Download historia del arte ruso

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
1
HISTORIA DEL ARTE RUSO
Prof. Dr. Juan - Alberto Kurz Muñoz
(HISTORIA DEL ARTE RUSO CONTEMPORÁNEO)
APUNTES PARA UNA HISTORIA DE RUSIA
DESDE LOS ORÍGENES HASTA LA DESAPARICIÓN DE LA
u.r.s.s.
A modo de manuscrito. Uso exclusivo con fines
De estudio e investigación. Prohibida su reproducción.
© Association Franco-Slave des Étudiants 92. Paris
2
CAPITULO I
DE LA ANTIGÜEDAD AL SIGLO XVI
La historia de Rusia es la de la formación de un vasto imperio que, del siglo X al XX, se
fue extendiendo poco a poco, desde las llanuras de Europa oriental hasta las orillas del
Pacífico y las montañas de Asia central. La palabra "Rusia" designa un ámbito donde se
han concentrado diversos pueblos, en su gran mayoría eslavos orientales (rusos, los más
numerosos, ucranianos, bielorrusos), que, en su avance hacia el este, ocupando una
Siberia casi vacía de hombres, han europeizado la parte norte del continente asiático y
englobado, en Europa así como en los como en los márgenes de los países conquistados,
unas doscientas nacionalidades alógenas, con una importancia relativa muy variada,
donde domina el elemento turco. Primeramente, el Gran Imperio se extendió sobre toda
la cuenca del Dniéper con Kiev como capital. Los príncipes de Kiev contrajeron
relaciones con Bizancio y adoptaron la religión ortodoxa y el alfabeto griego. En el
siglo XII, la preponderancia pasó de Kiev a las ciudades rusas de la cuenca del Volga.
En el siglo XIII, la invasión de los mongoles puso término a la expansión hacia el este.
El avasallamiento de los principados rusos por el Imperio de la Horda de Oro duró hasta
el siglo XV. Rusia se separó de Europa para incorporarse a Asia. Esta separación no
dejó de pesar sobre su destino. Entre los vasallos de la Horda figuraban los príncipes de
Moscú, ciudad situada en la encrucijada de las rutas fluviales, muy importantes ya que
eran las únicas practicables en una región de vastos bosques. ¿Cómo el pequeño
principado de Moscú consiguió fundar una nueva Rusia? Probablemente gracias a la
política prudente de sus príncipes, que fueron los agentes celosos de la dominación
mongola hasta el momento en que se sintieron fuertes para volverse contra ella. Una
primera insurrección fracasó en el siglo XIV. Iván III, contemporáneo del rey de
Francia Luis XI, liberó y unificó Rusia, a finales del siglo XV, mientras que se
reanudaban las relaciones con Europa. Pero pasó un largo tiempo hasta que la influencia
europea se hizo preponderante. Pedro el Grande, en el siglo XVIII, hizo de Rusia un
Estado moderno, favoreciendo la evolución de la sociedad, desarrollando la economía y
fomentando el nacimiento de una nueva cultura. Con Catalina II, Rusia se hizo un sitio
entre las monarquías ilustradas de Europa. No sin brutalidad, como lo demuestra su
actitud ante las diferentes divisiones de Polonia. Las tropas rusas, en su lucha contra la
Revolución Francesa, se dirigen incluso hasta Suiza e Italia y penetran el París en 1814.
Vencido por Alejandro I, Napoleón predijo: “Europa es el peligro más grande, puede
inundarse a cada instante de cosacos y de tártaros”. En realidad, Rusia no renunció a
mirar hacia Oriente, donde se hundía la dominación turca y no escapó, aunque fuera una
de las inspiradoras de la Santa Alianza, al contagio revolucionario. Alejandro II,
liberal, debe volver a las reformas tras la insurrección polaca de 1863 y el progreso de la
oposición. La represión se agravó aún más con Alejandro III entre 1881 y 1894. No
hace más que retardar un vencimiento que parece inevitable. La revolución de 1904 1905 anuncia el hundimiento de la dinastía de los Romanov en 1917, y la República
Socialista Federativa Soviética Rusa será, durante más de setenta años, la república más
potente de la Unión Soviética. La Federación de Rusia, que forma parte desde
diciembre de 1991 de la Comunidad de Estados Independientes, es el sucesor de la
U.R.S.S.
3
Los inicios de un Estado
La Rusia de los orígenes
Durante el II milenio a. de C., pueblos indoeuropeos, antecesores de los eslavos, se
instalaron en las cuencas del Dniéper, región actual de Ucrania, y del Vístula, parte de la
Polonia actual. A partir de mediados del primer milenio a. de C., van a sufrir las
presiones alternas de las poblaciones venidas de las estepas de Asia central
(indoeuropeos, iraníes, así como los escitas, los sármatas o los alenos, y posteriormente
los hunos, ávaros y los mongoles) y las poblaciones indoeuropeas de Europa occidental
(celtas y, posteriormente los germanos).
Establecidos en Europa hacia el 800 a. de C., los eslavos fueron empujados hacia el
centro de la Rusia actual por los escitas instalados al norte del Mar Negro. Tribu de
jinetes expulsados hacia el oeste por China, los escitas comercializaban con los griegos
y, al contrario que ellos, conocían el uso de la silla. Otro pueblo asiático nómada, los
sármatas, invadió la Rusia meridional hacia el 200 a. de C. Cuatro siglos más tarde, la
tribu germánica de los godos extiende su dominación hasta el mar Negro. Convertidos
al cristianismo hacia el 300, son empujados hacia el oeste en el 360 por los hunos e
invaden Europa occidental. Mientras que los hunos acaban replegándose en el sur del
valle del Don, los eslavos comienzan su expansión hasta las orillas del Elba y del
Danubio. En el año 550, la tribu tártara de los ávaros alcanza Europa y ayuda al
emperador bizantino Justiniano en su lucha contra los eslavos. La tribu asiática de los
Jazar invade la región hacia el 650 y aporta una cierta estabilidad desarrollando el
comercio entre Oriente y Occidente, así como una legislación. Impidiendo la difusión
del Islam y controlando las rutas comerciales, demuestran una cierta tolerancia religiosa
y fomentan el desarrollo de las ciudades. Durante estos periodos de invasión, los eslavos
se dispersan: las tribus occidentales se convertirán en los moravos, los polacos, los
checos y los eslovacos; las tribus meridionales en los serbios, los croatas, los eslovenos
y los búlgaros, y las tribus orientales, en los rusos, los ucranianos y los bielorrusos.
El mundo ruso medieval se compone de grupos eslavos imprecisos que no se organizan
antes del siglo IX, al contacto con los escandinavos, con los que comercian desde el
siglo anterior. Antes de esta época, la estructura política y social de los eslavos se
basaba en el mir, es decir, la comunidad de tierras en los pueblos, comunidades que no
están federadas. El mir significa tierra en el sentido de universo, de cosmos, pero
también de paz: se trata de un mundo cerrado, limitado al círculo ampliado de la familia
para el que el exterior es sinónimo de peligro. Mientras que los eslavos del sur y del
oeste se mezclan con otras poblaciones y multiplican los contactos con el mundo
mediterráneo, los eslavos del este permanecen relativamente aislados, en un espacio que
asemejaba a una inmensa frontera.
Los Varegos
Los eslavos orientales, venidos de los Cárpatos, ocupaban en el siglo VIII y IX una
gran parte del territorio, entre el golfo Báltico y el lago Neva (Ladoga) al norte y las
orillas al noroeste del mar Negro al sur. Divididos en tribus, habían superado el estadio
de la economía natural; la recolección y la caza no les proporcionaban más que una
ayuda a los productos de la agricultura y ya comenzaron a crear pequeños centros de
intercambio, embrión de las ciudades. Bárbaros vecinos, al sur, del Imperio bizantino,
4
cuya rica capital era una tentación, sufrieron en el siglo IX la infiltración de los
normandos, estos audaces navegantes escandinavos que, en el mismo momento,
saqueaban y conquistaban en parte las costas de Europa occidental y del Mediterráneo.
Estos normandos, los varegos, proporcionaron a los eslavos mercenarios, pero también
jefes militares, que pronto dominarán las principales ciudades (Novgorod, Kiev), y una
dinastía de príncipes que, estableciendo su soberanía en todo el país, fundaron el primer
Estado ruso, capaz de mantener con Bizancio intercambios regulares, de tratar con el de
igual a igual y de defenderse, hasta su hundimiento en el siglo XIII, contra los ataques
de los nómadas asiáticos procedentes del este (pechenegos, polovtsianos y, finalmente,
los tártaros mongoles). La función de los varegos, exagerada por la historiografía
alemana del siglo XIX, es la base de la teoría normandista, que hace del primer Estado
ruso una organización de origen escandinavo, que introdujo un orden político deseado
por los pueblos eslavos retrasados y anárquicos. La Crónica de Néstor, o Crónica de
los tiempos pasados, un panegírico de la dinastía que se redactó en el siglo XIV y que
narra los inicios del Estado ruso, imagina una “llamada a los varegos” (en 862?) que
convirtió al jefe normando Rurik en el dueño de Novgorod, y a su sucesor Oleg en
príncipe de Kiev. Los historiadores rusos de antes y después de 1917 reaccionaron
vivamente, con una explicación anti- normanda que tenía en cuenta un nivel de
desarrollo de los eslavos del este en el siglo IX, de la existencia de ciudades y de
esbozos de organización estatal anteriores en forma de confederaciones de tribus. Un
neo normandismo razonable retoma actualmente estos argumentos, pero reconoce la
iniciativa y el dinamismo de la dinastía de Rurik, que se eslavizó rápidamente y que
operaba en un medio económico y social donde se reunían ya todas las condiciones para
la existencia de un Estado.
El antiguo reino de Kiev
El nuevo Estado, cuyo príncipe soberano convirtió a Kiev en la capital (de ahí la
expresión de “Reino de Kiev”), es una especie de hacienda familiar, ya que todos los
hijos recibieron una parte de la herencia, a menudo ensangrentada por las luchas
fraticidas, debilitada por los ataques de los escandinavos, polacos, nómadas, y por sus
conflictos con Bizancio. Su unidad no se realizó más que momentáneamente bajo
Vladimiro (980-1015) y Iaroslav el Sabio (1019-1054). El saqueo de Kiev, la “madre
de las ciudades rusas”, llevado a cabo por un príncipe de Suzdal en 1169 marca su
declive. Desaparece definitivamente cuando los tártaros mongoles se apoderan de su
capital en 1240.
La conversión al cristianismo oriental
El hecho esencial de esta primitiva historia es la conversión de los eslavos orientales al
cristianismo bajo su forma oriental por mediación de Bizancio (Tsargrad) y de los
países búlgaros que dependían ella. El bautismo del gran príncipe Vladimiro en el año
988, que impuso a todo el pueblo una nueva fe, cerró un periodo de penetración de las
influencias cristianas donde se enfrentaron, frente al paganismo, Roma y Bizancio. Pero
la leyenda de la elección religiosa de Vladimiro, narrada por la Crónica, oculta una
decisión de carácter político: el cristianismo oriental, por su organización jerárquica, su
autoridad sobre los fieles y la autonomía de su clero, unido a Bizancio por relaciones
muy flojas, proporcionó al Reino de Kiev una religión nacional, factor de unidad, de
sumisión al poder y de civilización. Introdujo la escritura y la instrucción religiosa
mediante los Libros Santos copiados en eslavo gracias al alfabeto cirílico, obra de los
5
obispos de Salónica, Cirilo y Metodio. Se estableció una jerarquía eclesiástica,
enmarcada por una quincena de obispos y un metropolitano en Kiev, que dependían del
patriarca de Constantinopla. Por encima de la grisalla de ciudades construidas en
madera y adobe, se alzaron blancas iglesias de piedra y monasterios de los cuales el más
conocido fue el de las Catacumbas (Kievo-Pecherskaia Lavra), cerca de Kiev, fundado
en la segunda mitad del siglo XI. Sin embargo, como el cristianismo ayudaba al poder a
romper las libertades tribales destruyendo los ídolos, tuvo que enfrentarse a una gran
resistencia en el campo donde las tradiciones paganas, más o menos integradas en la
nueva fe, subsistieron durante mucho tiempo.
Gracias a la religión, el Reino de Kiev entró en el mundo occidental; aunque sus
relaciones comerciales eran particularmente activas con la cercana Bizancio, las
relaciones diplomáticas se ampliaron a toda Europa. Una hija de Iaroslav, Ana,
contrajo matrimonio con el rey de Francia Enrique I (hacia el 1040) A pesar de los
conflictos que separaron a la Iglesia Latina de la Iglesia Griega (Gran Cisma de
Occidente en la época de Cerulario: 1054), el Reino de Kiev mantuvo las mejores
relaciones con occidente. Pero a partir del siglo XII, los repetidos ataques de los
nómadas en las estepas del sur provocaron, junto con el declive y posteriormente la
caída de Kiev, el repliegue de los centros políticos hacia el Volga superior y el
aislamiento de los principados rusos. En el siglo XIII, mientras que los mongoles
someten poco a poco a su protectorado la casi totalidad del antiguo Reino de Kiev, los
principados rusos deben defenderse al oeste contra una verdadera cruzada llevada por
los Estados occidentales contra los países de Oriente. La conquista y el saqueo de
Constantinopla en 1204 y la creación del Imperio Latino de Oriente fueron las primeras
etapas de una ofensiva que se prolongó hacia el norte de Europa por las empresas de la
Orden Teutónica, que conquistaron Prusia oriental, dando inicio a la germanización de
los países bálticos y extendiéndose hasta las ciudades rusas de Yuriev (Dorpat,
actualmente Tartu) y Kolyvan (Reval, actualmente Tallin). A esta cruzada le sucedió
una contra-cruzada marcada por las victorias del príncipe Alejandro Nevski en el Neva
y en el lago helado de Pskov (1240-1242). La “batalla sobre el hielo” frenó el avance
germánico, permitió que Novgorod mantuviera su independencia en el momento en que
los principados del centro debían pagar un tributo a los mongoles, y fijó un límite a las
áreas de extensión de los pueblos que ya no se modificará más: la expansión rusa se
dirigió más tarde hacia las regiones orientales de menor resistencia. Pero el carácter de
conflicto, tanto religioso como político, explica a la vez el papel nacional de la religión
ortodoxa, la "verdadera" religión, y su aislamiento frente al mundo católico.
Economía y vida cultural
En un clima de guerra se iniciaron, ya desde esta época, los rasgos que perdurarán de la
sociedad rusa. La economía de Kiev es esencialmente agrícola: el gran príncipe posee la
propiedad eminente de la tierra; los príncipes que se reparten ésta fundan su poder sobre
su “truste” de boyardos (druzina), ejército móvil, primero no fijado al suelo, y
posteriormente formando poco a poco una casta de propiedades, que vivían de las rentas
y del trabajo de los campesinos y de la explotación de vastos dominios forestales.
Aunque el Reino de Kiev conoce la esclavitud, la masa campesina permanece libre. No
obstante, el endeudamiento limita en mucho la libertad, y el simple arbitrar de los
boyardos, que poseen la fuerza militar, inicia una evolución hacia la servidumbre, que
no fue legalizada hasta el siglo XVII; en este aspecto, la historia del campesinado en
Rusia siguió un camino inverso al del campesinado de Occidente.
6
Los príncipes obtienen ingresos de la tierra, pero también de las “ciudades", o más bien,
de las numerosas pequeñas villas (quizás 300 en el momento de la invasión mongola)
fortificadas por un kremlin de madera, y que demuestran la actividad de los
intercambios; las ciudades más importantes eran Kiev, Chernigov, Pskov y Novgorod.
De Kiev partían caravanas de mercaderes protegidos contra los ataques de los
pechenegos, y después los polovtsianos, que aportaban a Bizancio cargamentos de
eslavos, de pieles y de cera. Los ingresos de los príncipes y de la Iglesia permitieron la
construcción de numerosos edificios religiosos, de modelo bizantino, realizados por
arquitectos griegos, que utilizaban una mano de obra de artesanos rusos; la mayor parte
datan del siglo XI, la “edad de oro” del Reino de Kiev: Santa Sofía de Kiev, Santa Sofía
de Novgorod, Santa Sofía de Polovtsk, San Salvador de Chernigov, etc. El siglo XI
marca igualmente el comienzo de una literatura esencialmente religiosa, escrita en
eslavo antiguo de Iglesia, ya que el clero, y sobre todo el clero monástico, era el
depositario de la cultura. Pero ya se redactan anales que, unidos más tarde, fueron los
primeros monumentos de una cultura nacional, como la Crónica de los tiempos
pasados y el Cantar de la Hueste del príncipe Igor que narra la expedición de un
príncipe de Novgorod a finales del siglo XII y que pudo ser escrito posteriormente. En
el siglo XII varias ciudades de Rusia central conocen un brillante desarrollo: en
Vladimir se elevan la iglesia del Salvador, la catedral de San Dimitri (1194-1197) y un
palacio principesco.
Moscovia: de la división feudal al Estado centralizado
La dominación mongola
En 1223, los tártaros invadieron el país y los príncipes rusos sufrieron grandes pérdidas
durante la batalla del Kalka oponiéndose a una primera ola de jinetes mongoles. No
obstante, los “vencedores” se contentaron con una misión de reconocimiento y
regresaron a la estepa. La segunda ola de invasión fue fulgurante: en 1237, las tropas
mongolas dirigidas por Batu, nieto de Ghengis Jan y sobrino del sucesor de este
último, Ogoday, se desplegaron en la Rusia de Kiev, integralmente sometida en 1240,
aunque el principado de Novgorod no fue invadido. Batu estableció en 1242 su capital
en Sarai, en el curso bajo del Volga y fundó la Horda de Oro, relativamente
independiente del Imperio mongol.
Al ser la dominación tártara de orden económico, los rusos deben pagar un tributo en
pieles y plata, aunque la Horda de Oro mantiene en el poder a la dinastía que reina en
los diferentes principados. Los tártaros mantienen su poder político jugando con las
rivalidades familiares de la dinastía reinante y atribuyendo el yarlik (privilegio) al
príncipe de su elección. Así, Alejandro Nevski, gran príncipe de Vladimir conocido
por su lucha contra los suecos y los caballeros teutónicos, es apoyado por los tártaros.
La Horda de Oro preserva igualmente la religión ortodoxa, que le devuelve su
benevolencia. Exenta de impuestos, la Iglesia posee tierras que se benefician de una
inmunidad que convertirá al clero ruso en un hacendado de primera importancia.
Los descendientes de Alejandro Nevski, príncipes de Moscú, adquieren poco a poco
influencia sobre los otros principados rusos monopolizando la percepción del tributo
tártaro y, en 1328, la sede de la Iglesia se traslada de Vladimir a Moscú. Las posesiones
territoriales se duplican bajo el reinado de Daniel (1276-1303) y continúan un avance
fulgurante durante todo el siglo XIV.
7
Los dos siglos de dominación mongola tuvieron profundas consecuencias en el
transcurso de la historia rusa: La mayor parte de los historiadores rechaza o pone en
duda la teoría “eurasiana” que une particularmente Rusia a Asia y que pone énfasis en
los rasgos asiáticos de la civilización rusa, aparecidos y reforzados tras la conquista. La
influencia tártara en el vocabulario, las instituciones, las costumbres fue real, aunque
haya recaído solo en los detalles. Pero la conquista frenó bruscamente el desarrollo de
Rusia debido a la destrucción de las ciudades, al diezmo de la población, el peso del
tributo, el requerimiento de artesanos, el alistamiento de mercenarios en beneficio de los
vencedores, para los cuales los rusos no eran más que un campo de explotación
marginal. Además, el resurgimiento fue posible gracias a una actividad comercial que
facilitaba la notable organización del Imperio Mongol. Desde el siglo XIV, los rusos
desempeñaron un papel económico importante en un área controlada por la Horda de
Oro. La dominación mongola impuso a Rusia un retraso de uno o dos siglos.
Los principados rusos se convirtieron en el siglo XIII en el paso fronterizo occidental
del inmenso Imperio Mongol. Los príncipes, convertidos en tributarios de la Horda de
Oro, van a buscan en Sarai, en el curso bajo del Volga, el yarlik, carta que les garantiza,
contra tributo y regalos, sus posesiones hereditarias. Solo la región de Novgorod, que
había escapado a la conquista, se mantiene independiente de los mongoles. Pero las
regiones del sur, más devastadas por la invasión, pierden a sus príncipes; desde 1249,
Kiev está bajo la autoridad de un gobernador mongol. El centro político de los eslavos
orientales se desplaza hacia el norte, en Suzdal; en esta región del Volga superior,
calificado de Mesopotamia rusa (triángulo formado por el Volga, el Oká y el Moskova),
se forma un nuevo Estado cuyo centro, tras Suzdal y Vladimir, se fijó en Moscú (ciudad
menos antigua, que los textos mencionan por primera vez en 1147) a principios del siglo
XIV. La unión de tierras rusas bajo la autoridad del gran príncipe de Moscú y la lucha
contra los tártaros mongoles por la independencia, tras la victoria de Dmitri Donskoi en
el Campo de Kulikovo (1380), pusieron fin a la “parcelación feudal” y al oscuro periodo
del yugo extranjero. El gran príncipe de Moscú, Iván III (1462-1505), impone su
autoridad en la ciudad libre de Novgorod (1478), en el principado de Tver (1485), de
Viatka (1489), a la mayor parte del de Riazán (1503), nombrándose “príncipe de toda
Rusia” (el título de zar de Rusia, en uso en el extranjero desde el siglo XV, será
adquirido oficialmente por Iván IV en 1547). No obstante, desde 1389, el Jan de la
Horda de Oro reconoce la señoría feudal del gran príncipe de Moscú en el conjunto de
principados rusos; tras un largo conflicto marcado por las incursiones devastadoras de
los tártaros en Moscú (1408 y 1439), Iván III rechaza el tributo en 1476. La derrota
aplastante de los tártaros en 1480 afirma la independencia del nuevo Estado moscovita
donde la aplicación del Código (Sudebnik) administrativo y judicial de 1497 demuestra
los avances de la centralización.
Renovación demográfica y económica
Al mismo tiempo que la dominación mongola, desde finales del siglo XIV, las tierras
rusas conocieron una renovación demográfica y económica, marcada por las
migraciones campesinas y de los desbrozos, por la multiplicación de las “ciudades” y la
animación del comercio. Las técnicas agrícola, a pesar de la aparición del sistema de
rotación trienal, que se desarrolló sobre todo dos siglos más tarde, y de arados más
eficaces, es fundamental; la frecuencia de las malas cosechas, debido a las
irregularidades del clima, mantiene la miseria campesina. La gran propiedad, en manos
8
de los nobles y de los establecimientos religiosos, empieza a desarrollarse. Al lado de la
propiedad plena y entera (vocina), existe, en cambio, la propiedad condicional, acordada
contra servicio civil y militar, a los servidores del príncipe (pomestie). En un tipo de
explotación como en la otra se agrava la condición del campesino sometido a la dura
faena (barscona) y a las rentas en especie. A esto escapan los campesinos “negros” que
viven en tierras del Estado, dependen directamente del zar, y que son numerosos en las
tierras de colonización del norte del país, en dirección al océano Glacial. La distinción
se afirma entre un campesinado poco a poco esclavizado y un campesinado libre. Tanto
uno como el otro se organizan en comunidades rurales (selskoe obscestvo), que
combinan la apropiación colectiva de las tierras del pueblo y la explotación individual;
la expresión jurídica es el mir.
Una lista de “ciudades” rusas de finales del siglo XIV cuenta ciento treinta; son villas
fortificadas por un kremlin de madera o ya a menudo de piedra (Moscú desde 1370),
con barrios de artesanos; los más importantes son los centros de intercambio entre los
principados. Los mercaderes rusos, en el siglo XV, aparecen incluso en los mercados
extranjeros (Crimea, Lituania). Este desarrollo urbano, signo de civilización, se acelera
bajo el reinado de Iván III, quien convirtió a Moscú en una capital digna de un
soberano. Pero Moscú se beneficia de los avances anteriores de Suzdal, Vladimir, y,
sobre todo, Novgorod que el pintor de iconos Teofanes el Griego abandona en 1380
por Moscú donde colabora con el pintor más notable de la antigua Rusia: Andrei
Rublev (aprox. 1360-1430), inspirado por la fe, pero también por las desgracias de los
tiempos, autor de una cuarentena de iconos (La Trinidad). La lucha contra los tártaros
inspira relatos patrióticos como la Crónica de la matanza de Mamai, la
Zadonchtchina (finales del X I V - comienzos del X V ) y la actividad comercial
renaciente se simboliza por el relato de viaje del mercader de Tver, Nikitin, Más allá de
los tres mares (1465), que alcanzó Persia y la India. El reinado de Iván III, soberano de
un Estado unificado, autoritario, que parece considerarse como el sucesor del emperador
bizantino y adoptó como escudo de armas el águila bicéfala, es una última etapa antes
de los cambios decisivos que en el siglo XVI caracterizan al reinado de Iván IV (15331584) .
El siglo de la expansión siberiana
El reinado de Iván el Terrible. La construcción del imperio
Zar de Rusia (1547-1584). La imagen del “terrible zar” marcó considerablemente la
conciencia de sus contemporáneos. Tirano sanguinario para unos, es considerado por
otros como uno de los hombres que más ha contribuido en la grandeza de Rusia. Textos
de todo tipo, canciones, folclores, leyendas o relatos de viaje, lo demuestran. Tras el
reinado de Iván el Terrible, Rusia entra en una época de absolutismo moscovita,
dirigido por un monarca soberano, con un poder sin límites pero adorado por su pueblo,
y a la que acompaña la confirmación de un proceso de centralización y de unificación
del país.
Iván IV tiene tres años cuando su padre, el gran príncipe de Rusia Basilio III, muere en
1533. La madre de Iván, Yelena Glinskaya, asume la regencia, pero entra en conflicto
con la duma de los boyardos (Consejo consultivo que garantiza la autoridad suprema
cuando el soberano está ausente de Moscú), es decir, nobles de alto rango. Cuando
muere en 1538, Iván se encuentra solo en el Kremlin, rodeado de diferentes clanes
9
aristocráticos rivales, principalmente los Shuiski y los Bielski. El interregno lo aseguran
finalmente los Shuiski, al precio de las peores violencias. El joven príncipe, testigo de
todas estas atrocidades, es también la primera víctima de las intrigas de palacio. En
público, se le presentan todas las señales de respeto, pero en privado, se le insulta y se le
ultraja.
El odio que, durante su reinado, Iván tuviera a los boyardos, así como la tendencia a la
crueldad, que se fue acentuando, echó raíces durante su infancia. Aunque se descuida su
educación, lee mucho, aprende la historia de las crónicas bizantinas y devora la de los
santos y de la Iglesia rusa. Es un joven que manifiesta una desconfianza enfermiza
respecto a todos y que parece haber perdido ya su equilibrio moral. Pero, a diferencia de
sus predecesores, es también uno de los hombres más instruidos y cultos de su tiempo.
En 1547, Iván decide coronarse zar y gran príncipe de toda Rusia. Reivindica la función
y los atributos del emperador (basileus) bizantino y legitima así Moscovia a la cabeza de
la cristiandad oriental, sucediendo a Constantinopla, que cayó en 1453 en manos de los
turcos. Durante la preparación de la ceremonia de coronación, Iván y su metropolitano
Macario utilizan una rica colección de crónicas y de leyendas rusas para justificar sus
pretensiones a título de zar (reservado hasta finales del siglo XV a los emperadores
bizantinos, a los soberanos búlgaros y serbios y a los janes tártaros) en calidad de
heredero del Emperador de Constantinopla. Ya no es solamente un gran príncipe, sino
un monarca que obtiene su poder de Dios, confirmado sobre la Tierra gracias al apoyo
de la Iglesia. Esta decisión consagra la independencia y la hegemonía del nuevo Estado
moscovita. El 16 de enero de 1547, Iván es coronado en la catedral de la Asunción en
el Kremlin. El 3 de febrero, se celebra allí también su boda con una princesa rusa,
Anastasia Romanova, aprobada por el metropolitano y el conjunto de boyardos. El año
1547 está marcado por un terrible incendio en Moscú, que se extiende hasta el palacio
del zar en el Kremlin. Iván hace acto de contrición pública en la plaza Roja,
interpretando esta desgracia como un castigo por sus pecados, y anuncia su deseo de
gobernar el país por el bien de su pueblo. Es entonces cuando comienza el mejor
periodo de su reinado. Rodeado de un Consejo elegido (la Izbrannaia Rada), compuesta
por el metropolitano Macario y el pope Silvestre, Alejo Adashev (oficial de la corte) y
del príncipe Kurbski, Iván IV emprende una serie de reformas.
El zar convoca el primer concilio del clero (Zemski Sobor) de la historia rusa, publica
un código penal (Soudebnik) en 1550 e introduce el principio electoral en la
administración de las comunidades. Se crean oficinas centrales de gobierno (prikazy)
para tratar las Finanzas, la Guerra y los Asuntos Exteriores. Localmente, sobre todo allí
donde las poblaciones se comprometen a ingresar una cierta cantidad al Tesoro Real,
asambleas y oficiales elegidos se encargan de controlar la acción de los gobernadores
(los voievodos) para impedir la corrupción y las exacciones de los representantes del
poder central. La fiscalidad se instaura poco a poco gracias a un primer censo de las
tierras, que permite definir con más precisión la base imponible del impuesto. El mismo
año se organiza el servicio armado del zar: se atribuyen competencias hipotecarias,
alrededor de Moscú, a los hijos de los boyardos, que representan la nobleza de la capital
al servicio del soberano. Se organiza el ejército y aparecen regimientos de Strelsi. En
1551, se convoca el Concilio de los Cien Capítulos para precisar la posición de la
Iglesia en sus relaciones con el Estado y la sociedad. Iván IV sigue embelleciendo su
capital y manda construir la catedral de la Intercesión de la Madre de Dios y de San
Basilio el Bienaventurado para conmemorar su victoria frente a los tártaros de Kazán.
10
Incita a los mercaderes de provincia a que vengan a la capital e instala la primera
imprenta del país en Moscú.
En 1553, el zar cae gravemente enfermo y, sintiéndose cercano a la muerte, pide un
juramento de fidelidad de los nobles a su hijo Dimitri, lo que los boyardos y sus
allegados se niegan a hacer, debido a su temprana edad. Su autoridad se extiende sobre
toda la cuenca del Volga, con la anexión de Kazán en 1552 y la de Astraján en 1554,
pero no consigue apoderarse de Livonia ni de Estonia. Las conquistas de Iván el
Terrible hacen desaparecer el obstáculo a un avance rápido que llegó, en menos de un
siglo, hasta la fundación de Ojotsk en 1649, a 6.000 Km. de Moscú, y llevó a los
cosacos y los mercaderes rusos a través de inmensidades apenas pobladas, fácilmente
conquistadas, hasta las orillas del Pacífico. Mucho tiempo después de la conquista,
Siberia se quedó despoblada de hombres (algunas centenas de miles de alógenos, grupos
aislados de colonos rusos), únicamente peinada de puestos fortificados que aseguraban
la obediencia de los indígenas, sometidos a un tributo de pieles (jasak). Pero las
regiones del Volga y del Ural vieron pronto abundar los campesinos del Estado,
demasiado numerosos en las tierras de Rusia central o que se alejaban de las exigencias
de los propietarios; la colonización ha delimitado a los pueblos alógenos, se ha
imbricado a ellos, sin integrarles ni eliminarles. A partir del siglo XVI, la Rusia de
Europa se convierte en un mosaico de pueblos con eslavos dominantemente.
La expansión se hace en dos direcciones: en el camino hacia Oriente y hacia el Báltico
para conquistar las desembocaduras marítimas. Hacia el 1550, las guerras más
importantes se dirigen contra los pueblos tártaros, que lanzan a partir de janatos de
Kazán, de Astraján y de Crimea incursiones contra Moscú con el fin de apoderarse de
los botines y de los esclavos. En 1552, el zar vence a los musulmanes y se apodera del
janato de Kazán. La anexión del janato de Astraján en 1556 va a favorecer la expansión
hacia el este; los cosacos superan el Ural y anexionan las tierras siberianas. Los rusos
instalan en el trono de Astraján un Jan aliado, que hace un juramento de fidelidad a
Iván IV. Pero este Jan se coaliga contra el zar con los tártaros de Crimea; Iván IV
vuelve a lanzar entonces una ofensiva contra Astraján, que es anexionada al reino
moscovita. Pero sigue del janato de Crimea, que organiza incursiones en Rusia hasta
1558, año en que es vencido en Azov. Las amenazas de los tártaros de Crimea se dejan
nuevamente sentir a partir de 1569, ya que las tropas del Jan llegan hasta Moscú en
1571 y, al no conseguir apoderarse de la ciudad, queman y saquean una gran parte de la
capital y del país. No obstante, en 1582, vencidos por las tropas del zar, son obligados a
retirarse.
Así, en el siglo XVI, comienza la apertura hacia el oeste, como el envío de misiones
diplomáticas en Europa occidental (a la corte de España) y los intercambios comerciales
con Inglaterra y Francia. Rusia tienta a los mercaderes ingleses: el navegante
Chancellor, en 1533, atraca en la desembocadura del Dvina del norte, donde se fundará
el puerto de Novo-Jolmogory, que en 1614 tomará el nombre de Arcángel y que será,
hasta la fundación de Petersburgo, el único puerto de Rusia, y se dirige a Moscú. Una
“Compañía moscovita” inglesa provista de grandes privilegios comercia en Rusia, en
competencia con los holandeses. Pero el Estado ruso es lo suficientemente fuerte como
para oponer entre ellos a los competidores extranjeros, limitar sus derechos, prohibir, en
definitiva el tránsito de sus caravanas hacia Oriente, así como la navegación a lo largo
de las costas siberianas. Vulnerable debido a su retraso económico, el Estado se
defiende con un control riguroso de las actividades extranjeras que son indispensables
11
para su desarrollo. La apertura del país está marcada por el acceso del pueblo ruso al
Volga. Iván IV rompe así la barrera mantenida por Polonia y la Hansa entre Rusia y
Europa occidental.
Para intentar alcanzar el mar Báltico, el zar entra en guerra contra Livonia, que se
encuentra apoyada por una potente coalición formada por Polonia, Lituania y Suecia. Al
oeste, la lucha contra la orden de los Caballeros de la Espada de Livonia está marcada,
primeramente, por las victorias rusas, en particular por la toma de la fortaleza de Dorpat
(Tartu). En 1560, la orden de Livonia se disuelve: su último gran señor, Kettler,
convertido en vasallo del rey de Polonia, lanza, en 1563, en alianza con los lituanos, una
ofensiva que fracasa contra las tropas del príncipe Kurbski.
Tiempos de demencia
A partir de 1560, la actitud de Iván respecto a sus consejeros allegados cambia
radicalmente. Las intrigas de los boyardos, descontentos con la derrota del zar contra
Livonia, y la muerte de su esposa son, sin duda alguna, las causas. El zar, convencido de
que sus consejeros Silvestre y Adashev habían participado en el envenenamiento de
Anastasia, les condena. En 1560, Adashev es alejado de la corte y posteriormente
encarcelado y Silvestre es exiliado a un monasterio. Sus familiares son condenados a
muerte, así como sus colaboradores y amigos. Entonces, un gran número de boyardos
abandonan Rusia hacia Lituania. El más notable de ellos es el príncipe Kurbski, quien
tras abandonar Rusia en 1564, dirige al zar, desde su exilio en Polonia, conocidas cartas
donde critica su despotismo.
Tras la muerte de Macario en 1563, el comportamiento de Iván IV ofrece signos de
desequilibrio mental. En otoño de 1564, abandona Moscú en compañía de su segunda
mujer y se dirige a la pequeña ciudad de Alexandrovsk, donde finge abdicar. Envía dos
cartas públicas: una acusando a los boyardos y al clero de traición, y la otra reiterando
su confianza en el pueblo. La población se encuentra desorientada por la vacante del
poder. Bajo presión del pueblo, se forma una delegación para suplicar al zar que vuelva.
Iván impone un decreto que somete a una gran parte del país y de la capital a la
autoridad de un cuerpo de élite, los oprichniki, encargados de la seguridad interior. Muy
trastornado psicológicamente por este episodio, perturba sus prácticas de gobierno, y se
libra entonces a actos de crueldad que le harán, desgraciadamente, conocido.
Se crea un territorio reservado, el oprichnina, donde se establece un régimen de
excepción y donde el zar instala a sus fieles, que constituyen su guardia armada, los
oprichniki. Este territorio se compone de una veintena de ciudades, de tierras cercanas
al gran ducado de Lituania y de una parte de Moscú, y posteriormente se amplia y acaba
representando cerca de un tercio del reino. El establecimiento de la oprichnina divide al
país en dos: por un lado, este territorio de excepción, y por el otro, la zemchnina que
sigue siendo administrada por los gobernadores y las autoridades locales tradicionales.
El zar se concede igualmente el derecho de juzgar y de castigar a los criminales como le
parezca.
Se instala una administración separada en la oprichnina, formada por hombres a sueldo
del zar, 1.000 en un principio y 6.000 hacia 1572. Estos hombres vestidos de negro y
montados en caballos del mismo color hacen que un terror sin igual reine: en las tierras
que dominan organizan olas de arrestos contra los enemigos que se oponen al zar, los
12
boyardos, sus familias y sus allegados. Destruyen varias ciudades, especialmente
Novgorod, donde el zar ordena que se masacre al 25 % de la población en 1570. El
metropolitano Felipe de Moscú, antiguo confesor del soberano, que se alza contra el
régimen de la oprichnina, es encarcelado y estrangulado. En 1572, el zar abolió el
sistema, pero el reino permanece dividido hasta el año 1575.
Parece que, desde la muerte de su primera mujer y de su hijo Dimitri, el soberano había
perdido el juicio. Su “demencia” le conduce a actos incomprensibles o monstruosos; así,
en 1575, corona zar a un tártaro, Simeón Bekbulatovich, al que deja gobernar a su
antojo: renunciando a todos sus títulos, haciéndose llamar Iván de Moscú, participa
como un simple miembro en la corte de Simeón. Esta inversión de poder y este carnaval
espantoso duran casi un año, hasta que Simeón es destituido. Finalmente, en 1581,
provocado por un ataque de cólera, ataca a su hijo mayor, Iván, y le hiere mortalmente.
Desde entonces, el zar pasa por fases de exaltación o de salvajismo, que alternan con
momentos de arrepentimiento, de oraciones y de flagelaciones.
A partir de 1578, Polonia, Lituania y Suecia se alían para luchar contra la expansión
rusa. Polonia pasa al ataque en el sur de Livonia y sus tropas avanzan hasta Pskov, que
no puede tomar. Al norte, los suecos machacan a los rusos. El zar se ve obligado a ceder
y, mediante los tratados de 1582 y de 1583 con Polonia y Suecia, renuncia a todas sus
victorias territoriales obtenidas durante esta guerra. El gran propósito del zar, abrirse
hacia el Báltico, que le costó veinticinco años de conflictos, es un fracaso total: Livonia
se convierte en territorio polaco, Estonia y el golfo de Finlandia en suecos. No obstante,
la conquista del janato de Siberia (1581-1584) abre a Rusia hacia nuevas perspectivas al
este. El impulso colonizador de los campesinos rusos tropezaba al este con el janato de
Kazán, heredero de la Horda de Oro, que reunía a las poblaciones turcas y finlandesas
del medio Volga y de la región preuraliana (mordorovos, udmurtos, marii, chuvashes,
tártaros, bashkirios).
Iván IV muere en 1584, dejando un país devastado por las guerras, así como por la
oprichnina, en el que es difícil calcular el coste demográfico (la población es de
aproximadamente 15 millones de habitantes en 1600). A pesar de todo, lega un país
cuya superficie se ha cuadriplicado y ampliado hacia el este: el Volga se abre al
comercio, y el traspaso del Ural marca el inicio de la colonización de Siberia occidental.
Bajo este reinado se elabora un poder autocrático nuevo, que establece las bases
políticas de una Rusia unificada y centralizada. El adjetivo groznii (terrible) es
polisémico: efectivamente, contiene una connotación de salvajismo y de violencia
patológica, pero sobre todo significa "el que inspira terror", que encarna la justicia
soberana. Por lo tanto, es sinónimo de tirano o de déspota. Iván el Terrible es la
encarnación de un monarca teocrático y absoluto.
Iván IV se casó ocho veces, pero únicamente dejó dos hijos. Fiodor Ivanovich l e
sucede, ya que su otro hijo, Dimitri, no tiene más que cuatro años. Pero Fiodor es muy
simple de espíritu, preocupado fundamentalmente por la religión. El asesinato de
Dimitri y la muerte del soberano en 1598 dejan el trono vacante. El terrible episodio de
Edad de los Disturbios empieza entonces, y dura hasta la elevación, el siglo siguiente,
de los Romanov.
13
La vida cultural, reflejo de la centralización estatal
La formación de un Estado centralizado se refleja en una literatura marcada p o r
tendencias panrusas, que otorga a los soberanos un ascendente legendario (Los
príncipes de Vladimir) y por las preocupaciones sociales y religiosas, que traducen las
reacciones instintivas del pueblo y las oposiciones de las clases. Rusia no ha conocido
ni el movimiento de la Reforma, ni el del Renacimiento; pero la ortodoxia ha tenido que
luchar contra las doctrinas heréticas, en Novgorod y en Moscú, y el poder, en la medida
en que se apoya sobre una nueva nobleza contra los boyardos, encuentra a su teórico en
Iván Peresvetov (mediados del siglo XVI). La literatura, esencialmente moscovita,
incluye relatos históricos, inspirados por la Edad de los Disturbios y la lucha contra los
turcos y, sobre todo, obras religiosas (el Calendario de los Santos, completado por
Macario, será el calendario oficial de la Iglesia rusa hasta Pedro el Grande). Por
primera vez aparece un código de los modales destinado a las clases pudientes, el
Domostroi (Doméstico), que da cuenta con un poco de exageración del sometimiento de
la mujer y del poder del cabeza de familia. Pero la producción literaria es poco
abundante. Aún no se ve facilitada por el avance técnico, aunque la imprenta fue
introducida en Rusia a mediados de siglo, apareciendo el primer libro (Actas de los
Apóstoles) en 1564. Las creaciones arquitectónicas van unidas cada vez más al
desarrollo del poder soberano: en 1532 se construye sobre la propiedad del gran
príncipe la iglesia de Kolomenskoe, y las victorias de Iván IV se conmemoran con la
edificación, frente al Kremlin, de la extraordinaria iglesia de San Basilio el
Bienaventurado (1555-1560) .
La Edad de los Disturbios
El Estado ruso estuvo a punto de hundirse durante la edad de los Disturbios a principios
del siglo XVII. Arruinada económicamente por la guerra livoniana (1558-1583) ,
debilitada por la rivalidad de las grandes familias tras la muerte de Iván IV (1584) , es
gobernada duramente por Borís Godunov, zar elegido por el Zemski Sobor en 1598,
pero todopoderoso desde 1588. Bajo su reinado (1598-1605), Rusia afirma su
importancia europea, Moscú se convierte en la sede de un patriarcado independiente, y
los ambiciosos boyardos son apartados. No obstante, el país se encuentra perturbado por
la agitación campesina, que se desencadenó en el 1580 debido a las medidas de
prohibición momentánea de abandonar la propiedad que unía a los campesinos a la
tierra, y, a partir de 1597, por la institución de un tiempo de búsqueda de los campesinos
fugitivos fijado en cinco años. La terrible hambruna de 1601-1603 provoca l a
insurrección de las regiones meridionales, dirigida por Iván Bolotnikov, con el apoyo
momentáneo de una parte de la aristocracia hostil al zar. Es la primera de las grandes
revueltas que han salpicado la historia de Rusia hasta finales del siglo XVIII. Pronto
reducida a las únicas fuerzas campesinas, es sofocada; pero, seguida de una intervención
extranjera (los polacos están en Moscú en 1611), marca el comienzo de una reacción
social disimulada por el sobresalto patriótico que provoca la ocupación polaca. El país
es liberado por las tropas de Minin y Pozarsky, aunque sigue quedándole a Polonia la
ciudad de Smolensk; en 1613, como signo del enderezamiento del Estado, una asamblea
de delegados de la nobleza, del clero, de la clase de los mercaderes y de las
comunidades cosacas al servicio del zar, elige un nuevo soberano: Miguel Fiódorovich
(1613-1645), primero de la dinastía de los Romanov que debía gobernar Rusia hasta
1917.
14
CAPITULO II
DEL SIGLO XVII AL XVIII
La antigua Rusia del siglo XVII
La servidumbre y la evolución de la sociedad
Tras la edad de los Disturbios, las asambleas representativas (Zemski Sobor, Duma de
los boyardos) pudieron jugar durante un tiempo un papel moderador ante el zar. Pero los
avances de la autoridad central, facilitados por la acción de administradores fieles y bien
armados, alistados entre la nueva nobleza y beneficiarios del apoyo de la Iglesia,
desviaron a Rusia del sistema de la “monarquía moderada”. En 1649, un nuevo código
(Ulozenie) precisa los poderes del soberano, los deberes de los "hombres de servicio"
ante el Estado, las relaciones entre ellas de las de las categorías sociales, sometidas
estrechamente a la burocracia de los prikazes. La obligación de servir en nombre del
interés del Estado sustituyó a las uniones feudales entre príncipes y boyardos.
Paralelamente, se elimina la distinción entre vocina y pomestie: la servidumbre
campesina es, para los propietarios, la contrapartida ventajosa de la obediencia al zar. El
plazo de búsqueda de los campesinos fugitivos se amplió poco a poco a quince años. El
código de 1649 une definitivamente al campesino a la tierra, haciendo de la servidumbre
una institución: el estado servil se declara hereditario y los bienes de los siervos se
convierten en propiedades de los nobles, que recibían un derecho de búsqueda ilimitada
de los fugitivos.
La presión demográfica y el peso de la servidumbre acentúan entonces esta lenta
migración del campesinado ruso que coloniza las tierras del este, en el Volga medio, en
los Urales y en Siberia occidental. A pesar de la severidad de la reglamentación que
permite la búsqueda del fugitivo, éste se considera perdido en general por su
propietario. Instalándose en regiones desiertas donde el fisco acaba encontrándoles, o en
zonas más accesibles, en contacto con la administración que cierra los ojos en cuanto a
su origen, los colonos aumentan la categoría de campesinos libres que cultivan una parte
de sus tierras en provecho del Estado. La aristocracia propietaria se interesó poco por
estos países del este, salvo una excepción: la familia Stroganov, que explota las salinas
en la región de la Kama, que financió la primera incursión del cosaco Ermak contra los
tártaros del otro lado del Ural al principio de la conquista de Siberia (1581), y que posee
vastas propiedades a lo largo del río uraliano de Chusovaya, donde se desarrolló en el
siglo XVIII una potente industria metalúrgica. La conquista siberiana reforzó el carácter
continental del Estado ruso casi privado de acceso a un mar libre. No obstante, los
intercambios con los países del oeste se desarrollan rápidamente, por el puerto de
Arcángel y las ciudades fronterizas de Pskov y de Novgorod. La división del trabajo, el
crecimiento de la producción mercantil provocan un desarrollo del artesanado, que
sobrepasa el marco familiar, el desarrollo de barrios urbanos (posad), la aparición de
numerosos riady (“filas” de tiendas y de talleres) en pleno campo, embriones de futuras
ciudades, y de una cierta especialización regional de la economía. El zar contrata a
técnicos en el extranjero: el holandés Vilnius instala en Tula hacia el 1640 las primeras
herrerías de altos hornos. Bajo el reinado de Alejo Mijailovich (1645-1676), Rusia se
convierte en un Estado mercantil, con mucho retraso con respecto a Occidente, pero
15
donde se forma una burguesía comerciante, cuya categoría superior, los gosti, controlan
el comercio al por mayor y los intercambios con el exterior e incluso aconsejan al zar.
Las caravanas, que traían de Siberia las pieles o que circulaban en la Rusia de Europa
entre los mercados, animan el comercio, sobre el que el Estado ejerce una estrecha
vigilancia; sacando de él la base de los ingresos del Tesoro, Alejo Mijailovich establece
una normativa (1667) que limita las empresas extranjeras, no obstante, necesarias para
el progreso económico. El mismo Estado se hace comerciante ejerciendo un cierto
número de monopolios (cibelina, potasa, alquitrán, sebo, cáñamo). Pero la dosis de
desarrollo económico no permitió la constitución de una clase burguesa numerosa y
fuerte cuya influencia, importante bajo el zar Alejo, no durará. Esta burguesía se
convertirá en una clase súbdita bajo Pedro el Grande. El Estado se apoya ya
únicamente en una aristocracia terrateniente, a la que sus privilegios feudales le
permiten desempeñar un papel industrial y comercial, ya que dispone de la tierra y de
las materias primas (madera, lino, cáñamo, productos del subsuelo) y de una mano de
obra servil. Borís Ivanovich Morozov, principal consejero del zar Alejo, es del mismo
tipo que estos aristócratas, a la vez gran propietario (poseer 8.000 familias de siervos) y
empresario industrial.
La evolución de una sociedad más diferenciada, donde se oponían los intereses de clase
y las exigencias crecientes de la fiscalidad estatal hicieron del siglo XVII un periodo
particularmente agitado. En Moscú en 1648 y 1662, en Novgorod y Pskov en 1650, se
produjeron revueltas de la gente de los posad, a las que se unió en ocasiones una parte
de la nobleza terrateniente. Al igual que la precedente, ésta fue acallada.
El " Raskol " y la Iglesia oficial
Las resistencias populares tomaron otra forma, imbricándose en un movimiento
cismático que dividió la ortodoxia y dirigió contra la Iglesia oficial, apoyo del poder,
una masa de fieles, donde se situaron durante dos siglos los oponentes al régimen. Una
revisión de los Libros Santos, una modificación de los ritos (la señal de la cruz con tres
dedos en lugar de dos), introducidas por el patriarca Nikon, partidario de una iglesia
oficial que se adapte más al siglo, adaptado a un cierto modernismo, provocaron la
resistencia de una parte del clero, con el arcipreste Avvakum a la cabeza, que recibió el
apoyo de los tradicionalistas, dedicados a una concepción menos realista, pero más
cristiana y austera de ideal religioso. El exilio de Avvakum en Siberia (1655), su
martirio (1682), y los suplicios infligidos a los cismáticos que rechazaban los nuevos
ritos no pusieron fin a la lucha de los “viejos creyentes” contra el poder. El gobierno
tuvo que tomar por asalto, tras un sitio de ocho años (1668-1676), el monasterio de
Solovki. El cisma (raskol) tuvo defensores entre los boyardos, algunos de los cuales
(Miloslavski, Jovanski, Morozova) fueron castigados duramente. No obstante, el
raskol subsistió, y los viejos creyentes se contaron por centenas de miles, y más tarde,
por millones: son numerosos en los márgenes del Estado, en las regiones aisladas,
lugares de refugio, pero también más cercanos a Moscú y a lo largo del Volga, donde
una solidaridad que se extiende a sus profesiones les permite vivir en una
semiclandestinidad, practicando en secreto su culto bajo las apariencias de la ortodoxia
oficial. Estos calvinistas de la ortodoxia jugarían más tarde un gran papel en el
desarrollo industrial de Rusia.
La existencia del cisma apenas disminuyó el poder de la Iglesia oficial, que alcanza su
apogeo en vísperas del reinado de Pedro el Grande. La lucha victoriosa contra el
16
paganismo, la multiplicación de las iglesias (400 a principios del siglo en la ciudad de
Moscú; 20.000 en todo el país a finales de siglo) y de los monasterios (unos 2.000), la
posesión, por los dos cleros (negro y blanco, es decir, regular y secular), de los dos
tercios del territorio y las ganancias de las actividades comerciales (venta de trigo y de
sal) demuestran su influencia y su riqueza. La religión da ritmo a las actividades
humanas, y está presente, en particular en los pueblos, en todos los actos públicos,
cortejos, desfiles militares y civiles. El clero es el depositario de la cultura, pero también
constituye un freno a las novedades. La Academia Greco-eslavo- latina, creada en
Moscú en 1687 y que debía competir con la Academia Eclesiástica de Kiev, fue sobre
todo un instrumento de censura rigurosa de las obras extranjeras. Con las reticencias de
la Iglesia, el pequeño número de gente instruida, el retraso económico, el uso de una
lengua culta oficial explican los escasos avances de la cultura. Sin embargo, en la
segunda mitad del siglo, la adopción de los números árabes hace posible el sistema
decimal, la lengua de los burócratas de los prikazes, los sacerdotes próximos al pueblo
como Avvakum, autodidactas cultos como Iván Pososhkov, extiende y da una nueva
dignidad al habla popular, que reemplazará al eslavo. El siglo XVII ve también, con las
primeras huellas escritas de una poesía popular, los inicios del teatro: en forma de
dramas escolares sobre temas religiosos cortados por entremeses cómicos, procedentes
de Kiev, pero también, en la corte de Alejo Mijailovich, en forma de obras profanas
originarias de Alemania.
La Rusia de los déspotas ilustrados, el gran Estado europeo
En el siglo XVII, una guerra casi ininterrumpida opuso a Polonia contra Rusia, que
tenía como desafío las tierras rusas occidentales ocupadas por los polacos (Smolensk
devuelto a los rusos por el Tratado de Andrusovo, 1667, confirmado por la “Paz
perpetua” de 1686), pero que tuvo como consecuencia la anexión de una parte de
Ucrania, por lo tanto polaco- lituana, a Rusia. El ambicioso hetman de los cosacos
zaporogos, Bogdan Jmielnitski, que se apoya en una opinión popular hostil a los
nobles propietarios polacos y al catolicismo (aunque una parte de la población, desde un
acuerdo de 1596, reconociera la autoridad del pontífice de Roma: l o s uniatas),
emprende contra los polacos una difícil lucha y negocia con Moscú; en 1654 firma el
Tratado de Pereyaslav por el que ponía a la Ucrania de la orilla izquierda del Dniéper y
la región de Kiev bajo la protección del zar. Lo que para el hetman creaba una simple
relación provisional de subordinación fue considerada por el gobierno ruso como una
integración definitiva. Polonia reconoció el reparto de Ucrania por el Tratado de
Androsovo.
El Tratado de Nerchinsk (1689), negociado por los jesuitas entre el gobierno ruso y el
gobierno chino, fijó la frontera de Siberia meridional, que primero seguía la parte del
curso del río Amur orientado del norte al sur, y después se juntaba directamente del
oeste al este con el golfo del mar de Ojotsk. Desde principios del siglo XVIII, se
instituyó un comercio de caravanas que, a partir de Siberia y de Pekín, intercambiaban
sus mercancías en la ciudad fronteriza de Kiajta. Un comercio facilitado por la profunda
transformación que el país iba a conocer bajo su soberano de entonces, Pedro el
Grande.
17
Pedro el Grande. Los primeros años de reinado
La vida de Pedro el Grande (Pedro I Alexeievich), como la de Iván el Terrible y
posteriormente la de otros zares de la Rusia moderna, se confunde con la historia del
país. Simboliza una nueva era en las estructuras políticas, sociales y culturales, así como
su occidentalización.
Nacido en 1672 de la unión del zar Alejo Mijailovich y de su esposa Natalia Kirilovna
Narishkina, Pedro, tras la muerte de Fiodor Alexeievich, heredero del trono de 1676 a
1682, se encuentra ante una situación de luchas por el poder del Kremlin. Es
proclamado zar y su madre regenta, mientras que la facción dirigida por su hermanastra
Sofía Miloslavskaia intenta desposeerle de todas sus prerrogativas. En efecto, en mayo
de 1682, el clan de los Miloslavski organiza una rebelión de los streltsy, con el fin de
masacrar salvajemente a todos los miembros del clan de los Narishkin, que se salda con
la huida de Pedro y de su madre a Probrajenskoie, pueblo cercano a Moscú. Allí,
alejado de cualquier participación en los asuntos políticos, el joven zar lleva una vida
donde más bien su educación se descuida, centrado en el montaje de los juegos
guerreros con compañeros de infortunio procedentes de todas las clases sociales o
extranjeras, como el escocés Patrick Gordon o el suizo François Lefort. Notable por
su altura (más de 2 m), Pedro, al contrario que los otros herederos Romanov, no es
físicamente débil. El joven hombre impresiona a sus contemporáneos por su energía
física, aunque desde la época de las masacres del Kremlin, sufre una enfermedad
nerviosa que le llena de tics irreprimibles. Marcado por la violencia de su infancia, es
una persona muy voluntariosa, irrazonable, impulsiva, siempre presurosa y que se siente
mejor en el entorno heteróclito de sus compañeros de Probrajenskoie que en la
atmósfera tradicional de palacio.
En 1689, tras ser consciente del complot preparado por la regenta Sofía, Pedro asedia
Moscú y obliga a su hermanastra a que abandone el poder. El mismo año, su madre
toma las riendas del gobierno, rodeada de consejeros deshonestos y codiciosos, y dirige
los asuntos en el desorden, la corrupción y los escándalos. Pedro I el Grande,
reconocido como verdaderamente soberano de Rusia, no muestra veleidad alguna de
jefe de Estado. Tras la muerte de su madre, en 1694, toma su sucesión: tiene entonces
veintidós años. Los primeros años de reinado están marcados inmediatamente por el
sello de la guerra. Como sus predecesores, el zar se encuentra enfrentado al eterno
enemigo turco, que protege a los tártaros de Crimea y controla el litoral del mar Negro.
En 1695 comienza una guerra por las fortalezas de la costa meridional, que se prolonga
hasta 1700, fecha del Tratado de Constantinopla, por el cual los rusos obtienen Azov y
Taganrov, y el derecho de poseer un ministro permanente en Turquía.
Pedro el Grande, que quiere poner en pie una amplia coalición que integre a países
occidentales contra el Imperio otomano, así como alejarse de la vida de la corte
moscovita, que le da horror, emprende un largo viaje para formarse en las técnicas
occidentales, pero también para descubrir otras costumbres políticas. En 1697,
inscribiéndose de manera anónima con el nombre de Pedro Mijáilov en una comitiva
diplomática llamada la “Gran Embajada”, va primeramente a Prusia, donde estudia
esencialmente la artillería, y después en el Imperio de Habsburgo, en los Países Bajos,
donde trabaja como un simple obrero en los astilleros de la Compañía Holandesa de las
Indias Orientales, y en Inglaterra para profundizar sus conocimientos teóricos en
materia de construcción naval. Llamado de nuevo a Moscú en 1698 por un nuevo
18
complot fomentado por su hermanastra, se enfrenta en seguida a un conflicto
internacional.
Rusia, aliada de Dinamarca y de Polonia, entra en guerra contra la Suecia Carlos XII
en 1700, para imponerse en el Báltico. Las operaciones militares, inciertas durante años,
giran en beneficio de Rusia en la batalla de Poltava, en 1709, donde el ejército sueco es
aniquilado. Pero hay que esperar al 1721 para que la Paz de Nystad se firme: ésta
atribuye a Rusia Livonia, Estonia, así como una parte de Carelia, y le devuelve
Finlandia. Esta guerra le abre una puerta a Occidente, permitiéndole implantarse de
forma duradera en el Báltico, y modifica el equilibrio de las potencias en el norte de
Europa.
Las grandes reformas de Pedro el Grande
Además, las derrotas de los primeros años demuestran a Pedro el Grande que en el
ámbito militar se imponen reformas. Sus esfuerzos conducen a la creación del primer
ejército permanente moderno en Rusia, lo que ningún zar había conseguido realizar
hasta ahora. Pedro, desde el principio de la guerra, instaura un reclutamiento universal:
en 1715, la norma instituida es de 1 quinto por cada 75 familias siervas. Todos los
grupos sociales, como la nobleza, exceptuando al clero y a los mercantes (miembros de
las guildas), están sometidos a un servicio armado casi permanente, de una duración de
25 años como mínimo). Paralelamente, las armas y las técnicas se mejoran, se organizan
contingentes de élite, se arma una flota en el Báltico, y se crea, de los pies a la cabeza,
una industria naval. Las reformas en serie, impuestas por un reinado fundamentalmente
dedicado a la guerra, podrían considerarse como un programa establecido de manera
coherente, con el fin de continuar el sueño del zar: abrir la sociedad a Occidente y
modernizarla, adaptando las instituciones occidentales a las realidades rusas. Más
visionario que pragmático, Pedro el Grande desea crear un país moderno, ilustrado y
rico, lo que no conseguirá reflejar en la realidad con el mismo éxito en todos los
aspectos.
Pedro el Grande, preocupado por romper con todos los símbolos políticos de la antigua
Moscovia, se atribuye el título de emperador, rompiendo con la titulación tradicional de
zar. Con este cambio, notifica su voluntad de marcar su igualdad con las otras familias
que reinantes europeas. La fundación de San Petersburgo, en 1703, marca el corte sin
precedente con el pasado ruso. Decidiendo instalar su nueva capital en la
desembocadura del Neva, Pedro el Grande destruye el símbolo de la vieja Rusia, que
odia, y confirma la apertura de su país hacia Occidente. El lugar, una ciénaga plana y
vacía, salpicada de islas desiertas, insalubre y salvaje, no le impide organizar
gigantescos trabajos realizados por obreros reclutados a la fuerza. Se calcula entre
25.000 y 30.000 el número de víctimas de esta obra confiada al arquitecto italiano
Trezzini, muy influenciado por el barroco nórdico.
El nuevo emperador abroga las instituciones que, en la Rusia moscovita, pueden limitar
el poder del soberano, para crear otras que le subordinan. Se suprimen los regimientos
de streltsy, manipulados por sus enemigos al principio de su reinado, y la duma de los
boyardos (antiguo consejo de gobierno compuesto por las familias nobiliarias más
antiguas). En 1711, instituye un Senado dirigente, instancia suprema para los asuntos
judiciales, financieros y administrativos. A partir de 1717, Pedro el Grande, influido
por la organización política sueca, reemplaza a los antiguos prikaz, demasiado
19
numerosos e ineficaces, por Doce Colegios, verdaderos ministerios, que administran las
relaciones internacionales y la vida económica del país. La administración local también
se reforma: a partir de 1699 y, sobre todo, después de 1720-1721, la gestión urbana se
confía a los consejos de mercaderes elegidos, pero el resultado es decepcionante. La
reforma provincial, también innovadora, no es un éxito: desde 1708, el país está
dividido en grandes circunscripciones, los “gobiernos”; en 1719, se definen cincuenta
provincias, al mando de un voivodo, y que están divididas en uyezdi, dirigidas por un
comisario. Voivodos y comisarios, elegidos en el seno de la nobleza local y
remunerados por el poder, no son celosos ni competentes.
En el ámbito financiero, Pedro el Grande, presa de las constantes necesidades
económicas, debe poner en pie nuevos impuestos: en 1718 se instaura la capitación, o
impuesto por cabeza, que acaba representando el 53 % de los ingresos anuales. Para
llevarla a cabo, se efectúa un censo no sólo de los siervos y de los esclavos que cultivan
la tierra, sino también de los esclavos domésticos y de dependientes que no trabajan la
tierra. Los propietarios son responsables del buen funcionamiento del sistema y van
incluso a prohibir a los siervos que abandonen su propiedad sin autorización escrita. Se
deducen otros impuestos de los molinos, los baños, las colmenas, los hornos, las barbas,
que Pedro el Grande prohíbe llevar, el monopolio del Estado se amplía con nuevos
artículos, como el papel timbrado, necesario para las distintas transacciones legales.
Adepto al mercantilismo, Pedro el Grande estimula el papel del gobierno en el
desarrollo industrial y se dedica a convertir la balanza comercial en excedente gracias a
una política proteccionista. El Estado implanta nuevas manufacturas, básicamente en
tres sectores: las industrias militar, metalúrgica y textil. Bajo el reinado de Pedro el
Grande, el Ural se convierte en el gran centro minero y metalúrgico, y se instalan las
primeras fábricas de paño en Moscú y San Petersburgo. Además, el emperador favorece
las inversiones privadas y la creación de nuevas fábricas por comerciantes o familias
nobles. En total, se fundan unas 200 manufacturas y fábricas (metalurgia, textil,
porcelana, cristal...), que constituirán la base de una economía más diversificada.
En el ámbito social, las transformaciones modifican de forma duradera las antiguas
estructuras. La nobleza, obligada al servicio perpetuo, se reparte en carreras militares o
civiles tras pasar un examen en Moscú. En 1722, se promulga la Mesa de rangos: ésta
define catorce rangos que se pueden ocupar paralelamente en el ejército, en la
administración y en la corte. Esta institución vuelve a valorizar el mérito personal y no,
como antes, solo el nacimiento. Entrando de esta manera en el servicio del Estado, se
convierte en noble a título personal, se recibe un título otorgado por el emperador por
servicio excepcional, el ascenso está abierto así a los plebeyos y a los extranjeros.
