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Cambio Climático
La variación en el estado del clima es causada por
factores naturales y humanos, y puede persistir
durante períodos prolongados que van desde
décadas hasta milenios. Puede tener grandes
impactos sobre los sistemas de vida que habitan
la Tierra. En la actualidad, la actividad humana es
la variable que más altera la composición de la
atmósfera mundial, lo que resulta en cambios
considerables en las propiedades climáticas del
planeta. Hoy día, la mayoría de los científicos y
expertos en la materia consideran que este
calentamiento antropogénico dura ya por lo menos tres decenios y está ejerciendo una
influencia significativa sobre numerosos sistemas físicos y biológicos en el mundo. Se
reconoce que el equilibrio climático está siendo alterado, sobre todo por la variación de
las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) y aerosoles en la atmósfera.
Según el reciente informe de síntesis sobre
cambio climático publicado en el 2007 por el
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (IPCC), el calentamiento del
sistema climático es inequívoco, como evidencian
ya los aumentos observados del promedio
mundial de la temperatura del aire y del océano,
el deshielo generalizado de nieves y hielos, y el
aumento del promedio mundial del nivel del mar.
De acuerdo al IPCC las emisiones mundiales de
GEI por efecto de actividades humanas han
aumentado, desde la era preindustrial, en un 70%
entre 1970 y 2004. De los GEI, el dióxido de
carbono (CO2) es el gas antropógeno más importante, seguido por el metano (CH4).
Las emisiones anuales del dióxido de carbono en el mundo aumentaron en torno a un
80% entre 1970 y 2004. En cuanto a la República Dominicana, la emisión de GEI
también aumentó de manera alarmante en el período entre 1990 y 2000. La emisión de
GEI en el país osciló alrededor de los 15 millones de toneladas de CO2 en el 1990, y
luego, en el 2000, llegó a niveles mayores de los 25 millones de toneladas. En el 2004, se
estimó que se emitió una cantidad mayor de 2 toneladas de CO2 per cápita en el país,
contribuyendo así al problema del calentamiento global.
Impactos del Cambio Climático
Algunos de los principales impactos mundiales, que resultan del calentamiento de la
atmosfera y de los océanos, son: una mayor decoloración y mortalidad entre los corales
de los arrecifes tropicales; el desplazamiento geográfico de especies, tanto terrestres
como marinas; un creciente número de extinciones entre las especies biológicas; un
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mayor riesgo de incendios no controlados; el empobrecimiento de cosechas en zonas más
áridas; una mayor erosión de suelos y consecuente sedimentación cuenca abajo;
inundaciones más severas y frecuentes en llanuras y zonas costeras; una mayor
ocurrencia de plagas de insectos y otras especies invasoras; y una aumentada salinización
del agua de riego, de los estuarios y de los sistemas de agua dulce.
Para América Latina y el Caribe la IPCC proyecta una serie de impactos regionales que
resultan de los cambios en el clima, entre otros: la pérdida de diversidad biológica como
resultado de la extinción de especies; la disminución de la productividad de cultivos
importantes, con consecuencias adversas para la seguridad alimentaria; y la reducción de
la disponibilidad de agua para consumo humano, agrícola e hidroeléctrico, como
consecuencia de los cambios en la precipitación.
Convenciones y Protocolos sobre el Cambio Climático
A raíz de los primeros resultados alarmantes de estudios científicos sobre el cambio
climático y sus impactos devastadores, publicados en los años ochenta del siglo pasado,
la comunidad internacional se movilizó y creo la Convención Marco de las Naciones
Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la cual fue adoptada en Nueva York en
1992 y firmada ese mismo año en la Cumbre para la Tierra, celebrada en Río de Janeiro,
por más de 150 países (las llamadas ‘Partes’). Su objetivo final es “la estabilización de las
concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera a un nivel que
impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático”. Contiene
cláusulas que comprometen a todas las Partes. En virtud de la Convención, las Partes
incluidas en el Anexo I de la misma (es decir, todos los miembros de la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos [OCDE] en el año 1990 y países de economía en
transición) se propusieron regresar, de ese momento al año 2000, a los niveles de emisión
de GEI no controlados por el Protocolo de Montreal que existían en el año 1990. La
Convención entró en vigor en marzo de 1994.
En el año 1997, los miembros firmantes de la CMNUCC adoptaron en Kyoto, Japón, una
serie de compromisos jurídicamente vinculantes conocida como el Protocolo de Kyoto.
