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Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca
Datos sobre Dinamarca
ENERO 2004
BALLET, DANZA
Y TEATRO
El ballet, la danza y el teatro daneses han
conquistado un espacio propio en el panorama internacional; sobre todo el Ballet
Real se ha hecho célebre más allá de las
fronteras de Dinamarca gracias a sus giras
por todo el mundo.
Otras compañías que han cosechado
éxitos en el extranjero son el Ballet de
Peter Schaufus, el grupo de «performance»
Hotel Pro Forma y el grupo de teatro
experimental Odin Teater de Holstebro.
Sin embargo, las barreras lingüísticas a
menudo han impedido que el teatro danés
destaque fuera de su país.
El ballet danés
El Ballet Real debe la posición que hoy
ocupa en el panorama internacional a la
figura de August Bournonville (18051879), cuyos ballets, representados en las
diversas giras mundiales del Ballet Real,
forman parte además del repertorio de
muchas compañías extranjeras. Pero también el siglo XX ha proporcionado al
ballet danés grandes bailarines y coreógrafos llamados a destacar fuera de
Dinamarca.
El ballet danés antes de
August Bournonville
El ballet de la corte –creado a imagen del
francés– estuvo de moda en la Dinamarca
de mediados del siglo XVII, pero la danza
teatral propiamente dicha no aparecería
sino un siglo más tarde, con la creación de
un teatro nacional.
Cuando el Teatro Real abrió sus puertas en la plaza de Kongens Nytorv de Copenhague en 1748, poco a poco empezó a
tomar forma un «corps de ballet» que en
sus comienzos contó con directores artísticos italianos o franceses.
La escuela de ballet del Teatro Real se
fundó en 1771, y en 1775 llegó a Copenhague el director y coreógrafo italiano
Mads Blangstrup y Silja Schandorff en Sílfide de August Bournonville, Ballet Real 1999.
Foto: Martin Mydtskov Rønne.
Vincenzo Galeotti (1733-1816). Él fue el
verdadero fundador del Teatro Real. Uno
de los muchos ballets de Galeotti, Los
caprichos de Cupido y del maestro de
baile (1786), continúa formando parte del
repertorio del Teatro. Se trata del ballet
más antiguo del mundo representado
ininterrumpidamente desde el momento
de su creación.
El período de August Bournonville
A pesar de su nombre de resonancias francesas, August Bournonville era danés y
reflejó en sus obras el pensamiento de la
época, como también lo hiciera su buen
amigo el escritor Hans Christian Andersen
(1805-1875).
Bournonville fue director artístico del
Teatro Real de 1830 a 1877, aunque con
algunos períodos de interrupción. Familiarizado desde sus años de formación en
París con las exigencias y la alta calidad de
la danza internacional, logró encumbrar al
ballet danés hasta la cima, tanto a nivel
internacional, con su maestría, como
nacional, con el estilo y el repertorio que
hoy en día lo caracterizan. Bournonville
fue responsable de las coreografías de cerca
de cincuenta ballets, de los que apenas
diez se han conservado hasta nuestros
días. Entre sus principales obras cabe destacar Sílfide (1836), Napoli (1842), La
kermesse de Brujas (1851) y Una leyenda
popular (1854).
La palabra clave en la obra de Bour-
nonville es armonía, tanto en lo que se
refiere a su concepción de la vida como a
su estilo. Al igual que otros artistas daneses de la Edad de Oro, Bournonville
defendió una filosofía caracterizada por su
fe en un mundo pleno de sentido.
Tras la desaparición de August Bournonville el ballet danés atravesó un período de estancamiento. Sus sucesores cuidaron de la tradición, principalmente Hans
Beck (1861-1952), que a lo largo de la
década de 1890 recopiló los pasos y variaciones de los ballets para las denominadas
escuelas Bournonville, que aún hoy se utilizan para introducir a los bailarines en el
estilo de Bournonville.
