Download v oraciones - Virgen Santificadora

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
V
ORACIONES
El poder de la oración
Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas
lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte. Así que,
Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió a obedecer; y al perfeccionarse
de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que le
obedecen, y Dios lo nombró sumo Sacerdote de la misma clase que Melquisedec.
(Hebreos 5: 7-10 )
S
ólo el poder de la oración será vuestro poder. No atenderá Dios vuestras peticiones
si no os arrepentís de corazón y no agradáis a Dios con oraciones de amor, de
alabanza a su gloria eterna, de gratitud a su misericordia.
Orad día y noche. Orad. Pero no para pedir y pedir, como limosneros. Sólo eleváis
a Dios vuestras súplicas para pedir cosas. Vuestro espíritu no va más allá de una
petición de limosna. ¿Pero, si vuestro Dios os da de lo que necesitáis por qué pedís
tantas cosas materiales?. Decidme. Y vuestro Dios espera que vuestro espíritu se
eleve a las Alturas del Cielo Purísimo que es su Morada Eterna, para postrarse a sus
pies a pedirle perdón, a darle gracias por su brazo fuerte, a rogarle que os proteja del
mal y de su imperio de muerte, a pedirle sí, pero las riquezas de su Espíritu, que son
las que os salvarán a vosotros siervas y siervos, y a vuestro pueblo.
Y vosotros sólo pedís cosas y pedís más todavía para vosotros y para los tuyos.
Y Dios Padre Supremo Señor del Cielo y de la tierra os dice: “Ya no escuchará más
vuestras súplicas si no oráis de corazón. Ya no atenderá ni siquiera vuestros ruegos como
servidores y servidoras si no hacéis oración de día y de noche, con arrepentimiento,
con profundo amor, como es el AMOR que Él, vuestro Padre, os tiene: Purísimo
Amor. Vuestra fuerza es la oración. Vuestra defensa es Dios Padre Yavé que atiende
vuestras palabras si le oráis de corazón”.
Decidlo. Porque es Palabra de Dios. Y Dios no teme a los hombres.
Plegaria del siervo y sierva de Dios
S
in mi, nada podéis hacer dijo Jesús a sus apóstoles. Que estas palabras Señor las
lleve siempre en mi corazón y a la práctica. Dijo María Santificadora: “Formarán
grupos y alabarán todos al Señor” porque donde haya dos o tres reunidos en mi
nombre, estará el Señor derramando sus gracias y bendiciones. También dijo María
Santificadora: “El Espíritu Santo hablará por ti. Él te dará el verdadero mensaje”.
No permitas jamás que hable en mi nombre a los que me escuchen. Conéctame con
tu Espíritu Dios mío ya que tú eres el que me regalas el verdadero mensaje para
transmitir a mis hermanos. Con mi oración individual voy preparando el terreno para
las almas porque de mi unión contigo Señor será el fruto de mi
trabajo.
Cuando el ángel visitó a la santísima Virgen, Ella estaba sumida en profunda
oración. Cuando vino el Espíritu Santo en Pentecostés, Ella estaba reunida con los
discípulos en oración. Siempre fue para Dios y para los hombres un evangelio vivo
de santidad, en su vida y en su ejemplo. Ella lo dice en su primer mensaje: “Las
palabras de Cristo son las que te adoctrinan”. También dice: “Cualquiera puede ser
un evangelio para otro o para muchos”. Pero para poder llegar a ser este evangelio
primero tengo que tener ese encuentro individual con el Señor. Vivir conectados a El
que es el fuego del amor. Así como la conexión de dos alambres bastan para darnos
luz y calor, que son cosas hechas por los hombres, ¡cómo no podemos arder en amor
y ser luz para los demás viviendo unidos (as) íntimamente con el Señor nosotros que
somos sus hijos, el fruto de su amor!.
El Espíritu de Dios se derrama a manos llenas cuando cierro las puertas del mundo
para abrir de par en par las de mi corazón y darle albergue a su morada. Dice nuestra
Madre Santificadora: “No rebusques palabras finas, con tu idioma humilde habla”.
Colócanos en tus manos Señor como vasijas vacías para que tú nos llenes de tu
Santo Espíritu y movidos por tu gracia seamos rocas invencibles para quien quiera
derribarnos de tus manos.
Déjanos florecer Señor donde nos has sembrado y allí podamos darte frutos
abundantes de santidad. Que seamos para tu Gloria semilla fecunda de verdadero
amor y entrega. Dice María Santificadora: “La falta de oración personal y espiritual
ha dejado un campo abierto para que el mundo entre por todas las áreas posibles”.
Vivimos atados a la tierra como dice Nuestra Señora, a todo lo del mundo le damos la
mayor importancia, descuidando y olvidando lo único verdadero, lo que es de Dios.
“Grandes serán los frutos de los que alaben al Espíritu Santo sin olvidar al Padre
y la Hijo”, afirma nuestra Santificadora. Y Jesús en la Última Cena nos dejó dicho:
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado, el que quiera ser el primero que
sea el servidor de todos”.
¡Oh Jesús!: Dame un corazón humilde y lleno de amor para entregarme a los que
me has confiado, porque de mi vida y de mi testimonio de vida depende el fruto de mi
trabajo y la gloria que te dé Señor. Que mi mayor alegría sea darte gloria y alabanza,
haciendo siempre tu voluntad. Señor, así como el agua extingue las voraces llamas
del incendio, más grande es tu misericordia y compasión para extinguir el fuego
abrasador de todo pecado y maldad del corazón.
¡Oh Jesús!: Detén tus ojos misericordiosos en estos hijos tuyos que me has confiado,
cambia sus corazones y que sean para ti nuevos surcos de amor y de entrega, que cada
uno de ellos sea una prolongación tuya Señor y te pueda ofrecer con abundancia de
almas que han pescado para ti.
Tu presencia en nuestras vidas será la fuerza necesaria para seguir luchando, para
darte gloria y alabanza Señor. Que cada uno de nuestros corazones sea un arado
fecundo de tu palabra, que la semilla de tu mensaje sea esparcida por todas partes,
de corazón a corazón, de alma a alma, porque cada uno de estos hijos tuyos, desde
el momento de su bautismo quedaron como injertos a tu cuerpo y herederos de tu
reino.
Que seas tú Señor el que vivas en cada corazón para que todos estos que me has
confiado puedan seguir tus huellas Señor, sin temor a equivocarse siguiendo otros
caminos diferentes a los tuyos. No porque me los confiaste son míos, siguen siendo
tuyos para que cuando estén vacíos tú los llenes Señor de tus bendiciones, de tus
gracias, de tu amor y tu perdón.
Gracias Señor por todo lo que hagas en ellos y en mí. Que todos trabajemos para
tu gloria Señor.
Para la consagración a Dios
En su mensaje de 1997, Nuestra Señora pide a sus hijos que nos consagremos
a Yavé, Nuestro Padre. En esta oración, se expresa la consagración al Altísimo.
