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¿Desactivan el ocio y el turismo la democracia política? Paradojas del Estado del
Bienestar.
José Nácher
Universidad de Valencia. Departamento de Economía Aplicada.
1. Introducción.
En este trabajo presento el argumento de que cierta eficacia del Estado del Bienestar ha
creado las condiciones para que los ciudadanos se despreocupen razonablemente del mismo
porque prefieren otras actividades relativamente nuevas que rivalizan con el tiempo politico.
Propongo primero una sencilla teoría de agentes buscando bienestar que rivaliza con el homo
economicus de la Economía Convencional. La teoría parte de Max Weber, A.O. Hirschmann
y Amartya K. Sen. Muestro cierto éxito del Estado del bienestar en un contexto de cambio
tecnológico ahorrador de trabajo y de proceso de urbanización demasiado consumidor de
tiempo libre. Ese éxito es la masificación del ocio y del turismo de ocio. Los argumentos
seminales proceden aquí de la Sociología y utilizan principalmente a Norbert Elias, Enrique
Gil Calvo y John Urry. Finalmente, encajo la conocida explicación seminal Downs/Olson a los
costes económicos de la participación política y extraigo alguna conclusión paradójica. Hago
uso también de las investigaciones teóricas y empíricas llevadas a cabo por el autor con J.A.
Tomás Carpi y E. Bono.
2. Racionalidad, expresividad y bienestar : algunas ideas básicas.
La tradición científica en Medicina y Psicología establece que bienestar es estar bien con uno
mismo 1. Se puede argumentar que el objetivo de las decisiones individuales es conseguir
bienestar en el sentido de resultados satisfactorios, o sea, un estado subjetivo que esté bien (y
no mal) aunque no sea nececesariamente el mejor imaginable 2. Aunque Marx venía a decir
cosas muy parecidas, podemos recurrir, por ejemplo, a Amartya Sen para establecer que el
bienestar tiene que ver no sólo con algún grado de cumplimiento en los objetivos propuestos
sino también con la libertad para elegir medios. La libertad, a su vez, depende no sólo de
acceder a los medios sino también de las capacidades personales para transformarlos en
1
Véase el texto clásico de Maslow, 1957.
Es una hipótesis relativamente rival de la tradición neoclásico-keynesiana o convencional, según la
cual parece como si las personas vivieran tratando de obtener el mejor resultado posible en cualquier
situación (maximizando). Sabemos que Herbert Simon es uno de los responsables de popularizar el
argumento. La Economía se hace también eco de esta premisa. Buena parte de las diferentes discplinas
en Ciencias Empresariales se construyen explícitamente a partir de ella. Véanse, por ejemplo, en
Economía Frank, 1992 y Hodgson, 1995
2
1
bienestar. Estas capacidades individuales dependen extraordinariamente de la educación
recibida 3.
Max Weber y, más recientemente, Albert O. Hirschmann pueden servirnos para profundizar
en mayor medida 4. Existen tres tipos de acciones intencionales para buscar bienestar. En
primer lugar, se encuentran las elecciones y acciones instrumentales. La Economía
Convencional cree que este primer tipo de actuación individual es el tipo universal del homo
economicus. El caso es que las decisiones, actividades y relaciones personales instrumentales
tienden a realizarse egoísta, calculada y estratégicamente porque su transcurso no es en sí
mismo una fuente de bienestar. Son sus consecuencias las que importan. Digamos que el
objetivo de la supervivencia en un medio incierto desencadena estas actuaciones, así que la
economía de cualquier sociedad podría concentrar el grueso de esta actividad. Los principios
y/o valores de eficiencia/eficacia son consecuencialistas y pueden ser legítimamente
conceptualizados como racionalidad económica. Trabajar, comprar y consumir bienes
privados y públicos de primera necesidad no es en absoluto un sinónimo de gratificación. Se
trata de objetivos evidentemente primarios pero esencialmente instrumentales. Así que
satisfacerlos es condición necesaria pero no suficiente para obtener bienestar 5.
Pero, en segundo lugar, también existen actividades y relaciones personales que cumplen el
requisito inmediato de proporcionar bienestar durante su transcurso con independencia de sus
consecuencias. Tienen además la característica de que pueden producirse y consumirse
simultáneamente por el mismo agente y de que los grados de libertad para elegirlas son
máximos. Casi se emprenden espontáneamente. Estas actividades suelen quedar fuera del
análisis económico 6. Estamos hablando de expresividad, del mundo sensorial, emocional y
sentimental. Sensaciones, emociones y sentimientos y las relaciones personales establecidas en
virtud de estas experiencias y objetivos son válidas en sí mismas 7. Así que pueden agotar el
3
Véase Sen, 1985, 1989, 1995, 1997.
