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Liderazgo cristiano
1
Un líder conforme
al corazón de
Dios.
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Lección tres:
SIN ARRUGAS
INTRODUCCIÓN:
El regreso de Jesucristo es eminente. Todos los
cristianos estamos familiarizados con la primera venida de
Jesús a la tierra. Jesús en forma humilde y sin su manto de
rey, entró en nuestro planeta como ser humano. Sin imponer
su presencia a nadie que no estuviese interesado, Jesús siendo
por naturaleza manso, venció al príncipe de este mundo. «Ya
no hablaré más con ustedes, porque viene el príncipe de este
mundo. Él no tiene ningún dominio sobre mí, pero el mundo
tiene que saber que amo al Padre, y que hago exactamente lo
que él me ha ordenado que haga» (Juan 14:30-31).
Antes de irse habló de la segunda etapa de su misión que
tiene implicaciones eternas. La misma está relacionada
con su regreso a la tierra. En este glorioso evento, las
circunstancias serán completamente opuestas, a lo
que ocurrió la primera vez que vino. El mundo será
separado en dos grupos. En uno de los grupos,
habrá regocijo y en el otro, llanto y angustia.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
Sin arrugas
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Jesucristo regresa por segunda vez. Un detalle
interesante de este glorioso evento tiene que ver con la
profecía de que cuando regrese «todo ojo le vera». Esta
profecía no parecía tener mucho sentido cuando fue escrita
hace unos dos mil años. Implica que sin importar si estamos
en la China, en Egipto, o en Latino América, serenos testigo
a la misma vez de su regreso. La Biblia nos dice: «¡Miren
que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios
ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán
lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén»
(Apocalipsis 1:7).
Todo ojo le vera. No es hasta finales del siglo 20, que
esta profecía con la ayuda de la tecnología, comienza a
tener sentido. Somos parte de la generación que con
la ayuda del televisor, el internet, los satélites y los
teléfonos celulares será testigo del regreso de
Jesucristo. Cuando esto ocurra, la historia como la
conocemos, terminará abruptamente y
comenzará la eternidad.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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El Señor regresa por una iglesia radiante, sin mancha, ni arrugas ni
ninguna otra imperfección. En términos generales, hoy día, la mayoría de las
iglesias cristiana no cualifican. En términos generales, la iglesia no luce radiante,
tienen machas y está llena de arrugas e imperfecciones. El punto clave, relacionado
con la iglesia, tiene que ver con lo que Dios ha establecido. ¡Él está en control.
Todo árbol plantado a la orilla de un río, cuando llega su tiempo, da fruto y sus
hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!» (ver Salmos 1:3). La
iglesia es como un árbol y Jesucristo es el un rio de agua viva. A su tiempo, esta
combinación de árbol y agua, produce frutos.
¡Ánimo! Se acerca el «tiempo» en donde la iglesia de Cristo, hombres y mujeres,
de un mismo sentir, darán frutos y sus hojas no se marchitarán. Estamos hablando
de una iglesia comprometida a crecer en el conocimiento de Dios. Los que así lo
hacen, logran vivir vidas dignas del Señor, agradándole en TODO.
La Biblia nos dice: «Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu
propia inteligencia» (Proverbios 3:5). Alcanzar este nivel, en nuestra
relación con Dios, nos es beneficioso. En la medida en que aprendemos
a confiar en nuestro Creador activamos su glorioso poder.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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PRIMER PRINCIPIO: Confiar en Dios sin dudar.
DIOS ES BUENO: Esta verdad absoluta, es la clave para alcanzar, la «Buena
vida» que nuestro Creador tiene a nuestra disposición. Saber que Dios es bueno nos
permite confiar en Él. Este es el propósito, de crecer en el conocimiento de Dios.
Este crecimiento nos permite confiar sin dudar. Esta confianza nos permite
someternos a Él. Someternos a Dios es sinónimo de someternos a Su Palabra. Al
creer en Dios recibimos el derecho de activar el glorioso poder de Dios. El mismo
no se activa automáticamente, requiere tiempo y esfuerzo de nuestra parte. En la
medida en que aprendemos a confiar en Dios activamos el glorioso poder de Dios.
Las arrugas a nivel espiritual están asociadas a la desconfianza. Un cristiano
que desconfía de Dios, jamás será, una seria amenaza para los planes del infierno.
Confiar en Dios, nos permite activar, el Glorioso Poder de Dios. El activar y
disfrutar de dicho poder son dos cosas diferentes. Lo disfrutamos cuando
aprendemos a confiar en Dios. Hacer el bien y confiar en Dios: Son dos
requisitos indispensables, para disfrutar de la buena vida, que nuestro
Creador nos ofrece. La Biblia nos dice: «Confía en el Señor y haz el
bien» (Salmos 37:3a).
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Hacer el bien y confiar en Dios. Dios actúa, en favor de los que
confíen, en Él. ¡Vale la pena confiar en Dios! Él no defrauda, a los que en
Él, confían. La Biblia nos dice: «Fuera de ti, desde tiempos antiguos nadie
ha escuchado ni percibido, ni ojo alguno ha visto, a un Dios que, como tú,
actúe en favor de quienes en él confían» (Isaias 64:4). Los que confían en
Dios jamás serán avergonzados. «Clamaron a ti, y fueron librados;
Confiaron en ti, y no fueron avergonzados» (Salmos 22:5 RVR60).
Los que confían en Dios, nunca dejan de dar, frutos. ¡Son como
arboles plantados a la orilla del rio!La Biblia nos dice: «Bendito el
hombre que confía en el Señor, y pone su confianza en él. Será como un
árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no
teme que llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de
sequía no se angustia, y nunca deja de dar fruto» (Jeremías 17:7-8).
Dios está comprometido, en ayudar, a los que confían en Él.
La Palabra establece: «El Señor los ayuda y los libra; los libra
de los malvados y los salva, porque en él ponen su confianza»
(Salmos 37:40). La confianza en Dios produce paz. «Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado» (Isaías 26:3).
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Dios nunca nos defrauda. La confianza, es una valiosa característica, que
algunos cristianos pasan desapercibida. La confianza, en Dios, es nuestra decisión.
Desarrollar una relación personal con nuestro Creador, requiere confianza
plenamente en Él. El hombre defrauda pero Dios nunca nos defrauda. Tal vez no
actué, en el momento en que nosotros entendemos que debe actuar, pero siempre
actúa en Su tiempo perfecto. La Biblia una y otra vez nos advierte del peligro de
confiar en el hombre. Lamentablemente muchos prefieren confiar en el hombre en
vez de confiar en Dios. El hombre, engaña pero Dios, nunca defrauda. «Así dice la
Escritura: «Todo el que confíe en Él no será jamás defraudado» (Romanos 10:11).
¿Quieres mejorar tu relación con Dios? ¡Confía en Él! No cometas el error
de Caín que trató de impresionar a Dios con su ofrenda, sino busca agradar a Dios
con la disposición de tu corazón de confiar en Él. El Salmista nos dice «Ofrezcan
sacrificios de justicia y confíen en el Señor» (Salmos 4:5). La palabra sacrificio,
implica la renuncia o privación de algo que nos agrada, en favor de alguien.
