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Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) ARTÍCULO Las Fiestas de Quince años: Un potlatch contemporáneo en Contramaestre. Madelaine Fuentes Rivera. Estudios Socioculturales. UO, Contramaestre, Santiago de Cuba Resumen El presente artículo intenta aproximarse al impacto de la industria cultural en la variación de las fiestas de Quince Años en Contramaestre, municipio de Santiago de Cuba, el mismo sugiere la interpretación etnográfica a partir de la percepción que hacen los actores y actrices sociales del fenómeno festivo, a través del análisis de contenido de las narrativas en relación a las fiestas, la interpretación de sus secuencias rituales y el papel que el flujo de productos mediáticos (imágenes audiovisuales, música, moda, equipos electrónicos) están teniendo en la nueva visión performativa que los pobladores locales están incorporando a la tradición festiva. El interés del texto está en mostrar cómo los circuitos formales e informales de acceso a recursos económicos y simbólicos articulan a las poblaciones locales con espacios trasnacionales de producción de imágenes que otorgan nuevos significados y connotaciones a este rito de paso. Palabras claves: Fiesta, Industria cultural, productos mediáticos, rito de paso, tradición festiva. Abstract This article attempts to approach the impact of the cultural industry in the variation of the “quinceañeras” fiesta in Contramaestre, municipality of Santiago de Cuba. It suggests the ethnographic interpretation from the perception that make the actors and actors of festive. social phenomenon through content analysis of the narratives in relation to parties, the interpretation of his ritual sequences and the role that the flow of media products (audiovisual images, music, fashion, electronics), are having on the new performativity vision local people are entering the festive tradition. The interest of the text is to show how the formal and informal channels of access to economic and symbolic resources in local populations articulated with transnational spaces of production of images that give new meanings and connotations to this rite of passage. Keywords: Party, cultural industry, media products, rite of passage, festive tradition. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 63 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Introducción El don se ha convertido objetivamente en una cuestión, ante todo, subjetiva, personal e individual. Es la expresión y el instrumento de relaciones personales, que se sitúan más allá del mercado y del Estado. (Maurice Godelier, 1998) Las investigaciones sobre ciclos festivos tienen una larga tradición en antropología. Muchos etnógrafos de manera individual, o formando equipos con otros/as investigadores/as y estudiantes, elaboraron cuestionarios para dar cuenta de estos fenómenos locales en diferentes pueblos y comarcas, cuyos resultados fueron incorporados a los inventarios y catálogos de celebraciones festivas. Una importante aportación para el estudio de los ciclos festivos y su carácter, fue la introducción en 1909, del concepto rito de paso, por el antropólogo Van Gennep (1986), que se convirtió en una herramienta etnológica fundamental para análisis de los ritos de transición. Para este autor, en las sociedades no industrializadas, tales transiciones son un constituyente esencial de la vida social; no obstante, muchas celebraciones que observamos de las sociedades contemporáneas pueden ser analizadas desde esta perspectiva, como se sugiere hacer con La Fiesta de Quince Años que se celebra en Cuba 1. El municipio Contramaestre tiene una población total de 105.768 habitantes2, de los cuales 53.889 son varones y 51.879 son hembras, de ellas, un total de 3.232 muchachas están en el rango de edades entre 10-14 años. En el pasado, las Fiestas de Quince, eran celebraciones que funcionaban como la presentación de las «señoritas» en sociedad; en la actualidad, están fuertemente impactadas por los fenómenos que acompañan a la globalización, lo cual incide en la enajenación de sus valores tradicionales para convertirse en un espectáculo mediado por el interés competitivo de sus organizadores. La Fiesta de Quince Años es un fenómeno sociocultural polimorfo y polisémico que describe los itinerarios y la relación entre lo local y lo trasnacional, estableciendo diferentes circuitos formales e informales por donde fluyen recursos económicos y mediáticos que se ponen en función de la celebración a través de redes de amigos, familiares, y vecinos; los cuales expresan diversos niveles de conexión entre las poblaciones locales con los espacios trasnacionales. Estas redes sociales juegan un papel decisivo en la economía de la fiesta y permite nuevas creaciones culturales que subvierten el formalismo performativo de la 1 La Fiesta de quince años, también llamada en ocasiones Fiesta de quinceañera, Fiesta de quince, Quinceañera, Quinceañero o simplemente Quince, es una fiesta en la cual una adolescente es presentada a la sociedad, puede tener orientación religiosa, normalmente católica, o laica. Es común esta festividad en América Latina. La palabra quinceañera hace referencia a la propia chica que cumple los 15 años. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Fiesta_de_quince_a%C3%B1os 2 Oficina Nacional de Estadística, Municipio de Contramaestre; EM12010/esp/2010M1_tabla_cuadro.htm ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 64 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) tradición festiva para mostrar los disímiles estatus y segmentos sociales por medio del despliegue de recursos escenográficos, coreográficos, audiovisuales y culinarios que, además de integrar a las jóvenes a un grupo social, activa las filiaciones de parentesco, las redes sociales y otras interacciones con grupos locales y traslocales. Los rituales festivos como prácticas simbólicas Los rituales festivos se incorporan al tipo de eventos o celebraciones que tienen la funcionalidad de ordenar y contribuir a estructurar el tiempo social. Muchos de estos eventos tienen carácter anual como ocurre con las fiestas de “Noche Buena” o las celebraciones de Santa Bárbara y San Lázaro en Cuba; otras se articulan en períodos menores y aunque se enmarcan en el ciclo anual, ocurre en una sola ocasión, como el caso de la fiesta de Quince Años. La sucesión de festividades, estructuradas como un todo permiten que las fiestas ritualicen los ritmos ecológicos, meteorológicos y naturales de acuerdo con una concepción cíclica del tiempo (Homobono Martínez, 2006: 16-17). Muchos autores reconocen que todo rito establece una distinción entre lo sacro y lo profano (Leach, 1980; Durkheim, 1982; Gluckman, 1962; Smith, P. 1989; Segalen, 2005; Hubert y Mauss, 1970; Turner, 1988; Moore & Myerhoff, 1977; Douglas, 1991; Van Gennep, 1986). Para Durkheim (1982), lo positivo y lo negativo (Segalen, 2005: 17-22), que remite a unas normativas de lo que es aceptado y beneficioso, moral e inmoral, física y socialmente. Mientras la dimensión positiva alude a la comunión, la ingestión de lo sagrado, gesto de ofrenda, placer y expresión de la vida, la dimensión negativa remite al tabú, evitación del contagio y del contacto entre lo sagrado y lo profano. Para Hubert y Mauss (1970) la sacralidad se pone en función de la eficacia ritual a través del sacrificio, donde el ritual debe producir una carga sensorial, pero al mismo tiempo debe ser representativo y estar cargado de significados, por lo que se convierten en una ofrenda simbólica. Las celebraciones festivas en Cuba, tanto las de carácter privado como aquellas que han sido inventariadas como fiestas populares de carácter público, pueden estudiarse como prácticas de gran connotación simbólica. Durante mucho años las fiestas cubanas han sido documentadas dentro del repertorio de costumbres y tradiciones (Feliú, 1991), con mayor inclinación de los estudios relacionados con las religiones afrocubanas, que denotan una compleja trama de secuencias rituales que pueden ser analizadas a partir de tres componentes centrales estrechamente articulados: mito/narración, comida/sacrificio y diseño performático, represetativo (Rosario, 2010). Tanto el análisis de las religiones afrocubanas - que fueron observadas obviamente desde una perspectiva sincrética- como las fiestas populares y domésticas han sido documentadas desde los nexos con otras culturas «portadas» por los grupos étnicos que históricamente emigraron a Cuba. Este argumento sostenido por los etnólogos y folkloristas cubanos es próximo al difusionismo, una perspectiva defendida por algunos antropólogos a principios del siglo XX que defendían la idea de culturas madres o matrices culturales de donde se derivaron otras culturas (Rosario, 2010). La principal debilidad del postulado transcultural (Ortiz, 1975) es la configuración de una tipología estática y discreta para el análisis de las prácticas culturales, sin relación con otros dominios culturales y de la vida social en general. Pero la naturaleza de toda práctica ritual es muy compleja para entenderla unívocamente en términos de productos o resultados culturales aleatorios, tanto por la magnitud interpretativa como por la gran necesidad de simbolización y representación ritual en cada puesta en ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 65 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) escena. El campo ritual -religioso o profano- está caracterizado, como advierte Segalen (2005: 9), por su flexibilidad, capacidad para la polisemia y adaptación al campo de lo social. La fiesta, es sobre todo una actividad colectiva y por naturaleza un fenómeno de participación (Barreal, 1990), que en mayor o menor grado, involucra a los diferentes segmentos de la población residente en una localidad y a otros que, residiendo fuera de ella, interactúan de manera tal que rompen las fronteras del orden social y los espacios urbanos o rurales pasan de una categoría a otra, lo cual favorece la permeabilidad del fenómeno festivo. No obstante, la fiesta como expresión y representación de identidad no alude solamente a la aparición de un producto cultural con sello o marca única, como sugieren los defensores de la transculturación (Ortiz, 1975; Barreal, 1990; Feliú, 1991, 1994). La interacción entre diferentes grupos étnicos y la gran segmentación cultural generan diversos tipos de identidades, que aunque compartan determinadas expresiones o manifestaciones locales, mantienen determinados valores y formas de representación étnica, lo que hace pensar en la idea que defiende Carmen Marina Barreto (1997), cuando expresa que los mecanismos sociales y culturales que facilitan las interrelaciones étnicas, aunque no se hagan explícitas en todo proceso de transculturación, persisten como recursos de diferenciación cultural y étnica. Esto sugiere prestar atención tanto a la diversidad de expresiones culturales como a las variaciones multilocales de las mismas. Sería oportuno preguntarse ¿En qué medida las fiestas y específicamente la Fiesta de Quince puede estudiarse como rito que establece una lógica de la acción ritual y de la experiencia social? Si tenemos en cuenta que sus expresiones y representaciones se presentan de múltiples maneras y son condicionadas por las especificidades culturales y el contexto en que tienen lugar, es difícil concebir los rituales, sean festivos o sacros, desde sus normativas más