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Apuntes sobre las familias DINKS (Dual Income No Kids)
Jaime Sobrino
El régimen demográfico del planeta ha experimentado cambios notables en las últimas
décadas. Su primera expresión fue la disminución de las tasas de mortalidad, en la primera
mitad del siglo XX, y posteriormente, pero con más intensidad, la caída en las tasas de
fecundidad. En el período 1950-1955, la tasa de fecundidad se ubicó en 2.81 hijos por
mujer en los países desarrollados, y 6.07 en las naciones con menor grado de desarrollo.
Para el lapso 2005-2010 los valores fueron 1.66 y 2.68, respectivamente.
Menor fecundidad ha significado la disminución en la intensidad del crecimiento
poblacional, pero también importantes ajustes en la composición y naturaleza de las
familias. En México, por ejemplo, el tamaño promedio de las familias censales en 1970 era
de 4.91 personas, mientras que en 2010 los hogares censales tuvieron un tamaño promedio
de 3.93 personas. Por otro lado, para el primer año las familias nucleares representaban
74.6% del total de familias, mientras que en 2010 su participación se redujo a 64.2 por
ciento.
Desde el punto de vista de la teoría económica, la caída de la fecundidad se podría
explicar, en forma genérica, en función del cambio en los ingresos de las familias y en los
precios de los bienes. Pero un análisis a mayor detalle permite visualizar a las familias
como unidades que obtienen utilidad de los hijos; que los hijos generan esa utilidad a sus
padres a partir de todas esas cosas que hacen y que los padres disfrutan (en la terminología
anglosajona, a todas esas cosas se le denomina child services); que las cosas que hacen los
hijos tienen una dimensión cuantitativa y cualitativa, y que los hijos son un tipo especial de
bienes, producidos por la familia, con costos reales de producción. Estos costos incluyen
tanto tiempo dedicado a su atención y crecimiento, como el costo de los bienes adquiridos
para ellos; el tiempo dedicado a la producción y cuidado de los hijos se considera un costo
de oportunidad, ya que es tiempo que podría utilizar en el mercado de trabajo.
Al aumentar el ingreso de las familias, especialmente el de las mujeres, el precio de
producción de los hijos se incrementa (el tiempo de la mujer adquiere mayor precio), por lo
que se demanda menor cantidad de ellos. Pero también se incrementa la disponibilidad de
bienes para su atención y crecimiento, por lo que su calidad aumenta. Con ello, la demanda
total de child services probablemente se incrementa, pero la fecundidad disminuye.
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La variable explicativa fundamental que ofrece la teoría económica a la disminución
de la fecundidad es la inserción de la mujer al mercado de trabajo. En México, la tasa de
participación de las mujeres en 1970 fue de 17.6%, y avanzó hasta 33.3% en 2010; esto
significa que en el último año una de cada tres mujeres en edad de trabajar lo hacía. En
términos absolutos, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo aumentó de 2.7
millones en 1970 a 14.7 millones en 2010, mientras que la de los hombres pasó de 10.3 a
30 millones.
Un arreglo familiar emergente es el de las parejas sin hijos y ambos insertados al
mercado de trabajo (En la literatura sobre mercado urbano de trabajo se le conoce como
DINKS, dual income no kids). Los tabulados básicos de los censos de población no
permiten reconocer y cuantificar este arreglo familiar, por lo que es necesario escarbar en
los microdatos de la muestra censal. Si bien las familias DINKS en la Ciudad de México no
eran tantas en 2010, alrededor de 150 mil de un total de 5.3 millones de hogares censales,
es decir menos de 3% del total, en cambio presentaban marcadas diferencias
socioeconómicas: i) el valor mediano del ingreso mensual en estos hogares se ubicó en 12
000 pesos contra 7 714 del total de hogares, una diferencia de 56% (los ingresos promedio
fueron 20 666 y 12 070 pesos, respectivamente); ii) la brecha salarial en ellos fue 23% a
favor del ingreso promedio del hombre, mientras que en el total del mercado metropolitano
de trabajo dicha brecha se ubicó en 28%, nuevamente a favor de los hombres, y iii) el lugar
de trabajo de los hombres DINKS estaba en promedio 16% más alejado de su residencia en
relación al total metropolitano de hombres ocupados (7.6 contra 6.6 kilómetros), y las
mujeres DINKS recorrían en promedio 28% más distancia que el total de mujeres ocupadas
(6.9 contra 5.4 kilómetros). Las familias DINKS se concentran en tres zonas de la
estructura metropolitana: ciudad central (Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y
Azcapotzalco); zona sur del Distrito Federal (Tlalpan y Xochimilco), y parte centro-norte
de los municipios metropolitanos (Tecámac); en ellas habitaban en 2010 el 31% de las
familias DINKS, mientras la participación de estas zonas en la población total de la
metrópoli era 16 por ciento.
Estos indicadores ponen de manifiesto que en la Ciudad de México las familias
DINKS presentan ventajas salariales sobre otros tipos de arreglos familiares, por lo que
para ellas la producción de child services sería más costosa y, por ende, menos probable.
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