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PENSAMIENTO WITTGENSTEIN (1889-1951) CONOCIMIENTO El Tractatus pretende trazar un límite al pensamiento, o más bien, no al pensamiento, sino a la expresión de los pensamientos, pues para trazar un límite al pensamiento, tendríamos que poder pensar ambos lados de ese límite (esto es, tendríamos que poder pensar lo que no se puede pensar). Por tanto, el límite solo podrá ser trazado en el lenguaje, y lo que se halle más allá del límite será simplemente sinsentido. La idea es que el pensamiento por sí solo no puede trazarse límites, pues tendría que ser capaz de traspasarlos, por lo que tan solo en el lenguaje pueden ser puestos tales límites: lo que esté más acá de éstos tendrá sentido, lo que esté más allá será el sinsentido. La doctrina sobre el lenguaje no es, en el Tractatus, más que una porción distinguida y particularmente importante desde un punto de vista filosófico de lo que podemos llamar, en general, la teoría de las representaciones figurativas e isomórficas. De ahí que el mejor modo de entrar en la primera sea considerar lo que Wittgenstein afirma sobre estas últimas. El primer lugar donde se habla de este tema es en el parágrafo 2.1 donde dice "Nos hacemos representaciones de los hechos". Con el término representaciones se refiere a aquellas formas de representación de los hechos que tienen con estas una relación tal que: primero a cada elemento de lo representado corresponde un elemento de la representación; y segundo, a las relaciones que hay entre los elementos del hecho corresponden relaciones entre los elemento de la representación. Se trata de representaciones isomórficas. Lo que hace de algo una representación o figura es que consta de elementos, cada uno de los cuales se refiere a un objeto de la realidad representada, y que esos elementos están entre sí relacionados de manera correspondiente a como lo están los objetos representados, si la representación es correcta. Tanto la representación como lo representado son, por consiguiente relaciones, entre las cuales hay una ulterior relación que las corrrelaciona. La isomorfía no es, en definitiva, sino una relación entre relaciones, y dos relaciones son isomorfías siempre que hay entre ellas una relación de correlación. La relación correlatora pone cada argumento en relación con un argumento, y solo uno, de la otra relación. La isomorfía es, por consiguiente, una relación diádica de relaciones n-ádicas, esto es, de cualquier grado de complejidad. Las correlaciones de los elementos de la representación con los elementos de la realidad representada constituyen lo que Wittgenstein llama "relación de representación". Pero para que algo sea una representación, en este sentido, ha de poseer además, lo que Wittgenstein denomina "forma de representación" y que se describe como la 1 posibilidad de la estructura de la representación, o, con otras palabras, la posibilidad de que las cosas se hallen relacionadas entre sí como los elementos de la representación. Para entender esto no está de más recordar el sentido aristotélico del término "forma", como aquello que hace que algo sea lo que es. Lo que hace que algo sea una representación figurativa es que se trata de una estructura de elementos a la que puede corresponder una estructura de cosas en el mundo. Lo que importa es, pues, que es posible que se de en el mundo una estructura o relación de objetos como la que hay entre los elementos de una representación. ¿Por qué esta alusión a la posibilidad?. Porque una representación puede representar algo correcta o incorrectamente, verdadera o falsamente, según concuerde o no con los hechos. Pero una representación falsa no es menos representación que una verdadera. Este punto es sumamente importante para entender tanto el pensamiento de Wittgenstein sobre el sentido de las proposiciones como su metafísica. Lo que hace de algo una figura o representación es que es posible que se de lo que la representación representa. La forma de representación es, simplemente, una posibilidad, la posibilidad de que la representación sea correcta o verdadera. Y esta posibilidad, que es la forma de representación, es lo común a la figura y a lo representado por ella.. Pero