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Gema Quiñones Alaya. Trastornos de la Conducta Alimentaria 13 (2011) 1437-1460
EFECTOS DE LOS MEDICAMENTOS EN EL APETITO
EFFECTS OF MEDICATION ON APPETITE
Gema Quiñones Alaya
Nutrición Humana y Dietética
Correspondencia: [email protected]
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Gema Quiñones Alaya. Trastornos de la Conducta Alimentaria 13 (2011) 1437-1460
RESUMEN
El hipotálamo está implicado en multitud de funciones del organismo,
entre ellas, la regulación del apetito.
El objetivo principal de este estudio de revisión es recoger los datos
disponibles sobre el efecto que diferentes tipos de fármacos pueden tener en el
aumento o disminución del apetito, aún no estando directamente relacionado su
uso con este fin, y de qué mecanismos se sirve para ello , destacando
especialmente el grupo de los psicofármacos.
Palabras clave: medicación; psicofármacos; apetito; hipotálamo; trastornos
alimentarios.
ABSTRACT
Hypothalamus is involved in a great number of functions in the
organism, including appetite.
The main objective of this study was to collect data about the effect that
different types of medication might cause, increasing or decreasing appetite,
even when this medication has not been prescribed with this purpose. This is
especially relevant with respect to the psychopharmacological treatments.
Key words: medication; psychoactive drugs; appetite; hypothalamus; eating
disorders
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INTRODUCCIÓN
En el cuerpo humano, nada ocurre en una parte sin que tenga
consecuencias, más o menos importantes, en el conjunto, al tratarse de un
sistema en el que todo está perfectamente interconectado. De esta forma, un
órgano no tiene una única función, sino que puede estar encargado de dirigir
múltiples funciones. Éste es el caso del hipotálamo. El presente trabajo se
centra en la función de regulación del apetito de dicho órgano y de cómo
agentes externos pueden interferir en esta tarea. En este sentido el estudio se
basa en el efecto de los fármacos, especialmente los que se incluyen en el grupo
de los psicofármacos. Actualmente, época en la que resulta cada vez más
frecuente el empleo de medicamentos para distintos fines, deben tenerse en
cuenta éste tipo de efectos, principalmente cuando la persona pueda verse
afectada, como en el caso de los TCA.
MÉTODO
Se incluyeron en esta revisión los trabajos relacionados con el objeto de
estudio, utilizando la base de datos Medline (www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed), así
como las revistas Appetite y Clinical Nutrition, de acceso libre.
Las palabras claves utilizadas para la búsqueda fueron: fármacos,
medicamentos, psicofármacos, apetito, hipotálamo, centro regulador del apetito.
Se seleccionaron art ículos completos, de acceso libre, redactados en
inglés o castellano, principalmente de estudios realizados en humanos.
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RESULTADOS
Tras excluir aquellos artículos que no guardaban relación con el objeto
del presente trabajo, fueron empleados un total de 16. Concretamente, 15 fueron
obtenidos de la base de datos Medline y 1 de la revista Appetite.
HIPOTÁLAMO
El hipotálamo es una estructura situada en la zona antero-inferior del
diencéfalo, con un peso de unos 4g. Está compuesto por más de 90 núcleos y se
puede dividir en 2 partes: el hipotálamo medial y el hipotálamo lateral.
Esta estructura establece una serie de conexiones, por un lado, las
llamadas aferentes, relacionadas con funciones viscerales, olfativas y del
sistema límbico, y, por otro lado, las conexiones eferentes, con implicación en
los centros segmentarios simpáticos y parasimpáticos. A su vez, el hipotálamo
se haya conectado con la hipófisis mediante el tracto hipotálamo-hipofisiario y
el sistema porta de capilares sanguíneos. El tracto hipo tálamo-hipofisario
permite la liberación de las hormonas vasopresina y oxitocina a los terminales
axónicos que contactan con la neurohipófisis. El sistema porta de capilares
sanguíneos conecta con el lóbulo anterior de la hipó fisis y transporta factores
de liberación hormonal (sintetizados en el hipotálamo) cuya acción en el lóbulo
posterior de la hipófisis dará lugar a la producción y liberación de una serie de
hormonas.
