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AAEA
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Retiracion Tapa (en blanco)
2
Revista Argentina de Economía Agraria
Argentine Agricultural Economics Review
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina
Comité Editorial
Gabriel Parellada
Daniel Lema
Hugo García
Luis Almirón
Jorge De Prada
Entidad Editora
ASOCIACIÓN ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Comisión Directiva 2014
Presidente
Jorge Raúl Díaz
Vocales Titulares
Gabriel Parellada (Secretario)
Karina Casellas (Tesorera)
Luis Ramón Almirón
Estela Raquel Cristeche
Jorge Dante de Prada
Nicolás Gatti
Juan Carlos Manchado
Patricio Calonge
Vocales Suplentes
José Armando Portillo
Roberto Gabriel Delgado
José Raúl Novello
Comisión Fiscalizadora
Titulares
Héctor Hugo Altamirano
Daniel Humberto Iglesias
Suplente
Víctor Brescia
3
Presentación
La revista Argentina de Economía Agraria (ISSN 0327-3318) es una publicación de la Asociación Argentina
de Economía Agraria.
Publica trabajos originales e inéditos del campo de la Economía Agraria. Integra el directorio de Latindex, que es el
Sistema Regional de Información en Línea para revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal,
el cual reúne información bibliográfica sobre las publicaciones científicas seriadas producidas en la región.
La actividad editorial comenzó en 1987 y se ha mantenido a lo largo de estos años con los valiosos aportes de
autores y evaluadores.
La Economía Agraria puede considerarse una especialidad, tanto dentro de las Ciencias Económicas y Sociales
como dentro de las Ciencias Agrarias. Desde esa concepción interdisciplinaria se enmarca la misión de esta
revista: contribuir a la difusión y discusión de las investigaciones en el marco de la economía agraria, garantizando
el compromiso con la ética, el pensamiento crítico y el respeto por los valores humanos. La economía agraria
tiene el desafío de lograr la vinculación entre el análisis teórico y el empírico, modelizando y evaluando
críticamente sus resultados mediante la observación, tanto micro como macroeconómica de las decisiones de
los actores involucrados.
En este sentido, la política editorial de la Revista privilegia trabajos que se involucren en áreas como:
• Análisis económicos de mercados de productos agropecuarios y agroindustriales.
• Manejo económico de la producción y de los sistemas productivos.
• Tecnología de la información para la toma de decisiones.
• Análisis y aplicación de políticas macroeconómicas y sectoriales.
• Desarrollo agrario.
• Economía de los recursos naturales y del ambiente.
Nuestra inspiración y compromiso es que esta revista sea un medio referente de comunicación del conocimiento
en el campo de la economía agraria y de las disciplinas afines, logrando satisfacer los siguientes objetivos:
1) Facilitar la difusión de las producciones científicas y académicas en el ámbito de la economía agraria,
conformando un medio de publicación calificado según las exigencias del quehacer científico.
2) Promover la comunicación e intercambio entre los miembros de la A.A.E.A. y demás integrantes de la
comunidad académica y profesional del campo de las Ciencias Económicas, Agronómicas, Sociales y Humanas
en general, en el ámbito de la Economía Agraria.
3) Constituir un medio actualizado de difusión de trabajos de investigación y ensayos.
La Revista Argentina de Economía Agraria acepta contribuciones en forma de:
1. Artículos de investigación.
2. Artículos de discusión, reflexión u opinión sobre un problema o tópico.
3. Revisiones bibliográficas.
4. Otro tipo de contribuciones que a criterio de los editores tenga valor académico, científico o técnico y sea
de interés para los lectores de la revista (comentarios o reseñas de libros, publicaciones, eventos científicos, etc.).
4
Sumario
El impacto de la política cambiaria
en la estructura agraria pampeana
en la primera década del siglo XXI.
Diego Fernández
............................................................................... Pág. 7
Seguro contra déficit hídrico en soja
basado en un índice climático para
Pergamino, Argentina.
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood,
Guillermo Podestá y Daniel Lema
.............................................................................. Pág. 22
5
(en blanco)
6
El impacto de la política cambiaria en la estructura agraria
pampeana en la primera década del siglo XXI
Diego Fernández
Resumen
La fijación cambiaria que supuso el Plan de Convertibilidad implicó una muy fuerte presión
sobre la producción interna de bienes transables, como es el caso de los que caracterizan al
sector agrícola pampeano. Sin embargo, como señalara Miguel Peretti, esta política -en conjunción
con las bajas arancelarias-, posibilitó una dinámica de precios relativos que operó como fuerte
diferenciador entre las unidades productivas. Dado que entre los insumos priman los bienes
transables, los mismos resultaron abaratados en comparación con el Índice de Precios al
Consumidor. Esto determinó que el poder de compra de los originadores de transables resultase fuertemente mermado en términos de la canasta de consumo, lo que puso en jaque
a las pequeñas y medianas explotaciones que deben destinar una parte considerable de su
ingreso a ese fin, mientras que no afectó a aquellas en las que, por su envergadura, dicho
“costo” resulta despreciable.
En este trabajo se analiza lo ocurrido tras el abandono del esquema de dólar subvaluado.
La devaluación de 2002 significó un movimiento inverso, que descomprimió la situación
que se había generado en este plano. Sin embargo, la misma, pese a su magnitud, no
generó una dinámica de precios relativos que retrotrajera la situación al período anterior.
Palabras Clave: Tipo de Cambio - Precios - Politicas Públicas - Concentración Económica
Abstract
The fixed exchange rate that characterized the Convertibility Plan implied a very strong pressure
on domestic production of tradable goods, like exportable grains. However, as noted by
Miguel Peretti, this policy, combined with reduced tariffs on imports, allowed a relative price
dynamics that operated as a strong differentiator between production units. Since tradable
goods prevail among productive inputs, they were cheapened compared to the Consumer
Price Index. This meant that the purchasing power of tradable goods producers in terms of the
consumption basket was strongly diminished, which affected small and medium farms wich
must devote a significant part of their income for that purpose, while not affecting those wich,
for its size, that “cost” is negligible.
This paper examines the development after the abandonment of the policy of undervalued
dollar. The devaluation that take place in 2002 implied a reverse motion, which decompressed
the situation that had been generated in this matter. However, despite its magnitude, that
change did not generate a relative price dynamics that rolled back the situation to the previous
period.
Key Words: Exchange Rates - Prices - Public Policy - Economic Concentration
REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA - Volumen XII - Número 1
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El impacto de la política cambiaria en la estructura agraria pampeana en la primera década del siglo XXI
I. INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES
Los estudios sobre la evolución económica del sector agropecuario pampeano durante el
último cuarto de siglo suelen centrarse en el fuerte desarrollo de la producción, y las notables
transformaciones técnicas y de intensidad en el uso de factores de las cuales fue consecuencia
aquella (Reca, Lema y Flood, 2010; Anlló, Bisang y Campi, 2013; Lema, 1999).
La potente luz con que se han resaltado las cosechas record y los nuevos paquetes tecnológicos ha
dejado, en contraste, sumidos en las sombras otros aspectos -también relevantes- de las notorias
transformaciones operadas. Ejemplo de ello es el insuficiente estudio de algunos cambios
fundamentales de la economía sectorial, como ser la evolución de la estructura social agraria,
las dimensiones y características del mercado de trabajo rural y, siendo éste el punto que atacará
el presente trabajo, el proceso de concentración del capital, la producción y el uso de la tierra.
Los inusitados aumentos en producción, rindes y área sembrada pueden proyectar una idea
de éxito para los agentes económicos que pueblan el “campo” en su conjunto. Desde esta
perspectiva, el corolario a extraer -si bien matizado - sería que la dirección que desde el
Estado se ha configurado para el sector ha sido esencialmente correcta (1).
Sin embargo, como lo probarían las numerosas escenas de disconformidad social por parte de
medianos y pequeños productores pampeanos a lo largo de toda la década (Azcuy Ameghino,
2004); y como lo certificarían los datos censales de 2002, la prosperidad distó de ser equitativa,
sino que tomó lugar a su vez un proceso de crisis y desplazamiento de la producción de tipo
chacarero y de tipo PyMe en general; en medro de las empresas que por sus dimensiones
aprovechaban economías de escala en su aprovisionamiento y gestión (Posada y Martínez de
Ibarreta, 1998).