E
l Señor reina en todos los pueblos. ¿Quién como tú Señor entre los dioses, y como
tú terrible entre los santos?. Tú, Señor de las naciones. Invocamos tu Nombre
Señor. Eres nuestro refugio y nuestra fortaleza. Escucha Señor nuestras oraciones. Tú,
Señor, has hecho alianza con tu pueblo. Haz que recordemos siempre tus maravillas,
que los fieles vivan en la ciudad de tu Espíritu, en el vínculo de la paz, que el mundo
prospere y avance en busca de Dios.
Envía Señor operarios a tu mies para que tu nombre sea reconocido. Acuérdate,
acuérdate de mí y de mis hermanos ¡oh Señor! para que un día estemos todos juntos
con tus amados hijos los profetas que habitan en el lugar de la santidad intercediendo
por nosotros.
Ante tu Nombre Santo YAVÉ, toda rodilla se doble. Tú eres el Dios escondido
y Salvador nuestro que nos redimes con una salvación perpetua. El Señor Creador
del cielo y de la tierra y de los aires; el Señor Creador de los mares; el Dios
Todopoderoso que modeló la tierra y la afianzó y la pobló de habitantes. Tú eres el
Señor y no hay otro. Tú eres el Dios Justo y Salvador. Tú nos creaste.
El Señor es Dios. Él nos hizo y somos suyos, su pueblo, ovejas de su rebaño.
Entonemos cánticos y alabanzas en la montaña santa y bendigamos su Santo Nombre.
El Señor es bueno, su misericordia dura una eternidad y su fidelidad por todos los
siglos. Decid al Señor con alegría: ¡Oh Dios, te adoramos a ti como al Cristo que salvó
al mundo con su Cruz!.
Señor: Ten misericordia de nosotros y de todos los hombres que están esparcidos
por la tierra. Haz que llegue el amanecer precedido por la Reina de los Cielos, María
Santificadora. Haz que desaparezca de nosotros todo lo malo. Vela Señor sobre nuestros
pensamientos, palabras y obras, a fin de que nuestros días sean agradables a vuestros
ojos. Aparta nuestros pecados de tu vista y borra de nosotros la culpa, y tengamos el
gozo del Espíritu Santo ya que somos tus hijos Dios Padre YAVÉ.
El Señor de Israel nos sostenga con su brazo y calme los dolores de la enfermedad.
Sáname Señor porque he pecado contra ti. Tú eres nuestro refugio y nuestra fuerza.
Aunque la tierra tiemble y se desplomen los montes, aunque los mares se salgan de
su curso, el Señor de los Ejércitos está con nosotros. Tú lo exclamaste Jacob: «Con
YAVÉ a mi derecha, nada me falta». Dios nos ha creado para dar testimonio del Dios
de Israel.
Libera Señor de los Ejércitos a todos los hombres y mujeres que viven encadenados
por las tinieblas. Se la ayuda de las viudas y los huérfanos, y de todos los desamparados.
Haz que todos nos preocupemos por todos los que sufren, y regálanos el don de la
caridad para con nuestros hermanos.
Concédele a tus hijos la fuerza para resistir las tentaciones del maligno, acude
en nuestro auxilio Señor cuando llegue la hora de nuestra muerte. Concédenos la
verdadera libertad para que subamos a la eternidad, donde moran tus profetas y
patriarcas.
Señor YAVÉ guardaré tus leyes. Cumpliré tus decretos, pues tus decretos son mi
herencia. La alegría del corazón es cumplir tu Voluntad. Has dictado tus leyes desde
el día de la primicia en el monte sagrado del Sinaí a tu siervo Moisés, para salvar
nuestras almas.
Tú eres YAVÉ el único Dios verdadero. A ti sólo te amaré y bendeciré por siempre.
No doblaré mis rodillas ante dioses falsos ni mis labios pronunciarán sus nombres
porque sólo tú eres mi Dios. No seguiré falsos profetas. El Señor es mi heredad y
mi recompensa. Es mi roca. Mi suerte está en sus manos. Tendré siempre presente al
Señor, en el día y en la noche, en la casa y cuando esté de viaje. Mi corazón se goza en
el Señor y mis entrañas se alegran y mi cuerpo descansa en la paz de Dios.
Te pedimos por todos los sacerdotes y religiosas que se han entregado a ti: Protégelos
y santifícalos con tu gracia. Mira con piedad a los que no tienen techo donde cobijarse,
y haz que encuentren pronto el hogar que necesitan. Dígnate dar y conservar los frutos
de la tierra y el empleo para que a nadie le falte el pan de cada día. Ten piedad de todos
los que han descansado en tu paz, y ábreles las puertas del Cielo.
Te decimos hoy como tu siervo Zacarías: «Bendito sea el Dios de Israel porque ha
visitado y redimido a su pueblo, suscitando una fuerza de salvación, que nos salvará
de nuestros enemigos, para que le sirvamos en santidad y justicia todos los días de
nuestra vida».
Dígnate Señor bendecir este lugar donde vienen a buscar el alimento espiritual
todos estos hijos tuyos. Acuérdate que poderoso eres y Santo es tu Nombre, y que tu
bondad es eterna para aquellos que te temen. ¡Oh Dios, Creador de los hombres, que
enviaste tu palabra para que tomara carne en el seno de la Madre Virgen María, y que
con el nacimiento de tu Hijo estableciste el comienzo y cumbre de toda redención,
concédenos la gracia de contar con la herencia del Cielo!.
Gracias Señor. Bendice nuestras obras para que todo nuestro trabajo llegue a ti.
Santifica en este día nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestros sentidos, nuestras
palabras y nuestros espíritus, y que en tu ley santa alcancemos la salvación. Señor: te
amo y te ofrezco mi vida hasta el encuentro. Amén.
Oración de entrega a Dios
M
adre Santificadora: En esta tarde fatigado de tanto peregrinar en el mundo, te
busca mi vida cansada. Todas mis fuerzas y mis anhelos se los entrego a mi
Señor Jesucristo en tu nombre Madre de la Santidad.
Déjame poner en tu regazo la piel que ya se pega a mis huesos porque mis alientos
se separan de la vida que me dio Aquel de donde viniste. Sosiega mis pensamientos
Madre mía. Aleja de mi corazón todo el drama de mi vida pasada. Repara las fuerzas
de mi alma ya casi perdidas, extiende sobre mi rostro todo el amor tuyo.
Para ti la última mirada de mis ojos moribundos y desiertos. Y así, casi que sin
vida, en tu regazo Madre Inmaculada que mi corazón exhale el perfume limpio de la
pureza de tu alma iluminada. Como un niño me abandono a los brazos maternos de la
Señora amada por los ángeles con la esperanza de que mañana despierte en los brazos
de Cristo como el pobre Lázaro, con la mano alargada pidiéndole de limosna nos deje
entrar en la morada eterna de mi Amado Padre.
