Download el significado de la obra de claude bernard
Document related concepts
Transcript
REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICO INFORMATIVOS DE LA MEDICINA Secretaría de Redacción Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. URIACH & Cía. S. A. Barcelona, junio de 1972 Prof. Dr, BERNARDO A. HOUSSAY Premio Nobel de Medicina EL SIGNIFICADO DE LA OBRA DE CLAUDE BERNARD 14 II EL SIGNIFICADO DE LA OBRA DE CLAUDE BERNARD Por el Prof. Dr. BERNARDO A. HOUSSAY III Claude Bernard es una de las glorias científicas más grandes y más puras de Francia. Ha codificado la medicina experimental, ha dado autonomía y vigoroso impulso a la fisiología, y en veinte años ha encontrado más hechos, no sólo que los fisiólogos franceses que en número escaso trabajaron a su lado, sino que la totalidad de los fisiólogos del mundo entero, según Paul Bert. A través del espacio y del tiempo ha ejercido una profunda influencia sobre todos ellos y por mi parte lo considero como uno de mis maestros, por el estímulo poderoso que recibió mi vocación al conocer sus obras y sus doctrinas, lo cual explica por qué tengo en él una admiración devota y profunda. Su vida ha sido descrita en páginas admirables por Renán que fue su amigo. Las escribió en el discurso pronunciado al sucederle en la Academia Francesa. Nació Claude Bernard en St. Julien, el 12 de julio de 1813, en una casa de viñadores, que siempre le fue muy querida, a la que visitaba cada año y en la que pasó sus momentos más agradables; inclusive hacía preparar doscientos o trescientos barriles de vino por año. Como casi todos los grandes hombres disfrutó del apoyo de una madre cariñosa a quien adoró siempre. Aprendía mucho en la escuela por lo cual el cura lo eligió para monaguillo y le enseñó latín. Continuó estos estudios en un bocales, así como todos los desperdicios y productos averiados. «No los tire y guárdelos para la teriaca» le decía su patrón. Esta droga misteriosa, fabricada con la mezcla de innumerables productos averiados, mezclados con miel y con vino y que, sin embargo, tenía la reputación de ser una panacea y curarlo todo, despertó en él una profunda sorpresa. Allí nacieron probablemente sus primeras dudas sobre la solidez de los fundamentos de la medicina de aquel entonces. Era más bien retraído, pero su joven imaginación trabajaba mucho y se le veía ensayar un poco de todo. Tuvo un pequeño éxito con un vaudeville La rose du Rhóne estrenado en un teatro de Lyon con el cual ganó cien francos. Probablemente envalentonado con tal triunfo partió para París, llevando en su valija una tragedia ; de cinco actos, Arthur de Bretagne. Saint-Marc-Girardin, profesor en la Sorbona, a quien trajo una carta de recomendación, le declaró rotundamente que la obra no valía, «Ya que ha estudiado la farmacia, ¿por qué no se dedica a la medicina?, y en sus ratos de ocio podrá escribir literatura». Este buen consejo valió a Francia la formación de un sabio eminente, y lo que es más picante, lo hizo entrar en la Academia Francesa, por su literatura científica, siendo muy probable que nunca hubiera entrado en ella si colegio de Villafranche, dirigido por eclesiás- hubiera perseverado en su carrera literaria, ticos, donde le enseñaban francés, latín, griego, aritmética, y gramática. No le enseñaron ni lenguas modernas, ni biología, ni física ni química. Pronto las necesidades económicas le obligaron a encaminarse a Lyon, donde consiguió emplearse en una farmacia en la que le dieron el alojamiento y la comida. El maestro boticario le hacía conservar cuidadosamente todos los residuos del fondo de los Ingresó a los veintiún años a la Facultad de Medicina de París, aplicándose con predilección a la anatomía y a la disección. Existe un libro de anatomía de Claude Bernard con Bourgery y Jacob. Fue primero externo y cuando llegó al internado en 1839, alcanzó sólo el número veintiséis sobre un total de veintinueve aceptados. Tuvo la buena fortuna que le enviaran al servicio de Magendie en el 9 10 V JOHN HUNTER Hotel Dieu. Nunca la suerte produjo un acercamiento más providencial y feliz. «Si Magendie no hubiera tenido a Claude Bernard por alumno, su gloria no sería la cuarta parte de lo que es», dice Renán. Si Claude Bernard no hubiera encontrado la dirección de Magendie, es dudoso que hubiera