La renovación de Harald Lander
Con el siglo XX llegó la renovación del
ballet danés. Las actuaciones de Mikhail
Fokin (1880-1941), en 1925, y George
Balanchine (1904-1983), en 1930 y 1931,
supusieron toda una fuente de inspiración, pero fue Harald Lander (19051971) quien condujo al ballet a un nuevo
florecimiento cuya columna vertebral fue
el juego de contrastes entre el repertorio
moderno y la fidelidad a la tradición de
Bournonville. Lander, que fue director
artístico del ballet entre 1932 y 1951, llevó a este arte a una popularidad sin precedentes gracias a un repertorio construido
en torno a la figura de la primera bailarina
Margot Lander (1910- 1961). El punto
culminante de su carrera fue Etudes
del Romeo y Julieta de Prokofiev para el
Ballet Real.
Niels Bjørn Larsen, el mimo danés más
grande del siglo XX, dirigió el Ballet en la
década de los cincuenta y la primera
mitad de los años sesenta, aunque durante
algunas temporadas (1956-1959) fue sustituido por Frank Schaufuss (1921-1997).
(1948), que más adelante constituiría la
base de todo su éxito internacional.
Durante el período Lander, también
fueron fundamentales los ballets de Nini
Theilade (1915- ), Niels Bjørn Larsen
(1913-2003 ) y Børge Ralov (1908-1981).
Este último, en colaboración con el escritor Kjeld Abell (1901-1961) y el compositor Bernhard Christensen (1906- ), fue
autor de La viuda en el espejo (1934), el
primer ballet moderno de Dinamarca.
Harald Lander formó a toda una generación de jóvenes bailarines, muchos de
los cuales alcanzaron el reconocimiento
internacional: Erik Bruhn (1928-1986),
Toni Lander Marks (1931-1985), Kirsten
Simone (1934- ), Henning Kronstam
(1934-1995) y Flemming Flindt (1936- ).
La labor de la anglo-rusa Vera Volkova
(1904- 1975) como pedagoga jefe del
Ballet Real desde 1951 hasta su muerte
también fue esencial.
El camino hacia la internacionalidad
En la década de los cincuenta, el Ballet
Real prosiguió su camino hacia la internacionalidad. Todos los años se celebraron
festivales de verano y el Ballet realizó giras
por el extranjero y debutó en Estados
Unidos en 1956. Toda una serie de los
mejores coreógrafos de la época acudió a
Copenhague para trabajar con el Ballet:
George Balanchine, Birgit Cullberg
(1908-1999), Roland Petit (1924- ) y
Frederick Ashton (1904-1988), que en
1955 realizó la primera versión occidental
2
La nueva época
En 1966 Flemming Flindt se hizo cargo
de la dirección del Ballet e introdujo la
danza moderna (modern dance) en el repertorio. Debutó como coreógrafo con La
lección (1963), basada en una obra teatral
de Eugène Ionesco (1912-1994), autor
con el que también colaboró en el mayor
éxito del momento, El triunfo de la muerte
(1972).
Los bailarines daneses salieron a escena
con los pies descalzos en el ballet de Paul
Taylor (1930- ) Aureola (1968), y toda
una serie de coreógrafos de danza moderna se abrieron paso hacia el repertorio. No
obstante, la escuela continuó formando
excelentes bailarines clásicos que, sobre
todo entre los hombres, destacan por su
alta calidad, con nombres como Niels
Kehlet (1938- ), Peter Martins (1946- ),
Peter Schaufuss (1949- ), Arne Villumsen
(1952- ), Ib Andersen (1954- ), Nikolaj
Hübbe (1967- ) y Alexander Kølpin
(1965- ).
