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PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS. 1. Formas. Los pronombres personales
átonos son aquellos que funcionan como complemento verbal no preposicional (Ya TE
LO he dicho) o como formante de los verbos pronominales (Ahora ME arrepiento).
Precisamente por su carácter átono, se pronuncian necesariamente ligados al verbo, con
el que forman una unidad acentual. Estos pronombres carentes de independencia fónica
se denominan, en general, «clíticos» (→ ACENTO, 1.1b): cuando anteceden al verbo (ME
encanta; LO dijo; SE fue) se llaman «proclíticos»; cuando siguen al verbo (ayúdaME,
díSELO, veTE) se llaman «enclíticos». A continuación se ofrece un cuadro con sus
formas:
FORMAS DE LOS PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS
PERSONA GRAMATICAL
SINGULAR
PLURAL
1.ª pers.
me
nos
2.ª pers.
te
os
3.ª
pers.
masc lo
(también le;
fem. la
compl.
directo
.
compl.
directo
o
atributo
neutr
lo
o
compl. indirecto
forma reflexiva
los
las
—
le
les
(o se ante otro pron. (o se ante otro pron.
átono; → se, 1a)
átono; → se, 1a)
se
2. Ortografía de las formas verbales con clíticos.
a) Delante del enclítico nos se pierde obligatoriamente la -s de la primera persona del
plural del subjuntivo usado con valor de imperativo (subjuntivo exhortativo); así,
dejemos + nos = dejémonos (no dejémosnos): «Dejémonos de cuentos» (LpzNavarro
Clásicos [Chile 1996]).
b) Si se añade el pronombre se a una forma verbal terminada en -s —lo que sucede
cuando la primera persona del plural del subjuntivo exhortativo lleva un segundo
enclítico—, las dos eses resultantes se reducen a una sola; así, pongamos + se + lo =
pongámoselo (no pongámosselo): Pongámoselo fácil.
Pero no se produce reducción si se añade nos a una forma verbal terminada en -n, lo
que sucede en los casos en que este pronombre se une a la forma del plural ustedes del
subjuntivo exhortativo (digan + nos = dígannos) o a algunos imperativos irregulares de
segunda persona del singular (pon + nos = ponnos; mantén + nos = mantennos). En el
caso del subjuntivo exhortativo, además, la -nn- permite distinguir la persona del plural
de la del singular: Dígannos [ustedes] la verdad, frente a Díganos [usted] la verdad.
c) Cuando se añade se a una forma verbal terminada en -n, no debe trasladarse ni
repetirse esta letra al final del conjunto formado por el verbo y el enclítico; así, sienten +
se = siéntense (no siéntesen ni siéntensen). Es error propio del habla popular, como
ilustra esta cita: «“¿Qué prisa tienen? ¡Siéntensen!”. Se decía siempre siéntensen, que
luego me han dicho que está muy mal dicho» (Zamora Traque [Esp. 1972]). Esta -n se
añade también, en registros muy vulgares, al infinitivo empleado incorrectamente como
imperativo: Irsen, en lugar de Váyanse; o a infinitivos cuyo sujeto es plural: «¿Y
tienen cara d’irsen sin probame los cháncharos?» (Carrasquilla Tiempos [Col. 193536]).
d) La segunda persona del plural del imperativo vosotros pierde la -d final cuando se le
añade el enclítico os; así, estad + os = estaos (y no estados): Estaos quietos. Es
excepción la forma idos, imperativo poco usado de irse (→ ir(se), 1): «Nada
comprendéis. ¡Idos Juana, Inés, Marina...!, ¡idos todas!» (Arrau Digo [Chile 1981]).
e) Se pierde la -s final del verbo en los casos —hoy raros y propios únicamente de la
lengua escrita— en que una forma verbal de primera persona del plural va seguida del
pronombre os: suplicamos + os = suplicámoos, y no suplicamosos.
3. Colocación de los clíticos con respecto al verbo. La colocación del pronombre átono
delante o detrás del verbo no es libre, sino que está sometida a ciertas reglas, que han
ido variando con el tiempo. Estas son las normas por las que se rige hoy la colocación de
los clíticos en el español general culto:
a) Los clíticos se anteponen, en el uso corriente, a las formas simples de indicativo: TE
advierto: ME voy. En la lengua escrita, generalmente a principio de oración o después
de pausa, aparecen a veces pospuestos: «Como si adivinara mi pensamiento, díjoME al
punto: “La verdad es desnuda”» (RBastos Vigilia [Par. 1992]); la expresión adquiere
entonces un tono arcaizante, que solo está justificado si la intención es recrear el
lenguaje de épocas pasadas. El uso pospuesto es asimismo un rasgo dialectal propio de
determinadas zonas del noroeste de España: VoyME enseguida; MarchoSE hace rato. La
posposición de los clíticos es imposible cuando el verbo va en forma negativa: *No
díjoMELO.
LO
b) Los clíticos se anteponen también a las formas simples del subjuntivo, tanto a las
independientes: Ojalá LE concedan el premio; Quizá LO consiga; como a las que
dependen de otro verbo (explícito o implícito): Espero que TE LO pienses; Que TE vaya
bien.
c) Los clíticos se posponen a las formas de imperativo y a las del subjuntivo
exhortativo afirmativo: HazLO; PonéTELO; DíganNOSLO; HágaSE la luz. Es vulgar
anteponer los clíticos al subjuntivo exhortativo cuando este no depende de otro verbo:
«¡SE callen, carajo, no es hora de conversa!» (FnGómez Viaje [Esp. 1985]); debe
decirse cállenSE. Sin embargo, la anteposición es obligada cuando el subjuntivo va en
forma negativa o depende de otro verbo (explícito o implícito): No LO hagan; Les
ordeno que SE callen; Que SE vayan ahora mismo.
d) Los clíticos se posponen a las formas simples de infinitivo y de gerundio: Al
mirarLO, sonrió; No conseguirás nada regañándoME. Pero si el infinitivo o el gerundio
forman parte de una perífrasis verbal, en la mayor parte de los casos los clíticos pueden
colocarse también delante del verbo auxiliar de la perífrasis, que es el que aparece en
forma personal: Debo hacerLO / LO debo hacer; Tienes que llevárSELO / SE LO tienes que
llevar; Vais a arrepentirOS / OS vais a arrepentir; Siempre está quejándoSE / Siempre SE
está quejando; Siguió explicándoMELO / ME LO siguió explicando.