De este modo, el hipotálamo controla el Sistema Nervioso Autónomo,
regula el Sistema Endocrino, la temperatura corporal, el comportamiento
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emocional, el sueño y la vigilia, la ingesta de alimentos y agua, la diuresis, y
participa, también, en la generación y regulación del ciclo circadiano.
Relación hipotálamo-apetito
La sensación de hambre aparece, fundamentalmente, por la necesidad de
cubrir el requerimiento energético del organismo. Cuando se estimula el centro
del hambre, aparece la sensación de apetito y cuando el centro de saciedad es
estimulado el deseo o necesidad de comer se detiene.
Por tanto, existe una gran implicación del cerebro en el acto de
alimentarse, no sólo a nivel fisiológico, en el que la ingesta de alimentos
(apetito) y el fin de esta ingesta (saciedad o sensación de plenitud) están
condicionadas por el sistema nervio so autónomo y la producción hormonal, sino
también a nivel social y cultural, en cuanto a lo que se aprende del entorno, la
carga simbólica que se asocia a los alimentos y el acto de comer (1).
Son muchos y muy complejos los mecanismos implicados en el pr oceso
de regulación de la ingesta. En resumen, una serie de hormonas y péptidos son
liberadas desde diferentes órganos y tejidos (tracto gastrointestinal, páncreas,
hígado, tejido adiposo…) y llegan hasta el sistema nervioso central (SNC).
Éste, procesa la información recibida mediante estímulos y genera mecanismos
que producen la sensación de apetito (comienzo de la ingesta) o de saciedad (fin
de la ingesta). (2)
Dentro del SNC, los núcleos funcionales del hipotálamo involucrados en
el control de la alimentación y la homeostasis de la energía son el núcleo
arcuato (ARC), paraventricular (PV), lateral (LA), ventromedial (VM) y
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dorsomedial (DM). Dichos centros, a su vez, se ven influenciados por las vías
aferentes y eferentes.
En primer lugar, una serie de estímulos neuro-sensoriales, producen la
activación de las vías neuronales aferentes. Estos estímulos pueden ser desde
información captada por los sentidos del gusto o el olfato, hasta indicadores a
nivel metabólico, como el nivel de glucosa en sangre o la presencia de
determinados estímulos neuronales periféricos (leptina e insulina, entre otros).
En un segundo lugar, estos estímulos serían procesados y ejercerían su
efecto a través de los nervios vagales y simpáticos o mediante ejes psiconeuroendocrinos, como el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal o el eje hipotálamohipófisi-tiroides (3, 4).
De manera resumida, los estímulos a los que se atribuye el efecto de
aumentar el apetito, a nivel hipotalámico serían: ghrelina y factor liberador de
hormona de crecimiento, en el sistema gastrointestinal; neuropéptido Y,
orexinas y cannabinoides, en el sistema nervioso central. Aquéllos a los que se
atribuye el efecto de disminuir el apetito serían: proteína similar al glucagón, el
polipéptido
pancreático,
el
péptido
YY,
la
colecistoquinina
y
la
oxintomodulina, en el sistema gastrointestinal; insulina y adrenalina (a través
de sus efectos beta-adrenérgicos y estrógenos) en el sistema endocrino; leptina,
visfatina y omentina-1 en el tejido adiposo; efectos beta-adrenérgicos de la
noradrenalina en el sistema nervioso periférico; CRH, la melanocortina, la
proteína agouti, CART y MCH en SNC (5).
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La tabla 1 recoge, de forma esquemática, los factores de influencia en la
regulación de apetito más estudiados en la actualidad:
TABLA 1 1
AUMENTAN EL APETITO
(OREXÍGENOS)
DISMINUYEN EL APETITO
(ANOREXÍGENOS)
Grelina
Insulina
Neuropéptido Y (NPY)
Leptina
Péptido relacionado con agouti
Hormona alfa melanocito estimulante
(AGRP)
(α-MSH)
Hormona concentradora de melanina
Tránscrito regulado por cocaína y
(HCM)
anfetamina (CART)
Orexinas
Péptidos afines a glucagón (GLP)
Galanina
Colecistoquinina (CCK)
Ácido gamma-aminobutírico (GABA) Serotonina
Endocannabinoides
Bombesina
Glucocorticoides
Péptido inhibidor gástrico
Andrógenos
Glucagón
Noradrenalina
Neuromedina B
Somatostatina
Factor de necrosis tumoral alfa (TNFα)
Interleuquinas 1 y 6
1
Tabla extraída de: Tébar Massó FJ, Garaulet Aza M, García Prieto MD.
