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En Memoria del Padre Alfonso Ruiz por su arduo trabajo en la elaboración de estas Regías Latinas. Y un agradecimiento especial a Noris Primera quien acompañó este arduo trabajo. Este libro es una traducción al castellano de Regles et Directoire Spirituel de La Congrégation de Jesús et Marie INTRODUCCIÓN Las Reglas constituyen uno de los textos más importantes dejados por San Juan Eudes a la Congregación de Jesús y María. Presentamos una traducción castellana en la que se han tenido en cuenta las traducciones de la Biblia de Jerusalén, la Biblia del Peregrino, la Biblia Latinoamericana. Sin embargo se ha tratado de permanecer fieles al sentido de la Vulgata, tal como San Juan Eudes la debió entender y a las traducciones, que él mismo en otros escritos, nos ha dejado. Puede ser de utilidad distinguir, en el texto de las reglas, los elementos que San Juan Eudes saca de la Vulgata y los que él mismo ha compuesto; éstos van en caracteres romanos y los otros en itálica, REGLAS DE LA CONGREGACIÓN DE JESÚS Y MARÍA "REGLAS LATINAS". Entregadas a todos los hijos de esta Congregación por Cristo Jesús y por María, Su Santísima Madre. ÍNDICE TEMÁTICO Pag. LA REGLA DEL SEÑOR JESÚS. Capítulo I: Fundamento de esta Congregación. Primera Sección: La Gracia Divina es el primer fundamento. Segunda Sección: La Cruz del Señor es el segundo fundamento. Tercera Sección: La Divina Voluntad es el tercer fundamento. Cuarta Sección: Una singular devoción a Jesús y María es el cuarto fundamento. Capítulo II: Obligaciones adquiridas por los hijos de esta Congregación en su calidad de Cristianos. Primera Sección: Obligación del Cristiano de renunciar a Satanás. Segunda Sección: El cristiano está urgido de renunciar a las obras de Satanás, es decir, a los pecados y a los vicios. Tercera Sección: El cristiano está urgido a renunciar al mundo y a sus obras. Cuarta Sección: El cristiano debe negarse asimismo. Capítulo III: Obligaciones de los miembros de esta congregación que en su calidad de cris tianos. Primera Sección: El cristiano debe adherirse a Cristo como un miembro a la cabeza. Segunda Sección: El Cristiano debe revestirse de Cristo y ser portados de su imagen. 11 12 13 14 15 16 16 17 19 21 22 22 23 Tercera Sección: El Cristiano debe per manecer en Cristo, y dar fruto en él. Cuarta Sección: El Cristiano debe vivir con Cristo, para Cristo, en Cristo, de Cristo y de la vida de Cristo. Quinta Sección: El Cristiano debe vivir de la vida de Cristo resucitado. Sexta Sección: El Cristiano debe vivir y actuar en el Espíritu de Cristo; y hacerlo todo en su Espíritu. Séptima Sección: El Cristiano debe vestirse del estilo y las virtudes de Cristo que vive en el cielo. 23 24 25 25 26 Capítulo IV: A qué están obligados los hijos de esta Congregación, como sacerdotes y clérigos. Primera Sección: Regla de los Superiores. Segunda Sección: Regla de los Misioneros. Tercera Sección: Regla de los Predicadores. Cuarta Sección: Regla de los Confesores. 30 32 34 35 36 CONCLUSIÓN De las Reglas del Señor Jesús. 38 LA REGLA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DEL REDENTOR. Capítulo I: Del temor de Dios. 40 Capítulo II: De la Esperanza y la Confianza en Dios. 43 Capítulo III: Imitación de la Santa Comunidad de Jesús, María y José. 44 Capítulo IV: Pobreza, Limpieza y Economía. 45 Capítulo V: La Sencillez. 47 Capítulo VI: La Sobriedad. 49 Capítulo VII: La Castidad. 50 Capítulo VIII: La Humildad. 52 Capítulo IX: La Obediencia. 54 Capítulo X: Deseo de ser corregido. 55 Capítulo XI: Buen uso de la lengua. 56 Capítulo XII: Tomar consejo en todo. 58 Capítulo XIII: La Caridad Fraterna. 60 Capítulo XIV: Paciencia y Mansedumbre. 63 Capítulo XV: Fidelidad en las cosas pequeñas y hacer el trabajo con cuidado. 66 CONCLUSIÓN De la Regla de la Santísima Virgen María Madre de Dios. 67 ÍNDICE ANALÍTICO. 68 LA REGLA DEL SEÑOR JESÚS Que expone los fundamentos de esta Congregación devoción hacia mí, el Soberano Sacerdote y hacia mi Santísima Madre, que es la Madre de los sacerdotes. Para que jamás pueda ser arrancada de estos fundamentos, conserven y observen las siguientes reglas. Capítulo I Fundamentos de esta Congregación Pr 1,8 Pr 4,20 Pr 4,4 Lc 11, 28 Jn 15, 9-10 Jn 13, 3 Sal 109, 4 Nm 18, 20 Hch 20, 28 Los llamados a esta Congregación que desean conseguir su fin, escuchen a Jesús, su fundador y superior, que les fija estas reglas y les habla así: Yo soy Jesús, Padre de ustedes; escuchen, hijos míos, la enseñanza de su Padre; pongan atención a mis palabras; abran sus corazones a los preceptos de mi amor. Bienaventurados los que escuchan mis palabras y las cumplen. Como mi Padre me amó y yo también los amo, permanezcan en mi amor. Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor: como Yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Mi Padre ha puesto todo en mis manos; pero me ha hecho un regalo especial: el clero y el sacerdocio real, cuando me dijo: Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec. Tal es mi destino privilegiado, parte preciosa y herencia amadísima. Así esta Congregación de Sacerdotes y Clérigos me pertenece a título particular. Yo la constituí a fin de promover, por los ejercicios de los Seminarios y de las Misiones, la salvación de los hombres que yo he adquirido con el precio de mi sangre. Quiero establecerla sobre cuatro fundamentos, para que permanezca siempre firme e inquebrantable. El primero es la Gracia divina; el segundo es mi Cruz; el tercero, la Divina Voluntad; el cuarto, una especial devoción hacia mí, el Soberano Sacerdote y hacia mi Santísima Madre, que es la Madre de los sacerdotes. Para que jamás pueda ser arrancada de estos fundamentos, conserven y observen las siguientes reglas. Primera Sección.La Gracia Divina es el primer fundamento 2 Co, 6,1 Hb 12, 15 2Co 1, 12 1Tm 4, 14 2 Tm 1,6 1 Co 4, 1 1P 4, 10 Si 21, 2-4 Sal 118, 163 Jb 9, 28 Qo 12, 14 Sal 74, 3 Pongan atención para no recibir en vano la Divina Gracia, y que ninguno de ustedes la pierda: sino que siempre permanezca y reine en ustedes; para que no se entretengan en este mundo en una sabiduría camal, sino en la Gracia de Dios. No sean 'negligentes con la gracia que les ha sido dada por la imposición de las manos del presbiterio: al contrarío, reanímenla en ustedes y en los otros. Que cada cual ponga al servicio de los demás la gracia que ha recibido, como buenos administradores de las diversas gracias de Dios. Ahora bien para que permanezca en ustedes la gracia de Dios, huyan del pecado como de una serpiente venenosa: sus dientes son como de león, que quitan la vida a los hombres. Toda iniquidad es como espada de dos filos, no hay remedio para su herida. En cosas que ofenden a Dios no las consideren como pequeñas o leves; una sola cosa es mala, y témanla como tal y es ofender al Señor de los cielos así sea en algo mínimo. Tengan odio y abominen toda iniquidad, teman y huyan de los pecados, ofensas y negligencias; pongan atención a todas sus obras, conscientes de que yo no me enredo con el pecador. Todo lo que hagan bueno o malo yo lo he de juzgar. En el momento en que decida yo mismo juzgaré con rectitud. Col 1,22 Las cosas que no me agradan, que también les desagraden a ustedes; para quesean santos, inmaculados e irreprensibles ante mí. Segunda Sección.La Cruz del Señor es el segundo fundamento Ap 3, 19 Heb 12, 7-8 Tb 12, 13 Jdt 8, 23 2 Tm 3, 12 Lc 9, 23 Mt 10, 38 Gal 6, 14 Hch 4, 12 Jn 1, 2 1P 4, 13 1P 2, 21 Heb 12, 3 1P 5, 6 Rm 8, 28 Si 39, 32 Yo, a los que amo, los reprendo y corrijo. ¿Y qué hijo hay a quien su padre no corrige? Más si a ustedes no les llega la corrección que a todos alcanza, es señal de que son bastardos y no hijos. Todo hombre agradable a Dios debe someterse a la prueba. Por eso todos los que agradaron a Dios, fueron fieles a pesar de muchas tribulaciones. Y todos los que quieren vivir piadosamente en mí, tendrán que padecer persecuciones. Por lo tanto si alguien quiere venir en mi seguimiento, que se renuncie a sí mismo, tome su cruz cada día y venga. Quien no toma su cruz para seguirme, no es digno de mí. Absténganse pues de gloriarse, queridísimos, si no es en la Cruz del Señor y Redentor de todos ustedes, en la que está la salvación, la vida y la resurrección. Miren como una gran causa de júbilo las diversas aflicciones que les sobrevengan: y alégrense de participar en mi pasión. Para esto han sido llamados; y yo padecí por ustedes, dándoles ejemplo, para que ustedes sigan mis huellas. En toda tribulación y angustia piensen en aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores; y marchen tras sus huellas de paciencia, humildad y caridad. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que llegada la ocasión les ensalce: pues, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para el bien de los Jn 15, 20 Jn 15, 18-19 Jn 15, 20 Jn 16, 20 Jn 16, 22 que lo aman; en cambio para el impío y el pecador todo se les trasforma en mal. Acuérdense de mis palabras, las que yo mismo les dije: No es el siervo mayor que su señor. Si los odia el mundo, sepan que a mí me odió primero. Si fueran del mundo, el mundo ama lo que es suyo: pero como en verdad ustedes no son del mundo, sino que yo los elegí, por eso el mundo los odia. Porque si a mí me persiguió también a ustedes los persigue; porque si atendieran a mis palabras, también atenderían a las de ustedes. En verdad, en verdad les digo que llorarán y se lamentarán, y el mundo se alegrará. Estarán tristes ustedes, pero su tristeza se convertirá en gozo y se alegrará su corazón y su alegría nadie se la podrá quitar. Tercera Sección.La Divina Voluntad es el tercer fundamento Lc 10, 42 2M 1, 3 Col 1, 10 Jn 6, 38 Si 18, 30 Hb 13, 21 En realidad una sola cosa es necesaria, y esto lo deben gravar profundamente en medio de su corazón: de tal modo que dondequiera y en todo, habiendo renunciado su voluntad propia, procuren conocer y obrar la voluntad de Dios con corazón generoso y ánimo esforzado; para que anden de manera digna de la Voluntad divina agradándole en todo. Conserven esto en sus corazones, que bajé del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de quien me envió. Apártense, pues, de hacer su voluntad y cumplan SUMO en todo la Voluntad de Dios: y así actúen ustedes según su Corazón. Cuarta Sección. Una singular devoción a Jesús y María es el cuarto fundamento Mt 11, 27 1 Co 3, 22 Jn 19, 27 Lc 2, 51 Is 51, 1 El Padre me lo ha dado todo; pues, todo lo mío es de ustedes. También aquella que el Padre me dio por Madre, también yo se la doy para que sea la Madre de todos ustedes. Hónrenla, ámenla, obedézcanle, sométanse a Ella. Yo también me sometía Ella. Prestadme oído, miren la roca de