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III. MODULO “EMOTIVIDAD”
¿Qué es lo que deseamos?
Pregúntate por favor qué es lo que deseas
realmente de la vida. ¿Deseas un matrimonio lleno de
amor, el respeto de los tuyos, mucho dinero,
automóviles deportivos, ser protagonista, un proyecto
excitante, un departamento en la Dehesa? ¿Deseas,
quizás, viajar por el mundo, visitar lugares exóticos,
caminar por la alfombra roja en la entrega del “Oscar”?
¿Deseas, tal vez, que te idolatren multitudes como
estrella de cine, tu nombre en Hollywood Boulevard?
¿Deseas dejar tu huella para la posteridad como la
persona que cambió la historia?
Sea cual fuese tu deseo, quizá has de preguntarte: “¿Por qué deseo estas
cosas?”. Por ejemplo, ¿verdad que deseas un buen auto porque anhelas las
sensaciones de logro y prestigio que crees te proporcionarán? ¿Por qué deseas tener
una gran vida familiar? ¿Es porque crees que te aportará sensaciones de amor,
intimidad, conexión o calor? ¿Quieres salvar al mundo debido a tus sentimientos de
solidaridad y para establecer la diferencia que estás convencida te aportará? En
resumen, ¿acaso no es cierto que lo que deseas realmente es cambiar la forma en
que te sientes? Todo ello se reduce al hecho de que deseas esas cosas o resultados
porque los consideras un medio de obtener ciertas sensaciones, emociones o estados
que quisieras alcanzar.
Cuando alguien te besa, ¿qué te hace sentir bien en ese momento? ¿Es acaso
esos labios húmedos en contacto con la humedad de tus propios labios, lo que pone
en marcha esa sensación? ¡Por supuesto que no! Si eso fuera cierto, besar a tu
mascota te volvería loca. Todas nuestras emociones no son más que una ráfaga de
tormentas bioquímicas en nuestro cerebro y podemos activarlas en cualquier
momento. Pero antes, tenemos que aprender a hacernos cargo de su control, de una
manera consciente, en vez de vivir en una reacción continua. La mayoría de nuestras
respuestas emocionales son respuestas aprendidas del entorno. Hemos imitado
deliberadamente algunas de ellas, y hemos pasado por encima de otras.
El ser conscientes de estos factores constituye el
fundamento de la comprensión del poder del estado anímico. No
cabe duda de que todo aquello que hacemos, lo hacemos para
evitar el dolor o sufrimiento y obtener placer o felicidad; pero
podemos cambiar en un instante aquello que creemos nos
conducirá al placer o al sufrimiento, redirigiendo nuestro
enfoque y cambiando nuestros estados mental-emocionalpsicológicos. Un estado puede definirse como la suma de
millones de procesos neurológicos que ocurren dentro de nosotros,
como la suma total de nuestra experiencia en cualquier momento dado.
La mayoría de nuestros estados se suceden sin ninguna dirección consciente por
nuestra parte. Vemos algo y respondemos a ello entrando en un estado. Puede
tratarse de un estado de recursos y útil, o de un estado sin recursos y limitador, pero
la mayoría de nosotros no hacemos gran cosa para controlarlo.
Te has sentido alguna vez incapaz de recordar el nombre de una amiga(o)?
¿O de cómo deletrear una palabra “difícil” como… “hipotenusa”? ¿Cómo es que no
fuiste capaz de hacerlo? Sin duda alguna, conocías la respuesta. ¿Acaso eres tonta?
Por supuesto que no; eso se debe a que te encontrabas en un estado “tontito”. La
diferencia ente actuar mal y de una forma brillante no se basa en tu
habilidad, sino en el estado en que se encuentra tu mente y/o
cuerpo en un momento determinado. Puedes estar dotada del valor
y determinación de una Javiera Carrera, de la gracia de un Michael
Jackson, de la potencia y resistencia de una Kristel Köbrich, o de la
compasión e intelecto de un Albert Einstein, pero, si te sumerges
continuamente en estados negativos, jamás cumplirás esa promesa
de excelencia.
