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Curso Virtual “Organización y Participación”
SEGUNDA UNIDAD: LA ORGANIZACIÓN DE NATS: ESPECIFICIDAD Y
UNIVERSALIDAD
Objetivo:
Contar con una información básica sobre la experiencia de organización de
niños, niñas y adolescentes trabajadores en algunos países de la Región y a
nivel mundial.
Tema 1:
Orígenes históricos de la organización de NATs en América Latina.
La cuestión de los niños y niñas trabajadores como fenómeno social que
ha atravesado la historia de las sociedades de forma ininterrumpida,
aunque con sentidos y significaciones muy diversos, se corresponde hoy en
día con lo que se podría considerar “transferir del campo de análisis desde
los márgenes al centro de la sociedad moderna...”15 abriéndose así la
necesidad de una reformulación de viejos problemas de la ciencia social.
No obstante, lo que sería central en términos históricos es indagar por la
capacidad desarrollada por la organización de niños trabajadores para
avanzar en lo que Mannarelli señaló acertadamente “...para pensar el
problema político de la infancia, de su formación y de su orientación”16
Este ensayo simplemente quiere darnos elementos de lo que puede haber
significado en la recientísima historia de la infancia, la emergencia de un
fenómeno de características y discurso relativamente alternativo- aunque
de desarrollo aún embrional- a las ideologías dominantes en materia de
infancia en el mundo occidental moderno.
En la historia de las organizaciones y movilizaciones de trabajadores en el
Occidente siempre han estado, de alguna manera, presentes los niños,
niñas y adolescentes pertenecientes a la clase obrera o a los trabajadores
rurales. Los registros que se tienen de dichas manifestaciones de
conformación y de lucha, suelen mencionar a los menores de edad. Pero
son pocos los testimonios directos de cómo las propias generaciones de
niños han ellas mismas percibido su presencia y su participación como,
generalmente, parte de la familia entera involucrada en las
confrontaciones, negociaciones o medidas de lucha emprendidas. Pero lo
más decisivo, es que sobre organizaciones propias de niños trabajadores,
no se registra un alcance que supere la realización de ciertas protestas y
hasta medidas de huelga. Es lo que un autor como David Nasaw17 registra
Os Coordenadores, Memória e Sociedade, “Nota de Apresentacao” al libro de Pierre Bourdieu, O
Poder Simbólico, BB, 5ª Edicao, 2002, p.1
16
María Emma Mannarelli, “La Infancia y la configuración de los vínculos en el Perú: un enfoque
histórico”, en Políticas Públicas e Infancia en el Perú, SCUK, 2002, p.14
17
David Nassaw,”Children of the City at Work and at Play”, NY, Editor Press, 1985; ver Serge
Chassagne,”Il lavoro dei bambini nei secoli XVIII e XIX”, Egle Becchi, Dominique Julia ,”Storia
dell’Infanzia. Dal Settecento a Oggi”, II, Laterza, , 1996, p.215: señala las grandes huelgas que las jovencitas
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a finales del siglo XIX en su libro sobre la huelga de canillitas en Estados
Unidos. En otras palabras, los historiadores no consignan mayor
especificidad de los niños trabajadores durante los últimos doscientos
años de capitalismo y de cultura industrial aunque los mencionan e
incluso recogen los dramas que viven. Pero además no se vislumbra que
los menores de edad en el mundo del trabajo hayan podido ser gestores de
una renovación del pensamiento sobre la infancia que saliera al encuentro
de las formas dominantes y que en el tiempo fueron exclusivamente
hechura del mundo adulto. Más allá de la compasión y/o indignación de
los filántropos, de la instrumentalización de quienes usaron y abusaron de
su fuerza de trabajo y las variadas formas como se fue construyendo un
aparato jurídico y legal en relación a la infancia trabajadora, cuesta mucho
encontrar en la literatura histórica que los niños trabajadores, de las
ciudades como del campo hayan, contribuido de manera concreta a la
innovación del pensamiento social sobre infancia18.
