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"LA INCULTURACIÓN DEL CARISMA SALESIANO" Intento de sistematización del tema Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA, SDB Consejero General - Regional Interamérica "Apoyados en el carisma de los fundadores y fundadoras, muchas personas consagradas han sabido acercarse a las diversas culturas con la actitud de Jesús que "se despojó de sí mismo tomando condición de siervo" (Flp 2, 7)... En este sentido la vida consagrada prepara a las personas para hacer frente a la compleja y ardua tarea de la inculturación..." (VC 79). Pocos textos como el número 79 de la Exhortación Apostólica Vita Consacrata sintetizan tan magistralmente lo que es la inculturación en cuanto tal y la inculturación de un carisma religioso en particular. Nos servirá, pues, para tenerlo como referente a lo largo de nuestra exposición. 0. PLANTEAMIENTO DEL TEMA Tanto la Iglesia como las Ciencias Sociales (Antropología y Sociología) usan el término 'inculturación'. Éste, sin embargo, tiene un origen relativamente reciente. Así es que necesitaremos andar el camino recorrido por ambas, descubriendo con ellas la cultura, para saber cuál es el significado preciso del término, la manera en que viene usado, y sus implicaciones para la vida eclesial y la práctica pastoral, Pascual Chávez Villanueva pues si se le asume verdaderamente en la misión de evangelizar, sus consecuencias son significativas y exigentes. Aunque la cuestión de la relación entre el mensaje cristiano y las culturas de la humanidad es tan vieja como la Iglesia misma', al ser justamente su misión la evangelización de todas las gentes (cf. Mt 28, 19), lo nuevo que caracteriza la realización de su tarea es tanto el estado de la cuestión (la nueva situación histórica)', como el término 'inculturación' que designa el modo específico en que hoy pretende evangelizar el mundo. Dividiremos, pues, el tema en cuatro capítulos: 1) las ciencias de la cultura; 2) la evangelización de la(s) cultura(s); 3) el concepto de `inculturación' ; y 4) la inculturación del carisma salesiano. El primero nos ayudará a comprender el cambio en el concepto de cultura (GS 53), que se ha desplazado de un significado estético o humanístico a uno antropológico, que abarca el conjunto de la vida de un pueblo'. El segundo nos permitirá ver la apertura de la Iglesia a esta nueva interpretación de la cultura, hecha por las ciencias sociales, lo que ha dado lugar a la voluntad de una nueva relación entre la Iglesia y la(s) ' "Ya el propio San Pablo predicaba un mensaje de Cristo asequible a la mentalidad de los gentiles y los griegos, y pronto el evangelio fue anunciado en Roma y en todos los países romanos o bárbaros del Imperio. Más tarde, los grandes teólogos, como Orígenes o San Agustín se esforzaron por traducir lo esencial del mensaje cristiano según las categorías inteligibles de las culturas dominantes de la época. Toda la historia de las misiones es el testimonio de un búsqueda de adaptación del Evangelio a la diversidad de las lenguas, de las costumbres y de las tradiciones de los países evangelizados" (Cf. CARRIER, Evangelio 100. Las cursivas son personales). 2 Cf. R. WILLIAMS, Culture 1976, quien en la introducción de su libro descubre que la relevancia de la cultura como hecho y la aparición de su nuevo significado, a cargo de las ciencias sociales, está unido al surgimiento de otros conceptos clave: industria, democracia, clase, etc.; y CROLLIUS, 'What is so new?' 1-2. Como reconoce este último autor, nos hallamos ante una cuestión hermenéutica: "Tal empresa es una cuestión de interpretación" (Cursiva personal). ' La evolución en la significación del término `cultura' ha sido recogida por muchos autores. Entre otros, A. KROEBER Y C. KLUCKHOHN, Culture, a Critical Review of Concepts and Definitions. Cambridge, 1952. La Inculturación del Carisma Salesiano Cultura(s)', caracterizada por la valoración de ésta(s) y por una actitud de diálogo, consciente de que lo va en juego es, en un mismo proceso histórico, la realización del hombre y la humanización del mundo. El tercero nos hará entrar en la carga semántica que tiene el término 'inculturación' al pasar de la sociología a la teología, conservando de aquélla la connotación de proceso de socialización ('enculturación') y adquiriendo de ésta el significado de encarnación salvadora ('inculturación del Evangelio'). El cuarto, en fin, buscará aplicar la teoría de la inculturación aquí desarrollada al carisma salesiano, llamado a encarnar, en cuanto vida evangélica, "una auténtica cultura de referencia" y a hacer surgir "estilos de vida y métodos pastorales que pueden ser toda una riqueza para toda la Congregación si se demuestran coherentes con el carisma fundacional y con la acción unificadora del Espíritu Santo" (VC 80). Este recorrido no está exento de problemas, ya sea de orden teórico como práctico, vinculados a la definición o significado de la palabra "cultura "' (problema teórico) y a la posibilidad o no de tener acceso a un núcleo del Evangelio libre de todo revestimiento cultural (problema práctico), así como al proceso mismo de inculturación. Esto significa que no sólo hay dificultades en la manera de denominar apropiadamente la relación entre fe y cultura(s), sino que incluso los términos básicos de esta relación están lejos de gozar de una aceptación común'. ° El Concilio Vaticano II habla de "un intercambio vivo entre la Iglesia y las diversas culturas de un pueblo" (GS 44). Cf. AGIRREBALTZATEGI, Configuración 191-284, en que trata espléndidamente el capítulo "La Cultura en el Concilio Vaticano II". A este respecto, un antropólogo, C. GEERTZ (Interpretation 89), escribe: "el término `cultura' se ha ganado hasta ahora una cierta aura de mala fama en los círculos sociales antropológicos a causa de la multiplicidad de sus referentes y de la estudiada vaguedad con que muy a menudo ha sido invocado ". ' La pretensión de alcanzar un núcleo del evangelio químicamente puro se ha mostrado una empresa frustrada por la sencilla razón de que en Jesucristo el Logos se hizo hombre-como-todo-ser-humano (nivel de naturaleza), y hombre-como-no todo-ser-humano (nivel de la cultura), por ser judío. ' "Quizá por esta razón raramente se encuentra una definición de cultura en Pascual Chávez Villanueva "Sin embargo, - escribe Crollius, comentando la obra de J. Gritti, L'expression de la foi dans les cultures humaines" - cuando el término ocupa un lugar tan central en el discurso como lo hace [el término] `cultura' al discutirse la expresión de la fe en las culturas humanas, entonces se debería aclarar por qué la cultura es entendida precisamente en un sentido y no en otro. A fin de dar tal explicación, un concepto de cultura debería suponer que cumple los siguientes requisitos: a) debería hacer inteligible la relación entre la realidad humana y la realidad cultural; b) debería proporcionar una comprensión de la cohesión de los varios aspectos o `niveles' de la realidad cultural; c) debería explicar la relación que hay entre `cultura' y `culturas'. El establecer un concepto así de cultura es necesario para una discusión fecunda sobre la inculturación. Su ausencia puede sólo conducir a la confusión`. Por eso, para responder a tales demandas, no basta "una noción meramente descriptiva de cultura" sino se requiere un concepto que cubra estas exigencias, remontándose al "proceso de intelección por el que el hombre se entiende a sí mismo como existente, con otros, en el mundo". Y aunque ordinariamente esta es una tarea que compete a los filósofos, no podemos perder de vista que la intención que nos mueve en la clarificación del término 'inculturación' es iluminar la misión de la Iglesia, por lo que el discurso sobre la inculturación debe ser de escritos sobre el encuentro entre fe y cultura. En muchos casos, el autor parece suponer que todos conocen lo que significa este término. Algunas veces se hace una referencia a la descripción de `cultura' en GS 53..." (CROLLIUS, 'Meaning' 33-34. Las cursivas son personales). ' París, 1975. Un ensayo teológico excelente sobre el encuentro fe-cultura, en clave de antropología teológica. CROLLIUS, `Meaning' 37. ` Cf. J. ESQUERDA BIFET, Teología de la Evangelización. Madrid, 1995. Incomprensiblemente este libro actual, que pretende ser un curso de misiología, dedica un solo capítulo a la "evangelización de las culturas y religiones", sin caer en la cuenta que el problema de la evangelización hoy es evangelización de las culturas y que éste es un problema más antropológico que teológico. Es allí donde está el crédito pendiente. La Inculturación del Carisma Salesiano naturaleza teológica. "De aquí que el concepto de cultura humana que se requiere debe ser tal que posea una apertura fundamental a la plenitud en la antropología teológica". Hablar de "inculturación del Evangelio" nos exige, pues, previa mente acudir tanto a la antropología y a la sociología de la cultura como a la antropología teológica para que sean ellas las que nos ayuden a definir lo que se entiende por `cultura', del mismo modo que después deberíamos acudir a la Escritura y al Magisterio para precisar lo que entendemos por `evangelio'. 1. HACIA UN CONCEPTO DE CULTURA Hay un consenso en admitir que la Iglesia, siguiendo el camino recorrido por las ciencias sociales, realizó un movimiento decisivo de la noción "clásica" de cultura (con sus tonos occidentales de valores estéticos y elitistas y con sus acentos etnocentristas) hacia concepciones más pluralistas y étnicas, más interesadas con valores humanos universales dentro de la variedad de las culturas en el mundo de hoy, en el que las diferencias culturales son respetadas y valoradas. Se constata así una síntesis importante en formación entre tradiciones eclesiocéntricas de `evangelización' de cualquiera y de todas las culturas y las perspectivas sociocéntricas de 'cultura' y de diversidad cultural, que van desde G.B.Vico a través de J.G. von Herder a E. Tylor hasta la sociología y antropología contemporánea. Lo que es claro es que ambas nociones: - "cultura" como aquello humano que se añade a la `naturaleza' y `evangelización' como aquello humano que necesita de Dios - están hoy bajo revisión. " CROLLIUS, 'Meaning' 37. El concepto de cultura que presenta a continuación el autor se inspira en la antropología trascendental de K. RAHNER, (Spirit in the World. Londres - Sydney, 1968), y en la explicación del concepto de la autorrealización del hombre en el mundo dada por A. van LEEUWEN S.J., (Compendium praelectionum eticae. Nijmegen, Berchmanianum, [ca. 19601. Mimeografiado). Pascual Chávez Villanueva 1.1 - En la Antropología y la Sociología de la Cultura Una manera de afrontar esta materia es partir de las diversas definiciones de cultura. Esta empresa resulta imposible debido a la lista interminable de definiciones, como lo muestran Kroeber y Kluckhohn12, al punto que existen tantas definiciones cuantos investigadores de la materia, e incluso cada uno de ellos la describe de manera diferente, dependiendo del tipo de investigación de que se trate". A esto habría que añadir que, aunque interesante e importante, es infecundo para nuestro propósito. Otra forma consiste en analizar las diversas teorías de la cultura. La ventaja que trae consigo el método de contraste, no sólo entre interpretaciones de la cultura sino, incluso, entre disciplinas que la tienen como objeto, es innegable. Pero al mismo tiempo tiene el límite de no poder acceder a una ciencia de la cultura y de quedar, en el mejor de los casos, en un planteamiento del `estado de la cuestión', y, en el peor, con la impresión de un relativismo teórico cultural. Esto sin contar con que el estudio de la cultura, en nuestro trabajo, no está visto en sí mismo sino en función del tema de la inculturación. Otra alternativa es estudiar, en cambio, el contexto y la modalidad en que nació y se desarrolló la noción de cultura, dado que "hasta 1800 [el concepto] cultura no cuenta para nada"14, y el subsiguiente desplazamiento de significado del término cultura desde una concepción estética e intelectual que designaba la erudición, el refinamiento de espíritu, el mundo de la literatura, la historia y el arte, en el contexto clásico de las humanidades15, a su sentido antropológico ` 2 Cf. A. KROEBER y C. KLUCKHOHN, Culture, a Critical Review of Concepts and Definitions. Cambridge, 1952, obra en la que recogen más de trescientas acepciones del término, utilizadas comúnmente por antropólogos, sociólogos, filósofos y otros. " Cf. LINTON, Cultura 45. '^ BRAUDEL, Historia 135. " Esta concepción refleja el pensamiento de los estudiosos de la historia universal en Alemania, a finales del siglo XVIII, quienes "conducidos por la idea de que la historia humana era también la historia del progreso de la humanidad" favorecían la interpretación unilineal y evolucionista de la cultura, al identificarla La Inculturación del Carisma Salesiano vinculado al estilo de vida un pueblo, y decisivo, por tanto, para el proceso de humanización de sus miembros, en el contexto de las ciencias antropológicas. Aquí optamos por este camino, que nos permitirá, además, tratar las teorías culturales más relevantes, hacemos con las definiciones más representativas y, al mismo tiempo, con el estado de la cuestión del tema de la cultura. Llegar a determinar la importancia de la `cultura' fue fruto de un largo proceso que implicó primero la tarea de observación de las diferentes sociedades y, después, la investigación científica de las mismas. En un texto, que se nos antoja anecdótico por su estilo y por su contenido, Linton reproduce ese primer hallazgo: "El conocimiento de que las diferentes sociedades adoptan formas distintas de vivir se remonta hasta los tiempos más antiguos. El primer individuo que fuera a parar a un campamento extraño, y encontrara que no podía hablar con aquella gente ni entender cuanto veía, debió de haberse percatado de las diferencias que presenta la cultura .............. Después de recordar que Herodoto "consagró gran parte de su historia a lo que en la actualidad llamaríamos descripciones de culturas", y que esto ha sido una práctica muy común en escritores antiguos y modernos hasta una época muy reciente", no duda en establecer que este larguísimo "período de 'caza-curiosidades- parece ser una etapa necesaria en el desarrollo de la antropología. Las fases que siguieron a esta "etapa de la curiosidad" hasta desembocar en una investigación científica de la conducta humana fueron dos: l') Los antropólogos cayeron en la cuenta que para entender la vida humana en general eran más importantes las semejanzas de las costumbres de las sociedades que sus diferencias. Por ejemplo el que todas las sociedades tengan un tipo de con el progreso. Así la diversidad [de las culturas] pasaba lógicamente a reflejar los niveles diferentes de progreso, y estaba orientada a la unidad [de la cultura], entendida como desarrollo. (Cf. APARICIO, Cultura 15). ` fi LINTON, Cultura 41. " Hay que tener presente que el autor está escribiendo en 1945. Pascual Chávez Villanueva organización familiar es más relevante que el tipo mismo de familia propio de cada sociedad. Mientras que lo primero nos ayuda a comprender cuáles son las necesidades y potencialidades de la especie humana, lo segundo expresa sólo sus modalidades concretas. 2a) Como consecuencia de la anterior, se llegó a saber que hay muchos problemas que únicamente pueden resolverse estudiando el conjunto de la vida de las sociedades. No puede menos de resultar indicativo el que haya sido el progreso en el conocimiento de la personalidad el que haya orientado la investigación hacia el conjunto de la vida social y, allí y entonces, el "concepto de cultura haya llegado a ser de importancia fundamental, tanto para el psicólogo como para el sociólogo y el antropólogo". Ya para entonces el concepto de cultura ha cambiado de significado, entre el uso que comienza a tener en los estudios científicos, indicando con él, de forma general, "la forma de vida de cualquier sociedad", y el que tiene en el uso ordinario, referido a esos campos considerados como más elevados de expresión del espíritu humano. Se comienza, pues, a entender por cultura la totalidad de la vida de un pueblo y no sólo las actividades o habilidades de algunos. La conclusión que de aquí se deriva es trascendental sea para el significado de las culturas como para la valoración de los individuos: "De lo anterior se deduce que para el sociólogo no existen sociedades ni individuos que carezcan de cultura. Toda sociedad posee una cultura, por muy sencilla que sea, y todo ser humano es culto en el sentido de que es portador de una cultura". Se da, en seguida, otro paso adelante: el establecimiento de la diferencia entre `cultura 'y 'culturas 1211, fruto de la investigación de los '" LINTON, Cultura 42-43. '° LINTON, Cultura 44. (La cursiva es personal). 