No obstante, si conoces el secreto para acceder a tus estados de recursos,
puedes hacer verdaderas maravillas. El estado en que te encuentres en cualquier
momento determina tus percepciones de la realidad y, por lo tanto, tus decisiones y
comportamientos. En otras palabras, tu comportamiento no es el resultado de tu
habilidad, sino del estado en que te encuentras en ese momento. Para cambiar tu
habilidad modifica tu estado. Para abrir la multitud de recursos de que dispones,
sitúate en un estado lleno de recursos y en una expectativa activa, ¡y observa cómo
se producen los milagros!
Entonces, ¿cómo podemos cambiar nuestros propios estados emocionales?
Piensa en tus estados como en algo que funciona de modo similar a un televisor.
Para tener un “color vívido y brillante, con un sonido increíble”, requieres enchufarlo
y encenderlo. Encender tu fisiología es como proporcionar al aparato la electricidad
que necesita para funcionar. Si no dispones de corriente, no obtendrás imagen ni
sonido, sólo una pantalla en blanco. Por la misma razón, si no te enciendes,
utilizando todo tu cuerpo, es decir, tu fisiología, es posible que seas incapaz incluso
de deletrear una palabra tan sencilla como “hipotenusa”. ¿Te has despertado alguna
vez e ido a tropezones de un lado a otro, incapaz de pensar con claridad hasta que te
has movido lo suficiente como para que la sangre volviera a fluir? Una vez aclarada
la “estática”, una vez que te has “encendido”, las ideas empiezan a fluir. Si te
encuentras en un estado erróneo no vas a conseguir ninguna recepción, aun cuando
hayas obtenido las ideas correctas.
Claro que, una vez enchufada, has de sintonizar en el canal adecuado para
conseguir lo que deseas realmente. Mentalmente, tienes que enfocar tu atención
hacia aquello que te transmite poder. Sentirás de una forma más intensa una vez
que hayas enfocado, sintonizado. Así que, si no te gusta lo que estás haciendo,
quizás haya llegado el momento de cambiar de canal.
Hay sensaciones ilimitadas, formas ilimitadas de
contemplarlo virtualmente todo en la vida. Si lo que
estás haciendo no funciona, cambia de canal y sintoniza
con algo que te ofrezca las sensaciones que siempre has
deseado. Todas las sensaciones que desees están
disponibles durante todo el tiempo, y lo único que tienes
que hacer es sintonizar con el canal correcto. Hay dos
formas, fundamentales, de modificar tu estado
emocional: cambiando la forma de utilizar tu cuerpo
físico, o cambiando tu enfoque.
Fisiología: el poder del movimiento
Una de las conclusiones más
poderosas que hemos hecho en los
últimos años es sencillamente la
siguiente: la emoción viene creada por
el movimiento. Todo aquello que
sentimos es el resultado de cómo
usamos nuestros cuerpos. Hasta los
cambios
más
insignificantes,
de
nuestras expresiones faciales o gestos,
variarán nuestra forma de sentir en
cada momento y, en consecuencia, el
modo de evaluar nuestras vidas, es decir, la forma en que pensamos y actuamos.
Intenta hacer algo ridículo por un momento. Imagínate que eres director(a)
de orquesta, aburrido(a) y sin humor, que haces oscilar rítmicamente los brazos de
un lado a otro. Hazlo muy despacio. No te exaltes demasiado; hazlo simplemente
como una cuestión de rutina y asegúrate de que tu rostro refleje un estado de
aburrimiento. (Observa cómo te sientes). Y ahora, junta las manos y da una
palmada explosiva, y sepáralas con la mayor rapidez que puedas dejando que
aparezca en tu rostro una gran sonrisa tonta. Intensifica la acción añadiendo el
movimiento vocal de un grito escandaloso y explosivo; el movimiento del aire a
través del pecho, la garganta y la boca cambiará de forma aún más radical tu modo
de sentir en este momento. Ese movimiento y velocidad que acabas de crear, tanto
en tu cuerpo como en tus cuerdas vocales, cambiará instantáneamente lo que
sientes ahora.