vencido las dificultades que ante él se acumulaban. A los pocos días, viendo la manera como disecaba, desde el otro extremo de la mesa, Magendie le anunció: «lo tomo por preparador en el Colegio de Francia para la Cátedra de Medicina». Así comenzó Claude Bernard a trabajar en lo que fue desde entonces y para siempre su laboratorio, cueva oscura y húmeda que durante muchos años fue el único sitio dedicado a la fisiología experimental en Francia. En ella contrajo probablemente la enfermedad que le condujo a la tumba. Magendie era un hombre original y muy crítico, antisistemático en una época en que la medicina vivía de sistemas. Promotor de la medicina experimental, hacía experimentos atrevidos, pero sin plan preconcebido y él mismo se comparaba a un buhonero que recoge fragmentos de aquí y de allá. Escéptico profundo, no tenía ningún inconveniente en cambiar de opinión a cada rato, según se lo dictaran los hechos y era el primero en reírse, cuando sus experimentos resultaban opuestos a sus anuncios. Claude Bernard, experimentador metódico, prolijo y minucioso pudo realizar una obra genial por su habilidad anatómica y operatoria; le decía Magendie: «tú eres más fuerte que yo», y por su convicción de que los fenómenos vitales tienen una base física y química y por su fe profunda en el determinismo experimental, Con estos sanos elementos su genio poderoso transformó la fisiología y la medicina experimental. A los treinta años, en 1843, presentó una tesis inaugural sobre el jugo gástrico, y durante los siete años siguientes realizó una serie de descubrimientos verdaderamente importantes. En 1844 fracasó en el concurso de agregación a la Facultad de Medicina donde fue aventajado por Beclard y Sappey. Claude Bernard no estuvo brillante en las pruebas orales que en aquel entonces y todavía hoy suelen emplearse para estas selecciones, Sin embargo, si se hubiera tenido en cuenta la originalidad de los trabajos, se hubiera podido anticipar el juicio postumo de la historia que lo conoce infinitamente por encima de sus contrincantes y de los jueces que los juzgaron, Desde 1847, fue suplente de Magendie en el Colegio de Francia y a su muerte lo reemplazó en la Cátedra de Medicina, cuando tenía cuarenta y dos años. Su descubrimiento de la glucogenia hepática tuvo gran resonancia y le valió la incorporación a la Academia de Ciencias, que antes lo había desdeñado dos veces. Tuvo además por consecuencia que se creara para él una cátedra de fisiología general en la Sorbona, en 1854, la cual cedió más tarde a Paul Bert en 1868, para tomar la del Museo de Historia Natural, donde pudo dedicarse a los estudios de fisiología comparada que le permitieron fundar la fisiología general. En 1865 publicó su célebre libro Introducción al estudio de la medicina experimental, que produjo gran conmoción y que hizo que en 1868 fuera nombrado miembro de la Academia Francesa en reemplazo de Flourens y que al año siguiente le nombraran senador del Imperio por voluntad de Napoleón III y sin haberlo pedido ni deseado. Ñapoleón III que llamaba de tiempo en tiempo a los sabios a visitarlo, estuvo dos horas con Claude Bernard. Se entusiasmó tanto que le dijo al Ministro «dele todo lo que pida» y a 13 71 Prof. A. D'ARSONVAL Claude Bernard, que nunca había sabido pedir, sólo se le ocurrió decir: «bueno, déme un ayudante», En treinta y cinco años de labor continua Claude Bernard transformó la fisiología y le dio sus leyes. De una ciencia accesoria, oscura, imprecisa, la transformó en una ciencia autónoma, fundamental y fecunda. Tuvo alumnos directos como Paul Bert, Ranvier, Moreau, Malassez, Gréhant, Dastre y D'Arsonval, pero en realidad su influencia se extendió a los fisiólogos del mundo entero, algunos de los cuales llegaron a trabajar bajo su dirección, como Rosenthal, Kuhne, Tarchanoff, Weir Mitchell, Dalton, Burdon Sanderson y muchos otros, que venían a seguir sus clases y no se quedaban en el laboratorio, porque no había sitio más que para dos o tres personas. Su obra científica está contenida en numerosos volúmenes publicados, cuyo indice, iniciado por él, fue luego admirablemente completado y se publicó con el nombre de La obra de Claude Bernard. En los últimos años de su vida alcanzó un renombre universal. A este prestigio se unía el aspecto de su persona, de alta