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El Corazón de Jesús
1- Un poco de historia:
las grandes etapas de la devoción al Corazón de
Jesús.
1.1- Partir del Cristo y de la revelación del amor:
Es en el conjunto del misterio cristiano que hay que situar
lo que se llama comúnmente la «devoción al Sagrado Corazón».
A través de su misión y su misterio pascual y el don de su
vida, Jesús ha revelado a la humanidad el amor infinito del
Padre, y nos invita a nuestra vez a responder a este amor a
través del don de toda nuestra vida.
• « Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo unigénito… » (Jn 3, 16)
• « Nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos… » (Jn 15, 13).
1.2- La profundización de la Iglesia
A lo largo de los siglos, bajo la dirección del Espíritu Santo, la Iglesia ha intentado
profundizar en todo lo que Jesús nos dijo, todo lo que él vivió durante su vida en la tierra y
también en su misterio de Hijo de Dios. Poco a poco la Iglesia ha comprendido cómo la
revelación de Jesús nos conduce al Padre y nos revela la inmensidad de su amor por
nosotros.
* Tomemos conciencia por ejemplo, de todo lo que Juan y Pablo desarrollaron en sus cartas:
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•
«¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,… que se nos llame hijos de Dios! »
(1Jn, 3, 1-2).
« Dios es amo… todo el que ama ha nacido de él y lo conoce… » (1Jn 4, 7-8).
« Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con
Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados… » (Efesios 2, 4-5)
* En el siglo XIII, San Bernardo y las grandes místicas alemanas, Gertrudis y Matilde,
dirigieron su mirada hacia el Corazón de carne del Cristo y reconocieron una relación precisa
entre este Corazón y la revelación del amor de Dios.
* En el siglo XIV, esto es lo que escribió Catalina de Siena: « ¡Amad, amad!... ¡Tened
confianza! Encontraréis la fuente de la caridad al lado del Cristo crucificado. Quiero que
hagáis ahí vuestra morada.»
* Luego, en el siglo XVII, es sobre todo con Juan Eudes que empezó a establecerse el culto
litúrgico del Corazón de Jesús y a difundirse en varias diócesis de Francia.
* A partir de esta época y sobre todo después, bajo la influencia de los jesuitas que hicieron
conocer al mundo las revelaciones recibidas por Margarita María en Paray-le-Monial,
empezaron a nacer poco a poco y a difundirse algunas «prácticas de piedad», alrededor de la
devoción al Corazón de Jesús (Hora Santa, mes de junio, primeros viernes del mes, consagraciones
al Sagrado Corazón…).
* En cambio, lo que Juan Eudes aportó de específico a la Iglesia, fue generalmente ignorado.
Por ejemplo, muchas veces se ignora que Margarita-María entró en una comunidad que,
desde hacía muchos años, celebraba la Misa y el Oficio del Corazón de María, creados por
Juan Eudes!
¡A lo mejor hoy nosotros/as, como herederos/as de Juan Eudes, debemos ayudar a
nuestros/as contemporáneos a volver a descubrir toda la riqueza de una «espiritualidad del
Corazón»!
2- La especificidad de San Juan Eudes
En la bula de canonización, en 1925, Pío XI presentó a Juan Eudes como«padre,
doctor y apóstol del culto litúrgico a los Corazones de Jesús y María».
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Padre, porque él empezó las celebraciones litúrgicas en su honor;
Doctor, porque él desarrolló una doctrina sólida alrededor de esta devoción;
Apóstol, porque se dedicó totalmente a difundir entre los cristianos el conocimiento y
el amor del Corazón de Jesús y María.
* En toda su vida, fue animado por una convicción fundamental: Dios ama a cada uno de
nosotros con un amor extraordinario, único e incondicional.
* De esta convicción nació en él una búsqueda: ¿cómo ayudar a cada uno/a a descubrir
este amor, para vivir de esto?
* Muy pronto, se presentó ante él un símbolo: el del corazón. El corazón representa la vida,
el amor, el centro. Y la Biblia habla también del corazón, presentándolo como el lugar central
del ser humano, el lugar en el cual el hombre se vuelve hacia Dios. Pensamos por ejemplo a
la profecía de Ezequiel, en al capítulo 36: «Les quitaré ese corazón de piedra y les pondré un
corazón de carne…Les daré un nuevo corazón… » Juan Eudes se inspiró fuertemente en esta
profecía, aplicándola al Corazón de Jesús.
Y propuso, antes a sus compañeros y luego a todos los fieles, que se dirigieran hacia el
Cristo a través del simbolismo del corazón.