Por ello no disponemos directamente de escritos o formulaciones de
factura infantil. Lo que sí es real es que sus vidas, sus testimonios, han
suscitado siempre reacciones importantes, movilizaciones centradas en la
justicia y en el buen trato a las nuevas generaciones, en su protección y
cuidado. En el caso peruano, bastaría con tomar en cuenta la manera
cómo desde finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, en
congresos y eventos amplios se abordó el tema de la infancia, se sugirieron
medidas a adoptarse, incluyendo a los niños del mundo rural como del
mundo urbano y en especial en relación al trabajo19
de menos de 16 años organizaron en Vizille y Cerenne entre 1892 y 1896. Es obvio que el Manthoc en 30
años no ha organizado un huelga y ello por ser exclusivamente un movimiento de niños y niñas que trabajan
en la mal llamada economía no formal, en servicios, pero además por ser un movimiento social de corte
cultural, ético.
18
Reproducimos in extenso un testimonio que bien puede matizar lo afirmado. Salvador Bloemgarten,
“Henri Polak:Trade-union leader for life”, en AAVV. Generatios in labour history, 1989, 53-C5: En 1920
Isaac van Loen, un joven miembro del sindicato de trabajadores holandeses del diamante hizo una encendida
arenga sobre las estrategias revolucionarias sindicales. Henri Polak respondió diciendo que Van Loen era
demasiado joven para sostener fundadamente una opinión al respecto. ABRAHAN Cardozo, del mismo
movimiento se opuso frontalmente a Polak quien de acuerdo con Cardozo que termina diciendo que es
cuestión de convicción y solidaridad y no de edad!!. Pero le responde así:”En general estoy de acuerdo con
Cardozo que los jóvenes opositores no pueden ser descalificados en estas cosas meramente por ser jovencitos.
Pero si se trata de jóvenes de convicciones comunistas y que no sabemos dónde y cuándo han podido estudiar
lo que dicen y escriben con tanta autoridad como si supieran todo respecto a lo que plantean, tenemos que
preguntarnos ya que no hay modo de saber si su conocimiento es fruto del estudio o sospechar si y qué
experiencia haya sido el maestro. Su tierna edad excluye esa posibilidad. Es por ello que no es irrelevante de
ninguna manera el tomar en cuenta la edad de todo aquello que concierne”, p.53
19
Señalamos dos eventos. En 1896 el Primer Congreso Católico del Perú, que recomienda la creación de salas
de asilo para la infancia, p.326; empleo de mujeres en talleres, p.327-328; que se mejore el salario de las
costureras; que se fomente la lectura nocturna para obreros, p.329-330, y refiere directamente a los indios a
quienes hay que instruir y enseñar que son ciudadanos, que tienen derechos y deberes; pero no toca
directamente a los niños y niñas trabajadores como tales. El segundo evento es la 1 Conferencia Nacional
sobre el Niño Peruano, Actas y Trabajos, Lima, julio 1922; baste leer la conferencia de los doctores
Herminio Valdizán y Honorio Delgado: “La Infancia anormal-Estado del problema en el Perú”, p.
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En esta perspectiva y partiendo de un país como el Perú de un nivel
bastante elemental de desarrollo industrial y con un sector de obreros que
algunos analistas se resisten a aceptar que, stricto sensu, pueda hablarse
de clase obrera, es remarcable que haya surgido una forma de
organización de niños y niñas trabajadores que ha cumplido treinta años,
pero más radicalmente que no sea apéndice de ninguna otra organización
ni de adultos, ni de jóvenes. Lo que equivale a afirmar su carácter
autónomo en lo orgánico y el desarrollo de su identidad articulante de su
condición de niños y de su pertenencia al mundo del trabajo.
Ello hace que cobre relevancia la organización peruana de niños, niñas y
adolescentes trabajadores, no sólo por su ininterrumpida continuidad en
el tiempo, sino en particular por la historia del pensamiento social que
dicha experiencia ha ido construyendo sobre sí misma y sobre lo que
podríamos llamar la infancia en general.