Cada emoción que sientas tiene vinculada a ella una fisiología específica:
postura, respiración, pautas de movimiento, expresiones faciales. Eso es algo
bastante evidente en el caso de la depresión. Los aspectos fisiológicos de alguien con
depresión nos lo indican, por ejemplo, hacia dónde enfoca la mirada de los ojos, qué
actitud mantiene el cuerpo, etcétera. Una vez que hayas aprendido a usar tu cuerpo
cuando te encuentres en ciertos estados emocionales, puedes volver a experimentar
esos mismos estados, o a evitarlos, cambiando sencillamente tu fisiología. La
cuestión es que la mayoría de nosotros se limita a unas pocas pautas habituales de
fisiología. Suponemos que son automáticas, sin darnos cuenta del gran papel que
cumplen en la configuración de nuestro comportamiento, en cada momento.
Cada uno de nosotros dispone de
más de ochenta músculos diferentes en el
rostro, y si esos músculos se acostumbran
a expresar depresión, aburrimiento o
frustración, esa pauta muscular habitual
empieza a dictar, literalmente, nuestros
estados de ánimo, por no mencionar
nuestro carácter físico. En los seminarios
casi siempre solicitamos a los participantes
que anoten todas las emociones que
experimentan en una semana normal, y de
entre la variedad de posibilidades, el
promedio que mencionan es inferior a la docena. ¿Por qué? Porque la mayoría de las
personas tiene pautas de fisiología limitadas, cuyo resultado son pautas limitadas de
expresión.
Se trata de un menú
muy reducido de elecciones
emocionales si se consideran
los miles de tentadores estados
de ánimo de que se dispone.
Ten cuidado de no limitarte a
una lista muy corta. Te sugiero
que aproveches todo el menú
que está a tu disposición, que
intentes
cosas
nuevas
y
cultives un gusto refinado.
¿Qué te parece experimentar
más entusiasmo, fascinación,
buen humor, sentido lúdico,
intriga, sensualidad, deseo,
gratitud, encanto, curiosidad,
creatividad, capacidad, confianza, indignación, franqueza, consideración, amabilidad,
suavidad, ganas de vivir…? ¿Por qué no crearte una lista propia?
Puedes experimentar cualquiera de estos estados de ánimo cambiando,
simplemente, la forma que tienes de usar tu cuerpo. Puedes sentirte fuerte, o
sonreír, o cambiar cualquier cosa en un instante mediante el simple acto de reír.
Quizás hayas escuchado a alguien decir: “Algún día mirarás para atrás y te reirás”.
Si eso es cierto, ¿por qué no hacerlo ahora mismo? ¿Para qué esperar? Despierta tu
cuerpo; aprende a situarte en estados placenteros, y de modo consistente, sin que
importe lo que ocurra. ¿Cómo? Creando energía, por la forma de pensar en algo, una
y otra vez y de ese modo habrás cambiado las sensaciones que vinculas a esa
situación en el futuro.
Si usas repetidamente tu cuerpo de forma débil, si dejas caer los hombros
habitualmente, si caminas de un lado a otro como si te sintieras cansada, te sentirás
cansada. ¿Cómo podrías hacerlo de manera distinta? Tu cuerpo es el que dirige tus
emociones. El estado emocional en el que te encuentras empieza por afectar a tu
cuerpo, y la situación se transforma en una especie de círculo vicioso. Observa cómo
estás sentada ahora mismo (en caso que estés en esa posición). Ahora, siéntate
recta, con la espalda erguida, y crea más energía en tu cuerpo
al mismo tiempo que continúas leyendo y aprendes estos
conocimientos.
¿Cuáles son algunas de las cosas que puedes hacer de
inmediato para cambiar tu estado de ánimo y, en consecuencia,
la forma en que te sientes y actúas? Respira profundamente
por la nariz y exhala el aire con fuerza por la boca. Pon en tu
rostro una enorme sonrisa, y sonríele a los tuyos. Si quieres
cambiar realmente tu vida, comprométete a pasar un minuto,
cinco veces al día durante los próximos siete días, sonriendo de
oreja a oreja ante el espejo. Te parecerá algo increíblemente
ridículo, pero recuerda que con este sencillo acto físico estarás
poniendo en constante funcionamiento esta parte de tu cerebro, y creando un
camino neurológico hacia el placer que poco a poco se irá haciendo habitual. Así
pues, ¡Hazlo y te divertirás!