A la hora de comprender el rol de las políticas públicas en el proceso global, se han realizado
muy completos estudios del impacto de las políticas específicas aplicadas sobre la producción de tipo
familiar, cuyo ejemplo más significativo (en la región pampeana) es el programa Cambio Rural
(Lattuada, 2000; Lattuada, Márquez y Neme, 2012). Fue el esclarecedor trabajo de Miguel
Peretti (1999), publicado en esta revista, el que desmadejó un tema fundamental: puso en claro
el mecanismo diferenciador que generaba la política cambiaria, en apariencia neutra o que
en todo caso afectaba a la producción de transables en su conjunto. Peretti indagó sobre la
evolución de la competitividad productiva, encontrando la aparente paradoja de que si bien en
comparación con el período previo al Plan de Convertibilidad los indicadores que aproximan
a esta variable experimentan algún retroceso, “dicha variación es leve y no explica las grandes
transformaciones estructurales que sufre el sector agropecuario del área [núcleo sojero/maicera]… en efecto, en el segundo período estudiado desaparecen miles de pequeños productores,
quiebran innumerables cooperativas agrícolas y las empresas que subsisten emprenden profundas
transformaciones, especialmente aumentando su escala a través del alquiler de tierra y la
intensificación de la producción agrícola” (p. 33). Peretti muestra cómo la dinámica de precios
entre los bienes transables y los no transables, que resultan dentro de todo más inmunes a la
competencia externa (fomentada además por la baja generalizada de aranceles a las importaciones,
(Curia, 1991), generó un fuerte cambio en la relación entre el índice de precios al por menor
(IPC) y su par al por mayor (IPIM), regulador del costo de los insumos agropecuarios.
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Diego Fernández
En el sector agrícola pampeano, especialmente vinculado a los mercados externos (tanto en
sus ventas como en sus compras), esto se tradujo en una potente licuación del poder adquisitivo
de los ingresos provenientes de la explotación, al medirlo en términos del IPC. Este desarrollo
impactó de forma desigual según las características de las empresas agropecuarias que
producen los mismos bienes, inclusive mediante funciones de producción tecnológicamente
asimilables: aquellas, pequeñas y medianas, que deben sostener a la familia productora con
el ingreso generado, encuentran que la canasta de consumo se encarece fuertemente, mientras
que el producto se devenga a una paridad congelada. La gran empresa, por su parte, no tiene
que afrontar este “costo”, dado que del total de sus ingresos la proporción que se destina al
consumo personal de sus titulares resulta insignificante.
El señalamiento de Peretti fue posteriormente incluido como importante causal de la
concentración de la producción en obras tan diversas como la de Reca y Parellada (2001), la
de Azcuy Ameghino (2004) y en la Historia del Agro Argentino, de Barsky y Gelman (2001).
El abandono del plan de Convertibilidad supone un cambio drástico de las variables consideradas.
En este plano, se verifica una tendencia inversa, con un tipo de cambio que, luego de
oscilaciones, se estabilizó en un elevado nivel de 3 pesos por dólar. El propósito del presente
trabajo es continuar con esta línea de análisis, y cuantificar el impacto que en este plano tiene
el radical cambio de la política cambiaria.
II. OBJETIVOS, HIPÓTESIS DE TRABAJO Y MÉTODO
Peretti (1999) mostró cómo durante la última década del siglo XX el tipo de cambio propició el
proceso de diferenciación recién expuesto: la dinámica de precios relativos entre bienes transables
y no transables generó un encarecimiento del costo de vida, erogación usualmente oculta en las
ecuaciones de competitividad y costo/beneficio, y que sólo impacta con fuerza sobre aquellas
explotaciones que deben destinar una parte significativa de su margen al sostén de sus titulares.
La hipótesis con la que se trabajará aquí es que la inversión de la política cambiaria (esto es,
la actitud activa por parte del Estado en la estabilización de un tipo de cambio con el dólar
sobrevaluado) impulsó un reacomodamiento de los precios relativos opuesto, anulando este
factor que venía operando en pos del desplazamiento de los productores pequeños y medianos.
Se procederá para analizar estos puntos de la siguiente forma. En primer lugar, se realizará un
estudio histórico económico del proceso que desembocó en la devaluación de enero de 2002.
Luego, se calculará el efecto producido (en un primer momento y su evolución hasta comienzos
de 2008), mediante la construcción y análisis de indicadores que den cuenta del mismo: a) un
indicador del poder de compra del dólar agropecuario, considerando el tipo de cambio efectivo
de los principales cultivos; b) una corrección del anterior incorporando la evolución de los precios
internacionales de los granos; y c) la relación no ya entre inflación minorista y mayorista sino específicamente entre la primera y un indicador de los precios mayoristas de los insumos agrícolas.
Las fórmulas de cálculo de estos indicadores, para una mejor exposición del trabajo, serán
incluidas en el desarrollo del mismo.
Volumen XII - Número 1
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El impacto de la política cambiaria en la estructura agraria pampeana en la primera década del siglo XXI
III. RESULTADOS Y DISCUSIÓN
III. A. La gran devaluación
El valor de la moneda extranjera, en una economía dependiente en tantos aspectos de los
mercados internacionales de capitales y mercancías como es la argentina, es una variable
que resulta determinante en la planificación de cualquier actividad económica. Cuando se
trata de una como la agricultura pampeana, vinculada con muchas menos mediaciones con
dichos mercados, el impacto que se genera al variar esta cotización es considerablemente
más inmediato y lineal (2).
El régimen convertible incubó su reverso megadevaluacionista. El sostenimiento del tipo de
cambio a una paridad subvaluada redujo la inflación (sustantivamente en la comparación
con los episodios hiperinflacionarios que marcaron el anterior cambio de década) pero no la
detuvo, lo que se tradujo en una sistemática y acumulativa pérdida de competitividad para
los productores locales de transables. Los déficits sistemáticos en la cuenta corriente del país
–agravados por la ola extranjerizante de buena parte de su aparato productivo, que pronto se
expresó en crecientes salidas en la subcuenta de rentas- se financiaron con un endeudamiento
creciente, pero cada vez más costoso. El gobierno de De la Rúa, intentó salir del problema
recurriendo a políticas contractivas (tanto durante la gestión de Machinea como con el plan
“Déficit 0” de Cavallo, Keifman, 2002), y a la implementación de otras tendientes a lograr una
“devaluación fiscal”. Las mismas consisten en abaratar la producción de los bienes transables
con algunos beneficios concedidos a las empresas productoras (compensando en todo caso
el déficit generado mediante el incremento de la presión en los tributos indirectos –fue el caso
del impuesto a los débitos y créditos bancarios). Cavallo creó así los llamados “planes de competitividad”, mediante los cuales abarataba el costo laboral computando como crédito fiscal
en el IVA a los desembolsos en concepto de aportes patronales, eximía el pago del impuesto
a la ganancia mínima presunta, a la vez que se incrementaba el reintegro a las exportaciones
(Cetrángolo y Jiménez, 2003).
Estos planes, incluso en combinación con la ligera deflación que ocasionaba la prolongada
recesión que azotaba a la economía nacional, no pudieron revertir los problemas que la
rigidez cambiaria generaba, y fueron abandonados (luego de una breve existencia de ocho
meses) mediante la Ley 25.556 de diciembre de 2001.
Tras la caída del gobierno de la Alianza, y luego de un período crítico de inestabilidad política e
institucional, Eduardo Duhalde, electo presidente por una asamblea legislativa, anunció -vía
su ministro de economía Remes Lenicov- la salida formal de la convertibilidad el día 6 de
enero de 2002. Se desdobló el mercado cambiario estableciendo un tipo de cambio oficial de
1,40 pesos por dólar, que regiría para las operaciones de comercio internacional, y un tipo de
cambio libre a determinarse por la oferta y demanda de la divisa. Desde el gobierno se afirmó
que la brecha entre ambas cotizaciones no sería importante, dado que los depósitos están en
el corralito y se retiraron muchos dólares el último año” (La Nación, 07/01/2002), pero este
escenario sólo existió durante unos pocos días. Cuando se abrió el mercado oficial el día 11
de enero, luego de un largo feriado cambiario que se había decretado el 21 de diciembre, el
dólar libre se ubicó en $1,70 para la venta/$1,50 para la compra. El gráfico 1 ilustra la evolución
del cambio promedio en los primeros meses del año.