En la esfera religiosa, Pedro el Grande impone innovaciones, que son mal aceptadas
por las élites o la población, y que le hacen ser tratado de anticristo o de diablo. En
1721, instaura una nueva organización de la Iglesia, el Santo Sínodo, para reemplazar el
patriarcado. A la cabeza, un funcionario laico, el alto procurador del Santo Sínodo,
nombrado por el emperador, se encarga de organizar la vida espiritual y de administrar
el bien de la Iglesia. El poder temporal controla ahora todos los asuntos religiosos.
La occidentalización forzada de la sociedad pasa por medidas a menudo violentas contra
las tradiciones más arraigadas: el afeitado obligatorio de la barba ofende profundamente
a los tradicionalistas, que piensan que se destruye así la imagen de Dios en el hombre y
que los rusos parecerán "católicos despreciables" o incluso animales. El calendario
20
también se occidentaliza: los años ya no se cuentan a partir de la creación del mundo,
sino a partir del nacimiento de Cristo; el año tampoco comienza el 1 de septiembre,
sino el 1 de enero. Todas las fiestas organizadas por Pedro el Grande para hacer
escarnio de las instituciones más respectadas, por ejemplo, el colegio de la borrachera,
organizado como la Iglesia con su superior y sus diáconos, son mal aceptados por el
conjunto de la población. No obstante, a pesar de la fuerte resistencia, el zar consigue
imponer estas innovaciones, recurriendo sin dudarlo a la violencia, aunque, al final de
su reinado, los funcionarios del servicio civil, el personal del ejército y de la marina, los
miembros de las clases superiores se afeitan y se visten a la manera occidental.
Una lengua rusa revalorizada
En el ámbito de la educación, Pedro I adopta medidas en varias direcciones: impresión
de libros en ruso, publicación, en 1702, del primer diario (las Noticias), simplificación
del alfabeto, envío de centenas de jóvenes nobles al extranjero, creación de nuevas
academias (matemáticas, técnicas navales y ciencias) y de algunas escuelas secundarias,
apertura de una biblioteca pública en la capital, San Petersburgo.
Con la muerte de Pedro I, en 1725, su esposa, Catalina I, coronada emperatriz en
1724, hereda un país modificado en profundidad. El fantástico golpe que vive Rusia
convierte al zar en un personaje de leyenda, adulado o infamado por sus
contemporáneos. Su voluntad de ruptura absoluta con la antigua Moscovia y de
occidentalización rápida del país es aplaudida o violentamente criticada. Auque es un
héroe sobrehumano para unos, es un destructor y un impostor para otros, que ven en las
desgracias de Rusia el resultado de la desaparición de los príncipes que organizan
Moscovia. La puesta en vereda de la nobleza, la entrada del país en una era
precapitalista, la creación de un ejército fuerte y moderno, la dominación de la Iglesia
por el Estado, el esfuerzo permanente de occidentalización de la sociedad son algunas
de las experiencias que sus sucesores nunca han puesto en tela de juicio y que marcan a
Rusia hasta la caída de la autocracia en 1917.
La expansión territorial
El reinado de Pedro el Grande (1689-1725) marca un momento crucial e inaugura un
siglo de nueva expansión territorial, de rápido desarrollo económico y de participación
directa de Rusia, proclamada Imperio en 1721, en la política europea. Las reformas de
Pedro el Grande hicieron avanzar súbitamente, en la vía del modernismo occidental, a
Rusia, que toma sitio entre las monarquías ilustradas del siglo XVIII, conservando sus
estructuras tradicionales. El Siglo de las Luces fue un gran siglo para Rusia.
La guerra, favorecida por los progresos de la industria metalúrgica y de la organización
militar, cuyas bases las estableció Pedro el Grande, permitió que Rusia accediera al
Báltico y al mar Negro, y que se convirtiera en una potencia marítima. El éxito de la
guerra del norte contra Suecia (victoria de Poltava, 1709) incorporan al Estado ruso, con
la Paz de Nystad (1721), una gran parte de los países bálticos (Estonia, Letonia) y de
Carelia. Aunque, al sur, Pedro el Grande no puede conservar la ciudad de Azov frente
al janato de Crimea (guerra contra el Imperio otomano, 1711-1713), anexiona el litoral
occidental del mar Caspio (campaña contra Persia 1722-1723) y consigue introducir la
influencia rusa entre los pueblos del Cáucaso. La ciudad de Azov fue reconquistada bajo
la emperatriz Ana al final de la guerra contra Turquía (1735-1739). Rusia, cuyo ejército,
21
con el reclutamiento nacional, desarrolla cualidades de iniciativa, y una táctica ofensiva
y de persecución completamente nueva, inicia contra Prusia la Guerra de los Siete Años,
en 1756. En 1760, las tropas rusas entran en Berlín; la muerte de la zarina Isabel (en
1761) y en ascenso al trono de Pedro III, admirador de Prusia, ponen fin a la guerra.
El desarrollo económico
La ascensión política de esta época estuvo ligada a una ampliación de las bases
económicas, y sobre todo con el desarrollo de una industria metalúrgica que fue, durante
el siglo XVIII, la primera del mundo. El Ural central, donde fábricas ya habían sido
implantadas bajo Pedro el Grande, se convirtió tras 1725 en una verdadera región
industrial, llena de altos hornos y de herrerías, unas pertenecientes al Estado, y las otras
a una burguesía industrial pronto ennoblecida (los Deminov) y a una aristocracia más
antigua (los Stroganov). El Ural contaba en 1745 con una cincuentena de fábricas, de las
cuales, treinta y cinco que trabajaban el hierro y diecinueve el cobre; bajo Catalina la
Grande, eran una centena y proveían de lingotes de hierro a los países occidentales,
especialmente Inglaterra, donde faltaba la madera, y que empezaba solamente a utilizar
su carbón para los altos hornos. De las 54.000 toneladas de hierro producidas en 1767,
Rusia exportaba dos tercios. El Volga era recorrido por caravanas de pontones anuales
que, por el ca n a l d e Vishni-Volochek, construido bajo Pedro I, llegaban a San
Petersburgo y al Báltico. El proceso de fundición del coque en Inglaterra pondrá pronto
fin a esta exportación. Pero la metalurgia uraliana ha seguido sosteniendo el esfuerzo de
la guerra, fabricando esta artillería potente que ha permanecido en la tradición militar de
Rusia.
El crecimiento de la población, del cual, a partir de 1721, los censos, aunque eran
incompletos, dan una idea (Rusia europea: 20 millones de habitantes en 1725, 36
millones en 1800), la animación de los intercambios interiores, facilitados por una
mejora de las vías de transporte fluviales, y los intercambios exteriores, multiplicados
por los acuerdos comerciales con los países del oeste, crean un extenso mercado de
consumo, favorecido por la supresión, entre 1750 y 1770, de las aduanas regionales y
alimentado, en la segunda mitad del siglo, entre otras producciones, por centenas de
manufacturas textiles (lana, lino, seda y ya algodón impreso), particularmente
numerosos en la región de Moscú, bajo la forma de artesanado campesino. A finales del
siglo, Rusia contaba con unas 2.000 empresas industriales, que ocupaban unos 200.000
obreros, cifra aún escasa para un Estado tan vasto.
Disturbios sociales
Este desarrollo comercial modificó las estructuras sociales separando del trabajo
agrícola a los campesinos que, siervos o dependientes del Estado, invierten en las
manufacturas y las fábricas metalúrgicas. Por un lado, apareció una nueva categoría de
siervos atados a las fábricas. Por otro lado, en un gran número, la de los obreros siervos
que, trabajando bajo contrato, escapaban en gran parte a la servidumbre y constituyeron,
junto con los campesinos estatales en fábricas, un primer boceto del proletariado. A
finales del siglo XVIII, el problema se planteó en la rentabilidad de la servidumbre de
una economía moderna. La explotación de los campesinos, los trabajadores industriales,
los alógenos, a la vez por parte de la aristocracia terrateniente y la fiscalidad zarista,
había provocado durante todo un siglo de movimientos sociales más graves y más
numerosos que en los periodos precedentes. El reinado de Pedro el Grande conoció,
22
tras la rebelión de Astracán (1705-1706), el tercer sublevamiento agrario, el de Bulavina
(1707-1708). Pero los disturbios campesinos entre 1730 y 1750 se multiplicaron y los
obreros se agitaron: así, en 1752, en la manufactura de lona de la región de Kaluga; los
bashkirios se sublevaron en 1747 y 1755.
Los poderes, por lo demás, nunca se vieron seriamente amenazados, a pesar de la
mediocridad de los sucesores de Pedro el Grande: su mujer Catalina I (1725-1727), su
hijo Pedro II (1727-1730), su sobrina Ana (1730-1740), y su hija Isabel (1741-1761).
Ni las rivalidades de los grandes, que provocaron una crisis política en 1730, ni la
revolución de palacio de 1761, que dejó Pedro III, sucesor de Isabel, y dio el poder a
Catalina II (1762-1796), no debilitaron el poder de la autocracia. Esta última, bajo
Catalina II, cuya obra completa se relaciona con la tradición petroviana, se refuerza
con los éxitos exteriores y el apoyo de una aristocracia cuyos privilegios bajo en
subsuelo de sus propiedades y los derechos de los siervos son aún extensos.
El reinado de Catalina II la Grande (1762-1796)
Princesa alemana, nacida en Stettin el 2 de mayo de 1729, era la hija de Cristián
Augusto de Anhalt-Zerbst y, a su nacimiento, recibió los nombres de Sofía Augusta.
La zarina Isabel la eligió como esposa de su sobrino y heredero, el gran duque Pedro, y
fue llevada a Rusia en 1744. Entró en seguida en la Iglesia ortodoxa, recibió sus nuevos
nombres de Yekaterina (Catalina) Alexeievna y se casó con Pedro en San
Petersburgo el 21 de agosto de 1745. Mientras que su gran marido, nieto de Pedro el
Grande, pero príncipe de Holstein- Gottorp y gran admirador de Federico II, era
completamente alemán de corazón, Catalina se esforzó en mostrarse una verdadera
rusa, aprendió la lengua, la historia, y adoptó las costumbres de sus futuros súbditos. Su
matrimonio fue un completo fracaso, pero la “tsarevna” no tardó en tener amantes y su
conducta escandalosa fue en seguida el cotilleo de todas las cortes europeas. No
obstante, Catalina sigue con serias ambiciones políticas: su marido, que subió al trono
en 1762 bajo el nombre de Pedro III, exasperaba a la nobleza por su pasión
germanófila, y los descontentos del partido ruso se agruparon alrededor de Catalina.
Pedro III soñaba con repudiarla debido a las aventuras y desórdenes de su vida privada,
mientras que los hermanos Orlov, que compartían los favores de la emperatriz,
levantaron la guardia el 9 de julio de 1762, Catalina hizo que las tropas le prestaran
juramento y anunció que tomaba el poder "en defensa de la fe ortodoxa y por la gloria
de Rusia". Pedro III se sentía odiado en ese país que ya no amaba y no opuso ninguna
resistencia, abdicando al día siguiente. Se marchó a una casa del campo, donde murió
una semana más tarde, sin duda asesinado por Alexei Grigorievich Orlov.
La política interior de Catalina II
Su reinado, que duró 34 años, debía ser uno de los más grandes periodos de la historia
rusa. Catalina se las dio con mucho gusto de liberal, relacionada con filósofos franceses
como Voltaire, D'Alembert, Grimm (con el que mantuvo correspondencia) y, sobre
todo, Diderot (al que ayudó comprándole su biblioteca); a ejemplo de Federico el
Grande y de José II, quiso reinar como "déspota ilustrada" Abrió escuelas, creó, en
1764, la primera institución de niñas de Rusia, protegió las ciencias, fomentó
fundaciones de imprentas, requirió en su imperio a artistas extranjeros. Ella misma fue
una mujer de letras, escribió comedias, un drama inspirado en el legendario Oleg,
emprendió una historia de Rusia y dejó unas Memorias. Catalina II compartió la
23
confianza de los Enciclopedistas en virtud de la ley escrita. A finales de 1766, convocó
una gran comisión de codificación que debía estar compuesto por representantes de las
diversas clases de la población libre (naturalmente, los siervos estaban excluidos). Esta
comisión se reunió el 10 de agosto de 1767 y finalizó en diciembre de 1768, sin haber
elaborado un nuevo código.
En efecto, estaba lejos el que el gobierno real de Catalina II correspondiese a las
instrucciones humanitarias de la zarina. El reinado de Catalina, que vivió el primer
desarrollo industrial de Rusia (más de 2.000 fábricas a finales de siglo XVIII y
aproximadamente 200.000 obreros), se acompañó de una explotación creciente de la
población trabajadora. Más de la mitad de los rusos eran siervos y estaban bajo una
inflexible opresión feudal. La secularización de las propiedades terratenientes de la
Iglesia (1764) únicamente hizo que más de 2 millones de campesinos, que pertenecían a
los conventos, dependieran del Estado. El poder de los nobles no dejaba de crecer:
desde 1765, un ucase les autorizaba a deportan a sus campesinos a los penosos trabajos
siberianos. Pero, poco después, estalló la mayor de las guerras campesinas de la historia
rusa, el levantamiento de Pugachov d e 1773 a 1775, este cosaco del Don, que se
presentaba como Pedro III y que abarcaba un inmenso territorio, desde Siberia
occidental hasta el medio y bajo Volga, estuvo a punto de destruir el trono. Uniendo
durante varios meses en un inmenso movimiento feudal a cosacos de Yaik, obreros del
Ural meridional, alógenos bashkirios, siervos de las tierras del Volga, los rebeldes se
entregaron a una especie de gobierno; en 1775, la intervención del ejército, liberado de
la guerra ruso-turca por el Tratado de Kuchuk-Kainardii, sofocó esta revuelta.
Pugachov fue vencido finalmente y decapitado en enero de 1775 y Catalina II,
aconsejada por su nuevo favorito, Potemkin, tomó medidas enérgicas para evitar que
una sublevación de este estilo pudiera volver a desarrollarse. El reglamento
administrativo de abril de 1775 y la Carta de gracia a la nobleza de 1785 reforzaron las
administraciones locales: los nobles vieron crecer aún más su papel político y
constituyeron, en cada provincia, asambleas de la nobleza presididas por un mariscal de
la nobleza. La supresión de la sich de los cosaco zaporogos hizo desaparecer las últimas
franquicias cosacas en 1775 y la servidumbre fue instituida en Ucrania en 1783; los días
festivos, la emperatriz daba miles de siervos a sus predilectos. Las veleidades liberales
de Catalina no resistieron mucho tiempo al examen del reino.
La política exterior de Catalina II
En el exterior, Catalina II adoptó primeramente el sistema del Norte, defendido por su
Ministro Panin, que acercaba Rusia a Prusia, interesadas ambas por el mantenimiento
de la anarquía polaca, pero suscitaba la hostilidad de Francia. En 1764, Catalina había
colocado a uno de sus antiguos amantes, Stanilas Poniatowski, en el trono de Polonia,
y, contra la mayoría católica polaca, apoyaba activamente los derechos de los disidentes
ortodoxos y luteranos. Cuando los tejemanejes rusos provocaron, en 1768, la fundación
de una liga patriótica y católica, la Confederación de Bar, el ejército rusa entre Polonia,
y la primera división del país en 1772 dio al Imperio ruso la Rusia Blanca, con
Polovtsk, Vitebsk y Mohilev.
El problema del mar Negro era, por el momento, más importante, ya que Francia había
incitado a su aliada Turquía para que declarara la guerra a Rusia en 1768. Catalina II
tomó la ofensiva por tierra y por mar, ocupó las provincias rumanas en 1769, y la
escuadra de Orlov, tras haber rodeado toda Europa, hizo su aparición en el mar Egeo y
24
destruyó la flota turca en Chesmé en 1770. Tras la primera división de Polonia,
Catalina II tuvo manos libres contra Turquía: en el Tratado de Kuchuk-Kainardii en
1774, el sultán tuvo que ceder las costas del mar Negro, de la península de Kerch en
Dniéster, abrir los Distritos a los navíos mercantes rusos y reconocer a Rusia como
protectora oficial de los cristianos del Imperio otomano. Catalina II empezó a soñar
con restituir el Imperio de Oriente en beneficio de su nieto. Las tierras del sur de Rusia,
adquiridas en 1774, se beneficiaron gracias a las atenciones de Potemkin, se inició la
creación de la flota del mar Negro, se acondicionaron los puertos de Jerson, Sebastopol,
Nicolayev, y finalmente, en 1783, Crimea fue anexionado oficialmente. El imperialismo
ruso en esta región se afirmó simbólicamente por el largo viaje de Catalina II a l a
“Nueva Rusia” en 1787. La segunda guerra ruso-turca de 1787 a 1791, finalizó con el
Tratado de Iassy el 9 de enero de 1792, que reconoció a Rusia Crimea y la región entre
el Burg y el Dniéster.
En Polonia, Stanilas Poniatowski, tras haber concluido con Prusia una alianza dirigida
contra Rusia en 1790, había obtenido el voto de una nueva constitución que disminuía
las prerrogativas de la nobleza y aseguraba la herencia de la corona en 1791. Los
nobles, descontentos, se agruparon en la Confederación de Targowica y recurrieron a
Catalina II: las tropas rusas invadieron el país, y Prusia, abandonando a su aliado,
prefirió tratar con la zarina. La segunda división de Polonia en 1793, atribuyó a Rusia
Podolia, Volínia, Vilba y Minsk. En 1794, Suvarov acalló de manera despiadada el
levantamiento de Kosciuszko y tomó Varsovia en octubre de 1794. El año siguiente,
Polonia dejó de existir y Rusia se adjudicó Curlandia y el resto de Lituania para llevar
su frontera hasta el Burg. Catalina II, la antigua amiga de los Enciclopedistas, debía
aceptar con indignación la Revolución Francesa y se posicionó contra Francia: participó
en las coaliciones contra la Revolución Francesa y el Primer Imperio. Los ejércitos
rusos llegaron hasta Suiza e Italia (1799); una reconciliación aparente acercó un
momento a Napoleón I y Alejandro I (paz de Tilsit, 1807) y le permitió anexionarse,
en 1809, Finlandia que, en el marco del Imperio Ruso, permaneció como un gran
ducado autónomo.
El esfuerzo de la conquista se dirige hacia el sur: la atracción de las ricas tierras
meridionales, la necesidad de detener los saqueos fronterizos de los tártaros de Crimea y
de tomar posición en las costas del mar Negro provocaron dos guerras ruso-turcas
(1768-1774 y 1787-1791), donde se distinguen los grandes generales Rumiantsev y
Suvorov. En 1770, la flota rusa del Báltico pasa al Mediterráneo y vence a los turcos en
Chesmé. Por el Tratado de Kuchuk-Kainarii (1774), Rusia se instala en el mar Negro y,
en 1783, suprime el janato de Crimea, incorporando toda esta costa septentrional y
convirtiéndose en una potencia marítima mediterránea, obligada en lo sucesivo a
presentar en términos políticos el problema del paso por los estrechos (Bósforo y
Dardanelos). La segunda guerra turca permite la anexión de una parte de Moldavia (paz
de Iassy, 1792).
En los últimos años de su reinado, la política de Catalina II se hizo aún más opresiva:
el escritor Radichev, que se había atrevido, en su Viaje de San Petersburgo a Moscú
(1790), a denunciar la miseria de los campesinos y a reclamar algunas reformas, fue
condenado a muerte y, debido a una medida de gracia, únicamente fue deportado. Al
morir en San Petersburgo el 17 de noviembre de 1796, la Gran Catalina dejaba una
Rusia más grande y fuerte, pero también más despótica que nunca.
25
La influencia europea en la vida cultural
En el siglo XVIII Rusia se une a los Estados civilizados del Oeste. Se formó una lengua
literaria, cuyas bases gramaticales fueron establecidas por Lomonosov, alumno
ingenioso de las universidades alemanas y el tipo de esos rusos sabios que poco a poco
reprimieron las influencias extranjeras en la vida nacional y rusificaron la cultura. La
Academia de las Ciencias, creada por Pedro el Grande, ya no está poblada, cincuenta
años más tarde, de extranjeros únicamente (alemanes mayoritariamente). Lo mismo
ocurre con la primera universidad fundada en Moscú (1755) bajo la iniciativa de
Lomonosov, de la Academia de Bellas Artes (1758). La educación mejora, las
instituciones de formación militar y de educación destinadas a los nobles son más
numerosas y Catalina II inició el desarrollo de una enseñanza general, inspirado en un
sistema austriaco. En San Petersburgo, funda en 1764 e l Instituto Smolny para niñas
nobles. Pero el pueblo campesino ya no se ve afectado por estos avances de la
instrucción. La nobleza se encuentra cada vez más unida a la aristocracia europea, pero
tempera su cosmopolitismo por una reacción de nacionalismo ruso.
Bajo el reinado de Catalina II, el esfuerzo literario recae en la historia de la antigua
Rusia, colaborando en ella la misma Catalina, al igual que Pedro el Grande, que hizo
remontar al pasado los inicios de la grandeza del Estado. En 1768 aparece, a título
póstumo, la primera Historia de Rusia, obra de uno de los discípulos de Pedro el
Grande, el administrador Tatichev, que murió en 1750. Los problemas sociales
preocupan ya a una parte de la intelligentsia nobiliaria: el Viaje de San Petersburgo a
Moscú d e Radichev ( 1749-1802), crítica de la servidumbre, valió a su autor
persecución y exilio. Entre los miembros más cultos de la nobleza, impregnadas de
influencias de filósofos y de enciclopedistas, aparece una oposición entusiasmada por la
Revolución Francesa, pero obligada al silencio desde la muerte de Catalina II.
El panorama arquitectónico del régimen, como las artes de la escultura y de la pintura,
en su brillante desarrollo, se inscriben en un marco europeo. En los alrededores de la
capital, donde lindan edificios rococó (palacio de Invierno, convento de Smolny, hotel
Stroganov) y edificios clásicos de la época de Catalina II (palacio de Mármol, palacio
de Taurida), se elevaron los palacios de Tsarskoie Tselo (1749-1756), Peterhof (17471752), Gachina (1766-1781), Pavlovsk (1782-1786) que demuestran el lujo de la vida
de la corte y de la influencia occidental en el modo y el comportamiento de la nobleza.
El inmenso pueblo campesino, donde se manifiesta un ligero aumento del nivel de vida
en la decoración de las isbas y la calidad de los vestidos de fiesta, mantiene sus trajes
tradicionales, como el resto de la burguesía urbana, aún poco tentada por la imitación de
la clase noble.
La campaña de Rusia de Napoleón
La campaña de Rusia, donde se hundió la fortuna de Napoleón, fue la consecuencia de
reproches recíprocos y múltiples. La actitud de Rusia durante la quinta coalición irritó a
Napoleón y la boda agrió las relaciones personales entre ambos soberanos; la
confiscación del gran ducado de Oldenburgo del cuñado de Alejandro le pareció a éste
26
una provocación, pero lo que produjo la ruptura, fueron las complicaciones del bloque
continental y del asunto polaco. Los preparativos comenzaron en 1811 por ambas
partes. Mientras que Napoleón arrastraba a todos los príncipes vasallos o vencidos en su
querella, el zar finalizaba las dos guerras pendientes con Suecia y Turquía (Tratado de
San Petersburgo y de Bucarest, 1812), juntando así todas las fuerzas disponibles.
La campaña comenzó el 24 de junio de 1812. Napoleón puso en movimiento a 640.000
hombres para esta lucha colosal. 200.000 hombres forman el centro y atravesarán el
Niemen en Kowno – La Guardia con Murat, Davut, Udinot, Ney – a la izquierda hacia
Tilsit, Macdonald, a cuyo cuerpo se unieron 20.000 prusianos; a la derecha, Eugenio,
junto los italianos y los bávaros, más a la derecha, en Grodno, Jerónimo, rey de
Westfalia, con los polacos, los westfalianos, los sajones; en el extremo derecho, 30.000
austriacos procedentes de Galitzia, bajo Schwartzenberg, hacia Brezesc; la retaguardia
bajo Víctor se encuentra entre el Oder y la Vístula; la reserva, con Augereau, entre el
Elba y el Oder. Uno de los inconvenientes graves de esta distribución, es la debilidad de
los extremos, formados casi exclusivamente de extranjeros. Los rusos entonces no
poseían más que 220.000 hombres en filas, formando dos ejércitos que vigilaban las dos
vías por las que se accede al corazón de Rusia. En Wilma se encuentra Barclay de
Tolly con 160.000 hombres, que cubrían el camino de Witepsk y Moscú; entre Minsk y
Bobruisk, Bagratión, con 60.000 hombres, cubre el camino de Mohilew, Smolensk y
Moscú. El 24 de junio, el Gran Ejército atraviesa el Niemen, el 28 las tropas francesas
ocupan Vilna y el enemigo abandona. El emperador dividió en dos partes el ejército
ruso. Su primer proyecto fue de invadir y cortar las líneas de retirada de Barclay y
Bagratión. Se encarga del primero: primeramente, Barclay se repliega en el Dvina,
pero adivinando el proyecto del enemigo, remonta el Dvina; en Ostrovno (26 de julio),
Murat únicamente alcanza su retaguardia. En Witepsk, parece aceptar la batalla, pero
se hunde tras una simple escaramuza (28), va hacia Smolensk, para unirse a Bagratión.
Igualmente, Bragatión se había escapado de Davut y Jerónimo, encargados de
rodearle – altercados de Davut y de Jerónimo. Éste abandona su mando – Bragatión
atraviesa la Bereziná en Bobruisk; parado por Davut en Mohilew (23 de julio), pasa el
río bajo en Starai- Bichov, y, desde allí, llega a Smolensk. Los dos ejércitos rusos se
reúnen a muy pesar de los franceses.
Napoleón quiere entonces tentar contra Bragatión y Barclay, lo que no pudo hacer
contra cada uno de ellos, invadirles, rodearles, pararles en el camino de Moscú, en el
espacio entre el Dvina y el Dniéper, “las puertas de Rusia”. Thiers – En consecuencia,
alcanza el Dniéper, lo atraviesa en Orcha, se reúne con Davut en Krasnoé y, el 16 de
agosto, llega a la orilla izquierda delante de Smolensk; toma la ciudad, teniendo éxito
su plan. Pero un cuerpo ruso la defiende todo el día del 17 y la evacua la noche tras
prenderle fuego. Cuando los franceses consiguen entrar, el ejército rusa ha tenido
tiempo de garantizar su retirada. Al Emperador le queda una última esperanza. Ney, que
se lanzó en busca de los rusos, les atacará en la cola; Junot, ganando velocidad por la
orilla izquierda y atravesando el Dniéper frente a su vanguardia, les parará en la cabeza.
Pero Junot, indeciso, enfermo, ejecuta mal la operación, y, en Valutina los furiosos
ataques de Ney - muerte de Gudin- y de Murat retrasan un día la retirada que querían
impedir (20 de agosto). La suerte está echada, Napoleón irá a buscar la paz a Moscú. El
ejército vencido arrastra al ejército victorioso devastando el país. No obstante, intenta
un esfuerzo supremo para salvar la cuidad santa: es la batalla de Moscovia o de
Borodino (7 de septiembre).
27
Napoleón abandona Moscú el 19 de octubre. Quiere primero seguir un nuevo camino y
llegar a Smolensk por Kaluga. Pero Eugenio es detenido en Malo Jaroslawetz por todo
el ejército d e Kutusof el 25 de octubre (la opinión pública irritada por las continuas
retiradas aconsejadas por Barclay de Tolly, un alemán, había obligado al zar a que
otorgara el mando como jefe a Kutusof, un verdadero ruso, dispuesto a la resistencia).
El emperador comprende que de este lado, será necesario luchar por la retirada mediante
un combate diario. Se desvía hacia el norte y retoma el camino seguido y devastado de
Mojaisk.
Allí, Kutusof ya no está a la cabeza, sino en la cola, acosando con sus cosacos (Platov)
- las tropas están agotadas; de Viasma hasta Smolensk, es un combate diario. Davut se
encuentra en la retaguardia. El 6 de noviembre la nieve empieza a caer. En Smolensk
(8 de noviembre), Ney toma el mando de la retaguardia. Napoleón ha dividido su
ejército en cuatro cuerpos que se siguen con un día de distancia. Kutusof se adelanta de
nuevo. En Krasnoé, intenta, en tres jornadas, frenar sucesivamente a Eugenio, Davut y
Ney; este último no logra alcanzar el ejército, con los restos de su cuerpo, que, pasando
la noche en el Dniéper y haciendo un inmenso rodeo en la otra orilla, perdió (18-21 de
noviembre). El ejército atraviesa el Dniéper en Orcha. Entonces se sabe el horror de la
situación. Perseguidos de cerca por Kutusof, las tropas francesas van a chocar en
Bereziná con los otros dos ejércitos rusos. La campaña de Rusia, que costó a Francia
300.000 hombres, finaliza con un inmenso desvío a través de Lituania, Prusia,
Brandeburgo y Sajonia.
El recuerdo de 1812, prueba de poder y de gloria, reforzó el nacionalismo ruso e inspiró,
hasta la Guerra de Crimea, a todos los escritores que se inclinaron por el destino y el
futuro de Rusia. La derrota napoleónica llevó a los rusos a París (1815) e hizo de
Alejandro I el árbitro de Europa durante treinta años.
28
CAPITULO III
DEL SIGLO XVIII A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Precapitalismo y reformas
Represión de las rebeliones y desarrollo del sentimiento nacional
La autocracia había resistido la revuelta de los “decembristas” (14 de diciembre de
1825), complot militar de los oficiales nobles nutridos de las lecciones de la Revolución
Americana y de la Revolución Francesa, y que querían sustituir el zarismo por un
régimen más liberal, sino democrático. Las ejecuciones y el exilio en Siberia castigaron
a los complotistas, que no se vieron favorecidos por el apoyo del pueblo. El gobierno
también había sofocado la revuelta polaca de 1831 en el reino del Congreso (región de
Varsovia), que surgió del reparto de Polonia en 1815 y fue atribuido a Rusia. Éste no se
vio afectado por el movimiento revolucionario europeo de 1848; es más, fueron los
ejércitos rusos los que, ayudando a Austria, sofocaron la revolución húngara de 1849.
Los problemas campesinos, que se multiplicaban (más de 700 casos entre 1826 y 1854)
y que finalizaban, en ocasiones, en una verdadera insurrección regional, como en 1839,
en doce gobiernos del centro, no modificaron el problema de la servidumbre, cuyo
debate demuestra una violenta adhesión de los nobles a sus privilegios. El fracaso del
decembrismo había puesto fin a toda oposición de la nobleza al régimen, y el reinado de
Nicolás I, tras el de Alejandro I, fue un periodo de progreso para el Estado y la nación.
La codificación de las leyes data de los años treinta. La instrucción se extiende a
círculos más amplios. Se crearon nuevas universidades (Vilno, 1802, que se cerró tras la
revuelta polaca de 1831, Dorpat, 1802, Jarkov y Kazán en 1804, San Petersburgo en
1819 y Kiev en 1835). El número de escuelas elementales aumenta rápidamente (3.000
en 1853), así como el número de alumnos (un centenar de miles). Las necesidades de la
industria y de las ciudades que se desarrollan, provocan la creación de un instituto
tecnológico (1828), de una escuela de arquitectura (1830) y de una escuela de
ingenieros civiles (1831). Aparecen numerosas revistas científicas y literarias (Revista
de minas, de manufacturas y de comercio, 1825; Revista del Ministerio de Instrucción
Pública, 1834, Anales de la Patria 1838, que cuenta con la colaboración de los mejores
escritores de la época). En efecto, Rusia conoce la primera proliferación de su literatura:
sin comprometerse, las obras de los escritores como Griboiedov, Pushkin, Lermontov,
Gogol, Turgueniev reflejan una realidad social injusta, y son elegidos por un público
culto más numeroso. El panorama arquitectónico de San Petersburgo se hizo aún más
grandioso, pero los nuevos monumentos (catedrales de Kazán, de San Isaac, Bolsa
marítima, Palacio Miguel) asocian a artistas extranjeros las primeras grandes
arquitecturas rusas: Starov, Bajenov, Kazakov, Voronijin. El nacimiento de la ópera
histórica con Glinka (Iván Susanin, 1836) traduce la fuerza del sentimiento de apego a
la patria.
Progreso económico y transformaciones sociales
En este brillante marco se desarrollaba una economía que estaba lejos de la de los países
occidentales, pero preparaba modificaciones de estructura social e hizo necesarias las
reformas de 1860. Mediante la tarifa aduanera protectora de 1822, Rusia limitó la
29
importación de los tejidos ingleses y desarrolló una industria algodonera muy activa en
la capital y en la región de Ivánovo (cotonadas impresas): a los tejidos a mano de los
talleres campesinos se unió la hilandería, en los años cuarenta, cuando Inglaterra
autorizó la exportación de sus hiladoras. Los telares mecánicos son aún poco numerosos
a mediados de siglo, y la producción mecanizada no prevalece más que durante 1860, al
igual que la impresión de la tela mediante cilindros, introducida por ingenieros
alsacianos. La animación del mercado de consumo (extendido a los límites del imperio
de 17 millones de kilómetros cuadrados y contaba con 70 millones de habitantes en
1851) determinó un desarrollo general de la actividad artesanal e industrial; el algodón
era el principal elemento de progreso, así como la remolacha, que suscita la instalación
en Ucrania, después de 1835, de refinerías modernas.
La industria textil permitió que numerosos campesinos, a menudo siervos al principio, y
liberados después por la compra en los años 1825-1830, accedieran a la condición
“comerciante”. A la burguesía comercial tradicional se unió una burguesía industrial,
propietaria de fábricas, muy a menudo procedentes de talleres aldeanos de la región de
Moscú, Tver, Vladimir y Kostromá, que fue el origen de la mayoría de las grandes
familias que, a principios del siglo XX, comenzaron, al lado de la aristocracia, a
desempeñar un papel político. Pero, en esta época, los nuevos ricos se aislaron en su
profesión y eran súbditos sometidos al poder, unidos a la tradición y que casi no
participaban en la vida intelectual del país. Por otra parte, esta burguesía era aún muy
poco numerosa. Agrupada administrativamente en tres guildas, cuenta, en 1857, con
1.440 miembros en la primera guilda (donde se encuentran los mayores comerciantes e
industriales), 5.005 miembros en la segunda guilda y 137.198 miembros en la tercera
guilda (entre los que había un gran número de pequeños tenderos) para una población de
unos 72 millones de habitantes. Igualmente, el desarrollo industrial, que transforma la
apariencia de las regiones centrales, aún no ha creado una clase obrera. Los cinco o
seiscientos mil obreros rusos, de los cuales trescientos mil empleados en las fábricas
textiles, hacia 1860, siguen siendo medio campesinos y, muy a menudo, obreros
temporales. A diferencia de la metalurgia, donde persisten una organización y una
disciplina militares, la industria textil, aun cuando emplea a siervos, es un factor de
movilidad y de relativa libertad. Pero la inmensa mayoría de la población es campesina;
el problema social esencial es el de la servidumbre, condenada por los espíritus
ilustrados, que se unen a los eslavófilos - los hermanos Kirevski, Aksakov, Jomiakov
–, cuya fe mística asignaba a Rusia una misión divina, o a los “occidentalistas”, como el
crítico Bielinski (1811-1848) o el socialista utópico Herzen (1812-1870) , para los que
Rusia debía seguir las vías de occidente, sin, por lo tanto, negar los rasgos
característicos de su civilización, (considerando Herzen el mir como un principio de
socialismo). No obstante, la aristocracia propietaria unida a la institución, menos por
razones económicas (aunque una buena parte de los nobles, mediocres dirigentes de sus
propios intereses, ven una falsa fuente gratuita de beneficios) que por razones sociales:
temen que, gracias a la libertad otorgada a los campesinos, se subleven. En efecto, éstos
sentían cada vez más el peso sobre ellos de las exigencias de una aristocracia
derrochadora, del sistema mixto de prestaciones personales aún pesado y de rentas de
dinero. El desarrollo del comercio en el pueblo que enriquecía a una parte del
campesinado, acentuaba las diferencias de fortuna y las tensiones sociales. Pero el
empuje de las revueltas campesinas endureció la posición de los nobles. Fueron
necesarias las derrotas de la guerra de Crimea, la llegada al poder de un soberano más
liberal, Alejandro II (1855-1881) y, sobre todo, la revelación que Rusia había de las
instituciones anticuadas, inadaptadas a las necesidades de un Estado moderno, para
30
comprometer al gobierno, a partir de 1855, en la vía de las reformas que conciernen, en
primer lugar, a la servidumbre.
La Guerra de Crimea
Tras las guerras napoleónicas, la Europa del Congreso de Viena (1814-1815) está
dominada por Rusia, miembro preponderante de la Santa Alianza, bajo el reinado de
Alejandro I (1801-1825) y de Nicolás I (1825-1855). La expansión rusa continúa en el
Cáucaso, donde los países georgianos ya reconocieron la autoridad del zar (1799-1811)
con el consentimiento de Turquía (Tratado de Bucarest, 1812); tras la guerra ruso-iraní
de 1826-1828 (Paz de Turkmanchai), Rusia anexiona Armenia oriental; no obstante,
debe reducir, por una guerra de tipo colonial, la larga distancia del jefe montañés
Shamil, vencido en 1859. Mezclado en la cuestión de Oriente, se esfuerza en desarrollar
su influencia en los Balcanes, tras la anexión de Besarabia (1812), y apoya las luchas de
independencia contra el Imperio Otomano (Tratado de Andrinopla, 1829). En cambio,
ante la presión inglesa, no puede controlar los Distritos y, de 1853 a 1855, debe
mantener contra una coalición europea (Inglaterra, Francia, Turquía y Cerdeña) una
guerra muy dura, llevada a cabo en Crimea, y que finaliza con su derrota (Tratado de
París, 1856, que decide la neutralización del mar Negro).
El origen del conflicto
Al principio del conflicto, se planteó la Cuestión de Oriente por la decadencia del
Imperio Otomano que amenaza el equilibrio de Europa. Desde finales del siglo XVIII,
Rusia intentaba sacar provecho de esta situación para aumentar su influencia en los
Balcanes y para quitar a los turcos el control de los distritos entre el mar Negro y el mar
Mediterráneo. Tras su victoria en la guerra ruso-turca (1828-1829) y, sobre todo, tras el
Tratado de Hünkär-Iskelessi (1833), los rusos intentaron establecer en su propio
beneficio un protectorado sobre el Imperio Otomano. Para el Reino Unido y Francia, un
embargo ruso sobre los distritos amenazaba directamente sus intereses en Medio
Oriente. Además, una gran parte de la élite política e intelectual, tanto en Francia como
en el Reino Unido, despreciaba a Rusia y la consideraba como un Estado despótico,
enemigo del liberalismo. Austria, a pesar de la larga tradición de cooperación
diplomática que mantenía con Rusia, comenzó a inquietarse también por su influencia
creciente en los Balcanes. En 1841, las potencias europeas y el Imperio Otomano
consiguieron reemplazar al tratado de Hünkär-Iskelessi por un protectorado europeo.
A principios de 1850, el zar Nicolás I creía tener una nueva oportunidad de aumentar la
influencia de Rusia interviniendo en los asuntos turcos. Se creía asegurado por el apoyo
austriaco en contrapartida a la ayuda que su país había aportado a la dinastía de los
Habsburgo durante las revoluciones de 1848-1849. Creía también, sin razón, que el
gobierno británico de George Hamilton-Gordon se asociaría con un reparto de los
territorios de los Balcanes controlados por los turcos. La intervención rusa fue
provocada por un conflicto entre católicos y ortodoxos respecto a la protección de los
Lugares Sagrados en Palestina, que pertenecían entonces al Imperio Otomano. En
diciembre de 1852, el sultán otomano, bajo la presión de Napoleón II, se pronunció en
favor de los católicos. Nicolás I, el protector de la Iglesia ortodoxa, envió al momento
una misión a Constantinopla (actualmente Estambul en Turquía), para negociar un
nuevo acuerdo en favor de los ortodoxos y un tratado que garantice sus derechos en el
Imperio Otomano. Paralelamente, durante las negociaciones oficiosas con el embajador
31
británico en Rusia, el zar evocó la posibilidad de una división de los Balcanes y de una
ocupación rusa “temporal” de Constantinopla y sus distritos, lo que correspondía a una
propuesta de desmembramiento del Imperio Otomano del Reino Unido, favorable a una
unidad turca frente al expansionismo ruso. El embajador británico en Constantinopla, el
vizconde Stratford de Redcliffe, constituyó al principio un acuerdo amistoso respecto
a los Lugares Sagrados, pero persuadió a los turcos para que se opusieran a las
exigencias de reconocimiento de una forma de protectorado ruso sobre los cristianos
ortodoxos de la Puerta, ya que representaban una amenaza para su soberanía. El 1 de
julio de 1853, los rusos replicaron ocupando los principados turcos de Moldavia y de
Valaquia (ahora en Rumania). Las potencias europeas intentaron llegar a un
compromiso, pero sin éxito. El 4 de octubre, asegurado por los apoyos franceses y
británicos, el Imperio otomano declaró la guerra a Rusia.
La guerra
El 30 de noviembre de 1853, los rusos destruyeron la flota turca en el puerto de Sinope
en el mar Negro, lo que sublevó un clamor general en el Reino Unido y en Francia. En
marzo de 1854, como Rusia quería ignorar las peticiones británicas y francesas de
evacuación de Moldavia y Valaquia, el Reino Unido y Francia declararon la guerra a
Rusia, creyendo que su supremacía naval les permitiría conseguir la victoria. El 3 de
junio, Austria, que permaneció neutra bajo la presión de los Estados alemanes, amenaza
con declarar la guerra, a menos que Rusia no evacue Moldavia y Valaquia. Rusia
cumple el 5 de agosto, y las tropas austriacas ocuparon los principados. El reino italiano
de Cerdeña llega al campo de los aliados en enero de 1855, esperaba así obtener los
favores del Reino Unido y de Francia, así como su ayuda para expulsar a Austria de sus
posesiones italianas.
Los aliados decidieron entonces dirigir una campaña contra la fortaleza de Sebastopol
en Crimea, cuartel general de la flota rusa en el mar Negro. Las armadas francesas,
comandadas por Saint-Arnaud, y las británicas, bajo las órdenes de lord Raglan,
desembarcaron en Eupatoria el 14 de septiembre de 1854. A pesar de las costosas
victorias sobre los rusos (batallas del Alma, 20 de septiembre, de Balaklava, el 25 de
octubre, y de Inkerman, el 5 de noviembre), la guerra de las trincheras se eternizó, ya
que los rusos se negaron a aceptar las condiciones de paz de los aliados. Sebastopol,
defendido brillantemente por Todleben, cayó finalmente el 8 de septiembre de 1855,
tras la toma de la torre Malakov p o r Mac-Mahon. Pero Rusia, que había visto la
elevación del zar Alejandro II en la corte del sitio de Sebastopol, únicamente aceptó la
paz cuando Austria amenazó con entrar en guerra.
Las consecuencias
El Tratado de París, firmado el 30 de marzo de 1856, fue un agudo fracaso para la
política rusa en el Medio Oriente. Rusia tuvo que devolver Besarabia del Sur y la
desembocadura del Danubio al Imperio Otomano, cuya independencia e integralidad
territoriales fueron reafirmadas; Moldavia, Valaquia y Serbia se situaron bajo garantía
internacional y ya no bajo el protectorado ruso. El sultán se limitó a vagas promesas en
cuanto al respecto de los derechos de todos los súbditos cristianos y se prohibió a los
rusos que mantuvieran su flota en el mar Negro, en lo sucesivo prohibido a todo navío
de guerra. En términos militares, esta guerra, marcada por el poder de fuego, estuvo mal
organizada y fue inútilmente costosa. Los mandos en ambos campos se revelaron
32
completamente ineficaces, malgastando vidas humanas en combates inútiles, como la
conocida “Carga de la brigada ligera”, durante la cual una unidad británica sufre
pérdidas importantes durante la batalla de Balaklava. La ineficacia y la corrupción
pusieron trabas al abastecimiento de comida, ropa y munición de ambos ejércitos; en
cuanto a los servicios médicos, eran espantosos. Las epidemias (cólera) causaron más
estragos que las heridas del combate. No obstante, por primera vez, se utilizaron
anestésicos en cirugía. Otra innovación de esta guerra fue el empleo del telégrafo. Sea
como sea, la guerra de Crimea representa un giro en la evolución del equilibrio europeo.
Marcó el fin de la “Santa Alianza” por la que los vencedores de las guerras
napoleónicas, especialmente el Reino Unido, Rusia, Austria y Prusia, había conseguido
mantener la paz en Europa durante cuarenta años. El mito de la potencia rusa se hundió.
La desintegración de la antigua coalición permitió a Alemania y a Italia liberarse de la
influencia austriaca y convertirse en naciones independientes durante los años
siguientes. El imperio francés consiguió un prestigio considerable de esta guerra en la
escena europea.
Finalmente, el golpe de la derrota de Crimea fue el catalizador de reformas sociales muy
importantes promovidas por Alejandro II en Rusia. La guerra de Crimea, que reveló las
debilidades internas de este imperio en apariencia tan potente, marcó el inicio de un
nuevo periodo de su historia, llena de dificultades y de esfuerzos de adaptación.
Las reformas
La atmósfera de las reformas de los años 1855-1860 contrasta con el periodo anterior; la
aparición de la intelligentsia bajo Nicolás I apenas se manifiesta, únicamente en los
círculos de estudiantes clandestinos, en particular, en la Universidad de Moscú. En la
década que sigue a la derrota de Crimea, la libertad de expresión es bastante amplia.
Una joven generación demócrata, de temperamento revolucionario, utiliza la prensa
legal, en torno a la revista El Contemporáneo, donde escriben críticos literarios
Dobroliubov (1836-1861) y Chernishevski (1828-1889). Con Pisarec (1840-1868) y
La Palabra Rusa (Russkoe Slovo), el radicalismo político tiende a la negación de la
sociedad existente y a un nihilismo que describe Turgueniev en la persona de Bazarov,
en su novela Padres e hijos (Otci i deti, 1861). Mientras que desde el extranjero llega el
diario Kolokol (La Campana) redactado por Herzen, se forma ya un esbozo de sociedad
terrorista secreta, Tierra y Libertad (Zemlia i Volia, el nombre se recuperará más tarde),
una formación efímera (1862-1864). La represión del levantamiento polaco de 1863,
mucho más grave que el de 1831, cierra este periodo de liberalismo relativo durante el
que el Estado ruso formó considerablemente sus instituciones.
La abolición de la servidumbre
El “Estatuto de los campesinos liberados de la servidumbre” (19 de febrero de 1861)
daba a todos los siervos la libertad, y a los que explotaban la tierras, una parte de
dimensión variable según las regiones (por mediación de la comunidad rural), en
general inferior a la que explotaban, contra un precio de compra que el Estado
adelantaba. Las negociaciones entre los propietarios y las comunidades rurales
continúan durante veinte años, y el Estatuto únicamente tuvo su total efecto en 1881, y
el gobierno hizo entonces la compra obligatoria. Liberando a su campesinado cuya
movilidad era beneficiosa para el desarrollo industrial, la supresión de la servidumbre
tuvo como primer efecto agravar la situación de los antiguos siervos, obligados a
33
devolver en anualidades al Estado durante cuarenta y nueve años la indemnidad de la
compra. Les era posible, no obstante, recibir gratuitamente una cuarta parte (“cuarto del
mendigo”), demasiado exigua para asegurar su existencia; entonces, revendían esta
parte y aumentaban el contingente de empleados de fábrica. El Estatuto, que reforzaba
por otra parte la comunidad rural, que parecía ser una condición de mantenimiento del
orden social, no aportó ninguna mejora a la excesiva división de las explotaciones y
provocó, para la mayor parte, la obligación, para vivir, de completar las partes con
tierras arrendadas. En 1880, los campesinos, que habían recibido 33 millones de
hectáreas de tierra, cultivaban 25 en firme y se validaban numerosos derechos (de paso,
de uso) a los grandes propietarios, que mantenían inmensas tierras, reserva tentadora
para un campesinado insuficientemente abastecido.
Reformas administrativas, judiciales y militares
La reforma administrativa de enero de 1864 creó los zemstvo (consejos locales),
elegidos en los distritos por la población, repartida en tres categorías: propietarios,
habitantes y campesinos, según un sistema censatario que asegura la preponderancia de
los nobles (75 %) y en los gobiernos por los representantes de los zemstvo de los
distritos. Su competencia se ampliaba al mantenimiento de las carreteras, los hospitales,
a la ayuda médica y veterinaria y a la educación. Es cierto que los zemstvo se
implantaron poco a poco en treinta y tres gobiernos de la Rusia europea y, durante
mucho tiempo, solo se referían a los gobiernos con población rusa. No obstante, el papel
de los zemstvo en la vida económica, social y política del país se hizo considerable.
Instrumentos de progreso en los campos y de desarrollo de categorías profesionales
(médicos, maestros) que aumentan las clases medias, expresan ante el poder las
necesidades populares; la idea progresa ya que deberían completar ante el zar por una
asamblea representativa de la nación elegida por los zemstvo de gobierno. La reforma
judicial de diciembre de 1864 fue tan importante de lo que había planeado, medio siglo
antes, Mijaíl Speranski, ministro de Alejandro I, pero éste chocaba aún con la
hostilidad de la nobleza. Separando la justicia de la administración, asegurando la
independencia de los jueces por la inamovilidad, esta reforma crea un nuevo sistema de
tribunales, donde aparece, a nivel de distrito, el jurado. La eficacia de las reformas, que
moderaban lo arbitrario y mejoraban las relaciones sociales, estaba, no obstante,
limitada por el carácter policial del régimen. Una nueva legislación (1865), q u e
suprimía la censura previa pero reforzaba la represión, mantuvo a la prensa bajo el
control de la administración. El periodo de las grandes reformas continuó en 1870. La
organización de las dumas urbanas (consejos municipales), objeto de largas discusiones
entre 1864 y 1870, aumentó, mediante un sistema de curias, la autoridad de los ricos en
la ciudad, sin por ello acordar a las dumas la mínima autonomía. En el ámbito militar, la
reorganización indispensable del ejército vencido, llevada a cabo desde 1861 hasta
1874, se inspira de nuevo de la tradición de Suvorov, desarrolla la iniciativa en la
formación de mandos de oficiales, instituye el servicio militar para todos (1874) y
prepara esta potente fuerza que servirá a la política imperialista del Imperio.
No obstante, desde esta época, era sensible la desproporción entre la grandeza de los
propósitos políticos y la debilidad de los medios económicos y financieros del país. El
desarrollo de Rusia es, en adelante, esencialmente tributario de su industrialización y, en
consecuencia, de una organización financiera; se intentará resolver este último problema
con la creación del Banco del Imperio en 1860.
34
La industrialización. La conquista de los mercados asiáticos
La supresión de la servidumbre inaugura el periodo capitalista de la historia de Rusia. El
desarrollo industrial de la primera mitad del siglo XIX y la exportación creciente de
cereales había iniciado únicamente una acumulación de capitales, pero que eran
demasiado insuficientes para permitir recuperar el retraso económico.
La revolución industrial
Rusia únicamente pudo entrar verdaderamente en la era industrial con la intervención
del Estado y a los préstamos de los capitales extranjeros. Los profundos cambios de sus
estructuras económicas son un hecho tardío, posterior a 1880. La debilidad del mercado
de consumo campesino que se extendía muy lentamente, así como el mercado de
capitales privados, obligó al gobierno a que, mediante las financias públicas y los
bancos extranjeros, se convirtiera en el principal cliente de la gran industria, animado
por los pedidos de paño para la tropa, de productos metalúrgicos para el ejército, la flota
de guerra y los ferrocarriles. El gobierno, por razones a la vez políticas y económicas,
emprendió la construcción de una red de vías férreas.
Antes de la guerra de Crimea, únicamente existían dos líneas de interés general, la de
San Petersburgo en Tsarskoie Tselo (1837), de utilidad muy local, y la línea San
Petersburgo–Moscú, puesta en servicio en 1851. Treinta años más tarde, la red, que
alcanzaba una largura de 25.000 Km., unía en estrella Moscú a Nizni Novgorod,
Vorónezh, Jarkov, Kiev, Rostov del Don y Varsovia, atravesaba lateralmente Rusia de
Riga hasta Tsarisma, de Kiev a Königsberg, y unía varias ciudades meridionales del mar
Negro. La fabricación de raíles, y posteriormente de máquinas, convirtió a la Ucrania
agrícola, en el último cuarto del siglo XIX, en una gran región industrial. La
construcción del Transiberiano, que se inició en 1891 y finalizó en 1902, reforzó la
colonización siberiana, permitió mejorar las regiones meridionales de este inmenso
territorio, y fue el instrumento de la política de expansión en Extremo Oriente. En 1913,
la extensión de la red ferroviaria alcanzó (sin Finlandia) los 70.000 Km., en cambio, no
respondía aún a las necesidades estratégicas y económicas del país. La navegación
fluvial tradicional se modernizó a finales de siglo; a los 20.000 barcos no motorizados
se añadieron, en 1895, 2.539 de vapor, número que se había multiplicado en 1913.
La construcción de las vías férreas, el equipamiento de los puertos, la fabricación de
armamento que asociaba cada vez más capitales privados y participación del Estado y
que requería un llamamiento al capitalismo occidental, comprometieron al gobierno en
una política financiera que dominó toda la vida económica de la segunda mitad del
siglo. Los Ministros de Finanzas Reitern (1862-1878), Bunge (1878-1887),
Vichnegradski (1887-1892) y Witte (1892-1903), mediante una serie de medidas de
saneamiento y una fiscalidad más pesada, que, por mediación de los impuestos
indirectos, recaía principalmente sobre el campesinado, reestablecieron el equilibrio
presupuestario (1888), comprometido por la guerra balcánica de 1877-1878. La tarifa
proteccionista de 1891 mejoró la balanza del comercio exterior, provocando una guerra
aduanera de tres años con Alemania. Pero ya el acercamiento con Francia, por razones
políticas, convertía a París (el “préstamo ruso” a partir de 1887) en un mercado de
capitales con destino a Rusia, en forma de préstamos estatales y de inversiones privadas.
La alianza franco-rusa (1891-1892) reforzó la confianza que inspiraba Rusia, pero,
inversamente, la utilización de préstamos permitió que el gobierno estableciera, en
35
1897, el rublo-oro, moneda fuerte y estable que consolidó su crédito. El Banco del
Imperio, base de la operación, poseía entonces una reserva de oro igual al valor de los
billetes en circulación. La Exposición universal de París (1900) fue la ocasión de
numerosas publicaciones oficiales que glorificaban la potencia del Imperio ruso.
Sobre estas bases financieras sólidas, que favorecían la multiplicación de bancos y
sociedades (en 1900), se calculaban un millar de sociedades anónimas industriales y de
gran comercio, a la vez rusas y extranjeras, y 125 sociedades extranjeras), la industrial
progresa rápidamente, sobre todo en los últimos años del siglo XIX, conocidos como
periodo Witte, a quien se llamó en ocasiones "el padre de la revolución industrial en
Rusia". Las fábricas rusas cubren entonces completamente las necesidades de raíles y de
vagones, así como casi todas las necesidades de locomotoras. La flota de guerra,
reducida durante la guerra de Crimea, se reconstruye a partir de 1882, y dos acorazados
con nombres simbólicos (Catalina II y Chesmé) se lanzan al mar Negro (1886). La
construcción de fábricas, sobre todo en Ucrania, y el desarrollo de las ciudades
aumentan el consumo de productos metalúrgicos. El censo de 1897, completo y
detallado, muestra la importancia del mercado urbano: la población del Imperio pasó de
100 millones de habitantes en 1888 a 128 millones en 1897, de los cuales el 53 % en las
ciudades (27 % en 1863). Rusia, gran pueblo aún a mediados del siglo XIX, vio crecer
sus antiguas ciudades (San Petersburgo, 1.265.000 habitantes en 1900; Moscú, 1 millón;
Odesa, 400.000; Riga, 282.000 y Kiev, 248.000), y cuenta con nueve ciudades de
100.000 a 200.000 habitantes, así como treinta de 50.000 a 100.000.
Aunque las construcciones utilizan aún en una proporción de 50 %, la artesanía de la
madera, los grandes trabajos contratados por el Estado y las municipalidades animan la
producción. Finalmente, el mercado de consumo campesino se amplía más debido al
crecimiento de la población que al aumento del nivel de vida, que, según parece, sigue
siendo bajo para un gran número. No obstante, el consumo de azúcar y, sobre todo, de
telas de algodón aumentó mucho entre 1890 y 1899. Pero el peso de los impuestos
limitaba las compras. La geografía industrial del país cambió rápidamente. A las
regiones de actividad antigua, como San Petersburgo, Moscú, Ivánovo-Voznessensk y
Ural se une Ucrania donde, a partir de 1880, se instalan fábricas metalúrgicas modernas,
casi todas en manos de sociedades y de bancos extranjeros, ingleses, franceses y belgas,
que explotan el carbón de Donets y el hierro de Krivói-Rog, unidas en 1885 por la vía
férrea "Catalina". Hacia 1900, se cuentan diecisiete grandes establecimientos
industriales (región de Ekaterinoslav), con el “espíritu de empresa teñida de
americanismo”. La metalurgia había transformado la fisonomía de la Ucrania cerealista
e impulsó las industrias agrícolas: almacenes, destilerías, cervecerías, manufacturas de
tabaco y refinerías de azúcar (que proporcionaban los dos tercios de la producción total
del Imperio). Las nuevas fábricas de la región de San Petersburgo y de las ciudades
bálticas poseen igualmente un carácter moderno, sus actividades portuarias son
considerables, mezclando las iniciativas extranjeras y rusas. La importación de algodón,
de caucho, de metales y de carbón, la presencia de astilleros aseguran el desarrollo
industrial: las hilanderías de algodón de San Petersburgo, con sus 33.000 obreros en
1913, proporcionaban el 16 % de la producción nacional; pero la industria algodonera se
ampliaba hacia el oeste, en Krengholm, cerca de Narva (más de 10.000 obreros),
mientras que la manufactura Treugolnik (Triángulo) de Riga (8.000 obreros) fabricaba
millones de galosi (zapatos de caucho). En la capital, las industrias de material eléctrico
y las imprentas del Estado ocupaban a miles de obreros; no obstante, la más importante
era la de Putilov (construcción de maquinaria, fabricaciones de guerra), creada en 1868,
36
que, en 1913, contaba con 13.000 obreros. La influencia extranjera – americana en Riga,
inglesa en Krengholm y en las hilanderías de la capital y francesa en la fábrica de
Putilov – fuerte en la región de San Petersburgo, es más débil en la región de Moscú, y
casi nula en el Ural. Pero, mientras que el Ural metalúrgico, donde coexisten fábricas
estatales y establecimientos de importancia media en manos de grandes familias (los
Demidov, Stroganov, Jekovlev), “adormita”, según la expresión del sabio ruso
Mendeleiev, y no comienza a modernizarse hasta los primeros años del siglo XX, la
región de Moscú, con Ivánovo-Voznessensk (el “Manchester ruso”) tierras adentro, se
convirtió en el centro económico más activo de Rusia, ocupando, en 1908, 800.000
obreros en las industrias más diversas, de las cuales la mitad en el gobierno único de
Moscú; no obstante, las fábricas textiles predominan, estando en manos de grandes
familias de burgueses rusos, como los Projorov en Moscú, los Morozov en Nikolskoié,
Tver y Orejovo-Zuievo, los Konovalov en Kineshmá, los Garelin, los Kuvaiev en
Ivánovo, que reciben algodón de Asia central en cantidad creciente y proveen de
cotonadas a todos los mercados del país.
Problemas sociales y oposición. Constitución de un proletariado
El desarrollo industrial creó un proletariado obrero, en número aún limitado (1 millón
de obreros de fábricas en 1880, 2 millones en el censo de 1897, 3 millones en 1913),
que se aparta cada vez más del campo y se concentra en las grandes ciudades y en
regiones bien determinadas; debido a las condiciones de trabajo en la fábrica y a la vida
en los miserables alrededores (Los Bajos Fondos de Gorki), plantea un grave problema
social, aún más cuando el sistema de representación lo excluye de la ciudad. (Así, en
Ivánovo, que cuenta, en 1906, con 100.000 habitantes, de los cuales un tercio son
obreros, la municipalidad es elegida por 516 electores). Por otro lado, la industria no
podía absorber el exceso de población campesina, que buscaba nuevas tierras hacia el
sur y el este. Incluso antes de la construcción del Transiberiano entre 1880 y 1890,
50.000 colonos se dirigían anualmente hacia Siberia. En la Rusia europea, la
colonización era más densa, duplicando entre 1860 y 1912 la superficie de las tierras
cultivadas en los gobiernos de Ekaterinoslav, Jerson, Taurida y el territorio del Don, y
quintuplicándola en las tierras gobernadas por Samara, Orenburgo, Ufá y Astracán
(cuenca del Volga y preural). Pero la conquista del suelo no impedía la lenta
degradación del destino de los campesinos de Rusia central, donde una comisión de
investigación constataba e n 1899 que la extensión media de la parte del campesino
había caído, desde 1860, de 4,6 a 2,6 hectáreas. La diferenciación social en el campo,
donde se demarcaba una categoría de ricos campesinos, y la mejor suerte de los colonos
siberianos y de los campesinos cosacos de los mercados fronterizos, desde el Don hasta
Extremo Oriente, hacía, por contraste, más penosa la situación campesina en las
regiones antiguamente pobladas, que eran también las más industrializadas y las más
urbanizadas.
El partido populista
Mientras que en el campo y en las fábricas el descontento provoca disturbios pasajeros y
sin gravedad para el gobierno, se desarrolla una fuerte corriente de oposición durante la
segunda mitad del siglo XIX, en una intelligentsia nueva, reclutada entre los elementos
de las clases medias, popes, hijos de popes, cadetes de escuelas militares, nobles
arruinados, médicos, maestros, gente instruida y verdaderos “emigrados del interior”
que rechazan el absolutismo y que, decepcionados por las reformas de Alejandro II,
37
toman una actitud claramente revolucionaria. Así nace el partido populista, doctrina
socialista que, alimentada de las realidades rusas, da al pueblo campesino la esperanza
de una revolución.
En sus dos formas de acción, pacífica y violenta (el terrorismo), el partido populista
duró una veintena de años; no encontró su forma doctrinal hasta que se moderó y tendió
a no ser más que un simple movimiento liberal. Las ideas populistas se exprimieron con
Bakunin (1814-1876), refugiado en Inglaterra desde 1861, Lavrov (1823-1900), hostil
a la violencia, que inspiró la “Cruzada hacia el pueblo” de estudiantes llenos de fe y de
ilusión que en 1874 se esforzaron por politizar a una masa campesina indiferente y
hostil, y que fueron duramente castigados (proceso de los 193 en 1877-1878), Tkachev
(1844-1885) en quien encontramos la idea de la toma de poder por conspiración de una
minoría, al mismo tiempo que la idealización de la comuna rural y del artel (forma
cooperativa de producción muy extendida en el campo). El fracaso de la propaganda
pacífica provocó la escisión de 1879 de la sociedad secreta Zemlia i volia (Tierra y
Libertad), creada en 1876: el Tchorni perediel (Reparto negro) sigue una política de
agitación; la Narodnaia volia (Voluntad del pueblo) prepara el asesinato del zar
Alejandro II (1 de marzo de 1881). En la atmósfera de represión de los primeros años
del reinado de Alejandro III (1881–1894) el partido populista se separa de la acción
revolucionaria y, con Vorontsov (Los Destinos del capitalismo en Rusia, Sudby
kapitalisma v Rossii, (1882) y Danielson (Ensayo sobre nuestra economía nacional
antes de las reformas, Ocerki nasego poreformennogo obscestvennogo Jozjajstva,
1893), acepta de ahora en adelante la autocracia considerada. A principios del siglo XX,
los socialistas revolucionarios fundarán también su esperanza en el campesinado, pero
integrándolo en un programa de lucha violenta contra el régimen.