Mejor todavía, ponte a saltar, en vez de correr.
Saltar es una forma poderosa de modificar tu estado de
ánimo, porque con ello logras cuatro cosas:
1. Es un gran ejercicio
2. Tendrás en tu cuerpo menos tensión que si
trotas
3. No podrás mantener una expresión seria en
la cara
4. Distraerás a todo aquel que pase por tu
lado, así que también cambiarás el estado
de ánimo de los demás, haciéndoles reír.
¡Qué poder tiene la risa! Hace varios años compartí
con un grupo de amigos en una comunidad católica; a una
de sus integrantes le resultaba tan fácil reír que
contagiaba a todo el mundo, y todo aquel que le
escuchaba también se echaba a reír. Si deseas mejorar realmente tu vida, aprende a
reír. Al mismo tiempo que practicas tus cinco sonrisas diarias, échate a reír por
cualquier cosa tres veces al día durante siete días. En una antigua encuesta, llevada
a cabo por la revista Entertainment Weekly, se descubrió que el 82% de la gente que
acudía al cine lo hacía para reír, el 7% quería llorar y un 3% iba para poder gritar.
Eso ya te dará una idea de cómo valoramos las sensaciones de la risa por encima de
muchas otras cosas. Si has leído algo de psiconeuroinmunología sabrás lo que es
capaz de hacer la risa para que el cuerpo físico estimule el sistema inmunológico.
¿Por qué no encontrar a alguien que ría e imitarle? (A Viñuela, por ejemplo),
diviértete un poco. Puedes decir: “¿Quieres hacerme un favor? Tienes una risa
contagiosa. Permíteme intentar imitarla. ¿Querrías enseñarme cómo?”. Te garantizo
que ambos se “morirán” de la risa en el proceso. Respira como lo hace esa persona,
adopta su postura y sus movimientos
corporales, utiliza las mismas expresiones
faciales, emite los mismos sonidos. Al principio
te sentirás ridícula, pero al cabo de un rato irás
entrando “en onda”, y los dos terminarán por
reír histéricamente porque parecerán chiflados.
No obstante, en el curso de ese proceso
empezarás a establecer la red neurológica para
crear la risa de una forma regular. Al hacerlo
una y otra vez, descubrirás que te resulta muy
fácil reír, y, te divertirás muchísimo.
Cualquiera puede seguir sintiéndose bien si ya se sentía bien antes, o si
estaba metido “en un rollo”; no se necesita gran cosa para conseguirlo. Pero la
verdadera clave en la vida consiste en lograr sentirse bien cuando uno no se siente
así o cuando ni siquiera se desea sentirse bien. Has de saber que eso es algo que
puedes hacer instantáneamente, utilizando tu cuerpo como una herramienta para
cambiar tu estado de ánimo. Una vez que identificas la fisiología que va unida a un
estado de ánimo, puedes utilizarla para crear a voluntad los estados de ánimo que
desees. Tú y yo tenemos la capacidad para realizar los cambios que queramos, en
cualquier momento. Al cambiar nuestra fisiología, cambiamos nuestro nivel de
realización. Nuestra capacidad siempre está presente, y lo que tenemos que hacer es
situarnos en estados de ánimo en los que la tengamos accesible.
Así que, la clave para el éxito consiste en crear pautas de movimiento que
creen confianza, una sensación de fortaleza, flexibilidad, poder personal y diversión.
Hemos de darnos cuenta de que el estancamiento procede de la falta de movimiento.
¿Te imaginas una persona anciana, alguien que ya “no sale mucho”? Envejecer no es
una cuestión de edad, sino la falta de movimiento. Y la falta de movimiento total, es
la muerte.