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La brecha entre las dos cotizaciones fue creciendo, al punto que el BCRA debió intervenir
abasteciendo al mercado paralelo, estableciendo como casa de cambio al Banco Nación
(vendiendo a $1,80). Ante lo anárquico que rápidamente se reveló este tipo de comportamiento,
el gobierno decidió finalmente profundizar la devaluación unificando ambos mercados, cerrando
tras exactamente un mes (el 11 de febrero fue la unificación) su experimento de doble tipo
de cambio.
A partir de allí, en un año con oscilaciones cambiarias que incluyeron valores del dólar que
por momentos se acercaron a los $4 (promediando los $3,31), el precio de la divisa se estableció en un nivel elevado, que con el paso de los meses fue estabilizado por constantes
intervenciones (compradoras) del BCRA en alrededor de los 3 pesos. El gráfico 2 expone las
cotizaciones mensuales del dólar a partir de abril de 2002.
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Una situación de profunda recesión como la que caracterizó al final de la década del 90 -el PBI
comenzó su caída en el último trimestre de 1998, según INDEC- y el nivel al cual había caído la
demanda agregada (combinación de un fuerte retroceso de la inversión y de una tasa de desocupación que se ubicaba en un récord histórico), posibilitaron que se lograra, en palabras de
Roberto Lavagna, convertir a la Argentina “en el caso más exitoso de devaluación del mundo”
(Clarín, 28/11/2003). ¿A qué se refería, exactamente, con esta criticada declaración el nuevo
Ministro de Economía? El gráfico 3 expone la evolución nominal de los precios en el país (3).
Los precios internos no se movieron al paso del dólar, sino que por un considerable período
de tiempo quedaron fuertemente rezagados respecto de aquel. La inflación minorista fue de
un 41% en 2002 (muy por debajo del incremento del tipo de cambio), y recién equipararía en
su variación a la de la divisa estadounidense luego de 2008, mientras que la mayorista sólo
a mediados de 2007 alcanzaría al dólar, ya con otra configuración de precios internos (4).
En resumen, y como se aprecia en el gráfico 4, lo que se tiene es que luego de 10 años de un
peso argentino sostenida y progresivamente apreciado, se pasó violentamente a una situación
en la que el poder de compra del dólar en la economía argentina (considerado como la razón
entre el tipo de cambio nominal y el IPC) se multiplicaba. El gráfico 4, por otra parte, permite
apreciar la evolución a más largo plazo y ver cómo la sanción de la Ley de Convertibilidad
a fines de marzo de 1991 no fue sino la cristalización de una política de paridad cambiaria
subvaluada que ya llevaba más de un año de vigencia (descontando los valores extremos de la
serie, se encuentra que el promedio del coeficiente observado durante el mandato de Alfonsín
-2,41- es superior en un 46% al valor observado en mayo de 1990).
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Retornando al salto en el coeficiente que se vincula con la devaluación de 2002, el mismo
tiene importantes implicancias al considerar un sector vinculado de forma directa con los
mercados internacionales -y que por lo tanto devenga sus ventas atadas al dólar-, en el que
existen agentes diferenciados: por un lado, aquellos que vuelcan una parte importante de sus
ingresos a la reproducción de su propia existencia como personas físicas; y, por otro, aquellos
que no incluyen en su ecuación de costos a este tipo de destino del dinero, sino que vuelcan
sus excedentes casi exclusivamente a la compra de los insumos necesarios para regenerar y
ampliar el proceso productivo que los generó. El gráfico 5 ayuda a comprender el cambio
de situación a este respecto para la así definida pequeña producción o producción familiar,
aquella que debe destinar una parte relativamente importante de sus ingresos no a la capitalización y ampliación de su emprendimiento sino al consumo. Considera el poder de compra
del “dólar pampeano” (PCDP), esto es, el tipo de cambio efectivo (que resta a la cotización
nominal E los derechos de exportación R, considerados de forma ponderada de acuerdo a la
producción relativa de los principales cuatro cultivos
es,
respecto del total conjunto, esto
- de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe sumadas),
deflactado según el IPC (corregido según la nota 3) para cada mes (t). Esto es,
Se ha tomado como fuente de las retenciones a las normativas pertinentes (disponibles en
INFOLEG), y de la producción al SIIA.
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En el gráfico se aprecia entonces el gran alivio para este tipo de productores que significó la
devaluación de comienzos de 2002. Aún considerando las retenciones a las exportaciones que
Duhalde rápidamente implementó, para marzo la capacidad de compra del dólar agropecuario
se había incrementado en un 240% respecto a dos meses atrás.
A partir de entonces, sin embargo, la inflación comenzaría a esmerilar ese beneficio cambiario,
fuertemente en 2002 (año que se dijo acumuló una inflación minorista de algo más del 40%), y luego menos intensamente, pero de forma constante, haciendo que entre octubre y noviembre de 2007
el poder de compra de un dólar considerando retenciones retorne al nivel de diciembre de 2001.
Esto no significó que la rentabilidad de los productores de transables volviera a aquella crítica
situación, dado que este retroceso en el tipo de cambio real coincidió en el tiempo con una
fuerte suba de los precios internacionales de los granos. Así, durante todo el período las cotizaciones de estas commodities se mantuvieron en un punto mínimo ubicado por encima del
nivel correspondiente a la crisis de precios con que había cerrado la década anterior.
El gráfico 6 incorpora estas variaciones, corrigiendo la variable construida para el gráfico 5
(PCDP’). Se establece un promedio ponderado, según el peso en producto combinado de la
producción de cada grano, de los precios (P) vigentes en los puertos de Rosario (Soja y Maíz)
y Bahía Blanca (Trigo y Girasol) (Fuente: SAGPyA). Este ya descuenta los derechos de exportación,
y por lo tanto incorpora su reimplantación a partir de febrero de 2002. Se establece una base
12/2001=1 para esta serie, y luego se la utiliza para corregir al cambio oficial. Este cambio
oficial así corregido se deflacta utilizando el IPC (corregido como aclara la nota 3).
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Esto es,
Como se aprecia, la incorporación de los precios eleva e invierte la tendencia que surge de
simplemente considerar el valor del dólar. Recién a comienzos de 2005 el acumulado de inflación logra reducir el poder de compra al por menor del dólar agropecuario a una situación
en la que se coloca en un 50% por encima de su valor en diciembre de 2001. Y a partir de
allí, en oposición a lo que ocurre con la serie más sencilla, el valor de lo exportado en poder
de compra en pesos se incrementa muy considerablemente.
III. B. Impacto diferenciado según el tipo de productor
La comparación más importante en lo que refiere a este artículo, la forma en la cual el tipo de
cambio actúa como diferenciador entre explotaciones de distinto tamaño, es aquella que se
puede establecer en cuanto a los cambios que provoca entre los indicadores de precios que
rigen la vida económica de productores familiares por una parte, y de empresas agrícolas de
gran escala, por otra.
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Una primera aproximación es la que surge de comparar la evolución del IPC en oposición a la de
los precios al mayoreo, siendo que los segundos resultan mucho más influenciados por el valor del
dólar (predomina en estos bienes el carácter transable), y que los primeros están más desacoplados
en ese sentido y que además se caracterizan por poseer una demanda que resulta particularmente afectada por una devaluación (negativamente, como se puede desprender como corolario
del clásico trabajo de Krugman y Taylor, 1978). Para ello se recurre al coeficiente IPIM/IPC. Este
evolucionó, a la inversa de lo ocurrido en los ’90, “a favor” del IPC y en perjuicio del índice
mayorista -esto es, los insumos mayoristas se encarecieron en términos de los precios minoristaslo que habla de un retroceso en la tensión diferenciadora basada en los precios relativos que se
había provocado durante la década anterior. Sin embargo, como se muestra en el gráfico 7 que
presenta la serie ampliada abarcando hasta la década del ‘60, pese a la ventaja que pasan a tener
los productores que destinan sus ingresos a la compra para consumo final, la misma no alcanza
–y de forma considerable- a revertir lo operado durante la década previa. En efecto, el coeficiente
IPIM/IPC se incrementa un 55% entre los meses de diciembre de 2001 y 2002, por la evolución
inflacionaria dispar tras la devaluación, para luego estabilizarse en ese nuevo nivel. El mismo, no
obstante, es un 33% inferior a la relativamente estable paridad promedio que rigió para el largo
período que va desde 1960 hasta 1990 (nuevamente aquí encontramos que al momento
de legislarse la convertibilidad del austral ya la economía había adquirido la base del esquema
macro que luego caracterizaría a la década y que se profundizaría con el transcurso de ésta).
