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IVº Cuaderno de Paseos por Retiro
(Pacífico, Adelfas y Jerónimos)
Daniel GALÁN y Cristobal CORRETJÉ
Coordina: Antonio C. COLINO([email protected])
(Asociación de Vecinos Los Pinos Retiro-Sur)http://www.avlospinosrs.org/actividades/paseos-por-el-barrio/
Noviembre de 2015.
En la Asociación de Vecinos Los Pinos Retiro-Sur, llevamos varios años organizando paseos para
conocer mejor nuestros barrios y poder actuar en ellos como ciudadanos responsables y exigentes.
Hemos dedicado una atención prioritaria a los barrios de Pacífico y Adelfas y nuestro lema es:
CONOCER para ACTUAR.
Este es elIVº Cuaderno de
Paseospor los barrios del distrito de
Retiro,
elaborado
por
esta
Asociación, con las aportaciones de
muchos vecinos y amigos.
Queremos conocer mejor el barrio y
participar buscando soluciones a
algunos problemas que hay en
nuestro Distrito.
Queremos un barrio mejor, más limpio, más sano, más culto, más respetuoso y más alegre.
Porque tenemos
DERECHO a la ALEGRÍA.
En estos años hemos recorridos las calles y plazas, los jardines y solares, hemos visitado edificios
singulares como el Panteón de Hombres Ilustres, el Palacio de Fomento, la Estación de Atocha, la
Real Fábrica de Tapices, la Basílica de Atocha, el Grupo Escolar Catorce de Abril (hoy denominado
Colegio Público José Calvo Sotelo) y hemos conocido a muchos buenos vecinos y también hemos
recordado a otros que ya se fueron. Todo eso está recogido en los tres cuadernos anteriores.
Ahora hemos empezado una nueva etapa de Paseos por el Barrio, unida al intento de un numeroso
grupo de amigos de crear lo que provisionalmente denominamos Universidad Popular de Adelfas y
Pacífico.
Recogemos en este cuaderno tres Paseos que han sido
guiados por Cristobal Corretjé, Daniel Galán y Antonio C.
Colino titulados:
“Paseo Histórico Urbanístico por la Plaza de Atocha”,
“Los Borbones en Retiro (El Paseo del Prado de Carlos
III)” y “Paseo por el Siglo XIX en los barrios de Retiro”.
En cada uno de estos paseos participaron más de 25
personas, escuchando al guía de forma educada pero crítica,
compartiendo sus propios conocimientos y experiencias y
haciendo propuestas para mejorar y conservar lo que es de
todos y para todos.
CONOCER para ACTUAR
Asociación de Vecinos “Los Pinos Retiro-Sur”
1
Al finalizar cada uno de estos paseos recopilamos diversas propuestas de actuación que surgieron
durante cada trayecto, algunas de las cuales presentamos a continuación:
- Pedir a la Junta Municipal que nos informe cuándo concluye el plazo de concesión de la gasolinera
de la Plaza de Atocha.
- Crear un grupo de voluntarios culturales que puedan enseñar a todos los vecinos algunos edificios
singulares de Retiro como el Panteón de Hombres Ilustres, la Estación de Atocha, la basílica de
Atocha, la junta Municipal de Retiro y los Cuarteles Daoiz y Velarde y el Colegio José Calvo Sotelo
(antes Grupo escolar Catorce de Abril).
- Facilitar el acceso a personas con silla de ruedas al Panteón de Hombres Ilustres y a todos los
edificios singulares del distrito Retiro.
-Exigir que se instalen medidores de ruidos, contaminación y radiaciones en el distrito y que se
informe periódicamente a los vecinos de los niveles existentes.
- Pedir que pongan en algunas calles fuentes de agua potable y aseos públicos gratuitos.
- Colocar carteles informando de las características de algunos
edificios y de sucesos históricos:
. en la puerta del colegio Público Calvo Sotelo, indicando su
nombre original
“Grupo escolar Catorce de Abril”
. en la puerta de “La Moderna” (hoy denominada La Toná)
donde Pepe Hierro escribía y dibujaba.
. en el Parque Martin Luther King, con su nombre y con los de
algunos árboles.
. en la maqueta de la Puerta del Sol de las oficinas de metro de la
calle Cavanilles y facilitar el acceso a ella.
