Download Capítulo 12: Los primeros frutos de la redencion

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
La Sanidad Es Parte de la Redención
Amigo, usted nació en esto. No se lo ganó, no lo compró, y usted no podría hacer lo suficiente
para merecerlo. Pero cuando alzaste la vista y dijiste, “Jesús, yo creo en ti, y te recibo como mi
Señor y mi Salvador,” ¡naciste de nuevo! Naciste en esta familia y en este reino y tu nombre, tu
nombre, está en ese Libro, y ese Libro es el Libro de los redimidos y rescatados. También es una
lista de la ciudadanía del Reino eterno de Dios, y como ciudadano, tienes derechos. Pero los debe
conocer, y se debe levantar, y debe hablar sobre ellos.
Jesús no abrió la boca. ¿Sabes que Él pudo haberlo hecho? ¿Se recuerda lo que dijo cuándo se lo
estaban llevando? Él dijo, “Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más
de doce legiones de ángeles,” (Mateo 26:53) y se lo hubieran llevado de ese lugar tan rápido. Les
digo que, hubieran aniquilado a cada uno de esos soldados dentro de 100 millas, fácilmente. Pero
entonces usted y yo todavía tuviéramos que pagar por nuestros propios pecados.
Jesús podría haber hablado. Cuando le ataron al poste de azotes y comenzaron a pegarle — y no
sólo le pegaban ellos, pero la mano de Dios estaba golpeándolo espiritualmente con cada causa
principal de cada malestar y enfermedad, y lo aplastaba y le causaba contusiones, hasta el centro
de Su espíritu—podría haber dicho, “Apelo a la justicia. Yo no merezco esto. No he hecho nada
malo. Apelo al Omnipotente y su justicia.” Si Él hubiera hablado, hubiera sido librado, porque
no lo merecía… y nosotros estuviéramos perdidos. Nosotros tendríamos que pagar la pena por
nuestros pecados. ¿Sabes que a Él si le hubiera querido decir algo? Todo lo que tenía que decir
era una sola palabra; es todo lo que tenía que decir. Todo lo que tuvo que decir era, “¡Detenlo!”
¿Recuerda cuando Él dijo, “¿Yo Soy,” y todos ellos cayeron al suelo?
Él es nuestro Héroe. Piense en la fuerza que le tomó. Piense en el autocontrol que tuvo. Todo lo
que tenía que hacer era decir una palabra, y saldría de todo eso. Él lo tomó. No abrió Su boca.
Les dijo. “Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo el derecho
de darla y de volver a recibirla.” Él no estaba en las manos de ellos o bajo su control, sin poder
hacer nada. Él los dejo que lo hicieran, y como oveja que va hacia el matadero, muda, y se queda
de pie tomando todo, no abrió Su boca. Lo dice otra vez. No abrió Su boca. ¿Sabe por qué no
abrió Su boca? Para que nosotros podamos abrir nuestra boca: “Deje al redimido del Señor
decirlo…” déjenlos abrir sus bocas y déjenlos decirlo, y cuando venga algo que quiera robar,
matar y destruir comienza a latir y afectarle, más le vale que no se quede ahí diciendo, “No sé si
es la voluntad de Dios.” Usted se levanta y dice, “¡No, no tu no! ¡No, no tu no! ¿Es esto legal,
diablos ignorantes? ¿Es esto legal para ustedes poner el cáncer en mi cuerpo cuando no estoy
condenado? ¿Cuándo soy un ciudadano del cielo?”
“Oh, pero tú te lo mereces. Has cometido errores.”
“Realmente lo merecí, pero El sufrió la paliza. Él tomó las enfermedades. Él tomó el dolor. ¡No
tú no robaras mi dinero! ¡No, tú no lo harás! ¿Es esto legal? ¿Es esto legal, robar mi prosperidad?
¡No, tú no lo harás! Te reclamo con esto. Te desafío antes del tribunal supremo del cielo.”
Correrán asustados hacia sus superiores, y se irán lejos de usted. Estas no son mis palabras.
“Resistan al diablo, y éste huirá de ustedes.” Gloria a Dios.
116