Regulación del apetito: nuevos conceptos. Rev Esp Obes. 2003;
I (1): 13-20.
Relación hipotálamo-fármacos
Muchos de los medicamentos, actúan a nivel del SNC, modificando el
comportamiento de diversas formas, entre otras, impidiendo la recaptación de
ciertas hormonas, bloqueando algunos receptores. Como consecuencia de la
implicación existente entre el SNC y la regulación del apetito, éste puede verse
afectado con el consumo de ciertos de estos fármacos.
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Ocasionalmente, estas sustancias son utilizadas con la finalidad de
producir efecto en la ingesta de alimentos y, por consiguiente, en la variació n
del peso corporal, como puede ser en el tratamiento de trastornos de la conducta
alimentaria (anorexia nerviosa) u obesidad. No obstante, en otras ocasiones,
esta modificación de la ingesta constituye un efecto secundario del fármaco
como tratamiento de otras patologías, como es el caso del uso de psicofármacos
en el tratamiento de algunas enfermedades mentales. Siendo estos casos en los
que dicho efecto merece especial atención.
Algunos de los efectos de los psicofármacos son la provocación de
sedación, modificación del estado de ánimo y de la percepción, hasta
modificaciones en el propio comportamiento. Pueden clasificarse en base a
diversos criterios, como puede ser su mecanismo de acción o su estructura
química.
Atendiendo a la clasificación propuesta por Julien RM, 1995 (6), pueden
observarse diez grandes grupos de psicofármacos: Depresores del SNC,
sedativos tradicionales no selectivos; agentes ansiolíticos (tranquilizantes
menores); agentes antiepilépticos (ant iconvulsivantes); agentes antidepresivos;
antimaníacos o estabilizadores del afecto; antipsicóticos o neurolépt icos
(tranquilizantes mayores); sustancias que mejoran el rendimiento cognitivo,
aprendizaje,
memoria
y
demencia;
psicoestimulantes
o
estimulantes
psicomotores; analgésicos narcóticos, opiáceos; psicodélicos y alucinógenos.
A partir de esta clasificación, aquéllos con mayor influencia sobre la
regulación del apetito, son: agentes antiepilépticos (anticonvulsivantes);
agentes antidepresivos; antimaníacos o estabilizadores del afecto; antipsicóticos
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o neurolépticos
(tranquilizantes mayores); psicoestimulantes o estimulantes
psicomotores.
1.
Agentes antiepilépticos (antoconvulsivantes): benzodiacepinas
(BZD). Su método de acción se basa en la estimulación del sistema de
neurotransmisión GABAérgico. Entre sus efectos
hipnóticos,
se describen efectos
ansiolíticos, anticonvulsionantes, amnésicos y miorrelajantes. En
relación a la modificación de las pautas de ingestas, pueden tanto aumentar
como disminuir el apetito.
De ellos destacan la buspirona y la gepirona, aunque no han mostrado
efectos significativos en la modificación del apetito.
2.
Agentes antidepresivos (7-9): tricíclicos y tetracíclicos, o no
tricíclicos de segunda generación. Dentro de los primeros, los fármacos más
destacados
son
imipramina,
desipramina,
amitriptilina,
nortriptilina,
clomipramina, trimipramina, doxepina, protriptilina y amoxapina. De manera
general, actúan estimulando los sistemas neurorreguladores de las hormonas
serotonina y noradrenalina, en mayor o menor intensidad. Dentro del grupo de
los no tricíclicos o de segunda generación, el más destacado es la maprotilina,
que actúa estimulando el sistema neurorregulador de la serotonina.
Sus efectos en relación al apetito y al peso corporal, son su acción
anticolinérgica, que produce estreñimiento y mayor retención urinaria y su
acción antihistamínica (bloqueando el receptor H1), que ocasiona un aumento
del apetito. También se le atribuye la capacidad de aumentar la preferencia o
impulso por la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos.
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En definitiva, el uso de antidepresivos puede tener, como efecto
secundario, algunos cambios en el apetito (en algunos casos aumentándolo, en
otros disminuyéndolo, como se verá más adelante) e incluso la aparición de
náuseas, lo que contribuye a la disminución de la ingesta.