repárese en que, si una figura o representación es falsa, entonces lo representado, tal y como está en ella representado, no existe. Y si no existe, ¿cómo puede tener algo en común con su representación?. Muy sencillo: porque eso que hay de común es la posibilidad de existencia; tal posibilidad es idéntica a la figura y a lo representado en ella, aunque esto último sea inexistente. Si llamamos "mundo posible" a cualquier conjunto de hechos posibles que sea consistente, entonces podemos decir que a toda representación corresponde un hecho en algún mundo posible, y por ello, que toda representación es verdadera o correcta en algún mundo posible. Sea cual sea la riqueza de la forma figurativa, hay algo que, como mínimo, ésta debe poseer: sea o no material, sea o no coloreada, sea o no en tres dimensiones, sea estática o dinámica, una representación ha de tener, para serlo, una forma mínima, que es lo que Wittgenstein llama "forma lógica". Puesto que toda representación ha de tener, como mínimo, esta forma, toda representación es una representación lógica, y eso, cualquiera que sea su determinación posterior, esto es, con independencia de que sea una representación espacial, coloreada, etc. Pero puesto que la forma es aquello en que coinciden la representación y lo representado, lo anterior implica que todo aquello que pueda ser representado, en tanto en cuanto puede serlo, es lógico. Con ello queda formulado explícitamente el principio de isomorfía tal y como Wittgenstein lo entiende: la realidad es representable en la medida en que tiene una estructura o forma lógica, justamente el tipo de estructura o forma que posee toda representación por el hecho de serlo. En la forma lógica coinciden nuestras representaciones de la realidad y la realidad en cuanto representada. Rusell nunca llegó a una forma tan explícita ni general. 2 La forma lógica, en cuanto básica forma de representación, expresa la posibilidad de existencia de lo representado sin más determinación, esto es, prescindiendo de todaotra propiedad. Esto se halla conectado con la idea de Wittgenstein de que una figura representa una situación posible en el espacio lógico. El espacio lógico es el ámbito creado por las reglas de la lógica. En ese ámbito la forma lógica, esto es, la estructura de toda situación, o hecho posible en cuanto posible permite la representación de éste último. El espacio lógico y el ámbito de lo posible son lo mismo, pues la lógica es anterior a la experiencia, es anterior a que los hechos sean tales o cuales. Solo puede representarse aquello que es posible, y que, de hecho, será existente o no existente. Si lo representado existe, la representación será verdadera; si no existe, será falsa. Pero sea lo uno o lo otro, la representación, en cuanto representación, tiene un sentido, que es la situación representada. Para decidir si es verdadera o falsa tenemos que comparar la representación con la realidad, a fin de comprobar si lo representado existe o no; en consecuencia, no hay representaciones que sean verdaderas a priori, con independencia de la experiencia. Los elementos últimos de la proposición son aquellos signos simples a los que llegamos cuando la hemos analizado del todo. Según Wittgenstein estos signos son nombres. El nombre significa el objeto y este es su significado. Aquí aflora la teoría referencialista de Rusell y que estaba ya por detrás del principio de isomorfía de las representaciones. Las proposiciones se descomponen en nombres, sus elementos o signos más simples no son sino nombres, y el significado de éstos es, simplemente, el objeto al que cada uno se refiere. A los nombres de la proposición corresponden los objetos del hecho representado, y a la configuración de aquellos en la proposición corresponde la configuración de los objetos en el hecho. De aquí que la única manera de hablar de los objetos sea nombrándolos, mientras que los hechos o situaciones no pueden, en cambio, ser nombrados, sino solo descritos. Describir es representar la estructura del hecho por medio de la estructura isomorfa de la proposición; tal estructura es el sentido de la proposición. Nombrar es poner un signo simple en el lugar de la estructura que corresponde a un objeto; un signo es un