Estos bailarines, en calidad de invitados o como miembros permanentes de
compañías extranjeras, dieron a conocer la
escuela y el ballet daneses; además, son
muchos los expertos en Bournonville que
han trabajado como profesores y formadores por todo el mundo: Hans Brenaa
(1910-1988), Kirsten Ralov (1922-1999),
Fredbjørn Bjørnsson (1926-1993), Flemming Ryberg (1940- ), Dinna Bjørn
(1947- ), Eva Kloborg (1948- ), Anne
Marie Vessel Schlüter (1949- ) y Frank
Andersen (1953- ).
Tradición y renovación
Desde 1978 hasta 1985, el Ballet estuvo a
cargo de Henning Kronstam y consolidó
su fama internacional a través de varias
giras y del Festival Bournonville de 1979,
con el que se conmemoró el centenario de
la muerte de August Bournonville. Fue un
acontecimiento que demostró que, gracias
al legado romántico, Dinamarca ha conquistado una posición de honor en el panorama mundial.
Frank Andersen, director artístico del
Ballet entre 1985 y 1994, continuó la tradición iniciada por Bournonville. En
1991 logró que la reina Margrethe II realizara la escenografía de Una leyenda popular y en 1992 organizó otro Festival
Bournonville.
John Cranko (1927-1973) y John
Neumeier (1942- ) fueron dos de los principales coreógrafos internacionales que
aprovecharon el talento de los bailarines
daneses para el drama psicológico. En la
Dinamarca contemporánea no abundan
los coreógrafos, pero Anna Lærkesen
(1942- ) ha creado obras que desarrollan
Bailarines daneses en companías
de danza extranjeras
Tomando como punto de partida el Ballet
Real de Dinamarca, varios bailarines daneses se han labrado una carrera internacional. Entre ellos se encuentran:
Harald Lander: Coreógrafo internacional
desde 1951 a 1971, Maître de ballet
de la Ópera de Paris entre 1952 y 1963
Erik Bruhn: Solista internacional desde
1951, director artístico de la Ópera de
Estocolmo en 1967 y 1971 y del Ballet
Nacional de Canadá en 1983 y 1986
Flemming Flindt: Primer bailarín del London
Festival Ballet entre 1955 y 1960 y de la
Ópera de París entre 1960 y 1966, director
artístico del Ballet de Dallas entre 1981 y
1989
Peter Martins: Primer bailarín del New York
City Ballet entre 1970 y 1983 y más tarde
director artístico del mismo
Peter Schaufuss: Primer bailarín del London
Festival Ballet, del New York City Ballet y
del Ballet Nacional de Canadá entre 1970 y
1979, director artístico del Ballet Nacional
de Inglaterra entre 1984 y 1990 y de la
Ópera Alemana de Berlín entre 1990 y 1994
Nikolaj Hübbe: Primer bailarín del New York
City Ballet desde 1992
Dinna Bjørn: Directora artística del Ballet
Nacional de Noruega desde 1990 hasta
2002 y del Ballet Nacional de Finlandia
desde 2001
Jens Jørgen Spottag y Kaya Brüel en
el montaje de Woyzeck (1878), de Georg
Büchner, realizado por Robert Wilson
y con música de Tom Waits, Betty Nansen
Teatret de Copenhague 2000.
Foto: The Ocular One.
el estilo neoclásico con un talante muy
personal, y el británico Tim Rushton
(1963- ), el talento más reciente descubierto en el país, trabaja con bailarines
clásicos y modernos en obras que van de
la seriedad y la sensibilidad más absolutas
hasta lo cómico.
El Ballet Real en la década
de los noventa
Los años noventa fueron una década turbulenta para la dirección del Ballet Real.
Peter Schaufuss la ocupó en 1994 y 1995;
Johnny Eliasen (1949- ), de 1995 a 1997;
Maina Gielgud (1945- ), de 1997 a 1999;
Aage Thordal-Christensen (1965- ), de
1999 a 2001; por último, Frank Andersen
que volvió en 2002. El Ballet Real de
comienzos del siglo XXI es una compañía
clásica moderna con un repertorio que,
además de Bournonville, va desde Balanchine a los grandes ballets de Tchaikovski.