Te entrego mi alma
P
adre YAVÉ: te entrego mi alma y la de todos mis seres queridos para que,
cuando quieras separarnos de este mundo, nos lleves a morar contigo en el Cielo
eternamente. Amén.
Oración para pedir la protección de Dios
S
anto Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal: Por los tres dulces nombres de Jesús,
María y José, líbranos de todo mal.
Oración
por la conversión
Y
di siempre: «Trinidad Santísima: Te pido por los que no creen. Por los que no
te adoran. Por los que tienen el corazón árido como el desierto. Por los que no
esperan en ti ni te aman». María Santificadora (25/5/1985)
Oración de Arrepentimiento
P
adre Dios, inmutable sobre todas tus criaturas: Te doy gracias por tenerme en
cuenta a mi, miserable criatura tuya. Gracias Señor por los padres que me diste,
que me enseñaron a conocerte y amarte. Gracias Señor por dejarme nacer en un país
cristiano donde, aunque sea poco, se honra tu Nombre.
Señor: Gracias infinitas te doy por todo lo que has hecho en mi. Pero, perdóname
Señor porque he puesto más cuidado a las cosas del mundo que a las tuyas. Porque
no he sabido valorar tu Amor y he preferido otros caminos diferentes a los tuyos.
He rodado por el fango y la indiferencia para contigo. Y así como en una fuerte
tempestad, los arroyos de agua van arrastrando a su paso todas las inmundicias y
porquerías que encuentra por el camino, así he sido yo Señor: Iba saltando de barranco
en barranco, de piedra en piedra, sin importarle a nadie.
Solo tú Jesús, que eres la misericordia misma, en medio de tu profunda humildad
y amor infinito sentiste compasión de mí, te inclinaste, me tomaste de la mano, me
llevaste a tu corazón y me llenaste de ternura. Me sacaste como un hierro retorcido de
los escombros. Detuviste tus ojos compasivos en mí con alguna esperanza que de este
hierro mohoso y retorcido pudieras sacar para más tarde algo útil.
Y así paso a paso, has ido limpiando mi pobre alma y sanando mi corazón. Y contigo
de la mano, hombro a hombro, vas conmigo subiendo escala por escala. Pero estoy
lleno (a) de asombro: ¡Mi vida pasó como un relámpago en este dialogo contigo!. Y
ahora: ¿Dónde me tienes Señor?. En los atrios de tu templo. Pero... ¿cuándo lo he
merecido?.
Lo único que he sabido es solo ofenderte Señor, parece que me
premiaras mi pecado y mi maldad. ¿Dónde podré encontrar otro Dios que me ame y
me comprenda como Tú?.
Yo sé que siempre estás dispuesto a seguir en mi compañía, caminando juntos hasta
rebajar tu estatura para escuchar mejor nuestra conversación. Déjame ser Señor en
tus manos como la cera blanda para que Tú hagas de mí lo que siempre has deseado
y querido para tu Gloria y los que me has confiado. Déjame ser para tu corazón la
fuente silenciosa sin importarme la soledad. Ahora Señor quiero ser como aquella
fuente clara y cristalina que, silenciosa, perdida y oculta en los oscuros recodos de las
montañas, nada le importa estar lejos de los grandes ríos. Lo más grande e importante
es alabar a su Creador en el lugar más pequeño y escondido, con el solo murmullo de
su fuente.
Ahora Señor, después de haberme dado tanto, quieres probar mi amor y darte cuenta
si de veras te amo y colocas en mis manos un arado para cultivar, para que con mi
trabajo y mi entrega pueda demostrarte que verdaderamente te amo. Son tus almas las
que siempre anhela tu corazón, aquellas que no tienen valor para llevar el precio de tu
vida y de tu sangre. Pero, quién soy yo para que pongas en mí tu confianza?. Señor
solo te digo que nada soy y que nada tengo que no sea tuyo. Soy un cántaro vacío para
que tú me llenes porque de lo que tú me des, podré darle a los demás. Así sea para la
santificación de nuestro pueblo.
Credo
C
reo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de
todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes
de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del
Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa
fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al
tercer día, según las Escrituras, y subió al Cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay
un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.
Angelus
-
El Ángel del Señor anunció a María.
-
Y Ella concibió por obra y gracia del Espiritu Santo. -
He aquí la sierva del Señor.
-
Hágase en mí según tu palabra.
-
Y el Verbo se hizo carne.
-
Y habitó entre nosotros.
(Ave María)
(Ave María)
(Ave María)
-
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
-
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
(Se rezan tres Glorias)
Oremos: Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones y concede a quienes
hemos conocido por el anuncio del Ángel la Encarnación de tu Hijo, que por su Pasión
y su Cruz alcancemos la gloria de la Resurrección. Por el Señor Jesús, tu Hijo, que
contigo vive y reina, en unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amen
Oración de alabanza
T
e alabaré Señor mi Rey, y te daré gracias Dios mío. Porque tú fuiste apoyo mío,
protector mío. Libraste mi cuerpo de la muerte, del lazo de la mentira, de la lengua
malvada. Socórreme, por tu misericordia. Para gloria de tu Nombre, rescátame.
Elevé de la tierra libre mi súplica. Llamé a YAVÉ y me escuchó. ¡YAVÉ escuchó
mi oración!. Bendeciré el nombre del Señor. Lo busqué en la sabiduría, en la oración,
en el Santuario. Mi corazón puso alegría. Oraré de corazón.
Apenas presté mi oído, recibí la instrucción. Ella me ha hecho progresar. Él
me concedió la sabiduría. Decidí ponerla en práctica. Me enseñó a hablar como
recompensa.
Cumplan sus obras: Vean ojos y naciones su misericordia. Ahora bendigan al Altísimo
Dios mío infinito de la alegría es YAVÉ. Carmelo, monte de Dios. Fe mía, Cielos míos,
Trono Santo del Señor de siempre. ¡Aleluya, aleluya. Amén, amén, amén!.
Oración para implorar la misericordia de Dios
S
eñor Rey Omnipotente. En vuestras manos están puestas todas las cosas. Si queréis
salvar a vuestro pueblo nadie puede resistir a vuestra Voluntad. Vos hiciste el
Cielo y la tierra y todo cuanto en ella se contiene. Vos sois el Dueño absoluto de todas
las cosas, ¿quién podrá pues resistir a vuestra majestad?.
Por tanto, Señor, Dios de Abrahán, tened misericordia de vuestro pueblo porque
vuestros enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia. . Así Señor, no
desprecies esta parte que redimiste con el precio de vuestra sangre
Oid Señor nuestras oraciones. Sed favorable a nuestra suerte. Levantad el azote de
vuestro justo enojo. Y haced que nuestro llanto se convierta en alegría para que viviendo
alabemos vuestro Santo Nombre y lo continuemos alabando eternamente. Amén.
