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LA MENTE ACTIVA Y LA MENTE EN REPOSO
De acuerdo a la opinión científica más generalizada, el cerebro es el
instrumento más complejo que se conoce, hasta hoy, en el universo. Tiene la
capacidad para poder entender muchas de las leyes que gobiernan el inmenso
universo. Su actividad es permanente aunque en dos órdenes: El consciente y
el inconsciente. El consciente se refiere a la voluntad humana en acción, la cual
le da a la mente una dirección, a través del pensamiento, y tiene lugar
naturalmente en estado de vigilia, cuando uno está despierto. El inconsciente se
refiere a todos los mecanismos automáticos que se generan o activan sin la
participación cognoscitiva de la voluntad humana, tanto en estado de vigilia,
como cuando uno está dormido. La gran mayoría de las acciones mentales
pertenecen al inconsciente. Un ejemplo de ello estriba en el hecho de que los
sentidos están enviando varios tipos de información simultánea y
constantemente al cerebro y este las procesa de manera paralela, atendiendo a
una multitud de prioridades, algunas de ellas vitales, sin la participación del
pensamiento humano. Tiene la capacidad de analizar y de distribuir miles de
ideas sin que se forme un atasco mental, silenciando lo que no es relevante y
llamando la atención con relación a lo que es importante, con el fin de que el
individuo tome una acción urgente.
Además, la actividad febril de la mente atiende a las ideas que se
generan como consecuencia de los pensamientos. Es un mecanismo que
abarca, paralelamente, un amplio espectro de acciones, a través de múltiples
intervenciones, en un mismo instante y con una precisión asombrosa. Todas
estas acciones están gobernadas por una red compuesta por neuronas
interconectadas, las cuales se activan y desactivan a discreción, en virtud de
impulsos eléctricos y reacciones químicas. El cerebro posee toda una suerte de
conocimientos genéticos correspondientes a la especie humana. Por ejemplo,
tiene la capacidad de producir medicamentos determinados, con la dosis
determinada y a la frecuencia requerida, para contrarrestar cierto tipo de
anomalías orgánicas detectadas. A través de los ganglios, situados
estratégicamente, puede producir anticuerpos en forma de glóbulos blancos, los
cuales sirven para que el sistema inmunológico combata cualquier invasión por
ataque de un agente externo, bacteria, virus. Todo esto, al mismo tiempo que
rige las funciones de todos los órganos del cuerpo, generando los gases
gástricos para la digestión, como la secreción de las glándulas de salivación
durante la ingestión de alimentos. Puede simultáneamente desencadenar toda
una secuencia de articulaciones, envolviendo músculos, y tendones a través del
sistema motor de nervios, etc., con el fin de atender a un determinado
movimiento físico; etc., etc., etc.
Si bien es importantísimo atender a los mecanismos que envuelven el
cerebro en estado activo, es fundamental conseguir el reposo para la
regeneración de nuevas energías. Sin un buen descanso, el organismo no
puede soportar, por largo tiempo, el estrés que le ocasiona las múltiples
funciones del cerebro. Es preciso que la mente repose. Con el fin de conseguir
este necesario reposo, los ejercicios de meditación son fundamentales, amén
de una conciencia en calma. La conciencia es la que alimenta a diario al
inconsciente, el cual, cuando dormimos nos puede asaltar con sueños agitados
que nos privan del descanso necesario, hasta el punto de que, a veces, uno se
levanta más cansado que cuando se fue a dormir.
La meditación es un ejercicio regular, diario, si es posible, y consiste en la
introspección en estado de reflexión, en completa quietud, merced a la cual uno
se convierte en observador de sí mismo, en lugar de estar en condiciones de
actor. Es de duración variable y oscila entre 15 minutos y dos horas. Mientras
uno controla la respiración, lentamente, la mente se torna pasivamente activa y
analítica, observando todos los movimientos interiores, tratando de armonizarlos
en la unidad del ser. Es preciso dirigir la atención a todos y cada uno de los
músculos del cuerpo para relajarlos debidamente. La postura a elegir es tendido
o sentado, aunque lo importante es que uno este lo más confortable posible. Las
obras buenas que uno realiza durante el día sirven enormemente para pacificar
al ser interno porque uno se siente útil para los demás. La meditación no
resuelve los problemas de conciencia, cuando uno obra malamente. Al
finalizar el ejercicio de meditación, hay que volver lentamente a recobrar la
movilidad, sin movimientos bruscos.
Nota: Si observa que sus extremidades se calientan, es porque la sangre fluye
perfectamente, en virtud de la relajación del cuerpo.