La compañía atraviesa una fase de transición en la que trata de hallar un equilibrio entre lo nacional y lo internacional. A
lo largo de los últimos treinta años ha
habido muchos artistas extranjeros en las
filas del Ballet, que en la actualidad cuenta
con cerca de noventa bailarines, de los que
una tercera parte no se ha formado en la
propia escuela del Teatro. Entre los principales bailarines daneses con talento para el
estilo Bournonville y salidos de su escuela
cabe mencionar a Johan Kobborg (1972-),
Thomas Lund (1974- ) y Gudrun Bojesen
(1976- ).
La estadounidense Caroline Cavallo
(1969- ) ha demostrado, como antes lo
hiciera la finlandesa Sorella Englund
(1945- ), que también los bailarines extranjeros pueden ser maestros en el arte de
Bournonville.
La danza fuera del Ballet Real
El mundo de la danza fuera del Teatro
Real fue durante muchos años bastante
limitado. Desde 1844, el Teatro de Pantomima del parque de atracciones Tivoli
ha cultivado un género de pantomima que
procede de la «commedia dell’arte» italiana y se funde con la tradición danesa del
ballet.
La danza moderna tardó en llegar a
Dinamarca. A finales de los años sesenta,
pequeños grupos comenzaron a trabajar
inspirándose en artistas americanos contemporáneos como Martha Graham
(1894-1991) y Merce Cunningham
(1919- ). Entre ellos destacan el grupo
femenino Living Movement, fundado en
1971, y el de un antiguo primer bailarín
del Teatro Real, Eske Holm (1940- ), fundado en 1974. Sin embargo, ninguna de
las iniciativas de los setenta tuvo una larga
trayectoria, al contrario que el Nuevo Teatro Danés de la Danza, surgido a raíz de
los experimentos que la noruega Randi
Patterson (1948- ) realizó hacia 1980.
Con ella, el americano Warren Spears
(1954- ) y la danesa Anette Abildgaard
(1951- ) como coreógrafos, Dinamarca
obtuvo una compañía moderna de primera categoría que en la actualidad dirige el
coreógrafo Tim Rushton.
Los grandes espectáculos estivales como
Festival of Fools y Dancin’ City, que llevaron a Copenhague las últimas tendencias
del mundo de la danza internacional, también fueron fundamentales para fomentar
el interés por la danza.
La danza de hoy
A comienzos del siglo XXI, la situación se
caracteriza por la existencia de grupos
pequeños, a menudo aglutinados en torno
a la figura de un coreógrafo como, por
ejemplo, Palle Granhøj (1959- ) en Århus
y Kenneth Kreutzmann (1964- ) en
Copenhague. En 1997, Peter Schaufuss
creó una compañía propia con sede en
Holstebro que apuesta por unos espectáculos llenos de energía interpretados por
bailarines extranjeros. Una serie de iniciativas ha creado un entorno y unas posibilidades para la danza fuera del Ballet Real.
En 1985 se fundó el centro de entrenamiento La Casa de la Danza; en 1992
Dinamarca consiguió unos estudios de
danza moderna a través de la Escuela de
Danza Moderna y, por último, en 1993 se
inauguró la escena de la danza Dansescenen de Copenhague, destinada también a
la danza moderna.
Desde 1977 el grupo Billedstofteatret,
que más tarde cambiaría su nombre por el
de Hotel Pro Forma, se ha movido en la
frontera que separa la danza y el teatro. Su
directora, Kirsten Dehlholm (1945- ), realiza espectáculos de una extraña, surrealista y vívida fantasía visual con los que Hotel Pro Forma ha realizado giras de gran
éxito por el extranjero. Por último cabe
destacar la labor del grupo Cantabile 2,
otro representante de una forma teatral
que va más allá de los géneros.
