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w La mujer, ésa perla preciosa…w
H
oy en día más que antiguamente, por ignorancia o por orgullo, frente a la verdad, algunos
atacan y critican al Islam. Mientras que ésta religión representa por excelencia el respeto por los
derechos humanos de todos los horizontes y niveles. Se le acusa de oprimir a cierta categoría de
personas, vulnerándolas y denigrándolas. Particularmente, aseguran que la mujer es
considerada inferior y que se violan sus derechos, e incluso que son inexistentes, y cuyo papel
en la sociedad es casi inexistente. Entre el odio, la mentira, la ignorancia ó amalgamas, ¿cuál es
realmente el estatuto de la mujer en el Islam y en Occidente? ¿Dónde ella es verdaderamente
respetada e integrada en la sociedad y dónde tiene realmente un rol?
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w La condición de la mujer en Occidente w
E
n Occidente, o más ampliamente en los países no musulmanes, dicen que la mujer es una
ciudadana plena, igual que el hombre desde todos los puntos de vista. Pero esta supuesta
igualdad, jamás fue adquirida, ella tuvo que reclamarla alto y fuerte al precio de su vida
algunas veces.
En la época en la que los hordas aislados se encontraban en plena lucha por la existencia; el clan
debía velar por deshacerse de cualquier descendiente que necesitara muchos cuidados. Las hijas
recién nacidas, en primera línea, tenían ese carácter de obstáculo. Se trataba pues de deshacerse
de la mayor cantidad posible desde que nacían. Se dejaba vivir a un pequeño número, a
aquellas cuyas se necesitaban para la reproducción de la especie. En Grecia, ella era un objeto
que se vendía y se compraba en los mercados y no disponía de ningún derecho. En el imperio
romano, el hombre tenía todos los derechos por encima de su familia. Incluso el de la vida y la
muerte por encima de su mujer e hijos, sin deber rendir cuentas al Estado. En la India, cuando
el marido moría, su esposa se suicidaba quemándose en una hoguera voluntariamente. Hoy en
día, ella se contenta con raparse el pelo.
En nuestros días, una situación persiste y se mantiene agravándose cada vez más: la
prostitución. No solo estaba permitida para las solteras, sino que en Babilonia, en los lugares de
los fenicios, lidios y otros pueblos más, tenía mucha demanda, e incluso era ordenado por la
religión. En Babel, la poderosa capital del imperio babilónico, estaba prescrito que toda chica
joven debía hacer al menos una vez una peregrinación al templo de la diosa Mylitta para
prostituirse, en su honor, a la libre elección de los hombres que acudirían masivamente. Se
relató de Keops, rey de Egipto, que obtenía ganancias de la prostitución de su hija con las cuales
reunía el dinero necesario para construir una pirámide.
Aquellos de confesión judía consideraban a la mujer era maldita, dado que ella habría
influenciado a Adam –la paz sea con él- para que pecara. Para los primeros cristianos, era
considerada como la puerta de Satanás. En Francia, en 585 durante el Concilio de Mâcon, se
preguntaba si ella era un ser humano y si poseía alma o si tenía otra, y si ésta era la de un
animal o la de un ser humano. Finalmente concluyeron que ella tenía alma de ser humano, pero
que fue creada únicamente servir al hombre.
Occidente se convenció incluso de que la brujería estaba ligada estrechamente con la naturaleza
femenina, y que toda mujer era una bruja poderosa (Para un brujo, diez mil brujas…). Se
producían muchos incendios sobretodo a partir del siglo XV y no cesaron hasta el siglo XVII. En
Francia en 1804 en el Código Napoleónico, la viuda no tenía ningún derecho en la sucesión de
su marido, y si ella quería volver a casarse, era sometida a la decisión del consejo de la familia.
En las leyes inglesas, ella no era considerada como ciudadana en el último siglo, hasta 1805, el
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hombre tenía el derecho de vender a su mujer. En China el año del caballo y de la mujer eran un
indicio de mal. En otras comunidades la mujer corría la misma suerte o incluso todavía mucho
peor.