talla y con un aire de dignidad imponente. Su cabeza magistral, siempre meditativo, dice Renán, se había vuelto extremadamente bella a los sesenta años. Reflejaba la honradez y la serenidad de su existencia; se leía que la verdad era su religión. El ascendiente que ejerció se explica no sólo por su obra, sino por la feliz y rara conjunción de un carácter sencillo, benévolo y noble, con un gran espíritu profundo y justo. Murió a los sesenta y cinco años, el 10 de febrero de 1878, en una casa situada justo enfrente de la puerta del Colegio de Francia, en la rué des Écoles, 40. La Cámara de Diputados, a propuesta de Gambetta, le votó honores funerales nacionales. Era la primera vez que 14 en Francia se decretaban honores nacionales para un sabio o para un hombre de letras. Hasta entonces se habían reservado para militares o políticos, como se otorgan generalmente ahora las condecoraciones para los militares, los diplomáticos y los hombres de negocios, rara vez a los sabios. Un monumento en bronce debido al cincel de Guillaume y costeado por los sabios franceses y extranjeros fue erigido frente al Colegio de Francia, en París, pero se lo llevaron los alemanes en la última guerra, por lo cual ha sido sustituido por un monumento de piedra. Otra estatua fue levantada en Lyon en 1894. Biógrafos eminentes han destacado su obra admirable, entre ellos Renán, Paul Bert, Dastre, Foster, Van Thiegen, Pasteur, Gley, Roger, Richet, Henderson y otros. Los mejores libros son el de Olmsted, que fue hecho en California, pero conociendo a fondo todo lo que Claude Bernard hizo en Francia, y el de Izquierdo que publicó en Méjico, un libro excélente y numerosos artículos de alto valor. El cirujano J. L. Faure ha escrito un libro cuyo estilo es admirable, pero desgraciadamente no ha comprendido la obra de Claude Bernard ni la importancia de la fisiología en la medicina. Su obra científica. Sería larga la mención de los trabajos de investigación que llevó a cabo en treinta y cinco años de labor incesante. Algunos se destacan con relieves particulares, como son el descubrimiento de la glucogenia hepática y de los nervios vasomotores, pero muchos otros fueron también trascendentales, como los que se refieren al medio interno, curare, intoxicación oxicarbonada, calor animal, sistema nervioso, secreción interna, fisiologia general, patología y medicina experimental, En esta época se creía que el azúcar provenía VII 15 VIII exclusivamente de la absorción directa de los alimentos, pero Claude Bernard observó que durante el ayuno hay más azúcar en la sangre que sale del hígado que en la que entra; por ló tanto, el hígado fabrica el azúcar y lo vierte a la sangre, noción fecunda que es la base de nuestros conocimientos sobre el metabolismo de los hidratos de carbono. Lavando el hígado recién extraído hasta que no saliera más azúcar y dejándolo un tiempo, aparecía de nuevo el azúcar; por lo tanto había una sustancia que lo formaba y a ésa la llamó glucógeno. Después de darle el nombre, sólo pudo aislarla en 1857, aunque Hensen la aisló un año antes, basado en los estudios de Claude Bernard. Al paso del azúcar a la sangre lo llamó secreción interna; distinguió, por ejemplo, que el hígado, por una parte vierte una secreción externa: la bilis, y que por otro lado vierte a la sangre glucosa, que es una secreción interna. Además dijo que hay órganos que son exclusivamente de secreción interna, como el bazo, el tiroides, la suprarrenal, y los ganglios linfaticos, aunque no sabía, naturalmente, qué sustancias o acción producían. Igualmente memorable fue el descubrimiento de los nervios vasomotores ; demostró en 1851 y 1853 la existencia de los nervios vasoconstrictores. Demostró la existencia de los nervios vasoconstrictores y el tono vasomotor, cuando al cortar el simpático cervical comprobó que se dilataban las arterias de la oreja del conejo, y luego todos los vasos de la oreja. Primero se equivocó, pues creyó que el nervio cervical era un nervio calorífico, pero después se dio cuenta que era un vasoconstrictor. Más tarde, al estudiar la glándula submaxilar, vio que al excitar la cuerda del tímpano, no sólo segregaba saliva, sino que se ponía roja y se producía una vasodilatación arterial, con ío que descubrió los vasodilatadores. 