2" Este es un punto que merecería ser estudiado con más amplitud, pues no basta con establecer la afirmación general que la `cultura' en singular no existe más que en abstracto, como concepto, y que lo que existen son `culturas' concretas, en plural, como plurales son las sociedades, pero aquí nos contentamos sólo con esbozar algunos elementos de esta cuestión. En primer lugar, hay que decir que se trata de una verdadera paradoja, pues, por una parte, las culturas son únicas, puesto que difieren La Inculturación del Carisma Salesiano sociólogos sobre las sociedades, ya que cultura, según el significado que éstos le dan, "representa una generalización basada en la observación y comparación de una serie de culturas"21, lo que lleva a las siguientes conclusiones: primera, la cultura no existe más que en abstracto, lo que hay son innumerables culturas concretas; segunda, si las culturas están vinculadas a una sociedad, es en relación con ella en la que hay que estudiar a los individuos. Esta segunda conclusión será posteriormente decisiva en el proceso de conocimiento de la personalidad de los individuos, pues fue muy tarde que se advirtió que todo ser humano se desarrolla y actúa en un medio ambiente que en su mayor parte lo configura la cultura. Y aunque resulta determinante el período de la infancia y el papel de la familia y de la educación en la formación de los estratos más profundos en su contenido, estructura y configuración, y, por otra, son básicamente las mismas, porque comparten un esquema común. KLUCKHOHN ha sintetizado la solución diciendo que todas las culturas constituyen muchísimas respuestas diferentes a las mismas cuestiones planteadas por las situaciones humanas (`Universal Categories of Culture' en A.L. KROEBER (ed.), Anthropology Today. Chicago, 1953, 250). En segundo lugar, esto significa que la diversidad cultural es al mismo tiempo una riqueza y una pobreza, lo que exige la relación mutua entre las diferentes culturas, no obstante el peligro de la dominación cultural - que, con frecuencia, se ha dado como lo atestigua la historia - y la exclusión mutua, para asegurar la propia identidad. En tercer lugar, que esta diversidad cultural de la humanidad puede ser expresión de `relatividad cultural', un concepto harto ambiguo, válido si con que ello se quiere expresar la complementar¡ edad de las culturas (cf. MURDOCH, Cultura 135-140), pero improcedente si con ello se significa que todas las culturas, con su mezcla de perfección e imperfección, son igualmente válidas, lo que degeneraría en el "relativismo cultural" (cf. R. BENEDICT, Patterns of Culture. Chicago, 1934). En cuarto lugar, que no se puede pasar por alto la tendencia a una `cultura universal', en el mismo momento en que más sensibles son los pueblos a la reafirmación de las culturas particulares. Pues bien, la comunicabilidad de las culturas es el fundamento mismo de la tendencia hacia la universalidad de significados, lo cual es válido y bueno, pero no puede entenderse, por ninguna razón, como una especie de humanidad supraindividual. La cultura universal sólo es válida, posible e incluso deseable si se la entiende como comunión de personas que crean originalmente y comunican espontáneamente sus `significados y símbolos', nunca como afirmación monopólica y etnocéntrica (cf. CROLLIUS, 'Meaning' 49-52). '-' MURDOCH, Cultura 44. (La cursiva es personal). La lnculturaeión del Carisma Salesiano Pascual Chávez Villanueva de la personalidad, se trata de un proceso que se prolonga a lo largo de toda la vida y que moldea también el resto de la personalidad`. Se superaba con esto la concepción evolucionista unilineal, el determinismo genético, geográfico y económico, el racismo, el instintivismo, al poner en evidencia que la conducta social se halla determinada social y no biológicamente; que es adquirida, no innata, y que es de naturaleza habitual, no instintiva`. En p ocas palabras, la cultura no descansa en la herencia primitiva específica del hombre sino en su capacidad de formar hábitos bajo la influencia de su ambiente social. Con una feliz comparación, que se ha hecho clásica, Murdoch afirma que "si comparamos la conducta humana con una telaraña, en que la herencia proporciona la urdimbre y el hábito forma la trama, la urdimbre sigue siendo casi igual en todos lados, por lo que el estudioso de la cultura se ve forzado a reconocer la esencial igualdad e identidad de todas las razas y castas humanas como portadoras de civilización. Sin embargo, la trama varía según el número y diversidad de las influencias culturales" 24. Un pasaje de A.L. Kroeber, famoso justamente por la frecuencia con que es repetido - y que nosotros tampoco nos resistimos a presentar -, lo ilustra con plasticidad: "Tome un huevo de hormiga de cada sexo: huevos no empollados, acabados de poner. Destruya todos los otros individuos y todos los 2 Cf. MURDOCH, ('La ciencia del aprendizaje, de la sociedad. La cultura y la personalidad') Cultura 15-24. 2 No deja de ser indiferente el que Karl MARX, al interpretar la realidad, no haya utilizado el término `cultura', sino el de ideología, poniendo así de relieve el fenómeno de la dominación cultural, que evidencia el dominio que ejercen quienes poseen los medios de producción sobre las clases sociales subordinadas, lo que significa que la cultura puede ser ideológica, encubridora del carácter verdadero de las relaciones sociales: "Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o , dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante" 2 2' (Ideología 50). 2 ' MURDOCH, Cultura 67. huevos de la especie. Dele a este par un poco de atención en lo que se refiere a calor, humedad, protección y alimento. Toda la `sociedad' de las hormigas, con todas sus habilidades, poderes, realizaciones y actividades de la especie... será reproducida, y reproducida sin disminución, en una generación. Pero coloque en una isla desierta o en un terreno cercado a doscientos o trescientos niños de la mejor condición física, de la clase más alta y de la nación más civilizada; proporcióneles la necesaria incubación y nutrición; aíslelos totalmente de su especie y ¿qué es lo que tendremos? ¿La civilización de la que fueron arrancados? ¿Una décima parte de ella? ¡No!, ni siquiera una fracción de los logros civilizados de la tribu salvaje más ruda. Sólo un par o una legión de mudos, sin artes, sin conocimientos, sin fuego, sin orden, sin religión. La civilización quedaría borrada dentro de esos confines; no desintegrada, no herida en lo más vivo, sino borrada de un plumazo. La herencia salva para la hormiga todo lo que ella tiene, de generación en generación. Pero la herencia no mantiene, y no ha mantenido, porque no puede mantenerla, una partícula de la civilización que es la única cosa específicamente humana". La conclusión no puede ser más definitiva y significativa: ¡La cultura y no otra cosa - ni siquiera la sociedad, pues existen muchos animales gregarios - es el fenómeno distintivamente humano! Comparado con todas las demás criaturas, el hombre es el único que posee y genera cultura, contando para ello con cuatro elementos indispensables: capacidad de aprender y formar hábitos, capacidad de vivir en sociedad, inteligencia y lenguaje. Esto explica la tremenda dificultad que encuentra quien habiendo comenzado a vivir en una cultura tiene que vivir en otra. Es la experiencia de quien ha tenido que emigrar, pero lo es también de quien tiene que ajustarse hoy a la rapidez de los cambios culturales de nuestra sociedad actual. Es posible aprender a actuar y hasta pensar de acuerdo con la cultura de la nueva sociedad, pero no subordinar a ella los propios sentimientos. Y lo más grave es que cuando necesite tomar una decisión la persona se encontrará perdida, sin puntos firmes de referencia. De lo dicho hasta aquí se derivan ya varias aplicaciones a tomar en 23 A.L. KROEBER, 1917, 177-178 [sic!], citado por MURDOCH, Cultura 72. Pascual Chávez Villanueva cuenta para la evangelización de la(s) cultura(s) y para la inculturación del carisma salesiano: Si es tan importante la cultura en la vida de las personas de una sociedad, evangelizar significa, ante todo, respetar las culturas y salir al encuentro de las personas en ellas. Si es tan grave la transculturación, por sacar a las personas de su hábitat y privarlas de puntos de referencia, la evangelización no puede pretender ni siquiera buscar el cambio de la cultura de ningún pueblo, sino los cambios en la cultura que vayan surgiendo como fruto de la fermentación de los cristianos sobre su misma sociedad. Si lo que más influye sobre el desarrollo de la persona es la gente, la evangelización no puede presentarse como doctrina ni como institución sino como vivencia de comunidad, como experiencia de familia, lo que hace de la iglesia local el sujeto de la evangelización. Si la cultura es el factor dominante en la configuración de los tipos básicos de la personalidad de los pueblos, la evangelización no puede hacerse desde fuera, sino desde dentro de la vida de las sociedades, y orientada a los factores culturales, para que a través de ellos vaya madurando la cultura enriquecida por el evangelio. 1.1.1 Teorías de la cultura Aun cuando el vocablo cultura ha ganado carta de ciudadanía para designar el tipo de vida de un pueblo o de una sociedad, surge el problema de la definición, en lo cual no hay acuerdo alguno, pues "hay muchas definiciones posibles de cultura, cada una de las cuales es útil de acuerdo con el tipo de investigaciones de que se trate". Esto nos introduce, necesariamente, al terreno de las teorías de la cultura. D Visión funcionalista Representa la teoría cultural más común en el mundo de habla inglesa, siendo sus principales promotores T. Parsons (1902 2` LINTON, Cultura 45. La Inculturación del Carisma Salesiano 1979)21, E. Durkheim (1858-1917)2" y M. Weber (1864-1920)29. Ha sido muy utilizada en la misiología, como expresión de una antropología cultural aplicada, y en gran parte de la teología etnográfica contextualizada protestante`. Básicamente, los acercamientos funcionalistas fijan su interés en conocer cómo están constituidos e integrados los varios aspectos de la sociedad para formar un todo cultural. Su fuerza - y también parte de su debilidad - radica en el sentido absoluto que se le otorga a la cultura, por encima de todo tipo de determinaciones menos valiosas que la misma razón humana, en tanto que se constata como límite mayor su incapacidad para tratar el fenómeno del cambio en las culturas, a consecuencia de su cierta hipostatización de la cultura, que afectaría a la sociedad sin que fuera, en cambio, afectada por ella. Se comprueba su grande utilidad en la elaboración de teologías locales por su preocupación holística, lo que le asegura una aproximación y una valoración global de la cultura correspondiente, y por la atención que presta al contexto. U Visión estructuralista El nombre de Claude Lévi-Strauss es el más claramente identificado con el acercamiento estructuralista al estudio de la cultura". Esta teoría está interesada con el descubrimiento de las estructuras inconscientes que generan los modelos de cultura y controlan su transmisión y sus cambios. Privilegiando conceptos lingüísticos, los estructuralistas ven estas estructuras expresadas en series de binarios 2 2' T. PARSONS, La estructura de acción social. Madrid, 1969. ' E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico. Buenos Aires, 1971. 22' M. WEBER, Sobre la teoría de las ciencias sociales. Barcelona, 1974. '° Cf. L. LUZBETAK, The Church and Cultures. Techny 111. 1976; D. HESSELGRAVE, Communicating Christ Cross-culturally. Grand Rapids, Mich., 1978. Algunos de los principales escritos teóricos de C. Lévi-Strauss están coleccionados en dos volúmenes, titulados Structural Anthropology. Nueva York, 1958 y 1975. 2 Pascual Chávez Villanueva opuestos, que generan una red de sistemas que clasifican los datos encontrados en una sociedad y establecen las reglas por las que las transformaciones tienen lugar. El trabajo de Lévi-Strauss ha sido particularmente útil en la comprensión de cómo un pueblo configura su identidad en base a sistemas de clasificación de familias, de animales y de plantas. Su investigación sobre el mito ha traído un avance en nuestra comprensión de cómo se construyen y funcionan los mitos`. La fuerza de esta teoría estriba en el descubrimiento de las oposiciones binarias con que opera una cultura, que nos permiten ver los diversos niveles, y especialmente la manera en que se relacionan entre sí los ritos y los mitos. Nos proporciona una visión especial de las estructuras de identidad y de cohesión de una sociedad, y nos permite entrever las posibles trayectorias de cambio que se abren en una sociedad. Su principal limitación es el método, que resulta complicado y arbitrario para quien no está familiarizado con él. Esta teoría es útil en la elaboración de una teología local, puesto que nos lleva a acceder a las fuentes que configuran, dirigen y transforman las bases de identidad de una comunidad. Ayuda también a barruntar las direcciones de cambio, lo mismo que a descifrar los mitos y las dimensiones simbólicas de una cultura, y sirve para localizar y describir modelos peculiares de pensamiento y metáfora en una cultura. U Visión semiótica La semiótica es el estudio de los sistemas de signos que subyacen a todo proceso cultural, por lo que su objetivo es el estudio de los procesos culturales como procesos de comunicación. Tiene, pues, una perspectiva social. Aplicada a la cultura, esta teoría la ve como una vasta red de comunicación, por medio de la cual mensajes tanto verbales como no-verbales son senderos interconectados, que, juntos, crean los sistemas de significado. Parte central de este proceso son los 12 Cf. El ensayo programático de Lévi-Strauss, 'The Structural Study of Myth', incluido en el primer volumen de su Structural Anthropology, citado por SCHREITER, Constructing..., 49. La Inculturación del Carisma Salesiano portadores del mensaje, llamados `símbolos', `significantes', o, con un término más genérico, 'signos'. Los códigos o conjuntos de reglas giran en torno a tres áreas: sintaxis (los conjuntos definidos de relaciones entre signos, que gobiernan sus movimientos a través del sistema cultural, algo análogo al modo en que una gramática gobierna el movimiento de las palabras a través de un lenguaje); semántica (el contenido o significado del mensaje); y pragmática (las reglas que gobiernan la comunicación y radios de inteligibilidad del mensaje). Conocer estas reglas o códigos es esencial para comprender los signos y el modo como llevan los mensajes en un sistema cultural. El mundo de la semiótica, y su aporte en el campo de la hermenéutica, está vinculado, como es bien sabido, a Ferdinand de Saussure, Roman Jakobson-y al Círculo Lingüístico de Praga. El estudio semiótico de una cultura resulta apropiado en la elaboración de una teología local, en primer lugar, por la forma interdisciplinar de actuar de esta teoría, interesada por abarcar todos los aspectos de la cultura, tanto verbales como no-verbales empíricos y no empíricos; en segundo lugar, por su preocupación por la observación de los varios sistemas de signos en una cultura y su configuración, lo que permite una mirada más cercana a la identidad de la cultura y a la identidad de los miembros de dicha cultura; en tercer lugar, por su estudio de los modelos de cambio, buscando definir las trayectorias de dichos cambios y los límites de las mismas en relación a la identidad de la cultura. U Visión relacionista` Es la visión vinculada a la sociología del conocimiento, representada por K. Mannheim34 y K. Marx", e interesada con el modo como las ideas y sistemas de pensamiento se relacionan con sus Nos atenemos al nombre dado por Mannheim (Ideología y Utopía. Madrid, 1973, 286), para indicar que todo pensamiento está condicionado por las condiciones sociales en que se encuentra. K. MANNHEIM, Ideología y Utopía. Madrid, 1973. 75 K. MARX, La ideología alemana. Barcelona, 1970. Pascual Chávez Villanueva contextos sociales. ¿Por qué ciertas ideas o modos de pensar se vuelven prevalentes en un momento determinado?, y, por el contrario, ¿cómo es que una idea se vuelve irrelevante? Según Marx, los sistemas de pensamiento estaban determinados por las condiciones económicas y sociales de una sociedad. Estos sistemas podían reflejar adecuadamente las relaciones sociales o perpetrar una falsa conciencia - que Marx llamaba `ideología' -, para proteger los intereses de la clase dominante. Según Mannheim, es incuestionable la realidad como criterio de validez de conocimiento, pero sin que exista una relación causal entre sociedad y cultura. La fuerza de esta teoría es que el pensamiento no puede comprenderse desarraigado de su inserción social, lo que confiere grande valor al contexto, que es el que da significación a las ideas, y el cual está determinado por la situación del grupo en el que surge una idea o por la problemática a la que necesita responder, y por la misma ubicación del grupo dentro de la estructura social. Su límite mayor es la misma relativización que hace de la cultura y la pérdida de vista del conjunto de la misma, al centrarse en la diversidad de los grupos dentro de una sociedad. Esta teoría es útil para la elaboración de una teología local porque al tomar seriamente el contexto de los pueblos, puede determinar cuál es el tipo de teología más adecuada: teología como comentario de la Biblia, en las culturas centradas todavía fuertemente en lo oral; teología como sabiduría, en las sociedades primitivas, con una visión unificada del mundo; teología como ciencia, en las sociedades más desarrolladas y donde haya una pluralidad de cosmovisiones; en fin, teología como praxis, en aquellas situaciones donde el pueblo está oprimido. U Visión fenomenológica Esta corriente de talante humanista ha orientado su estudio a las actividades de la vida cotidiana, a las que confiere categoría de fenómenos totales. Las actividades de los seres humanos son métodos que hacen posible el análisis de las acciones prácticas, el conocimiento del sentido común de las estructuras sociales y el razonamiento social práctico. Puesto que la realidad misma es una construcción social, tiene La Inculturación del Carisma Salesiano que ser no sólo experimentada, sino conocida para que sea significativa. Para lograr tales objetivos es necesario el estudio del lenguaje y los significados culturales, tomando como base la experiencia cotidiana de los individuos. Esta teoría está vinculada a P. Berger y Th. Luckmann - en su vertiente fenomenológica -, H. Garfinkel y A.V. Cicourel - en la etnometodológica -, y H. Blumer e 1. Goffman - en la del interaccionismo simbólico. Su mayor fuerza consiste, primero, en el análisis de la vida cotidiana - el sentido común, el individuo en interacción, el lenguaje y