Durante siglos, ella sufrió una cierta degradación y no se benefició de ningún reconocimiento, a
pesar de su rol capital en la sociedad. Ella era humillada, despreciada, abandonada, reducida
como un objeto de deseos y de procreación. Pero, dicen, que la mujer ya no se considera como
tal, y que ahora es respetada, es una parte integrante de la sociedad, dispone de derechos
equivalentes a los del hombre. Es cierto que la visión que tenían de la mujer ha cambiado…
¿pero en qué sentido se produjo ése cambio?
w La emancipación de la mujer w
E
lla verdaderamente se confirmó en la segunda mitad del siglo XX, cuando la mujer
comenzó a reclamar sus derechos, los mismos que los de los hombres en todos los niveles.
Derechos que ella obtuvo poco a poco a lo largo de los años. Paralelamente (bajo influencia o
no), nace la idea de prosperar, vivir, reivindicar su libertad, su independencia y desvincularse
de las mentalidades antiguas.
La mujer consiguió su “libertad”. Hoy en día ella hace lo que quiere en nombre de la libertad y
de la igualdad, dispone de los mismos derechos que los hombres, es ciudadana, existe y lo hace
saber. Sin embargo, ¿esta libertad es verdaderamente una libertad como se entiende o más bien
libertinaje?
Como también podríamos preguntarnos si la emancipación de la mujer no es en realidad una
bella expresión que disimula, para el que reflexiona, ¿la explotación de la mujer?
Ésos hermosos discursos no tienen cabida aquí. En realidad no son más que disimulación.
Ciertamente ha habido un cambio en la visión de la mujer, pero ese cambio no se hizo
verdaderamente a su favor. Hoy en día es suficiente con abrir los ojos para ver que la mujer no
es todavía respetada como se merece, aunque quieran hacerlo creer. Es cierto que ella adquirió
libertad, pero es una libertad total, exenta de principios, de valores, de pudor y de honor. Ella
pasó de un extremo a otro, de una ausencia de libertad a una libertad sin límite de frutos
amargos.
Ellos quisieran hacer creer (y lamentablemente, muchos lo creen) que ella sería completamente
igual al hombre desde todos los puntos de vista, y tendría los mismos derechos que él, mientras
que curiosamente, algunas desigualdades persisten entre los dos sexos. Para ellos, ser feliz
significaría la ausencia de tabús. Una mujer será mujer si no tiene reglas de conducta. Se la
incita a vestirse de forma muy indecente en la calle pretendiendo que eso es ser una mujer feliz
y que está bien consigo misma. Propagan la mezcla de sexos en todas partes, lo que resultó con
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la expansión de la perversidad, de problemas conyugales y de graves daños respecto al
individuo. Pero también el aumento de relaciones prematrimoniales, que conduce a un
embarazo “agobiante” por no ser deseado y el aumento preocupante de hijos ilegítimos. La
mayoría de los abortos son la consecuencia de todo eso. En 2002 (en Francia metropolitania)
205.627 abortos fueron registrados. Se constata incluso la multiplicación de actos inmorales tales
como la violación, cuyo número declarado en 2001 alcanzó la cifra de 9.574 y se supone que los
que perpetraron, sin ser divulgados, serían de cuatro a seis veces superiores.
Ella es considerada como un objeto de placer y un pasatiempos. Baloneada de un hombre a
otro, se deshace de ella una vez satisfecho sin preocuparse por su futuro ni por su honor. Para
tener éxito sin obstáculos en su vida profesional, es necesario que ella esté “abierta a todas las
proposiciones”. El gran sabio Ibn Al Qayyim –Allah le tenga misericordia- dijo acerca de la
mezcla de sexos: “No hay ninguna duda de que la mezcla de sexos es el origen de todos los
males y de todas las calamidades, asimismo es una las causas más grandes del castigo de
Allah (a una comunidad). Al igual que forma parte de las causas de la perversión, ya sea
general o específica. La mezcla entre hombres y mujeres es la causa de la multiplicación de la
perversidad, de la fornicación, de la muerte y de epidemias”. En 2003, 30.000 personas vivían
con sida en Francia, donde se estima que 100.000 personas vivían con el VIH. 7.000 personas
descubrieron su condición de VIH en 2004, contra 6.000 en 2003, según las cifras comunicadas
por el Instituto de Vigilancia Sanitaria.