16 Según el concepto fundamental de Claude Bernard, el medio interno es el ambiente líquido en que viven las células del organismo. Los seres más simples tienen sus células en el medio externo, por ejemplo en el mar, mientras que nosotros tenemos nuestras células bañadas por la sangre, y los líquidos que dependen de ella, es decir por el medio interno, Todas las manifestaciones vitales sólo tienen por objeto mantener constantes las condiciones del medio interno; tal fijeza es condición de la vida libre e independiente. Las variaciones quedan equilibradas y compensadas a cada instante, a su vez, todo el organismo contribuye incesantemente a mantener la constancia del medio interno; esta noción trascendental y fecunda, ha adquirido solidez y alcance a medida que pasa el tiempo y adelanta la fisiologia, como lo han puesto de relieve los clásieos libros de Hendelson, de Barcroft y especialmente Cannon, con la feliz expresión de «homeostasis». Claude Bernard es también un fundador de la farmacología, al demostrar que los medicamentos y tóxicos producen su acción sobre sitios y funciones determinadas, realizando verdaderas vivisecciones. En su célebre estudio sobre el curare (veneno de la flecha sudamericana), descubrió que la acción tóxica es periférica, y no nerviosa central ni se paraliza al nervio motor. Por ejemplo: se inyecta curare a una rana en que una pata está ligada y no recibe sangre. La rana está paralizada, pero menos la parte ligada; se excita al animal, la médula, el cerebro, cualquier parte, esa pata se contrae porque el sistema nervioso motor no está paralizado pues el curare no paraliza el sistema nervioso ni el nervio, Si en la otra parte no ligada que recibe sangre con curare y está paralizada, se excita el nervio, el músculo no se contrae; pero si se ex- IX ) CLAUDIO BERNARD, J n X cita el músculo directamente éste se contrae; por lo tanto no están paralizados los nervios ni el músculo, pero no pasa el impulso del nervio al músculo. De igual modo descubrió que el monóxido de carbono mata por su fuerte afinidad para con la hemoglobina de la sangre, con la que forma una combinación muy estable, y por lo tanto la hemoglobina no puede transportar oxígeno porque está ocupada por el monóxido de carbono, y por eso el animal se asfixia. También Claude Bernard demostró que los anestésicos disminuyen y suprimen la irritabilidad. Considero sus trabajos más importantes los siguientes : sobre la sensibilidad recurrente, el tono vagal, las picaduras diabéticas y poliúricas, la función de los nervios craneanos : cuerda del tímpano, espinal, vago ; la secreción de saliva y de los jugos gástricos y pancreáticos: la absorción de las grasas, el calor animal, los gases de la sangre. Pero deseo recalcar que debemos considerarlo como el fundador de la fisiología general, el que formulo las reglas del determinismo fisiológico; codificó el método experimental, y orientó la medicina científica en su camino actual. Claude Bernard estuvo enfermo en el año 1860/62, en el 63, en el 64 y el 66. En el 60 estuvo dos años fuera del laboratorio : ese reposo obligado le permitió recapitular sus doctrinas y escribir su libro tan justamente celebrado y admirado: Introducción al estudio de la medicina experimental que se publicó en 1865. Este libro, dice Paul Bert, llenó de sorpresas y admiración a los espíritus cultivados. Los fisiólogos hallaron en él las reglas de la medicina experimental; todos quedaron impresionados por la claridad de la exposición; la soltura con que eran resueltas cuestiones declaradas insolubles. Esta obra le valió que tres años después la Acádemia Francesa lo llamara a su seno. «Habéis is creado un estilo», dijo al recibirlo el severo monsieur Patin, su presidente. Y Renán dice en su célebre discurso, «su estilo es su pensamiento mismo y como este pensamiento es siempre grande y fuerte, su estilo también es siempre grande, sólido y fuerte», Cuando a principios de 1907, leí este libro, me produjo una impresión profunda; había frecuentado los laboratorios y cada año redactaba una lista de investigaciones, que creía digñas de ser emprendidas más tarde; estaba preparado para entenderlo. Al finalizar la leetura sentí que mi carrera estaba definida y que sería fisiólogo. Una de las características más notables de este libro, es que no envejece y se mantiene fresco e