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TESTIGOS DE JESÚS CONTEMPLACIÓN «Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes, y serán testigos míos en todos lados hasta el confín del mundo» VOCACIÓN COMUNIDAD CARIDAD CONVERSIÓN Hechos 1,8 AGRADECIMIENTO Ser testigo de Jesús quiere decir que el testigo es "de" Jesús, o sea, que pertenece a él, y precisamente en cuanto tal puede dar un testimonio eficaz de él, puede hablar de él, darlo a conocer, llevar a él, transmitir su presencia. En estos tiempos de intensa actividad apostólica (campamentos, misiones…) es más que importante mantener firme la identidad y motivación de lo que hacemos: dar testimonio alegre de aquél en quien creemos. Y esto no se puede hacer sin estar en relación con él. Para ello servirá este pequeño subsidio de oraciones, que destaca algunas actitudes del testigo. Como siempre, no es más que un inicio para mejorar y adaptar a las necesidades y posibilidades del grupo. Como siempre, hay muchos detalles a cuidar y preparar: la música (tal vez no todos los cantos se sepan), los materiales, la elección de lectores, la ambientación del lugar (ver en el Cuaderno de Oración, páginas 4,6 y 7), que ayudarán a que se pueda gustar de estos momentos. CONTEMPLACIÓN En torno al Santísimo, o al sagrario, o a una imagen grande de Jesús. Con música de fondo para los momentos de silencio. CANTO INICIAL Somos un nuevo pueblo, gestando un mundo distinto, los que en el Amor creemos, los que en el amor vivimos. Llevamos este tesoro en vasijas de barro, es un mensaje del cielo y nadie podrá callarnos. Y proclamamos un nuevo día, porque la muerte ha sido vencida. Y anunciamos esta Buena Noticia, hemos sido salvados por el Dios de la Vida. En el medio de la noche, encendemos una luz en el nombre de Jesús. (Bis) Sembradores del desierto, buenas nuevas anunciamos, extranjeros en un mundo que no entiende nuestro canto. Y aunque a veces nos cansamos, nunca nos desalentamos, porque somos peregrinos y es el amor nuestro camino. Y renunciamos a la mentira, vamos trabajando por la justicia. Y rechazamos toda idolatría, sólo creemos en el Dios de la Vida. En el medio de la noche, encendemos una luz. En el nombre de Jesús. (Bis) Una cosa pido al Señor, es lo que busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida; contemplando la belleza del Señor, y buscarlo en su templo. Evangelio según San Juan (1,1-9.14) Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella existía al principio junto a Dios. Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Antífona cantada (de Taizé) Alabe todo el mundo, alabe al Señor. Alabe todo el mundo, alabe a nuestro Dios. Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. Antífona cantada Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad. Antífona cantada Después de proclamado el evangelio, silencio y repetición de algunos versículos destacados, intercalando con la antífona. Después se lee la historia del Cura de Ars. En la intimidad con el Señor no decimos nada... yo le miro y Él me mira... yo le miro y Él me mira... Así un largo rato, dejando que se silencie el interior para que el Señor habite en él. Mientras tanto, se puede escuchar o cantar la canción inspirada en la oración del Cura de Ars. Después de un tiempo conveniente, se invita a rezar el Padrenuestro para concluir la oración. CANTO "Te amo, Dios mío" El hipervínculo te dirige a escuchar la canción. Texto tomado de la oración del Cura de Ars. Música de seminaristas uruguayos. Te amo, Dios mío, y deseo amarte hasta el último suspiro. Te amo, Dios mío, infinitamente amable: prefiero morir a no amarte. Te amo, Dios mío, y deseo el Cielo para amarte siempre Y si mi boca calla tu amor, que mi corazón lo diga al respirar: Te amo, Dios mío, infinitamente amable: prefiero morir a no amarte. San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, en Francia, cuenta una historia bellísima: "Un campesino llegaba por las tardes a su iglesia, se sentaba y no decía una palabra, ni tampoco hacía ningún acto, rezo, lectura de un libro o devocionario o algún devoto movimiento especial. El párroco curioso le pregunta: disculpe, pero estoy intrigado por sus visitas al templo… ¿Qué le hace venir todas las tardes? ¿A qué viene, si no lo veo rezar, ni arrodillarse, ni hacer ningún gesto o acto especial? El campesino le mira y con humildad le dice: Mire, yo vengo todos los días a ver a este Cristo y no sé qué decirle, entonces yo lo miro y él me mira ... eso es todo..." VOCACIÓN Se retoma la oración de la Semana Vocacional Introducción: Hoy vamos a acercarnos a la Palabra de Dios de un modo especial. El método de la Lectura Orante (Lectio Divina) nos ayuda a hacer de la lectura y meditación un verdadero diálogo con el Señor, que hoy quiere venir a nuestro encuentro. Canto inicial Lectura del Evangelio según San Juan 1, 29-39 (son necesarios tres lectores) CANTO INICIAL Oigo una voz que llama, oigo una voz cercana: eres Tú, Señor, ¿qué quieres que yo haga? Señor ¿qué puedo darte? Soy pobre e ignorante. Háblame, Señor, ¿qué quieres que yo haga? L1. Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: Ven y sígueme. L2. «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Contigo yo estaré él me refería, cuando dije: Después de mí viene un hombre que me luchando por la paz. Ven y sígueme, precede, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he yo te daré una red venido a bautizar con agua para que él fuera manifestado a Israel». para poder pescar. «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a Mis manos están ya prontas bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el mi corazón está ardiendo. Háblame Señor, Espíritu y permanecer sobre él, ese es el que bautiza en el Espíritu ¿qué quieres que yo haga? Santo". Yo lo he visto y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios». Dispuesto estoy a todo: L1. Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus con mi cruz iré a tu lado discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: Vamos ya, Señor, te seguiré confiado. L2. «Este es el Cordero de Dios». L1. Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: J. «¿Qué buscan?». L1. Ellos le respondieron: L2. «Maestro, ¿dónde vives?». J. «Vengan y lo verán» L1. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Palabra de Dios LECTIO Tiempo para la relectura personal imaginando cada escena… Habría que entregar el texto impreso a cada uno o leerlo la Biblia. Un guía va leyendo un versículo y las pistas para la lectura. Debe ser un momento pausado pero no muy largo. “ESTE ES EL CORDERO DE DIOS…” Imaginamos la expresión del Bautista señalando a Jesús: su alegría, su asombro. Finalmente ha aparecido aquel a quién tanto han esperado, aquel en quien tenía puesta toda su esperanza… “¿QUÉ BUSCAN?” Imaginamos la mirada del Señor sobre sus futuros discípulos... el desconcierto de éstos. Vienen a buscar respuestas y se encuentran una pregunta. Se sienten cuestionados y a la vez atraídos… ¿MAESTRO, DÓNDE VIVES? Es quizá lo primero que se les ocurre decir, no tienen claro qué buscan, pero esperan encontrar en Jesús la respuesta a su búsqueda: un sentido para sus vidas y las de sus hermanos… “VENGAN Y VEAN” Imaginamos la invitación sencilla de Jesús; parecería que no tiene nada para mostrar, solamente su vida, lo que él es, nada más... y nada menos. No da respuestas hechas, sino que muestra un camino... más tarde descubrirán que Él es el camino. SE QUEDARON CON ÉL Lo siguen y se quedan con él. Podemos imaginar sus expectativas, sus temores, sus dudas, sus esperanzas… MEDITATIO Estas preguntas pueden leerse pausadamente en voz alta, o presentarlas en un cartel. ¿Quiénes han sido Juan Bautista para mí? ¿Quiénes me han señalado a Jesús? ¿Qué busco yo? Día a día, ¿qué es lo que me mueve a seguir adelante? ¿Dónde vive hoy Jesús, dónde lo encuentro? ¿Qué me invita Jesús a hacer hoy? ¿En qué situaciones, actitudes o actividades me invita a seguirlo y a quedarme con él? ORATIO Repaso las respuestas anteriores y las hago oración. Le presento al Señor lo que he meditado y le pido que me indique los caminos por dónde continuar... Sería muy bueno invitar a expresar las oraciones en voz alta. Rezo también... por los que no conocen a Jesús por los que no saben lo que quieren o no