En la Biblia la palabra sacrificio implica una ofrenda hecha a Dios que
involucra la sangre de un animal. El sacrificio que más agrada a Dios es
cuando ofrecemos sacrificio de justicia. Esto se logra cuando
aprendemos a buscar lo que agrada a Dios en vez de buscar lo que
agrada a nuestra carne.
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SEGUNDO PRINCIPIO: Alcanzar Madurez Espiritual.
La madurez espiritual es un proceso relacionado con confiar en Dios.
Maduramos en la medida en que crecemos en el conocimiento de Dios. La
madurez espiritual nos permite vivir vidas dignas del Señor, agradándole en
TODO. La madurez espiritual nos permite activar el glorioso poder de Dios.
Él se ha comprometido, a conceder las peticiones del corazón, de cada
creyente que se deleite en el Señor (ver Salmos 37:4b). Deleitarnos en el
Señor está relacionado con meditar en la Palabra de día y de noche.
Madurez espiritual: Ocurre en la medida en que aprendemos a confiar en
Dios. La madurez espiritual está asociada con la carrera de la fe. En la
medida en que crecemos en el conocimiento de Dios maduramos
espiritualmente. Este proceso nos conviene y nos perite vivir vidas dignas
del Señor, agradándole en TODO. A su tiempo, los comprometidos con
agradar a Dios, todo cuanto hace prospera. La clave para
apoderarnos de la bendición está relacionada con la palabra «a su
tiempo». No olvides, todo árbol plantado a la orilla de un río,
cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se
marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
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Tenemos el derecho a prosperar. Este derecho está asociado a
la Palabra de Dios. Activamos nuestro derecho a prosperar, al meditar de
día y noche en Su Palabra. Tenemos la responsabilidad de deleitarnos en
Su Palabra (ver Salmos 1:2). «Ccrecer en el conocimiento de Dios » está
relacionado con «deleitarnos» en Su Palabra. Gozarnos en Su Palabra
(confiar en ella) nos permite activar el glorioso poder de Dios.
El poder de Dios no tiene límites. El Creador, de lo que se ve y no
se ve, se ha comprometido con conceder los deseos del corazón de todos
aquellos que se deleiten en Su Palabra. Deleitarnos en la Palabra implica
meditar en ella constantemente. La Biblia nos dice: «Deléitate en el
Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón» (Salmos 37:4).
La madurez espiritual está relacionada con nuestro derecho a
prosperar. Un cristiano maduro en la fe es un cristiano que tiene
esperanza y es prospero. La prosperidad, es algo más que
dinero, es gozo y paz. La Biblia nos dice: «Que el Dios de la
esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen
en él, para que rebosen de esperanza por el poder del
Espíritu Santo» (Romanos 15:13).
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La madurez espiritual, nos permite
mantenernos limpios ante Dios. «Si alguien se
mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble,
santificado, útil para el Señor y preparado para toda
obra buena» (2 Timoteo 2:21). La madurez
espiritual es algo más, que ser bueno o mantenerse
limpio a nivel espiritual, implica activar el glorioso
poder de Dios.
Desconfiar de Dios nos roba bendición. Una
persona que desconfía, de las bondades de Dios,
nunca podrá activar su glorioso poder. La verdad
absoluta en TODA la creación consiste en que «Dios
es bueno». Satanás distorsionó esta verdad, al cambiar la declaración, por una
pregunta. La declaración establece que «Dios es bueno» pero la pregunta
«¿Será bueno Dios?» da lugar a la desconfianza. La desconfianza
desactiva la fe y sin ella es imposible madurar espiritualmente.
Aceptar que Dios es bueno, comienza como un acto, de fe. La
madurez espiritual nos permite «conocer» que Dios es bueno. Este
nivel de conocimiento elimina las arrugas espirituales.
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La verdadera fortaleza proviene de Dios. Un cristiano
que desconfía de Dios es un creyente débil. La desconfianza en
Dios nos debilita y nos roba la oportunidad de activar el glorioso
poder de Dios. La Biblia nos dice: «Porque así dijo Jehová el
Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos;
en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis»
(Isaías 30:15).
No es asunto de confiar, sino en quien, confías. La falta de
madures espiritual, nos hace confiar en el hombre en vez, de
confiar en Dios. «Así dice el Señor: «¡Maldito el hombre que
confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza
y aparta su corazón del Señor!» (Jeremías 17:5).
Crecer en el «conocimiento de Dios» desactivamos las dudas.
En la medida en que llenamos nuestros pensamientos «de
todo lo bueno de Dios» neutralizamos las intenciones de
Satanás. La Biblia nos dice: «Por último, hermanos,
consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo
digno de admiración, en fin, todo lo que sea
excelente o merezca elogio» (Filipenses 4:8).
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¿Será
bueno
Dios?
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La meta de Satanás es llenarnos de angustia. Su plan es simple pero muy
efectivo. Distorsionar, el propósito de la meta, en la carrera de la fe. Muchos
engañados por esta malvada criatura corren la carrera de la fe para ser buenos y
muchos otros para ser perfecto. Los que buscan, alcanzar una de las dos, por lo
general la angustia los domina. Al permitirnos participar en la carrera de la fe, es
que el gozo y la paz reinen en nuestras vidas.
Gozo y paz. Estas dos caracteríticas son fundamentales en el reino de Dios. La
Biblia nos dice: «Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino
de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo». Cuando la angustia reina en nuestro
corazón es imposible tener gozo y mucho menos paz. La angustia desactiva la fe.
Un cristiano con angustia no puede activar el glorioso poder de Dios.
La meta. No hay límites para el poder de Dios. Nos acercamos a la meta para
activar el glorioso poder de Dios. Crecer en el conocimiento de Dios,
produce paz y alegría en nuestro ser interior. Este crecimiento tiene la
connotación de acercarnos al reino de Dios. «Porque el reino de Dios no
es cuestión de palabras sino de poder» (1 Corintios 4:20). «Más bien,
busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas les serán añadidas» (Mateo 6:33).
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El plan de Dios. La meta en la carrera de la fe es activar el glorioso poder
de Dios. Este poder está asociado con su Palabra. Este maravilloso libro,
inspirado por Dios, es útil para enseñar, para reprender, para corregir y para
instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente
capacitado para toda buena obra (ver 2 Timoteo 3:16-17). Nuestro
Creador a través de Su Palabra nos capacita para toda buena obra. La
identidad de todo cristiano es hacer el bien.
Debemos estar preparados para toda obra buena. Los que se
mantienen limpio, llegararan a ser vasos nobles, santificados, útiles para el
Señor y preparados para toda obra buena» (ver 2 Timoteo 2:21). Estar
preparado para toda buena obra es el equivalente de vencer el mal con el
bien. El objetivo de la carrera de la fe, es ayudarnos a crecer en el
conocimiento de Dios. Este crecimiento nos permite vivir vidas dignas del
señor, agradándole en TODO. Este nivel de vida está relacionado con
nuestro propósito en la vida que es vencer el mal con el bien.