Luego de 30 años, cabe ensayar algunas anotaciones para la historia de lo
que hoy conocemos, en Perú, como movimiento de niños y adolescentes
trabajadores organizados. En efecto, en octubre 2006 el Movimiento de
Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos,
MANTHOC, celebró treinta años de vida. Se trata sin lugar a dudas de la
primera experiencia de niños y niñas trabajadores, en el Perú, que se
hayan organizado en cuanto tales y que hayan mantenido durante seis
lustros una presencia organizada con un discurso que representa una
conceptualización alternativa a las culturas dominantes de infancia sobre
las que se regía el sentido común del mundo adulto en nuestra sociedad.
Ni la presencia organizada ni el discurso cayeron de lo alto, sino que
fueron desarrollándose gradualmente, toda vez que se quiso que fueran
hechura de los propios niños, niñas y adolescentes trabajadores y de su
comprensión de los procesos sociales de su variado entorno a nivel
nacional e internacional. Esta es la primera y principal paradoja que
contrasta con una presencia histórica de chicos trabajadores en la historia
del país, pero que no intentó encarar enfoques, paradigmas e ideologías
que subyacían a su virtual ocultamiento social y político y al tratamiento
jurídico del que fueron, bajo pretexto de protección, víctimas de la confusa
como cuestionable sensibilidad de la sociedad adulta frente a ellos y ellas.
LXXXVII ss: ”Niños en plena infancia, en plena edad de preparación a la vida entran de lleno en ella, con
daño para ellos, con daño tan grave o más, para la sociedad. El trabajo de los niños, venturosamente
contemplado por nuestra legislación, cuenta con rudos adversarios, a la cabeza de los cuales débese colocar a
FULLER, que se declara acérrimo partidario de la abolición. El niño no debe trabajar; el niño debe jugar;
debe realizar aquella parte que a él le está destinada en la obra educativa”, p.XCVII, podríamos decir que los
ilustres psiquiátras peruanos, siguen deudores de una visión occidental y que para nada retoman lo que
eventualmente podría ser una visión desde el mundo de las otras culturas del país.
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Y decimos que requerimos de un recuento, de una historia, es decir, de un
ensayo que superando una recolección y ordenamiento de estampas o
eventos y testimonios, dé cuenta del sentido, del proyecto social, humano,
político subyacente a dichas experiencias de vida. En efecto, hay
poquísimo escrito como historia y no hay una sistematización en
perspectiva histórica de los treinta años de organización de niños y
adolescentes trabajadores en nuestro país.
La literatura general sobre niños y adolescentes trabajadores, refiere
principalmente a casos, a ejemplos de trabajo de menores de edad, a
narración de episodios más o menos extensos. Contamos igualmente con
testimonios de niños y adolescentes que recogen sus historias de vida.
Pero no son suficiente material como para intentar escribir la historia
social de la experiencia que se iniciara en 1976. Tendríamos que seguirnos
preguntando, por qué la historia de los niños trabajadores organizados no
forma parte de la historia de los trabajadores del Perú ni de los
movimientos sociales de los últimos quince años; por qué las
organizaciones sindicales no sólo no reconocen, sino que hasta se oponen
a los movimientos de niños y niñas trabajadores como el caso del propio
sindicato de maestros de escuela hace apenas unos cuatro años; por qué
los movimientos de la infancia trabajadora no concitan el interés
exigentemente académico de intelectuales; por qué las iglesias, incluida la
católica, en el país mantienen una actitud relativamente minusvalorante
de los movimientos de niños trabajadores. Muchas pueden ser las razones,
pero consideramos que la línea de valoración crítica del trabajo que nutre
la perspectiva conceptual y práctica de dichas organizaciones y su
creciente confrontación con las corrientes abolicionistas bajo diversos
pelajes con los que hoy se presenta en organismos internacionales, ONGs,
iglesias, sindicatos y políticos, pueden explicar, en parte, estas reacciones.
Sin dejar de reconocer las debilidades mismas de las propias
organizaciones de niños, niñas y adolescentes trabajadores y su relativa
novedad en los escenarios políticos, sociales y culturales del país, son
cuestiones que ameritan ser despejadas o por lo menos intentar hacerlo.