La anteposición de los clíticos no es posible cuando el verbo auxiliar de la perífrasis es
impersonal: Hay que pedírSELO (no *SE LO hay que pedir); o si el verbo en forma no
personal es el sujeto oracional pospuesto de verbos como parecer, importar, convenir,
etc.: Parecía entenderLO (no *LO parecía entender); Conviene intentarLO (no *LO
conviene intentar); Importa denunciarLO (no *LO importa denunciar). Tampoco es
normal la anteposición de clíticos con verbos que expresan creencia, temor, deseo,
preferencia o conocimiento, como creer, temer, desear, preferir, negar, afirmar, entre
otros: Cree haberLO guardado (más normal que LO cree haber guardado); Prefiero
ignorarTE (más normal que TE prefiero ignorar); Deseo irME (más normal que ME deseo
ir); Negó saberLO (más normal que LO negó saber), etc.
e) Lo dicho para las formas simples es válido también para las compuestas, teniendo en
cuenta que la posposición o anteposición de los pronombres átonos se da siempre con
respecto al auxiliar haber, dado que el participio, como norma general, no admite
enclíticos (→ f); así, los pronombres átonos se anteponen al auxiliar en las formas
compuestas de indicativo y de subjuntivo: ME LO he imaginado; ¿SE habrá terminado la
película?; Ojalá SE LO hayan concedido (únicamente pervive el uso pospuesto en
expresiones lexicalizadas, como ¡HabraSE visto!); y se posponen en los infinitivos y
gerundios compuestos: Por haberLO terminado, recibirás un premio; Se fue
habiéndoNOS dicho lo que quería. Cuando el infinitivo compuesto forma parte de una
perífrasis o depende de otro verbo con su mismo sujeto, los pronombres pueden
posponerse al auxiliar haber o anteponerse al verbo conjugado, salvo en los mismos
casos señalados para las formas simples (→ d): Tenías que habérMELO dicho / ME LO
tenías que haber dicho; Había que haberLO previsto (pero no *LO había que haber
previsto); Convenía habérSELO dicho (pero no *SE LO convenía haber dicho).
f) En el español actual, el participio no admite con normalidad la agregación de
pronombres enclíticos; por ello, deben evitarse hoy usos como Había prometídoLE su
apoyo, en lugar del normal LE había prometido su apoyo. Más forzado aún resulta el uso
de enclíticos con participios en función adjetiva que sustituyen a oraciones de relativo,
como en El accidente ocurrídoLE ayer, en lugar de El accidente que LE ocurrió ayer.
Solo es admisible la agregación de enclíticos a un participio cuando aparece en
coordinación con otro y no se repite el auxiliar: «Y después de haber adorado a Dios y
dádoLE gracias, se sentaron» (Somers Retrato [Ur. 1990]).
4. Orden de las secuencias de clíticos. Un mismo verbo puede llevar dos y hasta tres
pronombres clíticos, que se anteponen o posponen al verbo siempre en bloque, no
pudiendo anteponerse unos y posponerse otros. El orden no es libre y se somete,
básicamente, a la regla que establece que los pronombres de segunda persona preceden a
los de primera y estos a los de tercera, salvo a la forma se, que precede a todas las demás
(se + 2.ª pers. + 1.ª pers. + 3.ª pers.): «Ay, Dios, que TE ME LO llevaste cuando más falta
me hacía» (Ayerra Lucha [Esp. 1984]); «Cualquiera SE TE LA llevará delante de las
narices» (Aub Calle [Esp. 1961]); no son correctas, por tanto, secuencias como me se
o te se, propias del habla popular: «No ME SE haga el pendejo, Balbicito, no me
cojudee» (Bayly Días [Perú 1996]).
5. Duplicación de complementos: coaparición del clítico y el complemento tónico. En
español, los pronombres átonos aparecen a menudo dentro de la misma oración junto
con el complemento tónico al que se refieren: ME dijo A MÍ que me callara; LO sabe
TODO. La duplicación del complemento indirecto a través del pronombre átono es
siempre posible y, en algunos casos, obligatoria, mientras que la del complemento
directo está sujeta a muchas más restricciones. En el español general culto la coaparición
del pronombre átono y el complemento tónico responde a las pautas siguientes:
5.1. Si el complemento tónico es también un pronombre personal, la coaparición del
pronombre átono es obligatoria, tanto si el complemento es directo como indirecto: ME
castigaron a MÍ; A TI TE dieron el premio (no *Castigaron a mí; *A ti dieron el premio).
Aunque son posibles, en estos casos, oraciones idénticas sin el complemento tónico (Me
castigaron; Te dieron el premio), existen diferencias expresivas de importancia entre
ambas posibilidades: la presencia del complemento tónico denota un propósito de
contraste o discriminación, ausente de la oración en la que solo aparece el pronombre
átono; así, en Me castigaron a mí, frente a Me castigaron, se subraya el hecho de que ha
sido solo a mí, y no a otros igualmente merecedores de ello o más culpables que yo, a
quien se ha castigado.
5.2. Si el complemento tónico no es un pronombre personal y aparece antepuesto al
verbo, también es obligatoria la coaparición del pronombre átono, tanto si el
complemento es directo como indirecto: A TU HERMANO LO vi en el cine (no *A tu
hermano vi en el cine); LA TARTA LA llevo yo (no *La tarta llevo yo); A MI MADRE LE he
dicho la verdad (no *A mi madre he dicho la verdad); A JUAN LE han denegado la beca
(no *A Juan han denegado la beca). Deben diferenciarse estas construcciones, con el
complemento tónico antepuesto y coaparición del pronombre átono, de aquellas en que
la anteposición del complemento es enfática, contrastiva, en las que no coaparece el
pronombre átono: Un libro te daré, y no dos (y no *Un libro te LO daré, y no dos).