nombre solo cuando funciona como tal en el contexto de una proposición. Para Wittgenstein, que aquí se limita a seguir a Rusell, un nombre, si lo es realmente y en sentido lógico, se reduce a nombrar, y por tanto no puede tener sentido; si tuviera sentido serviría para describir el objeto y entonces no sería un signo simple, sino que encerraría alguna complejidad. De modo contrario una proposición tiene sentido, a saber, el hecho posible que representa, pero no puede tener referencia, pues la proposición no es nombre de nada. Los nombres, pues, poseen referencia, pero no sentido; las proposiciones tienen sentido, pero no referencia. Una proposición, por consiguiente, no es más que una representación figurativa de la realidad, un modelo de la realidad tal y como la concebimos. La proposición es la descripción de un estado de cosas o situación. 3 REALIDAD. Hemos visto que el sentido de una proposición es su estructura, y que lo que representa es una situación o estado de cosas posible. Para que la proposición sea tal, y por tanto una figura, no es necesario que exista la situación representada. Esto tan solo es necesario para que la proposición sea verdadera. Decir que una proposición representa un estado de cosas posible equivale, por consiguiente, a decir que representa la existencia y no existencia de estados de cosas. Pero para representar la no existencia de un estado de cosas, la proposición debe estar negada, y la negación es una complejidad lógica añadida a la propia estructura figurativa de la proposición. La idea de Wittgenstein, claramente contraria a la que había mantenido Rusell, es que a una proposición negativa no puede corresponder ningún hecho peculiar de carácter negativo; un hecho negativo es, simplemente, un hecho inexistente. Lo primero que encontramos es que el mundo es todo lo que acontece, esto es, el conjunto de los hechos; el mundo, como tal, consiste y se divide en hechos, no en cosas. El acontecimiento, el hecho, es, a su vez, la existencia de estados de cosas. Un hecho es, por consiguiente, algo complejo, compuesto de estados de cosas existentes. Puesto que un estado de cosas existente es lo que corresponde a una proposición elemental verdadera, cabría inferir que un hecho será lo que corresponda a una proposición compleja verdadera. La inferencia, sin embargo, no es correcta. Y no lo es por cuanto una proposición compleja debe contener algo más que nombres, según hemos visto: términos como "todos", "no", "si... entonces", etc. Pero nada puede haber en la realidad que corresponda a esos términos. Por consiguiente, un hecho es lo que corresponde a una proposición compleja verdadera cuando ésta queda reducida, por el análisis, a un conjunto de proposiciones elementales y se prescinde de las constantes lógicas. Dicho de otra forma: un hecho es un conjunto de estados de cosas. En el caso más simple, un hecho será un estado de cosas; en el caso más complejo, que Wittgenstein solo considera hipotéticamente, un hecho constará de infinitos estados de cosas. Pero es importante darse cuenta de que la categoría de hecho en el Tractatus no es propiamente una categoría ontológica, pues no se aplica a ninguna entidad distinta de los estados de cosas. Dicho de otro modo, una reunión o conjunto de estados de cosas no es una nueva entidad con caracteres propios. La razón es que entre los estados de cosas no hay ninguna relación interna o necesaria: los estados de cosas son independientes entre sí, y de la existencia o inexistencia de uno de ellos no puede deducirse la del otro. Esto corresponde literalmente, como se habrá apreciado, a la tesis de que las proposiciones elementales son lógicamente independientes entre sí. Un estado de cosas, a su vez, es una combinación, relación o estructura de cosas u objetos. Los objetos, que como ya vimos son los referentes de los nombres, son los 4 elementos más simples de la realidad, de los que se componen las situaciones o estados de cosas. Las propiedades que el Tractatus atribuye a los objetos clarifican la función que cumplen, pero no bastan para facilitarnos una representación de ellos. Se dice que son simples, y es natural, puesto que corresponden a los elementos simples de las proposiciones, a los nombres. Si