Oración para pedir la sanación
interior
(Cita del libro Jesús está Vivo del P. Emiliano Tardiff)
P
adre de bondad, Padre de amor, te bendigo, te alabo y te doy gracias. Porque por
amor nos diste a Jesús. Gracias, Padre, porque a la luz de tu Espíritu comprendemos
que Él es la luz, la Verdad, el Buen Pastor, que ha venido para que nosotros tengamos
vida y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar delante de Ti como tu hijo. Tu me conoces por mi
nombre. Vuelve tus ojos de Padre amoroso sobre mi vida. Tu conoces mi corazón y
las heridas de mi vida. Tu conoces todo aquello que hubiera querido hacer y que no
he hecho; aquello que he hecho mal y el mal que me han hecho los otros. Tu conoces
mis limitaciones, mis errores y mi pecado. Conoces los traumas y los complejos de
mi vida.
Hoy , Padre, te pido, por el amor que le tienes a tu Hijo Jesucristo, que infundas
sobre mi tu Espíritu Santo, para que el calor de tu amor salvífico penetre en lo más
íntimo de mi corazón. Tú que sanas los corazones destrozados y vendas las heridas,
sana aqui y ahora mi alma, mi mente, mi memoria y todo mi espíritu.
Entra en mi, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde
estaban tus didiscípulos llenos de miedo. Tú aparaciste en medio de ellos y les
dijiste: «Paz a vosotros». Entra en mi corazón y dame tu paz; llename de amor.
Nosotros sabemos que el amor echa fuera el temor. Pasa por mi vida y sana mi
corazón. Sabemos, Señor Jesús, que Tu lo haces siempre cuando te lo pedimos; y
yo te lo estoy pidiendo con María, nuestra Madre, que estaba en las bodas de Caná,
cuando no habia mas vino, y Tu respondiste a su deseo, cambiando el agua en vino.
Cambia mi corazón y dame un corazón generoso, un corazón afable, lleno de bondad.
un corazón nuevo.
Haz que germine en mi los frutos de tu presencia. Dame los frutos de tu Espíritu
que son: amor, paz y alegría. Que descienda
sobre mi el espíritu de las
bienaventuranzas, para que pueda gustar y buscar a Dios cada día, viviendo sin
complejos y sin traumas junto a los otros, a mi familia, a mis hermanos.
Te doy gracias, oh Padre, por aquello que hoy estas haciendo en mi vida. Te
agradezco con todo el corazón, porque me sanas, porque me liberas, porque rompes
mis cadenas y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús, porque soy templo de tu Espíritu y este templo no se puede
destruir, porque es la casa de Dios. Te doy gracias, Espíritu Santo, por la fe, por el
amor que has puesto en mi corazón. ¡Qué grande eres, Señor, Dios Trino y Uno!. Que
Tu seas bendito y alabado, !Oh Señor!.
Oración para pedir la sanación física
(Cita del libro Jesús está Vivo del P. Emiliano Tardiff)
S
eñor Jesús, creemos que estás vivo y resucitado. Creemos que estás realmente
presente en el Santísimo Sacramento del Altar y en cada uno de nosotros. Te
alabamos y te adoramos. Te damos gracias, Señor, por venir hasta nosotros como pan
vivo bajado del Cielo. Tú eres la plenitud de la vida. Tú eres, Señor, la Salud de los
enfermos. Tú eres la resurección y la vida.
Hoy queremos presentarte todos nuestros males, porque tú eres igual ayer, hoy y
siempre y tú mismo nos encuentras donde nos hallamos. Tú eres el eterno presente
y nos conoces. Ahora, Señor, te pedimos tengas compasión de nosotros. Visítanos
a través de tu Evangelio, para que todos reconozcan que tú estás vivo en tu Iglesia
hoy; y que se renueve nuestra fe y nuestra confianza en Tí; te lo suplicamos, Jesús.
Ten compasión de los sufrimientos de nuestro cuerpo, de nuestro corazón y de nuestra
alma. Ten compasión de nosotros, Señor, bendícenos, y haz que podamos recobrar la
salud. Que crezca nuestra fe, y que nos abramos a las maravillas de tu amor, para que
seamos también testimonio de tu poder y de tu compasión. Te lo pedimos, Jesús, por
el poder de tus santas llagas, por tu Santa Cruz y por tu preciosísima sangre.
Sánanos, Señor. Sánanos en el cuerpo, sánanos en el corazón, sánanos en el alma.
Danos la vida, la vida en abundancia. Te lo pedimos por la intercesión de María
Santísima tu Madre, la Virgen del Dolor, que estaba presente, de pie, junto a tu Cruz;
que fue la primera en contemplar tus santas llagas, y a la que nos diste por Madre.
Tú nos has revelado que ya has tomado sobre Tí todas nuestras dolencias y por tus
santas llagas hemos sido curados.
Hoy, Señor, te presentamos con fe todos nuestros males y te pedimos que nos sanes
completamente. Te pediimos, para la gloria del Padre del Cielo, que sanes también
a los enfermos de nuestra familia y nuestros amigos. Haz que crezcan en la fe, en la
esperanza y que recobren la salud para la gloria de tu Nombre.
Para que tu reino continúe extendiéndose más y más en los corazones, a través de
los signos y prodigios de tu amor. Todo esto, Jesús, te lo pedimos porque eres Jesús.
Tú eres el Buen Pastor y nosotros somos las ovejas de tu rebaño.
Estamos tan seguros de tu amor, que antes de conocer el resultado de nuestra
oración, te decimos con fe: gracias, Jesús, por todo aquello que harás por nosotros y
por cada uno de ellos. Gracias por los enfermos que estás sanando ahora, gracias por
aquellos que estás visitando con tu misericordia.
Gracias, Jesús, por lo que Tú vas a hacer a través de esta oración. Lo depositamos
en tus manos desde hoy y te pedimos que nos sumerjas en tus santas llagas. Que nos
cubras con tu sangre divina, y que a través de este mensaje tu corazón de Buen Pastor
hable a los corazones de tantos enfermos que van a leerla. !Gloria y alabanza a Ti,
Señor!.
Somos hijos tuyos Señor...
Con Santiago Apóstol, intercesor.
S
omos hijos tuyos Señor Jesús en el servicio, desde aquel día que enviaste a
nuestros padres los apóstoles a ocupar el primer lugar en el Reino de los Cielos a
fuerza de servir con humildad y entrega total.
Somos hijos tuyos Señor en la Cruz. Haz que vivamos con alegría las dificultades
y comprendamos a los que sufren injusticia, deshonra y opresión.
Somos hijos tuyos Señor en la proclamación de la palabra verdadera, de la palabra
que es auténtica porque nace en el Amor. Líbranos de las tinieblas de las mentiras que
envuelven hoy al mundo y hacen presumir que son verdad.