Pero si el complemento tónico aparece pospuesto al verbo, las condiciones para la
coaparición del pronombre átono son diferentes según que el complemento sea directo o
indirecto:
a) En el caso del complemento indirecto, la coaparición del pronombre átono es
normalmente opcional y suele ser lo más frecuente, especialmente en la lengua oral: No
(LES) da importancia A LOS PROBLEMAS; (LES) he contado nuestro secreto A UNOS
AMIGOS; (LE) han denegado la beca A JUAN; (LE) he dicho la verdad A MI MADRE. E
incluso hay verbos, como gustar, encantar y sinónimos, que exigen la presencia del
pronombre átono junto con el complemento tónico: ¿LE gustan A TU HERMANA los
bombones? (y no *¿Gustan a tu hermana los bombones?). En general, suele ser
necesaria la duplicación en los verbos cuyo complemento indirecto designa, no al
destinatario de la acción, sino al que la experimenta, como ocurre con los llamados
verbos de «afección» (psíquica o física), como molestar, divertir, interesar, cansar, etc.,
y con muchos otros, como parecer, resultar, convenir, etc.: LE molestó A TU PADRE que
no vinieras; LE ha cansado A LA ABUELA el paseo; LE pareció bien AL JEFE nuestro plan;
No LE conviene AL NIÑO comer tantos dulces. No obstante, cuando la función de
complemento indirecto es desempeñada por los cuantificadores universales todo, nadie
o similares, la presencia del pronombre átono no resulta siempre necesaria: Su decisión
no (LE) gustó A TODO EL MUNDO; Sus palabras no (LE) molestaron A NADIE; (LES) cansó A
TODOS con su discurso.
b) En el español general, el complemento directo tónico pospuesto al verbo no suele
admitir la coaparición del pronombre átono, salvo que se trate también de un pronombre
personal, caso en el que es obligada (→ 5.1). Solo es normal la duplicación en todo el
ámbito hispánico cuando el complemento directo tónico es el pronombre todo: LO sé
TODO; (LAS) conozco A TODAS; cuando, con referente animado, el complemento directo
es un numeral precedido de artículo: (LOS) invité A LOS CUATRO; o cuando se trata del
indefinido uno y su referente es la persona que habla: Si LA ven A UNA vacilar, enseguida
se aprovechan. También favorecen la duplicación del complemento directo las
oraciones de carácter enfático, como Ya LO creo QUE VENDRÁ o ¡Vaya si LAS castigo A
LAS NIÑAS! La duplicación del complemento directo en otros casos (LO vi A JUAN; LA
saludé A MARÍA) es ajena a la norma culta de gran parte del ámbito hispánico, pero es
normal en algunas regiones americanas, especialmente en los países del Río de la Plata:
«Al pasar la madre cerca del baño LA vio A MARIANA tomando comprimidos»
(Rausch/Bay Anorexia [Arg. 1990]).
6. Discordancias en el uso de los clíticos. Son dos las discordancias frecuentes en el
uso de los clíticos:
a) A menudo, cuando el pronombre átono de dativo concurre en la oración con el
complemento indirecto preposicional, se utiliza el singular le, aunque el referente sea
plural; esta discordancia está extendida tanto en España como en América, incluso entre
hablantes cultos, por lo que son frecuentes, aunque normativamente desaconsejables,
oraciones como «Colombia LE propuso A LOS GOBIERNOS de Estados Unidos y
Venezuela una alianza» (Tiempo [Col.] 18.4.97). En el uso esmerado se recomienda
mantener la concordancia de número entre el pronombre átono y el sustantivo al que se
refiere: «Los mismos remedios de distracción que LES daba A SUS ENFERMOS»
(GaMárquez Amor [Col. 1985]).
b) En el español de muchos países de América, es frecuente, especialmente en registros
populares o coloquiales, trasladar a la forma singular del pronombre átono de acusativo
en función de complemento directo el rasgo de plural correspondiente al complemento
indirecto, cuando este va representado por la forma invariable se: «¡No entienden que
este es mi espacio, es mi lugar! Cuántas veces quieren que SE LOS diga» (Purroy
Desertor [Ven. 1989]), en lugar de Cuántas veces quieren que SE LO diga. Aunque en
algunos países esta transferencia indebida se ha extendido incluso entre hablantes cultos,
se recomienda evitarla en el habla esmerada.
7. Otras consideraciones sobre el uso de los clíticos
a) Ciertos adjetivos que denotan facilidad, dificultad, probabilidad, merecimiento,
relevancia o frecuencia, como fácil, difícil, sencillo, complicado, cómodo, rápido,
costoso, imposible, digno, importante, raro, etc., o que denotan sensaciones o efectos
producidos por una acción, como aburrido, divertido, penoso, gratificante, etc., admiten
como complemento un infinitivo transitivo introducido por la preposición de: «Me
siento atrapado en una alternativa imposible de resolver» (PRossi Solitario [Ur. 1988]);
«Demostró que la paz era un hueso duro de roer» (Mundo [Esp.] 8.8.95); «Este arbusto
contiene un metal muy raro de encontrar en la naturaleza» (ByN [Ec.] 9.11.97). En
estas construcciones, el infinitivo transitivo tiene sentido pasivo (problema fácil de
resolver = ‘problema que puede ser resuelto fácilmente’) y el sustantivo al que se refiere
el adjetivo viene a ser el sujeto paciente tácito de dicho infinitivo. Es incorrecto en estos
casos añadir al infinitivo transitivo el pronombre átono de complemento directo, cuyo
antecente es el sustantivo al que se refiere el adjetivo: Planteó cuestiones difíciles de
resolverLAS (en lugar de Planteó cuestiones difíciles de resolver). Este error se ve
potenciado por el cruce de estructuras del tipo Es fácil de hacer, donde el infinitivo es
complemento del atributo adjetivo, con otras como Es fácil hacerlo, en las que el
infinitivo es el sujeto de la oración copulativa. Por otra parte, solo los infinitivos de
verbos transitivos pueden ser complementos del adjetivo; por ello, no es aceptable en la
lengua culta utilizar esta estructura con verbos intransitivos (que llevan complementos
indirectos o complementos de régimen): «Se trata de una música fresca y fácil de
gustar a todo el mundo» (Abc [Esp.] 23.2.96); «¿Qué es lo más difícil de darse
cuenta?» (Puig Beso [Arg. 1976]); debió decirse: Se trata de una música fresca, que es
fácil que guste a todo el mundo y ¿De qué es más difícil darse cuenta?,
respectivamente.
b) En cuanto a la aparición indebida de pronombres personales átonos en oraciones de
relativo ( Tenía un perro enfermo al que había que cuidarLO mucho), → que, 1.3.
c) No puede haber correferencia parcial entre el clítico y el sujeto del verbo; por ello no
es posible una oración como *NOS hice una cena riquísima (el referente «yo» del sujeto
es solo una parte del referente «nosotros» del complemento indirecto). Los referentes
han de ser, o bien totalmente distintos, o bien totalmente coincidentes: OS hice una cena
riquísima (sujeto «yo» y complemento indirecto «vosotros»); NOS hicimos una cena
riquísima (el referente del sujeto y del complemento indirecto es «nosotros»).
d) Los clíticos no pueden coordinarse entre sí: *LOS y TE escuché. Tampoco pueden
coordinarse dos verbos y asociarles conjuntamente un solo clítico: *LA compré y
coloqué en mi casa (debe decirse LA compré y LA coloqué en mi casa). Solo es lícito
coordinar las bases verbales si el pronombre va en posición preverbal y de la suma de
los dos verbos resulta una acción unitaria y, normalmente, repetida: «Un hilo de vida le
corría al conde por los ojos sin vista (LOS abría y cerraba alternativamente, buscando el
final de su vida)» (Armas Madrid [Esp. 1994]).