donde han sido tallados, la cantera de donde los extrajeron. Atiendan a Jesús, su Padre: y a María, madre de todos ustedes. Contemplen su vida, imiten su modo de actuar; procuren mostrarse hijos dignos de un tal Padre y de una Madre semejante. Capítulo II Obligaciones adquiridas por los hijos de esta Congregación en su candad de Cristianos Jc 1, 18 Tt 3, 5 Is 46, 3 Sal 118, 11 Jn 20, 17 Ef 1, 4 Lc 1, 74-75 Nm 20, 17 Rm 6, 3 Sal 49, 14 Ap 19, 11 Hb 10, 23 Oigan Hijos, oigan a su Padre que voluntariamente los engendró por la palabra de la Verdad en el baño del nuevo Nacimiento: óiganme, ustedes que son llevados en mi seno, ustedes que toman de mí la Vida: guarden en sus corazones mis palabras para que no pequen en mi contra. Entiendan y sepan esto, que mi Padre y su Padre, el Dios mío y suyo tos eligió en mí, antes de la creación del mundo, para que sean santos e inmaculados en su presencia, en caridad: y para que sin temor, liberados de sus enemigos le sirvan, con santidad y justicia, todos sus días. He aquí el camino de la justicia, y de la santidad: caminen por ahí y no tuerzan, ni a la derecha ni a la izquierda. Los que en mí fueron bautizados prometieron al Altísimo y se comprometieron a renunciar a Satanás, a sus pompas y a sus obras. Cumplan, pues, sus compromisos con el Señor: y El, que es fiel y veraz, cumplirá lo que les prometió. Primera Sección.Obligación del Cristiano de renunciar a Satanás Jc 4, 7-8 Jb 7, 1 2Tm 2, 3 Ef 6, 10-11 Ef 6, 13 Resistan al diablo y el huirá de ustedes; acérquense a Dios y El se aproximará a ustedes. La vida del Cristiano en este mundo es un combate. Sean, pues, buenos soldados de su Rey; vigoricen su vida en Mí, en mi fuerza inquebrantable. Revístanse de la armadura de Dios, para que puedan contrarrestar las Ef 6, 14-18 Ap 3, 42 Ap 3, 21 asechanzas del diablo y resistir en los días malos, y sean perfectos en todo. Manténganse de pie, ceñida la cintura de la verdad, revestidos con la coraza de la justicia y de la caridad; y calzados con el celo para proclamar el Evangelio de la paz; provistos siempre del escudo de la paz que permite detener todas las insidias del Demonio; por casco lleven la esperanza de la Salvación y por espada el Espíritu, que es el Verbo de Dios; a través de oración y súplica perenne, en espíritu: estén atentos siempre sin cansancio. El vencedor, llevará grabado sobre sí mi nombre nuevo; y se sentará conmigo en mi trono; como yo que vencí y me siento con mi Padre, en su trono. Segunda Sección,El Cristiano está urgido a renunciar a las obras de Satanás, es decir, a los pecados y a los vicios Ga 5, 24 Si 10, 15 Si 10, 7 Mt 5, 20 Mt 6, 1 Ga 5, 26 Sal 130, 1 Ga 6, 3 Mt 5, 34-35 Mt 5, 37 Los que me pertenecen, crucificaron su carne con sus vicios y sus malas tendencias. Principio de todo pecado es la soberbia, la cual repugna a Dios y a los hombres. Por lo tanto les digo, que si su justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos. Eviten, pues, ser justos ante los hombres, para que los admiren. No busquen la vanagloria, compitiendo los unos con los otros, o teniéndose envidia mutuamente. No exalten su corazón, ni caminen en grandezas, ni en acciones que los sobrepasen. En efecto si alguien se estima como una gran cosa, se seduce a sí mismo, porque no es nada. Les digo que nunca juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento. Sea su discurso: sí y no. Lo que sobrepasa esto viene del maligno. Mt 5, 22 Jb 5, 2 Pr 18, 14 Si 27, 33 Jc 1, 19-20 Ef 4, 25 2Tm 2, 14 Jn 8, 44 Col 3, 9 Ef 4, 25 Pr 12, 22 Pr 19, 29 Pr 3, 32-34 Lc 6, 37 Si 11, 7 Ef, 5, 3-4 2Tm 2, 16 Ef 4, 29 Todo aquel que se enoja contra su hermano, merece juicio. El que llamare insensato a su hermano se hace reo del fuego del infierno. Es un tonto mayúsculo el que se deja llevar por la ira: e inmaduro el que se deja llevar por la envidia. ¿Quién puede soportar al hombre fácil de enojarse? La irá y el furor son igualmente execrables. Sean lentos para entrar en cólera; la ira del hombre no cumple la justicia de Dios. Procuren que nunca se oculte el sol mientras estén llenos de cólera. No discutan con palabras airadas; no sirve para nada, a no ser para disgusto de los que los oyen. No olviden que los mentirosos son hijos del diablo. No tienen por qué mentirse los unos a los otros; al contrario, rechazando la mentira, digan la verdad con su prójimo; porque ustedes son miembros los unos con los otros. Labios mentirosos me causan horror; en cambio los que actúan con fidelidad me agradan. Sepan que el castigo está listo para los arrogantes y los látigos para la espalda del necio. Los burlones me inspiran disgusto; y yo mismo me burlaré de los bufones y a los humildes les daré mi gracia. No juzguen y no serán juzgados: no condenen y no serán tratados de la misma manera. Y antes de recriminar, infórmense; reflexiona primero y censura después. La fornicación, y toda impureza o codicia, o groserías, necedades o las chocarrerías, que no están bien, ni se mencionen entre ustedes, como conviene a los santos, Eviten las palabrerías profanas y toda palabra vana, ninguna palabra mala salga de sus labios. Que su conversación sea siempre bienhechora y edificante que haga crecer la gracia entre los que la escuchen. Tt 2, 12 2Tm 2, 22 1Ts 4, 11 Sal 118, 37 2Co 4, 18 Si 10, 9-10 Hb 13, 5 1Tm 6, 7 1Tm 6, 9-10 1Tm 6, 11 Si 33, 39 Pr 31, 27 Lc 21, 36 Ef 5, 16 Huyan de los antojos mundanos y juveniles y no envidien nada de lo que es ajeno. Cierren sus ojos a toda vanidad, ni se complazcan en lo que ven, sino en lo que no se ve. En efecto, lo que se ve son cosas temporales; las eternas son las que no se ven. Nada hay más detestable que el avaro; y nada más odioso que amar el dinero. Por tanto vivan sin avaricia, contentos con el pan de cada día: pues yo no los dejaré en el abandono. Gran riqueza es una vida piadosa y austera; nada trajeron a este mundo, sin duda que nada se llevarán consigo al final. Los que quieren ser ricos, caen en la tentación, en los lazos del demonio, y en muchos deseos inútiles y dañinos que sumergen al hombre en la ruina y la perdición. La raíz de todos los males es, en efecto, la concupiscencia. Ustedes huyan de ella; sigan en cambio a la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. Muchos males nacen de la ociosidad; por eso rechácenla, y cuidado con comer el pan del ocioso; estén atentos, trabajen, y oren continuamente redimiendo y conservando el tiempo, porque los días son malos. Si 4, 23 2Ts 3, 6 1Tm 5, 3 1Ts 5, 22 Rm 12, 17 Apártense de los perezosos, curiosos, y parlanchines, que hablan de lo que no les importa. Por lo tanto absténganse de toda clase de mal: busquen todo lo que es bueno, no solamente a los ojos de Dios, sino también delante de todos los hombres. Tercera Sección.El Cristiano está urgido a renunciar al mundo y a sus obras Lc 16, 13 Jn 17, 16 Ga 1, 4 Ustedes no pueden servirá dos señores; no pueden servir a Dios y al mundo. No son del mundo, como yo no lo soy. En efecto yo mismo me ofrecí para arrancarlos de este mundo y su 1Jn 2, 15 1Co 7, 31 1 Jn 2, 15 1 Jn 2, 15ss 1Jn 2, 15 Jn 7, 7 Sal 87, 9 Jc 4, 4 Jn 5, 19 Jc 1, 27 1Co 3, 19 Rm 12, 2 Ef 5, 8-11 1Tm 6, 20 Sal 39, 5 Sab 4, 12 malicia. No amen, pues, al mundo, cuya apariencia pasa. No amen las cosas de este mundo, ya que todo en él es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos, y soberbia de la vida: el mundo y su concupiscencia se acaban. Si alguno ama al mundo, la caridad del Padre no está en él; porque el mundo me odia y me tiene como abominación para sí. El que quiera ser amigo de este mundo se constituye en enemigo de Dios; porque el mundo entero está en manos del maligno. Consérvense, pues, al abrigo de las inmundicia de este mundo. La sabiduría de este mundo es tontería a los ojos de Dios. No tengan al mundo como modelo; mejor transfórmense por una renovación interior. Antes eran tinieblas, ahora, en Mí, son Luz. Caminen como hijos de la Luz. Frutos de la Luz son bondad, justicia y verdad. Busquen lo que agrada a Dios, y no compartan en absoluto con las obras estériles de las tinieblas; por el contrario combátanlas. Eviten las modas vanas del mundo y las falsas locuras y las fascinaciones de espejismo. Dios no ama a los que pierden e! tiempo en esas naderías. Sal 30, 7 1Tm 1, 14 Lc 4, 33 Mt 10, 37 Lc 14, 25 No le hagan caso a fábulas y mentiras del mundo, que no edifican nada para Dios. El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí. Si alguno viene a mí y no se despega de su padre, de su madre, de sus hermanos y hermanas, y aún de sí mismo también, no puede ser mi discípulo. Cuarta Sección.El Cristiano debe negarse a sí mismo Mt 16, 24 Mt 16, 25 Jn 12, 24-25 2Co 5, 14 Rm 7, 4 2Tm 2, 11 Lc 22, 29 Si alguno quiere venir en mi seguimiento, niéguese a si mismo, y tome su cruz, y sígame. El que pierda su vida por mí, la encontrará. En verdad, en verdad les digo si el grano de trigo cae en tierra y no muere, permanece él solo: pero si muere, da mucho fruto. Pongan atención en esto, que si uno murió por todos, luego todos murieron. Si pues, han muerto al pecado, al mundo y a sí mismos es con el fin de que sean míos y conmigo vivan sólo para Dios y fructifiquen. Si pues, conmigo mueren, conmigo viven: si sufrieren conmigo, también reinarán conmigo. En efecto, Yo dispongo el reino para ustedes, como mi Padre lo dispuso para mí. 1 Capítulo III Obligaciones de los miembros de esta Congregación que en su calidad de Cristianos prometieron en el santo Bautismo seguir a Cristo Mt 11, 28ss Oigan, Hijos, y alerten sus oídos y su corazón para percibir mis palabras, palabras de vida eterna. El Mundo grita: yo les hago falta; la Carne clama: yo estoy adentro; el Demonio manifiesta: yo los seduzco. Yo les digo: Vengan a mí todos los que están cargados de trabajos, los que están cansados, y yo los aliviaré. Vengan, pues, a mí, queridísimos míos, échense al hombro mi yugo, que es suave y ligero de peso. Primera Sección.El cristiano debe adherirse a Cristo como un miembro a la cabeza 1Cro 16, 15 1Co 11, 3 1Co 12, 27 1Co 6, 15 1Co 6, 17-18 Lv 26, 15 Dt 29, 9 Sal 72, 28 Pr 8, 32 Pr 8, 32 Jn 8, 12 Jn 12, 26 Recuerden, Hijitos, el compromiso, que en su sagrado Bautismo adquirí con ustedes: Yo soy para Ustedes la cabeza, y ustedes los miembros: ustedes por su parte, sepan que tienen que adherirse a mí, como los miembros a su cabeza. No permitan que esta alianza se vuelva vana: guárdenla conscientes de que es óptimo para ustedes el estar adheridos a mí. Ahora, pues, Hijitos, óiganme, oigan mi enseñanza, y actúen como sabios, y no la rechacen. Dichosos los que guardan mis caminos; Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tiene la luz de la vida. Quien me sirve, que me siga: y donde yo estoy, también allí estará mi servidor. Segunda Sección. El Cristiano debe revestirse de Cristo y ser portador de su imagen Mt 3, 10 Col 3, 9 Ef 4, 23 Col 3, 10 1Co 15, 49 Col 3, 12-13 Los que han sido bautizados se revistieron de mi, Despójense, pues, del hombre viejo y revístanse del nuevo, que fue creado en la justicia y la santidad de la verdad, según la imagen de quien lo creó. Como llevan la imagen del hombre terreno, lleven ahora la imagen del hombre que está en el cielo. Como elegidos de Dios, santos y muy amados revístanse de entrañas de misericordia, de benignidad, humildad, pureza, modestia y paciencia, sopórtense mutuamente y entréguense mutuamente; y despójense de toda diferencia entre ustedes como yo les perdoné y me ofrecí por Ustedes. Tercera Sección.El Cristiano debe permanecer en Cristo, y dar fruto en él Mt 3, 10 Jn 15, 8 Jn 15, 1-2 Jn 15, 4-5 1Jn 3, 24 Jn 6, 57 1 Jn 2, 6 Todo árbol que no da fruto bueno será cortado y echado al fuego. Mi Padre es glorificado en que lleven fruto abundante y se hagan mis discípulos. Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que no lleve en miel fruto, será cortado, a aquel que lleve fruto, El lo podará para que dé más fruto. Permanezcan en Mi y Yo en ustedes. Yo soy la viña, ustedes son los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, da mucho fruto: porque sin Mino pueden hacer nada. El que cumple mis mandamientos, es el que permanece en Mí y Yo en él. Quien come mi carne y mi sangre permanece en Mí y Yo en él. El que permanece en Mí debe portarse como yo lo hice. Cuarta Sección.El cristiano debe vivir con Cristo, para Cristo, en Cristo, de Cristo y de la vida de Cristo. 1Ts 5, 10 2Co 7, 3 Rm 14, 7-9 2Co 5, 15 1Jn 1, 2 Jn 10, 10 Col 3, 4 1Jn 5, 11-12 2Co 4, 10 Flp 1, 21 Gal 2, 19-20 Jn 14, 19-20 Jn 6, 35 Jn 6, 51 sv Yo he muerto por ustedes, a fin de que, sea que vigilen o duerman, vivan conmigo. Porque ustedes están en mi corazón, en la vida y en la muerte. Ninguno de ustedes vive por sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Sea que vivan, en efecto, viven por mí y si mueren, para mi mueren. Sea pues que vivan, sea que mueran, son míos. Por eso yo he muerto y he resucitado, para dominar sobre muertos y vivos. Por ustedes he muerto, para que ustedes vivan ya no para ustedes, sino para aquel que por ustedes murió y resucitó. Yo soy la vida eterna, la que existía junto al Padre y se les apareció. Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia: Yo soy la vida de ustedes. El Padre les dio vida eterna, esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene vida: quien no tiene al Hijo, no tiene vida. Lleven en su cuerpo mi muerte, para que la vida se manifieste en ustedes; así podrá decir cada uno de ustedes lo que mi Apóstol dijo: Para mí la vida es Cristo. Estoy crucificado con Cristo en la cruz; vivo, mas no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí. Yo vivo y ustedes viven; y ya saben que yo estoy en el Padre, y ustedes en mí, y Yo en ustedes. Yo soy el pan vivo bajado del cielo: y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo. Como me envió el Padre, y yo vivo por el Padre; el que me come también vivirá por mí. Quinta Sección.El cristiano debe vivir de la vida de Cristo resucitado Rom 6, 3-4 Rm 6, 9-11 Rm 6, 12-13 Rm 6, 19 Cuantos han sido en mí bautizados, fueron bautizados en mi muerte: sepultados conmigo, por el Bautismo en mi muerte, a fin de que como Yo fui resucitado de entre los muertos, también ustedes caminen esa vida nueva. Resucitado, ya no muero más: la muerte no tendrá sobre mí ningún poder. Muerto al pecado, he muerto una vez por todas; viviendo, estoy vivo por Dios. Ustedes considérense muertos al pecado, y vivos para Dios, en mí corno en su cabeza, cuyos miembros son. Que el pecado no reine en su cuerpo mortal, desobedezcan a sus concupiscencias. No pierdan sus miembros al pecado haciéndose instrumentos del mal: entréguense a Dios, porque estaban muertos y ahora están vivos; y háganse instrumentos del bien, para su santificación. Sexta Sección.El Cristiano debe vivir y actuar en el Espíritu de Cristo; y hacerlo todo en su Espíritu. 1 Jn 3, 1 Hb 2, 12 Ef 5, 30 Jn 17, 21 Jn 17, 23 Gal 4, 6 Rm 8, 14 Rm 8, 9 Vean cuánta caridad le deben al Padre, para que sean sus hijos, y mis hermanos, y hasta miembros míos. Como el Padre en mí y yo en el Padre, así ustedes son uno en nosotros. Yo en ustedes, y el Padre en mí, para que sean consumados en la unidad. Por cuanto son hijos de Dios, y miembros míos, envió el Padre a su Espíritu, que es también el mío, a sus corazones; para que siendo hijos de Dios actúen conducidos por el Espíritu de Dios. Si alguno no tiene mi Espíritu ese no es mío. 1Co 2, 12 Jn 15, 4 Jn 14, 17 Gal 5, 18 Gal 5, 22-23 Col 3, 17 1Co 10, 31 No recibieron el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que viene de Dios. Permanezcan por lo tanto en mi Espíritu y él mismo permanecerá en ustedes. Si viven en mí Espíritu, caminen en mi Espíritu y no busquen los deseos de la carne. El fruto de mi Espíritu es caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. Todo lo que hagan de palabra y de obra háganlo en mi nombre para la gloria de Dios. Séptima Sección.El cristiano debe vestirse del estilo y las virtudes de Cristo que vive en el cielo. Ef 2, 4-5 Flp 3, 20 Col 3, 1-3 Hb 13, 15 Col 4, 2 1Tm 2, 8 Sal 102, 22 Ef 5, 20 Dios que es rico en misericordia, por su infinita caridad, con la cual les amó, cuando estaban muertos por el pecado, los con vivificó conmigo y los resucitó conmigo y los hizo sentarse en los cielos, como a los miembros con su cabeza. Sea pues, su conversación conmigo en los cielos: para que habiten en espíritu conmigo en los cielos; y fijen allí sus corazones, donde reina el gozo verdadero. Si resucitaron conmigo, busquen lo que está arriba, donde yo estoy sentado a la diestra de Dios: busquen las cosas de arriba, no las de abajo, terrenales; en efecto, están muertos y tienen su vida escondida en Dios. Ofrezcan sacrificios de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que celebran su nombre. Sean asiduos en la oración, atentos a ella, en acción de gracias. Quiero que oren en todo lugar, levantando manos puras y bendiciéndome en todas partes donde se extiende mi reino. Den gracias siempre, por todos, en mi nombre, al Dios y Padre de ustedes. Gn 17, 1 2R 3, 14 Flp 4, 5 Si 21, 23 Col 4, 5 1Ts 4, 11 Col 4, 6 Col 3, 15 Lc 6, 38 Lc 6, 36 1P 4, 8 Jn 13, 35 Jn 15, 12 Jn 14, 14 Gal 6, 2 Rm 14, 19 1Co 10, 24 Rm 15, 1 Rm 15, 2-3 Caminen ante mi, en mi presencia están dondequiera, para que su modestia sea visible ante todos los hombres. No se rían a carcajadas, como lo hacen los tontos; el sabio apenas si sonríe. Caminen con toda sabiduría y dignidad a los ojos de los que les rodean. Que su conversación sea siempre amena, sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual como conviene. Sean agradecidos con todos, máxime con sus bienhechores. Sean misericordiosos como su Padre celestial es misericordioso; sean compasivos con los que están sumergidos en la ignorancia o en el error; ya que ustedes también están rodeados de debilidades. Sean imitadores de Dios, como hijos muy queridos; y caminen en el amor, como yo los amé, y me entregué a Dios por ustedes como oblación y víctima de suave aroma. Ante todo tengan entre ustedes intenso amor, pues el amor cubre multitud de pecados. El signo por el cual conocerán todos que son discípulos míos será el amor que se tengan los unos para con los otros. Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros, como yo los amé. Si me aman, guarden mi mandamiento. Ayúdense mutuamente a llevar las cargas y así cumplen mi mandato. Procuren, por tanto, lo que fomente la paz y la mutua edificación. Ninguno busque su propio interés, sino el de los demás. Los más fuertes sostengan la flaqueza de los más débiles y no busquen su propio agrado. Que cada uno trate de agradar a su prójimo en vista al bien, para su edificación. Porque Yo no busqué mi propia satisfacción, sino, como está escrito: los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mí. 1P 1, 22 1P 2, 17 Rm 13, 7-8 Lc 6, 37 Mt 18, 35 Rm 12, 17 Rm 12, 18 Rm 12, 21 Mt 5, 23-24 Lc 6, 27- 28 Mt 5, 44-45 Lc 6, 38 Pr 3, 28 Mt 7, 12 1Jn 3, 16 Mt 5, 48 Ef 4, 1-3 Han purificado sus almas, obedeciendo a la verdad, para amarse los unos a los otros, sinceramente como hermanos. Honren a todos, amen a los hermanos, teman a Dios, honren a los que detentan el poder. Den a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor. Con nadie tengan otra deuda que la del amor mutuo. Perdonen y serán perdonados; si no perdonan de corazón a sus hermanos, mi Padre que está en el cielo tampoco los perdonará. No devuelvan mal por mal; sino que en lo que dependa de ustedes estén todos en paz. No se dejen vencer del mal; mejor, venzan el mal con el bien. Si alguno de ustedes, al venir a presentar su ofrenda en el altar, recordare que su hermano tiene alguna queja contra él, que deje su ofrenda sobre el altar, que vaya a reconciliarse con su hermano; y luego venga y ofrezca su ofrenda. Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odien, bendigan a aquellos que los maldicen y oren por los que los calumnien y los persigan: para que sean Hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos. Den y se les dará: una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrá en el halda de sus vestidos; porque con la medida que ustedes midan, se les medirá. Si tienen algo no digan a su prójimo: "vete y vuelve, mañana te daré". Todo lo que quieren que les hagan los hombres, háganlo ustedes por ellos. En esto han conocido mi amor, en que Yo he dado mi vida por ustedes; así ustedes tienen que dar la vida por sus hermanos. Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto; así serán dignos de la vocación a la que han sido llamados, Gal 6, 9 Gal 6, 10 2P 1, 10 Col 3, 23 Rm 12, 8-9 Rm 12, 11-13 Rm 12, 15-16 1Co 16, 13 Mt 13, 33 Lc 12, 40 Flp 4, 8 Flp 4, 9 en toda humildad y dulzura, soportándose mutuamente con paciencia y caridad, atentos a conservar la unidad, con el vínculo de la paz. No dejen de hacer el bien; llegado el tiempo, cosecharán, el fruto; no desfallezcan. Mientras tienen tiempo hagan el bien a todos, principalmente a los hermanos en la fe: desplieguen sus esfuerzos a fin de confirmar con sus buenas obras la vocación y la elección con que han sido llamados. Todo lo que hagan, háganlo de corazón, por Dios y no por los hombres. El que preside lo haga con solicitud; sea sencillo con los subordinados, lleno de buen humor con quienes ejerce misericordia. Tengan una caridad sin fingimiento, detestando el mal, sólidamente atados al bien, responsables en el trabajo, hecho sin pereza y con un corazón ferviente. Es al Señor a quien sirven; manténganse gozosos en la esperanza, valientes en las pruebas, perseverantes en la plegaria; tomen parte en las necesidades de los hermanos; practiquen la hospitalidad. Alégrense con el que está alegre; lloren con el que está triste; compartan los mismos sentimientos; no busquen la grandeza, prefieran lo humilde. Estén atentos, firmes en la fe, generosos en la acción y llenos de fortaleza. Tengan los ojos abiertos, estén despiertos, oren y estén listos, porque en la hora que menos piensen vendrá el Hijo del Hombre. En fin, deben tenerle aprecio y hacer todo lo que es verdadero, puro, justo, santo y amable, todo lo honorable, toda clase de virtud o de valor. Todo lo que han aprendido, y recibido, y oído, y visto en mí póngalo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes. Capítulo IV A qué están obligados los hijos de esta Congregación como sacerdotes y clérigos. Mt 13, 9 Sal 110, 10 Pr 22, 26 Hb 8, 10 Si 45, 6 1P 2, 9 1P 1, 15-16 Sal 23-24 1Tm 3, 23 Tt 1, 7-8 Hb 5, 1 2Tm 2, 4 Mt 5, 13 Mt 5, 13 1Tm 4, 8 1Tm 4, 7 Hch 6, 4 El que tenga oídos para oír, que oiga y el que tiene buena inteligencia, haga lo que Jesús, Sumo Sacerdote, ha prescrito a los sacerdotes y clérigos de esta Congregación. He aquí las palabras que les dirige a todos y cada uno: Vengan hijos míos, acérquense a Mí, muy queridos y ofrézcanme sus corazones, para grabar en ellos mi ley de vida y del conocimiento. Ustedes son raza escogida, sacerdocio real, nación santa, el pueblo que Dios se ha adquirido para publicar las maravillas del que los ha llamado de las tinieblas a su admirable Luz. Como Aquel que les llamó es santo sean también ustedes santos en toda su conducta, según lo que está escrito: ustedes serán santos, porque santo soy Yo, Yo quiero a mis sacerdotes, inocentes, irreprensibles, no dados al vino, ni pendencieros, ni violentos, sin orgullo, sin deseos desordenados de sórdido enriquecimiento, sino sobrios, benignos, modestos, prudentes, justos, castos, santos. Ustedes que combaten por Dios: escogidos de entre los hombres, establecidos para servir a los hombres, en lo tocante a Dios; no se mezclen en los negocios de este mundo, a fin de ser gratos a Aquel que los escogió. Ustedes son la sal de la tierra: no la tornen insípida. Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se le dará sabor?. No sirve para nada, y será arrojada fuera para ser pisoteada. Ustedes son la luz del mundo. Que su luz brille a los ojos de los hombres, que vean sus buenas acciones y den gloria a su Padre, que está en los cielos. La piedad es útil para todo: ustedes deben ejercitarse en ella, y ser asiduos a la oración. Sal 87, 16 2Co 8, 9 Jc 2, 5 Mt 5, 3 Jc 1, 27 Tb 4, 8-9 2Co 9, 7 Si 4, 2 Si 4, 10 Si 35, 17 Ex 22, 21 Si 4, 4 2Co 1, 4 Hch 10, 38 Lc 14, 13 Mt 25, 40 Si 4, 11 1Co 3, 9 3Jn 8 Hch 20, 28 Gn 37, 16 Pr 24, 11 Judas 23 Jc 5, 20 Si me aman, amen a los pobres: porque yo fui pobre y tuve dificultades desde mi juventud. Siendo rico, me hice pobre por ustedes, para que mi desprendimiento los enriqueciera. Yo he escogido a los pobres de este mundo para que sean ricos en la fe y hereden el Reino que Yo he prometido a aquellos que me aman: porque el reino de los Cielos les pertenece. La religión pura y sin mancha a los ojos de Dios su Padre, es visitar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades. Practiquen la misericordia tanto como puedan. Si mucho se les ha dado, den abundantemente. Si se les ha dado poco, también compártanlo de corazón y con una sonrisa. Pues Dios ama al que da alegremente. Cuídense de despreciar o contristar al pobre, al huérfano, a la viuda, al extranjero o al afligido: acojan con dulzura a todos los desheredados de este mundo, a todos los oprimidos por el diablo, recíbanlos afablemente y habientes bondadosamente, salúdenlos con humildad, visítenlos con gusto, óiganlos pacientemente, consuélenlos con benignidad, instrúyanlos cuidadosamente, háganlos participar de su mesa y en todo, en cuanto esté de su parte, ayúdenlos: porque lo que le hagan a uno de estos pequeñitos, a mí me lo hacen: y serán hijos del Altísimo y El tendrá para con ustedes más bondad que una madre. Si me aman, sean para mí ayudantes y cooperadores en vista a la salvación de los hombres a quienes adquirí al precio de mi sangre. Busquen a sus hermanos; rechacen todo lo que los conduce a la muerte; saquen del peligro a todos los que son llevados a la muerte; sean incansables en liberar a los que no van por el camino de la salvación; sálvenlos, arránquenlos de las llamas. Quien ayudare a un pecador a convertirse del mal camino, salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus propios pecados. Dn 12, 3 Jn 21, 15-17 Ez 34, 16 Jr 15, 19 Sal 16, 8 1Ts 5, 11 1Ts 5, 14 1Ts 5, 15 1Ts 5, 16-18 1Ts 5, 23 Rm 12, 7-8 1P 4, 11 Conduzcan a muchos por la justicia y brillarán con esplendor de firmamento como estrellas por la eternidad. Lleven a pastar a mis carneros y a mis ovejas, dándoles la palabra y el ejemplo. Busquen a la perdida, hagan volver a la descarriada, curen a la herida, conforten a la enferma, y cuiden a la que está fuerte y gorda. Distingan lo precioso de lo vil y serán como mi boca, mejor, como mí corazón; los cuidaré como a la pupila de mis ojos. Consuélense el uno al otro, y edifíquense mutuamente; y sean pacientes con todos. Estén atentos a no devolver mal por mal, sino siempre háganse el bien en sus relaciones mutuas, y para con todos. Sean felices siempre, recen incesantemente, den gracias a propósito de todo, porque la Voluntad de Dios para con todos ustedes es que todo les sirva para santificarse, y que conserven su espíritu, y su alma, y su cuerpo sin mancha ni reproche, hasta mi venida. Esfuércese cada uno por hacer bien las cosas buenas, con justicia, las justas; santamente, las santas; de modo digno como para Dios, las divinas. Y ello sea así tanto el siervo, en su servicio; el que ora, en su oración; el que canta, en la salmodia, el que enseña, en su doctrina; el que exhorta en su predicación: para que en todas las cosas que hagan ustedes sea honrado Dios, bendito por los siglos. Primera Sección. Regla de los Superiores Lc 22, 26 Mt 20, 27-28 1p 5, 2 Que aquel que es grande entre ustedes sea como el más pequeño; que el primero sea el servidor de todos; porque Yo mismo no vine a ser servido sino a servir. Que el superior apaciente mí rebaño, velando por él, no con la fuerza, sino en la libertad, conforme a Dios; 1P 5, 3 Si 32, 1 1Ts 2, 7sv Lc 12, 42 1Tm 5, 1 1Ts 5, 14 Ga 6, 1 Tt 1, 13 1Co 9, 22 Col 4, 2 Si 32, 24 1Co 10, 24 1Co 7, 32 Hb 13, 17 1Tm 5, 8 no actúen como si pudieran disponer de los que están a su cargo, sino más bien traten, desde el fondo del corazón, de ser modelos de su rebaño. Ponga en su corazón esta palabra del Espíritu Santo: le han constituido jefe; no se infle: sea como uno más de ellos mismos. Hágase como un niño en medio de ustedes; y sea como una madre que nutre a sus hijos amadísimos, o bien como un padre que consuela a sus hijos, y les enseña a caminar de modo digno ante Dios, que les ha llamado a su Reino y a la gloria. Que se acuerde que Yo lo coloqué sobre mi familia, para que le distribuya a su tiempo la ración de alimentonútrala con su ejemplo y su palabra. No reprendan con dureza al anciano; al contrario, aconséjalo como si fuera tu padre; traten a los jóvenes como a hermanos. Corrijan a los indisciplinados, animen a los pusilánimes, sostengan a los débiles, iluminen con espíritu de dulzura a los que caen por ignorancia o fragilidad, increpen con dureza a los de duro corazón; háganse todo para todos a fin de ganarlos a todos para Dios. Que ore con insistencia, que nada haga sin aconsejarse, no busque su interés, sino el de los otros; y en todo sea solicito en cumplir con el ministerio entregado para que plazca a Dios, haciendo su voluntad. En fin que esté atento, porque deberán dar cuenta de las personas a él encomendadas; pensando en su corazón estas palabras, que por boca del Apóstol he dicho: Quien no se preocupa de los suyos, especialmente de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que el que no cree. Segunda Sección.Regla de los Misioneros Jn 15, 16 2Tm 2, 21 Lc 10, 16 1Co 10, 32 Mt 11, 29 2Co 6, 3-11 2Tm 2, 3 1Co 15, 58 No me eligieron ustedes, sino que yo los elegí de en medio del mundo, y los puse para que vayan, y produzcan mucho fruto, y su fruto permanezca. Yo los elegí para que cada uno de ustedes sea un vaso consagrado, santificado y útil para su Dueño, dispuesto para toda obra buena. Miren que los envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto sean prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Que nadie tenga que reprocharles nada; y siempre sean agradables para con todos en el bien, no buscando lo que sea útil para ustedes, sino lo que sirva a todos para su salvación. Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón: y encontrarán la paz para su corazón. A nadie den ocasión alguna de tropiezo, para que, no se haga mofa del ministerio, antes bien, recomiéndense como ministros de Dios: con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias; en azotes, en cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos y ayunos; con pureza, ciencia, paciencia, bondad; con el Espíritu Santo, con caridad sincera, con palabras verdaderas, con el poder de Dios; con las armas de la justicia: a diestra y siniestra; en gloría e ignominia, en calumnia y en buena fama; como moribundos, pero vivos: como castigados, aunque no condenados a muerte; como tristes, pero siempre alegres; como pobres aunque enriquecen a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseen. Soporten las fatigas como buenos soldados del Rey eterno; y manténganse firmes, e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor; conscientes de que su trabajo no es vano ante el Señor. Tercera Sección.