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Transcript
Protección contra incendios
Comenzar por un diseño adecuado
El presente artículo pretende solamente «encender la llama» para dar
luz sobre un tema fundamental en el momento de salvar vidas ante la
ocurrencia de incendios en edificios.
Osvaldo Otero Arquitecto*
S
in duda la actividad del arquitecto en
su rol de diseñador de espacios para el
uso cotidiano asume un protagonismo fundamental cuando es necesario tomar decisiones
respecto a la seguridad. Periódicamente se
nos presentan propagandas de conjuntos
residenciales, edificios, grupos de viviendas,
oficinas, etcétera, en los que se atiende especialmente el tema de la seguridad; pero
cuando observamos detenidamente este
aspecto de los proyectos advertimos que se
refiere únicamente a la seguridad contra robos
o violencia. Son muy pocos los que incluyen la
seguridad contra incendios como un motivo de
orgullo en el logro de sus objetivos; es más, en
muchos casos la seguridad contra la intrusión
termina conformando edificios que resultarían
muy difíciles de evacuar en caso de incendio.
Por supuesto que en muchos casos, con
la ayuda de ingenieros civiles, también logramos edificar estructuras que soportan cargas
previsibles, ya sea por el uso (sobrecargas)
o por la exposición de los edificios a fuertes
vientos (empujes). Para ello nos manejamos
con componentes estructurales de hormigón
armado, perfilería metálica, escuadrías de madera, entre otros, logrando en muchos casos
* Liquidador de averías, evaluador de riesgos.
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edificios notables en lo que tiene que ver con
sus valores estéticos o por su audacia estructural (grandes luces, espacios libres, etc.).
En este punto me detengo nuevamente,
ya que son muy pocos los edificios en los que
se considera la protección contra incendio en
las etapas preliminares del diseño, tomando
en cuenta el comportamiento de materiales
estructurales frente al fuego, vías de escape
seguras, emanaciones tóxicas de los materiales de construcción o de decoración, prevención de colapsos estructurales que permitan
el ingreso para rescates y salida a tiempo de
bomberos, etc.
Debemos tener en cuenta que el principal
factor de muertes en caso de incendio es la
intoxicación, seguido por el pánico y en tercer
lugar por quemaduras, esto en cuanto a las
personas que se encuentran en el interior
del local en el momento del siniestro (recordemos la tragedia de la discoteca Cromañón
en Buenos Aires). Respecto de los bomberos
o rescatistas, la principal causa de muerte se
debe a colapsos estructurales en pleno combate del siniestro.
Qué hacer frente a este panorama
En primer lugar es necesario generar conciencia de los daños que se provocan cuando un
incendio se desata, conocer cómo el fuego
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Etapa inicial de un incendio en una industria química. Las llamas, la densidad y color del humo
son un dato importante en el momento de evaluar la situación por parte de los bomberos.
afecta las estructuras de los edificios, sus componentes y todo cuanto en su interior existe, a
efectos de salvaguardar tanto las vidas de sus
ocupantes como de quienes asumen el riesgo
de ingresar para sofocar el incendio.
Pero hay otro factor trascendental a tener
en cuenta: la vulnerabilidad de los ocupantes.
Pensemos en un jardín de infantes, en el cti de
un hospital, en una residencia para ancianos,
en un centro de atención a discapacitados,
que deberían requerir diseños específicos
para la prevención en cuanto a evacuación y
a espacios confinados resistentes al fuego.
Debemos diferenciar asimismo a las personas
que habitan un lugar o lo frecuentan con asiduidad (y por lo tanto lo conocen), de quienes
ingresan en un edificio por primera vez (una
oficina para un trámite, un hospital, un hotel,
un centro comercial, un museo, una terminal
de pasajeros, etc.). Quien conoce bien un lugar
corre con ventaja cuando se desencadena un
siniestro, si es que ha prestado atención a las
vías de escape, a la ubicación de las medidas
contra incendio existentes, y si ha tenido algún
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tipo de formación en cómo actuar frente a este
tipo de eventos.
Así como es preciso tener en cuenta a sus
ocupantes, debemos considerar el riesgo del
edificio en función de su uso previsto, no es lo
mismo una central nuclear o una refinería, que
un acuario, y esto sin dejar de atender a los
posibles cambios de uso de las estructuras y
sus modificaciones (ampliaciones o reformas)
que pueden generar agravamientos del riesgo
si las diseñamos sin la precaución debida.
El otro aspecto, y no menor, es la forma
del edificio, su desarrollo horizontal y vertical,
así como el lugar donde está implantado y su
proximidad o no a ayudas externas en caso de
siniestro. También debemos tener en cuenta
la sectorización o confinamiento de áreas
donde podrían generarse incendios a efectos
de lograr el control de su propagación, o sea
la posibilidad de generar separación de riesgos. Esto se logra estableciendo distancias
suficientes, o con la utilización de materiales
y componentes constructivos que aseguren un
determinado tiempo de resistencia al fuego,
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Medidas contra incendios en el Teatro Solís.
atendiendo además a la correcta evacuación
de humos.