Véase Hirschmann, 1977 a, 1986; Weber, 1977, 1998.
5
Una sociedad con economía de mercado no cuenta entre sus objetivos (y virtudes) asegurar ingresos.
Proporciona el mayor grado de libertad conocido por el género humano por lo que respecta a las
decisiones de gasto. Aceptamos que tampoco puede cabalmente elegirse no trabajar ni comprar ni
consumir bienes de primera necesidad. Ninguna de estas proposiciones es contradictoria con el hecho
de que haya trabajo en sí mismo gratificante, al menos para ciertas personas. Véase otra vez
Maslow, 1957; Tomás Carpi, Nácher y Bono, 1993.
6
Existen notables excepciones. Gary Becker es la más conocida. Pero el Premio Nobel también
utiliza el supuesto del homo economicus. Véanse críticas constructivas en Garrido y Gil Calvo,
1993 ; Gil Calvo, 1991, 1995.
7
De hecho, basta con cruzar el puente muy corto que separa la Economía de la Sociología y Psicología
para comprobar que la actividad económica puede ser analizada como un medio para conseguir las
4
2
bienestar que deparan en su propio transcurso y, por tanto, no necesariamente conviene
razonar ni calcular porque sus consecuencias son lo de menos.
Y, en tercer lugar, cuando se tienen ideas y, sobre todo, creencias los ciudadanos deben
seguir determinadas normas de obligado cumplimiento para sentirse bien, incluso a pesar de
que su capacidad individual de supervivencia se vea mermada 8. Calcular para elecciones
instrumentales o seguir normas morales/religiosas/ideológicas es un ejercicio costoso en el
que el ciudadano se obliga a una cierta disciplina o razón de elección. Es esta disciplina la que
permite convertir información, medios o recursos disponibles en capacidades y realizaciones
de objetivos9.
Hay, pues, una teoría sencilla del bienestar que rivaliza con la concepción de agente
neoclásico/homo economicus y que no parece ser completamente incompatible con el corpus
analítico de la Economía10. Las personas siguen siendo agentes porque son capaces de
proponerse sus objetivos y utilizar los medios disponibles para obtener cierta satisfacción,
cierto bienestar en un entorno que se percibe como esencialmente incierto. Para obtener
bienestar, las personas llevan a cabo actuaciones instrumentales que sólo importan por sus
posteriores consecuencias. Así que razonan y hasta calculan bastante el coste neto de las
alternativas que reconocen, lo hacen como pueden y actúan así sobre todo en el plano
económico de su existencia. Pueden o no tener éxito.
Las personas también llevan a cabo actuaciones y viven experiencias emocionales valiosas en
sí mismas, así que se comportan con bastante espontaneidad, sin razonar demasiado y sin
calcular nada respecto a sus posibles alternativas. Aquí, el éxito entendido como
eficiencia/eficacia de las consecuencias importa poco o nada. Finalmente, las personas actúan
normativamente, haciendo lo que deben hacer si tienen moral, religión, ideas o ideología.
sensaciones, emociones y sentimientos que constituyen valores o bienes constitutivos de la identidad
individual y la familia como comunidad Véase Garrido y Gil Calvo, 1993 ; Gil Calvo, 1991, 1995 ;
Giner, Lamo de Espinosa y Torres (Eds.), 1999 ; Hirschmann, 1977 a; Weber, 1977. La
economía doméstica de la Economía Convencional es también un hogar como comunidad de agentes no
interesada, no instrumental, no calculada. Intenté un primer tratamiento al respecto en Nácher, 1996 a.
Un trabajo influyente en Economía con un planteamiento distinto es Uhlaner, 1989.
8
Véase Hodgson, 1988, 1995 ; Elster, 1990, 1991; Ortega y Gasset, 1977; Sen, 1989, 1997.
9
De acuerdo con Weber, Hirschmann y, también, Norbert Elias, esta es de hecho la regla de
socialización que ha civilizado los países occidentales.Véase Elias, 1987; Hirschmann, 1977 a;
Weber, 1984.
10
. En realidad, no existen excesivos problemas teoréticos en considerar esta condición de agente como
una versión debilitada de racionalidad económica.Véase, por ejemplo, Barberá, 1991 o Sen, 1989,
1995. En Psicología y Sociología, tampoco existe inconveniente. Véase, recientemente, Giner,
Lamo de Espinosa y Torres (Eds.), 1999 y Pizarro, 1998.