Ahora bien, este análisis puede ser profundizado desestimando la comparación con los precios
mayoristas (pertinentes pero excesivamente generales), suplantándola con un seguimiento de
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los precios de los insumos propios de las funciones agrícolas. Así, se construye aquí el Índice
de Precios de Insumos Agrícolas, IPIA. Para ello se toman datos de la publicación Márgenes
Agropecuarios sobre los costos de 17 insumos i, ponderando según su participación individual
en la inversión de cada uno de los j = 4 principales cultivos (5), ponderados a su vez según el
peso de cada producción en el total de la superficie utilizada:
Con t representando a cada año del período bajo estudio, con base en 2000, PI el precio
de cada insumo i,
la participación en el costo de cada producción j del insumo i, y Tj la
participación porcentual en la superficie empleada por las j actividades de cada una de ellas.
Si se observa este índice de precios específico de la actividad agropecuaria, aparece una
magnificación de esta característica de la década. El IPIM subestima el comportamiento de
los costos agropecuarios, que se reducen muy levemente en dólares (hasta 2006, el IPIA en
dólares sólo cae un 4% respecto de su nivel en 2000, luego en 2007 va incrementarse un
15% medido en dicha moneda, influido por la inflación mundial de las materias primas), lo
que implica un considerable encarecimiento en pesos, lo que está mostrando una correlación
en la presente década mucho más intensa que en momentos previos (tabla 1).
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Como se observa en el gráfico 8, los cambios en los precios relativos que aparejó la devaluaciónrevirtieron el cociente IPIA/IPC al momento previo a la sanción de la ley de convertibilidad.
Sin embargo, la situación es muy lejana a la vigente con anterioridad a la década del ’90,
como también se observa en el gráfico 8.
En síntesis, si bien la devaluación alteró en sentido inverso la tendencia a la desvalorización
de la capacidad adquisitiva de los ingresos agrícolas hacia el mercado de consumo interno
que se verificó en la década del ’90, se arribó a una situación en la que sólo se salió del
nivel más intenso al que se había llegado. La gran brecha con la década anterior, previa a
los violentísimos reacomodamientos de precios relativos que se dieron entre 1989 y 1991,
permanece. Por lo tanto, si bien se encareció relativamente la capacidad de capitalizarse de
la gran empresa, esto ocurrió en un marco acotado.
IV. CONCLUSIONES
El trabajo de Miguel Peretti que se citó al comienzo de este escrito puso luz sobre una cara
oculta del plan macroeconómico que se instrumentó desde el Estado en la década de 1990.
La sobrevaluación del peso implicó una fuerte presión sobre todo productor local de transables, en el que se incluye a la agricultura pampeana. Sin embargo, quedó expuesto su rol de
diferenciador entre explotaciones: al propiciar un reacomodamiento de precios relativos de
tal manera que el costo de vida se encareció de forma sustantiva respecto al índice de precios
mayoristas, generó una pérdida en el margen de maniobra para aquellas unidades productivas en las cuales el sostén del productor titular de la misma y su familia supone un porcentaje
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apreciable de sus ingresos. Aquí se continuó dicho análisis, para observar lo acontecido tras
la devaluación de enero de 2002.
Se concluye que la inversión de la dinámica de precios relativos distó de ser completa, de revertir los efectos diferenciadores acumulados con el correr del Plan de Convertibilidad. Estos
quedaron ciertamente ocultos porque la nueva coyuntura de precios incrementó la masa de
dinero de los márgenes agrícolas, provocando una relativa holgura en cuanto a la capacidad de
consumo de los mismos, como bien se puede apreciar en el gráfico 5 y su versión corregida 6.
Vale decir, hacia comienzos de 2007 un dólar FOB proporcionaba un poder de compra en el
mercado interno de consumo inferior al que lograba en 2001, pero el precio de las commodities
ciertamente compensaba dicha deficiencia, colocando el poder adquisitivo de una tonelada
de granos en más de un 70% por encima.
Ahora bien, pese a esta holgura, se mantiene lo esencial del esquema de precios relativos que
se configuró durante la década previa. Si bien se produjo un fuerte encarecimiento relativo
de los insumos respecto a la canasta de vida, el mismo principalmente se limitó a evaporar
el crecimiento del desfasaje que se fue produciendo a lo largo de la década del ‘90, en concreto
tras la cristalización que supuso la ley de convertibilidad; pero dejando intacta la gran diferencia
con respecto a la situación en los ’80: de hecho, el índice IPIA/IPC se incrementa hasta un
valor un 30% superior respecto del nivel vigente en 1991, pero con el retroceso del tipo de
cambio nominal y la evolución del IPC, ya desde 2003 se estaciona en un valor comparable
al del año de sanción de la citada ley. Esta situación, respecto de la historia previa, es una de
un fuerte retroceso en el poder de compra local del ingreso pampeano en comparación con
procesos de capitalización, favoreciendo objetivamente a aquellas empresas en las que el
costo de consumo de la familia titular sea menor.
V. NOTAS
(1) Tomando palabras de Juan Llach (1998, p: 53), quien había sido funcionario del gobierno de
entonces poco antes: “en términos generales el sector agropecuario está en el buen camino”.
(2) Ver, por ejemplo, el análisis que realiza Eugenio Cap (2002), director del Instituto de
Economía y Sociología del INTA, inmediatamente después de ocurrida la devaluación.
(3) El gráfico 3 presenta los datos oficiales de inflación de INDEC. A partir de comienzos de
2007, la serie es corregida considerando la evolución de datos privados, el promedio entre
los valores que ofrecieron en su momento las consultoras Buenos Aires City y eQuis, consultoras que en el largo plazo ofrecieron estimaciones coincidentes.
(4) Esencialmente, el valor del salario medido en dólares fue disminuido de forma muy sustantiva
en 2002. En Lindemboim, Kennedy y Graña (2010) se tiene un análisis más a fondo del
denominado costo laboral, que excede lo puramente salarial.
(5) Se considera la denominada Unidad de Trabajo Agrícola, la semilla de los cuatro cultivos (que
son el maíz, la soja, el trigo y el girasol), el fosfato diamónico, la urea perlada, el superfosfato
triple, la cipermetrina, la atrazina 50, el Twinpack, el acetoclor, el glifosato, el endosulfan, el
Sencorex, el Lorsban plus y el primagram.
Volumen XII - Número 1
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El impacto de la política cambiaría en la estructura agraria pampeana en la primera década del siglo XXI
VI. BIBLIOGRAFÍA REFERIDA
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Volumen XII - Número 1
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un
índice climático para Pergamino, Argentina
Laura B. Gastaldi1, Daniel Osgood2, Guillermo Podestá3 y Daniel Lema4
Resumen
Un instrumento novedoso para gestionar riesgos climáticos es el seguro basado en índice
climático. Pese a su creciente difusión en el mundo, estos seguros también llamados paramétricos, no se utilizan en la Argentina. En este trabajo se diseña y evalúa una cobertura
hipotética para sequía en soja de primera ocupación. El seguro se planeó para el partido
de Pergamino, considerando el comportamiento de las lluvias registradas en el lugar entre
las campañas agrícolas 1931/1932 a 2009/2010. Se definió “evento de sequía” cuando las
lluvias acumuladas entre el 21 diciembre y el 20 de febrero (período de cobertura – etapa
de floración) fueron inferiores a 130 mm. Dicho valor, denominado índice disparador, fue
utilizado para estimar retrospectivamente las indemnizaciones que hubiesen tenido lugar
entre 1931/1932 y 2009/2010. Este seguro hipotético hubiese indemnizado en 13 de las
79 campañas analizadas. La máxima indemnización hubiese sido del 100% en la campaña
1942/1943. La frecuencia de pago y el monto de la indemnización fue variable a lo largo de
los años, variando consecuentemente la prima asociada a la cobertura. El mayor desafío reside
en la selección correcta de los parámetros a utilizar y de los supuestos sobre el comportamiento
futuro de las lluvias, que determinarán el premio del seguro. Finalmente, se menciona la continuidad de este trabajo orientado a estudiar metodologías de diseño de seguros basados en
índices para cultivos anuales y de cotización en diferentes escenarios climáticos.