Índice:
Paseo por el Siglo XIX en los barrios de Retiro ……. pg. 3
Paseo “Los Borbones en Retiro” ………………….. pg. 9
El Paseo del Prado de Carlos III
(Daniel Galán) …………………………. pg. 10
Paseo histórico urbanístico por la Plaza de Atocha … pg. 16
Un paseo por Atocha (tramo I)
(Cristóbal Corretjé) ………………………pg. 17
2
Paseo por el Siglo XIX en los barrios de Retiro.
Desde la estatua de Claudio Moyano hasta los cuarteles Daoiz y Velarde,
pasando por el Panteón de Hombres Ilustres y la Nave de motores de Metro.
Coordina: Antonio C. Colino, Asociación de Vecinos Los Pinos ([email protected])
Queremos seguir paseando por nuestros barrios y continuar la
tarea de CONOCER para ACTUAR.
Comenzamos en la Plaza de Atocha, junto a la estatua de Claudio
Moyano y después pasaremos por la Basílica de Atocha, el
Panteón de Hombres Ilustres y la Real Fábrica de Tapices y
terminaremos en los Cuarteles de Daoiz y Velarde en la plaza de
la Junta Municipal de Retiro.
En nuestro camino encontraremos personajes con mucha historia como: Alfonso XII, Infanta Isabel,
Reina Cristina y Vara de Rey; ilustres políticos como: Cánovas, Sagasta, Ríos Rosas, Doctor
Esquerdo; significados militares como: Juan de Urbieta, Sánchez Barcaíztegui, Daoiz y Velarde;
distinguidos representantes de la música y el canto como: Anselmo Clavé o Julián Gayarre; de las
letras como: Antonio Nebrija, Pepe Hierro, Menéndez Pelayo, Narciso Serra y otros personajes
también destacados como: Andrés Torrejón, Gutemberg, León Gil de Palacios y más.
El recorrido empieza junto a la estatua de Claudio Moyano y sigue por la
calle Infanta Isabel, bordeando el Palacio de Fomento y el Museo de
Antropología. Continúa por la calle Anselmo Clavé, que dapaso a Reina
Cristina, al monumento al General Vara De Rey y a los Héroes de Caney.
Ya en la avenida Ciudad de Barcelona y después de observar los edificios de Renfe nos acercaremos
a la Basílica de Atocha, El Panteón de Hombres Ilustres y la Real Fábrica de Tapices. Por el camino
veremos a Pepe Hierro, Andrés Torrejón, Gutemberg, Juan de Urbieta y Sánchez
Barcaíztegui.Después visitaremos la Nave de Motores de Metro y pasaremos cerca del Grupo
Escolar 14 de Abril, para terminar nuestro paseo en los Cuarteles Daoiz y Velarde. Al final iremosa
las Bodegas Casas.
1897, inauguración, (Christian Franzen)
La Ilustración Española y Americana.
Empezamos en la plaza que domina la estatua de Claudio Moyano, que nació en Fuentelapeña o
Bóveda de Toro (Zamora) en 1809 y fue uno de los personajes que vivió y conformó el siglo XIX en
España. Su padre fue varias veces alcalde de Bóveda de Toro. Estudió latín y filosofía en la
Universidad de Salamanca y después en la de Valladolid. En 1843 fue Diputado a Cortes por
Valladolid y después volvió a la Universidad donde creó una nueva Biblioteca y un Gabinete de
Física e Historia Natural. En 1844 fue elegido Diputado por Zamora y en 1846 por Toro. Desde
entonces siempre estaría en el Parlamento.En 1853 fue Ministro de Fomento por primera vez con el
gobierno del general Lersundi. En 1856 volvió a serlo con Narvaez, impulsando obras públicas
como el ferrocarril y la ley de reforma de la Enseñanza. En 1864 fue nombrado ministro por
tercera vez con el gobierno de Arrozaola. En 1881 y 1883 fue elegido Senador y en 1886 fue
nombrado Senador vitalicio con Sagasta. Murió el 7 de marzo de 1890.
3
Seguimos nuestro paseo rodeando el Palacio de
Fomento, (siglo XIX), obra del arquitecto Ricardo
Velázquez Bosco, que siguió elproyecto de 1881 de
Mariano Belmás y Estrada en 1881.
Se construyó en el espacio que ocupaba el Huerto del Botánico, para la Escuela de Artes y Oficios, y
después de varios cambios se dedicó a Fomento.