El teatro en Dinamarca
El alcance del teatro danés es, lógicamente, nacional, aunque su repertorio siempre
ha combinado autores daneses y extranjeros (representados en danés), aunque se da
la circunstancia de que actos relacionados
con la esfera teatral de Dinamarca tienen
repercusión internacional. En otoño del
año 2000 el artista y director teatral americano Robert Wilson (1941- ) llevó a los
escenarios del Betty Nansen Teatret de
Copenhague una magnífica experiencia
estética, Woyzeck, de Georg Büchner
(1813-1837), y desde 1966 el grupo experimental Odin Teatret de Eugenio Barba
(1936- ), con sede en Holstebro, ha actuado en numerosos puntos del planeta, lo
que le ha valido un gran reconocimiento
internacional.
El teatro en el siglo XVIII
Desde la Edad Media y el Renacimiento
Dinamarca ya contaba con escuelas teatrales y recibía visitas de compañías itinerantes.
En 1722 Copenhague disponía de una
sala de teatro permanente que ofrecía
representaciones en danés en Lille Grønnegade. Se representaba a Molière traducido del francés, y Ludvig Holberg (16841754) escribió una serie de originales
comedias danesas con el propósito de escarmentar al pueblo y elevar su nivel
moral. El politicastro (1722), que aún se
representa hoy en día, fue la primera de
estas excepcionales comedias que también
se inspiraban en la «commedia dell’arte»
italiana.
El Teatro Real, que continúa teniendo
su sede en la plaza de Kongens Nytorv de
Copenhague, en la actualidad en un edificio de 1874, dio cabida desde el inicio a
3
Ballet, danza y teatro
Datos sobre Dinamarca. Publicado por el Ministerio de Asuntos
Exteriores de Dinamarca.
Dirección: Asiatisk Plads 2, DK-1448 Copenhague K, -Dinamarca.
Teléfono: (+45) 3392 0000. Fax: (+45) 3254 0533.
Correo electrónico: [email protected]. Internet: www.um.dk.
Edición: Flemming Axmark.
los tres géneros, el teatro, la ópera y el
ballet –acompa- ñados por la Capilla
Real–, una tríada que se mantiene aunque
en las últimas décadas se ha discutido acaloradamente su pervivencia.
El teatro en el siglo XIX
El drama de la segunda mitad del siglo
XVIII estuvo dominado por una nueva
sensibilidad moral y, a comienzos del siglo
XIX, el Romanticismo nacional hizo su
entrada con Hakon Jarl, de Adam Oehlenschläger (1779- 1850), representada en
1808. El culto romántico a la pasión se
enfrentaba al repertorio Biedermeier cultivado, entre otros, por Johan Ludvig Heiberg (1791-1860), con representaciones
satírico-musicales de la clase burguesa del
centro de Copenhague. En este período
dorado escribir para el Teatro Real, que
desempeñaba un papel determinante en la
vida cultural del momento, suponía un
enorme prestigio.
Con la caída del absolutismo, en 1849,
el Teatro Real pasó a ser propiedad del
Estado. Desde una perspectiva puramente
artística, un nuevo realismo hizo su aparición con nuevos temas de carácter político
y social. Una serie de obras del noruego
Henrik Ibsen (1828-1906) se representaron por vez primera en el Teatro Real,
como por ejemplo Casa de muñecas en
1879, y en 1886 se fundó una escuela
para formar jóvenes actores con un minucioso estilo realista-psicológico que se
mantuvo vigente hasta bien entrado el
siglo XX.
Aunque el Teatro Real tuvo un papel
predominante, hacia 1850 nacieron otros
teatros de corte más popular; el primero
de ellos fue el Casino, en 1848.
El teatro en el siglo XX
Con el siglo XX el teatro profesional llegó
a las ciudades de Århus, Odense y Aalborg. También en Copenhague apareció
toda una serie de salas, como por ejemplo,
el Betty Nansen Teatret 1869, que se convirtieron en serias competidoras del Teatro
Real desde el punto de vista artístico y
continúan siéndolo en nuestros días. En la
década de los treinta se produjo, al igual
que en otros países, una reacción contra el
4
Traducción: Blanca Ortiz.