Palabras claves: seguro índice - soja - sequía - Pergamino, Argentina
Clasificación temática: Sistemas agropecuarios y agroindustriales
Abstract
Climate index insurances are a new tool to manage climate risks. Despite these insurances are
used in the world, they are not used in Argentina. In this paper we designed and checked an
hypothetical coverage against drought affecting soybean. This insurance was designed for Pergamino using rainfall data since 1931/1932 to 2009/2010. We called “drought event” when accumulated rainfall between 21 December and 20 February (coverage period – flowering fase) were
less than 130 mm. This value, named trigger index, was used to estimate payouts since1931/1932
to 2009/2010. We found that this insurance would have paid in 13 of 79 crop annual periods
analyzed. The maximum payout was 100% and it would have occurred in 1942/1943.
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria EEA Rafaela, [email protected]
International Research Institute for Climate and Society (IRI-Columbia University) - [email protected]
3
University of Miami RSMAS/MPO - [email protected]
4
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria IES – UCEMA - [email protected]
1
2
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood, Guillermo Podestá y Daniel Lema
The amount and frequency of payouts were variable through years and they affected the
premium. The correct selection of parameters and rainfall future assumptions are the most
important challenges, because they will affect insurance premium. Finally, we will continue
this research in order to study design methodologies of climate index insurance for annual
crops and pricing methodologies in different climate sceneries.
Key words: index insurance - soybean - drought - Pergamino, Argentina
I. INTRODUCCIÓN
El cambio climático está incrementando la frecuencia e intensidad de eventos adversos de
carácter sistémico o catastrófico, cuyos daños alcanzan extensas regiones en donde se desarrolla la producción agropecuaria, poniendo en riesgo la estabilidad de las empresas del
sector, en especial de las más pequeñas, y perjudicando la economía de los países afectados
por la contingencia climática.
La Región Pampeana de la Argentina es una de las principales áreas agrícolas del mundo
(Calviño and Monzón, 2009; Viglizzo et al., 1997; Hall et al., 1992). En esta región, la mayor
fuente de variabilidad climática interanual es el fenómeno El Niño - Oscilación del Sur ENSO en sus siglas en inglés - (Barros y Silvestri, 2002; Grimm et al., 2000; Montecinos et
al., 2000; Ropelewski y Halpert, 1987), habiéndose demostrado una vinculación entre la
ocurrencia de fases extremas de este fenómeno (eventos El Niño o La Niña) y las precipitaciones estivales (Boulanger et al., 2005); período de implantación y desarrollo de los cultivos
de verano.
La soja es el principal cultivo de verano en la Región Pampeana Argentina, y ha ocupado en
los últimos cinco años entre el 70% al 80% de la superficie destinada a la cosecha gruesa.
Esta actividad tiene enorme importancia para la economía nacional, generando anualmente
unos 24.000 millones de dólares y aportando alrededor de 7.000 millones de dólares en concepto de impuestos a la exportación (Mira, 2011). Este cultivo es vulnerable al estrés hídrico
en el período de floración y hasta fin de la etapa de llenado de grano (Sinclair et al., 1992;
Sinclair et al., 2007). El estrés hídrico afecta además la fijación de N, influyendo de manera
negativa sobre el rendimiento (Serraj et al., 1998). El período de siembra y desarrollo también
es susceptible a déficits de lluvias, aunque su efecto negativo es menor en relación con la
etapa de floración. Los excesos de lluvia, en cambio, resultan especialmente dañinos durante
el período recomendado de cosecha.
Las acciones para reducir el riesgo climático - o de cualquier tipo como precios, plagas y
enfermedades, etc. - pueden ser clasificadas en tres grupos: (a) de gestión o manejo del riesgo
a cargo del productor – es decir, dentro de la explotación agropecuaria -, (b) programas de
ayuda pública, y (c) de tercerización o transferencia - total o parcial - del riesgo desde el productor hacia entidades aseguradoras. El mercado de seguros agroclimáticos en Argentina se
ha desarrollado a partir de coberturas que requieren inspección in-situ para inspeccionar las
consecuencias derivadas de la ocurrencia de un evento climático adverso y para determinar
las pérdidas productivas y la indemnización correspondiente. En general, este tipo de seguros
Volumen XII - Número 1
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
está sujeto a costos de administración significativos. Otro inconveniente es la posibilidad que
exista riesgo moral, asociado con la falta de incentivos que tiene el asegurado para adoptar
acciones preventivas que disminuyan los riesgos de pérdida, ya que las mismas son cubiertas
por las aseguradoras (Varian, 1996).
Un tipo de cobertura novedosa es el seguro basado en un índice climático (Collier et al., 2009;
Hellmuth et al., 2009; Skees et al., 2008; Deng et al., 2007; Chen and Roberts, 2004; Martin
et al., 2001); considerado como una solución promisoria para el sector agrícola de países en
desarrollo (Boulanger y Penalba, 2010). En este tipo de instrumentos, la pérdida productiva se
estima a partir de una o más variables climáticas correlacionadas con los rendimientos. De esta
manera, lo que se asegura es un nivel del índice por debajo (o por encima) del cual corresponde
indemnizar. También llamados paramétricos, estos seguros se desarrollaron originalmente en
el sector energético para compensar la exposición a temperaturas extremas indicadas por los
grados-días acumulados de calor y/o frío (HDD y CDD en sus siglas en inglés, respectivamente) (Martin et al., 2001). En la década del 2000 comenzaron a implementarse en el sector
agropecuario, existiendo experiencias en países como España, México, Etiopia, Malawi y
Nicaragua entre otros (Agroasemex, 2006; Enesa, 2011; Osgood et al., 2007).
En Argentina los seguros basados en índices no están autorizados (Boulanger y Penalba, 2010).
Galetto et al. (2011) señalan que ello responde a razones de interpretación de la Ley 17418
del año 1967, que regula el contrato de seguros en Argentina, referidas a que el “daño” de un
“evento previsto” sea verificado in-situ. Adicionalmente, desde la Superintendencia de Seguros
de la Nación Argentina (SSN) se aprecia a los seguros paramétricos como una innovación, y
es razonable esperar de parte de los reguladores estatales cierta prudencia a la hora de evaluar
su introducción en el mercado, sobre todo si se tiene en cuenta que no existen en el país
experiencias comerciales dirigidas a productores . No obstante, diferentes compañías aseguradoras de Argentina y también la Oficina de Riesgos Agropecuarios de la Nación (ORA),
consideran de interés el desarrollo de este tipo de productos e implícitamente estiman factible
una adaptación del marco regulatorio para incluir esta modalidad de seguros (Galetto et al.,
2011).
Dentro de este marco, el objetivo de este trabajo es diseñar y evaluar una propuesta de
cobertura de sequía en soja basada en un índice climático, para un sitio representativo de la
Región Pampeana Argentina.
II. METODOLOGÍA
El seguro se diseñó para soja de primera ocupación en la zona de Pergamino, Provincia de
Buenos Aires (33°54’40.78”S- 60°36’22.49”W), cultivo que ocupa el 57% de la superficie
agrícola respecto al 16% de soja de segunda o el 15% del maíz. La elección de este sitio se
basó en la disponibilidad de información y en el hecho que el riesgo asociado a cambios
en la cantidad y frecuencia de las lluvias es percibido por los agricultores zonales como un
problema relevante para los próximos 10 años (Cabrini y Calcaterra, 2008). Adicionalmente,
se trata de una zona es donde existe una alta disposición a la toma de seguros agrícolas. Por
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood, Guillermo Podestá y Daniel Lema
ejemplo, en la campaña 2006/2007 el 95% de la superficie sembrada con soja fue asegurada
contra granizo a un rendimiento medio de 25 qq/ha (Cabrini y Calcaterra, 2008), siendo el
rendimiento medio zonal de 32 qq/ha (campañas 2007/08 a 2009/10, SAGPyA)
a) Diseño del seguro
Para el diseño de la cobertura se consideraron los siguientes parámetros.
• Evento climático cubierto: Déficit de lluvias.