LAÍSMO. 1. Es el uso impropio de la(s) en función de complemento indirecto femenino,
en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa
función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS, 1).
2. Los pronombres la, las proceden, respectivamente, de las formas latinas de acusativo
illam, illas. El acusativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el
complemento directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de
estas formas para dicha función: «LA busqué [a Constancia] en los tres pisos» (Fuentes
Constancia [Méx. 1989]); «Estas cosas muchos no LAS quieren creer» (Vanguardia
[Esp.] 6.7.94). No son correctos los usos ejemplificados a continuación, en los que la
forma la funciona como complemento indirecto: «Cuando abrió la Marcelina, LA
dijeron: ¿Vive aquí Marcelina Domínguez?» (JmnzLozano Grano [Esp. 1988]); «Yo
LA di un beso a Josefa» (Pombo Héroe [Esp. 1983]).
3. El laísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso
antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona, como el leísmo y el
loísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media (para las
razones de su aparición, → LEÍSMO, 3), pero no consiguió extenderse a la variedad del
castellano andaluz, por lo que no se trasladó al español atlántico (Canarias e
Hispanoamérica). El área propiamente laísta se circunscribe básicamente a la zona
central y noroccidental de Castilla. Aun así, por influencia de la norma culta estándar
(→ 2), es patente la voluntad de los hablantes cultos de esas zonas y, sobre todo, de los
escritores, de ajustarse al uso etimológico.
4. Hay ocasiones en que las incorrecciones o vacilaciones en el uso de los pronombres
átonos de tercera persona no se deben a la tendencia dialectal señalada en el párrafo
anterior, sino a la duda del hablante sobre el tipo de complemento —directo o
indirecto— que rigen algunos verbos. Así, hay verbos que, incluso en zonas en las que
los pronombres átonos distinguen funciones gramaticales, unas veces se construyen con
pronombres de complemento directo —lo(s), la(s)— y otras con pronombres de
complemento indirecto —le(s)—, dependiendo de distintos factores (→ LEÍSMO, 4a, b,
c y d); otros verbos están inmersos en un proceso de cambio de intransitivos (verbos que
nunca se construyen con complemento directo) a transitivos (verbos que exigen la
presencia de un complemento directo), y viceversa (→ LEÍSMO, 4e). Para resolver estos
casos, debe acudirse a las entradas correspondientes a cada uno de los verbos que
habitualmente plantean dudas. En cuanto a las oraciones impersonales con se seguido de
pronombre átono (Se le/la considera la mejor), → LEÍSMO, 4f. Para casos de laísmo con
semilocuciones verbales (echar un vistazo, prender fuego, etc.), → LOÍSMO, 5.
LEÍSMO. 1. Es el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de
lo (para el masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el
femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa
función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS, 1).
2. Los pronombres le, les proceden, respectivamente, de las formas latinas de dativo
illi, illis. El dativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el
complemento indirecto. Por ello, la norma culta del español estándar establece el uso de
estas formas para ejercer dicha función, independientemente del género del sustantivo al
que se refiere el pronombre: «Conocí a un cirujano plástico a quien LE conté mi
problema» (Tiempo [Col.] 1.12.87); «Yo nunca LE conté a mi madre que había visto
agonizando [...] al hijo del Ferroviario» (Asenjo Días [Esp. 1982]); «Al despedirlos LES
di veinte pesos» (Ibargüengoitia Crímenes [Méx. 1979]). Por tanto, son casos de leísmo
usos como los siguientes, en los que le funciona como complemento directo: «Era
Huayna Cápac, según dicen muchos indios que LE vieron y conocieron, de no muy gran
cuerpo» (Salvador Ecuador [Ec. 1994]); «Los romanos [...] solían cocinarLE [el cerdo]
entero» (VV. AA. Matanza [Esp. 1982]). Debido a su extensión entre hablantes cultos y
escritores de prestigio, se admite el uso de le en lugar de lo en función de complemento
directo cuando el referente es una persona de sexo masculino: «Tu padre no era feliz.
[...] Nunca LE vi alegre» (TBallester Filomeno [Esp. 1988]). Sin embargo, el uso de les
por los cuando el referente es plural, aunque no carece de ejemplos literarios, no está tan
extendido como cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla
culta: «Casi nunca LES vi con chicas» (Vistazo [Ec.] 3.4.97). El leísmo no se admite de
ningún modo en la norma culta cuando el referente es inanimado: El libro que me
prestaste LE leí de un tirón; Los informes me LES mandas cuando puedas. Y tampoco
se admite, en general, cuando el referente es una mujer: LE consideran estúpida,
aunque existen algunos casos en que el leísmo femenino de persona no se considera
incorrecto (→ 4f y g).
3. El leísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso
antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona (→ LAÍSMO y LOÍSMO),
surge en Castilla durante la Edad Media. Todos estos fenómenos parecen deberse al
nacimiento, en época temprana de la evolución del castellano, de una tendencia que, a
diferencia de lo que ocurría en latín, en lugar de distinguir funciones gramaticales a
través de las distintas formas pronominales —le(s) para el complemento indirecto y
lo(s), la(s) para el complemento directo—, tiende a diferenciar entre masculino y
femenino, por un lado, y entre persona y cosa por otro; también influye en muchos casos
la condición de contable o no contable del referente. Muy a grandes rasgos, la
distribución, en este nuevo sistema, sería la siguiente: le(s) para el masculino de
persona; lo(s) para el masculino de cosa, y la(s) para el femenino de persona y de cosa.