3
Tampoco importan demasiado las consecuencias. La frecuencia de la actividad expresiva y/o
normativa parece superior en el plano extra-económico. Pero ni puede ni debe descartarse
que muchas personas se comporten emocional y/o normativamente también en el plano
económico. Así lo entienden todas las Ciencias Sociales a excepción de la facción más dura
de la Economía Convencional.
3. Calidad de vida, ocio, estrategias espacio-temporales y turismo.
En las sociedades occidentales, el constante incremento de la productividad laboral desde la 2ª
G.M. ha permitido para la mayoría de la población un incremento regular en los salarios
directo e indirecto/social pero también un aumento del tiempo libre. El aumento en la renta
familiar disponible y una mayor accesibilidad al consumo de bienes privados y públicos han
mejorado el nivel de vida. Más nivel de vida y más tiempo libre son requisitos objetivos para
que muchas familias se propongan mejorar su calidad de vida. Alcanzar calidad de vida
significa obtener resultados satisfactorios para la función objetivo más plenamente
individualizada de los ciudadanos, aquella que recoge los aspectos más incomparablemente
personales del bienestar 11. En una civilización basada en el individualismo como la nuestra,
parece razonable suponer que la calidad de vida aumenta el bienestar sobre el nivel de vida.
Lo que fue durante casi cinco mil años atributo de una clase o élite ociosa se ha convertido en
una ambición generalizable.
La Economía Convencional convierte en sinónimos tiempo libre y ocio 12. Los sociólogos
también se han ocupado marginalmente del ocio, hasta hace poco. Sin embargo, gracias a
algunos de ellos, podemos precisar que el ocio es una experimentación inmediata y altamente
satisfactoria del tiempo libre. Sabemos que durante el tiempo libre se realizan actividades
forzosas que pueden decidirse y se deciden instrumentalmente. Completar fuera y dentro del
hogar la función doméstica de producción y desplazarse o viajar para trabajar, consumir
bienes de primera necesidad o, también, cumplir requisitos administrativos y legales son las
principales actividades forzosas, obligadas, en las que conviene economizar recursos
13
.
Existe la duda sobre si no habrá crecido el tiempo libre pero también la necesidad de ocuparlo
con actividades forzosas 14.
11
Véase otra vez Tomás Carpi, Nácher y Bono, 1993.
Véase, por ejemplo, Vickerman, 1975.
13
También habría que pensar esta cuestión diferenciando entre sexos, obviamente.
14
Una vez más, en opinión de nuestro último Premio Nobel, Amartya Sen, la percepción de una
situación como obligatoria puede menoscabar la calidad de vida aunque existan alternativas de
elección.Véase de nuevo Sen, 1989.
12
4
El ocio es una experimentación emocional y sentimental del tiempo libre. Las actividades de
ocio se caracterizan porque su elección tiene lugar en situaciones caracterizadas por el mayor
grado de libertad individual y, sobre todo, presentan valor en sí mismas. A veces, hay que
calcular para hacerse con los inputs necesarios para producir ocio, típicamente bienes y
servicios de consumo que tienen un precio y cuya compra requiere tiempo. A veces, el ocio
no tiene ningún precio. Sí tiene valor, siempre tiene valor y, de hecho, aunque haya que
acceder a o comprar inputs con costes, lo que vale la pena no es el acto de acceder a o
comprar el input sino la sensación de plenitud que proporciona la producción y/o el consumo
de ocio a partir de los factores adquiridos. De hecho, ir de tiendas o hacer la compra es
también una actividad con una fuerte componente de ocio 15. A veces, las actividades de ocio
tienen la consecuencia de mejorar capacidades y conocimientos. Pero también a veces,
cualquier valor se produce, consume y agota en su propio transcurso 16. El caso es que las
actividades de ocio son en sí mismas calidad de vida y un salto cualitativo para el bienestar 17.
El proceso de urbanización es otra de las características principales en las sociedades
occidentales de esta segunda mitad de siglo. Las ciudades tienen evidentes virtualidades como
localización de empleos y bienes privados y públicos, factores que intervienen en el acceso a
un nivel digno de vida. También multiplican las oportunidades relacionales y, suponiendo
cierta capacidad de aprendizaje, podrían contribuir a aumentar la libertad de elección y, por
tanto, la calidad de vida. No obstante, su creciente tamaño medio, complejidad funcional y
congestión han supuesto también un aumento en la ocupación forzosa del tiempo libre con
cada vez más desplazamientos y viajes 18.
