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DIÓCESIS DE KNOXVILLE
805 S. Northshore Dr.
Knoxville, TN 37919
_____________________
Oficina del
OBISPO
(865) 584-3307 www.dioknox.org
CARTA PASTORAL SOBRE LA CUARESMA 2014
LA ALEGRÍA DE LA MISERICORDIA
A los sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, y fieles católicos:
Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo esté con ustedes
Algunos de los mejores recuerdos de mi juventud se formaron en la Parroquia donde crecí―Epifanía de Nuestro Señor. Dos de
ellos, en particular, tienen que ver con los famosos días cuaresmales de pescado frito de mi parroquia y nuestra práctica
devocional de rezar el Vía Crucis. Estas actividades, los viernes, siempre me trajeron gran alegría y me ayudaron a centrarme en
el verdadero significado de la Cuaresma. Lejos de ser una temporada de tristeza, la Cuaresma es un tiempo para renovarnos en la
alegría de la misericordia de Dios, porque es la misericordia la que nos hace recuperar la alegría perdida. También es un momento
para renovar esta alegría en nuestras comunidades parroquiales.
El Programa de Dios para el Cuidado de la Salud. El Bautismo marca el comienzo de nuestra conversión para toda la vida,
que nos desafía a estar siempre atentos a nuestra salud espiritual y a la de los demás. Así como un virus contagioso puede infectar
a un cuerpo y causar enfermedades afectando la salud de los demás, es igualmente cierto con el pecado y la salud de nuestra alma.
Por esta razón, la Iglesia nos recuerda el programa de salud de Dios en el que debemos permanecer inscritos todo el año. Al igual
que el ejercicio, la dieta y los tratamientos médicos son para el cuerpo, la tríada de las prácticas penitenciales―la oración, el
ayuno y la limosna―son para el alma. Y el lugar para "Cuidados de Urgencia" y el tratamiento que deberíamos frecuentar
regularmente son el confesionario y la Eucaristía, la "medicina de la inmortalidad".
Un Corazón Cuaresmal. En la Cuaresma no se trata de “renunciar” a algo sino de dar algo―compartir la alegría del amor y la
misericordia de Dios, y nuestras bendiciones con los demás sin contar el costo (Mt 10:08). Este es el "Corazón Cuaresmal" del
que el Papa Francisco habla, porque la alegría nunca es solitaria, sino que existe en la medida en que la compartimos con los
demás. Nuestro corazón no tiene que ser como el Mar Muerto, que al no tener ninguna salida de purificación de las aguas de vida
que recibe, se estanca y más bien muere. Deberíamos unir nuestro corazón, incluso cuando es atravesado por otros con una espada
de daños u ofensas, al Sagrado Corazón de Cristo, traspasado por nuestras transgresiones, para que el amor y la misericordia que
brota de Su corazón también pueda brotar del nuestro.
Mejores Prácticas de Salud. Así como una trilogía está incompleta incluso si sólo se ignora una de sus tres historias, también las
prácticas penitenciales de la oración, el ayuno y la limosna deben abrazarse juntas. Cristo oró, ayunó, y sufrió por nosotros,
entregándose por completo a Sí mismo por amor a nosotros para que podamos hacer lo mismo por amor a los demás. La
penitencia nos ayuda a crecer y nos pone en contacto más íntimo con Cristo, haciendo más grande nuestra capacidad de recibir Su
amor, para que seamos de mejor manera Su rostro, Su voz y Sus manos para los demás. Reflexionemos entonces sobre las
"mejores prácticas de cuidado de la salud" de la Iglesia, que no son sólo para la Cuaresma, sino que deberían ser parte de nuestro
programa diario de amor, misericordia y alegría
para cuidar la salud.
Oración. En una era de la tecnología de la comunicación, "los planes de llamadas" nos permiten estar fácilmente "conectados"
con los demás, pero a un precio. Sin embargo, "el plan de llamadas" de Dios―la oración―es gratuito y sin límite de minutos. Y
aún mejor, Dios es el primero en llamarnos, repitiendo las primeras palabras pronunciadas a Adán después de caer, "¿Dónde
estás?" (Gén 3:09). Tan sólo necesitamos responder para comenzar una conversación de toda la vida. Al igual que el Papa
Francisco, quien recientemente llamó a un monasterio en España y dejó un mensaje en la máquina contestadora de las monjas,
llamándolas más tarde para hablar con ellas, Dios nos deja mensajes y nos sigue llamando hasta que respondamos. La oración es
un don de Dios para nosotros, porque Él sabe que "nosotros no sabemos pedir como conviene" (Rom 8:26), por eso nos da al
Espíritu Santo para que nos ayude. La Cuaresma es el momento perfecto para repetir la petición de los discípulos: "Señor,
enséñanos a orar" (Lc 11:1). Las oraciones formales son de gran valor, comenzando con la oración del Padre Nuestro, pero a Dios
le encantan las simples expresiones de nuestro corazón, ya que el Espíritu Santo nos ayuda incluso cuando no sabemos qué decir.
