
reconocen que los primeros superan 30 veces los ingresos de los
últimos.
En el esquema actual la polarización social sigue siendo un rasgo
sobresaliente y los jubilados encabezan el ranking de los afectados
por ella. Al otorgar moratorias para asegurar pensiones a 8 de cada
10 adultos mayores, se pretende encubrir con asistencialismo la
degradación de las jubilaciones. El 70 % de los retirados cobra un
haber equivalente al 42,5 % del salario medio. Muy lejos del 82 %
móvil
que
corresponde
constitucionalmente.
El
sistema
de
actualización de haberes jubilatorios en marzo y setiembre de cada
año, aprobado en el Parlamento Nacional en 2008, se aplica sobre
percepciones muy atrasadas y en base a índices inferiores a la
inflación real. Sin embargo, el gobierno nacional insiste en llamar
“Ley de Movilidad” a esa normativa.
d) Redefinición del Estado: a partir de la dictadura, y sin
demasiadas modificaciones durante la etapa de las instituciones de
20
Departamento de Ciencias Sociales
la democracia formal, los ingresos fiscales se concentraron (vía
creciente participación de los impuestos sobre el consumo y pérdida
de relevancia de los tributos sobre el capital) sobre la masa
salarial, mientras que los gastos y transferencias tendieron a
beneficiar y subsidiar el ciclo de acumulación del capital interno
más concentrado. El bloque de poder económico local y los acreedores
externos lograron, de este modo, privatizar en la práctica el
funcionamiento del Sector Público argentino. Esos capitales fueron
beneficiados por el Estado mediante el pago de los intereses de la
deuda externa, el proceso de endeudamiento interno del Sector
Público, transferencias al sector financiero, el otorgamiento de
créditos y avales y la compra de bienes y servicios. Acompañando esa
monumental transferencia desde los sectores populares al capital más
concentrado, se registra un desmantelamiento del Estado en cuanto a
capacidad de gestión, organización administrativa y capacidad
regulatoria. Después de 1987, con ingresos decrecientes, que caen en
sintonía con la masa salarial, no se puede garantizar la expansión
de los grupos dominantes. Esto es, el Estado no puede pagar los
intereses de la deuda externa, los subsidios al sistema financiero,
la deuda interna, la promoción industrial y las sobreganancias de
sus proveedores. Se allana, quiebra fiscal de 1989 mediante, el
camino a las privatizaciones, clave de una nueva etapa que implicó
transferir activos equivalentes al 8 % del PBI, consagrando una
mayor concentración y trasladando a un conjunto reducido de
capitales privados
la definición de los precios relativos de la
economía argentina.
Así, en la última década del siglo XX y hasta el año 2002, se
reafirma la regresividad en el patrón impositivo, con una presión
tributaria de las más injustas a nivel internacional, dada la baja
participación de los impuestos a las ganancias, patrimonio, etc.,
mientras se consolida una mayor concentración vía privatizaciones y
pérdida de relevancia del gasto social, convirtiendo al Sector
Público en coto de caza de los grupos dominantes.
Desde 2003, como ha ocurrido siempre con los proyectos de reforma
impositiva, los planteos “progresistas” formulados desde el llano
quedaron licuados con el ejercicio del gobierno. Aunque lejos de los
porcentajes del PBI propios de los países avanzados (30-45 %), en
Argentina se pasó del 16,1 % en 2002 al 23,2 % en 2006. Las
retenciones a las exportaciones del agro y los hidrocarburos se
suman al constante crecimiento de lo obtenido por el IVA para ir
batiendo marcas de recaudación. Pero nadie habla de repartir esta
mejora, en un país donde los asalariados aportan el 50 % de la
recaudación y reciben sólo el 25 % de la riqueza generada (Katz,
2007, op. cit.). Mientras proseguían las escandalosas exenciones
impositivas a la actividad financiera, que le restaron $ 5.500
millones al presupuesto 2007, un trabajador que entonces cobraba $
3.500 mensuales debía tributar ganancias. Al terminar la década
pasada un trabajador que percibía (remuneración por el trabajo
realizado) 11 ½ veces el salario mínimo, estaba exento de esa tasa.