La mujer también es un buen argumento de venta. En efecto, para convencer a la clientela a que
compre, sólo hay que poner a una mujer atractiva al lado del producto. Junto con señoritas de
justo precio, se la desnuda cada vez que la ocasión se presenta para la campaña del yogur o
para la promoción de un coche. No hay emisión televisiva sin que no haya colecciones de ñoñas
desnudas, dispuestas a reírse de todo tipo de chistes desafortunados a su respecto viniendo de
hombres, curiosamente muy satisfechos. A menudo ella posee extensiones de contacto con la
clientela, como secretaria, vendedora, o cajera, incitándole a llevar siempre todo lo impúdico
con el propósito de atraer mejor. Si ella no lo hace, buscarán mujeres mucho más “dóciles”.
Antes que ella sea reconocida por su talento en algún dominio, es imprescindible que esté
hermosa, que se deje ver, y que juegue con su encanto.
En realidad, ella no obtuvo ninguna libertad en el verdadero sentido del término, sino que más
bien perdió su dignidad, su humanidad y su naturaleza en primer lugar. Antes ella era
ciertamente humillada, pero aún así formaba parte de una familia. Se casaba humildemente y
poseía un hogar. La humillación y el vicio no eran aparentes. Hoy en día, ella sigue siendo
humillada, pero de otra forma; es reducida a un objeto de fantasías y de deseos con los cuales
se pasa un buen rato y luego se olvida de ella. La célula familiar es casi inexistente debilitando
así a toda la sociedad, dado que su papel es primordial. Desde esta pseudo-libertad, los vicios
no hicieron más que aumentar. La mujer no conoció emancipación positiva, sino que conoció
una explotación por parte de los hombres sin ningún escrúpulo aprovechándose de ella para
conseguir sus fines. Del mismo modo, ella nunca obtuvo su libertad en el sentido moral y
humano del término. Y esta llamada libertad sólo beneficia a los hombres, que son libres de
abusar impunemente de ella, bajo los ojos indiferentes y cómplices de todos. Aceptando esta
situación, la mujer pierde su feminidad, su belleza, su dulzura y su distinción. Ella pide respeto,
mientras que tiende la mano a los irrespetuosos. ¿Cómo entonces podría obtenerlo?
Por otro lado, está el Islam, religión del término medio, que no se vuelca en ningún extremo.
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“Hemos hecho así de vosotros un comunidad moderada, para que seáis testigos de los hombres y para que
el Enviado sea testigo de vosotros.” (2:143)
w La condición de la mujer en el Islam w
L
iberando, mejorando la vida cotidiana y la situación de todos los miembros de la
comunidad, prohibiendo la injusticia y la opresión, ordenando la equidad y el respeto hacia al
prójimo, el Islam dio a la mujer un lugar sin equivalente en ninguna otra comunidad. Él
reconoció a la mujer con capacidades y derechos incondicionales, en toda gestión de orden civil,
económica y personal. La mujer goza así de la capacidad y del derecho a heredar, de entregar,
de legar, de contraer una deuda, de adquirir, de hacer un contrato, de emprender con justicia y
administrar sus bienes. Ella también tiene el derecho de elegir libremente a su marido, de volver
a casarse después de haber estado divorciada o de haber quedado viuda. Éste último derecho
fue reconocido a la mujer occidental muy tardíamente.
De entre sus derechos sobre el hombre, podemos citar por ejemplo: el pago de su dote durante
su matrimonio, satisfacer todas sus necesidades, a pesar de que pudiera ser la más rica de la
población y cohabitar adecuadamente con ella… como es mencionado en el versículo siguiente:
“Vivid con ellas con amabilidad”. (4:19)
Y el Mensajero de Allah dijo:
“El mejor de vosotros es el que mejor se comporta con las mujeres”.