El día 18 de abril del año 1900 la Reina Regente, María Cristina de Habsburgo Lorena, en nombre
de su hijo, el Rey Don Alfonso XIII, suprime el Ministerio de Fomento y crea los nuevos
Ministerios de “Instrucción Pública y Bellas Artes” y “Agricultura, Industria, Comercio y Obras
Públicas”. A lo largo del siglo XX ha cambiado varias veces de nombre. El Palacio es bien de
interés culturalen 1989.
Tiene una superficie de unos 17.799,.80 m2 y está rodeado por la Estación de Atocha, la Plaza del
Emperador Carlos V, en cuyo centro se conserva una réplica de la Fuente de la Alcachofa, el
Real Jardín Botánico, el Parque del Retiro, el Real Observatorio de Madrid y los museos nacionales
de Antropología, Centro de Arte Reina Sofía y del Prado.
En lo más alto del edificiopodemos ver la copia de La Gloria y los
Caballos Alados o Pegasos, conjunto escultórico que ha vivido una
historia azarosa, debido a sus grandes dimensiones. Creado por
Agustín Querol en 1905. En la actualidad la obra original se encuentra
dispersa en las glorietas de Cádiz y de
Legazpi.https://artedemadrid.wordpress.com/2009/03/19/la-gloria-y-los-caballos-alados/
Subiendo por la calle Alfonso XII, en el número 62, nos encontramos la
casa donde vivió sus últimos años Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y
donde tenía su laboratorio. Paseaba por el Retiro relajándose tras largas
jornadas de trabajo que llevaron a descubrimientos capitales sobre la
morfología de las células nerviosas del cerebro. Aquí murió el 17 de
octubre de 1934. Durante más de 30 años trabajó en lo que hoy es el
Museo de Etnología, en cuya planta principal estaba situado el Instituto de
Investigaciones Biológicas. En sus últimos años de vida se terminó de
construir el primer Instituto Cajal, en el cerrillo de San Blas y junto al
Observatorio Astronómico, casi enfrente de su casa/laboratorio.
El Museo Antropológico fue inaugurado el 29 de abril de 1.875
por Alfonso XII como "Museo Anatómico". El médico segoviano
Pedro González Velasco mandó construir el edificio al arquitecto
Marqués de Cubas. En aquel momento podía considerarse como
un típico "gabinete de curiosidades". A su muerte el Estado
compra el edificio y todas sus colecciones.
En 1.890 el Museo de Ciencias Naturales lo utiliza como una ampliación
del suyo, y en 1.895 traslada su Sección de Antropología, Etnología y
Prehistoria con parte de las colecciones traídas por diferentes
expediciones y viajes científicos del siglo XIX. En 1.910 se convierte en
el Museo Nacional de Antropología, Etnografía y Prehistoria.
En 1.940 se constituye el Museo Nacional de Etnología, con el mismo edificio, pero diferente
ordenación de sus colecciones. En 1.962 pasará a formar parte de la Dirección General de Bellas
Artes, declarándose entonces Monumento Histórico-Artístico el edificio y las colecciones. En 1993
se creó el Museo Nacional de Antropología, fusionando el Museo Nacional de Etnología y el Museo
4
del Pueblo Español. La separación definitiva se produjo en 2004 cuando el Museo Nacional de
Antropología inició la renovación de la exposición permanente, primero en la sala de África, y en
2005 en la de América y en la de Antropología Física. La última fase de la renovación acabó en
octubre de 2008, cuando se inauguró la nueva sala de Asia (Filipinas y Religiones Orientales),
situada en la planta baja del edificio.
El edificio principal del Real Observatorio de Madrid, diseñado
por Juan de Villanueva, comienza a construirse en 1790 en el
antiguo cerrillo de San Blasy a la vez se encarga al
astrónomo William Herschel la construcción de un telescopio
reflector de 60 cm de diámetro. Los primeros astrónomos del
Observatorio inician su aprendizaje en diversos países europeos.
Este empuje inicial termina con la guerra contra Francia, que
supone la dispersión del personal y la destrucción de equipos,
biblioteca y edificaciones provisionales.