Allí, los países de la OCDE y de los países de economía en transición –conjuntamente
conocidos como países del Anexo B del Protocolo– acordaron reducir sus emisiones de
GEI antropógenos (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y hidrofluorocarbonos,
entre otros) en un 5% como mínimo por debajo de los niveles de 1990 durante el período
de compromiso de 2008 a 2012. El Protocolo de Kyoto entró en vigor en 2005. Como
parte del Protocolo, se propuso un Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL) que
trata de alcanzar dos objetivos: 1) ayudar a las Partes no incluidas en el Anexo I de la
Convención a lograr un desarrollo sostenible y contribuir al objetivo último de la
Convención; y 2) ayudar a las Partes del Anexo I a dar cumplimiento a sus compromisos
de limitación y reducción de emisiones cuantificados. Ahora, en respuesta a la
Convención (CMNUCC), el Protocolo de Kyoto y el MDL, los gobiernos de los países
han desarrollado una gran diversidad de políticas e instrumentos legales e institucionales
para crear incentivos que avancen las medidas de mitigación. Sin embargo, su
aplicabilidad depende de las circunstancias nacionales y del contexto sectorial en cada
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país, lo que complica su implementación y, por ende, el éxito de los compromisos
adquiridos a través de mecanismos como el Protocolo de Kyoto.
Los expertos coinciden que con las políticas actuales de mitigación de los efectos del
cambio climático –por ejemplo, aquellas estipuladas en la Convención y los Protocolos–
y con las prácticas de desarrollo sostenible que aquellas conllevan, lamentablemente las
emisiones mundiales de GEI seguirán aumentando en los próximos decenios.
Afortunadamente, la sociedad tiene una nueva oportunidad de combatir la problemática
del cambio climático, al realizarse la décimo quinta Conferencia de las Partes (COP15)
de la CMNUCC que se celebra en Copenhague, Dinamarca, en diciembre del 2009. Esta
cumbre reunirá a los dirigentes de los países firmantes del Protocolo de Kyoto con el
objetivo de acordar un nuevo esquema para combatir la amenaza ambiental que
representa el aumento de las temperaturas en el planeta.
Dos estrategias claves para frenar la amenaza del cambio climático serán discutidas en
detalle en la reunión de Copenhague: la mitigación y la adaptación al cambiante clima.
La mitigación concierne cambios y reemplazos tecnológicos que reducen las emisiones
por unidad de producción y área. Implica la aplicación de políticas destinadas a reducir
las emisiones de GEI y a potenciar los sumideros de carbono. Por su lado, la adaptación
involucra iniciativas y medidas encaminadas a reducir la vulnerabilidad de los sistemas
naturales y humanos ante los efectos reales o esperados de un cambio climático.
Estrategias de Mitigación y Adaptación
La mitigación del cambio climático hace uso de tecnologías y prácticas actualmente
disponibles a nivel comercial, incluyendo la forestación, la reforestación, la gestión de
bosques, la reducción de la deforestación, la gestión de productos de madera cultivados
(plantaciones), la utilización de productos forestales para la obtención de biocombustibles
que sustituyan los combustibles de origen fósil, la mejora de las especies de árboles para
aumentar la productividad de biomasa, y el secuestro de carbono. Algunas políticas,
medidas e instrumentos eficaces son: incentivos financieros (nacionales e
internacionales) para incrementar la superficie forestal, para reducir la deforestación, y
para mantener y gestionar los bosques; y las reglamentaciones sobre el uso de la tierra, y
el cumplimiento de estas.
Recientemente, una particular estrategia de mitigación está tomando mucho auge al nivel
mundial en la arena política: la Reducción de Emisiones por Deforestación y
Degradación de los bosques (REDD). Esta estrategia puede contribuir mucho al logro de
la meta de reducir sustancialmente las emisiones globales de los GEI, siempre cuando se
sustente en el manejo sostenible de los bosques y se integre a estrategias más amplias
para la reducción de emisiones. Sabiendo que la deforestación y degradación forestal
contribuyen hasta en un 20% a las emisiones antropogénicas globales de los GEI, los
mecanismos de mitigación que hacen uso de REDD parecen ser muy promisorios y
beneficiosos, tanto para la biodiversidad de los bosques y sus servicios ecosistémicos
forestales, como para la salud humana y el bienestar de la sociedad.
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Por su lado, la estrategia de adaptación también abarca varios mecanismos: la adaptación
preventiva y la reactiva, las cuales pueden ser empleadas a niveles privados o públicos,
de manera autónoma o planificada. Un ejemplo de adaptación es la construcción de
diques fluviales o costeros, como en el caso de la costa holandesa en la zona donde
desemboca el río Rin. Un tipo particular de adaptación es la adaptación basada en
ecosistemas (EBA), la cual es mucho más amigable con la naturaleza y puede ser mucho
menos costosa. La restauración de franjas de manglares para amortiguar los impactos de
tormentas en las costas tropicales es un buen ejemplo de cómo se puede implementar la
estrategia de adaptación, de una manera ambientalmente harmoniosa. Otro ejemplo es la
siembra de árboles en pendientes degradados para reducir las inundaciones cuenca abajo,
en zonas afectadas por huracanes y de mayor precipitación.