38
CAPITULO IV
EL CAMBIO DE SIGLO (1880 – 1917)
Crisis y relaciones exteriores
Aparición del marxismo
El desarrollo industrial de los años 1880-1890, que pone en primer plano la agitación
obrera (la primera gran huelga estalla en Orejovo-Zuievo en 1885) y que surge como
una necesidad, había convertido, en cambio, al socialismo científico a un cierto número
de populistas, refugiados en Suiza, y condujo a la formación en Rusia de círculos
marxistas, que contaban con más intelectuales que obreros y estaban a menudo
animados por estudiantes polacos y búlgaros. En 1883, Plejanov, “el padre del
marxismo ruso”, funda el grupo revolucionario Liberación del Trabajo” (Osvobozdenie
truda) y, en 1884, publica la obra Nuestras diferencias (Nasi raznoglasja), donde
expone la concepción marxista del desarrollo económico de Rusia. Los círculos
marxistas han tenido poca influencia en las huelgas "salvajes" que se multiplicaron
durante la década de 1890; no obstante, tras la terrible hambruna de 1891, que reveló a
la intelligentsia, al mismo tiempo, la pobreza campesina y la incompetencia de la
administración, trasladaron la esperanza de una revolución política a la acción de las
ciudades y al papel de las masas obreras. El marxismo teórico, que tendía hacia un
“economismo conformista”, pudo además expresarse legalmente, pero fue rápidamente
suplantado por un marxismo revolucionario y clandestino, unido al nombre de Lenin.
Éste, que llegó a la capital en 1895, fue pronto detenido, y posteriormente exiliado en
Siberia (1897) donde preparó una obra capital, labor, a la vez, de un militante político y
de historiador: El Desarrollo del capitalismo en Rusia (Razvitie kapitalisma v Rossii,
1899). Durante su ausencia, se fundó en Minsk (1898) el Partido Socialdemócrata Ruso,
cuya actividad prosiguió sobre todo en el extranjero y que se dividió en el segundo
Congreso, (en Bruselas, y posteriormente en Londres 1903) según la concepción del
partido y la táctica revolucionaria, en bolcheviques (la mayoría, con Lenin) y
mencheviques (la minoría, junto con Axelrod). Ambos grupos, que dirigen violentas
luchas, que los mencheviques ganan primero (el diario Iskra, La Chispa, creado por
Lenin, se encuentra en sus manos en 1904), se reconcilian momentáneamente tras los
acontecimientos de 1905. Pero estos pesados futuros conflictos son poco conocidos
entre las masas populares; el marxismo no afecta más que a una ínfima parte del mundo
obrero. El rápido desarrollo industrial, apenas ralentizado por la crisis económica de
1900-1902, produjo un aumento de las clases medias, donde se dio una oposición
moderada, en voz de los zemstvos y de la gente de negocios. Ésta, a la vez leal y liberal,
no irá más allá de la reivindicación de una asamblea nacional representativa y de
prudentes mejoras sociales.
Una política exterior imperialista
La Rusia de 1900 parece poderosa, apoyada en una aristocracia que refuerza una
burguesía ennoblecida, protegida por la policía y el ejército. Las dificultades interiores
no hicieron más lenta su expansión. Es cierto que, tras asentarse a finales del siglo
XVIII en el continente americano (1783), y tras instalar posteriormente puertos y
39
pesquerías en Alaska y hasta la latitud de la futura ciudad de San Francisco (1812), se
replegó en el continente asiático y vendió sus posesiones a los Estados Unidos (1867);
en cambio, participó en la acción de las potencias capitalistas contra China y, en 1860,
por el Tratado de Pekín, se anexionó la región del Amur, donde se fundó el puerto de
Vladivostok (“el dominador de Oriente”). Sin embargo, el crecimiento en dirección a
Asia central finalizó con la conquista total de ésta entre 1864 y 1885. Dos Estados
feudales subsistieron bajo el protectorado ruso: el emirato de Bujara y el janato de Jiva.
El janato de Jojand fue suprimido y, en 1867, se fundó un gobierno general del
Turkestán bajo administración militar. Asia central no se convirtió en una colonia de
población, sino en una fuente de algodón para las industrias moscovitas, una salida
comercial y una base estratégica próxima a la India, poniendo pronto en conflicto a los
dos imperialismos ruso e inglés.
Aprovechando la guerra franco-alemana de 1870, el gobierno ruso declaró nulas las
cláusulas del Tratado de París; la neutralidad del mar Negro finalizó oficialmente en
marzo de 1871. En 1873, los tres emperadores de Rusia, de Alemania y de AustriaHungría firmaron un acuerdo de escaso alcance real. La diplomacia zarista fue
absorbida entonces por la cuestión de los Balcanes, apoyando los movimientos
nacionales contra el Imperio otomano. Tras la insurrección de Bosnia y Herzegovina en
1875, los búlgaros (1876), los serbios y los montenegrinos tomaron las armas contra el
Imperio otomano; Rusia, para consolidar su influencia en los Balcanes, y respondiendo
a un gran movimiento de opinión a favor de los hermanos eslavos (colecta de fondos,
levantamiento de voluntarios), declaró la guerra y, tras una campaña dura y victoriosa
(1877-1878), impuso a Turquía el Tratado de San Estéfano (1878), cuyas cláusulas
(creación de una gran Bulgaria) tuvieron que ser revisadas con la intervención de
Inglaterra, de Alemania y de Austria-Hungría (Congreso de Berlín, 1878): Rumania,
Serbia y Montenegro obtuvieron su independencia; Bulgaria, reducida, recibió la
autonomía. Rusia anexionó los distritos de Batum, Kars y Ardahan en la frontera
caucasiana, así como el sur de Besarabia, que tuvo que ceder tras la guerra de Crimea.
Políticamente asilada, Rusia firmó en 1881 la renovación del acuerdo de 1873, pero,
para contrapesar la Triple Alianza germano-austro- italiana, se acercó a Francia que, tras
la derrota de 1870, buscaba un apoyo en el este. La alianza franco-rusa, que se compone
de un acuerdo político (1891) y una convención militar (1892) ratificada en 1893, une
estrechamente Rusia a Francia, que se convierte en una de sus principales fuentes de
capitales importados, sobre todo de Bonos del Estado y de inversiones industriales,
compitiendo con Bélgica, Alemania, Gran Bretaña y, en pequeña medida, los Estados
Unidos.
En el Pacífico Norte, desde finales del siglo XIX, Rusia se había convertido en un rival
peligroso para otras grandes potencias, como Inglaterra, los Estados Unidos, Francia o
Japón, que luchaban por asegurarse las mejores posiciones en China y en Manchuria,
dos zonas donde Inglaterra, los Estados Unidos y Francia luchaban por asegurarse unas
buenas posiciones económicas, pero donde, sobre todo, Japón y Rusia rivalizaban desde
1891, fecha de la construcción el Transiberiano por este primer país. La política
agresiva de Rusia fue la causa de este conflicto. En 1893, con el apoyo de Francia y de
Alemania, Rusia humilla a Japón, vencedor de China en 1895: obliga al país a
entregarle la península de Liaodong que el Tratado de Shimonoseki reconoció tras esta
victoria. Igualmente, Japón obtuvo las islas de Formosa, las islas Pescadores y el
reconocimiento por parte de China de la independencia de Corea.
40
En 1896, por un acuerdo secreto con China, los rusos garantizaban el territorio chino
contra las agresiones exteriores y, a cambio, obtenía la concesión del ferrocarril que
atravesaría Manchuria desde Harbin hasta el mar. Este “Transmanchuriano” supone la
penetración económica rusa y su influencia en el este de China. Cuando en 1897, el
asesinato de dos misioneros alemanes desemboca en la cesión del territorio de KiaoCheu a Alemania por un periodo de 99 años, el zar Nicolás II exige un arrendamiento
de 25 años por la parte sur de Liaodong, Puerto Arturo incluido. En 1898, China
concede a Rusia la cesión de Puerto Arturo con el derecho a establecer allí una base
naval. Finalmente, en 1900, el levantamiento nacional chino de Boxers, en reacción
contra los países extranjeros presentes, es acallado por una intervención militar de ocho
grandes potencias, en la que Rusia participa. Tras esto, tropas rusas permanecen en el
lugar, bajo pretexto de proteger la construcción del Transmanchuriano. Aventureros
rusos proponen, en esta misma época, desarrollar un proyecto de concesión forestal en
el Yalu en Manchuria, lo que permitiría a los súbditos del zar penetrar en Corea. Este
asunto entusiasma mucho a Nicolás II, ya que considera que Rusia posee una misión
civilizadora en Asia y subestima groseramente el poder y las ambiciones japonesas. Su
ministro de Finanzas, Witte, quien precisamente se opone, es obligado a dimitir. En un
primer momento, Japón intenta negociar. Propone una división que otorgaría a los rusos
el norte de Manchuria y a Japón el sur, así como Corea. Pero rápidamente, los
responsables japoneses se dan cuenta que las tentativas de conciliación no sirven para
nada: la intervención militar está decidida.
La guerra ruso-japonesa
Entonces, el 8 de febrero de 1904, Japón ataca sin declaración de guerra la flota rusa en
la rada de Puerto Arturo. Está militarmente bien preparado y bien organizado, es aliado
de Gran Bretaña, está apoyado políticamente y, finalmente, combate cerca de sus bases.
Ante él, Rusia no está preparada (su autoridad en Extremo Oriente, asegurado por el
admirante Alexeiev y el g e n e r a l Kuropatkin, es incompetente y sus tropas
insuficientes); los refuerzos se encaminan en el Transiberiano de vía única, muy lento e
interrumpido a nivel del lago Baikal. Finalmente, el poder se debilita debido a las olas
de descontento interior.
Esta desproporción explica el éxito de las operaciones japonesas: derrotas rusas en la
batalla de Liaoyang (24 de agosto-5 de septiembre de 1904), en el río Cha-Ho (5-18
octubre de 1904) y en Mukden (21 de febrero-10 de marzo de 1905), que hacen
retroceder al ejército ruso en el norte de Manchuria. El 27-29 de mayo de 1905, la flota
del admirante Zinovi Rojdestvenski, procedente del Báltico con muchas dificultades
para intentar salvar Puerto Arturo, es reducida durante la batalla de Tsushima. Rusia se
ve obligada a negociar. La paz: la humillación de una nación occidental. Se concluye un
armisticio entre los dos gobiernos: aunque los rusos se encuentran muy debilitados por
la revolución de 1905, las finanzas japonesas están totalmente agotadas y el Imperio
nipón ya no dispone de los medios para destruir a la más dura de las tropas rusas de
Extremo Oriente. Con mediación del presidente americano Theodore Roosevelt, se
organiza una Conferencia de Paz en Portsmouth, en los Estados Unidos, el 5 de
septiembre de 1905. En esta ocasión, las cláusulas contienen las siguientes
estipulaciones: Rusia debe reconocer la preeminencia de los intereses de Japón en
Corea; cede a su vencedor su arrendamiento de la península de Liaodong, su base de
Puerto Arturo, el ferrocarril al sur de Manchuria y la mitad sur de la isla de Sajalín.
41
Ambos países, de común acuerdo, se comprometen a restituir Manchuria a China. A
pesar de la insistencia de Japón, no se prevé ninguna indemnización.
Esta guerra es un verdadero golpe para el gobierno ruso, que no se esperaba en ningún
caso la derrota. La humillación de los primeros infortunios contribuyó a un
acontecimiento que de todos modos se produciría: la Revolución de enero de 1905. Del
lado japonés, en cambio, es un verdadero triunfo, ya que, por primera vez en la historia
del mundo, una nación occidental es vencida por una nación asiática. El Imperio nipón
adquiere un prestigio militar considerable, que durará hasta 1945. Al mismo tiempo que
Rusia se encuentra en conflicto contra Japón en Asia oriental, se debilita interiormente
debido a la iniciación de una revolución, en enero de 1905.
Crisis y primeras revoluciones
En efecto, estalló una revolución en la capital el 22 (9 según el calendario gregoriano)
de enero de 1905, tras una manifestación popular que dirigió el pope Gapón y ,
portadora de una petición al zar, fue ametrallada por las tropas (“Domingo Rojo”). La
crisis económica de 1900-1912, que afectó sobre todo al proletariado de las fábricas, el
núcleo de la condición campesina (12 millones de familias en 1905) donde se
acentuaban las diferencias sociales (20 % de entre ellas explotaban la mitad de las
tierras, cerca de un tercio cultivaban lotes de 3 ha), el descontento de los estudiantes que
protestaban contra su estatuto universitario (disturbios en Moscú, Jarkov y Kiev en
1901) prepararon un terreno de agitación, al que, a partir de 1903 (huelga de Rostov que
desemboca en mítines de masa, primera gran expresión de conciencia obrera) se unió la
acción de comités revolucionarios cuyas reivindicaciones no solo eran profesionales,
sino políticas. Los atentados organizados por los socialistas revolucionarios (asesinato
de los Ministros del Interior Sipiagin, 1902, Plebe, 1904, de un ministro de Instrucción
Pública y de dos gobernadores) acentuaron la tensión social, ante la cual el gobierno
oscilaba entre una represión severa y veleidades de concesiones de oposición moderada.
Tras el Domingo Rojo, las derrotas de Manchuria y el desarrollo de los disturbios en
todo el país (en el campo como en las fábricas) obligan al gobierno a crear el 19 de
agosto de 1905 de una asamblea consultiva elegida (Duma) y, por el Manifiesto del 30
de octubre de 1905, a erigirla en una asamblea legislativa elegida, que responda así a
los deseos del Partido K. D. (constitucional-demócrata), descendiente de la burguesía
liberal y fundado en septiembre de 1905. Pero esta concesión, que hizo de Rusia una
monarquía constitucional, no parlamentaria, ya que el ministro, nombrado por el
soberano, no depende de la Asamblea, no desarmó una oposición revolucionaria,
prefiguración de los acontecimientos de 1917. Las sublevaciones campesinas, los
motines militares (el más conocido es el episodio del acorazado Potemkin) y, sobre
todo, el nacimiento espontáneo de los soviets de marinos y de obreros en San
Petersburgo y en Moscú, de ferroviarios (en particular, las líneas siberianas de
transporte de tropas en Manchuria), que intentan organizar un poder político, jalonan los
últimos meses del año 1905; aunque el soviet de San Petersburgo está dominado por los
mencheviques (y presidido por Trotski). A principios de 1906, el gobierno, ayudado
por una contrarrevolución que desencadena "pogromos" contra los judíos y una caza a
los socialistas y a los intelectuales sospechosos, se hizo cargo de la situación. La Duma,
tribuna pública donde pueden expresarse las reivindicaciones, es un "parlamento
tutelar”, cuyo poder, por sistema electoral, la práctica de las elecciones y la disolución,
recortará poco a poco los derechos. La primera Duma se disolvió el 21 de julio de
42
1906, tras la disolución de la segunda Duma, el estatuto electoral del 16 de junio de
1907 permite la elección de la Duma llamada de los señores (1907-1912). La oposición
apenas tiene representación; las libertades proclamadas en 1905 (libertad de opinión, de
reunión, de prensa, de libertades sindicales), sin ser jurídicamente suprimidas, están
sometidas a un control policial que les vuelve a menudo ilusorias. En las fábricas, se
eliminan a los dirigentes sindicales y, en vísperas de la guerra de 1914, el sindicalismo,
en gran parte clandestino, había progresado poco. El establecimiento de la autoridad,
tras 1907, parece haber hecho retroceder definitivamente la oposición revolucionaria.
Los disturbios campesinos se atenúan; las excelentes cosechas de 1908-1909, el nuevo
desarrollo industrial a partir de 1910 reúnen la mayor parte de la opinión al gobierno
que quiere satisfacer el hueco creado por la autocracia entre un “país legal” y un “país
real”, favoreciendo un desarrollo económico que atenúe las inigualdades sociales. Pero
este desarrollo, como el régimen arbitrario que toleraba en el desorden burocrático el
ejercicio de las libertades de principio, favorecía la vuelta en el país de una oposición
legal que apareció en las elecciones de 1912 y que puso a la autocracia en una situación
incómoda: las presiones administrativas y policiales hicieron que se eligiera una cuarta
asamblea que ya no era representativa y que justificaba la acción de los partidos
revolucionarios que trabajaban en la caída del régimen.
Las contradicciones de la monarquía constitucional
Problemas sociales no resueltos
Los levantamientos del periodo 1900-1906 habían revelado que el mir no era en nada un
factor de orden social; además, los repartos periódicos caían en desuso y, en 1905, tres
millones y medio de campesinos no lo realizaban desde hacía cincuenta años y se
consideraban como propietarios individuales. Con la finalidad política de desarrollar en
el campo una burguesía aldeana, que sería el apoyo del régimen, el gobierno, mediante
las leyes del 22 de noviembre de 1906, completadas por las del 7 de junio de 1910 y
del 10 de junio de 1911, legaliza la situación de los explotadores de las tierras que no
habían sido objeto de una partición desde 1886; para el resto de las tierras, autoriza a los
campesinos a abandonar individualmente la comunidad rural guardando la propiedad de
su explotación. Estas leyes, a las que el nombre del ministro Stolypin va unido, entraron
en aplicación lentamente; sin embargo, en 1913, cinco millones de propietarios habían
dejado la comunidad rural, de los cuales un millón desde 1906, y el número de
campesinos que solicitaron salir de la indivisión crecía año tras año (651.000 en 1910,
1.226.000 en 1912). La reforma, que efectivamente consolidaba la fidelidad y el
conservadurismo en el pueblo, no resolvía, el problema social en un país de 160
millones de habitantes en 1910; la superpoblación de las regiones más antiguamente
pobladas no encontraba drenaje suficiente ni en la colonización ni en el desarrollo
industrial, y la masa campesina (130 millones), que explotaba 170 millones de
hectáreas, consideraba con envidia los 72 millones de hectáreas que controlaban los
burgueses y, sobre todo, los nobles.
En 1903, se llevaron a cabo mejoras en cuanto a los seguros de enfermedad y accidentes
de trabajo para el bien de los obreros, y en 1912, especialmente en los seguros de
enfermedad para las pequeñas empresas, que afectaba a un millón de obreros. La
jornada de trabajo descendió a diez horas en 1905, pero la ley no se hizo realidad en la
mayor parte de las fábricas. Los salarios eran muy bajos, su debilidad agravada por el
sistema de multas, el pago parcial en especies y el empleo creciente de una mano de
43
obra femenina e infantil. Las relaciones entre los patrones y los obrero estaban dirigidas
no por la legislación formal de un Estado paternalista, sino por el arbitrio patronal, al
que los obreros no podían oponerse, a falta de organizaciones sindicales apenas
toleradas, como la huelga y las acciones violentas contra el propio régimen. A partir de
1910, el movimiento obrero, roto por la represión que sucedió a los acontecimientos de
1905, se reconstituye y se compromete en la acción; en 1912 una masa de 700.000
trabajadores, entre los cuales una élite politizada, sigue las consignas de los partidos
revolucionarios.
Los partidos revolucionarios
En vísperas de la Primera Guerra Mundial, estos partidos van adquiriendo una
importancia que no dejará suponer la debilidad de sus efectivos, ni incluso su actividad,
ya que la agitación social, que se agravó entre 1912 y 1914, parece estar unida al
desarrollo industrial y no al problema del régimen. La oposición admitida por el poder
procede, por un lado, de la burguesía que, desde 1905, apoyándose en el Partido K.D.,
comienza a desempeñar un papel político y que, en sus diarios, Slovo (La Palabra), en
San Petersburgo, y Utro Rossii (El Despertar de Rusia), pide más libertad y una
representación más justa de las categorías sociales en la Duma. Pero las huelgas y las
manifestaciones obreras, como los disturbios en el campo, revelan el carácter político de
una agitación organizada, favorecida por los excesos de poder, como la masacre de 200
obreros huelguistas de las minas de Lena en 1912. La acción de los partidos
revolucionarios divididos no es uniforme; sus programas, así como sus divergencias, se
precisaron después de 1905. L o s socialistas revolucionarios partidarios de un
socialismo agrario, que les une al partido populista, centran sus esfuerzos en el campo,
ponen énfasis en las particularidades nacionales del Imperio y son partidarios de la
lucha terrorista. Mencheviques y bolcheviques, unidos por el Congreso de Estocolmo,
llamado de la unificación en 1906, se separan definitivamente debido a la constitución
de un Partido Social Demócrata bolchevique en 1912, bajo la dirección de Lenin. Si los
primeros conciben un partido ampliamente abierto y dispuesto a concesiones de
programa y de táctica revolucionarias para que se acepte su existencia, los segundos,
más intransigentes, preparan una revolución mediante la acción de un partido
restringido, separación organizada de la clase obrera, disciplinado y preparado para una
lucha violenta para conseguir el poder. La campaña electoral de 1912 fue para los
bolcheviques la ocasión de alentar políticamente al proletariado (aparición de la Pravda,
la Verdad, en mayo de 1912) y de presentar un amplio programa: de inmediato, la
jornada de ocho horas y la confiscación de las tierras de los grandes propietarios; para el
futuro, la constitución de una república democrática. La plataforma de los mencheviques
comportaba simplemente la reivindicación de las libertades democráticas y el sufragio
universal. El programa de los socialistas revolucionarios, que parecía más adaptado a
las condiciones de la vida campesina, y el de los mencheviques, más realista, daba
entonces a unos y otros más audiencia que a los bolcheviques, quienes forjaban el
instrumento de su futuro éxito.
Una vida cultural brillante
Sin embargo, la gravedad de la situación interior apenas se reveló. El zarismo mantenía
un régimen autocrático moderado de liberalismo, muy apoyado en un ejército de más de
un millón de hombres, en el capitalismo extranjero, fuente de préstamos, en un
desarrollo económico que hacía evolucionar Rusia por las mismas vías que los grandes
44
países industriales. Presentaba una brillante fachada, gracias a la vida de la corte y las
relaciones familiares y mundanas con la aristocracia internacional. Sobre todo Rusia, en
un siglo, había aportado al mundo un rico capital cultural.
Por muy retrasada que estuviera Rusia a principios del siglo XX, no ha hecho menos
progresos notables, y no es ese "desierto cultural" avocado por Lenin y que es, sobre
todo, el de los pueblos alógenos. En las universidades (Moscú, San Petersburgo, Kiev,
Dorpat (actualmente Tartu), Jarkov, Kazán, Odesa creada en 1865, Tomsk en 1888,
Saratov en 1909), el número de estudiantes supera los 34.000 (cerca de 10.000 en la
Universidad de Moscú, 7.000 en San Petersburgo, menos de 1.000 en Tomsk, un poco
más de 400 en Saratov), al que se añade el de los alumnos de las escuelas superiores,
cerca de 400.000. El censo de 1897 muestra que el 22 % de la población sabía leer y
escribir, y en las ciudades la proporción alcanzaba el 50 %. En 1911, la población
escolar había aumentado más rápidamente que la población total; el Ministerio de
Instrucción Pública dirigía unas 200.000 escuelas primarias, la mayoría en las ciudades,
a las que acudían entre 7 y 8 millones de alumnos. En 1914, contando con los 700.000
alumnos de las escuelas secundarias, la cantidad ascendía a 9 millones de alumnos, para
una población de 175 millones de habitantes. Las cifras son modestas. Pero, debido a su
élite, Rusia participaba en el Congreso Científico Internacional y en las corrientes
literarias y artísticas europeas. Tributaria de la ciencia extranjera, posee sabios de
reputación mundial, como el químico Mendeleiev (1834-1907), el biólogo Mechnikov
(1845-1926) premio Nobel en 1908, le físico Yablochkov (1847-1894) o el psicólogo
Pavlov (1849-1936), premio Nobel en 1904. Su literatura se extendió magníficamente;
sin ser comprometida, no deja de evocar los problemas sociales, tan urgentes en Rusia,
y en ocasiones, de manera alusiva, toma como blanco a los privilegiados. Son raros los
que se comprometen a finales de siglo, como Gorki, en la acción revolucionaria. Pero
esta herencia literaria, debido precisamente a sus aspectos sociales, será acogida en un
primer tiempo por el nuevo régimen, que duda entre una tradición clásica integrada y
los intentos de una cultura proletaria. Además, el comienzo del siglo XX está marcado
por una reacción espiritualista contra el peligro revolucionario y la aparición de nuevas
corrientes literarias, como el simbolismo, acmeísmo, futurismo o el neorrealismo, la
mayor parte de los cuales serán rechazados por la Revolución de 1917, pero que otorgan
a Rusia un lugar original en la literatura mundial.
En cambio, mucho más que las obras literarias, la música rusa adquiere una audiencia
internacional, con el grupo de los Cinco ( Balakirev, Cui, Borodin, Moussorgski,
Rimski-Korsakov), que inicia un arte original; libre del folklore e inspirándose en él,
sacando de la historia temas dramáticos, creó suntuosas óperas: El Príncipe Igor, obra
de Borodin, completada por Rimski-Korsakov y Glazunov, Borís Godunov y La
Jovanchina (Musorgski). La inspiración de Chaikovski es más sencilla, pero su ballet
El lago de los cisnes, un éxito que desafía al tiempo, pertenece a un género artístico que,
uniendo decorados pictóricos; música y danza, ha conseguido en gran parte el
reconocimiento mundial de la música rusa, gracias a Diaghilev.
Pero el arte, en la medida en que atañe a una élite refinada y se aleja de una tradición
nacional particular, no encuentra siempre un lugar favorable a su desarrollo. La pintura,
dominada hasta finales del siglo XIX por la Sociedad de Exposiciones Ambulantes,
creada en 1870 en reacción contra el academismo oficial, desea llegar al pueblo
mediante obras que, evocando acontecimientos del pasado o describiendo la viva
realidad bajo todos sus aspectos (sociales y religiosos), encierran implícitamente un
45
llamamiento al patriotismo o una moral de perfeccionamiento y de progreso. Repin
(1844-1930) es el ambulante más conocido gracias a su evocación de episodios
históricos y de escenas de vida popular contemporánea (Iván el Terrible ante el cadáver
de su hijo, Los Sirgueros del Volga). Pero también Surikov (1848-1916), que describe
la Rusia del siglo XVII, en el momento de la persecución de los viejos creyentes,
Vasnetsov (1856-1933), que ilustra las antiguas leyendas rusas, Ge (1837-1887),
inspirados por la visión de un Cristo ruso, Verechagin, Perov y tantos otros menos
conocidos, pero cuyos temas podía conmover a un gran público. Este arte realista, que
permaneció como rasgo dominante de la pintura rusa, que se convirtió en oficial, en las
academias e incluso en el seno de la Unión de artistas rusos, fundada en Moscú en
1903, era ignorado por la masa y tenía como clientela a la gran burguesía rusa. Pero la
influencia de la pintura occidental, por las compras de comerciales y de industriales (los
Mamontov, l o s Chukin, l o s Morozov), las investigaciones en Rusia incluso de
pintores inspirados por el impresionismo y el simbolismo, las relaciones que se creaban
a principios del siglo XX entre los medios artísticos de San Petersburgo, de París, de
Munich favorecieron el desarrollo de un arte de vanguardia, alrededor de la revista Mir
Iskusstva ( El Mundo del Arte, 1906), alejada del realismo y de las preocupaciones
sociales, pero que aportó su contribución a la pintura contemporánea más moderna con
Larionov y Goncharova, y sobre todo, Malevich, Kandinski y Chagall, realizando
estos dos últimos una parte de sus obras en el extranjero, antes de volver a trabajar en
Rusia en 1914. Todas las corrientes de investigación en arte, en su fuerza y su variedad,
se prolongan al comienzo de la revolución a quienes aportan una herencia pronto
discutida.
La Primera Guerra Mundial
Las derrotas de 1905 pararon la expansión rusa en Asia y debilitaron su influencia en
Oriente Medio, donde se encontraron con Inglaterra. Convertido en el segundo brillante
en la alianza franco-rusa (mientras que era el elemento mayor de 1893), se volvió a unir
a la alianza franco- inglesa y firmó con Inglaterra la convención del 18 de agosto de
1907 que hacía entrar a Afganistán e Irán meridional en la zona de influencia de esta
última. En los Balcanes, no pudo detener la penetración austro-alemana y fue obligado a
reconocer en 1909 la anexión de Bosnia y Herzegovina por Austria-Hungría. En agosto
de 1911, firmó con Alemania la convención de Postdam por la que se comprometía a no
oponerse al proyecto de construcción del ferrocarril de Bagdad, prolongado por una vía
que iba de la frontera irano-turca a Teherán; en contrapartida, Alemania reconocía su
influencia en Irán septentrional. Las guerras balcánicas de 1912-1913, que finalizaron
con la derrota de los turcos, pero que oponía entre ellas a las naciones victoriosas y a los
Estados europeos para la normativa diplomática del reparto de territorios conquistados,
iba a aumentar la presión austriaca en los Balcanes y, tras el asesinato del archiduque
Francisco Fernando en Sarajevo (28 de junio de 1914), a conducir a la Primera
Guerra Mundial.
Esta guerra que se pensaba que iba a ser corta, se prolongó y llevó a Rusia, incapaz de
apoyar económicamente una larga prueba, en un estado de crisis de la que surgió la
revolución de 1917. Tras la declaración de guerra de Alemania a Rusia (1 de agosto de
1914), y posteriormente la de Austria (7 de agosto de 1914), las tropas rusas conocieron
un rápido éxito en Prusia oriental y en Galitzia, y contra los turcos en el Cáucaso (otoño
de 1914, primavera de 1915). Pero la situación pronto cambió debido a las dificultades
de adaptación a una economía de guerra moderna que, organizada en 1916 solamente,
46
no pudo responder a las necesidades. En mayo de 1915, los ejércitos rusos tuvieron que
retroceder y, durante el invierno de 1915-1916, el frente se estabilizó sobre la línea
norte-sur que, a lo largo del Dvina del oeste, se unía en alto Dniéster. Detrás, la
situación interior se degradaba; las huelgas se multiplicaban en las fábricas (más de un
millón de huelguistas en 1916), así como los altercados con la policía. Estas derrotas
intensificaron la oposición de la burguesía a la Duma. Ésta, desempeñando un papel
creciente en los comités de organización industrial y comercial, ya accedía al poder
político. Las medidas de movilización provocaron en 1916 una terrible revuelta en
Kazajstán. La debilidad del gobierno y el descrédito del zarismo explican la gravedad de
los acontecimientos de febrero de 1917 que llevaron a la caída del régimen y a la
instauración del socialismo marxista en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
47
CAPITULO V
LA REVOLUCIÓN DE 1917
La Revolución Rusa
El mayor acontecimiento político del siglo XX, la revolución rusa o, más exactamente,
las revoluciones rusas del año 1917, determinó, durante setenta y cuatro años (19171991), un nuevo curso en la historia plurisecular de Rusia, por una ruptura radical con
las estructuras políticas del zarismo en beneficio de un régimen inédito que daba vida a
todas las utopías socialistas, tan vigorosas a principios de siglo. De una revolución
espontánea que derrocó al zarismo, a la toma de poder por el partido bolchevique,
pasando por un breve intermedio democrático, se crearon, en unos meses, las
condiciones del éxito de una minoría activa, cuya acción, que duró un breve pero
decisivo momento, se dirigía en el sentido de las aspiraciones de la mayoría - la paz, la
tierra, el control obrero - antes de divergir en décadas de dictadura.
De la guerra a la revolución
Todos los contemporáneos, de manera más o menos confusa, fueron conscientes: los
acontecimientos revolucionarios rusos de 1917 se inscribían en el gran ciclo de
desórdenes, de violencias y de regresión que había comenzado el 1 de agosto de 1914,
con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
En menos de tres años, la guerra (una guerra total, de un nuevo tipo) iba a provocar la
caída del zarismo, actuando como un fantástico revelador de las debilidades de un
régimen que parecía aún en 1914 potente y estable, bien anclado en la vía de un
desarrollo capitalista acelerado desde principios de siglo. En agosto de 1914 (derrota de
Tannenberg), posteriormente (evacuación de Galitzia), el ejército ruso sufrió graves
infortunios. No obstante, a pesar de la pérdida de centenares de miles de hombres y de
inmensos territorios (Polonia, Lituania, Galitzia), el frente ruso no se hunde. En
realidad, la descomposición viene de atrás. El cierre de los distritos y el bloqueo
económico de Rusia debilitan una economía muy dependiente de sus proveedores
extranjeros y que no había sido preparada para una larga guerra de desgaste. Desde
principios de 1915, a falta de piezas de recambio, el sistema de transporte se encuentra
desorganizado; completamente centrada en el esfuerzo de la guerra, la industria ya no
abastecía los territorios en bienes de consumo. En el campo, los campesinos no
consiguen ya encaminar sus producciones hacia las ciudades. El país se instala en la
inflación y las penurias. Las relaciones, siempre precarias y tensas, entre las ciudades y
el campo, de deterioran. El poder ya no controla la situación. El zar es considerado por
sus desgracias militares - tomó en persona el mando supremo del ejército en septiembre
de 1915- como por la empresa que ejerce en la pareja imperial su favorito, Rasputín, un
charlatán iluminado. Mientras que la Duma no celebra sus sesiones más que unas
semanas al año, los gobiernos y ministros se suceden, también incompetentes e
impopulares. El rumor público acusa a la camarilla dirigida por la emperatriz, de origen
alemán, e influenciada por Rasputín, de preparar una paz separada y de abrir a
48
sabiendas el territorio nacional a la invasión extranjera. Ante la disolución de poder, se
organizan por todas partes comités y asociaciones de ciudadanos que se hacen cargo de
la cuestión diaria: cuidado de los heridos (Comité de la Cruz Roja), abastecimiento de
las ciudades y del ejército (Unión de las ciudades, Unión de los des zemstvos,
asambleas locales). Los rusos se gobiernan ellos mismos: la revolución, en cierto
sentido, ya había comenzado. A finales de 1916, la situación política se vuelve muy
confusa: en una atmósfera de crisis política revelada a la luz del día por el asesinato de
Rasputín (31 de diciembre de 1916) perpetrado por un miembro de la familia imperial,
las huelgas, que cayeron en un nivel despreciable en 1914, toman amplitud (un millón
de huelguistas en 1916), la agitación llega a la armada y la desorganización de los
transportes compromete el abastecimiento, en particular en las ciudades, afectadas por
una afluencia de refugiados procedentes de las regiones occidentales del país, ocupadas
por el enemigo. Es un régimen a la vez desacreditado y debilitado que las "jornadas" de
febrero de 1917 sorprendieron.
La revolución de febrero de 1917 y la caída del zarismo
Espontaneidad e improvisación caracterizaron las jornadas de febrero de 1917. E n
efecto, a principios de 1917, la crisis política que conoce el régimen zarista es profunda.
No obstante, ni la oposición moderada, ni la oposición revolucionaria, ni las “masas” de
Petrogrado, cuyo papel será capital durante los acontecimientos de febrero, no parecen
preparadas para una revolución que, en unos días, arrastra a una dinastía tricentenaria.
Los primeros incidentes graves del año 1917 estallaron el 20 de febrero, después de
que las autoridades de Petrogrado anunciaran el establecimiento de un sistema de
racionamiento, al no disponer la ciudad de reservas de harina que para unos días. El
mismo día, la empresa más grande de Petrogrado, la fábrica de armamento Putilov, en
ruptura de aprovisionamiento, anuncia el despido de miles de obreros. “¡Pan, trabajo!,
estas exigencias económicas desencadenan un movimiento reivindicativo espontáneo
que, al principio, no tiene nada de revolucionario.
El 23 de febrero, la Jornada Internacional de la Mujer, una fecha importante en el
calendario socialista, da a las masan un pretexto para manifestarse. Varias comitivas de
mujeres desfilaron en el centro de la ciudad: estudiantes, empleados, obreros de la
industria textil de los barrios obreros de Vyborg. A lo largo de las horas, las filas de
manifestaciones aumentaron y los eslóganes toman un tono más político. Al día
siguiente, el movimiento de protesta se extiende: cerca de ciento cincuenta mil obreros
huelguistas convergen en el centro de la ciudad. Desbordados, sin recibir ninguna
consigna precisa, los cosacos no consiguen dispersar el mar de manifestantes. Centenas
de grupos se forman y se improvisan mítines.
El 25 de febrero, la huelga es general. Las manifestaciones se amplifican aún más, las
consignas son cada vez más radicales: “¡Abajo el zar!”, “¡Abajo la guerra!”. Frente a
este movimiento espontáneo venido de la calle, los raros dirigentes revolucionarios
presentes en Petrogrado permanecen prudentes, estimando, como el bolchevique
Alejandro Chliapnikov, que se trata de un motín del hambre más que de una
revolución en marcha. En la tarde del 25, el general Jabalov, comandante del distrito
militar de Petrogrado, recibe un telegrama de Nicolás II, enviado del cuartel general de
Mogilev. El zar ordena que “cese por la fuerza, antes de mañana, los desórdenes en
Petrogrado”. El rechazo de cualquier negociación, de cualquier compromiso va a
49
transformar lo que, a ojos de todos, no era más que una agitación esporádica, como la
ciudad ha conocido regularmente desde 1905, en una revolución.
El 26 de febrero, a mediodía, la policía y la tropa abren fuego, en la plaza
Znamenskaia, sobre una columna de manifestantes. Más de ciento cincuenta personas
mueren. Escaldado por esta masacre, multitud retrocede a los barrios. El gobernador
proclama el estado de sitio y ordena la destitución de la Duma. La causa parece ser
entendida.
En la noche del 26 al 27 de febrero se produce el hecho que, en unas horas, hace
bascular la situación: la sublevación de los dos regimientos de elite (Volynski y
Preobrajenski), traumatizados por haber disparado a sus "hermanos obreros". En unas
horas, la sublevación se extiende como la pólvora. En la mañana del 27 de febrero,
soldados y obreros fraternizan, toman el arsenal, donde se apoderan de decenas de miles
de fusiles, que en seguida distribuyeron a la multitud, ocupan los puntos estratégicos de
la capital y saquean las prisiones
Frente a la revolución popular, espontánea, no reprimida, las “políticas” intentan
organizarse y canalizar el movimiento. Al no encontrarse ninguno de los grandes líderes
revolucionarios en Petrogrado (Lenin y Martov se encuentran en Zurich, Trotski, en
Nueva York, Chernov en París, Tseretelli, Dan y Stalin en exilio en Siberia), la pesada
responsabilidad de dirigir la revolución corresponde a dirigentes de segundo plano.
Como en 1905, se establece la creación de un soviet, asamblea elegida del "pueblo
trabajador y combatiente”, para confederar a obreros y soldados, para asegurar la
salvación de una revolución buscada. Así, durante el mediodía del 27 de febrero, una
cincuentena de militantes de tendencias revolucionarias diferentes, bolcheviques,
mencheviques y socialistas, revolucionarios, trabajadores (socialistas-revolucionarios de
tendencia moderada) pone en pie un Comité Ejecutivo provisional de diputados obreros.
Este comité llama a los obreros y los soldados de la guarnición para que elijan a sus
representantes. Así nace el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado, una
ruidosa asamblea de unos seiscientos diputados, dirigida por un comité ejecutivo
compuesto por revolucionarios “profesionales” que se cooptan.
Paralelamente a la constitución de este soviet, se establece otro organismo de poder más
tradicional. Un grupo de diputados de la Duma forma, el 27 de febrero igualmente, un
Comité provisional para el restablecimiento del orden y de las relaciones con las
instituciones y las autoridades. Para este comité, la prioridad de prioridades es la vuelta
del orden y, primeramente, la vuelta de los soldados amotinados a sus acuartelamientos.
Entre este comité provisional, inquieto ante la extensión de los “desórdenes”, y un
soviet enturbiado por la amenaza de una contrarrevolución se entablan largas
negociaciones que finalizan, el 2 de marzo de 1917, con un compromiso. El soviet
reconoce, esperando la convocación de una asamblea constituyente, la legitimidad de un
gobierno provisional con la mayoría liberal, compuesto, esencialmente, por un
representante del Partido Constitucional Demócrata. Este reconocimiento está
subordinado a la aplicación, por el gobierno provisional, de un amplio programa de
reformas democráticas, fundado en la concesión de libertades fundamentales, el sufragio
universal, la abolición de toda forma de discriminación, la supresión de la policía, el
reconocimiento de los derechos de un soldado-ciudadano y una amnistía inmediata de
todos los prisioneros políticos.
50
El compromiso del 2 de marzo de 1917 marca el nacimiento de un doble poder, la
coexistencia, salpicada de conflictos durante todo el año 1917, de dos concepciones
diferentes de la legitimidad y del futuro de la sociedad rusa. Por un lado, el poder de
gobierno provisional, preocupado por hacer de Rusia un país liberal y capitalista y por
inculcar la vida política rusa en la tradición europea del parlamentarismo; por el otro, el
poder de los soviet, que no solamente se muestra como una representación más directa,
más "revolucionaria", de las "masas", pero intenta también instaurar otro modo de hacer
política. En el compromiso entre el Comité provisional y el soviet, la incertidumbre de
cual sería la actitud de Nicolás II y de los militares ha jugado un papel importante. Ante
la sorpresa general, el estado mayor hizo presión para que Nicolás II abdique “para
salvar la independencia del país y asegurar la salvaguardia de la dinastía”. El 2 de
marzo, Nicolás II renuncia al trono en favor de su hermano, el gran duque Miguel.
Ante la protesta popular, éste abdica (3 de marzo de 1917). Las manifestaciones de
alborozo a las que da lugar la noticia del final de la dinastía de los Romanov demuestran
la desafección del país ante el zarismo. De este punto de vista, las derrotas militares de
los años 1915 y 1916 había producido un golpe fatal al mito del "padrecito zar",
seriamente trastornado desde el "domingo rojo" de 1905.
El sangriento final de la familia imperial
Nicolás II abdica entonces en favor de su hermano, (ya que Alejo estaba enfermo). El 2
de marzo de 1917 un gobierno provisional toma el mando del país. El Zar, aliviado,
creía poder retomar la vida normal, sin preocuparse de las preocupaciones de su país. En
realidad el zar y su familia vivían en una residencia constantemente vigilada. Deseaba
abandonar Rusia e instalarse en Gran Bretaña. Jorge V se negó a recibirles, ya que no
se atrevía a arriesgarse a ver su poder disminuido por la llegada de un zar en el exilio. El
resto de Europa adopta la actitud de los ingleses. La abdicación no consigue calmar al
pueblo, al contrario, su cólera era cada vez más virulenta. El bolchevismo llegaba a las
multitudes, las manifestaciones se propagaban y los soldados se negaban a seguir
llevando esta guerra. Las llamadas democráticas dieron lugar a eslóganes bolcheviques,
que reclamaban la ejecución del zar, juzgado como el único responsable de esta
situación. Kerenski, Ministro de Justicia se negó a ser el Marat de la Revolución Rusa,
y decidió enviar al zar y a su familia a Siberia para protegerles
Al mismo tiempo, los alemanes preparaban la llegada de Lenin a San Petersburgo. El
25 de octubre de 1917 los bolcheviques tomaron el poder y el Ejército Rojo comenzó
sembrar el terror en la población: detenciones arbitrarias, ejecuciones someras,
deportaciones hacia los gulags... Trotski solicitó a Lenin el juicio del emperador, con
él mismo como fiscal del Tribunal Supremo. Un auto firmado por Lenin ordenó a
Nicolás II que volviera a Moscú bajo el control de Yakulev. El tren fue desviado por
los soviets, deseosos de limitar al mínimo los desplazamientos del zar. Finalmente, el
tren se detuvo en los Urales. Las condiciones de detención eran lamentables: falta de
intimidad, alojamiento precario, alimentación insuficiente… Yurovski se encargaba de
la vigilancia. Los bolcheviques eran cada vez menos populares, ya que se disputaban el
poder con los soviets, así que decidieron anular el proceso y aplicar la pena capital. Así,
fueron fusilados por Yurovski en los Urales. En plena guerra civil, los bolcheviques
descubrieron el horror. Dominando la región, solicitaron a Sokolov que investigara
sobre el drama. No tuvo el tiempo suficiente para finalizarla. No obstante, su trabajo
desveló la manera en que se llevó a cabo el asesinato. El pueblo se preocupaba poco por
51
este asunto, ya que solo pensaban en detener el hambre. La dictadura bolchevique se
instaló gracias a Stalin: el futuro de la familia se apagó. No obstante, algunos
historiadores, investigadores y científicos han intentado desvelar el misterio (más
grande aún cuando se consideraban las hipótesis extravagantes: supervivencia de
Anastasia...) al margen del Estado. Los descubrimientos tuvieron como resultado: en
julio de 1991, se abrió una investigación judicial que permitía la exhumación de los
cuerpos. Cuatro peritajes genéticos (uno en Estados Unidos, uno en Gran Bretaña, y dos
en Rusia) llegaron a la misma conclusión: se trata efectivamente de los cuerpos de la
familia real. Hoy en día, la opinión se ha vuelto favorable a la Monarquía: Vladímir
Kirilovich Romanov fue recibido en calidad de heredero al trono de Rusia por Yeltsin
y Leningrado recuperó su nombre original. Fueron inhumados en San Petersburgo.
El primer gobierno provisional (marzo-abril 1917)
Formado el 2 de marzo, el primer gobierno provisional fue presidido por el príncipe
Jorge Lvov, rodeado de una mayoría de representantes eminentes del Partido
Constitucional-Demócrata (Pavel Miliukov en Asuntos Exteriores; Nikolái Nekrasov
en Transportes; Andrei Chingarev en Agricultura). A la izquierda del cuadro político
gubernamental, Alexandre Kerenski, Ministro de Justicia, es considerado como
“puente” entre el gobierno y el soviet. En unas semanas, este gobierno adopta u n
paquete de medidas espectaculares: libertades fundamentales, sufragio universal,
amnistía general, abolición de la pena de muerte, supresión de todas las
discriminaciones de casta, de raza o de religión, reconocimiento del derecho de
Finlandia y de Polonia a la autodeterminación. A pesar de las medidas realmente
revolucionarias, que marcan una ruptura radical con la cultura política de la autocracia
zarista, el gobierno debe hacer frente a una ola de reivindicaciones y de acciones
difícilmente controlables que emanan de las capas más diversas de una sociedad en
revolución.
Los obreros piden, y muy a menudo, obtienen, la jornada de ocho horas, así como el
aumento de los salarios, pronto absorbidos, en cambio, por una inflación galopante.
Ponen en pie comités de fábrica y unidades de "guardias rojas". Los comités de fábrica
tienen por objetivo controlar la contratación y los despidos, impedir que los patrones
procedan al cierre de la patronal, bajo pretexto de ruptura de provisiones, pero también
mantener una cierta disciplina de trabajo y de luchar contra el absentismo. Estas
medidas constituyen el boceto de un control obrero en el mercado de las empresas. En
cuanto a las unidades de guardia rojas, se trata de milicias obreras armadas dispuestas a
defender la fábrica como herramienta de trabajo de los proletarios, pero también de
“defender la revolución" contra sus "enemigos". El gobierno provisional debe también
hacer frente a la agitación creciente que alcanza a los ejércitos. Desde el 1 de marzo de
1917, el soviet de Petrogrado promulgó un texto fundamental, el Decreto Nº 1, una
verdadera carta de derechos del soldado. Este texto suprime las reglas de disciplina
militar más vejatorias del antiguo régimen y permite que los soldados-ciudadanos se
organicen en comités de soldados. Lejos de limitarse a las prerrogativas, limitadas, que
les otorga el Decreto Nº 1, los comités de soldados rebasan rápidamente sus derechos,
recusan a tal y tal oficial y pretenden elegir a nuevos. Las unidades son progresivamente
alcanzadas por un "poder soldado" que desestabiliza al ejército. Las deserciones se
multiplican. De marzo a octubre de 1917, más de dos millones de campesinossoldados, cansados de combatir, abandonan. Su regreso a los pueblos alimenta los
disturbios en el campo.
52
En los pueblos, en cambio, los desórdenes persisten durante la primavera de 1917,
limitados, sobre todo, en comparación con lo que ocurrió en 1905. La caída del zarismo
es la ocasión, para las asambleas campesinas, para redactar las peticiones y los motines
que exponen los pésames y deseos del pueblo campesino. El asunto de la tierra es el
centro de todas las esperanzas y de todas las reivindicaciones. Los campesinos exigen el
embargo y la redistribución de las tierras de la Corona y de los grandes hacendados. En
estos “cuadernos de la revolución rusa” (Marc Ferro) se expresa con fuerza el ideal
campesino ancestral del “reparto negro”, en función de las “bocas que alimentar”. Ya
que la tierra es un “don de Dios”, no debe pertenecer a nadie. Cada familia campesina
debe tener el usufructo “en la medida en que puedan beneficiarse, sin la ayuda de
asalariados”. Según esta lógica, “no se dejará al gran propietario más que una parte que
pueda cultivar él mismo, con su familia”. Para dar vida a este ideal de igualdad, los
campesinos se organizan, establecen comités agrarios, tanto en el pueblo como en el
cantón. Hasta principios del verano de 1917, estos comités dan aún confianza al
gobierno provisional y al soviet de Petrogrado para resolver rápidamente el problema
agrario. “La tierra por la Constituyente”, ésta es, sobre esta cuestión capital, la política
del gobierno: solo la asamblea constituyente, elegida por sufragio universal, estará
habilitada para legislar sobre la cuestión agraria. Cualquier embargo ilegal de las tierras
será sancionado. Entre un campesinado cada vez más impaciente y un gobierno
preocupado por evitar la anarquía y por prevenir los levantamientos, la desconfianza se
instala poco a poco.
Para el gobierno provisional, la cuestión más urgente es la guerra. Los liberales en el
poder consideran que solo una victoria de Rusia al lado de los Aliados conseguiría
amarrar sólidamente el nuevo régimen a las democracias occidentales y consolidar la
cohesión de una sociedad en revolución. También, desde el 4 de marzo de 1917,
Miliukov dirige una nota a los Aliados en la que anuncia la determinación del nuevo
gobierno ruso de continuar la guerra hasta la victoria y la anexión de Constantinopla.
Sobre la cuestión crucial de las finalidades de la guerra, el soviet de Petrogrado adopta
una posición diferente a la del gobierno. En su Llamamiento a los pueblos del mundo
entero (14 de marzo de 1917), el soviet de Petrogrado se pronuncia por una “paz sin
anexiones ni contribuciones”. Predica la “defensa revolucionaria”, que se esfuerza en
conciliar la “lucha de los pueblos contra las ambiciones anexionistas de sus gobiernos”
y el “mantenimiento de una política defensiva que preserve la combatividad del
ejército”. El único de todos los dirigentes políticos, Lenin, contra la misma opinión de
la mayoría de los bolcheviques, predice el fracaso de la defensa revolucionaria y predice
una ruptura inmediata entre el soviet y el gobierno provisional. Decidido, cueste lo que
cueste, a entrar en Rusia y ayudado por el gobierno alemán, que cuenta con la fuerza de
la desestabilización del discursos leninista ante una opinión pública rusa que duda de la
oportunidad de continuar la guerra, Lenin abandona Zurich el 28 de marzo de 1917,
atraviesa Alemania en un vagón que beneficia del estatuto de extraterritorial, llega a
Suecia y, el 3 de abril, a Petrogrado. Allí presenta (4 de abril de 1917) sus famosas
Tesis de abril, un vasto programa contra la continuación de la guerra, contra el gobierno
provisional y contra la república parlamentaria. Lenin predica la nacionalización de las
tierras, el control obrero y el paso de “todo el poder a los soviets”. Estas tesis radicales
suscitan incomprensión y oposición dentro del propio partido bolchevique, que se
encuentra muy dividido entre una base (marineros de Kronstadt, guardas rojos de los
barrios obreros de Petrogrado) impaciente, incluso aventurera , y sus dirigentes
(Zinóviev, Kámenev, hostiles a todo aventurerismo).
53
Algunos días tras la vuelta de Lenin a Rusia, las posiciones divergentes del soviet de
Petrogrado, dominado por los socialistas revolucionarios y los mencheviques, y del
gobierno provisional, con mayoría constitucional-demócrata, desemboca en una crisis
política (“crisis de abril”). El 18 de abril de 1917, Pavel Milioukov dirige una nota a
los Aliados reafirmando que Rusia combatirá “hasta la victoria final”. La posición del
soviet, por una "paz sin anexiones ni contribuciones", ni siquiera se menciona. La calle
se moviliza, exigiendo la dimisión de Miliukov. Imponentes manifestaciones donde,
por primera vez, figuran consignas bolcheviques (“¡Todo el poder a los soviet!”)
obligan a Miliukov y Alexandr Guchkov, el Ministro de la Guerra, a dimitir. Ante esta
situación de crisis, el soviet de Petrogrado anuncia su adhesión a un gobierno de
coalición, que unirá a los liberales (constitucionales-demócratas) y a los socialistas
moderados (socialistas revolucionarios y mencheviques). Esta participación no está
exento de segundas intenciones: los liberales esperan mantener a los socialistas
moderados con su participación en las responsabilidades gubernamentales y en el
mando de la guerra, utilizando su influencia conciliadora en las masas; los socialistas
esperan obtener reformas y el cese de la guerra, frustrando los proyectos
contrarrevolucionarios. La entrada de seis ministros socialistas, dirigentes del soviet de
Petrogrado (como Tseretelli y Chernov) en el segundo gobierno provisional,
laboriosamente constituido el 5 de mayo de 1917, modifica profundamente las cartas
políticas y pone en tela de juicio el propio principio de doble poder. De ahora en
adelante, las líneas de división ya no pasan entre el soviet y el gobierno. Convertidos en
los gestores del Estado burgués, los socialistas moderados dejan la iniciativa del
conflicto a los bolcheviques en momento en que las tensiones sociales se exacerban.
El segundo gobierno provisional (mayo-julio 1917)
La cuestión de la paz o de la guerra constituye el centro de las preocupaciones del
gobierno de coalición. El principal teórico de la defensa revolucionaria, el menchevique
Tseretelli elabora un plan de paz en dos fases: intervención ante los gobiernos de los
países beligerantes para reunirles en una fórmula de una paz sin anexiones;
organización, en Estocolmo, de una conferencia de todos los partidos socialistas
europeos para convencerles de que impongan un plan de paz general a sus gobiernos
respectivos. Este ambicioso y utópico proyecto fracasa desde el mes de junio de 1917.
Tras haber fracasado en el frente de la paz, el gobierno de coalición apenas tiene éxito
en el de la guerra. A pesar de la elocuencia legendaria del nuevo Ministro de la Guerra,
Alexandr Kerenski, que da un giro memorable en el frente con la esperanza de
remontar la moral de las tropas, la gran ofensiva rusa del 18 de junio de 1917, esperada
con impaciencia por los Aliados desde principios del año, se hunde una semana más
tarde, tras efímeros éxitos iniciales, por falta de material y de municiones. El 2 de julio,
los Imperios centrales lanzan una contraofensiva victoriosa, que hace retroceder al
frente ruso de cien a doscientos kilómetros. Por detrás, las tensiones sociales se hacen
más vivas. En las ciudades, los patrones deniegan a los comités obreros, cada vez más
decididos, el control obrero que exigen, y responden a las huelgas con el cierre patronal.
En el campo, los comités agrarios endurecen su actitud, se apoderan del material agrario
y del ganado de los hacendados, se apropian de las tierras no explotadas y devalúan de
nuevo la autoridad de los contratos de arrendamiento. Paralelamente a estas acciones
concertadas, se multiplican los actos individuales de violación de la legalidad. Para
evitar la anarquía, el gobierno se ve obligado a enviar tropas para reestablecer el orden.
54
Para acelerar el reglamento del asunto de la tierra, convoca la primera sesión del Comité
Agrario Nacional.
Al mismo tiempo, los movimientos de las poblaciones alógenas se incrementan. Los
musulmanes celebran su primer congreso “panmusulmán” en Kazán (1 de mayo de
1917); los ucranianos asignan un “secretariado general”, forman regímenes nacionales y
evolucionan hacia el separatismo. En esta efervescencia, este aumento de poderes
autoproclamados o democráticamente elegidos, los bolcheviques, al margen de todos
los partidos de gobierno, avivan todas las formas de oposición al orden establecido. Los
bolcheviques, siempre minoritarios en los sindicatos y los soviets, ampliamente
dominados por los socialistas moderados, adquieren, por primera vez, la mayoría, a
finales de mayo de 1917, en la conferencia de los comités de fábrica de Petrogrado,
donde se defienden de la idea del control obrero. La manifestación del 18 de junio de
1917, organizada por el soviet de Petrogrado para apoyar su política, revela el
crecimiento del poder de los bolcheviques en la capital. Salpicado de violentos
incidentes entre socialistas moderados y bolcheviques, consume la escisión de los
revolucionarios rusos. El problema de la continuación de la guerra constituye, como en
abril, el catalizador de las jornadas de 3 y 4 de julio. El 3 de julio, varios regimientos
de la guarnición, alcanzados por la propaganda bolchevique y temiendo que sean
enviados al frente, deciden pasar a la acción y "dar todo el poder al soviet". Mientras
que los líderes socialistas moderados del soviet de Petrogrado intentan calmar los
ardores de la multitud que rodea al palacio de Taurida, los dirigentes bolcheviques
también se encuentran desbordados y divididos (Kámenev y Zinóviev ensalzan la
moderación, Lenin, Stalin y Chliapnikov tienen la tentación de forzar el destino).
Durante toda la jornada del 4 de julio, los manifestantes, que nadie encuadra, solicitan
en vano al soviet que tome el poder. Por la tarde, el gobierno provisional recurre a
tropas seguras para dispersar, por la fuerza, las manifestaciones. Acusado de haber
fomentado un golpe de Estado, se prohíbe el partido bolchevique y sus dirigentes son
arrestados. Lenin, calificado de “agente del Káiser”, consigue huir a Finlandia. Esta
huida acredita su culpabilidad. El partido bolchevique parece decapitado. Al final de
este episodio, el príncipe Lvov encarga a Kerenski que organice el gobierno. Tras una
larga crisis ministerial (6-23 de julio), Kerenski (que retiene la cartera de la Guerra)
forma un gobierno de salvación revolucionaria, donde constitucionales-demócratas,
enormemente desilusionados, y socialistas moderados cohabitan más o menos bien.
La crisis de verano de 1917
Durante el verano de 1917, el “país real” se hunde poco a poco en la anarquía: la
economía, sin respiración tras tres años de guerra, está casi paralizada; las
consecuencias de esta quiebra económica – paro, inflación, problemas de
abastecimiento – hacen fuerza en un clima social cada vez más tenso en las ciudades. En
el campo, las sublevaciones se multiplican. En cuanto al ejército, se disgrega
rápidamente, bajo el efecto de los motines y de las deserciones. Ante esta situación, la
tentación de encontrar, en un medio de patronato y en el estado mayor, un hombre
fuerte que restablezca el orden en el país, es grande. Desde las jornadas de julio, el
clima político ha evolucionado considerablemente. En lo sucesivo, los grupos de
presión conservadores – l a Sociedad por el Reconocimiento Económico de Rusia, la
Unión de Grandes Propietarios, l a Unión de Oficiales del Ejército y de la Flotaocupan el primer lugar en las calles del poder. Un poder dividido, donde profundas
rivalidades enfrentan a civiles y militares que aspiraban a la dictadura, mientras que los
55
pilares sobre los que reposa el Estado – la justicia, el ejército, la administración- se
agitan bajo los golpes de una revolución multiforme que está en marcha. Resuelto a ser
el Bonaparte de la revolución rusa y a erradicar el "jacobinismo bolchevique",
Alexandre Kerenski toma una serie de medidas autoritarias: restauración de la pena de
muerte en el frente, limitación de los derechos de los comités de soldados y envío de
tropas para reprimir las revueltas agrarias. Frente a Kerenski, comprometido a los ojos
de los conservadores por sus relaciones con el soviet de Petrogrado y por su pasado
revolucionario, incluso moderado, de alto mando, los medios patronales y los Aliados,
cada vez más inquietos por ver a Rusia hundirse en la anarquía, cuentan con el general
Lavr Kornilov, comandante general de los ejércitos. La rivalidad entre Kerenski y
Kornilov, ambos pretendientes a la función de restaurador del orden, estalla en pleno
día en la conferencia consultativa de Estado que reune en Moscú, del 12 al 20 de agosto
de 1917, a representantes del patronato, del sindicatos, de grupos profesionales, de
oficiales, de Iglesias y de partidos políticos (con la excepción de los bolcheviques).
Durante esta conferencia que pretende restaurar la autoridad del Estado y de los grupos
constituidos ante los soviets y otros innumerables comités (de fábrica, de barrio, de
mujeres, de salvación pública, etc.) que surgieron de la base durante los acontecimientos
revolucionarios, Kornilov se adelanta a Kerenski presentando un programa radical: la
disolución de todos los comités revolucionarios, el final de toda intervención del Estado
en los ámbitos económico y social, la militarización de los ferrocarriles y de las fábricas
de armamento, el restablecimiento de la anterior pena de muerte... Apoyado por el
cuerpo de oficiales y por los conservadores, Kornilov exige, el 26 de agosto, una
revisión ministerial. Mientras que los ministros constitucionales-demócratas dimiten,
Kerenski destituye al generalísimo Kornilov de sus funciones. Pero éste, que ya había
fijado el 27 de agosto la fecha de su golpe de Estado, hizo que sus tropas se adentraran
en Petrogrado. En la prueba de fuerza que se inicia, los bolcheviques manifiestan su
"solidaridad revolucionaria" con el gobierno. Denunciando este intento de golpe de
Estado, y aprovechando su experiencia en la clandestinidad, contribuyen detener la
avanzada del generalísimo gracias a su penetración entre los ferroviarios y los comités
de soldados. El partido bolchevique, con sus dirigentes liberados, hace una entrada
espectacular en la escena política. La sublevación armada en Petrogrado, con la que
contaba Kornilov, no tuvo lugar. En cuarenta y ocho horas, el golpe de Estado fue
aniquilado y el general Kornilov detenido. En el plano político, la derrota del golpe de
Estado invierte radicalmente la situación. Los constitucionales-demócratas, q u e
apoyaron abiertamente a Kornilov, son desacreditados. Los bolcheviques aparecen
como los que han salvado la situación. En cuanto a Kerenski, aparentemente vencedor
del enfrentamiento entre civiles y militares, en realidad se desestabiliza. En efecto, ya
no puede contar ni con el alto mando, ni en los relevos tradicionales de un poder de
Estado en decadencia.
Mientras que los militares y civiles se enfrentan por el control de la cima del Estado, el
país se hunde en el caos. El ejército se descompone. Mientras que los alemanes
acentúan su presión (Riga cae el 21 de agosto), las sublevaciones y deserciones
aumentan. Centenas de oficiales, sospechosos de ser contrarrevolucionarios, son
arrestados por sus soldados. En septiembre, el número de desertores alcanza los varios
miles, incluso decenas de miles diarios. Los rumores de división de las tierras aceleran
la desbandada de los campesinos-soldados. Con el acercamiento de la siembra de otoño,
los disturbios en el campo, avivados por el regreso a los pueblos de los desertores
armados, se vuelven cada vez más violentos. Los comités agrarios, dominados por los
notables y la intelligentsia rural, están desbordados por una base cada vez más
56
impaciente por proceder al "reparto negro". A partir de finales de agosto, los
campesinos salen al asalto de las propiedades señoriales, que son sistemáticamente
saqueadas y quemadas, para expulsar “de una vez por todas” al hacendado deshonrado.
En prioridad dirigida contra las grandes propietarios, masacrados cuando se encuentran
en los lugares, la violencia campesina se desencadena también contra los kulaks
(campesinos acomodados) que habían abandonado la comuna campesina gracias a las
reformas de Stolypin para instalarse en una parte concentrada, en plena y entera
propiedad. Los kulaks deben hacer la retrocesión al fondo común de las tierras que la
asamblea campesina juzgue en demasía respecto a la norma igualitaria, calculada en
función de las bocas que alimentar. La inmensa sublevación campesina que alcanza en
otoño de 1917 a Ucrania y a las provincias de Tambov, Vorónezh, Saratov, Tula, Orel y
Riazán, provincias en las que el “hambre de tierra” es más fuerte, aparece como
resultado de un gran ciclo de revueltas que se iniciaron a principios del siglo. Esta
revolución campesina, que sigue, tanto en el tiempo como en el desarrollo, su propio
camino, autónomo, más cercano al partido populista que al bolchevique, desestabiliza
profundamente a un poder político ya debilitado, que ya no dispone ni de ejército ni de
policía para asegurar la protección de los bienes y de las personas.