El leísmo se documenta desde los primeros textos medievales castellanos. No obstante,
en el siglo XIII, época de la reconquista de casi toda Andalucía, este fenómeno no se
hallaba lo suficientemente extendido como para instalarse en la norma andaluza y, por
consiguiente, tampoco caló en el español atlántico (Canarias e Hispanoamérica). Así
pues, y en líneas muy generales, suelen distinguirse dos zonas: una marcadamente leísta,
que abarca el área central y noroccidental de Castilla —junto con focos aislados en
ciertos países hispanoamericanos— y otra no leísta, que abarca la mayor parte del
mundo hispánico.
4. El panorama, sin embargo, dista mucho de ser sencillo. Por una parte, el leísmo no
es un fenómeno que se dé uniformemente en las zonas consideradas leístas; por otra, en
las zonas no leístas se documentan casos de leísmo, algunos solo aparentes, explicables
por distintas razones:
a) Los verbos llamados de «afección psíquica» —los que designan procesos que
afectan al ánimo o producen acciones o reacciones emotivas, como afectar, asustar,
asombrar, convencer, divertir, impresionar, molestar, ofender, perjudicar, preocupar,
etc.—, dependiendo de distintos factores, admiten el uso de los pronombres de acusativo
—lo(s), la(s)— y de los pronombres de dativo —le(s)—. La elección de unos u otros
depende básicamente de si el sujeto es o no agente activo de la acción y del grado de
voluntariedad que tiene o se le atribuye con respecto a la acción designada por el verbo:
si el sujeto es animado y se concibe como agente de la acción, el complemento verbal
suele considerarse directo y se usan los pronombres de acusativo (A mi madre LA
asombro cuando como mucho); si el sujeto es inanimado o es una oración y, por tanto,
no puede ser concebido como agente directo de la acción, el complemento se considera
indirecto y se usan los pronombres de dativo (A mi madre LE asombra mi apetito). Por
otro lado, con sujetos animados puede darse también esta alternancia, dependiendo de si
la acción denotada por el verbo es realizada voluntariamente o no por el sujeto: Su
padre, que se había disfrazado, LO asustó (le dio un susto a propósito) / Su padre, que se
había disfrazado, LE asustó (el susto es involuntario; lo causa el hecho de ir disfrazado).
Con sujetos no animados influyen también otros factores; por ejemplo, cuando el sujeto
va antepuesto, es más frecuente el uso del pronombre de complemento directo (Mi
actitud LO decepcionó), mientras que, cuando el sujeto va pospuesto, es más frecuente el
uso del pronombre de complemento indirecto (Nunca LE decepciona mi actitud). La
distribución antes señalada se documenta en zonas no leístas tanto españolas como
americanas: «Su hermano LO escandalizó» (Alviz Son [Esp. 1982]); «A mi madre LE
escandalizaba que dijera aquellas blasfemias» (Asenjo Días [Esp. 1982]); «Agarra a
una mujer que baila, LA asusta y luego se revuelca con el pintor encima de la barra del
bar» (Paranaguá Ripstein [Méx. 1997]); «De pronto LE asustó morir» (Pitol Juegos
[Méx. 1982]). En el Perú y en los países del Cono Sur se usan de modo casi exclusivo
con estos verbos las formas propias del complemento directo: «La entrevista LO
disgustaba» (VLlosa Ciudad [Perú 1962]); «Ese pensamiento LO preocupa» (Guido
Incendio [Arg. 1964]); «A Max siempre
(Contreras Nadador [Chile 1995]).
LO
asombraban estas pequeñas cosmogonías»
b) Los llamados «verbos de influencia» —los que expresan acciones que tienen como
objetivo influir en una persona para que realice una determinada acción, como autorizar,
ordenar, invitar (‘animar’), permitir, exhortar, etc.—, forman parte de la siguiente
estructura: «verbo de influencia + complemento de persona + verbo subordinado, en
infinitivo o precedido de que, o un nombre de acción»: Le ordené ejecutar la sentencia /
Le ordené que ejecutara la sentencia / Le ordené la ejecución de la sentencia. El
complemento de persona es indirecto con los verbos permitir, prohibir, proponer,
impedir, mandar y ordenar: «Esa experiencia LE permitió vivir a su manera» (Alberto
Eternidad [Cuba 1992]); «LE prohibió salir de la capital hasta nueva orden» (Tribuna
[Hond.] 18.6.97); «LE propuso hacer un viaje a la costa» (Landero Juegos [Esp. 1989]);
«La penumbra LE impide ver con claridad» (Schmidhuber Ventana [Méx. 1985]);
«Quién LE manda soltar pendejadas» (Medina Cosas [Méx. 1990]); «La Policía LES
ordenó que no lo hicieran» (Clarín [Arg.] 18.4.97). Por el contrario, el complemento de
persona es directo con los verbos de influencia que llevan, además, un complemento de
régimen, esto es, un complemento precedido de preposición, como obligar A, invitar A,
convencer DE, incitar A, animar A, forzar A, autorizar A, etc.: «Una barrera LOS obligó a
desviarse» (Fuentes Cristóbal [Méx. 1987]); «LA convenció de que vendiera un anillo
de brillantes» (Allende Casa [Chile 1982]); «Ella LO incitó a seguirla» (Martini
Fantasma [Arg. 1986]).
Los verbos hacer y dejar, cuando tienen sentido causativo, esto es, cuando significan,
respectivamente, ‘obligar’ y ‘permitir’, siguen la misma estructura que los verbos de
influencia: «verbo causativo + complemento de persona + verbo subordinado». Tanto
hacer como dejar tienden a construirse con complemento directo si el verbo
subordinado es intransitivo: «Él LA hizo bajar a su estudio y le mostró el cuadro»
(Aguilera Caricia [Méx. 1983]); «LO dejé hablar» (Azuela Tamaño [Méx. 1973]); y
tienden a construirse con complemento indirecto cuando el segundo verbo es transitivo:
«Alguien lo ayudó a incorporarse, lo estimuló y hasta LE hizo tomar café» (JmnzEmán
Tramas [Ven. 1991]); «El alcaide de la cárcel LE dejaba tocar el banjo todas las
mañanas» (Cela Cristo [Esp. 1988]).
c) Cuando los «verbos de percepción» ver y oír se construyen con un complemento de
persona y una oración de infinitivo en función de complemento predicativo, el
complemento de persona es directo: «LO vimos subirse a un taxi» (Marías Corazón
[Esp. 1992]); «Nadie LA oyó gritar» (Santiago Sueño [P. Rico 1996]); «LA vi besarlo»
(Rossi María [C. Rica 1985]). No obstante, cuando el infinitivo es un verbo transitivo
que lleva a su vez un complemento directo, no es raro usar los pronombres de dativo le,
les para representar el complemento de persona: «Yo también LE oí decir eso» (Rulfo
Páramo [Méx. 1955-80]); «Una vez LE vi servir una ensalada» (Puig Beso [Arg. 1976]).