En 1834 la reina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias nombra Director del Real Observatorio de
Madrid a Domingo Fontán, autor del primer mapa (de Galicia) realizado en España con métodos
científicos.Las actividades en el Observatorio se reanudan en 1845, y la construcción del edificio se
completa al año siguiente a las órdenes del arquitecto Narciso Pascual Colomer. En 1854, bajo la
dirección de Antonio Aguilar, se instala el círculo meridiano de Repsold y en 1858 el anteojo
ecuatorial Mertz, iniciándose una etapa de trabajos astronómicos, geodésicos y meteorológicos. En
sus comienzos, las actividades desarrolladas en el Observatorio cubrían todos los campos de la
astronomía y ciencias afines: desde la física solar y estelar a la mecánica celeste, el desarrollo de
instrumentación, conservación oficial de la Hora y las aplicaciones en geodesia.
Donde se juntan las calles de Infanta Isabel y Reina Cristina encontramos a
un músico catalán y republicano Anselmo Clavé:
http://elpais.com/diario/1999/03/11/catalunya/921118044_850215.html
José Anselmo Clavé y Camps nació en Barcelona en 1824, hijo de un
comerciante de madera. Aprendió el oficio de tornero, pero lo dejó para
dedicarse a la música y a la poesía.Desde joven tuvo una filiación política
de izquierdas y republicana. Colaboró en la creación de "La Fraternidad",
primer diario comunista en España.
Entre 1840 y 1843 participó en las revueltas urbanas de Barcelona y tras el bombardeo de Barcelona
por Espartero (diciembre de 1842) fue arrestado y encarcelado en la fortaleza militar de la
Ciudadela. Después dirigió el grupo "La Aurora", que se dedicaban a tocar por cafés y con ellos
creó en 1850 la coral "La Fraternidad", la primera en España. Con ella se propuso acercar la música
y la cultura a la clase trabajadora. También organizó “bailes fraternales” donde participaban
personas de todas las clases sociales.
Frente a nosotros se encuentra la Estación de Atocha que fue un hito fundamental para el primer
desarrollo industrial de la capital, facilitando el traslado de mercancías a otras ciudades.
En 1858 el Marqués de Salamanca inauguró la línea Madrid-Alicante, y se creó la Compañía MZA
(Madrid-Zaragoza-Alicante). Desde aquí la Reina Isabel II partió con su séquito a Aranjuez en
febrero de 1851, inaugurando el "tren de la fresa".
5
Muy próximo a la estación estaba el edificio administrativo de
la antigua estación, del arquitecto francés Bonoist V. Lenoir.
Se trasladó en 1883, a la actual avenida Ciudad de Barcelona, y
se le acompañó de tres edificios similares, unidos por
corredores elevados de estructura metálica.
http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/patrimonio/rutas/ArquitecturaCiudad/Paseos/Memoria-industria-sur/itinerario1.asp?pest=1#2
Primitiva estación de Atocha (1858, Fot: Laurent)
En la otra acera vemos el monumento a los Héroes de Caney a Vara de Rey
situado en la puerta del colegio de los dominicos.
http://ramonalvarezdelara.com/varios/djoaquinvaradelrey/index.html
Aprovechando el conflicto entre las tropas españolas y cubanas, el ejército de
Estados Unidos atacó al español para apoderarse de la isla de Cuba.
Aprovecharon la voladura del Maine, para intervenir. Múltiples indicios
apuntan a que la explosión surgió desde dentro.El ejército estadounidense
encontró una resistencia que no esperaba.En Julio de 1898, 6.899 soldados
estadounidenses bien pertrechados y con varios cañones atacaron el fuerte
español de El Caney, defendido por 550 hombres mal armados.
La Basílica de Atocha fue construida en 1951 por Diego Méndez, pero su
historia conocida comienza en el siglo XI cuando las crónicas ya hablan de la
iglesia de Atocha. En 1643 es declarada Patrona de Madrid, hasta que en 1908
el Papa Pío X le pasa el título a la Virgen de la Almudena.
Ha recibido muchas e importantes visitas:
Fray Bartolomé de las Casas, nacido en 1484 en Sevilla y fallecido en Madrid
en julio de 1566, fue fraile dominico, cronista, teólogo, obispo de Chiapas
(Virreinato de Nueva España), filósofo, jurista y apologista de los indígenas. Le
fue otorgado el título de "Protector de los indios" por el cardenal Cisneros.