la comunicación de significados -; segundo, en la observación de la sociedad desde el punto de vista de los individuos que están actuando significativamente con respecto a su entorno y, por tanto, interpretando continuamente sus acciones y las de los demás; y tercero, en el conocimiento del contexto en el que resultan significativas las acciones interpretadas. De esta manera, la acción humana y social se presenta como acción orientada significativamente a través de las interpretaciones que hacen de la realidad los individuos y las comunidades. Estas interpretaciones se generan en el intercambio de la interacción social, y en ésta se negocian las características constitutivas de la realidad para el grupo. En relación al papel que juega la cultura en la vida de los individuos, esta visión implica que el individuo es activo frente al ambiente que le rodea, y éste es moldeable por el individuo, en una relación interactuante y de influencia mutua. Unos límites de esta visión son soslayar los aspectos más estructurales de la realidad social; acceder a los hechos desde las interpretaciones que se hacen de ellos; en fin, convertir la misma sociología en una actividad más de la vida cotidiana, sin carácter científico, reducida a atribuir interpretaciones a las experiencias cotidianas. El estudio fenomenológico de la cultura resulta útil en la elaboración de la teología local y en la evangelización de la cultura, en primer lugar, porque parte de los procesos cotidianos de la vida`, hecha ` fi Cf. TORNOS, `Sociología' 125. Pascual Chávez Villanueva de significados colectivos que la interpretan y la organizan; en segundo lugar, porque no se pueden separar los hechos sociales de la significación que los actores otorgan a sus experiencias; en tercer lugar, por la interacción que se da, de hecho, entre sociedad e individuo. U Visión ecológica y materialista Centra su investigación en la relación no indiferente que hay entre una sociedad y su ambiente físico (clima, nutrición, producción). Uno de sus valores es recordarnos que la configuración de la visión del mundo o de la relación social de un pueblo depende no solamente de la dimensión no-material de la cultura, sino, en buena medida, de su entorno, como lo demuestra la caracterización de la gente de una isla, o la del desierto, o la de la selva, o la de la ciudad misma. La riqueza de estos acercamientos estriba, particularmente, en la comprensión más adecuada al tratar los cambios mayores o repentinos en una cultura, y que a menudo tienen que ver con cambios en las relaciones de producción económica. Su límite y debilidad radica, en cambio, en la tentación de interpretar la cultura de manera reductora y, hasta cierto punto, determinista. Resulta especialmente útil en la elaboración de una teología local cuando se están dando cambios sociales y el pueblo parece más susceptible a cambiar su cosmovisión y su organización social. Tal es, por ejemplo, la situación de numerosos pueblos indígenas despojados de sus tierras, con todo lo que ello les implica, lo mismo que la migración de los campesinos del campo ala ciudad (cf. SD 177.251). 1.1.2 Valoración global A manera de valoración global, parece claro que la Sociología contemporánea está caracterizada por la crisis de los grandes modelos teóricos vigentes hasta el momento, una prueba de lo cual es la aparición de numerosas teorías que intentan convertirse en alternativa única. La pluralidad de teorías de la cultura que hemos presentado es un ejemplo de ello. Personalmente, considero que las diferencias que existen en la interpretación de ésta son más aparentes que reales. En su mayor parte, son diferencias de acento, resultantes de las opciones La Inculturación del Carisma Salesiano hechas por los sociólogos y antropólogos en favor de uno u otro factor cultural, además de la propia precomprensión y del momento histórico en que se han desarrollado las construcciones teóricas. Los diversos enfoques no son contradictorios sino complementarios. El problema radica no en su legitimidad en el modo de aproximarse a la cultura, sino en la pretensión de absolutizar dicho acercamiento, lo que da lugar a una ideologización o a un reduccionismo. En este sentido, se puede afirmar que los que asumen alguna de estas teorías cometen errores no tanto en lo que afirman cuanto en lo que niegan o silencian. Una conclusión que se deriva de aquí es que un verdadero concepto de cultura no surgirá del rechazo de puntos de vista divergentes sino de su aceptación y reconciliación. Después de todo, la cultura es un asunto complejo, y ninguna descripción puede pretender definir de manera exhaustiva y satisfactoria este hecho". Más que esforzarse por llegar a una definición o concepto común, es necesario abrirse a t i n a imagen de cultura la más rica posible, y esta actitud - típicamente cultural porque típicamente dialogal - nos hará crear espacios para que la filosofía y la teología digan también su palabra. Por lo que se refiere a la evangelización de la cultura y a la teología de la inculturación, todas las teorías ofrecen elementos de mediación. Las circunstancias determinarán, en buena medida, cuál o cuáles son los instrumentos más adecuados y oportunos, sin encerrarse en ninguno, pero también sin poder prescindir de alguno, aunque las posiciones actuales de la sociología llevan a privilegiar la semiótica y la fenomenológica, como las que mejor permitirían intervenir en la cultura. Cf. DÍAZ MARCOS, Evangelizar 7, a propósito de la interacción entre lo tecnoeconómico, lo político y la cultura: "Es decir, cambiar los mo delos sociales, políticos y económicos sin cambiar el mundo simbólico y de valores (la cultura), hará imposible cualquier reforma a fondo (ejemplo de ello es el fracaso de las revoluciones radicales); y, al contrario, cambiar la cultura sin referirse a lo económico y a lo político, puede ser igualmente engañoso. Vivimos, pues, en una interacción de ,funciones". (El primer paréntesis y las cursivas son personales). Pascual Chávez Villanueva 1.2 - En la antropología teológica Habiendo visto el camino recorrido por las ciencias sociales hasta llegar al concepto actual de cultura, y habiendo reconocido la legitimidad y necesidad de pluralidad de perspectivas, queremos ahora saber cuál es el aporte que dan la filosofía y, sobre todo, la teología al problema de la cultura. ¿Es que se trata, acaso, de un mero fenómeno social sin vínculo alguno con la naturaleza de la persona humana y con su vocación a la plenitud, como pareciera desprenderse del estudio de los antropólogos y sociólogos?'". Para este apartado nos servimos, fundamentalmente, de la reflexión antropológica hecha por K. Rahner, quien define al hombre como "espíritu en el mundo". Su antropología filosófica y teológica enriquecerá los resultados de la antropología cultural: En primer lugar, porque no sólo admitirá que la realización del hombre está vinculada a su cultura, sino porque nos hará ver que esta realización está también íntimamente unida a su capacidad de conocer y, consiguientemente, a tener conciencia de ser. En segundo lugar, porque no solamente registrará el hecho de su proceso de formación, sino porque nos dirá que esto es debido a su condición de ser libre y ser histórico, que no existe hecho, que se va haciendo porque es un ser abierto a posibilidades, que son las que explican sus cambios personales y sociales. En tercer lugar, porque no solamente nos reafirmará la necesidad que tiene el hombre de su sociedad para sobrevivir y vivir con cierto `éxito' la vida, sino porque nos dirá que es una persona, por consiguiente, un ser en relación con otros, en comunicación, un ser dialógico. En cuarto lugar, porque no solamente nos dirá que el hombre necesita de su mundo como entorno, sino que el mundo en cuanto creación, por una parte, le ha sido dado para que él mismo se ` "En pocas palabras, la cultura no descansa en la herencia primitiva específica del hombre sino en su capacidad de formar hábitos bajo la influencia de su ambiente social" (MURDOCH, Cultura 64). La Inculturación del Carisma Salesiano humanice mientras lo cultiva, y, por otra, es comunicación divina, porque la plenitud del hombre es Dios mismo y a El le conoce y accede a través del amor. En efecto, al establecer un concepto de cultura, se tiene que repasar el proceso de conocimiento por el que el hombre se entiende a sí mismo en su autorrealización en el mundo. La razón de esto es que la autorrealización del hombre está especificada por su intelecto. En efecto, el conocimiento, o el acto de conocer, no es otra cosa más que tomar conciencia de ser". El hombre, a causa de su condición material, no tiene conocimiento inmediato de su ser. Y, gracias a que es también espíritu, es capaz de dar "vuelta completa sobre sí mismo". Su conocimiento, por tanto, es siempre un retorno, una re-flexión. El hombre, que conoce y tiene conciencia de sí, es un ser espiritual, que en la medida que está présente-para-sí mismo de camino de un regreso consigo mismo desde otro, existe también en la alienación de estar presente-para-otro. La constitución ontológica de un hombre, como "espíritu en el mundo", es así una síntesis de sí mismo ('mismidad') y de otro (`alteridad'). Tal es su verdadera identidad. Ahora bien, en esta alteridad, uno debe distinguir entre lo que es otro como opuesto al hombre: el mundo externo en que el hombre existe como presente-para-otro, alienado de sí mismo, y lo que es otro dentro de la verdadera identidad de hombre, `su propia' alteridad, a través de la cual está presente al mundo externo, esto es, su cuerpo. Esta autocomprensión del hombre es específica para su auto-realización, y esta autorrealización del hombre en su mundo será entendida aquí como cultura. 1.2.1 El hombre como "ser-en-el-mundo" El hombre se va realizando como persona en la medida que actualiza su identidad de ser una composición de sí mismo y del `otro', esto es, de su 'mismidad' y su 'alteridad', lo que da lugar a una doble y RAHNER, Spirit 69. ^" Cf. SANTO TOMAS, Summa contra Gentiles, IV, 11. Pascual Chávez Villanueva relación con los demás y con el mundo. Por una parte, está la relación del hombre con el mundo, por la que el hombre existe en la exterioridad del mundo y está unido, para su autorrealización, a la vuelta sobre sí mismo, de manera que el mundo le ayuda a salir de sí y a reencontrarse consigo mismo. Por otra, está la relación del mundo con el hombre, por la que el mundo está unido fundamentalmente con el hombre, y sólo puede ser entendido en esta relación, de manera que el mundo no tiene sentido más que en función del hombre. Esta correlación entre el hombre y el mundo existe en un único proceso histórico, que es al mismo tiempo la autorrealización del hombre por medio del mundo y la humanización del mundo a través de la autorrealización del hombre. Esto significa que, por un lado, el hombre se desarrolla y adquiere su perfección por medio de su actividad en el mundo externo desarrollando técnicas de agricultura y construcción, conquistando el mundo con sus conocimientos, diseñando medios de organización social, llevando a plenitud sus potencialidades, adquiriendo `un nuevo modo de vida', en una palabra, se hace más humano. Esta autorrealización del hombre en el mundo podría llamarse "cultura como refinamiento del hombre". Por el otro, a través de esta actividad múltiple con que el hombre `cultiva' al mundo, el mundo se humaniza, al ser configurado a imagen de él, al punto de que llega a ser una manifestación del espíritu humano. Esta humanización del mundo por parte del hombre es llamada por los antropólogos "cultura como la parte humanizada del medio ambiente" 42. La imagen y la actividad que mejor reflejan estos dos aspectos de un único proceso es esa noción que está a la base de la definición etimológica de la cultura, a saber, la 'agri-cultura'. Esta consiste en la fecundidad de la tierra a través del cultivo que el hombre hace de ella. Y para cultivarla, el hombre se ve en la necesidad de diseñar instrumentos y desarrollar técnicas. De aquí emergen nuevos modelos de distribución de trabajo, lo que da lugar a una nueva configuración °' YOUNG, Introduction 15. 4' HERSKOVITS, Man 17. La Inculturación del Carisma Salesiano social. En una palabra, el hombre adquiere un nuevo `modo de vida', al volverse agrícola: un hombre que habita en el campo, trabaja en él y, en torno a él, configura su entramado social. El ejemplo nos permite ver no sólo la relación íntima que hay entre el hombre y el mundo, para la realización del primero y la humanización del segundo, a través de la cultura, sino que ilustra cómo la actividad cultural implica también las relaciones del hombre con los otros. 1.2.2 El hombre como ser-con-otros-en-el-mundo La realización humana no sólo está vinculada a su condición de hombre como ser-en-el-mundo. Hasta aquí podríamos definir al hombre solamente como animal cultural, en su calidad de individuo. Su plenitud no puede venirle nunca de las cosas, de la creación, por más señorío que llegue a ejercer sobre ella, esto es, por más satisfactores que pueda adquirir para vivir con mayor comodidad. La plenitud depende de sí y de los otros con quienes vive en este mundo. Esta sociabilidad del hombre se arraiga en un doble principio: por una parte, el hombre está esencialmente limitado en la realización de su perfección por los demás. Los antropólogos reconocen que, a la base de la conducta del individuo y para la formación de su personalidad, más importante que la satisfacción de sus necesidades físicas está la satisfacción de sus necesidades psíquicas, y que más importantes que las cosas son las personas`. Esto significa que, en virtud de su constitución ontológica como `espíritu en el mundo', el hombre está esencialmente limitado en la realización de su perfección por la alteridad, por el `otro' o, mejor dicho, los otros. Por otra, el hombre, como ser espiritual, trasciende en la realización de su perfección la limitación de la alteridad de su ser-en-el-mundo. Todo ser humano posee su humanidad en unidad y comunión íntima con sus semejantes. De aquí se deriva el que el hombre, en cuanto ser espiritual, o sea en cuanto persona, es social en modo eminente: abierto hacia una comunión universal que tiene su origen en la libre autocomunicación del espíritu. Esto es válido tanto para el hombre Cf. LINTON, Cultura 23-26.142, por citar sólo algunos pasajes. La Inculturación del Carisma Salesiano Pascual Chávez Villanueva como para la cultura, que está llamada a abrirse a las demás culturas, en razón tanto de su limitación como de su misma comunicabilidad. Esto significa, con palabras de Crollius, que el hombre "es una persona en un modo 'individual' e individuo en un modo personal" 45. De aquí deriva el que la sociabilidad del hombre como persona esté restringida por su sociabilidad como individuo, y que la sociabilidad del hombre como individuo esté ampliada por su sociabilidad como persona. Así se explica el que los valores espirituales, que son de por sí universales, sean realizados en formas múltiples y diversas de vida social, y el que al mismo tiempo en la realización de los valores que son esencialmente particulares, la comunidad concreta pueda ser llamada a superar la exclusividad inherente en la búsqueda de tal valor, cuando está demandada por un bien más universal. Este sería el sentido que tiene hablar incluso de una `cultura universal', entendida como creación, comunicación y participación de significados comunes, en favor de la unidad de toda la humanidad. El doble principio de la sociabilidad humana nos permite distinguir dos aspectos en las formas concretas de sociedad humana, que pueden ser designados por los términos 'socialidad individual' y 'socialidad personal`. La socialidad individual es ese aspecto de la vida social 41 Cf. AGIRREBALTZATEGI, Configuración 252-256, en que presenta la antropología cultural de GS 53 en su triple vertiente: personal - el ser del hombre en sus manifestaciones -, cósmica - la transformación del universo - y social - la humanización de la vida social -, para subrayar, a continuación el carácter histórico y social de la cultura: "la cultura es histórica y social en cuanto, como realidad objetiva, se hace vida de todos los que en ella se comunican y de ella participan, y por lo mismo una expresión de la misma `comunidad'; pero de una comunidad que se insiere en el presente, y que ha recibido como herencia la realidad cultural vivida por los antepasados, y que a su vez la trasmite a sus sucesores". q CROLLIUS, `Meaning' 42. 4' Esto ha conducido a autores como VAN LEEUVEN, (Christianity 38) a pasar del concepto antropológico de cultural al concepto social, identificando, en cierto sentido, la sociedad con la cultura, como el hombre se identifica con ella: Decir "cultura humana es un tautología. Dado que el hombre es un ser social, no puede haber cultura sin sociedad. Y por el contrario, no se conoce ninguna sociedad sin cultura. `Un pueblo sin cultura' simplemente no existe". (Las cursivas son personales). 