En estos casos, el complemento de persona presenta rasgos de complemento indirecto,
como su conversión en se ante el pronombre que representa el complemento directo del
infinitivo (→ se, 1a): Vi a Pedro guardar el informe > SE LO vi guardar; Oí a María
cantar una canción > SE LA oí cantar. Sin embargo, cuando el complemento directo del
infinitivo es una persona, el complemento de persona del verbo principal no admite ser
representado por se: Vi a Pedro abrazar a su padre > *SE LO vi abrazar; Oí a María
insultar a su vecina > *SE LA oí insultar.
d) Hay verbos que se construyen con complemento directo de cosa e indirecto de
persona: El camarero sirvió la cerveza a Pedro; Robaron el bolso a María; El
atracador pegó una paliza a la dependienta; El acusado escribió una carta al juez; El
médico curó la herida al torero, etc. Con muchos de estos verbos es frecuente omitir el
complemento directo por estar implícito o sobrentendido. Cuando esto ocurre, el
complemento de persona, antes indirecto, pasa a funcionar como complemento directo si
es posible la transformación en pasiva y el enunciado pasivo mantiene el mismo
significado que el activo: El médico curó al torero / El médico LO curó (admite la pasiva
sin cambio de significado: El torero fue curado por el médico). Si no es posible la
pasiva, o si el enunciado pasivo implica un cambio de sentido con respecto a la oración
activa, el complemento de persona sigue funcionando como complemento indirecto:
Escribí a mi hija / LE escribí (ya que no es posible la pasiva *Mi hija fue escrita por
mí); Abrió a su vecino / LE abrió (no es posible la pasiva *Su vecino fue abierto sin que
implique un cambio de sentido).
g) Otro caso de leísmo generalizado en todo el mundo hispánico es el llamado «leísmo
de cortesía». Se trata del uso de le(s) en función de complemento directo cuando el
referente es un interlocutor al que se trata de usted. Este leísmo se justifica por el deseo
de evitar la ambigüedad de sentido que acarrearía el uso de los pronombres de acusativo
lo(s), la(s), ya que estos podrían referirse tanto a un interlocutor presente como a una
tercera persona no partícipe en la conversación: «Ande, y discúlpelo [a él], que yo en
seguida LE acompaño [a usted]» (MDíez Expediente [Esp. 1992]); «Que Dios LE
acompañe y LE proteja. Yo aquí LE espero» (Chao Altos [Méx. 1991]); «¿Quiere que LE
acompañe? [Dirigido a una mujer]» (Rossetti Alevosías [Esp. 1991]). No obstante,
también se documentan ejemplos en los que no se da este tipo de leísmo, especialmente
en el Perú y los países del Cono Sur: «LO acompaño, sargento» (Scorza Tumba [Perú
1988]). Aunque el «leísmo de cortesía» no está tan generalizado cuando el interlocutor
es femenino, debe considerarse aceptable, especialmente en fórmulas fijas de saludo o
despedida del tipo LE saluda atentamente y similares.
LOÍSMO. 1. Es el uso impropio de lo(s) en función de complemento indirecto masculino
(de persona o de cosa) o neutro (cuando el antecedente es un pronombre neutro o toda
una oración), en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente
ejercer esa función (→ PRONOMBRES PERSONALES ÁTONOS, 1).
2. El pronombre lo procede de las formas latinas de acusativo singular illum
(masculino) e illud (neutro), y los, de la forma de acusativo masculino plural illos. El
acusativo es el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento
directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de estas formas
para desempeñar dicha función: «Me LO encontré en la calle. Estaba muy contento»
(Parra Tristán [Chile 1994]); «Esto Manuel LO comprendió muy bien» (Gironella
Hombres [Esp. 1986]); «Yo LOS estrecho contra mi corazón y deseo se den cuenta de
cuánto LOS amo» (Posse Pasión [Arg. 1995]). No son aceptables en la norma culta usos
como los ejemplificados a continuación, en los que lo(s) funciona como complemento
indirecto: «¿Tu identificación?, me dijo; y LO di mi acta de nacimiento» (Excélsior
[Méx.] 8.6.96); LOS dije que no se movieran de aquí.
3. El loísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso
antietimológico de los pronombres átonos de tercera persona, como el laísmo y el
leísmo, comienza a fraguarse en la Castilla primitiva durante la Edad Media. Para las
razones de su aparición, → LEÍSMO, 3. La incidencia del loísmo ha sido siempre muy
escasa en la lengua escrita, especialmente en singular, y solo se documenta hoy en textos
de marcado carácter dialectal. La marginación de este fenómeno dentro de la propia
norma peninsular de España hizo que no se instalase en el español atlántico (Canarias e
Hispanoamérica).
4. 5. Se aprecian usos loístas (y laístas) más frecuentes, incluso entre hablantes de
cierta cultura, con verbos que se construyen con un sustantivo en función de
complemento directo y que se comportan como semilocuciones verbales. Son casos del
tipo de echar un vistazo, prender fuego, sacar brillo, etc. La secuencia formada por el
verbo más el complemento directo puede ser sustituida normalmente por un verbo
simple de significado equivalente, que lleva como complemento directo el elemento que
funciona como indirecto en la semilocución: echar un vistazo [a algo (c. i.)] = mirar u
ojear [algo (c. d.)]; prender fuego [a algo (c. i.)] = quemar [algo (c. d.)]; ello explica
estos casos de loísmo que, no obstante, deben evitarse: Acabo de terminar el trabajo,
échaLO un vistazo si puedes; Una vez recuperados los informes, LOS prendieron fuego;
debió decirse échaLE un vistazo y LES prendieron fuego. No deben confundirse estos
casos con los de verdaderas locuciones verbales formadas por un verbo y un sustantivo,
como hacer añicos o hacer polvo, cuyo complemento sí es directo: Tiró el jarrón y LO
hizo añicos; La noticia de la muerte de Pedro LOS ha hecho polvo.