interesante en su pensamiento y en su estilo, lo que no es habitual en los escritos de las ciencias biológicas, que tan rápidamente evolucionan. Dice Paul Bert que Claude Bernard fue descubridor, fundador y legislador del método experimental. Sin embargo, la fisiología experimental había sido ya cultivada con brillo. Algunos como Roger Bacon, Harvey, Hunter, Spallanzani, Lavoisier y otros, habían formulado principios o reglas y realizado descubrimientos experimentales. Pero no es exagerado decir que Claude Bernard fue el verdadero legislador del método experimental y no Bacon o Descartes. Revolucionó completamente la fisiología y la medicina al desterrar las ideas tan arraigadas de la fuerza vital, de la causa vital y del capricho o espontaneidad de la sustancia viva. En aquel tiempo se creía que los seres vivientes obedecían a leyes diferentes y opuestas a las de la física y de la química que su espontaneidad hacía que nunca se sabría a qué leyes obedecían y que la fuerza que había en ellos, era una fuerza vital que no se podría ja- XI GUILLERMO MARYEY. A/t " 1 /VlAGENDIE, SpALLANZANI. / t LAYOISIER. 19 XII EL SIGNIFICADO DE LA OBRA DE CLAUDE BERNARD más entender o manejar. Él, Claude Bernard, que tenía horror a los sistemas, fundó la doctrina del determinismo fisiológico experimental. No aceptó como base del conocimiento fisiológico los sistemas filosóficos ; no quiso nunca ser clasificado ni como materialista ni espiritualista, pues dijo que la medicina experimental se desenvolvía en otro plano. Su determinismo fisiológico experimental no es el determinismo filosófico de Leibnitz y de muchos otros, pues él consideraba que el hombre es libre y aceptaba plenamente la libertad y responsabilidad humanas. El determinismo fisiológico se basa en el principio de que existe una relación absoluta y necesaría entre las cosas, tanto en los seres vivos como en los no vivientes. „ , r ., , ,. . j r Todo fenómeno vital tiene, como todo fenomeno, un determinismo riguroso y este nunca puede ser otra cosa que el determinismo fisico-quimico. Hay que distinguir el determmismo, principio absoluto de la ciencia, de las teorías o principios relativos, a los que solo debe concederse un valor transitorio en la busqueda de la verdad. La ciencia experimental no busca las causas primeras, sino las relaciones entre las condiciones y los efectos. Las propiedades de la materia viva sólo las revela la observación y experimentación. El determinismo experimental puede ser aplicado a los seres vivos, pues la espontaneidad de los seres vivos no se opone al empleo de la experimentación, porque dicha espontaneidad es sólo aparente, ya que todas las manifestaciones de los cuerpos vivos estan vinculadas a la existencia de fenómenos físico-químicos que regulan su aparición. Hay un acuerdo íntimo, una armonía perfecta entre la actividad vital, y la intensidad de los fenómenos físico-químicos ; todo se manifiesta 20 en la vida con intervención de condiciones fisicas y químicas. Los fenómenos fisiológicos de los organismos superiores tienen lugar en medios orgánicos inferiores perfeccionados y dotados de propiedades físico-químicas constantes. El determinismo fisiológico pareció en un tiempo que se aplicaría infaliblemente a todos los conocimientos de la astronomía y de la física, así por ejemplo Nevvton y Laplace formularon ecuaciones y principios con los cuales podía predecirse la marcha de las estrellas y podían hasta descubrirse nuevas estrellas como Neptuno, descubierto por Le terrier mediante cálculos previos _ P e , r0 c u a n d o d e l a astronomía y de a física del macrocosmos, en las cuales las relaciones eran perfectamente demostrables, se paso al £Stud f o d e l a g tícul a l m i c r o c o S m o s , ent Q n c e s }a§ C Q S ¿ f u e r Q n difíciies, porque sólo lo se de medir existe ( u n fí. sico) 1Q £S nQ se den medir simultáneamente con exactitud todas las propiedades de una partícula ; no se pueden medir a l a vez¡ l a e n e r g í a ; e l t i e mpo, la posición y la velocidad, porque si medimos la velocidad hem o s alterado la posición o la energía y si medimos la energía hemos alterado la velocidad y \a posición, en una palabra, no es posible determinar lo que se llama en física el estado, p o r lo tanto como no podemos conocer el estado actual, tampoco