En 2007 debían pagar todos los asalariados que cobraban 3 ½ veces
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Departamento de Ciencias Sociales
el salario mínimo. Cuatro años más
cambiado demasiado, lamentablemente.
tarde
esta
situación
no
ha
Han sido tiempos de superávit fiscal y récord de reservas en el
Banco Central. El Estado atesoró fondos, pero su finalidad fue y
sigue siendo afrontar eventuales tormentas financieras, como lo
hacen todas las economías capitalistas en resguardo del sistema. Los
permanentes subsidios a los capitalistas también nos advierten sobre
el destino de una parte de la recaudación.
Son tiempos también de modernización de la miseria. El esquema en
curso permite acceder al celular pero no a las cloacas,
especialmente en el norte del país, donde más de un tercio de la
población carece de inodoro o desagüe.
A manera de resumen e interacción de las claves presentadas vale
decir que los veinticinco años (1976-2001) de la etapa neoliberal
han concluido. Pero lo hicieron dejando una profunda marca en la
sociedad argentina: (a) un dominio determinante del gran capital
transnacional; (b) la consolidación de la posición periférica del
ciclo del capital local en el ciclo del capital global basada en la
preeminencia de la estrategia del saqueo de las riquezas naturales y
(c) la precarización y superexplotación estructural de la fuerza de
trabajo.
Estos
elementos
dan
cuenta
de
la
continuidad
y
consolidación del ciclo de la dependencia. De todas formas, la
conformación de una nueva hegemonía social no puede ocultar el
nacimiento a través del neoliberalismo de nuevas fuerzas sociales
del pueblo trabajador que aparecen en esta nueva etapa como las
principales novedades.
En efecto, la formación de una segunda central sindical y el
florecimiento de nuevas comisiones internas clasistas, el nacimiento
de los “nuevos movimientos sociales” (de derechos humanos, de
género, asambleas populares, en el movimiento estudiantil, etc.), el
ciclo de recuperación de empresas y el desarrollo de un conjunto de
movimientos de base territorial (nacidos en los movimientos de
trabajadores desocupados) han conformado un nuevo sujeto social.
Este sujeto social –el pueblo trabajador– ha impuesto a los sectores
dominantes, sobre todo luego de la crisis de la convertibilidad, la
necesidad de una nueva forma de encauzar la contradicción entre las
necesidades de acumulación de capital y las necesidades de
legitimación. En definitiva, es la combinación de la trascendencia
histórica del neoliberalismo y el surgimiento de su superación
dialéctica lo que nos permite dar cuenta de las novedades de la
etapa actual (Féliz; López, 2010).
La dinámica de la acumulación exitosa en Argentina a partir de 2002
plantea una serie de restricciones. Ellas implican una combinación
de contradicciones, barreras y límites que se articulan como los
principales problemas de la etapa. El límite más importante que
enfrenta el desarrollo capitalista en Argentina es la consolidación
de un patrón de acumulación de carácter dependiente y periférico
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basado en el saqueo de las riquezas naturales (extractivismo) en el
marco de una economía transnacionalizada. Esta situación conforma un
obstáculo significativo a las posibilidades de avanzar en un
proyecto de cambio social pues supone la conformación de una sólida
correlación de fuerzas sociales a favor del bloque dominante burgués
y –dentro de éste– de su fracción transnacional. Este rasgo
de continuidad es el que da cuenta del carácter postneoliberal de la
etapa actual (Féliz; López, op. cit).
Sobre la base de este límite estructural operan las principales
contradicciones que dinamizan la acumulación: la contradicción
elemental entre el bloque dominante y el pueblo trabajador y la
contradicción entre las fracciones rentistas y no rentistas dentro
del gran capital. Aún con esta correlación de fuerzas sociales
claramente desfavorable, el pueblo organizado ha podido forzar
mejoras –relativas y parciales– en sus condiciones de existencia a
través de la superación de algunas de las barreras que enfrenta el
actual
patrón
de
acumulación:
la
restricción
fiscal
y
la
selectividad estratégica del Estado. En tal sentido, los sectores
populares han logrado disputar (no desplazar) el control de clase
del Estado al menos en los ámbitos vinculados al empleo y las
políticas sociales. Dentro del bloque dominante los sectores no
rentistas han conseguido establecer una suerte de equilibrio
inestable con los sectores rentistas. A través de la política fiscal
consiguen
apropiar
una
porción
importante
de
los
ingresos
extraordinarios del sector extractivista. De cualquier manera, la
posición de reducida competitividad de los sectores no extractivos
los enfrenta a una restricción que se torna progresivamente en
límite: la puja distributiva con el pueblo trabajador hace caer el
tipo de cambio real y las posibilidades de apropiar renta por la vía
fiscal son cada vez más exiguas frente a las demandas crecientes de
los sectores más desplazados de las clases populares.