Además, a las ciudades debe faltarles alguna capacidad para proporcionar ciertas
oportunidades de ocio porque, desde principios de los años 60, el mundo occidental asiste a
una desesperada carrera por regresar durante el tiempo libre a visitar o residir temporalmente
en hábitats donde determinados bienes naturales y paisajísticos son plenamente accesibles 19.
El turismo de masas hacia el litoral o hacia el interior es quizás uno de los signos finiseculares
más claros de la civilización occidental. Desde una perspectiva socio-antropológica, no tiene
nada de sorprendente. Existe más tiempo libre. Existe mayor nivel de vida. Existe mejor
15
Véase Cross, 1993.
Véase aquí : Elias y Dunning, 1986; Gil Calvo, 1991, 1995; Kelly, 1980; Rojek, 1985 ; Urry,
1990, 1995.
17
Véase otra vez Tomás Carpi, Nácher y Bono, 1993.
18
Véase Harvey, 1979, 1983, 1995 ; Lash y Urry, 1994 ; Urry, 1987, 1988, 1990, 1995.
19
Véase Lash y Urry, 1994 ; Urry, 1990, 1995 ; Ryan (Ed.), 1997.
16
5
accesibilidad 20. Y apenas si hace dos generaciones que, tras una historia de cinco mil años
civilizándose, la sociedad occidental decidió concentrarse espacialmente para producir
industria y servicios en detrimento de la presencia permanente de la naturaleza, los horizontes
abiertos y la actividad agraria a la que estaba evolutivamente habituada 21. Jack London llamó
a esta inclinación telúrica hacia el mar, el campo, el bosque y la montaña la llamada de la
selva.
El pesimismo en Ciencias Sociales asegura que este turismo masivo de ocio es una prueba
determinante del fracaso simultáneo en los objetivos fundacionales del Estado del Bienestar y
del proceso de urbanización. También abundan las críticas culturalmente elitistas que
abominan del espíritu gregario que creen advertir en las concentraciones de masas turísticas y
en un hipotético desprecio por el hábitat visitado. Hay numerosas razones para no estar de
acuerdo. No creo que pueda refutarse el hecho de que ha habido un aumento en el nivel de
vida y que una mejor educación de personas y familias incrementa la capacidad de razonar y,
por tanto, de ejercer la libertad de criterio por mucho que sobrevivan enormes restricciones y
diferencias interpersonales al respecto.
Entonces, podemos interpretar el turismo masivo de ocio como una estrategia espaciotemporal de diversificación de cartera para individuos y/o familias razonables 22. Según esta
hipótesis, las familias tratan de conseguir el acceso a los activos/bienes primarios e
instrumentales viviendo en la ciudad, por muy insatisfactorio que sea su rendimiento para
proporcionar ciertos factores de nivel y calidad de vida. Y apuestan por localizar
espacialmente y concentrar temporalmente actividades de ocio y de calidad de vida en otros
destinos. Son ambas caras de una misma moneda
23
. Lo que verdaderamente importa es
consumir ocio, bienes naturales (incluido el clima) y paisaje. Por otra parte, comprender las
reglas de una ordenación sostenible del territorio no está al alcance de cualquiera 24. Así que
los turistas se concentran deliberadamente en localidades congestionadas porque así amplían
20
También el Estado ha contribuido a incrementar la accesibilidad interterritorial con una provisión
creciente en cantidad y calidad de infraestructuras y equipamientos. Con independencia de la
revolución tecno-organizativa en los medios de transporte y comunicación, el coste temporal y el propio
precio de viajar para hacer turismo disminuyen.
21
Véase Lash y Urry, 1994 ; Urry, 1990, 1995 ; Ryan (Ed.), 1997 ; Nácher, 1997, 1999.
22
Véase Garrido y Gil Calvo (Eds.), 1993 ; Moore, Cushman and Simmons, 1995; Nácher,
1996, 1998 ; Tomás Carpi y Nácher, 1997.
23
Véase Gil Calvo, 1991 ; Lash y Urry, 1994 ; Urry, 1990, 1995 ; Ryan (Ed.), 1997.
24
Véase Almenar, Bono y García (Dirs.), 1998 y Nácher, 1997 a, b.
6
sus oportunidades de ocio relacional en una situación estrictamente desinhibida de buena
parte de sus obligaciones 25.