Quizá no debiera sorprender esta constatación, pues la historia misma de
los jóvenes trabajadores adolece de lo mismo.20
Finalmente, treinta años es algo, pero es apenas un inicio
de la historia de organizaciones sociales; ¿cuántos años
movimientos feministas para avanzar en la conquista, no
sus derechos sino para cuestionar y revertir la cultura
en el horizonte
requirieron los
sólo formal, de
patriarcal y la
Michelle Perrot, “La juventud obrera: del taller a la fábrica”, en G.Levi, J-C Schmit, Historia de los
jóvenes, II, Edad Contemporánea, Taurus 1996, p. 101-165.
20
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inequidad de género?21 Y la lucha continúa. Pregunta similar habría que
hacerla a los movimientos indígenas, a los movimientos ecologistas o por el
medio ambiente saludable. Tres décadas no garantizan éxito o avances que
sean irreversibles, desafortunadamente. La historia registra no sólo
conquistas, también derrotas, no sólo avances, también retrocesos.
Desde la experiencia en el Manthoc, creemos, entonces, que los NATs se
van forjando como actor social en la lucha de la vida cotidiana más que
en conflictos de alta intensidad; allí va construyéndose ese piso firme de
la conciencia de su condición y dignidad de ser trabajador, su identidad
como parte de la clase trabajadora. Sobre esta base concreta y sobre la
base material de su organización los NATs van ejerciendo y
comprendiendo mejor su autonomía y protagonismo en el escenario de
las organizaciones de base en sus barrios o en sus lugares de trabajo 22.
Pero esto es insuficiente, aunque sabemos que desde lo cotidiano se
puede estar en camino para cuestionar todo el social 23. Es preciso
señalar que el Manthoc no surge como resultado de ideologías basistas 24,
de cierto desencanto partidario o de la sensibilidad de cristianos que
optan por los "más pobres". Los jóvenes obreros entonces recientemente
despedidos y golpeados por la represión de los años 76-80 sí eran críticos
de sus organizaciones políticas, sí tenían un vivo sentido de la base, y su
conciencia de clase y experiencia cristiana les permitieron penetrar con
gran imaginación y acierto en lo que sería uno de los desafíos mayores
para la sociedad y Estado en las últimas tres décadas del siglo; los
millones de niños/as y adolescentes trabajadores del campo y la ciudad
como el recurso humano más preciado y más amenazado también 25.
Ver la voluminosa obra dirigida por Georges Duby y Michelle Perrot, “Historia de las mujeres”, Taurus,
1993, varios tomos; para nuestro caso, ver la fecunda producción de Emma Mannarelli, “Hechiceras,
beatas y expósitas. Inquisición en Lima colonial”, Congreso de la República, 1998; “Limpias y modernas.
Género, cultura e higiene en la Lima del Novecientos”, Flora Tristán, 1999; “Pecados capitales”,...Además,
Rosa Alvarado M,”La Infancia como unidad de análisis en la historia”, XXIV Congreso ALAS, T.I.,
ed.Ifejant, 2003.
21
22
"Si las luchas de las clases subalternas son episódicas por definición, en sociedades heterogéneas
se tornan aún más desagregadas. Por esta misma razón, la Constitución de las clases populares
como actores y su expresión en términos de voluntad e identidad colectiva no pueden darse
únicamente a partir de situaciones intensas de conflicto social", Teresa Tovar: OTRA HISTORIA
PROHIBIDA VELASQUISMO Y M. POPULAR, Desco 1985, p.17.
23
10 "Ellas, desde lo cotidiano, interpelan al todo social, lo hacen político, internacionalmente
subversivo; entonces lo doméstico, la maternidad, lo cotidiano, no es alternante a la vida política,
sino que éstas dimensiones se politizan y deben constituir poder social". Rosa Ma. Alfaro: DE LA
CONQUISTA DE LA CIUDAD A LA APROPIACION DE LA PALABRA, Ed. Tarea, 1987,
p.148.