los objetos fueran compuestos no podrían ser nombrados, habrían de ser descritos, representados, y entonces serían sus partes componentes los constitutivos simples a los que se refirieran los nombres. Se dice, además, que los objetos son lo fijo, lo existente, por contraposición a su configuración, el estado de cosas,, que es lo cambiante, lo variable. Esta tesis es sumamente importante, ya que implica que la variabilidad de los acontecimientos del mundo consiste en la diversidad de las estructuras o relaciones que puedan darse entre los objetos, pero que por debajo de esta mutabilidad hay algo fijo e inmutable que son los objetos. Por esto afirma Wittgenstein que por muy diferente que sea un mundo posible de un mundo real ha de tener algo en común con éste. ¿Qué?. Simplemente una forma. Wittgenstein piensa que la comunidad de todos los mundos posibles es una forma, una sustancia, constituida por los objetos. los objetos son la forma o substancia de todo mundo posible porque son aquello que es necesario para que algo sea mundo. Un mundo es determinado conjunto de relaciones entre los objetos. Relaciones distintas dan lugar a mundos diversos. Pero sean cuales fueren las relaciones hay algo inmutable y fijo que no difiere del mundo actual a cualquier mundo posible: los objetos. Es esencial a los objetos poder formar parte de los estados de cosas, en el sentido de que es lógicamente necesario que los objetos aparezcan siempre relacionados entre sí; la propiedad que tienen los objetos de constituir situaciones o estados de cosas es, por ello, una propiedad que Wittgenstein llama, siguiendo la terminología de la época, interna, esto es, no accidental, y que él considera como propiedad lógica o formal. Hemos hablado hasta ahora del mundo, de los hechos, de los estados de cosas y de los objetos. Hay otro concepto más que interesa dilucidar. Las proposiciones elementales pueden ser verdaderas o falsas según representen estados de cosas existentes o inexistentes, pero sean lo uno o lo otro, y precisamente porque pueden serlo, son proposiciones con sentido, y esto significa que representan un estado de cosas que, sea existente o inexistente, es posible. El conjunto de estados de cosas existentes constituye, según hemos visto, el mundo. Pues bien, esto más el conjunto de los estados de cosas inexistentes, pero posibles, es lo que Wittgenstein llama "realidad". puesto que los estados de cosas que existen,, por existir son a fortiori posibles, podemos decir que larealidad es el ámbito de lo posible, y que el mundo es una parte de lo anterior, la realidad realizada o actual. Tenemos, pues, que la estructura de la realidad, de acuerdo con la teoría del lenguaje que ya hemos estudiado, se analiza en el Tractatus por medio de las siguientes categorías: 5 • Realidad: Conjunto de todos los estados de cosas posibles (existentes o inexistentes). Corresponde al conjunto de todas las proposiciones elementales verdaderas o falsas. • Mundo: conjunto de todos los estados de cosas existentes. Corresponde al conjunto de todas las proposiciones elementales verdaderas. • Estado de cosas o situación: cualquier posible relación o configuración de elementos simples. Corresponde a la proposición elemental, que es una relación o configuración de nombres. • Hecho: conjunto de n estados de cosas existentes. • Objetos (o cosas): elementos simples de los que se componen los estados decosas. Corresponden a los nombres. DIOS. Según lo que acabamos de ver, para Witttgenestein el discurso acerca de Dios sería un discurso sin sentido, o lo que el llama una pseudoproposición. La verdad filosófica, como tal, aspira a estar más allá de la experiencia. Y esto es justamente lo que la hace cuestionable para Wittgenstein. No se trata de que las proposiciones filosóficas sean, en su mayoría, falsas, ni de que nos hallemos lejos de haber alcanzado verdades filosóficas. Se trata, más bien, de que la mayor parte de las proposiciones de los filósofos son sinsentidos. Las cuestiones filosóficas no son cuestiones que se pueda intentar responder; lo único que puede hacerse es establecer que son sinsentidos, originados en nuestro mal entendimiento de la lógica del lenguaje. De aquí que la filosofía se convierta en una