4. Tiempo político.
En la segunda mitad de este siglo, las sociedades occidentales se han desarrollado, lo que,
trivialmente, supone un crecimiento de la complejidad social. Cubrir el coste que significa
minimizar incógnitas para elaborar teorías predictivas que relacionen acciones y
consecuencias (causas y efectos) es cada vez más difícil. En cualquier caso la probabilidad de
obtener el resultado deseado con las accciones individuales intencionales disminuye 26. Otras
características finiseculares indudables son las progresivas internacionalización económica y
globalización financiera y la conciencia creciente de que, stricto sensu, el equilibrio ecológico
tiene naturaleza global.
El caso es que los temas propios de la esfera política democrática, aquellos que convendría
discutir entre todos porque todos estamos afectados, se hacen más complicados e
ininteligibles 27. Y, por consiguiente, saber qué decisión política tomar como ciudadano ha
aumentado extraordinariamente su coste. Sabemos que Anthony Downs y Mancur Olson son
los responsables de haber llamado la atención sobre la posibilidad de que la democracia
representativa e igualitaria se vaya desactivando por esta única razón económica de costes y
beneficios inciertos 28. El ciudadano, cada vez más educado por el Estado del Bienestar y
consciente de su escasa capacidad de alterar individualmente la marcha de la política pública,
limita su presencia política en todo caso a un voto sustentado en rápidas impresiones sobre
los programas partidistas y no en un escrutinio cuidadoso. Además, la falta de recursos y el
déficit de contacto o frecuentación relacional propio de una sociedad urbanizada que requiere
consumos forzosos del tiempo libre, encarecen las manifestaciones, las huelgas y la formación
de grupos de presión para una gran mayoría de personas 29.
Propongo que es, entonces, posible que el tiempo que la presencia individual o grupal en la
esfera política requiere haya encontrado dos rivales extraordinarios : los usos obligatorios del
tiempo libre y, frente a estos, la cada vez mayor importancia que los ciudadanos pueden
conceder y conceden a su vida privada y a su ocio, ya sea local, ya sea desplazado. El tiempo
25
Véase Gil Calvo, 1991 ; Nácher, 1997 a,b, 1999 ; Urry, 1990, 1995.
Véase sobre las relaciones entre racionalidad, libertad, capacidad, complejidad e información,
por ejemplo, Barberá, 1991 ; Calsamiglia, 1991 ; Gibbons, 1997; y, otra vez, Sen 1995, 1997 b.
27
Véase aquí, por ejemplo, Castells, 1997-8 ; Dahl, 1992 ; Vallespín, 1995.
28
Véase los textos clásicos en Downs, 1973, 1980 y Olson, 1965, 1987.
29
Véase sobre la crisis de participación, Vallespín, 1995,
26
7
político escasea. Los representantes populares son cada vez más débilmente delegados
porque las preferencias, objetivos, intereses, ideas de la ciudadanía son poco mostradas y
cuando se muestran son poco razonadas. Quizás estemos ante un resultado no intencional de
esa razonabilidad que el Estado de Bienestar quería universalizar como punto culminante del
proyecto que arranca con la Ilustración francesa 30.
5. Morir de éxito : las paradojas.
La creciente complejidad social hace más difícil la participación política sensata en virtud de
cálculos y/o ideas. El proceso de urbanización ha aumentado las necesidades de tiempo libre
para resolver situaciones obligatorias asociadas a la satisfacción de necesidades primarias o
espúreas. El tiempo verdaderamente libre de obligaciones es el ámbito de oportunidades para
la vida emocional, sentimental y las actividades de ocio. El Estado del Bienestar es
parcialmente responsable de elevar el nivel medio de vida y crear las condiciones objetivas
para que crezcan las demandas de calidad de vida. Para eso existe, al fin y al cabo, para
posibilitar la realización individual. Como las actividades expresivas y, sobre todo, el ocio y el
turismo de ocio proporcionan calidad de vida y bienestar de manera inmediata, pueden ser
razonablemente preferidas a la participación política, sometida progresivamente a la
incertidumbre de sus resultados 31. Si el uso obligado del tiempo libre aumenta, la escasez de
tiempo opera para las actividades alternativas 32.
