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Relevancia de circovirus porcino tipo 2 en alteraciones reproductivas de la
cerda
Joaquim Segalés
Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) – Departament de Sanitat i
d’Anatomia Animals, Facultat de Veterinària, Universitat Autònoma de Barcelona,
Bellaterra, Barcelona; [email protected]
Introducción
La enfermedad reproductiva en el tercio final de la gestación de las cerdas se suele
manifestar como abortos o partos prematuros. De hecho, dentro de lo que sería este
fallo reproductivo tardío se describen dos grandes categorías (Straw et al., 1999).
Una, la que incluye aquellos agentes infecciosos que causan una infección primaria
del tracto reproductivo (se considera que serían los responsables del 30-40% de
abortos, momificados y nacidos muertos); y, dos, la formada por un grupo
heterogéneo de posibles causas, que incluye toxinas, factores nutricionales y
ambientales, y enfermedad sistémica de la propia cerda (sea ésta de carácter
infeccioso o no), que supondría la responsabilidad para el resto de problemas
reproductivos de la cerda en el tercio posterior de la gestación.
Dentro de la primera categoría se incluyen muchos agentes víricos, de los cuales se
destacan el virus del síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRSV), el virus
de la enfermedad de Aujeszky (ADV), el parvovirus porcino (PPV), ciertos
enterovirus, el virus de la peste porcina clásica y el virus de la encefalomiocarditis.
Estos agentes se caracterizan por tener capacidad de replicación en el propio feto y/o
la placenta (Christianson, 1992; Holler, 1994). Recientemente, desde 1999, otro
agente vírico debería añadirse a esta lista; concretamente se trata de circovirus
porcino tipo 2 (PCV2), mucho más conocido como el agente causal de la
circovirosis porcina (o síndrome multisistémico de emaciación/desmedro postdestete). No obstante, el conocimiento de cómo este agente vírico, PCV2, es capaz
de provocar enfermedad reproductiva en el último tercio de gestación de la cerda es
tremendamente limitado e incluso contradictorio. Por ello, el objeto de esta revisión
es repasar aquellos conocimientos que han supuesto la asociación entre PCV2 y
enfermedad reproductiva porcina, y la importancia que ésta pueda tener en el
contexto general de la patología porcina.
Circovirus porcino tipo 2 (PCV2) y fallo reproductivo
PCV2 fue descrito inicialmente en 1998, en asociación a un proceso clínico de
cerdos post-destete caracterizado por retraso en el crecimiento y mortalidad elevada
(Hamel et al., 1998). Este cuadro clínico, conocido actualmente como circovirosis
porcina y descrito inicialmente como postweaning multisystemic wasting syndrome
(PMWS) en inglés (síndrome multisistémico de emaciación/desmedro post-destete)
se asoció ya a un circovirus porcino (PCV) en 1997 (Clark, 1997). Fue hasta 1998
que no se descubrió que el PCV asociado al cuadro clínico de desmedro (ahora
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PCV2) era distinto al PCV previamente conocido como contaminante de una línea
celular continua de riñón de cerdo, la línea PK-15 ATCC CCL-33, y que ahora se
conoce como circovirus porcino tipo 1 (PCV1) (Mankertz et al., 2000).
Además de su relación causal con la circovirosis porcina, PCV2 también se ha
asociado a distintos síndromes o condiciones patológicas, las cuales se han agrupado
dentro de la terminología anglosajona porcine circovirus diseases (PCVDs), que
significaría enfermedades causadas por circovirus porcino tipo 2 (Allan et al., 2002).
Entre los procesos que se incluirían en las PCVDs se incluye el fallo reproductivo en
cerdas en el último tercio de gestación.
PCV2 se ha asociado a fallo reproductivo caracterizado por abortos a finales de
gestación y presencia de mortinatos, sea en ausencia (West et al., 1999) o presencia
(O’Connor et al., 2001) de otros patógenos bien conocidos por su actividad patógena
reproductiva. Curiosamente, la mayoría de estas descripciones de alteraciones
reproductivas asociadas a este virus proceden de America del Norte (West et al.,
1999; O’Connor et al., 2001; Sanford, 2002), mientras que mínimas (e incompletas)
descripciones se han realizado en Europa (Ladekjaer-Mikkelsen et al., 2001). Lo que
si se acepta de forma bastante generalizada es que, a pesar de que estos fallos
reproductivos asociados a PCV2 existen, la frecuencia de los mismos en condiciones
de campo son aparentemente muy raros (Maldonado et al., en prensa; Pensaert et al.,
2004). De hecho, las características clínicas de los casos descritos hasta el momento
corresponden generalmente a granjas de nueva creación y especialmente a cerdas de
primeros partos (West et al., 1999; Ladekjaer-Mikkelsen et al., 2001; Sanford,
2002), lo que sugeriría la existencia de un componente inmunitario importante
relacionado con la aparición de enfermedad clínica.