Somos hijos tuyos Señor en el peregrinar. Haz que llevemos la Gloria de Dios
nuestro Padre Eterno por caminos polvorientos, por lugares próximos y remotos donde
hay oídos dispuestos para escuchar hablar de tu evangelio y corazones sedientos de
beber tu palabra que salva.
Somos hijos tuyos Señor y discípulos de la Madre María que nos reveló el misterio
de Dios en el Plan de Salvación aquellos días en los que instruyó a tus apóstoles
antes de Pentecostés. Gracias a la preparación de María Maestra, aquellos hombres y
mujeres recibieron al Espíritu Santo que comunicó tu palabra y mostró a la humanidad
que eras el Mesías, el Hijo de Dios, y así se cumplió la promesa hecha desde antiguo
al pueblo de Israel a través de los profetas.
Somos hijos tuyos en la Alianza que sellaste con tu sangre. Permite que vivamos
esta alianza como nuestros primeros padres en Israel siguiendo el ejemplo de nuestro
padre en la fe Abraham, de Isaac, Jacob y todos sus hijos que son las tribus del pueblo
escogido por el Padre Eterno para conducirlo por caminos de fe, esperanza y Amor
hacia el gozo del Paraíso perdido por el pecado.
Somos hijos tuyos Señor Jesús en aquellos días de pasión en el huerto cuando fuiste
tentado por el pervertidor de este mundo. Fortalécenos en la convicción profunda de
que con Dios a nuestro lado jamás vacilaremos porque Yavé es nuestra Roca, nuestra
Fortaleza, nuestra Defensa.
Somos hijos tuyos Señor Jesús en aquella sonrisa dulce y hermosa que lanzaste
tantas veces en tu peregrinar por aldeas, pueblos y ciudades de la antigua Palestina.
Permite que hoy, nosotros, entristecidos por la mentira, por las codicias y ambiciones
de nuestro pobre espíritu, por las frustraciones humanas, renazcamos en la alegría de
sentir en nuestro espíritu tu sonrisa de amor. Haz que el Espíritu Santo que habita en el
Padre y en Ti Amado Hijo de Dios, nos llene de gozo, nos forme y nos transforme para
que nazcamos de nuevo y así podamos entrar en el Reino de los Cielos sin esperar a
que partamos de esta tierra, y así se cumpla tu evangelio cuando le dijiste a Nicodemo
que no importa la edad para nacer de nuevo a la Verdad que nos Salva.
Y, por último Señor, te pido que nos hagas hijos tuyos en la Esperanza. Una
esperanza puesta en que el Padre de los Cielos siempre está a nuestro lado con su
Ejército Celestial de Angeles y Arcángeles y con la asamblea de los santos y santas
que han sido fieles a su Amor. Y así, Señor Mío, estaremos gozosos porque sabemos
que no estamos solos en este mundo sino que siempre con nosotros está la gran familia
del pueblo que tú has salvado con tu muerte en Cruz, el pueblo de Dios, su escogido
para darle la Santificación. Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo.
Como antiguo, como es ahora y como será siempre por los siglos venideros. Amén.
María Santificadora: Ruega por nosotros y santifícanos.
Amados, venerables, gloriosos patriarcas, profetas, profetizas, apóstoles y
todos los santos, interced por nosotros. Amén. Amén. Amén.
Protección Maternal
Por Federico Blandón
M
aría Santificadora condúcenos a Jesús. Entre tus brazos estamos seguros.
Entre tus brazos queremos vivir y morir. En tus ojos hay luz de esperanza:
nos enseñan pureza y amor. En tus labios es flor la plegaria que nos vuelve la paz y
el perdón.
María Santificadora: Ruega por nosotros y santifícanos. María Santificadora: danos
la paz.
Oración al Espíritu Santo
V
en Espíritu Divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre, don
en tus dones espléndido, luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro
trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los
duelos.
Entra hasta el fondo del alma, Divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro. Mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor
de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al
esfuerzo su mérito. Salva al que busca salvarse, y danos tu gozo eterno. Amén
Consagración a María Santificadora
Para todos los sábados
H
e aquí mi corazón, mi buena Madre. Tómalo que a ti recurre buscando reposo.
Cansado de oír los vanos rumores de la tierra, vengo a escuchar tus secretas
palabras llenas de encanto.
Amo tanto la corona que honra tu frente, como tu sonrisa tan dulce, tu mirada tan
maternal. Mientras te contemplo, Madre mía, me pareces más bella. Aquí vengo a
depositar a tus pies mi corazón. Bien conoces su inconstancia. Date prisa a tomarlo
porque tal vez esta misma noche ya no estará en mi poder y muchas lágrimas me
costará recuperarlo. Tómalo y guárdalo en el tuyo y, si en adelante te lo volviera a
pedir alguna vez, ¡oh, no me lo entregues, dime que es tuyo para siempre!.
Hazme puro a tus ojos. Dame la inocencia, un corazón grande para amarte y tu
regazo maternal para dormir. Dame la fé, la esperanza y la caridad, virtudes en esta
vida, y una santa muerte. Cuando mis pasos bajen a la tumba, cuando mis labios
hayan gustado el cáliz de la amargura, dame las alas de la paloma y sal a recibirme a
las puertas del Cielo.
Virgen Santísima, yo me consagro a ti desde este día hasta el venidero. Prometo
guardar castidad en mis pensamientos, palabras y obras. Y para asegurarme en estos
santos propósitos, te pido tu santa bendición: Bendíceme Hija del Padre y líbrame de
los malos pensamientos. Bendíceme esposa del Espíritu Santo y líbrame de las malas
imaginaciones y de las malas obras. Bendíceme, en fin, Madre mía, todos y cada uno
de los instantes de esta semana en que me consagro a ti.
María Santificadora, acuérdate que soy tuyo. No me desampares en la vida ni en la
muerte. Y en este día, dame tu santa bendición. Amén.
Anhelo de glorificar a Dios
Por Federico Blandón,
servidor de la Esclava del Señor.
E
res Maestro el mismo de antes y de siempre. Tus llagas dan testimonio de ti. En
tus manos y tus pies benditos, quedan las cicatrices gloriosas que hablan de tu
amor. Los sufrimientos pasaron, pero el amor permanece. Y por eso, permanecerán
las llagas después de tu Gloria. Son los símbolos y manifestaciones exteriores de la
caridad interior tuya.
María: En las circunstancias y las peripecias de tu vida verán los caminos que
recorren tus pies y las obras que realizan tus manos. Unas veces son pies pequeñitos
que besa tu madre. Y otras veces son pies traspasados y fijos a la Cruz. Las muestras
del amor son diversas, pero el amor es siempre el mismo. !Como yo quisiera pues
Maestro, ser siempre el mismo contigo y mostrarte siempre el amor mío aun en mis
obras mas humildes!. Un amor tan grande como en las más heroicas que pudiera hacer.
