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14 :::: CMLZ La Revista
NOTA
/ “Me gustaba que esas personas que yo admiraba tanto fueran tan humildes”
“Me gustaba que esas personas que yo
admiraba tanto fueran tan humildes”
Emilio Kropff trabajó en Noruega junto a May Britt Moser y Edvard
I. Moser, investigadores de ese país que acaban de ganar el premio
Nobel de Medicina y Fisiología. Este joven físico argentino participó
del proceso experimental enfocado a determinar cómo funciona en
el cerebro un sistema de posicionamiento, algo así como un GPS
humano. En diálogo con La Revista nos contó su experiencia y
cómo sigue vinculado todavía con los noruegos ya desde Argentina
en el Instituto Leloir.
Hace dos años, y luego de diez en el extranjero, Emilio Kropff, se adhirió al programa de
repatriación de investigadores argentinos del
Conicet. Desde ese momento, trabaja en el
Laboratorio de Plasticidad Neuronal del
Instituto Leloir intentando aplicar las mismas
técnicas experimentales que aprendió especialmente en Noruega, donde tuvo la oportunidad de colaborar con May Britt Moser y
Edvard I.Moser, recientes ganadores del premio Nobel de Medicina y Fisiología 2014 junto
con el británico John O'Keefe en reconocimiento a sus aportes para comprender un sistema de posicionamiento que tiene el cerebro
humano, una suerte de GPS espacial. Kropff
enfocó su tarea en el análisis de las llamadas
bordercells o ‘células de borde’, neuronas
relacionadas con la identificación de límites
geométricos dentro del ambiente explorado,
como por ejemplo una pared o un precipicio.
Aquella experiencia resultó para Kropff inolvidable en muchos sentidos. Por las características sociales y culturales de Noruega,
pero también por la enseñanza recibida de los
Moser en un ambiente de investigación donde
no había límites -de ningún tipo- para cumplir
con cada proyecto.
La Revista habló con el joven físico argentino,
nacido en Bariloche, para conocer su desarrollo desde el momento en que decidió venir a
estudiar a Buenos Aires con ideas muy claras
sobre su destino.
¿Por qué estudiaste Física?
Me interesaban demasiadas cosas y la Física
me iba a permitir avanzar dentro de la ciencia
en casi cualquier dirección. Una persona que
se recibe de físico es una especie de soldado
universal. Otra de las razones era porque quería viajar y la ciencia me lo iba a permitir.
¿Por qué no fuiste directamente al Instituto
Balseiro?
Ese era mi plan, pero para ingresar al Balseiro
hay que hacer dos años antes en otro lugar.
Y una vez en Buenos Aires me instalé, me
gustó la idea de vivir en una ciudad grande, me
cambió la vida definitivamente y me quedé.
¿Una vez recibido para dónde encaraste tu
desarrollo?
Siempre me interesaron los temas de redes
neuronales e inteligencia artificial. Había hecho una experiencia con robots que aprenden
y traté de encauzar un doctorado en algo relacionado con el cerebro y el funcionamiento de
la mente. Conseguí una posición de doctorado en Italia en un programa de neurociencia
cognitiva. Lo interesante de aquello fue que
nucleaba a profesionales provenientes de distintas disciplinas con aplicaciones particulares
cada uno pero con la necesidad de apoyarse
mutuamente. Duró de 2003 a 2007. Yo me
enfoqué en modelos matemáticos computacionales desde el punto de vista de la física
siempre ocupándome de la memoria; incluso
llegué a desarrollar modelos de patologías de
la memoria -qué le ocurre a la gente que tiene lesiones en áreas que afectan la memoria
semántica por ejemplo-. En 2004 se produce
el descubrimiento de las células de retícula
en Noruega, lo cual a mí me impresionó
mucho e hizo que me pusiera a estudiarlo en
profundidad. Cuando terminé el doctorado en
Italia me quería ya ocupar en algo que no
fuera tan orientado a la computación o a la
matemática, sino más bien apuntando a la
experimentación.
¿A qué llaman neuronas de retícula?
Las neuronas de retícula son una parte de
esta estructura a la que dieron en llamar GPS
del cerebro. Son un elemento más de un sistema muy complejo que es básicamente un
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“Me gustaba que esas personas que yo admiraba tanto fueran tan humildes” / NOTA
conjunto de mapas espaciales de los lugares
en donde nosotros estamos y los lugares que
vamos conociendo. Uno va a un lugar y se va
armando un mapa espacial de ese lugar a
medida que lo conoce, de modo que al regresar lo redescubre a partir de esa información
que se guardó en su momento en la memoria
a través de las denominadas neuronas de
lugar, que se hallan en el hipocampo y se descubrieron en la década del 70 por los trabajos
de O'Keefe, uno de los ganadores del Nobel.
¿Qué cambió justamente con los hallazgos
de O'Keefe?