podemos predecir el futuro y nos tenemos que contentar con conocimientos estadísticos. Sin embargo, si existen conocimientos estadísticos seguros, probablemente debe ser porque existirán factores causales, aunque nosotros, según los citados principios de Heisenberg no podemos siempre determinar el estado de todas las partículas de un cuerpo, lo cual no nos asegura que no existan condiciones o determinismo de todos XIII los fenómenos ni tampoco podemos afirmar que exista en todos los casos. En los cuerpos vivos, como en los inanimados, hay que considerar dos factores, el cuerpo en que tiene lugar el fenómeno y el medio que determina al cuerpo a manifestar sus propiedades. El experimentador en fisiología no crea, sino que obedece a las leyes de la naturaleza y sólo puede encontrarlas como son. Los principios, reglas y métodos de la medicina experimental fueron formulados con notable precisión y magistral claridad por Claude Bernard. Sus métodos fundamentales son: la observación, la experimentación y el razonamiento experimental. Él nos enseñó que el arte de la investigación es la piedra angular de las ciencias experimentales. La observación es la comprobación pura y simpie de un fenómeno natural. Es pasiva cuando se investiga a un fenómeno tal como él se presenta; es activa si nos valemos de un artificio para comprobarlo mejor, como son: abrir el abdomen, practicar radiografías, endoscopias, establecer fístulas digestivas, que son metodos de observación y no de experimentación, mientras no modifiquemos las condiciones naturales de funcionamiento. En cambio la experimentación existe cuando el investigador modifica intencionalmente las condiciones de los fenómenos naturales; ex- tros, premeditadamente, modificamos el estado funcional actual. El razonamiento es esencial para establecer el determinismo, es decir, para conocer las leyes de los fenómenos de modo de poder preverlos, hacerlos variar y manejarlos. El observador no razona mientras observa, observa bien, pero no razona; lo hará después. Una vez que ha observado un hecho espontáneo o provocado, interviene el razonamiento que nos da ideas explicativas que sometemos a nuevos experimentos para verificar su exactitud, y así se repite hasta aclarar el determinismo del fenómeno. Hay que razonar sobre hechos y no palabras, es decir, vemos un hecho espontáneo o provocado, formulamos una explicación y la sometemos a experimento, vemos el resultado, esto nos sugiere otro experimento, y así, en cadena, hasta que encontremos una explicación definitivamente clara de cuáles son las causas o condiciones que provocaron el fenómeno. Las verdades del mundo viviente no están formuladas anticipadamente, no las revela la intuición, el sentimiento o la razón, ni las doctrinas ni las teorías. Son verdades objetivas y sólo pueden conocerse mediante el método científico experimental. No experimentamos para confirmar ideas, sino para controlarlas, sometiéndonos a una crítica experimental severa y aun despiadada, perimentar es observar un fenómeno modifica- El ejercicio del método experimental muestra do por el experimentador. En otras palabras, la experimentación es una observación provocada premeditadamente, modificando el estado funcional actual. Se ha dicho que la observación muestra los hechos y la experimentación instruye sobre ellos; que el observador escucha la naturaleza y el experimentador la interroga. Pero lo que caracteriza la experimentación es que noso- las dificultades de la investigación, la facilidad de equivocarse y, por lo tanto, desarrolla la prudencia, la modestia y la benevolencia. Las ideas a priori o hipótesis no son inútiles o perjudiciales como creía Magendie. Es preciso tener imaginación y se ha dicho que las hipótesis son el fermento de la ciencia. Los más grandes sabios se han caracterizado por tener imaginación o atrevimiento en sus hipó23 XIV tesis, pero luego las sometían a comprobación. Decía Claude Bernard : «Hay que dejar la imaginación con la chaqueta en el vestuario para volver a tomarla al salir. Una hipótesis sólo vale para someterla a la experimentación procurando a la vez demostrarla y destruirla, y no hay que olvidar que una hipótesis no verificada no tiene valor científico ninguno y es un estorbo; es decir, que hay que ser un poco el abogado del diablo en contra