Otros fármacos incluidos en el grupo de segunda generación son
trazadona y nefazodona. Ambos son parecidos en estructura e inhiben la
recaptación de serotonina y en menor intensid ad de noradrenalina. En el caso de
la trazadona, fue muy empleado en el tratamiento de la depresión hasta la
aparición de los ISRS. Era efectivo en la reducción de atracones en bulimia
nerviosa, sin embargo, se recomienda precaución porque puede provocar e l
efecto contrario, estimulando el apetito. Tiene un marcado efecto sedante. En
cuanto a la nefazodona, también con un marcado efecto sedante, se observan
como efectos adversos, entre otros, cefaleas, náuseas, somnolencia y por otro
lado, aunque en menor medida que trazadona, aumento del apetito.
El bupropión es otro de los fármacos incluidos en este grupo, aunque su
efecto
es
poco
significativo.
Presenta
actividad
dopaminérgica
y
noradrenérgica y sin efectos inhibitorios de la recaptación de serotonina.
Además de sus limitados efectos en la modificación del apetito, está
contraindicado en trastornos del tipo anorexia y bulimia nerviosas, por alguno
de sus efectos adversos, como convulsiones.
De los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) el
fármaco más destacado es la fluoxetina, aunque también se recogen
fluvoxamina, paroxetina, citalopram y sertralina. Actúan estimulando el
sistema neurorregulador de la serotonina de forma significativa, y en el caso de
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la paroxetina (potente inhibidor de la recaptación de serotonina a nivel presináptico), también actúa, aunque en menor medida, inhibiendo la recaptación
de noradrenalina.
Centrándonos en la fluoxetina, por ser el más empleado de este grupo,
uno de sus efectos más significativos es su capacidad saciante, disminuyendo el
apetito y la consiguiente ingesta de alimentos, a través del bloqueo de la
recaptación de serotonina a nivel hipotalámico.
Debido a su eficacia en la modificación de la conducta alimentaria
(principalmente la fluoxetina) son un grupo de psicofármacos de uso habitual en
el tratamiento de algunos trastornos de la conducta alimentaria, como bulimia
nerviosa, disminuyendo el número y frecuencia de los atracones y de
comportamientos purgativos, además de disminuir la apetencia por la ingesta de
carbohidratos, algo frecuente en dichos episodios de sobre -ingesta. Como
consecuencia de su capacidad saciante de es también empleada en el tratamiento
de obesidad. En otros trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia
nerviosa, no se ha visto utilidad de estos psicofármacos, incluso en esta
patología, así como en aquellas personas que presentan anorexia secundaria al
cáncer, la fluoxetina y la fluvoxamina podrían estar contraindicados por algunos
de sus efectos secundarios, como náuseas y efectos adversos gastrointestinales.
No obstante, otros como el citralopram o la sertralina, ofrecen mejores
resultados puesto que parecen producir menos interacciones.
De los inhibidores irreversibles de la monoaminoxidasa (IMAO), los más
destacados son la fenelzina, la trancilcipromina, la iproniazida, la selegilina,
la moclobemida brofaromina y la isocarboxazida. Actúan estimulando el
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sistema neurorregulador de la serotonina y la noradrenalina. De manera general
suele observarse un aumento del apetito, así como un aumento de la apetencia
por los carbohidratos, como consecuencia de su capacidad de potenciar la
transmisión monoaminérgica al inhibir la acción degradadora de la enzima
monoaminoxidasa.
A pesar de ser un fármaco eficaz en el trat amiento de
estados depresivos, suele limitarse su uso por alguno de sus efectos
secundarios, entre los que se encuentran numerosas interacciones con otros
medicamentos y con algunas sustancias de determinados alimentos, además del
aumento del apetito. En el caso de la isocarboxazida, produce el efecto
contrario, puesto que disminuye el apetito.
De los fármacos noradrenérgicos y serotoninérgicos específicos (NaSSA)
destaca la mirtazapina. Su método de actuación es a nivel de los sistemas
noradrenérgicos y serotoninérgicos, con mecanismos diferentes. Por un lado,
acción antagonista de los receptores alfa 2 adrenérgicos centrales. Por otro lado
potencia los sistemas noradrenérgicos y serotoninérgicos. Fármaco con efecto
ansiolítico y favorecedor del sueño, puede producir aumento del apetito.