Si observas a los niños caminar por una
vereda, después de la lluvia, y ven un charco de
agua delante de ellos, ¿Qué crees que harán
cuando lleguen a ese charco? ¡Saltar sobre él! Se
echarán a reír, salpicarán a su alrededor y lo
pasarán “chancho”. ¿Qué hace, en cambio, una
persona mayor? ¿Rodearlo? Ni siquiera se limita
rodearlo sino que, además, se pasa un buen rato
quejándose. Tú quizás quieras vivir de un modo
diferente. Probablemente quieras vivir con un
resorte en cada paso, con una sonrisa en tu
rostro. ¿Por qué no convertir el buen humor, las
actitudes escandalosas y juguetonas en una
nueva prioridad? Aprende a sentirte bien y
cumplir tus expectativas. No tienes que tener ninguna razón especial para sentirte
bien: estás viva y, por lo tanto, puedes sentirte bien aunque no tengas ninguna
razón para ello.
Enfoque: el poder de concentración
Si quisieras, podrías sentirte deprimida en un instante, ¿cómo? Enfocando la
atención sobre algo horrible que haya ocurrido en tu pasado. Todos tenemos en
nuestro pasado alguna mala experiencia, ¿verdad? Si enfocas en ello la atención
suficiente, no tardarás en empezar a sentirte deprimida. ¿Has visto alguna vez una
película de terror? ¿Volverías a verla ciento de veces? Imagino que no. ¿Por qué?
Pues porque no te sentirías bien haciéndolo. Entonces,
¿por qué regresar a las películas de terror que tienes
en la cabeza constantemente? ¿Para qué imaginarte a
ti
misma
en
los
roles
menos
agraciados,
representándolos frente al hombre o mujer que peor
te cae? ¿Para qué pensar, una y otra vez, en los
desastres de negocios o en las malas decisiones
tomadas en tu profesión? Claro que esas películas “de
segunda” no se limitan sólo a tu experiencia pasada.
También puedes enfocar ahora mismo la atención
sobre algo que creas estar perdiéndote, y sentirte mal
por ello. Y, lo que es peor todavía, puedes enfocar la
atención sobre algo que no ha ocurrido todavía y
sentirte mal por adelantado. Aunque es posible que
ahora te rías por ello, desgraciadamente eso es lo que hace la mayoría de la gente,
día tras día.
Si desearas sentirte ahora mismo como si estuvieras en éxtasis, ¿podrías
hacerlo? ¡Claro que sí! Podías hacerlo con la misma facilidad. ¿Puedes enfocar la
atención o recordar algún momento de éxtasis absoluto y total? ¿Puedes enfocar la
atención en cómo se sentía tu cuerpo en ese momento? ¿Recordarlo con detalles tan
vívidos que vuelvas a sentir por completo aquellas sensaciones? Es posible. También
podrías enfocar la atención sobre cosas que te produzcan éxtasis en tu vida ahora
mismo, en todo aquello que sientas como algo grande. Del mismo modo, podrías
enfocar la atención sobre cosas que no han sucedido todavía y sentirte bien, por
adelantado. Ése es el poder que nos ofrecen los objetivos, y por eso los tratamos en
módulos separados, en nuestros Seminarios y Talleres.
Aquello en lo que enfocamos la atención
se convierte en nuestra idea de la realidad
Lo cierto es que hay muy pocas cosas absolutas.
Habitualmente, de tu enfoque dependerá cómo te sientas
acerca de una cosa y el significado de una vivencia en
particular. Una mujer con desorden psicológico de
personalidad múltiple, vivió por mucho tiempo sumida en el
sufrimiento. Su vía de escape consistió en crear una nueva
“personalidad” para cada incidente que debía manejar
emocionalmente. Eso le permitía cambiar su enfoque viendo
el problema a través de los ojos “de alguien más”. Sin
embargo, tras la integración de sus personalidades, siguió
experimentando angustia. Sólo fue capaz de hacerse cargo
del control de su vida cuando aprendió a controlar sus
estados de ánimo mediante un cambio consciente de su
fisiología y enfoque.