En las ciudades, el clima social se endurece. La economía se hunde, los precios suben y
el paro afecta a casi uno de cada dos obreros. Para el mundo del trabajo, la salvación
únicamente puede provenir del control obrero, de la nacionalización de las empresas y
de la transición del poder a los soviets. ¿La innegable radicalización de las masas
populares, urbanas y rurales significa su bolchevización? No necesariamente. Todos los
descontentos no se adhieren al partido bolchevique, que, aunque en gran crecimiento, ya
no cuenta más que con 150.000 miembros en octubre de 1917 (24.000 en febrero). No
obstante, en el vacío institucional de otoño de 1917, donde toda autoridad estatal había
desaparecido, cediendo el paso a una multitud de comités y de soviets, basta con que un
núcleo bien organizado actúe con determinación para ejercer en seguida una autoridad
desproporcionada a su fuerza real.
Octubre de 1917: ¿revolución o golpe de Estado?
Durante casi ochenta años, la toma de poder por los bolcheviques, el 25 de octubre de
1917, es objeto de interpretaciones radicalmente diferentes. Para una escuela de
historiadores, que podemos calificar de “liberal” (Richard Pipes, Martin Malia), los
acontecimientos de octubre de 1917 no fueron más que un golpe de Estado perpetrado
por un grupúsculo minoritario, resultado de una hábil conspiración tramada en favor de
los desórdenes sociales por un puñado de fanáticos desprovistos de todo fundamento
real en el país. Opuestamente, la historiografía soviética intentó demostrar que la “gran
revolución socialista de octubre” fue el resultado lógico, ineluctable, de un itinerario
liberador propuesto por las masas unidas conscientemente al partido bolchevique, el
motor de la Historia. Rechazando estas dos vulgatas, una tercera corriente
historiográfica intentó explicar, como escribió, en 1977, su pionero Marc Ferro, que la
“insurrección de octubre había podido ser, a la vez, un movimiento de masa en el que
solo un pequeño número había participado”. La toma de poder por los bolcheviques,
minuciosamente preparada según el arte más consumado de la insurrección, fue posible
gracias a que una vasta revolución social, multiforme (en el ejército, en los medios
obreros, en los campos, entre las nacionalidades), había trastornado, durante varios
meses, las instituciones tradicionales, y minado los propios fundamentos del Estado. En
un breve, pero decisivo, instante, la acción de los bolcheviques, minoría política que
57
actuaba en un ambiente de vacío institucional, fue en el sentido de las aspiraciones del
mayor número: la tierra, la paz, el control obrero, todo el poder a los soviets, la
emancipación de las nacionalidades. Momentáneamente, confluyeron un golpe de
Estado político y una revolución social, antes de divergir, abriendo camino a un
enfrentamiento entre la sociedad y el nuevo régimen, y, a plazo, a décadas de dictadura
política. En la preparación de la toma de poder, el pape l d e Lenin aparece como
decisivo. Desde mediados de septiembre, desde su exilio finlandés, Lenin redacta, a la
dirección del comité central bolchevique, una carta tras otra ("Los bolcheviques deben
tomar el poder", "Marxismo e insurrección") condenando la legalidad revolucionaria de
los dirigentes bolcheviques, que, al ejemplo de Kámenev y de Zinóviev, escaldados por
la amarga experiencia de las jornadas de julio, predican la prudencia y condenan todo
tipo de aventurerismo. Para Zinóviev y Kámenev, no es necesario apresurar los
acontecimientos: los soviets de las grandes ciudades se “bolchevizan” rápidamente
(Trotski fue elegido, el 9 de septiembre, a la cabeza del comité ejecutivo del soviet de
Petrogrado); el II Congreso Pan ruso de soviets, convocado para el 20 de octubre de
1917, tendría, sin duda alguna, una mayoría bolchevique y socialista-revolucionaria
hostil al gobierno provisional y favorable a la cesión de todo el poder a los soviets.
Frente a la espera de una parte de los dirigentes bolcheviques, Lenin desea, cueste lo
que cueste, forzar la marcha de la Historia (Sería ingenuo esperar una mayoría formal
[…] a favor de los bolcheviques. Ninguna revolución espera esto [...] La Historia no
nos perdonará si no tomamos ahora el poder…). Si el paso del poder se llevara a cabo
tras un voto del II Congreso de Soviets, constata Lenin, el gobierno que resultaría sería
necesariamente un gobierno de coalición, agrupando todas las fuerzas revolucionarias.
Los bolcheviques deberían compartir el poder con las otras formaciones socialistas,
ampliamente mayoritarias en el conjunto del país: mencheviques y, sobre todo,
socialistas-revolucionarios, bien establecidos en los campos y en los ejércitos.
Asimismo, para Lenin, es indispensable que los bolcheviques conquistaran solos el
poder al final de una insurrección militar, antes de la convocatoria del congreso de los
soviets.
Al principio de octubre, Lenin vuelve de manera clandestina a Petrogrado. El 10 de
octubre, tras diez horas de discusión, consigue convencer a la mayoría de los miembros
del comité central de la necesidad de una insurrección armada, cuyo principio fue
aprobado con diez votos a dos, los de Zinóviev y Kámenev. Sin embargo, no se tomó
ninguna medida práctica antes del 16 de octubre, fecha en la que se reúne un comité
central ampliado, que vota un texto llamando a la insurrección. Este mismo día,
actuando como presidente del soviet de Petrogrado, Trotski pone en pie un Comité
militar revolucionario de Petrogrado, infiltrado por los bolcheviques. Bajo el soviet,
que es el órgano más popular de las masas, que aspiran al poder de los soviets, los
bolcheviques dirigieron su golpe de Estado. El escenario está listo y la insurrección
inminente. El secreto ni siquiera se mantiene: en efecto, inmediatamente después de la
reunión del 16 de octubre, Zinóviev y Kámenev hicieron pública su posición en el
diario dirigido por Máximo Gorki, la Nueva Vida. Frente a los preparativos, Kerenski,
mal informado por el alto mando sobre el estado y la moral de las tropas, subestima la
amenaza bolchevique. Lejos de temer el golpe de Estado que se prepara, lo desea,
persuadido de que podrá aniquilar sin dificultades de una vez por todas a los
bolcheviques. La prueba de fuerza inicia el 22 de octubre, cuando la guarnición de
Petrogrado se une al Comité militar revolucionario de Petrogrado. Privado de las
tropas, Kerenski no puede respaldarse más que en los alumnos oficiales para resistir a
la insurrección que estalla el 24 por la tarde, cuando los destacamentos del Comité
58
Militar Revolucionario de Petrogrado – algunos miles de guardas rojos, marineros de
Kronstadt y soldados – aseguran, sin encontrar resistencia, el control de los puntos
estratégicos de la capital. Mientras que Kerenski abandona Petrogrado en busca de
refuerzos, Lenin anuncia, el 25 de octubre, a las 9:45 horas de la mañana, que el
gobierno provisional ha sido destituido y que la autoridad gubernamental ha pasado a
las manos del órgano del soviet de los diputados obreros y soldados de Petrogrado, el
Comité Militar Revolucionario. Por la noche, mientras que los insurgentes se apoderan
del Palacio de Invierno, donde se retiraron los ministros, tras haber superado sin
dificultad la resistencia de los cadetes y del batallón femenino, que constituyen la única
e irrisoria defensa de un gobierno impotente, se abre el II Congreso Panruso de los
Soviets. Tras condenar la conspiración militar organizada a espaldas de los soviets,
mencheviques y socialistas-revolucionarios abandonan la sala. Los bolcheviques, que se
quedaron en número al lado de sus únicos aliados, el pequeño grupo de socialistasrevolucionarios de izquierda, ratifican su golpe de fuerza por el congreso, que vota un
texto redactado por Lenin, atribuyendo todo el poder a los soviets. Esta resolución
formal permite a los bolcheviques acreditar una ficción que abusará de las generaciones
de ingenuos: gobiernan en nombre del pueblo en el país de los soviets.
Antes de separarse, el II Congreso de Soviets ratifica la constitución de un gobierno
exclusivamente bolchevique, el Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin,
y aprueba los decretos sobre la paz y la guerra. Mucho antes de 1917, Lenin había
juzgado indisociable la toma de poder por parte de los bolcheviques, el final de la
“guerra imperialista” y su transformación en una guerra civil, y el despliegue de una
revolución proletaria en Europa. Asimismo, el “Decreto sobre la paz” aparece como un
acto fundador. Situándose deliberadamente fuera de las normas de la diplomacia
tradicional, demuestra la voluntad de Lenin de trastornar el orden internacional, en la
perspectiva utópica de una revolución mundial: en efecto, se dirige, no a los Estados,
sino a los "pueblos agotados" llamados a que “inicien sin demora las negociaciones
para una justa paz democrática [...] sin anexiones ni contribuciones”. Fundada en la
utopía de una revolución inminente a medida de toda Europa y en primer lugar
Alemania, país donde el proletariado era el más "avanzado", la apuesta bolchevique de
una paz general se perdió rápidamente. En unas semanas, los bolcheviques deben
rendirse a la evidencia: la salida del gran conflicto mundial, etapa obligada para
salvaguardar el régimen, pasa por el humillante tratado que Rusia nunca firmó: el
Tratado de Brest-Litovsk (3 de marzo de 1918), que ratifica la pérdida de los territorios
más ricos del antiguo imperio zarista, productores, antes de la guerra, de una tercera
parte del acero y del trigo rusos.
El segundo texto importante adoptado por los bolcheviques: el Decreto sobre la Tierra,
que preveía la abolición, sin indemnización, de la propiedad privada y la puesta a
disposición de las tierras a los comités locales. Este texto capital, en realidad, no hacía
más que legitimar lo que numerosos comités se habían propuesto desde el verano de
1917. A ceptando la redistribución de las tierras, el “reparto negro”, tomándolo del
programa agrario de los socialistas-revolucionarios, los bolcheviques, que habían sido
siempre partidarios de una nacionalización de las tierras y de la instauración de formas
colectivas de explotación, afirmaban momentáneamente el apoyo de la inmensa mayoría
del campesinado. Pero este apoyo se fundaba en un grave malentendido: para Lenin, los
campesinos eran ante todo “pequeños propietarios” reclinados a repartir su producción
en las ciudades hambrientas, únicos bastiones del bolchevismo en el océano campesino
de Rusia. Desde primavera de 1918, las relaciones entre el nuevo poder y el
59
campesinado se degradaron. Para las “masas en revolución" desde principios del año
1917, como para los dirigentes bolcheviques que se habían apoderado del poder según
la máxima napoleónica Nos alistamos...y posteriormente veremos, octubre de 1917 no
era más que una etapa, más que un detonador que un fin en sí, en la perspectiva de la
revolución europea, incluso mundial. Pero también, con el retroceso de la historia, un
gran hito en un gran círculo de crisis, abierto en 1914, y que no se cerró, en el antiguo
imperio zarista convertido en la U.R.S.S, únicamente en 1922, al final de ocho años de
guerra, de revolución y de guerras civiles, de terror y de hambre, de luchas de clases y
de comunismo de guerra.
60
CAPITULO VI
LA RUSIA DE LENIN (1917 A 1929)
De Rusia a la U.R.S.S. Los difíciles primeros años del régimen (finales 1917-1921)
Desde el principio de 1990, la desaparición de la U.R.S.S, el acceso a los orígenes
históricos y la liberación de la memoria han abierto una nueva etapa que permite
comprender mejor el pasado reciente, pero aún muy desconocido, de uno de los países
que más ha marcado la historia d e l siglo XX. Raramente se han compartido tanto
ilusiones como errores de juicio. El acceso cerrado a los documentos, la fuerte carga
política, ideológica y emocional que representó, durante la mayor parte del siglo XX, un
país que se presentaba como radicalmente diferente, alteraron el reloj de la historia,
sometidos kremlinólogos y sovietólogos con temibles tentaciones, entre la búsqueda de
los “secretos del Kremlin” y la de un modelo teórico que permitiría encontrar una
coherencia global al “sistema soviético”. Los acercamientos globales de unos y otros, a
menudo, han sufrido la abstracción. Partiendo de la idea de un Estado todopoderoso que
ejercía un control absoluto en la sociedad atomizada, docilitada tras un adoctrinamiento
masivo, el modelo totalitario descuidó numerosos componentes de la realidad histórica
de lo que, con toda razón, podría llamarse el "periodo soviético de la historia rusa": el
tejido social, la cultura y las contraculturas que modelan, a menudo, más que los
dogmas oficiales, las relaciones entre la sociedad y el Estado, los espacios de autonomía
social y demográfica, más numerosos que lo que a menudo se escribió. Lejos de haber
sido un sistema estereotipado, resultado del proceso histórico controlado por un partidoEstado omnipotente, el “sistema soviético” evolucionó, pasando de un sistema
totalitario bajo Stalin a un sistema que se podría calificar de autoritario durante tres
décadas de “salida del totalitarismo” (mediados de años 50- mediados de los años 80)
que precedieron la implosión de la U.R.S.S. Se impone entonces la problemática del
“cambio de modelo” que solamente permite conceptuar un avance histórico dinámico,
rico en virajes, en giros, en debates, en alternativas y en evoluciones. La nueva situación
creada por la desaparición de la U.R.S.S y la apertura de una parte de sus archivos
debería permitir, sin por lo tanto vulgarizar el transcurso extraordinariamente trágico,
paroxístico, del periodo soviético de la historia de Rusia, para comprender mejor la
evolución de un sistema menos monolítica de lo que se ha presentado generalmente,
pero incapaz de reformarse en profundidad sin perder su especificidad.
El establecimiento de la dictadura bolchevique
Una vez hayamos tomado el poder, ya no lo soltaremos, había anunciado Lenin. Desde
finales de octubre de 1917, los bolcheviques, que acabar de tomar el poder, el 25, tras
un golpe de Estado, toman un cierto número de medidas autoritarias: cierres de los
periódicos “burgueses”, control de la radio y del telégrafo, detención de personalidades
de los partidos de la oposición, tanto “burgueses” como socialistas. El 28 de
noviembre, los miembros del Partido Constitucional-Demócrata son proscritos como
enemigos del pueblo, una noción inédita y cargada de consecuencias. El 7 de diciembre
se creó la Checa ( Comisión extraordinaria panrusa de lucha contra la
contrarrevolución, la especulación y el sabotaje), la verdadera policía política del
nuevo régimen, antecesor de la KGB. El 19 de enero de 1918, el gobierno bolchevique
61
disuelve la Asamblea Constituyente, reunida el día anterior. Las elecciones de la
Constituyente, previstas desde primavera de 1917, dieron la mayoría a los socialistasrevolucionarios (más del 40 % de los sufragios manifestados, frente al 22 % de los
bolcheviques). Para Lenin, el sufragio universal, origen de “mayorías formales”, debe
inclinarse ante el “derecho supremo” – el éxito de la revolución, encarnada por los
bolcheviques y legitimada por el avance de la historia.
Tras haber disuelto la asamblea, el gobierno restringe las prerrogativas del Congreso de
los soviets, reduce la autonomía de todas las instituciones surgidas durante el transcurso
de las revoluciones de 1917 – soviets, comités de fábrica, sindicatos, guardas rojos,
comités de barrio – que habían participado a la vez en la destrucción de las instituciones
tradicionales y luchado por la afirmación y la extensión de su propia competencia. La
primera de las reivindicaciones obreras, el "control obrero" de los trabajadores sobre la
gestión de las empresas se separó rápidamente en beneficio del control del Estado
llamado “obrero”, sobre las empresas. Una incomprensión mutua se instala entre los
obreros, obsesionados por el paro, la degradación continua de su poder de compra, el
hambre, y un gobierno que desea, preocupado por la eficacia económica, fijar los límites
de la autogestión y proceder a las primeras nacionalizaciones. Desde el mes de
diciembre de 1917, el nuevo régimen debe hacer frente a una ola de reivindicaciones
salariales y de huelgas políticas, llevadas por la oposición socialista (mencheviques y
socialistas-revolucionarios) que protesta contra la influencia total de los bolcheviques
sobre el poder. En unas semanas, los bolcheviques pierden lo esencial del capital de
confianza que habían acumulado, en una parte del mundo obrero, durante el año 1917.
De la guerra imperialista a la guerra civil
La conclusión de la paz es una prioridad para los bolcheviques. Sin paz, el propio futuro
de la revolución rusa y de la revolución mundial se ve amenazado. El 15 de diciembre
de 1917, se concluyó un armisticio con las Potencias centrales, pero el Tratado de
Brest-Litovsk no se firmó hasta el 3 de marzo de 1918, tras los tratos dramáticos para
los dirigentes bolcheviques profundamente divididos en cuanto a la táctica a llevar
frente a las crecientes exigencias de los imperios centrales. La mayoría está a favor del
seguimiento de una “guerra revolucionaria”. León Trotski, entonces comisario del
pueblo en Asuntos Exteriores, propone prolongar, de manera indefinida, l a s
negociaciones hasta el punto de ruptura, y luego anunciar que Rusia se retira de la
guerra, pero no firmar la paz. Frente a esta posición utópica, Lenin preconiza la
aceptación – tan dura como fue - de las condiciones del adversario: en el contexto
caótico de una Europa en guerra en vísperas de una revolución mundial, cualquier
tratado corre el riesgo de ser pronto caduco. El 23 de febrero de 1918, después de que
los ejércitos alemanes avanzaran 400 kilómetros en cinco días, Lenin consigue, con una
pequeña mayoría, imponer su punto de vista. El Tratado de Brest-Litovsk marca la
pérdida, respecto a 1914, de 800.000 kilómetros cuadrados: Rusia pierde Ucrania y
Finlandia, que se convierten en independientes, los países Bálticos y una parte de
Bielorrusia que son ocupados por Ejército Alemán, Kars, Batum y Ardahán, cedidos a
Turquía. Estos territorios perdidos representan el 32 % de la producción agrícola del
país, el 23 % de la producción industrial y el 75 % del carbón y del hierro. Ceder el
espacio para ganar tiempo – esta es, para Lenin, la razón de ser de este dictado. Pero la
tregua es de corta duración. A la guerra imperialista le sucede la guerra civil.
Cualquiera que reconoce la guerra de clases debe reconocer la guerra civil, había
62
escrito Lenin en septiembre de 1916. La guerra civil representa en toda sociedad la
continuación, el desarrollo y la acentuación naturales de la guerra de clases.
Contrariamente a la vulgata, la guerra civil no se impuso a los bolcheviques. La
aceptaron como una “continuación natural” de la revolución. La guerra civil rusa,
enfrentamiento multiforme, fenómeno complejo que ponía en juego los intereses
políticos, nacionales, sociales, provocó una regresión social, demográfica y económica
sin precedente, una brutalidad duradera de las relaciones entre el Estado y la sociedad,
una transformación del bolcheviquismo teorizante e intelectual de los años
prerrevolucionarios en una ideología de "modernización" de un tipo muy particular.
Esta guerra civil no se reducirá, como lo ha sido durante mucho tiempo, a una lucha
entre “Rojos” (bolcheviques) y “Blancos” (zaristas). Aparece como una mezcla
inextricable de enfrentamientos, que durarán cuatro años, entre frentes inestables. Una
primera categoría de enfrentamientos opone a gobiernos competidores, que disponían de
una fuerza armada regular y de un aparato estatal. A este tipo de enfrentamientos
“institucionalizados” corresponden los conflictos entre el régimen bolchevique y las
decenas de gobiernos antibolcheviques efímeros que aparecen, en diversas regiones del
antiguo Imperio Ruso, en 1918-1919. El año 1918 está marcado por enfrentamientos de
poca envergadura, periféricos y siempre localizados, entre el régimen bolchevique y las
fuerzas de la oposición divididas (gobierno cosaco del Don del atamán Alejo Kaledin,
el Ejército de voluntarios, embrión del futuro Ejército Blanco, Comité de Constituyentes
de Samara, de obediencia socialista-revolucionaria). 1919 es el año de las grandes
campañas militares entre ejércitos blancos, de ahora en adelante numerosos (varias
centenas de miles de hombres), apoyados por los antiguos aliados de Rusia (franceses e
ingleses y un Ejército Rojo reorganizada en base al servicio militar obligatorio). Los
Blancos lanzan tres grandes ofensivas, mal coordinadas, contra los bolcheviques que
poseen, en el centro de Rusia, un territorio reducido a la Moscovia histórica. En marzo
de 1919, el almirante Kolchak organiza, desde sus bases de los Urales, una ofensiva en
dirección al Volga. Tras los éxitos iniciales, se ve obligado a luchar en retirada, por no
haber sabido coordinar sus movimientos con los del ejército del general Denikin, que
marchó del Don hacia Ucrania y Rusia central. La ofensiva de Denikin, lanzada en
mayo de 1919, apoyada al noroeste por la del general Yudenich, dirigida contra
Petrogrado, llega, en septiembre, a menos de cuatrocientos kilómetros de Moscú. No
obstante, en octubre, una potente contraofensiva del Ejército Rojo hace retroceder a las
tropas blancas hasta Crimea, donde Denikin cede el mando de los restos del ejército al
barón Wrangel que continúa una resistencia sin esperanza hasta noviembre de 1920.
El segundo componente de la guerra civil es la dimensión nacional. La revolución de
octubre de 1917 liberó las tendencias centrífugas. El Decreto sobre las nacionalidades
(15 de noviembre de 1917) reconoce la igualdad y la soberanía de los pueblos, el
derecho de autodeterminación, a la federación y a la secesión. Estimula las aspiraciones
a la autonomía y a la independencia que ya se habían manifestado con fuerza durante el
año 1917. En unos meses, polacos, finlandeses, bálticos, ucranianos, georgianos,
armenios y azerbaijanos proclaman su independencia. Los bolcheviques, rápidamente
desbordados, deben dar marcha atrás, para no perder lo esencial de su fundamento
territorial y no ver su poder reducido a la única Rusia. La guerra civil es también una
guerra de reconquista, por el centro ruso y bolchevique, de las periferias del antiguo
Imperio zarista y de las nacionalidades que se habían emancipado desde 1917. Esta
guerra de reconquista no finalizó hasta 1921 para el Cáucaso, en 1922-1923 para Asia
central.
63
El tercer componente de la guerra civil es la del “frente interior”: los conflictos entre las
autoridades, ya sean blancas o rojas, y todos los que se oponían a las medidas
autoritarias (requisa, conscripción, suspensión de las libertades fundamentales) tomadas
e n c a d a bando. Millones de campesinos, desertores e insumisos, los “Verdes”,
desempeñan un papel a menudo decisivo en la avanzada o la derrota de uno u otro
bando. En el verano de 1919, las deserciones y las revueltas campesinas contra la
conscripción en el Ejército Rojo y en los destacamentos del “Ejército de Requisa”
bolchevique favorecen el avance de las fuerzas de Denikin. Al contrario, varios meses
más tarde, el levantamiento de los campesinos siberianos exasperados por el
restablecimiento de los derechos de los hacendados en los territorios controlados por los
Blancos transforma la retirada del almirante Kolchak en derrota. En Ucrania se
desarrolla, bajo la dirección del anarquista Néstor Majno, un auténtico movimiento
campesino que combate tanto contra los Blancos como los Rojos. En la provincia de
Tambov, los partidarios campesinos de Alexandr Antonov mantienen las campañas
durante dos años. La guerra civil rusa es también una inmensa sublevación campesina,
iniciada en el verano de 1917, con la apropiación por la violencia de tierras de grandes
propietarios, una guerra de campañas contra toda la ingerencia exterior, contra el poder
de la ciudad, por el mantenimiento de la propiedad familiar, el final de las requisas y de
la conscripción, la libertad de comercio, el respeto de las tradiciones locales, la
perennidad de la comuna aldeana como modo ancestral de “autogobierno” campesino.
De estas tres guerras civiles, los bolcheviques ganas dos, contra los Blancos y las
nacionalidades. En la tercera, contra el campesinado, deben transigir.
El comunismo de guerra
El comunismo de guerra, conjunto de medidas extraordinarias, a menudo improvisadas,
tomadas para ganar la guerra civil, es a la vez la respuesta de un poder dictatorial que
entró en una guerra total de la que depende la supervivencia y una experimentación
ampliamente utópica que tiene como objetivo el paso inmediato a la producción y al
reparto comunista (Lenin). Los bolcheviques tomaron el poder sin un programa
económico preciso, en un país con una economía arruinada por tres años de guerra y de
revolución. El circuito de intercambio entre ciudades y el campo están ocupados y el
trasporte desorganizado, y la producción industrial cayó un 75 % respecto a 1913. Tras
haber rechazado la experiencia autogestionaria del “control obrero”, Lenin, fascinado
por el modelo alemán de economía de guerra, preconiza el “capitalismo de Estado”. El
comunismo de guerra se caracteriza así por una larga continuación de las medidas que
concentran todos los recursos materiales y humanos del país entre las manos del poder
estatal central. Se nacionalizan sucesivamente los bancos, la flota mercante, las grandes
empresas y, posteriormente, las pequeñas empresas. El Estado establece el monopolio
del comercio exterior (4 de mayo de 1918) y, posteriormente, el del comercio interior:
todas las tiendas se “municipalizan” (21 de noviembre de 1918). Los productos de gran
consumo se racionalizan, en función del origen social y del trabajo de cada uno,
recibiendo los obreros y militares raciones prioritarias, aunque insignificantes. En un
gran impulso de utopía, los bolcheviques pretenden incluso abolir el dinero y el pago de
los servicios urbanos. Estos experimentos, que afectan a una minoría, chocan con un
obstáculo fundamental: la resistencia del mundo rural, es decir, de más del 85 % de la
población. La prioridad del régimen es la de alimentar a las ciudades, únicos puntos de
arraigamiento del poder. Ya que rechazan la economía de mercado, los bolcheviques
deciden (mayo-junio 1918) la requisa de los productos agrícolas. Las operaciones
deben llevarse a cabo por “destacamentos de abastecimiento”, que se supone que echan
64
una mano a efímeros “comités de campesinos pobres”. Pero las comunidades
campesinas son solidarias frente al poder de la ciudad. Las requisas provocan miles de
revueltas, que culminan en 1920-1921 en una verdadera guerra campesina. Mal
abastecidas y sometidas a la escasez, al frío y al paro, las ciudades se vacían de sus
habitantes. Los obreros abandonan las fábricas, cuya producción se para a falta de
combustible, y vuelven al campo, en busca de medios de subsistencia.
Frente a la resistencia del cuerpo social, el régimen multiplica las medidas coercitivas:
introducción del libro de trabajo, que se supone que limita la movilidad de la mano de
obra, “movilización general del trabajo” (trabajo obligatorio para todos los ciudadanos
de dieciséis a cincuenta años), militarización de las fábricas. Las huelgas obreras son
salvajemente reprimidas (Tula, Astracán, marzo de 1919), los militantes bolcheviques,
socialistas-revolucionarios, anarquistas, perseguidos y encarcelados. Los efectivos de la
Checa no dejan de aumentar (70.000 hombres a principios de 1919, más de 200.000 a
principios de 1921). Los campos de concentración (agrupando “rehenes”, “enemigos de
clase” y “elementos extranjeros” detenidos preventivamente en virtud de una simple
medida administrativa) y los campos de trabajo (donde se encierran a los que han sido
condenados) cuentan, en verano de 1921, entre 150.000 y 300.000 detenidos.
Militarización integral de la economía, medidas dictatoriales y el terror contribuyen, de
manera decisiva, en la victoria de un régimen al que las grandes potencias no daban, en
1918, la mínima posibilidad de supervivencia. A pesar de un número de deserciones aún
elevado (al menos 2 millones en 1919-1920), el Ejército Rojo, reorganizado en base a la
conscripción, encuadrado por oficiales de carrera unidos a los bolcheviques, representa
una fuerza considerable (hasta 600.000 hombres en estado de combatir, frente a varios
millones de movilizados), que se benefician de todas las prioridades económicas. Una
de las grandes fuerzas de los bolcheviques es su capacidad de unir la cuestión social y la
cuestión nacional. Consiguen, a pesar de la impopularidad de su política de requisa,
presentarse a la vez como los garantes de la reforma agraria y como los defensores de la
madre patria, amenazada por los intervencionistas extranjeros aliados de los Blancos.
En estos dos terrenos decisivos, sus adversarios, divididos por ambiciones personales,
buenos militares pero ruines políticos, cometen faltas políticas que resultan fatales para
ellos.
El giro de 1921
Vencido el último Ejército Blanco, el régimen debe afrontar (otoño de 1920 – verano
de 1921) una oleada de revueltas campesinas. Contra las Águilas Negras (campesinos
tártaros y bashkirios) de la provincia de Samara, contra los destacamentos anarquistas
de Majno, contra el ejército campesino del socialista-revolucionario Antonov q u e
mantienen la provincia de Tambov, el gobierno bolchevique lanza verdaderas
expediciones militares punitivas, utilizando gas asfixiante y aviación deportando las
poblaciones de cientos de pueblos. La resistencia campesina es vencida con la llegada,
en 1921, de una terrible hambruna que asola las regiones del Volga, donde una gran
sequía, endémica en estas regiones, agrava los daños causados durante años de requisa.
Más de cinco millones de personas mueren de hambre. Estos muertos se añaden a los
dos millones de personas arrastradas por el tifus y a los dos millones de víctimas de la
guerra civil. En las ciudades, presas de la escasez, donde la población disminuyó mucho
(en 1921, Moscú y Petrogrado perdieron la mitad de su población respecto a 1917), la
agitación obrera está endémica. En enero-febrero, se multiplican las huelgas y la marcha
del hambre. El 28 de febrero, los marinos de la base naval de Kronstadt, situada a lo
65
largo de Petrogrado, se amotinan. Sus reivindicaciones reúnen las de la mayoría de los
obreros de Petrogrado en huelga: elecciones libres de los soviets, libertad de prensa y de
reunión por todas las fuerzas socialistas, supresión de las requisas y el restablecimiento
del mercado libre, el final de la dictadura de la “comisarocracia bolchevique”.
Reprimiendo sin piedad la Comuna de Kronstadt tras diez días de combates intensos (818 de marzo de 1921), el gobierno bolchevique, que acaba de reunir, en Moscú, el X
Congreso del partido, se ve obligado de hacer concesiones, frente al descontento
popular general. Las requisas se remplazan por el impuesto en especies y la libertad de
comercio se restablece; algunos meses más tarde (julio de 1921), las pequeñas empresas
(menos de 21 salariados) se desnacionalizan. Estas medidas inauguran una nueva
política económica, la N.E.P. . No obstante, el Estado conserva el control exclusivo de
los “altos dominantes” – grandes empresas, bancos, riquezas del subsuelo, monopolio
del comercio exterior.
Tras cuatro años de revolución y de guerra civil, Lenin conduce a opiniones muy
vecinas de las que profesaban, en 1917, todos los socialistas que combatían contra él, a
saber: que el paso al socialismo requeriría tiempo. En cambio, la liberación económica
no va a la par con una democratización política. Al contrario: una nueva ola de
represión se desploma sobre los mencheviques, los socialistas-revolucionarios, la Iglesia
ortodoxa (campaña de confiscación de objetos de culto en 1922) , l a intelligentsia
(expulsión de más de cien intelectuales prestigiosos en 1922). El refuerzo de la
dictadura política no respeta al mismo partido bolchevique: el X Congreso prohíbe las
fracciones en el Partido bolchevique; los militantes se someten a una purga severa. El
aumento de los poderes de órganos burocráticos de control y de nominación (Orgburó,
secretariado del Comité Central, dirigido desde el 4 de abril de 1922 por Iósif Stalin)
se acompaña de una vigilancia policial de los comunistas sospechosos de
“fraccionismo”. Las contradicciones entre la flexibilidad del embargo estatal sobre la
economía y el refuerzo de la dictadura política demuestran la fragilidad del giro de la
N.E.P.
La vida de Vladímir Ilich Ulianov, padre de la Revolución Rusa
Teórico político y hombre de acción, el primero de los herederos de Marx a llevar a
cabo una revolución de la victoria, Lenin instauró las bases del sistema soviético.
Llevando a la par una reflexión teórica original y una acción de organización intensa,
fue considerado en vida como el verdadero padre de la Revolución Rusa.
Nacido en abril de 1870, en Simbirsk, en una familia de la burguesía rural, Vladímir
Ilich Ulianov recibió una educación de nivel elevado. Su padre, inspector de educación,
ilustra los cambios sociales profundos intervenidos en el Imperio ruso tras la abolición
de la servidumbre en 1861: su carrera profesional le permite una verdadera ascensión
social, consagrada por su ennoblecimiento en 1876. La ejecución en 1887, del hermano
mayor de Vladímir Ilich Ulianov debido a una participación en una tentativa de
asesinato contra el zar Alejandro III va a desempeñar un papel determinante en el
combate del joven hombre: el fracaso de este complot, fomentado por los populistas
(narodniki en ruso), le incitará a entrar en contacto, tras sus estudios secundarios, con
los grupos de obediencia marxista, en Kazán y después en Samara.
A pesar de ser expulsado de la universidad de Kazán, Ulianov sigue sus estudios. Se le
autoriza a que pase sus exámenes en San Petersburgo y obtiene de manera brillante su
66
diploma de abogado. Es admitido en la abogacía, e n julio de 1892, pero pasa más
tiempo en militar paralelamente en los círculos obreros y de estudiantes. Sus primeros
textos políticos (sobre el campesinado, sobre la economía), escritos en 1893, no se
publicarán hasta su muerte. Publica en 1894 Lo que son los “Amigos del Pueblo” y
como luchan contra los social demócratas, dirigida contra los populistas. A imagen de
sus consignas y de su doctrina, y también de los enfrentamientos de la época, su estilo
es fácilmente polémico, con una ironía en ocasiones feroz: busca a la vez descalificar a
los competidores, a menudo presentados como enemigos, y movilizar a militantes a su
favor en las luchas internas entre organizaciones revolucionarias rivales.
En 1894, encuentra a su futura mujer, Nadeida Krupskaia, que le acompañará
constantemente en sus combates políticos. Tras un viaje que le lleva a Suiza en Ginebra
(donde encuentra a Plejanov), en París (donde ve a Paul Lafargue) y en Berlín (donde
mantiene contactos con Liebknecht), Ulianov fue detenido en diciembre de 1895 en
San Petersburgo. Condenado a tres años de destierro en Siberia, aprovecha su
inactividad forzada para escribir el Desarrollo del Capitalismo en Rusia (1899). Afirma
en esta obra que, sumando a los obreros de la gran industria y los salariados agrícolas,
su país cuenta con 50 millones de proletarios y semiproletarios. Esta imagen de la clase
obrera que presenta a ésta como la fuerza dominante de la sociedad rusa (mientras que
las estadísticas oficiales censaron solamente 2 millones de obreros para 128 millones de
habitantes, en 1897) es llamada a legitimar la vía revolucionaria y a confirmar la tesis
del autor, según la que la economía rusa ha sufrido transformaciones económicas
mayores: la introducción del capitalismo es irreversible, como lo muestra el triunfo de
las leyes del mercado en la agricultura. Desde entonces, es absurdo pretender –a la
manera de las corrientes eslavófilas o populistas- una especificidad que justificaría la
elección de un desarrollo particular, diferente de la de Europa occidental. Al contrario,
para Ulianov, Rusia no puede prescindir de la etapa del capitalismo industrial, a pesar
de la importancia del sector agrícola. La autocracia, como régimen político y relación
social profundamente arraigado en toda la sociedad, frena el desarrollo capitalista y el
de la civilización en este país. En cuanto a la burguesía rusa, es incapaz de liberalizar el
régimen y, contrariamente a sus homólogos de Francia o de Gran Bretaña, no conduce
el proceso de modernización, y el suelo ruso se mantiene lleno de instituciones y grupos
sociales medievales.
La concepción leninista del partido
En 1898, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) se constituye sin él: al
ser deportado a Siberia, únicamente puede seguir los trabajos de los nueve delegados
reunidos en Minsk, que publican un manifiesto anunciando el nacimiento de un nuevo
partido. Pero desde su liberación, en enero de 1900, Ulianov se encarga de la
organización del periódico del Partido, el Iskra ("la chispa"), cuyo primer número
aparece el 24 de diciembre de 1900. Adopta el pseudónimo de Lenin, por primera vez
en diciembre de 1901, en un artículo de la revista Zaria (de Lena, nombre de un
presidio en Siberia donde había tenido lugar una revuelta duramente reprimida).
La doctrina de Lenin se forma a partir de su lectura de Marx y de su práctica
revolucionaria, pero también en una descarga de polémicas contra los populistas, contra
los revisionistas, contra Rosa Luxemburg, y pronto contra los mencheviques. Para
Lenin, las luchas de tendencias mantienen un sentido político profundo; lejos de
debilitar al partido revolucionario, deben servir para reforzarlo separando poco a poco
67
una línea justa, confirmada por la realidad. Así, la concepción del partido según Lenin
está condicionada por la ausencia, en Rusia, de una burguesía ilustrada. Ésta carencia
tiene consecuencias múltiples: los obreros no se enfrentan a una burguesía liberal y no
adquieren, como los de occidente, una cultura política a través de la lucha de clases.
Para ellos, la conciencia de clase socialdemócrata no puede proceder más que del
exterior, especialmente de los intelectuales. Al partido le incumbe la tarea de formar la
conciencia de clase, pero también de transformar la relación de las fuerzas entre las
clases. Como un estímulo, el partido multiplica la fuerza, con una condición imperativa:
que cree y mantenga la “unidad de la voluntad”. El partido es eficaz si es disciplinado,
jerarquizado y regulado por una división del trabajo bajo un mando central. Contra
Rosa Luxemburgo, que cree en la espontaneidad de las masas y a sus propios medios
de lucha, especialmente la huelga de masas, Lenin, afirma la necesidad de un partido
compuesto de "revolucionarios profesionales" que desempeñan un papel dirigente. Así,
la lucha de clases es menos el efecto de transformaciones sociales espontáneas que el
resultado de la acción deliberada del partido: éste guía al proletariado dándole la fuerza
que los obreros, dispersos, no poseen, y les comunica la verdad. La cuestión de la
organización se mantuvo en el centro de los conflictos entre las corrientes de la
socialdemocracia rusa. La polémica con Martov, de quien Lenin criticaba la
concepción “elástica” del partido -según sus propios términos – es la base del
bolchevismo. En el congreso del POSDR de 1903, la concepción de Martov ganó, pero
los partidarios de Lenin fueron mayoritarios (“bolcheviques”) en el comité director,
siendo de ahora en adelante los minoritarios (“mencheviques”). No obstante, las
relaciones de fuerza entre las dos tendencias fluctúan.
La revolución de 1905 y los años de construcción
En vísperas de 1905, los mencheviques son mayoritarios, pero el fracaso de la
revolución va a perturbar todo. Durante el Domingo Sangriento, Lenin se encuentra en
Suiza, desde donde trata de seguir los acontecimientos. Unas semanas más tarde, se
reúne con el pope Gapón en Ginebra, y Lenin intenta, sin éxito, convertirle a sus ideas:
a su regreso de Rusia, Gapón se convertirá en un agente provocador. Lenin decide
volver a Rusia e intenta convencer a los bolcheviques de que no boicoteen la Duma. Al
mismo tiempo, lucha contra las maniobras de los mencheviques y llama a la
convocatoria de un nuevo congreso. Tras la disolución de la Duma por Stolypin en
1906, Lenin se refugia en Finlandia, desde donde crea su nuevo periódico, Proletarii.
En el V Congreso del POSDR, en Londres, su línea triunfa: frente a los “oportunistas”,
frente a los “cadetes”, a favor de la participación en la nueva Duma. Pero se ve obligado
a huir a Finlandia y se refugia en Suecia en 1907, posteriormente, desde allí, huye a
Ginebra y a París, donde vive unos años muy difíciles, tanto económicamente como
políticamente. Se instala después en la Polonia austriaca, en Cracovia, cerca de la
frontera rusa, desde donde piensa poder influir más directamente en sus camaradas que
se quedaron en Rusia. Lenin dirige un nuevo periódico, la Pravda; Zinóviev está con él
en París y en Cracovia, así como Kámenev hasta su vuelta a Rusia. Lenin también
recibe la ayuda de su mujer y la francesa Elisabeth Armand, llamada, Inessa o Inés
Armand, que se encuentra en París en 1910, y que juega el papel de emisario. En
Rusia, Stalin, hasta su primera detención en 1911, organiza la aparición de la Pravda,
con la ayuda de Molotov, quien después es sustituido por Sverdlov. Stalin, aunque es
deportado a Siberia en 1913, de donde no volverá hasta 1917, había sido introducido
por Lenin en el Comité Central en 1912, en virtud de un derecho de cooptación que, en
68
cambio, cayó en desuso. Ordjonikidze trabaja en la organización de los bolcheviques.
El escándalo del jefe de los diputados bolcheviques en la Duma, Malinovski, que
resulta ser un policía infiltrado, no alcanza a Lenin, quien en cambio confiaba en él,
frente a la opinión de Bujarin.
El monolitismo del partido se acentúa y los debates en él se limitan o se prohíben: el
partido único debe unificarse totalmente para realizar la cohesión de la sociedad. Como
observan los primeros críticos, rusos (liberales o mencheviques) o extranjeros (como
Bertrand Russell) del nuevo poder, el socialismo descansa sobre el aparato políticopolicial cuya columna vertebral es el partido. El propio Lenin reconoce que, en una
especie de caída de la importancia de las instancias sociales como Marx las había
establecido, se había adelantado en 1917 para tomar el poder pero que el partido tuvo
que proceder a una verdadera construcción de las bases económicas del socialismo. Así,
nació la necesidad de extender la depuración a los dignatarios del partido: se instauró
entonces la purga permanente. En 1912, la división con los mencheviques se consuma
durante una conferencia celebrada en Praga.
La Gran Guerra
La guerra que estalla en 1914 sorprende a Lenin, que la juzgaba poco probable pero que
la deseaba, apoyándose en los precedentes de las guerras franco-prusiana y rusojaponesa que habían desembocado en la Comuna de París y la revolución de 1905 en
Rusia. El 7 de agosto, Lenin es arrestado por espionaje – en efecto, se encontraba en
territorio austriaco – pero es liberado poco después y se dirige en seguida a Suiza. La
derrota de la II Internacional, cuyos créditos de guerra los habían votado todos los jefes
y se comprometían en políticas de unión sagrada, le parece irreversible. Desde entonces,
el trabajo de Lenin va a consistir en hacer surgir la idea de derrotismo revolucionario.
En febrero de 1915, define la posición del partido bolchevique: “La derrota del ejército
gubernamental debilita dicho gobierno, contribuye en la liberación de los pueblos
oprimidos por él y facilita la guerra civil contra las clases dirigentes. Particularmente, en
lo que respecta a Rusia, es verdad”. De nuevo, Lenin utiliza su pluma para hacer
circular las tesis de los bolcheviques; Krupskaia, Inés Armand y la mujer de Zinóviev
intentan entonces, sin éxito, conducir la conferencia internacional de mujeres hacia las
posiciones de Lenin. Tras las hecatombes del verano de 1915, algunos dirigentes se
acercan a las ideas de derrotismo - Trotski, entonces en París – o las adoptan - Karl
Liebknecht y Rosa Luxemburg, en Alemania. En la conferencia socialista de
Zimmerwald, Lenin puede agrupar a su alrededor a Karl Radek y a los delegados
alemanes y escandinavos. Pero su propio texto, juzgado demasiado tajante, fue
reemplazado por el de Radek para representar la posición de la “izquierda
zimmerwaldiana”, minoritaria frente a la mayoría más moderada agrupada alrededor del
alemán Ledebour y, al centro, con Trotski. Los debates fueron extremadamente
agitados, y Lenin no alcanzó su finalidad de condenar la II Internacional. En cambio,
firmó el manifiesto que marcaba, según él, "un paso adelante en la verdadera lucha
contra el oportunismo" haciendo un llamamiento a los obreros del mundo para que
luchen por una paz sin anexiones ni indemnizaciones de guerra. El 24 de abril de 1916,
la conferencia de Kienthal declaró que “es imposible establecer una paz sólida en una
sociedad capitalista”, pero se estaba aún lejos del “asalto decisivo al capitalismo del que
hablaba Lenin.
La revolución de 1917
69
El 22 de enero de 1917, Lenin declara, en una conmemoración del domingo
sangriento: Nosotros, los viejos, no veremos quizás las batallas decisivas de la futura
revolución”. Unas semanas más tarde estallaba la Revolución de Febrero (el 27 de
febrero del calendario juliano, esto es, el 12 de marzo del calendario gregoriano).
Lenin es informado el 15 de marzo, y se ocupa en seguida de entrar en Rusia, donde
regresa en compañía de Radek, de Zinóviev y de Inés Armand, entre otros, y contra la
opinión de los mencheviques. Estos últimos, efectivamente, se niegan a usar el medio
propuesto por las autoridades alemanas, que cuentan con los revolucionarios para acabar
de desmembrar al Ejército Ruso: transportar a los emigrantes a través de Alemania en
un vagón que se beneficie de la condición de extraterritorialidad. Al final de un viaje sin
incidentes, Lenin es recibido como triunfador de Petrogrado. Entonces, se encuentra a
la cabeza de unas decenas de miles de hombres: los bolcheviques serán cerca de
cuatrocientos mil la víspera de octubre de 1917.
Pero Lenin se preocupa menos de los efectivos del partido que de las posibilidades
abiertas por la implosión de la sociedad rusa: Preconiza una lucha inmediata para la
conquista del poder por el proletariado, saltando así por encima de la etapa de la
revolución democrática burguesa. Sus conocidas Tesis de Abril (1917) le merecen la
adhesión de Trotski, mientras que otros bolcheviques son reticentes a su política:
Zinóviev y Kámenev se muestran hostiles a Lenin cuando éste, tras haber especificado
las consignas "Todo el poder a los soviets", preconiza, en octubre de 1917, la toma de
poder insurreccional por el único partido bolchevique, de ahora en adelante, mayoritario
en los soviets. Considerando que el capitalismo se encuentra en su fase suprema, que es
el imperialismo, y que adquiere la forma de un capitalismo monopolista del Estado (el
Imperialismo, fase suprema del capitalismo, 1916), el teórico de la revolución declara
que el ejercicio del poder está al alcance de los bolcheviques. Pero para hacerlo posible,
es necesario concentrar los medios de control, de vigilancia y de violencia entre las
manos del partido, dominado por la oficina política, una instancia muy restringida
donde poseía un papel hegemónico. La actividad de Lenin se confunde entonces con los
acontecimientos de la revolución de Octubre. Lenin se convierte, desde la toma de
poder, en Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. El 14 de enero de 1918, en
plena negociación del Tratado de Brest-Litovsk, un primer atentado apunta a Lenin: un
tirador emboscado abre fuego sobre su automóvil. Es posible que este atentado estuviera
organizado por oficiales zaristas, como lo afirmó la Vecheka, o por Alemania,
insatisfecha de las negociaciones de paz que Trotski arrastró para favorecer el
establecimiento del gobierno revolucionario. Un nuevo atentado tiene lugar contra él el
30 de agosto de 1918, obra de la socialista-revolucionaria Fanny Kaplan, lo que ilustra
la lucha feroz entre los bolcheviques y la oposición, así como el papel clave que todos
atribuyen a Lenin.
El ejercicio del poder
Tras haber distribuido la tierra a los campesinos y haber cedido, en marzo de 1918, por
el Tratado de Brest-Litovsk, vastos territorios a los alemanes, el régimen se enfrenta a
una guerra civil devastadora. Ésta conduce a lo que se llamó “comunismo de guerra”:
nacionalizaciones de todos los bienes económicos, requisas en especies. Los
bolcheviques salen vencedores de la guerra civil, pero el país está arruinado. En 1921,
Lenin cambia de orientación y favorece, bajo el nombre de “nueva política económica"
(N.E.P.), un desarrollo reducido del mercado. Pero las estructuras políticas del régimen
no se desvían. En un proceso iniciado en octubre de 1917, que conduce especialmente a
70
la disolución de la Asamblea Constituyente (en enero de 1918) , se prohíben los
partidos, los sindicatos y las asociaciones distintas de los bolcheviques y se suprimen
las libertades públicas. Con la N.E.P., continúan las persecuciones religiosas y el
establecimiento de un sistema totalitario. La represión de la insurrección de los marinos
de Kronstadt en marzo de 1921, es uno de los símbolos de la prosecución del terror.
El monolitismo del partido se acentúa y los debates en él se limitan o se prohíben: el
partido único debe unificarse totalmente para realizar la cohesión de la sociedad. Como
observan los primeros críticos del nuevo poder, rusos (liberales o mencheviques) o
extranjeros (como Bertrand Russell), el socialismo descansa sobre el aparato políticopolicial cuya columna vertebral es el partido. El propio Lenin reconoce que, en una
especie de caída de la importancia de las instancias sociales como Marx las había
establecido, se había adelantado en 1917 para tomar el poder pero que el partido tuvo
que proceder a una verdadera construcción de las bases económicas del socialismo. Así,
nació la necesidad de extender la depuración a los dignatarios del partido: se instauró
entonces la purga permanente.
La cuestión nacional y la estrategia internacional
Lenin comparte dos imperativos: para abolir el zarismo, preconizaba un partido
centralizado, pero veía en las reivindicaciones nacionales un factor de disolución del
Imperio ruso. En los hechos, existía en el Imperio ruso partidos revolucionarios por
nacionalidad (polaco, letón), pero Lenin deseaba, en nombre de la "voluntad única",
una organización centralizada y no federativa del partido: se oponía especialmente al
Bund, que reunía a los obreros judíos. No obstante, durante la guerra de 1914, proclamó
que era necesario devolver a los pueblos el derecho a disponer de ellos mismos. Así,
Lenin se distingue a la vez, de los que, como Rosa Luxemburgo, consideraban que las
reivindicaciones nacionales son aún burguesas y de los que, como los austromarxistas
de Otto Bauer, preconizaban la “autonomía cultural” de las nacionalidades. Una vez en
el poder, y mientras que Stalin es nombrado Comisario del Pueblo de l a s
Nacionalidades, los bolcheviques se comprometen en una política brutalmente
centralizadora; así, en 1921, invaden Georgia, que había elegido la independencia, bajo
la dirección de los mencheviques.
En 1923, durante la preparación de la nueva Constitución de la Unión Soviética que, a
diferencia de la de 1918, se preocupaba de la estructura territorial del Estado, Stalin
propuso un esquema que aseguraba un predominio de Rusia. Algunos comunistas –
georgianos- se indignaron, y Lenin, ya enfermo, fue advertido. En el secreto de los
muros del Kremlin, se oponía sin duda alguna a Stalin. Su crítica del gran chovinismo
ruso se debía, en gran parte, a consideraciones estratégicas. Resultaba que la extensión
de la revolución en Europa no sería tan rápida como se creía, a pesar de la creación de la
III Internacional, en 1919. Durante el IV Congreso del Komintern, que se celebra el 5
de noviembre de 1922, Lenin se preocupa de que la resolución “se impregne
completamente del espíritu ruso”. El 25 de diciembre escribe su Carta sobre las
Nacionalidades, que refleja sus inquietudes en cuanto al “gran chovinismo ruso”. En su
último artículo, Más vale menos pero mejor, publicado el 5 de marzo de 1923, Lenin
afirma que “Oriente ha entrado definitivamente en el movimiento revolucionario”. Pero
coloca las nuevas esperanzas en la lucha en China o en India, considera que es necesaria
una fase del desarrollo de estos países “atrasados”, y que, en la materia, Rusia no es
71
totalmente un ejemplo, ya que debe aún “eliminar todas las marcas de exceso que le ha
dejado en gran número la Rusia zarista, su aparato capitalista y burocrático”.
La sucesión de Lenin
Los meses que siguen a la toma de poder, las luchas de facciones dividen al partido.
Pronto, Lenin es conducido para que les arbitre, especialmente entre Stalin y Trotski.
Según Lenin, Trotski no de distingue únicamente por las capacidades más eminentes
(...) sino que es excesivamente dado a la promesa y llevado desmesuradamente por el
lado administrativo de las cosas. Pero Trotski utiliza una estrategia diferente de la de
Stalin. Éste, convertido en Secretario General del partido en abril de 1922, se apoya en
Zinóviev, Presidente del Komintern desde 1919, para colocar a los hombres seguros en
los peldaños clave del partido y de la Internacional. Stalin es un hombre de aparato. La
crítica principal que mantiene Lenin se refiere, por otra parte, a esta ciénaga pútrida y
burocrática de “servicios” en la que considera, a principios de 1922, que el partido se
ha hundido. En mayo de este año, un primer ataque cerebral le impide participar
plenamente en la vida política. Reaparece en octubre, pero desde diciembre,
únicamente puede dictar sus artículos. Muere de un tercer ataque, el 21 de enero de
1924.
El testamento de Lenin fue publicado por un periodista americano allegado a Trotski y
admirador de la revolución rusa, Max Eastman, en el New York Herald. En realidad, se
trata de una carta al Congreso del Komintern donde Lenin recomienda, en un postscriptum del 4 de enero de 1923, alejar a Stalin del puesto de Secretario General del
Partido. Trotski, desaprobó a Eastman, escribiendo particularmente que Vladímir Ilich
no dejó ningún testamento, y el propio carácter de sus relaciones con el partido excluye
toda idea de testamento. Krupskaia hablaba de las fantasías de Max Eastman.
El paréntesis de la N.E.P. (1921-1929)
Entre dos cataclismos – la guerra civil y la colectivización – los años de la N.E.P.
aparecen como una pausa, una tregua. Es el momento de los debates sobre el
federalismo, en las vías de desarrollo del país, sobre el futuro de la revolución. El país
se reconstruye pero esta reconstrucción, con un fondo de arcaísmo social y de autarquía,
no sigue las vías hacia las que la dirección del partido bolchevique desea hacer avanzar
al país. La dictadura política y el voluntarismo estalinista no pueden acomodarse
durante mucho tiempo a un desarrollo económico y social que se le escapa.
El tiempo de los debates
Intensos debates agitan los medios dirigentes bolcheviques durante 1920. El primero, en
1922-1923, trata sobre la naturaleza del vínculo federal que debe unir a la RSFSR.
(República Socialista Federativa Soviética de Rusia) a las otras repúblicas socialistas
(Ucrania, Bielorrusia, Transcaucasia). Esta cuestión es la ocasión de un importante
enfrentamiento entre Stalin, comisario del pueblo a las nacionalidades, que desea que el
gobierno de la RSFSR sea también el de la federación, y Lenin, para el que la
federación debe unir a repúblicas iguales. Sospechoso para Lenin de llevar una política
de “gran chovinismo ruso”, Stalin debe inclinarse. El 30 de diciembre de 1922, Rusia,
Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia firman el tratado que funda la Unión de las
Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S). E l 31 de enero de 1924 se ratifica la
72
Constitución de la U.R.S.S. A pesar de sus disposiciones federales, este texto favorece
el control del centro sobre los poderes republicanos. Las repúblicas delegan, en efecto,
competencias fundamentales (representación internacional, defensa, seguridad,
comercio exterior, presupuesto, moneda, crédito) a los órganos federales, el Soviet de la
Unión y el Soviet de las nacionalidades. Durante la década de 1920, Moscú procede a
numerosas reorganizaciones territoriales, al final de las cuales se crean tres nuevas
repúblicas federadas (Tayikistán en septiembre de 1924, Turkmenistán y Uzbekistán en
mayo de 1925), así como varias repúblicas autónomas. Un segundo debate trata sobre
las vías de desarrollo de la U.R.S.S. ¿Cómo modernizar e industrializar un país ante
todo rural, y pasarlo al socialismo? En sus últimos escritos (Más vale menos, pero
mejor; De la cooperación), Lenin desarrolla la idea, según la que la N.E.P., instaurada
“en serio y para mucho tiempo", debe permitir un desarrollo equilibrado entre la
industria y la agricultura y crear una "alianza obrera y campesina". No es necesario
“apresurar las cosas”, intentar “inculcar por una propaganda brutal las ideas comunistas
en el campo”. Solo una “revolución cultural” de larga duración podrá vencer “la
ignorancia semiasiática” de las masas campesinas y abrir la vía al socialismo. ¿Como
poner en marcha este ambicioso programa-testamento de Lenin? De 1923 a 1929, dos
líneas se enfrentan en la dirección bolchevique: una línea llamada “de izquierda”,
defendida con la mayor constancia por Trotski, Gueorgui Piatakov, Evgueni
Preobrajenski, y una línea llamada “de derecha”, cuyo principal teórico es Nicolás
Bujarin Desde 1923, Trotski, preconiza el desarrollo prioritario de la industria. La
“crisis del cincel” (diferencia entre los altos precios industriales y los bajos precios
agrícolas) que reveló la debilidad de una industria incapaz de proveer productos
manufacturados baratos, según él, prioritariamente hay que aumentar la productividad
industrial, poner fin a la "escasez de mercancías". Para financiar las inversiones
industriales, realizar “la acumulación socialista primitiva”, es necesario “bombear”
temporalmente la agricultura, mediante un sistema fiscal que penalizaba el
campesinado, sobre todo acomodado, y mediante la inigualdad de los términos de
intercambio. Según Bujarin, una política así no puede más que “matar a la gallina de
los huevos de oro”. Al contrario, es necesario satisfacer en prioridad las necesidades del
campesinado, jugar a fondo la carta de la economía de mercado. Tal es el sentido de su
discurso del 17 de abril del 1925, durante el cual hace un llamamiento a los campesinos
para “enriquecerse, sin temer ninguna coacción” y avanzar “a paso de tortuga” hacia el
socialismo. Hasta el final de 1927, Stalin se abstiene de tomar una posición clara
respecto al problema crucial de las vías de desarrollo económico del país. Colocándose
como mediador, identificándose a una línea "centrista", determinándose en función de
una estrategia política en un momento dado, moviliza toda su energía en las luchas
políticas por el poder.
Las luchas por el poder (1922-1927)
Años de violentos debates, los años de la N.E.P. son también un periodo de
enfrentamientos decisivos para el poder en la dirección bolchevique. Cinco años
después de la muerte d e Lenin (21 de enero de 1924), Stalin consigue separar a los
principales dirigentes históricos del bolchevismo - Trotski, Zinóviev, Kámenev,
Bujarin, Piatakov – para afirmarse como el nuevo Lenin. Varios factores explican el
éxito de Stalin, que se consideró durante mucho tiempo, según las palabras del
conocido Trotski, como “la mediocridad más evidente de nuestro partido”.
Primeramente, un sentido innegable de la maniobra política, completamente dirigida
73
hacia el control de los mecanismos y de las estructuras de autoridad en el partido. Este
control se obtiene gracias a un agudo sentido del clan (donde se encuentra, en puestos
claves, los fieles estalinistas de la "diáspora caucasiana": Grígori Ordzhonikidze, Abel
Enukidze, Lavrenti Beria, Kírov, y del grupo de Zarizina: Kliment Voroshílov,
Semen Budienny, Molótov) y del clientelismo, así como al control en un cierto número
de puestos clave (secretaría del Comité Central, Comisión Central de Control, Comité
Ejecutivo Central) que permiten controlar las nombramiento de los ejecutivos y de
asegurar unos apoyos sólidos en los aparatos. La fuerza de la posición estalinista se
debe también a su identificación con la línea centrista, por lo tanto justa, del comité
central, en su gran simplicidad (El Socialismo en un único país) y a su extremo
esquematismo que la hace accesible a una mayoría de militantes poco educados y poco
formados políticamente. A finales de los años veinte, el partido bolchevique, que
conoció un fuerte crecimiento tras campañas masivas de adhesión, cuenta con 1.300.000
miembros y personas en prácticas (antes de ser miembros totales, los futuros comunistas
deben efectuar un periodo de prueba de uno a tres años en función de su origen social).
Mientras que el número de bolcheviques de origen no deja de disminuir (en 1927,
únicamente quedan 8.000 comunistas que se adhirieron antes de febrero de 1917), se
asiste a una "plebeyización" del partido, que, incontestablemente, juega a favor de
Stalin.
Las diversas peripecias de la lucha por el poder reflejan a la vez los grandes debates
sobre las vías de desarrollo de la U.R.S.S, los nuevos datos sociológicos de un partido
en total mutación, y las maniobras políticas del clan estalinista. La unidad de superficie
de la dirección bolchevique se agrieta desde que parece que Lenin, afectado por un
tercer ataque cerebral (10 de marzo de 1923) no volverá al poder. El pleno del Comité
Central de septiembre de 1923 se divide en dos cuestiones: la de los “cinceles”, una
pequeña mayoría se desprende a favor de un descenso de los precios industriales, y la de
la disciplina del partido. El 15 de octubre de 1923, cuarenta y seis veteranos de la
revolución, conducidos por Trotski, dirigen al comité central una declaración que
denunciaba la “dictadura del aparato”. Este texto, que fue condenado como "plataforma
fraccionaria", Trotski publica (11 de diciembre de 1923) un artículo, El nuevo Curso,
que hace un llamamiento a la democratización del partido. Este artículo es condenado
como “desviación antileninista”. La polémica entre la mayoría de la dirección
bolchevique y Trotski continúa durante todo el año 1924, durante el que desarrolla Las
Lecciones de Octubre, lo que se convertiría en uno de los principales temas del
trotskismo: la traición de la revolución por las fuerzas “termidorianas” estalinistas.
Condenado de nuevo por el pleno del Comité Central de enero de 1925, Trotski, muy
debilitado políticamente, debe abandonar su puesto de comisario del pueblo a la Guerra
que ocupa desde 1918.
Durante 1925, otra polémica cada vez más exacerbada, opone a Stalin, apoyado por
Bujarin, Zinóviev, Kámenev y Krupskaia, la viuda de Lenin. Centrado en las
cuestiones cruciales de la naturaleza de la N.E.P. (¿alternativa o paréntesis?) de la
política a llevar ante el campesinado, el debate desemboca en un conflicto entre las
autoridades centrales y la organización del partido de Leningrado, dirigido por
Zinóviev. En minoría en el XIV Congreso (diciembre de 1925), pierde su puesto en
Leningrado, donde es remplazado por el estalinista Kírov.
En 1926-1927, salvo Bujarin, los principales oponentes a Stalin se unen en una
"Oposición unificada", que agrupa a Zinóviev, Kámenev, Trotski y sus partidarios
(Karl Radek, Piatakov, Preobrajenski, Vladímir Antonov-Ovseienko, etc.) así como
74
los militantes de antiguas oposiciones internas al partido (Alexandr Chliapnikov,
Alexandra Kollontai). Esta unión heteróclito es muy frágil: sus partidarios han perdido
ya la mayor parte de sus responsabilidades; los múltiples filtros que bloquean cualquier
difusión del pensamiento heterodoxo y el miedo patológico de las fracciones inculcado
en las organizaciones de base impiden la difusión de las ideas de la oposición, que no
tiene otra solución más que de organizarse clandestinamente, situándose así en la
ilegalidad. Acosada por la policía política, la G.P.U., que reemplazó a la Checa en
1922, denunciada en la prensa, la oposición fue condenada severamente en el pleno del
comité central de octubre de 1927. Trotski y Zinóviev son excluidos del comité
central. Trotski hace que sus partidarios preparen públicamente una última proeza: el 7
de noviembre de 1927, para el décimo aniversario de la revolución, manifestantes con
Zinóviev y Radek en Leningrado, Trotski y Preobrajenski en Moscú, despliegan en
medio de la multitud pancartas con sus consignas. El 14 de noviembre, Trotski y
Zinóviev son excluidos del partido. Noventa y tres militantes con vistas a la oposición
son excluidos en el XV Congreso (2-19 de diciembre de 1927), un verdadero ritual de
liquidación de la oposición. Kámenev y Zinóviev hacen su autocrítica. Rechazando
esta humillación, Trotski y sus partidarios se exilian el 17 de enero de 1928 en Alma
Ata (Kazajstán). La victoria de Stalin es casi total.
Trotski, figura de proa y posteriormente disidente de la Revolución
Hijo de campesino judío, estudiante de matemáticas y después de derecho,
socialdemócrata en 1896, es detenido por su actividad revolucionaria (1898) y
deportado a Siberia (1900), se escapa, se encuentra con Lenin, que le hace cooptar en el
comité de redacción de la Iskra. Se pone del lado de los mencheviques en el Congreso
de Londres, del que se aleja antes de 1905, para acercarse a Lenin, a quien reprocha sus
métodos dictatoriales y su “jacobinismo”. En 1905, se convierte en vicepresidente y,
después, presidente del Soviet de San Petersburgo. Es condenado y deportado. Se
escapa de nuevo, emigra y vive en el exilio desde 1907, principalmente en Viena.