actividad: una actividad de clarificación. Hay que aclarar nuestros pensamientos, que de otra forma resultan confusos. La filosofía, por ello, no produce como resultado proposiciones, sino la clarificación de la proposiciones. Esta tarea clarificatoria se lleva a cabo poniendo límites a lo que se puede pensar, y por lo mismo, a lo que no puede pensarse. Representando claramente lo que puede decirse, la filosofía se refiere, negativamente, por así decirlo, a lo indecible. En este sentido, la filosofía es crítica del lenguaje. A lo máximo que se puede aspirar ea a que Dios forme arte del mundo solipsista del creyente. ¿Cual es la tesis solipsista, tal y como la entiende Wittgenstein?. Esta: el mundo es mi mundo. De aquí sacará el solipsista toda suerte de implicaciones sobre la imposibilidad de su comunicación con los demás o acerca del alcance de su conocimiento. La tesis, según Wittgenstein es correcta. Únicamente que no puede expresarse por medio del lenguaje, aunque si cabe recocerla en cuanto que se muestra en éste. ¿Por qué no se puede decir la tesis solipsista?. Porque no representa ningún hecho, actual o posible, y por lo tanto no cumple con los requisitos del principio de representación isomórfica que ha de cumplir toda proposición para tener sentido. No es una tesis que describa hechos o estados de cosas, sino que es una afirmación acerca del mundo en su totalidad y, por tanto, en cierto sentido, debe estar más allá del mundo. 6 ¿Por qué es correcta la tesis solipsista?. Porque el mundo, por definición, lo encuentra cada cual en torno a sí, es el mundo de cada cual. SER HUMANO. Según Wittgenstein, la ética es la tendencia del espíritu humano a arremeter contra los límites del lenguaje. Es por eso que la ética no puede ser ciencia, no aumenta nuestros conocimientos en ningún sentido. Pertenece al reino de lo inexpresable, junto con la metafísica. El lenguaje sólo expresa hechos, mientras que la ética se sitúa en el campo de lo sobrenatural Wittgenstein afirma que los rasgos fundamentales de la Ética son los siguientes. El primer lugar es una investigación sobre lo bueno, sobre lo valioso o lo que realmente importa. Por otro lado es la investigación acerca del significado de la vida, de aquello que hace que la vida merezca vivir o de la manera correcta de vivir. Ahora bien, cada una de estas investigaciones puede llevarse a cabo desde un sentido relativo o desde un sentido absoluto. El sentido ético propiamente dicho sería el absoluto, pero ningún enunciado de hechos nunca puede ser ni implicar un juicio de valor absoluto. Cada juicio de valor relativo es un mero enunciado de hechos. Para Wittgenstein, la felicidad brota de la coincidencia entre voluntad y totalidad. Esta vida feliz es la vida auténtica, no es un estado natural, ni algo que se consiga simplemente dejándose llevar, abdicando de todo. El hombre no puede convertirse, como si le viniese dado la cosa, en un ser feliz, sino que para alcanzar la felicidad hemos de poner la voluntad al servicio de la adquisición de ese desafecto respecto de los hechos del mundo que haga posible la identificación con la totalidad. Dado que el mundo aparece como algo dado, como algo independiente de mi voluntad, a lo que ésta se allega enteramente desde fuera, sólo se perdería el que noacepta entregarse enteramente a su destino, el que persigue vanos propósitos y el que vive atenazado por el miedo. SOCIEDAD. En su obra Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein va a dar un giro radical al pensamiento de su primera época representado por el Tractatus, y va a considerar que la significación del lenguaje depende de lo que el llama “juegos de lenguaje”, que en el fondo no son más que los usos sociales del mismo. Desde este punto de vista la tarea de la Filosofía no puede ser ya el descubrimiento de la forma lógica de las proposiciones, puesto que en esta segunda época Wittgenstein considera que ésta búsqueda de la forma lógica sólo tiene sentido si se admite que los hechos se correlacionan con un lenguaje ideal. Sin embargo, ahora Wittgenstein opina que los distintos juegos lingüísticos están bien como están y funcionan como funcionan porque a nivel social todo el mundo las entiende cuando se pronuncian. 7