Desde el punto de vista clínico, los abortos que se describen relacionados con la
infección por PCV2 no son distintos a los generados por otros agentes causantes de
los abortos. De esta manera, se observan fetos en estado avanzado de organogénesis
o a término y no se observan, en general, otros signos clínicos en el feto a excepción
de autolisis de los mismos, al menos en algunos de ellos. A la necropsia de estos
fetos se ha descrito una aparente congestión hepática pasiva crónica con hipertrofia
cardiaca y áreas multifocales de decoloración del miocardio (West et al., 1999;
O’Connor et al., 2001). La lesión microscópica que caracteriza la infección por
PCV2 en fetos se da en el corazón casi de forma exclusiva, siento ésta una
miocarditis necrotizante y/o fibrosante que se asocia, sea por técnicas
inmunohistoquímicas o de hibridación in situ, a una muy elevada cantidad de
antígeno/genoma del virus (West et al., 1999).
Aunque no se ha definido formalmente, a día de hoy se establece el diagnóstico de
la PCVD en su forma reproductiva en base a tres criterios:
1. Presencia de abortos en el último tercio de gestación y/o nacidos muertos, en
algunos casos con evidencia de hipertrofia cardiaca fetal
2. Presencia de lesiones microscópicas en corazón caracterizadas por una
miocarditis necrotizante y/o fibrosante
3. Presencia de elevadas cantidades de PCV2 en las lesiones miocárdicas
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Esta definición no excluye, lógicamente, la existencia de agentes infecciosos o
factores no infecciosos concomitantes en relación a la ocurrencia y causalidad de
enfermedad reproductiva.
Se debe recordar también, que en los criterios diagnósticos es importante establecer
una relación íntima entre la existencia de lesiones microscópicas en el corazón y la
presencia de virus en el mismo. Es decir, la inexistencia de lesiones microscópicas
cardíacas en presencia de un resultado positivo a la detección de PCV2 por PCR, no
constituye diagnóstico del proceso, ni tan siquiera sobre la posible asociación entre
el virus y el problema reproductivo estudiado.
Investigación experimental en el ámbito de PCV2 y enfermedad reproductiva
Embriones
Se ha demostrado que PCV2 es capaz de replicarse en estadios de mórula y
blastocistos desprovistos de zona pelúcida, hecho que sugirió un efecto potencial del
virus sobre estados embrionarios tempranos. No obstante, estos mismos estadios de
mórula y blastocisto con zona pelúcida (situación natural) no fueron infectados con
PCV2 (Mateusen et al., 2004). Por tanto, la importancia de estos hallazgos en
relación a la ocurrencia natural de enfermedad reproductiva asociada a PCV2 aún no
se ha determinado.
Fetos
En base al trabajo de West et al. (1999), en el cuál se describe un caso clínico que
asocia abortos y la infección por PCV2, se iniciaron estudios experimentales con el
objeto de probar si efectivamente este virus era capaz de provocar enfermedad
reproductiva.
Los estudios realizados inicialmente se dirigieron a conocer la posible
susceptibilidad del feto a la infección por PCV2, lo que implicó sistemas de
inoculación directa del feto. A pesar de tratarse de una vía totalmente anti-natural, se
constató que, efectivamente, el feto es capaz de soportar la replicación vírica
(Sánchez et al., 2001, 2004; Johnson et al., 2002; Pensaert et al., 2004). No obstante,
aparentemente solo se lograron lesiones macroscópicas cardíacas compatibles con
las descritas por West et al. (1999) en un estudio en el cuál se inocularon los fetos a
día 57 de gestación, mientras que no se observaron cuando la inoculación se
realizaba más allá de los 75 días de gestación (Sánchez et al., 2001). Es más,
también se estudio el efecto que podría tener una inoculación intra-fetal con PCV2
en animales que, una vez nacidos, se dejaban vivir hasta los 35 días de vida
(Sánchez et al., 2004). En este estudio no se lograron lesiones significativas en los
tejidos ni tampoco se generaron signos clínicos de ningún tipo en los animales. Por
tanto, y en resumen, los fetos sí son susceptibles a la infección por PCV2, y, aunque
potencialmente una inoculación intra-fetal a mitad de gestación pueda dar lesiones
cardíacas en el feto, inoculaciones más tardías no generan un cuadro clínicopatológico.