Formula con Parvus (Helphand) la teoría de la “revolución permanente”. Funda en
Viena el periódico Pravda y se convierte en defensor de la unidad de todos los
socialdemócratas, desde los bolcheviques a los liquidadores incluidos: fuertes polémicas
con Lenin. Como réplica a la Conferencia de Praga, organiza en agosto de 1912, en
Viena, una conferencia de unificación en la que los bolcheviques se niegan a participar;
abandona poco después el “bloqueo de agosto”. En relación con la organización
intersecciones de San Petersburgo, internacionalista y colaborador de Nache Slovo, en
París (de donde es expulsado en septiembre de 1916 hacia Irún, en España. La policía
española le detiene y le embarca a la fuerza con su familia para los Estados Unidos). En
Nueva York durante la guerra, colabora en el periódico Novy Mir. Redacta el
manifiesto de la Conferencia de Zimmerwald. Vuelve a Rusia en mayo de 1917: de
acuerdo con las tesis de abril de Lenin que considera como una adhesión a la revolución
permanente, renunciando definitivamente a la esperanza de unir a todas las “fracciones”
y toda la “conciliación”, trabaja en la unificación entre la organización intersecciones y
el partido bolchevique. Es elegido en el congreso de unificación, en agosto de 1917,
mientras que está en prisión. Presidente del soviet de Petrogrado y del comité militar
revolucionario, dirige la insurrección. Es Comisario en asuntos exteriores en 1917-1918,
dimisionario entonces de la paz de Brest-Litovsk, Comisario en la guerra de 1918 a
1925, principal organizador del Ejército Rojo, miembro de la Oficina Política de 1919 a
1927. Entra en conflicto con la troica Zinóviev-Kámenev-Stalin en 1923, en el debate
sobre el “nuevo curso” (título de la obra de Trotski, que analiza y preconiza remedios y
75
medidas, dirigidas a cambiar la evolución del partido bolchevique que tiende hacia la
"burocratización") y se opone a la "construcción del socialismo en un único país" en
nombre de “la revolución permanente”. En 1926, se acerca a Zinóviev y Kámenev y
dirige con ellos la oposición unificada. Es excluido en 1927 y deportado a Alma Ata. Es
Expulsado de la U.R.S.S en 1929, vive en Turquía (Prinkipo), en Francia (de julio de
1933 a junio de 1935), en Noruega (de junio de 1935 a septiembre de 1936) y
finalmente en México. En julio de 1929, inicia la publicación de un boletín mensual de
la oposición en ruso. Pone en pie, tras una primera conferencia en abril de 1930, una
secretaría internacional provisional de la Oposición Comunista. Escribe en numerosas
obras, organiza la oposición de izquierda, y posteriormente crea la IV Internacional el 3
de septiembre de 1938 con 25 delegados, que representaban a 11 países. Será uno de
los principales acusados ausentes de los procesos de Moscú. Es asesinado en México en
agosto de 1940 por un agente de Stalin, el español Jaime Ramón Mercader del Río,
(a) Frank Jackson, (a) Jacques Mornard.
¿Revolución permanente o socialismo en un único país?
Con el final de la guerra civil y la victoria del régimen bolchevique, las grandes
potencias han tomado acta de la existencia, de facto, de la Rusia soviética. Aún muy
aislada, intenta en los años 20, integrarse progresivamente e n la comunidad de las
naciones, pero con sus propias condiciones, sin pagar las deudas del Estado zarista ni
renunciar a su papel de centro de la revolución mundial. Por su dualidad, la política
exterior de la U.R.S.S no tiene precedentes. Por un lado, trama relaciones diplomáticas
y comerciales normales con otras potencias. Por el otro, controla, cada vez más
estrechamente – por mediación del Komintern, o la III Internacional, creada en marzo
de 1919 - la actividad de los partidos comunistas nacionales, cuya última finalidad es
desestabilizar los gobiernos existentes con los que la U.R.S.S mantiene relaciones
normales. A principios de 1920, esta dualidad remite a un dilema central: por un lado, la
U.R.S.S, como Estado debilitado por años de guerra civil, aspira a la paz y la
estabilidad; por el otro, toda estabilización internacional disminuye las oportunidades de
una revolución mundial, último objetivo de la revolución de octubre de 1917. Este
dilema tiene implicaciones directas en los debates políticos interiores que opone,
durante los años 20, Stalin, teórico de la construcción del socialismo en un único país,
en Trotski, teórico de la revolución permanente. El aislamiento de la U.R.S.S, la
dualidad de su política exterior, los violentos conflictos que suscita en la propia
dirección bolchevique explican las dudas, los cambios y los fracasos de la diplomacia
soviética durante el periodo de la N.E.P. Hasta 1934, el principal acuerdo internacional
firmado por la U.R.S.S finaliza con Alemania, al margen de la Conferencia Económica
Internacional de Daños, reunida para discutir las reparaciones alemanas y las deudas
rusas. El Tratado de Rapallo, firmado el 16 de abril de 1922 por dos países puestos al
margen de las naciones por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, prevé
especialmente el reconocimiento diplomático recíproco y la anulación mutua de las
deudas. Este acuerdo se completa con un protocolo secreto que permite al ejército
alemán de disponer, en la U.R.S.S, de centros de entrenamiento y de fabricación de
armamento que el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, le prohíbe
tener. Esta colaboración dura hasta 1933. Con Francia y Gran Bretaña, las relaciones
son difíciles. En efecto, en 1924, el gobierno laborista británico de James Ramsay Mac
Donald y el gobierno francés dirigido por Édouard Herriot, reconocen la U.R.S.S.
Pero al haber apoyado los sindicatos soviéticos activamente a los huelguistas ingleses
en 1926, el gobierno conservador rompe las relaciones diplomáticas con la U.R.S.S
76
(mayo de 1927). Con Francia, las dos principales causas de fricción son la cuestión de
las deudas del antiguo Imperio Ruso, que el gobierno soviético se niega a pagar, y la
política francesa de alianzas en Europa del este, que la U.R.S.S considera dirigida en su
contra. La diplomacia soviética se muestra muy activa en China. En 1922-1924, la
U.R.S.S negocia a la vez con el gobierno “oficial” de la República China, y con el
Kumintang. El enviado del Komintern en China, Mijaíl Borodin, juega un papel clave
en la influencia de los comunistas chinos en el Kumintang. Esta política compleja que
se dirige a explotar las “contradicciones internas del movimiento nacionalista chino”,
desemboca en un mayor fracaso: la masacre de miles de comunistas chinos por las
fuerzas de Chang Kai-chek en Shangai (12 de abril de 1927) , seguido del
aplastamiento de la insurrección comunista del Cantón (diciembre de 1927) . L a
derrota de los comunistas chinos obliga a Stalin, que sigue entonces una lucha decisiva
contra las oposiciones en su propio país, a que defina nuevas estrategias políticas en el
plano internacional.
El final de la N.E.P. (finales de 1927-finales de 1929)
Diez años después de la revolución de octubre de 1917, el balance de la N.E.P. aparece
a la vez satisfactorio si se toma en cuenta los datos económicos esenciales – en 1927, las
producciones industrial y agrícola han recuperado su nivel de 1913 – y frustrante para
los dirigentes que pretenden conducir al país hacia la modernidad y el socialismo. En
cambio, la cantidad de cereales disponible en el mercado es dos veces inferior a lo que
era en 1913, la productividad agrícola ha disminuido considerablemente; el campo es
una tierra incógnita refractaria al nivel del poder. Esta situación resulta a la vez de las
debilidades estructurales de la agricultura y de graves errores en la política económica
del gobierno. En efecto, la revolución en los pueblos se traduce por una nivelación
económica (desaparición de los grandes hacendados y el debilitamiento de los
campesinos acomodados, los kulaks, dos categorías que proporcionaban antes de la
guerra el 70 % de los cereales comercializados) y un arcaísmo de la sociedad rural,
cerrada sobre sí misma, descontenta con la política de precios, muy desfavorables con
las producciones agrícolas, traumatizada por la experiencia del comunismo de guerra y
por el recuerdo de las requisas. En las ciudades, el ritmo modesto del crecimiento
industrial mantiene un gran desempleo y un malestar social. La disparidad es indignante
entre la sociedad con la que habían soñado los bolcheviques y la realidad frustrante de
un país marcado por un subdesarrollo generalizado.
A finales de 1927, tomando como pretexto las dificultades económicas consecutivas con
una débil comercialización, por los campesinos, de su cosecha, el grupo estalinista
decide recurrir a medidas de urgencia ya experimentadas del tiempo del comunismo de
guerra: envío de destacamentos de requisa al campo, llamada a los campesinos pobres a
que destapen las existencias ocultas, cierre de los mercados. Para Stalin, es el momento
de abandonar la N.E.P., las quimeras de una cooperación entre las ciudades y el campo:
es necesario crear en el campo "fortalezas del socialismo" - koljozes (cooperativas
agrícolas), sovjozes gigantes (granjas estatales), estaciones de tractores. La tregua
social, observada durante 1921, se rompe igualmente con la intelligentsia no comunista
y los ejecutivos burgueses. En abril de 1928, la prensa anuncia el descubrimiento de
una “empresa de sabotaje industrial” en la región de Chaiti; cincuenta y tres
“especialistas burgueses” son detenidos, juzgados y condenados durante una parodia de
proceso público que se supone que populariza el ritmo del “saboteador a sueldo del
extranjero”. Durante el año 1928, el grupo estalinista combate victoriosamente contra
77
los últimos oponentes a la política de abandono de la N.E.P. Las tendencias se enfrentan
violentamente en el pleno del comité centra de julio de 1928. Stalin explica que la
N.E.P. es un callejón sin salida, y que el campesinado deberá colectivizarse y pagar un
tributo elevado para las necesidades de industrialización del país, convertido en urgente
por el “cerco capitalista” de la U.R.S.S. Tomando el mando de la oposición
antiestalinista, Bujarin hace aparecer en la Pravda sus Notas de un economista (30 de
septiembre de 1928). Predica la reapertura de los mercados, el aumento del precio de
compra de los cereales, la mayor circunspección en la desenfrenada carrera hacia la
colectivización del campo y la industrialización. En otro artículo, el Testamento de
Lenin (21 de enero de 1929), demuestra la diferencia fundamental entre el plan
leninista de cooperación, “pacífico, progresivo y libremente consentido” y el proyecto
estalinista de colectivización, fundado en la coacción. Las tesis de Bujarin, denunciadas
como derechistas, son condenadas en el pleno del comité central de abril de 1929.
Bujarin es alejado de la presidencia del Komintern y de su puesto de redactor de la
Pravda. Desacreditados por una campaña de prensa de una violencia rara, se prohíbe a
los oponentes de derecha (Bujarin, Alexéi Ríkov, Tomski) que hagan una humillante
autocrítica política. La victoria de la corriente estalinista va a la par con una verdadera
huída hacia adelante. Apenas ratificado, el 1er plan quinquenal (1929-1933) se somete a
una serie de revisiones a la alza, tanto en el ámbito agrícola (13 millones de hogares
para colectividad para el año 1930, en lugar de 5 millones previstos) como en el ámbito
industrial. Las presiones sobre los campesinos aumentan. El 7 de noviembre de 1929,
Stalin publica su famoso artículo El Gran Giro, fundado en una apreciación
fundamentalmente errónea, según la que el campesino medio se vuelve hacia los
koljozes. Esta señal de la colectivización masiva y forzada marca bien el final de la
N.E.P.
78
CAPITULO VII
LA U.R.S.S DE STALIN (I) (1930 A 1941)
El viraje de los años 1930
El Gran Giro (1929-1933)
En unos años, la Unión Soviética se encuentra perturbada de arriba a abajo por una
segunda revolución que transforma en profundidad la sociedad y la economía,
rompiendo de raíz las estructuras y los modos de vida rurales que la Revolución de 1917
había dejado básicamente intactos, engendrando de nuevo violencia y terror contra una
sociedad recalcitrante. Una colectivización forzada y una industrialización acelerada son
las dos caras de esta modernización brutal.
La colectivización forzada del campo es una verdadera guerra declarada por el Estado
soviético contra toda una nación de pequeños explotadores. Lejos de limitarse al
invierno de 1929-1930, esta guerra dura en realidad hasta mediados de los años 1930,
culminando en 1932-1933, años de terrible hambruna, consecuencia previsible de una
política de retención abusiva por parte del Estado de la producción agrícola. En el filo
derecho de la violencia ejercida contra el campesinado durante la guerra civil, la
violencia de la colectivización forzada de los campos aparece como un episodio central
en la práctica del terror estalinista. Decidida el 27 de diciembre de 1929, la liquidación
de los kulaks como clase fija una cifra indicativa de 3 al 5 % de los explotadores
agrícolas "para dekulakizar". Esta operación, mezcla de saqueo policial y de ajuste de
cuentas entre campesinos, se salda con la deportación hacia regiones inhóspitas de los
Urales, de Kazajstán y de Siberia de dos millones de campesinos, abandonados, sin
víveres ni herramientas, en plena taiga, o asignados a residir en "pueblos de población
especial" cercanos a los grandes astilleros del "1er plan". La colectivización y la
"deskulakización" suscitan violentas resistencias. Para el año 1930, la G.P.U. registra
más de catorce motines y sublevamientos campesinos, que obligan momentáneamente a
Stalin a retroceder. Mientras que las estadísticas oficiales levantan acta de 58,6 % de los
hogares campesinos colectivizados el 1 de marzo de 1930, Stalin se ve obligado a
condenar, en un conocido artículo (El Vértigo del éxito, 2 de marzo de 1930), las
numerosas excepciones al principio del voluntariado en la adhesión de los campesinos
a los koljozes, culpando a las autoridades locales de todos los abusos. No obstante, en
seguida, tras una brutal disminución de los hogares colectivizados (21 % en julio de
1930) el régimen reitera sus presiones: los campesinos recalcitrantes son tasados
excesivamente, deportados con motivo de nuevas olas de “deskulakización”. En otoño
de 1931, el Estado aumenta las retenciones obligaciones sobre la cosecha, muy
mediocre, de los koljozes. Una retención tal desorganiza totalmente el ciclo productivo.
Entre los koljosianos, decididos a hacer uso de todas las estratagemas para conservar
una parte de su cosecha, y las autoridades, preocupadas por llevar a cabo, cueste lo que
cueste, los objetivos del plan, el conflicto es inevitable. El 7 de agosto de 1932, el
gobierno promulga una ley que condena a diez años de prisión cualquier robo a
expensas del koljozes. En cuatro meses, más de cien mil koljosianos son condenados
por haber robado algunas espigas en los campos colectivos. La última consecuencia de
79
este ciclo retención-resistencia-represión es una terrible hambruna, que se silenció
totalmente, negada por el régimen soviético hasta 1988, que causa, principalmente en
Ucrania, en el Cáucaso norte y en Kazajstán, unos seis millones de víctimas. En cinco
años (1929-1934), el 95% de las residencias campesinas se colectivizan. El Estado
consigue tener éxito en una formidable operación de extorsión de la producción
agrícola: en 1934, el 45 % de la producción agrícola total se encuentra directamente
retenida por el Estado, comprada a precios irrisorios (de 5 a 10 % del precio del
mercado) a los koljozes. La única concesión: la concesión, a cada familia de los
koljozes, de una minúscula parcela (de 0,25 a 0,5 ha) que asegurará su supervivencia,
desviándola de forma duradera del trabajo colectivo. Pero el ganado disminuyó un 45 %
respecto a 1928, y la producción de cereales en un 15 %. Más grave aún: los campesinos
responden a la gran violencia que se ejerce contra ellos trabajando lo menos posible
sobre la tierra que ya no les pertenece. El Estado se ve obligado a tomar la
responsabilidad directa de un número creciente de actividades, agravando el carácter
burocrático y policial del régimen. La industrialización acelerada, lanzada por el 1er
plan quinquenal, revisada varias veces a la alza durante 1930, altera también el paisaje
económico y social del país. Se ponen en marcha centenas de trabajos, pero a menudo
no se finalizan, a falta de equipamiento y de mano de obra calificada. Para vencer las
dificultades, los objetivos del plan se transforman en desafíos que las empresas de
vanguardia deben aceptar, presentando contraplanes que se suponían que eran
realizables gracias a la “emulación socialista” entre brigadas de obreros de choque. El
establecimiento de un sistema tal, donde la gestión burocrática, extensiva y a corto
plazo, de los recursos que hace las veces de planificación, genera inevitablemente
fuertes tensiones sociales. Estas tensiones se traducen en un doble movimiento de
eliminación de los antiguos ejecutivos y especialistas no comunistas y de promoción de
una nueva intelligentsia técnica. En 1930-1931, varios grandes procesos, a puerta
cerrada o públicos (proceso del “partido industrial”) mantienen el mito del sabotaje.
Decenas de miles de ejecutivos administrativos y económicos no comunistas son
revocados y arrestados. Paralelamente, el régimen inicia una vasta operación de
promoción de comunistas con posiciones de responsabilidad. Más de seiscientos mil
obreros comunistas abandonan la fábrica por un trabajo administrativo o para realizar
estudios. Esta política contribuye a modificar profundamente la composición de la clase
obrera, en plena mutación. Vacía las usinas de los obreros más experimentados,
mientras que afluyen del campo millones de recién llegados (cerca de 10 millones entre
1929 y 1933). La difícil adaptación estos “nuevos proletarios” crea fuertes tensiones
entre un régimen preocupado por la eficacia y la productividad y un subproletariado
rural proyectado brutalmente en el mundo del trabajo industrial. Para combatir el
absentismo obrero, la producción de muy mala calidad y la extrema movilidad de una
mano de obra en busca de condiciones más decentes de trabajo, el gobierno toma toda
una serie de medidas antiobreras (ley del 15 de noviembre de 1932 que sanciona el
absentismo; ley del 28 de diciembre de 1932 que instituye el pasaporte interior y el
registro obligatorio en la policía). A principios de 1933, el 1er plan quinquenal se
declara finalizado. Este plan instituye un modelo económico de desarrollo, perdurando
ciertos rasgos hasta mediados de los años 80: la gestión administrativa a corto plazo de
los recursos; establecimiento, en una coyuntura de penurias endémicas, de un sistema de
prioridades que desequilibran las diversas ramas de la economía; crecimiento excesivo
acompañado de una fuerte inflación; gran esfuerzo de inversión realizado a expensas de
la mejora del nivel de vida de la población; mayor prioridad acordada a la producción
de bienes de equipo, de materias primas y de recursos energéticos que a la producción
de bienes de consumo; progresión de la productividad obtenida tras una gran presión
80
productiva con carácter represivo. No obstante, para la dirección estalinista se construye
el socialismo.
Socialismo y terror (1934-1939)
El 26 de enero de 1934 se celebra el XVII Congreso del partido, encargado de formular
el balance del Gran Giro. Aún más que los precedentes, este congreso marca el triunfo
de Stalin. La oficina política, de donde se apartan a los últimos oponentes a la línea
estalinista, se domestica; los antiguos oponentes incorporados celebran unánimemente
la construcción del socialismo gracias a la sabiduría del guía Stalin, el “Lenin de hoy”.
Durante el congreso, Stalin desarrolla una argumentación hábil que permite explicar las
dificultades encontradas en la construcción del socialismo. Siendo la línea política en
esencia justa, los problemas resultan de una “ruptura” entre lo que se ha decidido y lo
que se ha realizado. Esta “ruptura” se explica por la mala elección de los ejecutivos, la
ausencia de autocrítica, el burocratismo y la negligencia criminal de los aparatos. El
tema de la ruptura anuncia la figura del complot. La explicación de la ruptura, como el
fantasma del complot, se reparten ampliamente entre el “pequeño pueblo”, desorientado
por el torbellino del Gran Giro. Incapaz de poner explícitamente en tela de juicio las
condiciones objetivas del funcionamiento del sistema, las masas atribuyen la
degradación de su suerte a individuos determinados, ejecutivos, funcionarios o
dirigentes locales con los que tratan. Así, el discurso antiburocrático y populista de
Stalin es bien aceptado en principio. El asesinato, el 1 de diciembre de 1934, de Kírov,
miembro del Politburó y Primer Secretario de la organización de Leningrado del partido
- un acto aislado, y no premeditado, como se creyó durante mucho tiempo, por Stalin –
materializa de manera evidente la figura del complot y permite justificar el refuerzo de
la represión (ley del 1 de diciembre de 1934 que autoriza la instrucción acelerada de
los asuntos estatales, seguido por la ejecución de decenas de supuestos conspiradores.)
Durante el año 1935, Stalin inicia una gran campaña populista y antiburocrática contra
todos los supuestos responsables de la ruptura entre la línea y su aplicación. Una nueva
purga del partido (disfrazada de “campaña de intercambio de cartas”) permite poner en
cintura a los aparatos locales, gangrenados por el clientelismo, y eliminar a los últimos
no-estalinistas. Paralelamente a esta purga se desarrolla una nueva ofensiva contra los
ejecutivos de la economía sospechosos de disimular las capacidades reales de
producción y de molestar a las fuerzas creadoras de los obreros de vanguardia. En este
contexto se inscribe el movimiento estajanovista. El 31 de agosto de 1935, ayudado por
toda una preparación de equipo, el menor Alexéi Stajanov realiza catorce veces la
norma de extracción del carbón. En seguida, esta hazaña es recuperada por el poder, que
ve la ocasión de promover una gran campaña productivista. En las condiciones de
funcionamiento de la industria soviética, esta campaña tiene efectos desastrosos en la
producción y multiplica los conflictos y las tensiones en las empresas. En esta tensa
atmósfera, bajo la iniciativa de Stalin, la policía política lleva a cabo el primer gran
proceso público en Moscú (agosto de 1936), cuyos acusados principales son Zinóviev y
Kámenev. Los dieciséis imputados, acusados de haber organizado un mítico bloqueo
trotskista-Zinóvievista son condenados a muerte y ejecutados. Este proceso, como los
dos que le suceden (enero de 1937: proceso del centro paralelo trotskista-Zinóvievista;
marzo de 1938: proceso del centro de los derechistas, cuyo principal inculpado es
Nikolái Bujarin), son la ocasión de una excepcional movilización ideológica, popular y
populista, destinada a reafirmar con resplandor la unión indefectible del pueblo con su
guía. Como desenmascara el complot, la figura central de la ideología estalinista, el gran
81
proceso político, fundado sobre las únicas confesiones de los acusados, aparece como
un formidable mecanismo de profilaxis social (Annie Kriegel). El nombramiento de
Nikolái Yejov a la cabeza de la policía política, llamada desde julio de 1934, NKVD,
sigla que significa Comisaría del Pueblo de Asuntos Interiores, en septiembre de 1936
inicia, por casi dos años, el periodo más sangriento de las purgas (El Gran Terror).
Desde finales de 1936 a finales de 1938, cerca de dos millones de personas fueron
arrestados, de los cuales 680.000 aproximadamente fueron fusilados. Las categorías más
diversas de ciudadanos se ven afectadas, en función de las operaciones represivas que
tenían cada una su cuota de individuos para reprimir; se denominan exkulaks,
organizaciones nacionalistas, antiguos Guardias Blancos, saboteadores de la economía
nacional, trotskistas- zinovievistas, espías.
Los archivos, hoy accesibles, sobre la represión muestran que alcanzó, más que en los
años precedentes, a los militares (proceso a puerta cerrada del mariscal Tujachevski y
de siete generales de primer plano, en junio de 1937; arresto, en dos años, de 35.000
oficiales), los mandos políticos, especialmente nacionales (ucranianos, georgianos,
armenios), los mandos de la economía (pronto reemplazados por los ascendidos del 1er
plan quinquenal, la generación de Leonid Brezhnev, Andréi Gromiko, Alexéi
Kosiguin), los mandos de la Internacional Comunista, los intelectuales (el biólogo
Nikolái Vavilov, el director Vsevolod Meyerhold, los escritores Ossip Mandelstam,
Isaac Babel, Boris Pilniak, por no citar más que a las personalidades más conocidas).
No obstante, estas categorías precisamente definidas no representan más que una
pequeña proporción (20 % aproximadamente) de las personas detenidas durante estos
dos años, la mayoría de ellas siendo simples ciudadanos. La impulsión represiva, que
emana siempre del poder central, y de Stalin en particular, se acelera a menudo, por el
juego de denuncias y gracias al interés de los agentes locales de la policía política. La
fase paroxística de la depuración finaliza en otoño de 1938, con el alejamiento, y
posteriormente el arresto de Nikolái Yejov. Tras haber eliminado a los miembros del
Politburó que iniciaban veleidades de oposición (Ordzhonikidze, “suicidado” en
febrero de 1937, Robert Eije, ejecutado) o que habían cometido el único error de no
formar parte del clan estalinista (Vlas Chubar, Stanislas Kosior, Ian Rudzutak, Pavel
Postichov, ejecutados) , Stalin y sus fieles más allegados (Beria, que sustituye a Yejov
a la cabeza del NKVD, Molótov, nombrado Ministro de Asuntos Extranjeros, Lázar
Kaganóvich, Gueorgui Malenkov, Andréi Jdanov, Nikita Jruschov, Kliment
Voroshílov) controlan todos los engranajes de un partido aterrorizado y sometido. El
XVIII Congreso del partido (10-21 marzo de 1939) garantiza la renovación casi
completa del personal político. A finales de los años 1930, Stalin consigue al fin hacer
que las instituciones correspondan a la trama del clan, con el riesgo de transgredir las
reglas del partido. Es el triunfo del principio de fidelidad, la destrucción de todos los
lazos políticos, personales, profesionales que generan solidaridades que no tenían como
origen la adhesión sin fallo a la política, incluso a la persona, del guía.
Las relaciones internacionales de la U.R.S.S
En una Europa atormentada por el aumento del militarismo de las potencias fascistas, la
U.R.S.S estalinista practica una política nacionalista de gran potencia, que desemboca,
en agosto de 1939, en el pacto germano-soviético, verdadero reparto de Europa oriental
entre las dos dictaduras. El VI Congreso del Komintern (17 de julio-1 de septiembre
de 1928) constituye una etapa importante en la definición de la política extranjera
soviética entre 1928 y 1933. Stalin impone allí el rechazo de toda colaboración con la
82
socialdemocracia, calificada de “enemigo principal” de la clase obrera, así como la
depuración de todos los partidos comunistas nacionales que discutirían la total
subordinación de sus intereses con los de la Unión Soviética. Así, de 1929 a 1933, el
Partido Comunista alemán aplica fielmente la táctica “clase contra clase” de lucha
prioritaria contra la socialdemocracia, contribuyendo ampliamente a la parálisis de las
instituciones de la República de Weimar. Hasta finales de 1933, la diplomacia soviética
y el Komintern subestiman el peligro del hitlerismo. El refuerzo alemán se presenta
como un dato positivo para la U.R.S.S, en la medida en que propone emprender, frente
al militarismo franco-británico, una “exacerbación de las contradicciones
interimperialistas”. A partir de finales de 1933, la política exterior soviética se desvía en
sentido a una participación más activa de la U.R.S.S en el juego de la seguridad
colectiva. Durante dos años, este nuevo curso obtiene un cierto número de éxitos. En
1934, la U.R.S.S es admitida en la SDN. El 2 de mayo de 1935 se firma en París un
pacto franco-soviético de asistencia mutua, permaneciendo poco operante, ya que no se
acompañaba de ninguna convención militar. La firma de este pacto va unida a la
oficialización solemne de una nueva estrategia de Komintern, la de los frentes comunes.
Con ocasión de la visita de Pierre Laval a Moscú (13-15 mayo de 1935), Stalin
anuncia públicamente que “aprueba plenamente la política de defensa nacional realizada
por Francia para mantener su fuerza armada a nivel de su seguridad”. Esta declaración
supone pronto un cambio brutal de la política del PCF (y de otros partidos comunistas
europeos). No obstante, la pasividad de los occidentales frente a los golpes de fuerza de
la Italia fascista (invasión de Etiopía, 1935-1936) y de la Alemania nazi
(remilitarización de la Renania en marzo de 1936, Anschluss el 15 de marzo de 1938,
acuerdos de Munich el 29 de septiembre de 1939) acentúa la desconfianza del gobierno
soviético frente a las democracias. Hasta el verano de 1939, la diplomacia soviética, en
adelante dirigida por Molótov, intenta jugar con dos barajas: negocia con Francia y
Gran Bretaña, iniciando un acercamiento con la Alemania. Ante las reticencias de los
occidentales para firmar una convención militar que opondría el paso del Ejército Rojo
a través de Europa del Este, el gobierno soviético finalmente se pone de acuerdo con
Alemania, que ofrece a la U.R.S.S un verdadero reparto de Europa del Este.
El pacto germano-soviético y sus consecuencias
El 23 de agosto de 1939, la U.R.S.S firma con la Alemania nazi un tratado de no
agresión unido a un protocolo secreto que delimita las esferas de interés de ambos
países: para Alemania, Lituania; para la U.R.S.S, Estonia, Letonia, Finlandia, Besarabia
y, tras la intervención militar de las tropas soviéticas contra Polonia, los territorios
bielorrusos y ucranianos anexionados a Polonia tras el Tratado de Riga (11 de agosto
de 1920). Las razones de ser del pacto de no agresión finalizado el 23 de agosto entre
Alemania y la U.R.S.S son motivo de discusión. Los archivos alemanes tomados tras la
guerra permiten reconstituir los hechos y comprender las intenciones de Hitler. Las de
Stalin son difíciles de definir ya que lleva paralelamente una negociación con Francia e
Inglaterra con vistas a una alianza dirigida contra Alemania. El 10 de marzo de 1939,
Stalin pronuncia, en el Congreso del Partido Comunista de la U.R.S.S, un discurso
relativamente moderado con respecto a Alemania. Pero el 19 de marzo protesta, en el
momento de la ocupación de Praga, y el 5 de abril comienza, bajo la iniciativa de París,
conversaciones que tenían como finalidad un acuerdo político militar, permaneciendo
los ingleses más reservados. El 17 de abril, el embajador soviético en Berlín,
Merekalov, declara a sus interlocutores alemanes que no hay razones para que las
relaciones germano-soviéticos no sean mejores. El 3 de mayo, Litvínov, que era
83
partidario de un acuerdo con los occidentales contra Hitler, es sustituido por Molótov y
se cambia al 90 % del personal de la comisaría en Asuntos Exteriores. El 20 de mayo,
Molótov declara a Schulenburg, embajador del Reich en Moscú, que las negociaciones
económicas en curso únicamente podrán tener éxito bajo “bases políticas”. Los
alemanes, muy desconfiados al principio, deciden el 29 de mayo concluir el pacto de no
agresión con la U.R.S.S. El acercamiento germano-soviético da un nuevo paso hacia
adelante el 26 de julio. La decisión del 24 de julio de iniciar negociaciones militares
entre Francia, Gran Bretaña y la U.R.S.S lleva probablemente a los alemanes a acelerar
las negociaciones. El 12 de agosto, los soviéticos proponen la venida a Moscú de una
alta personalidad alemana. Es Ribbentrop quien viene; Hitler apresura a los soviéticos
a que le reciban lo antes posible (el ataque de Polonia había sido fijado para el 1 de
septiembre). El 23 de agosto, el pacto de no agresión se firma. Se acompaña de un
protocolo secreto muy importante que establece las zonas de influencia respectivas:
Finlandia, Estonia y Letonia en la esfera rusa; Lituania en la esfera alemana; Polonia se
repartiría siguiendo la línea Narev-Vístula-San; la cuestión del mantenimiento de un
Estado polaco independiente se decidiría ulteriormente por la vía de una “alianza
amistosa”. Este pacto, que sorprendió a la opinión y causó graves problemas a los
partidos comunistas europeos, en particular al partido francés, es aún objeto de
discusiones. ¿Stalin, inquieto desde los acuerdos de Munich concluidos fuera de él,
buscaba sobre todo prevenir una posible colusión entre el Reich y los occidentales?
¿Llevó a cabo dos negociaciones paralelamente de manera a sacar los mayores
beneficios posibles, en particular, la delimitación de una esfera de influencia que los
occidentales no podían evidentemente reconocerle bajo esta forma, a pesar de las
concesiones en este sentido durante los últimos días de la negociación? Las dos
orientaciones no se excluyen y han podido sucederse, al marcar probablemente la
evicción de Litvínov el punto giratorio. El 17 de septiembre de 1939, las tropas
soviéticas invaden Polonia. El reparto entre Alemania y la U.R.S.S se confirma el 28 de
septiembre en Moscú. A cambio de una retirada hacia el este de la frontera germanosoviética, Alemania incluye la Lituania en la esfera de influencia soviética. El 30 de
noviembre, la U.R.S.S ataca Finlandia, que resiste más de tres meses antes de firmar, el
12 de marzo de 1940, un tratado que cede a la U.R.S.S el istmo de Carelia. A partir de
junio de 1940, el gobierno soviético decide concretizar todas las cláusulas del protocolo
secreto. Los países Bálticos, acusados de haber violado los pactos de asistencia mutua
que les unían, desde octubre de 1939, en Moscú, son intimados a que formen gobiernos
de coalición controlados por comisarios políticos soviéticos. Esta exigencia es la
primera etapa de una anexión disfrazada que toma la forma de una petición de
incorporación a la U.R.S.S presentada por cada uno de los tres gobiernos fantoches.
Este mismo mes, Bucovina y Besarabia son anexionados a expensas de Rumania. En un
año (septiembre de 1939-septiembre 1940), gracias al pacto germano-soviético, la
U.R.S.S anexionó cerca de 600.000 kilómetros cuadrados, poblados de 23 millones de
habitantes. No obstante, en esta fecha, Hitler ya ha ordenado (julio de 1940) a s u
Estado Mayor que se estudie para la primavera de 1941 las modalidades de una
ofensiva-relámpago contra la U.R.S.S. A pesar del traspaso masivo de las tropas sobre
la frontera germano-soviética, Stalin s e niega a creer en la inminencia de un ataque
alemán. El efecto sorpresa de la operación Barbarroja, que estalla en la mañana del 22
de junio de 1941, es total.
84
CAPITULO VIII
LA U.R.S.S. DE STALIN (II) (1941 A 1953)
La U.R.S.S. en guerra (1941-1945)
La operación Barbarroja
Durante los dieciocho primeros meses de la guerra (junio de 1941- noviembre de
1942) l a U.R.S.S acumula las derrotas. Tras tres semanas de combates, los ejércitos
alemanes progresan de trescientos a seiscientos kilómetros, ocupando los países
Bálticos, Bielorrusia, Ucrania occidental y Moldavia. El 24 de septiembre, tras la caída
de Smolensk, la Wehrmacht lanza la operación Tifón con objetivo Moscú. El avance
alemán se detiene en los barrios de Moscú en noviembre. La primera contraofensiva
soviética de la guerra (principios de diciembre de 1941-febrero de 1942) permite
liberar a Moscú y reconquistar un poco de territorio. No obstante, en primavera de
1942, la situación es alarmante: el hundimiento militar de los cinco primeros meses de
la guerra se salda con la ocupación enemiga de regiones vitales que reagrupan cerca del
40 % de la población y más de la mitad del potencial económico. En estos desastres
militares, la responsabilidad de la dirección del partido, y de Stalin en particular, es
abrumadora. Se sitúa en tres niveles: un error global - de apreciación de la amenaza nazi
en junio de 1941; una política – de equipamiento del ejército - demasiado tardía; una
profunda desorganización por las purgas de los cuerpos de oficiales en 1937-1938.
De abril a octubre de 1942, el Ejército Rojo conoce una nueva serie de desgracias: en
abril-junio, los soviéticos fracasan en su tentativa de levantar el bloqueo de
Leningrado; en julio, los alemanes toman Vorónezh, Rostov del Don; en agosto,
arremeten contra el Cáucaso, sin encontrar resistencia. El 23 de agosto, el 6ª ejército de
von Paulus alcanza el Volga. El 12 de septiembre, los alemanes lanzan los que esperan
que sea el asalto final contra Stalingrado.
Stalingrado: El giro de la guerra
La ciudad de Stalingrado (hoy llamada Volgogrado) era el primer centro industrial
soviético y contaba con 600.000 habitantes. Se extendía sobre unos sesenta kilómetros a
lo largo de la orilla derecha del Volga. Numerosas fábricas de armamento se
encontraban allí (especialmente de carros). Es un centro de comunicación entre las
reservas de petróleo del Cáucaso y el resto de la Unión Soviética. Pero esta ciudad es
más, es el símbolo del poder soviético encarnado por Iósif Stalin El objetivo de Hitler
era la toma de la ciudad para asegurar el avance de la Wehrmacht hacia el Cáucaso. La
defensa rusa fue asegurada por el general Andréi Leremenko (responsable del frente
sureste), el general Vatutin (del frente de Briansk), el general Malinovski (del frente
sur), el general Timochenko (del frente sudoeste), el general Rokosovski (del frente
del Don), el general Vasilevski (jefe del estado mayor general) y el general Jukov
(miembro del comité del Estado a la Defensa). Al principio del conflicto, los rusos
disponían del LXII ejército del general Chuikov, esto es, 160.000 hombres.
Timochenko, Malinovski y Golikov disponían de 1.715.000 hombres, 2.300 carros,
16.500 cañones y 758 aviones. Por su parte, los alemanes habían enviado al ataque al
mariscal Von List (comandante del grupo A del ejército, primero dirigido por Von
85
Bock) y el mariscal Von Weichs (comandante del grupo B). Habían movilizado el VI
ejército del general Von Paulus, esto es, 270.000 hombres. El 28 de junio de 1942, las
tropas alemanas salieron para Stalingrado. Las fuerzas del mariscal Von Bock son de 84
divisiones de infantería y 10 divisiones panzer, esto es, 900.000 hombres, 1.200
blindados, 17.000 cañones y 1.640 aviones.
Para retrasar a los alemanes, los rusos provocan incendios en los bosques y destruyen
embalses, en lo que se denominó la política de la “tierra quemada”. Pero el 12 de julio,
el grupo B del ejército llega a las inmediaciones de la ciudad. A partir del 13, se evacua
de la ciudad a una parte de la población y se forman grupos de guerrilleros. Una cuarta
línea de defensa se construye el 15 de julio (la ciudad contaba ya con tres) con más de
180.000 civiles. El 17 de julio, los ejércitos soviéticos LVII y LVIII son atacados por el
ejército VI de Von Paulus. Stalin envió divisiones hacia Stalingrado dirigidas por dos
de sus mejores generales: Andrei Leremenko y Alexandr Vasilevski. El 23 de julio,
las tropas alemanas recibieron la orden de atacar la ciudad. Los bombardeos masivos de
la Wehrmacht destruyeron las vías del ferrocarril que utilizaban l o s trenes de
abastecimiento.
En agosto, el VI ejército alemán y el IV ejército blindado (dirigido por Von Bock)
lanzaron una ofensiva contra Stalingrado, entonces defendida por el general Chuikov.
El 5 de septiembre, las divisiones de Von Paulus entraron el los suburbios de la
ciudad, e iniciaron los primeros combates en la calle de Stalingrado. Bombardeando
intensamente la ciudad, los alemanes la habían reducido al estado de ruinas,
transformándola en una gran fortaleza que los rusos pronto consideraron. Los rusos se
convirtieron en expertos en el arte de las emboscadas, incluyo llegaron a ocultar carros
enteros, lo que les permitía abrir fuego a corta distancia contra los alemanes. La ciudad
estaba repleta de tiradores de elite rusos que sembraban el terror entre los soldados
alemanes (temían ser matados incluso en su campo).
Del 13 de septiembre al 18 de noviembre de 1942, el ejército VI alemán, el ejército
VIII italiano del general Garibaldi y los ejércitos III y IV rumanos de los generales
Dumitrescu y Constantinescu atacaron la ciudad en numerosas ocasiones. El 21 de
septiembre, 4 divisiones de infantería y 100 carros atravesaron la ciudad y llegaron al
Volga el 26. El 28, violentos combates tuvieron lugar alrededor de las fábricas
Barricadas y Octubre Rojo. Gracias a un contraataque soviético, la fábrica Barricada
pudo continuar produciendo sus carros de combate. El 5 de octubre, los soviéticos
consiguieron enviar 200.000 soldados a Stalingrado, entre los cuales se encontraba una
división de elite de la guardia. Este giro de fuerza fue posible gracias a la flotilla del
Volga y a la aviación rusa.
El 15 de octubre, los alemanes tomaron la fábrica Barricada y una banda de 2,5 Km.
sobre el Volga. El 11, tomaron la parte sur de la fábrica Octubre Rojo y otra parte del
río. El ejército LXII soviético se encontró entonces dividido en tres partes, y las
comunicaciones entre ellos resultaban difíciles. A mediados de noviembre, aparecieron
las primeras heladas sobre el Volga. A finales del mes, la mayor parte de la ciudad
estaba en manos de los alemanes y los rusos se encontraron atrapados entre los cañones
alemanes y las aguas heladas del Volga. A pesar de las enormes pérdidas, los rusos
lograron contener a los alemanes hasta que llegaran los refuerzos (nuevas divisiones, las
T-34n de la DCA, de la artillería). A mediados de noviembre, los alemanes llegaron al
río, y es entonces cuando los rusos preparan una contraofensiva.
86
El 12 de noviembre, las tropas rumanas encargadas de proteger la ruta de
abastecimiento fueron atacadas por dos divisiones blindadas del Ejército Rojo. Las
tropas rumanas tuvieron que batirse en retirada. Los 200.000 hombres de Von Paulus se
encontraban ahora atrapados en la ciudad sin posibilidad de abastecimiento. Jukov
organizó una contraofensiva en tenaza para rodear a los alemanes y finalmente,
recuperar la ciudad. Esta operación fue bautizada como “Urano”. Se inició el 19 de
noviembre de 1942 y debía desarrollarse de la siguiente manera: los soviéticos
utilizarían el frente suroeste (grupo del ejército de Vatutin), el frente del Don (grupo
del ejército del general Rokosovski) y el frente de Stalingrado (grupo del ejército del
general Leremenko), esto es, 15 ejércitos de los cuales, uno blindado y uno aéreo.
En Kremenskaia (al noroeste de la ciudad), Rokosovski consigue traspasar las líneas
alemanas. Al día siguiente, Leremenko atraviesa el Volga a 10 Km. al sur de
Stalingrado. El III ejército rumano, el VIII italiano y el II húngaro fueron reducidos por
las tropas de Vatunin a la altura de Serafimovich. El contraataque del cuerpo blindado
H del ejército IV blindado alemán fue obligado a retroceder en Kalach. Después, el
ejército IV rumano fue reducido por Leremenko, haciendo 65.000 prisioneros. Los
frentes soviéticos realizaron su unión en Kalach el 23 de noviembre. Haciendo esto, los
soviéticos acababan de rodear al ejército VI de Von Paulus y a un cuerpo armado del
ejército IV de Panzers, esto es, 22 divisiones y 160 unidades autónomas, con un total de
300.000 hombres. En este estadio de la batalla, los alemanes tenían aún una escapatoria,
pero cuando el Reichsmarschall Goering anunció que podía proporcionar 500 toneladas
de víveres y municiones a los sitiados, Hitler ordenó a Von Paulus que mantuviera sus
posiciones. Con 57.000 hombres y 130 carros, Van Paulus sabía bien que era
imposible; recibió entonces una orden personal del Führer que le ordenaba “ganar sobre
el terreno o morir”. El mismo día, Von Manstein se encontró a la cabeza del grupo del
ejército del Don. Se encargó a Von Manstein que socorriera a las tropas rodeadas de
Von Paulus. Durante este tiempo, la Luftwaffe únicamente proporcionaba 300 toneladas
de material diario a las tropas alemanas, por lo que Goering había mentido una vez más
a Hitler. D e l 12 al 23 de diciembre, se lanzó la operación "Wintergewitter" (en
alemán, Tormenta de Invierno), que tenía como objetivo romper las líneas soviéticas al
suroeste de la ciudad. Pero fueron detenidos a 55 Km. del enclave. Del 24 al 30 de
diciembre de 1942 tuvo lugar la operación “Pequeño Saturno” durante la cual tuvo
lugar un contraataque contra el grupo del ejército Hoth. Durante el mes de enero, la
ciudad fue recuperada por los soviéticos.
Se lanzó una ofensiva en dirección a Rostov y Manstein tuvo que batirse en retirada
(para proteger sus flancos) y abandonar su intento de liberación del ejército VI. El grupo
A del ejército tuvo que retirarse del Cáucaso tras haber sufrido grandes pérdidas. En
este momento de la batalla, la Luftwaffe ya no podía lanzar en paracaídas más que de 20
a 5 0 toneladas de material y de víveres diarios. Además, los soldados alemanes no
disponían de ropa adaptada al invierno ruso. Por lo tanto, se estaban congelando, sin
comida, material ni municiones. Se comieron los caballos y las raciones de pan se
fijaron en 100 gramos. El 8 de enero de 1943, Von Paulus rechazó un ultimátum que
ofrecía una capitulación honorable. El 24 de enero, tras grandes pérdidas, Von Paulus
cambió de estado de ánimo y pidió a Hitler la autorización para capitular. Éste se la
negó. El 25 de enero, los alemanes ya no tenían más que una zona de 100 Km.
cuadrados. El 26, un ataque de Rokosovski dividió a la VI ejército en dos, esto es, una
agrupación sur (en el centro de la ciudad) directamente bajo las órdenes de Von Paulus
87
y una agrupación norte (en el sector de la fábrica Barricada) bajo las órdenes del general
Strecker.
Entonces estalló la operación “Círculo”. El 27 de enero, los soviéticos comenzaron a
limpiar las zonas de resistencia alemanas que ya no podían defenderse. El 31 de enero,
la agrupación sur capituló. El 2 de febrero, Von Paulus se rindió al Alto Mando
soviético y firmó la capitulación de sus tropas, siendo la primera vez que un mariscal
alemán se rendía al enemigo (había sido ascendido a mariscal por Hitler poco tiempo
antes). La batalla de Stalingrado acababa de finalizar. Los rusos tomaron 60.000
vehículos, 1.500 carros y 6.000 cañones. 94.500 alemanes fueron hechos prisioneros
(únicamente 5.000 regresarán vivos), de los cuales 2.500 oficiales, 24 generales y el
propio mariscal Von Paulus. 140.000 alemanes fueron muertos, heridos o congelados.
Los soviéticos habían perdido 200.000 hombres.
El contraataque soviético
Este giro de la guerra se amplifica en una avanzada general el Ejército Rojo en el
inmenso frente que va desde Leningrado hasta el Cáucaso. El febrero- marzo de 1943, se
recuperan Vorónezh, Kursk, Jarkov, y el Donbass, y se afloja el bloqueo de Leningrado
(durante el cual 900.000 personas murieron de hambre y de agotamiento). En julio de
1943, la mayor batalla de carros de la Segunda Guerra Mundial gira, en Kursk, en
provecho del Ejército Rojo. Esta victoria marca, seis meses después de Stalingrado, el
segundo giro de la guerra hacia el frente ruso.
Varios factores pueden explicar este viraje. La primera es la victoria de la reconversión
de la economía soviética, enteramente dirigida hacia el esfuerzo militar. El Consejo de
evacuación organiza el desplazamiento de más de 2.000 grandes empresas de las
regiones occidentales hacia los Urales, Kazajstán y Siberia. Más de once millones de
personas son evacuadas. Toda la población adulta desplazada se integra en seguida en la
producción, en condiciones draconianas. El gulag participa igualmente en el esfuerzo de
la guerra. A finales de 1942, la producción de material militar soviético supera
ampliamente a la producción alemana. Además, se desarrolla la ayuda aliada: las
entregas de material y de alimentos a título de acuerdos de préstamo-alquiler permiten a
la economía soviética concentrarse en la producción militar, sin temer una ruptura de los
circuitos económicos. Un segundo factor contribuye al desvío de la situación: la
barbarie nazi en los territorios ocupados, que excluye toda veleidad de colaboración
entre una población, especialmente rural, que había sufrido mucho durante el régimen
soviético. El trato reservado por los nazis a los soviéticos, considerados como hombres
inferiores (3,3 millones de prisioneros soviéticos murieron entre 1941-1944) , l a
brutalidad de la ocupación (miles de pueblos destruidos; comunistas y judíos
sistemáticamente eliminados) y la violencia extrema impuesta a la población refuerzan
la determinación de los soldados para luchar sin descanso contra el invasor. El tercer
factor del cambio es el refuerzo del consenso social alrededor de valores patrióticos
tradicionales. El discurso radiodifundido de Stalin el 3 de julio de 1941 refiriéndose a
la gran nación rusa de Lenin..., de Pushkin, de Tolstói, de Chaikovski, de Chejov, de
Suvorov y de Kutuzov pone énfasis en el combate sagrado en la gran guerra patriótica.
Los acercamientos con la Iglesia ortodoxa, indisolublemente unida al pasado nacional,
constituyen igualmente un aspecto importante de la evolución ideológica del régimen.
Finalmente, la agrupación de la nación en torno a los valores nacionales y patrióticos se
ve facilitada por la personalización, siempre creciente, del poder supremo, y la
88
identificación de Stalin a la causa sagrada, la de la patria. Por primera vez desde 1917,
un hombre acumula la dirección del Estado, del partido y del ejército.
A finales de 1943, tras la victoria de Kursk y el desembarco angloamericano en Italia, la
victoria está a la vista. Los Aliados deciden coordinar sus acciones y definir sus
proyectos para la posguerra. En la Conferencia de Teherán (28 de nov.-1 de dic. de
1943), Stalin obtiene de Roosevelt y de Churchill el reconocimiento de la línea Curzón
como futura frontera oriental de Polonia y de la anexión de los países Bálticos
“conforme a la voluntad de las poblaciones”. Tras este éxito diplomático, los soviéticos
lanzan una nueva ofensiva que les permite llegar, el 1 de agosto de 1944, hasta los
barrios periféricos de Varsovia. Con el pretexto de alargamiento de las relaciones, el
alto mando soviético se niega a ayudar a los insurgentes de Varsovia. El Ejército Rojo
entra en Varsovia una vez que la ciudad ha sido arrasada por los nazis. En septiembreoctubre de 1944, el Ejército Rojo ocupa Rumania, Bulgaria y Hungría. En unos meses,
una parte importante de Europa del Este cae bajo el control soviético. Durante su visita
a Moscú (octubre de 1944), el Primer Ministro británico Winston Churchill toma nota
de estas realidades: acepta el trazado de las fronteras polacas que impone Stalin, así
como la formación de un gobierno polaco de unión nacional, donde el comité de Lublin
(formado por comunistas) desempeña un papel importante. En la conferencia de Yalta
(4-11 de febrero de 1945) , Stalin prosigue con su ventaja y se ve satisfecho en varios
puntos: tres escaños (Rusia, Ucrania y Bielorrusia) en la ONU, cesión de las islas
Kuriles a cambio de una intervención soviética contra Japón tres meses después de la
capitulación de Alemania y la confirmación de las fronteras de Polonia. El 10 de marzo
de 1945, las tropas soviéticas, bajo el mando del mariscal Jukov, atraviesan el Oder. El
12 de abril, Jukov envía dos millones de hombres a la última batalla, la de Berlín, que
finaliza el 8 de mayo con la capitulación de Alemania. Al día siguiente, el Ejército Rojo
entra en Praga. Iniciando con una terrible derrota, la guerra finaliza con la ocupación
militar soviética de la mitad de Europa. El “efecto Stalingrado” se las da de duro:
vencedor al lado de las democracias, la U.R.S.S estalinista es, de ahora en adelante, un
socio respetado y temido en la escena internacional.
El estalinismo de posguerra (1945-1953)
Reconstrucción y endurecimiento de la dictadura
Los años 1945-1953, un periodo mal conocido, están marcados por un refuerzo de la
dictadura en el interior y una “estalinización” de Europa del Este en el plano exterior. El
regreso de la paz implica la necesidad de reconstruir un país devastado por la guerra –
26 millones de muertos, 25 millones de personas sin hogar, destrucciones materiales
estimadas en cerca de seis veces la renta anual de 1940. El IV plan quinquenal,
adoptado en marzo de 1946, fija al crecimiento económico una vía conforme al modelo
de anteguerra. Los años 1946-1953 ven también cómo se reproducen los fenómenos
económicos y sociales ya conocidos: un gran aumento de las inversiones, obras
inacabadas, prioridad a la producción de materias primas y de bienes de equipo, un
importante el éxodo rural, persistencia de un nivel de vida muy bajo y penurias
alimenticias. Como en los años 30, es en el frente agrícola donde persisten las mayores
dificultades (hambre de 1946-1947, 500.000 muertos). El desliz hipervoluntarista de la
economía va unido a un refuerzo de los controles y de la represión. Desde 1944, el
contingente de los “desplazados especiales” (1.400.000 personas a finales de los años
30, básicamente campesinos deskulakizados) aumentó cerca de un millón de personas,
89
que pertenecían a los pueblos "castigados colectivamente" y deportados por u n a
supuesta colaboración con el enemigo (tártaros de Crimea, chechenos, ingushes,
balcánicos, karachis, calmucos, mesjetes, kemshines). En 1945-1946, los campos del
Gulag, que contaban con dos millones de detenidos a finales de los años 30 (1.200.000
en 1944, tras una mortalidad récord durante la guerra y el envío al frente de los
detenidos al final de la pena), ven afluir nuevas categorías de proscritos, especialmente
nacionalistas, que se oponen, armados, a la sovietización de Ucrania occidental, de los
países bálticos y de Besarabia. El gulag conoce su apogeo a principios de 1950: tras la
muerte de Stalin, se cuentan unos 2.750.000 detenidos, a los que se añade una cifra
idéntica de desplazados especiales, asignados con residencia en regiones inhóspitas del
país (Siberia, Kazajstán, Extremo Oriente soviético). La gestión de este inmenso
conjunto penitenciario poco productivo presenta grandes problemas. Uno de los
aspectos más notables del endurecimiento del régimen estalinista de posguerra pone
énfasis en las coacciones ideológicas. Bajo la dirección de Jdanov se desarrolla una
gran ofensiva contre toda creación del espíritu que denota las supuestas influencias del
extranjero, del formalismo y del decadentismo occidental. A partir de finales de 1948, la
denuncia de las tendencias formalistas es eclipsada por el descubrimiento de una nueva
desviación, el cosmopolitismo. La denuncia de éste toma rápidamente un carácter cada
vez más abiertamente antisemita, que culmina en enero de 1953 con el descubrimiento
del complot de las camisas blancas.
La U.R.S.S en el contexto de posguerra
La situación internacional de la U.R.S.S, al final de una guerra de la que sale herida y
victoriosa, es paradójica. Por un lado, se afirmó como una gran potencia, cuyo ejército,
numéricamente el más fuerte del mundo, ocupa una mitad de Europa; por el otro, es
superada ampliamente por Estados Unidos en la tecnología militar, que acaba de
experimentar el arma atómica. ¿Es necesario conservar la “Gran Alianza” concluida
durante la guerra y obtener un descanso necesario para reconstruir una economía
devastada, o bien adquirir pruebas de seguridad extendiendo la esfera de influencia
soviética? Es esta segunda opción que gana.
De julio de 1945 (conferencia de Postdam) a julio de 1947 (conferencia de París), el
clima no deja de degradarse entre la U.R.S.S, que multiplica las reivindicaciones y
presiones, y sus antiguos aliados. Las conferencias de Londres (11 sep.-2 oct. 1945) y
de Moscú (16-26 dic. 1945) que reúnen a los Ministros de Asuntos Extranjeros aliados,
revelan numerosos asuntos de desacuerdo: los occidentales discuten los resultados de
las elecciones, bajo control soviético, en Rumania y Bulgaria, y denuncian la tentativa
soviética de establecer un protectorado en el norte de Irán. La Conferencia de Paz
(París, 29 de julio-15 de octubre de 1946) no permite ningún acercamiento de las
posiciones occidentales y soviéticas sobre la normativa del problema alemán. Tras el
fracaso de esta conferencia, las relaciones entre occidentales y soviéticas se degradan
aún más cuando el general americano George Marshall define las grandes líneas de un
plan de reconstitución económica para Europa (discurso en la universidad Harvard, 5 de
julio de 1947). Molótov abandona escandalosamente la conferencia de París encargada
de establecer el plan Marshall. Bajo la presión de los soviéticos, los polacos, y después
los checos, los rumanos, los húngaros, los finlandeses, que habían anunciado su
participación, desisten. Julio de 1947 consagra la división de Europa. La formación de
bloques supera un paso adicional con la construcción (septiembre de 1947) del
Kominform, oficina “de información” que coordina la política de los partidos
90
comunistas europeos. La teoría de los “dos campos” enunciada por Jdanov en esta
ocasión doblan las campanas de las tentativas de los dirigentes checos Edvard Benevs
y Jan Masaryk de escapar a la bipolarización de Europa. El golpe de Praga (25 de
febrero de 1948) ratifica el paso de Checoslovaquia al campo antiimperialista. La
confrontación soviético-occidental atraviesa una nueva crisis durante el verano de 1948
con el bloqueo de Berlín-Oeste por los soviéticos (24 de junio de 1948-12 de mayo de
1949). En octubre de 1949, la división de Alemania en República Federal de Alemania
(RFA) y de la República Democrática de Alemania (RDA) se institucionaliza,
traduciendo la división de Europa. No obstante, la repentina ruptura soviéticoyugoslava, que se hizo pública en primavera de 1948, demuestra la existencia de
fuertes tensiones e intereses divergentes en el campo socialista. El cisma titista sirve de
pretexto para “purificar” las direcciones comunistas de los países de Europa del Este:
dos olas de purgas (la segunda muy antisemita) afectan a los dirigentes comunistas
nacionales (Władysław Gomulka en Polonia, Laszlo Rajk y Janos Kádar en Hungría,
Traicho Kostov en Bulgaria, Rudolf Slansky en Checoslovaquia, Ana Pauker e n
Rumania) reemplazados por los “moscovitas”, hombres más próximos, por su pasado, a
la U.R.S.S. Los años 1949-1950 constituyen la fase culminante de la guerra fría,
marcada por el nacimiento del Pacto Atlántico, la guerra de Corea y cuestión del rearme
alemán. No obstante, sobre este último problema, la diplomacia soviética hace, a
principios de 1952, un cierto número de concesiones, proponiendo un tratado de paz con
una Alemania reunificada y neutralizada. Los últimos meses de la dictadura estalinista
parecen augurar una evolución de la diplomacia soviética hacia la negociación.
El estalinismo consumado
La vida política soviética de los años de posguerra está marcada por un deslizamiento de
las estructuras del poder hacia formas específicas, que parecen romper con un cierto
número de normas y de referencias leninistas. Acumulando todos los poderes civiles y
militares, del partido y del Estado, Stalin se esfuerza por convertir en autónomos los
fundamentos de su potencia a través de una ideología ultranacionalista, el abandono de
las reglas leninistas de funcionamiento de las instancias del partido y el desarrollo
desmesurado de su propio culto. Las instancias dirigentes del partido se ignoran
sistemáticamente (ningún congreso entre marzo de 1939 y octubre de 1952, ningún
pleno del comité central entre febrero de 1947 y octubre de 1952). El Politburó no
celebra nunca al completo, al tomar Stalin las decisiones asistido por algunos fieles más
allegados (Molótov, Malenkov, Kaganóvich, Jruschov, Nikolái Bulganin). El XIX
Congreso del partido (octubre de 1952) no abre ninguna perspectiva de evolución de un
sistema paralizado y conservador dominado por un Stalin que envejece. El 13 de enero
de 1953, la Pravda anuncia el descubrimiento del complot del "grupo terrorista de
médicos del Kremlin" (en su mayoría judíos). Como en 1936-1937, miles de mítines se
organizan para exigir el castigo de los culpables. Este “complot de las blusas blancas” –
que se desarmó en seguida tras la muerte de Stalin - ¿era una transformación del campo
anticosmopolita de los años precedentes, o el principio de una nueva purga radical del
personal político, de los mandos económicos y de la intelligentsia? Mientras que el
tema de una gran conspiración aparece en primera plana de la actualidad, recordando los
peores momentos de los años 1936-1937, Stalin, alcanzado por una hemorragia
cerebral, muere el 5 de marzo de 1953.
Regreso al itinerario poco común del “pequeño padre de los pueblos”
91
6 ó 21 diciembre de 1878 ó 1879: nacimiento, en Gori (Georgia) de Iósiv
Visarionóvich Djugashvili. Su padre es zapatero, su madre realiza trabajos menudos de
costura.
Septiembre de 1894: entrada en el gran seminario de Tiflis (hoy Tbilisi).
1897: comienza a participar en los círculos clandestinos. Se hace llamar Koba (el
indómito), en referencia al héroe de una novela georgiana, una especie de Robin de los
Bosques caucasiano.
Mayo de 1899: salida del seminario, quizás expulsado por actividades revolucionarias.
Diciembre de 1899-marzo de 1901: puesto en el Observatorio de Geofísica de Tiflis
que abandona en marzo de 1901 tras las represiones de manifestaciones. Inicia
entonces varios años de vagabundeo.
Diciembre de 1901: Koba abandona Tiflis por Batum, quizás tras unos conflictos con
las responsabilidades de organizaciones obreras.
Abril de 1902: arrestado tras una manifestación en Batum, es encarcelado durante 18
meses.
Noviembre de 1903: exiliado por tres años en Siberia, Koba huye.
Enero de 1904: de regreso a Batum, se relaciona con los mencheviques. Después va a
Tiflis donde se acerca del movimiento bolcheviques.
22 de junio de 1904: Koba contrae matrimonio con Catherine Svanidzé, una joven
campesina.
Enero de 1905: “Domingo sangriento”: varias centenas de manifestantes son
asesinados en San Petersburgo.
Diciembre de 1905: Koba participa en la conferencia bolchevique de Tammerfors
(Finlandia) y se encuentra con Lenin por primera vez.
1907: nacimiento de su hijo Jacob
1908: fallecimiento de su primera mujer.
De 1908 a 1917: arrestos, exilios y huída.
Febrero de 1912: Nueve años después de la creación del partido bolchevique, coopta
en el comité central. Participa en la redacción de la Pravda y toma el sobrenombre de
Stalin.
Febrero de 1917: liberado por la revolución, Stalin vuelve a San Petersburgo y toma la
dirección de la Pravda.
Octubre de 1917: Stalin es comisario del pueblo de las nacionalidades
1918-1922: Guerra civil, con el fondo de hambrunas, e n tre el Ejército Rojo de los
bolcheviques y el Ejército Blanco fiel al zarismo y apoyados por algunas potencias
occidentales.
Febrero de 1919: Stalin es miembro de la Oficina política y después comisario del
pueblo en la inspección obrera y campesina.
1919: boda con Nadia Allilueva.
1921: Primeras purgas en el partido bolchevique (1/3 de los efectivos)
1 de marzo de 1921: 16.000 marinos y obreros de Kronstadt se sublevan y reclaman los
plenos poderos a los soviets. El 17 de marzo, la revuelta es aplastada por Trotski, los
rebeldes matados o deportados.
Marzo de 1921: en el X Congreso del Partido Comunista, Lenin hace adoptar la N.E.P.
e impone la tutela del partido en el aparato administrativo del Estado y en los sindicatos.
23 de mayo de 1921: primeros grandes procesos. Eliminación de socialistasrevolucionarios de izquierda.
Julio de 1921: la enfermedad obliga a Lenin a alejarse del poder.
4 de abril de 1922: Stalin es nombrado secretario general del comité central bajo
proposición de Zinóviev que piensa poder manipular para oponerse al predominio de
92
Trotski.
Enero de 1923: “Testamento de Lenin”: que se interroga sobre el futuro del partido,
Lenin emite dudas sobre Stalin y Trotski.
21 de enero de 1924: muerte de Lenin. El partido se encuentra profundamente
dividido: Trotski se opone a la "troika" Stalin-Kámenev-Zinóviev.
Diciembre de 1924: Stalin proclama la “construcción del socialismo en un único país”.
La revolución mundial preconizada por Trotski es un fracaso.
Diciembre de 1925: Stalin aplasta la nueva oposición de Zinóviev y Kámenev en el
XIV Congreso del partido.
1926: formación de un grupo de oposición Trotski-Kámenev-Zinóviev denunciado por
Stalin.
Noviembre de 1927: exclusión de Trotski y Zinóviev
Diciembre de 1929: Stalin lanza una llamada a la aceleración de la colectivización y a
la “liquidación de los kulaks como clase”. Celebración en gran pompa de su 50
aniversario.
Marzo de 1930: creación de la administración especial de campos en la policía política,
el Gulag.
1932: suicidio de la segunda mujer de Stalin.
Entre 1934 y 1939, los dos tercios de los miembros del Comité Central son
liquidados.
1 de diciembre de 1934: asesinato de Kírov. Promulgación de la ley de excepción.
Abril de 1935: la pena de muerte se extiende a los niños a partir de los doce años.