Además de agradar a Dios al vencer el mal con el bien, «crecer en
el conocimiento de Dios», nos permite activar el enorme poder de
Dios. Este crecimiento espiritual nos permite perseverar con
paciencia en toda situación, dando gracias con alegría al
Padre.
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Ser bueno NO
implica ser
perfecto. Implica
caminar en obediencia a
Dios. Los que así lo
hacen, confían en Dios y
activan Su gran poder.
Los que corren la carrera
de la fe para vencer el
mal con el bien, ellos no
se inquietan y están libre
de angustia. La Biblia
nos afirma:
«¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios
pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!»
(Salmos 43:5). La desobediencia a Dios nos aleja del bien y da lugar a
que el mal se desarrolle. El mal consiste en desobedecer a Dios.
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El plan de Satanás. Es importante entender que esta malvada criatura, no
puede impedir que el amor de Dios te alcance,. Tampoco puede impedir que
disfrutes de tu bendición. La realidad es que Dios no se aleja de nosotros sino que
nosotros nos alejamos de Él. Nada nos puede separar del amor de Dios (ver
Romanos 8:29) excepto nosotros mismos. La Biblia nos dice que en la medida en
que nosotros nos acerquemos a Dios Él se acercara a nosotros (ver Santiago 4:7).
La bendición de Dios está garantizada si persistimos en obedecer a Dios. Es por
esta razón que el Señor, nos anima a no cansarnos de hacer el bien, porque a su
tiempo nos es beneficioso.
La Biblia nos dice: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo
cosecharemos si no nos damos por vencidos» (Gálatas 6:9). Si te empeñas, en hacer
el bien, Satanás no puede cancelar tu bendición. El si puede intervenir para retener
momentáneamente tu bendición pero jamás la puede cancelar. Cuidado, es
cierto que no puede impedir que Dios te bendiga pero te puede engañar,
para que tú no recibas la bendición. Tú cancelas la bendición, cuando te
das por vencido, o confunde la meta en la carrera de la fe. ¡No te des
por vencido! ¡Persevera! A su debido tiempo, cosecharemos si no nos
damos, por vencidos.
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Darnos por vencido no es una opción. Una
de las estrategias de Satanás, es dilatar, la
respuesta de Dios. Él no puede cancelar, el que
Dios te bendiga, pero puede intervenir para que tú
te des por vencido y rechaces la bendición. En el
libro de Daniel vemos el concepto de «dilatar». Dios envió un ángel, con la
respuesta que estaba esperando Daniel, pero por 21 día Satanás intervino para
retrasar la respuesta (ver Daniel 10:13). Dilatar la respuesta de Dios, tiene el
objetivo, de desanimarte. El desánimo nos roba la fuerza de perseverar. El desanimo
roba bendición. ¡Persevera ante la dificultad!
La meta en la carrera de la fe es activar Su glorioso poder. Satanás no
puede impedir que tú participes en esta carrera. Lo que si puede hacer es engañarte
para que te apartes de la verdadera meta. La meta de la perfección es una
trampa para robarnos gozo y alejarnos de la posibilidad de activar el poder
de Dios. TODO COMIENZA CON CREER EN JESUCRISTO. Se
desarrolla en la medida en que confiamos en Él y se perfecciona a
medida e que aprendemos a obedecer sin cuestionar. La verdadera
meta es activar el glorioso poder de Dios.
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¿Cuál es la meta? ¿Ser perfecto o activar el glorioso podes de Dios? La meta
de ser perfecto trae angustia mientras que la meta de activar el poder de Dios
fomenta la esperanza. Si corres la carrera de la fe para ser
perfecto te desanimas cada vez que caes. Ahora bien si corres
para activar el poder de Dios, caerte no te desanima, pues es parte
del proceso. Es asunto de levantarte, sacudirte y continuar
corriendo hacia la meta. La carrera de la fe se transforma en
un proceso donde lo verdaderamente importante no son las
veces que caes durante la carrera sino las que te levantas y
continúas hacia la meta.
¡Reflejar a Jesucristo! Acercamos a la meta nos permite ser
testigos del poder de Dios en acción.Nosotros como cristiano,
tenemos el derecho dado por Dios de activar Su glorioso
poder. No confundas tu identidad de cristiano con la
meta del cristiano. Nuestra identidad es ser bueno.
Nuestra meta como cristiano es activar el poder de
Dios. En la medida en que crecemos en el
conocimiento de Dios, reflejamos a Cristo, en
nuestra vida.
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Héroe de la fe. ¡Nuestra identidad como cristiano es ser bueno! En la
medida en que crecemos en el conocimiento de Dios, se nos facilita el
vencer el mal, con el bien. Hacer el bien requiere un cambio de
prioridades. Antes lo importante era satisfacer nuestra «carne» pero ahora
nuestra prioridad es satisfacer nuestro «espíritu». La Biblia nos dice: «Así
que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la
naturaleza pecaminosa» (Gálatas 5:16). Esto lo logramos al obedecer a
Dios.
La meta en la carrera de la fe: Activar el glorioso poder de Dios. Todo
comienza al invitar a Jesucristo a vivir a nuestro corazón. Se desarrolla en
la medida en que crecemos en el conocimiento de Dios. Este crecimiento
se perfecciona en la medida en que confiamos en Dios y le obedecemos.
La madurez espiritual. Es un proceso, que requiere que la
influencia de nuestra carne, mengue y la de nuestro espíritu
crezca. La madurez espiritual afecta nuestra naturaleza
carnal. El resultado directo, de madurar en fe, consiste en
crucificar nuestra naturaleza pecaminosa con sus
paciones y deseo (Gálatas 5:24). Los que alcanzan, la
madurez espiritual, cualifican para ser héroes de la fe.
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En Jesucristo somos mas que vencedores. En la medida en que
maduramos en la fe, los frutos del espíritu se manifiestan en nuestras
vidas. La Biblia nos dice: «En cambio, el fruto del Espíritu es
amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas
cosas» (Gálatas 5:22-23). Nuestra identidad como cristiano es
ser bueno.Esto implica vivir por el espíritu y no por los deseos
de nuestra naturaleza pecaminosa. Nuestra identidad como
cristiano es hacer el bien.
Hacer el bien es nuestra razón de ser. «En fin, vivan
en armonía los unos con los otros; compartan penas y
alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y
humildes. No devuelvan mal por mal ni insulto por
insulto; más bien, bendigan, porque para esto
fueron llamados, para heredar una
bendición. En efecto, «el que quiera amar
la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua
de hablar el mal y sus labios de proferir engaños; que
se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz
y la siga» (1 Pedro 3:8-11).
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Meta: Ser bueno. El bien
está asociado con obedecer a
Dios. Nuestra tendencia natural,
por estar desconectado de Dios,
es complacer nuestra carne. Esta
tendencia, nos aleja de la
voluntad de Dios, alejado de ella
nos apartamos del bien. Ser
bueno es importante en la vida
de todo creyente. Ahora bien, ser
bueno no es nuestra meta, sino
nuestra identidad. Hemos sido
creados, para buenas obras
(Efesios 2:10).
En la medida en que
crecemos en el
conocimiento de Dios,
los frutos del Espíritu
(Galatas 5:22) brotan automáticamente. Animo, la meta no es ser
bueno, sino activar el glorioso poder de Dios.