Porque no son solo las obras si no el amor que las realiza, lo que tiene el valor.
Señor: Lo importante es que yo vaya porque tú me envías y no por mi propia
voluntad. Que yo vaya con tu mensaje y no con mis personales opiniones. Esto
es lo que me dará testimonio de ti. En tus manos y tus pies benditos, quedan las
cicatrices gloriosas que hablan de tu amor. Los sufrimientos pasaron, pero el amor
permanece. Y por eso, permanecerán las llagas después de tu Gloria. Son los símbolos
y manifestaciones exteriores de la caridad interior tuya.
María: En las circunstancias y las peripecias de tu vida verán los caminos que
recorren tus pies y las obras que realizan tus manos. Unas veces son pies pequeñitos
que besa tu madre. Y otras veces son pies traspasados y fijos a la Cruz. Las muestras
del amor son diversas, pero el amor es siempre el mismo. !Como yo quisiera pues
Maestro, ser siempre el mismo contigo y mostrarte siempre el amor mío aun en mis
obras mas humildes!. Un amor tan grande como en las más heroicas que pudiera hacer.
Porque no son solo las obras si no el amor que las realiza, lo que tiene el valor.
Señor: Lo importante es que yo vaya porque tú me envías y no por mi propia
voluntad. Que yo vaya con tu mensaje y no con mis personales opiniones. Esto es lo
que me dará seguridad y fuerza en mis caminos. Cuando me envías tú, tu bendición
me acompaña y me proteje. Pones en mis palabras el sello de tu verdad. No soy yo el
que va sino un mensajero cualquiera que llevaré tu nombre fundido sobre la frente .
Señor: Soy el amor tuyo y tú eres el amor mío. No permitas Señor que yo vaya y
venga por mi propio arbitrio. Que no sea yo el que siga mis caminos y mis destinos.
Vengo a ti irremediablemente Dios mío por mi trayectoria. Y, sobre todo, no permitas
que yo usurpe tu Santo Nombre para mis personales intereses. Que no vaya con mis
planes diciendo que son tus planes, que no vaya con mis ideas diciendo que son
palabras tuyas.
No consientas Dios único y verdadero que yo flaquee, ídolo de barro, y promueva
el reconocimiento y adoración de los hombres. En tu Nombre voy Señor, enviado por
ti y para cumplir tu obra por los caminos que tú me abras. Porque siempre, Señor, tu
brazo va delante de mi. Como lo hiciste con los antiguos profetas, soy tuyo Señor,
dame el ideal perfecto para poder elevar tu Santo Nombre y glorificarte ante mi pueblo,
ante mis hermanos y mis hermanas. Dales fuerza para que al amanecer, mañana, se
reconcilien más contigo y vivan más en ti.
Yo no te pido por mi, Señor. Te pido por ellas y ellos, que te aman. Te pido para que
reconcilien su amor hacia ti y vean en ti un Cristo que en todas partes se ve en la tierra.
En los Cristos pobres, en los Cristos que sufren, en los Cristos humildes, en los Cristos
que aguantan hambre, en los Cristos que tienen sueño y no tienen donde dormir.
Ven Espíritu Santo sobre mi inteligencia para traerme la Verdad, y sobre mi corazón
para encenderme con tu fuego. Ven para defenderme del espíritu de las tinieblas y de
las oscuras asechanzas. Ven sobre mi y sobre mis hermanos y hermanas para que los
conduzcas y los defiendas y los guíes en la vida de santificación.
Ven Espíritu Santo con testimonio de luz a los pueblos sentados aun sobre las
sombras de muerte. Ven sobre las almas que vacilan y dudan, sobre las que ya han
perdido la luz de la fe o están a punto de perderla. Ven como vínculo de unión sobre
todos los cristianos.
Ven Espíritu para disolver este materialismo de nuestros pensamientos y de nuestros
deseos. El Hijo, que es el Señor Jesús, te envió a nosotros como Supremo Don para
nuestro consuelo y esperanza. Por ti lo reconocemos a Él como Señor y con Él pedimos
subir hasta el Padre. Tú nos purificas con el fuego y nos impulsas con el aliento divino
y como soplo vivificante, reanimas la torpe parálisis de nuestros miembros.
En tu nombre buen Maestro y con tu poder, viajen tus discípulos y discípulas por el
mundo derramando la misericordia y el perdón. Como tú perdonas, quieres que ellos
y ellas sigan también perdonando porque son muchos los pecados y lo interminable de
tu misericordia para que ningún corazón se hunda y envíe a tu puerta a los pecadores
que te siguen buscando diciéndoles «quien quiera que esté ahí, ven a Mi».
Abridle la puerta a estas siervas y siervos tuyos, Padre mío. Ábrela Señor como
abriste la herida de tu costado, donde manó una sola gota de sangre y en ella una mezcla
de agua, para salvar al hombre, aquel que te hirió, que lo hizo inconscientemente
para que la profecía se cumpliera. Bendice por ese corazón amante a estas siervas y
siervos tuyos. Que sea el recuerdo íntimo del amor sagrado, el amor en que un día te
conocieron y te vieron palpablemente en los sueños.
Dale Señor el sereno descanso y la paz en sus corazones, pero especialmente Padre
bueno, el perdón de sus pecados para que ellas y ellos sean santos y agradables a ti.
Para que la Virgen María todos los días les conceda ese don vivificante del perdón
y el don vivificante para que perdonen a quienes los han ofendido, para que al decir
que tú eres el Padre, ellas y ellos te reconozcan a ti como hijos y conozcan a nuestros
hermanos como hermanos vuestros, y también se conduzcan por el camino de la paz
unos con otros.
Y para ti Padre Santo, para ti, estos siervos y siervas tuyas. Para ti estos corazones
amados. Para ti estos corazones que te quieren y que luchan por salvar su alma y el
alma de sus familias: Bendícelos Señor y escucha las voces y gemidos de los lamentos
de ellas y ellos por sus hermanos.
Señora, Señora, trasnocha con nosotros. Porque nosotros vamos a trasnochar
contigo en estos días de dolor y de sufrimiento tuyo, en estos días que va mitigando la
vida poco a poco el dolor y el sufrimiento, en estos días que se achica más tu vida. Allí
estaremos todos nosotros como los samaritanos, esperando Señora que nos concedas
las gracias en nuestro corazón, el íntimo deseo de amarte y de reconocer a este Dios
Salvador, el que se entregó por todos nosotros, aquel hombre que dio la vida y que
se murió como un hombre cualquiera. Pero ahí estaba Él: Era un Dios victorioso,
Madre, y en esa victoria descansaremos esta noche y te daremos mañana el buenos
días. Amén.
Oración al Arcángel San Miguel.
¿Quién como Dios? !Nadie como Dios!