Agosto de 1936: primera serie de procesos de Moscú: Kámenev, Zinóviev y otras 14
personas son juzgadas, acusadas de haber constituido un "centro terrorista trotskizinóvievista” responsable del asesinato de Kírov y de un complot dirigido a asesinar a
Stalin y la mayor parte de los miembros de la Oficina política con el fin de restaurar el
capitalismo con la ayuda de fascistas alemanes y japoneses.
Septiembre de 1936: Stalin sustituye a Yagoda por Ejov a la cabeza del NKVD para
reforzar la represión.
Enero de 1937: segunda serie de procesos de Moscú.
Febrero de 1937: Ordzhonikidze, viejo compañero de Stalin, se suicida.
Marzo de 1937: Stalin, Molótov y Yejov consiguen ganar a los partidarios de una
línea moderada. Bujarin y Ríkov son arrestados.
Junio de 1937: proceso de grandes militares, entre los cuales Tujachevski. El ejército
es diezmado.
Julio de 1937: muerte de la madre de Stalin.
Marzo de 1938: tercera serie de procesos. Bujarin, Ríkov y Yagoda son juzgados
Agosto de 1939: Ribbentrop y Molótov firman el acta de no agresión entre la U.R.S.S
y
A
l
e
m
a
n
i
a
.
21 de junio de 1941: los ejércitos alemanes invaden la U.R.S.S.
3 de julio de 1941: discurso de Stalin haciendo un llamamiento al sentimiento nacional
ruso para defender el país: hermanos y hermanas, un grave peligro amenaza nuestra
patria. Jugando con la referencia a la llamada del zar Alejandro I para la unión frente
al ejército napoleónico, pide al pueblo que se movilice como en 1812 para una guerra
sagrada.
Febrero de 1943: los alemanes capitulan en Stalingrado
Mayo de 1943: Stalin disuelve el Komintern.
Febrero de 1945: conferencia de Yalta.
1 de octubre de 1949: nacimiento de la China popular
Diciembre de 1949: 70 aniversario de Stalin
93
Enero de 1953: Stalin denuncia el complot de las blusas blancas
5 de marzo de 1953: muerte de Stalin. El corazón del camarada e inspirado
continuador de la voluntad de Lenin, jefe prudente y maestro del partido comunista y
del pueblo soviético, Iósif Visarionóvich Stalin, ha dejado de latir. - Comunicado de la
agencia TASS del 6 de marzo de 1953 –
24 de febrero de 1956: XX Congreso del Partido Comunista Soviético: Informe
Jrushov sobre el "culto de la personalidad" de Stalin
1961: el cuerpo embalsamado de Stalin se retira del mausoleo de Lenin.
94
CAPITULO IX
LA U.R.S.S ENTRE EL DESHIELO Y LA CONGELACIÓN. (1953 A
1985)
La década de Nikita Jruschov (1953-1964)
La desaparición de Stalin marca una etapa decisiva, el final de una época, si no el final
de un sistema. Revela la paradoja de un sistema supuestamente inscrito en las leyes del
desarrollo social, y en el que todo depende tanto de un único hombre que, cuando éste
desapareció, el sistema perdió algo que le era esencial (François Furet). En unos años,
la Unión Soviética pasa de un sistema que puede ser calificado de totalitario en un
sistema autoritario y policial. Los años Jruschov s on a la vez los de la salida de la
dictadura estalinista – despenalización de las relaciones sociales, fin de las represiones
de masa, desestalinización mesurada – y los de los últimos grandes mitos y de las
últimas movilizaciones (vuelta al leninismo, construcción del comunismo, campaña del
maíz, conquista de las tierras vírgenes, etc.).
Las luchas por la sucesión (1953-1957)
Como Stalin había actuado deliberadamente como si su sucesión no debiera darse
nunca, su desaparición suscita un inmenso desconcierto en la población e intensas
luchas de sucesión. Malenkov toma la cabeza del gobierno, Jruschov elige la dirección
del aparato del partido y Beria mantiene el control sobre el potente Ministerio del
Interior. En unas semanas, se toman medidas espectaculares, que anuncian un nuevo
clima político. El 27 de marzo de 1953, una amnistía permite la liberación de más de
un millón de detenidos (los “políticos” estaban excluidos del beneficio de esta medida).
El 4 de abril, la Pravda anuncia que el asunto de los médicos había sido organizado de
pies a cabeza por la policía política. El descontento de la población desorientada por la
desaparición del guía supremo aumenta aún más cuando parece que el propio Beria
toma la cabeza del combate para el restablecimiento de la “legalidad socialista”. El
miedo a ver que Beria amplía su influencia y su clientela más allá del aparato
omnipotente de la policía política llevan a otros dirigentes a agruparse contra él; es
detenido el 26 de junio y ejecutado. Las condiciones de la caída de Beria, la
disimulación de su ejecución tras un falso proceso, los cargos fantásticos, en la más
pura tradición estalinista, que le son imputados, demuestran las dificultades para pasar a
un sistema donde lo arbitrario cedería el paso a la legalidad. Tras la caída de Beria, las
luchas de sucesión enfrentan a Malenkov y Jruschov. Acometiendo decididamente
contra uno de los principales problemas de la economía soviética, la agricultura,
Jruschov toma la delantera. En el pleno del comité central de septiembre de 1953,
adopta un sustancial aumento de los precios pagados por el Estado a los koljozes,
medida indispensable para evitar un hundimiento completo de la agricultura. Estas
crecidas se acompañan de un descenso de los impuestos sobre el producto de las ventas
en el mercado libre. En marzo de 1954, Jruschov inicia un gran proyecto para
beneficiar las tierras vírgenes de Kazajstán y de Altái (37 millones de hectáreas, esto es,
el 30 % de la superficie cultivada del país). Durante varios años, la apuesta de las tierras
95
vírgenes es rentable: en 1956-1957, la U.R.S.S almacena la mayor cosecha de cereales
de su historia (125 Tm), en 1955, Jruschov lanza una nueva movilización, la campaña
del maíz. En dos años, se siembran dieciocho millones de hectáreas, incluso en las
regiones poco propicias para este cultivo. Estas acciones se confirman desordenadas,
intempestivas, en torno a un proyecto fetiche, tan características de los años 50.
Capitalizando en su beneficio los primeros resultados que favorecen las reformas
agrícolas, Jruschov contrata un paquete de medidas que pretenden despenalizar las
relaciones sociales: abolición de las leyes de 1938-1940 que instituían la
responsabilidad penal por los retrasos y las ausencias al trabajo, elaboración de un
nuevo código penal, menos represivo, supresión de los colegios especiales que juzgan
los asuntos que resultan de la policía política, fundamentalmente organizado (bajo el
nombre de Comité por la Seguridad del Estado o KGB). Este nuevo curso es más
apreciado ya que se acompaña de una mejora de la situación material (duración semanal
del trabajo reducida de 48 a 42 horas; edad de jubilación reducida a 60 años para los
hombres, 55 años para las mujeres; construcción acelerada de viviendas: + 80% para el
periodo 1955-1964).
En política internacional, los años 1953-1956 están marcados por la instauración de
relaciones privilegiadas con China (acuerdo de cooperación, 26 de marzo de 1953,
visita de Jruschov a Pekín en octubre de 1954), por la reconciliación con Yugoslavia
(viaje de Jruschov, Bulganin y Anastas Mikoyán a Belgrado del 26 de mayo al 3 de
junio de 1955) en las condiciones de Tito, y por la investigación empírica de un
principio de distensión con occidente. La evolución de las relaciones Este-Oeste se
manifiesta en la diligencia de los dirigentes soviéticos para poner fin a la guerra de
Corea, y después en su voluntad de conseguir negociaciones con Ginebra (1954). El
principal problema es el del rearme de Alemania. Si el asunto de la Comunidad Europea
de Defensa (CED) fracasa finalmente, para el consuelo de Moscú, la inclusión de RFA
en la OTAN (París, octubre de 1954) lleva al gobierno soviético a poner en pie el pacto
de Varsovia (mayo de 1955). En mayo de 1955, la U.R.S.S, los Estados Unidos, Gran
Bretaña y Francia firmar el “Tratado de Estado” garantizan la neutralidad de Austria.
Este tratado contribuye a atenuar la tensión Este-Oeste. En septiembre de 1955, el viaje
a Moscú del canciller Konrad Adenauer, que establece relaciones diplomáticas entre la
RFA y la U.R.S.S, demuestra el vigor del “espíritu de Ginebra”, un estado de espíritu
que desemboca, en el XX congreso del PCUS (14-25 de febrero de 1956), en la teoría
de la “coexistencia pacífica”.
El XX Congreso de PCUS se reunió el 14 de febrero de 1956 para analizar la situación
del camino recorrido tras la muerte de Stalin y confirmar las evoluciones que se habían
producido durante los tres últimos años. Jruschov subraya la importancia de la
distensión internacional, fundada sobre la nueva línea general de la política exterior de
la U.R.S.S, la coexistencia pacífica y reconoce el pluralismo de las vías que llevan al
socialismo. No obstante, lo que convirtió al XX Congreso en un acontecimiento de
importancia en la historia soviética es la divulgación, por Jruschov, tras el cierre oficial
del congreso, ante los únicos delegados soviéticos, del Informe Secreto. De este texto
resulta una nueva imagen de Stalin - la de un tirano que fabricaba día tras día su culto,
de un dictador incompetente, “separado de su pueblo”, responsable del terror contra el
partido y de las derrotas del Ejército Rojo al principio de la guerra. En efecto, este texto,
elaborado de prisa, era muy selectivo y superficial en su condena del estalinismo,
aludiendo la cuestión central de la responsabilidad del sistema, en su conjunto, en
96
cuanto a la sociedad. Ampliamente difundido, el Informe Secreto abre, en cambio, una
nueva brecha en el edificio estalinista.
No obstante, una vez pasado el golpe del XX Congreso, y mientras que en la sociedad
aumentan enormemente los interrogantes y aspiraciones a l cambio, se organiza la
resistencia a la desestalinización, ante el temor de la mayoría de los mandos comunistas
de ser un día requeridos para rendir cuentas de su pasado. Los acontecimientos que
sacuden, en octubre-noviembre de 1956, Polonia y Hungría, donde la desestalinización
patina hacia movimientos a la vez anticomunistas y antisoviéticos, debilita la posición
de Jruschov. Aprovechando el viaje del Primer Secretario en Finlandia, sus colegan
deciden, en 1957, convocar el Presidium: siete de los once miembros (entre ellos,
Malenkov, Molótov, Kaganóvich, Voroshílov et Bulganin) reclaman la dimisión de
Jruschov. Minoritario, exige que el conflicto en el Presidium sea arbitrado por el comité
central, instancia suprema del partido, del que emana. Tras dos días de debate, el comité
central invalida el voto del Presidium y condena las “actividades fraccionarias del grupo
antipartido”. Molótov, Malenkov, Kaganóvich son excluidos del Presidium, donde
entran los que han apoyado a Jruschov (Gueorgui Jukov, Brezhnev, Nikolái
Shvernik, Ekaterina Furtseva). Tras la desestalinización, la crisis de junio de 1957 se
consagra a prácticas políticas nuevas. Los vencidos no pierden ni la vida ni la libertad.
El Comité Central recupera la plenitud de sus poderes. La preeminencia de Jruschov,
ratificado tras cuatro años de luchas de sucesión, aparece ampliamente templada por el
papel creciente de una nomenclatura estabilizada de dirigentes locales, finalmente al
abrigo de purgas sangrientas. En este punto capital, como en otros, la ruptura con el
estalinismo parece bien consumada.
Límites y el derrape del proyecto de Jruschov (1958-1964)
Los años 1958-1964 aparecen, tras cinco años de gran crecimiento, como años de
dificultades económicas, incluso de crisis. El poder político intenta remediarlo con
movilizaciones cada vez más desordenadas, con una política exterior voluntarista que
alterna fanfarronadas y reculadas, con la reactivación del mito de la construcción del
comunista ateo.
El conjunto de los indicadores económicos revelan un vuelco de la tendencia a partir de
1958-1959: caída del consumo, descenso del índice de crecimiento de la productividad,
desarrollo de las penurias. La crisis es particularmente grave en la agricultura. El
reagrupamiento de los koljozes (83.000 en 1955, 40.000 en 1963) en federaciones
koljosianas, considerado impulsor de una integración agroindustrial, tropieza con el
escepticismo general y con un estilo de mando que apenas ha cambiado desde los años
estalinistas. Las movilizaciones y las campañas productivas lanzadas para alcanzar y
superar a los Estados Unidos (discurso de Jruschov d e l 22 de mayo de 1957)
desembocan, en las condiciones de funcionamiento del sistema de los koljozes, en
desastres económicos y ecológicos. En 1964, la producción de carne es inferior a la de
1958. A continuación de la campaña de liquidación del barbecho, la cosecha de cereales
de 1963 es catastrófica. Sometidas a un monocultivo intensivo, las tierras vírgenes
sufren una severa erosión eólica, que provoca una caída del rendimiento, en unos años,
del 65 %. La U.R.S.S se ve obligada a comprar, este mismo año, más de doce millones
de toneladas de cereales al extranjero. Las dificultades agrícolas se reflejan directamente
en el clima social: el aumento de los precios de la carne (+ 30 %) y de la mantequilla (+
97
25 %) el 1 de julio de 1962 suscita protestas, incluso motines en el mundo obrero
(motines de Novocherkassk a principios de junio de 1962).
Las dificultades económicas van a la par con una reactivación del mito del paso al
comunismo, particularmente sensible tras el XXI Congreso (27 enero-5 febrero 1959).
El mito de la edificación comunista da lugar a un cierto número de campañas
ideológicas: campaña anticlerical y atea (1958-1961), movilización para la
participación de los trabajos en el mantenimiento del orden en el país, campaña contra
los parásitos y otros individuos que viven de los ingresos no salariales, campaña
anticorrupción. Los límites del desbloqueo cultural se dejan sentir en los círculos
intelectuales. La prohibición hecha a Borís Pasternak, en 1956, de publicar su novela
El Doctor Jivago, y después de recibir el premio Nobel de literatura que se le concedió
en octubre de 1958, revela los límites de la desestalinización en la esfera cultural. Un
caso ejemplar de estos límites, el asunto Pasternak, precipitan una crisis de conciencia
de la intelligentsia rusa. Este episodio marca, con mucho, el inicio de un renacimiento
moral. El final de los años 50, ve la aparición de los primeros samizdats, revistas
dactilografiadas clandestinas que nacen en los círculos de jóvenes poetas, escritores,
filósofos, historicistas y participantes de las reuniones del sábado en la plaza
Maiakovski en Moscú. Nace la primera generación de los disidentes, la de Alexandr
Guinzburg, Vladímir Bukovski, Gueorgui Galanskov, Alexandr Kuznetsov. Por
otro lado, una parte de la intelligentsia liberal multiplica las provocaciones sobre temas
tabúes: así, escritores reconocidos como Ilia Ehrenburg y Evgueni Evtushenko
provocan abiertamente la cuestión del antisemitismo en U.R.S.S.
Más que la revuelta de una parte de la intelligentsia, son las dificultades que conoce una
economía sacudida de reforma en el campo que movilizan contra Jruschov a los mandos
influyentes de la nomenclatura política y económica. En este contexto de crisis
económica y de oposición persistente de elementos conservadores al proceso de
desestalinización, se celebra el XXII Congreso del partido (17-31 de octubre de 1961).
Llamado a adoptar el nuevo programa y los nuevos estatutos del partido, este congreso
está marcado por una nueva ofensiva, bastante inesperada, de Jruschov y de sus
partidarios contra el estalinismo y contra un cierto número de estalinistas endurecidos
(Voroshílov, Kaganóvich, Molótov, Malenkov). Tras el discurso de Jruschov del 27
de octubre de 1961 que elude, en cambio, una vez más la cuestión de la
responsabilidad global del partido comunista en el terror de masa contra la sociedad
soviética, el proceso de desestalinización culmina (28-30 de octubre) c o n l a
intervención de numerosos delegados que reclaman – y obtienen—la expulsión
inmediata de los restos mortales de Stalin del mausoleo erigido en la Plaza Roja. En
cambio, las resistencias a la desestalinización son importantes. Las resoluciones finales
del congreso no retoman la proposición de Jruschov de erigir un monumento a las
víctimas del estalinismo, y no se habla más de “crímenes”, sino de “faltas” de Stalin.
Tras el XXII Congreso, Jruschov sigue una línea política bastante incoherente, marcada
por una sucesión de aparentes de desbloqueo (autorización de publicar dos obras
devastadoras para el campo estalinista: Los Herederos de Stalin de Evgueni
Evtushenko; Una jornada en la vida de Ivan Denisovich de Alexandr Solzhenitsin) y
de cambios conservadores. En el pleno del Comité Central de noviembre de 1962 se
adopta una importante reforma del partido, cuyas estructuras se dividen en dos ramas,
una dedicada a la industria y otra a la agricultura. Esta reforma, una nueva e ilusoria
tentativa de dirigir más eficazmente la economía, tiene por principal efecto alienar al
98
Primer Secretario a una gran parte de los mandos del partido, ya escaldado por dos
intentos intempestivos de estalinización.
Durante los años de Jruschov, la política exterior sigue desempeñando un papel muy
importante en la consolidación - o el debilitamiento - de la posición y del resplandor del
Primer Ministro. Durante los años 1957-1964, Jruschov impulsa una política extranjera
muy activa, calificada por Jacques Levesque de “voluntarista”. Tres cuestiones
mayores monopolizan el esfuerzo diplomático soviético: las relaciones con occidente, el
cisma en el interior del campo socialista, la emergencia de los “Estados de democracia
nacional” del Tercer Mundo. Las relaciones con occidente siguen un curso sinuoso,
alternando amenazas y perspectivas de distensión. Este curso resulta de dos datos
contradictorios: por un lado, la línea general de la política exterior de la U.R.S.S es la
coexistencia pacífica; por el otro, la U.R.S.S toma conciencia, con el éxito de sus
primeros satélites y la puesta a punto de sus mísiles intercontinentales, de su poder. Para
el gobierno soviético, el desarrollo de un modus vivendi con los occidentales pasa
primero por un reconocimiento definitivo, por parte de éstos, de conquistas del campo
socialista en Europa. En este respectos, Berlín, “cáncer que atormenta desde dentro al
campo socialista” (Walter Ulbricht), sigue concentrando las tensiones Este-Oeste.
Jruschev t orpedea la Conferencia de París dedicada a la solución de la cuestión de
Berlín (mayo de 1960). Un año más tarde, un nuevo encuentro, en Viena, entre
Jruschov y el Presidente americano John Kennedy, se salda igualmente con un
fracaso; A partir del 13 de agosto de 1961, con el aval y el apoyo de Moscú, el
gobierno de la RDA erige el muro de Berlín. Al no suscita esta medida ninguna
reacción notable por parte de los occidentales, Jruschov decide intentar un golpe de
suerte, instalando misiles nucleares de medio alcance en Cuba. Esta iniciativa provoca
la crisis más grave de las relaciones internacionales desde 1945. El 22 de octubre de
1962, el presidente Kennedy anuncia el bloqueo naval de Cuba y exige la retirada
inmediata de los misiles. Ante la determinación americana, Jruschov acepta retirar los
misiles, bajo control de la ONU, con la condición que los Estados Unidos se
comprometan a no invadir más Cuba. Las consecuencias del asunto cubano son
considerables: Jruschov sale políticamente debilitado.
La crisis de Cuba consume el cisma chino-soviético que se preparaba desde 1956-1957.
En 1960, Moscú había retirado a sus miles de expertos que ayudaban a China a
industrializarse; el gobierno chino había replicado denunciando el “revisionismo”
soviético. El acuerdo soviético-americano sobre la retirada de los misiles de Cuba es
calificado por los chinos de “nuevo Munich”. En febrero-marzo de 1963, el Cotidiano
del Pueblo publica una serie de artículos muy violentos que denuncian el
“capitulacionismo” de Jruschov, el “revisionismo soviético” y los tratados desiguales
impuestos por la Rusia zarista a China. Paralelamente a este conflicto mayor en el
campo socialista toma forma otro conflicto que opone, en 1963-1964, a la U.R.S.S y a
Rumania, preocupada por marcar sus distancias respecto al embargo económico
soviético sobre Europa del Este.
El 15 de octubre de 1964, un breve comunicado del Comité Central anuncia que, la
víspera, el pleno del Comité Central ha dado curso a la demanda de Nikita Jruschov de
ser liberado de sus funciones. Éstas han sido atribuidas al momento a un equipo
preparado para el relevo: Leonid Brezhnev (Primer Secretario del partido), Alexéi
Kosiguin (jefe del gobierno). Por primera vez, la solución de la sucesión se ha previsto:
es una sucesión institucionalizada. Más allá del complot de sus iguales, el elemento
99
decisivo en la caída de Jruschov fue la oposición que el Primer Secretario gana de parte
de la nomenclatura, preocupada por reformas continuas que amenazaban los planes de
carrera, la seguridad de los empleos, los privilegios de todo tipo. Más que una
revolución de palacio, es una revuelta de los aparatos, con el fondo de indiferencia de la
sociedad y de las elites intelectuales, la que derroca a Jruschov el 14 de octubre de
1964, abriendo un largo periodo decisivo para la evolución del régimen soviético, hecho
de un aparente inmovilismo político y de profundas mutaciones económicas y sociales.
La obsesión de la estabilidad (1965-1985)
Los años 1965-1985 aparecen como dos décadas altamente paradójicas. Bajo la rigidez
aparente de un sistema que aspira a una estabilidad erigida en verdadero dogma, la
sociedad soviética se transforma en profundidad. Estado y sociedad parecen, en parte,
ignorarse y evolucionar cada uno por su lado: el Estado ya no busca tomar la iniciativa,
a inmovilizar las masas para algún proyecto mítico, contentándose de dirigir los asuntos
corrientes; dejados a su evolución, la sociedad aparenta adherirse al discurso oficial,
siguiendo su propia transformación.
El brehznevismo, la edad de oro de la nomenclatura
Una de sus primeras medidas tomadas por el nuevo equipo, donde se distingue
particularmente Brezhnev, Kosiguin, Mijail Suslov (miembro del Presidium
responsable de la Ideología), Nikolái Podgorny (jefe del departamento de los mandos
del Comité Central), Alexandr Shelpin (Presidente del Comité de control del partido),
es el restablecimiento, en todos los grados, de la unidad de las organizaciones del
partido, dividido en dos ramas por la reforma de noviembre de 1962. Durante los años
1970, los cuerpos de los dirigentes regionales del partido (que constituye la mayoría de
los miembros del Comité Central) obtiene finalmente la estabilidad a la que aspiraba
desde el periodo estalinista. Esta evolución va unida al arraigo local de las burocracias,
más aún cuando los responsables, una vez nombrados, lo son por mucho tiempo. Este
arraigo y esta estabilización favorecen el clientelismo, y un sistema de valores donde la
fidelidad y el padrinazgo priman sobre la competencia y los principios ideológicos. Los
años 70 marcan la edad de oro de una especie de “feudalismo soviético” contra la que
Stalin, y después Jruschov habían luchado sin descanso, el primero por el terror
institucionalizado, el segundo por medios legales.
A pesar de las divergencias, el nuevo equipo intenta mantener, cueste lo que cueste, el
rumbo centrista y equilibrar las diversas tendencias mediante un compromiso que
evoluciona a lo largo de los años hacia un inmovilismo cada vez más marcado. Este
consenso básicamente – estabilizar y equilibrar los poderes y los intereses de diversos
aparatos burocráticos, perpetuar un poder colegial apartando cualquier solución
alternativa - no excluye en cambio ni las divergencias ni los conflictos amortiguados.
Un primer conjunto de divergencias parece haber llevado a la elección de prioridades
económicas. Para Kosiguin, debe darse prioridad a la industria ligera de los bienes de
consumo familiares, muy inferiores a las necesidades y al nivel de Europa occidental.
Para Brezhnev y Suslov, las prioridades son la industria pesada, la agricultura, la
defensa y el “desarrollo del frente pionero en Siberia”. Apoyado por los militares, cuyo
peso político es entonces más importante que nunca, las opciones más conservadoras de
Brezhnev y de Suslov ganan a partir de 1972-1973. Se asiste a la vez a la promoción de
los dirigentes cuya carrera había estado unida a la de Brezhnev (el grupo de
100
Dniepropetrovsk: Andréi Kirilenko, Konstantin Chernenko, Dinmoukhamed
Kunaev, Vladímir Chtcherbitski, Viacheslav Chtchekolov) y al ascenso de los
militares (mariscal Ustinov, mariscal Grechko) en las instancias más altas del partido y
del Estado. Otro hecho que ha marcado una vida política particularmente apagada es el
desarrollo de un culto, irrisorio, de la personalidad de Brezhnev. Los honores se
multiplican para este dirigente que envejece, halagado en su pasión senil por las
condecoraciones y los titulares. No obstante, esta avalancha de honores no constituye un
regreso a un culto de tipo estalinista. No se crea en la exclusión de los competidores
potenciales. Los poderes concentrados por Brezhnev le son remitidos por sus iguales.
Emerge de la clase política como la encarnación del consenso y de la solidaridad de una
nomenclatura que en ningún momento ni desborda ni amenaza. La personalización del
poder en una coalición que envejece (en 1980, la media de edad de los miembros del
Politburó alcanzan los 72 años) va unido al funcionamiento más legal de los engranajes
institucionales (los congresos del partido se convocan cada cuatro años) y una
abundante codificación del marco jurídico y constitucional, que desemboca, en 1977, en
la promulgación solemne de una nueva Constitución, que se supone que anuncia el paso
a la era del "socialismo desarrollado".
La crisis del “socialismo desarrollado”
Un año después de la caída de Jruschov, durante el pleno del Comité Central de
septiembre de 1965 se lanza una importante reforma económica (dirigida por el
economista Jevséi Liberman) centrada en una voluntad de ampliar la esfera de
autonomía de empresas. Rápidamente, esta reforma choca contra el principio de la
verticalidad que normaliza, desde los años 30, los sistemas de planificación y de
gestión, que limitan toda comunicación directa entre empresas y administraciones que
pertenecen a ministros diferentes. La orientación tecnocrática y reformadora, que pone
énfasis en el calificativo y el crecimiento intensivo y del que Kosiguin es el principal
portavoz en el gobierno, cede el sitio, a principios de los años 1970, al discurso
voluntarista brezhneviano, aún más orientado hacia “el espíritu del partido", que alterna
los llamamientos a la disciplina y las amenazas ocultas contra los mandos "culpables de
negligencia". El X plan quinquenal (1976-1980) confirma el abandono de las veleidades
tecnocráticas .de la segunda mitad de los años 1960. Las prioridades contenidas – el
complejo militar—industrial, la explotación extensiva del sector energético – tienen
como finalidad, en una coyuntura mundial favorable a los productores de energía, de
desprender rápidamente excedentes de materias primas exportables. Gracias a estas
explotaciones, el país debe poder importar masivamente la tecnología occidental, que,
según se espera, inyectará en el organismo debilitado de la economía soviética un poco
de productividad. Esta solución de facilidad, esta “opción de rodeo” (Jacques Sapir) no
permite resolver la crisis estructural que se instala, en el centro de la industria soviética,
a partir de mediados de los años 70.
Esta crisis se traduce en una acumulación de síntomas: brutal descenso de los índices de
crecimiento (8 % anual en los años 60, 3 % aproximadamente en los años 1981-1985);
hundimiento de las ganancias de productividad (que pasan del + 6% al 2,5% anual) y las
inversiones (de 7,5 a 1,8% anual) estancamiento del consumo. Esta situación resulta de
un cierto número de coacciones estructurales: una demografía desfavorable, un
desplazamiento constante hacia el este de los recursos naturales, lo que aumenta
considerablemente los costes de explotación, un envejecimiento de los equipamientos,
el peso, cada vez mayor, de los gastos militares en una coyuntura de marcha al
101
armamento, una crisis de la organización del trabajo (analizada en el Informe de
Novosibirsk de Tatiana Zaslavskaia en 1983).
En una economía soviética en recesión, la agricultura es el sector más frágil. El país
conoce, durante unos quince años, ocho malas cosechas (1969, 1972, 1974, 1975, 1979,
1980, 1981, 1984), imputadas, por las autoridades, a calamidades climáticas. En
realidad, otros problemas explican estos resultados: condiciones deplorables del
transporte y del almacenamiento, implantación artificial, en regiones poco pobladas, de
una agricultura impuesta mediante métodos administrativos y, más básicamente aún,
ruptura, desde la colectivización, de la relación entre el campesino y la tierra. El
gobierno soviético debe recurrir a importaciones masivas de cereales (25 Mt anuales en
los años 70, 40 Mt anuales a principios de 1980) mientras que el Estado procede a una
inyección masiva de inversiones en este sector siniestrado. En realidad, la mendicidad
del campo sobreexplotado desde la colectivización ha alcanzado ya un punto que no
tiene retroceso.
Las transformaciones sociales
Tras el inmovilismo de la vida pública, la sociedad soviética se transforma rápidamente,
modificando a la vez los datos de funcionamiento económico y las relaciones entre la
sociedad y el poder. Enfocando toda su atención en la franja ultraminoritaria de
disidentes y en las “diversiones ideológicas del extranjero”, el régimen no ve la
emergencia de una sociedad civil. Una de las mutaciones más pesadas de las
consecuencias sobre la economía es la ralentización del crecimiento demográfico,
doblado por una gran degradación de varios indicadores: gran crecimiento de la
mortalidad infantil, descenso de la esperanza de vida, aumento de los suicidios,
homicidios, de muertes por accidente de trabajo. Una de las evoluciones demográficas
más notables es la diferenciación crecimiento de los índices de crecimiento entre
poblaciones eslavas y no eslavas. La parte de las poblaciones musulmanas pasa en
veinte años de 10,7 a más de 16 % de la población del país. Esta evolución permite
predecir a ciertos observadores extranjeros una división del Imperio bajo la presión
demográfica de los no eslavos. Otro cambio mayor, la urbanización y su corolario, el
desarrollo generalista de la instrucción. En los años 1960-1970 se establece una
sociedad urbana más educada y profesionalmente mejor diferenciada. La mejora de las
normas profesionales y educativas, iniciada durante los años 30, llega a la madurez,
provocando un movimiento real de promoción generacional, un elemento importante de
un cierto acuerdo entre el régimen y la sociedad. Al mismo tiempo, las tensiones se
multiplican entre una estructura socioprofesional por fin adecuada a las necesidades del
sistema científico-industrial y un cancán ideológico que frena cualquier iniciativa
individual. Otra consecuencia importante de la urbanización y del aumento general del
nivel de instrucción es el desarrollo de toda una gama de estructuras informales, de
microuniversos, de espacios de micro autonomía, con su público, sus culturas y sus
contraculturas, que estructuran progresivamente una verdadera sociedad civil. Aunque
las formas de acuerdo y el descontento masivo siguen siendo mayoritarias, comienzan a
manifestarse formas más activas de desacuerdo a partir de la segunda mitad de los años
60 en tres círculos principalmente: la intelligentsia creadora, las minorías religiosas y
algunas minorías nacionales.
El nuevo equipo dirigente, donde Mijail Suslov juega un papel de ideólogo jefe,
muestra de golpe su voluntad de cerrar definitivamente cualquier desbloqueo cultural.
102
El proceso y la condena de los escritores Andréi Siniavski y Yuri Daniel (febrero de
1966) abre la era de la disidencia entre una minoría de intelectuales de Moscú y de
Leningrado, divididos en marxistas-leninistas auténticos (Roy y Jaures Medvedev),
liberales occidentalistas (Andréi Sajárov) y l o s cristianos eslavófilos (Alexandr
Solzhenitsin). Fuera de los círculos restringidos de la intelligentsia, la contestación
activa se desarrolla en los círculos católicos de Lituania, la comunidad judía (cuyos
miembros exigen el libre derecho de emigración frente a un antisionismo de Estado
cada vez más marcado), la comunidad alemana, algunos círculos intelectuales de mas
minorías nacionales, especialmente en Ucrania, en Georgia, en Armenia y en los países
Bálticos inquietos ante la política de rusificación. En la relación de fuerzas, muy
desigual, entre un puñado de disidentes y el Estado soviético, el peso de la opinión
pública internacional se hace poco a poco determinante. Definitivamente pasa a favor de
la disidencia tras la aparición, en occidente, del libro de Solzhenitsin El Archipiélago
del Gulag en diciembre de 1973, y después la expulsión fuera de la U.R.S.S del Premio
Nóbel de la Literatura en febrero de 1974. De manera significativa, una parte notable
de los trabajos de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, que
se celebra en 1973 en Helsinki, se dedica a la cuestión de los derechos del hombre en la
U.R.S.S y en los países de Europa del Este. El acto final de la Conferencia de Helsinki
proporciona a los disidentes la ocasión de servirse de nuevos derechos reconocidos en
un tratado internacional que compromete a la U.R.S.S. En este contexto, la maquinaria
administrativa y policial está en parte reprimida, sobre todo, cuando una organización
humanitaria extranjera se hace cargo del disidente.
La U.R.S.S y el mundo
Cuando el nuevo equipo toma el poder, en octubre de 1964, el pasivo acumulado por la
política exterior voluntarista de Jruschov es bastante pesado: la cohesión del campo
soviético está agitada; las relaciones Este-Oeste son tensas; la política de la U.R.S.S
respecto al Tercer Mundo es un callejón sin salida. Para los nuevos dueños del Kremlin,
es urgente poner fin al proceso de desintegración del campo socialista integrando aún
más – políticamente y económicamente, a los países satélites, normalizar las relaciones
Este-Oeste, mantener una política de presencia y de apoyo a los regímenes progresistas
en el mundo.
La entrada de China en la revolución cultural (1966) encierra a este país, en la mayor
satisfacción de la U.R.S.S, en un aislamiento diplomático casi total. Aunque las
tensiones chino-soviéticas no desaparecen, descienden un grado. En Europa del Este, la
principal preocupación del gobierno soviético es romper la evolución democrática que
se diseña, con la Primavera de Praga (1968) en Checoslovaquia, donde el nuevo equipo
llegado al poder en enero de 1968, intenta instaurar un socialismo con cara humana,
liberado de toda censura y de la dictadura de un partido único. Temiendo que se ponga
de nuevo en tela de juicio radicalmente del sistema político impuesto por la U.R.S.S en
los países de Europa del Este, el gobierno soviético, apoyado especialmente por los
dirigentes de Alemania del Este y polacos, decide, tras el fracaso de la Conferencia de
Bratislava (3 de agosto de 1968), intervenir militarmente en Checoslovaquia (21 de
agosto de 1968) y normalizar la situación. Gustav Husak, que sustituye a Alexander
Dubcek a la cabeza del Partido Comunista Checo, se encarga de depurarlo. La
normalización de Checoslovaquia tiene como consecuencia acelerar el proceso de
integración de Europa del Este en la U.R.S.S. Fuera del Pacto de Varsovia y del
Consejo de Asistencia Económica Mutua (CAEM o COMECON), la U.R.S.S suscita la
103
creación de varias decenas de instituciones interestatales encargadas de coordinar las
economías nacionales, en beneficio de la U.R.S.S. Así, se aplica el principio de
soberanía limitada, resultado de la doctrina del internacionalismo proletario, elaborado
en 1968 por Brezhnev. Este proceso de integración creciente suscita resistencias,
especialmente en Rumania y en Polonia (1970, 1980 - 1981). En este país, la U.R.S.S
prefiere confiar la normalización a un polaco, el general Jaruzelski (golpe de Estado
del 13 de diciembre de 1981).
En el ámbito de las relaciones Este-Oeste, la primera mitad de los años 70 parece
marcar un cambio radical, en el sentido de una real distensión. Con la RFA, las
relaciones se normalizan tras la llegada al poder, el 21 de octubre de 1969, del canciller
Willy Brandt, decidido a establecer una Östpolitik activa. El tratado soviético-alemán
de Moscú (12 de agosto de 1970), reconoce la frontera de Oder-Neisse. Este avance
decisivo se consolida con el Tratado RFA-Polonia (3 de diciembre de 1970) y un
tratado bilateral de reconocimiento RFA-RDA (21 de diciembre de 1972). El año 1972
marca un giro muy importante en las relaciones soviético-americanos. El
acontecimiento catalizador de este giro es el anuncio sorpresa de una visita del
presidente Nixon a China. La apertura de ésta en dirección a los Estados Unidos es
recibida por la U.R.S.S como una amenaza. Para intentar prevenir el acercamiento
chino-americano, los dirigentes soviéticos se apresuran a invitar a Richard Nixon a
Moscú. La cumbre Nixon-Brezhnev (mayo de 1972) da un impulso a una serie de
acuerdos soviético-americanos. En un año, se finalizan veintitrés acuerdos de
cooperación, desde la protección del medioambiente hasta la utilización pacífica de la
energía nuclear. Los acuerdos más importantes se refieren a la limitación de las armas
nucleares (SALT I, 26 de mayo de 1972). En noviembre de 1974, Gerald Ford, que
sucedió en agosto a Nixon, y Brezhnev firman en Vladivostok, un protocolo de
principio sobre las líneas directrices de un nuevo acuerdo SALT II, que se concluyó en
1979, pero que nunca fue ratificado por el Congreso americano. El clima de distensión
se confirma con la firma, el 1 de agosto de 1975, del Acta Final de la Conferencia de
Helsinki sobre la seguridad y la cooperación en Europa. No obstante, este clima de
distensión apenas dura. La distensión se apoya, en efecto, en un profundo malentendido.
Para los occidentales, debe ser global: aceptando el statu quo europeo, cuentan, a
cambio, que la U.R.S.S no participa en la desestabilización del resto del mundo. Para
los soviéticos, se limita al compromiso de no intervenir en la esfera occidental. No
significa el “freno del curso de la Historia”, marcada, según ellos, por un enfrentamiento
planetario entre las potencias imperialistas y antiimperialistas; En la segunda mitad del
los años 70, la U.R.S.S continúa con la mundialización de su política exterior,
multiplicando sus compromisos, especialmente en Oriente Próximo y e África. Fomenta
la intervención cubana en Angola, ayuda a la guerrilla marxista en Mozambique,
interviene directamente en el cuerno de África, primero del lado de Somalia, y después
de la Etiopía del general Mengistu. La intervención militar de la U.R.S.S en Afganistán
(diciembre de 1979) dobla las campanas de la distensión. Abre un periodo de profunda
desconfianza entre los dos Grandes (boicot mutuo de los Juegos Olímpicos de Moscú,
en 1980, y en Los Ángeles, en 1984). A principios de los años 1980, el balance de la
política exterior soviética parece globalmente negativo y la U.R.S.S se sofoca en una
carrera en los armamentos donde los americanos marcan puntos (lanzamiento de la
iniciativa de la defensa estratégica, la IDS, conocida bajo el nombre de “guerra de las
estrellas”).
El intermedio Andropov-Chernenko (noviembre de 1982-marzo de 1985)
104
Tras la muerte de Brezhnev (noviembre de 1982), Yuri Andropov, jefe de la KGB, se
convierte en secretario general del partido. Enfermo, no queda en posesión del cargo
más que catorce meses. Otro anciano del Politburó, Konstantín Chernenko, le sucede
durante trece meses antes de morir. Durante el interreinado de Andropov-Chernenko,
ninguno de los problemas mayores de la U.R.S.S conoce tampoco el hallazgo de una
solución. Andropov se distingue por una breve e ineficaz campaña de lucha contra una
corrupción creciente y por llamamientos a la disciplina, por la que todo comienza. En
política exterior, las tensiones Este-Oeste alcanzan su paroxismo. Todas las
negociaciones Este-Oeste en materia de armamento se interrumpen. La U.R.S.S anuncia
su interrupción de desplegar nuevos misiles SS-20 en Europa del Este. Los Estados
Unidos replican instalando bases en Pershing en varios países de Europa occidental y
activando su última intervención tecnológica (IDS). Ante el aumento de las tensiones
internacionales y la crisis estructural que amenaza la economía soviética, la
gerontocracia del Kremlin se sitúa, tras la muerte de Chernenko (10 marzo 1985) ante
decisiones radicales.
105
CAPITULO X
AGONÍA, MUERTE Y ¿RESURRECCIÓN? DE LA U.R.S.S (1985 A
1993)
De la perestroika al final de la U.R.S.S (1985-1991)
La elección de Mijaíl Gorbachov, el 11 de marzo de 1985, al puesto de Secretario
General del PCUS, abre la última fase del periodo soviético de la historia rusa, una fase
de seis años durante la que, de reforma en reforma, de entusiasmo en entusiasmo, el
proyecto de Gorbachov original, que sólo tenía por objetivo hacer más eficiente el
sistema soviético existente, desemboca en la implosión de la U.R.S.S. Las primeras
elecciones de Gorbachov, durante todo el año 1985, no parecen constituir una ruptura
radical con el pasado. No obstante, desde principios de 1986, la evolución se acelera,
con la proposición de dos consignas: glasnost y perestroika. La glasnost, es decir la
transparencia, el hecho de hacer público lo que, hasta ese momento, se ocultaban y la
perestroika, es decir, la reestructuración del sistema no tienen en absoluto la finalidad
atacar al socialismo, sino hacerlo más competitivo. No obstante, una vez que se lanza el
movimiento, es muy difícil canalizarlo. Considerado revelador de las insuficiencias del
socialismo, el glasnost se encuentra de golpe en el centro de las instancias de
legitimación del poder del Partido Comunista: la historia y, dentro del campo histórico,
la cuestión clave del estalinismo. La liberación de la palabra suscita inevitablemente
debates y resistencias, desbordamientos y efectos perversos. La interrogación sobre el
estalinismo supone la de las fuentes, el leninismo. La puesta en tela de juicio se
desarrolla enseguida en los terrenos más diversos: la ecología, la historia, la ideología
oficial, la política de las nacionalidades. Las reivindicaciones nacionales se multiplican:
el aniversario de la firma del pacto germano-soviético, cuyo protocolo secreto se evoca
por primera vez en 1987 provoca manifestaciones de masa en las tres repúblicas bálticas
anexionadas en 1940. Estas manifestaciones son el punto de partido de un proceso que
conduce, tres años más tarde, a la proclamación de independencia de los países bálticos.
El pluralismo de las opiniones engendrado por la glasnost plantea rápidamente el
problema fundamental de su expresión política, por lo tanto, del pluralismo político,
término ineluctable de todo proceso de democratización. Pero Gorbachov y su equipo
se niegan a comprometerse en esta vía, prefiriendo orientar, en un primer momento, sus
reformas hacia la economía. En este campo, todas las medidas adoptadas, hasta otoño
de 1991 – desarrollo de la autonomía de las empresas, desarrollo de las esferas de
iniciativa privada (actividades de servicio, comercio, artesanado), posibilidad para los
agricultores de arrendar tierras por una larga duración y disponer enteramente de la
producción – están marcadas por un voluntad de compromiso entre el plan y el
mercado, entre las exigencias de una eficacia económica y las de un artesanado social,
por una preocupación de retardar el plazo decisivo de la reforma de los precios y de la
reducción de los empleados pletóricos funcionarios y del personal de las empresas
estatales. Durante seis años, en realidad, no hay ni plan ni mercado. La perestroika
rompe los mecanismos de la economía planificada establecida en los años 30, pero no
consigue definir claramente nuevas normas económicas ni proponer a los trabajadores
nuevas motivaciones. Hundida en las medias medidas, la política económica llevada
entre 1985 y 1991 no hace más que agravar la crisis que se había instalado en el centro
106
del sistema desde mediados de los años 70, llevando al colmo el descontento popular.
Incapaz de mejorar las condiciones de vida de la mayoría, el régimen de Mijaíl
Gorbachov se hace cada vez más impopular en el interior del país.
El fracaso de las reformas económicas eclipsa ampliamente reformas políticas
espectaculares, pero siempre orientadas hacia el mantenimiento, a cualquier precio, de
un sistema dirigido por el único Partido Comunista y de una Unión de Repúblicas
Soviéticas fundada en la coerción y el desconocimiento de las aspiraciones nacionales.
En los años 1987-1990, numerosas reformas políticas e institucionales introducen una
pequeña dosis de democracia en este sistema: candidaturas múltiples, Congreso de los
Diputados del pueblo elegidos en parte por un sufragio universal directo. Para
interrumpir las oposiciones de sus adversarios políticos en los órganos dirigentes del
partido, especialmente en el Politburó, Gorbachov talla a su medida una nueva función
de jefe del ejecutivo: el puesto de Presidente de la U.R.S.S mantiene su legitimidad,
incluso indirectamente, del voto popular. Más allá de estas importantes reformas
institucionales, el hecho que marca la vida política soviética de los años de la
perestroika es la abundancia de comités, de organizaciones, de grupos, de “frentes
populares”, embriones de partidos políticos que se extienden sobre el humus de los
espacios de micro-autonomía que se habían constituido durante la década precedente.
Esta democratización desde abajo pone en evidencia los límites y las contradicciones de
una democratización parcial mutilada por el rechazo a poner en tela de juicio al
monopolio del partido único. A partir de 1990, la cuestión del pluralismo se plantea
abiertamente cuando Borís Yeltsin, uno de los principales dirigentes del PCUS,
abandona estrepitosamente el partido.
Sin duda, desde 1985, los cambios más radicales se han producido en el ámbito de la
política exterior. Gorbachov define rápidamente tres principales ejes para la diplomacia
soviética, dirigida por Eduard Shevardnadze, que sustituyó a Andréi Gromiko como
Ministro de Asuntos Extranjeros: la atenuación de las tensiones Este-Oeste mediante un
desarmamiento negociado con los Estados Unidos y mediante la solución de los
conflictos regionales; la intensificación de los intercambios económicos; el
reconocimiento del statu quo territorial en el mundo. Tras varias cumbres entre Ronald
Reagan y Mijaíl Gorbachov, americanos y soviéticos firman, el 8 de diciembre de
1987, un acuerdo sobre el desmantelamiento de los misiles nucleares de medio alcance,
poniendo así fin a un periodo de extrema tensión. El nuevo equipo pone también fin a la
intervención militar soviética en Afganistán (retirada soviética unilateral entre mayo de
1988 y febrero de 1989). La U.R.S.S normaliza sus relaciones con China (visita de
Gorbachov en Pekín en mayo de 1989). El saneamiento del clima internacional
contrasta, especialmente a partir del verano de 1990, con la acumulación de los
problemas interiores no resueltos: la cuestión del pluralismo político, la de la economía
de mercado y la revisión del pacto federal. Estrechamente unido a la introducción de la
economía de mercado, este último se supone que amplía los derechos de las repúblicas.
Sobre todas estas cuestiones, los acontecimientos van a adelantar, en el espacio de un
año, a legisladores, economistas y políticos. La elección de Borís Yeltsin a la
Presidencia del Parlamento de Rusia (29 de mayo de 1990) cristaliza el conflicto entre
este campeón de los partidarios de unas rápidas soluciones de las reformas y Mijaíl
Gorbachov, preocupado por salvaguardar los intereses del centro frente a las exigencias
crecientes de autonomía, incluso de independencia de las repúblicas. Durante el
invierno de 1990-1991, la tensión aumenta entre Moscú y los Países Bálticos, que
desean proclamar su independencia. La elección por sufragio universal de Borís Yeltsin
a la Presidencia de la Federación de Rusia (12 de junio de 1991) le concede una nueva
107
legitimidad frente a Gorbachov. Frente a la aceleración de los acontecimientos que
parecen conducir a la división de la U.R.S.S, dividida en poderes rivales, los elementos
más conservadores del Partido Comunista fomentan un golpe de Estado, que fracasa al
de tres días (19-21 de agosto de 1991) frente a la determinación y a la resistencia de
Borís Yeltsin, apoyado por la población y por la mayor parte del ejército. El fracaso del
golpe de Estado acelera brutalmente la disgregación de la Unión: ocho repúblicas
proclaman su independencia en los días siguientes. Las actividades del PCUS se
suspenden, y posteriormente se prohíben. El Comité Central se disuelve, y Gorbachov
debe dimitir de su puesto de Secretario General del partido, de ahora en adelante
prohibido. El KGB se desmantela. En las semanas siguientes, Gorbachov aparece como
el presidente de una Unión que ya no es una. El 1 de diciembre de 1991, Ucrania se
pronuncia por su independencia. El 8 de diciembre, los presidentes de Rusia, de
Ucrania y de Bielorrusia, reunidos en Minsk, constatan que la U.R.S.S ya no existe y
deciden formar una Comunidad de Estados Independientes (CEI) abierta a todos los
Estados de la antigua U.R.S.S. El 21 de diciembre, el la Cumbre de Alma Ata, otras
ocho repúblicas se unen a la CEI, confirmando así el final de la U.R.S.S Solamente le
queda a Mijaíl Gorbachov poner fin a sus funciones de Presidente de una entidad que
ha dejado de existir (25 de diciembre de 1991). Así, el año 1991 entra en la historia
como el final de una experiencia que se inició en 1917 y que se institucionalizó en 1922.
Desde 1991, lo que se juega en los países descendientes de la antigua U.R.S.S es, a la
vez, el futuro de una modernización inacabada y el de una democracia naciente y frágil.
Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991, aparecen 15 nuevos Estados en el
espacio postsoviético. El conjunto de causas complejas que condujeron al hundimiento
de la U.R.S.S constituyen, al mismo tiempo, las condiciones del punto de partida de
nuevas relaciones. En efecto, es imposible reducir toda una serie de acontecimientos
importantes de alcance internacional que han sobrevenido en la U.R.S.S y en Europa del
Este durante los años 1989-1991 a un único factor, pero no se puede negar que el papel
preponderante lo ha desempeñado el estado de desesperación económica hacia el que
estas sociedades se dirigían inevitablemente con el estancamiento del crecimiento.
Desde hace ya unos veinte años, el índice de crecimiento de la economía soviética no
dejaba de decaer lentamente. La movilización de los recursos y la mano de obra ya no
eran suficientes para restablecer la economía de mercado: Era necesario un paso rápido
de la producción a niveles tecnológicos y productivos cualitativamente nuevos, de lo
que era incapaz la economía soviética. La famosa perestroika se concibió inicialmente
como un programa de reestructuración profunda del sistema económico de la U.R.S.S,
pero fue más tarde cuando se hizo evidente que estas reformas económicas estaban
destinadas al fracaso en ausencia de transformaciones importantes de las estructuras
políticas. Más aún, como los argumentos de orden económico eran centrales en los
discursos de los líderes de la época, esto no justificó otro tanto la necesidad de cambios
políticos. La desintegración de la U.R.S.S es, por lo tanto, menos el resultado de los
factores étnicos y políticos, aún cuando han jugado también un papel importante, que el
hecho de que la Unión Soviética, como formación socioeconómica, ya no podía
asegurar el desarrollo cualitativo de sus naciones. Esta “herencia”, una economía en
declive y retardada, iba a ser determinante para las trayectorias que tomarán a
continuación el desarrollo en el interior y las relaciones mutuas en el exterior. La
política económica internacional será una de las primeras políticas que se someterá a
una reforma radical. La iniciativa de la “apertura” de la economía pertenece al gobierno
de la U.R.S.S (en este sentido, se hará una declaración oficial en diciembre de 1991).
Esta apertura era más importante cuando sobreentendía no solamente la diversificación
108
geográfica del comercio, sino sobre todo la liberalización de la actividad económica con
la supresión del monopolio estatal sobre la economía, el alivio de los controles
administrativos y la creación de condiciones favorables a la inversión extranjera y
empresarial. No obstante, en aquella época, no se trataba de transición a la economía de
mercado: todas las reformas se dirigían a la “reconstrucción” de una economía que
debía permanecer de tipo socialista, dirigida y planificada, centrada en el complejo
militar-industrial con un escaso sector de consumo. Pero con la desintegración gradual
del Estado, su capacidad de administrar la economía, una de las funciones principales
del Estado en el sistema soviético, se hallaba reducida considerablemente. El descenso
continuo de la producción y de la renta nacional, el aumento incontrolable de la
inflación, la reducción de las importaciones, la acumulación de las deudas exteriores, la
ruptura de las relaciones económicas con Europa del Este tras el hundimiento del Pacto
de Varsovia y del CMEA, la desestabilización política y social, los malos cálculos por
parte de las autoridades soviéticas, todo esto debía desembocar finalmente al casi
hundimiento del sistema monetario y fiscal, a la ruptura de los vínculos de producción y
de comercio, a la utilización cada vez más frecuente del trueque y al declive general de
la economía.
La Rusia postsoviética
La Comunidad de Estados Independientes
La creación en diciembre de 1991 de la Comunidad de Estados Independientes (CEI)
acababa de consagrar el final de la Unión Soviética como unidad geopolítica y agente de
derecho internacional, pero esto significaba igualmente la desaparición de la U.R.S.S
como actor en la escena económica mundial y regional. En cambio, sería falso creer que
el "peso" político, económico, militar o incluso ideológico de la U.R.S.S será absorbido
por los 15 nuevos actores regionales tomados separadamente o por una estructura tan
vaga como la de la CEI. La cuestión del regionalismo económico es un tema
extremamente complejo en sí. A pesar de las ventajas evidentes que representan los
acuerdos regionales, especialmente sobre el plan de liberalización de los intercambios
mercantiles entre los Estados miembros, su papel político, económico y cultural es un
tema de debate internacional. En efecto, no podemos explicar la evolución de las
relaciones económicas entre los Estados sin tomar en cuenta las interacciones complejas
que existen entre las múltiples causas objetivas, las aspiraciones subjetivas, las
diferentes interpretaciones de la situación por diferentes actores, las realidades
económicas y políticas y el contexto histórico del momento. Las relaciones económicas
de los Estados miembros de la CEI representan un caso muy particular de desarrollo de
la cooperación y de la integración regional. Si generalmente, este proceso sigue la
dirección ascendente, es decir, de las formas más simples a las más complejas, en el
caso de los Nuevos Estados Independientes (NEI), sigue la dirección inversa: de una
economía unificada de economías nacionalizadas, centralizadas y dirigidas hacia un
sistema, a las formas más dóciles de las relaciones recíprocas. El lanzamiento de las
reformas económicas en 1986 ha situado a estos Estados en el grupo de países con
economías denominadas “en transición”. Así, la construcción de las relaciones
económicas entre los NEI sobre las nuevas bases se acompaña de una reestructuración
profunda del sistema económico y político de estos Estados, de manera que los
programas de reformas ocupan igualmente un lugar importante en los proyectos de
integración económica de la CEI. Los NEI son los “restos” de una “gran potencia”, la
U.R.S.S, que era uno de los pilares del orden mundial de la posguerra. Las 15 repúblicas
109
soviéticas que la componían se enmarcaban en un sistema económico único y en una
estructura política jerarquizada. A pesar de la opinión corriente, la Unión Soviética no
ha sido nunca una entidad homogénea: las repúblicas se diferenciaban siempre, en
términos económicos y políticos. Se integraban en un sistema económico "funcional",
su "papel" en el interior de este sistema variaba, de proveedor de materias primas y de
productos agrícolas (como en el caso de Uzbekistán o de Kazajstán) hasta el de
productor de las construcciones mecánicas (como en el de Bielorrusia o de Ucrania).
Asimismo, a nivel político, se encuentra el régimen relativamente "liberal" e
independiente del "centro" en los Países Bálticos, como en el otro extremo de los
regímenes muy autoritarios, como los que se fundaban en el sistema tradicional de los
clanes en los Estados de Asia central. Actualmente, aunque las antiguas repúblicas
soviéticas presenten aún muchos rasgos comunes, son cada vez menos susceptibles de
ser aprehendidas como un todo homogéneo. En consecuencia, si el proceso de
integración regional de los Estados de la CEI tuvo como punto de partida la
desintegración de la Unión Soviética, cuyas repercusiones se dejan aún sentir
actualmente, algunas "herencias" de la U.R.S.S continuaron influyendo
considerablemente en este proceso de reconfiguración económica del espacio
postsoviético durante más de una década. Por otro lado, este proceso de integración muy
particular se acompaña también de un proceso de reforma económica que afecta a todos
los aspectos de su sistema económico tanto en el interior como en el exterior. También,
como los Estados de la CEI intentan controlar estos dos procesos a la vez, la política
económica exterior es sensible a las fluctuaciones políticas y económicas internas, y
viceversa. Desde el principio, la CEI preveía relaciones económicas privilegiadas entre
las antiguas repúblicas soviéticas, pero la débil institucionalización y la falta de poder
real han hecho que el Tratado sea ineficaz en la práctica. Esta es una de las razones que
explica por qué los líderes de algunos países de la CEI considerarán entonces la
creación de estructuras complementarias destinadas a enmarcar mejor las relaciones
económicas, lo que hasta ahora no se había producido.
La CEI: una ilusión de integridad
Las finalidades que preveían los fundadores de la CEI eran de dos órdenes: suprimir
definitivamente el “centro” que Gorbachov quería conservar y mantener la integridad
de un cierto número de infraestructuras políticas y económicas vitales para todos los
Estados miembros. Según los términos del acuerdo fundador de la CEI, los Estados
miembros se comprometen, mediante esta alianza, a construir un Estado democrático de
derecho, y a reconocer la inviolabilidad de las fronteras, la libertad de circulación de los
ciudadanos, y los mismos derechos y libertades de todo ciudadano independientemente
de su nacionalidad. Los Estados se consideran preparados a reducir los presupuestos
militares y a asegurar un control unificado de las armas nucleares estratégicas. La
economía de mercado y la democracia se definieron como los objetivos comunes y, por
lo tanto, como los principios fundadores de la futura integración. No obstante, la
cuestión de la integración económica no estaba ni siquiera en el programa en el
momento de la creación de la CEI. En aquel momento, parecía evidente que, dado la
interdependencia económica de los NEI, el espacio económico común heredado de la
U.R.S.S debía seguir funcionando y manteniéndose naturalmente, sin exigir ningún
esfuerzo adicional. Al principio, la CEI poseía igualmente un sistema de defensa común
(el ejército y la infraestructura militar y estratégica eran la propiedad colectiva de todos
los Estados miembros) y un sistema monetario único, pero ambos se derrumbaron
durante 1993.
110
La estructura organizadora de la CEI es de carácter interestatal (en oposición a la
supranacional) con predominio del poder ejecutivo, lo que refleja la existencia de
regímenes presidenciales fuertes y autoritarios en todos los NEI. Aunque la CEI posee
un órgano legislativo, la Asamblea Interparlamentaria, compuesta por delegaciones
parlamentarias de los Estados miembros, su papel es muy limitado y su carácter es más
bien formal, al contrario de los órganos del ejecutivo. Desde el principio, la CEI poseía
dos órganos ejecutivos: El Consejo de jefes de Estado, compuesto por presidentes, y el
Consejo de jefes de gobierno compuesto por primeros ministros de los Estados
miembros. Estos Consejos, con una presidencia giratoria, serán los primeros órganos
comunes que se instituirán, mediante acuerdo provisional de los jefes de Estado a fecha
de 21 de diciembre de 1991, y se formalizarán el la Carta de la CEI. El primero debía
reunirse al menos dos veces al año y aprobar los documentos esenciales. El segundo
debía reunirse al menos cuatro veces al año y se encargaba de la adopción de la política
de base de la CEI. Dado que el Acuerdo de Creación de la CEI preveía la supresión de
todos los órganos representativos en cada uno de los Estados, era necesario crear
rápidamente los órganos e instituciones de coordinación para armonizar los intereses
nacionales y los de la CEI. Esto explica la rapidez con la que se crearán las nuevas
instituciones durante ocho reuniones en la cumbre que tuvo lugar en el primer semestre
de 1992: se firmaron 270 acuerdos que daban nacimiento a las infraestructuras de
coordinación que debían abarcar el conjunto de ámbitos de interés común. A principios
de 1992, se crearon seis comités industriales principales, que se reúnen cuatro veces al
año con el mando de coordinar las decisiones prácticas. Su campo de competencia cubre
los asuntos exteriores, la defensa y la protección de las fronteras, la economía y las
finanzas, los transportes y las comunicaciones, la protección social y los asuntos
interiores. Se establecieron otras comisiones interministeriales más técnicas,
responsables de la ecología, de los asuntos culturales y de la educación, a medida que la
necesidad se hacía sentir (ya a finales de 1993, se contaban más de 40). Cada uno de
estos órganos poseía sus propios grupos de trabajo permanentes, dotados de la
personalidad jurídica. Estos grupos se encargaban tanto de la información como de las
actividades contractuales, de la gestión de los recursos humanos o incluso del
equipamiento material. Así, si la reglamentación estratégica de la CEI revelaba acuerdos
intergubernamentales concluidos durante las cumbres, las decisiones reglamentarias
prácticas se tomaban en estas numerosas comisiones y otros comités interministeriales.
No obstante, con el crecimiento de los problemas para resolver y las funciones a
desempeñar, se hará cada vez más difícil asegurar la coordinación de los órganos
ejecutivos. Entonces, habrá que pensar en crear un órgano permanente, que sea
responsable a la vez de la preparación de las reuniones y de las órdenes del día de estos
dos Consejos, y del control de la aplicación de las decisiones. Así, en marzo de 1993,
se creará el Comité de Consulta y de Coordinación, que se constituye de dos
representantes permanentes por Estado. Más tarde, se crearán también el Banco
Interestatal y el Fondo Monetario Interestatal, pero no se dotarán de competencias reales
para asegurar un funcionamiento eficaz. Por ejemplo, el Banco de la CEI no ha
efectuado más que once operaciones durante tres años de su existencia. Añadimos que
también se pondrán en pie un Tribunal de Apelación económica y un Comité ejecutivo,
responsables de las cuestiones económicas.
Desde el punto de vista global, la estructura organizadora de la CEI estaba muy
ramificada pero era muy incoherente y poco funcional. Cada vez que aparecía un
problema, se creaba una nueva comisión, de manera que hoy en día, la CEI cuenta con
111
64 estructuras ejecutivas con cerca de 3.600 empleados. Es prácticamente imposible
hacer una especie de organigrama de los órganos de la CEI debido a la ausencia de una
estructura interna jerarquizada y a la mala definición de los poderes y las
responsabilidades de cada uno. Además, la CEI posee probablemente un record poco
envidiable: el del mayor número de decisiones no respetadas jamás registrado por una
organización. Según una fuente rusa, durante los siete años de su existencia, sus órganos
dirigentes (el Consejo de jefes de Estado y el Consejo de Jefes de Gobierno) han
adoptado respectivamente 368 y 518 proyectos. De estos, únicamente 130 han sido
firmados por los representantes de los 12 países miembros. De los 108 proyectos
sometidos a ratificación 5 se aplicaron respectivamente con fuerza de ley en los 12
Estados. Se trata del Acuerdo de Creación de la CEI, del Protocolo de dicho acuerdo, de
la Carta de la CEI, del Tratado de Creación de la Unión Económica y del Tratado de
Seguridad Colectiva. Algunos NEI ignoran totalmente el trabajo de algunas de las
instancias instituidas por la Carta de la CEI, como por ejemplo la Asamblea
Interparlamentaria (Turkmenistán, Uzbekistán y Ucrania) y el Consejo de Ministros de
la Defensa (Moldavia, Turkmenistán y Ucrania) y el Consejo de Comandantes de
guardafronteras (Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania). Azerbaiyán, Moldavia y Ucrania
ignoran igualmente el Tribunal Económico de la CEI. En total, Azerbaiyán ignora la
participación en 22 de las 64 instancias de la CEI, Georgia en 28, Moldavia en 12,
Turkmenistán en 31, Ucrania en 16 y Uzbekistán en 8. Así, la compleja estructura
institucional que representa la CEI y la importante reglamentación que produce no
conduce más que a efectos concretos extremamente limitados. En consecuencia, fue
necesario recurrir entre 1992 y 1993 a acuerdos de amistad y de cooperación, o incluso
a la firma de múltiples acuerdos bilaterales en ámbitos tan diversos como el comercio,
la defensa y las cláusulas sociales, para satisfacer las lagunas de las relaciones
multilaterales.
El peso de la CEI en la política exterior de Rusia
El análisis de la evolución de las relaciones económicas de los Estados de la CEI va
contra una idea recibida en materia de integración, a saber, que a partir del momento en
que un cierto nivel de interdependencia económica se sobrepasa, la integración entre los
Estados se hace, en cierta manera, inevitable. Ahora bien, aunque la integración se base
en consideraciones de orden económico, implica de manera amplia dimensiones
políticas, sociales, militares, estratégicas, jurídicas e incluso culturales que no revelan ni
la competencia ni la autoridad de los agentes económicos. En consecuencia, las
relaciones económicas entre los Estados no pueden concebirse separadamente de la
evolución de su política exterior en general, así como de la transformación del contexto
político de estos Estados. De hecho, los problemas se separan menos en el caso de las
antiguas repúblicas soviéticas cuando el peso del Estado es muy grande en el plano
económico y político, tanto en el interior como en el exterior.