El enfoque no es la verdadera realidad, porque se trata del propio punto de
vista; sólo es una percepción de cómo son las cosas en realidad. Piensa en ese punto
de vista (el poder de nuestro enfoque) como si se tratara del lente de una cámara,
que sólo muestra la imagen y el ángulo de aquello sobre lo que se enfoca. Debido a
eso, las fotografías que tomas pueden distorsionar la realidad con suma facilidad,
presentando sólo una pequeña porción, de una imagen mucho mayor.
Supón que vas a una fiesta con tu cámara, te sientas en un rincón y la
enfocas sobre un grupo de personas que estás discutiendo. ¿Cómo te representarías
esa fiesta? Probablemente te la imaginarías como
algo desagradable y frustrante, en la que nadie lo
pasaba bien y todo el mundo andaba discutiendo. Es
importante recordar que la forma de representarnos
las cosas en nuestra mente determinará la forma en
que nos sintamos. Pero ¿y si enfocaras la cámara
hacia otro lugar del recinto donde hubiera gente
riendo, contando chistes y pasándolo “cool”?
Entonces te parecería la mejor fiesta de todas,
donde todo el mundo lo estaba pasando fabulosamente bien.
En cierta forma, ésa es la razón por la que suele armarse tanto jaleo con las
biografías “no autorizadas”: sólo son la percepción de una persona respecto de la
vida de otra. A menudo, este punto de vista lo ofrecen personas cuyos celos y
envidia les hacen tener un interés personal en distorsionar las cosas. El problema
consiste en que el punto de vista de la biografía queda limitado al “ángulo de la
cámara” del biógrafo, y todos sabemos que la cámara distorsiona la realidad, y que
un primer plano puede hacer que las cosas parezcan más grandes de lo que son en
realidad. Cuando se le manipula con manos expertas, una cámara puede minimizar o
difuminar partes importantes de la realidad. (Ralph Waldo Emerson dijo: “Cada uno
de nosotros ve en los demás lo que llevamos en nuestro propio corazón”.
El significado es a menudo una cuestión de enfoque
Si hubieres programado una reunión de negocios (un contrato, por ejemplo) y
alguien no llega a tiempo, la forma en que tú te sientas dependerá estrictamente de
aquello sobre lo que enfoques la atención. ¿Te imaginas que la razón por la que esa
persona no ha acudido es porque no le importas, o interpretas quizá que ha tenido
grande dificultades para llegar a tiempo? Aquello en
lo que enfoques la atención afectará definitivamente
tus emociones. ¿Y si te enojaras con esa persona y
luego resultara que ha llegado tarde porque estaba
discutiendo con otros un contrato mejor para ti?
Recuerda que aquello en lo enfoques la atención
determinará la forma en que te sientes. Quizá no
debas precipitarte a sacar conclusiones; hemos de
elegir muy cuidadosamente en qué enfocamos la
atención.
El enfoque determina si percibes tu realidad como buena o mala, si te sientes
feliz o triste. Una metáfora fantástica para describir el poder del enfoque son los
autos de carrera. Conducir un fórmula 1 o un fórmula 3 (son mi hobby favorito) a
algunos hace que, deslizarse en esquí montaña abajo, parezca un experiencia
relajante. En uno de esos bólidos, uno no puede permitirse el lujo de desviar la
atención, ni por un momento. La atención no puede limitarse al lugar donde te
encuentras, y tampoco puedes quedarte fijo en el pasado, o demasiado lejos, en el
futuro. Al mismo tiempo que permaneces plenamente consciente de dónde estás,
tienes que anticipar constantemente lo que va a suceder en el futuro inmediato.
Un aprendiz a piloto de pruebas relata
su experiencia: “Los instructores me hicieron
subir a lo que se conoce como un ‘auto
deslizante’, un automóvil dotado de una
computadora
en
los
amortiguadores
hidráulicos capaz de levantar cualquier rueda,
del suelo, ante una señal del instructor. La
primera regla fundamental que le enseñan a
uno para conducir aquí es: enfoque la
atención sobre el lugar hacia donde quiere ir,
no en lo que teme.