Aquí nos encontramos frente a una de
las situaciones más complejas para controlar incendios: la edificación en altura. Sin
dudas deberíamos diseñar estos edificios
como si fueran barcos (con el permiso de los
ingenieros navales), para lograr un edificio
autosuficiente que cuente con todos los
elementos necesarios y aptos para detectar y
controlar la situación generada al provocarse
un incendio, fundamentalmente si el edificio
es de una altura mayor a los cinco o siete
pisos (dependiendo de la antigüedad de la
edificación).
Se destaca además que normalmente en
los edificios en altura la situación de mayor
riesgo se genera en el subsuelo y la planta
baja, ya que allí se ubican las instalaciones
eléctricas, calderas, tomas de gas por cañería,
medidores y tableros eléctricos, y generalmente se utilizan como garajes. ¿Es éste un lugar
apropiado para escapar en caso de incendio, y
bajando por escaleras sin protección?
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Claro que sin combustibles (maderas,
plásticos, papeles, etc.) o sin comburentes
(en general oxígeno) o sin calor (sobrecargas
o cortocircuitos eléctricos, rozamientos entre
partes metálicas, equipos de soldadura, estufas, reacciones químicas, chispas, descargas
atmosféricas, etc.) no habría incendios; pero
la experiencia nos dice que es muy difícil
evitarlos. Por eso la primera medida a tomar
es la prevención, la segunda es el ataque y la
tercera el confinamiento.
La formación profesional me lleva a pensar
que la prevención puede y debe ser tenida en
cuenta en las etapas iniciales del proyecto o
diseño de edificios y estructuras, y que ésta al
estar incorporada desde un comienzo resulta
más eficaz y menos costosa que si se la considera en etapas avanzadas de la obra o luego
de su finalización.
A modo de ejemplo, la incorporación en
el proyecto de componentes de detección de
humos, de llamas o de temperatura ubicados
de manera estratégica —con una completa
instalación de redes que lleguen a un coman-
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do central—, permitirá iniciar a tiempo las
acciones necesarias, ya sea mediante redes
de rociadores antifuego o por planes previstos de acción a cargo de brigadas o personal
entrenado y con el equipo adecuado.
Lo mismo podemos decir de la protección pasiva (estructural) del edificio, que
en muchos casos se hace imposible o muy
costosa de incorporar cuando la obra ya está
avanzada. A modo de ejemplo, la aplicación
de materiales intumescentes, ignífugos, la
instalación de puertas cortafuego, escaleras
de incendio, controladores de humos, etc.,
debe ser prevista desde el inicio del proyecto
si se pretende mayor eficacia y eficiencia del
sistema de protección.
Sin duda en la etapa de uso del edificio se
incorporarán materiales combustibles en su
equipamiento o terminaciones, pero el peligro
puede minimizarse si se limita su uso en los
espacios o sectores de mayor riesgo para la
vida. Es el caso del equipamiento en el interior
de los aviones, donde no se permite el uso de
materiales combustibles.
Por último, en el diseño del edificio cuando
éste se aborda desde un comienzo teniendo
en cuenta la incorporación de la temática de
la seguridad contra incendios, es más sencillo
diseñar vías de escape adecuadas, tanto por
sus dimensiones y por su disposición como por
sus materiales, a efectos de permitir una rápida evacuación, sin riesgos para los ocupantes,
habilitando el ingreso de bomberos también
sin riesgos, con una adecuada señalización y
correctos detalles constructivos afines (pasamanos, cerrojos, etc.).
Existen múltiples y variadas normas y
códigos de edificación a nivel local, regional
e internacional que se pueden consultar en
el momento del diseño de edificios nuevos
o cuando se hacen reformas en los ya existentes, pero la extensión de este artículo no
permitiría abarcarlas en su conjunto. En lo que
respecta a nuestro país se puede consultar la
página de la Dirección Nacional de Bomberos
(www.bomberos.gub.uy/Normativa.html).
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Etapa inicial de un incendio en un edificio céntrico.
La forma del edificio, específicamente la saliente de hormigón
impidió que el fuego ascendiera a los pisos siguientes.
Han trascurrido 343 años desde que ocurriera el primer gran incendio de una ciudad
(Londres, 1666), que fuera el disparador de
grandes avances en áreas como el seguro contra incendios, la investigación, la prevención
y la incorporación de nuevas tecnologías en
esta materia. Pero lamentablemente no hemos
avanzado lo suficiente como para incorporar
la temática de la protección contra incendios
en los planes de estudio de arquitectos, ingenieros y diseñadores, y tampoco esta cuestión
forma parte aún de las exigencias que debería
plantear todo inversor (y sobre todo el Estado)
cuando se encaran obras en las que el riesgo
de incendio está presente.
Debemos asumir todos quienes actuamos
en este ámbito (arquitectos, ingenieros, diseñadores, urbanistas, evaluadores de riesgos,
aseguradoras, autoridades nacionales y municipales) la responsabilidad de bregar por
la seguridad de los ocupantes de nuestros
edificios y estructuras; y no porque sea una
imposición resultante de decretos y leyes, sino
por convencimiento propio.
Percibirnos como vulnerables ante la
eventual ocurrencia de un incendio nos ayudaría a todos a considerar las medidas de
protección como acciones preventivas más
que necesarias. n
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