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Hacer el bien y acercarnos a
Dios son sinónimos. En la medida
en que nos acercamos a la meta
confiamos en Dios y hacemos el bien.
Establecernos en la tierra y
mantenerse fiel al Señor,implica hacer
el bien en todo tiempo. La Biblia nos
dice: « Confía en el Señor y haz el
bien; establécete en la tierra y
mantente fiel. Deléitate en el Señor, y
él te concederá los deseos de tu
corazón» (Salmos 37:3-4).
La verdadera meta es tener acceso
al PODER de Dios. En la medida
en que nos acercamos a la meta
tenemos acceso al poder de
Dios. La Biblia nos dice:
«Tú, Señor y Dios, has comenzado a mostrarle a tu siervo tu grandeza y
tu poder; pues ¿qué dios hay en el cielo o en la tierra capaz de hacer las
obras y los prodigios que tú realizas?» (Deuteronomios 3:24).La
meta no es hacer el bien sino activar el glorioso poder de Dios.
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TERCER PRINCIPIO: La vida sin arruga
espiritual, fomenta la paz y desactiva la angustia.
Una vida sin arruga espiritual es una vida sin dudas y
desconfianza. Cuando la Biblia nos dice que el Señor viene
por una iglesia sin arruga, nos está diciendo que viene por
una iglesia, que confía en Él plenamente sin dudar. Hay
protección para los que confiar en Dios. La Biblia nos dice:
«El Señor los ayuda y los libra; los libra de los malvados y
los salva, porque en él ponen su confianza» (Salmos 37:40).
La desconfianza desactiva la ayuda del Señor.
Saber y conocer. Los que «saben» que Dios es bueno, cuando vienen los
problemas, tienden a desconfíar de las buenas intenciones de Dios. Los que
«conocen» que Dios es bueno, cuando vienen los problemas, no desconfían de
las buenas intenciones. Los que buscan en Dios, la solución de sus
problemas y no en el mundo, son llamados dichosos. «Dichoso el que
pone su confianza en el Señor y no recurre a los idólatras ni a los que
adoran dioses falsos» (Salmos 40:4). Nuestra confianza en Dios, está
asociado, con saber o conocer que Dios es bueno. Este
conocimiento fomenta la paz y desactiva la angustia.
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La lógica nos engaña. Nuestra mente nos permite «saber» que Dios es
bueno pero no nos protege de las dudas. Es por esta razón, que muchos
creyentes que saben que Dios es bueno, cuando enfrentan un problema su
mirada van hacia el problema. La angustia surge porque la lógica humana
nos hace ver los problemas más grandes, de lo que en realidad son.
¡Animo! Dios es más grande que cualquier problema que podamos
enfrentar.
La lógica nos hace desconfiar de las bondades de Dios. Cuando
los cinco sentido nos controlan, la lógica humana predomina. Frente a los
problemas de la vida, la lógica humanas nos hace mirar para todas partes,
menos a Dios. En nuestra rebeldía, preferimos confiar en los hombres, en
vez de confiar en Dios. La Biblia nos dice: «No pongan su confianza en
gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar» (Salmos
146:3). Los hombres engañan y defrauda pero Dios jamás
defrauda.
Las arrugas espirituales proviene de la desconfianza en Dios.
Sabemos que Dios es bueno, con el intelecto pero necesitamos,
conocemos que Dios es bueno con el corazón. Los que conocen
que Dios es bueno, se transforman en una seria amenaza,
para los planes de Satanas.
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Las arrugas espirituales producen angustia. La desconfianza en
Dios, es un potente «virus espiritual», que al infectarnos desactiva el «poder de
Dios», que recibimos por medio del espíritu Santo. La Biblia nos dice: «Pero
cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos
tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra»
(Hecho 1:8). Las arrugas espirituales desactivan ese poder y nos llenan de angustia.
Cuando la angustia toma el control, nos hace actuar, como si el problema fuese más
grande que nuestro Dios.
Hacer lo bueno y recto delante de Dios. De la misma manera que la «confianza en
Dios» elimina las arrugas espirituales, también produce paz. La confianza en Dios
es un potente antídoto contra el «virus de la desconfianza» y nos da acceso al poder
de Dios. «Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos
conforme a su voluntad, él nos oye» (1 Juan 5:14). La confianza en Dios nos
permite activar el poder de Dios.
Conocemos a Dios, mediante la lectura y meditación, de Su Palabra.
La Biblia nos dice: «Ten cuidado de obedecer todos estos mandamientos
que yo te he dado, para que siempre te vaya bien, lo mismo que a tu
descendencia. Así habrás hecho lo bueno y lo recto a los ojos del
Señor tu Dios» (Deuteronomio 12:28).
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ELIMINAR LAS ARRUGAS ESPIRITUALES. Todo cristiano
radiante, sin mancha y sin arrugas alcanza la vida extraordinaria que Dios nos
ofrece. Ccrecer en el conocimiento de Dios nos permite confiar sin dudar en Dios.
La «confianza» plena en Dios nos hace «cristianos sin arrugas».
Dios es bueno. Gracias a la bondad de nuestro Creador, recibimos el regalo, de la
salvación. Este conocimiento trae paz a nuestras vidas y elimina las angustias. La
Biblia nos dice: «Nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en
pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!» (Efesios 2:5).
El mal nos domina porque estamos desconectados de Dios. Crecer en el
conocimiento de Dios nos permite tener coherencia entre nuestros pensamientos y
conducta. Esta coherencia nos conecta con Dios asumimos nuestra identidad de
dominar el mal con el bien: «No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el
mal con el bien» (Romanos 12:21).
Sobre esta falta de «conexión», entre pensamiento y conducta, la
Biblia nos dice: «Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su
conducta, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus
hijos» (Jeremías 32:39). Gracias a Jesucristo podemos alcanzar el
propósito para el cual Dios nos creó.
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Sin arrugas
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CUARTO PRINCIPIO: Nos conviene crear consciencia de quién es Dios.
Saber quién es Dios nos permite desactivar las dudas. Confiar plenamente en Dios
y Su Palabra de Dio nos permite eliminar las arrugas espirituales. La Biblia nos
revela la «naturaleza» de Dios, Él es BUENO. Esa es su naturaleza, en su bondad
sus planes para con nosotros son buenos, agradables y perfectos (Romanos 12:2b).
Debemos desactivar las dudas. Si en verdad
estamos interesados, en alcanzar la vida
extraordinaria que Dios nos ofrece. Un cristiano,
aunque sea radiante y sin mancha, si tiene dudas
(arrugas espirituales) no está listo para agradar a
Dios en TODO. Las «arrugas espirituales»
desactivan la fe. La confianza en Dios es necesaria
para activar Su enorme poder.
Poder, amor y justicia. En la medida en
que crecemos en el conocimiento de Dios las arrugas espirituales deben ir
disminuyendo. A través de este crecimiento nuestra confianza en Dios
aumenta y nuestra desconfianza mengua. Crecer en el conocimiento de
Dios implica confiar en Su Poder, Su Amor y Su Justicia.