Lo que se fueron dando cuenta los científicos
a partir de ese momento es que esos mapas
no eran solamente una representación de un
lugar sino que formaban parte de un conjunto
mucho más complejo. Permitía representar
no solo el lugar donde yo estoy sino también
un sinfín de operaciones que tienen que ver
con el espacio -ejemplo poder programar la
ruta más corta, o una distinta en caso de que
existiera un embotellamiento en algún sector;
cómo hago incluso para unir dos puntos que
conozco con una ruta nueva, que nunca atravesé y por lo tanto es inventada por mí.
¿Qué áreas se activan específicamente en
ese proceso?
El hipocampo es un área más importante para
generar memorias que para acumularlas o
almacenarlas. La persona que tiene una lesión
en el hipocampo no puede cumplir con sus
funciones, y eso está bien demostrado en la
película Memento, en donde un personaje
con esta lesión se acuerda de todo lo que le
sucedió antes de la operación pero no de
aquello que le sucede después. Allí en el hipocampo también se procesan los mapas espaciales y es donde están las neuronas de lugar.
Las neuronas de retícula que descubrieron
los Moser en Noruega están en la parte de la
corteza pegada al hipocampo, conectadas y
que reciben información de las neuronas de
lugar.
¿Cómo se vinculan entre sí?
Es difícil la respuesta. Tenemos varias pistas.
Sospechamos que las neuronas de retícula lo
que hacen es formar un único mapa, una especie de mapa maestro que uno puede aplicar
a cualquier lugar, de modo que lo que uno
aprende puede también aplicarse en ambientes distintos -la práctica de una coreografía de
baile en el gimnasio luego puede concretarse
en el teatro-.
¿Cuándo tomaste conocimiento de estos
descubrimientos?
Sabía de todo esto antes de que se publicara
porque mi jefe de doctorado en Italia estaba
muy vinculado con los Moser. Mi obsesión
por este tema es muy anterior a que se publicara el descubrimiento y por eso trabajé para
aplicar en Noruega como nuevo destino.
¿A dónde fuiste finalmente?
Estuve en Trondheim, la tercera ciudad en
extensión del país, una urbe universitaria de
unos 300 mil habitantes, a medio camino
entre el norte y el sur, sobre los fiordos. Se
trató de una experiencia muy radical en muchos sentidos. Mi destino fue la Universidad
Tecnológica, en un laboratorio donde tenía
todo a disposición y no había límites para encauzar algún proyecto. Uno se proponía
hacer algo y los fondos estaban disponibles.
¿En qué te enfocaste?
Al principio trabajé en la descripción de un
nuevo tipo de neuronas, llamadas de borde,
asociadas a estas neuronas de retícula, y que
se activan cuando uno está en el perímetro
de algún espacio, demarcado por una pared
o un cordón, por ejemplo. Luego empecé con
mi propio proyecto sobre cómo se representa
la velocidad a la que un animal o ser humano
corre dentro de estas mismas áreas.
¿Y cómo se dio el vínculo con los Moser?
Ellos me contrataron para ir a trabajar y eran
mis jefes.
¿Cómo eran?
Muy noruegos, en el sentido de que son extremadamente humildes. Hay que pensar
que Noruega era hasta la década del 50 muy
pobre y que con los descubrimientos de petróleo se enriqueció extremadamente de golpe, pero ellos decidieron que esas riquezas
se iban a repartir entre todos los habitantes
en partes iguales. Tienen sus ciudadanos un
espíritu de comunidad y de no enaltecer una
figura en particular. En el laboratorio se respiraba ese ambiente de igualdad, los Moser
tenían los mismos elementos que todos a disposición a pesar de que para esa época eran
ya famosos por sus descubrimientos, se sentaban a hablar de igual a igual con cualquiera,
tenían siempre tiempo para responderte alguna consulta. En síntesis, fue una experiencia
muy linda y a mí me sorprendía y me gustaba que esas personas que yo admiraba tanto
fueran tan humildes.
¿Tu trabajo contribuyó a lo que ellos venían
haciendo?
Sí claro, de hecho todavía falta bastante para
saber cómo funcionan estas neuronas y creo
que lo que vamos a publicar nosotros ahora
va en esa dirección. Yo estoy muy involucrado en el estudio de estas neuronas. No con
el descubrimiento, pero sí con todo lo que
siguió.
¿Los Moser eran conscientes de que podían ganar el Nobel?
Yo creo que sí. El premio Nobel no es algo que
te llega de golpe sino es el resultado de un
largo camino. De hecho hace dos años les
permitieron el ingreso a la Academia Sueca
de Ciencias que es una condición necesaria
para ganar el Nobel. Ellos ya eran muy res-
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/ “Me gustaba que esas personas que yo admiraba tanto fueran tan humildes”
petados desde hace años por toda la comunidad científica. Ahora lo que consiguieron es
notoriedad para el público masivo.