5 humana que expresa la necesidad del individuo humano de estar asistido por otros en la realización de sus fines. Esta socialidad es primariamente receptiva. La socialidad personal es ese aspecto de la vida social humana que resulta de la libre autocomunicación del espíritu, en la medida que la persona realiza su perfección compartiéndola con otras personas. Esta sociabilidad es primariamente comunicativa. Es lógico que de aquí se deriven formas variadas de sociedad, y que en ella se acentúe más una sociabilidad que otra y que ésta se realice de modo más perfecto en una sociedad que en otra. 1.2.3 Cuatro aspectos de la realidad cultural En esta correlación entre el hombre y su mundo, los fines o valores perseguidos por el hombre en su autorrealización pueden distinguirse de acuerdo al doble aspecto de la vida social humana, dando lugar a cuatro aspectos de la realidad cultural: La autorrealización del hombre en el mundo, como ser social que necesita de otros para conseguir sus fines, se manifiesta en la formación de modelos de división de trabajo, en el desarrollo y aprendizaje de técnicas, en organizaciones económicas y políticas dentro de la sociedad humana, etc. La humanización del mundo, a través de la autorrealización del hombre en este aspecto de su socialidad [individual], se vuelve manifiesta en los resultados de la agricultura y la arquitectura y en los varios productos de artesanía e industria. De acuerdo a este aspecto, el mundo es transformado primariamente en la medida que se vuelve útil para el hombre. La autorrealización del hombre como ser social que comunica libremente su perfección personal con otros hombres se manifiesta en el lenguaje y la literatura, en la música, la danza y el teatro, en formas variadas de búsqueda y transmisión de conocimiento y en la búsqueda y cultivo de la razón última y fundamental de su ser espiritual. Pascual Chávez Villanueva U La humanización del mundo, a través de la autorrealización del hombre en este aspecto de su socialidad [personal], se manifiesta en esos resultados de la actividad humana que, pertenecen directamente a la esfera de la utilidad, son manifestaciones del espíritu humano, tales como los productos de las artes y todas estas realidades a las que el hombre ha dado un significado nuevo al punto de hacerla expresión de su propia trascendencia. Bajo este aspecto, el mundo es humanizado de modo que llega a ser ,, epifanía" del espíritu humano y un símbolo de su realidad trascendental. El estudio del proceso y requisitos de la inculturación tiene que tomar en cuenta estos cuatro aspectos de la realidad cultural, incluso en la manera análoga en que se usa el término `cultural'. Por ejemplo, escribir un poema y construir un puente son ambas dos actividades culturales, aunque en maneras diferentes. "Este concepto análogo de cultura hace posible evitar la distinción, a menudo confusa, entre `civilización' y `cultura', y considerar todos los aspectos de la autorrealización del hombre en su mundo como pertenecientes a su realidad cultural"47, y excluye también una idea demasiado clerical de inculturación, limitada a las áreas principales de la teología, la liturgia y la vida religiosa. También las condiciones socioeconómicas de un pueblo forman una área importante de inculturación4H. No está de más el subrayar que estos cuatro aspectos de la realidad 41 CROLLIUS, 'Meaning' 46, además de la nota 24 de esa misma página. Cf. AGIRREBALTZATEGI, Configuración 74-76, en que sigue manteniendo la distinción entre cultura como "desarrollo espiritual-moral de un pueblo o etnia" y civilización como "desarrollo material, técnico y orgánico". Mientras que la primera se referiría al desarrollo de las personas, la segunda diría relación al desarrollo de las cosas. O bien la consideración de la cultura "como la forma particular de vida de una sociedad o pueblo" y la de la civilización "como el ideal general, constituido por el cuerpo de valores que deben perseguir todas ellas". Esta distinción desemboca finalmente en una crítica - y hoy no aceptada - afirmación: "Por tanto, se puede hablar de la Civilización y de las culturas, para indicar también la tensión establecida entre cultura (en singular) y culturas (en plural)". 48 Cf. DIAZ MARCOS, Evangelizar 10. La Inculturación del Carisma Salesiano cultural se distinguen como aspectos de la única y misma realidad. No existen en y por sí mismos. No existen en sí mismos, sino que son aspectos de una realidad que puede ser considerada también desde otra perspectiva, como ya vimos en el capítulo anterior. Por ejemplo, la autorrealización del hombre con otros en este mundo puede ser vista bajo el aspecto de la sociedad humana como tal. En ese caso lo que importa son los procesos y estructuras sociales. Este sería el acercamiento propio de la sociología. Ni existen por sí mismos, esto es, no se encuentran en estado químicamente puro. De aquí que lo que es útil para el hombre no sólo puede ser una manifestación del espíritu humano, sino que es, en su misma transformación que lo hace útil al hombre, una manifestación de la creatividad del espíritu. Lo que mantiene juntos estos aspectos, y constituye la especificidad de la realidad cultural, es precisamente la habilidad del espíritu de expresarse en el mundo; dándole una nueva finalidad o significado y transformándolo. Y dado que el hombre existe como un ser social, el significado que él da a una parte de su mundo - sea un gesto, un sonido o una pieza de piedra - está determinado por los significados mantenidos en la sociedad en que vive. "El mundo del hombre puede ser llamado una realidad cultural precisamente en la medida en que expresa y transmite un sistema definido de significados"49. " CROLLIUS, 'Meaning' 46. Para este concepto de cultura presentado en las páginas anteriores me he servido, primordialmente, de este sustancial artículo de CROLLIUS (Inculturation and the meaning of culture', IWPLFC 5, 38-46), quien a su vez se ha inspirado en la antropología teológica desarrollada por K. RAHNER (Spirit in the Word. Londres-Sydney, 1968) y ha seguido de cerca la explicación del concepto de la autorrealización del hombre en el mundo trazada por A. van LEEUWEN (Compendium praelectiones ethicae, Nimega, Berchmanianum [ca. 19601 Copia mimeográfica). Me ha parecido un texto relevante, en primer lugar, por la fundamentación filosófica - por la línea del conocimiento, gracias al cual el hombre toma conciencia de sí y de su mundo -, y por la antropología teológica - que lo lleva a descubrir al hombre como un ser-en-el-mundo y un ser-en-el-mundo-con-otros. Esto da lugar a una sólida fundamentación teológica de la realidad cultural y de la realidad humana. En segundo lugar, por la perspectiva teológica más que antropológica o sociológica de la inculturación, que era lo que importaba en esta sección. Pascual Chávez Villanueva La riqueza que la antropología filosófica y teológica ha aportado al concepto de cultura es la afirmación de que el fundamento de la cultura es la persona humana, en su unidad psico-somática, esto es, en su condición de "espíritu en el mundo". Esta visión unitaria determina, a su vez, la visión unitaria de la cultura y supera definitivamente la tendencia a separar y distinguir entre `civilización' y 'cultura'. De esta manera queda en claro que la cultura se define a partir del hombre, y éste, por su ser persona. 1.3 - Una definición entre definiciones Llegados a este punto, nos encontramos con la posibilidad de definir la cultura, teniendo siempre como horizonte la inculturación. Debemos al antropólogo inglés E. Tylor, en el ya lejano 1871, la primera definición de cultura en su sentido antropológico: "La cultura o la civilización es ese complejo conjunto que abarca el saber, las creencias, el arte, la ética, las leyes, las costumbres y cualquier otra aptitud o hábito adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad»". Otras definiciones más actuales, igualmente conocidas, y en las que, al mismo tiempo que se ha purificado más el concepto de cultura de todo resabio estético o intelectualista, se ha subrayado alguno de sus elementos, como consecuencia de asumir una de las teorías culturales, son las de: Krech, Crutchfield y Ballachey: "la cultura de un pueblo consiste en sus perfiles específicos de conducta y en las creencias, premisas, normas y valores subyacentes"; Linton: "Una cultura es la configuración de la conducta aprendida y de los resultados de la conducta, cuyos elementos comparten y transmiten los miembros de una sociedad"S1; Kluckhohn, uno de los antropólogos más polisémicos, que en unas 27 páginas de su capítulo dedicado al concepto de cultura, en su La Inculturación del Carisma Salesiano obra Mirror for Man, da hasta 11 definiciones: "el modo total de vida de un pueblo", "la herencia social que el individuo adquiere de su grupo", "un modo de pensar, sentir y creer", "una abstracción de conducta", "una teoría por parte del antropólogo acerca del modo en que un grupo de un pueblo se comporta de hecho", "un depósito de aprendizaje mancomunado", "un conjunto de orientaciones estandarizadas a problemas recurrentes", "conducta aprendida", "un mecanismo para la regulación normativa del comportamiento", "un conjunto de técnicas para [saber] ajustarse al medio ambiente externo y a los otros hombres", "un precipitado de historia", para concluir diciendo que delante de este tipo de difusión teorética es necesario escoger52; Goodenough: "La cultura de una sociedad consiste en todo lo que uno tiene que conocer o creer para actuar de modo aceptable a sus miembros"; Geertz: "La cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medio de los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida"`. Aplicados los resultados del trabajo científico al campo de la política cultural, encontramos definiciones como la Declaración de México: "En su sentido más amplio, la cultura puede ser considerada hoy día como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias"". Por la línea de la antropología simbólica o interpretativa de Geertz, s '- Citado por GEERTZ, Interpretation 5. s" GEERTZ, Interpretation 89. Cf. AGIRREBALTZATEGI, Configuración 80- 81. "' TYLOR, Primitive Vol. 1, 1. LINTON, Cultura 45. s' Documento final de la Conferencia Mundial sobre las Políticas Culturales (México 26 de julio-6 de agosto de 1982), organizada por la UNESCO. Pascual Chávez Villanueva pero buscando superar los posibles límites de la definición de aquél, Azevedo define la cultura como "el conjunto de significados, valores y esquemas que subyacen a los fenómenos perceptibles de una sociedad concreta, ya sean reconocibles en el nivel de prácticas sociales (actos, modos de proceder, instrumentos, técnicas, costumbres y hábitos, formas y tradiciones) o ya sean portadores de signos, símbolos, significados y representaciones, concepciones y sentimientos que consciente o inconscientemente pasan de generación en generación y son conservados como están o transformados por el pueblo como expresión de su realidad humana". Como podemos ver, la cultura viene definida así, cada vez con mayor hondura, como el código más profundo que revela un grupo humano y social y lo hace comprensible. Por un lado, es la cultura la que da a un grupo humano el sentido de la vida. Por el otro, sin tener la clave de interpretación de lo que es la vida para un grupo, los ajenos a éste no podrán entenderlo. Toda persona en el mundo recibe el significado del mundo a través de la cultura y al mismo tiempo actúa sobre el mundo para humanizarlo. Así, la persona humana es pasiva y activa en relación a su propia cultura. Con ello se supera la tensión entre la objetivación o subjetivación de la cultura: Ni es una realidad superorgánica que se impone a los miembros de un determinado pueblo o grupo, como pretenden quienes han intentado cosificarla - reificarla -, ni se identifica tampoco con el modelo bruto de comportamiento de un grupo, como pretenden quienes han intentado reducirla". Con W. AZEVEDO, Inculturation' 10. "Como se ha insinuado, una corriente filosófica poderosa ha dado al concepto de cultura un contenido fundamental de realidad ontológica y trascendente, tanto a la cultura `en general' respecto de la historia humana total, como a la cultura `en particular', respecto de un pueblo o etnia o grupo social concreto. La expresión histórica de la cultura y de las culturas no sería sino una manifestación de esta realidad superior que tiene sus propias leyes de vida y de evolución; llámese tal realidad `Espíritu', `Materia', `Genio', `Ángel', etc., hace referencia a una realidad objetiva, ontológica y viva, que trasciende las personas y la misma sociedad y su realización concreta histórica y espacial, sobreponiéndose a la misma libertad 5fi La Inculturación del Carisma Salesiano Goodenough, tendríamos que afirmar que "la cultura se ubica en las mentes y en los corazones de los hombres"57. Más aún, dado que las culturas son diferentes, ninguna de ellas puede pretender agotar el significado pleno de humanidad. La cultura por tanto es, a la vez, riqueza y pobreza, afirmación y negación, valor y límite, universal y particular. En este sentido, se puede afirmar que cada cultura guarda una reserva de humanidad, por eso es que, desde su identidad y su particularidad, queda abierta a la universalidad para completar la identidad del hombre' En esta línea fecunda de la antropología interpretativa y de la sociología fenomenológica, que ayudan a valorar y a interpretar contemporáneamente la cultura partiendo de la cotidianidad de la vida, aquí la definiremos como los sistemas de significaciones por los cuales se ordena y da sentido a la vida en una determinada sociedad. De esta manera, evidenciamos el significado que tiene la cultura en la vida de un pueblo o un grupo social, en cuanto que es ella la que regula y da las razones de fondo para ser y hacer lo que son y hacen; al mismo tiempo, acentuamos su carácter simbólico, y, por consiguiente, hermenéutico; y ponemos de relieve la influencia mutua entre individuo y sociedad, que explica y favorece el cambio cultural. Nos parece que esta definición llena las exigencias de las ciencias del hombre y ofrece los elementos necesarios para la evangelización de personal y social... Concepción opuesta a la indicada es la que considera la cultura como una `teoría' que recoge y explica una serie de fenómenos y realidades humanas, de una forma global y unitaria... En realidad existe una estrecha interdependencia entre la sociedad y el individuo que realiza libremente su experiencia cultural, por una parte, y la tradición objetiva, por otra, que el grupo humano en este momento representa y concretiza. El aspecto subjetivo y el objetivo son inseparables y se unen estrechamente en una cultura viva de un pueblo, etnia o grupo humano" (AGIRREBALTZATEGI, Configuración 78-79). Citado por GEERTZ, Interpretation 11. `" Cf. J. DANIELOU, Comment dialoguer 25: "La humanidad sería menos bella si no tuviera al Senegal y a Finlandia, a Vietnam y al Líbano. Esto quiere decir que nada es más contrario a una visión justa del designio creador que un imperalismo cultural, que quisiera imponer la cultura de un pueblo a otros pueblos, o una nivelación cultural, que disolviera las diversas culturas en una aburrida uniformidad". Pascual Chávez Villanueva la(s) cultura(s), pues ésta no se realizará más que en la medida que se alcance el mundo de significados de una cultura, porque sólo entonces se podrá dar una inversión de valores - eso que llamamos conversión, como criterio de evangelización - y apertura a lo nuevo. 2. LA IGLESIA SE ABRE A LA CULTURA Los conceptos de cultura antes presentados, - fruto de la investigación de las ciencias sociales y de la filosofía y la teología -, han puesto en evidencia la relación estrecha entre originalidad y comunicabilidad de toda cultura. Las culturas quedan abiertas así, por su misma naturaleza, al encuentro con otras culturas, como señalábamos antes, y, potencialmente, al encuentro con ese elemento dinamizador y plenificador de las culturas que es el Evangelio, a través de la inculturación de éste en aquéllas`. Con todo, el problema de la inculturación no surge tanto de la manera en que uno entiende o define la realidad cultural - por más que sea deseable la mayor claridad en esta materia - cuanto de la confrontación entre las varias culturas y su relación con el cristianismo. Este es el punto que afrontaremos, en seguida, al analizar la actitud actual de la Iglesia - al menos como aparece en su Magisterio - en relación al sentido antropológico de la cultura. Si nos preguntamos por qué esta insistencia sobre la cultura al interior de la misma Iglesia, hasta el punto de individuarla como campo específico s° Las afirmaciones de Agirrebaltzategi (Configuración 338-341), en que presenta ya no al Evangelio sino a la Iglesia como principio configurador de las culturas nos parecen excesivas, aunque se explican por su afirmación previa de que la Iglesia es la conexión entre el Evangelio y la cultura (I b i 286ss) y quedan matizadas más adelante: "Si de la configuración eclesial de la cultura particular surge la Iglesia particular, el misterio eclesial no es algo exterior a la misma cultura. Por tanto, la evangelización no puede significar una simple adjunción de elementos extraños que permanecen marginales al mismo sistema cultural, como un sector; al contrario, el Evangelio tiene que integrarse al sistema cultural de significados y valores. Más aún, la Evangelización se realiza desde la asunción del sistema cultural" (Ibi 343-344. Las cursivas son personales). La Inculturación del Carisma Salesiano de la evangelización, tenemos que responder que no se trata de afán de novedad y sí, en cambio, de una nueva y vívida conciencia, por parte de la Iglesia, tanto del hecho cultural como de la tremenda evolución cultural, esto es, de su valor, de su significado en el proceso de humanización del hombre, y de su cambio tan radical en este mismo proceso. En cierto sentido podemos comparar la reacción de la Iglesia con la de la Sociología, que en su etapa moderna también se abrió al mundo de la cultura, cuando "los cambios en las condiciones sociales" llevaron a despertar la sospecha por la cultura`. Es esta doble situación, justamente, la que ha llevado también a la Iglesia a valorar la(s) cultura(s) y a entrar con ellas en una nueva relación caracterizada por una actitud de diálogo, consciente de que lo va que en juego es, en un mismo proceso histórico, la realización del hombre y la humanización del mundo. 2.1 - Etapas previas al Vaticano II Así pues, aun cuando, en general, se tiende a identificar al Papa Juan XXIII como el catalizador histórico de los tiempos, las etapas previas se pueden remontar hasta los días del mismo León XIII'. 