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LOS PRINCIPALES ATRIBUTOS DE DIOS: Su
Poder, Su Amor y Su Justicia. La Biblia nos dice: «Una
cosa ha dicho Dios, y dos veces lo he escuchado: Que tú,
oh Dios, eres poderoso; que tú, Señor, eres todo amor; que
tú pagarás (en tu justicia) a cada uno según lo que
merezcan sus obras» (ver Salmos 62:11-12). Es vital, el
entender estas tres características, relacionadas con nuestro
Creador para eliminar la desconfianza.
Crear consciencia del poder de Dios, su amor y su justicia
nos permite eliminar las «arrugas espirituales». Sin ellas
nos transforma en un serio peligro para los planes del
infierno.
Primer atributo: Su PODER. No tiene límites. Para
Él TODO es posible. Él se identifica, así mismo
como el Shaddai, el Dios «TODOPODEROSO».
Para Él, aun los imposibles, son Posible. «En el
principio creó Dios los cielos y la tierra»
(Génesis 1:1). ¡Todo lo que se ve y no se ve
fue creado por el PODER de Dios.
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Su GRAN AMOR es más grande que su Poder. La tendencia natural de
Dios, es el amor pero la del
hombre, es el «egoísmo». En
Miqueas (7:18) se establece, que
Dios en su amor por nosotros,
perdona nuestra maldad y pasa
por alto nuestro delito. No hay
otro Dios como tú, porque tú
perdonas la maldad y olvidas las
rebeliones de este pequeño resto
de tu pueblo. Tú nos muestras tu
amor y no mantienes tu enojo
para siempre» (Miqueas 7:18).
Dios ama al
pecador pero
odia el pecado
La realidad es que Dios
ama al pecador (está hablando de ti y de mi) pero odia el pecado
(nuestra maldad y delito). Sobre el GRAN AMOR de Dios por el
mundo la Biblia nos dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna» (Jun 3:16).
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Su Justicia pone límites a su
AMOR. La justicia de Dios tiene
como principal propósito bendecir. El
que obedece recibe bendición y el que
desobedece recibe castigo. En su
amor, Dios perdona nuestro pecado
(maldad y delitos) pero el mismo tiene
CONSECUECIA. La paga del pecado
es la muerte. Si nos arrepentimos, Él
en su amor y misericordia, nos
perdona. En su amor recibimos
perdón, pero en su JUSTICIA, el
pecado tiene consecuencia.
En su amor recibimos
perdón, pero en su
JUSTICIA, el
pecado tiene
consecuencia.
El pecado nos afecta a nosotros, a nuestros hijos, nietos y biznietos. La
Biblia establece: «Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los
padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y
cuarta generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis
mandamientos, les muestro mi amor por mil generaciones» (Éxodo
20:5-6).
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QUINTO PRINCIPIO: Evitar ser inútiles e improductivo.
Crecer en el conocimiento de Dios nos evita ser inútiles e
improductivo. El apóstol Pedro al final de su ministerio, tenía como prioridad, la
importancia de crecer en el conocimiento de Dios. Ya
estaba viejo y no le quedaba mucho tiempo de vida
cuando escribió estas palabras: «Por eso siempre les
recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén
afianzados en la verdad que ahora tienen. Además,
considero que tengo la obligación de refrescarles la
memoria mientras viva en esta habitación pasajera que
es mi cuerpo; porque sé que dentro de poco tendré que
abandonarlo, según me lo ha manifestado nuestro Señor
Jesucristo. También me esforzaré con empeño para
que aun después de mi partida ustedes puedan recordar estas cosas en todo
tiempo» (2 Pedro 1:12-15). ¿Qué es lo extremadamente importante, que
Pedro, quiere recordarle a los creyentes? Por más que ellos lo sepan, el
Apóstol continuará recordándoselo, porque es IMPORTANTE. Su
prioridad estaba en motivar a los creyentes a «crecer en el
conocimiento de Dios».
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Crecer en el conocimiento de Dios:
UNO: Nos crea consciencia de las maravillosas y magnificas promesas que
Dios nos ha entregado. Gracias a ellas podemos escapar de la corrupción que hay
en el mundo. La Biblia nos dice: «Así Dios nos ha entregado sus preciosas y
magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay
en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza
divina» (2 Pedro 1:4).
DOS: Es un proceso. Crecer en el conocimiento de Dios comienza con la fe, se
desarrolla a medida que confiamos en Dios y se complementa a través de la
obediencia. Sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreo 11:6a). La Biblia nos dice:
«Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud,
entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a
la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor» (2 Pedro 1:5-7).
TRES: Nos evita ser inútil e improductivo. Crecer en el conocimiento
de Dios no nos deja estar ociosos y sin frutos». La Biblia nos dice:
«Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean
inútiles e improductivos» (2 de Pedros 1:8).
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Crecer en el conocimiento de Dios es de bendición. Lo contrario a este
crecimiento nos es perjudicial. Creer en Jesucristo, nos da acceso a la salvación, que
es un regalo que proviene de Dios. Estar consciente de lo valioso del regalo
produce paz en nosotros. No estar consciente de lo valioso que es este regalo
produce en nosotros condenación. El regalo de la salvación es dado por Dios, el
crecer en el conocimiento de Dios, es nuestra responsabilidad. Los que deciden, no
crecer en el conocimiento de Dios, corren el peligro de olvidar que han sido
liberados de la esclavitud del pecado y comienzan a comportarse como esclavos. La
Biblia nos dice: «En cambio, el que no tiene (estos atributos) es tan corto de vista
que ya ni ve, y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados» (ver 2 de
Pedro 1:9).
No caerán JAMAS. Tenemos el compromiso de esforzarnos más todavía por
asegurarnos del llamado de Dios. Es nuestra responsabilidad de vivir vidas dignas
del Señor, agradandole en TODO. Nuestro esfuerzo está asociado con la
madurez espiritual. La misma nos permite hacer la voluntad de Dios y ella
nos es beneficiosa. ¡Buenas noticias! Los que así lo hacen no caerán
jamás. La Biblia nos dice: « Por lo tanto, hermanos, esfuércense más
todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si
hacen estas cosas, no caerán jamás» (2 de Pedro 1:10).
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SEXTO PRINCIPIO: Agradar a Dios en
TODO.
Casi todo no es TODO. Un líder conforme al
corazón de Dios, se esfuerza por agradar al Señor
en TODO. Lamentablemente hay muchos líderes,
que se conforman con agradar a Dios, en «casi
todo». ¡No te confundas! Todo y casi todo no son
sinónimos. Dios exige de nosotros «TODO».
«Porque el Señor nuestro Dios es fuego
consumidor y es Dios celoso» (ver Deuteronomio 4:24).
Dios no desea compartirte con nada y nadie. Si
tú te empeñas, en «agradarle» en casi todo, corres
el riesgo de perder el favor de Dios. La
Biblia nos dice: «Pues el Señor tu Dios
está contigo y es un Dios celoso; no
vaya a ser que su ira se encienda
contra ti y te borre de la faz de
la tierra» (Deuteronomio 6:15).