A
rcángel San Miguel: Defiéndenos en la batalla. Se nuestro amparo contra la
maldad y las acechanzas del demonio. Reprímele Dios, como rendidamente te
lo suplicamos. Y tú, príncipe de las milicias celestiales, armado del Poder Divino,
precipita al infierno a satanás y a todos los espíritus malignos que, para la perdición
de las almas, andan por el mundo. Amén.
Señor haz de mi
S
eñor: Haz de mí un instrumento de paz. Donde hay odio, que yo siembre amor.
Donde haya ofensa, que yo siembre perdón. Donde hay discordia, que yo siembre
la armonía. Donde hay duda, que yo siembre la fe. Donde hay desesperación, que yo
siembre la esperanza. Donde hay error, que yo siembre la Verdad. Donde hay tinieblas,
que yo siembre la Luz. Donde hay tristeza, que yo siembre la alegría.
Haz que yo busque consolar, más que ser consolado; comprender, más que ser
comprendido; amar, más que ser amado. Porque dando es como se recibe, olvidándose
es como se encuentra, perdonando es como tú nos perdonas, y muriendo así se resucita
a la vida eterna.
Oración a la asamblea de los santos
«Por eso, santos son los patriarcas, santos son los profetas, que son nuestros
intercesores. En estos últimos tiempos ha querido Ella venir con todos los santos,
con los patriarcas y los profetas, con esos espíritus invitados por el Padre a
enseñarnos la vida de santidad. No seamos más testarudos, palabras textuales de
María». (Mensaje del 26 de julio de 1992)
G
loriosos, santos y venerables, profetas, profetizas y apóstoles: Habéis sido
escogidos por Dios desde antes de que salierais del vientre de vuestras
madres. Habéis sido llamados portentosamente por YAVÉ, con visiones y prodigios,
para ser como las estrellas que condujeran al pueblo de Dios en medio de las tinieblas
del mundo y para anunciar a los hombres, la llegada de la luz de justicia que brillaría
por siempre: El Mesías.
Por la veneración que profesáis a vuestra Reina María La Santificadora de los hijos de
Dios, os suplicamos que, como en los tiempos antiguos, vengáis con vuestros espíritus
a preparar los caminos para la segunda venida de Nuestro Salvador y Santificador
Jesucristo.
Ante tu Nombre Santo YAVÉ toda rodilla se doble. Tú eres el Dios escondido y
Salvador nuestro que nos redimes con una salvación perpetua. El Señor Creador del
cielo, de la tierra y de los aires. El Señor Creador de los mares. El Dios Todopoderoso
que modeló la tierra, la afianzó y la pobló de habitantes. Tú eres el Señor y no hay
otro. Tú eres el Dios Justo y Salvador. Tú nos creaste.
Padre YAVÉ, tú dijiste a Moisés y, por medio de él, a tu pueblo: “Yo les suscitaré
en medio de sus hermanos un profeta como tú, pondré en su boca mis palabras y él les
comunicará todo cuanto Yo les mande” (Deut.18:18). Envíanos Padre el Espíritu que tú
has depositado en éstos tus profetas escogidos para que nos guíen hacia tu Sacrosanta
Presencia. Concédenos por su intercesión, las virtudes de la fe, la esperanza y la
caridad, para que nos unamos cada día más a ti rechazando todo lo que nos aleje de
tu verdad. Préstanos tus dones, frutos y carismas para que por el Poder de tu Santo
Espíritu llevemos tu luz a todos los que viven en las densas tinieblas que envuelven
hoy nuestro mundo.
Acuérdate de tus hijos peregrinos que viven atrapados en las redes de tu enemigo,
envíales tu misericordia por la intercesión de tus amados amigos los patriarcas, profetas,
profetizas y apóstoles, para que así todos unidos, podamos glorificarte eternamente en
tu Santa Mansión. Amén.
Gloriosos, venerables, santos patriarcas, profetas, profetizas y apóstoles:
interceded por nosotros. (Se rezan 7 padrenuestros con Avemaría y Gloria)
Oración a los Ángeles
A
yúdanos ángeles grandes y santos, servidores como nosotros delante de Dios.
Protegednos contra nosotros mismos, contra nuestra cobardía y tibieza, contra
nuestro egoísmo y nuestra avaricia, contra nuestra envidia y desconfianza, contra
nuestra suficiencia y comodidad, contra nuestro deseo de ser apreciados.
¡Desligadnos de los lazos del pecado y de toda atadura del mundo!. Desatad la
venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos para dispensarnos de
ver la miseria que nos rodea y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con
conmiseración. Amén.
Oraciones al Santo Patriarca José
O
h custodio y padre de vírgenes, Glorioso San José!, a cuya fiel guarda fueron
encomendadas la misma inocencia: Cristo Jesús y la Virgen de las Vírgenes,
María. Por estos dos seres queridos, Jesús y María, te ruego y suplico me alcances
la gracia que, manteniéndome puro en la mente, limpio en el corazón y casto en el
cuerpo, sea siempre siervo fiel de Jesús y María. Amén.
Jesús, José y María: Sed la salvación del alma mía (3 veces).
G
lorioso San José, modelo de todo aquel que labora, consígueme la gracia de
trabajar en espíritu de penitencia para expiar por mis numerosos pecados; hacer
mi trabajo diligentemente poniendo amor en mis responsabilidades por encima de otras
inclinaciones; que pueda yo agradecer y utilizar alegremente los talentos recibidos
de Dios, trabajar sistemáticamente, tranquilamente, con moderación y paciencia,
sin acobardarme del trabajo por el cansancio o por dificultoso que sea, sobre todo,
que pueda realizarlo con pureza de intención y abnegadamente, que siempre tenga
presente mis responsabilidades y la disposición de reparar por el tiempo perdido y
jamás complacerme con éxitos obtenidos, pues esto me impediría hacer la voluntad
de Dios. Todo sea por Jesús y María y para imitarte a ti, ¡oh Patriarca San José!. Este
será mi lema por toda la vida. Amén.
Oración a Santa Ana
G
loriosa Santa Ana, quiero honrarte con especial devoción. Te escojo, después
de la Santísima Virgen, por mi madre espiritual y protectora. Te encomiendo
mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses -espirituales y temporales- y los de mi
familia. Te consagro mi mente, para que en todo se guíe por la luz de la fe, para que se
conserve puro y lleno de amor a Jesús, a María, a José y a ti misma; mi voluntad para
que, como la tuya, esté siempre conforme con la de Dios.
Buenísima Santa Ana, desbordante de amor para cuantos te invocan y de compasión
con los que sufren, confiadamente pongo ante ti la necesidad de que me concedas esta
gracia en particular (mencione el favor que se solicita). Te suplico recomiendes mi
petición a tu Hija, la Santísima Virgen María, para que ambas, María y tú, la presentes
a Jesús. Por tu valiosa intercesión sea cumplido mi deseo.