• Estación meteorológica de referencia: Se emplearon datos pluviométricos de la estación
meteorológica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Pergamino. Los
datos cubren el período julio 1931 - junio 2010 y presentan la siguiente distribución: i) mediana: 943,10 mm anuales; ii) cuartil 1: 802,3 mm; iii) cuartil 3: 1134,10 mm; iv) máximo:
2014,6 en el período julio 2006-junio 2007; v) mínimo: 511,9 mm entre 1949-1050. En la
Figura 1 se expone el comportamiento histórico de las lluvias anualizadas entre julio y junio,
la media anual y coeficiente de variación decádico. El promedio anual de lluvias más alto
de toda la serie se asoció con la década del 2000, como así también la mayor variabilidad
interanual.
Figura 1. Comportamiento histórico de las precipitaciones en Pergamino.
Período anualizado: julio 1931-junio 2010. Promedio y coeficiente de variación decádico.
• Período de cobertura (pc): Es el período, medido en días, durante el cual la ocurrencia del
evento climático cubierto es pasible de ser indemnizado; parámetro que puede variar entre
contratos y que debería ser acordado entre el productor y la compañía aseguradora. En este
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
trabajo se consideró un período de 62 días desde el 21 de diciembre y el 20 de febrero inclusive.
Estas fechas se establecieron considerando la fenología asociada a una soja de primera ocupación (grupo de madurez IV largo) sembrada durante los primeros diez días de noviembre.
• Índice climático: Se consideraron las lluvias diarias acumuladas durante el período de
cobertura, expresadas en milímetros (mmpc). Para calcular las precipitaciones acumuladas,
los valores diarios de lluvias se truncaron en 70 mm (máximo permitido), asumiendo que
volúmenes de precipitación superiores a ese nivel se pierden por escorrentía.
• Índice disparador (mmd): Es el valor de lluvias acumuladas durante el período de cobertura
(mmpc) que activa el mecanismo indemnizatorio. Este parámetro también puede variar entre
las coberturas y debe acordarse entre las partes (productor y compañía aseguradora). En esta
propuesta se consideró un índice disparador de 130 mm, siendo la normal histórica asociada
a pc de 226 mm. Los requerimientos de agua de la soja de primera en la región varían según
Andriani (2000) entre 450 y 650 mm. De esta manera, esta propuesta de seguro garantizaría
que entre el 20 - 30% de esos requerimientos de agua se registren en el período de cobertura.
• Índice de salida (mms): Es el valor del índice por debajo del cual se indemniza el 100% de
la suma asegurada. Se seleccionó considerando el valor mínimo de mmpc registrado en Pergamino durante el período 1931-2010, redondeado al número entero más cercano -50 mm-.
• Suma asegurada: Es el capital sobre el cual se calcula la indemnización.
A partir de los parámetros mencionados se determinaron retrospectivamente las campañas en
las cuales el seguro hubiese indemnizado y la frecuencia de ocurrencia de los pagos, donde:
• Derecho a indemnización
• Frecuencia de ocurrencia de las indemnizaciones
Nº de indemnizaciones / N° de años analizados
• Probabilidad de pago
N° de años analizados / Nº de indemnizaciones
• Monto de la indemnización (i)
Se calculó siguiendo dos esquemas de pago. El primero fue llamado pago de tipo progresivo
(en adelante PP), y en éste la indemnización varía entre 0 y 100% de la suma asegurada.
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood, Guillermo Podestá y Daniel Lema
El segundo esquema de pago es llamado “ocurrencia-severidad” (en adelante POS), propuesta introducida en Gastaldi et al, (2009). En este caso, se acuerda en la póliza un % fijo
que compensaría la ocurrencia del evento (mmpc < mmd) y el porcentaje restante hasta alcanzar el 100% de la suma asegurada indemnizaría la severidad del evento. En este trabajo
se consideró un % fijo de indemnización del 25% de la suma asegurada, considerando la
relación existente entre los costos de implantación y protección zonales (Revista Agromercados, 2011) y el rendimiento medio zonal (8 qq/ha y 32 qq/ha, respectivamente).
b) Evaluación del seguro
La evaluación de la cobertura se realizó siguiendo la metodología propuesta por Osgood et
al. (2007). Consistió en un análisis de correlación entre la serie histórica de indemnizaciones
asociadas al seguro hipotético, en donde se integra momento y monto de las compensaciones, con series de pérdidas de rendimientos de soja que reflejan aquellas campañas agrícolas desfavorables pasibles de haber sido indemnizadas.
Las series de pérdidas de rendimientos de soja se construyeron con datos estadísticos y simulados de producción. Las estadísticas de rendimientos corresponden a las estimaciones que
anualmente realiza la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGPyA)
para el cultivo de soja en general, es decir sin especificar si corresponde a primera o segunda
ocupación. La serie utilizada se extiende desde 1980/1981 hasta 2009/2010, y fue corregida
por tendencia para remover posibles variaciones productivas asociadas al factor tecnológico.
Por su parte, los datos simulados de rendimientos fueron obtenidos para el período 1931-2010
con un software denominado Weather Index Insurance Educational Tool (WIIET), del Instituto
Internacional de Investigación en Clima y Sociedad (IRI) (Osgood et al., 2007). Este software
contiene un módulo que permite estimar las necesidades hídricas de cultivos (ISNH ó WRSI
en sus siglas en inglés), cuyo índice de satisfacción se asumió próximo del rendimiento (variable proxy). Esta estimación se basa en una ecuación que considera el comportamiento diario
de las lluvias durante el ciclo del cultivo (en este caso soja sembrada en la primera década de
noviembre en Pergamino) valores de evapotranspiración potencial (referenciales para la zona
de Pergamino), y coeficientes del cultivo (Kc) y de factor de respuesta de productividad (Ky)
(referenciales publicados por FAO).
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
Para generar las series de pérdidas de rendimientos de soja, se procedió en primer lugar a
seleccionar un rinde disparador (rd), por debajo del cual la campaña se consideró desfavorable.
Este rinde disparador se determinó teniendo en cuenta la cantidad de años en que el seguro
hubiese indemnizado (probabilidad de pago), asumiéndose la misma proporción de campañas
desfavorables. Por ejemplo, si la probabilidad de pago asociada al seguro fue del 20%, el
rendimiento crítico se calculó considerando el rendimiento de la serie asociado al percentil
0,20. Luego, la pérdida surgió de la diferencia entre el rendimiento disparador y el rendimiento
medido en cada campaña (rc), donde:
• Monto de la pérdida productiva (p)
Si rc ≥ rd Pérdida = 0
Si rc < rd Pérdida = rd - rc
En la Tabla 1 se presenta la estructura de la serie de indemnizaciones y en la Tabla 2 la estructura
correspondiente a la serie de pérdida de rendimientos.
Tabla 1. Estructura de la serie histórica de indemnizaciones.
Tabla 2. Estructura de la serie histórica de pérdidas de rendimientos.
Adicionalmente, se examinó la correspondencia existente entre las campañas indemnizadas
respecto a las campañas productivamente desfavorables, mediante indicadores utilizados para
evaluar situaciones de tipo dicotómicas (WWRP/WGNE Joint Working Group on Verification).
Para ello, la cantidad de períodos indemnizados (no indemnizados) y de campañas agrícolas
desfavorables (favorables) se organizaron en una tabla de contingencias, según ejemplo
presentado en la Tabla 3.
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood, Guillermo Podestá y Daniel Lema
Tabla 3. Tabla de contingencias
Luego, los indicadores calculados fueron:
• Desempeño del seguro = (pago correcto+correcto no pago)/(total general)
• Probabilidad de pago correcto = (pago correcto)/(pago correcto+no pago)
• Probabilidad de pago incorrecto = (pago incorrecto)/(correcto no pago+pago incorrecto
• Sesgo = (pago correcto+pago incorrecto)/(pago correcto+no pago)
c) Costo del seguro
El costo total de un seguro se denomina premio y se calcula sumando a la prima comercial
(valor monetario necesario para hacer frente al pago de las indemnizaciones previstas) los
gastos operativos y utilidad pretendida por las empresas aseguradores, además de los impuestos
y tasas que gravan la actividad. En este trabajo, sólo se estimó la prima comercial, que se
interpreta como el precio mínimo que el asegurado debería pagar al asegurador por el seguro
de sequía para soja de primera ocupación.