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Dios nos limpia del pecado a través de su hijo Jesucristo. Ahora bien, el
mantenernos limpio, es nuestra decisión. Es asunto de acercarnos a Dios. La Biblia
establece: «Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros» (Santiago 4:8a).
Dios se agrada con los que hacen el bien. Hacer el bien es nuestro propósito en la
vida. Hemos sido creados en Cristo Jesús para buenas obras (ver Efesios 2:10a).
Nuestra identidad como cristiano es hacer el bien. La Biblia nos dice «que comete
pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace» (ver Santiago 4:17).
Agradar a Dios «en casi todo». Muchos creyentes se conforman con alcanzar esta
categoría. Ellos no están dispuesto a pagar el precio que les permite agradar a Dios
en TODO. Este «precio» está relacionado con crecer en el conocimiento de Dios.
El alto precio tiene que ver con alejarnos de lo que agrada a la carne y acercarnos a
lo que agrada el espíritu. Hacer lo que agrada a Dios es locura para el mundo.
La Biblia nos revela que el mensaje de la cruz es locura para los que
se pierden. Creer en Jesucristo, no está asociado con sabiduría humana
sino con locura. «Me explico: El mensaje de la cruz es una locura para
los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para
nosotros, este mensaje es el poder de Dios» (1 Corintios 1:18).
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Dispuestos a pagar el precio
que nos permite agradar a
Dios en TODO. Los que así lo
hacen se mantienen limpios delante
del Señor. Ellos son vasos nobles,
santificado, útil para el Señor y
preparado para toda buena obra. El
precio requiere huir de las malas
pasiones de la juventud. «Es
importante que nos esmeremos en
seguir la justicia, la fe, el amor y la
paz, junto con los que
invocan al Señor con un
corazón limpio» (ver 2
Timoteo 2:21-22).
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Si en verdad quieres agradar a Dios en TODO:
UNO: No basta con creer en Jesucristo. Si en verdad estamos
comprometidos con agradar a Dios en TODO, además de creer
en Jesucristo debemos estar dispuesto a confiar en Él y
obedecerle. En la medida en que crecemos en el conocimiento
de Dios aprendemos a confiar sin dudar y a obedecer sin
cuestionar.
DOS: Evita discusiones necias y sin sentido. Las discusiones
no edifican sino que terminan en pleitos. Y un siervo del Señor
no debe andar peleando; más bien, debe ser amable con todos,
capaz de enseñar y no propenso a irritarse (ver 2 Timoteo
2:23-24). La Biblia nos dice: «Eviten toda
conversación obscena. Por el contrario, que sus
palabras contribuyan a la necesaria edificación y
sean de bendición para quienes escuchan»
(Efesios 4:29).
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Si en verdad quieres agradar a Dios en TODO:
TRES: Nuestro orgullo debe morir. Una persona orgullosa
no es amable. No soporta que otros sepan más que él, por lo
tanto, no es capaz de enseñar. Una persona orgullosa es
propensa a irritarse. El orgullo, nos hace sentir que somos la
última Coca-Cola en el desierto cuando en realidad somos
«nada». «Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar
a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los
poderosos» (ver 1Corintios 1:27). Cuando nuestro orgullo
disminuye, florece en nosotros la humildad, ingrediente
indispensable para que podamos asumir responsabilidad de
«siervo». La Palabra nos enseña que si en verdad
deseamos ser importantes para Dios tenemos que
ser «siervos» a Su servicio. «El más importante
entre ustedes será siervo de los demás. Porque el
que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que
se humilla será enaltecido» (Mateo 23:11-12)
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Si en verdad quieres agradar a Dios en TODO:
CINCO: Cumplir con la GRAN Comisión. Que el mundo conozca a
Jesucristo. La meta, es que la humanidad en pleno, alcance la salvación
que Dios ofrece. «Así, humildemente, debe corregir a los adversarios,
con la esperanza de que Dios les conceda el arrepentimiento para conocer
la verdad, de modo que se despierten y escapen de la trampa en que el
diablo los tiene cautivos, sumisos a su voluntad» (2Timoteo 2:25-26). Es
Dios y no nuestra sabiduría, quien produce revelación en el corazón del
hombre, para conocer la voluntad de nuestro Creador.
Nuestra misión es dar a conocer la «autoridad de Jesús». La Biblia
nos dice: Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: «Se me ha dado toda
autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos
de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo
que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con
ustedes siempre, hasta el fin del mundo» (Mateo 28:18-20).
La gran comisión es nuestra misión a corto plazo.
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Agradar a Dios. No te conforme con solo creer en Jesús. Agradamos a Dios
cuando además de creer estamos dispuesto a confiar en Él sin dudar y le obedecerle
sin cuestionar. En la medida en que crecemos en el conocimiento de Dios se
desarrolla en nosotros un cambio de cambio de actitud. Este cambio, nos permite
alcanzar nuevas altitudes, en nuestra relación con Dios. Antes nuestra prioridad era
satisfacer la carne y ahora es satisfacer el espíritu. Este cambio de actitud nos
inclina a hacer el bien. Ahora nuestro propósito en la vida es vencer el mal con el
bien. Nuestro compromiso, es perseverar, en hacer el bien. Los que no se cansan
en hacer el bien se transforman en un serio peligro para los planes del infierno.
Necesitamos de la oración, para vivir vidas dignas del Señor, agradándole en
todo. La oración nos da acceso a la sabiduría de Dios. «Y si alguno de vosotros
tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada» (Santiago 1:5). La oración nos ayuda a entender la
«locura de la predicación». Sobre esta «locura» la Biblia nos dice: «Pues
la locura de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad
de Dios es más fuerte que la fuerza humana» (1Corintios 1:25). La oración
nos da acceso a conocer la plena voluntad de Dios con toda sabiduría
compresión espiritual (ver Colosenses 1:9-10a).
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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Vencer el mal con el bien. La meta de
todo creyente en Jesucristo está relacionada con
el bien. Acercarnos a Dios es acercarnos al bien,
alejarnos de Dios es alejarnos del bien. El bien y
la luz tienen mucho en común. Mientras estamos
en la luz no hay tinieblas pero en la medida que
nos alejamos de la luz, las tinieblas comienzan a
tomar control. En resumen podemos decir que
tiniebla por sí sola no existe, es simplemente
ausencia de la luz. Algo parecido ocurre con el bien.
Las tinieblas no...
...pueden con la luz
En la medida en que nos acercamos a Dios, nos acercamos al bien. Nos
acercamos a nuestro Creador, cuando además de creer en Dios, confiamos en Él y le
obedecemos. En la medida en que desconfiamos y desobedecemos nos alejamos
de Dios. Alejados del bien el mal comienza a tomar control. En resumen
podemos decir que el mal por sí solo no existe, es simplemente ausencia
del bien. En la medida en que nosotros nos comprometamos a vencer el
mal con el bien, agradamos a Dios en TODO. La Biblia nos lo afirma:
«No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien»
(Romanos 12:21).
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No nos cansamos de hacer el bien.