esperan nada en la vida por los que quieren seguirlo por los que tienen la tarea de ser “Juan Bautista” hoy CONTEMPLATIO Puedo repetir suavemente, en el silencio del corazón, alguna de estas frases… “Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo” “Maestro, ¿dónde vives?” “Señor quiero quedarme hoy contigo” “¡Hemos encontrado al Salvador!” Y para finalizar, se vuelve a cantar el canto de inicio. COMUNIDAD Vean: ¡qué bueno, qué grato convivir los hermanos unidos! CANTO INICIAL ES TAN TUYO QUERER UNIRNOS ASÍ Eduardo Meana ¡Es tan tuyo querer unirnos así! Casi puedo sentirlo: estás aquí. Y te reconocemos... ¡Éste sos Vos! Si el aire resplandece con nuestra alegría y la unidad se teje y el alma nos brilla... Es tu Espíritu haciendo nuestra hermandad; tu “querernos unidos” una vez más. Y te reconocemos... ¡Éste sos Vos! Colores en la tarde tras un gris de lluvia, perfume inesperado que irrumpes y triunfas... Tuyo es este tatuaje de la unidad. Es tu mismo ADN, es tu señal. Y te reconocemos ... ¡Éste sos Vos! Y estando así con Vos es la ley ser amigos. Y celebrando juntos tu paso intuimos. Quien se anima y se arrima al vivo fogón recupera en su rostro el resplandor. Y te reconocemos... ¡Éste sos Vos! Con Vos entre nosotros, de noche no hay miedo. ¡Trajiste fuego al mundo y nos arde ese fuego! ¡Es tan tuyo querer unirnos así! Casi puedo sentirlo: estás aquí. La disposición en ronda será importante, de manera que todos nos veamos y estemos en torno a la figura de Jesús (imagen, mantel, vela). Canto inicial – proclamación de la lectura – Silencio y repetición de algunos versículos. Lectura de la primera carta de San Pedro (3,8-13) Finalmente, vivan todos unidos, tengan un mismo sentir, sean compasivos, fraternales, misericordiosos, humildes; no devuelvan mal por mal ni injuria por injuria, al contrario bendigan, ya que ustedes mismos han sido llamados a heredar una bendición. Si uno quiere vivir y pasar años felices, guarde su lengua del mal y sus labios de la falsedad, apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella. Porque los ojos del Señor se fijan en el honrado, sus oídos escuchan sus súplicas; pero el Señor se enfrenta con los malhechores. ¿Quién podrá hacerles daño si ustedes se preocupan siempre en hacer el bien? Palabra de Dios La invitación para este momento es poder rezar unos por otros. Conozcan o no a quienes tienen a sus lados (izquierda y derecha), se invita a que cada uno interceda ante Jesús para que le conceda alguna gracia a esos compañeros. La expresión de esta oración depende mucho del grupo: habrá que considerar si se hace en voz alta, escribiendo en papelitos para presentar en el altarcito del medio, o la forma que sea conveniente. Señor Jesús, nos hemos reunido en tu nombre y sabemos por la fe que estás en medio de nosotros para enseñarnos como maestro, para curarnos como médico, para guiarnos como pastor, para querernos como hermano, para alegrarnos como fuente del gozo, de la esperanza y de la vida. Haznos sensibles a la acción de tu Espíritu que construye y alienta nuestra comunidad de animadores. Que no huyamos de las tensiones que pueden surgir entre nosotros, sino que acertemos a superarlas desde la transparencia evangélica, la aceptación en la fe y el diálogo humilde, abierto y confiado. Danos el coraje para enfrentarnos a nuestra propia verdad. Que no caigamos en la tentación de confundir paz con evasión, la fidelidad con la rigidez, la franqueza con la agresividad, el diálogo con la palabrería, la comprensión con la huida de los problemas, la benevolencia con la falta de radicalidad. Que nuestra fraternidad siga creciendo hasta que no tengamos más que un sólo corazón y una sola alma, hasta que nos amemos unos a otros como tú nos has amado. Amén. Una vez presentadas las peticiones por cada uno, rezamos la oración presentada. Puede hacerse en coros, una oración cada uno, un solista con un estribillo intercalado. Como gesto de comunidad puede invitarse a rezarla con las manos estrechadas o con las manos sobre el hombro del compañero. CARIDAD Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo. CANTO INICIAL Creemos en el Dios