En
esa
dinámica
es
que
el
desarrollismo
postneoliberal
(neodesarrollismo) encuentra sus principales dificultades. El
intento de conformación de una clase industrial transnacionalizada y
no rentista con capacidad de absorber las demandas populares en un
marco capitalista periférico enfrenta –por una parte– la barrera
distributiva (que se manifiesta como inflación, estancamiento
salarial y tendencia a la crisis fiscal) y –por otra– el límite de
una economía de baja productividad y heterogeneidad estructural. El
neodesarrollismo (kirchnerismo en la Argentina actual) enfrenta esas
restricciones con un Estado postneoliberal, sin los instrumentos del
Estado
desarrollista
clásico
–empresas
públicas
en
sectores
estratégicos e instituciones para la intervención en diversas
esferas de la reproducción del capital– ni la orientación política
que supondría apuntalar una fuerza social de base popular, con
posibilidades de desplazar la correlación de fuerzas en una
perspectiva de cambio social (Féliz; López, op. cit.).
Otro reconocido analista académico, ya citado, plantea también que
existe un modelo distinto al de la década del 90. Lo distinto está
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Departamento de Ciencias Sociales
en su origen, con la quiebra de la convertibilidad y la rebelión
popular
de
diciembre
de
2001.
Señala
tres
procesos
que
caracterizaron
este
camino.
El
aumento
de
los
precios
internacionales de los granos, la implementación de una política
económica expansiva, y la existencia de niveles de rentabilidad
elevada. Hay una tendencia a unilateralizar el análisis. Los
neoliberales aluden al viento de cola, los economistas oficialistas
atribuyen todo a la política económica. Pero ambos olvidan que entre
2001 y 2003 hubo una megadevaluación, confiscación de depósitos,
caída de los salarios y aumento de la pobreza y el desempleo. Todo
eso recreó las condiciones para la rentabilidad del capital. Desde
esta crisis, el nuevo esquema adquiere un perfil neodesarrollista.
Intenta reconstruir no tanto la vieja burguesía nacional como la
incidencia de la actividad industrial en la economía nacional. Es un
modelo distinto pero no un modelo popular. Y esto se refleja en los
niveles de desigualdad que lo caracterizan, que no son sólo una
herencia del pasado sino que son, además, propios de este esquema.
El modelo aumenta la ganancia capitalista y provoca algún tipo de
“derrame” hacia el consumo. Pero la ganancia y el salario no
aumentaron juntos. La brecha es muy grande, incluso dentro del mundo
del trabajo, donde un sector formal recuperó poder adquisitivo a un
nivel de empate con la inflación, frente a un sector precarizado que
está fuera del sistema. Estos niveles se proyectan a la vida social,
con una educación y una salud diferenciada (Katz, 2011).
De cómo las claves explicativas (y a la vez factores constitutivos
de la realidad económica y social del país en constante interacción)
conforman el contexto de procesos de producción específicos
(hidrocarburos, minería metalífera, soja), que por su parte van
provocando hechos y conflictos regionales significativos que merecen
ser estudiados, se trata en esta investigación.
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33
Departamento de Ciencias Sociales
2.3. Metodología a emplear
2.3.1. Introducción
En principio, es necesario señalar que emprendemos una investigación
que estará centrada en el denominado trabajo de gabinete, pero sin
descuidar el trabajo de campo que investigadores y tesistas deban
cumplimentar en pos de objetivos vinculados a sus temas específicos
encuadrados en el proyecto. Naturalmente, deberemos salir en busca
de información, a veces sin tratamiento, otras, ya procesada;
recurrir a especialistas de las áreas temáticas que se incluyen en
el
proyecto;
concretar
ciertas
entrevistas
con
informantes
calificados; acudir a las bibliotecas e ingresar a las bases de
datos que resulten pertinentes, al menos en forma preliminar; etc.
Todo esto podrá ser factible en la medida que se obtengan los apoyos
mínimos que requerimos, se puedan percibir regularmente los salarios
y recuperar a través de ellos una parte del poder adquisitivo
perdido, cobrar las numerosas cuotas adeudadas de los incentivos a
la investigación y continuar incorporando alumnos y graduados
interesados
por este campo temático. Está claro que no
abandonaremos la propuesta si no se cumplieran parcial o totalmente
esas condiciones; seguiremos adelante con las restricciones que el
contexto y las circunstancias le impongan a nuestras firmes
decisiones, voluntades y capacidades.
