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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, CICLO B El lugar de nuestra mirada A partir de la Ascensión del Señor desaparece de entre nosotros una presencia corporal y tangible de Cristo, pero se quedan otras presencias, si bien menos visibles, no menos verdaderas. La Ascensión a los cielos de Jesús hace que tengamos que fijar los ojos en los cristos de la tierra, nuestro mirar ha de pasar del cielo a los corazones. La marcha de Jesús a los cielos lo hace cada vez más cercano y presente entre todos nosotros y nos insta, los envía a que, como su comunidad que somos, demos testimonio, no solo con palabras, sino con signos curativos y liberadores, que llevarán a término su mensaje, porque su Espíritu estará con nosotros. Vivir la alegría de la Ascensión es descubrir como nuestra naturaleza humana penetra de lleno en la gloria de Dios, en el Corazón del Padre a la sombra del Espíritu Santo. De diversas formas queda entre nosotros el amor apasionado de Cristo: 1.- Cada uno de nosotros somos portadores de Dios, templos de su Espíritu y generadores de paz y esperanza, llamamos a trabajar ya, aquí en la tierra, por un mundo de justicia, solidaridad y amor. Cada persona, cada hermano es sacramento de Dios y en ello se basa el respeto y valoración de la persona humana, independientemente de condiciones accesorias; somos hijos de Dios, estamos hechos a imagen y semejanza de Dios y Cristo 2.- Su Palabra y su amor presentes y operantes, fuerza para el camino, que nos transforman plenifican como personas e hijos de Dios. 3.- Eucaristía, medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir siempre en Jesucristo. 4.- Los hermanos, especialmente los pobres, en cuyo servicio, Dios ha querido ser servido. Todo está lleno de la presencia del Señor, la marca de la cruz, de su corazón entregado está en el corazón del mundo. Tras la Ascensión tenemos una tarea encomendada por Cristo, la misión de continuar su obra. Los que hemos conocido a Jesús, tenemos que darlo a conocer a los demás. Jesús volverá, pero tenemos nosotros que hacerle presente. Estamos llamados a ser otros Cristo en el mundo. El camino del amor poder acercarte al cielo o la tierra. No necesitas esperar el más allá. No basta esperar la resurrección, importa sentirse ya resucitado. Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias en esta liturgia de alabanza, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. Amén.