Narrado por Hakim y autentificado por Al Albani.
Ella no está obligada a trabajar, es el hombre quien se hace cargo de sus necesidades. Si el
hombre llegase a rechazar satisfacer sus necesidades, entonces eso es considerado como un
grave pecado. Por otra parte, si ésta llegase a trabajar, su dinero le pertenece y el hombre no
tendría ningún derecho en poseerlo. En cuanto a la doble porción reconocida al hombre, en la
herencia, ella se explica con las obligaciones excepcionales a las cuales el hombre es
responsable, mientras que la excepción de la mujer es total, sus gastos con su marido e hijos son
puramente voluntarios y es así sea cual sea su grado de opulencia.
Lo mismo sucedía con los árabes antes del Islam, ella no era mejor considerada que en otros
lugares. Dar a luz a una niña en aquella época, era considerado como una calamidad, y para
deshacerse de algunas de sus hijas las enterraban vivas como fue criticado en el Corán:
“Cuando se le anuncia a uno de ellos una niña, se queda hosco y se angustia. Esquiva a la gente por
vergüenza de lo que se le ha anunciado, preguntándose si lo conservará, para deshonra suya, o lo
esconderá bajo tierra... ¡Qué mal juzgan!” (16:58-59)
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Ella no tenía casi derechos. El hombre podía por tanto tener tantas esposas como deseara sin
necesariamente hacerse cargo de las necesidades de cada una. Prostituciones, vagabundeos y
hostigamientos eran comunes en Arabia.
El Islam, en cuanto a él, reglamentó algunas costumbres paganas, tal como la poligamia, que la
legisló. Pero estableció para la poligamia condición tan rigurosas, que el alcance de poder
practicarla se encuentra relativamente estrecho. En efecto, la poligamia debe adaptarse a ciertas
exigencias tales como la equidad entre esposas, tal como es mencionado en el Corán:
“Si teméis no obrar con justicia, entonces casaos con una sola mujer” (4:3)
Si no también, poder ofrecerle todo lo que necesita, etc. ¿En Occidente, un hombre que tiene
varias amantes no debería ser considerado como polígamo? ¿Por qué se reprocha a los
musulmanes su poligamia mientras que ésta se contrae con los vínculos sagrados del
matrimonio mientras que se aplaude al hombre que cambia de mujer todas las semanas?
El sociólogo francés Gustave le Bon (1831-1941) también fue reconocido por sus palabras: La
civilización de los árabes, pág. 422: “En cuanto a la poligamia del Profeta que siempre fue criticada
en Occidente, ella se explica sobretodo por móviles de orden político, que incitaron al enviado de Allah a
jamás rechazar las ofertas tribales. De lo contrario, cómo justificar el vínculo monógamo del Profeta con
su primera mujer Khadijah, que tenía entonces la edad de la madurez (40 años) mientras que el Profeta
todavía estaba en la flor de la vida (25 años).Él vivió 25 años con ella, sin jamás pensar en casarse con
otra mujer, ella murió a la edad de 65 años. No veo en qué la poligamia legal de los orientales sea inferior
a la poligamia hipócrita de los europeos. Mientras que veo muy al contrario en que ella es superior”.
En la mayoría de los países occidentales, un problema persiste; ¡el divorcio! Su tasa alcanzó el
60%. ¿Cuál es el significado de esta cifra? Se sobreentiende aseguradamente que la estructura
social en Occidente no está equilibrada y tiende a desmantelar los vínculos entre esposos que
resulta en la destrucción del matrimonio. Este resultado era fácil de predecir; en Occidente las
frecuentaciones mixtas son libres de exceso, la consumición de alcohol está expandida y la falta
de pudor de algunas mujeres contribuye al adulterio, pero los hombres también son
responsables. En todos estos países, la fórmula es la siguiente: hombres, mujeres, alcohol,
desnudez, frecuentaciones ilícitas, teniendo por resultado la destrucción del matrimonio, hijos
ilegítimos e infelices.