Diseño: Ole Jensen - ojdesign.
Se autoriza la reproducción del texto con o sin
indicación de la fuente.
Publicado: Enero 2004.
ISBN 87-7964-909-2
teatro naturalista con obras como La melodía que desapareció, de Kjeld Abell
(1901-1961), una pieza emparentada con
la revista que se estrenó en 1935. Otros
dramaturgos dignos de mención fueron
Kaj Munk (1898-1944) y Carl Erik Soya
(1896-1983).
Tras la Segunda Guerra Mundial, el
repertorio del teatro danés se hizo más
internacional. La década de los cincuenta
se caracterizó por la influencia del teatro
del absurdo, procedente de Francia, y del
realismo social de Inglaterra, mientras que
Bertolt Brecht (1898-1956) no encontró
aceptación hasta los años sesenta. Algunas
salas pequeñas, con el Fiolteatret de 1962
a la cabeza, propiciaron un nuevo acercamiento entre actores y espectadores al que
también contribuyeron en gran medida el
teatro radiofónico y el televisivo. Los
montajes para televisión que Leif Panduro
(1923-1977) realizó en los años setenta
sobre la vida y traumas de la burguesía
demostraron que las fórmulas naturalistas
continuaban gozando del favor del público.
Las instituciones del
teatro danés
En 1968 cerró sus puertas la escuela del
Teatro Real y se creó la Escuela de Teatro
Nacional, que además de actores forma
también directores, escenógrafos y técnicos. Además de la Escuela de Teatro Nacional, con sede en Copenhague, Dinamarca cuenta con otros dos centros de
formación de actores reconocidos por el
Estado, la Escuela de Interpretación del
Teatro de Aarhus, abierta en 1949, y la
Escuela de Interpretación del Teatro de
Odense, abierta en 1941.
A lo largo de la década de los ochenta
tuvo lugar una descentralización de la vida
teatral danesa y el Teatro Real perdió su
posición privilegiada, de manera que otras
salas comenzaron a hacer notar su influencia. Además de las subvenciones públicas
que se conceden al Teatro Real y a los teatros regionales de Århus, Aalborg y Odense, el Consejo del Teatro, dependiente del
Ministerio de Cultura, también contribuye económicamente al sostenimiento de
otras salas.
El teatro a comienzos
del siglo XXI
En los años noventa el teatro danés, en
vista de que el teatro como mensaje había
entrado en crisis, advirtió la necesidad de
una renovación. En los años posteriores se
ha tratado de encontrar salida a esta crisis
de dos modos.
Por una parte, el teatro –inspirándose
en el ejemplo extranjero– ha ampliado su
campo de actuación como organizador, y,
hoy por hoy, apuesta por espectáculos con
un éxito de público asegurado, especialmente musicales importados como Les
Misérables y The Phantom of the Opera.
Por otra, la apuesta a favor de una serie
de jóvenes dramaturgos daneses ha dado
fruto. Estas nuevas figuras han logrado
volver a construir el teatro como un lugar
en el que discutimos y nos reconocemos a
nosotros mismos, con lo que han convertido el teatro danés en un teatro contundente y próximo a la realidad.
Ha aparecido un sorprendente grupo
de escritores y vitales directores de escena
–a veces reunidos en una sola persona– en
el que destacan nombres como los de
Astrid Saalbach (1955- ), Peter Asmussen
(1957- ), Peter Langdal (1957- ), Staffan
Valdemar Holm (1958- ), Nikolaj
Cederholm (1963- ), Morti Vizki (1963), Lars Kaalund (1964- ), Henrik Sartou
(1964- ) y Line Knutzon (1965- ).
Erik Aschengreen
Crítico de danza,
profesor de universidad, dr.phil.
Información adicional
Red Cultural de Dinamarca
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