Hacer el bien, debe ser una constante, en la vida
de todo creyente. Dios nos anima, a NO cansarnos
de hacer el bien, porque nos es beneficioso! «No
se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno
cosecha lo que siembra. El que siembra para
agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa
misma naturaleza cosechará destrucción; el
que siembra para agradar al Espíritu, del
Espíritu cosechará vida eterna. No nos
cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos
damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos
bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe» (Colosenses 6:7-10).
Un cambio de actitud que nos inclina a hacer el bien. «No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta» (Romano 12:2). Esta renovación requiere un
cambio de actitud de nuestra parte. Hacer el bien, es algo más que ser
bueno, nos permite activa el glorioso poder de Dios.
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SEPTIMO PRINCIPIO:
Hacer realidad las peticiones de
nuestro corazón.
Cuatro factores que activan el
glorioso poder de Dios.
El que los deseos de tu corazón, se
hagan una realidad hace temblar a
Satanás. La Biblia nos dice: «Confía en
el Señor y haz el bien; establécete en la
tierra y mantente fiel. Deléitate en el
Señor, y él te concederá los deseos de tu
corazón» (Salmos 37:3-4).
¡Buenas noticias! Dios está comprometido con hacer realidad los deseos de
nuestro corazón. ¡Ánimo! Lo que Dios promete siempre lo cumple. La
Biblia nos dice: «En verdad, el que es la Gloria de Israel no miente ni
cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta» (1 Samuel
15:29). Los cuatro factores, que activan el glorioso PODER de Dios,
tienen que ver con: Confiar en Dios, hacer el bien, mantenernos
fiel y deleitarnos en el Señor.
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Cuatro factores que activan el poder de Dios.
4
Número uno: Confiar en Dios. Tal vez la promesa se tarde,
pero si no nos damos por vencido, nos apoderamos de ella.
Número dos: Hacer el bien. Nuestro propósito en la vida
consiste en vencer el mal con el bien. Dios nos creó en Cristo
Jesús para buenas obras (ver Efesios 2:10).
Número tres: Ser fiel a Dios. La Biblia nos invita a
establecernos en la tierra y mantenernos fiel a Dios para que
su PODER se manifieste a través de nosotros. «Porque el reino de Dios no es
cuestión de palabras sino de poder» (1 Corintios 4:20).
Número cuatro: Deleitarnos en el Señor. La palabra «deleite» está asociado a
placer y gozo. ¿Cómo nos deleitarnos en el Señor? A través de su Palabra (la
Biblia). Su Palabra nos dice: «Sino que en la ley del Señor se deleita, y día y
noche medita en ella» (Salmos 1:2).
Los que de día y noche meditan en la Palabra de Dios, son como el
árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! (ver
Salmos 1:3).
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CONECTARNOS CON DIOS. Hoy día por culpa del pecado, los seres
humanos, estamos desconectado de Dios. La Biblia lo identifica como falta de
coherencia entre pensamiento y conducta. Esta falta de coherencia, la podemos
identificar como «ausencia» del temor de Dios. El NO tener, temor de Dios, nos
roba bendición. No estamos hablando de miedo sino respeto. El temor de Dios nos
obliga a hacer lo correcto. El pecado rompió esta coneccion y ahora hacemos, lo
que la «carne», (cinco sentidos) nos sugiere.
El temor de Dios nos es beneficioso. «El ángel del Señor acampa en torno a los
que le temen; a su lado está para librarlos. Prueben y vean que el Señor es bueno;
dichosos los que en él se refugian. Teman al Señor, ustedes sus santos, pues nada les
falta a los que le temen» (Salmos 34:7-9). El temor de Dios es fuente de fortaleza,
gozo y bienestar.
En el final del tiempo, para beneficio del hombre, el Señor restablecerá el temor de
Dios. «Haré que haya coherencia entre su pensamiento y su conducta, a fin
de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos» (Jeremías
32:39).
Nos conviene tener temor de Dios. En la medida en que crecemos en
el conocimiento de Dios, ese temor hace rema, en nuestro corazón.
Tener temor de Dios es sinónimo de conectarnos a Dios.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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El temor de Dios. Satanás
ha usado el concepto del «temor
a Dios», para distorsionar la
verdad, de que Dios es bueno.
Nosotros los seres humanos
asociamos temor con miedo.
Nada bueno produce miedo. En
realidad el temor a Dios, no tiene
que ver con miedo, sino respeto.
Al crecer en el conocimiento de
Dios, tomamos consciencia de
cuán grande es Él y lo
insignificante que somos
nosotros. Tener consciencia
de la magnitud de nuestro Dios produce en nosotros un temor reverente.
Mostramos nuestro respeto hacia Él haciendo su voluntad y no la nuestra.
Antes de que el pecado de Adán y Eva, infectara la humanidad, el hombre
estaba conectado con Dios. Esta conexión le permitía hacer lo correcto
delante de Dios. El hombre caminaba con Dios y tenía como brújula
espiritual «el temor a Dios».
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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Primer indicio:
De temor de Dios. «Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el
hombre y la mujer que Dios el SEÑOR andaba recorriendo el jardín;
entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los
viera» (Génesis 3:8). Piensa en el temor de Dios como la brújula que nos
indica el camino correcto. El pecado rompió esa brújula pero todavía
había en Adán el concepto de hacer lo correcto. Él le dijo a Dios: «
Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo.
Por eso me escondí» (Genesis 3:10).
Falta de temor a Dios. Lo vemos en Caín, el primer hijo, de Adán y
Eva. A causa del pecado de Adán la humanidad quedó desconectada de
Dios. Aunque no tenían temor de Dios, Caín y Abel, llevaron su ofrenda
a Dios. La religiosidad no es sinónimo de temor de Dios. Caín se enojó
con Dios porque rechazó su ofrenda. El Creador le preguntó: «¿Por
qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo
bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo
malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte.
No obstante, tú puedes dominarlo» (ver Génesis 4:6-7). Cain
por su falta de temor a Dios, no hizo lo bueno y el
pecado lo atrapó.
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Hoy día el hombre no tiene temor de Dios. Cuando al
hombre se le dio el derecho del libre albedrio, tenía una brújula
espiritual, que le ayudaba a seleccionar el camino correcto. Esa
brújula era el temor a Dios. Hoy dia nuestra brújula para
seleccionar el camino correcto es nuestra carne (nuestros cinco
sentido). Es la carne y no el espíritu quien determina lo que nos
conviene.
Todo le es permitido al hombre pero no todo le conviene. La
Biblia nos lo confirma: «Todo me está permitido», pero no todo
es para mí bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que
nada me domine» (1 Corintios 6:12). En la medida en que
crecemos en el conocimiento de Dios restauramos en
nuestra vida el temor de Dios. Nos conectamos con
nuestro Creador, y en forma voluntaria, nos sometemos
a Él. Esta conexión aunque no es perfecta, nos ayuda,
a tener temor de Dios. La conexión perfecta nos las
dará Dios (ver Jeremías 32:39).
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Temor a Dios y miedo no son sinónimos. La Biblia nos dice: «Así que
no les tengan miedo; porque no hay nada encubierto que no llegue a
revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Lo que les digo en la
oscuridad, díganlo ustedes a plena luz; lo que se les susurra al oído,
proclámenlo desde las azoteas. No teman a los que matan el cuerpo pero
no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y
cuerpo en el infierno» (Mateo 10:26-28). Dios es amor pero también es
fuego consumidor. «Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino
inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a
Dios como a él le agrada, con temor reverente, porque nuestro «Dios es fuego
consumidor» (Hebreo 12:28-29).