De los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y
noradrenalina (IRSN) destaca la venlafaxina. Este
fármaco comparte
mecanismos de acción de los tricíclicos, pero es más semejante a los ISRS en
cuanto a seguridad y efectos secundarios. Parece que los efectos dosisdependiente aparecen de forma más rápida que en el resto de los fármacos
antidepresivos. Puede provocar disminución del apetito.
3.
Antimaníacos o estabilizadores del humor: el litio, empleado en el
tratamiento de la psicosis maníaco-depresiva, es considerado uno de los más
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eficaces. Basa su actuación en el bloqueo de los recpetores dopaminérgicos,
adrenérgicos o colinérgicos, pese a no conocerse su mecanismo de acción con
exactitud. Como efectos adversos se destacan temblores, polidipsia, episodios
breves de náuseas o diarrea, sensación de debilidad o cansancio y de forma
ocasional, aumento o pérdida del apetito y cambios en el peso corporal (10).
Valproato, se emplea como estabilizador del estado de ánimo, de forma
alternativa
al
tratamiento
con
litio.
Actúa
estimulando
el
sistema
neurorregulador GABAérgico. Entre sus efectos adversos destacan la dificultad
de concentración, visión borrosa, vértigo, malestar gástrico, náuseas, vómitos.
Puede actuar aumentando o disminuyendo el apetito y, en consecuencia,
modelando el peso corporal. A dosis elevadas se observa aumento de la ingesta,
pudiéndose controlar reduciendo las dosis. Se aprecia también la posibilidad de
incrementar los niveles de leptina en sa ngre.
Junto con el litio y el valproato, se emplean también la carbamazepina y
el oxcarbazepina, en el tratamiento del trastorno bipolar. Se observan efectos
adversos similares a los descritos anteriormente, aunque sus efectos sobre el
apetito son prácticamente nulos.
La
carbamazepina
actúa estimulando
el
sistema
neurorregulador
GABAérgico. Entre los efectos adversos que se pueden observar, especialmente
con dosis elevadas, se encuentran las náuseas, dolor abdominal, diarrea,
estreñimiento, sequedad de boca o anorexia, entre otros.
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En comparación con los resultados del litio y el valproato, el aumento de
peso derivado de su uso, es menor. Se aprecia también un aumento de las
lipoproteínas de alta densidad.
La oxcarbazepina ejerce su actividad principalmente a través del
metabolito MHD. Su mecanismo de acción se basa en el bloqueo de los canales
de sodio dependientes de voltaje, estabilizando las membranas neuronales
hiperexcitadas, inhibiendo la descarga neuronal repetitiva y reduciendo la
propagación de impulsos sinápticos. Entre sus efectos adversos destacan
astenia, fiebre, estreñimiento y dolor abdominal, entre otros. Su efecto sobre el
apetito y el peso corporal es menos significativo que en los psicofármacos
anteriores.
El topiramato es un antiepiléptico, incluido aquí por su efecto
eutimizante, es un derivado monosacárido sulfamato sustituido. Se sugieren
tres mecanismos de acción de este fármaco: bloqueo de los canales de sodio
reduciendo la frecuencia de generación de los potenciales de acción en neuronas
sometidas a despolarización sostenida. Facilitador de la acción del GABA
incrementando la frecuencia de activación de receptores GABAergicos subtipo
GABA(A). Ligero antagonizador de la actividad neuroexcitatoria del receptor
AMPA/kainato del glutamato, sin afectar al receptor NMDA. De entre sus
efectos adversos se pueden destacar cansancio, mareo, hormigueo en las manos
y pérdida de apetito y peso, algo que le diferencia del resto de los
anticonvulsivos, que suelen aumentarlo.
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4.
Antipsicóticos o neurolépticos
(tranquilizantes mayores): estos
fármacos actúan provocando un aumento de la ingesta a través de bloqueos
anticolinérgico, serotoninérgico e histaminérgico.
En la categoría de fenotiacinas se engloban una serie de sustancias, cuya
acción consiste en la inhibición del sistema neurorregulador de la dopamina
(receptor
D2).