-Regla de los Predicadores Jn 20, 21 Lc 4, 18-19 Mc 16, 15 Mt 24, 14 Mt 28, 19-20 Hch 6, 4 Mt 16, 16 Rm 2, 21 Mt 5, 19 Hch 1, 1 Lc 24, 19 Mt 23, 3 Tt 2, 7-8 1Tm 4, 12 1Tm 4, 13 1Tm 4, 15-16 2Tm 2, 15 Como me envió el Padre, yo los envío a evangelizar a los pobres, a sanar los corazones contritos, a predicar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos. Vayan, pues, a predicar el evangelio del reino; y enseñen a todo el mundo cuanto yo les he mandado. Sean asiduos en la oración y el ministerio de la palabra. Sean prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Como tienen que enseñara los otros, edúquense a ustedes mismos. Acuérdense de estas palabras que les dije: el que observe (el más pequeño mandamiento) y así lo enseñe, ese será llamado grande en el reino de los cielos. Por lo tanto cumplan primero y después enseñen; para que sean poderosos en obras y en palabras; no sea que se diga de ustedes lo que dije de los escribas y fariseos: dicen pero no hacen. Siempre muéstrense dechados de bellas obras: pureza de doctrina, dignidad, palabra sana, intachable, para que el adversario se avergüence, no teniendo nada malo que decir de ustedes. Sean para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza. Dedíquense a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza. Que ello sea la ocupación de su mente, para que su progreso se manifieste a todos. Velen por sí mismos y por su enseñanza; perseveren en estas disposiciones. Obrando así se salvarán ustedes y todos los que los escuchen. Procuren cuidadosamente presentarse ante Dios como hombres probados, como obreros que no tienen de qué avergonzarse, como fieles distribuidores de la palabra de la verdad. Rm 12, 17 Jn 5, 35 2Co 2, 14-15 1Tm 2, 16 2Tm 6, 20 2Co 2, 17 1Ts 2, 4 1Ts 2, 5-6 Is 58, 1 1Co 2, 1 1 Co 2, 4 1 Co 1, 17 1 Co 2, 5 2Tm 4, 2 1 Co 9, 22 Flp 5, 27 Procuren las cosas buenas no solo ante Dios, sino también ante los hombres; para que sean antorchas ardientes y luminosas, y difundan en todas partes el buen olor de Cristo. Eviten las conversaciones mundanas y vacías y las novedades mundanas del lenguaje. No negocien con la palabra de Dios. Antes bien, con sinceridad y como de parte de Dios, hablen de mí. El evangelio de Dios hay que predicarlo, no para agradar a los hombres, sino a Dios, que conoce sus corazones; no utilicen la adulación, ni se dejen llevar por la avaricia; no busquen la gloria humana. Levanten la voz como una trompeta, para anunciar a mi pueblo sus pecados, y a la casa de Jacob sus faltas, para que hagan penitencia y se conviertan. Su predicación no sea con discursos pretenciosos; no usen procedimientos sabios y persuasivos, con palabras de la sabiduría humana, porque así reducen a la nada mi cruz: hablen con el poder de Dios. Prediquen la palabra de Dios oportuna e inoportunamente: muestren la verdad, supliquen, reprendan, con toda paciencia y doctrina segura. Háganse enfermos con los enfermos, servidores de todos, y todo para todos, para ganarlos a todos para Dios. En fin, procuren seguir dignamente el Evangelio que predican. Cuarta Sección.Regla de los Confesores Jn 5, 22 Mt 18, 18 2Cro 19, 6 1Co 4, 1 El Padre me ha dado todo poder para juzgar y les doy a ustedes todo poder de juzgar: en efecto lo que aten en la tierra será atado en el cielo; y cuanto desaten en la tierra será desatado en el cielo. Fíjense, pues, lo que hacen: porque no ejercen el juicio de los hombres, sino el de Dios. Yo los he constituido dispensadores de mi sangre y de la gracia multiforme, que con esta misma sangre yo 1P 4, 10 1Co 4, 2 Mt 7, 6 Hch 12, 3 1Co 6, 20 Sal 29, 10 Ap 1,5 Col 1, 24 Is 49, 9 Col 3, 25 Sb 6, 8 Gal 6, 1 Ef 4, 32 Tt 3, 2 Rm 11, 25 Pr 3, 5 Si 7, 9 Jc 1, 5 adquirí. Traten, pues, de ser hallados entre los fieles administradores. No den las cosas santas a los perros; ni las perlas a los cerdos, no sea que se hagan daño en sus patas, y se vuelvan furiosos contra ustedes. Acuérdense que la tarea más divina de todas es cooperar conmigo en la salvación de los hombres. Mediten con frecuencia lo que yo he sufrido por aquellos que se acercan a ustedes, movidos por el arrepentimiento, ya cuánto precio los redimí. ¿Porque de qué puede servir mi sangre, si perecen aquellos por quienes sufrí una muerte tan cruel e ignominiosa? Desplieguen, pues, todos sus esfuerzos para que los hombres manchados por el pecado, se laven en mi sangre, y tomen conciencia de mis sufrimientos: y así completen ustedes lo que falta a mi pasión, y logren que no caiga en el vacío mi trabajo, ni sea vano el esfuerzo que he gastado. No hagan distinción de personas: en efecto, yo he creado al pequeño y al poderoso y me ocupo igualmente del uno y del otro. Instruyan a todos con espíritu de dulzura, fijándose en ustedes mismos, no suceda que sean tentados. Compórtense como ministros de la divina misericordia, padeciendo junto con los pobres pecadores, mostrándose benignos, misericordiosos, y sobre todo siempre mansos. Cuídense de no creerse sabios a su propia vista; ni se apoyen en su prudencia, su ciencia, su experiencia personal; sino con un espíritu muy humillado, eleven su corazón con frecuencia a Aquel que es todo sabio, y que da sabiduría en abundancia a todos los que se la piden. CONCLUSIÓN De la Regla del Señor Jesús 2Ts 3, 6 2Ts 3, 14 Gal 5, 10-12 1Co 5, 2 1Co 5, 6 Sal 88, 4 Jn 13, 3 Pr 4, 5-2 Gal 5, 10-17 2Co 6, 18 Pr 7, 2 Pr 4, 21 Pr 4, 6 Is 62, 10 Jn 15, 10 2M 1, 3 Dt 32, 10 Gn 12, 3 Ex 23, 22 Rm 16, 20 1R 13, 14 Estos son los preceptos, Hijitos, que les entrego a ustedes. Si alguno de ustedes no obedeciere, sino que anduviere desordenadamente y no según la Regla que les he dado, señálenlo y apártense de él, no como si fuera enemigo, sino como quien corrige a un hermano, para que se avergüence. Y si ocurriere, después de muchas advertencias, que endurece su corazón y no se corrige, sino perturba y escandaliza a los demás, que sea apartado de en medio de ustedes, y que se prescinda de él: un poco de fermento puede dañar toda la masa. Este es el testamento que he dispuesto para mis elegidos. Me llaman Señor y Padre, y dicen bien, pues lo soy. No se olviden, pues, de la ley de su Señor: y no se aparten de las palabras salidas de la boca de su Padre. Que no se alejen de sus miradas: átenlas en sus dedos. Grávenlas en las tablillas de su corazón y vivirán: y Yo seré un Padre para ustedes y ustedes serán para mí, hijos. Esta es la disciplina cristiana y eclesiástica: cuídenla como a la pupila de sus ojos. Porque ella es la vida eterna: guárdenla en ¡o más intimo de su corazón y ella cuidará sus corazones. Ámenla y ella los conservará, y los librará de todos sus enemigos. Esta es la Regla de mi Congregación, que si fuere seguida de todo corazón será llamada "mi voluntad en ella" Hijitos míos, si permanecen en esta Regla, permanecerán en mí y yo en ustedes. Cuídenla, pues, con un corazón generoso y con ánimo esforzado y los custodiaré como a la niña de mis ojos. Bendeciré a quienes los bendigan, y seré enemigo de sus enemigos, y afligiré a los que los aflijan, y velozmente pondré a Satanás bajo sus pies; y serán según mi Corazón. Gal 6, 16 Ap 22, 12 Jn 14, 3 Ap 22, 20 Sobre cuantos cumplan esta Regla, la gracia y la misericordia, y la paz y la vida eterna. Yo vengo pronto y los recibiré junto a mí, para que donde estoy yo, allí estén conmigo. Amén. Ven, Señor Jesús. LA REGLA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA MADRE DEL REDENTOR En la que los hijos de esta congregación son iniciados en la virtudes que convienen al cristiano y al sacerdote. Capítulo I Del temor de Dios Si 24, 24 Tb 4, 2 Jn 13, 3 Sal 33, 12 Prt 31, 2 Sal 44, 2 Pr 4, 11 Mi 6, 8 Ef 5, 17 2M 1, 3 1Ts 4, 3 2Co 7, 1 Tb 4, 6 Yo soy la Madre del amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. Oigan, hijos, mis palabras, y pónganlas en sus corazones como fundamentos cíe salvación y perfección. Ustedes me llaman Su Señora y Madre, y lo dicen bien, pues, en efecto, lo soy. Vengan pues, Hijitos, óiganme, que les enseñaré el temor y amor de Dios. Óiganme, queridos míos, amados de mi Corazón, dilectos de mis deseos. Saldrá de mi corazón una palabra buena; les señalaré un camino bueno, y les mostraré el camino de la sabiduría y de la vida. Les indicaré lo que es bueno, y lo que el Señor les exige: juzgarse a sí mismos en verdad; y ejercer la misericordia con el prójimo; andar solícitos con su Dios; entendiendo cuál es su voluntad y haciéndola en toda circunstancia con un gran corazón y un ánimo esforzado. En efecto, la voluntad de Dios es su santificación, para que se purifiquen de toda mancha de la carne o del espíritu, tratando de perfeccionar su santidad en el temor de Dios. Todos los días de su vida traten de tener a Dios en su mente: y tengan cuidado de no consentir en el pecado y de ser negligentes en el cumplimiento de sus mandamientos. Ap 14, 7 Pr 1, 7 Si 1, 20 Si 1, 22 Si 33, 1 Sal 33, 10 Si 1, 11 Si 40, 28 Jdt 16, 19 Si 10, 27 Si 1, 12 Si 34, 19-20 Si 1, 13 Pr 28, 14 Sal 111, 1 Jb 31, 23 1Co 4, 4 Ap 15, 4 Sal 74, 3 Pr 16, 2 Teman al Señor, y ríndanle honor, porque llega la hora de su juicio. El Temor de Dios es el principio de la sabiduría. La plenitud de la sabiduría es temer a Dios. La corona de la sabiduría es el temor de Dios, que llena de paz y del fruto de la salvación. No le ocurren males al que teme a Dios, y en la tentación Dios lo librará del mal y lo conservará en el bien. Nada les falta a los que temen a Dios. El temor del Señor es nobleza, valentía, felicidad y corona de alegría. El temor del Señor &s como el paraíso de júbilo, y de gloría sobre todas las cosas. Serán grandes ante El, siempre, los que temen al Señor. El grande, el poderoso, el juez está rodeado de honores; pero no es mayor que el que teme al Señor. El temor de Dios deleitará el corazón y dará alegría y gozo y largos días. Los ojos del Señor están sobre los que le temen, es su defensor poderoso, fortaleza de la virtud, refresco en el ardor, sombra al mediodía, súplica en las ofensas, y ayuda en las caídas, exalta el alma, ilumina los ojos, impartiendo salud, vida y bendición. Al que teme al Señor todo le irá bien, y en los días de su fin será bendecido. Dichoso el hombre que vive siempre en el temor: en cambio el que es de mente dura será derribado en el mal. Dichoso el hombre que teme al Señor, y que puede exclamar como el santo Job: cuando las olas se desencadenaron sobre mí, temí al Señor, y con el Apóstol: Nada me reprocho, pero tampoco me justifico. El Señor es quien me juzga. ¿Quién no temerá a semejante juez, que juzgará aún la justicia misma? Todos los caminos del hombre están descubiertos a sus ojos, y el Señor le tomará peso a los espíritus. Pr 21, 2 Rm 11, 20 Mt 10, 28 Lc 12, 5 Si 5, 5 1Co 10, 12 Flp 2, 12 1P 4, 18 Para el hombre todos sus caminos son rectos; pero el Señor pesa los corazones. No quieran saber mucho, pero teman. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; Teman al que sí puede perder el cuerpo y el alma en el infierno. A El deben temer, se lo digo. Aún por el pecado perdonado no dejen de tener miedo; ni añadan pecado sobre pecado. Y quien pretenda estar de pie, tenga cuidado de caerse. En fin, hijos queridísimos, obren su salvación con miedo y temor. Si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y del pecador? Capitulo II De la Esperanza y la Confianza en Dios Sal 117, 8 Si 2, 11 Si 34, 15 Si 34, 16 Sal 2, 13 Lam 3, 25 Na 1, 7 Jr 17, 5 Jr 17, 7 Sal 39, 5 Pr 3, 5-6 Sal 36, 6 Sal 36, 4 Sal 36, 5 1P 5, 7 Carísimos, es mejor confiar en Dios que en el hombre. Miren, Hijos, las naciones de los hombres y sepan que ninguno que haya esperado en Dios, fue confundido. Los que temen a Dios ponen su esperanza en El que los cuida: y los ojos del Señor se fijan en quienes lo aman. El que teme al Señor nada lo hará temblar, y no le dará miedo porque El mismo es su esperanza. Dichosos los que confían en El. El Señor es bueno con los que esperan en El y lo buscan con toda el alma. Bueno es el Señor y conforta en e! día de la tribulación; El conoce a los que en El esperan. Maldito el hombre que pone su apoyo en el hombre y se apoya en la carne: bendito, en cambio, el que confía en el Señor. Bendito el hombre cuya esperanza es el nombre del Señor; y no mira las vanidades y las trampas seductoras. Tengan pues confianza en el Señor, con todo su corazón; y no se apoyen en su prudencia. En todos sus caminos piensen en El; y El dirigirá sus pasos. Esperen en el Señor y hagan el bien, y pongan en El su alegría: El atenderá las peticiones de su corazón. Cuéntenle su camino al Señor y esperen en El; El mismo los ayudará. Hijitos, no le hagan caso a sus inquietudes y pónganlas en las manos del Señor, su Padre: El tos cuidará con ternura. Capítulo III Imitación de la santa Comunidad de Jesús, María y José 1Jn 1, 13 Hb 13, 7 Procuren contemplar, honrare imitar asiduamente la santa sociedad, o comunidad en la que vivimos mi Hijo Jesús, mi esposo José y Yo, mientras estuvimos en esta tierra, y ténganla como ejemplo, espejo y regla de su Congregación. Yo les digo, Mijitos, que permanezcan en comunión con nosotros; para que estemos todos en comunión con el Padre, y su Hijo Jesús, en el Espíritu Santo, para alabanza y gloria de la santísima Trinidad, bendita por siempre. Mirando, pues, nuestro estilo de vida, imiten la Caridad, la Pobreza, la Benignidad, la Modestia, la Humildad, la Obediencia, la Sencillez, y todas las otras virtudes, con las cuales quiso el Espíritu Santo hacer refulgentes nuestras vidas, para que fuera para ustedes norma de vida, regla de costumbres y espejo de santidad. Capitulo IV Pobreza, Limpieza y Economía Sb 7, 14 2Co 8, 9 Lc 12, 15 1Tm 6, 8 Hch 4, 32 2Co 8, 15 Mt 6, 31-33 Hb 13, 5 2Co 9, 8-11 Honren y amen la Pobreza: en ella, en efecto, hay un tesoro infinito, ya que por la miseria del Hijo han sido hechos ricos. Acuérdense de su palabra: guárdense cuidadosamente de toda avaricia; porque la vida no depende de la abundancia de alguien, ni de los tesoros amasados. Si tienen de qué comer y con qué vestirse, estén contentos; rechacen todo lo superfluo en el comer y en el vestir y en el mobiliario; eviten el exceso en todas las cosas, lo recargado y lo inútil. Alejen de ustedes "Mío" y "Tuyo", palabras que originan toda clase de males. Entre ustedes todo debe ser común, de manera que nadie pueda reivindicar, cualquier cosa para su bien particular, sea que se trate de alimentos, de vestidos o de otras cosas; pero se debe proveer a cada uno, con mucho cuidado, de lo que tenga necesidad; así se cumplirá la Escritura: el que cosecha mucho no tiene más que los otros; y el que recoge poco no tiene menos que los demás. No se atormenten, pues, diciendo: "¿Qué comeremos, qué beberemos, cómo nos vestiremos?". El Padre celestial sabe bien cuáles son sus necesidades. Busquen, pues, el Reino de Dios y su Justicia: el resto se les dará por añadidura. No tengan miedo, mis bien amados: su Padre celestial no los abandonará. El tiene poder para darles su gracia en abundancia, para que colmados de todos los bienes, abunden en buenas obras, como está escrito: "El ha repartido sus dones, ha colmado a tos pobres, su justicia permanece para siempre". Dios, que proporciona la semilla al labrador, les dará también el pan que necesitan, multiplicará el grano 1Co 14, 40 Dt 23, 14 Si 42, 7 que habrán de sembrar, hará crecerlos frutos de su justicia; así colmados de sus bienes, abunden con toda sencillez. Que todo se haga entre ustedes con la dignidad y el buen orden. Que todo sea limpio, nítido y bien arreglado; que no se dé paso a ningún desorden, nada sórdido, nada de manchas y polvo, ni sobre los muebles, ni sobre los vestidos, ni en ninguna parte, no sea que el Señor, que vive en ustedes, se aleje de su casa. En la economía doméstica deben ser ustedes previsibles y prudentes, ordenados, cuidadosos y activos. Donde hay muchas manos se debe cerrar con llave; todas las provisiones deben ser contadas y pesadas; los egresos e ingresos deben ser anotados. Capitulo V La sencillez Si 2, 14 Sal 11, 4 Sal 11, 3 Pr 8, 13 Si 37, 23-24 Pr 14, 17 Pr 11, 20 Pr 10, 9 Pr 28, 18 Pr 2, 7 Pr 3, 32 Sb 1, 1 Col 3, 23 Mt 10, 16 Lc 11, 34 Lc 11, 36 1P 2, 2 1P 2, 1 Flp 2, 14-15 Si 3, 22-24 Escuchen, hijos míos, y comprendan estas palabras celestiales: ¡AY! de los de corazón doble, de labios pérfidos, de manos perversas, del pecador que avanza sobre dos caminos a la vez. El Señor perderá a todos los hombres de labios tramposos, todos los que hablan con doblez en el corazón: porque detesta la doblez. El que es sofisticado en sus palabras es odioso: Será despojado de todo. El Señor no le ha dado su gracia: porque está desprovisto de toda sabiduría. El hombre pérfido es detestable, y el corazón sin fe le causa horror al Señor; su bondad es para aquellos que se conducen con sencillez. El que camina con sencillez, camina con confianza; ese obtendrá la salvación. El Señor vela por la salvación de los hombres rectos: Protege a aquellos que se comportan con sencillez; frecuenta con gusto a los hombres sencillos. Así, hijos míos, tengan un conocimiento correcto del Señor; búsquenlo con un corazón sencillo; actuando como para Dios, y no para los hombres. Sean sencillos como las palomas. Porque, si la mirada de ustedes es sencilla, todo su ser será luminoso; como una lámpara brillante, les alumbrará. Como hijos recién nacidos, rechacen todo lo que es malicia, duplicidad, disimulación, celos y malquerencia. Actúen siempre sin murmurar ni dudar, para estar, fuera de todo reproche; unos hijos de Dios sencillos y sin reproches. No busquen lo que los sobrepasa, ni estén afanados por lo que se les escapa por ser más fuerte que ustedes; pero dirijan sus pensamientos hacia lo que Dios les pide; no sean curiosos por conocer todas sus obras. Rm 8, 6-7 1Co 1, 19 2Co 1, 12 No tienen necesidad de conocer lo que esté oculto a sus ojos. No busquen indefinidamente las cosas superfluas. Sepan que la sabiduría de este mundo es enemiga de Dios; la prudencia de la carne causa la muerte: Dios trastornará la sabiduría de los sabios y reprobará la prudencia de los prudentes. Procuren, pues, vivir en este mundo, no con la sabiduría de la carne, sino con la sencillez del corazón y en la verdad de Dios. Capítulo VI La Sobriedad Si 37, 34 Si 31, 37 Rm 14, 17 1Co 6, 13 Si 37, 32 Rm 14, 20 1P 5, 8 Lc 10, 14 Sal 58, 10 Rm 14, 3 Rm 14, 6-8 1Co 10, 31 Col 3, 17 Acuérdense, hijos míos, que muchos han encontrado la muerte en sus comilonas; pero la templanza en el hombre alargará su vida/pues comer y beber con moderación son salud para el cuerpo y el espíritu. El Reino de Dios no es comer y beber, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El alimento es para el vientre, el vientre para el alimento: Dios hará desaparecer el uno y el otro. Tampoco coman con avidez; ni se lancen sobre los platos; no vaya a ser que por comer, destruyan la obra de Dios. Sean sobrios coman lo que se les presenté no para satisfacer las ansias del cuerpo sino por cumplir la voluntad de Dios guardando sus fuerzas para con El. Si comen no desprecien a los que ayunan; si ustedes ayunan no juzguen al que comen. Si comen háganlo por el Señor; si ayunan, háganlo por el Señor. En efecto, ninguno de ustedes vive para sí, ni tampoco muere para sí mismo: en la vida y en la muerte son del Señor. Así, sea que coman o que beban háganlo todo en mi Nombre, para la gloria de Dios. Capítulo VII La Castidad Sb 5, 5 Si 26, 20 Sb 6, 20 Sb 4, 1-2 Sb 8, 21 Jn 16, 24 1Co 6, 15 1Co 6, 19 1Co 3, 17 1Co 6, 19-20 Rm 12, 1 1Co 74, 34 Col 1, 22 Si 21, 2 Ef 5, 3 Si 9, 9 Si 9, 11 Si 9, 7 Sal 118, 37 Jb 3, 1-2 El que tenga oídos para oír, que escuche lo que dice el Espíritu Santo a los que quieren ser contados entre ¡os hijos de Dios y tener parte en la suerte de los santos. Todo el precio del oro es nada en comparación de un alma verdaderamente casta, porque una perfecta pureza coloca al hombre muy cerca de Dios. Como es de noble, la raza de los seres castos; está llena de luz; su memoria es inmortal, honorable ante Dios y ante los hombres. Cuando ella está presente se le imita; si se ausenta, se desea su retorno. En la eternidad, ella triunfa y lleva la corona de los vencedores; la ha ganado en los combates de la castidad. Pero nadie puede ser casto sin un don de Dios: Pídanlo pues, y lo recibirán. Acuérdense también que sus cuerpos son miembros de Cristo y Templos del Espíritu Santo que habita en ustedes. Si alguno profana el templo de Dios, Dios lo hará perecer. Ustedes no se pertenecen a sí mismos, sino a Aquel que les ha comprado, cuerpo y alma, a gran precio. Glorifiquen y lleven a Dios en su cuerpo. Ofrezcan su cuerpo como hostia santa, viva, agradable a Dios: así serán santos de cuerpo y alma. Si en efecto mi Hijo les ha reconciliado con su Padre, Que es también el de ustedes, dando su cuerpo a la muerte, es para que aparezcan ante El santos, sin mancha y sin reproche. Teman pues, y huyan como de las serpientes de toda clase de impureza: que de esto ni hagan mención como conviene a santos. Sépanlo bien: por la belleza de las mujeres muchos se perdieron y fueron reprobados: por lo tanto no vayan por las calles de la ciudad mirando a lado y lado; sino desvíen sus ojos para no mirarla vanidad; sean imitadores Si 9, 2sv 1Tm 6, 9 Col 3, 5 2Co 4, 10 2Co 4, 11 Rm 11, 20 Si 7, 19 Rm 1, 24 Rm 1, 26 de aquél que dijo:" Yo he hecho un pacto con mis ojos para no detener mi pensamiento en ninguna mujer, por pura que sea. ¿Si no qué parte tendría en miel Dios Altísimo y cuál sería mí herencia del todopoderoso? No dejen que una mujer tome poder sobre su alma; no sean asiduos junto a ella; no detengan sobre ella su mirada, para no ser escandalizados por ella misma, y caigan en los lazos del diablo y caminen a su perdición. Rompan el orgullo de la carne por su austeridad en la comida, por el trabajo, por la oración y la lectura. Mortifiquen sus miembros llevando sobre su cuerpo la muerte de Jesús: para que la vida de Jesús santa e inmaculada se manifieste en su carne mortal. Pero ante todo no se ensalcen y estén en el temor; humillen mucho su espíritu, porque muchos hombres, a causa de su orgullo fueron