La prima comercial se valoró a partir del promedio de la serie histórica de indemnizaciones
(Tabla 1). También puede calcularse multiplicando la frecuencia de pagos y el valor medio de
indemnización de los años en que se registraron compensaciones. La prima se estimó suponiendo
diferentes escenarios, construidos a partir del comportamiento de las precipitaciones en
Pergamino entre 1931-2010 y de subperíodos de esa serie.
III. RESULTADOS
a) Características del seguro y comportamiento histórico potencial
En la Tabla 4 se resumen los parámetros que describen la cobertura propuesta de déficit de lluvias
en soja diseñada en este trabajo. El capital a asegurar se expresaría en quintales totales de soja,
teniendo en cuenta la superficie implantada (asegurada) y un rendimiento por hectárea, que
estaría limitado como máximo a la media zonal de los últimos cinco años. Luego, en función
del precio de la soja disponible en el momento de la suscripción se fijaría la suma asegurada
en términos monetarios5. La suscripción del seguro debería realizarse como mínimo un mes
antes del inicio del período de cobertura. A la suscripción, debería presentarse el comprobante
de inscripción en el Registro Nacional de productores de granos de cereales y oleaginosas
como así también documentación referida a los volúmenes comercializados en años anteriores
para evitar la utilización del seguro con fines especulativos.
5
Se está evaluando un producto combinado clima-precios, para cubrir ambos riesgos en una misma póliza
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
Tabla 4. Cobertura de sequía para soja de primera ocupación en el Partido de Pergamino.
En la Figura 2 se exponen las campañas en las cuales el seguro debería haber indemnizado
dado que mmpc < mmd = 130 mm.
Figura 2. Comportamiento histórico de las lluvias durante el ciclo de soja de primera ocupación
(1/11 al 31/03) en Pergamino. Eventos de déficit de lluvias indemnizables.
En las 79 campañas agrícolas analizadas (1931/32 a 2009/10) se registraron en Pergamino
13 eventos de déficit de lluvias pasibles de haber sido indemnizados, dando en promedio
un (1) pago cada seis (6) años, es decir una probabilidad de pago de 0,16. El déficit de precipitaciones más pronunciado ocurrió en la campaña 1942/1943, con lluvias acumuladas
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REVISTA ARGENTINA DE ECONOMÍA AGRARIA
Laura B. Gastaldi, Daniel Osgood, Guillermo Podestá y Daniel Lema
en el período de cobertura menor al índice de salida propuesto (mmpc 48,3 mm vs mms
50 mm). También fue muy seco el año agrícola 1961/1962 donde sólo llovieron 69,4 mm. A
partir de la década del ´70, la ocurrencia de eventos de déficit de lluvias se fue reduciendo
y durante esos años y hasta principios de los ’80 el seguro no hubiese indemnizado. Luego,
comenzaron a registrarse otros episodios de déficit de lluvias, destacándose las campañas
2007/2008 y 2008/2009 (mmpc 116,5 mm y 118,1 mm, respectivamente). Sólo en dicha
ocasión se registraron dos años consecutivos de pagos.Tomando como ejemplo la campaña
2008/09, la indemnización PP debería haber sido el 14,9% de la suma asegurada. Entonces,
si un productor agrícola de esa región hubiese asegurado 100 ha de soja a un rendimiento medio de 32 qq soja/ha, hubiese recibido una compensación equivalente a 476,8 qq soja, o la
producción de 14,9 ha.
Indemnización (2008/09) = [(130 mm – 118,1 mm) / (130 mm – 50 mm)] * 100
Indemnización (2008/09) = 14,9% de la suma asegurada.
Si el agricultor hubiese optado por un esquema POS, la indemnización hubiese sido del
36,16% de la suma asegurada.
Indemnización por ocurrencia (2008/09) = 118,1 mm < 130 mm = 25% de la suma asegurada
Indemnización por severidad (2008/09) = (130 mm–118,1 mm) x (75%/(130 mm–50 mm)
Indemnización por severidad (2008/09) = 11,16% de la suma asegurada
Indemnización “ocurrencia-severidad” (2008/09) = 25% + 14,06%
Indemnización “ocurrencia-severidad” (2008/09) = 36,16% de la suma asegurada.
En la Figura 3 se presentan los valores de indemnización PP y POS de las 13 campañas agrícolas
pasibles de haber sido compensadas en Pergamino, entre 1931/32 – 2009/10.
Figura 3. Indemnizaciones históricas en Pergamino, asociadas a un seguro hipotético basado
en índice de lluvias contra sequía en soja de primera ocupación.
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
Las indemnizaciones PP de las campañas 1934/35 y 1987/88 hubiesen sido en términos
monetarios casi despreciables para el productor agrícola, con valores de 1,8% y 2,6% de la
suma asegurada, respectivamente. Esta situación podría ocasionar reclamos, e incluso hacer
fracasar la comercialización del seguro en campañas siguientes, dado que no habría incentivos a seguir contratando un seguro cuya compensación asociadas es, en algunas campañas,
muy baja. Bajo este supuesto, el mecanismo de indemnización POS sería más conveniente.
Pero por otro lado, el costo del seguro está asociado con las indemnizaciones que se prevén
pagar; entonces una cobertura con PP sería económicamente más accesible impulsando su
comercialización.
Otro factor que podría incentivar o desincentivar la intención de contratar un seguro es la
frecuencia de pago de las indemnizaciones. En este sentido, pagos muy frecuentes, por ejemplo menores a tres años, derivarían en una cobertura costosa y por lo tanto financieramente
inaccesible para los productores más pequeños. En el otro extremo, pagos pocos frecuentes,
por ejemplo una vez cada diez años, no serían atractivos para el agricultor dado que no percibiría la utilidad de transferir el riesgo de déficit de lluvias a terceros. En este último caso, se
podría incrementar el índice disparador (mmd) para aumentar la frecuencia de pago, pero sin
desatender que el objetivo del seguro es paliar una situación “real” de déficit de lluvias que
afecta el cultivo, evitando contratos diseñados sólo con fines comerciales.
En líneas generales, los interrogantes que surgen durante el diseño de una cobertura basada
en índices -referidos a disparador más adecuado, probabilidad y frecuencia de pago, etc.tienen habitualmente respuesta en los mismos agricultores. Al respecto Patt et al. (2008),
indican que la participación de los agricultores es clave para lograr el éxito de las coberturas basadas en índices, además de una clara comunicación sobre sus alcances, ventajas y
desventajas. Adicionalmente, resulta imprescindible conocer la demanda potencial y la disposición a pagar por este tipo de productos, que podrían ser estimadas mediante valoración
contingente, como lo realizado en Galetto et al. (2011)
b) Evaluación del seguro
En la Figura 4 se presentan los rendimientos zonales de soja del período 1980/1981 a 2009/2010
(30 campañas) estimados a partir de los datos de SAGPyA. El componente de tendencia fue
removido de la serie y los rendimientos expresados en términos relativos. El rendimiento disparador por debajo del cual la campaña se consideró desfavorable se correspondió con el
índice 0,88, identificándose a partir del mismo 5 campañas críticas de las 30 analizadas. La
proporción entre campaña productiva desfavorable y total de campañas analizadas (5/30)
es equivalente a la probabilidad de pago de la cobertura propuesta (0,16). Para cada una
de estas campañas desfavorables se estimó la pérdida correspondiente, siendo cero en las
campañas restantes. De esta forma, la serie de pérdidas de rendimientos quedó conformada
con 5 valores de pérdida y 25 valores iguales a cero.
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Figura 4. Rendimiento relativo de soja estimado a partir de datos publicados por SAGPyA. Campañas
pasibles de ser indemnizadas (identificadas en color rojo)
Esta serie de pérdida de rendimientos, generada con las estimaciones de rendimientos de
SAGPyA, se correlacionó en un 30% con la serie de indemnizaciones PP y en un 33% con la
serie de indemnizaciones POS, ambas presentadas en la Figura 3. Estos valores de correlación
deben interpretarse teniendo en cuenta que:
i) Las estimaciones oficiales de rendimientos de SAGPyA, utilizadas para generar la
serie de pérdidas productivas, incluyen tanto soja de primera como de segunda
ocupación; mientras que el seguro fue diseñado para cubrir déficit de lluvias de
soja de primera únicamente. Por lo tanto, pueden registrarse pérdidas rendimientos
asociadas sólo a soja de segunda que el seguro hipotético no indemnizará, y
viceversa.
ii) El seguro sólo contempla las lluvias acumuladas en el período reproductivo y no
considera las condiciones previas a la siembra y durante la emergencia del cultivo
que también pudieron afectar los rendimientos.