Debido a todas estas cosas el Islam prohibió las frecuentaciones ilícitas, preconiza la prohibición
del alcohol, y la preservación del pudor, teniendo por resultado la protección del matrimonio,
de los hijos legítimos y felices. El sociólogo francés Gustave le Bon también fue reconocido por
sus palabras: “La situación legal de la mujer casada, tal como ella es determinada en el Corán y sus
comentaristas es mucho más beneficiosa que la de la mujer europea”. (G. Le Bon p. 436)
Con el Islam, la mujer encontró su dignidad, su honor y su humanidad. Ella existe realmente,
tiene un rol concreto e indispensable para el mantenimiento de la sociedad. La mujer en el Islam
es luz, pudor, buen comportamiento, castidad, pureza, belleza… En su casa con su marido y sus
hijos, ella es servida, honrada, querida, respetada, protegida y amada. Ella fue creada a partir de
la costilla del hombre, haciéndoles así inseparables, completándose, y dependiendo el uno del
otro.
“Ellas son una vestimenta para vosotros y vosotros sois una vestimenta para ellas”. (2:187)
Y el hecho de que ellos sean del mismo origen como lo dijo el Profeta –la paz y las bendiciones
de Allah sean con él-: “Las mujeres son las hermanas de los hombres”.
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Narrado por Tirmidi y autentificado por Al Albani
Lo que aumenta el sentimiento de unidad y les une con un vínculo de interdependencia
inalterable…
Él debe pues cuidar de ella como de su propia persona, puesto que ella es una parte de él:
“Y entre Sus signos está el haber creado de vosotros esposas para que viváis en quietud, y el haber
suscitado entre vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona.”
(30:21)
Y como menciona un hadith: “Velad por el bien de las mujeres”.
Narrado por Bukhari y Muslim
Sea cual sea su situación, sea esposa, hija, madre, fue ordenado al hombre que se comporte bien
con la mujer. Hacer lo contrario implica una desobediencia y ser merecedor de un castigo
divino.
El Profeta –la paz y las bendiciones de Allah sean con él- en efecto dijo:
“El creyente que tiene la fe más perfecta es el que tiene mejor comportamiento. Los mejores de vosotros,
son los que mejor se comportan con sus mujeres”.
Narrado por Hakim y autentificado por Al Albani
El hombre casado debe querer a su esposa, hablarle bien, ser paciente con sus defectos,
enseñarle su religión…
Si la divorcia, debe pagarle una pensión y darle vivienda por una duración de tres
menstruaciones, antes de que ella pudiera volver a casarse, como es dicho en el Corán:
“ ¡Alojadlas, según vuestros medios, en vuestra misma vivienda! ¡No les hagáis daño con ánimo de
molestarlas! Si están embarazadas, proveedles de lo necesario hasta que den a luz. Si la criatura que crían
es vuestra, retribuidles como es debido y llegad a un acuerdo decoroso.” (65:6)
Si tiene hijas, que les enseñe su religión, las eduque como es debido, no las oprima, y así
llegarán a ser para él un acceso al paraíso como es dicho en el hadith siguiente:
“Aquel que tenga una hija, no la oprima, no la increpe, no haga diferencia entre ella y su hijo; Allah le
hará entrar al paraíso”.
También fue relatado: “Aquel que eduque a dos hijas hasta que alcancen la edad de la pubertad, él y yo
resucitaremos el día de la resurrección de esta manera (y unía los dedos de su mano)”.
Narrado por Muslim
Si tiene madre, tiene que ser mejor con ella, dado que ella lo llevó en su vientre nueve meses.
Ella sacrificó su tiempo y su vida para ocuparse de él. Es dicho en el Corán:
“Hemos ordenado al hombre la bondad con sus padres. Su madre le llevó con molestia y con molestia le
dio a luz. El embarazo y la lactancia duran treinta meses. ” (46:15)
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“ Tu Señor ha decretado que no debéis servir sino a Él y que debéis ser buenos con vuestros padres. Si uno
de ellos o ambos envejecen en tu casa, no les digas: «¡Uf!» y trates con antipatía, sino sé cariñoso con
ellos.” (17:23)
Y si se trata de una mujer extraña ajena a la familia, debe también comportarse bien con ella.