PRONOMBRES PERSONALES TÓNICOS. 1. Formas. Los pronombres personales
tónicos son aquellos que pueden funcionar como sujeto (TÚ sabrás), como atributo (Los
culpables son ELLOS) o como término de preposición (Mi hermano vendrá con
NOSOTROS). A continuación se ofrece un cuadro con sus formas:
FORMAS DE LOS PRONOMBRES PERSONALES TÓNICOS
PERSONA GRAMATICAL
1.ª pers.
2.ª pers.
sujeto
atributo
término
preposición
sujeto
atributo
SINGULAR
o
de
o
PLURAL
yo
nosotros/as
mí (conmigo)
tú, vos*
vosotros/as*
término
preposición
sujeto
atributo
mas
o c.
sujeto
3.ª
pers.
de
término de
preposición
fem.
neut
ro
mas
c.
fem.
ti (contigo), vos*
él
ellos
ella
ellas
ello
—
él
ella
neutro ello
de
término
preposición
exclusivamente
reflexivo
usted**
usted**
ellos
ustedes**
ustedes**
ellas
—
sí (consigo)
** Aunque el pronombre usted se refiere siempre al interlocutor (2.ª persona), a efectos gramaticales funciona como
un pronombre de 3.ª persona.
Salvo la primera y la segunda persona del singular (yo, tú/vos, mí, ti) y la forma usted
(pl. ustedes), todos los pronombres personales tónicos tienen variación de género. La
tercera persona del singular cuenta con la forma neutra ello, de uso muy restringido en
español (→ ello). Solo la tercera persona posee una forma específica con sentido
exclusivamente reflexivo, sí (→ 3 y sí, 3), invariable en género y número. Cuando la
preposición que precede a mí, ti, sí es con, deben emplearse las amalgamas conmigo,
contigo y consigo, de manera que no son correctas las secuencias con mí, con ti,
con sí. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la preposición entre (→ entre, 1) y la
preposición según (con el sentido de ‘en [mi, tu, su, etc.] opinión’) seleccionan las
formas pronominales de sujeto, y no las de término de preposición: «Lo que hablemos
será entre TÚ y YO» (Bain Dolor [Col. 1993]); «En fin, que según TÚ, caso concluido»
(José Keaton [Esp. 1991]). Para las cuestiones relacionadas con cada pronombre, → yo,
tú, vos, usted, etc.
2. Aparición u omisión del pronombre sujeto. El español es una lengua de sujeto no
obligatorio (Vino y nos dijo que no saliéramos a la calle). Esto no significa, sin
embargo, que la aparición o elisión del pronombre de sujeto sea aleatoria o indiferente.
Por el contrario, es fácil reparar en que la aparición de sujetos pronominales explícitos
es a veces anómala, mientras que, en otros casos, su presencia es posible o resulta
imprescindible.
a) Cuando las formas de tercera persona él, ella, ellos, ellas funcionan como sujeto,
solo pueden referirse a personas; por ello, cuando se hace referencia a cosas, en español
no se emplea ningún pronombre personal explícito: He leído tus últimos informes.
Enhorabuena: son claros y ofrecen numerosos datos (no *ELLOS son claros y ofrecen...);
así, en «La decisión de la entrega la señalan las Farc, lo mismo que el sitio en que
ELLA se produzca» (Tiempo [Col.] 24.9.96), debió omitirse el pronombre ella o
sustituirse por el demostrativo esta. No obstante, en ocasiones, el sujeto de cosa va
modificado por un adjetivo, una aposición o una oración que posibilitan que el
pronombre sujeto se haga explícito: Compramos un sofá enorme: ocupaba ÉL SOLITO
toda la habitación.
b) El pronombre sujeto se hace explícito con finalidad contrastiva o cuando es el foco
de la oración, caso en el que aparece normalmente detrás del verbo: «YO [y no tú u otra
persona] creo que en eso estuvo mal» (Giardinelli Oficio [Arg. 1991] 162); «Sé que ha
sido ÉL porque tenemos una contraseña» (Tomeo Mirada [Esp. 2003]).
c) También se hace explícito a menudo el pronombre sujeto para deshacer
ambigüedades provocadas por la indistinción de las desinencias verbales en algunos
tiempos. Así, las desinencias de la primera y la tercera persona del singular coinciden en
el pretérito imperfecto o copretérito y en el condicional o pospretérito, además de
coincidir en todos los tiempos del subjuntivo, lo que propicia la aparición de las formas
yo y él (o ella): «Mal podía ELLA preconizar una huelga de hambre teniendo el
estómago lleno»
d) En muchas ocasiones, las formas de los pronombres con variación de género
aparecen para hacer explícito el sexo del referente: «Un futuro esperanzado requiere
cultivar el acuerdo, la reciprocidad, también entre NOSOTRAS y ELLOS» (Alborch Malas
[Esp. 2002]).
e) El pronombre usted (→ usted), por su parte, aparece con mucha frecuencia para
reforzar la cortesía o deshacer la posible ambigüedad con respecto a un referente de
tercera persona: «Debe USTED partir a París en seguida» (Mujica Escarabajo [Arg.
1982]).
3. Formas reflexivas. Un pronombre tiene sentido reflexivo cuando su antecedente es
el sujeto (tácito o expreso) de la oración en que aparece: La atraje hacia MÍ con
suavidad; Tú solo piensas en TI mismo; o bien el sujeto de una paráfrasis implícita en la
secuencia en que aparece: La confianza en TI mismo [= tú confías en ti mismo] fue la
clave de tu triunfo. Para la primera y la segunda persona no existen formas
pronominales tónicas específicamente reflexivas, sino que, como ilustran los ejemplos
anteriores, estas son las mismas que se emplean en cualquier complemento
preposicional: mí, ti, vos, nosotros/as, vosotros/as. Solo la tercera persona posee una
forma tónica específicamente reflexiva, el pronombre sí (→ sí, 3), invariable en género
y número: «Vladimir creyó tener ante SÍ al psiquiatra del lugar» (Ponte Contrabando
[Cuba 2002]); «Tiene usted un bajo concepto de SÍ mismo» (Collyer Pájaros [Chile
1995]); «Aquellas flores le devolvieron [...] la confianza en SÍ misma» (Ferré Batalla [P.