60 Cf. APARICIO, Cultura 11-28, en que desarrolla el contexto histórico en que se fragua el concepto sociológico de cultura. "Si la cultura, como parece, envuelve toda nuestra actividad y todo nuestro pensar, haciéndonos vivir lo que ella propone como la realidad misma, es difícil que se convierta en objeto cuestionable, y por tanto en objeto de estudio. Ello sólo puede ocurrir cuando los cambios en las condiciones sociales hacen posible que sospechemos de la cultura; entonces, y sólo entonces, puede la cultura convertirse en preocupación para cada uno dentro de la misma vida cotidiana y, lo que es históricamente más importante, en preocupación para los saberes especializados" (Ibi 13, con cursivas personales); AGIRREBALTZATEGI, (Configuración 191-209), en que describe el talante y origen antieclesiástico de los conceptos modernos de cultura y civilización, expresión de un humanismo liberado de toda estrechez dogmática, y la consiguiente reacción de la Iglesia. 61 Cf. A. FILIPPI, `Verso un cristianesimo senza cristianitá' (`L'improponibile cristianitá', Il Regno-attualitá 14 (1983) 331-340). El autor toma como punto de partida el informe de D. Menozzi "Una dimensione della cristianitá da Leone XIII al Vaticano II", pero dialoga con las dos corrientes: la de quienes reclaman un cristianismo sin cristiandad y la de quienes pretenden la reimplantación de una nueva cristiandad. Pascual Chávez Villanueva En efecto, la encíclica Rerum Novarum, en su calidad de doctrina social, significaba una mirada a problemas que no eran los puramente internos al mundo eclesiástico sino los de la sociedad, y lo hacía con una forma nueva de razonar, que ya no condenaba en bloque la modernidad ilustrada, antes bien hacía propias esas mismas ideas, combatiendo sólo las posturas extremas que las pervertían. Dígase otro tanto de la Divinum Illud, sobre el carácter sagrado y el ejercicio de la libertad. Por su naturaleza misma, estos documentos marcan el nacimiento de una nueva época, lo que ha llevado a estudiosos del tema a ubicar en este pontífice el inicio del cambio eclesial en relación al mundo moderno`, "aunque su perspectiva es, al principio, de tipo principalmente ético más que antropológico-sociológico". Así, Benedicto XV escribe la primera encíclica moderna sobre la misión`, Pío XI subraya el papel civilizador jugado por la Iglesias, Pío XII insiste en la idea de que la civilización cristiana es el fundamento de la reconstrucción social"; Juan XXIII, al dirigirse "a todos los Cf. H. CARRIER, Evangelio y Culturas. De León XIII a Juan Pablo II. Madrid, 1987; A. ACERBI, La Chi esa nel Tempo. Sguardi su¡ Progetti de Relazioni tra Chiesa e Societá Civile negli Ultimi Cento Anni, Milano, 1979. 63 MIGUENS, Fe 59. gq BENEDICTO XV, Maximum Illud (30 de noviembre de 1919) con la doble preocupación de la formación del clero indígena, en vistas a la dirección de sus propias iglesias locales, y de la oposición a toda dominación cultural por parte de los misioneros. " Cf. sus Encíclicas Divini illius Magistri (1929), en que escribe que "si la sociedad humana debe ser curada, no lo será sino por el retorno a la vida y a las instituciones del cristianismo" (n. 140); Quadragesimo anno (1931), en que da testimonio de la difusión y efecto culturizador de la encíclica social de León XIII; y, sobre todo, Divini Redemptoris (1937), en que muestra su preocupación por el comunismo, al que ve como "la nueva barbarie" que pone en peligro la civilización cristiana (cf. nn. 1-2), lenguaje que fue interpretado por muchos como la exigencia de una vuelta a la `cristiandad'. 66 Cf. Radiomensaje del 1 de septiembre, 1944 (Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios, nn.5-7, 204). Hay quien considera a Pío XII más que al mismo Juan XXIII el papa ambivalente de la transición, pues en sus días se conjugan la coexistencia de una Iglesia altamente estratificada y uniforme, una típica sociedad premoderna, con una sensibilidad sorprendente hacia los problemas contemporáneos sociales, políticos y culturales del mundo. Ejemplo de ello son la fundación de la G2 La Inculturación del Carisma Salesiano hombres de buena voluntad" e invitar a los católicos a colaborar incluso con los que sostienen una visión diferente de la vida', reconoce implícitamente el pluralismo cultural y comienza a promover el compromiso de la Iglesia en la construcción de la civilización de la solidaridad universal. Son, sin embargo, Pablo VI, quien con la Evangelii Nuntiandi (1975) da carta de ciudadanía en el discurso del Magisterio Pontificio a la terminología de la sociología cultural, y Juan Pablo II, quien hará de la cultura uno de los polos mayores de su pontificado", los Papas de la cultura moderna. 2.2 - El Vaticano II y los tiempos modernos Como bien lo ha asentado H. Carrier: "Visto desde una perspectiva sociológica, el Vaticano II aparece como un evento cultural de importancia histórica. En cierto sentido el hecho cultural constituido por el Concilio es tan importante como son las afirmaciones de sus documentos sobre la cultura. Se puede decir que después del Vaticano II los católicos no ven ya a la Iglesia y al mundo exactamente como antes"`. Academia Pontificia de las Ciencias, los innumerables congresos, la presencia de políticos cristianos que ponen las bases para la formación de la Unión Europea. Sin embargo, esta benevolencia de la Iglesia iba acompañada, al mismo tiempo, de un desconocimiento de la autonomía del mundo a l que quería seguir enseñando, más que dialogar con el, para afrontar juntos los graves problemas de la humanidad en el mundo (cf. AZEVEDO, 'Inculturation' 22-23). Por un lado se ve a la Iglesia aliada con determinadas elites, más bien conservadoras y de clase media, y, por otro "en muy distintos niveles de la vida eclesial, desde los sacerdotes obreros a la Nouvelle Théologie, surgen grupos que buscan caminos nuevos. Es la situación que va a encontrarse el Concilio Vaticano II" (TORNOS, `Sociología' 119). JUAN XXIII, Pacem in Terris (1963) 1; Mater et Magistra (1961) 63. °% El magisterio de Juan Pablo II respecto a la cultura, la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio es impresionante, pues el Papa es consciente de que "es un punto vital sobre el que se juega el destino de la Iglesia y del mundo en este fin de siglo". Signo de esta preocupación es la creación `ex professo' del Consejo Pontificio para la Cultura (mayo de 1982). 64 H. CARRIER, `La aportación del Concilio a la cultura', (R. LATOURELLE (ed.), Vaticano II. Balance y perspectivas. Salamanca, 21990) 1087. fi' Pascual Chávez Villanueva La relevancia del Concilio Vaticano II tanto para la Iglesia como para el mundo nunca será suficientemente acentuada. La alocución de Pablo VI, en la sesión de clausura`, sintetiza magistralmente el significado y alcance del mismo. Despué s de 30 años sus palabras siguen conservando transparencia y frescura. Por ejemplo, a propósito del contexto histórico: "Para apreciarlo dignamente es menester recordar el tiempo en que se ha un tiempo que cualquiera reconocerá como orientado a la conquista de la tierra más bien que al reino de los cielos7l; un tiempo en el que el olvido de Dios se hace habitual y parece, sin razón, sugerido por el progreso científico; un tiempo en el que el acto fundamental de la personalidad humana, más consciente de sí y de su libertad, tiende a pronunciarse en favor de la propia autonomía absoluta, desatándose de toda ley trascendente; un tiempo en que el laicismo aparece como la consecuencia legítima del pensamiento moderno y la más alta filosofía de la ordenación temporal de la sociedad; un tiempo, además, en el cual las expresiones del espíritu alcanzan cumbres de irracionalidad y de desolación; un tiempo, finalmente, que registra aun en las grandes religiones étnicas del mundo perturbaciones y decadencias jamás antes experimentadas. En este tiempo se ha celebrado el Concilio...". llevado a cabo: Y más adelante, a propósito de uno de los dos grandes polos del Concilio`: La Inculturación del Carisma Salesiano determinada por las distancias y las rupturas ocurridas en los últimos siglos, en el siglo pasado y en éste particularmente, entre la Iglesia y la civilización profana, actitud inspirada siempre por la esencial misión salvadora de la Iglesia, ha estado obrando fuerte y continuamente en el Concilio, hasta el punto de sugerir a algunos la sospecha de que un tolerante y excesivo relativismo al mundo exterior, a la historia que pasa, a la moda actual, a las necesidades contingentes, al pensamiento ajeno, haya estado dominando a personas y actos del sínodo ecuménico...". Y todavía, en seguida, a propósito de la actitud que ha asumido la Iglesia frente a la cultura moderna: "El humanismo laico y profano ha aparecido en toda su terrible estatura, y, en cierto sentido, ha desafiado al Concilio. La religión del Dios que se ha hecho hombre, se ha encontrado con la religión - porque tal es - del hombre que se hace Dios". ¿Qué ha sucedido? ¿Un choque, una lucha, una condenación? Podía haberse dado, pero no se produjo. La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio. Una inmensa simpatía lo ha penetrado todo. El descubrimiento de las necesidades humanas - y son tanto mayores cuanto más grande se hace el hijo de la tierra - ha absorbido la atención de nuestro sínodo. Vosotros, humanistas modernos, que renunciáis a la trascendencia de las cosas supremas, conferidle siquiera este mérito y reconoced nuestro nuevo humanismo: también nosotros - y más que nadie - somos promotores del hombre". "Pero no podemos omitir la observación capital en el examen religioso de este Concilio, de que ha tenido vivo interés por el estudio del mundo moderno. Tal vez nunca como en esta ocasión ha sentido la Iglesia la necesidad de conocer, de acercarse, de comprender, de penetrar, de servir, de evangelizar a la sociedad que la rodea y de seguirla; por decirlo así, de alcanzarla en su rápido y continuo cambio. Esta actitud, El discurso de Pablo VI refleja el gozo y la preocupación, la esperanza y la incertidumbre de una Iglesia que, finalmente, se ha decidido no sólo a enseñar al mundo sino tambié n a aprender de esta humanidad moderna, rica en conquistas científicas y tecnológicas pero extremadamente pobre en paz, en libertad humana y en justicia social. "' 7 de diciembre de 1965. En Concilio Vaticano II. Constituciones, Decretos, Declaraciones. Madrid, 1965, 813-819. " El texto parece evocar los versos seculares de Heine: "Queremos ya en la tierra alcanzar el cielo; el otro se lo dejamos a los ángeles y a los gorriones", citado por C. DÍAZ, Contra Prometeo. Madrid, 1980, 11-12. "-Sabemos que en el Concilio Vaticano II las cosas se fueron dando de tal modo que hubo dos temas - Iglesia y Mundo - que se constituyeron como sus dos grandes polos. Aquí nos referimos concretamente al polo `Mundo'. Nuevamente aquí el texto parece evocar, esta vez, el humanismo ateo de L. Feuerbach, para quien Dios no es más que el fantasma de la conciencia del Hombre, la proyección de Sí mismo. De allí su preocupación más por afirmar al Hombre (antropología) que por negar a Dios (teología). (Cf. L. FEUERBACH, Sümtliche Werke, Stuttgart 1959-1964, VI, 15.278; MARTÍN VELASCO, Increencia..., 52: "Por eso, las increencias propagadas a partir del siglo XVIII coinciden con frecuencia [...1 en ser diferentes modulaciones del homo homini Deus, el hombre es Dios para el hombre, del padre del ateísmo moderno L. Feuerbach"). La Inculturación del Carisma Salesiano Pascual Chávez Villanueva Una humanidad que, al tiempo que suscribe los Derechos del Hombre, crea II está consagrado al tema de la cultura, y, en él, el número 53 contiene el brechas injustificables entre ricos y pobres, a nivel de individuos y de significado que el Concilio quiso darle: "Con la expresión `cultura', en general, se designa todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter al mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo formula, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones, para que sirvan de provecho a muchos; más aún, a todo el género humano. De ahí se sigue que la cultura humana lleva consigo necesariamente un aspecto histórico y social, y que la palabra `cultura' asume con frecuencia un sentido sociológico y etnológico. En este sentido se habla de la pluralidad de culturas. Estilos de vida diversos y escalas de valor múltiples encuentran su origen en la manera particular de servirse »de las cosas, de trabajar, de expresarse, de practicar la religión, de comportarse, de establecer leyes e instituciones jurídicas, de cultivar las ciencias, las artes y la belleza...". países. Una humanidad cada vez más consciente de la pluralidad de las culturas, razas y religiones e incapaz en igual medida de superar la segregación, el racismo y la intolerancia. Es este Hombre al que quiere amar y servir. Dicho brevemente, en el Vaticano II, la Iglesia cambia de actitud en su relación con el mundo y opta por integrarse en el contexto global de la humanidad en que vive el mundo de hoy, lo cual no deja de ser doloroso, pues trae como consecuencias el comenzar a vivir sin poder, enseñar sin imponer y, sobre todo, testimoniar cuanto anuncia como `buena nueva'. Si lo importante, lo realmente significativo en todo este proceso del pensamiento y actitud de la Iglesia es mundo moderno, como expresión de su conversión resuelta su amor al hombre, de hacia el manera particular debemos a la Constitución Pastoral sobre la Iglesi a en el Mundo de Hoy, Gaudium et Spes, el haber trascendido el umbral de la Doctrina Social para introducirse en el tema de la cultura". El capítulo 7' La cursiva es personal. Para un estudio pormenorizado del tema, cf. AGIRREBALTZATEGI, Configuración 209-243, en particular las intervenciones del Card. Lercaro, en que afirma que el número sobre la cultura es como el nudo de todo el esquema "pues trata un tema que casi sintetiza la relación entre la Iglesia y el mundo" (Ibi 227); del P. Tucci en que señala los puntos más relevantes del tema de la cultura: "la capacidad de la Iglesia de inserirse en toda cultura y de servirla sin ligarse a ella; el deber de la Iglesia de practicar la pobreza evangélica también en el campo cultural, para poder estar abierta a todas las culturas y penetrarlas del espíritu bíblico; necesidad de renovar el sistema de educación en los seminarios; el derecho del hombre a los bienes de la cultura; la exigencia de mutuo respeto entre la Iglesia y la cultura; el urgente deber de establecer la jerarquía de valores en la cultura" (Ibi 230); el esquema de Ariccia (Ibi 230-243), y la síntesis hecha por Ch. Moeller: "La independencia de la Iglesia respecto de cualquier cultura concreta; su acción civilizadora (humanizadora) a través de su misión de evangelización; la afirmación de la autonomía de la cultura y su ordenación de los valores; la protección de las minorías culturales; la oposición contra cualquier discriminación entre los hombres; y sobre todo, se ha buscado la unión entre este capítulo y las partes más dogmáticas del esquema, en particular por la permanencia del tema del hombre, creado a imagen de Dios" (Ibi 241). Si bien dio cabida, por vez primera, a la acepción antropológica de cultura, prevaleció, no obstante, la idea de cultura como aprendizaje de conocimientos y técnicas, como desarrollo y progreso, pasando por alto las funciones epistemológicas, axiológicas y sociales que los antropólogos y sociólogos estaban asignando a la cultura. Esto explica el uso, casi siempre en singular, del término en el documento. Problemas como el del pluralismo cultural y la necesidad de ajustar la evangelización a la(s) cultura(s) fueron apenas esbozados en Lumen Gentium75, el primero, y en Ad Gentes'`, el segundo. LG 13: "La Iglesia... no arrebata a ningún pueblo ningún bien temporal, sino al contrario, todas las facultades, riquezas y costumbres que revelan la idiosincrasia de cada pueblo, en lo que tienen de bueno, las favorece y asume... Este carácter de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor por el que la Iglesia tiende eficaz y constantemente a recapitular la Humanidad entera con todos sus bienes, bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Espíritu...". 