Acerca del marco teórico-conceptual que tendremos como referencia y
trataremos de relacionar con los estudios específicos y empíricos
que
podamos
concretar,
expresaremos
aquí
unas
breves
consideraciones.
En primer lugar, reconocemos al materialismo histórico como
metodología apropiada para abordar la comprensión de las relaciones
sociales que dan lugar a la generación y acumulación de excedentes
en el sistema capitalista. Esto implica asumir la potencialidad
explicativa de los mecanismos de la reproducción ampliada del
capital y el papel que con respecto a ella, y a las relaciones de
poder emergentes, desempeña la posesión y control de la innovación
tecnológica. El control de los excedentes a escala mundial requiere
un consecuente control de la tecnología y de
la innovación
tecnológica a esa escala. En ella, el espacio acrecienta sus rasgos
comunes en función de los estilos dominantes de tecnología que
aseguran una modalidad de control de los excedentes. Este control
es viabilizado por el monopolio de la innovación tecnológica que
sólo unos pocos países y el núcleo de corporaciones transnacionales
puede afrontar, permitiendo monopolizar el acceso a la extracción de
la riqueza encerrada en los recursos naturales (Amín, 1995, de Jong,
2001). Las presiones y agresiones políticas , económicas y militares
ocupan lugar central y permanente en las escenas diarias del sistema
34
Departamento de Ciencias Sociales
mundial. El control del imperio, sobre territorios y sociedades de
América Latina, el despliegue de la “guerra infinita” para retener
la hegemonía a través del terror mundial y acceder (pretendidamente)
sin dificultades al monopolio de la biodiversidad, del agua dulce,
del petróleo, del gas, del uranio, etc., implica extender sin
límites una estrategia capitalista en la lucha de clases (Ceceña,
2002; Porto Gonçalves, 2002; Petras, 2001).
Consideramos que en el presente estadio de desarrollo del
capitalismo, la influencia de sus determinaciones sobre la
configuración de las formaciones sociales históricas semicoloniales,
neocoloniales o dependientes, no se limita a las relaciones
económico-sociales y político-ideológicas, sino que trae aparejada
una exacerbación de su carácter desigual y combinado que se expresa
en formas particulares de organización del espacio.
Por último, y para no extendernos en esta introducción, consignamos
que para la aplicación de conceptos específicos recurriremos a
diferentes
autores.
Así,
sobre
el
carácter
y
la
utilidad
metodológica del concepto de región, pensamos entre otros en
Sormani, 1977; Komar, 1972 (1968); de Jong, op. cit. Con intención
similar, sobre el concepto de espacio buscamos la interrelación con
los trabajos de Castells, 1974; Korsch, 1975, además de los recién
mencionados. Sobre mecanismos inherentes al conflicto capitaltrabajo y por ende a la acumulación de capital, serán útiles aportes
como los de Nun, 1969; Murmis; Waisman, 1969; Laclau, 1969; Palloix,
1975, op. cit., o la obra de Harvey, 1990. Esta última obra posee
además un capítulo muy relacionado con nuestros objetivos e
hipótesis. Nos referimos al XII, denominado “La producción de
configuraciones espaciales: las movilidades geográficas del capital
y el trabajo”. Para que no olvidemos diferenciar crecimiento
económico de desarrollo económico y social, recordaremos a Singer,
1971.
En los apartados que siguen presentamos algunas hipótesis y la
propuesta de estrategia metodológica, sujeta por supuesto a todas
las modificaciones que se impongan en el curso del trabajo.