Si uno empieza a patinar y a perder el control, la tendencia es mirar hacia el
muro de contención. Pero, si continúas mirando
en esa dirección, allí es exactamente donde
terminarás. Los pilotos saben muy bien que uno
va hacia donde mira; se dirige en la dirección
hacia la que se enfoca la atención. Si resistes el
temor, tienes fe y enfocas la atención hacia
donde quieres ir, tus acciones te llevarán en esa
dirección, y si es posible salir de ella, lo
conseguirás; pero no tendrás ninguna posibilidad
si enfocas la atención sobre aquello que temes.
Invariablemente, la gente dice: ‘¿Y si te vas a
estrellar de todos modos?’. La respuesta es que aumentas tus posibilidades
enfocando la atención sobre aquello que deseas. El enfoque puesto sobre la solución
te beneficiará siempre. Si llevas demasiado impulso en la dirección del muro, enfocar
la atención sobre el problema, justo antes de estrellarte, no te ayudará de todos
modos.
La primera vez que los instructores me lo explicaron así —agrega el novato—
asentí con la cabeza y pensando que eso es algo obvio. La primera experiencia que
tuve, al ingresar a la pista, sin que yo lo supiera, y de repente, apretaron el botón.
Empecé a patinar, fuera de control. ¿Hacia dónde crees que dirigí la mirada? ¿Puedes
apostarlo! ¡Directamente hacia el muro de contención! En los últimos segundos, me
sentí aterrorizado porque sabía que iba a estrellarme contra él. El instructor me
agarró la cabeza y me la giró hacia la izquierda, obligándome a mirar en la dirección
que necesitaba seguir. Seguimos deslizándonos, y yo sabía que íbamos a
estrellarnos, pero me vi obligado a mirar sólo en la dirección que deseaba seguir. Y
en cuanto miré en esa dirección, no pude evitar girar el volante correctamente. Lo
conseguí en el último instante y salimos de la situación. ¡Ya puedes imaginarte con
que alivio por mi parte!
Hay una cosa útil, de conocer, respecto de
todo esto: al cambiar el enfoque, frecuentemente,
no se cambia inmediatamente de dirección. ¿Verdad
que eso también es cierto en las cosas de la vida? A
menudo, transcurre un tiempo entre el momento en
que se cambia de enfoque y aquel en el que el
cuerpo y la experiencia vital actúan en consecuencia
(como el barco ajustando el rumbo). Razón de más
para empezar a enfocar con mayor rapidez sobre lo
que deseas y no esperar más tiempo con el
problema.
¿Aprendí la lección? —Continuaba el relato del aprendiz de piloto—. No. Tuve
una experiencia, pero todavía no había creado una neuroasociación lo bastante
fuerte. Tenía que condicionarme para adoptar la nueva pauta. Así que la siguiente
vez que volví a mirar hacia el muro, el instructor tuvo que recordarme a gritos que
mirara hacia mi objetivo. La tercera vez, sin embargo, giré la cabeza consciente y
deliberadamente. Confié en lo que hacía, y ¡funcionó! Después de haberlo hecho un
número suficiente de veces, ahora, cuando patino, mi cabeza gira inmediatamente
hacia donde quiero ir, el volante gira, y el bólido obedece mis instrucciones”.
¿Garantiza eso que siempre consigas controlar tu enfoque? No. ¿Aumenta eso
tus posibilidades? ¡Por lo menos cien veces!
Lo mismo puede decirse de la vida. Y como lo expuesto en este documento es
sólo una pincelada de estos aprendizajes, es oportuno que sepas que nadie está
excluido de aprender estas Técnicas. Las clases particulares pueden ser individuales
(sólo una persona); grupales (dinámicas de grupo); u organizacionales (seminarios o
talleres). En cualquiera de ellos puedes aprender técnicas e instrumentos para
condicionarte hacia un enfoque positivo y también controlar tus emociones. Por
ahora, hay que darse cuenta de que tenemos que disciplinar nuestra mente. Una
mente fuera de control es capaz de jugarnos una “mala pasada”. No obstante, si eres
tú quien la dirige, la convertirás en tu mejor amiga.