76 AG 6. Aunque a fuer de ser justos, tenemos que admitir que, habiendo quedado para la sesión final del Concilio, el decreto se benefició de todas las discusiones anteriores y es el primero en usar la analogía de la encarnación: "La Iglesia, para poder ofrecer a todos el misterio de la salvación y la vida traída por Dios, debe La Inculturación del Carisma Salesiano Pascual Chávez Villanueva 2.3 - Salto cualitativo de la "Evangelii Nuntiandi" Hubo que esperar justamente diez años para que Pablo VI recogiera de nuevo el tema y planteara adecuadamente el problema de la relación Evangelio - Cultura en Evangelii Nuntiandi", a la q ue se c on side ra , con ra z ón , Carta Magna de la evangelización de la cultura. El Documento tiene como fuentes conciliares la Lumen Gentium, Gaudium et Spes y Ad Gentes, pero es notable el influjo de las Iglesias de l Te rce r Mun do - A m é r i c a L a t i n a , A s i a y A f r i c a - y de la concepción sociológica de la cultura , elemen tos decisivos en este sa lto cua lita tivo d e l a r e l a c i ó n f e - cultura. M e p a r e ce q u e s e d e be n d e s t a c a r t r e s p u n t o s m á s í n t i m a m e n t e vinculados con el tema que nos ocupa. El primero es el de la evangelización de las culturas, sobre la que señala: "Lo que importa es evangelizar - no de una manera decorativa, como con un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces - la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et Spes (50), tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios"'. El segundo es el de la independencia del Evangelio de toda cultura, a ce rca de lo cua l a firma : "El Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y son independientes con respecto a todas las introducirse en todos estos grupos [que constituyen la humanidad] con el mismo afecto con que Cristo se unió por su encarnación a ciertas condiciones sociales y culturales de los hombres con quienes convivió" (lbi 10). " La Exhortación Apostólica, que siguió al Sínodo sobre la Evangelización (1974), salió a la luz el 8 de diciembre de 1975. Pablo VI escribe en el Preámbulo: "en este décimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, cuyos objetivos se resumen, en definitiva, en uno solo: hacer a la Iglesia del siglo XX más apta todavía para anunciar el Evangelio a la humanidad de este siglo" (EN 2). " EN 20. La importancia de este texto es que acepta el desafío de evangelizar no ya los individuos sino la(s) cultura(s) o, mejor aún, reconocer implícitamente que no hay auténtica evangelización de los hombres y mujeres más que a través de sus culturas. culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos de tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas, Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarlas a todas sin someterse a ninguna"". El tercero es el de la adaptación del lenguaje, sobre la cual escribe: "Las Iglesias particulares profundamente amalgamadas, no sólo con las personas, sino también con las aspiraciones, las riquezas y límites, las maneras de orar, de amar, de considerar la vida y el mundo que distinguen a tal o cual conjunto humano, tienen la función de asimilar lo esencial del mensaje evangélico, de trasvasarlo, sin la menor traición a su verdad esencial, al lenguaje que esos hombres comprenden, y, después, de anunciarlo en ese mismo lenguaje. "Dicho trasvase hay que hacerlo con el discernimiento, la seriedad, el respeto y la competencia que exige la materia, en el campo de las expresiones litúrgicas, pero también a través de la catequesis, la formulación teológica, las estructuras eclesiales secundarias, los ministerios. El lenguaje debe entenderse aquí no tanto a nivel semántico o literario cuanto al que podría llamarse antropológico y cultural""". Una feliz intuición de Pablo VI le llevó a entender que no sólo La tin oa mé rica , Asia y África ne cesita ba n lee r, in te rpreta r y vivir e l e va n ge lio a su ma n e ra , sin o ta mb ié n e l mun d o occ ide n ta l , q ue v ivía culturalmente ya muy lejos del Evangelio. Habría, pues, que evangelizar también la cultura occidental: "Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más 'y EN 20. Pablo V I establece aquí otro principio doctrinal importante por el que "al mismo tiempo que anima a una fusión de la evangelización, la historia y la cultura, subraya el necesario destacamento del Evangelio y la acción de la Iglesia respecto de cada cultura particular" (MIGUENS, Fe 72). "" EN 63. En este texto, Pablo VI asienta las bases para la elaboración de las teologías locales, las cuales no sólo son permitidas sino exigidas, lo que implica - a nivel de sujeto de las mismas - el fortalecimiento de las Iglesias particulares y - a nivel de objeto - la atención a las formas de vivirse la vida cotidiana y de compartir la comprensión contextual de la vida. Pascual Chávez Villanueva La Inculturación del Carisma Salesiano numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación" (EN 19). T a l e s e l c o n t e x t o e n q ue n a c e l a e x p r e s i ó n la(s) cultura(s)', l a q ue e n fre n ta h e ch o de q ue la cul tura m o de rn a secularizada, `evangelización de va r io s problemas: el primero es el e s f un da me n ta l me n te una cultura buscando restablecer la relación religión - cultura, como un elemento i r re n un c i a b le de l a c o n d ic i ó n h u ma n a segundo problema, invitan do a los (cf. DH 2.). E n re la ci ó n a l cristianos a profundizar su relación con las religiones no-cristianas, puesto que todas las religiones, de una o forma, tratan de ofrecer, a su manera, una respuesta al hombre sobre "enigmas los de otra recónditos de la condición humana" (NA 1). En fin, en relación al tercer punto, reafirmando que "Jesús mismo es el Evangelio de Dios"'. q ue n o s ól o h a re d u ci d o l a re l i g i ón a u n e le me n to e n tre otros, sino que ha establecido en la práctica una cultura de la i n c r e e n c i a ` ; el segundo es la exigencia del religión es el centro de ellas, con respeto a las culturas en las que la lo que parece que no queda espacio para la evangelización y sí ¡y sólo! para el diálogo in terreligioso" 2; e l terce ro, la imposibilidad de aislar el cristianismo en su esencia, lo q ue con vie rte la e va n ge li za ci ón n e ce sa riame n te e n una cierta acultura -ción ", por lo men os, y con el peligro de caer en la transculturación" 4. Ya el mismo Va ticano II y la Evangelii Nuntiandi 3. INCULTURACIÓN DEL EVANGELIO Desemboca mos así en lo que se considera la respuesta a la ruptura dra má tica e n tre fe y cultura : la in cultura ción "fi del Eva n ge lio, un neologismo" que resonó, una y otra vez, en el Sínodo sobre la Evangelización, pero que, sin embargo, no apareció luego en la habían intentado sa lir al frente de estos problemas. En relación a la primera cuestión, ` Esto no significa que haya que plantear el tema de la inculturación de la fe, en Occidente, en términos de fe-razón, como propone COLOMBO, (`Fede' 175), aunque también haya que hacerlo en la discusión académica, como lo ha intentado J.B. METZ (La fe, en la Historia y la Sociedad. Madrid, 1979). "2 Este es un aspecto que afronta Juan Pablo II en la Encíclica Redemptoris Missio, recogiendo preguntas que surgen en torno al tema de la evangelización de las culturas: "Debido a los cambios modernos y a la difusión de nuevas concepciones teológicas, algunos se preguntan: ¿Es válida aún la misión entre los no-cristianos? ¿No ha sido sustituida quizá por el diálogo inter-religioso? ¿No es un objetivo suficiente la promoción humana? El respeto de la conciencia y de la libertad ¿no excluye toda propuesta de conversión? ¿No puede uno salvarse en cualquier religión? ¿Para qué, entonces, la misión?" (Ibi 4). " 'Aculturación' es el fenómeno de acercamiento y contacto entre dos culturas, dando lugar a influencias y transformaciones mutuas; y dado que el Evangelio existe siempre inculturado, la aculturación tiene lugar cuando un evangelizador debe anunciar la Buena Nueva en otras culturas distintas de la suya. "° Se entiende por 'transculturación' la transferencia etnocéntrica y unidireccional de elementos culturales de una cultura dominante a otra cultura. "` EN7. El texto hace referencia a Me 1,1 y Rom 1, 1-3. "fi Entendemos por inculturación el proceso por el cual el Evangelio o/y la Iglesia se encarna en una determinada cultura. "' El primero en haber utilizado el término 'inculturación' parece haber sido Charles, aunque sin el significado moderno (cf. 'Missiologie' 15-32). Años más tarde aparece, primero, en SEGURA, `Initiation' 219-235, y, luego, entre los temas de estudio de la 29' Semana de misionología de Lovaina (cf. 'Actualité du probléme de l'inculturation'; 'Lacunes et problémes de l'inculturation', Mission et cultures non chrétiennes. Lovaina, 1960). Dos años después, poco antes de la apertura del Concilio Vaticano II, MASSON habla de un `catolicismo inculturado' ('Eglise' 1038). Fue frecuente su uso en la 32 Congregación General de la Compañía de Jesús, que tuvo lugar del 1 de diciembre de 1974 al 7 de abril de 1975 (cf. Decreto 1V, `Nuestra misión hoy'; Decreto V, `Promoviendo el trabajo de inculturación de la fe y de la vida cristiana'; y Decreto VI, `Sobre la Formación'. LOPEZ -GAY, Inculturazione 7.144-180); y el P. Arrupe lo promovió en el Sínodo de los Obispos de 1974. Juan Pablo II lo utilizó por vez primera el 26 de abril de 1979 al dirigirse a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica: "El término aculturación o inculturación además de ser un hermoso neologismo, expresa muy bien uno de los componente del gran misterio de la Encarnación" (AAS 71 (1979), 607. La cursiva es personal). Pascual Chávez Villanueva exhortación apostólica correspondiente, que conservó la noción de adaptación' K" Inculturación - vocablo de boga hoy en día - es un término situado en los límites entre las ciencias antropológicas"' y la teología. Habiendo sido antecedido por palabras como `adaptación", `acomodación'", `contextual¡ zación'J 2, `implantación', `encarnación' e `indigenización`, la elección de la palabra 'inculturación' puede haber sido vista " Se entiende por `adaptación' el ajuste fenomenológico tanto del evangelizador (modos de ser y de obrar) como del mensaje (traducción y expresión) a la cultura destinataria. (Cf. EN 63). " "Son varios los términos que estas ciencias utilizan para ref erirse a las relaciones entre el individuo y las culturas y las relaciones de éstas entre sí: aculturación, enculturación, transculturación, inculturación, endoculturación, etc. Hay que decir que, a pesar de algunos intentos de clarificación buscando un ci erto consenso, no existe ningún acuerdo definitivo, no sólo en lo que se refiere a las definiciones correspondientes, sino también a su aplicación a los diferentes fenómenos culturales..." (MIGUENS, Fe 129-130); "Ni en inglés ni en las lenguas latinas es usado el término inculturación en el contexto de la antropología cultural para expresar el significado preciso que la teología está tratando de darle. Dos conceptos típicamente antropológicos -enculturación [proceso por el cual el individuo viene insertado en su propia cultural y aculturación [encuentro con otra cultura diversa de la propia o contacto entre culturas junto con los cambios subsiguientes]- nos pueden ayudar a entender mejor el significado de inculturación" (AZEVEDO, 'Inculturation' 8). `" Cf. SANTOS, Adaptación l7ss; DUPUIS, 'Méthode' 61-74. " Cf. KOLLBRUNNER, 'Akkomodation' 161-184; 264-274. "-Es un término usado ampliamente, cf. ROSS, 'Mission' 1.; D. HESSELGRAVE, (ed.), Theology. Grand Rapids, MI. 1978; sobre bibliografía al respecto, AMATO, 'Inculturazione' 79-111; H.D. REGAN - A.J. TORRANCE (eds.), Christ and Context. Edimburgo, 1993. " No podemos pasar por alto que el contexto histórico en que nace el término es el del período de la descolonización, que incluye la liberación cultural. "En el momento de la descolonización, los teólogos africanos y asiáticos, y con ellos muchos occidentales, se plantearon, con nueva urgencia, el problema de la inculturación y se preguntaron en particular por qué, después de tantas generaciones de evangelización, las culturas locales, muchas veces, no habían sido transformadas radicalmente por los valores cristianos, incluso dejando subsistir un paganismo latente. Por el contrario, no se había sabido captar las capacidades religiosas de ciertas costumbres locales. Se preguntaba entonces de qué modo el cristianismo podría La Inculturación del Carisma Salesiano como la contracción de la expresión inserción en una cultura, pero que evoca bien la metáfora evangélica y el dinamismo de la semilla que cae en la tierra (cf. Mt 13, 3b-9). Lo cierto es que, en líneas generales, con el término inculturación se quiere definir la relación entre el mensaje y la vida cristiana y la cultura. Juan Pablo II, después de haberlo utilizado por vez primera en su alocución a la Pontificia Comisión Bíblica (1979), le dio reconocimiento oficial en la Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae, afirmando que la catequesis debe partir del conocimiento de la cultura de los destinatarios y asumir sus expresiones y respetar sus valores: "El término inculturación, aun siendo un neologismo, expresa muy bien uno de los elementos esenciales del gran misterio de la Encarnación. De la catequesis, como de la evangelización en general, podemos decir que está llamada a llevar la fuerza del Evangelio al corazón de la cultura y de las culturas" (CT 53)14. A partir de este momento, el n. 53 de la Catechesi Tradendae se unió al 58 de Gaudium et Spes y al 20 de Evangelii Nuntiandi para convertirse en los puntos de referencia del Magisterio sobre la evangelización de la(s) cultura(s) y la inculturación del Evangelio. Las intervenciones de Juan Pablo II sobre el tema se han multiplicado y, aun cuando no ha dado él mismo definición alguna de lo que entiende por inculturación'S, el concepto se ha venido clarificando. Así, por ejemplo, en su primer viaje a África destaca que la inculturación del evangelio inculturarse en profundidad en culturas que se querían conocer mejor en su especificidad. Se ha hablado de despojar al cristianismo de su corteza cultural occidental, a fin de provocar una verdadera africanización, indianización o indigenización de las iglesias autóctonas" (CARRIER, Evangelio 104-105). '4 Es interesante relevar dos anotaciones: la primera es que repite el texto del discurso dirigido a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica (cf. AAS 71 (1979), 607); la segunda es que lo precisa al suprimir `aculturación', término con que había identificado el de 'inculturación'. y` Lo más cercano a una definición es cuanto escribió en la Encíclica Slavorum Apostoli: "encarnación del Evangelio en las culturas autóctonas y, a la vez, la introducción de éstas en la vida de la Iglesia" (Ibi 21). Pascual Chávez Villanueva es uno de los aspectos de la evangelización, que la construcción del Reino implica la incorporación de elementos de las culturas humanas, que la evangelización misma es creadora de cultura, e invita a ser a la vez plenamente cristianos y plenamente africanos", por una parte, y, por otra, señala, en la regeneración de la cultura y en la creatividad de la cultura transformada por el Evangelio, la condición y el criterio de autenticidad de una verdadera inculturación, para que el cristianismo sea significativo en África y Cristo mismo sea africano en toda su Iglesia`. La definición más conocida se debe al P. Arrupe, para quien "inculturación es la encarnación de la vida y mensaje cristianos en un área cultural concreta, de tal manera que esa experiencia no sólo llegue a expresarse con los elementos propios de la cultura en cuestión (lo que no sería más que una superficial adaptación), sino que se convierta en principio inspirador, normativo y unificador que transforme y recree esa cultura, originando así una nueva creación". En esta misma línea está el aporte de la Comisión Teológica Internacional en el estudio del tema sobre la fe y la inculturación (1989) 9". Crollius hace suya la " "Uno de los aspectos de esta evangelización es la inculturación del Evangelio [...]. El Reino que el Evangelio anuncia es vivido por hombres ligados profundamente a una cultura; la construcción del Reino no puede desentenderse de incorporar elementos de las culturas humanas (cf. EN 20). La evangelización, incluso, puede ayudar a hacer surgir de su propia tradición viviente expresiones originales de vida, de celebración y de pensamiento cristianos (cf. CT 53). Desead ser a la vez plenamente cristianos y plenamente africanos" (A los Obispos del Zaire, Kinshasa, de mayo de 1980, & 4). 9' "La 'culturización' o 'inculturación' que promovéis con razón será verdaderamente un reflejo de la encarnación del Verbo, cuando una cultura, transformada y regenerada por el Evangelio, genere de su propia tradición viva expresiones originales de vida, celebración y pensamiento cristianos (cf. CT 53) [...1 De este modo no sólo el cristianismo será relevante para África, sino que el mismo será africano en los miembros de su Cuerpo" (A la Conferencia Episcopal de Kenia, 7 de mayo de 1980, & 6). 