2.3.2. Algunas Hipótesis
-
La
profundización
de
la
transnacionalización
y
de
la
concentración económica, desde 1989, ha provocado la acentuación
de las desigualdades sociales,
la desintegración geoeconómica
del territorio y el agravamiento de las crisis regionales;
-
Más específicamente, las políticas componentes de la fase del
ajuste estructural reconocida como Plan de Convertibilidad (04-91
a 12-01), tuvieron efectos desestructurantes y resultados
altamente
inequitativos
en
los
tejidos
productivos
representativos de distintas economías provinciales y regionales;
35
Departamento de Ciencias Sociales
-
La apertura unilateral, es decir, sin concesiones a cambio por
parte de países extranjeros (adicionalmente y durante varios años
efectuada bajo condiciones de sobrevaluación cambiaria), ha
reproducido entre 1991/2001, lo que ocurriera en la segunda mitad
de los años setenta y comienzos de los ochenta, con efectos de
desindustrialización y desempleo;
-
La inserción en los mercados internacionales alcanzada por
algunas producciones regionales o provinciales no se traduce en
beneficios para el conjunto de los actores intervinientes en la
actividad, ya que las exigencias en materia de inversiones y
tecnificación acentúan la concentración en la apropiación de
excedentes y, en consecuencia, la exclusión social;
-
Ciertos dinamismos exportadores registrados a escala provincial
en la última década del siglo pasado y en estos primeros diez
años del siglo XXI (algunos directamente relacionados con la
explotación de recusos naturales), se vinculan fuertemente con el
proceso de extranjerización de la economía argentina;
-
Asimismo, esas situaciones de expansión exportadora no garantizan
articulaciones sólidas con la sociedad de las áreas directamente
en explotación. Por el contrario, se han acompañado del
crecimiento de la desocupación,
subocupación, expulsión de
población y organización de movimientos de resistencia social;
-
El ensayo neo-desarrollista actual deja de lado la apuesta
prioritaria por el mercado interno y preserva la regresividad
social de su precedente neoliberal, aunque le quita parte del
protagonismo
a
la
especulación
financiera,
a
la
oleada
importadora y a la primacía de los servicios;
-
La configuración neo-desarrollista se procesa en un escenario de
gran mutación de la propiedad del capital signado por el avance
de compañías locales internacionalizadas y grandes empresas
extranjeras;
-
La extranjerización, más la concentración y centralización del
capital generan un gran descontrol sobre actividades estratégicas
e imprime su marca a la expoliación de nuestros recursos
naturales (hidrocarburos; minerales metalíferos, suelos sometidos
a la monoproducción de soja transgénica; cultivos forestales;
etc.).
2.3.3. Estrategia Metodológica
Reiteramos aquí que desarrollaremos una investigación de gabinete,
dado que lo entendemos factible y porque tenemos acceso a fuentes
primarias y secundarias que serán de mucha utilidad. Nos referimos a
36
Departamento de Ciencias Sociales
bases de datos e informes que podemos obtener en distintas
universidades nacionales, en los institutos de estudios específicos
de ATE y de CTA, en el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, en
la Dirección Nacional de Programación Regional del INDEC, en
CLACSO, en el Area de Economía y Tecnología de FLACSO, CEUR, Grupo
MORENO, etc. Por otra parte, si la situación de las universidades y
de la educación pública en general lo permite, realizaremos algunas
entrevistas que podrán concretarse incluso en las áreas específicas
que seleccionemos para los estudios de caso. Varios integrantes
iniciales del equipo, más la probable incorporación de tesistas con
intereses concretos garantizarán esta posibilidad.
Retomando trabajos y proyectos anteriores del equipo y/o de sus
integrantes,
la
estrategia
metodológica
parte
del
análisis
explicativo-interpretativo de las reestructuraciones operadas en la
Argentina en el último cuarto del siglo XX, y ahora con mayor
énfasis en el período 1990-2009, contextualizadas en la fase actual
de la División Internacional del Trabajo.
Con respecto a las reformas llevadas a cabo desde 1989-90, se
avanzará en la obtención de diagnósticos cuali-cuantitativos que
serán interpretados a la luz de su cruce analítico con los cambios
en el sistema de decisiones y, por ende, en la definición de
políticas económicas y sociales. Políticas de notoria incidencia en
la distribución de los resultados de la producción.
En ese sentido, identificados algunos factores fundamentales de las
transformaciones impuestas en la Argentina desde 1976 hasta la
actualidad (Basualdo, 2000 y 2001; Gejo; Morina; Velázquez, 2000;
Morina; Gejo, 2006, op. cit.), se abordará la evolución que han
seguido sobre todo desde 1989.. Así, será de particular interés
reconocer procesos fundamentales, estrechamente imbricados entre sí,
como el endeudamiento externo, la reestructuración productiva, la
distribución del ingreso y la redefinición del Estado. El cuadro de
situación que se expresa a escala nacional, provincial y local,
consecuencia
ineludible
de
esos
procesos,
será
presentado
sintéticamente, mediante informes cuali-cuantitativos que serán el
marco obligado para estudios más específicos. Para estos informes se
tendrá en cuenta, por ejemplo, el seguimiento de los datos de la EPH
del INDEC sobre pobreza, indigencia, desocupación, etc.(con las
correcciones que sean necesarias, sobre todo desde la intervención
del organismo en 2007), Direcciones Provinciales de Estadística,
Consultoras, Instituto de Estudios y Formación-CTA, entre otras
instituciones y organizaciones.