Tras la división de la Unión Soviética y la creación de la CEI en 1991, los Estados han
tenido que hacer frente a problemas similares. La crisis económica se ha agravado con
la ruptura de los vínculos estrechos entre los NEI. No obstante, aunque había algunas
voces que defendían la necesidad de un acercamiento común para resolver problemas
que eran de hecho comunes, la política seguida por la mayoría de los gobiernos de los
Estados de la CEI durante los dos primeros años de la independencia fue una que se
califica de "divorcio civilizado", la entrada en el "mundo civilizado" que constituye su
primera prioridad. En Rusia, esta posición la defendía sobre todo el Ministerio de
112
Asuntos Exteriores, con el ministro “pro occidental” Andréi Kozírev, cuya opinión era
importante en los círculos presidenciales.
La creación de las Fuerzas Armadas Rusas y la salida de varios miembros de la CEI de
la "zona del rublo" iban a causar el desmantelamiento del sistema militar y monetario
común. Rusia, en particular, percibía las relaciones estrechas con la CEI como una carga
que lentificaba el proceso económico y el desarrollo democrático, lo que corría el riesgo
de perturbar su reconocimiento por Occidente. El debilitamiento de las relaciones
económicas intra-CEI es un fenómeno notable durante este periodo: En 1993, los
intercambios entre los NEI no representaban más que la mitad del volumen de 1991.
Aunque ha habido varios intentos de relanzamiento de las relaciones económicas y
comerciales mediante acuerdos intergubernamentales, apenas un tercio de estos
acuerdos se ha puesto en marcha a falta de mecanismos institucionales y legislativos
apropiados. A esto se añadían los problemas de crédito, pago, etc. Sea como sea, los
grandes debates de aquel momento, acerca del contenido y del futuro de las políticas
domésticas y exteriores debían demostrar que las visiones idealistas de los primeros
demócratas no reflejaban un consenso. La política pro occidental del gobierno será
pronto duramente criticada, al mismo tiempo, desde varias direcciones. La coalición
bastante heterogénea iba además a pronunciarse a favor de la restauración de las
relaciones privilegiadas que Rusia mantenía con los Estados de la CEI. Allí se
encontraba, primeramente, grupos industriales influyentes, de hecho, los que dependían
de las materias primas y de semiproductos importados anteriormente de las repúblicas
soviéticas, así como los que dependían de estos mercados locales para las exportaciones.
Después, había algunas facciones comunistas que esperaban restaurar un día la U.R.S.S.
Tercero, estaban también los nacionalistas rusos que reclamaban la restauración del
poder de Rusia en las “esferas de influencia tradicional”. Finalmente, esta coalición
comprendía un grupo muy influyente de representantes del complejo militar- industrial
ruso que percibían la desintegración del espacio estratégico soviético como una
amenaza directa para la seguridad de Rusia. En el plano económico, la política pro
occidental se hundió aún más rápidamente. A la desintegración de las relaciones
privilegiadas con los Estados de Europa del Este y con las antiguas repúblicas
soviéticas, se añadía el hecho de que el retraso del nivel tecnológico no permitía a los
Estados de la CEI exportar otra cosa que los recursos naturales y productos poco
elaborados. Aunque el ejército ruso estuviera aún en demanda en Irán y las
construcciones mecánicas en China, esto no acercaba a Rusia del “mundo civilizado”, ni
política ni económicamente. Además, si Rusia parecía manifiestamente desinteresarse
de sus relaciones económicas con la CEI, otros países, como Alemania, los Estados
Unidos, Holanda, e incluso Irán, Turquía y China, atraídos por las riquezas de las
antiguas repúblicas soviéticas en recursos naturales, se mostraban por su parte:
importantes, muy activos en términos de inversión, de comercio y empresariales. La
batalla por los recursos adquirirá así muy rápido un significado político importante,
convirtiéndose en el objeto de la lucha por las esferas de influencia entre Rusia y las
potencias económicas occidentales. Además, como Rusia había abandonado
económicamente los Estados de la CEI, había perdido mucha autoridad en el plano
político al lado de varios de los que, como Kazajstán y Bielorrusia, se pronunciaban en
cambio a favor del mantenimiento de las relaciones “especiales” entre las antiguas
repúblicas soviéticas. Ahora bien, de esta influencia dependía la defensa de sus intereses
“vitales”, que iba de la seguridad de las fronteras hasta los derechos de la población
rusófona residente fuera de sus fronteras. La descomposición del sistema de transporte
de la antigua U.R.S.S, de relaciones comerciales, tecnológicas y de producción, tendrá
efectos desastrosos en el potencial económico de la CEI. La agravación de la crisis
113
creaba un terreno propicio a la deshabilitación política y social, lo que, a cambio, tenía
efectos negativos en el exterior, ya fuera en el plano económico como en el de la
credibilidad política. La estabilidad política en el interior, pero tambié n l a
normalización de las relaciones con el cercano extranjero, eran condiciones importantes
que se encontraban para atraer las inversiones exteriores, que los NEI no necesitaban
tanto.
También, Rusia tuvo que reconsiderar las prioridades de su política exterior, reevaluar
de manera objetiva sus relaciones con los Estados de la CEI en términos económicos,
políticos y sociales, y replantear el papel de la CEI como marco institucional de sus
relaciones. En un documento llamada el "Concepto de la política exterior de la
Federación de Rusia" y publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores el 25 de
enero de 1993, los Estados del cercano extranjero se declaraban también como
constituyentes de la "esfera prioritaria" de la actividad de Rusia en el exterior. Las
relaciones con la CEI se definirán igualmente como prioritarias en el nivel de la
"Dirección Estratégica de la Federación de Rusia respecto a los Estados miembros de la
Comunidad de Estados Independientes", que será aprobado por el presidente Yeltsin el
14 de septiembre de 1994. Según la Dirección, esta prioridad releva el hecho de que
"los intereses vitales principales de Rusia se concentran en el territorio de la CEI y la
realización de estos intereses constituye el fundamento de su seguridad nacional". El
objetivo debía ser "la creación de una alianza de Estados integrados económicamente y
políticamente y capaces de ocupar un lugar digno en la comunidad mundial". No
obstante, se subrayaba también que Rusia debía "fortalecer su posición como fuerza
principal de formación de un nuevo sistema de relaciones políticas y económicas
internacionales en el espacio postsoviético". Este importante giro debía cambiar
considerablemente el clima político en el interior del espacio postsoviético. También
debe colocarse de nuevo en su contexto: Rusia estaba muy decepcionada por la actitud
de Occidente, sobre todo de los Estados Unidos. Primeramente, por haber declarado sus
buenas intenciones y permitido el desmantelamiento “pacífico” del sistema totalitario
comunista en la U.R.S.S y en Europa del Este, Rusia esperaba obtener en forma de
“recompensa” una especie de “plan Marshall”, que debía pasar por una ayuda
económica y la integración rápida en el “clan” de las “grandes potencias” occidentales.
Los primeros debates sobre la ampliación de la OTAN a los países del Este fueron
percibidos en Rusia como una ofensa personal, y a la que respondió volviendo a
lanzarlo sobre la integración de las antiguas repúblicas soviéticas. Más aún cuando las
“solidaridades de hecho”, según la expresión de Robert Schuman, forzaban a éstas a
acercarse, no porque quisieran vivir juntas, sino porque no podían separarse.
Los comienzos de la integración económica: la Unión Económica de los Estados de
la CEI
Debido a su debilidad institucional y a su estado amorfo, la estructura organizadora de
la CEI era incapaz de asegurar unos niveles de integración muy avanzados. Igualmente,
y tras un largo proceso de integración, el 24 de septiembre de 1993, se firmará un
Tratado que sostiene la creación de la Unión Económica. Dicho tratado prevé la
creación de un espacio económico común, la libre circulación de las mercancías,
servicios, capitales y mano de obra, la unificación de las gestiones aduaneras y,
finalmente, la creación de un mercado común. Formula también los objetivos de la
nueva alianza económica: la creación de condiciones de desarrollo estables para los
Estados miembros, una ampliación gradual del espacio económico común basado en los
114
principios de la economía de mercado, el seguro de posibilidades y de garantías iguales
para todos los agentes económicos, la realización de proyectos comunes, y la resolución
común de las consecuencias de las catástrofes naturales y los problemas ecológicos.
Estos objetivos debían alcanzarse en varias etapas: la integración gradual de la zona de
libre comercio y la Unión Aduanera hacia el mercado único y la Unión Monetaria.
Desde el punto de vista político, el objetivo principal de este acuerdo era satisfacer las
lagunas en la estructura organizadora de la CEI estableciendo un órgano permanente
que sería responsable de las cuestiones de orden económico y sería, en cierto modo, una
instancia supranacional, lo que era un caso sin precedente en la historia de la CEI. En
consecuencia, este órgano, el Comité Económico Interestatal (MEK), se creará en
octubre de 1994. Según su Carta, está autorizado a tomar decisiones prácticas en los
límites de las competencias que los Estados le han transferidas voluntariamente. No
obstante, el reparto de los votos en el Comité se hace teniendo en cuenta el potencial
económico de los Estados. Así, Rusia sola posee 50 votos sobre 100. Ucrania posee 14,
Bielorrusia, Kazajstán y Uzbekistán 5, y el resto de Estados poseen 3 votos cada uno. El
Tratado de la Unión Económica, muy inspirado por el modelo de la Unión Europea, era
un proyecto de integración muy ambicioso. En cambio, su principal fallo era que estaba
totalmente desfasado respecto a las realidades económicas. En efecto, un acuerdo
semejante puede demostrar que existen ciertas afinidades políticas, pero al ser contrario
a la realidad, corre el riesgo de minar estas mismas afinidades. Además, parece
paradójico que los Estados anuncien su propio proyecto de integración incluso mientras
no están de acuerdo ni con los objetivos inmediatos, ni con los proyectos estratégicos.
En efecto, es imposible sacar una conclusión, ya sea sobre los objetivos a largo plazo de
la Unión Económica, o incluso sobre las modalidades y los medios concretos de
aplicación del texto del Tratado. La debilidad del componente económico de este
acuerdo no lo hace menos importante desde el punto de vista de la integración
económica de los Estados miembros. Aunque sea prematuro desde el punto de vista
económico, debido a la ausencia casi total de estructuras económicas estables, de
régimen y de políticas comerciales coherentes, de una legislación económica así como
de una definición claramente definida de la política exterior, este tratado marca el inicio
de una nueva etapa en las relaciones entre las antiguas repúblicas soviéticas. La
importancia de este documento en sí es, en cambio, limitado en comparación con los
procesos políticos que han llevado a la firma, a saber, la reorientación de la política
exterior de Rusia en 1993. En cambio, la firma del Tratado de la Unión Económica la
dictaba, en gran parte, un “sentimiento de urgencia” que experimentaban los líderes
políticos de los NEI, enfrentados como estaban a la decadencia de la economía de su
país, por un lado, y al riesgo de perder el apoyo de los grupos sociales influyentes que
resultaron incapaces de controlar la situación, por el otro. Todos necesitaban una acción
"ejemplar" que mostrara sus "buenas intenciones" y que les dejara un margen de
maniobra para el futuro una vez se superara la crisis.
La evolución de las relaciones comerciales de los Estados de la CEI en el contexto
de la transición económica.
Con la disolución de la Unión Soviética en 1991, las relaciones económicas y
comerciales entre las antiguas repúblicas soviéticas se vieron afectadas, al mismo
tiempo, por el cambio de estatuto que las convertía en Estados independientes y
soberanos, y por la crisis económica en la que la Unión Soviética se encontrada
sumergida desde hacía varios años, crisis que agravaría las reformas económicas de la
perestroika. Los países de la CEI han intentado mantener e incluso restaurar, al menos
115
parcialmente, el sistema de relaciones económicas de la era “soviética”, sistema que no
se limitaba únicamente a los vínculos comerciales ya que estos países se integraban
entonces en un conjunto económico único. El periodo calificado de “divorcio
civilizado” que marca los dos primeros años de independencia se caracterizó, como
acabamos de ver, por el establecimiento de políticas pro occidentales”. El fracaso de sus
políticas en los planos económico y político debía llevar a Rusia a modificar su política
exterior durante el año 1993. Las relaciones con los Estados de la CEI fueron declaradas
“prioritarias” y, en el plano económico, esta reorientación desembocó en la firma del
Tratado de la Unión Económica de los Estados de la CEI, el 23 de septiembre de 1993.
No obstante, aunque las situaciones en las que se encontraban los Estados en aquel
momento eran similares, no eran de ninguna manera idénticas y los modos en los que
éstos preveían su futuro desarrollo variarían considerablemente de un Estado a otro.
Igualmente, la Unión Económica de Estados de la CEI era una simple proclamación de
intención que no permitió ni orientar verdaderamente los procesos integrantes ni
formalizar relaciones económicas intra regionales.
Un nuevo acuerdo, el Acuerdo Multilateral sobre la creación de la zona de libre
comercio, se firmará el 15 de abril de 1994. Aún ahí, el establecimiento se hace
lentamente y hay pocos resultados tangibles. Este acuerdo prevé la eliminación gradual
de los derechos de aduana, de tasas, de restricciones cuantitativas y de otros obstáculos
para la libre circulación de bienes y de servicios. El documento subraya la importancia
de la cooperación multilateral para establecer un sistema eficaz de comercio y de pago
mutuo y, con esta finalidad, prevé la armonización de la reglamentación legislativa del
comercio exterior. Aunque se manifestó la voluntad de regular las relaciones
económicas y comerciales, el proceso de aplicación de medidas concretas se desplaza
entre dos factores principales. Primeramente, las lagunas del sistema de pago y de saldo,
así como la convertibilidad de las monedas nacionales, llevan a las autoridades y a los
responsables económicos a vigilar de cerca la balanza comercial. La administración
centralizada del comercio y el control del Estado sobre la política comercial mediante el
comercio de Estado fueron abolidos durante las reformas económicas, pero el Estado
posee aún, en todos sus NEI, un gran arsenal de medios de control y de regulación de
los intercambios, que van del control de precios de algunos bienes juzgados
“estratégicos” hasta el control de los tipos de cambio o de las exportaciones cuando hay
desequilibrios graves de la balanza de pagos o de las salidas especulativas de capitales.
Posteriormente, los cambios entre los NEI se vieron alterados por la práctica corriente
del trueque a nivel de empresas, por operaciones "en negro" y por un fenómeno de
"comercio no registrado", lo que hace prácticamente imposible la evaluación de la
situación real de los mercados regionales.
En 1998, más de seis años habían pasado desde que las antiguas repúblicas soviéticas se
comprometieron en el camino del desarrollo, dándose cada una de ellas su propia
trayectoria de reformas económicas y políticas. Durante este periodo, todos los NEI han
tenido que hacer frente a la decadencia de la producción y del comercio. La
independencia, las similitudes y las complementaciones de las estructuras económicas
de los NEI están en plena mutación. Los Estados intentan reconstruir sus relaciones
económicas sobre los nuevos fundamentos que se codifican en toda una red de acuerdos
multilaterales y bilaterales concluidos en el marco institucional de la Comunidad de
Estados Independientes. Los acuerdos multilaterales demuestran la aspiración de
algunos de los líderes políticos de los NEI para crear una solidaridad económica y
política nueva, pero las modalidades concretas de esta cooperación no están lo
116
suficientemente desarrollados para provocar un proceso eficaz de integración
multilateral, con el resultado de que, por una parte, la cooperación regional se limita de
hecho a un número restringido de Estados, y que, la ausencia de disciplina multilateral,
los Estados prefieren entenderse directamente entre ellos mediante una base bilateral
para establecer relaciones comerciales preferenciales y hacer acuerdos firmados con
base legal de su cooperación con terceros países.
117
CAPITULO XI
LA RUSIA ACTUAL (1991 - …)
Los años de Yeltsin
Reformas difíciles
El 25 de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov dimitió a la Presidencia de la U.R.S.S
mientras que el Congreso votaba la transformación de la República Socialista
Federativa Soviética de Rusia (RSFSR) en Federación de Rusia. Borís Yeltsin, primer
Presidente de la RSFSR elegido por sufragio universal en junio de 1991 y líder de los
reformadores, asumió el poder y emprendió, desde principios de 1992, el lanzamiento
de reformas necesarias para la transformación económica del país. No tardó en chocar
con la oposición de los conservadores, agrupados en torno a Alexandr Rutskói,
vicepresidente y de Ruslan Jasbulátov, Presidente del Parlamento; los diputados se
negaron a confirmar en sus funciones de Primer Ministro Yegor Gaidar, el creador de
las reformas más liberales, y prefirieron a Víktor Chernomirdin, juzgado más
moderado.
Para sacar al país del callejón sin salida político, Yeltsin provocó, en abril de 1993, la
celebración de un referéndum que fue para él un gran éxito. Entonces una asamblea
constituyente empezó a trabajar en la elaboración de una nueva Constitución destinada a
reemplazar la de 1977, ahora inadaptada. No obstante, las relaciones entre el Presidente
y el Parlamento siguieron degradándose y las luchas por el poder alcanzaron su
paroxismo en octubre de 1993, cuando una centena de diputados conservadores y sus
partidarios armados se atrincheraron en la Casa Blanca, sede del Parlamento. El asalto
llevado por las tropas leales permitió a Yeltsin triunfar: A finales del año 1993, hizo
adoptar por referéndum una nueva constitución que aumenta considerablemente los
poderes presidenciales. Pero las elecciones legislativas que se celebraron al mismo
tiempo dieron el triunfo de manera inesperada a los conservadores y a los
ultranacionalistas: las fuerzas democráticas y reformadoras se encontraban amenazadas
por una coalición “rojos pardos”.
La primera guerra de Chechenia
Los chechenios constituyen un pueblo caucáseo tardíamente islamizado en la historia,
en el siglo XVIII. En esta época y hasta el siglo XIX, resistieron a la progresión de la
Rusia zarista que buscaba alcanzar los mares cálidos del sur, extendiendo su territorio
más allá del Cáucaso. La caída de su jefe Shamil en 1859, significó su capitulación.
Grozni (que significa “La Terrible” en ruso) se convirtió entonces en una ciudad de
guarnición rusa. Durante esta época, cerca de la mitad de la población chechena se había
diezmado. En 1944, los chechenios forman parte de los "pueblos castigados" por Stalin
por su colaboración con el enemigo nazi y son deportados a Asia central. Su antigua
república se disolvió y su territorio fue colonizado por los rusos y los osetas, hasta 1957,
fecha en la que la deportación se suspendió y Jruschov recreó la república.
Este largo pasado de adversidad es evidentemente una fuente muy viva de resentimiento
de las poblaciones locales hacia los rusos. No es sorprendente que esta hostilidad se
transformara en conflicto abierto tras la caída de la Unión Soviética. En 1991, los
118
nacionalistas chechenios, dirigidos por el general Djokar Dudayev, proclaman su
independencia. En un primer momento, Rusia tolera esta situación. El conflicto se
degrada cuando la nueva república chechena se niega a firmar el Tratado Federal Ruso
en 1992. Este tratado pretendía asociar al poder central las 89 entidades federadas de
Rusia – una federación compleja, entonces amenazada de división, donde se
multiplicaban simultáneamente varios movimientos secesionistas. Chechenia, donde se
encuentran los independentistas más radicales, es la única república rusa que no ha
firmado el tratado. Este rechazo explica parcialmente la intervención militar de Rusia,
que quería elevar a Chechenia a la categoría de ejemplo, con el fin de contener los otros
movimientos secesionistas en su territorio.
A finales de 1994¸ el ejército ruso intervino, con la mayor brutalidad, con el fin de
"reestablecer el orden constitucional". Esta primera guerra de Chechenia poscomunista
dura 21 meses y provoca al menos 50.000 muertos, sobre todo civiles. La operación
militar que debía ser de corta duración, viendo la superioridad material de los rusos, se
convirtió en un desastre: el material obsoleto, las incoherencias de mando y los
problemas de insubordinación de algunas unidades se añadieron a la resistencia rebelde
de la que los chechenios dieron prueba. Atacando indiferentemente los objetivos
militares y civiles, el ejército ruso dio prueba de una gran brutalidad que ofendió a la
opinión pública en el país y en el extranjero.
En primavera de 1996, el acercamiento de las elecciones presidenciales llevó a Yeltsin
a negociar: el general Lebed concluyó un alto al fuego con Zelimjan Yandarbayev,
nuevo jefe de la resistencia (mayo de 1996). Borís Yeltsin y Aslan Masjadov (que
entre tanto había sustituido a Dudayev, asesinado) firman un acuerdo de paz en mayo
de 1997. La cuestión crucial del estatuto de Chechenia queda, no obstante, abierta,
debiéndose concluir un acuerdo definitivo en 2001.
Elegido democráticamente presidente de Chechenia en septiembre de 1997, Aslan
Masjadov se encuentra a la cabeza de un país devastado por la guerra. Debe hacer
frente a potentes jefes de bandas armadas, en parte financiadas por el extranjero. Su
incapacidad para encauzar la criminalidad contribuyó a hacer la causa poco popular ante
los rusos. El territorio checheno se considera una fuente de inestabilidad regional y un
peligro para la seguridad de Rusia.
La crisis financiera y política
El 9 de agosto de 1996, Borís Yeltsin fue reconducido en sus funciones por un
mandato de 4 años, ganando únicamente el 52 % de los votos de las elecciones que
mostraron todo el vigor de los conservadores, ya que Guennadi Ziugánov, el candidato
comunista, quedó en segunda posición. Debilitado por una enfermedad que le mantuvo
un momento alejado de los mandos del poder, Borís Yeltsin destituyó el gobierno de
Chernomidin en marzo de 1998 y encargó a este último que formara un nuevo
gobierno. Poco después, apoyó la candidatura del que consideraba como un “delfín”:
Sergei Kiriyenko, para tomar la cabeza del gobierno. Primero rechazado por la Duma,
la investidura de Kiriyenko fue aprobada finalmente. Este último siguió una política de
tipo liberal pero, el 17 de agosto de 1998, estalló la “monstruosa crisis financiera”, que
durante mucho tiempo se temió y se anunció desde abril, ante los senadores, por
Chubais, el viceprimer ministro encargado de las cuestiones económicas del gobierno
de Chernomidin. El rublo de derrumbó y, como consecuencia, todo el sistema
119
financiero. Así pareció cerrarse el periodo de ultraliberalismo de la Rusia poscomunista.
De financiera, la crisis se convirtió en política: el gobierno de Kiriyenko fue destituido
el 23 de agosto y Yeltsin nombró a Chernomidin Ministro interinamente. Por segunda
vez, la Duma rechazó su candidatura, pero, el 11 de septiembre aceptó la de Evgueni
Primakov ( a n t i g u o apparatchik, jefe de la KGB de la U.R.S.S en 1991 y
posteriormente de Rusia hasta 1996, cuando se convirtió en Ministro de Asuntos
Exteriores). Este formó entonces un gabinete donde figuraban adversarios resueltos de
la política económica llevada desde 1992. Intentó hacer coexistir las extremos del
tablero político, pero también detener el hundimiento financiero del país asegurando a
los bancos rusos y extranjeros, reforzando el control de los cambios y reestableciendo el
monopolio sobre la “producción y la venta al por menor” de alcoholes fuertes para
paliar la caída de los ingresos fiscales. No obstante, estas primeras medidas se revelan
rápidamente insuficientes para desprender los recursos necesarios susceptibles de
detener la crisis financiera y de financiar el presupuesto. Políticamente debilitado por
las sucesivas afrentas que le infligía la Duma y por su incapacidad para impedir la
acción de la OTAN contra Yugoslavia en el conflicto de Kosovo, Yeltsin retomó el
control del Estado nombrando, el 12 de mayo de 1999, el Ministro del Interior, Sergei
Stepashin, a la cabeza del gobierno y designando a Víktor Jristenko y Nikolái
Aksenenko, viceprimeros ministros. Tres meses más tarde, el Primer Ministro fue
destituido en esta ocasión por el jefe de Estado y reemplazado por el antiguo jefe de los
servicios secretos Vladímir Vladimiróvich Putin.
Presentado como el candidato de Borís Yeltsin para su propia sucesión, el nuevo jefe de
gobierno beneficia del apoyo de los electores en un escrutinio legislativo que fue
organizado a finales de año. En efecto, por primera vez desde 1991, los partidarios de
Borís Yeltsin pudieron disponer de la mayoría en la Duma, la Cámara Baja del
Parlamento, gracias al aporte de los votos de la "Unión de fuerzas de derecha" (SPS) y
de una gran parte de los ciento cincuenta "independientes". El final del año 1999 fue
marcado por el anuncio del jefe de Estado de que abandonaba la dirección del país y
nombraba al Primer Ministro para asegurar la interinidad en el poder hasta las próximas
elecciones presidenciales. Con 47 años y gozando de una gran popularidad,
especialmente a causa de la política nacionalista que adoptó para tratar el conflicto en
Chechenia, Vladímir Putin fue elegido por más del 52 % de los electores para
convertirse en el nuevo jefe de Estado en marzo de 2000 y nombró en mayo a Mijaíl
Kasianov para la dirección del gobierno.
Los años de Putin: el endurecimiento
En octubre de 2002, Rusia contaba con 145,2 millones de habitantes. Desde 1989 la
población ha disminuido en 1,8 millones aproximadamente. El alcoholismo y un
sistema de sanidad pública defectuoso desde la caída de la U.R.S.S en 1991 son el
origen de esta tasa de mortalidad elevada, en particular entre la población masculina. La
esperanza de vida al nacer ha disminuido en los últimos años para llegar a los 65,3 años
de media en Rusia frente a los 67 años en 1998, el terrible año de la crisis del rublo.
Entre 25 y 40 millones de rusos viven bajo el umbral de la pobreza (menos de un dólar
por día y por persona según el banco mundial). El nivel de vida de los rusos no ha
recuperado su nivel de 1991. Las disparidades regionales son tan fuertes, aparte del
nivel de vida entre Moscú y la provincia es tan grande que “los habitantes de la capital y
los de la periferia no hablarán pronto la misma lengua”, dicen los rusos en broma. Pero
120
la situación se mejora: los ingresos de los rusos (160 dólares de media) debería
aumentar “de 46 % de aquí al 2010”.
Las decisiones políticas de Putin
Vladímir Putin, elegido para la Presidencia el 26 de marzo de 2000, resume su
programa en tres grandes temáticas: “la vertical del poder”, “la dictadura de la ley” y “la
democracia dirigida”. Según el discurso oficial, en un país minado por la corrupción y la
delincuencia, Putin quiere reestablecer "la dictadura de la ley". Para el restablecimiento
internacional de Rusia, Putin ha elegido claramente el acercamiento a los EE.UU. y
Occidente. Los elementos de esta política pro occidental son: inmediata solidaridad tras
el 11 de septiembre de 2001, acuerdo sobre el desarme nuclear (que permite que no
continué manteniendo un arsenal nuclear pletórico y costoso), aceptación de la
ampliación de la OTAN, apoyo en la guerra contra Al Qaida en Afganistán (que
legitima "la guerra antiterrorista" en Chechenia), libertad para la instalación de tropas
americanas en Asia central (con, en cambio, resistencias, especialmente en Georgia),
acuerdo con la Unión Europea sobre el enclave de Kaliningrado, voluntad de entrar en
la OMC y la OCME. El 28 de mayo de 2002, los dirigentes de diez nuevos países
miembros de la Alianza Atlántica y el presidente Putin firman un acuerdo creando un
nuevo consejo conjunto OTAN-Rusia. La fase de democratización solo ha podido ser
provisional, adelantan algunos: Putin reestablece una Rusia autoritaria, en la que el
principal combate por el poder, su propia sucesión, se jugará dentro del Kremlin, y no
con los aspirante extranjeros. Para probar esta vuelta al autoritarismo, se pueden
avanzar, en particular, tres “elementos”: la toma de influencia de las fuerzas de
seguridad en el Kremlin, la Duma convertida en pro Putin y el control de los medios de
comunicación.
Los Siloviki en el Kremlin:
Putin parece alentar en su administración a los hombres provenientes de las fuerzas de
seguridad, del ejército y del Ministerio del Interior, círculo del que proviene: los
“Siloviki” (las fuerzas de seguridad), mayoritariamente nacionalistas y autoritarias
sustituyen a los hombres de la familia, a los allegados instalados por Yeltsin. No
obstante, hay que relativizar este poder de Putin. Pero Rusia es vasta y ya no se
gobierna de manera centralizada, por lo que hay que relativizar la “militarización” de la
función pública por los Siloviki. En efecto, dos tipos de agente son muy importante en
el sistema ruso: 1. Los patrones de empresa que explotan las materias primas: los
recursos financieros del estado dependen en la mitad de las ventas de las materias
primas; el gobierno está obligado a entenderse con ellos. 2. Los dirigentes de regiones y
de ciudades, a pesar de los intentos de poder central para controlarles mejor.
¿Una Doma pro Putin? :
Oficialmente, Putin no ha alentado a ningún partido en las últimas legislativas. En los
hechos, varios partidos se han declarado a favor de Putin. El más ferviente, Rusia
Unida, es el gran vencedor de las elecciones y roza la mayoría absoluta con 37,57% de
los votos en el escrutinio proporcional. El partido ultranacionalista LDPR de Vladímir
Jirinovski ha ganado el 11,45 % de los votos y la coalición nacionalista de izquierda
Rodina (La Patria) el 9,02 %. Los comunistas, cuyo partido es el único estructurado,
retroceden mucho con 12 % de los votos, dos veces menos que en las legislativas de
121
hace cuatro años. Los defensores de los derechos del hombre y de los liberales pro
occidentales han conocido una aplastante derrota con una decena de escaños de 450.
Yábloko y el SPS, los dos partidos liberales interlocutores de los occidentales y
fervientes apoyos de las reformas económicas, ya no están representados en la Duma.
No obstante, la intensa presión de los grandes grupos en la Duma ha impedido
regularmente a Putin que establezca leyes para las que disponía, en cambio, de una
mayoría. Ha sido vencido públicamente contra la privatización creciente de la Duma por
el "big business". Así, en el 2003, la administración rusa se lanza al asalto del grupo
Yukos, el primer grupo petrolero del país, y de sus dirigentes. Este ataque, oficialmente
por fraude fiscal, culminó el 25 de octubre: Mijaíl Jodorkovski, el más rico y
conocido de los oligarcas rusos, patrón de Yukos, es encarcelado en la prisión más
vetusta de Moscú. Jodorkovski se oponía con éxito al Kremlin en la elección de
trazado del oleoducto. Pero el Ministerio ruso de Recursos Naturales, a favor de otro
trazado hacia Japón, se opuso en nombre de la ecología. Manifestaba alto y fuerte el
deseo de romper el monopolio de los oleoductos que poseía el Transneft y negociaba
igualmente con los Americanos Exxon Mobil y XXX para venderles el 40 % del capital
de cualquier joven gigante ruso del petróleo surgido de la fusión Yukos y Sibneft. Los
empresarios rusos se encontraban así obligados con el ejemplo de Yukos, a colocarse al
servicio del poder.
Los medios de comunicación bajo control:
Aunque los medios de comunicación (en particular, las televisiones) están controlados,
muchas opiniones se expresan libremente (por Internet), y la economía está cada vez
más dirigida por los intereses privados. La desaparición de las cadenas de televisión
independientes no demuestra siempre la manipulación del Kremlin, también está la
voluntad de grandes grupos industriales y financieros propietarios de estas cadenas de
conciliar las buenas gracias con el poder. Ejercer su profesión de periodista en peligroso
en Rusia como lo muestra el informe de 2003 de Reporteros sin fronteras: Rusia es, este
año aún, el país de Europa donde más periodistas han sido asesinados en el ejercicio de
su profesión. Tres periodistas fueron asesinados, según parece, a causa de temas que
cubrían, asuntos de corrupción o problemas ecológicos, sin que ninguna investigación
haya dado frutos. Otros cuatro periodistas han perdido la vida en accidentes o cubriendo
la guerra en Chechenia. Finalmente, lejos de las miradas, decenas de periodistas locales
sufren el poder arbitrario de los poderes regionales, los procesos judiciales y numerosas
agresiones.
Las elecciones presidenciales de 2004:
En ausencia de adversarios fuertes, el dueño del Kremlin se asegura un segundo
mandato sin contra poder. El jefe de Estado ruso se fija como prioridad en las reformas
económicas prudentemente liberales, para desmantelas los “monopolios naturales”. Es
el resultado más elevado que se ha recogido en unas elecciones presidenciales en Rusia.
Vladimir Putin fue reelegido, el domingo 14 de marzo, con el 71,2 % de los votos
(según los resultados sobre el 99 % de las oficinas de voto). En marzo de 2000, había
recogido el 53 % de los sufragios. En 1996, Borís Yeltsin había obtenido el 54 % de los
votos.
La segunda guerra de Chechenia
122
En verano de 1999, grupos armados islámicos venidos de Chechenia entran en la
república autónoma vecina, el Daguestán, sin el apoyo de las autoridades chechenias,
con el objetivo de establecer una república islámica. Al mismo tiempo, una serie de
atentados en Rusia causa 293 muertos. Moscú atribuye, sin pruebas de apoyo, estos
actos terroristas a los chechenios, lo que les permite condicionar a la opinión pública a
una nueva intervención.
El 1 de octubre de 1999, comienza la segunda guerra de Chechenia, con la entrada de
las tropas rusas en el territorio. Grozni cae el 1 de febrero de 2000. Vladímir Putin
instala una administración local prorrusa bajo la dirección del antiguo muftí (intérprete
oficial de la ley musulmana) Ahmed Kadyrov. Tras tres años de “pacificación”, 80.000
soldados rusos no consiguen reducir la resistencia estimada en 5.000 combatientes. Se
ignora el número exacto de víctimas -sin duda 40.000 – de esta guerra sucia, de la que
no se sabe casi nada, ya que el espacio mediático está bajo el control militar ruso. Los
rusos habían aprendido la lección del periodo 1994-1996, mientras que las televisiones
rusas difundían imágenes de destrucción y de entrevistas a madres de soldados rusos
hechos prisioneros por los combatientes chechenios. Grozni cuenta actualmente entre
50.000 y 100.000 habitantes, mientras que contaba con 450.000 hace una década.
Arrasado por los bombardeos durante los dos conflictos, algunos analistas consideran
que sería más fácil reconstruir la capital en otro lugar que intentar restaurar las
instalaciones vetustas actuales. En el plano social, unos 200.000 chechenios son
refugiados en el extranjero y 160.000 se desplazaron hacia el interior de la provincia. A
pesar de los 90.000 empleos creados por la administración pro rusa en 2001, el índice de
desempleo alcanza el 80 %. La situación sanitaria es desastrosa –4.200 casos de
tuberculosis se diagnosticaron entre 2000 y 2002 - y la reconstrucción se ha hecho
difícil debido a que el 80 % del territorio está probablemente minado. En estas
condiciones, apenas podemos asombrarnos de que los esfuerzos de Moscú para
restablecer una autoridad civil hayan chocado con obstáculos insuperables. De los
10.000 millones de rublos -322 millones de U$D – previstos por la provincia en el
presupuesto federal en 2000, solo una décima parte se ha invertido...y se estima que
solamente el 38 % de esta suma ha llegado efectivamente a su destino. Las fuerzas
federales rusas, mal pagadas, son un factor adicional de desorganización generalizando
la corrupción, el saqueo y las exacciones entre la población civil.
Los impactos regionales del conflicto
Las repercusiones del conflicto en la escena regional son, por ahora, bastante limitadas,
mintiendo a los que predecían una unión general del Cáucaso, incluso una reacción en
cadena que empuje a otras “entidades nacionales” de la Federación Rusa. Las
principales consecuencias del conflicto se observan en las difíciles relaciones entre
Rusia y Georgia, único país que posee una frontera común con Chechenia. Georgia se
encuentra entre las fuertes presiones de Rusia -a quien le gustaría utilizar su territorio
para llevar, de revés, operaciones en Chechenia - y su voluntad de neutralidad. Hay que
decir que Georgia posee una minoría chechena autóctona, los Kists, de unos 7.000
habitantes en la garganta del Pankisi. Ha recibido, al inicio del segundo conflicto, entre
7.000 y 8.000 refugiados chechenios, cuyo importante número de combatientes,
estimado en 700, poseen la potencialidad de desestabilizar a Georgia, un Estado débil
que apenas llega a superar sus propios conflictos civiles. Hoy, Rusia acusa a Georgia de
servir de santuario para los combatientes chechenios y amenaza con intervenir
unilateralmente para restaurar el orden en la garganta del Pankisi. Temiendo una
123
intervención rusa en su territorio, Georgia lleva, desde agosto de 2002, una operación
antichechena con la grandeza del país. Expulsados del Pankisi, los combatientes
chechenios han vencido a Rusia, explicando, al menos en parte, el engendramiento de
proezas de la resistencia chechena.
Perspectivas de salida del conflicto
Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, han completamente liberado la
vía a Rusia para llevar su guerra en Chechenia. Desde el comienzo del conflicto, Putin
afirma llevar una guerra contra el terrorismo chechenio que estaría vinculado con el
terrorismo internacional, incluso con Al-Qaida. Algunos críticos que se dirigieron a
Putin se callaron con el estallido de la guerra contra el terrorismo internacional. Algunas
acciones de guerra de combatientes chechenios recuerdan regularmente en el mundo
que la guerra aún no se ha acabado, como el secuestro de más de 800 rehenes, a la vez,
espectacular y trágico, en octubre de 2002, en un teatro en Moscú, por un comando
chechenio que exigía el final del conflicto y la retirada de las fuerzas rusas de
Chechenia. En cambio, no hay una solución militar considerable en el conflicto. Si las
tropas rusas no pueden controlar realmente el territorio que ocupan, los combatientes
chechenios, en contrapartida, incluso si retomaban algunas ciudades, serían incapaces
de imponer una retirada de las tropas rusas en ausencia de la voluntad política de
Moscú. Por lo tanto, habría que negociar, tarde o temprano, sobre el futuro estatuto de la
república. Mientras que Moscú intente imponer a sus interlocutores marionetas
desprovistas de autoridad, esto es imposible. Los responsables rusos deberán tratar con
los representantes del presidente elegido que, a pesar de las críticas de las que ha sido
objeto, es el único que goza de una legitimidad reconocida. El último acontecimiento,
un atentado que costó la vida, el 9 de mayo de 2004, de Ahmed Kadyrov, dirigente pro
ruso de Chechenia durante una carnicería en Grozni, donde una treintena de personas
habrían encontrado la muerte, y no siete, como afirma el balance oficial y que arruina
los esfuerzos constantes de Moscú para acreditar la ficción de un “regreso a la
normalidad” en Chechenia. Hace desaparecer en estampida la “solución política” de
Putin que consistía, manipulando las urnas, en legitimar el poder de Kadyrov – u n
tránsfuga del campo independentista que había puesto a la cabeza de la república
devastada en 2000 – para reducir mejor el conflicto en una confrontación entre
chechenios.
124
APÉNDICE I
PRESENTACIÓN DE LA RUSIA ACTUAL
Ficha de identidad
Rusia es un país de Europa oriental y del Asia septentrional. Está bañada al norte por el
Océano Ártico (mar de Barents, Kara, de Laptev, de Siberia Oriental y Chukotka); al
este, por el Océano Pacífico a través del estrecho de Bering (que separa Rusia de
Alaska), el mar de Bering y los mares de Ojotsk y del Japón; al sur limita con Corea del
Norte, China, Mongolia, Kazajstán, el mar Caspio, Azerbaiyán, Georgia y el mar Negro
y, finalmente, al oeste, con Ucrania, Bielorrusia, Letonia, Estonia, el mar Báltico (el
golfo de Finlandia), Finlandia y Noruega. Rusia posee el enclave de Kaliningrado,
situado entre Lituania y Polonia, así como varias islas en el océano Ártico (Tierra de
Francisco José, Nueva Zembla, la Tierra del Norte o Severnaia Zemlia, el archipiélago
de la Nueva Siberia y la isla de Wrangel), y en el océano Pacífico (islas Kuriles y la isla
de Sajalín).
Rusia, con una superficie de 17.075.200 km2 (las ¾ de la antigua U.R.S.S) es el país
más grande del mundo (el doble que los EE.UU.). Forma un Estado-continente, que
abarca cerca de 3.000 Km. de norte a sur y cerca de 9.000 Km. de oeste a este (11 husos
horarios). Desde el Ártico hasta el Asia Central, se suceden la tundra, la taiga, e l
bosque, la estepa y la vegetación mediterránea. Del oeste al este, se encuentran la
llanura rusa, los Urales y Siberia. Los recursos naturales de Rusia son muy abundantes.
En ella se encuentran prácticamente todos los minerales principales. El subsuelo
contiene varios cimientos de carbón, capas de petróleo, minas de cobre, de níquel, de
hierro, de oro, de plata, etc.
En su mayor parte, el territorio de Rusia está sometido a un clima continental riguroso,
con inviernos largos y fríos, y veranos calurosos, pero cortos, con estaciones
intermedias reducidas. La mayor parte del país sufre más de veinte días de heladas al
año. Intervienen varios factores: la elevada latitud, la inmensa extensión continental y la
ausencia de influencias marítimas que moderen el tiempo. La temperatura media se
sitúa entre los -9,4 °C en invierno y los +19 °C en verano.
La Federación Rusa es una república federal que comprende 89 administraciones
regionales denominadas "miembros de la Federación". Se distribuyen de la siguiente
manera: 21 repúblicas (entre las que figuran Tataria y Chechenia), 6 territorios (kraj),
49 regiones (oblast), 10 circunscripciones autónomas (avtonomnyi okroug), la región
autónoma judía de Birobidjan (sobre el río Amur, en Extremo Oriente) y las ciudades de
Moscú y San Petersburgo, que poseen rango federal. Algunas fronteras son objeto de
debate (Crimea, las islas Kuriles), mientras que el incremento de los regionalismos,
desde el fin de la U.R.S.S, amenaza la cohesión interna del país.
Nombre completo del país: República Federal de Rusia
Año de la Independencia: 1991
125
Capital: La ciudad de Moscú, fundada en 1147. Población: 10,4 millones de habitantes.
Principales ciudades: San Petersburgo, Nizhni Novgorod, Novosibirsk, Gorki,
Iekaterinburg, Omsk, Kuibichev, Chelíabinsk, Jabárovsk, Rostov, Volgogrado,
Krasnoiarsk, Saratov, Vladivostok, Irkutsk, Arjángelsk, Kazán, Murmansk, Samara...
Superficie: 17.075.200 km2
Población: 145.200.000 habitantes (dic. 2003), de los cuales 107 millones viven en
zona urbana (esto es, cerca del 75 %) y 38,2 millones, en zona rural.
En Rusia viven un centenar de pueblos y étnias. Se calcula cerca de 120 millones de
rusos, más de 5 millones de tártaros, unos 3,3 millones de ucranianos, 1,7 millones de
chubascos, 1,3 millones de bashkirios, 1,1 millones de bielorrusos y más de 1 millón de
mordorovos.
Densidad de población: 8,49 hab. /km²
Esperanza de vida al nacer: Menos de 67 años; 58 años de media para los hombres y
73 años para las mujeres.
Crecimiento demográfico: -0.55%
Idioma oficial: El ruso.
Principales religiones: El cristianismo ortodoxo, el Islam, el judaísmo, el budismo, el
catolicismo.
División administrativa: 21 repúblicas, 6 territorios, 49 regiones, 1 región autónoma,
10 circunscripciones autónomas y 2 ciudades con rango federal (en total, 89 entidades
de la Federación). Se han formado siete circunscripciones federales.
Forma de gobierno: Rusia es un Estado de Derecho, federal y democrático, con un
sistema de gobierno republicano.
Jefe de Estado: El Presidente de la Federación Rusa es Vladimir Vladimírovich Putin
(elegido el 26 de marzo de 2000 y asumió su cargo el 7 de mayo). Preside el Consejo de
Estado de la Federación Rusa, compuesto por jefes de administración de las 89
entidades de la Federación, y el Consejo de Seguridad de la Federación Rusa.
Parlamento: La Asamblea Federal de la Federación de Rusia está constituida por dos
cámaras: la Cámara alta –el Consejo de la Federación – y la Cámara baja –la Duma
Estatal.
El Consejo de la Federación está compuesto por 178 miembros (dos representantes del
poder, legislativo y ejecutivo, por cada entidad de la Federación Rusa).
La Duma Estatal, elegida cada cuatro años, comprende 450 diputados elegidos según un
modo de escrutinio mixto (uninominal en las circunscripciones territoriales y escrutinio
de lista).
126
Unidad monetaria: El rublo. Cotización (el 24 de septiembre de 2002: 31,63 rublos por
un dólar; 1 euro = aprox. 35 rublos).
Población activa: 72 millones de personas (septiembre de 2002)
Tasa de desempleo: 8,3 % (octubre de 2003, Goskomstat), esto es cerca de 6 millones
de la población activa.
PIB: 346.500 millones $ (2002)
PIB/hab.: 2.385 $ (2002)
Tasa de desempleo: 4,3 % (2002)
Inflación: 16 % (2002)
Saldo presupuestario: 1,6 % del PIB (2002)
IDH: 62° del rango mundial sobre 174
Poder de negociación: 65 $ de media
Umbral de pobreza: 1/3 de la población por debajo
Presupuesto de la Defensa: 30.000 millones de $
127
APÉNDICE II
CULTURA Y CIVILIZACIÓN DE RUSIA
Rusia, país cuya cultura es extremadamente rica, ha dado al mundo grandes escritores,
pintores, escultores, actores y realizadores.
Actualmente, se lleva a cabo el programa federal “Cultura de Rusia” para el periodo
2001-2005, aprobado por el gobierno. Su gasto se calcula en 49.000 millones de rublos,
esto es, 1.600 millones de euros. Se trata, según lo ha expresado el Ministro de Cultura
Mijaíl Shvidkoi, del “primer quinquenal cultural de la Rusia del siglo XXI”, cuyo
objetivo principal es la preservación de la cultura rusa, las artes y las tradiciones
nacionales, así como el desarrollo del potencial cultural multiétnico común. Para ello, el
Estado acuerda su ayuda a la creación artística y reúne las condiciones necesarias para
que todos los ciudadanos puedan participar en la vida cultural del país y que todas las
capas sociales de la población tengan acceso a las obras maestras de la cultura nacional
y mundial. En lo que respecta al presupuesto de la Cultura, aumentará un 37 % en 2003.
Lenguas y religiones
En Rusia se hablan más de cien de lenguas y dilectos. El ruso, la lengua del sector de
los negocios, la administración y la educación, pertenece al grupo de lenguas eslavas y
lo habla la inmensa mayoría de la población. La mayor parte de los grupos étnicos son
bilingües.
Bajo el régimen soviético, cualquier creencia o práctica religiosa estaba estrictamente
controlada y desalentada por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). A
partir de 1991, asistimos a un renacimiento religioso, caracterizado por el resurgimiento
de las religiones tradicionales, particularmente la religión ortodoxa. El Islam conoce un
gran desarrollo en las repúblicas del norte del Cáucaso y del valle medio del Volga
(Tataria). El budismo se practica en la República de los Calmucos, en la costa
noroccidental del mar Caspio.
En 1928, se otorgó a los judíos, cuyo estado civil llevaba la mención “nacionalidad
judía” por debajo de la nacionalidad soviética, un distrito que se convirtió en región
autónoma en 1934: el Birobidjan. La población del Birobidjan nunca se compuso de
más de un tercio de judíos, en su mayoría no voluntarios, y en 1989 únicamente
constituían el 5 %. Los judíos rusos emigraron de manera masiva entre 1989 y 1992,
principalmente hacia Israel y los Estados Unidos. La población judía de Rusia, cuyo
número ha disminuido considerablemente, se reparte por todo el territorio, así como los
cristianos no ortodoxos.
Desde la conversión del gran príncipe de Kiev, Vladimir el Grande en el año 988,
seguido de un bautizo colectivo de los kievianos, la principal religión en Rusia es la
religión cristiana ortodoxa rusa, tomada prestada por los eslavos orientales de sus
vecinos del Imperio bizantino. A principios de 1990, el número de fieles se estimaba en
128
37 millones de personas (aproximadamente un cuarto de la población). La Iglesia,
considerada como un símbolo de la herencia y la cultura rusas, era muy respetada,
incluso por los no creyentes. Las fiestas ortodoxas se celebran de manera oficial y los
políticos participan en las principales ceremonias religiosas. Numerosos lugares de culto
se han abierto de nuevo. La rehabilitación más simbólica y más espectacular es, sin
duda, la de la catedral del Salvador en Moscú. Este suntuoso edificio, edificado entre
1837 y 1883 en conmemoración a la victoria de los rusos frente a Napoleón, fue una de
las primeras víctimas de los planes urbanísticos destinados a remodelar la capital
soviética en los años treinta. Fueron necesarios cuarenta y seis años para su
construcción y seis días bastaron para destruirla. El mármol de las decoraciones
interiores se utilizó para habilitar las estaciones de metro. Stalin había decidido
construir en su lugar un nuevo palacio de los Soviets, pero el proyecto nunca se llevó a
cabo debido fundamentalmente a la inestabilidad del subsuelo en este lugar. Finalmente
y después de más de veinte años, Jruschov transformó el enorme hueco abierto en una
piscina municipal. En 1992, las autoridades religiosas y el gobierno se propusieron la
construcción de la catedral idéntica a la original y, tras unos trabajos extremadamente
costosos en un tiempo record, la catedral se volvió a abrir al culto en 1995, inaugurada
por el Presidente Yeltsin. Al frente de la Iglesia ortodoxa se encuentra el patriarca de
Moscú y de todas las Rusias.
Educación
Bajo el régimen soviético, el Partido Comunista controlaba el sistema educativo y las
actividades culturales rusas. La liberalización de la educación, que comenzó con la
política de la Perestroika de Mijaíl Gorbachov (1985-1991), se aceleró con la disolución
de la U.R.S.S. La enseñanza ideológica y propagandista desapareció y se establecieron
nuevos métodos educativos. A partir de entonces se autorizó la enseñanza privada.
No obstante, Rusia heredó del periodo soviético un sistema educativo con muy buenas
prestaciones, que se extiende a todo el territorio. Las autoridades soviéticas crearon una
extensa red de instituciones para la educación infantil, primaria, secundaria, los estudios
superiores y para la formación continua gratuita de adultos. La enseñanza profesional y
el aprendizaje están muy desarrollados. En 2004, la tasa de alfabetización era del 99,6
%.
En 1993, Rusia dedicaba el 4,4 % de su producto interior bruto (PIB) a la educación,
dos veces menos que a la defensa nacional. Disponía de 519 centros de enseñanza
superior que acogían a 2.763.000 estudiantes. La gran mayoría son instituciones
especializadas en la formación profesional y las universidades son minoritarias.
Tradicionalmente, la enseñanza ha sido siempre gratuita y los estudiantes reciben
incluso un salario mensual, pero algunas universidades están hoy proyectando el cobro
de los gastos de inscripción y de estudios. Las principales universidades del país son la
Universidad Estatal de Lomonosov de Moscú (1755), las universidades estatales de San
Petersburgo (1819), de Kazán (1804) y de Novosibirsk (1959). Otras universidades
importantes son las de Rostov del Don, Nizni Novgorod, Tomsk, Vladivostok y
Vorónezh.
La Academia de Ciencias de Rusia es uno de los principales organismos de
investigación científica del mundo. El país ocupa un lugar preponderante en el ámbito
científico y técnico, gracias a la calidad de su investigación y al nivel de su tecnología,
129
especialmente militar y espacial. Sin embargo, la caída del régimen soviético tuvo
consecuencias muy negativas para este dispositivo: los créditos concedidos a los
laboratorios de investigación se agotaron y numerosos investigadores abandonaron el
país, las condiciones de trabajo y el estatuto de los profesores se desvalorizaron
mientras que el porcentaje de alumnos escolarizados disminuía (97 % en 1985 y 88 %
en 1995 en secundaria, 54,3 % en 1985 y 45,3 % en 1995 en la enseñanza superior).
Todos estos factores hipotecaron mucho el futuro de este campo esencial que fue
durante mucho tiempo uno de los puntos fuertes de la U.R.S.S.
Arte y vida cultural
Instituciones culturales
Rusia posee un gran número de museos y de lugares arquitectónicos declarados
monumentos nacionales. Aunque muchos de ellos se encuentran en Moscú y en San
Petersburgo, muchas ciudades que aparentemente no son importantes, cuentan al menos
con un museo de Bellas Artes y un museo de Historia. Los más conocidos son el Museo
del Ermitage en San Petersburgo, uno de los museos más grandes del mundo, y el
Museo Pushkin de Moscú, ambos dedicados a la arqueología y al arte no ruso, mientras
que el Museo de Arte Ruso (San Petersburgo) y la Galería Tretyakov (Moscú), que
volvió a abrir sus puertas en 1995 tras importantes trabajos de modernización, presentas
unas magníficas colecciones de arte ruso. Al noreste de Moscú se han restaurado las
antiguas ciudades- fortaleza (kremlins) de la Edad Media y forman el circuito turístico
del Anillo Dorado.
Rusia cuenta igualmente con un gran número de bibliotecas. De entre ellas, la más
conocida es la Biblioteca Estatal de Rusia en Moscú, que alberga más de 30 millones de
volúmenes en unas 250 lenguas, lo que la convierte en una de las bibliotecas más
grandes del mundo. Otras bibliotecas importantes son la biblioteca pública estatal M. E.
Saltykov-Shchedrin en San Petersburgo, con unos 28,5 millones de volúmenes, y la
Biblioteca de la Academia de Ciencias Rusa, con 12 millones de volúmenes.
Las autoridades soviéticas siempre han fomentado las actividades culturales. La
mayoría de las ciudades cuentan con teatros, academias artísticas y centros culturales.
Los artistas soviéticos han adquirido un gran prestigio internacional, especialmente en
el ámbito de la música clásica y la danza. Rusia cuenta con un gran número de teatros
conocidos, como el Bolshói, el Teatro Mali y el Teatro Stanislavski en Moscú, así como
el Teatro de María (antiguo Kírov) y el Teatro de Arte Dramático Pushkin en San
Petersburgo. Desgraciadamente, estos centros se enfrentan a los mismos problemas que
las instituciones escolares: falta de medios y la marcha de los artistas al extranjero.
Los museos y los monumentos
Rusia alberga más de dos mil museos dedicados a las artes, la historia, la literatura, la
música, el teatro, a la historia natural y a la etnografía. Anualmente reciben más de 75
millones de visitantes
La Galería Tretyakov en Moscú es el museo de artes plásticas más grande de Rusia.
Fundado en 1856 por el comerciante mecenas Pavel Tretiakov, esta galería posee una
colección de iconos rusos de gran riqueza, incluida la conocida "Trinidad" de Andrei
130
Rublev. La colección de arte ruso más rica se encuentra en el Museo Ruso, en San
Petersburgo. También en la ciudad a orillas del Neva, se encuentra el Ermitage, uno de
los museos más antiguos de Rusia, que alberga una inmensa colección de obras de arte
y de monumentos de la cultura mundial. El Museo de Bellas Artes Pushkin, en Moscú,
se sitúa por detrás del Ermitage gracias a la riqueza de su colección de pintura
extranjera.
Dentro del marco del programa “Cultura de Rusia” se han restaurado ya más de 120
monumentos culturales e históricos. Entre ellos se encuentra el museo-panorama “La
Batalla de Borodino”, las residencias de los escritores Alexandr Pushkin, en
Mijailovsky, y de León Tolstoi, en Yasnaya Poliana. Con ocasión del 300° aniversario
de San Petersburgo, que se celebró en 2003, se realizaron trabajos de restauración en el
Teatro Marinsky y en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, se procede a la
reconstrucción de la Biblioteca Nacional Rusa y se construye un nuevo edificio para
depositar el fondo del Ermitage. El Ministerio de Cultura coopera con la Iglesia
ortodoxa en la restauración de algunos monumentos. Así, se esta procediendo a la
reconstrucción de más de cincuenta edificios de un valor arquitectónico excepcional en
el archipiélago de Valaam, en Carelia. Entre ellos, la Catedral de la Transfiguración del
Salvador, erigida a principios del siglo XVIII.
La vida teatral
El teatro se desarrolló en Rusia durante los años de las reformas económicas. El país no
había tenido nunca tantos teatros: más de 500. Sólo Moscú contaba con 138, de los
cuales 68 albergaban grupos de teatro profesionales. Uno de los fenómenos que
marcaron el último periodo es el desarrollo de teatros independientes, como el Centro de
Dramaturgia y Puesta en Escena de Moscú, el Teatro “Osobniak” (Hotel particular) de
San Petersburgo, “Loja” (El Palco) de Kemerovo, el Taller de arte teatral “Baby” (Los
campesinos) de Chelyabinsk. Su éxito reside en los colectivos unidos por una
concepción común, la eficacia de una dirección moderna y nuevas puestas en escena
innovadoras.
Igualmente, los teatros clásicos funcionan con éxito en las nuevas condiciones de la
economía de mercado: se integran activamente en el movimiento teatral mundial,
montan nuevos espectáculos, llevan a cabo proyectos conjuntamente con los grandes
teatros extranjeros, realizan giras, invitan a actores de prestigio mundial y a solistas de
excepción. El Bolshói de Moscú es un brillante ejemplo. Este teatro, el más prestigioso
de Rusia, ha conseguido aumentar considerablemente sus ingresos gracias al patrocinio
y a una dirección eficaz. Actualmente, el Estado sólo se sirve del 60 % del presupuesto
del Bolshói, frente al 80 % de antes.
La vida cultural del país es muy rica en festivales de teatro. El premio principal,
acordado a nivel nacional en el ámbito teatral, es la "Máscara de Oro". El año pasado, el
director Piotr Fomenko recibió dos por su espectáculo "Guerra y la paz. Comienzo de la
novela”. Por primera vez, se organizó en Moscú un festival de obras contemporáneas
“Nuevo Drama”, que permitido descubrir a muchos jóvenes talentos. Los teatros
regionales no son menos, como lo demuestra el IV festival de los Teatros de los Pueblos
de Rusia, en el que participan los grupos de Bugulma, Zlatoust, Kudymkar, Michurinsk,
Nizni Tagil, Tuapse y Stary Oskol.
131
El cine ruso
En el 2003, el Estado acordó más de mil millones de rublos adicionales para la
producción cinematográfica, doblando así el presupuesto concedido al cine. Está
previsto dedicar dos tercios de esta cantidad a la realización de grandes éxitos
comerciales y el tercio restante a la financiación, tanto de realizadores de prestigio como
de debutantes. También se llevarán a cabo considerables esfuerzos para mantener la
distribución de las películas nacionales. De aquí al 2005, el Estado tiene prevista la
adquisición en copropiedad de 230 salas de cine (7 % del total), para alcanzar el 25 %
de participación de las películas rusas.
Actualmente, el arte cinematográfico se encuentra en una fase de gran desarrollo. Según
el Ministro de Cultura Mijaíl Shvidkoi, la producción de películas de ciencia-ficción y
de dibujos animados debería aumenta 2005 y alcanzar respectivamente las 100 y las 65
películas anuales. Paralelamente, la calidad de las películas se mejora y los mercados
del video y el DVD se amplían. Por todo el país se han construido nuevas salas de cine.
Su número se ha duplicado prácticamente durante los últimos años. Las salas multicine
están de moda.
Una vez al año, la elite del cine mundial se reúne en la capital rusa, en el Festival
Internacional de Cine de Moscú. Otros cuarenta acontecimientos cinematográficos se
llevan a cabo anualmente. Los más importantes son: el "Kinochok" de Anapa, el
"Kinotavr" de Sochi, la "Ventana a Europa" de Vyborg, "Viva el cine de Rusia" de San
Petersburgo. Al "Nika", premio nacional que ya cuenta con quince años de existencia,
se le ha unido recientemente un nuevo premio nacional, el Águila de Oro, instituido
gracias a los esfuerzos del conocido realizador Nikita Mijalkov.
Los actores y realizadores nacionales participan regularmente en los grandes Festivales
de Cine extranjeros. Así, el realizador Andrei Konchalovski recibió el Gran Premio en
el último Festival de Venecia por su película “La Casa de los locos” y el joven actor
Alexei Chadov recibió el premio a la mejor interpretación masculina en el 26° Festival
de Montreal por su participación en la película “Voina" (La guerra), de Alexei
Balabanov.
Las bibliotecas y las casas de edición
Rusia es uno de los países del mundo que cuenta con el mayor número de lectores. El
número de bibliotecas se ha visto reducido debido a la reestructuración y la ampliación
de las existentes, contando actualmente con 51.000. En cambio, la afluencia de las
bibliotecas públicas ha aumentado un 30 % y, por supuesto, la mayoría de los lectores
son jóvenes.
La informatización de la gran Biblioteca Nacional de Rusia, que alberga más de 43
millones de publicaciones, tanto nacionales como extranjeras, en 247 lenguas, está a
punto de finalizar. En esta biblioteca, la más importante de Europa, se está llevando a
cabo la creación de un fondo común de los maestros de la edición rusa. Paralelamente,
los fondos de todas las demás bibliotecas rusas siguen enriqueciéndose. Las bibliotecas
regionales no reciben únicamente la ayuda del Estado, sino también de estructuras
privadas. Así, la asociación “Rusia Abierta”, financiada por la compañía petrolera rusa
Yukos, realiza conjuntamente con el Ministerio de Cultura un proyecto de
132
modernización de las bibliotecas rurales.
En el campo de la edición se mantiene la tendencia que se ha manifestado claramente
durante los años precedentes: la literatura llamada de masas que dominaba el mercado
de los libros en la primera mitad de los años 90 cede su plaza a una prosa
contemporánea de calidad. La red de librerías se amplia. La base técnica de la edición se
consolidó después de que los editores privados, tan potentes como Vagrius, Vita-Nova,
Infra-M, Olmapress, Rosmen y otros, reemplazaran al Estado en este campo.
La XV Feria Internacional del Libro de 2002 fue un acontecimiento de gran
importancia, ya que en ella participaron 2.688 casas de edición, imprentas y sociedades
informáticas, colegios y universidades, así como bibliotecas y centros culturales de 82
países diferentes. Se presentaron unos 100.000 en cerca de 700 stands de la exposición.
El premio "Escritor del Año” se otorgó durante la ceremonia organizada
tradicionalmente en este forum. Este año, se concedió a Daria Dontsova, autor de
novelas policíacas humorísticas, de gran popularidad en Rusia. Los visitantes, más de
300.000, se sintieron particularmente atraídos por las obras de Borís Akunin, Viktor
Pelevin y Tatiana Tolstaya, pero también por las reediciones de grandes clásicos rusos.
Los medios de comunicación e Internet
En el país están registrados unos 21.000 periódicos y más de 10.000 revistas, 2.500
compañías de televisión privada y unas cien cadenas públicas, así como unas 2.000
emisoras de radio. Prácticamente todos los grandes medios de comunicación rusos
tienen su sitio web en Internet. Hoy en día, se calcula que existen en el país más de 630
publicaciones en la red y su popularidad tiende a alcanzar la de los medios tradicionales.
Una de las mayores agencias de información en Rusia, RIA- "Novosti", difunde también
sus noticias en Internet.
El desarrollo impetuoso de las tecnologías de la información y de las
telecomunicaciones en Rusia es reconocido incluso en el extranjero. En la conferencia
"Telecomunicaciones en Rusia” que se ha celebrado recientemente en San Petersburgo,
se avanzaron los pronósticos en relación al desarrollo del mercado ruso de las
telecomunicaciones, que deberían progresar un 15 % anual, para alcanzar en el 2004 el
volumen de ventas de 8.000 millones de dólares. El mercado de Internet conocerá el
avance más rápido (hasta un 25 % al año). Respecto a los usuarios de la red mundial,
son actualmente 8,8 millones en Rusia, esto es el 8 % de la población adulta, según un
sondeo realizado por la Fundación “Opinión Pública”. En el 2010, esta cifra debería
alcanzar los 26 millones de usuarios.
133
APÉNDICE III
SITUACIÓN POLÍTICA DE RUSIA
Estado federal que comprende 89 "miembros" de diferentes estatus: Repúblicas,
regiones, territorios, ciudades autónomas, como Moscú, San Petersburgo... Estado
continuador de la U.R.S.S.