llevados por pasiones vergonzosas a malos deseos de su corazón, a la impureza. Capítulo VIII La Humildad Is 28, 23 Lc 16, 15 Pr 8, 13 Pr 16, 5 Is 11, 2 Pr 16, 19 Pr 11, 2 Lc 14, 11 Jc 4, 10 Mt 18, 2 Flp 2, 5-7 Flp 2, 8 2Co 5, 21 Gal 3, 13 Sal 21, 7 Is 53, 3 Jn 13, 15 Lc 14, 10 Si 3, 20 1P 5, 5 Si 3, 21 Pr 13, 15 Mt 18, 10 1P 2, 17 Flp 2, 3 Rm 12, 10 1P 2, 13 Pongan oídos, hijos míos y escuchen la voz de su Dios: estén atentos y escuchen las palabras del Espíritu Santo. Lo que es grande a los ojos de los hombres es abominable ante Dios. La insolencia y el orgullo, los detesta Dios: causa horror a sus ojos todo hombre insolente; pero sobre los humildes reposa su Espíritu. Más vale hacerse pequeño con los pequeños que partir el botín con los orgullosos. Donde esté el orgullo allí habrá desprecio; donde hay humildad está la sabiduría. Todo hombre que se ensalce será humillado; el que se humilla será ensalzado. Humíllense pues en presencia del Señor, y él los elevará. Acuérdense de las palabras que mi Hijo les dijo: en verdad les digo, si no se hacen como los niños no entrarán en el reino de los cielos. Tengan pues sus sentimientos: poseyendo la naturaleza divina, no consideraba como una usurpación ser igual a Dios: sino que se humilló, se anonadó a sí mismo: no contento con tomar una naturaleza de esclavo, se hizo por ustedes, pecado y maldición, vergüenza de los hombres y rechazo del pueblo, y el último de todos los hombres. El les ha dado el ejemplo para que lo que El hizo lo hagan ustedes también. Tomen pues el último lugar, y humíllense en todas las cosas. Revístanse de humildad en sus relaciones mutuas porque los humildes honran a Dios. Sepan pues: sobre el camino de los que desprecian a los demás se abre un abismo; tengan cuidado de no despreciara nadie por pequeño que sea; respeten a todo el mundo; estimando que los otros le sean superiores; Pr 12, 2 Is 5, 21 Lc 18, 9 Si 7, 19 Si 3, 20 1P 3, 5 anticipen el honor mutuo, y sean sumisos a toda institución humana por causa de Dios. Acuérdense que aquel que confía en sus propios pensamientos actúa impíamente. También cuídense de mirarse como sabios a sus propios ojos y de confiar en ustedes mismos, sino humillen mucho su espíritu y encontrarán gracia delante de Dios; porque El resiste a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Capítulo IX La Obediencia Lc 22, 53 Flp 2, 8 Hb 13, 17 1Ts 5, 12-13 Hb 13, 17 Lc 10, 16 Tt 3, 1 Ef 6, 5-7 1R 15, 22-23 Pr 21, 28 1Co 14, 40 Mijitos míos, mediten frecuente y atentamente estos pensamientos: Jesús, Hijo de Dios, su Dios y su Señor, se sometió por ustedes, al poder de las tinieblas, y se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Obedezcan pues a sus superiores; sean sumisos a aquellos que los conducen y los iluminan en el Señor. Tengan hacia ellos una caridad muy grande por causa del cargo que tienen; estén en paz con ellos; ellos son vigilantes porque ellos tendrán que rendir cuentas a propósito de las almas de ustedes; procuren que lo hagan con gozo y no gimiendo: ello no sería bueno para ustedes. Acuérdense de las palabras de mi Hijo que dijo esto: quien los escucha, Me escucha; quien los desprecia, Me desprecia; y el-que Me desprecia, desprecia a Aquel que Me ha enviado. Escuchen pues su voz como la voz de Dios; y estén siempre listos a obrar el bien, obedeciendo a su voz, en la sencillez de sus corazones; actúen siempre con la intención de agradara Dios, no a los hombres, haciendo la voluntad de Dios, desde el fondo de su corazón, con toda buena voluntad. La obediencia vale más que los sacrificios: rebelarse, es volverse semejante a los idólatras; rehusar obedecer es casi adorara los falsos dioses. Pero el hombre obediente aparecerá en sus palabras como un vencedor. Que todo se haga entre ustedes en la obediencia y según el orden de la voluntad divina que les será manifestada por sus superiores, y por sus Reglas y Constituciones. Capítulo X Deseo de ser corregido Pr 15, 12 Si 10, 28 Pr 15, 31 Pr 15, 32 Pr 12, 1 Pr 15, 10 Pr 29, 1 Pr 22, 17 Tb 1, 15 Sal 140, 4 Pr 27, 5 Qo 7, 5 Pr 27, 6 Pr 13, 18 El hombre perverso no quiere a aquel que lo corrige. Pero el sabio y dueño de sí mismo no murmura cuando se le corrige. Quien atiende a los reproches bienhechores permanecerá entre los sabios. El que rechaza la disciplina desprecia su alma; quien acepta los reproches es dueño de su corazón. Quien ama la disciplina ama la verdadera ciencia; quien rechaza los reproches es un insensato. Quien rechaza los reproches morirá y el hombre que desprecia con dura cerviz al que lo reprocha será destruido de repente y sin remedio. Atiendan pues a aquellos que los reprenden, ámenlos con un corazón sincero; reciban con humildad y gratitud los consejos saludables; que su corazón no se entregue a las malas razones para inventar excusas de sus pecados. Vale más, en efecto, corrección abierta que amor escondido. Más valen los reproches de los sabios que las mentiras adulantes de los necios. Más valen heridas de amistad que besos tramposos de odio. Miseria y vergüenza a quien desprecia los consejos; pero quien acepta los reproches será glorificado. Capítulo XI Buen uso de la lengua Jc 1, 26 Jc 3, 6 Jc 3, 8 Si 28, 23 Si 28, 25 Si 21, 29 Sal 139, 12 Pr, 10, 19 Pr 21, 23 Pr 13, 3 Pr 25, 28 Si 28, 22 1P 3, 10 Pr 18, 13 Jc 1, 19 Si 11, 8 Si 5, 14 Si alguno se imagina ser religioso pero no sabe refrenar su lengua, engaña a su propio corazón y no tiene sino una falsa religión. Porque la lengua es un mundo de injusticia, es un mal errante sin reposo, es un veneno que esparce la muerte. Feliz quien se encuentra protegido de los males de la lengua. La muerte que ella causa es la peor de las muertes; sería preferible el infierno. El corazón de los necios está en su boca, pero la boca de los sabios, en su corazón. El parlanchín no andará derecho en la tierra: el pecado no faltará en la abundancia de sus palabras; pero aquel que domina sus labios está lleno de prudencia. Quien guarda su lengua, libra su alma de los tormentos, pero el que habla a trocha y mocha sentirá la maldad. Una ciudad abierta y sin ninguna muralla: tal es el hombre que no sabe dominar los movimientos de su alma cuando habla. Muchos han caído al filo de la espada, pero muchos más han perecido al filo de sus propios discursos. El que quiera amar la vida, y ver días felices, que guarde su lengua del mal, y que sus labios no pronuncien palabras engañosas. El que responde sin siquiera haber escuchado muestra que es un tonto y merece la confusión. Estén pues prontos a escuchar y lentos a tomar la palabra. Antes de haber entendido bien, no respondan; ni tomen la palabra en lo mejor de una exposición. Si han comprendido bien, respondan a tu prójimo: si no pongan su mano sobre la boca no vaya a ser que empiecen a discurrir fuera de propósito, lo que les dejará confundidos. Si 32, 10-14 Si 4, 34 Qo 5, 1 Si 14, 1 Jc 3, 2 Is 30, 15 Lm 3, 26 Sal 64, 2 Sal 140, 3 Sal 136, 6 Jn 3, 31 1Jn 4, 5 Sal 118, 85 Jn 17, 16 1P 4, 11 Si 9, 23 1Jn 4, 6 Que los más jóvenes hablen solamente sobre los temas que les conciernen; y donde hay ancianos: que hablen poco, que escuchen en silencio y ese respeto les valdrá el ser bien juzgados. No tengan lengua ágil y trabajo perezoso. No hablen a la ligera; que su corazón no vaya demasiado rápido en discurrir en presencia de Dios; Dios está en el cielo y ustedes sobre la tierra: por lo tanto hablen poco. Feliz quien no se resbala en sus palabras. El que no peca hablando es un hombre perfecto. Hijitos míos, en el silencio y en la esperanza reposan sus fuerzas. Es por lo tanto bueno escuchar en el silencio el saludo que viene de Dios; porque el silencio conviene a Dios. Supliquen pues al Señor que les ponga un guardián en su boca, y en sus labios una puerta bien cerrada. Que su lengua se pegue al paladar si llegan a olvidar a Dios en sus palabras, y ano colocarlo en la fuente de su gozo. El que es de la tierra habla según la tierra; los que son del mundo hablan del mundo y el mundo los oye. Ellos cuentan fábulas, pero no la ley de Dios. Ustedes en cambio, son de Dios, muy amados, ustedes no son del mundo. Si uno de ustedes habla, que sea como palabras de Dios. Tengan pues el espíritu de los pensamientos de Dios; y que todas sus conversaciones versen sobre la ley de Dios. Quien conoce a Dios lo escuchará, pero el que no es de Dios, no los escuchará. Capítulo XII Tomar consejo en todo Pr 12. 15 Pr 13, 10 Si 32, 24 Pr 11, 14 Pr 8, 12 Is 30, 1 Is 30, 2 Tb 4, 20 Pr 3, 5 Sal 142, 8 Pr 8, 14 Mt 18, 20 Si 8, 20 Pr 12, 5 Si 8, 21-22 El camino de los necios es recto a sus propios ojos, pero el sabio escucha los consejos. Entre los orgullosos nacen continuamente disputas, pero los que se dejan aconsejar son guiados por la sabiduría. Por lo tanto, hijos míos, grávense bien en sus corazones no hacer nada sin tomar consejo; entonces ustedes no tendrán que arrepentirse de sus actos. Rodearse de consejos, he ahí el secreto de la salvación; porque la Sabiduría Divina habita en el consejo, y se mezcla en las deliberaciones prudentes. No se parezcan a aquellos que Dios reprende así: ay de ustedes hijos rebeldes; ustedes hacen sus planes pero sin mi; ustedes llevan adelante un tejido de proyectos, pero sin que mi Espíritu los guíe; y ustedes añaden pecado sobre pecado. En todas las cosas, interroguen al Señor y pídanle guié su camino; que todos sus proyectos tomen cuerpo en El; entonces El conducirá sus pasos; les hará conocer el camino por el que deben marchar y les enseñará a hacer su Voluntad. Su espíritu, con bondad, les llevará por el camino recto. Porque de El son el consejo y la justicia, de El es la prudencia. Donde dos o tres se reúnen en mi nombre El está en medio de ellos, guiando sus corazones con la luz del Espíritu Santo, y llenándolos de valentía para que comprendan lo que sea necesario hacer y cumplan valientemente lo que hayan comprendido. No tomen consejo de los necios, porque no pueden amar sino lo que les place: los consejos de los hombres sin fe son engañosos. A un extraño no le den consejo: ustedes no saben lo que él invente. No abran su corazón al primero que Si 6, 6 Si 6, 13 Si 9, 21 Tb 4, 19 Si 33, 15 Si 37, 18 Si 37, 19 llegue, por temor de que él entienda mal su confianza y termine hablando mal de ustedes. Estén en buenos términos con mucha gente; pero su consejero, lo tendrán que escoger entre mil. Sitúense tejos de sus enemigos; y ante sus amigos, ¡sean muy atentos!. Tanto como puedan cuídense de sus vecinos; traten más bien con sabios y prudentes. Pidan siempre consejo al sabio; frecuenten hombres religiosos; porque el alma de un hombre religioso descubre lo verdadero, mejor que los ojos de siete centinelas apostados en la