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CONSTITUCIÓN FUNDAMENTAL
DE SAN JUAN EUDES
Fin de este Instituto y motivos que deben incitar a las que lo componen a darse gozosamente
a las actividades que les son propias.
A. Así como hay varias moradas en la casa del Padre celestial, así también hay diversas
familias y diferentes ministerios. Entre estas familias se hallan las Congregaciones y
comunidades religiosas, que tienen cada una su cometido y su función particular, conforme al
fin especial para el cual fueron instituidas. Porque, aunque todas tienen el mismo fin último y
general a saber, el de servir y glorificar a Dios mediante la práctica de los consejos
evangélicos, cada una se propone algo que le es propio, según el designio peculiar de su
Instituto.
B. Tal es el caso de la Congregación de las religiosas Hijas de Nuestra Señora de la Caridad,
cuyo fin general, que comparte con todas las demás Congregaciones de la Iglesia, es el de
servir y honrar a Dios mediante la exacta observancia de los santos votos de pobreza,
castidad y obediencia, y la perfecta imitación de las otras virtudes de nuestro Señor y de su
santísima Madre.
C. Pero su fin propio y peculiar, el que la distingue de las demás, es imitar, en cuanto esté a
su alcance, con la ayuda de la gracia, la caridad ardiente del amabilísimo Corazón de Jesús,
Hijo de María, y la de María, Madre de Jesús. El objeto de este amor entrañable son las almas
creadas a imagen y semejanza de Dios y redimidas con la preciosa Sangre de su Hijo. Y así,
se entregarán con toda generosidad,
con el ejemplo de una vida santa,
con el fervor de sus oraciones,
por la eficacia de sus instrucciones,
a procurar la conversión de las jóvenes y de las mujeres caídas en los extravíos de una vida
licenciosa, pero que, con el toque de la gracia, sienten el deseo de salir del estado de pecado y
de hacer penitencia bajo su dirección, para encontrar así fácilmente los medios de servir a su
divina Majestad y conseguir la salvación.
D. Porque, así como hay en la Iglesia de Dios religiosas hospitalarias que se dedican a curar
los cuerpos enfermos, es necesario que haya también religiosas cuyos monasterios sean como
hospitales que acojan las almas enfermas y las ayuden a recuperar la salud espiritual; y así
como hay religiosas Ursulinas cuya ocupación principal es la de procurar infundir el temor de
Dios en las almas inocentes, debe haber también religiosas que se esfuercen especialmente en
restablecer ese mismo temor del Señor en las almas arrepentidas.
E. Pero para que crezca en las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad el amor a su
vocación y el ánimo para asumir los deberes de su santo Instituto, es preciso que reflexionen
con frecuencia en las verdades siguientes:
E 1. Se trata del mayor servicio y honra que pueden tributar a Dios y de la obra
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más agradable a su divina Majestad, porque nada hay que más le agrade como la salvación de
las almas.
E 2. Es la obra que encierra en sí por excelencia todas las obras buenas que se pueden
practicar, tanto corporales como espirituales; porque todas ellas tienen por objetivo alcanzar
esta conversión y salvación.
E 3. Un alma vale más que un mundo. Por consiguiente, darle la mano para sacarla del
abismo del pecado es algo más grandioso que crear un mundo sacándolo de la nada y dándole
el ser; y acoger y orientar un alma por los caminos de la gracia es más glorioso que el
gobierno material de un mundo.
E 4. Un alma es, ante Dios, mucho más preciosa que todos los cuerpos del universo. Por
consiguiente, contribuir a adornarla de la gracia de Dios, nutrirla y fortificaría con buenos
ejemplos y las santas instrucciones que se le dan, es una acción más santa que vestir y
alimentar todos los cuerpos de la tierra. Liberar un alma de la esclavitud del pecado y del
demonio es obra más digna que dar libertad a todos los cautivos y prisioneros del mundo;
borrar un pecado de un alma es un bien mayor que extirpar una peste universal; procurar que
un alma pase de la muerte del pecado a la vida de la gracia es más agradable a Dios que
resucitar todos los cuerpos que yacen en las tumbas.
E S. Trabajar por la salvación de las almas con verdadero espíritu de caridad es, según San
Juan Crisóstomo, mejor que practicar las mayores austeridades y mortificaciones corporales.
E 6. Según este mismo santo, emplear su tiempo y su vida en ese santo trabajo, es cosa que
agrada a su divina Majestad más que sufrir el martirio. Por lo que Santa Teresa tenía más
envidia de los que se daban a este empleo que de los Mártires.
E 7. Según San Dionisio, la cosa más divina de todas las cosas es cooperar con Dios en la
salvación de las almas y, en especial, de las más abandonadas y sin ayuda; pues Nuestro
Señor dijo que no había venido a llamar a los justos sino a los pecadores.