30
Lucas, Kidland, Prescott y, finalmente, Alesina y, en general, los economistas neo-neoclásicos y
neokeynesianos de la Academia estadounidense pueden haber convencido a muchos economistas
occidentales de que el hipotético mercado informativo más o menos experto de su país es un como si
los ciudadanos se hubieran efectivamente ilustrado para elaborar sus expectativas económicas y
políticas con la tradicional racionalidad neoclásica, esto es, conociendo el modelo macroeconómico y
pudiendo prever las consecuencias de la política económica si el gobierno respeta el modelo y sus
anuncios. Como sabemos, la conclusión devastadora en un mundo que roza la perfección
informacional cuando se sigue siendo walrasiano como Lucas es que la política económica honesta
que tanto Weber como, sobre todo, Keynes daban por hecha no sirve para nada. En el corto plazo, sólo
sirve la engañifa pero, al final, los ciudadanos aprenden. Así que los políticos y, en especial, los
gobiernos sólo pueden aspirar a lograr efectos si construyen reputaciones para después conculcarlas. El
desastre y el caos se ciernen entonces no sólo sobre la economía real sino también sobre el propio
régimen político. Véase una síntesis reciente en textos influyentes para la Academia : Blanchard,
1997 y Mankiw, 1997, 1998. Véase también un tratamiento dentro de nuestro territorio en Arias,
1996 ; Cuadrado Roura (Ed.), 1995 y Fernández Díaz (Ed.), 1999.
31
En países como España, el turismo residencial en el que las familias disponen de una vivienda
secundaria para localizar repetidamente su turismo tiene la consecuencia de que dispersa entre dos
localidades la probabilidad de atender a las cuestiones locales relativas al nivel y calidad de vida. En
general, los procesos de suburbanización en las ciudades grandes y en las áreas metropolitanas
suponen el traslado de ciudadanos más educados que la media a localidades todavía manejables como
lugar de residencia y locus político y, sobre todo, mejores para una vida de calidad. El caso es que
localidades suburbanas y/o turísticas en las que se concentra una parte minoritaria de la población y la
actividad social y económica pueden estar concentrando cada vez más la atención de los ciudadanos
8
6. Conclusiones.
Una sociedad es un conjunto de individuos entre los que se establecen interacciones e
interdependencias intencionales para hacer durar ese mismo grupo. Sin embargo, la
concurrencia de actividades intencionales genera sucesos emergentes estrictamente no
intencionales. El siempre inquieto Paul Krugman se ha entusiasmado con la posibilidad de que
esos sucesos emergentes redunden en un aumento del orden o la auto-organización 33. Pero
es también perfectamente posible que los sucesos sobrevenidos contradigan las intenciones
iniciales de buena parte de los agentes implicados, esto es, sean paradójicos. Esta sí es una
máxima verdaderamente evolucionista 34.
En este texto especulativo, he intentado fundamentar la hipótesis de que los posibles éxitos
relativos -sobre todo, la libertad masiva para el ocio y el turismo- y los posibles fracasos
relativos -sobre todo, una urbanización que hace gastar mucho tiempo libre- del Estado del
Bienestar se han acabado por combinar creando quizás condiciones objetivas para que los
ciudadanos acaben desentendiéndose del mismo como problema colectivo y limiten
razonablemente su presencia en la vida política a generar mensajes baratos, dispersos e
incoherentes porque las ciudades en las que viven les obligan demasiado y, en cualquier caso,
la privacidad y el ocio que sí han conseguido les gratifica más y más rápidamente incluso
hasta en su propia propensión social.
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que podrían todavía participar razonablemente en política porque disponen de mayor capacidad y
mejor información. Entretanto, el grueso de la población y la actividad permanece residiendo en
ciudades que necesitan el consumo forzoso de mucho tiempo libre, lo que invita a preferir actividades
privadas y ocio en la misma o en otra localidad (aunque sea temporalmente) contra una participación
política de resultados inciertos. Véase Almenar, Bono y García, (Dirs.), 1998; Nácher, 1997 a, b,
1999; Tomás Carpi y Nácher, 1997; Tomás Carpi, Nácher y Contreras, 1998.
32
Los nuevos movimientos sociales y el auge de las organizaciones no gubernamentales pueden ser
perfectamente interpretados como la consecuencia de elegir actividades de compromiso público en las
que existe una gratificación más inmediata y segura de la participación. La propia participación es
gratificante. Recuerdo que A.O. Hirschmann sostiene un argumento parecido. Aunque también pueden
ser cabalmente interpretados como una especie de combinación entre la votación por pies y la aparición
de nuevas oportunidades de empleo.Veáse Hirschmann, 1986.
33
Véase Krugman, 1997.
34
Véase Hodgson, 1995.
9
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