9 " CTI, La fe y la inculturación. Toledo, 1989. "El proceso de inculturación puede ser definido como el esfuerzo de la Iglesia por hacer penetrar el mensaje de Cristo en un medio sociocultural dado, llamando a éste a crecer según sus valores propios, desde el momento en que son conciliables con el Evangelio. El término La Inculturación del Carisma Salesiano definición del P. Arrupe, al hablar del proceso de inculturación, pero haciendo una precisación que, a mi modo de ver, es muy importante, al afirmar que no se trata de la creación de una nueva cultura sino de "una nueva unidad y comunión" dentro de la cultura y con la Iglesia Universal99. Si bien tuvo su origen en la antropología cultural, donde ha prevalecido la forma enculturación", encontró rápida resonancia en la misiologíal` - que entiende la evangelización como el proceso por el cual la Iglesia llega a ser parte de la cultura de un pueblo -, para quedar finalmente reservada para la teología. Azevedo escribe atinadamente que la "inculturación implica una dimensión teológica y inculturación incluye la idea de crecimiento, de enriquecimiento mutuo de las personas y de los grupos, a partir del encuentro del Evangelio con un medio social" (Ibi 11). "La inculturación de la Iglesia es la integración de la experiencia cristiana de una Iglesia Local en la cultura de su pueblo, de modo que esta experiencia no sól o se expresa en elementos de su cultura, sino que llega a ser una fuerza que anima, orienta y renueva esta cultura al punto de crear una nueva unidad y comunión, no sólo dentro de la cultura en cuestión sino también como un enriquecimiento de la Iglesia Universal" (CROLLIUS, 'What is so new?' 15-16). ""' Término que expresa el proceso por el cual un individuo llega a ser parte de una determinada cultura, razón por la cual se le identifica también como socialización. "" Cf. La amplia bibliografía que reporta ESQUERDA BIFET, Teología 287 (nota 10). Aunque hay algunos misionólogos insatisfechos con el término inculturación porque evoca, según ellos, el significado de transferencia de una cultura a otra, -lo que sería en todo caso transculturación, si bien no falta quienes realmente así lo entienden (cf. CNM, Misión 108); de ahí se sigue su preferencia por el vocablo interculturación, que a mi parecer resulta todavía peor por identificar la fe o el evangelio con una cultura. Cf. J. BLOMJOUS, `Development in Mission Thinking and Practice 1959: Inculturation and Interculturation', AFER 22 (1980) 393-398. "El período 1960-1980 puede ser considerado como el período de transición principal de la Misión tradicional a la nueva Misión del futuro. Ha sido caracterizado com o el período de la 'inculturación', aunque el término mejor sería el de `interculturación', en vistas a expresar que el proceso de inculturación debe ser vivido en sociedad [`partnership'] y reciprocidad. Parece que ahora estamos viviendo la cresta de este movimiento, la fase crítica que exige de nosotros una decisión real para una reforma profunda y valiente" (Ibi 393). Pascual Chávez Villanueva no puede ser entendida plenamente a menos que superemos el horizonte de la antropología cultural". Nada extraño, pues, que fuera el mismo Juan Pablo II quien, meses después de su primer viaje a África, pidiera la profundización teológica del problema de la inculturación: "De forma totalmente especial surge en esta sede el problema, siempre vivo y actual, de la relación entre mensaje cristiano y culturas diversas. [...1 La facultad de Teología, con sus diversas disciplinas, el Instituto Misionero Científico y el Instituto de Catequesis Misionera, erigido canónicamente hace algunos meses, deben profundizar, con rigor científico, en el problema de la inculturación del Evangelio""". Hablar, por tanto, de inculturación no es hablar de un modismo teológico, misionológico o pastoral, sino de una cualificación indispensable de la revelación, de la evangelización y de la ref lexión teológica. La revelación se hace efectivamente en el contexto de un pueblo y en el marco evolutivo de su formación sociocultural (Heb 1, 12). La evangelización debe tomar en cuenta igualmente la realidad socio-cultural tan diversificada de sus destinatarios. La reflexión teológica siempre se ha desarrollado dentro y a partir de un universo socio-cultural identificable y que es significativo para la comprensión, interpretación y valoración de lo que se produce teológicamente. Este desplazamiento de 'enculturación' a 'inculturación' y la transposición de la enculturación antropológica a la inculturación teológica no es más que una aplicación del principio de analogía: así como decimos que un individuo se llega a insertar en una determinada cultura (se vuelve enculturado), podemos hablar de que la Iglesia se llega a insertar en una determinada cultura (se vuelve inculturada). La principal diferencia entre ambos términos es que, en el primer caso, el AZEVEDO, 'Inculturation' 6 . De igual manera CROLLIUS, 'What is so new?' 5: "Cuando aceptamos el término 'inculturación' como un instrumento en un "'2 discurso teológico, se entra dentro de un sistema de lenguaje que es diferente del de la antropología cultural...". "" Alocución a las Autoridades académicas, profesores y alumnos de la Universidad Pontificia Urbaniana, Roma, 19 de octubre de 1980, AAS 72 (1980) 1114-1115. La Inculturación del Carisma Salesiano individuo no tiene todavía una cultura, y adquiere su cultura en el proceso de enculturación, mientras que la Iglesia, aunque no está ligada a ninguna cultura, no entra en una determinada cultura sino revestida con elementos de otra cultura (cf. EN 20), con lo que el proceso de inculturación tiene también las características de un proceso de aculturación. Si, en un primer momento, la Iglesia entra en contacto con una cultura presentando el mensaje y la vida cristiana en formas de otra cultura - lo que da lugar a un proceso de aculturación -, en la medida que la Iglesia va adquiriendo consistencia, especialmente cuando se desarrolla un clero local, la Iglesia está obligada a volverse cada vez más asimilada a la cultura que la rodea - comienza propiamente el proceso de inculturación -, para terminar jugando un papel más activo en la transformación de la cultura local. La inculturación no es, por consiguiente, una acción sino un proceso que, por suponer la interacción entre fe viva y cultura viva, es "un proceso profundo y global, por cuanto abarca la mayor comprensión del Mensaje, la reforma de los métodos evangelizadores y el conocimiento serio de las culturas humanas; es también un proceso difícil, ya que en modo alguno puede contribuir a desvirtuar el contenido y las exigencias de la fe cristiana, así como tampoco debe quedarse en una interpretación periférica de las peculiaridades culturales; y es, finalmente, un proceso lento, por cuanto pide la colaboración de todos, la petición de iluminación del Espíritu, asumir la condición evolutiva de las culturas y el esfuerzo arriesgado por llegar a lo más nuclear de las nuevas corrientes culturales". Este último dato nos dice ya que el término 'inculturación' se refiere primeramente a la relación dinámica entre la Iglesia local y su propia cultura, esto es, la cultura de su propio pueblo, en línea de lo que dice Evangelii Nuntiandi' 5. Ahora bien, como el proceso antropológico de enculturación denota °' CNM, Misión 27. EN, en el número 63 X15 no use el término. ya citado, en que explica el proceso de inculturación, aun cuando Pascual Chávez Villanueva un proceso que no se limita a la primera infancia del individuo sino que continúa a través de su vida, lo que implica que puede hacer cambios en modos de pensar y actuar para responder mejor a toda nueva situación, también la inculturación de la Iglesia tiene lugar no sólo en el período formativo de la Iglesia Local, sino a través de toda su existencia, lo que le lleva a tomar nuevas opciones de acuerdo a los cambios que registra la cultura local. Quedan aseguradas así tanto la permanencia como el cambio, la fidelidad como el dinamismo. La analogía de los dos conceptos de enculturación e inculturación, al tiempo que clarifica lo que se quiere decir con 'inculturación' deja en claro que ésta se realiza en el campo de la experiencia, teniendo como sujeto a la comunidad cristiana en su propia cultura. Es indudable que la experiencia cristiana en una cultura, por el mero hecho de realizarse como relación intercultural en función del mensaje evangélico, trae consigo una confrontación marcada por la tensión, el conflicto o la perplejidad. En este sentido, la evangelización inculturada debe ser un proceso libertador de la cultura y no será tal si no es también un proceso inculturado. Solamente así se puede andar el camino de `conversión' a formas de sentir, de pensar y de ser, cada vez más evangélicas, favorecer su apertura a valores universales que ninguna cultura puede pretender agotar, e invitarla a "entrar en una nueva y profunda comunión con otras culturas, en cuanto todas están llamadas a formar, con un mutuo enriquecimiento y complementariedad, el `variado tejido' de la realidad cultural del único Pueblo de Dios peregrino". De hecho, uno de los fenómenos que caracteriza hoy la realidad mundial es el contacto intercultural, lo que se convierte en una providencial oportunidad para la inculturación del Evangelio, con la misión específicamente cristiana de crear una verdadera comunión, invitando a las culturas a abrirse a los valores universales comunes a todos los hombres y a la `reserva de humanidad' que hay en el corazón de las demás culturas. '°fi 1978. ARRUPE, `Carta a la Compañía de Jesús sobre la Inculturación', Roma, mayo La Inculturación del Carisma Salesiano El P. Arrupe señala algunos factores que posibilitan la verdadera inculturación: la docilidad al Espíritu, que libera de todo prejuicio cultural; la actitud de discernimiento en la valoración de los elementos de la propia cultura y de la ajena; la apertura interior que favorece la reconciliación cultural; una paciencia prolongada en los estudios antropológicos y sociológicos, las experiencias a realizarse, y la búsqueda de los 'semina Verbi'; una caridad discreta, que armoniza la audacia profética con la prudencia del Espíritu; en fin, un sentido de Iglesia, que nos lleve a someter a la dirección de Ella el proceso d e inculturación. Todas estas actitudes se resumen en la actitud por excelencia: la kénosis, que es la asumida por el Hijo de Dios, cuando se despojó de todas las prerrogativas que lo hacían diferente de nosotros y asumió a fondo nuestra condición humana. Para evangelizar una cultura el espíritu de humildad es una condición necesaria, porque toda inculturación presupone una desculturación. Sintetizando: La inculturación, por el hecho de ser un proceso, es un diálogo continuo entre la fe y la cultura; Dado que la fe no existe sino en una forma cultural, dicho diálogo asume, al inicio, la forma de un proceso de aculturación; El criterio de verificación de que se ha trascendido la simple aculturación y no se ha caído en una forma de sincretismo es la renovación de la cultura - conversión - y la reinterpretación del mensaje y la vida cristiana. Vistas así las cosas, nos damos cuenta que la finalidad de la inculturación no es salvaguardar culturas tradicionales ni lograr un `apartheid' cultural ni absolutizar en abstracto una cultura ideal, antes bien, en medio de la división que flagela a los pueblos y las distancias cada vez mayores entre las naciones, es hacer de la Iglesia un sacramento de la unidad en la variedad107 y, por medio de ella, hacer "" Cf. ARRUPE, `Mensaje introductorio al Seminario Interdisciplinar sobre Inculturación', Jerusalén, Junio de 1981 (AZEVEDO, Inculturation' xi -xii). Pascual Chávez Villanueva presente, en medio del proceso galopante de cambio en que vivimos y que afecta a todas las culturas, la luz y la vida del Evangelio, para que cada cultura pueda llegar a ser un `hábitat' digno de todo hombre y su luz irradiante añada esplendor al cosmos entero, al tiempo que la misma Iglesia verifica su universalidad&`. 4. INCULTURACIÓN DEL CARISMA SALESIANO Aplicar todo lo dicho hasta ahora a una Congregación o Instituto Religioso, cuya misión es colaborar en la única tarea evangelizadora de la Iglesia, sería lo más natural y para ello bastaría atenerse a cuanto ha ido apareciendo a lo largo de este tema. Más aún, hay un poco una convicción difundida de que la Vida Consagrada es "un camino de inculturación". Habría que reconocer con el P. Kolvenbach que ciertamente no lo es de forma espontánea, pues si bien, la vida religiosa "ha promovido la acción misionera a lo largo de los siglos con una generosidad ejemplar, sería históricamente falso afirmar que la ha impulsado el deseo de poner el Evangelio en diálogo abierto con los valores, positivos y negativos, que las culturas comportan. Con frecuencia, el esfuerzo misionero no ha logrado integrarse en el seno de una cultura y se ha mantenido como una presencia extranjera." No está de más, por tanto, el que busquemos superar esa creencia en una connaturalidad espontánea entre la vida religiosa y la inculturación, y concretar el cómo de la realización de la inculturación del carisma salesiano. "" "La Iglesia... no se preocupa de las diversas culturas de la humanidad por estrategia interesada, sino que ha de encarnarse en ellas para evangelizarlas y acompañarlas a una mayor perfección. A este modo de presentar el Evangelio se viene llamando 'inculturación', que no se agota en una mera adaptación externa, sino que más bien significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas" (Sínodo Extraordinario 1985, 'Relatio finalis' 11, D, 4). "" 09 KOLVENBACH, "La Vida Consagrada como camino de inculturación", La Missio Ad Gentes en la vida de nuestros Institutos (USG), Roma, 1998, 121. La Inculturación del Carisma Salesiano La exhortación apostólica Vita Consacrata hablando de la actividad misionera afirma que "el reto de la inculturación ha de ser asumido por las personas consagradas como una llamada a colaborar con la gracia para lograr un acercamiento a las diversas culturas", y reconoce que "en este sentido la vida consagrada prepara a las personas para hacer frente a la compleja y ardua tarea de la inculturación, porque las habitúa al desprendimiento de las cosas, incluidos muchos aspectos de la propia cultura. Aplicándose con estas actitudes al estudio y a la comprensión de las culturas, los consagrados pueden discernir mejor en ellas los valores auténticos y el modo en que pueden ser acogidos y perfeccionados, con ayuda del proprio carisma". Y, un número más adelante, precisa que esto es posible gracias a que "el estilo de vida evangélico es una fuente importante para proponer un nuevo modelo cultural." (79.80) Estas afirmaciones nos dicen que la inculturación se refiere no sólo a la actividad pastoral sino también a la vida de los religiosos y, por consiguiente, al carisma de la Congregación, que debe expresarse con la originalidad de cada cultura. Lógicamente este esfuerzo va acompañado siempre de una cierta tensión. El mismo carácter escatológico de la vida consagrada lleva a ésta a "no considerar cultura alguna como mansión permanente y exclusiva", haciendo propia la experiencia de Abraham de habitar la tierra de la promesa como extranjero, en espera de la ciudad de sólidos fundamentos (cf. Heb 11, 9-10). Es evidente, pues, que la necesidad de la inculturación es universal. Hasta hace unos años podía suponérsela limitada a países diversos de aquellos en que el Evangelio se daba por inculturado desde hacía siglos. Lo cierto es que la profundidad de los cambios y la celeridad con que se han producido en esas zonas nos persuaden de que hoy es indispensable una inculturación nueva y constante de la fe si queremos que el evangelio llegue al hombre moderno. Hablar pues de inculturación no es un discurso que tenga como destinatarios a los `países de misión' o a grupos étnicos minoritarios, sino a todos. Más aún, donde es más evidente su necesidad es en La Inculturación del Carisma Salesiano Pascual Chávez Villanueva aquellos países que, habiendo sido tradicionalmente cristianos, hoy constatan la dificultad en hacer `inteligible' el Evangelio en la cultura moderna. 4.1 - La inculturación y la Congregación Salesiana Desde el momento en que la Iglesia, en Hechos de los Apóstoles 15 que con razón es considerada como el paradigma de la inculturación -, resolvió el conflicto fe - cultura abriendo las puertas de la Iglesia a todos los pueblos y culturas del mundo y la convirtió en casa habitable y acogedora en la que "todo creyente puede vivir cómodo sin perder su identidad, costumbres y tradiciones", ha quedado subrayada la naturaleza transcultural de la vida cristiana y, por ende, de la vida religiosa.` Efectivamente, la fe cristiana como el Evangelio - y como el carisma - no existen sino inculturados, pero no están atados a ninguna cultura sino que son supraculturales y transculturales, esto es, deben echar raíces en la cultura y en la vida de los que aman y temen a Dios, al margen de su nacionalidad, cultura o status social. Esto es lo que ha llevado a algunos a hablar de 'interculturación' para indicar el diálogo existencial entre el evangelio o el carisma vivido en una cultura y un pueblo que vive su propia cultura. Se trata de "una interacción en la que una cultura se pone al servicio de otra como ésta desea ser servida para vivir en plenitud, aunque de otra manera, el evangelio; y en la que la "" HILARY, Inculturation 73. "The position of Acts on this question is inequivocal and constant: the practices and customs characteristics of Judaism are not to be imposed on pagans who become Christians... By deciding that a pagan who wanted to be a Christian did not have to become a Jew first, the Church opened its doors and became a place anyone could enter and live at ease in while maintaining his or her culture and customs" (DUMAIS, 'Church' 9. Cursivas personales). "' Utilizamos aquí la palabra 'transcultural' - como lo hace Hilary - para indicar la naturaleza potencialmente universal de rasgos, símbolos, significados, modelos, valores, e instituciones del cristianismo que pueden ser transferidos a casi todas las culturas, y, no tanto una posible postura etnocéntrica del cristianismo. (Cf. AZEVEDO, Inculturation' 7-8 sobre el término transculturation). otra cultura que, aun al recibir, purifica y enriquece el Evangelio - o el carisma - que aspira a vivir".