Ayudarla forma parte del Islam y ser injusto con ella es un gran pecado, como el Profeta –la paz
y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:
“Oh señor, molestaré a quienes tomen los derechos de dos débiles: el huérfano y la mujer”.
Narrado por Nasai e Ibn Majah y considerado como bueno por Al Albani
La mujer es un pilar en la sociedad cuyo buen funcionamiento depende de ella. Si ella se desvía,
será toda la comunidad la que pagará el precio como ocurre hoy en día. Mientras que en el
Islam, desde las primeras décadas de la era de la hégira, la mujer pudo ser capaz de imponer su
participación amplia y eficaz al lado del hombre en la vida cultural y social de la comunidad
musulmana. ‘Aisha (esposa del Profeta e hija del primer Califa) tenía una profunda erudición,
que en menos de 20 años, hizo de ella una de las más brillantes figuras de la época. Los grandes
compañeros del Profeta iban a consultarla sobre las cuestiones jurídicas, históricas, literarias e
incluso medicinales. También forma parte de quienes más ahadith relataron (actos y dichos del
profeta).
El Profeta animaba al aprendizaje a las mujeres, diciendo: “Buscar el conocimiento es una
obligación para todo musulmán”.
Narrado por Ibn Majah y autentificado por Al Albani
Esto concierne tanto al hombre como a la mujer. Una mujer fue a ver al Profeta y le dijo: “Oh
mensajero de Allah, los hombres se ampararon de todas tus palabras, conságranos pues un momento para
que podamos encontrarnos contigo y nos enseñes lo que Allah te enseñó”. El Profeta dijo: “Reuníos tal y
tal día”. Lo que ellas hicieron en seguida durante esos días, y el Profeta les enseñaba lo que
Allah le enseñaba.
Narrado por Muslim
En adelante el ámbito cultural de la mujer acrecentaba más y más. Ibn Hajar, uno de los célebres
imames del Islam, citó en sus obras biográficas, más de quinientas mujeres de entre las cuales
figuran juristas y sabias.
Ante Allah, la mujer no es de ninguna manera inferior al hombre en sus derechos. Cada uno
dispone de un rol apropiado con derechos y deberes. Una persona no es superior a otra excepto
por su piedad y no por su origen ni por su riqueza, como es dicho en el Corán:
“Para Allah, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme. Allah es omnisciente, está bien
informado.” (49:13)
El mensajero de Allah dijo también:
“Oh gente, vuestro Señor es Único y vuestro padre es único; todos descendéis de Adam y Adam proviene
de la tierra. El más noble de vosotros ante Allah es el más piadoso y el árabe no tiene más mérito que el
no-árabe excepto si se distingue por la piedad”.
Autentificado por Al Albani en At Targhib wa At Tarhib
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Además, podemos darnos cuenta de que la mujer no está oprimida en el Islam. Y quienes
pretenden lo contrario son adversarios de la religión a través de artimañas y mentiras para
alejar a la gente o son ignorantes que siguen ciegamente y creen todo lo que escuchan sin
tomarse las molestias en verificar tales informaciones. Mientras que el Islam nos inculca el buen
comportamiento con las mujeres, algunos musulmanes no actúan como es debido. Aunque el
Islam desaprueba sus actitudes y comportamientos, lamentablemente contribuyen a dar mala
imagen del Islam haciendo huir a la gente y crear al mismo tiempo amalgamas. El Profeta es el
mejor de las criaturas y un gran ejemplo para todos. Él tenía un comportamiento incomparable
con sus esposas, era dulce y clemente con ellas, tenía en cuenta sus opiniones, las ayudaba en
las tareas del hogar, bromeaba con ellas, no las gritaba ni las pegaba… Él es un modelo para
todos.
“En efecto, tenéis en el Mensajero de Allah un excelente modelo (a seguir)”. (33:21)
Por tanto nos incumbe seguirle.