Asociar temor de Dios, con Su cuidado, para con nosotros. En la
medida en que crecemos, en el conocimiento de Dios, nos conectamos al
Creador. El temor de Dios nos aleja de satisfacer la carne. En la medida
en que crecemos en el conocimiento de Dios, sustituimos nuestro
deseo de satisfacer la carne por nuestro deseo de satisfacer el
espíritu. Esto se logra, en la medida en que nuestra prioridad, sea la
obediencia. Dios cuida a los que le temen. La Biblia nos dice:
«Pero el SEÑOR cuida de los que le temen, de los que esperan
en su gran amor (Salmos 33:18).
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OCTAVO PRINCIPIO:
PARTICIPAR EN LA CARRERA DE LA FE.
La carrera de la fe: Es sinónimo de «crecer» en el
conocimiento de Dios. Este crecimiento nos permite
conocer que Dios es bueno. Saber que Dios es bueno
nos anima a buscar la vida abundante que Él nos ofrece.
La carrera de la fe nos acerca a Dios. La misma no tiene
que ver con ser perfecto, ni ser bueno, sino activar el
amplio y glorioso poder de Dios. Sobre la carrera de la
fe podemos decir que no es la velocidad lo que cuenta sino la resistencia.
Lo verdaderamente importante para Dios no es como tu empieces la carrera
sino como la termine.El ganador de esta carrera, no es el primero que llegue a la
meta, sino TODOS los que lleguen. Confianza y paciencia son atributos
necesarios para alcanzar lo «extraordinario». La Biblia nos enseña: No
perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es
necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa» (Hebreos 10:35-36). Participar en la carrera de
la fe nos permite vivir vidas extraordinarias para el Señor y
apoderarnos de sus maravillosas promesas.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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La Dimensión de lo
extraordinario. Todos
los seres humanos poseen
la capacidad de activar el
poder de Dios. Alcanzar
la vida extraordinaria que
Dios nos ofrece tiene que
ver con activar el
glorioso poder de Dios.
La Carrera de la fe nos
permite entrar a la
dimensión de lo
«extraordinario».
Esta carrera tiene que ver con crecer en el conocimiento de Dios. Este
crecimiento nos permite tener temor de Dios. Este temor nos permite
«perseverar con paciencia en toda situación, dando gracias con
alegría al Padre (Colosenses 1:11b-12a). Alcanzar este nivel de vida
requiere tiempo, esfuerzo, paciencia y determinación. En este estudio
dividiremos la carrera de la fe en cuatro niveles. Entender estos niveles
nos ayuda a alcanzar la «vida extraordinaria» que Dios nos ofrece.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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Primer nivel: Los recién convertidos. Más carnal que espiritual. Todos los
que aceptan a
Jesucristo en su
corazón comienzan en
este nivel. La fe es
fundamental en este
nivel. Es Dios quien
da a todos los seres
humanos una porción
de fe. «Por la gracia
que se me ha dado, les
digo a todos ustedes:
Nadie tenga un
concepto de sí más
alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con
moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado» (Romanos
12:3). Esta medida de fe es lo suficiente, como para aceptar a Jesucristo,
en nuestro corazón. «Así que la fe viene como resultado de oír el
mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo» (Romanos
10:17). Fortalecemos la fe en la medida en que la ejercitamos.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
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Segundo nivel: Empezando la carrera. Comienza a disminuir como carnal y
aumentar como
espiritual. Aceptar a
Jesucristo nos da el
privilegio de activar
el glorioso poder de
Dios, pero lo
activamos en la
medida en que
crecemos, en el
conocimiento de
Dios. Este
crecimiento esta
asociado con
comenzar la
carrera de la fe. La misma comienza «oficialmente», desde el momento,
en que decidimos crucificar nuestra naturaleza pecaminosa. La Biblia nos
dice: «Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza
pecaminosa, con sus pasiones y deseos» (Gálatas 5:24). Comenzamos
a dejar de «Estar» en Cristo para «Ser» de Cristo.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
Sin arrugas
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Tercer nivel: En proceso de alcanzar la meta. En este nivel, somos mitad
espiritual, y mitad
carnal. Estamos en
el proceso de
crucificar nuestra
naturaleza
pecaminosa con sus
paciones y deseos.
En este nivel la
carne de vez en
cuando trata de
someter a nuestro
espíritu. En la
medida en que
creemos en Dios, confiamos en Él y le obedecemos dejamos de ser
creyentes para transformarnos en discípulos. Jesús se dirigió entonces a
los judíos que habían creído en él, y les dijo: «Si se mantienen fieles a
mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos» (ver Juan 8:31). Un
discípulo, con la ayuda de Jesús, crucifica su naturaleza
pecaminosa con sus paciones y deseos.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
Sin arrugas
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Cuarto nivel: Acercándonos a la meta. Dejamos de ser creyentes para
transformarnos en
discípulos. En la medida
que nos conectamos a
Dios adquirimos temor
de Dios. Nos
transformamos en
hacedores de la Palabra.
«Porque no son los
oidores de la ley los
justos ante Dios, sino los
hacedores de la ley
serán justificados»
(Romanos 2:13).
Un discípulo es un hacedor de la ley. En la medida en que el discípulo
crece en el conocimiento de Dios, vencen con facilidad, el mal con el
bien. Ellos no perseveran, en hacer el bien, para que le llamen «bueno».
Su meta es activar el glorioso PODER de Dios. Los que así lo hacen
alcanzan la «vida extraordinaria» que Dios nos ofrece.
Un líder conforme al corazón de Dios - Lecc. 3:
Sin arrugas
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Resumen:
La vida sin arrugas espirituales, fomenta la paz y desactiva la angustia.
Debemos evitar la desconfianza en Dios pues esta produce arrugas
espirituales. Nos conviene crear consciencia de quien es Dios. Los que están
conscientes del poder de Dios, su amor y su justicia, además de creer en
Dios, confían en Él y le obedecen. La desconfianza en Dios, es un potente
«virus espiritual», que al infectarnos desactiva el «poder de Dios», que
recibimos por medio del espíritu Santo.
Crear consciencia de quien es Dios nos evita ser inútiles e improductivo.
Crecer en el conocimiento de Dios es un proceso que comienza con
la fe, se desarrolla a medida que confiamos en Dios y se
complementa a través de la obediencia. En la medida en que
crecemos en el conocimiento de Dios le agradamos en TODO.
La carrera de la fe tiene el propósito de ayudarnos a crecer en el
conocimiento de Dios. Los que así lo hacen vencen con
facilidad, el mal con el bien. Ellos no perseveran, en hacer el
bien, para que le llamen «bueno». Su meta es activar el
glorioso PODER de Dios. Los que así lo hacen alcanzan
la «vida extraordinaria» que Dios nos ofrece.
Sin mancha
Radiante
RESUMENLecc.de
1: Dios - Lecc. 1:
Un líder conforme
al corazón
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