de su propio experimento». Las verdades experimentales son objetivas, el determinismo no acepta que existan hechos contradictorios, las contradicciones deben explicarse. No acepta el más o menos, el casi, el cerca. Yo confieso que cada vez que oigo decir el más o menos, siento una especie de horror o de estremecimiento. El determinismo rechaza los hechos irracionales y se debe aplicar a los fenómenos y no a las palabras. Pueden y deben buscarse las causas inmediatas de los fenómenos sin preocuparse de las doctrinas o sistemas. El experimentador encontrará las causas sin preocuparse de las doctrinas (materialistas o espiritualistas) y se servirá de las inducciones o deducciones sometiéndolas siempre a la prueba experimental. La fisiología busca la verdad por ella misma, sin querer hacerla servir para comprobar o negar tal o cual sistema filosófico. Las verdades de la ciencia experimental son objetivas, demostradas y no reveladas o impuestas. Hay multiplicidad de factores en los seres vivientes, pero son más los que se ignoran que los que se conocen. La complejidad de las causas que intervienen en los fenómenos biológicos obliga a precaverse contra innumerables factores de error que acechan al que experimenta. Por ello una de las bases del método experimental es la duda; debemos dudar de nuestros razonamientos y de nuestras ideas iniciales. El escolástico razona a partir de un punto fijo indudable ; una revelación o tradición o autoridad, aceptará los hechos o experimentos que concuerden con su idea y rechazará los contrarios; su idea quedará inmutable. Por el contrario, el experimentador no acepta un punto de partida definitivo absoluto y está dispuesto a cambiarlo cada vez que haya hechos a los cuales su idea no se aplica o que la contradicen. Cuando los hechos desmienten la idea a priori o la hipótesis, no vacilará en cambiarla y no se obstinará inútilmente en sostenerla. Debe dudar de sí mismo, de su técnica, de sus interpretaciones, pero no del determinismo. El espíritu de duda no significa escepticismo; debe creerse, dice Claude Bernard, con fe ab24 soluta en el determinismo, pero debemos dudar de nuestras hipótesis o razonamientos. El método experimental es comparativo y sus tres reglas son: el experimento, posita causa ponitur effectus, o sea: al establecer la causa, se produce el efecto; la contraprueba o experimentum crucis, sublata causa tollitur effectus, suprimida la causa, suprimido el efecto; y el experimento comparativo, variante causa, variatur effectus; si ponemos otras causas obtendremos otros efectos. Los errores experimentales pueden deberse a observaciones defectuosas, más a menudo a razonamiento incompletos y más frecuentemente aún a insuficiencia de pruebas testigos, a experimentos comparativos y contrapruebas, Y desde que he trabajado en fisiología hasta hoy, toda mi vida, siempre digo lo mismo a todos los que muestran resultados : «A ver sus testigos, muéstreme sus testigos. ¿Practicó todos los testigos necesarios?», Claude Bernard estudió detalladamente los principios y el valor de los métodos con que se practica la experimentación, los métodos anatómicos y la técnica operatoria, la elección de los animales, la comprobación de los fenómenos en varias especies y los métodos de cálculo y estadísticas. Y dijo (lo que vale para hoy y para siempre): «La ciencia da conocimientos y medios a los hombres, pero no cambia su naturaleza; porque, en efecto, la ciencia da conocimientos, pero la ciencia no establece principios morales. Pero creo que los hombres de ciencia deben tenerlos. La fisiología y la medicina experimental estudian los fenómenos propios de los seres vivientes y determinan las condiciones materiales de su manifestación. La anatomía sola ha sido impotente para revelar la función de los órganos (músculos, sistema nervioso, endocrinas, etcétera)». Desde que Claude Bernard sostuvo estos principios, la fisiología obtuvo la autonomía e independencia, separándose de la anatomía con la cual se enseñaba; entonces se enseñaba anatomía y muy poca fisiología. Hoy sucede lo contrario, todos los que hacen anatomía e histología hacen anatomofisiología, no la estudian sólo morfológica, sino morfológica y funcional. El mismo determinismo fisicoquímico de los fenómenos vitales se observa en el hombre, los animales