La Escuela de Oración. Una excelente manera de fomentar la oración es separar 10 ó 15 minutos cada día para leer los cuatro
Evangelios. Al comenzar a leer, ustedes verán que la oración brota naturalmente de su corazón y comienza un diálogo maravilloso
a medida que la Palabra escrita adquiere vida dentro de sus corazones. Los Salmos también son un alimento esencial para nuestra
oración y una manera maravillosa de fomentar y hacer crecer nuestro diálogo con Dios. Tal práctica diaria también enriquece el
Rosario, otra excelente manera de orar y reflexionar sobre el Evangelio y nuestra Redención. Algunos encuentran el práctico
devocionario mensual, el "Magnificat", como una maravillosa ayuda para la oración que incluye las lecturas diarias de la Misa y
reflexiones. Para aquellos interesados en la oración diaria oficial de la Iglesia, la Liturgia de las Horas, pueden visitar
http://oficiodivino.org/ y descubrir la belleza de esta "escuela de oración". Por supuesto, la Misa es la manera preeminente de
oración con la Iglesia y la asistencia a la Misa entre semana es muy aconsejable si uno es capaz de hacerlo.
Vía Crucis. De las muchas devociones, el Vía Crucis es sin duda una de las más recomendadas por la Iglesia. En las 14
estaciones de la Cruz, descubrimos nuestra propia cruz en la de Cristo y encontramos nuestros sufrimientos enriquecidos con un
mayor significado. En ellos, aprendemos a amar y a dar de nosotros mismos como Cristo da―sin medida y con alegría. Y al
acercarnos a Su cruz, nuestras cruces diarias son menos propensas a convertirse en una cruz y una mortificación para los demás.
Yo los animo mucho a participar en la devoción del Vía Crucis los viernes en su parroquia.
Ayuno. Como la moderación en la comida y la bebida son muy beneficiosas para la salud de nuestro cuerpo, el ayuno y la
abstinencia lo son más aún para nuestra salud espiritual. Lamentablemente, estas prácticas, hoy son quizás las disciplinas más
mal entendidas y subestimadas de nuestra fe. El ayuno es el alma misma de la oración y fue la primera disciplina que Dios pidió a
Adán, que fue abstenerse de un solo fruto en el Jardín del Edén (Gén 2:16-17). El ayuno nos ayuda a tener más hambre de Dios y
a fortalecer nuestro deseo de servirlo a Él y al prójimo en vez de a nosotros mismos. El ayuno nos ayuda a ser más generosos en
nuestras limosnas para ayudar a los que sufren de un ayuno involuntario por causa de la pobreza.
Tiempos de Ayuno y Abstinencia. Para aquellos entre las edades de dieciocho y cincuenta y nueve años, el Miércoles de Ceniza
y el Viernes Santo son días de ayuno. Además, de catorce años en adelante se han de abstener de comer carne en estos días y
todos los viernes de Cuaresma, y todos los viernes del año, a menos que se sustituya alguna otra forma de penitencia por la
abstinencia. La Iglesia también pide que nos abstengamos de comer y beber una hora antes de la Santa Comunión. Técnicamente,
un día de ayuno significa que se come sólo una comida completa durante el día, junto con dos comidas más pequeñas, que en
conjunto no deben ser igual a la de otra comida completa. La abstinencia de carne los viernes no significa que en su lugar
deberíamos sustituirla por langosta y camarón, ya que no expresa el espíritu de penitencia que debe expresar el sacrificio de un
"un corazón contrito, humilde" (Sal 51:19) unido al de Cristo en el Calvario. No olvidemos el carácter sagrado de los días viernes
de nuestra vida.
Limosna. Lo que el ayuno es para el alma, la limosna es para el Cuerpo de Cristo. La limosna nos recuerda que no debemos
vivir para nosotros mismos, sino para Dios y para el prójimo. Somos administradores y no amos de las muchas bendiciones de
Dios, y al compartir el mismo don de nosotros mismos y nuestros recursos aumentamos nuestra capacidad de compartir, como
Cristo lo hace―sin medida. Aunque estemos limitados en lo que podamos compartir, es el amor con el que se ofrece, el que
marca su valor real (Mc 12,41-44). Nuestro ayuno de las cosas materiales y de alimentos debe llevar a dar mayor limosna.
Ejemplos de Limosna. Además de su generosidad con la Colecta del Obispo y con las necesidades de su parroquia, la
participación en la “Operación Plato de Arroz” es una forma maravillosa de ayudar a Catholic Relief Services (CRS) en su obra
más importante de ayudar a los pobres de todo el mundo. El veinticinco por ciento de lo que damos para el Plato de Arroz de CRS
se queda en la diócesis para ayudar a Caridades Católicas del Este de Tennessee con sus importantes obras de misericordia. El
Miércoles de Ceniza, habrá una colecta nacional para ayudar a la Iglesia en Europa Central y del Este devastada por décadas duras
de régimen comunista. El Viernes Santo, vamos a tener una colecta especial para la educación de nuestros 20 seminaristas―el
futuro del sacerdocio en nuestra diócesis. Su generosidad al dar limosna beneficia las necesidades físicas y espirituales de nuestra
diócesis―al hacer crecer nuestra respuesta para con los pobres y los necesitados y en hacer crecer nuestra diócesis.
Alegría en la Misericordia de Dios. ¿Qué pasó con Barrabás después de que se llevaron a Cristo para ser crucificado? La Escritura
hace un extraño silencio sobre él. Tal vez la razón sea porque la historia de Barrabás debe escribirse por cada uno de nosotros, con
alegría ante la respuesta al don de la misericordia y del perdón de Cristo. Ruego para que su Cuaresma los acerque más a la alegría
de la misericordia de Dios.