Rico 1993]); «Su dogma les permite [...] decidir, por SÍ mismos, la suerte de quienes les
rodean» (Volpi Klingsor [Méx. 1999]). Como se ve en varios de los ejemplos citados,
junto a las formas pronominales con sentido reflexivo aparece frecuentemente el
adjetivo mismo, como refuerzo, a veces opcional, a veces obligatorio (→ mismo, 2). No
es infrecuente que aparezcan usadas con valor reflexivo las otras formas tónicas de
tercera persona (él, ella, ellos, ellas, usted, ustedes), especialmente si hacen inequívoco
este valor mediante el refuerzo mismo: «La candidata lució guapa y segura de ELLA
misma» (Prensa [Hond.] 31.1.97); «Póngase a pensar en USTED mismo y se dará cuenta
de qué cantidad enorme de mensajes rigen su vida» (Antognazza Vida [Arg. 1993]);
«Sánchez empezó a maldecir, como hablando con ÉL mismo, en palabras de grueso
calibre» (Tiempo [Col.] 13.9.96); no obstante, en el habla esmerada se recomienda
emplear, en estos casos, la forma propiamente reflexiva: La candidata lució guapa y
segura de SÍ misma; Póngase a pensar en SÍ mismo; Sánchez empezó a maldecir, como
hablando CONSIGO mismo.
Cuadro sintetizador
Ortografía de las formas verbales
con enclíticos
Forma imperativa más enclítico
Dejémonos (*dejémonos)
Forma imperativa + dos enclíticos
Pongámoselo (*Pongamósselo)
Dígannos (no díganos)
No se traslada la N de una forma Siéntense (*siéntense)
verbal terminada en N
Pérdida de D final en forma imperativa Estaos (*estados)
segunda persona del plural
Excepción: Idos
Presente más enclítico segunda suplicamoos (*suplicamosos)
persona del plural
Colocación del clítico respecto del
verbo
Se anteponen a la forma del indicativo Lo escribimos
Se posponen en indicativo en textos Díjome.
literarios
Se anteponen a las formas del Me pide que lo consiga
subjuntivo
Ojalá lo consiga.
Se posponen a formas del imperativo y Hazlo.
subjuntivo exhortativo.
Se posponen a las formas simples de No lo conseguirás regañándome.
infinitivo y de gerundio.
Quiero seguirlo
Si el gerundio o el infinitivo conforman Se lo siguió explicando.
una perífrasis verbal, van antepuestos Siguió explicándoselo.
o pospuestos.
Quiero verlo.
Lo quiero ver.
En perífrasis impersonales, no se Hay que pedírselo.
puede anteponer.
Si el verboide es el sujeto pospuesto Conviene pedirlo.
de verbos como parecer, convenir,
etc., el clítico va pospuesto.
Los pronombres átonos se anteponen Lo había llamado antes.
al auxiliar en las formas compuestas
del indicativo y del subjuntivo.
El clítico se pospone a los gerundios e Habiéndolo visto, me di cuenta de
infinitivos compuestos
cómo había envejecido.
Orden de las secuencias del clítico
Los pronombres de segunda persona se te la llevó.
preceden a los de primera y estos a los Te me la llevaste.
de tercera. La forma se precede a
todas.
Duplicación de complementos
La duplicación del OI siempre es
posible y en algunos casos obligatoria.
La duplicación del OI o del OD es
obligatoria cuando el complemento
tónico es un pronombre.
La duplicación también es obligatoria
cuando el complemento tónico no es
pronombre personal y está antepuesto
al verbo.
En el caso de que el compl. tónico
directo esté pospuesto al verbo, no
admite duplicación.
Sí es posible en el caso de que el
complemento tónico sea el indefinido
todo, uno, o un numeral sustantivado.
El hombre (le) habló a María.
A mí me dieron el premio.
A él lo vi.
La torta la llevo yo.
Al hombre lo vi ayer.
*Lo empujó el mueble.
*Lo vi al hombre.
Lo sé todo.
Si la vieran a una...
Las quiero a las dos.
o con valor enfático
Ya lo creo que va a llover.
Discordancias en el uso de los
clíticos
Sólo los verbos transitivos pueden ser
Este problema es fácil de resolver.
N de un MI de construcciones tales
*Los caminos de la vida son
como fácil de hacer. Por que admite
difíciles de andar.
pasivización y pronominalización: fácil
de hacerlo, fácil de ser hecho.
Errores de concordancia
 Le dijo a sus amigos.
 Cuántas veces quieren que se
los diga.
Otras consideraciones
Aparición indebida de personales *Tenía un tío al que había que cuidarlo
átonos en oraciones de relativo.
mucho.
No puede haber correferencia parcial
entre el clítico y el sujeto del verbo; por
ello no es posible una oración como
*NOS hice una cena riquísima (el
referente «yo» del sujeto es solo una
parte del referente «nosotros» del
complemento indirecto). Los referentes
han de ser, o bien totalmente distintos,
o bien totalmente coincidentes: OS hice
una cena riquísima (sujeto «yo» y
complemento indirecto «vosotros»);
NOS hicimos una cena riquísima (el
referente del sujeto y del complemento
indirecto es «nosotros»)
Los clíticos no pueden coordinarse *Los y te escuché
entre sí.
No se pueden usar dos verbos con un
solo clítico.
Uso correcto de complemento
directo o indirecto.
Los verbos de afección psíquica
(afectar, asustar, etc.) admiten usos de
pronombre acusativo o dativo según el
sujeto sea agente o no y del grado de
voluntariedad.
Con sujeto no animado influye la
ubicación
Verbos de influencia+compl. de
persona+verbo subordinado: uso de le.
verbo de infl+compl. de persona +CR:
uso de OD.
Verbos hacer y dejar con sentido
causativo+compl. de persona +verbo
subordinado intransitico: uso de OD.
Verbo hacer y dejar con sentido
causativo+verbo
subordinado
transitivo: uso de OI.
Verbo de percepción+compl. de
persona+compl.directo: uso de le.
*Los regué y aboné.
La asombro cuando como mucho.
A mi madre le asombra mi apetito.
Mi actitud lo decepcionó.
Le decepcionó mi actitud.
Le permitió vivir conmigo.
Lo obligó a comer.
Lo hizo subir a la terraza.
Le hizo tomar café.
Yo también le oí decir eso.