•
Él veía en todo esto un misterio para contemplar: miren por ejemplo, la alabanza
meditativa que nos propone en la salutación a los Corazones de Jesús y María, el Ave
Cor, compuesto alrededor del 1640:«Te saludamos, Corazón Santo, corazón manso,
corazón humilde, corazón vigilante… ».
En cierto modo, es desde su amor por María, la Madre de Jesús, que él
empezó a utilizar este símbolo: en realidad, María llevó a Jesús en su Corazón antes de
llevarlo en su pecho… Ella «conservaba en su corazón todo lo que se refería a Jesús»
(Lucas 2, 19 y 51). Ella está tan unida a Jesús que su Corazón y el de su Hijo son el
mismo… ¡Se puede incluso decir, como lo hace Juan Eudes, que el Corazón de María
es el mismo Jesús!
•
Este descubrimiento se traduce en Juan Eudes en acción de gracias y deseo de
«celebrar».
Es así como el 8 de febrero de 1648, al final de la misión de Autun, él hace celebrar
por primera vez un Oficio y una Misa en honor del Corazón de María. Pero es Jesús
quien está en el centro: « ¡Jesús reina en el Corazón de María! Venid, adorémoslo! »
afirma el celebrante de la fiesta.
•
En Juan Eudes, la reflexión, la meditación, desembocan siempre en lo concreto. El
mismo año 1648, Juan Eudes funda «la Sociedad del Corazón de la Madre
Admirable», para ayudar a los cristianos a vivir su vida cristiana en la atención a Dios
y a los pobres. La historia de esta Sociedad demuestra que contribuyó mucho a
difundir la devoción al Corazón de Jesús y María en muchas diócesis.
•
Se puede decir que toda su vida misionera e interior fue marcada por la profundización
de su comprensión del Corazón de Jesús y María, que él ve como un único Corazón.
•
Es en la contemplación del Corazón de Jesús y María, pero también a través de las
pruebas que él atraviesa durante muchos años, que Juan Eudes prepara lo que será
un logro en 1672, con la primera celebración pública del Oficio y de las Misas propias
del Corazón de Jesús.
•
Su reflexión para llegar a esta celebración, se desarrolló a través de su trabajo para la
publicación de los libros consagrados al Corazón de María: «La devoción al Santo
Corazón de la Virgen María», en 1648 ; «La admirable Infancia de la Madre de Dios »,
en 1676, y finalmente su último libro, terminado tres semanas antes de su muerte, «El
admirable Corazón de la Madre de Dios», que expresa toda la profundidad doctrinal de
Juan Eudes y al mismo tiempo su amor desbordante.
•
La fiesta del Corazón de Jesús, originariamente celebrada el 20 de octubre, es una
bella « síntesis de todo lo que vivió Juan Eudes: la humanidad del Cristo, su amor
incondicional, la transmisión de todo lo que él recibió del Padre, la dimensión universal
de la gracia… Ante las pruebas de la existencia, Juan Eudes sabe donde está su apoyo:
el Cristo y su amor sin falta. Todo lo que sostuvo a Juan Eudes a lo largo de toda su
vida y que sostuvo el mundo a lo largo de toda su vida y hasta la consumación de los
siglos, es el Corazón de Jesús, hoguera de caridad.» (SJE par ses écrits, págs. 21 ;38)
« La fiesta del Corazón de Jesús dirige nuestras miradas hacia el Padre. Jesús es
el que se hace disponible a la voluntad del Padre, él quien recibe su vida del Padre y la
dona libremente por amor.» (id pág. 39)
* ¿Cómo resumir los descubrimientos de Juan Eudes?
•
En armonía con los muchos textos bíblicos, Juan Eudes comprendió que el Corazón
es la fuente del amor en Dios como en cada uno de nosotros/as.
Es el amor el motivo esencial de la acción de Dios y Juan Eudes hizo la experiencia de
esto en su propia vida y en la vida de los/las que encontraba en las misiones.
En Jesús, cada uno de nosotros es amado con un amor a la vez divino y humano.
« ¡OH Corazón de Jesús, en la Cruz te has sacrificados por nosotros con amor y
sufrimiento: que nuestro corazón se consume en tu fuego para siempre! » (Magnificat de
Jean Eudes- Texto en francés)
•
El descubre también este Corazón como la fuente de la misericordia, este « color
especial » del amor de Dios, que se reúne con nuestro misterio, este amor
incondicional que caracteriza a Dios: un Dios que Juan Eudes nos describe como el que
« lleva en su Corazón » todas nuestros/as miserias y quien decide la encarnación del
Hijo para liberarnos y hacernos entrar en su vida. De hecho, Jesús es la encarnación
de la misericordia, es para nosotros/as, el rostro humano de la misericordia de Dios,
que se « concentra » en cierto modo en su Corazón.