` El carácter mundial de la Congregación pone a ésta en una incomparable condición para verificar este 'teologumenon', pero sobre todo para colaborar en la tarea de abrir a todas las culturas en que se halla presente a los valores universales comunes a todos los hombres y a los valores particulares de las demás culturas, creando una verdadera comunión. Esta es una de las tareas que tendría hoy la vida religiosa en un mundo que camina hacia la globalización y contemporáneamente se debate en los regionalismos, los nacionalismos, los conflictos étnicos o la segregación social, racial, sexual y hasta religiosa. Para esta tarea la Vida Salesiana cuenta con su típico estilo de familia, su hospitalidad, su solidaridad, su preferencia por los `pequeños y los pobres'. . En forma por demás programática, el Proyecto de Vida de los Salesianos de Don Bosco afirma que, en virtud de nuestro ser Iglesia y estar al servicio del mundo, estamos llamados a la pluriculturalidad, entendida ésta no sólo como contextos de acción sino como verdaderos mundos de vida y de acción, que obligan a tomar en consideración los lugares y las lenguas, la diversidad de mentalidades y las circunstancias. "Nuestra vocación nos pide que seamos íntimamente solidarios con el mundo y con su historia. Abiertos a las culturas de los pueblos donde trabajamos, nos es f orza mos p or c omp r ender las y ac ogemos s us valores, para encarnar en ellas el mensaje evangélico. "Las necesidades de los jóvenes y de los ambientes populares, y la voluntad de actuar con la Iglesia y en su nombre, mueven y orientan nuestra acción pastoral por el advenimiento de un mundo más justo y más fraterno en Cristo". (C 7) De modo particular, siendo educadores por vocación, los salesianos deberíamos sentirnos plenamente identificados con la inculturación, desde el momento que la `cultura' - entendida como cultivo y expresión de todo lo humano - es nuestro campo de acción. "'- KOLVENBACH, 123. Pascual Chávez Villanueva Con razón, hablando de la relación entre Evangelización y Educación, escribió Don Viganó un texto que recogió posteriormente el Documento de Santo Domingo (271), en el que leemos: "Nuestros compromisos en el campo educativo se resumen sin lugar a dudas en la línea pastoral de la inculturación: la educación es la mediación metodológica para la evangelización de la cultura". Esta expresión tan densa y tan cargada de sentido equivale a uno de los binomios tan típicamente salesianos: evangelizar educando y educar evangelizando. Esto significa que aun siendo dos realidades diversas, la educación y la evangelización, con sus propios fines, contenidos y metodología, se unen al servicio de la construcción de la única persona humana. La educación persigue ayudar en la difícil tarea de la formación de la persona humana. La evangelización, en cambio, la formación del discípulo de Cristo. La educación pretende comunicar una serie de valores humanos que encuentran su horizonte mejor en el Evangelio. La evangelización, por su parte, no puede prescindir de la pedagogía que caracteriza la educación. Ahora bien, para que esta educación sea verdaderamente evangelizadora debe expresar y encarnar, en el conjunto de procesos, la valorización de la cultura, la formación de los valores, la personalización y la humanización, la formación para la democracia, la educación para el trabajo, la formación de la conciencia ecológica, la formación sobre la vida, la sexualidad y el amor, en fin, la construcción de creyentes capaces de transformar la sociedad. En síntesis, el objetivo de Don Bosco: "Honestos ciudadanos porque buenos cristianos". 4.2 - Inculturación y espíritu salesiano La vida salesiana, como toda vida cristiana y religiosa, tiene su propia `cultura': su proprio modo de ver y leer la realidad, de iluminarla a la luz del misterio de Cristo, de sentir, de relacionarse, de trabajar. Es el `espíritu salesiano' trasmitido por Don Bosco. Como es obvio Don Bosco no utilizó la palabra 'inculturación', pero el contenido de este término está presente en cuanto nos legó La Inculturación del Carisma Salesiano como "estilo de vida y de acción". Las Constituciones actuales lo recogen en una serie de afirmaciones como estas: El centro y síntesis del espíritu salesiano es "la caridad pastoral, [que] es un impulso apostólico que nos mueve a buscar las almas y servir únicamente a Dios." (10). Pone el acento en la búsqueda del bien de la persona humana, de toda persona humana, de toda la persona humana. "Al leer el Evangelio, somos más sensibles a ciertos rasgos de la figura del Señor: su gratitud al Padre por el don de la vocación divina a todos los hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en predicar, sanar y salvar movido por la urgencia del Reino que llega; su actitud del Buen Pastor que conquista con la mansedumbre y la entrega de sí mismo; su deseo de congregar a los discípulos en la unidad de la comunión fraterna." (11). Se reconoce la dignidad suprema de todo hombre y mujer, comenzando por los últimos, los marginados, a quienes se les ofrece todo lo que pueda humanizarlos, por medio de la pedagogía de la bondad y la entrega personal, en vistas de la unidad de toda la humanidad. "De nuestro amor por Cristo nace inseparablemente el amor a su Iglesia, Pueblo de Dios, centro de unidad y comunión de todas las fuerzas que trabajan por el Reino." (13). Nuestra acción es vista expresamente dentro de la actividad universal de la Iglesia. J "Por bien de ellos [los jóvenes] ofrecemos generosamente tiempo, cualidades y salud: `Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida'." (14). Se trata de la invitación apremiante a hacernos uno para todos. J "Enviado a los jóvenes por Dios que es "todo caridad", el Salesiano es abierto, cordial, y está dispuesto a dar el primer paso y a acoger siempre con bondad, respeto y paciencia..." (15). Subraya el estilo que mejor ayuda a hacer visible el amor de Dios. "Don Bosco quería que en sus ambientes cada uno se sintiera como en su propia casa" (16). Este artículo, de modo especial, hace ver Pascual Chávez Villanueva el carácter cultural, humanizante, del carisma salesiano que, sabedor del papel que juega la familia en el proceso de socialización (enculturación), cifra el éxito de la educación en la capacidad de recrear el ambiente de familia para la transmisión de valores. "Inspirándose en el humanismo de San Francisco de Sales, cree en los recursos naturales y sobrenaturales del hombre, aunque no ignora su debilidad. Capta los valores del mundo y no se lamenta del tiempo en que vive: aprovecha todo lo hay de bueno, especialmente si gusta a los jóvenes." (17). Difícilmente podríamos encontrar como elemento inspirador una valoración tan positiva de la naturaleza humana y de la cultura, incluso la moderna, de los jóvenes. "El salesiano se entrega a su misión con actividad incansable, y procura hacer bien todas las cosas con sencillez y mesura. Sabe que con su trabajo participa en la acción creadora de Dios y coopera con Cristo en la construcción del Reino". (18). La definición del trabajo como participación de la acción creadora de Dios hace del salesiano un agente constructor de cultura, pues ésta nace con el hombre, según afirma el Génesis en el texto inicial (1, 26-28), desde el momento en que recibe la tarea de "crecer y multiplicarse, llenar la tierra y someterla", esto es, hacerla más humana, poniéndola más al servicio del hombre. "El salesiano está llamado a tener el sentido de lo concreto, y presta atención a los signos de los tiempos, convencido de que el Señor también se manifiesta por medio de las situaciones urgentes del momento y de los lugares" (19). Nuevamente se encuentra aquí la alusión a una plena inserción del salesiano en el territorio y en la historia, atento a las realidades culturales y a las situaciones históricas, preocupado siempre del bien de los jóvenes. "Este sistema (sistema preventivo) informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar" (20). El final de este artículo, donde se define la pedagogía de Don Bosco, pone de relieve su naturaleza cultural, tal como la definía el Concilio Vaticano II cuando decía que por cultura se indicaba el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan su relación 196 La Inculturación del Carisma Salesiano con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios de modo que puedan llegar a "un nivel verdadera y plenamente humano" (GS 53b.c.). 4.3 - Inculturación y Misión Salesiana Más en particular la misión salesiana queda puesta bajo el signo de la evangelización de la cultura a través de la inculturación, como se desprende del análisis de los elementos que la caracterizan: La definición de campo: los jóvenes, "que viven los años en que hacen opciones de vida fundamentales, que preparan el porvenir de la sociedad y de la Iglesia" (26). La opción preferencia]: los jóvenes pobres, abandonados y en peligro. Es decir aquellos que, por las dificultades o por la injusticia, se ven más expuestos a no alcanzar la plenitud humana (cf. 26.27). La apertura a la 'missio ad gentes': en cuya tarea "el misionero salesiano hace suyos los valores de esos pueblos y comparte sus angustias y esperanzas" (30). El proyecto educativo pastoral: "Educamos y evangelizamos siguiendo un proyecto de promoción integral del hombre, orientado a Cristo hombre perfecto. Fieles a la idea de Don Bosco, nuestro objetivo es formar honestos ciudadanos y buenos cristianos" (31). El compromiso de cambio cultural como medio eficaz para superar los problemas sociales: "Manteniéndonos independientes de toda ideología y política de partido, rechazamos cuanto favorece la miseria, la injusticia y la violencia, y cooperamos con quienes construyen una sociedad más digna del hombre" (33). La apertura a la trascendencia a través de la educación de la fe, de modo que "descubriendo en Jesús y en su Evangelio el sentido supremo de su propia existencia, crezcan como hombres nuevos" (34). 197 Pascual Chávez Villanueva La primacía de las necesidades de los jóvenes: "Nuestra acción apostólica se realiza con pluralidad de formas, determinadas en primer lugar por las necesidades de aquellos a quienes nos dedicamos" llegándonos a sus ambientes y acompañándolos en sus estilos de vida. (41). La presencia en el campo de la comunicación social: "que crea cultura y difunde modelos de vida" (42). Como puede deducirse de estos elementos que caracterizan la misión salesiana, una evangelización inculturada es, en primer lugar, una opción por el hombre en cuanto tal, por su plena humanización, y, en segundo lugar, una opción por el pobre. En este sentido, inculturación y liberación no son términos excluyentes, como si la valoración de la cultura llevara consigo la subestima del compromiso en favor de la justicia. Ahondemos un poco más este punto que me parece esencial, desde el punto de vista de la realización de la misión y su opción por los pobres, en general, y de la inculturación de la misión salesiana, en particular. Quienes subrayan la opción preferencial por los pobres ven, con frecuencia en la acentuación de la `cultura' un 'alibi' para evadir el problema que ellos consideran más acuciante: el de la pobreza. Según este modo de pensar, las cuestiones económicas y políticas (por ejemplo, la pobreza y el poder opresivo) se encuentran en un nivel más básico que la cultura, y - de acuerdo a esto - lo que habría que hacer es concienciar a la gente para que reconozca estos problemas y se busque su solución con medios políticos y económicos. A la luz de la revalorización que hemos hecho de la `cultura', tendríamos que reconocer más bien que los problemas sociales, económicos y políticos, que a algunos les parecen primarios, reflejan modelos culturales. Es sobre éstos que hay que actuar para que modificados se puedan resolver aquellos. Dicho con otras palabras, no es posible afrontar eficazmente los problemas socioeconómicos si no se produce un cambio cultural, un cambio sobre los ideales humanos y sociales que tenemos y los posibles esquemas de vida. El fracaso La Inculturación del Carisma Salesiano rotundo del socialismo histórico, especialmente en los países del Este de Europa, es un testimonio elocuente de que el cambio de estructuras si no va precedido del cambio de cultura no hace más que empeorar la situación. Tal es el peligro de toda visión dialéctica de la historia que sitúa el problema principal en la lucha de clases. Esto es particularmente injusto para los grupos minoritarios o excluidos, como los indígenas o los afroamericanos, a quienes se pone en el mismo rasero que los obreros. La genialidad de Santo Domingo consistió justamente en unir de manera inseparable la Nueva Evangelización con la Promoción Humana y la Cultura Cristiana. Los salesianos, pues, tendríamos que afirmar con toda claridad la opción preferencial por los jóvenes pobres, abandonados y en peligro, pero también la opción por el cambio cultural a través de la educación y la formación de comunidades educativo pastorales (CEP) donde se intenta vivir modelos sociales alternativos. 4.4 - Inculturación y Vida Salesiana Desde la perspectiva anterior se comprende todavía mejor lo que escribe el documento sobre la Vida Consagrada, en el sentido de "que es portadora de valores evangélicos y, consiguientemente, allí donde es vivida con autenticidad, puede ofrecer una aportación original a los retos de la inculturación" (VC 80). Esto es válido para cualquier cultura, dentro de la cual hay que dejar madurar la sequela Christi de acuerdo con el carisma que el Espíritu nos ha confiado. Sería una ofensa a la otra cultura tratar de endulzarle o mitigar las exigencias de la Vida Consagrada, como si sólo ciertas culturas fueran capaces de vivir en plenitud las exigencias del Evangelio. Hay que contar, pues, con las tensiones que genera en la praxis el esfuerzo de vivir el carisma en forma totalmente nuevo en otra cultura. En efecto, tanto la Comunidad (cf. C 49.57) como los Votos (cf. C 60.62.63) son un medio poderoso de cambio cultural, que sin arrancarnos de nuestra cultura propia nos introduce en un nuevo modelo cultural, con otro orden de valores, con otra forma de relación, con otra Pascual Chávez Villanueva cosmovisión, con otra organización. Es indudable que los elementos que caracterizan la vida salesiana la sitúan en una condición incomparable para la tarea de la inculturación, como son el no vivir para nosotros mismos, el salir de la propia familia, del propio pueblo y cultura, el despojamos de todo - como verdadera kénosis - y con alegría pascual para que Cristo pueda ser servido en toda cultura sin excepción. Esta constatación es tanto más importante cuanto hoy los sociólogos de la cultura están convencidos de que no es posible `evangelizar la cultura' en base a la presencia en los medios masivos de comunicación social - aunque haya que estar en ellos - sino por medio de una fuerte experiencia personal, que altere el orden de valores (una verdadera transvaloración), y una vida de comunidad donde se pueda organizar la vida de forma distinta al modelo cultural imperante. Escuchando estas afirmaciones no podemos no evocar los `sumarios' de Hechos de los Apóstoles (2, 42-48; 4, 32-35; 5, 12-16) que nos presentan el dinamismo y la credibilidad de la primera comunidad cristiana como fruto de la concordia (ser un solo corazón y una sola alma), de la solidaridad (poner todo en común), de la superación de toda pobreza (no había pobres entre ellos), de un ideal común (la fe en el Resucitado), en suma, del amor (ved como se aman). Nada extraño que este 'pusillus grex' haya tenido la capacidad de cambiar el imperio. Tal es la profecía que estamos llamados a encarnar en nuestro mundo y en ella descansa su poder de transformación de la cultura, pues la misma vida evangélica nos hace ser elementos contraculturales de cualquier cultura haciendo ver los límites de todas e intentando abrirlas a todas a la plenitud en Cristo. 5. CONCLUSIÓN A manera de conclusión, hacemos nuestra la pregunta que sirve de título a un brillante artículo de Crollius: ¿Cuál es realmente lo nuevo de la inculturación?"' Y, para responder, buscamos recoger lo que "' CROLLIUS, 'What is so new?' 16-18. La Inculturación del Carisma Salesiano hemos ido encontrando a lo largo del camino recorrido en nuestro tema: 1. Nuevo es el cambio en el concepto de cultura, que ha venido a hacer inteligible la relación entre la realidad humana y la realidad cultural, ha proporcionado una comprensión de la cohesión de los varios aspectos de la realidad cultural, ha fundado el carácter personal de la cultura en la naturaleza del hombre entendido como `espíritu en el mundo', y nos ha hecho entender la relación entre `cultura' y 'culturas'. 2. Nuevo es el influjo poderoso que este descubrimiento de la cultura ha ejercido en la Iglesia, la que ha redefinido su campo de evangelización y su actitud dialógica que debe prevalecer en la relación con las culturas, venciendo todo complejo de superioridad y de monopolio de formas, convencida de que toda cultura tiene el potencial de humanizar y de encamar la novedad del Evangelio. 3. Nueva es la necesidad que ha sentido de tomar en cuenta, en la evangelización de la cultura, el cuerpo teórico de la antropología cultural y la teoría sociológica de la cultura, pues el problema es más antropológico que teológico. 4. Nuevo es que ha quedado demostrado que no existe una ciencia de la cultura y ni siquiera un concepto fijo de ésta, lo que ha dado lugar a diversas teorías culturales, cada una con su perspectiva, su significado, sus valores y límites, pero de las que no se puede prescindir para la evangelización ni para la elaboración de una teología de la inculturación. 5. Nuevo es que, no obstante la pluralidad teórica, para la evangelización de las culturas y para la elaboración de una teología de la inculturación es indispensable precisar el concepto de cultura que se va a utilizar. En nuestro caso la hemos definido como sistema de significaciones por las cuales se ordena y da sentido a la vida en una determinada sociedad. Pascual Chávez Villanueva 6. Nueva es la constatación de la complejidad de la cultura, lo que exige la búsqueda de complementariedad de las diversas teorías culturales para una mejor comprensión de la realidad humana y una mayor eficacia en la praxis evangelizadora y en la labor teológica, aun cuando se tenga que hacer opciones entre aquéllas. 7. Nuevo es que la inculturación no es un modismo misiológico o pastoral, sino uno de los elementos esenciales del misterio de la encarnación y una cualificación indispensable de la Revelación, de la evangelización y de la reflexión teológica. 8. Nuevo es que el objetivo de la inculturación no es el del arqueologismo cultural sino el de asegurar la defensa del hombre y de las culturas a través del Evangelio, al tiempo que se universaliza la Iglesia. 9. Nuevo es que la inculturación da relevancia a la Iglesia Local como sujeto de la inculturación del Evangelio, pues los significados más profundos y los valores más íntimos de una cultura sólo pueden ser percibidos desde dentro, y nadie está más inserto en un pueblo que quien pertenece a él. 10. Nuevo es, en fin, descubrir que nuestra vida salesiana es una vocación a la inculturación y un camino para ella, desde el momento en que sitúa nuestra existencia en un horizonte escatológico y al servicio de toda cultura por medio de la educación y de la evangelización para ayudar a nuestros destinatarios a ser plenamente humanos. La Inculturación del Carisma Salesiano Bibliografía A. Fuentes LEON XIII, Rerum Novarum (1891). BENEDICTO XV, Maximum Illud (1919). 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