Destacan
clorpromacina,
mesoridazina,
tioridazina,
flufenazina, perfenazina y trifluoperazina. Las cuatro primeras con efecto de
elevación de la ingesta. Las dos últimas tienen efecto medio en el apetito.
En la categoría de butirofenona destaca el haloperidos, con efecto leve
en el aumento del apetito.
De las dibenzoxazepinas destaca la loxapina, cuyo efecto aumentado el
apetito es leve.
En la categoría de dihidroindol destaca la molindona, con un efecto leve
a la hora de incrementar el apetito.
Del grupo de difenilbutilpiperidina destaca la pimozida, también con
efectos leves en el aumento del apetito.
De los tioxanteno destaca el tiotixeno, presenta un efecto moderado en el
aumento del apetito.
Los antagonistas mixtos, dopamina y serotonina, provocan reducción de
la saciedad y por tanto aumento de la ingesta, como consecuencia de su acció n
bloqueante de los receptores H1, los dopaminérgicos, los alfa1, y los
serotonérgicos de la familia 1 y 2. Se conocen con el nombre de antipsicóticos
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atípicos. Entre ellos destacan: clozapina, cuyo uso se relaciona con un aumento
de los niveles de leptina, aumentando así la sensación de saciedad. Sin
embargo, se le asocia aparición de diabetes en consecuencia del aumento de
peso, como efecto secundario del consumo prolongado de este fármaco.
Olanzapina, antagonista de los receptores de 5-hidroxitriptamina (serotonina, 5HT), 5-HT2 de serotonina y de receptores de dopamina D1/D2, indicado para el
tratamiento de la esquizofrenia. Se destacan somnolencia y aumento del apetito
y peso corporal, como efectos adversos (11). Quetiapina, con acción bloqueante
de los receptores de la 5-hidroxitriptamina (5HT, serotonina) cerebral (5HT2) y
con una afinidad moderada por los receptores de la dopamina D1 y D2. Es
empleado en el tratamiento de la esquizofrenia y sus efectos adversos son
similares a los descritos anteriormente, astenia leve, sequedad de boca, rinitis,
dispepsia o estreñimiento, de forma ocasional somnolencia, y
un ligero
aumento del apetito y el peso corporal durante las primeras semanas de
tratamiento. Aripiprazol, también indicado en el tratamiento de la esquizofrenia
y, como el resto, actúa de forma combinada como agonista parcial de los
receptores D2 de la dopamina y 5HT1A de la serotonina y antagonista de los
receptores 5HT2 de la serotonina. Actúa como agonista de la dopamina cuando
los niveles son bajos y como antagonista cuando están elevados. Como efectos
adversos, se aprecian mareos, somnolencia, temblor, náuseas, vómitos,
dispepsia, estreñimiento y astenia. Risperidona, es un antagonista, bastante
selectivo, de los receptores de la serotonina (5-hidroxitriptamina, 5-HT) 5-HT2
y los receptores de la dopamina D2. Como efectos adversos se observan, entre
dispepsia, dolor abdominal, náuseas, estreñimiento y, de forma habitual, un
ligero aumento de peso, que se hace más evidente cuando este fármaco se usa
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en conjunto con otros como la clozapina y la olanzapina. Ziprasidona,
antipsicótico que actúa bloqueando los receptores dopaminérgicos D2 y 5HT2A
(de la 5-hitroxitriptamina o serotonina), con una afinidad relativamente superior
hacia los receptores 5HT2A. También es capaz de bloquear
los receptores
5HT1D y 5HT2C serotonérgicos, los alfa 1-adrenérgicos y los histaminérgicos
H1, así como inhibir moderadamente la recaptación de serotonina y de
noradrenalina, actuando como agonista de los receptores de 5-HT1A. Algunos
de sus efectos secundarios son estreñimiento, náuseas, gases, astenia, cefalea.
Los efectos en el apetito y cambios en el peso corporal tienden a ser mínimos o
incluso nulos.
5.
Psicoestimulantes o estimulantes psicomotores: metilfenidato, es
un estimulante del SNC, cuyo mecanismo de acción aún no está claramente
determinado, sin embargo, se observa que actúa estimulando el sistema
activador del tronco cerebral y la corteza. Su empleo se lleva a cabo
principalmente en niños con Trastornos por Déficit de Atención con
Hiperactividad.