Al seleccionar estudios a escala provincial o local, como será el
caso de áreas y sociedades transformadas por la privatización, por
la minería metalífera a cielo abierto, por el monocultivo de soja
transgénica con profusa aplicación de agrotóxicos, etc., la
estrategia es avanzar en la identificación de los mecanismos de
generación y transferencia de los excedentes. Para ello se deberá:
37
Departamento de Ciencias Sociales







Analizar la nueva inserción de ciertos productos (petróleo, gas,
etc.) en el mercado nacional e internacional;
Detectar a los principales agentes económicos controlantes de la
actividad en los enclaves regionales privados, así como sus
estrategias de acumulación. Entre ellas, sus relaciones con el
Estado a escala provincial y nacional;
Describir la evolución de la actividad seleccionada (p.e.
producción de petróleo, extracción de oro) en el país y la
participación de la Cuenca y/o área específica que se estudie;
Identificar
y
describir
las
transformaciones
directas
e
indirectas en el mercado de trabajo local/provincial, inducidas
por la actividad principal. Entendemos que el impacto en el
mercado de trabajo constituye un proceso que engloba un conjunto
de manifestaciones parciales y permitirá reconocer la situación
social derivada de la reestructuración productiva. Se evaluarán
indicadores de utilización de la fuerza de trabajo (actividad,
empleo, desempleo, desempleo potencial, etc.);
Ampliando el análisis del ciclo de generación y transferencia de
ingresos derivados de actividades como la petrolera y la minera,
se evaluará la dimensión de las regalías obtenidas por el
gobierno provincial y su peso relativo en los recursos totales.
En un paso posterior se deberá indagar sobre la utilización de
esas regalías y su funcionalidad o no para atenuar los impactos,
que suponemos social y territorialmente regresivos, de las
grandes transformaciones jurídicas, institucionales y productivas
en la gestión y explotación de los recursos naturales;
Para apreciar la magnitud de la fuga de recursos generados
“regionalmente”
(“filtración
de
efectos
positivos”,
diría
Coraggio, 1974), se partirá de la estimación del PBG provincial,
por gran sector de actividad, identificando el peso relativo de
la actividad en estudio;
Luego se analizará la estructura del excedente del sector bajo
estudio y su retención local, evaluando la apropiación realizada
por los factores productivos residentes en la provincia y la
remitida hacia afuera. Se contrastará el excedente no apropiado
internamente con el PBG provincial.
Se procederá
a contrastar series de datos representativas de la
estructura de las
exportaciones mundiales por grandes rubros, con
la estructura de las exportaciones argentinas desde 1990, para
comparar las tendencias en uno y otro caso.
Teniendo en cuenta el discurso neoliberal a favor de una mayor
liberalización comercial (aunque sin descuidar las prácticas
proteccionistas en los países donde se origina), al sostener que la
relación entre liberalización y crecimiento es virtuosa, y por lo
tanto éste debe ser guiado por las exportaciones, pretendemos
38
Departamento de Ciencias Sociales
mostrar algunos resultados de la pretendida
“salida exportadora”.
Será importante sin duda, establecer la diferenciación conceptual
entre crecimiento y desarrollo (Singer, 1971).
Tomadas
a
escala
provincial
y
regional
analizaremos
las
exportaciones argentinas por grandes rubros: MOI, MOA, Productos
Primarios, Combustibles. Con esta base cuantitativa se comenzará por
reconocer los niveles de concentración espacial de la “canasta
exportadora”.
Luego, identificando algunas jurisdicciones que en
los últimos años han mostrado dinamismo exportador, sin formar parte
del núcleo históricamente destacado, se procederá a reconocer qué
actividades están impulsando ese dinamismo y qué tipo de agentes y
capitales son los protagonistas. Se señalarán algunos ejemplos.