E 8. Para esto se fundó y estableció en la Iglesia este instituto; y sus religiosas no han entrado
en él sólo para salvarse, sino para trabajar en la salvación de las almas, de acuerdo con lo que
les prescriba la obediencia.
E 9. Es para ellas una gracia especialísima y un favor extraordinario del cielo, del que son
absolutamente indignas, el que se asocien para este trabajo con Nuestro Señor y con su Madre
santa, con sus Apóstoles y con tantos grandes Santos, Y en tanto se apliquen debidamente a
los ejercicios de un tan santo instituto, Dios ha de colmarlas de bendiciones espirituales y
temporales, ya que no hay en el mundo personas a quienes tanto ame como a las que
cooperan con El en la salvación de las almas.
E 10. Finalmente, ésta es la primera y principal de sus Constituciones y la más importante de
sus obligaciones; este es el espíritu y el alma de su Instituto; éste es el camino que Dios les ha
señalado para ir hacia El y ser así del agrado de su divina Majestad. Por eso, deben emplear
su espíritu y su corazón, su solicitud y sus talentos, para mostrarse dignas coadjutoras y
colaboradoras de Jesucristo Nuestro Señor en esta obra de la salvación de las almas que El
rescató con el precio de su Sangre. Acepten gustosas todas las penas y dificultades inherentes
a ésta su vocación por amor a Aquel que por tal motivo sufrió tantos ultrajes. Así serán
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verdaderas Hijas de Nuestra Señora de la Caridad; porque el ejercicio más perfecto de esa
caridad es arrancar las almas de la perdición para llevarlas a la salvación eterna.
DESEOS PARTICULARES
La humilde gloria de las religiosas
de Nuestra Señora de la Caridad
F. Las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad pueden humilde y santamente gloriarse
(aunque sintiéndose infinitamente indignas) de ser Hijas del Santísimo Corazón de la
Bienaventurada Virgen María. Lo son, cierto, como todas las almas cristianas porque, como
ellas, tienen a Jesucristo como Cabeza de la que son miembros y, por lo mismo, forman una
sola cosa con Aquel que, según San Agustín, es más fruto del corazón que de seno de esta
excelsa Virgen. Pero las Hijas de este Corazón tienen esta dicha de manera más especial y
singular por estas tres razones:
G. Primera: son Hijas del amabilísimo Corazón de la Madre de Dios porque la vocación de
las personas escogidas por su divina Majestad para trabajar en la salvación de las almas
perdidas, procede de modo especial l sagrado Corazón de Jesús, encendido de amor por esas
almas: y el de Jesús no forma con el de su Madre sino un solo Corazón. Y aunque, este
divino Corazón es fuente de todas los buenos propósitos que animan a todos los Institutos
religiosos y a todas ¡as obras de piedad, lo es de manera especialísima de lodo lo que mira a
la salvación de las almas pecadoras, objeto predilecto de su amor, pues nuestro buen
Salvador vino a este mundo para salvar, no a los justos sino a los pecadores.
H. Segunda: esta Reina de los corazones consagrados a Jesús ha querido evidenciar que las
religiosas de Nuestra Señora de la Caridad son hijas muy amadas de su Corazón, por el amor
particular que les ha manifestado haciéndoles participar abundantemente de lo que Ella amó
más en este mundo, después de Dios, es decir, de la Cruz de su Hijo. En efecto, permitió que
las religiosas de Nuestra Señora de la Caridad sufrieran gran número de cruces,
contradicciones y tribulaciones durante más de diez años. Y por el cuidado extraordinario
que su Corazón materna¡ tuvo al proporcionarles cuanto necesitaban, tanto espiritual como
materialmente, se vencieron tantos obstáculos que se oponían a la fundación de esta
Congregación y las cosas cambiaron de tal manera que, por una secreta y admirable
Providencia y pese a los esfuerzos del infierno, justo cuando todo parecía perdido y contra
toda esperanza, la Congregación fue fundada precisamente el mismo día de la fiesta de ese
Corazón inmaculado, el ocho de febrero.
I. Tercera: cuando plugo a Dios inspirar el designio de esta Congregación en el corazón de
los que su divina Misericordia eligió para formarla, les infundió a la vez la resolución de
consagrarla al amabilísimo Corazón de su Santísima Madre, como efectivamente se hizo. Por
esto, las jóvenes que entran en la Congregación se esforzarán por grabar en sus corazones la
imagen perfecta y una gran semejanza de la vida santa y de las virtudes excelsas del santo
Corazón de su buena Madre; y por este medio, se harán dignas de llegar a ser verdaderas
hijas del amabilísimo Corazón de la Madre del Amor Hermoso.
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