ortodoxas porque estos son por naturaleza fenómenos culturales pertrechados con complementos rituales diversos que los grupos humanos incorporan creativamente. Si es así habría que cuestionar ¿En qué medida la Fiesta de Quince constituye un campo cuya eficacia comunicativa y densidad semántica le otorga un lugar central en el orden ideológico y de la puesta en escena? En torno a la interpretación de la Fiesta de Quince: Invasión mediática de la industria cultural La “Fiesta de Quince Años” es la denominación que recibe la celebración del decimoquinto cumpleaños de una adolescente, también se le denomina en ocasiones Fiesta de Quinceañera, Fiesta de Quince, o simplemente Quince. En algunas zonas de Latinoamérica, la palabra quinceañera hace referencia a la propia chica que cumple los 15 años. En algunas culturas americanas, la fiesta de quince años registra su origen en las celebraciones de antepasados indígenas, donde las niñas jóvenes pertenecientes a las tribus eran entregadas al jefe una vez que menstruaban por primera vez. El jefe, como un acto ritual, las accedía carnalmente, y así las jovencitas daban su paso de la niñez a la adultez. Lo primero que salta a la vista es que los programas festivos quinceañeros de la actualidad no están orientados hacia la perpetuación de sus valores tradicionales. De forma opuesta a este supuesto, es la incorporación sistemática y creativa que las poblaciones locales hacen de los productos e imágenes relacionados con la industria cultural o economía cultural lo que emerge como epicentro sensorial y simbólico de la celebración. La capacidad ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 66 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) de las sociedades industrializadas de producir bienes culturales en forma masiva (Adorno, 1947) genera una gran escalada de productos como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía y el turismo; lo que está estableciendo un ritmo cada vez más dinámico de consumo de esta industria para incorporarla a las escenografías festivas. Esta realidad socialmente construida desde los medios de comunicación es compartida y asumida por los sujetos (Berger y Luckmann, 1988). En esta línea, los medios de comunicación y las corporaciones empresariales se ven como instituciones socializadoras que no solo influyen a partir de la representación y transmisión de normas y valores sino, sobre todo, y de manera menos explícita, a partir de su reconstrucción de la realidad social. Para Adorno (1967), toda la praxis de la industria cultural aplica decididamente la motivación del beneficio a los productos autónomos del espíritu. Desde que el primer gobierno de Tony Blair en el Reino Unido apostó por una agenda política que incluyera la industria creativa para abrir nuevos frentes de trabajo y desarrollar nuevos mercados, el mundo capitalista dio riendas sueltas a todas las formas artísticas de la alta cultura a la popular, como la artesanía, el patrimonio cultural, el turismo cultural, los equipos culturales (museos, teatros, cines), así como el trabajo conjunto de la cultura, el turismo y la educación como forma de llegar al desarrollo sustentable. Esta producción que acompaña a la globalización neoliberal tiende a crear unos estándares universales o producción tematizada que fluye a través de los medios de comunicación; con tal envergadura, que los protagonistas mediáticos del cine y la televisión se acercan a la vocación liberadora y de placer de los sujetos sociales en cualquier parte del mundo. Si bien es cierto que la incorporación a la Fiesta de Quince de productos foráneos a través de la moda, la gastronomía, el cine, la televisión e Internet es una realidad tangible en los contextos locales del oriente de Cuba no sería tan importante asumir una posición defensiva por el rescate de la tradición festiva como demostrar las gradaciones en que este fenómeno mediático ha logrado variar la tradición local en la actualidad. Un ejemplo de esta realidad es la deslocalización de los escenarios locales a través de las composiciones fotográficas y el montaje de productos audiovisuales donde se recrea la imagen de la quinceañera viajando por escenarios de Paris, New York o Río de Janeiro acompañados del artista mediático favorito, como intentaremos demostrar más adelante. Pero la incorporación de la industria creativa no invade únicamente la imaginación de las poblaciones locales junto a la moda y la imitación de escenarios trasnacionales en contextos locales. La invasión mediática asedia los cuerpos de los/as jóvenes. Se intenta construir y resignificar las posturas y estilos corporales de las estrellas del cine y la televisión. Lo importante de esta definición es que ayudaría a repensar el modo en que los estilos y posturas corporales ampliamente mediatizadas están siendo relocalizadas y resignificadas en las nuevas percepciones culturales de la festividad objeto de estudio. Mari Luz Esteban (2004) sostiene que las relaciones entre cuerpo, imagen corporal y género, en el presente requieren nuevas claves de interpretación. A este respecto, la imagen corporal de las quinceañeras es investida de elementos simbólicos y sociales que van más allá del circuito de la moda del que surgen, y donde conviven definiciones hegemónicas de femineidad con nuevos modelos respecto al trabajo y la promoción social para las mujeres. ¿Es la Fiesta de Quince solo un rito de transición entre la juventud y la edad adulta que perpetúa la pertenencia a un grupo? ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 67 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) ¿Se puede estudiar solamente como representación individual y colectiva de integración ritual a un grupo comunitario? ¿En qué medida estudiar la Fiesta de Quince en Contramaestre puede marcarnos unos itinerarios traslocales y trasnacionales que nos ayuden a repensar las etnografías que alimentan las identidades locales como una sumatoria de atributos culturales? La fiesta de quince en Contramaestre hasta los años setenta del siglo XX. En la comunidad hispana de Contramaestre, se celebra una fiesta de Quince Años tradicional en dos momentos: una vez concluida la misa en donde la cumpleañera renueva sus votos de bautizo, es costumbre celebrar en compañía de familiares y amigos una fiesta, llamada quinceañera. Más que una fiesta donde celebrar con comida y baile, este evento representa la bienvenida de la joven a la edad adulta, a través de rituales simbólicos entre los que se encuentran el cambio de zapatillas, su primer baile con un chico, así como la entrega de su última muñeca3. El brindis es momento en que se festeja en honor a la quinceañera brindando y en el que los padres aprovechan para agradecer a los invitados, mientras los padrinos dedican unas palabras a su ahijada. De ahí, el momento más solemne, es donde la cumpleañera dice algunas palabras. El brindis simboliza la importancia de sus primeras palabras como joven mujer frente a los invitados, su agradecimiento, su sentir y sus metas y aspiraciones como jovencita. El investigador Juan Carlos Rosario (2011) afirma que la constitución de El Círculo Hispano-Cubano de Contramaestre, se convirtió en un resorte institucional para consolidar el reconocimiento público del grupo de vanguardia del comercio. Ligada al casino existía una sociedad de mujeres “La Milagrosa” con fines benéficos con 113 asociadas de Contramaestre, Maffo, América, Baire, Jiguaní y Guaninao y una sociedad infantil con 32 niños asociados. En total el casino sumaba 400 asociados (Carnero, 1924). Con la inauguración de su primer inmueble en 1920, fue habilitado un departamento a una oficina del Royal Bank of Canada, lo que indica la estrecha relación de la directiva con importantes grupos financieros que operaban en el país. En el caso que nos ocupa esta institución de recreo y beneficencia tuvo un papel protagónico en la presentación de «las señoritas» en sociedad. Unos de los informantes narra y describe cómo eran estas Fiesta en el pasado: “Generalmente la Fiesta de Quince tenía una connotación social porque constituía un motivo de presentación de las quinceañeras en sociedad, con el objetivo de una ulterior relación social con miras a casamiento beneficioso para la familia. Ejemplo: se buscaban quince parejas que se escogían entre las familias más pudientes económicamente, en esas parejas había un tipo de preparación coreográfica que podía ser de quince días o más. La música escogida era generalmente un vals, podía escogerse otro baile ligero como un danzón o de otra índole. Se efectuaba de la siguiente manera: las quince parejas obligatoriamente debían vestirse imitando la 3 Se refiera a la ceremonia de confirmación que era un acto que se efectuaba en la iglesia u otro espacio social de los pueblos y ciudades, siempre delante del párroco, padrinos, madrinas, familiares y amistades. Ver: Hilda Grabiela (2011) “La Fiesta de Quince Tradicional”; En: http://www.quinceanera.com/es/tradicion. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 68 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) burguesía, es decir, las muchachas con un atuendo de lujo consistente en un vestido largo, ancho, con telas buenas, tul, seda de color que no fuera blanco. Los jóvenes vestidos de traje o smoking de color azul o negro, con elegante corbata y camisa blanca. La quinceañera obligatoriamente bien vestida cuyo traje eran absolutamente superior a los que exhibían las restantes muchachas”. Se puede apreciar en la narración que los antiguos pobladores de Contramaestre consideraban este evento social como una oportunidad para establecer las nuevas relaciones de pareja y casamiento. En cuanto a la organización, las secuencias rituales y la gestión de los recursos para la celebración el informante refiere: “Se iniciaba el baile con el vals que podía ser “Danubio Azul”. Más adelante se bailaba con una placa (LP) que se denominaba las «quince canciones» del cantante canadiense Paul Anka. Después, este long play4 constituyó el baile obligado en las Fiestas de Quince; conocidas también por el nombre de “Fiestas de presentación en sociedad” aplicada la fotografía blanco y negro, la pareja de la quinceañera en el primer baile a solía ser el papá u otro familiar, luego vendría el brindis, consistente en treinta copas de Champaña, o Sidra, seguía entonces el reparto del buffet en plato de cartón, no en cajas como es ahora. Luego se bailaba música de moda de la época como cha cha chá5, son, una guaracha; estas fiestas se hacían generalmente en clubes para gente blanca como por ejemplo casinos o liceos, luego se brindaba cerveza, refrescos, todos servidos en barra. Después que se quitaban esa ropa como en las bodas, las quince parejas se vestían con trajes diferentes. Era un derroche de lujo, de arrogancia y de poder”. Las fiestas de Contramaestre de la etapa republicana y hasta la década del sesenta del siglo XX, mantuvieron un sello del sector de pequeña y mediana burguesía, donde, además de la estratificación social, había una estratificación racial, como se demuestra en la narración del informante: “Tengo una anécdota que contar. En una fiesta de quince que yo asistí había un muchacho negro y el padre de la quinceañera dijo:-¡“se para la fiesta hasta que el negro salga!”