Las series de datos correspondientes al comercio exterior argentino
tienen que ser relacionadas con el papel de las inversiones
extranjeras en el país, en el marco de la reestructuración
concentradora,
tanto
en
materia
de
importaciones
como
de
exportaciones. Asimismo, resultará ilustrativo analizar la evolución
del saldo comercial de la “cúpula empresaria” integrada por Empresas
Locales
Independientes,
Grandes
Grupos
Económicos,
Empresas
Transnacionales,
Empresas
de
Conglomerados
Extranjeros
y
Asociaciones a la luz de la balanza comercial del país (Acevedo;
Basualdo; Khavisse, 1990; Azpiazu, 1996; Basualdo, 2000). A modo de
ejemplo, para una aplicación sencilla, señalemos que para 1997, con
una balanza comercial de
U$S – 4.160 millones para el país, la
correspondiente a la cúpula empresaria fue de U$S 8.081 millones.
Esto es que, para el resto de la economía la balanza comercial fue
U$S – 12.241 (Basualdo, 2000: 205).
El saldo comercial según actividades económicas también permitirá
verificar su participación en los rubros dinámicos y en los que
suponemos ascendentes grados de concentración.
2.3.4. Acerca de la información y documentación
-
-
Bibliografía nacional y extranjera, publicada e inédita, sobre
las temáticas planteadas en el proyecto. Esto incluye documentos
de trabajo producidos en distintos centros de investigación y
documentación, por ejemplo, de universidades nacionales, del
INDEC, de los Institutos Provinciales de Estadística, del Area de
Economía y Tecnología de FLACSO, del Instituto de Estudios sobre
el Estado y la Participación (IDEP) de ATE, del Instituto de
Estudios y Formación de la CTA, de la CEPAL, del Centro de
Estudios Alexander von Humboldt, etc.
Información necesaria disponible en la Dirección Nacional de
Programación Regional, INDEC, Ministerio de Economía; Secretaría
de Energía de la Nación (Dirección Nacional de Combustibles);
Direcciones Provinciales de Combustibles; Secretaría de Minería
de la Nación; FETERA en la CTA; Secretaría de Agricultura,
39
Departamento de Ciencias Sociales
-
Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación; INTA; Grupo de
Reflexión Rural; etc.
Información obtenida vía INTERNET y de distintas bases de datos a
consultar desde los lugares de trabajo institucionales y
personales de los miembros del equipo.
Información específica de la EPH , Censos Nacionales
de
Población, Agropecuarios y Económicos del INDEC.
Cartografía
a distintas escalas del Instituto Geográfico y del
Laboratorio de Cartografía Digital del Departamento de Ciencias
Sociales de la UNLu.
Intercambio con especialistas
de varias de las instituciones y
organizaciones mencionadas.
Entrevistas con representantes de empresas y acceso a sus
informaciones y discursos en páginas de INTERNET.
Entrevistas in situ para el estudio de casos específicos de
conflictos regionales suscitados por la explotación de recursos
naturales.
2.4 Resultados esperados al finalizar el proyecto:
-
Consolidación de mecanismos de intercambio e integración con
equipos y centros de investigación externos a la UNLu,
propendiendo al mejor aprovechamiento de los recursos humanos y
materiales. Es nuestra intención, por ejemplo, interactuar con
proyectos y programas de estudios de la Universidad Nacional del
Comahue, de la Universidad Nacional de Mar del Plata, la
UNPSJBosco, la Universidad de Buenos Aires (CEUR, IIHES, GEPAMA,
CEPED, entre otros) el Centro de Estudios Alexander von Humboldt,
el Centro de Investigaciones Geográficas de la Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, IDEP/ATE,
IDEF/CTA, Grupo MORENO, etc.
-
Transferencia
de
los
conocimientos
producidos
durante
la
investigación a distintas asignaturas y seminarios de la UNLu;
FCE-UBA; U. N. de Mar del Plata.
-
Transferencia hacia ámbitos extrauniversitarios a través de
actividades de extensión (Jornadas Abiertas; Cursos para docentes
de EGB, Polimodal y Terciarios; Mesas redondas y debates
coordinadas con asambleas y sociedades de fomento; etc.).
-
Contribución al mejoramiento
públicas y privadas.
-
Publicación de los resultados en forma de artículos, cuadernos,
boletines,
etc.,
en
revistas
nacionales
y
extranjeras.