Entre sus efectos adversos destacan principalmente el
nerviosismo e insomnio, junto a cefalea, vértigo, dolor abdominal, náuseas,
vómitos y sequedad de boca, que suelen aparecer al comienzo del tratamiento.
Como resultado de estos efectos, especialmente aquellos que afectan al tracto
gastrointestinal, suele observarse pérdida de apetito.
Existen también una serie de fármacos empleados en el tratamiento de
trastornos de la conducta alimentaria, con objeto de producir cambios en el
apetito, orientados a hacer más efectivo el tratamiento terapéutico en cada caso,
como es el caso de obesidad, anorexia nerviosa o anorexia secundaria a
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neoplasias. Entre ellos, se destacan aquéllos orientados al tratamiento de
obesidad o anorexia nerviosa, por existir un mayor número de estudios en
relación a su tratamiento y porque para el tratamiento de otros trastornos, como
bulimia nerviosa y trastornos de la conducta alimentaria no especificados , se
recurre
principalmente
al
uso
de
psicofármacos
ya
comentados,
más
comúnmente el grupo de los ISRS.
Entre los fármacos empleados en el tratamiento de la obesidad (12-14)
se encuentra la sibutramina, actualmente ya no comercializado en nuestro
medio, tras su retirada por efectos secundarios graves. Se trata de un inhibidor
selectivo de la recaptación de serotonina y noradrenalina, princip almente, y en
menor medida, de dopamina. Actúa tanto estimulando la sensación de saciedad,
como induciendo una mayor termogénesis, favoreciendo , así, una reducción del
peso corporal. En principio era empleado como antidrepresivo, pero se
describió como efecto secundario la disminución ponderal, ligada a una
disminución del apetito. Puede ocasionar, también,
insomnio, náuseas,
sequedad de boca, cefalea, anorexia y estreñimiento. No se ha observado
dependencia psicofísica a este fármaco.
Rimonobant, es también empleado como tratamiento de la obesidad.
Bloquea el receptor CB1 del sistema endo cannabinoide, que se encuentra
abundantemente en el cerebro, especialmente en áreas de control del apetito.
Los endocannabinoides son fosfolípidos poliinsaturados eicosanoides que se
secretan en respuesta a la presencia de dolor o falta de alimentos. De manera
que este fármaco actúa inhibiendo el apetito. Secundariamente, aumenta la
termogénesis y, en consecuencia, promueve la pérdida de peso. De entre sus
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efectos adversos destacan la presencia de mareo, insomnio y náuseas, entre
otros.
Clobenzorex, es metabolizado como una amina simpaticomimética y, de
esta forma, ejerce su acción a nivel hipotalámico, disminuyendo el apetito.
Actúa aumentando la liberación de serotonina, noradrenalina y, en menor
proporción, de dopamina. De entre sus efectos adversos se destacan insomnio,
sequedad de boca, taquicardias y ner viosismo. Asimismo se destaca de forma
negativa que, tras pocas semanas va perdiendo su efecto inicial y crea
dependencia en los individuos que lo toman.
Las anfetaminas y sus derivados, han sido empeladas como tratamiento
farmacológico de la obesidad. Potencian la liberación de noradrenalina y
dopamina, resultando una disminución del apetito. Tanto anfetaminas como sus
derivados metanfetamina y fenmetracina, presentan una fuerte capacidad
adictiva, por lo que fueron retiradas del mercado.
Posteriormente, se modificó su estructura química para evitar la
dependencia que ocasionaban, y, actualmente, se comercializan sus derivados
mazindol y fentermina, que poseen la capacidad de reducir el apetito sin gran
efecto adictivo. Como efectos secundarios destacan insomnio, irritabilidad y
nerviosismo. Puesto que su relación beneficios/efectos secundarios es similar a
los fármacos con acción serotoninérgica, su uso no es frecuente.
Entre los fármacos empleados en el tratamiento de la anorexia secundaria
a neoplasias (15) destacan Dexametasona, metilprednisolona y prednisolona,
todos ellos corticosteroides, sin grandes diferencias entre ellos, que muestran
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efecto beneficioso en cuanto a aumento del apetito. Favorecen la ingesta de
alimentos, mejorando, a su vez, la sensación de bienestar y la capacidad
funcional del individuo como consecuencia de su acción euforizante a nivel
central.