. Las familias que no tenían suficientes recursos compraban un vestido nuevo ese día a la muchacha, la llevaban a un estudio fotográfico y se le hacía una sola fotografía, generalmente del tórax hacia arriba y esa la tenían ya de recuerdo. Para la gente de alcurnia, el invitado preferido era el muchacho de mayor poder adquisitivo del pueblo, el hijo de un comerciante, dueño de un almacén. Esto ahora es una barbaridad; eso de cerrar una cuadra, y alquilar una orquesta se hizo después”. 4 también llamado disco de larga duración, es un disco de vinilo de tamaño grande, de 12 pulgadas (30,5 cm) de diámetro, en el cual se puede grabar, en formato analógico, un máximo de unos 20 a 25 minutos de sonido por cada cara. Los LP suelen constar de unas ocho, diez o doce canciones, dependiendo de su duración, y están grabados a una velocidad de 33 y 1/3 revoluciones por minuto (33 RPM). Véase https://es.wikipedia.org/wiki/LP 5 Chachachá es un ritmo originario de Cuba creado a partir del danzón por el compositor y violinista habanero Enrique Jorrín en 1953. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 69 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Lo referido por el informante muestra el carácter selectivo y privado de la celebración, aunque existía una población heterogénea desde el punto de vista étnico, las celebraciones de Quince del mismo modo que la Fiesta Patronal de “San Juan”, mostraba el componente cultural de sus patrocinadores de origen hispano. Por otra parte, aunque muchas de las quinceañeras de aquella época eran de origen campesino, la celebración fue principalmente un fenómeno urbano, y a través de la imagen, la ritualización y el despliegue de recursos ostentosos se mostraba la identidad local de sus diferentes estratos sociales. Entre los años sesenta y setenta del siglo XX la Fiesta de Quince tuvo importantes variaciones: dejó de constituir una celebración de los sectores pudientes, para abarcar el resto de los sectores populares. Del mismo modo, las celebraciones también fueron abarcando a la población rural. El Estado tomó la iniciativa de habilitar una tienda de servicios de festejos, que incluía cumpleaños de niños, quinces y bodas. De este modo cada quinceañera tenía derecho a comprar a precios módicos un módulo de confituras y bebidas, así como un ajuar de vestidos y zapatos o de forma opcional, los tejidos para confeccionar los trajes de Quince. El módulo de confituras y bebidas se componía de: Autorización para comprar un cake. 10 cajas de cerveza. 5 botellas de ron. 5 botellas de vino. Caramelos. El ajuar de vestidos se componía de: 2 vestidos, o telas para su confección. 2 pares de zapatos. Ropa interior. Toallas. En los años setenta también se utilizó como opción ofrecer un viaje por toda la isla en un paquete de turismo nacional conocido como “Vera Cuba”. Un acucioso participante de aquellas celebraciones lo rememora de la forma siguiente: “Yo era fijo en todos los Quince de mi época porque sabía bailar y gozaba de lo lindo; verdaderamente era una celebración importante en el pueblo. Las familias se preparaban con mucho tiempo de antelación, tanto para las comidas como para la borrachera: no faltaba un “macho” cebándose en el corral, ni las 10 cajas de cerveza, un tanque de vino casero, huevos y harina para mandar a hacer el cake, hasta los rollitos fotográficos mandados “de afuera”. ¡Aquello si eran Quinces! Bueno, también había estrecheces, y adquirir el par de zapatos adecuados, era una odisea; si no lo conseguías, siempre aparecía una joven que quisiera prestarlos, no había tanta vanidad, ni competencia. Se contrataba a un fotógrafo y todas las fotos eran en las habitaciones, algunas en exteriores o con la familia y amigos; no era el desfile de modas de hoy. El fotógrafo era como un primer invitado, ya que tenía la misión de embellecer a las muchachas, aunque estas no fueran muy agraciadas, pero todo se hacía con buen ánimo y voluntad. Las madres y padres, estaban dispuestos a cualquier sacrificio antes que dejar de celebrarle a la niña sus Quince”. Las familias con menos recursos no hacían una celebración, optaban por hacerle las fotografías y realizar una pequeña reunión familiar que se denominó localmente “descarga” o “motivo”. La diferencia entre los Quince propiamente dicho y la descarga era evidente: los ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 70 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) primeros mantuvieron los bailes de pareja y la suntuosidad de las celebraciones de la etapa republicana, mientras que en las descargas se privilegiaba la música, principalmente, la extranjera, y los vestuarios eran de sport. La celebración era con temas populares de moda de la música pop, rock y canciones románticas. Para los años setenta el único grupo musical que se ponía en las fiesta de quince era “Los Van Van”. 6 En el caso de las agrupaciones locales, el grupo “Los Trauma” de Maffo, y ya en los años ochenta el grupo sonoro “Orbita I”. Las Fiestas de Quince se convirtieron en la expresión de mayor esplendor en la década de los 70 del siglo pasado, y fueron durante años el primer acontecimiento en la vida de las muchachas del pueblo. Como refiere Juan Morales Agüero: “Era tan importante celebrar aquel festejo que las familias implicadas solían prepararse con mucho tiempo de antelación, tanto en el orden gastronómico como en el etílico: un lechoncito cebándose en el corral, 10 de cajas de cerveza, un par de garrafones de vino de arroz, harina para el mandar a hacer el cake, rollitos fotográficos mandados «de afuera». En los días previos a Los Quince eran de corre-corre. Entre las urgencias figuraban conseguir zapatos nuevos para la quinceañera y un vaporoso vestido de vuelos. También contratar los servicios de un fotógrafo. Y, por supuesto, mandar a imprimir las invitaciones y definir las parejas que bailarían el vals... ¡una odisea! Pero nada, todo se hacía con buen semblante y mejor disposición. Porque, como decían madres y padres, estaban dispuestos a cualquier cosa antes que dejar de celebrarle a la niña sus Quince”. Y continúa refiriendo el periodista tunero: “Las familias se enrolaban en una fraternal competencia para ver cuál era capaz de imprimirle mayor fastuosidad al convite. Se llovían las iniciativas: automóviles para trasladar a las parejas del vals, desde sus casas hasta al la sede del festejo, adornos florales de inédita factura, grupos musicales para tocar en vivo para los bailadores, fotos en colores. Tenían algo en común: ¡la colaboración de la gente del barrio!”. La Fiesta de Quince hasta los años ochenta del siglo XX constituía un momento excepcional de interacción social, elaboración y consumo de música y comida. La ritualización del acto festivo representaba la noción de comunión entre los invitados y la quinceañera, que a través del baile y la comensalidad, reglamentaba una determinada jerarquía ritual y social de la juventud de aquella hora, donde se reproducía simbólicamente la estructura del grupo social. 6 Los Van Van es una orquesta cubana, fundada en 1969 por el bajista Juan Formell. Sus últimos resultados no dejan duda de que llegan a la madurez. Piezas como “Que le den candela” y “Ese es mi problema” del Disco Azúcar (1993), “Soy normal, natural” y “Qué sorpresa” de lo Último en vivo (1994), “Deja la ira” y “De igual a igual”, de Ay dios ampárame (1995) y “Esto te pone la cabeza mala” y “Llévala a tu vacilón” de Te pone la cabeza mala (1997), son algunos de los discos que anteceden a Llegó Van Van (1999) que contiene “Permiso que llegó Van Van”, “El negro está cocinando” y “Temba tumba timba”, obras que han arrasado sin compasión en el contexto de la salsa, por sus contagioso ritmo, alegría y buen gusto. Todos conservan el sello del grupo aun cuando utilicen otros recursos orquestales. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 71 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) “Votar la casa por la ventana” o potlatch contemporáneo en Contramaestre. En este apartado se hace un análisis de la economía de la Fiesta de Quince y el control ideológico de la misma. Toda conmemoración constituye un acontecimiento significativo desde el punto de vista social y que tiende a condensar narrativas que las poblaciones incorporan a la memoria colectiva y al mismo tiempo se erigen como constructos de identidad y en tal sentido el campo económico se articula con el polo ideológico de la celebración. El potlatch era un evento festivo practicado por las tribus de la costa norte del Pacífico en norteamérica, en lengua franca chinook de esta área, significa “don” o “dar” en un contexto ceremonial. La práctica consistía en una invitación que hacía un grupo a otros desposeídos para donarle alimentos y otros útiles; su función era elevar el prestigio de los anfitriones. Los donativos eran amenizados por fiestas, que incluían danzas, discursos y distribuciones ostentosas; estas fiestas se organizaban en ocasión de acontecimientos muy importantes de la vida del individuo (matrimonios, funerales, sucesión o iniciación) (Bonte e Izard, 1996: 608). La Fiesta de Quince en Contramaestre se ha convertido en un ritual donde no solamente se celebra el transito de la adolescente a la juventud, sino que los organizadores (padres, madres, padrinos y madrinas) compiten por mostrar su estatus y obtener prestigio ante la sociedad local. Según sea la fiesta, es que se define el criterio colectivo en relación a la familia. El evento no se limita a mostrar una práctica de identidad de género en el tránsito de la quinceañera hacia la juventud, sino que reafirma la posición social de la familia patrocinadora a través de una selección de recursos gastronómicos, indumentarios (trajes), fotografía y videos que actúan como los grandes atractivos de la celebración. A diferencia de las tribus de la costa norte del Pacífico los donativos o intercambios no se realizan a partir de las actividades económicas habituales, se trata de una combinación de recursos financieros, productos mediáticos (música, indumentaria, gastronomía) por vías formales e informales, cuya función es proporcionar una imagen de excelencia de la festividad. Estos eventos festivos, sean o no descomunales, están orientados a la demostración de poder. Para tener un punto de comparación se eligió una publicación que hace alusión a una fiesta de Quince en La Habana 7. Dicha publicación en el sitio Web es un ejemplo de cómo estos eventos festivos han comenzado a nutrir las páginas de Internet. El texto en cuestión refiere lo que sigue: “El matrimonio de Rogelio Sarduy y Maritza López; en la mañana del 30 de enero se despertaron bien temprano para asegurar todos los detalles de la fiesta de 15 años de Yailén, su única hija. Nerviosos y satisfechos van a la carrera por toda La Habana. En una libretica tienen anotados los asuntos pendientes. Ver si el hombre encargado de elaborar los 'cakes' (tartas) ya los tiene listos e insistentemente llamar para confirmar la participación de un locutor de la televisión contratado para ejercer como maestro de ceremonia. Todo empezó 12 años atrás, cuando con paciencia asiática los padres comenzaron a guardar en el bolsillo de un viejo gabán parte del dinero que le enviaban sus parientes al otro lado del estrecho de la Florida” 8 7 Iván García: “Extravagantes fiestas de los 15 años en medio de la pobreza”; http://www.elmundo.es/america/2010/02/06/ 8 (Iván García | La Habana, Actualizado viernes 12/02/2010 17:29 horas). ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 72 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Esta descripción de una página de internet revela cómo los padres y madres controlan ideológicamente la fiesta y articulan una red por donde fluyen los recursos y las informaciones. Esta red trasciende los límites locales y opera a través de fronteras trasnacionales, que hace que la celebración no dependa solamente de los recursos locales, sino también de las aportaciones que puedan realizar los familiares que se encuentran allende los mares. Lo narrado por Iván en la mencionada página de Internet enfatiza la regulación ideológica de los padres, lo cual se expresa a través de las exigencias por el cumplimiento de las aspiraciones de los progenitores para con la hija; en este caso, ellos son los mayores promotores de la celebración. Aquí se pone en juego el compromiso de la futura quinceañera de obedecer al mandato, las aspiraciones y disciplina que debe guardar hasta la fecha decisiva de presentarse en una o varias ceremonias que tienen lugar en el año de la transición de adolescente a joven. La primera aspiración de los padres es mostrar a la hija como una persona preparada para cumplir su rol social, y donde entran en juego los valores asumidos por la sociedad. En el caso de la sociedad cubana, la educación y la perspectiva de prepararse para el futuro profesional se convierten en pilares reguladores de la conducta de la futura quinceañera. No obstante, las cualidades de la joven pueden pasar a un segundo plano, el mayor interés gravita en demostrar que llegado el momento se puede hacer un derroche de caudales acumulados por la familia, aún en condiciones de restricciones económicas y escasez, todo lo cual lleva aparejado un despliegue de recursos que son dispuestos para desbordar el consumo y la extravagancia. Para ilustrar lo anteriormente planteado se expone otro fragmento del citado artículo del periódico El Mundo el 6 de febrero del año 2010 “Alrededor de las quinceañeras se ha montado un jugoso negocio particular, sobre todo en La Habana. Tomen nota. El matrimonio Sarduy tuvo que pagar 110 CUC (pesos cubanos convertibles) 9 por dos álbumes de fotos y un CD con efectos especiales. 70 CUC por el alquiler de diferentes vestidos para cambiarse durante las fotos, hechas en diferentes locaciones. Por utilizar 6 horas el salón de un elegante hotel capitalino, 150 CUC. Súmele además, que entre comida, ron, cerveza, buffet, dulces y ostentosos cakes, gastaron 600 CUC (unos 24 dólares). Por si no bastara, una semana antes de la fiesta, además de comprarle a Yailán tres conjuntos de ropa y calzado, desembolsaron 900 CUC para pasar los tres un fin de semana en un hotel de la playa de Varadero, a 100 kilómetros al este de la ciudad. El joven que montó la coreografía del baile para las 15 parejas cobró 60 cucas. Más cara fue la tarifa del conductor de la tele: 100 cucas. El grifo de la moneda dura no se cerró ahí. Casi 300 cucas costó alquilar una flota de taxis y minibuses. Luego de darse un trago amplio de ron Habana Club añejo 7 años, el padre sonríe. No cree que todavía sea el momento de 'pasar raya' y sacar cuentas. Aunque por lo bajo señala que "entre una cosa y otra, hemos gastado 4 mil cucas, toda la plata que llevábamos doce años guardando". 9 El Peso Cubano Convertible (CUC) es una de las dos monedas oficiales de Cuba, juntamente con el peso cubano. Empezó a circular en 1994. En noviembre de 2004, el Banco Central terminó la circulación del dólar en Cuba. Hasta abril de 2005, la tasa de cambio fue 1 CUC = 1 USD. Después, 1 CUC = 1,08 USD. A partir del 14 de marzo del 2011 ha retomado su valor original, es decir 1 CUC por USD, aunque se conserva el impuesto del 10% sobre el cambio de efectivo. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Peso_cubano_convertible ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 73 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) La descripción de gastos y la narración acerca de una fiesta capitalina puede tener una primera lectura de que se trata de un fenómeno de la gran urbe habanera. En este orden se describirá cómo y quiénes asumen la economía de Los Quince en Contramaestre, así como el desglose de los gastos y percepciones de familiares y quinceañeras locales que fueron objeto de la presente investigación. Una de las quinceañeras entrevistadas refiere: “Mi mamá desde que yo nací abrió una cuenta de ahorro en el banco hasta que se aproximaran mis quince años; mi papá me ayudó bastante y también algunos otros familiares dieron sus aportes, yo no quería una gran fiesta, todo fue de momento y me la hicieron... Fueron 2.250 pesos, por las fotos nadamás, pero el total de la fiesta fue 11.715 pesos y eso que ella no extrajo dinero de su cuenta en el banco para la ropa sport. Esa la compró poco a poco cosiendo. Tres meses antes yo iba cogiendo las cosas y ella con las costuras las iba pagando y me dijo que fue una cuentecita por arriba de lo que se acuerda. ¡Ah! Me faltó el alquiler de la música que fue Layner, por un precio de 2000 pesos.” Otra quinceañera refiere: “Mi mamá tenía una cuenta de ahorro más o menos de 4.000 pesos y ademásnos llegó una ayuda familiar del exterior: me mandaron ropas y esas cosas… y también me ayudó otra tía que estaba en misión en Venezuela. Las fotos me las hicieon frente al banco, los trajes yo los escogí por los colores que me “pegaban”, busqué los más sencillos, que no fueran extravagantes; eran como cinco piezas, además de las ayudas mencionadas mi papá me compró más ropa sport bonita que traen de Europa y de Ecuador. En la casa de las fotos me hicieron un video, las fotos con montajes de acuerdo con el vestido; salgo en un barco, en una ciudad, una como en un cuadro de una pintura con trazos amarillos. En el video estuve con Price Roy y William Leviz. Las fotos costaron más de 2000. Pesos, sin incluir el alquiler de traje. También me hice llavero porque está de moda y quise tener uno… me están mandando a hacer un afiche (50 CUC) y una ampliación (12 CUC), para un costo total de 62 CUC”… Existe una tarifa de precios en las casas del alquiler, que incluye varios servicios, principalmente relacionados con los vestuarios, las fotografías y los vídeos. En virtud del análisis del epígrafe se ha seleccionado una de estas casas del centro de la ciudad de Contramaestre. Los precios de los servicios que brinda son los siguientes: Fotografías de interior: 1, 3 y 6 cuc Fotografías de Exterior: 1, 3 y 6 cuc Fotografías de Estudios con fondos escenográficos: 35 y 50 pesos cubanos. 4 trajes, 2 sport y alquiler de la casa 350 pesos MN. Vídeo de 40 a 50 minutos: 700 pesos MN. Estas casas brindan otros servicios en dependencia de los recursos con que cuentan los interesados en el alquiler. Maquillaje 150 pesos MN. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 74 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) “Emilio Cemento versus Fofi”: de la celebración quinceañera a la competencia de poderes. Como se ha expresado al inicio del epígrafe, las celebraciones festivas tienen una función social de grupo, y donde la invitación y donativos, sean materiales o simbólicos deben favorecer -y así lo conciben sus organizadores- el prestigio de los anfitriones. Este postulado queda demostrado en las celebraciones quinceañeras de Contramaestre, aunque no todas las celebraciones despliegan el arsenal de donativos y distribuciones ostentosas de bebidas y comidas, esa realidad depende de los recursos y del afán competitivo de los patrocinadores. Para una familia de bajos ingresos el dilema consiste en “poder hacer”, mientras que para una familia con recursos e ingresos considerables la celebración es una oportunidad de demostrarle a la sociedad local cuánto pueden gastar, cuántas invitaciones pueden hacer, cuánto pueden derrochar. Para ser más explícitos han sido seleccionadas dos celebraciones de Quince ocurridas en el año 2013. ¿Quiénes fueron sus organizadores? Ambos son trabajadores por cuenta propia: “Fofi”: Aunque en la actualidad es un trabajador por cuenta propia, en el pasado era empleado de la Empresa Municipal de Gastronomía y controlaba un termo (contenedor de cerveza a granel), que fue la base de la acumulación de su “fortuna”, aunque realizó otras actividades de expendios de alimentos, hasta que en la actualidad abrió un restaurante en la calle 13 del Reparto Lumumba. “Emilio Cemento”: fue un profesor de Cultura Física, hizo sus primeros ahorros trabajando en la zona turística de Varadero. De regreso a Contramaestre, compró un camión para la transportación de pasajeros, pero encontró los mayores dividendos alquilando el camión para transportar cemento desde Santiago de Cuba; de esta actividad adquiere el mote. Con la apertura de los viajes al extranjero, comenzó a viajar a Panamá y Ecuador de donde trae confecciones, piezas de repuesto para automóviles; aunque no se dedica a la venta directa de estos productos. Si los residentes del reparto Lumumba y el pueblo en general conocen que dichos cuentapropistas cuentan con recursos, ellos no podían perder la oportunidad de mostrar su capacidad de ostentosidad a la sociedad contramaestrense en el año de los Quince de sus respectivas hijas. Estas celebraciones no constituyeron un desafío entre uno y otro contrincante, era la sociedad y principalmente los invitados los que debían evaluar sus potencialidades y capacidad de convocatoria. El primero en lanzarse en busca del record de “celebración más sonada” a través de los quince de su hija fue Fofi. Su joven hija percibió su fiesta de la forma que sigue: “Recuerdo mi fiesta de quince maravillosa, fue un día inolvidable, pues fue el momento más esperado y ansiado de mi vida. Me sentí orgullosa de haber nacido en una familia tan buena y le agradecí a Dios por permitirme vivir ese instante, me di cuenta de que dejé de ser una niña para convertirme en una hermosa quinceañera. A pesar de todos los momentos buenos fue un día muy trágico, pues tuve que prepararme para bailar el vals que fue muy complicado y recibir con cariño y amor a mis invitados. Participaron mis familiares, amigos y enemigos, pues no soy una persona rencorosa. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 75 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Participaron los vecinos, amistades de mi padre, mis tíos y primas que viven en el extranjero a todos les envié invitaciones”. Lo primero que salta a la vista es el reconocimiento y el orgullo por la familia, específicamente por los padres. Otro elemento importante es considerar trágico bailar el vals. En este sentido es un acto ceremonial que ya ha desaparecido de las celebraciones más comunes, en este caso intentaban dar un toque de “autenticidad” al homenaje quinceañero, de aquí que el recurso a la tradición en el contexto actual intente recrear lo que padres y familiares perciben como auténtico, o simplemente, por encima del resto de las celebraciones locales. En otro orden la percepción de la invitación que se hace a familiares, personas allegadas y a los detractores; sella el control ideológico de la fiesta, debido a que los evaluadores no serán solamente personas cercanas, sino también aquellas con las cuales la familia mantiene cierta distancia o tensiones, donde la invitación funciona simplemente como «callarle la boca» a sus competidores. Un momento importante es el brindis, porque es el momento del despliegue gastronómico, que la quinceañera rememora de la forma que sigue: “Bueno, mi fiesta de quince se realizó en mi casa, en el «Paladar de Fofi». Todos los recursos fueron buscados por mi papá, las bebidas, el cake, el refresco, la cena, la música y el productor musical, siendo un gasto muy grande. Las amistades de mis padres me hicieron regalos muy lindos; de los cuales estuve muy agradecida, por ejemplo, perfumes, blusas, vestidos, zapatos, felpas, labiales, maquillajes y prendas, todo de gran valor y buen gusto. Los recursos se repartieron en cajitas, las bebidas en botellas y latas. Mis fotos fueron naturales, exceptuando algunas que si tenían fondos artificiale. Me tiraron mis fotos y también me hicieron video en la casa de alquiler y en mi casa. Mi padre gastó en mi fiesta alrededor de 40 000 pesos. Fueron muchas las cosas que compró. La comida fue carne de macho en fricasé, congrí, y yuca, que se sirvió en la cajita por la cantidad que le cabía a cada una. Repartieron caldosa en vasos llenos, además dieron cake, palitroques, pasteles, caramelos, helados en vaso y la bebida se pedía en la barra; cuanto querían pedir. El camarero atendía a todos y ofrecía refrescos y vinos. Muchos de mis amigos me dijeron que los quince quedaron muy buenos, mi papá regalaba las botellas y las latas de refresco pordoquier. Mi fiesta fue considerada como” una fiesta para todos”, mis Quince fueron tanto mío como de mis padres. Había bastante para dar y sobre todo, fueron personas sin importar su nivel social. Mi fiesta fue bendecida por mis padres, pues su niña dejaba de ser pequeñita para ser muy grande, lo que ellos habían esperado toda su vida”. Lo expresado por la informante muestra el intercambio simbólico a través de los regalos hechos por los/as amigos/as, tiene la función de obsequiar a la homenajeada en representación de los allegados a la familia y principalmente los amigos del padre. El servicio en la barra intenta recuperar la práctica de los Quince de la clase media, cuando en el pasado eran presentadas las señoritas en sociedad. El hecho de permitir que los comensales disfruten sus deseos «al pedido» pone de manifiesto la intencionalidad de los padres de competir por el estatus, aunque la inversión sea excesiva. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 76 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Cuando la celebración de los “Quince” corresponde a jóvenes cuyos padres tienen ingresos notables, las expectativas sociales son mayores y los rumores de barrio se convierten en un catalizador de la competencia y de realización de esfuerzos por parte de la familia que organiza estos eventos. Un ejemplo de lo expuesto lo constituyó la celebración de la Fiesta de Quince Años de la hija del connotado “Emilio Cemento”. La quinceañera percibió su celebración de la forma que sigue: “Ese día para mí fue muy trágico, demasiada gente para verme, querían saber que me iban a hacer en el pelo. Me pasé tres días en Guantánamo para tirarme las fotos, tuve que ir con mi papá a la casa de unos familiares que no podían venir a verme, fueron todos los profesores de mi escuela, los amigos de mi papá, vecinos que querían saber todo, hasta sobre el arreglo de las uñas. Eran demasiadas preguntas. Fue un recuerdo inolvidable, tuve a mi lado a las personas que más amo, aunque días después de mi celebración sucedió algo trágico: perdí a mi abuelita. Participaron mis seres más queridos, mis amistades más cercanas, amiguitos lejanos y cercanos. Fue un día inolvidable”. Lo referido por la informante asevera la expectativa social que produce la organización de la fiesta, cuando se trata de una familia que compite por el prestigio. A pesar de los agasajos para homenajear a la quinceañera, la tensión competitiva puede trasbordar una mezcla de satisfacción y agobio, principalmente para la homenajeada, que se debe mover en condiciones que le resultan irregulares. Siempre el rumor de barrio es un recurso evaluador de la organización, la calidad de cada acto y de la acogida de los invitados. Los vecinos, amigos, y fundamentalmente los jóvenes se convierten en los jueces de la celebración. “Las invitaciones me las trajo mi papá de Ecuador, de gran calidad, y a los que no alcanzaron los invité “de boca". La fiesta fue en mi casa, todo fue en mi casa. Los recursos: mi papá tiene finca de donde sacaron cinco machos y cuatro ovejos, mi tío que llegó de Venezuela me regaló dos machos más. Mi papá me celebró los quince con los ahorros de toda la vida, mi tío que vive en Estados Unidos también ayudó. Las fotos, unos amigos de mi papá que viajan con el a Ecuador le debían un dinero, ellos empezaron a traer ropa, vestidos, zapatos para hacer una casa de tirar fotos, compraron una casa en La Habana y fue preparada para esta actividad, entonces de esa misma plata cogieron para las fotos que fueron ciento cincuenta, más el video, todo iba incluido en el dinero que le debían”. Los Quince también dan cuanta del tipo de relaciones que mantienen los progenitores de la quinceañera: los invitados excepcionales por lo general son aquellos con los que existe un engranaje que puede ser económico o social. Estas invitaciones especiales tienden a consolidar las redes sociales que juegan un papel fundamental en los ingresos o la seguridad de la familia. Pueden ser empresarios, abogados, policías, médicos, etc. Como ha expuesto la informante, dentro del grupo de invitados aparecen en primer plano los que forman la red de comercio en que se mueve el padre. Hay una insistencia en demostrar la calidad de las modas extranjeras, así como el origen de la misma; esto quiere decir que disponer de recursos o productos traídos del extranjero constituye un marcador de excelencia de la fiesta, lo cual queda confirmado en la narración de la quinceañera: “La procedencia de los vestidos fue toda confección extranjera, los trajes que utilicé fueron de modas actuales y tradicionales. Las modas fueron lo último que había salido y los perfumes extranjeros entre ellos Bridney Spears. La música preferida fue el reggaetón y Kisomba”. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 77 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Para mostrar el derroche y la ostentación relacionamos algunos de los recursos y opiniones que según los informantes se utilizaron en la fiesta: Asaron 7 cerdos (machos) en púa, en la calle. Había una pipa de cerveza. Las cajas de comida contenían: carne de ovejo y de cerdo asado. Los que no tenían invitación no podían subir. A los que estaban en la calle le brindaban el cake por la reja. El deejay no se cansaba de repetir: “Emilio, el único que ha hecho una fiesta de Quince de verdad”.10 Estos datos pueden dar una idea clara de la intencionalidad de la fiesta. La quinceañera pasaba a un segundo plano, lo importante era mostrar las bondades que el organizador podía gastarse, lo que evidencia la búsqueda del prestigio a través del derroche. Pero si la opinión de la quinceañera y sus familiares es de satisfacción y ostentación, los vecinos pueden tener una imagen contraria de este convite. Una maestra, vecina de la hija de “Emilio Cemento” refiere acerca de los Quinces: “La mayoría de las parejas con papeletas no cogieron cajitas, cuando iban a pedirla le decían ya tu cogiste. Sacaron dos botellas de Sidra y la arrojaron sobre las personas, no le dieron a los presentes. Arriba, en la terraza, estaban los invitados de Evelin, pero casi no tomaron, En el garaje estaban los invitados especiales y todos estaban borrachos. Había tres policías destinados al cuidado y tranquilidad de la fiesta, pero estaban borrachitos, borrachitos... Yoani Star (rapero) vino de Santiago a cantar en los quince y le pagaron cinco mi pesosl, comió en otra casa porque manifestó que tenía hambre y que solamente le daban ron, él comentó: pero aquí no dan comida, yo tengo hambre y nada más me dan ron ¿dónde esta la cerveza? La madre y la hija se vistieron igual, ¿acaso las dos cumplían quince?”. Al inicio del epígrafe se reflexionaba sobre el acto de donar, como una función social que está orientada a la búsqueda del prestigio. Si bien es cierto que en las sociedades tradicionales estos festines van acompañados de elementos danzarios o musicales o coreográficos, no existe en dichas celebraciones un medidor en dinero, de ¿Cuánto se puede gastar? Sin embargo, la fiesta de Quinde es un evento donde todo se puede adquirir con dinero. En este sentido es oportuno seguir las consideraciones de Maurice Godelier (1998) cuando advierte que: “Aparentemente todo, o casi todo, está para venderse: los medios de consumo, los medios de producción (inclusive la tierra), los medios de destrucción, los medios de comunicación, la fuerza de trabajo manual y/o intelectual de los individuos y el uso de sus cuerpos. También las cosas banales, las cosas preciosas y las obras de arte. Y, como todo lo que vende y se compra, se vende y se compra con dinero, tener dinero se ha convertido en la condición necesaria para existir física y socialmente” (Godelier, 1998:290-292). 10 Un disc-jockey (también conocido como DJ, pinchadiscos, deejay, diyéi o disyóquey)1 es una persona que crea, selecciona y/o reproduce música grabada propia o de otros compositores para una audiencia. Originalmente, el término "disk" se refería a discos fonográficos, mientras que "disc" alude más bien a vinilos o cedés (CD), siendo una expresión más representativa en la época contemporánea. Hoy, el término engloba cualquier tipo de reproducción de música, independientemente de la fuente. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 78 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) La fiesta de Quince es un sistema de intercambios que se mueve entre lo vendible y comprable hasta lo simbólico. La demostración de ostentación esta en la capacidad de brindar a los invitados todo lo que los anfitriones puedan brindar, pero no se puede negar que la búsqueda de prestigio se acompaña del reforzamiento de lazos afectivos, lo cuales son intransferibles a los invitados. Por otra parte, las quinceañeras no se pueden trasferir, aunque exista alguna inclinación a formalizar una relación con determinado joven de la sociedad, siempre va a formar parte del mismo grupo filial. Es por este particular, que los álbumes de fotografías, videos y algunas prendas, queden como representación de la remembranza y de lo que no se debe transferir a otra quinceañera u otra persona. Impacto de la industria cultural en la celebración La celebración de la Fiesta de Quince en Contramaestre articula componentes o acciones tradicionales con incorporaciones de elementos que dotan a la celebración de nuevos significados. En este epígrafe se realizará un análisis de contenido de las principales secuencias de los programas festivos y de las narrativas de sus principales protagonistas, que permitan la interpretación de sus secuencias rituales, gestos y escenografías (performática) y en el análisis de las variables locales de las fiestas, así como de la forma en que son incorporados creativamente los productos de la industria cultural global al contexto local. En aras de ser más explícito, es oportuno hacer un inventario de la agenda o programa de la celebración, que puede dar una idea de los elementos tradicionales que se conservan y las nuevas creaciones culturales. Los programas de celebración se conforman de 15 secuencias fundamentales: Selección del vestido para la quinceañera. (Práctica tradicional). Selección de los zapatos para esa fecha y la combinación adecuada con el vestido y que se requieren dos pares. (Práctica tradicional). Selección y compra de ropa sport para la sesión de fotografías. (Nueva creación). Realización de las fotos estudio. Esto es una sesión fotográfica con el vestido de la fiesta o cualquier otro grupo de ropa que destaque la belleza de la niña. La idea es realizar varias tomas desde diferentes ángulos y escenarios. (Nueva creación en las casas de alquiler). Selección del lugar, o los lugares de la ceremonia. (Tradicional). Contratos de servicios de sonido, luces, fotografía y filmación. (Nueva creación). Tarjetas de invitación. (Práctica tradicional). Selección de un anillo u otra prenda con motivo de los 15 años. (Tradicional). La decoración del salón de celebración según el color y tono del vestido. Así los manteles, la decoración con globos, la decoración de los muros y los centros de mesa deben incluir en algún momento dicho color. (Tradicional). Alimentación, bebidas y licores. (Tradicional). El Show Central con deejay, pantallas para proyección para la diversión de los invitados. (Nueva creación). Baile de ceremonia del vals. (Tradicional, pero se hace de forma opcional). ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 79 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) El arreglo y embellecimiento de las uñas, del cabello, del rostro y todos los detalles necesarios para ese momento especial. (Tradicional, pero con estilos de la moda actual). Cake para la celebración. (Tradicional). Baile inicial con el padre. (Tradicional). A simple vista, la lectura de la agenda para la Fiesta de Quince en Contramaestre parece mantener los patrones tradicionales de las celebraciones que se realizaron hasta la década de los años setenta del siglo XX. De las quince secuencias o pasos del programa, 11 constituyen componentes tradicionales, lo que representa el 73 % de las secuencias. No obstante, las nuevas creaciones que incorporan elementos de la industria cultural son las secuencias que tienen el peso fundamental de la celebración. Es decir que los mayores recursos se invierten en la selección y compra de ropa sport, la sesión fotográfica con composiciones idealizadas de diferentes escenarios trasnacionales, los servicios de luces, para fotografía y filmación, así como el Show con deejay y pantallas para proyección de vídeos. Es a través de estas nuevas creaciones o incorporaciones que entran los productos de la industria creativa global a los escenarios festivos locales de Contramaestre. El primer impacto se produce en los años ochenta, cuando los contramaestrenses residentes en los Estados Unidos comienzan a viajar al municipio para participar en las Fiestas de Quince de sus jóvenes parientes. Era la ocasión propicia para realizarle los regalos de trajes y ropa sport acordes con los gustos de la quinceañera y las modas de turno. Del mismo modo comienzan a introducir los elementos del decorado, la pirotecnia y los equipos de reproducción de música. Pero el gran desarrollo de la industria cultural trasnacional o industria creativa se produce desde mediados de la década de los noventa del siglo XX y la primera década del siglo XXI (considerados los años de la crisis del “Periodo Especial”), que es cuando irrumpe la era digital en Contramaestre. Es el periodo de aumento de los flujos migratorios desde el país hacia Estados Unidos y Europa, comienzan las invitaciones para los/as contramaestrenses al extranjero, y el turismo trae aparejado nuevas relaciones entre extranjeros/as y pobladores locales, de forma paralela se activa la colaboración de cubanos en otros países. En este contexto se reactivan la redes sociales a través de las cuales comienzan a fluir imágenes, artefactos digitales (cámaras fotográficas-vídeos, ordenadores y nuevos equipos de proyección e iluminación, así como los catálogos de fiestas, de modas y productos gastronómicos globales). Si hasta la década de los ochenta del pasado siglo solamente existía un Palacio de Matrimonios que bridaba servicios gastronómicos, fotográficos y alquiler de trajes y salones para fiestas, a partir de los años noventa aparecen nuevas casas de alquiler (en la actualidad suman 5 en el municipio) dotadas de equipamiento digital para la producción y edición de productos audiovisuales, estudios fotográficos, maquillistas, escenografías y decorados especiales, que recrean estilos arquitectónicos diversos. De esta forma los patrocinadores de las nuevas casas de alquiler para “Quinces” se convierten en una verdadera empresa de producción de materiales gráficos y audiovisuales. Su equipo de producción debe garantizar el montaje de las escenografías para planos internos (fotografías de estudio), escenografías para la simulación o el camuflaje de diversos entornos naturales, arquitectónicos y climatológicos. Un ejemplo enigmático es la casa de alquiler de Pueblo Nuevo, a 6 km al oeste de la ciudad de Contramaestre. El inmueble y su ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 80 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) entorno ha sido reinventado como un estudio de producción cinematográfica, donde se fusionan y combinan diferentes estilos arquitectónicos y de ambientes exteriores. En el interior se pueden encontrar varios modelos de muebles de diferentes estilos, una habitación con alcoba estilo colonial, barras y cuadros con paisajes de diferentes latitudes del mundo; que se utilizan en las composiciones fotográficas atendiendo al gusto de las quinceañeras. En el patio se ha realizado el montaje de diferentes piezas con diversos estilos, el más llamativo es una especie de mirador que fusiona una escalinata de estilo neoclásico con una cubierta representativa de un templo budista. El módulo se completa con un brocal de pozo de estilo colonial, dos puentes, una fuente y una piscina. Este montaje escenográfico funciona como un parque temático, donde la disposición de las piezas o locaciones deben proporcionar a la quinceañera y sus familiares acompañantes la sensación de viajar imaginariamente por diferentes escenarios mundiales. El viaje puede durar de 5 a 12 horas, en el cual los fotógrafos, maquillistas y modeladores guían y orientan las posturas corporales que deben adoptar para cada plano fotográfico. ¿Cómo es percibida la sesión fotográfica por las quinceañeras de Contramaestre? Una de las informantes se refiere a este particular: “Las fotos me las tiraron frente al banco [Se refiere a la casa de alquiler, sita en Carretera Central No. 130], los trajes yo los escogí por los colores que “me pegaban”, busqué los más sencillos, que no fueran extravagantes, eran como cinco, además de la ayuda, mi papá me compró más ropa, era ropa sport bonita que mandan de Europa, de Ecuador. En la casa de las fotos me hicieron un video, las fotos con montajes de acuerdo al vestido, en un barco, en una ciudad, una como en un cuadro con una pintura con trazos amarillos, en el video estuve con Price Roy y William Leviz. Las fotos fue más de 2000.00 pesos sin incluir alquiler de trajes, también me hice llavero porque está de moda y quise tener uno, me están mandando a hacer un afiche y una ampliación que eso cuesta 62 CUC” Otra de las informante refiere: “Mi mamá desde que yo nací me abrió una cuenta en el banco hasta los quince años, mi papá y algunas familias me ayudaron, yo no quería fiesta todo fue de momento y me la hicieron. Las fotos me las tiraron en “Pueblo Nuevo”, me puse cuatro trajes de color rosado y la ropa sport que fue mía, ¡Ah! Me la compró mi mamá, de allí [Se refiere a la casa de alquiler de Pueblo Nuevo] de ropa sport no me puse nada, todos los aretes y toda la ropa mi mamá me la compró. Las fotos fueron en lugares naturales, yo no quise tirarme con carros ni artistas, las mías fueron naturales.” Es importante analizar los elementos comunes y los contrastes que perciben ambas informantes. En la primera narración los elementos que más se destacan es el alquiler de trajes traídos de Europa y Ecuador, lo que connota el valor que le otorgan a la indumentaria foránea. Otro elemento de interés es la sesión de fotografías y vídeos, donde se confirma que el proceso de composición y edición de las imágenes se realiza con la utilización de medios digitales, a través de escenarios virtuales. Lo más llamativo de la percepción que tiene la segunda informante sobre la sesión de fotografías es su consideración de «fotografías ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 81 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) naturales», a pesar de la advertencia hecha anteriormente en relación al montaje escenográfico de la casa de alquiler de “Pueblo Nuevo”. Si bien es cierto que los equipos productores de fotografías y vídeos para las Fiestas de Quince establecen una serie de patrones tematizados en los catálogos fotográficos y de productos audiovisuales, los cuales son presentados a sus clientes en el momento de contratar el servicio, no se puede hablar de una completa estandarización de los temas y discursos visuales construidos para las quinceañeras. Aunque los contenidos de sus productos audiovisuales son seleccionados de la enorme producción de imágenes de industria cinematográfica y televisiva trasnacional. Estas producciones se insertan en una red local de relaciones sociales y culturales que reinterpretan la producción mediática, dentro de las cuales se promueven, se significan y se resignifican sus montajes de instantáneas y filmaciones. Una tercera informante comenta: “Mis padres no tenían mucho dinero para celebrarme los Quince, por eso mi mamá se concentró en las fotos y el vídeo, que es en definitiva, lo que queda de la fiesta. Eso fueron como 12 horas en la casa donde hacen las fotos. Mi mamá y yo teníamos la idea de las “poses”, yo no quería que fueran igual a las de las muchachas de la escuela. Los fotógrafos siempre te enseñan algunas poses de fotos anteriores, pero a veces se quedan sin idea, ellos tienen sus mañas, utilizan fondos oscuros o claros, te ponen dentro de un castillo, una playa o en la nieve; eso sí, es a gusto de cada cual. Yo ensayé como iba a caminar y moverme porque he visto muchas películas y videos de desfiles de moda, como soy delgadita el fotógrafo no pasó mucho trabajo conmigo, mi temor era que soy un poco bajita, pero ellos saben como hacer para que parezcas más alta. La cuenta de las fotos y el vídeo, salió en 2 375 pesos, mi mamá quedó temblando, pero todo salió, después me hicieron un motivito”. Desde esta perspectiva interesa reflexionar sobre estos procesos de apropiación de sentidos que acompaña la construcción de las imágenes a nivel local como objeto de análisis social. Se trata de tener en cuenta las relaciones que las imágenes establecen con el contexto social del cual forman parte, y al mismo tiempo, revelar la interpretación que tanto las quinceañeras como la población tiene de los medios y productos audiovisuales. Toda esta reflexión no puede obviar el análisis de la visualidad o, dicho de otro modo, el de la dimensión cultural de la visión. ¿Qué es lo que se da a ver? ¿Qué es lo que se mira? ¿Qué es lo que es imposible mirar en un contexto cultural particular? ¿Cuál es la relación entre lo que se ve, lo que se muestra y lo que se representa? y, finalmente, ¿Cómo se ponen en relación la imagen, el conocimiento y la acción social? Contenidos y discursos actuales representados en la sesión de fotografías de las quinceañeras de Contramaestre. Los discursos y contenidos de las fotografías han ido variando en la medida que han variado los temas y discursos