que ama a los jóvenes! Creemos en el Dios que ama a los jóvenes! Porque es un amor especial: un amor de predilección. ¡Su mirada es tan paternal, tan gozosa, al verlos crecer!. Siento cómo quiere abrazar el alma de cada uno ya, ¡cómo quiere, a cada joven, alcanzar! Sigo al Cristo que pide hoy: “Dejen que ellos vengan a mí” Entre ellos Él quiere estar, muy a gusto se siente allí. Y yo estoy también por ahí, a ese encuentro me asomo feliz: ¡Cristo y los jóvenes son mi lugar!. Ese amor, hasta en el peor y más turbio mundo interior, busca y siempre sabe encontrar fondos de inocencia y de luz; territorio virgen, quizás, que semilla buena espera aún, y el sudor amigo de algún sembrador. Un amor que da libertad y el rebelde aún quiere amar; y que atrae con suavidad y al lejano sabe esperar. Agridulce es la libertad: los hijos la aprenden con dolor y el padre es paciente y es educador. Solamente posee Dios esa llave que Él diseñó, para en cada joven abrir el secreto del corazón. Ellos dan su llave también al que sabe que los quiere bien, y con ellos sintoniza vida y fe. Infinita es su compasión porque es frágil la juventud: existencia en sueño inicial, vulnerable proyecto aún. Los acecha aquél predador que puede marcarlos con su mal hasta malheridos... si no hay un pastor. Sigue la letra… 1 Corintios 12,31-13,7 Ustedes, por su parte, aspiren a los dones más valiosos. Y ahora les indicaré un camino mucho mejor. Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso. Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Palabra de Dios Tras el canto y la lectura de San Pablo, dos lectores se intercalan en la lectura pausada de las siguientes frases de Madre Teresa de Calcuta, acerca del amor, intercalando una antífona cantada: Ven, Espíritu de Dios, y de tu amor enciende la llama. Ven, Espíritu de amor, ven Espíritu de amor. Puede hacerse el gesto de colocar una palabra destacada de la frase e ir encendiendo una velita delante de cada una. El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El amor, para que sea auténtico, debe costarnos. Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad. No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor. Debemos amar la oración. La oración dilata el corazón hasta el punto de hacerlo capaz de contener el don que Dios nos hace de sí mismo. El amor no puede permanecer en sí mismo. No tiene sentido. El amor tiene que ponerse en acción. Esa actividad nos llevará al servicio. Jesús es mi Dios, Jesús es mi Vida, Jesús es mi único Amor, Jesús es todo mi ser, Jesús es mi todo. CONVERSIÓN La conversión no es principalmente DE algo, sino PARA algo, o mejor, hacia ALGUIEN: DIOS. CANTO INICIAL Dios Padre, tú me conoces, sabes mi nombre, y a donde voy tú estás conmigo. Me llamas, me necesitas, quieres mis manos, toda mi vida tu me pides. A muchos tú has invitado y pocos te han respondido. Tu voz resuena en mí, y va aumentando. Tu voz resuena en mí, tu voz es clara. Tu voz resuena en mí, tu voz me impulsa. Tu voz resuena en mí. Me viste caer mil veces pero tu mano tendiste para levantarme. Ahora no tengo miedo, si estás conmigo, podré seguir por tus senderos. Salmo para rezar en dos coros (Eclo 2,1-11) Hijo mío, cuando te acerques a servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes cuando te sobrevenga una desgracia; pégate a él, no lo sueltes, y al final serás premiado. Acepta todo cuanto te sobrevenga, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se prueba en el fuego, y los elegidos, en el horno de la pobreza. Confía en el Señor, que él te ayudará; espera en él, y te enderezará el camino. Los que respetan al Señor, esperen en su misericordia, y no se desvíen para no caer; los que respetan al Señor, confíen en él, que no les retendrá el salario hasta mañana; los que respetan al Señor, esperen sus bienes, alegría perpetua y misericordia. Ezequiel 11, 19-20 Así dice el Señor: Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: les arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obra mis mandatos; serán mi pueblo y yo seré su Dios. Palabra de Dios Repasen la historia y verán: ¿quién confió en el Señor y quedó defraudado?, ¿quién