Nueva Constitución adoptada el 12 de diciembre de 1993: hace de Rusia un Estado de
Derecho, democrático y laico, que garantiza fundamentalmente el pluralismo y el
multipartidismo, así como los derechos y las libertades de los ciudadanos inscritos en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, la libre circulación de bienes
y de personas, y el derecho de propiedad y de participación. Ratifica la separación de
los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y rige el reparto de poderes entre los
órganos federales y las entidades constitutivas de la federación.
Organización de los poderes
El poder ejecutivo
Función central reservada al Jefe de Estado, elegido por sufragio universal por un
mandato de 4 años, renovable una vez. Dimisión del Presidente YELTSIN (en el cargo
desde 1991) el 31 de diciembre de 1999, elecciones presidenciales anticipadas el 26 de
marzo de 2000, que dan la victoria a V. Putin en la primera vuelta, reelegido el 14 de
marzo de 2004.
El Jefe de Estado es el Jefe Supremo del Ejército y preside el Consejo de Seguridad,
encargado de la Defensa Nacional. Nombra a los principales altos funcionarios civiles y
militares. Nombra al Gobernador del Banco Central con el acuerdo de la Duma Estatal
(Cámara Baja de la Asamblea Federal), así como a los jueces del Tribunal Supremo y al
Procurador General con el acuerdo del Consejo de la Federación (Cámara Alta de la
Asamblea Federal).
El Presidente nombra Primer Ministro, elección que deberá ratificar la Duma Estatal. El
nombramiento de los ministros, cuya candidatura recae en el Jefe de Gobierno, está
sometido a la aceptación del Presidente.
El poder legislativo
El cuerpo legislativo está constituido por dos cámaras: la Duma, Cámara Baja (450
diputados elegidos durante un periodo de 4 años). Elecciones de diciembre de 2003,
nueva Duma dominada por el grupo parlamentario Rusia Unida (305 miembros, frente a
51 para los comunistas, 39 para Rodina y 36 para el Partido Liberal Democrático de
Rusia). Presidente Borís Grizlov.
134
El Consejo de la Federación (indisoluble, 178 miembros), Cámara Alta (2
representantes por cada “miembro” de la Federación, designados por las autoridades
ejecutiva y legislativa locales). Presidente Sergei Mirónov.
El poder judicial
El sistema judicial de la Federación Rusa dispone de: un Tribunal Constitucional,
compuesto por 19 miembros elegidos cada doce años, que estatuyen sobre la
constitucionalidad de las decisiones de los poderes legislativos y ejecutivos; una Corte
Suprema, órgano judicial superior para los asuntos civiles, penales, administrativos y
otros asuntos, que dependen de tribunales de derecho común; un Tribunal Superior de
Arbitraje de la Federación de Rusia, órgano judicial superior que estatuye sobre los
litigios económicos y los asuntos examinados en los tribunales de arbitraje.
Partidos políticos
El cuadro político ruso, tras las elecciones legislativas de diciembre de 2003, aparece
dominado considerablemente por la formación del Presidente Vladímir Putin, Rusia
Unida (Edinaïa Rossia, ER), que obtuvo cerca de la mitad de los escaños de la Doma
(221 sobre 450). No existe una verdadera oposición al Presidente Putin: el Partido
Comunista de la Federación de Rusia (PCFR), dirigido por Guennadi Ziugánov, fue
derrotado; la insuficiencia de los sufragios recogidos por los partidos liberales (la Unión
de Fuerzas de Derecha de Borís Nemtsov y el Partido Yábloko, “la Manzana”, de
Grigori Yavlinski) no les permite obtener escaños en la Duma; los partidos
nacionalistas, tanto de derecha (el Partido Nacional Democrático Liberal (PDLR) de
Vladímir Zhirinovski), como de izquierda (la nueva alianza Ródina - "Patria"), que
registran un notable avance, están relativamente cerca del poder.
Defensa Nacional
En 2002, el Ejército ruso contaba en total con 810.000 hombres, con 155.000 en la
marina, 184.600 en el ejército aéreo y 321.000 en el ejército de tierra. Rusia ocupa uno
de los cinco escaños permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y mantiene
bases militares en algunos países de la CEI. El servicio militar es obligatorio para los
hombres a partir de los 18 años. Comprende dieciocho meses en el ejército de tierra y
dos años en la marina o el ejército aéreo.
El Consejo de Seguridad, creado en mayo de 1992, garantiza la política de defensa.
Economía
Economía muy dinámica durante los últimos años, tras la crisis financiera de 1998: el
PIB ha aumentado más de un cuarto en volumen y la producción industrial ha
recuperado el nivel de 1994. El excedente comercial alcanzó los 37.000 millones de
dólares en 2002, la situación financiera se enderezó claramente (excedente
presupuestario, aumento de las reservas de divisas). Este dinamismo coincide con la
favorable situación de los mercados de la energía, así como las reformas, correctamente
iniciadas (reformas fiscal e hipotecaria, gobierno de empresa) deben proseguir para
diversificar la economía: “desburocratización” de la economía, racionalización del
sistema financiero, reforma de los monopolios naturales.
135
Estructura de la economía
Producto interior bruto
En 2001, el volumen de producto interior bruto representaba 9.040.000 millones de
rublos, esto es, un 5 % más que en 2000. De enero a septiembre de 2002, el PIB de
Rusia aumentó un 4 % en relación al mismo periodo del año anterior.
En la estructura del PIB, los productos de la industria y la agricultura, así como la
construcción representan un 44,1 %, y los servicios un 47,6 %.
El número de empresas y sociedades de cualquier tipo de propiedad, que operan en las
diferentes ramas de la economía nacional, es de 3,4 millones. Aproximadamente las tres
cuartas partes pertenecen al sector privado
Recursos naturales
Rusia es un país rico en minerales. Su valor potencial, teniendo en cuenta las
cotizaciones mundiales, se estima en 32 billones de dólares. Cuenta con 70 clases de
minerales, cotizados en los mercados interior y exterior. La extracción del subsuelo ruso
de petróleo, gas, carbón, mineral de hierro y metales raros, preciosos o semipreciosos
representa respectivamente el 17 %, del 25 al 30 %, el 17 y del 10 al 20 % del volumen
global de dichos minerales extraídos en el mundo.
Industria
Las ramas más desarrolladas de la industria en Rusia son: la producción eléctrica, la
industria de combustibles, la siderurgia y la metalurgia de productos no férreos, la
industria química y petroquímica, las construcciones mecánicas y la fabricación de
metales, las industrias forestal, de la madera, de la celulosa y de la pasta de papel, la
producción de materiales de construcción, las industrias ligera y de la alimentación, la
elaboración de harinas y sémolas y la fabricación de piensos.
El número de empresas y sociedades de todos tipos es de aproximadamente 180.000.
Las empresas que pertenecen enteramente al Estado representan el 2,5 % de esta cifra y
producen el 8,4 % del volumen global de la producción industrial. El porcentaje de las
sociedades anónimas con participación estatal es respectivamente de 15,1 % y 61,9 %.
Para las empresas mixtas, con participación extranjera, es el 2,5 % y el 3,6 %.
Finalmente, para el sector privado, las cifras son de 79,9 % y 26,1 %. Las empresas con
más de 500 empleados constituyen la base del sector industrial. Aportan el 75 % del
volumen global de la producción, mientras que sus efectivos no representan más que el
3 % del total de los trabajadores.
Según los datos del Comité Estatal de Estadísticas de la Federación de Rusia, en 2001,
el volumen global de la producción industrial aumentó un 4,9 %. Entre otros, se
produjeron 888.000 millones de Kw. /h de energía eléctrica, se extrajeron 337 millones
de toneladas de petróleo, 551.000 millones de metros cúbicos de gas y 269 millones de
toneladas de carbón.
136
De enero a septiembre de 2002, el volumen de la producción industrial superó en un 4
% aproximadamente al del año anterior, durante el mismo periodo.
Agricultura
La diversidad de las condiciones climáticas y del suelo en Rusia determina las
particularidades de la agricultura en las diferentes zonas. Mientras que en las regiones
septentrionales es más racional la dedicación a la cría y a la producción de legumbres en
invernadero, en el Cáucaso y en las orillas del mar Negro, es posible la plantación
incluso de cultivos subtropicales.
Los terrenos agrícolas ocupan una superficie global de unos 200 millones de hectáreas,
de las cuales 161,8 millones son explotados por empresas y sociedades agrícolas. Se
calcula que existen cerca de 260.000 granjas que disponen de 13 millones de hectáreas
de terrenos de cultivo, esto es, una superficie media de 50 ha por granja. Su
participación en la producción destinada a la venta es del 7 % para los cereales, el 10 %
para las legumbres y el 3 % para la carne.
Unos 53 millones de habitantes se reparten 12 millones de hectáreas de terreno
aproximadamente, en los que cultivan productos de huerta, crían algunos animales o
plantan flores, pero también pueden construir su residencia principal o secundaria.
Según los datos del Comité Estatal de Estadísticas de la Federación Rusa, en 2001, el
volumen global de la producción agrícola aumentó un 6,8%. El país recolectó 84
millones de toneladas de cereales, una cifra récord durante los últimos años.
En el 2002, a pesar de las condiciones climáticas particularmente malas en toda una
serie de regiones, la recogida de cereales alcanzó un nuevo récord: 85 millones de
toneladas.
137
APÉNDICE IV
SITUACIÓN ECONÓMICA DE RUSIA
Situación económica de Rusia (mayo de 2004)
Una clara mejora gracias a la elevada circulación de hidrocarburos
Los buenos resultados macroeconómicos de Rusia estos últimos años, la mejora de la
situación financiera y el ritmo mantenido de las reformas tienden a ocultar un cierto
número de desequilibrios estructurales (falta de diversificación de la economía, gran
dependencia respecto a los recursos naturales, debilidad de las inversiones) que
debilitan la economía y llevan a plantearse si se trata de un crecimiento sostenible. En
este contexto, el objetivo, fijado en 2003 por el Presidente Putin, de doblar la riqueza
nacional en diez años, no podrá alcanzarse si no se acelera la puesta en marcha de las
reformas estructurales.
En octubre de 2003, a pesar de las buenas tendencias de la economía rusa, el desarrollo
del "caso Yukos”, con la detención del dirigente del gigante petrolero así como la
congelación de una parte de las acciones de la sociedad, han introducido una
incertidumbre respecto a la verdadera autonomía de la esfera económica ante el poder
político.
Los diferentes aspectos de la recuperación económica
Las incertidumbres residen en la capacidad de Rusia para mantener un ritmo de
crecimiento elevado y duradero.
La recuperación de la economía rusa observada en 1999 combinó un crecimiento muy
dinámico y una mejora significativa de los fundamentos macroeconómicos y
financieros. A este crecimiento le acompañó una nueva monetización de la economía:
los ingresos fiscales aumentaron un 75 % en términos reales y la masa monetaria un 78
%. Los intercambios en trueque, que alcanzaban cerca de los dos tercios del total de las
transacciones antes de la crisis, cayeron a menos del 15 %. Tras una ralentización en
2001 y 2002, la economía vivió un nuevo crecimiento vigoroso en 2003. La economía
rusa se benefició de una coyuntura particularmente favorable, ya que la cotización del
petróleo mantuvo un nivel elevado durante todo el año. Esta tendencia positiva debería
continuar durante el 2004, marcando el PIB un nuevo crecimiento del 8 % durante el
primer trimestre, respecto al mismo periodo del año anterior.
Más allá de estos buenos resultados coyunturales, la pregunta principal recae en la
capacidad de la demanda interna pueda sustituir de forma duradera a los factores
externos que originaron la recuperación. La devaluación del rublo, y después la
evolución favorable de los precios del petróleo y de las materias primas permitieron
asegurar el arranque del crecimiento tras la crisis de 1998, favoreciendo la sustitución
de productos rusos en las importaciones. Durante el segundo semestre de 2002, estos
138
factores fueron reemplazados por el dinamismo de la demanda interior. No obstante, la
diversificación insuficiente del tejido industrial ruso le ha permitido, por ahora, salir del
modelo de rentista-exportador. Las exportaciones petroleras y de gas representan el 47
% del producto total de las exportaciones de bienes y de servicios, el sector petrolero y
de gas (salvo servicios para-petroleros) contribuyen en un 12 % aproximadamente al
PIB y una fluctuación de 1 U$D del precio del barril supone automáticamente una
variación de 0,3 puntos del porcentaje del crecimiento real. Así, en el 2003, una quinta
parte del crecimiento se deberá exclusivamente al refuerzo de las cotizaciones
petroleras. Esta dependencia de la economía rusa respecto a la renta se explica mediante
los mecanismos provocados por el modelo de rentista-exportador: una demanda
obtenida por las exportaciones netas; entradas de divisas elevadas que favorecen una
apreciación real del rublo (respecto al dólar +18,6 % en 2003); un crecimiento sostenido
del consumo (+8 % en 2003), originado en gran parte por el rápido aumento de las
importaciones (+13,6 % en 2002 y +20 % en 2003), debido a la apreciación real del
rublo. En este ámbito, la reducción de la dependencia a la coyuntura internacional se
sostiene en la progresión de las inversiones que permiten una diversificación de la
producción nacional y una mejor adaptación a la competencia de los productos
importados. A este respecto, el gasto en capital fijo, cuyo avance se limitó al 2,6 % en
2002, aumentó en el 2003 (+12,5 %). En cambio, únicamente contribuye un 16 % al
PIB. Finalmente, a pesar de su crecimiento de 7.300 millones de U$D (frente a los
2.700 millones en 2002), las inversiones directas extranjeras (IDE) se limitan y se
concentran en los sectores rentistas.
Ingresos y nivel de vida de la población
En el 2001, los ingresos monetarios reales de la población aumentaron un 5,9 % y en el
2002, un 7%. A principios de agosto de 2002, el mínimo vital mensual era de 1.804
rublos y el salario medio alcanzaba los 4.522 rublos, lo que representa un aumento de
34,5 % en un año.
Economía paralela
Con la creciente presencia de la mafia rusa, la corrupción es cada vez más evidente.
Desde la caída del comunismo, la economía clandestina alimenta al mercado local.
Como prueba de ello, cada año se malversan de las arcas del Estado entre 30.000 y
60.000 millones de dólares.
139
APÉNDICE V
POLÍTICA EXTERIOR E INTERCAMBIOS COMERCIALES DE
RUSIA
La política exterior de Rusia
Miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, miembro del G8 (Denver,
junio de 1997), entrada en el Club de París como país acreedor. Participación activa en
la gestión de las crisis internacionales (Irak, ex-Yugoslavia, Medio Oriente, Corea del
Norte).
Principales ejes de la política exterior rusa: - Prioridad acordada a las relaciones con las
repúblicas de la antigua Unión Soviética: Consiste en encontrar en la zona una
influencia importante mediante impulsores económicos, pero también mediante medios
políticos: creación/ activación de estructuras multilaterales, que son:
-
El acuerdo sobre la Seguridad Colectiva, creada en 1992 y cuya Carta
Constitutiva se firmó el 7 de octubre de 2002 y entró en vigor el 18 de
septiembre de 2003. Miembros: Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán,
Tayikistán y Rusia. Observadores: Moldavia y Ucrania.
-
La unión Rusia / Bielorrusia, con la previsión de una integración monetaria,
principal fuente de desacuerdos en dicha estructura.
-
La Comunidad Económica Euroasiática, creada en 1995. Miembros: Bielorrusia,
Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.
-
La Organización de Cooperación de Shangai, registrada internacionalmente el 7
de junio de 2002. Miembros: China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán y
Uzbekistán. Sede administrativa en Pekín y sede antiterrorista en Tashkent
-
Hay que señalar que el GUUAM (Georgia, Uzbekistán, Azerbaiyán y Moldavia)
pretende hacer un poco de contrapeso a esta influencia
-
Reforzar su arraigamiento en Europa (Acuerdo de asociación y de cooperación
con la Unión Europea, OSCE, Consejo de Europa) y adecuarse al proceso de
ampliación de la UE con una gestión activa
-
Colaboración calificada como estratégica con los Estados Unidos, que se ha
desarrollado igualmente en las relaciones amistosas entre G. Bush y V. Putin,
que se reúnen varias veces al año. Sin embargo, persisten discrepancias tanto
políticas (gestión de la crisis de Irak) como económicas.
-
Se ha puesto énfasis en la función que debe desarrollar la ONU en la resolución
de las crisis internacionales
140
-
Tras importantes objeciones de la OTAN, el 27 de mayo de 1997, se firma en
París el Acta Fundacional OTAN/Rusia. El Consejo Rusia-OTAN y el grupo de
los veinte funcionan desde el 2002. En el marco de esta cooperación cada vez
más estrecha, la OTAN vuelve a abrir una Oficina de Información en Moscú el
20 de febrero de 2001 y, en ocasiones, se llevan a cabo ejercicios militares en
común. Rusia desea contribuir plenamente en la edificación de la nueva
arquitectura europea de seguridad.
-
Finalizar su inserción en la comunidad internacional (candidaturas a la OCDE y
a la OMC).
-
Redistribución de sus prioridades geográficas – Asia (China, India, Japón) y en
Oriente Medio
Comercio exterior de Rusia
Exportaciones
Importaciones
120.200 millones $ (2002) (petróleo, gas, metalurgia)
83.100 millones $ (2002) (alimentación, automóviles,
maquinaria)
Balanza cuenta
37.100 millones $ (2002)
corriente
Principales clientes
Alemania, Ucrania, China, Estados Unidos, Francia, Italia
Principales proveedores Alemania, Ucrania, Italia, Estados Unidos, Finlandia, Francia
El volumen de negocios del comercio exterior alcanzó los 203.300 millones de dólares
en 2002, de los cuales 120.200 millones proceden de las exportaciones y 83.100
millones de las importaciones. El saldo de la balanza comercial era entonces de 37.100
millones de dólares. En comparación, en 1994, las exportaciones ascendían a 65.000
millones de dólares y de las importaciones a 38.000 millones.
Las principales mercancías que Rusia exporta hacia los países extranjeros lejanos son
los combustibles y los productos energéticos (47 % de la cantidad global de las
exportaciones; el petróleo crudo (20 %), el gas natural (18 %), los productos petrolíferos
(9 %) y los metales (15,6 %: hierro, acero y laminados). Las importaciones de
maquinaria, equipos y materiales de transporte (37,3 %), los productos alimenticios y
las materias primas agrícolas (26,7 %), así como los productos de la industria química
(17,3 %) dominan en el comercio de la Federación Rusa con este grupo de países.
Cabe señalar que Rusia importa anualmente cerca de 1.270 millones de litros de vodka
y de etanol. Sin embargo, desde el 1 de enero de 1997, el decreto firmado por
Chernomyrdin impuso un límite de importación de 110 millones de litros para ambos
productos alcohólicos. En cambio, dicho decreto sobre los productos alcohólicas no
influye en ningún caso en las principales importaciones del país.
En total, Rusia realiza el 60 % de sus intercambios comerciales con los países
industrializados (salvo Ucrania). Alemania se sitúa en primer lugar, seguido de los
141
Estados Unidos, China, Italia y Francia. Por un lado, Rusia se distingue por la influencia
de los grupos de presión en la realización de la política comercial. Por otro lado, la
permanencia de los precios favorables a la exportación de materias primas, de las que
Rusia es un gran productor, le permite registrar un buen excedente comercial. Bajo la
presión de los organismos internacionales, las exportaciones se han liberalizado
progresivamente a partir de 1994 y hoy en día lo están completamente. Nula a
principios de 1992, la tasación de las importaciones fue mejorando progresivamente
para recuperar el presupuesto, muy deficitario, y para proteger algunos sectores, como
la agricultura.
142
APÉNDICE VI
LA UNIÓN EUROPEA Y RUSIA
Las relaciones entre la Unión Europea y Rusia: ¿hacia una nueva frontera? (2002)
En la 8a Cumbre Rusia-Unión Europea celebrada en Bruselas el 3 de octubre de 2001,
los participantes decidieron la creación de un grupo de trabajo conjunto de alto nivel,
que se reunirá dos veces al año y que tendrá como misión la elaboración de un concepto
destinado a promover unas relaciones económicas más estrechas entre los dos
colaboradores, trabajando fundamentalmente en favor de un acercamiento de las
legislaciones y de una mayor integración económica. Con motivo de la 7a Cumbre
Rusia-UE, celebrada el 17 de mayo de 2001 en Moscú, los participantes habían
propuesto durante mucho tiempo la creación de un espacio económico europeo común,
sin que la naturaleza precisa de este espacio común se defina verdaderamente.
Sin embargo, estas dos Cumbres no fueron recibidas como lo fue la 6a, que se celebró
en París el 30 de octubre de 2000 y que marcó, según la opinión de todos los
observadores, el comienzo de las relaciones entre los dos colaboradores.
Fundamentalmente dio lugar a una declaración conjunta que recuerda el apoyo de la UE
en los procesos de reformas institucionales, económicas y sociales, y que apunta a un
refuerzo del Estado de Derecho que responda a las exigencias democráticas de una
economía y de una sociedad moderna en Rusia.
R. Wright, Director de la Delegación de la Comisión Europea en Moscú, declaró al final
de esta Cumbre que consideraba que las perspectivas de colaboración estratégica entre
la UE y Rusia nunca habían sido tan buenas, remontándose en su referencia temporal a
Catalina II.
Entre tanto, en marzo de 2001, se celebró la Cumbre Europea de Estocolmo, en la que
Rusia pudo participar de manera excepcional: el Presidente ruso, V. Putin, reiteró en
ella que la adhesión de Rusia a la UE no es, a día de hoy ni en un futuro próximo, la
finalidad del país. Expuso su idea de creación de una Gran Europa, sin líneas de
división, recordando que el dinamismo de acercamiento de Rusia hacia la UE entra
completamente en la dinámica rusa de integración en la economía mundial. Hasta hoy,
la política exterior rusa considera a la Unión Europea como un colaborador entre otros.
La confusión se sostiene mediante algunos discursos divergentes, como el del Ministro
ruso de Desarrollo Económico, G. Gref, que declaró en diciembre de 2000 que Rusia
contemplaba su futuro como miembro de la UE y que estaba preparada para presentar su
candidatura en un plazo de diez o quince años.
El marco de las relaciones Rusia-UE
El Acuerdo de Asociación y de Cooperación (AAC), firmado en Corfú el 24 de junio de
1994 entre Rusia y la Comunidad Europea, por una duración de diez años y renovable,
no entró en vigor hasta el 1 de diciembre de 1997.
143
Podemos observar que, en el título, el concepto de "colaboración" se colocó por delante
del de "cooperación". La noción de “colaboración” es nueva en la tipología de los
acuerdos externos de la Comunidad; debe impulsar la "cooperación", que se toma
globalmente, es decir, sin estar ya especializada y limitada, como lo estaba
anteriormente: se comprobaba, en especial, en el marco de las relaciones soviéticoeuropeas, encarnadas mediante el “Acuerdo de Comercio y de Cooperación Económica”
que finalizó en diciembre de 1989.
La colaboración ruso-europea actual se sitúa más allá de la colaboración clásica de
desarrollo, pero por debajo de los acuerdos de asociación, así como por debajo
igualmente de "la asociación copartícipe" de los países no miembros de la región
mediterránea, aunque esto no excluye que el AAC evolucione hacia esta forma.
Uno de los fundamentos de la AAC es el de contribuir en la reunión de condiciones
necesarias para la creación, en el plazo previsto, de una zona de libre intercambio entre
Rusia y la UE.
En el preámbulo del Acuerdo figuran inscritos la instauración de un Estado de Derecho
y el respeto de los Derechos Humanos. Además, desde el primer artículo, se menciona
simbólicamente el diálogo político, que debe favorecer las convergencias, a la vez
económicas, internacionales y en relación con el respeto de los principios democráticos
y de los Derechos Humanos.
De hecho, el AAC debe permitir la instauración de una economía de mercado apta para
favorecer la intensificación de las relaciones políticas, que deben ellas mismas permitir
la adopción de posiciones convergentes sobre las cuestiones internacionales en favor de
la seguridad y la estabilidad. Finalmente, los colaboradores deben esforzarse en
cooperar en las cuestiones relativas al respeto de los principios de la Democracia y de
los derechos del hombre, estando este último relegado a una tercera posición en su
proximidad concreta y práctica. Esta elección se puede atribuir al poder prestado a
Rusia y a la conciencia que posee la UE de sus propios límites (como lo han demostrado
los diversos episodios de la guerra de Chechenia).
Los ejes principales de las operaciones de cooperación son los siguientes: ciencia y
tecnología (entre las que destacan las actividades espaciales, campo en el que la
cooperación produce resultados satisfactorios), educación y formación, esfera
comercial, lucha contra la criminalidad (tráfico de drogas, de armas, crimen organizado,
blanqueo de dinero), transportes, energía, telecomunicaciones, medioambiente y cultura.
Desde su entrada en vigor, el AAC ha establecido la celebración de cumbres semestrales
a nivel presidencial o entre jefes de gobierno ruso y el Presidente de la Comisión
Europea; el AAC se ha unido a los servicios de un Consejo de Cooperación que se
reúne una vez al año, a nivel ministerial, y que verifica y favorece la puesta en práctica
de las recomendaciones del AAC. Está formado por nueve comités sectoriales de
cooperación. Además, un Comité de Cooperación Parlamentaria reúne a los
representantes del Parlamento Europeo y de la Asamblea Federal de la Federación de
Rusia. Por último, el gobierno ruso ha creado una Comisión Interdepartamental para las
relaciones con la Unión Europea.
En junio de 1999, la Unión Europea adoptó también la Estrategia Común de la UE para
Rusia, cuyas prioridades son la consolidación de la democracia, el Estado de Derecho,
144
la integración de Rusia en un espacio social y económico europeo común, la estabilidad
y la seguridad en Europa y más allá y la gestión de las cuestiones comunes al continente
europeo (medioambiente, criminalidad, etc.). Sus instrumentos de acción son el AAC, el
programa TACIS y los programas de asistencia de los Estados Miembros. Unos meses
más tarde siguieron a esta Estrategia la adopción por parte de Rusia de una Estrategia a
medio plazo para el desarrollo de relaciones entre la Federación de Rusia y la UE
(2000-2010), una especie de respuesta similar a la primera, que apunta ante todo por el
refuerzo y la concretización del diálogo ruso-europeo.
Las relaciones comerciales ruso-europeas
Actualmente, la Unión Europea es el primer colaborador comercial de Rusia,
proporcionándole el 36,7 % de sus importaciones y absorbiendo el 33,2 % de sus
exportaciones. El papel de Alemania es fundamental en estas relaciones, ya que
contribuye en más del 30 % de los intercambios ruso-europeos (además, Rusia le debe
20.000 de los 42.000 millones de dólares de la deuda que tiene en el marco del Club de
París). Después vienen Italia (13,6 % de los intercambios de Rusia con la UE), los
Países Bajos (11,7 %), Gran Bretaña (9,8 %), Finlandia (9,5 %) y Francia (6,7 %).
Si le añadimos los diez países de Europa Central y Oriental (PECO) que a día de hoy
negocian su adhesión a la UE, Rusia, en 1999, realizaría el 46,7 % de sus intercambios
con este conjunto de veinticinco países, esto es el 48,1 % de sus exportaciones y el 43,1
% de sus importaciones. El resultado del 12,2 % del comercio exterior ruso realizado
con los PECO pasaría a 16 % si le sumamos Chipre, Malta y Turquía.
En comparación, los Estados Unidos compran el 6,8 % de las exportaciones rusas y le
venden el 7,7 % de sus importaciones.
Intercambios comerciales de Rusia con la UE
y los PECO en 1999 (en millones de $ y en
%)
Unión
europea
Exportaciones (M$)
24.457,5
Exportaciones (%)
33,4
Importaciones (M$)
11.625,7
Importaciones (%)
37,1
Total (M$)
36.082,9
Total (%)
34,5
Staristitcheskii bioulleten, SNG, n°19, octubre de 2000.
PECO (10
países)
10.763,5
14,7
1.965,4
6,3
12.728,9
12,2
UE-15 +
PECO-10
35.221
48,1
13.591,1
43,4
48.811,8
46,7
En cambio, en 1999 Rusia únicamente proporcionó a la Unión Europea el 3,3 % de sus
importaciones (frente al 3,9 % en 1996) y absorbió el 1,9 % de sus importaciones
(frente al 3,5 % en 1996). En 1999, Rusia era el sexto colaborador comercial de la UE
en la importación (detrás de los Estados Unidos, Suiza, Japón, China y Noruega) y su
doceavo colaborador en la exportación (detrás de los Estados Unidos, Suiza, Japón,
Polonia, Noruega, Turquía, China, Hungría, la República Checa, Canadá y Hong Kong).
La crisis rusa del verano de 1998 explica en gran medida la contracción del comercio
ruso-europeo, que ha aumentado desde entonces.
145
Las principales exportaciones europeas hacia Rusia son maquinaria y material de
transporte, otros productos manufacturados y alimentos, bebidas y tabaco. Las
importaciones son, ante todo, productos energéticos, seguidos de productos
manufacturados (se trata esencialmente de productos manufacturados de minerales no
metálicos), hierro, acero y metales no férreos.
En efecto, Rusia es el primer proveedor de hierro, acero y de metales no férreos de la
Unión Europea, el primer proveedor de productos petrolíferos y el tercero de gas (detrás
de Noruega y Argelia).
En el marco del AAC, los dos colaboradores se han atribuido recíprocamente el estatus
de Nación más favorecida (NMF), lo que ya se daba en el marco del Acuerdo de
Comercio y de Cooperación de 1989.
En principio, el AAC suprime toda restricción cuantitativa en los intercambio, salvo las
excepciones, que continúan siendo numerosas y conciernen especialmente a las
exportaciones rusas de productos textiles, productos agrícolas y los cubiertos por el
Tratado CECA.
Estas excepciones han sido posibles gracias a que el AAC defina a Rusia como una
economía en transición. De hecho, Rusia ha pasado del estatus de “país con comercio de
Estado” al de economía en transición tras la firma del AAC. Cabe destacar que es el
único Acuerdo de asociación y de cooperación firmado por la UE con un país de la
Comunidad de Estados Independientes (CEI), lo que refleja claramente el abandono de
la condición de “país de comercio de Estado”.
No obstante, la condición de “país en transición” permite aplicar a Rusia un régimen
comercial que podríamos calificar de híbrido, reflejo de la condición ambivalente de
este país: algunas disposiciones de la AAC (que recaen especialmente en las
restricciones cuantitativas en los intercambios) tienden a asimilar la Rusia con economía
de mercado, mientras que otras, que permiten el establecimiento de la legislación
comunitaria antidumping, la consideran como una economía de Estado. En la medida en
que este estatus de “país en transición” únicamente se defina con la negativa (se trata de
un “país que no dispone de una economía de mercado”), permite a la Comisión Europea
la aplicación a Rusia de reglas que deroguen en algunos ámbitos a la condición de
NMF.
Rusia estima que pierde cerca de 250 millones de euros al año debido a las medidas
antidumping de las que se beneficia su estatuto. En octubre de 2000, con motivo de un
encuentro en Moscú entre el mundo de los negocios ruso y europeo, se sublevaron
contra este hecho: se expuso que el código fiscal ruso era el más liberal del mundo, que
había suprimido las subvenciones a la agricultura, etc. El hecho de que no se reconozca
como una economía de mercado es a la vez “extraño, injusto y falto de seriedad".
En realidad, prácticamente todas las restricciones comunitarias imponibles a las
importaciones procedentes de los países con comercio de Estado hacia Rusia han
desaparecido, y un dispositivo asimétrico con una duración de cinco años permite a
Rusia proteger su economía de transición, mientras que la Comunidad Europea puede
tomar medidas de salvaguardia para los productos sensibles. Ambas partes pueden
tomar medidas de salvaguardia cuando se importa un producto en unas cantidades y en
unas condiciones que representa un riesgo de desestabilización para los productos
146
locales.
La verdadera solución a esta situación está en la candidatura rusa a la OMC: Moscú
presentó su candidatura al GATT en 1993 e inició las negociaciones de adhesión a la
OMC en 1995. Las instancias europeas mantenían esta candidatura, definiéndola
incluso como prioritaria, lo que es lógico en la medida en que el AAC propone a Rusia
que adopte normas comerciales que sean iguales a las propuestas por la OMC.
Bajo este punto de vista, podemos considerar que para Rusia el AAC es una especie de
entrenamiento para una economía mundial.
El segundo desafío reside en el hecho de que una adaptación a las normas de la OMC
permitiría a Rusia y la UE que iniciaran las discusiones con vistas a la creación de una
zona de libre comercio.
Por lo tanto, la UE aporta una asistencia técnica en este sentido.
La colaboración energética
Si la 6a Cumbre Rusia-UE del 30 de octubre de 2000 se presentó como la cumbre más
importante desde la firma del AAC, fue debido a la situación avanzada de los proyectos
de cooperación energética, que confirieron una nueva dinámica al diálogo entre Rusia y
Europa.
Por una vez, se tiene el sentimiento claro de que ambas partes han encontrado un objeto
de diálogo por el que se interesan a partes iguales, esto es, la creación de un "puente
energético" entre Rusia y Europa.
Esta dinámica resulta de una serie de circunstancias: la demanda es creciente en Europa,
los conflictos generados en Oriente Medio convierten a la región, al menos a corto y
medio plazo, en la más inestable e imprevisible, el mito de los recursos inagotables del
mar Caspio se ha reducido considerablemente, contratiempos a los que hay que añadir
las dificultades de la salida del petróleo del mar Caspio (caro y con poca seguridad).
Respecto a las fuentes de energía de Europa occidental, son limitadas: las reservas de
gas de Noruega pronto se agotarán, y las presiones de los Verdes europeos han sido lo
suficientemente fuertes como para poner trabas a la construcción de centrales nucleares
y provocar el cierre de las que ya existían.
En cambio, Rusia dispone del 45 % de las reservas mundiales de gas y del 13 % de las
reservas de petróleo. Noruega aporta menos del 10 % del gas en el comercio mundial, y
Argelia el 9 %, mientras que la aportación de Rusia alcanza el 35 %.
Rusia proporciona a Europa el 42 % del gas, contribuyendo en un 17 % en su consumo
(el 20 % de las importaciones europeas provienen de Noruega y el 20 % de Argelia) y el
16 % de su petróleo.
Teniendo en cuenta la coyuntura, desde 1998 aproximadamente, los países de la UE
están procediendo a un cambio bastante remarcable respecto a Rusia en materia de
importaciones de gas natural, petróleo y productos petrolíferos, e incluso de la
electricidad. Se puede incluso deducir que Rusia se ha convertido en indispensable para
los europeos, que podrían preferir importar de otros países, incluso a precios más
147
elevados.
El Presidente de la Comisión Europea, R. Prodi, afirmó en noviembre de 2000 que sería
preferible que Rusia doblara sus exportaciones de gas hacia Europa y que, para ello, la
UE está dispuesta a fomentar el aumento de las inversiones en la economía rusa
(infraestructuras de producción y de transporte). Evidentemente, esta propuesta
beneficia a una Rusia que tiene una gran necesidad de inversiones.
Al final de la 6a Cumbre ruso-europea, un consorcio compuesto fundamentalmente por
Gas de Francia y Gazprom decidió la construcción de un gasoducto destinado a
transportar el gas ruso hasta Europa a través de Bielorrusia, Polonia y Eslovaquia, lo
que constituye un medio para que Rusia dirija el problema de Ucrania, acusada por
Gazprom de sustraer un poco del gas ruso que ya transita por su territorio. Más allá de
esto, los rusos desean que se refuerce el control de los tubos que transportan los
hidrocarburos rusos y que atraviesan territorios de terceros países, no por ellos, sino por
compañías europeas implicadas en el tránsito.
Es evidente que Rusia ve en la colaboración energética con la UE un posible vector de
acercamiento en otras esferas, especialmente la política, y la interdependencia en la
materia, que se ha convertido en una garantía de diálogo continuado.
La cooperación en materia de seguridad
Pero la 6a Cumbre Rusia-UE se ha considerado también un éxito ya que permitió
avanzar en las discusiones sobre los asuntos de seguridad. Al final de la Cumbre, se
adoptó una declaración conjunta, dedicada al refuerzo del diálogo y de la cooperación
que recae sobre los problemas políticos y de seguridad en Europa. Para los rusos, dicha
declaración creó las bases de un diálogo bilateral sobre la seguridad y la defensa; la
solicitud de integración de Rusia en Europa incluye estos aspectos, pero vistos
fundamentalmente bajo su ángulo económico, social y humanitario.
En cambio, el establecimiento de una Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD)
suscita interrogaciones entre los rusos, tanto sobre la articulación de dicha defensa con
la OTAN como sobre el asunto de una posible colaboración entre la defensa europea y
Rusia, con el fin de prever un acercamiento de todo el continente.
Se evocó la posibilidad de hacer participar a Rusia en las operaciones de gestión de las
crisis de la UE, en lo que Suecia está de acuerdo, en vistas a que Rusia pueda entrar en
el contingente de prevención de conflictos bajo mandato europeo, ya que posee, por
ejemplo, equipos de transporte aéreo que le faltan a la UE.
Ambas partes concluyeron sobre su voluntad de profundizar el diálogo y las consultas.
Los observadores no se abstuvieron en señalar que es el documento de mayor
importancia adoptado a este respecto y firmado entre la UE y un país no miembro de la
OTAN. El acuerdo por el momento táctico, a falta de una alternativa real, de Rusia de
ver cómo la OTAN se amplía a los tres Estados bálticos y los acontecimientos del 11 de
septiembre de 2001 han acelerado desde entonces el acercamiento, permitiendo a Moscú
que se exprese cada vez más claramente acerca de estos temas. V. Putin no duda en
evocar una posible adhesión de su país a la OTAN y observa atentamente la
construcción de la defensa europea, en la que no excluye la participación de su país.
148
Rusia y la ampliación de la UE
El 27 de noviembre de 2003, V. Putin declaró que Rusia apoya el proceso de ampliación
de la UE, considerando la entrada de nuevos miembros en la UE como un "proceso
natural". De hecho, Rusia sabe que la ampliación hacia el este de la UE puede ser para
ella un factor de aislamiento, así como una oportunidad histórica. Así, las reservas rusas
se basan en dos aspectos: la esfera humanitaria y la economía.
Respecto a la primera reticencia, V. Putin recuerda a quien quiera escuchar que
considera que los principios internacionales de derecho humanitario deben aplicarse del
mismo modo a los nuevos miembros. Evidentemente, piensa en las poblaciones de
habla ruso, precisando que deben de beneficiarse de los mismos derechos que el resto,
refiriéndose especialmente a los Estados bálticos.
La segunda inquietud, más evidenciada en su expresión, se centra en la economía y en
el hecho de que la ampliación de Europa a los PECO no debe perjudicar las relaciones
tradicionales de estos países con Rusia, creando nuevas barreras.
Gracias a los acuerdos que unen a Rusia con la UE, algunas tarifas comerciales
aplicables también entre algunos PECO, como Polonia, y Rusia van a desaparecer,
hecho que será provechoso para Moscú.
Pero Rusia teme que los nuevos países que llegan a la UE apliquen en su contra los
procedimientos antidumping y las medidas proteccionistas de la UE contra las
mercancías rusas, consecuencias que Rusia ya sufrió con la adhesión de Finlandia y
Suecia en 1995.
Además, Moscú prevé una desviación del comercio a sus expensas; estas desviaciones
vienen realizándose desde hace diez años y van a aumentar considerablemente con la
adhesión.
Podemos tomar como ejemplo los países bálticos: en 1987, las repúblicas bálticas
realizaban más del 84 % de sus intercambios con la U.R.S.S, y menos del 4 % con la
Comunidad Europea. Hoy en día, Estonia realiza más del 65 % de sus intercambios con
la UE, Letonia el 55 % y Lituania el 40 %. Estonia realiza el 12 % de sus intercambios
con Rusia, Letonia el 9 % y Lituania el 15 %. En enero de 2000, bajo recomendación de
la UE, Estonia puso fin a su régimen aduanero de tipo nulo y comenzó a introducir
impuestos a la importación, especialmente en los productos agrícolas procedentes de
países no miembros de la UE con los que no disponía de acuerdo de libre comercio.
Esta medida afectaba principalmente a Rusia.
En octubre de 1999, se firmó un acuerdo entre la UE y Rusia que preveía consultas
periódicas con el fin de evitar que la ampliación perjudique a Rusia. Dichas consultas
tratan de la política tarifaria, los obstáculos no arancelarios en los intercambios, los
asuntos de tránsito, la política de visados, las inversiones, la utilización de
infraestructuras comerciales, las desviaciones de comercio... Por el momento, estas
consultas no parecen haber dado resultados concretos particulares.
149
La respuesta del Presidente de la Comisión, R. Prodi, frente a las reticencias rusas, es
que Rusia se beneficiará de su vecindad con una UE de cerca de 500 millones de
habitantes, dotada de un importante potencial industrial y, sobre todo, donde las normas
de juego serán las mismas para todos. Por lo tanto, Rusia podría sacar provecho del
potencial que ofrecerá la ampliación de la UE, para aumentar los intercambios con la
UE ampliada. Para él, la estabilidad que la ampliación aporta al continente europeo vale
mucho más que algunos disgustos generados a los rusos. Es comprensible que los rusos,
que temen que esta ampliación sea un modo de empujar más hacia el este el “velo de
Schengen”, no hayan apreciado su observación: “Rusia debe adaptarse a los cambios”.
Evidentemente, se ha acordado una atención especial al enclave ruso de Kaliningrado,
que en un futuro estará rodeado de países miembros de la Unión Europea. En febrero de
2001, se inició un diálogo sobre el asunto entre Rusia y la UE, diálogo al que Rusia
tiene interés en asociar a Polonia y a Lituania. Las cuestiones mencionadas tratan sobre
todo de los tránsitos (de hidrocarburos, de materiales militares, etc.) y del régimen de
visados con Lituania. Una vez transformado en “enclave” ruso dentro de la UE,
Kaliningrado tendrá dos posibilidades: convertirse en una avanzada militar frente a la
OTAN o, como han propuesto los rusos, en un laboratorio de futuras relaciones rusoeuropeas.
La cooperación regional y transfronteriza con la UE
R. Wright ha precisado que, en el marco de la AAC, la UE está dispuesta a discutir
todos los asuntos que inquietan a Rusia respecto a la ampliación de la UE, el enclave de
Kaliningrado y, de manera general, la cooperación transfronteriza, pero "no para llegar a
negociaciones".
Está claro que Rusia, desde hace varios años y especialmente desde la ampliación de la
UE a Finlandia, que creó las primeras fronteras comunes entre Rusia y la UE, expresa
su voluntad de reforzar las cooperaciones regionales y transfronterizas.
En el marco de la AAC, se han facilitado los intercambios transfronterizos, tanto de
bienes como de servicios.
Además, la dimensión septentrional de la UE, iniciativa finlandesa adoptada por la UE
en noviembre de 1998, pretende intensificar el diálogo entre la UE, cuyo centro de
gravedad se desplaza hacia el norte, y Rusia, desde ahora fronteriza. Este programa
sintetiza todos los puntos del acercamiento de la UE con respecto a Europa del Norte y
está en situación de convertirse en el elemento clave de la futura cooperación de la UE
con la región del mar Báltico y, por lo tanto, con Rusia.
Las regiones rusas concernidas son el oblast de Murmansk, la República de Carelia, el
oblast de Leningrado, la ciudad de San Petersburgo, el oblast de Pskov y Kaliningrado.
Por el momento, el estado de las relaciones entre Rusia y la UE da lugar a algunos
comentarios dubitativos: “patchwork, ciertamente inteligente y variado, pero sin una
visión ni estrategia real”, en efecto, el diálogo ruso-europeo no ha conseguido aún llegar
más que a un parlamento virtual, sin otra sustancia real que la energética y, por lo tanto,
podemos preguntarnos si realmente aspira a convertirse un día en real.
150
Si los europeos explican esta ausencia de éxito mediante las incertidumbres unidas a la
transformación de Rusia, en contrapartida, los rusos se plantean la misma cuestión en
cuanto al futuro de la UE. Se entiende que no es fácil ver cuales pueden llegar a ser las
perspectivas de un colaborador entre dos agentes que están en plena mutación.
A finales de 2000, el Presidente de la Duma, G. Selezniov, mencionó el asunto sobre el
lugar de Rusia en Europa: “Mucho antes del periodo soviético, Europa miraba a Rusia
como a una advenediza, una Cenicienta cuyo lugar se encuentra en el fondo de las
cocinas ahumadas de la civilización occidental. Rusia, por su parte, despreciaba desde
lo más profundo del alma a Europa, como una hijastra desprecia a una madrastra
altanera.” Para G. Selezniov, la ventana, abierta para Pedro el Grande, no es más que
una ventana hasta hoy; reprocha a Europa el no haber intentado nunca tirar un muro o
construir una puerta. Aunque reconoce que algunos reproches que Rusia ha dirigido a la
UE están justificados, al mismo tiempo precisa que, en lo que respecta a las relaciones
económicas y comerciales, se pueden superar de manera fácil y rápida los puntos de
fricción.
La respuesta proviene de R. Wright: recuerda que, desde 1999, se han dedicado a Rusia
2.000 millones de euros en forma de ayuda técnica en su paso a la economía de
mercado, distribuidos en forma de donaciones, y no de créditos. Posteriormente,
recuerda que la AAC, que a largo plazo debe favorecer la creación de una zona de libre
comercio y, finalmente, precisa que la acción de la UE no puede completar la de Rusia,
quien debe dar prueba de un mayor activismo en la materia.
Tras la 6a Cumbre Rusia-UE, V. Putin precisó que “Rusia y la Unión Europea, cuya
unión tiende a ampliarse, tienen, por definición, la necesidad de mantener las buena
relaciones si se quiere una Europa pacífica, democrática y próspera. No habrá una
Europa pacifica, democrática y próspera mientras entre estos dos componentes, la
Unión Europea que se amplía y Rusia con su CEI, no haya una relación de confianza y
de desarrollo conjunto a medio y largo plazo. Evidentemente, se trata de un gran logro.
No vamos a volver a una situación que ya conocemos, es decir, la división de nuestro
continente y la guerra fría. ”
Durante esta misma intervención, ante la pregunta de un periodista acerca de lo que
entendía él por “carácter de integración” cuando deseaba que las relaciones entre Rusia
y la UE puedan tomar un carácter de integración, V. Putin respondió lo siguiente:
“Actualmente no nos planteamos la cuestión de la adhesión de Rusia. Son numerosas
las circunstancias que hacen que esta decisión no sea aún lo suficientemente madura.
Rusia se ha sentido siempre, y se sentirá, una parte orgánica de Europa. […] El
Presidente Chirac nos dijo que consideraba que Europa se extiende desde el Atlántico
hasta más allá de los Urales. Como respuesta, le digo que era una visión muy exacta de
las cosas, que a Europa le interesaría ver todo lo que se pasa más allá de los Urales. Se
trata de una perspectiva histórica. Actualmente, desde el punto de vista político,
económico y cultural, se considera a Rusia como una parte orgánica de la Gran
Europa”.
Cumbre Rusia-Unión Europea del 21 de mayo de 2004
El 21 de mayo se abrió en el Kremlin la primera Cumbre Rusia-Unión Europea desde la
ampliación de la UE. El mismo día, Rusia y la Unión Europea concluyeron el Protocolo
de finalización de las negociaciones bilaterales sobre la adhesión de Rusia a la
151
Organización Mundial del Comercio. Vladímir Putin se alegró por este avance. En su
intervención, hizo un llamamiento para fomentar la formación de cuatros espacios
comunes con la Unión Europea. El Presidente ruso expresó también su opinión sobre el
Protocolo de Kyoto, que desde hace tiempo, la UE pide a Rusia que lo acepte. También
ha señalado que Rusia debe convertirse en miembro de la OMC con unas condiciones
aceptables para ella. Rusia y la Unión Europea han finalizado el Protocolo de
conclusión de las negociaciones bilaterales sobre la adhesión de Rusia a la OMC. Este
documento se firmó en presencia del Presidente ruso y algunos dirigentes europeos (*),
por el Ministro ruso de Desarrollo Económico y Comercio, German Gref, y el
Comisario Europeo de Comercio, Pascal Lamy. Ratifica los acuerdos tomados entre
ambas partes sobre la reducción de las tarifas de importación y las condiciones de
acceso al mercado ruso de los servicios bancarios, de los seguros y de las
telecomunicaciones.
En su intervención, Vladímir Putin subrayó el contexto particular de la cumbre, que se
celebra en un momento en el que los vecinos próximos a Rusia, con los que Moscú
mantiene buenas relaciones, se han convertido en miembros de la UE. En este momento,
ha añadido, es indispensable el diálogo, ya que hay que acelerar la realización de las
alianzas concretadas en la Cumbre Rusia-UE de San Petersburgo. Ha añadido que se
trata de dar un impulso político a la formación de cuatros espacios comunes en Europa.
“La colaboración Rusia-UE permitirá conferir a Europa un peso más importante en el
escenario mundial” ha expresado Putin.
El Presidente ruso propuso la elaboración de una concepción común para la formación
de cuatro espacios comunes, y su adopción en la próxima Cumbre Rusia-UE de La
Haya. Anunció que para Rusia, el Primer Ministro Mijaíl Fradkov garantizará la
coordinación de la creación de los cuatro espacios comunes. Viktor Khristienko se
ocupará del espacio económico común, de la energía y de los transportes; Viktor
Ivanov, Asistente del Presidente, de las cuestiones jurídicas; el Ministro de Asuntos
Exteriores, Sergei Lavrov, del espacio de seguridad común, y Serguei Yastrzhembski,
del espacio científico y cultural.
Respecto al Protocolo de Kyoto, Vladímir Putin, en una conferencia de prensa, en
relación al balance de la cumbre, declaró: “Estamos a favor del proceso de Kyoto, lo
apoyamos”. La UE, dijo, ha dado un paso hacia Rusia firmando el Protocolo sobre la
adhesión de Rusia a la OMC. “Por nuestra parte, aceleraremos el movimiento hacia la
ratificación del Protocolo de Kyoto". Sin embargo, añadió, Rusia posee ciertas
preocupaciones respecto a los compromisos que deberá contraer de conformidad con el
Protocolo. De una única vez sobrevienen varios problemas, como la ampliación de la
UE, la OMC, el Protocolo de Kyoto, que representan riesgos para Rusia, declaró en
sustancia.
El Presidente ruso rechazó la idea de una relación mecánica entre la ratificación del
Protocolo de Kyoto y la adhesión a la OMC. No esperábamos plantear estas cuestiones
(la ratificación y la adhesión) al mismo tiempo, declaró. “Hemos expuesto nuestras
observaciones y expresado que la ampliación de la UE, las difíciles negociaciones sobre
la OMC y la adhesión al Protocolo de Kyoto podrían crear a la economía rusa, a medio
plazo, problemas difícilmente previsibles”. Y hemos sido escuchados, dijo.
(*) Rusia estaba representada, además de por Vladímir Putin, por el Primer Ministro
152
Mijaíl Fradkov, el Ministro de Asuntos Exteriores Sergei Lavrov, el Ministro de
Desarrollo Económico y Comercio German Gref y el Ministro de Industria y de
Energía, Viktor Khristienko. De parte de Europa, estaban presentes el Primer Ministro y
el Ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda, país que asume la presidencia de la UE,
Ahern Bertie y Brian Cowen, el Presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y
los Comisarios Europeos Pascal Lamy y Chris Patten.
153
APÉNDICE VII
LA AYUDA COMUNITARIA
La ayuda europea a Rusia
Desde 1991, el programa de asistencia técnica TACIS (Technical Assistance to the CIS)
actúa en favor de la transición económica y democrática en Rusia: anualmente se han
dedicado una media de 200 millones de euros, otorgados en varios programas. Nunca se
ha planteado la cuestión de abandonar esta ayuda, aunque en varias ocasiones, debido a
la guerra de Chechenia, algunos aspectos de la cooperación de la UE con Rusia tuvieron
que ser interrumpidos. Además, la UE es el primer proveedor de ayuda en la región del
Cáucaso Norte.
En enero de 2000 se adoptó una nueva línea directiva para los años 2000-2006 y TACIS
figura, cada vez más, como un instrumento de realización de proyectos adoptados en el
marco de la APC y, cada vez menos, como un programa de asistencia con un carácter
estrictamente técnico.
En el marco del Programa 2000, por ejemplo, TACIS concedió a Rusia 92 millones de
euros, de los cuales 38 millones se destinaron al plan de reformas del gobierno adoptado
en junio de 2000, centrado sobre todo en las reformas sociales, 20 millones para la
ayuda a las PYME y a las administraciones regionales y locales, y 34 millones
destinados a la seguridad nuclear.
Uno de los informes, en los cuales Rusia tenía reivindicaciones desde hace tiempo, trata
sobre la ampliación de las actividades del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en su
territorio.
Es algo que ya se ha realizado ya que, en 2001, el BEI recibió la autorización para
financiar algunos proyectos en Rusia en el ámbito del medioambiente. Los primeros
proyectos se basaban en la depuración del agua en el oblast de Kaliningrado y en San
Petersburgo, dos regiones que no han sido elegidas al azar, ya que lindan directamente
con la UE debido a la ampliación europea hacia el este.
La ayuda internacional
Rusia recibe una ayuda internacional masiva. Desde 1989, los países del G-7 le han
acordado más de 9.000 millones de dólares en asistencia humanitaria y 60.000 millones
en créditos a la exportación. El Banco Mundial ingresa 1.500 millones de dólares
anuales en diversos sectores de la economía rusa. Además, el Banco Europeo de
Reconstrucción y Desarrollo invierte en la privatización, el refuerzo de las instituciones
financieras, el desarrollo de las PYME, la energía y el medioambiente. El Fondo
Monetario Internacional (FMI) proporciona a Rusia una ayuda en forma de préstamo de
10.200 millones de U$D en el periodo comprendido entre 1996 y 1998. El FMI ingresa
350 millones de U$D mensuales con la condición de que Rusia alcance varios objetivos
154
económicos. Durante los últimos meses, el FMI ha sido reticente en acordar las
mensualidades del préstamo ya que las entradas fiscales de Rusia eran insuficientes y
que circulaban rumores de malversación de fondos. Es por esto que la mensualidad de
agosto se ha retrasado y la del mes de octubre ha sido aplazada al mes de noviembre.
Todo esto está causado por unos ingresos absolutamente insuficientes. Los ingresos de
impuestos han disminuido un 30 % en septiembre respecto a agosto y no presentaban
más que la mitad de los que se había previsto para ese mes.
EL MARCO INTERNACIONAL (1999)
Rusia y el FMI: relaciones enturbiadas por una malversación de fondos
El FMI está comprometido con Rusia desde 1995. En efecto, en el marco de un acuerdo
firmado dicho año, la Federación Rusa disfruta de un crédito a tres años que ya le ha
permitido beneficiarse de unos 5.800 millones de dólares
En junio de 1998 se iniciaron nuevas negociaciones, orientadas a conceder un crédito de
22.600 millones de dólares que incluye sumas del FMI, del BM y del gobierno japonés.
Pero en septiembre de 1998, el FMI bloqueó el pago de 4.300 millones de dólares a la
espera de que el gobierno ruso presentase un programa "coherente". Para reanudar su
ayuda, el FMI puso una serie de condiciones, tales como la reestructuración de la deuda,
el aumento de los ingresos estatales y el relanzamiento del sistema bancario.
El 5 de octubre de 1998, el comité provisional, instancia política del FMI, pidió al
gobierno ruso que "tomara medidas inmediatas para restablecer la confianza en el rublo,
restaurar los mecanismos de pago y llegar a un acuerdo con sus acreedores para
solucionar la cuestión de la deuda". Asimismo, volvió a afirmar claramente que, sin
programa de estabilización de la economía, no desembolsaría nuevos préstamos.
Por su parte, el nuevo gobierno de Primakov estimó que el FMI era corresponsable de la
crisis financiera y que, si no se desbloqueaba la ayuda económica, no podía establecer
un programa anticrisis ni presentar a la Duma un presupuesto equilibrado para los tres
últimos meses de 1998 ni para 1999.
El 17 de octubre de 1998, el Ministro de Economía ruso, Mijaíl Zadornov, presentó el
proyecto de presupuesto para el último trimestre de 1998. En él se preveían ingresos (de
entre 65.000 y 75.000 millones de rublos) inferiores a los gastos en un 50% (130.000
millones de rublos). El gobierno pretendía así proceder a una emisión monetaria
mientras las autoridades rusas seguían esperando el desbloqueo de 4.300 millones de
dólares que el FMI había previsto en septiembre.
El presupuesto para 1999 votado por la Duma fue tan poco realista como los anteriores,
pues preveía un déficit presupuestario del 2% del PIB aproximadamente. Lejos de
facilitar la obtención de los créditos suplementarios, esto frenó las negociaciones y
contribuyó a la degradación de las relaciones con los acreedores privados
internacionales.
El FMI reclamó al gobierno ruso que redujera sus gastos públicos y aumentara
ligeramente la recaudación fiscal. Tras unas prolongadas negociaciones dirigidas por los
gobiernos rusos que se fueron sucediendo en 1999, Rusia logró que el FMI aprobara, el
155
28 de abril de 1999, en el contexto extremadamente político de la crisis de Kosovo, la
reestructuración de la deuda exterior rusa (17.000 millones de U$D, de los cuales 4.500
millones correspondían a la propia organización), además del desembolso de 4.800
millones de U$D como segundo tramo del crédito de apoyo de 22.500 millones
concedido en 1998.
Sin embargo, el FMI hubo de mostrarse más severo una vez descubierta la malversación
de los créditos concedidos por el Fondo Monetario al gobierno ruso, cometida por el
Banco Central ruso. El informe sobre la utilización de los fondos prestados por el FMI a
Rusia, realizado por el gabinete internacional Pricewaterhouse-Coopers, sacó a la luz
que el Banco Central ruso había realizado transferencias a través de su filial Fimaco.
Parece ser que las autoridades rusas no invertían estos fondos en reformas económicas,
sino en mercados financieros, donde los exponían a grandes riesgos.
En este contexto, los fondos actualmente prestados a Rusia, y en especial el programa
financiero de 4.500 millones de U$D para un período de 17 meses aprobado el 28 de
julio de 1999, se utilizan únicamente para el servicio de la deuda rusa con dicha
institución internacional.
El Banco Mundial también participa en la ayuda financiera a Rusia. La Federación Rusa
es miembro de esta institución desde 1992, y desde su adhesión ha recibido una ayuda
financiera de 11.290 millones de dólares, a través de unos cuarenta proyectos de
asistencia. El objetivo de esta ayuda era favorecer el surgimiento del sector privado y
permitir la estabilidad financiera. Se ha adoptado un tercer programa de ajuste
estructural cuyo importe se estima en 1.500 millones de dólares
Rusia en el seno del G8
A pesar de las tensiones antioccidentales relacionadas con los acontecimientos de
Kosovo, los escándalos provocados por las malversaciones de fondos y la corrupción en
la cumbre del Estado ruso, Rusia y el G8 han sabido mantener buenas relaciones. En
septiembre de 1999, los países del G8 manifestaron su apoyo a las reformas económicas
rusas destinadas a reducir la evasión de capitales y aumentar el nivel de vida de forma
duradera.
Los países miembros del G8 participaron en la reunión dedicada a la lucha contra la
delincuencia transnacional, celebrada en Moscú el 19 de octubre de 1999, e invitaron a
las autoridades rusas a luchar contra la corrupción y el blanqueo de dinero, así como a
que se encargaran de que los fondos concedidos por las instituciones financieras
internacionales se destinen a los fines previstos.
La cooperación entre Rusia y los siete países industrializados continúa durante los
intensos bombardeos rusos a Chechenia, lo que pone a los socios en una situación muy
incómoda. Sin condenar abiertamente las acciones de Rusia, piden al gobierno del país
que evite los actos desproporcionados y los ataques a la población civil.
De momento Rusia ha conseguido mantener su lugar en el seno del G-8, asegurándose
así el apoyo económico de los siete países más desarrollados.
La seguridad europea: la congelación de las relaciones entre la Federación Rusa y
la OTAN a raíz de las acciones de la OTAN en Kosovo.
156
El 10 de enero de 1994, durante la 13ª cumbre de la OTAN, una resolución propuso a
los países de Europa Central y Oriental una "asociación para la paz".
Tradicionalmente, la Federación Rusa consideraba que con la ampliación de la OTAN a
los países de Europa Central y Oriental, éstos expresaban un sentimiento de hostilidad
hacia ella. Pero, una vez que las autoridades rusas han sido conscientes de que el
proceso es inevitable, han intentado negociar para obtener una situación más importante
en el nuevo marco geopolítico.
Hungría, Polonia y la República Checa han sido los primeros países del antiguo bloque
socialista que se han unido a la OTAN, y lo hicieron el 12 de marzo de 1999.
Numerosos países socios, entre ellos Ucrania, asistieron a la cumbre de Washington
celebrada durante los días 24 y 25 de abril de 1999.
Los Estados bálticos, ya signatarios de la "asociación para la paz" también desean
adherirse a la OTAN, pero la Federación Rusa no ha cesado de expresar su oposición
hacia tal adhesión, pues se considera capaz de garantizar su seguridad.
El 27 de mayo de 1997, el Consejo Atlántico y la Federación Rusa firmaron en París un
"acuerdo de cooperación y seguridad", y se instituyó un Consejo Conjunto Permanente
OTAN-Rusia.
Esta participación de la Federación Rusa en las labores de la OTAN (sin derecho de
veto) permite que dicha Federación se asocie al proceso de ampliación de la OTAN a
los países de Europa Central y Oriental.
El proceso de cooperación ha permitido la mejora de las relaciones entre la OTAN y
Moscú. Rusia llegó incluso a participar en la preparación de las operaciones de la
OTAN en Kosovo, a principios de marzo de 1999, ocupándose, concretamente, del
transporte por mar del material militar y los efectivos del contingente alemán.
Sin embargo, desde el principio de la intervención militar de la OTAN contra Serbia,
aliada tradicional de los rusos, las autoridades rusas adoptaron una posición
extremadamente dura respecto a la organización. Rusia consideró que las acciones
contra la antigua Yugoslavia eran un "acto de agresión" que violaba el Acta fundacional
OTAN-Rusia, por lo que abandonó el Consejo Conjunto Permanente, suspendió todas
las actividades comunes y obligó al Centro de información de la OTAN en Moscú a
cerrar las puertas, además de pedir a los dos representantes de la OTAN que
abandonaran Moscú.
La violenta reacción de Rusia ante las operaciones aéreas dirigidas por la OTAN contra
la antigua Yugoslavia es sintomática del poder que ha perdido Rusia, a quien no se
consultó antes de llevar a cabo la operación.
Para no herir la susceptibilidad de una Rusia humillada, los dirigentes de las principales
potencias occidentales pretenden, desde mediados de abril, contar con ella en la
solución política del conflicto de Kosovo. El Ministro ruso de Asuntos Exteriores
participa en las consultas con sus homólogos occidentales. Viktor Chernomyrdin,
enviado especial del Presidente ruso, se esfuerza en desempeñar el papel de mediador
157
con el fin de encontrar una solución política a la crisis de Kosovo y de reafirmar el
papel de Rusia en la seguridad europea.
Tras alcanzar un acuerdo con los occidentales, los días 2 y 3 de junio de 1999 Viktor
Chernomyrdin y el enviado de la Unión Europea Marti Ahtissari presentaron al
Presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, un plan de paz que Belgrado aceptó.
El 11 de junio de 1999, antes de que se planteara la cuestión de la participación rusa en
la KFOR, 175 soldados del contingente ruso de la SFOR aterrizaron en el aeropuerto de
Pristina, adelantándose así a las fuerzas de los países miembros de la OTAN. Más
adelante, Rusia tuvo que hacer importantes concesiones relacionadas con su
participación en la KFOR durante las negociaciones con las autoridades
estadounidenses celebradas en Helsinki los días 18 y 19 de junio. En especial, Rusia
tuvo que situar sus fuerzas bajo el mando de la OTAN, repartiéndolas entre los sectores
estadounidense, francés y alemán.
Las relaciones entre Rusia y la OTAN se reanudaron oficialmente a mediados de julio, y
las reuniones en el marco del Consejo Conjunto Permanente se celebran de nuevo en la
sede de la OTAN en Bruselas.
Por otro lado, Rusia figura entre los países signatarios del Pacto de estabilidad para los
Balcanes aprobado el 10 de junio de 1999 por la Unión Europea, los países del sureste
de Europa, los Estados Unidos, Japón, Turquía, las organizaciones regionales y las
instituciones financieras internacionales.