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El Teatro Real estrena la mágica producción de “Orfeo y Eurídice”, de Gluck,
con coreografía de Pina Bausch
FE EN EL AMOR INQUEBRANTABLE
El espectáculo, de ópera-danza, podrá verse en el escenario del Real los días 12, 13 y 14 de julio.
La coreografía de Pina Bausch, fallecida hace seis años, estará interpretada en Madrid por el Ballet
de la Ópera de París.
La interpretación musical contará con las voces de Maria Riccarda Wesseling, Yun Jung Choi y Jaël
Azzaretti, junto al Coro y Ensemble Balthasar-Neumann y bajo la dirección de Thomas Hengelbrock.
Bailarines y cantantes comparten escenario y personajes, en un desdoblamiento de papeles que
refuerza el drama escénico y sublima la música.
Madrid, 11 de julio de 2014.- El Teatro Real se acerca al final de su temporada con la puesta en escena de uno de los
títulos más esperados de la programación, Orfeo y Eurídice, de Christoph W. Gluck, espectáculo de ópera-danza, con
coreografía de la creadora alemana Pina Bausch, interpretado sobre nuestro escenario por el Ballet de la Ópera de
París, quien lo ha incorporado a su repertorio desde 2005, en sólo tres funciones que tendrán lugar los días 12, 13 y
14 de julio.
La hermosa producción, estrenada en 1975 por el Tanztheater Wuppertal con el Wuppertal Theater, desdobla los
personajes principales en intérpretes bailarines y cantantes. Para ello, los etoiles del ballet de la Ópera de París
estarán acompañados, en esta ocasión, por las voces de la mezzosporano Maria Riccarda Wesseling (Orfeo), quien
ya encarnó este papel en el reestreno de esta producción en París en 2008, y las de las sopranos Yun Jung
Choi (Eurídice) y Jaël Azzaretti (Amor).
Junto a ellos, el Coro y Ensemble Balthasar-Neumann, prestigiosas formaciones fundadas por Thomas Hengelbrock,
quien será responsable musical de estas representaciones.
Pina Bausch divide la obra en cuatro retablos titulados: Duelo, Violencia, Paz y Muerte, y elije, para el desarrollo y el
final de la historia, la primera versión de la ópera, en la que los amantes no se reencuentran gracias a la clemencia de
los dioses, si no que deja a Orfeo sumido en la desesperación cuando Eurídice desaparece definitivamente. A pesar
de todo, en este final trágico, tal y como nos señala Norbert Servos en el programa de mano, Pina dibuja un canto de
esperanza en el que “la clave de la felicidad reside en el presente”, no precisa de búsquedas en el más allá, ni en un
futuro lejano.
La fuerza dramática de la narración se acentúa con el desdoblamiento de los personajes planteado por Pina. Danza y
canto cuentan en paralelo la misma historia, los mismos sentimientos, ensamblados por la música que respira al
unísono con ellos. El amor de Orfeo tendrá la voz de Maria Riccarda Wesseling y los pasos de Stéphane
Bullion y Nicolas Paul, bailarines que se alternarán en la interpretación del papel principal; Marie-Agnès
Gillot y Alice Renavand abandonarán el mundo de los vivos con el lamento de la soprano Yun Jung Choi; el Amor nos
ofrecerá el canto de esperanza a través de Jaël Azzaretti y la danza de Muriel Zusperreguy y Charlotte Ranson.
Rolf Borzik, estrecho compañero de vida y trabajo de Pina, también desaparecido, fue una vez más responsable del
vestuario, la escenografía y la iluminación. Espacios blancos y negros, minimalistas hasta el misticismo, donde el
espacio se llena con el lenguaje musical y dancístico y subraya el concepto del momento, la “felicidad del presente”
defendida por la coreógrafa.
Sirve este título para poner punto final, por partida doble, a la temporada de ópera y danza del Teatro Real, que
todavía espera los conciertos del artista británico Antony, antes de bajar el telón para el periodo de descanso estival.