audiovisuales; si en el pasado las fotografías mostraban a la quinceañera con trajes largos y predominio del color blanco, que podía incluir hasta el velo, con escenarios naturales y principalmente domésticos. En la actualidad los contenidos y discursos visuales cambian. Se produce una mezcla de trajes de ocasión, con dominio de los colores rosado, azul y rojo. Del escenario doméstico se transita a las composiciones o ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 82 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) fusiones con ambientes o paisajes trasnacionales. Uno de los fotógrafos entrevistados percibe este fenómeno de la forma siguiente: “Me dedico a la fotografía hace 20 años, primero no interesaba mucho las fotografías de los quinces; pero me percaté que era un negocio. En los noventa [Se refiere a la década de los noventa del siglo XX] éramos cuatro o cinco que nos dedicábamos a tirar fotografías; pero con la aparición de las cámaras digitales y las computadoras cualquiera es fotógrafo. Si las fotografías salen mal las arreglas con el Photoshop. Con una cámara analógica los planos tienen que ser naturales y tienes que jugar con la luz, con la cámara digital se pueden tener más opciones, más fantasías, como se dice. Las muchachas y los familiares siempre tienen opinión, la gente de campo le gusta más tirarse fotografías compuestas con artistas famosos William Levit, Enrique Iglesias, Romeo o Price Royce. Ahora en el pueblo es distinto, las niñas piden que sean naturales. Antes, en las fotos de estudio, los fondos para ambientar la fotografías se hacían con tapices, cuadros, o pinturas, ahora hay más imágenes digitales de escenarios que pueden ser en la nieve, una montaña o cascada, un barco, como el Titanic; pero se ha comenzado a trabajar con los fondos difusos, resaltando la imagen de la muchacha, que no se reconozca el fondo o encima de un bloque de hielo, como promocionando una cerveza”. La invasión de la tecnología digital (cámaras, impresoras, computadoras, reproductores de DVD) ha producido un gran efecto en el campo de la imagen y los audiovisuales relacionados con la Fiesta de Quince, se ha pasado de la fotografía de ambiente natural y escenarios locales a los ambientes descontextualizados y los escenarios trasnacionales. Si en el pasado la calidad de las instantáneas dependía de la destreza del fotógrafo, en la actualidad depende más de la edición digital y el software. Hasta los años noventa del siglo XX los fotógrafos trabajaban en solitario, y en la actualidad se auxilian de informáticos con nivel profesional elevado o por lo menos que conozcan los programas que permitan ambientar las fotografías. Una de las nuevas incorporaciones han sido los productos audio visuales o videos, con la entrada de las cámaras de filmación; primero las analógicas de cintas y en la actualidad las digitales. Es decir que la entrada de la imagen en movimiento y con sonidos ha sido un salto en la recreación de las localizaciones y escenarios, naturales y artificiales. La entrada de los audiovisuales a la Fiesta de Quince otorga una nueva dinámica a las expresiones corporales y planos utilizados en las filmaciones. Además de las diferentes posibilidades que permiten los medios de captura y reproducción de la imagen a color, las tonalidades sepia (blanco y negro o amarillo) ha diversificado los contextos de proyección y representación de la imagen; sin olvidar el manejo de las composiciones y montajes fotográficos. Es importante advertir que estos montajes y trabajos de edición tienen diferentes lecturas y satisfacciones desde la percepción de las quinceañeras. Una de las quinceañeras entrevistada refiere: “Me tiraron las fotos en un cuarto como si fuera un escenario, en las paredes cortinas, me pusieron en un banco como en paisaje de lagos, otras con montajes y las demás normales, también me hicieron un video. En un montaje me pusieron con Price Royce como si saliéramos los dos y el dándome un beso y una flor… parecía como si me estuviera dedicando la canción. Mi cantante favorito es Osmani García y romántico Price Royce y Aventura”. ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 83 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) Como se puede apreciar en la narración de la informante, los fotógrafos y las quinceañeras tienen una agenda de lo que desean, todo montaje o composición fotográfica implica un reordenamiento de planos y discursos de diversos tipos. A toda esta construcción se une la polémica de una imagen corporal de las quinceañeras que es investida de elementos simbólicos y sociales que van más allá del circuito de la moda del que surgen, y donde conviven, definiciones hegemónicas de feminidad con nuevos modelos con respecto al trabajo y la promoción social para las mujeres. En esta dirección es sugerente plantear las dimensiones que relacionan la imagen con el cuerpo. Hasta los años ochenta del siglo XX, las fotografías de las quinceañeras mostraban imágenes con el cuerpo cubierto y una de las fotografías con trajes de baño o envueltas en una toalla. Ya en los años noventa y coincidiendo con la gran invasión de la industria cinematográfica y la televisión, las imágenes del cuerpo semidesnudo o desnudo con simulaciones difusas se incorporan cada ves con mayor intensidad a las sesiones de fotografías. De los 32 álbumes de fotografías quinceañeras estudiados, 23 aparecen con imágenes de jóvenes semidesnudas, que representa el 71 por ciento del total de álbumes analizados. Los planos pueden ser diversos, según los deseos: de perfil, destacando el rostro, de espaldas con la mirada hacia la cámara. De cuerpo completo, utilizando mantas, pañuelos o abanicos. Los planos tienen que ver con la postura de la joven; cuando son de baja estatura se emplean los planos picados hacia arriba; si la joven es corpulenta, se emplean planos distantes. De todos modos, los semidesnudos incorporan la noción erótica al dossier de imágenes de la quinceañera. Y, esta percepción local es de gran importancia para la interpretación de los nuevos discursos que relacionan la imagen con el cuerpo de la quinceañera. El cuerpo es un sistema clasificatorio construido culturalmente donde dichas clasificaciones se elaboran por los medios de comunicación, los fotógrafos y realizadores de vídeos, así como la población local, creando un mapa cultural que combina las mediaciones de la industria cultural con las percepciones locales acerca del cuerpo. La imagen fotográfica acentúa la polarización corporal a partir de la producción local de productos visuales y audiovisuales con contenidos de género excesivamente sexuado (resaltando la feminidad de las quinceañeras). Los patrones estéticos y cánones de belleza promovidos por la gran industria del espectáculo han penetrado incisivamente en la construcción de los estilos corporales de las quinceañeras de Contramaestre. El cuerpo de la quinceañera no solamente existe como un dominio individual, sino también por los efectos de las mediaciones y recomposiciones de la imagen del cuerpo, que tiene como principal finalidad crear eficacia sensorial y de los sentidos (¿Qué se siente? ¿Qué significa?). Las tecnologías digitales han acelerado la reinvención de los estilos corporales a nivel local. Los cuerpos de las quinceañeras de Contramaestre se han vuelto más visibles y transparentes. Todo puede verse a través de fotografías y los vídeos, aprovechando los equipos de reproducción de DVD. En la investigación realizada en el reparto Lumumba se confirmó que de cada 3 casas una posee equipos de reproducción de ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 84 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) DVD y esta realidad ha enriquecido los conocimientos de la población acerca de la calidad de las imágenes y de los contenidos que representan. La imagen computarizada, que era impensable hasta los años ochenta del siglo XX en Contramaestre, se ha convertido en una maquinaria de recomposición, captura y edición de los montajes fotográficos y de vídeos. Las computadoras, cámaras fotográficas y de filmación han renovado la fantasía de la transparencia del cuerpo de las quinceañeras en Contramaestre. A todo esto se suma la creación de estereotipos corporales que se incorporan a la competencia por las «mejores fotografías» y los mejores “vídeos”. No se debe perder de vista que las quinceañeras se mueven en un ámbito social de escasez de recursos, lo cual no significa que tanto las jóvenes como sus padres y madres pierdan la oportunidad de mostrar el cumplimiento de la celebración ante sus hijas y la sociedad. La Fiesta de Quince pone en juego una serie de relaciones que pueden ser: filiales, de amistad, entre vecinos o compañeros y compañeras de estudio; pero donde también se acentúa cierta dicotomía entre solidaridad y competitividad, como se ha expresado en el epígrafe anterior. A pesar de que las secuencias rituales y actos propios de la festividad se ponen en función del homenaje a la niña que transitará en breve a la juventud, el control ideológico de la celebración lo tienen los padres y las madres; la trasgresión de las normas establecidas dentro de la familia, aunque el matrimonio haya sido disuelto, se mantienen como un recurso de poder de padres y madres sobre las hijas. Una cuarta informante lo refiere de la forma que sigue: “A mi me tiraron 20 fotos que costaron 1500 pesos con alquiler de traje, el alquiler de la casa costaba 600 pesos, no me acuerdo bien... En la ropa sport que me cómprese invirtieron 3000 pesos y 100 más en las invitaciones. Las fotos fueron normales, doce con traje y las otras con ropa sport, me tiraron una foto semidesnuda; mi papá no quiere saber de esa foto, dice que eso está muy descarado.” El dominio de padres y madres tiende a ser reforzado en el momento de preparación de la fiesta. Para el caso de los padres significa no abandonar a la hija en un momento crucial de la vida de la adolescente; una conducta adversa al apoyo filial puede levantar sospechas de “dejar plantada” a la hija cuando esta alcanza la edad de tránsito a la juventud. A través de los rumores vecinales la sociedad juzga los actos de “buenos” o “malos padres”. En apoyo de la quinceañera salen madres, familiares y vecinos, y en muchas ocasiones la solidaridad no se expresa a través de donativos materiales, se presta más atención al campo afectivo, por lo que la etapa de preparación y celebración quinceañera marca un momento de consolidación de las relaciones asociadas al sistema de valores fuertemente arraigado en la sociedad y donde las invitaciones, el baile y el brindis se convierten en ofrendas simbólicas que perpetúan la integración de la joven a su grupo social. La red de relaciones sociales alrededor de la quinceañera no se puede entender sin los lazos trasnacionales, como ya se ha descrito, lo que significa que en el periodo de crisis las remesas enviadas desde el extranjero no solamente estaban destinadas a cubrir las necesidades primarias, sino también al mantenimiento de los marcadores culturales del estatus social. Esto queda confirmado en un mensaje enviado por correo electrónico desde Miami el cual relata lo siguiente: ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 85 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) “Hermana: ¿Cómo andan los preparativos de los Quince? Dime si ya me averiguaste el precio de trajes y fotografías. Recuerda lo del alquiler de un traje amarillo para llevar a la niña al “Cobre11”. Si ves que linda está Y... Ya tenemos la reservación para el crucero, iremos hasta Punta Cana, en dominicana. Con las amiguitas de Y, de ahí volaremos a Santiago. Lo importante es que pasemos los Quince con la niña en familia. Un beso para todos. Los quiere N”. 