altura para observarlo todo. En fin, pidan sin descanso al Dios Altísimo que los guíe en la verdad en su camino. Capítulo XIII La Caridad Fraterna Dn 10, 12 Si 24, 24 Ef 5, 2 1Jn 3, 18 Jn 13, 35 Mt 22, 38 Jn 15, 12 1Tm 1, 5 1Jn 4, 20 1Jn 2, 10 1Jn 3, 14 1Jn 4, 7-8 1Jn 4, 12 1Jn 4, 16 1Co 13, 1-3 Hijos míos, dispongan sus corazones para meditar mis palabras y ponerlas en práctica. Yo soy la Madre del Amor. Si son verdaderamente hijos míos marchen en el amor, ámense los unos a los otros, no de palabra, ni de lengua sino en actos y en verdad. El signo por el que los reconocerán que son mis hijos, es el amor que se tengan los unos con los otros. He aquí el más grande y el primero de los mandamientos de Dios, la voluntad de mi Hijo, su Salvador, y mi más grande deseo, ámense los unos a los otros, con una caridad no fingida, nacida de un corazón puro, como mi Hijo y Yo los hemos amado a ustedes. Si alguno dice: "Yo amo a Dios", y detesta a su un hermano, es un mentiroso. Quien no ama a su hermano que ve ¿Cómo podrá amar a Dios a quien no ve? Quien ama a su hermano permanece en la luz: y no corre el riesgo de caerse. Quien no ama permanece en la muerte; pero si ustedes aman a sus hermanos, es señal que han pasado de la muerte a la vida. Todo hombre que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios porque Dios es amor. Sí se aman los unos a los otros, Dios permanece en ustedes, y su amor es perfecto en ustedes; Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Aunque ustedes hablaran las lenguas de los hombres y de los Ángeles, si no tienen caridad son como bronce que suena o címbalo que retiñe; aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia y tuviera tanta fe que trasladara los montes si no tienen caridad no son nada. Y si repartieren toda su hacienda para distribuirla a los pobres, y aunque Mc 12, 33 Col 3, 14 Hb 13, 1 Rm 13, 8 1Tm 1, 5 Mt 23, 8 Rm 12, 5 1Co 10, 17 1Co 12, 13 Gal 3, 28 Ef 4, 4-6 Flp 2, 1-2 Flp 2, 4 Ef 4, 31 1Co 16, 14 1Co 16, 26 1Co 13, 4-7 entregaran sus cuerpos a las llamas, no teniendo caridad, no les aprovecha nada. Amar a su prójimo como a sí mismo es más grande que todos los holocaustos y todos los sacrificios. Por tanto, por encima de todo, tengan caridad que es el vínculo de la perfección. Si, que la caridad fraterna permanezca en ustedes. Quien ama a su prójimo cumple la ley: el objetivo de los mandamientos es la caridad. Ustedes todos son hermanos. Además, ustedes siendo muchos, no son sino un solo cuerpo en Cristo; y cada uno por su parte, miembro los unos de los otros. Un Pan, un cuerpo, son ustedes, todos los que participan del mismo Pan. Todos ustedes han sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo; y todos ustedes han bebido de un mismo y único Espíritu. Todos juntos, no son sino uno, en Cristo, un solo cuerpo y un solo Espíritu, como que han sido llamados, por propia vocación a una sola y misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo. Un solo Dios y Padre de todos que está encima de todos, en todas las cosas y en todos ustedes. Si tienen pues algún afecto, mis muy amados, para con su Padre y su Madre; si tienen alguna unión espiritual con nosotros, algún deseo de agradamos y algún sentimiento de compasión por los dolores crudelísimos que mi Hijo y Yo hemos sufrido por ustedes, cólmennos de gozo teniendo nuestros mismos sentimientos, caridad, pensamientos, buscando todos, el interés de los demás y no su interés particular. Alejen de ustedes toda amargura, arrebato, cólera, envidia, gritería, blasfemia y toda malignidad; que todas sus acciones se realicen en la caridad de modo que sean edificantes. La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no hace el mal a propósito, no se hincha, no es ambiciosa, no busca su interés; no se irrita, ni piensa en el mal, no se 1P 3, 8-9 alegra de la injusticia sino que encuentra su gozo en la verdad; acepta todo, lo cree todo, lo espera todo, lo soporta todo. Manténganse pues unidos los unos a los otros, compasivos, fraternales, modestos y humildes; no devuelvan mal por mal ni maldición con maldición; sino al contrario bendigan, porque a eso han sido llamados: a poseer en herencia la bendición. tulo XIV Paciencia y Mansedumbre Pongan atención hijitos míos, escuchen al Espíritu de Sabiduría. La paciencia vale más que la fuerza; el hombre dueño de sí mismo es superior a los conquistadores de ciudades. Dulzura del alma, salud del cuerpo. El hombre paciente es dueño de su alma y se gobierna con sabiduría; el impaciente, exalta su estulticia. Una respuesta moderada calma la cólera; una palabra dura aumenta la violencia. Una palabra dulce desarma la hostilidad. El fruto del Espíritu es la caridad, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad y la mansedumbre. La caridad es paciente, es benigna, y el espíritu de la sabiduría es suave, humano y benigno. Dichosos los mansos porque se conforman a la imagen del Hijo de Dios, que es manso y humilde de corazón, y que fue conducido a la muerte como un dócil cordero. Bienaventurados los mansos, porque la oración de los humildes y mansos agrada siempre al Señor. Bienaventurados los mansos: porque el Señor les enseñará sus caminos. Bienaventurados los mansos: porque el Señor les dará su gracia; y El se hará el arbitro de aquellos que fueron mansos en la tierra. Bienaventurados los mansos: porque ellos tendrán mucha paz y conocerán el gozo. Bienaventurados los mansos: porque el Señor pondrá en ellos su complacencia y a su mansedumbre añadirá el gozo de la salvación. Bienaventurados los mansos: cuando Dios se levante para juzgarlos, dará la salvación a todos aquellos que fueron mansos en la tierra. Pr 5, 1 Pr 16, 32 Pr 18, 24 Lc 21, 19 Pr 14, 29 Pr 15, 1 Si 6, 5 Gal 5, 22 1Co 13, 4 Sb 7, 22-23 Sb 1, 6 Rm 8, 29 Mt 11, 29 Jr 11, 19 Is 53, 7 Jdt 9, 16 Pr 24, 9 Pr 3, 34 Is 11, 4 Sal 36, 11 Sal 149, 4 Sal 75, 10 C a p í Mt 5, 4 Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. Si 10, 31 Si 3, 19 2Co 10, 1 Ef 4, 32 Ga 6, 1 2Tm 2, 23 2Tm 2, 24 Jc 3, 13 Jc 3, 14-15 Jc 3, 17-18 Ct 4, 11 Si 24, 27 Ef 5, 1 Tt 3, 2 Así pues, mis hijitos, mantengan sus almas en la mansedumbre. Hagan su trabajo con dulzura: entonces se les preferirá a gente cubierta de gloría. Les ruego, muy amados, por ¡a dulzura y la modestia de Cristo Jesús, mi Hijo y Padre suyo, sean los unos para con los otros mansos, misericordiosos, prontos a perdonar como Dios les ha perdonado en Cristo. Si alguno de ustedes sorprende a otro en falta, adviértanle con espíritu de dulzura, teniendo en cuenta que no sean ustedes también tentados. Cuídense de búsquedas inútiles y sin provecho de las querellas y los juegos de palabra: ello divide más que edifica. Los servidores de Dios no deben ser hombres de división; sino que deben ser moderados con todos, capaces de instruir; deben ser pacientes, saber reprender con medida a los que se resisten a la verdad. Cualquiera que pretenda ser sabio y dueño de si mismo que lo pruebe por su buena conducta, por su dulzura llena de sabiduría, Pero si su celo es amargo, si la crítica llena su corazón, no se gloríen de ello ni mientan contra la evidencia: semejante sabiduría no desciende de lo alto, es terrestre, animal, diabólica. El celo amargo y crítico, es vacío y falso. Al contrarío, la sabiduría de lo alto está en primer tugar llena de pureza; además es pacífica, moderada, persuasiva; aprueba todo lo que es bueno, llena de misericordia, lleva los frutos de bondad; no juzga, no disimula. Una cosecha de justicia se siembra en la paz por todos los que construyen la paz. Ustedes lo han oído: leche y miel son en mi boca, y mi Espíritu vale más que la dulzura de la miel; por eso ustedes me llaman: Madre de Misericordia, indulgente y buena, dulce y benigna. Sean pues, mis imitadores, como hijos muy queridos, muestren a todos los hombres en sus palabras y en sus actos, toda suerte de paciencia y misericordia, clemencia, indulgencia, dulzura, mansedumbre y benignidad. Capítulo XV Fidelidad en las cosas pequeñas y hacer el trabajo con cuidado Pr 18, 9 Si 19, 1 Qo 7, 19 Lc 10, 18 Mt 25, 30 Jr 48, 10 Mt 21, 21 Mt 24, 27 Cf 4, 9 Si 4, 34 Ag 1, 7 Pr 4, 23 2M 1, 3 Col 1, 10 2Co 5, 9 El hombre muelle y relajado en su trabajo es hermano del que disipa sus bienes. El que desprecia las cosas pequeñas se irá degradando paulatinamente. El que teme á Dios no descuida nada. El que es fiel en las cosas pequeñas, es fiel en las cosas graves; quien es injusto en lo poco será injusto en lo mayor. El siervo inútil será echado a tas tinieblas exteriores; maldito el que hace la obra de Dios fraudulenta, o negligentemente- Dichoso en'cambio el que es fiel en lo poco: porque se le contará entre los siervos leales y fieles y será establecido sobre grandes bienes. Sí, el Señor lo establecerá sobre todos sus bienes. Dichosa el alma fiel en las pequeñas cosas: a ella dirige estas palabras el Esposo Divino: tú has herido mi Corazón, Hermana mía, Esposa mía; por uno de tus cabellos has herido mi Corazón. Así pues mis muy amados, no sean inactivos y perezosos en sus trabajos, estén atentos, tengan el corazón presente en sus caminos; y guárdenlo cuidadosamente, porque del corazón viene la vida: no descuiden nada. • Sean fieles en las pequeñas cosas; actúen siempre con un gran corazón y un gran amor; caminen dignamente ante Dios, llevando buenos frutos en todos sus trabajos, y buscando agradar en todo a su Divina Majestad. Conclusión De la Regla de la Santísima Virgen María Madre de Dios Qo 12, 13 1Co 1, 9 Hb 12, 2 Ex 25, 40 Ct 8, 6 2Co 3, 18 Pr 3, 1 Pr 27, 11 Sal 16, 8 Ap 1, 4 Ef 6, 24 1Tm 6, 16 Muy amados míos, escuchen el final de mis palabras y grávenlas en su corazón. Ustedes han sido llamados a la Comunión del Hijo de Dios, Jesucristo; también en todas sus acciones tengan la mirada fija en Jesús: El es el autor de su fe, y el que la lleva a su perfección. El es la Regla viviente y santa que Dios les ha dado: actúen en todo según el ejemplo que ustedes han recibido de El. Pónganlo como un sello sobre su corazón, como un tatuaje sobre su brazo, para que se transformen en su imagen. Mis hijitos, tales son los preceptos de su Madre; que sus corazones los guarden, y el mío se llenará de gozo; serán verdaderamente los hijos de mi Corazón y yo los amaré como a mí propio Corazón; los protegeré como la pupila de mis ojos, y en todas las cosas yo me mostraré como su Madre. Gracia, paz y gozo de parte de quien es, que era y que vendrá, a todos los que aman a Jesús mi Hijo, en la inmortalidad; que por El, con El, y en El, esté siempre en ustedes y en todas las criaturas, para Dios Padre Todopoderoso, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y gloria, e imperio sempiterno, Amén.