Pero si lo que pido no fuera voluntad de Dios, obtenedme lo que sea de mayor bien
para mi alma. Por el poder y la gracia con que Dios te ha bendecido dame una mano
y ayúdame. Te pido, sobre todo, misericordiosísima Santa Ana, me ayudes a dominar
mis malas inclinaciones de mi estado de vida y de practicar las virtudes que sean más
necesarias para mi salvación.
Como tú, haz que yo logre por el perfecto amor a Dios ser para Él en vida y en
muerte. Que después de haberte amado y honrado en la tierra con verdadera devoción
de hijo pueda, por tus oraciones, tener el privilegio de amarte y honrarte en el Cielo
con los Ángeles y Santos por toda la eternidad.
Bondadosísima Santa Ana, madre de aquella que es nuestra vida, muestra tu dulzura
y dame esperanza, intercede ante tu Hija para que yo alcance paz.
Oración a San Joaquín y Santa Ana
I
nsigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana. ¡Cuánto es
mi gozo al considerar que fueran escogidos entre todos los santos de Dios para
dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María
Santísima!. Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre
ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a vuestra protección poderosa y les encomiendo todas
nuestras necesidades espirituales y materiales y las de nuestra familia, especialmente
la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su
intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténganos el don de la
más sincera oración. Que nunca pongamos nuestro corazón en los bienes pasajeros
de esta vida. Dennos vivo y constante amor a Jesús y a María. Obtened también una
devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que
vivamos y muramos con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que siempre invoquemos los santos nombres de Jesús y de María, y así nos
salvemos. Amén.
Oración de la noche
Por Federico Blandón
M
adre Santificadora en esta hora nocturna del descanso, te busca mi vida, toda
mi alma. Mis fuerzas se destrozan y deslíen en las sombras. Como una lenta
paz, va invadiendo el sueño la arena de mis miembros. Se pegan mustios los párpados
míos.
Déjame Madre poner tu medalla bajo la almohada limpia porque así soñaré mejor
que duermo en tu regazo. Sosiega Madre mis pensamientos. Aleja de mis pulsos
todo sobre salto. Reposa mis fuerzas perdidas. Extiende sobre mi rostro la paz del
tuyo. Para ti Madre Santísima, la última mirada de mis ojos cansados y la primera
de mañana cuando despierte con los párpados todavía difícilmente entreabiertos. Y
así acurrucado en tu regazo, que mi corazón exhale, en estas horas de la noche, el
perfume limpio de su amor filial con la misma sencillez con que las flores silvestres
ofrecen su aroma al viajero que pasa distraído por el sendero sin nombre.
Como niño pequeño que se abandona al tibio seno materno, así abandono mi
vida en tus manos. Santificadora mía, que mañana despierte generoso a fin de hacer
de mis horas un más enardecido acto de servicio al Señor en la persona del prójimo.
Y ahora Madre, bendíceme. Hasta mañana Madre Santísima.
Oración para pedir a Dios la Sabiduría
Una de las palabras más mencionadas en las Sagradas Escrituras es Sabiduría.
Los reyes que sirvieron a Dios y los pueblos que le fueron fieles, pidieron con
constancia al Padre Eterno la sabiduría. Es la plenitud de los dones, es Dios
Creador en cada una de sus criaturas. Es la perfección sublime del Altísimo.
«Ámala más que todos los tesoros del mundo» insiste la Palabra de Dios. La
Virgen Santísima es el templo del Santo de los Santos, del Sabio de los sabios, de
la Perfección Divina que se hizo hombre entre los hombres. En el camino de la
espiritualidad, es también nuestra intercesora para pedir a Dios Todopoderoso la
sabiduría que se hace práctica en el cumplimiento de todos sus mandamientos.
D
ios de nuestros padres, Señor de la misericordia, que por tu palabra lo hiciste
todo; tú, que por tu Sabiduría formaste al hombre para que dominara las
creaturas salidas de tus manos, para que gobernara al mundo con santidad y justicia y
pronunciara sentencias con alma recta, dame la Sabiduría que comparte tu trono y no
me rechaces del número de tus hijos.
Porque yo soy tu servidor y el hijo de tu sierva, un hombre débil y de vida efímera,
poco apto para entender la justicia y las leyes. Pues, aunque uno sea perfecto entre los
hijos de los hombres, si le falta la Sabiduría que de ti procede, en nada será tenido.
Tú me elegiste como rey de tu pueblo, como juez de tus hijos y tus hijas. Tú me
ordenaste edificar un santuario en tu monte santo y un altar en la ciudad donde habitas,
imitación de la tienda santa que habías preparado desde el principio. Contigo está la
Sabiduría que conoce tus obras, que estaba presente cuando hacías el mundo, que
sabe lo que es agradable a tus ojos y lo que es conforme a tus mandamientos. Envíala
de los cielos santos, mándala de tu trono de gloria para que a mi lado participe en mis
trabajos y sepa yo lo que te es agradable, pues ella todo lo sabe y entiende. Ella me
guiará prudentemente en mis trabajos y me protegerá con su gloria.
Entonces mis obras te serán aceptables, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré
digno del trono de mi padre. ¿Qué hombre, en efecto, podrá conocer la voluntad de
Dios?. ¿Quién penetrará los planes y decisiones del Señor?. Los pensamientos de los
mortales son tímidos e inseguras nuestras ideas, pues un cuerpo corruptible agobia el
alma y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de preocupaciones.
Trabajosamente imaginamos lo que hay sobre la tierra y con fatiga hallamos lo
que está a nuestro alcance. ¿Quién, entonces, ha sabido lo que decides en los cielos?.
Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieras dado la Sabiduría y no le
hubieras enviado de lo alto tu Espíritu Santo?. Sólo así se enderezaron los caminos de
los moradores de la tierra, así aprendieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a
la Sabiduría se salvaron.
(Libro de la Sabiduría : 9)
Oraciones Breves
S
eñor Padre Eterno: Con humildad, confianza y amor por nuestros hermanos te
rogamos nos concedas gracias y bienes para tus obras de Santificación. Que todo
sea para tu gloria. Te lo pedimos por amor a Jesús Rey, a tu Divino Espíritu y a María
nuestra Santificadora. Asamblea de los Santos, en estas plegarias y peticiones sean
nuestro eco. (Gloria al Padre...)
S
eñor: Haznos pordioseros para encontrarte en el Camino por el que tú vas
invitando al banquete de tu Reino.
M
S
S
M
adre Dolorosa, ayúdame. Señora de la Esperanza, dame alegría en mi
espíritu.
eñor: Hazme niño para vivir tu Reino.
eñor y Señora: Que yo los lleve en mi como vosotros me llevaís en vuestro
corazón.
aría de Nazareth: Dictame lo que tengo que decir y escribir. Que tú hables,
preguntes y respondas, y que el Espíritu Santo prepare nuestros corazones para
recibir la Palabra de Dios.
S
A
eñor: Aumenta nuestra fe.
ntes morir, que defraudarte Señora mía