12 En el mensaje se revelan dos momentos de una misma celebración; Se trata de una quinceañera cubana radicada en los Estados Unidos, donde los espacios de celebración están asociados al turismo. Para ese momento la homenajeada se acompaña de las amistades más cercanas y los padres. En el segundo momento la celebración se mueve hacia dos locaciones en territorio del oriente de Cuba; una de las acciones es la promesa ante el altar de la “Virgen de la Caridad del Cobre”, lo que representa una confirmación de la identidad cubana a través de un símbolo dominante. La otra acción es la reunión con la familia que ha quedado en Cuba, y con este acto se representa la pertenencia a un grupo de filiación. Si las quinceañeras residentes en Contramaestre otorgan importancia a la indumentaria (ropa extranjera) y a las composiciones fotográficas que fusionan la imagen de la joven montada en escenarios trasnacionales, para la contramaestrense radicada en los Estados Unidos lo importante es relocalizar los lugares de culto y resignificar la unidad familiar. El rol de la madre refuerza las relaciones del grupo y su papel es relevante en la toma de decisiones, un fenómeno de recurrencia secular en la sociedad contramaestrense, que al igual que en muchas poblaciones locales del oriente y de Cuba, la cultura familiar y campesina tienen un peso notable. Esta ideología de la maternidad lejos de menguar en el “Periodo Especial”, se fortaleció; la escasez y las penurias de la crisis activaron la cohesión de los grupos domésticos locales alrededor de las madres. Si bien es cierto que aumentan los divorcios y conflictos maritales, se resalta la matrifocalidad como reorientación estratégica frente a la crisis. Lo que indica que las ausencias temporales de esposos y padres no debilita la educación familiar asumida por las madres. Por este particular es que no se debe analizar la Fiesta de Quince desde la racionalidad económica, en el sentido de que sea una práctica irracional ante condiciones de fuertes restricciones materiales. Algunos profesionales de los medios de comunicación y pedagogos comenzaron a cuestionar las variaciones de La Fiesta de Quince como expresión de la pérdida de valores o antivalores; debido al proceso creciente de extranjerización de las celebraciones locales, sin embargo lejos de producir una tendencia hacia la búsqueda de la tradición, lo que se ha producido es un proceso creciente de incorporación de los productos culturales y mediáticos globales, pero sin soslayar el poder ecuménico y de integración que tiene el cerdo asado para unir, a través del acto de comer entre familiares y amigos, los valores tradicionales de la cocina local. Las extensas sesiones de fotografías han desplazado la solemnidad de la ceremonia del tránsito de niña a joven, pero ha tenido que competir con el rey de la mesa criolla, el “macho asado”. La cocina, y principalmente aquella que se asocia a las celebraciones, generan una combinación de acciones prácticas y aspectos simbólicos. Todo el proceso de selección, transformación y servicio de la comida está cargada de simbolismo, donde se denotan modos específicos para buscar prestigio y competir, que no siempre son palpables, pero si tratan de 11 12 Se refiere al templo de la “Virgen de la Caridad del Cobre”. (correo electrónico enviado desde Miami el 12 de febrero del 2011; se ha omitido el remitente) ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 86 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) alcanzar un modelo admirado. La destreza en la preparación de los platos, la abundancia y el derroche crean una imagen de beneplácito, aunque las familias que preparen los Quinces sean de bajos ingresos. La comida, el álbum de fotografías y el vídeo de la quinceañera son los grandes marcadores de la memoria, tanto de la familia como de los invitados, estos productos representan los indicadores de calidad de la celebración. Por otra parte se constituyen en los medidores de las diferencias y la competencia entre una celebración y otra. En este sentido, la fiesta es un campo proclive a la producción de unidad y diferencia, tanto en el marco de las relaciones dentro del grupo doméstico como en el contexto de las de relaciones vecinales, de amigos y a nivel de toda la sociedad local. Los Quince unen temporalmente al grupo doméstico; pero al mismo tiempo exteriorizan el poder de realización de sus organizadores e impone un reto a las futuras quinceañeras y sus familiares. La Fiesta de Quince como espectáculo y participación. Entre lo público y lo privado. Una secuencia no menos importante de la fiesta es el baile y la música. Como se ha expresado en los epígrafes anteriores, hay varias secuencias dentro de la celebración que establecen una relación más íntima entre la quinceañera, los padres, familiares e invitados. Dichas sucesiones tienen la función de consolidar las relaciones de la familia con aquellas personas más cercanas a la homenajeada; es donde se entregan los regalos, se expresan las palabras de deferencia y agradecimientos mutuos y se realiza el expendio de bebidas y comidas con una connotación especial; estos actos tienen un carácter más privado. Pero la fiesta debe sellarse con un gran jolgorio juvenil, lo cual da paso al Show Central con DJ y pantallas para proyección de videos. En Contramaestre desde los años sesenta funcionaron los sonidistas que pertrechados de equipos de sonido (tocadiscos, grabadoras y amplificadores) eran invitados para brindar la música en correspondencia con los gustos de los jóvenes. Para ese momento de la celebración se escogía la “música de moda”, que podía ser los Beatles, Rolling Stone y un desfile de las listas musicales de lo que se conoce como “Década Prodigiosa”. En la actualidad se ha impuesto la llamada música disco y el regueton; si en el pasado el espacio del show bailable podía ser el patio o sala de la casa, un salón reservado o un club, en la actualidad es la calle la que emerge como el espacio festivo dominante para finalizar los Quince. La música y el baile rompen el protocolo de la fiesta, es la “hora loca”, la oportunidad que esperan todos los jóvenes para lanzarse a la batalla y los desafíos, una competencia de movimientos y coreografías guiadas por el DJ, que funciona como maestro de ceremonia para guiar cada una de las piezas musicales y reiterar intermitentemente la felicitaciones a la quinceañera y su familia. En ese momento la fiesta deja de ser privada para convertirse en un espectáculo público. Si en el pasado los equipos de sonido para la reproducción de la música, solamente permitía una onda sonora para cincuenta o sesenta personas, en la actualidad, los equipos de sonidos tienen un alcance para aglutinar a 300 o 400 personas en la calle. La animación se completa con las pantallas para la proyección de videos, la música no solamente se escucha, sino que los participantes pueden ver los rostros en movimiento de sus cantantes o agrupaciones preferidas. Una de las quinceañeras entrevistadas lo refiere de la forma que sigue: “En mi casa no cabían tantos invitados, algunos bailaban dentro de la casa, pero fue principalmente en la calle, porque en estos tiempos ya no es dentro de la casa, las cosas se repartieron dentro de la casa, pero lo que era bailar y eso… fue afuera, en la calle. Los mayores estaban dentro, ©Revista Batey. ISSN 2225-529X. Todos los Derechos Reservados 87 Batey: Revista Cubana de Antropología Sociocultural. Vol. 7 Año (2015) los jóvenes de mi aula fueron para la calle. El alquiler de la música que fue Layner costo 2000.00 pesos, la pantalla con juego de luces 30 dólares”. A pesar de que actualmente se escoge la calle como principal escenario para el baile; la contratación de «reguetoneros» y DJ, juegan un papel importante, porque son los mediadores y animadores del momento final de la fiesta, los que otorgan resonancia a la celebración. Esta sesión puede comenzar a las 8. 00 pm y finalizar en la madrugada. Las pantallas y los equipos de audio de alta resolución facilitan el éxtasis festivo, que convierten a estos artefactos de la industria cultural en una poderosa maquinaria de la acción social. Y esta maquinaria facilita una aproximación entre la industria del espectáculo y el público, entre los artistas del momento y el barrio, es la expresión máxima de articulación entre lo local y lo global. En este artículo se ha demostrado como los productos de la industria cultural invaden la Fiesta de Quince en Contramaestre y producen variaciones significativas de la tradición a través de la moda, la gastronomía, el cine, la televisión e Internet. Si las composiciones y montajes fotográficos tienden a deslocalizar los escenarios locales haciendo viajar la imagen por escenarios trasnacionales, la música, el baile y la animación de DJ para el público que actúa en la calle, produce una relocalización de la celebración. Es la oportunidad que tienen los jóvenes de convertirse en protagonistas del evento festivo y líderes del barrio. Aquí se demuestra que las variaciones que produce la industria cultural en la Fiesta de Quince se ubican en el montaje escenográfico (performance) de la celebración, mientras que sus significados, lejos de menguar, se enriquecen o adquieren nuevas connotaciones. La industria cultural por si sola no enajena los valores tradicionales de la celebración, la selección local de estos productos está en función de diversificar el decorado y la ambientación de la Fiesta, no de desarraigarlos totalmente. Conclusiones El estudio de las narrativas, el análisis de las secuencias rituales y las acciones relacionadas con La Fiesta de Quince Años confirman el impacto que produce la industria cultural trasnacional en las variaciones locales de estas prácticas festivas; lo que se hace evidente con la aplicación de las tecnologías digitales al tratamiento de la imagen visual y los productos audiovisuales, la incorporación de nuevos criterios en cuanto a los estilos corporales y la reinvención de la ambientación escenográfica que, lejos de menguar la tradición, enriquecen su connotación social e identitaria en el contexto local. El análisis de las “Fiestas de Quince Años” como prácticas rituales y simbólicas, permite incorporar dicha celebración al tipo de eventos o celebraciones que tienen la funcionalidad de ordenar y contribuir a estructurar el tiempo social. No obstante, examinar estas prácticas culturales como procesos convergentes o productos culturales derivados del mestizaje cultural reduce la focalización de su complejidad social. A diferencia de este planteamiento, el presente artículo exploró las potencialidades heurísticas del enfoque hermenéutico performativo, que se basa en la interpretación que hacen los actores y actrices sociales del fenómeno festivo, y donde los mecanismos socioculturales que facilitan las interrelaciones y las nuevas incorporaciones culturales, persisten como recursos de diferenciación cultural y social. Esto apunta tanto a la diversidad de expresiones culturales cuanto a las variaciones multilocales que acompañan a las celebraciones festivas. ©Revista Batey. 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