Cambio Climático: El mayor reto ambiental del país
En el 2007, la República Dominicana a través de la SEMARENA reconoció que el
cambio climático es el mayor reto ambiental del país. Los cambios en regímenes de
precipitación en la isla tendrían efectos nefastos sobre los cultivos agrícolas y los
caudales de los ríos. El aumento de los niveles del mar, debido al deshielo de los
casquetes polares, más una mayor intensidad de huracanes, pondría en peligro vastas
zonas de los territorios insulares. Por sí, la alta vulnerabilidad de estados insulares como
la República Dominicana implicará grandes probabilidades de que se incremente la
erosión de sus costas y se blanqueen los corales de arrecifes. A la vez, los escasos
recursos de que disponen tales estados, ponen en peligro el éxito de estrategias de
adaptación al cambio climático.
En este contexto, SEMARENA considera clave la sensibilización de la opinión nacional
en relación al cambio climático, para que la sociedad preste mayor atención a esta grave
amenaza que afectará la salud de los ecosistemas costeros y terrestres, tanto los naturales
como los (agri)culturales, con todas sus implicaciones negativas. Es esencial que la
población dominicana y todos sus sectores entiendan que las consecuencias del cambio
climático, como la pérdida de biodiversidad, la continua desecación de zonas semiáridas,
y los impactos de ciclones severos sobre las costas, son cada vez más inminentes.
En los últimos años, la República Dominicana ha podido lograr grandes avances en
materia de mitigación y adaptación al cambio climático. Las recientes mejoras en la
legislación dominicana en el área ambiental han ayudado mucho en crear conciencia a
nivel nacional e impulsar proyectos de conservación ambiental. La enorme recuperación
de la cobertura boscosa en las últimas dos décadas es un claro ejemplo de la capacidad
del país para revertir procesos dañinos y restaurar zonas forestales que secuestran
carbono y ofrecen una variedad de servicios ambientales adicionales, incluyendo la
prevención de la erosión del suelo, la estabilización del régimen hidrológico, y la
reducción de inundaciones río abajo.
Un proyecto de mucho interés fue el que empezó a finales de 2005 y habilitó a la
República Dominicana en la preparación y presentación de su Segunda Comunicación
Nacional (SCN) ante la Conferencia de las Partes (CdP) de la Convención CMNUCC.
Fue financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM, o GEF por sus
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siglas en inglés) y ejecutado por la SEMARENA. Contribuyó enormemente al
fortalecimiento de las capacidades institucionales para la gestión del cambio climático en
el país.
Algunos de los resultados del proyecto son: la generación de conocimiento acerca de las
vulnerabilidades e impactos a recibir como consecuencia de los efectos del cambio
climático; el desarrollo de medidas de adaptación para hacer frente a los impactos
adversos; y la formulación de un informe presentado a la Convención CMNUCC, al
GEF, y al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este informe
demostró cuan susceptible es y será la República a los efectos del cambio de clima, en el
presente y el futuro. Dentro del contexto de este proyecto, el Parque Nacional Los
Haitises ha servido como área piloto dentro del sistema de aéreas protegidas, para la
ejecución de varios estudios de cambio en cobertura forestal, vulnerabilidad al cambio
climático, mitigación y adaptación. Además, se condujeron investigaciones sobre el
efecto del cambio climático en la zona turística de Bávaro y Punta Cana, y se realizaron
estudios de medidas de adaptación en la Cuenca del Río Haina.
Todas estas actividades ayudan de manera significativa al desarrollo de un plan nacional
de concientización sobre vulnerabilidad, mitigación y adaptación al cambio climático
para la República Dominicana. Un plan que ayudará al país en su preparación para
enfrentar de manera exitosa el reto del cambio climático, necesario para poder asegurar la
conservación de la biodiversidad a largo plazo, la continuidad de los servicios
ambientales, y la salud humana de los ciudadanos dominicanos. La planificación
estratégica, el desarrollo de capacidades, la transferencia científica y tecnológica, la
formulación de políticas multisectoriales, el establecimiento de instrumentos legales, el
desarrollo de mecanismos financieros, y la participación de los sectores público y
privado, son solo algunos de los componentes esenciales para que tal plan dominicano
sea exitoso en reducir los impactos negativos del acelerado cambio climático, originado
por la acción del ser humano moderno.
Kappelle, M. 2009. "Cambio Climático." En: Fundación Global Democracia y Desarrollo
(FUNGLODE)/Global Foundation for Democracy and Development (GFDD).
Diccionario Enciclopédico Dominicano de Medio Ambiente. Disponible en línea en:
<http://www.dominicanaonline.org/DiccionarioMedioAmbiente/es/cpo_cambio_climatic
o_bis.asp>
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