Sólo hay un Islam. Su enseñanza se produce a través del Corán y la Sunnah (tradición profética)
y no con las personas. Si no habrían tantos islams como individuos. Cada uno entendería el
Islam a su manera. Conociendo verdaderamente lo que es el Islam, se conocerá entonces a los
musulmanes en el verdadero sentido del término, y se evitará así las amalgamas y los
prejuicios.
La mujer es una perla preciosa, ella debe protegerse. Es un tesoro con un valor incalculable, es
imprescindible entonces que ella tome distancias de las intenciones maquiavélicas. Es por esta
noble razón que le fue ordenado cubrirse. Su velo es su dignidad.
Allah menciona:
“¡Oh Profeta! Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con sus mantos.
Es lo mejor para que se las distinga y no sean molestadas. Allah es indulgente, misericordioso.” (33:59)
El velo permite a la mujer protegerse de las infamias, para ser respetada, preservar su honor y
su pudor.
Asimismo, Allah menciona:
“Permaneced en vuestros hogares, y no os exhibáis como lo hacían las mujeres antes del Islam”. (33:33)
Allah aconsejó a las mujeres del Profeta que permanecieran en sus hogares, y ello es válido para
todas las demás mujeres. Pero esto no significa que deben estar aprisionadas en sus hogares
todo el día. En toda cosa hay un término medio. En efecto, el Profeta no encerraba a la mujer en
casa, tal como pretenden algunos, al contrario, le permitió que saliera cuando tuviera cosas que
hacer, para visitar a sus familiares y amistades, para visitar al enfermo, etcétera. También le
permitió acudir a la mezquita diciendo:
“No impendáis a las mujeres acudir a las mezquitas”.
Narrado por Ahmad y Abu Dawud y autentificado por Al Albani
Al Profeta le gustaba estar acompañado por su mujer durante las invitaciones y las rechazaba si
el que invitaba no admitía a su mujer con él. Según Anas quien cuenta que el Profeta tenía un
vecino persa conocido por su deliciosa comida. El Profeta le dijo: “¿Y mi esposa?” (refiriéndose a
su esposa ‘Aisha). Él respondió: “No (no la invito)”. El Profeta le replicó: “No iré entonces”. El vecino
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reiteró su invitación y el Profeta le volvió a preguntar: “¿Y mi esposa?”. Él respondió: “No (no la
invito)”. El Profeta replicó de nuevo: “No iré entonces”. El vecino repitió una vez más su invitación y el
Profeta le preguntó: “¿Y mi esposa?”. El hombre, después de tres peticiones consecutivas dijo: “De
acuerdo (que venga ella también)”. El Profeta y Aisha se levantaron y se sucedieron mutuamente hasta
llegar a la casa del que les invitó”.
Narrado por Muslim
La verdadera definición de la mujer, de la libertad, y del respeto se encuentra en el Islam. La
mujer no será reconocida como mujer sólo si ella sigue lo que se le ha indicado. En ése caso, ella
ganará el respeto en este mundo y en el paraíso del más allá. El Profeta dijo al respecto: “Si la
mujer reza sus cinco oraciones, ayuna su mes de Ramadan, preserva su castidad y escucha a su marido,
entrará en el paraíso por la puerta que desee”.
Narrado por Ibn Hibban y autentficiado por Al Albani
Engañada por una ideología que pretende emancipar a la mujer, pero en realidad la
desvaloriza. Las personas que están detrás de eso se jactan de que liberaron a la mujer, pero
animalizándola e instrumentalizándola. Ella es víctima de una sociedad insidiosa, pero
curiosamente sin darse cuenta. El Islam le ha dado su verdadero valor, una posición de respeto
y derechos sin equivalentes.
Comportarse con la mujer tal como Occidente desea, sería extender el caos y la inmoralidad que
serían a su vez banalizadas en tierra como muestra la actualidad. Comportarse con la mujer
como quiere el Islam, es decir como Allah quiere, El Creador, Legislador de leyes sabias; tendrá
por consecuencia lógica la armonía de la sociedad, la serenidad y la felicidad.
Texto extraído de: TrueSalaf
Traducido por Ummu Khattab Al Andalusiyyah