Puntualmente, el seguro hubiese indemnizado en las campañas 1982/1983 y 2008/2009,
donde efectivamente se registraron pérdidas de producción según surge de la comparación
entre las Figuras 3 y 4. Sin embargo, también hubiese indemnizado en otras campañas
como 1984/1985, 1987/1988 y 2007/2008 donde, según las estadísticas de SAGPyA, los
rendimientos fueron relativamente normales. Estos “falsos” disparos o “pagos incorrectos”
podrían asociarse al hecho que la soja tiene una gran plasticidad y puede recomponerse
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
de períodos deficitarios de lluvias, incluso ocurridos durante floración. De esta manera, el
seguro dispara y paga a pesar que la cosecha es luego aceptable.
Por el contrario, el seguro no hubiese disparado en las campañas 1993/1994 y 1996/1997,
donde según las estimaciones realizadas con los datos de SAGPyA se registraron pérdidas
de rendimiento (Figura 4). Esta falta de correspondencia puede deberse a que la soja fue
afectada de manera negativa por otros factores ajenos a las lluvias de floración, y por ello
el seguro no disparó. Precisamente, en dichas campañas agrícolas se registraron brotes
de cancro del tallo de la soja, cuyas pérdidas y causas están indicadas en Wrather et al.
(1997a) y Wrather et al. (1999b), algunas de las cuales se asociaron con la uniformidad de
germoplasma y la falta de rotación de cultivos, es decir, causas relacionadas con el manejo
técnico del cultivo de soja.
En la Figura 5 se presentan los rendimientos zonales estimados a partir del ISNH desde
1931/1932 a 2009/2010, indicándose en color rojo las campañas más críticas de todo
el período analizado (rendimiento disparador: 0,71). En este caso, la serie de pérdidas
productivas elaborada con el ISNH se correlacionó en un 46% con la serie de indemnizaciones PP y en un 38% con la serie de indemnizaciones POS. Si bien nuevamente
existieron campañas en donde el seguro no hubiese disparado, en las dos peores campañas
(1942/1943 y 1949/1950) la cobertura hubiese tenido un óptimo comportamiento; también
en 1982/1983.
Figura 5. Rendimiento relativo de soja estimado a partir del índice de satisfacción de necesidades
hídricas (ISNH). Campañas pasibles de ser indemnizadas (identificadas en negro).
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En la Tabla 5 se presentan los indicadores de eficiencia asociados a situaciones dicotómicas.
La correspondencia entre tipo de disparo (correcto o incorrecto) y campaña productiva (pasible
de ser indemnizada o no) puede considerarse adecuada, dado que en el 80% de los años el
seguro se comportó conforme a la campaña productiva. También fue aceptable la relación
existente entre la cantidad de indemnizaciones pagadas en los 79 años analizados y el total
de campañas pasibles a haber sido indemnizadas. Sin embargo, este valor de sesgo no tiene
en cuenta si también existe correspondencia entre el año en que se registra el pago y el año
en que la campaña agrícola fue desfavorable. Cuando se considera esto último, sólo el 40%
de las campañas desfavorables fueron indemnizadas. Nuevamente, esto puede deberse a que
las pérdidas productivas se debieron a factores ajenos a las condiciones pluviométricas en
floración, riesgo cubierto por el seguro propuesto.
Tabla 5: Indicadores de eficiencia del seguro. Período 1931/32 a 2009/10.
c) Costo del seguro
Para finalizar, se presenta el precio mínimo que tendría el seguro propuesto en caso de
ser comercializado. Se trata de un valor mínimo porque sólo se midió la prima pura
sin considerar los gastos de administración y el costo de capital que deben afrontar las
compañías aseguradoras para ofrecer coberturas en el mercado real. Esta prima fue estimada suponiendo diferentes escenarios de comportamiento de las lluvias futuras, y para
las dos propuestas de cálculo de la indemnización (PP y POS). Los resultados se sintetizan
en la Tabla 6. En primer lugar se indica el tramo de la serie histórica de lluvias utilizada
para construir el escenario, el número de campañas analizadas y el comportamiento de las
lluvias durante el período de cobertura propuesto en este seguro. Luego, los parámetros
asociados a la cobertura referidos a cantidad de indemnizaciones, lluvias promedio de los
períodos indemnizados, frecuencia de pago; y finalmente la prima pura asociada a cada
esquema de cálculo de la indemnización (PP y POS).
Bajo el supuesto que las lluvias futuras se comportarán según lo registrado en el primer escenario, el seguro propuesto debería comercializarse a un precio mínimo del 5,9% de la suma
asegurada para el esquema PP y del 8,5% para POS. Este escenario es el más pesimista, dada
la severidad de los eventos de déficit de lluvias durante el período de cobertura del seguro.
Si en cambio, se pronostica un comportamiento de las lluvias como en el cuarto escenario,
la cobertura sería más económica por la menor ocurrencia de eventos de sequía y de menor
magnitud.
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
Tabla 6. Seguro de sequía en el período de floración de soja de primera ocupación en Pergamino.
Prima pura asociada a diferentes escenarios supuestos de las lluvias futuras.
En términos generales, la sensibilidad que experimenta la prima pura a los diferentes
escenarios, indica la necesidad de utilizar información climática adicional, proveniente de
pronósticos y/o escenarios multivariados, para una correcta cotización que garantice la viabilidad
comercial de este tipo de coberturas. En este sentido Greene et al., (2008), indican que resulta
trascendental, revisar, adaptar y mejorar los contratos de manera anual para que los seguros
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indexados puedan incorporar los nuevos conocimientos del clima local y regional y mantenerse
a la par del cambio climático.
IV. COMENTARIOS FINALES
En este trabajo se presentó una propuesta de seguro basado en un índice de lluvias, para
sequía en soja de primera ocupación en Pergamino; evaluada con datos históricos y simulados de rendimientos.
La evaluación resultó promisoria considerando que la propuesta de seguro sólo contempla
las lluvias durante el período de floración de la soja, excluyendo otros factores que también
pueden afectar los rendimientos como las lluvias durante la emergencia y/o madurez del
cultivo, las temperaturas y factores de tipo biológicos (plagas, enfermedades, etc) entre otros.
No obstante, sería necesario revisar los parámetros utilizados -período de cobertura e índices
disparadores y de salida- y poner a consideración de productores agrícolas de la región.
Adicionalmente, se debieran explorar otras alternativas de coberturas basadas en índices
climáticos, combinando datos de lluvias y temperaturas.
Tampoco se debiera descartar el uso de seguros basados en índices de rendimientos, de
naturaleza multirriesgo y ligados a disparadores de tipo regional; es decir, si los rendimientos
de la región son menores a un determinado valor, entonces corresponde indemnizar. Estas
coberturas son una opción interesante, pero presentan algunas desventajas en relación con
el seguro climático propuesto en este trabajo. En primer lugar, resulta más confiable un dato
de lluvia medido en una estación meteorológica oficial, que un valor de rendimiento zonal
estimado a partir de una metodología convenida. En segundo término, existen diferencias en
la oportunidad de cobro de la indemnización. En un seguro basado en índice de rendimiento
el agricultor debe esperar que se determinen los rendimientos regionales para saber si le
corresponde o no una indemnización, lo cual retrasaría su cobro mucho tiempo después de
haber cosechado. A diferencia, en un seguro basado en un índice de lluvias, es posible determinar si corresponde indemnizar al finalizar el período de cobertura (20 de febrero en esta
propuesta de seguro). Consecuentemente, el productor estaría cobrando la indemnización
en época de cosecha, cuando generalmente vencen los compromisos financieros adquiridos
con proveedores de insumos y servicios.
Finalmente, se menciona la continuidad de este trabajo, que se orientará a estudiar metodologías de diseño de seguros índices para cultivos agrícolas compartidas con productores
agrícolas, y cotización utilizando escenarios climáticos.
Agradecimientos
Se agradece la colaboración de los Dres. Federico Bert y Walter Baethgen. También, los
comentarios realizados por Jessica Sharof y Michael Norton del International Research Institute for Climate and Society.
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Seguro contra déficit hídrico en soja basado en un índice climático para Pergamino, Argentina
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