Presentación de resúmenes de informes en eventos académicos de
carácter regional, nacional e internacional.
en
la
definición
de
políticas
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Departamento de Ciencias Sociales
-
Cartografía temática específica y un CD que presente en formato
digital los principales resultados obtenidos. Esto último
dependerá de la real disponibilidad de los fondos que se
solicitan para esos fines.
3. PLAN DE TAREAS
3.1. Listar y describir ordenadamente la totalidad de las actividades que se
propone llevar a cabo:
a) Revisión bibliográfica, teórica y empírica;
b) Relevamiento de información en instituciones y organismos como
los señalados más arriba;
c) Reuniones de consulta e intercambio con especialistas en las
temáticas abordadas;
d) Concreción de talleres y seminarios internos del equipo para
discutir probables ajustes metodológicos;
e) Lectura, análisis y examen crítico de la información cualitativa
y cuantitativa obtenida;
f) Definición de criterios tendientes a operacionalizar las técnicas
de entrevistas y/o encuestas a ser aplicadas en estudios de caso.
g) Realización de las entrevistas y/o encuestas de marras. Como ya
advertimos, se trata de tareas cuya dimensión estará sujeta a las
posibilidades económicas y grados de avance de las tesis que
integran hoy (o integren después) la propuesta;
h) Ordenamiento, procesamiento y análisis de la información obtenida
según niveles de concreción del punto anterior;
i) Nuevo ajuste metodológico
j) Análisis y examen crítico conjunto y complementario de la
información obtenida de distintas fuentes. Redacción de informes
parciales y preliminares; elaboración de ponencias; publicación
de resultados; etc.
k) Elaboración y presentación del Informe de Avance o Final según
corresponda.
3.2. Completar el cronograma correspondiente:
1º AÑO
1º Semestre
2º Semestre
Descripción de tareas
A.
X
B.
X
C.
X
X
41
Departamento de Ciencias Sociales
D.
X
E.
X
F.
X
X
G.
X
H.
X
I.
X
J.
X
K.
X
2º AÑO
1º Semestre
2º Semestre
Descripción de tareas
A.
B.
C.
X
X
D.
X
E.
X
F.
X
G.
X
X
H.
X
X
X
X
I.
J.
K.
X
Nota: el cronograma del 2º Año queda sujeto a las modificaciones que
el Director, en acuerdo con el equipo, considere necesarias, en
relación con las actividades que se cumplan el 1º Año y con los
ajustes metodológicos que resulten pertinentes.
4. RECURSOS HUMANOS
4.1. Currículum Vitae
42
Departamento de Ciencias Sociales
5. INFRAESTRUCTURA Y EQUIPAMIENTO DISPONIBLE
Se utilizará equipamiento consistente en computadoras personales con
acceso a INTERNET de cada uno de los integrantes del equipo.
Se
cuenta con grabadores y cámaras fotográficas. A nivel institucional,
se accederá a las posibilidades que brinda habitualmente la UNLu,
tanto en el Departamento de Ciencias Sociales como en la Dirección
de Comunicaciones.
Se utilizarán locales disponibles en el Departamento de Ciencias
Sociales de la UNLu. Entre otros, el de la División Geografía y el
del Laboratorio de Cartografía Digital (LaCaD). En este, se dispone
de 3 Computadoras PC con sus periféricos, impresoras, scanner y
tabletas digitalizadoras; mesa de dibujo con paralelas y luz;
escritorios; armarios.
Software: CartaLinx 1.2 de Clark University; Idrisi for Windows 3.2
de Clark University como SIG raster y ArcView GIS 3.2 como SIG
vectorial y otros.
Disponemos del software de tratamiento estadístico STATISTICA por
cooperación con el GEPAMA-FADU-UBA.
Se dispone también de acceso a correo electrónico e Internet y a la
biblioteca central de la UNLu. Lo mismo podemos decir del Centro de
Estudios Alexander von Humboldt. Se accede también a locales de
reunión y trabajo en la Sede Capital Federal de la UNLu, y de
locales y biblioteca en el Centro Regional San Miguel y en el Centro
Regional Campana de la UNLu.
7. DECLARACION JURADA
Por la presente, me responsabilizo de la exactitud de la información suministrada y
declaro conocer y aceptar los términos de la convocatoria
Lugar y fecha: Luján, 26 de setiembre de 2011
………………………………………………….
Firma del Director del Proyecto
………………………………………………
Firma del Director del
Programa
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