24
11 Ver Manuel Castillo Ochoa: "Los nuevos movimientos sociales populares. Acumulaciones y
límites" en revista Universidad y Sociedad abierta, SUM, N° 1, 1988,p.72.
"La referencia a la persona al sujeto, puede conducir a un conservatismo o a un
progresismo". A Touraine, ob. cit. En el caso fué lo segundo.
25
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En los años 76 se produce una doble experiencia; una en torno al
mundo del trabajo de los niños/as, la otra en torno al problema del
estudio; la primera es iniciativa de jóvenes trabajadores de la JOC, la
segunda es iniciativa de trabajadores sociales de la Revista “Collera” y
luego del CESIP, antes que virara hacia una inocultable posición
abolicionista que le merece la complacencia de organismos como la OIT y
su programa IPEC; ambas experiencias se concretan en dos
organizaciones el Manthoc en 1979 y Collera hacia 1981 26.
En el caso de los niños se repite una confluencia de esfuerzos que
también podrá encontrarse en el campo de la educación popular, de la
organización barrial, de jóvenes y mujeres. El Manthoc es fruto de la
militancia de trabajadores de las comunidades cristianas populares;
Collera es fruto de ONGs trabajando en el mundo popular. Desde
entonces se continúa luchando por ganar el espacio social y político que
requiere un movimiento de y en favor de los niños para aportar a la
transformación del país.
Cuando decimos un movimiento social de nos estamos refiriendo a los
chicos entre los 6 y 15 años, niños y adolescentes que se organizan.
Cuando hablamos de un movimiento en favor nos estamos refiriendo a
todas aquellas iniciativas que cubren desde el periodo prenatal en
adelante hasta la primera infancia hacia los cinco años.
La organización: ¿Movimientos sociales puros?
En una sociedad anómica como la nuestra todo se presenta como
desorden, rebeldía, protesta, descontento, agresividad, arbitrariedad.
Podría decirse que la anomia no produce movimientos sociales, porque en
ese contexto no es fácil ni dar organicidad a la reivindicación y ni
imprimirle a ésta un carácter más estratégico en vistas a la
transformación social. Pero no todo es anomia, "... la historia subterránea
transcurre por otros cauces, que el "sentido común" no coincide con la
ideología de los partidos, que la praxis popular genera nuevos espacios y
lugares de desarrollo a partir de la sociedad civil amplia, que las clases
estructuralmente hablando, no existen directamente como tales a nivel
político, sino que se expresan en movimientos sociales, en actores, en
prácticas y en luchas sociales que condensan la complejidad y
heterogeneidad de sociedades como la muestra" 27.
26
Sobre la organización infantil Collera consultar el Boletín de la Red para la Infancia y la familia
de A. Latina y el Caribe, N° 6, 1987, y Carlos Urrutia: COLLERA, CUANDO LOS NIÑOS SE
ORGANIZAN, 1989, CESIP.
27
Teresa Tovar: OTRA HISTORIA PROHIBIDA, 1985-Desco, p.16.
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De esta historia subterránea han ido aflorando los indicadores de un
movimiento social en construcción. En Perú como en resto del continente
una características propia es que no existen movimientos sociales puros
o claramente definidos, dada la multidimensionalidad no sólo de las
relaciones sociales, sino también de los mismos sentidos de la acción
colectiva, incluso los movimientos sociales no tienen fines
predeterminados, sino que los redefinen en el propio conflicto 27.
Podríamos señalar tres elementos que de alguna manera hacen menos
impropio hablar de movimiento social de y en favor de los niños y
adolescentes: la evidencia de un fenómeno social; la conciencia colectiva
y analítica del fenómeno que exprese a nivel del pensamiento, de la lógica
del sentimiento, del espíritu el movimiento social que se va dando en el
plano de la contingencia y contextualidad social, y es por ello que
indefectiblemente se trata de una conciencia de antagonismo; finalmente
es necesario una voluntad política colectiva que exprese en el plano de la
acción, de la práctica la negación de la lógica que está al origen del
fenómeno social y que inaugure en el plano de las correlaciones de
fuerzas sociales el proceso de producción de una alternativa; dicha
voluntad política tiene en un proyecto social su columna vertebral. Estos
tres elementos son indispensables para tipificar con mayor propiedad de
movimiento social una cierta afirmación -negación- afirmación presente
en expresiones masivas de reivindicación de la vida, de la dignidad, de la
propia identidad.