Vivió en el convento de Atocha y allí permanece enterrado. El rey Felipe V, bautizó en la iglesia de
Nuestra Señora de Atocha a su primogénito el futuro Luis I en 1707.Carlos IV y su esposa María
Luisa de Parma en 1765, Fernando VII, en 1803, con su primera esposa María Antonia de Borbón;
en 1819, con María Josefa Amalia de Sajonia; y en 1829 con María Cristina de Borbón. Isabel II en
1846 al día siguiente de su matrimonio para la misa de velaciones y después instauró la costumbre
de ofrecer a los infantes a la Virgen de Atocha. Alfonso XII celebró sus dos bodas en 1878 y 1879
con María luisa de las mercedes y Cristina de Austria. Alfonso XIII, en 1926, presidió el traslado de
la Virgen a la basílica de Atocha. Juan Carlos, siendo príncipe de España presentó a sus hijos y Doña
Letizia ofreció su ramo de novia a la Virgen.
En 1863 el Papa Pío IX, a petición de la Reina Isabel II, la declara Basílica.
Proyecto original de
Fernando Arbós y Tremanti
El Panteón de Hombres Ilustres se empezó en 1891 (panteón y
campanile). En 1899 se dieron las obras por concluidas por su elevado
coste. El panteón es de planta cuadrada, con tres galerías con arcadas y
vidrieras y dos cúpulas semiesféricas en las esquinas. Sobre la puerta de
entrada hay un frontón. En el interior hay un pequeño jardín donde se ubica
el mausoleo conjunto. Todo el conjunto está rodeado por una verja de
hierro. En 1901 se colocaron los restos de Palafox, Castaños, Concha, Prim
y Ríos Rosas. Los restos de Palafox se trasladados en 1958 a la Basílica del
Pilar de Zaragoza y los de Castaños a Bailén en 1963.
6
José Canalejas.
Antonio Cánovas.
Eduardo Dato.
Manuel G. Concha.
Práxedes Sagasta.
Ríos Rosas.
Mausoleo Conjunto.
La Real Fábrica de Tapices fue fundada por Felipe V en 1721,
dirigida por Jacobo Vandergoten, maestro tapicero procedente
de Amberes. En un principio los tapices fueron elaborados a
partir de cartones flamencos pero poco a poco comenzaron a
utilizarse los elaborados por los pintores del rey. Entre 1775 y
1793 Goya pintó los cartones para tapices para los Reales Sitios
de San Lorenzo de El Escorial y de El Pardo, bajo la dirección de
Anton Raphael Mengs, pintor de cámara y director
artístico de la Real Fábrica de Tapices.
Continuando nuestro paseo encontramos curiosos detalles como el de la
puerta de Gutemberg nº 16, donde vemos una chapa que señala el año
1887, que nos provoca la curiosidad de averiguar qué ocurrió ese año:
El 11 de noviembre, en Chicago son ejecutados cuatro anarquistas que
luchaban por la jornada de ocho horas.
Ese mismo año Benito Pérez Galdós escribió Fortunata y Jacinta, Debussy compuso La primavera y
Giuseppe Verdi la ópera Otelo. Paul Gauguin pintó Paisaje de Martinica.
Max Planck publicó El principio de la conservación de la energía, George Westinghouse creó el
transformador, Emile Berliner patentó el gramófono y el físico alemán Heinrich Hertz descubrió
el efecto fotoeléctrico.
Por estas calles paseaba el poeta Pepe Hierro,
desde su domicilio en la calle Fuenterrabía
hasta su “despacho” en la taberna La Moderna,
hoy reconvertida el La Toná.
En sus mesas, rodeadas de obreros y humo de
tabaco, acompañado de su copa de anís,
descubriendo los mensajes que emanaban del
fondo de la taza de café, escribió algunos desus
poemas.
7
“Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
“Todo
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
es
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Nada”
Pepe Hierro
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo.
Muy cerca y en la misma Avenida Ciudad de Barcelona, se
encuentran Las Bodegas Casas, con sus antiguas tinajas y su
viejo frigorífico.
Mientras tomamos su famoso vermut de grifo, podemos
contemplar la verja que divide en dos partes desiguales el
mostrador y cuya utilidad nos resulta enigmática.
Desde aquí dirigimos nuestros pasos por la calle Granada donde
encontramos el Colegio Público Francisco de Quevedo, edificio
construido por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco como
estudio fotográfico y domicilio del fotógrafo Jean Laurent cuya
obra documental es muy importante para conocer el patrimonio
histórico y los avatares del siglo XIX en España.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/08/09/madrid/1439145141_883379.html
Después de visitar al mejor “cirujano” del Hospital del Juguete y conversar con él sobre las curas
que le está haciendo a sus mimados enfermos, nos dirigimos hacia la Nave de Motores de Metro
donde vemos la obra de Antonio Palacios que sigue albergando los tres motores que iluminaron los
andenes y vagones del metro.