¿Qué significan y qué aportan estos descubrimientos?
Los estudios hasta O'Keefe se habían basado
mucho en cómo funcionan los sentidos. Algo
así como la periferia del cerebro y se hicieron
muchos avances en ese sentido. Cuando uno
luego quiere involucrarse en cosas más profundas, en los siguientes pasos del proceso
de información -y ni hablar si uno se hace
preguntas sobre el lenguaje, la conciencia, la
memoria- encuentra que hay zonas todavía
muy oscuras, inexploradas. Desconocemos
casi el 90 por ciento de lo que sucede en el
cerebro. Entonces uno debe entender que el
-Los ganadores del Nobel
El premio Nobel de Medicina y Fisiología
de este año fue compartido: lo recibieron
el profesor John O'Keefe de la Universidad
de Londres y los científicos noruegos
May-Britt Moser y Edvard I. Moser por sus
descubrimientos de un sistema de posicionamiento, una especia de GPS del cerebro humano. Este complejo andamiaje
neuronal permite responder básicamente
“cómo sabemos dónde estamos” y “cómo
podemos encontrar el camino de un lugar
a otro”. En otras palabras, “hace que sea
posible orientarnos en el espacio”.
A nivel cerebral la información sobre la
ubicación, posición y dirección del cuerpo
es producida, integrada y procesada por
diferentes tipos de neuronas en distintas
estructuras, que conforman una suerte de
GPS y brújulas interna. O’Keefe descubrió
descubrimiento de O'Keefe en una zona muy
profunda del cerebro que hace operaciones
muy complejas es un faro en el medio de la
oscuridad y yo creo que el Comité Nobel lo
consideró del mismo modo que reconoció el
valor de lo aportado por los Moser. En cuanto
al impacto, este premio Nobel se le dio a dos
grupos que hacen investigación básica y nos
ayudan en gran medida a saber más cómo
funciona la memoria. Cuando la investigación
aplicada llegue a este terreno va poder avanzar en dos sentidos: uno es trabajar sobre
todas las enfermedades que afectan a estos
circuitos neuronales, con el Alzeihmer a la
cabeza. Y el otro ámbito es el de la robótica
cognitiva, de la que se habla mucho últimamente, es decir, mecanismos que se puedan
navegar en el espacio de manera más inteli-
en ratas, en 1971, las place
cells o ‘células de lugar’, que se
activan cuando los animales
asumen un determinado lugar
en el espacio; mientras que
May-Britt y Edvard Moser describieron en 2004 las gridcells
o ‘células de retícula’, que se
activan en múltiples ubicaciones que conforman una perfecta red hexagonal extendida a lo largo del
espacio. Estos demostraron finalmente
“cómo el lugar y las cuadrículas permiten
determinar la posición y la navegación”.
En sus considerandos, el Comité Nobel
señaló que “los descubrimientos de John
O'Keefe, May-Britt Moser y Edvard Moser
han resuelto un problema que ha ocupado a
los filósofos y los científicos durante siglos:
Cómo funciona el cerebro para crear un
mapa del espacio que nos rodea y cómo
gente imitando la forma en la que lo hacemos
los mamíferos.
¿Cuándo decidiste volver a la Argentina?
Estuve cuatro años en Noruega, y luego de
diez en el extranjero, apliqué al programa del
Conicet de repatriación de científicos. Desde
el 2012 trabajo en el Instituto Leloir.
¿Y en qué estás trabajando actualmente?
Estoy terminando los proyectos que desarrollé
con los Moser, incluso estamos en permanente contacto. En síntesis, finalizando el análisis
de los elementos que estudié en el laboratorio
allá. De a poco estoy tratando de experimentar acá las mismas técnicas experimentales
orientadas a la neuro génesis.
May-Britt Moser, Edvard Moser, John O'Keefe
podemos navegar en nuestro camino a
través de un entorno complejo”. Y agrega:
“El trabajo de John O’Keefe, May-Britt
Moser y Edvard Moser ha cambiado dramáticamente nuestra comprensión acerca
de cómo las funciones cognitivas fundamentales son realizadas por circuitos neurales en el cerebro y brindan nuevas claves
acerca de cómo puede crearse la memoria
espacial”.
Perfil del entrevistado
Emilio Kropff es licenciado en Ciencias Físicas de la Universidad de Buenos Aires. Se doctoró en 2007 en Neuro-ciencia Cognitiva en
Italia y realizó su post doctorado en el Kavli Institute for Systems Neuroscience and Center forthe Biology of Memory, NTNU, de Noruega,
bajo la supervisión de los profesores Edvard y May-Britt Moser, recientes ganadores del premio Nobel de Medicina y Fisiología. Actualmente
trabaja en el Laboratorio de Plasticidad Neuronal del Instituto Leloir.