esperó en él, y quedó abandonado?, ¿quién gritó a él y no fue escuchado? Porque el Señor es compasivo y misericordioso, perdona el pecado y salva del peligro. Después de rezado el salmo, dejaremos un buen rato, con música ambiental, para que cada uno elija un versículo y lo repita en su interior muchas veces. Luego, leemos el trozo de Ezequiel. Nos conocemos, tenemos pocas fuerzas R :Señor, convierte nuestra vida Nos conocemos, nos cansamos. (R) Nos conocemos, nos da pereza salir de donde estamos. (R) Nos conocemos, queremos pero no queremos a la vez. (R) Nos conocemos, nos excusamos. (R) Nos conocemos, hay cosas que no queremos de verdad. (R) Se agregan las oraciones de los jóvenes. Te necesitamos, Señor. Sin ti no podemos nada. Ven en nuestro auxilio. Amén. Aunque no es la intención hacer de esta oración una celebración penitencial, podemos motivar ahora el deseo y pedido de conversión. Sugerimos hacerlo con la entrega de un signo al principio (una piedrita, una hoja de árbol seca, una ramita…), que en este momento toma su sentido con la motivación: ¿a qué cosas de mi corazón debo dar más vida, convertir, mejorar? Éste pequeño signo podrá acompañarnos todo el día, y ser retomado al final de la jornada. Después de un tiempo de silencio, se leen las oraciones propuestas y se deja un tiempo para agregar las personales Podemos culminar la oración con el rezo del Padrenuestro. AGRADECIMIENTO Una de las acciones más nobles del buen hijo y del buen amigo es la gratitud. Tenemos la oportunidad de hacer oración nuestra acción de gracias por lo vivido. CANTO INICIAL Proclama mi alma la grandeza de Dios se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. Porque ha mirado la humildad de su sierva, desde ahora me felicitarán todas las generaciones. SALMO 100 Proclamado por un solista, se intercala el estribillo cantado: “Te damos gracias, Señor, de todo corazón…” Porque el Poderoso ha obrado y hace maravillas en nosotros, grande es su amor, para todos, grande es su amor, y por siempre, grande es su amor. Aclame al Señor, la tierra entera, sirvan al Señor con alegría, entren a su presencia con alabanzas. Hace proezas con su brazo corrige a los soberbios y con todo el corazón, ensalza a los humildes, llena de bienes a los pobres; su promesa por siempre durará como dijo a nuestros padres. Reconozcan que el Señor es Dios, que nuestro Dios es poderoso, nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Entren por sus puertas dándole gracias, por sus atrios con himnos, denle gracias, bendigan su Nombre: O si no, otro Magnificat Lectura del Evangelio de San Lucas (17, 1-9) Al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos, que se pararon a cierta distancia y alzando la voz, dijeron: –Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros. Al verlos, les dijo: –Vayan a presentarse a los sacerdotes. Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, viéndose sano, volvió glorificando a Dios en voz alta, y cayó a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Era samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: –¿No recobraron la salud los diez? ¿Y los otros nueve dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gloria a Dios, sino este extranjero? Y le dijo: –Ponte de pie y vete, tu fe te ha salvado. Palabra de Dios El Señor es bueno, su amor es eterno, su lealtad perdura por generaciones. Como elemento de ambientación, si las condiciones lo permiten, puede ir proyectándose algunas imágenes de lo vivido hasta el momento. Después del evangelio, imitando al leproso agradecido, se invita a postrarse ante Jesús (el sagrario, el Santísimo expuesto, una imagen…) un breve momento y expresarle la acción de gracias más honda de cada corazón. A veces es difícil hacerlo en voz alta, por eso puede ubicarse un gran cartel donde escribirlo, o repartir papeles donde escribir la acción de gracias para presentar ante el Señor. Mientras de hace esto, se relee varias veces los versículos destacados, alternando con las acciones de gracias (orales o escritas). Finalmente, para concluir el momento, se invita a ponerse de pie y cantar nuevamente el canto de inicio.