« Él hizo maravillas para mí, este Corazón tan bueno; él me acogió desde el
pecho de mi madre. El abismo de mi miseria llamaba el abismo de su misericordia. »
(Magnificat de Jean Eudes- Texto en francés)
•
El contempla el misterio del amor que une a Jesús y María y que puede ser
celebrado como un solo Corazón. Porque Jesús llena toda la vida de María y reina en
su Corazón.
•
El hace la experiencia mística de recibir este Corazón único como un don que
le hacen y del cual puede disponer a su vez:
« Mi alma glorifica el Corazón Admirable de Jesús y María y mi espíritu brinca de
alegría en este Corazón inmenso que es mío! Sí, Jesús y María me han donado su
Corazón para que yo viva en su amor», él canta en su Magnificat.
•
El adquiere la convicción que este don que él ha recibido, puede transmitirlo
también a su familia espiritual, como un tesoro y una fuente de vida, como lo escribe
en su Testamento. « Tesoro inmenso que encierra riquezas infinitas, de las cuales él
(nos) hace depositarios para luego difundirlas a través de (nosotros/as) en el corazón
de los fieles.» (id pág.151 del texto en francés)
•
Para afirmar esto de forma tan fuerte, Juan Eudes se apoya en su experiencia mística,
pero también en el hecho de que cada cristiano/a es miembro del Cuerpo del
cual Cristo es la Cabeza, y por consiguiente todo lo que pertenece a la Cabeza
pertenece también a los miembros: el Corazón es por lo tanto ofrecido a cada uno de
nosotros para ensanchar nuestro corazón a la medida del Corazón de Dios, y volvernos
capaces de amar a Dios y a nuestros/as hermanos/as « con nuestro gran Corazón »,
sin los límites de nuestro « pequeño corazón »…
«El amor desbordante del Corazón de Jesús se nos ha dado como una fuente
inagotable y la vida humana recibe de el su dinamismo. Este Corazón fue donado a
los creyentes, que pueden usarlo como su propio bien: ‘No te contentes con amar a
Dios con tu pequeño corazón humano: eso es bien poco, por no decir nada. Ámalo
corde magno et animo volenti, con todo el amor de tu gran Corazón.» (id pág. 39)
Me parece que la intuición más original de San Juan Eudes tiene en dicha afirmación
esta convicción: que hace de la forma de tratar el Corazón de Jesús más que una
« devoción », en su sentido de práctica de piedad: es toda nuestra vida que puede ser
tomada en esta gran corriente de amor, como dice el mismo Juan Eudes: « Si aman a
su prójimo … si deben sufrir por algo …hagan lo que hagan en el espíritu y en las
disposiciones de su gran Corazón, renunciando al que es de ustedes y entregándose a Jesús
para actuar en el espíritu que anima el suyo». En el amor de los cristianos continúa y se
realiza el amor del Cristo, como la savia irriga los sarmientos y les da vida.
Más tarde, con el desarrollo que tuvo lugar con las apariciones de Paray-Le-Monial a
Margarita María, el aspecto de reparación fue puesto adelante en la forma de presentar la
devoción al Sagrado Corazón: « He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y
que recibe de ellos sólo ingratitud ».
Juan Eudes, por su parte, tomaba las cosas de otro modo: se trata sobre todo de dejar
que nuestro corazón « se ensanche » acogiendo el Corazón de Dios, que nos hace capaces
de amar « como Dios » … Se trata de dejarse llevar por la gran corriente de amor que viene
del Corazón de Dios:
« OH Corazón de Jesús y María, hoguera de amor, ¡que nuestros corazones en ti se
inflamen para siempre! » (Magnificat)
El mensaje de Juan Eudes favorecía una apertura hacia la fe, en un tiempo en el cual
soplaba el viento frío del jansenismo. No es seguro que todas las raíces del jansenismo hayan
desaparecido hoy… pero es seguro que nuestro mundo siempre tan individualista, necesita un
«suplemento de amor»: al celebrar la fiesta del Corazón de Jesús, estamos invitados/as a
reapropiarnos del entusiasmo y ardor de Juan Eudes y a hacer descubrir a nuestros
contemporáneos que ellos son amados infinitamente y que son llamados a entrar en la gran
corriente del amor de Dios, manifestado en Jesús, en su ¡Corazón!
Para la fiesta del Corazón de Jesús en Caen,
el 19 de junio de 2009
Hna Marie François Le Brizault
Unión de Nuestra Señora de la Caridad