Dronabinol es un derivado de la marihuana, empleado en el tratamiento
de pacientes con cáncer y enfermos de VIH, con objeto de mejorar su peso.
Actúa estimulando el apetito, reduciendo las náuseas y mejorando el estado de
ánimo. Se observan efectos beneficiosos incluso a dosis bajas y los efectos
secundarios adversos son menores que los hallados con el uso de otros
fármacos. No obstante, no es concluyente su recomendación en el tratamiento
de caquexia tumoral por falta de datos.
Los fármacos del grupo de los progestágenos son muy empleados en el
tratamiento de caquexia tumoral, especialmente medroxiprogesterona y acetato
de megestrol.
En cuanto a medroxiprogesterona, aumenta la ingesta de
alimentos y hace positivo el balance proteico, mejorando la ganancia de peso.
En el caso del acetato de megestrol, es un derivado de la marihuana, con
efectos similares a los del dronabinol, resultando más efectivo en el tratamiento
de caquexia tumoral. Favorece el aumento del apetito y la ganancia de peso.
Este efecto orexígeno se relaciona con su acción a nivel central del hipotálamo
y por su acción a nivel del sistema de las citoquininas IL-1, IL-6 y TNF. Como
efectos adversos destacan
somnolencia, confusión y alteraciones de la
percepción.
Ciproheptadina
es
un
tipo
de
antihistamínico
con
propiedad
antiserotoninérgica. Estimula el apetito y, por consiguiente, la ingesta de
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alimentos, favoreciendo la ganancia de peso. De manera secundaria produce
alteraciones de la consciencia. Sin embargo, actualmente no es concluyente la
recomendación de esta sustancia como tratamiento de caquexia tumoral.
Existen otras sustancias que, pese a no actuar a nivel del hipotálamo, se
les atribuyen efectos estimulantes del apetito. Algunos antidiabéticos orales,
como tolbutamida, clorpropamida, tolazamida, glibenclamida y acetohexamida,
por su efecto estimulante sobre la liberación de insulina pancreática. Del mismo
modo que algunos antibióticos, como la clortetraciclina (16).
LA IMPORTANCIA DE LA INFLUENCIA DE LOS FÁRMACOS
EN EL APETITO
Existen numerosos fármacos que, de forma directa o como efecto
secundario a su acción principal, influyen en la regulación del apetito y la
sensación de saciedad.
Esto resulta de gran importancia, principalmente, porque este tipo de
efectos puede ser beneficioso en el tratamiento de determinadas patologías en
las que se persiga una modificación del patrón alimentario a través de una
mayor o menor ingesta de alimentos, como puede ser en caso de los trastornos
de la conducta alimentaria o patologías como VIH o cáncer, a las que se asocian
estados ponderales bajos o superiores a la normalidad.
Contrariamente, debe tenerse en cuenta qué fármacos pueden tener este
efecto cuando la modificación en la regulación del apetito no sea deseada e
incluso cuando pueda perjudicar la evolución de la patología tratada.
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La mayoría de estos fármacos ejercen su acción a nivel del SNC, por
tanto, pueden interferir en varias de las funciones que controla este sistema,
siendo la regulación del apetito una de ellas.
Un ejemplo del mal uso de los fármacos sería que, a l emplear
determinados psicofármacos, antidepresivos, en el tratamiento de la obesidad
con objeto de mejorar el estado de ánimo del paciente dicha sustancia puede
provocarle un aumento del apetito, que se manifestará con un aumento de la
ingesta y, en consecuencia, un aumento del peso corporal. Se obtendría como
resultado un fallo del tratamiento.
CONCLUSIÓN
Dada la diversidad de fármacos con efectos en la regulación del apetito y
su habitual uso en distintas patologías es aconsejable conocer bien sus efectos e
interacciones con otros fármacos, a fin de obtener resultados beneficiosos para
los enfermos y de no producirles efectos secundarios adversos que puedan
empeorar su estado general de salud o impedir de algún modo su recuperación.
Parecen existir estudios más concluyentes, o que muestran resultados con
mayor nivel de significación, en aquellos fármacos con efecto orexígeno,
comparados con los que producen efecto anorexígeno.
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