y los vegetales; hay una unidad funcional en todos los organismos y células; por lo tanto, los conocimientos pueden obtenerse en todos ellos con el empleo del método experimental; un conocimiento será tanto mejor, cuanto mayor sea el número de especies vivientes en que se determine, La fisiología comparada es una mina fecunda; XV El laboratorio de Claude Bernard en el Colegio de Francia. De pie, y de izquierda a derecha: Grehant, Dumontpallier, Bert, d'Arsonval, Claude Bernard y Lasage; en primer término, sentados, Malassez y Sastre. Cuadro de Lahermite, actualmente en el Laboratorio de Fisiología de la Sorbona. y yo recuerdo que me dicen a menudo en Estados Unidos : «¡ Qué curioso que usted haya hecho descubrimientos tan importantes en los sapos!», o en tal o cual animal. Pero les recuerdo que otros más grandes se han hecho en la levadura. No hago más que seguir los principios básicos de la fisiología general, que muchos no han estudiado a su debido tiempo y que no saben comprender, porque eso hay que aprenderlo en un momento oportuno, si no, no se aprende nunca más. Desde los estudios de Claude Bernard, los métodos de la fisiología han penetrado en casi todas las ciencias biológicas, zoología, botánica, biología general, anatomía normal y patológica. Sólo en los países aún atrasados los naturalistas se contentan aún con las descripciones morfológicas, y estoy en plena lucha tremenda con algunos naturalistas del país para que hagan más fisiología los zoólogos, aunque los botánicos ya la están haciendo; y hay algunos que la hacen bien. Pero tenemos que introducir más fisiología en la zoología si le queremos darle mayor vigor y amplitud. Las tendencias fisiológicas han invadido todas las ciencias de la vida; las mismas leyes generales rigen a los fenómenos normales y patológicos. Las enfermedades son sólo desviaciones de las funciones normales, por tal razón, la fisiología es una base principal de la medicina preventiva, de la medicina curativa y de la higiene. En 1847, Claude Bernard pudo decir en el Colegio de Francia: «La medicina científica que tendré por misión enseñar no existe ; sólo puedo señalar los cimientos sobre los cuales la edificarán las generaciones futuras». Pero desde entonces y en gran parte gracias a él, la medicina ha progresado en sus tres ramas fundamentales: fisiología, patología y terapéutica. Como lo previo Claude Bernard, la base de la medicina científica es la fisiología; los más instruidos lo saben y lo comprenden, y los demás la practican sin saberlo. Los principales adelantos médicos se deben al método experimental, o sea, la aplicación rigurosa del razonamiento a los hechos que la observación y la experimentación nos suministran. XVI EL SIGNIFICADO DE LA OBRA DE CLAUDE BERNARD Claude Bernard demostró su constante preocupación por la medicina científica, como se comprueba en sus libros sobre la medicina y la patología experimental, la diabetes, el sistema nervioso, los líquidos del organismo, las sustancias tóxicas y medicamentosas y la anestesia. De él se dijo, con toda razón : «II ne fait pas de la Medicine, il fait la Medicine», o sea: «No ejerce la medicina, crea la medicina». También expresó Dumas: «Claude Bernard n'est pas un physiologiste, c'est la physiologie elle méme». Tal es a grandes rasgos la obra de Claude Bernard, ilustre hijo de la Francia inmortal. Este sabio eminente tuvo una enorme influencia sobre el movimiento científico, que ha irradiado el pensamiento filosófico de sus contemporáneos y sucesores. Le debemos la doctrina 26 del determinismo fisicoquímico de los fenómenos biológicos, los fundamentos de la fisiología general, la autonomía de la fisiología como ciencia, la orientación de la medicina experimental, la noción del medio interno y de la secreción interna. Nos dejó, además, innumerabies descubrimientos y el ejemplo de una vida noblemente consagrada al deber y al servicio de la ciencia. Al evocar su tumba, dice Jean Louis Faure: «Aquí yace Claude Bernard. Ya su nombre comienza a borrarse sobre su lápida ignorada por el transeúnte solitario. Pero si su polvo olvidado queda para siempre perdido en la sombra helada de la tumba, su memoria planeará viva en la luz y en la gloria, porque sólo vivirá, a pesar de la muerte, quien haya consagrado su genio al culto de la verdad».