En el caso peruano podríamos decir que el primer elemento está dado;
pero los dos siguientes son muy embrionales 28.
Una pregunta que surge es sobre qué ejes concretos articular un
discurso y una práctica social que recojan e impulsen un movimiento
social de y en favor de los niños/as y adolescentes.
Podríamos señalar tres ejes: el de la sobrevivencia que recoge la
dimensión económico-social y plantea la cuestión de las condiciones de
trabajo de más de dos millones de NATs; la democratización de
instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, las instituciones en
particular las que tienen que ver más con el niño; en el caso de los niños
mayorcitos, democratización implica también desadultización del poder,
27
F. Calderón y E. Jelin, op. cit., p.176.
28
En países como Méjico y Colombia que enfrentan un masivo problema de niños en las calles los niveles de
convivencia y voluntad política son similares al caso peruano. Esfuerzos como el Primer encuentro de ONGs,
que trabajan con niños en Méjico DF, en 1989, o la Mesa Relacionadora en Uruguay o la Red para la Infancia
y la familia en Colombia, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Chile representan un esfuerzo importante para lograr
un vasto movimiento social de y en favor de los niños/as. El primer Congreso de Chicos del pueblo en
Argentina, en 1988, y de Chicos de la calle en Guatemala en 1988, indican la emergencia de una nueva
sensibilidad y voluntad política.
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de la autonomía, de la sociedad, esto dice relación a la dimensión
político-organizativa; finalmente la lucha en la dimensión ideológicocultural que pone en el centro de su actuar la denuncia de una
visibilidad encubridora del niño en la sociedad actual que se complace en
mostrar su postración y abandono para hacer justificable su peligrosidad
social para la ciudadanía; se trata de quebrar esa visibilidad que alimenta
una visión policíaca y militar frente a los niños/as del pueblo y construir
una visión que recupere la potencialidad de los NATs, cuestione la
responsabilidad de la sociedad y pase de una actitud de seguridad
ciudadana ante el niño /a de la calle a una actitud de solidaridad
ciudadana.
Paradójicamente estos tres ejes para ser viables y dinamizadores
presuponen un cambio radical en la concepción del niño. Nuestra
experiencia en el Manthoc tiene en el niño trabajador su eje epistemológico para iniciar una crítica a la ideología dominante sobre la
infancia, y se parte no del niño sino del trabajador. Allí está la matriz
epistemológica y epistemopática si se nos permite la expresión.
De este esfuerzo analítico se sugiere partir de hoy en adelante para
recuperar un discurso y una práctica teórica y social que reconstruya un
concepto no perverso de niño como el que nos domina.
La entrada por el niño/a trabajador se evidencia así coma fecunda para
la producción teórica sobre la infancia en general y como potencialmente
transformadora de las prácticas sociales en lo productivo, lo pedagógico,
lo cultural, lo organizativo, etc.
Pero son innúmeras las cuestiones a las que habría que responder con
seguridad y que este ensayo no podrá aún hacerlo. ¿Qué proyecto social
histórico propone el movimiento social de y en favor de los niños/as?
29¿cuál es la contradicción principal que encara el movimiento?; ¿cómo se
relaciona con el poder político?; ¿cuál es su capacidad transformadora?;
¿qué dimensión de lo político, cuestiona o replantea?; ¿aporta una nueva
identidad, cuál? ¿nuevas prácticas sociales, cuáles?, ¿qué aporta el
movimiento al poder popular?, etc. etc.
29
Ver Saenz Z. Orlando, obra citada p. 102: "Un elemento clave de todo movimiento social es el proyecto
social histórico que propone... un movimiento que carezca de un proyecto social alternativo no es un
movimiento social porque no apunta a producir transformaciones radicales en la sociedad".
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