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Lógicamente, un segundo punto de gran interés que generó la descripción de West et
al. (1999) era la posibilidad de que existiera infección transplacentaria con PCV2.
La inferencia del hecho de que si existe infección en fetos tiene que haber
necesariamente infección transplacentaria no es científicamente correcta. Es más, a
día de hoy existen muy pocos trabajos que hayan estudiado el fenómeno de
infección transplacentaria y ninguno de ellos ha sido concluyente. De hecho, en un
estudio donde se realizó infección por PCV2 vía intranasal en cerdas gestantes no se
logró infección de los fetos (Cariolet et al., 2001a), mientras que sí se obtuvo
infección fetal cuando la vía de inoculación fue a través del semen durante la
inseminación artificial (Cariolet et al., 2001b). Por otro lado, en un estudio reciente
sí se ha logrado infección de fetos después de inocular a una cerda vía intranasal con
PCV2, pero estos autores no podían descartar que el semen no estuviera infectado
(Nielsen et al., 2004). Por tanto, la vía transplacentaria, aunque sospechada, no ha
sido demostrada inequívocamente.
PCV2 y enfermedad reproductiva en España
Existe un bajo número de estudios evaluando la posible implicación de PCV2 en
enfermedad reproductiva en España. Uno de ellos realizó estudios histopatológicos y
de detección de PCV2 (mediante una técnica de hibridación in situ) en un total de
195 fetos/nacidos muertos procedentes de casos de abortos o partos prematuros,
correspondientes a 125 granjas (Segalés et al., 2002). En este estudio se incluyeron
muestras recopiladas entre los años 1999 y 2001. Solamente uno de los fetos resultó
positivo a PCV2, concretamente en el pulmón, pero no presentó lesiones
histológicas significativas; lamentablemente, en este caso el miocardio no fue una
muestra disponible. En el resto de fetos no se observaron lesiones compatibles con
la forma reproductiva de la infección por PCV2 ni tampoco la presencia del agente
vírico.
En un segundo trabajo se estudiaron 100 casos de abortos o partos prematuros
correspondientes a 100 granjas distintas procedentes de 15 provincias Españolas
distintas, e incluyendo un total de 293 fetos/nacidos muertos (Maldonado et al., en
prensa). En este estudio también se determinó, además de PCV2 por PCR y por
hibridación in situ, la posible infección por el PRRSV, ADV y PPV a través de
distintas técnicas laboratoriales. De forma similar al estudio anterior, solamente un
caso de aborto resultó positivo a PCV2, esta vez con la técnica de PCR, pero en
cambio resultó negativo a la técnica de hibridación in situ para el mismo virus, e
histológicamente no se observaron lesiones miocárdicas (existió disponibilidad de
corazón en todos los fetos examinados) compatibles con la infección por este virus.
Nueve de los 100 casos de abortos se asociaron a la infección por el PRRSV,
mientras que ninguno se relacionó con la infección por ADV o por PPV.
Como conclusión a ambos trabajos, aparentemente no existe una evidencia clara que
asocie PCV2 con casos de fallo reproductivo en España. Por tanto, a pesar de que
tenemos un país donde la infección por PCV2 está muy extendida, que los casos de
circovirosis porcina son muy frecuentes (Segalés et al., 2003) y que incluso de
forma esporádica se detecta PCV2 en casos de aborto (Segalés et al., 2002;
Maldonado et al., en prensa), la importancia de este agente infeccioso en abortos o
partos prematuros es probablemente muy baja. Ello sugeriría, en la línea de otros
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autores (Sánchez et al., 2001), que el potencial de PCV2 como patógeno
reproductivo en condiciones de campo sería probablemente mínimo en la mayoría
de situaciones, dado que la mayoría de cerdas presentan anticuerpos frente al
mismo, lo que prevendría la presentación clínica de enfermedad.
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Conclusiones
• PCV2 debe de incorporarse como un agente infeccioso capaz de generar
enfermedad reproductiva en cerdas en el último tercio de gestación
• La frecuencia de fallo reproductivo asociado a PCV2 es, aparentemente, muy baja
tanto a nivel de España como del resto del mundo; ello probablemente se deba a
la muy extensa diseminación de este virus a nivel mundial
• Los casos clínicos descritos asociados a la infección por PCV2 suelen darse con
mayor frecuencia en cerdas de un bajo número de partos y en granjas de reciente
creación (con un número elevado de primeros partos)
• Se desconoce, actualmente, el mecanismo por el cuál se genera enfermedad
reproductiva asociada a la infección por PCV2, aunque se conoce que el feto es
per se susceptible a la infección por este virus
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