La penúltima parada de nuestro paseo la
realizamos en la Expobarbería de Eladio
Domínguez
en
la
calle
Sánchez
Barcaíztegui, quien además de contarnos la
historia del peinado también nos regala
algunas canciones con su guitarra.
Y terminamos en los Cuarteles Daoiz y
Velarde, que 25 años después sigue siendo
reivindicado por :
La Plataforma los Cuarteles
para el Barrio.
Paseamos porque queremos:
CONOCER para ACTUAR
8
PASEO: “Los Borbones en Retiro”
Guiado por: Daniel GALÁN (Domingo 4 de octubre 2015)
(Duración aproximada del paseo: unos 100 minutos.)
Cuando en 1701, Felipe V, el primer Borbón de España, llega
a Madrid, se encuentra con una ciudad de calles estrechas,
cerrada sobre sí misma, repleta de iglesias y sobrios palacios.
A partir de entonces los reyes emprenden una serie de
reformas urbanísticas para adaptar la imagen de la ciudad al
gusto de las cortes europeas: fuentes, jardines, arcos
monumentales y el nuevo Palacio Real cambian la fisonomía
de la ciudad. El Madrid de los Borbones se abre paso entorno
al arroyo de la Fuente Castellana, donde hoy se encuentra el
Paseo del Prado.
En el siglo XVII la aristocracia había elegido esta zona de la ciudad para construir sus residencias
suburbanas. El Palacio del Buen Retiro, levantado en tiempos de Felipe IV, fue el primer paso para
convertir el este de Madrid en la fachada más elegante de la capital, pero hasta la llegada de la nueva
dinastía, en el siglo XVIII, el Prado no alcanzó la monumentalidad que lo caracteriza.
Felipe V, Luis I y Fernando VI disfrutaron del Palacio del Buen Retiro. Debido primero a la frialdad
del Alcázar y después a la duración de las obras del Palacio Real., tuvieron que vivir largas
temporadas en esta finca de recreo. Frente a la austera etiqueta de los Austrias, los primeros
Borbones fueron amantes del lujo. Grandes melómanos, convirtieron el Coliseo del Retiro en uno
de los Teatros de Ópera más importantes de Europa. Por la corte pasaron el compositor Scarlatti y el
castrato Farinelli, que llegaron a ocupar un enorme papel en la escena cultural madrileña. El
mecenazgo de Isabel de Farnesio, segunda mujer de Felipe V, y de Bárbara de Braganza, esposa de
Fernando VI, fue fundamental para convertir Madrid en un destacado foco de cultura. También en
las artes visuales (arquitectura, pintura y escultura) se impuso un nuevo estilo, más acorde con el que
se marcaba desde París o Roma. En 1752 Fernando VI funda la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando que promueve en España el clasicismo. Por aquí pasaron artistas internacionales como
Antonio Rafael Mengs, Juan Bautista Sachetti o Francesco Sabatini que marcaron las líneas
generales del gusto. Hoy pueden contemplarse en su pinacoteca, obras de pintores muy vinculados a
la casa de Borbón como Goya.
.
La construcción de puertas conmemorativas, como las de Toledo, San Vicente y Alcalá, y de fuentes
monumentales en los paseos demuestran la preocupación de los Borbones por el aspecto de la
ciudad. Especialmente Carlos III desarrolló un plan de mejoras urbanísticas que incluía el trazado de
un nuevo alcantarillado y la apertura de varios espacios para la divulgación de la cultura.
Aunque muy transformado, el Paseo del Prado aún conserva edificios y monumentos sobresalientes
del antiguo Salón, como entonces se llamaba a este amplio espacio de recreo de los madrileños.
9
El Paseodel Prado de Carlos III(Daniel GALÁN)
Me gusta empezar este recorrido junto a la estatua de Pío Baroja, en el cruce de la
cuesta de Moyano y la calle Alfonso XII, porque está en la base del Cerro de San Blas
que está coronado por el Observatorio Astronómico, realizado en la época de Carlos
III (Madrid, 1716-1788), porque estamos ante una de las puerta del Real Jardín del
Buen Retiro y porque en esta zona el rey soñó con crear un gran complejo científico
para servicio y disfrute de sus súbditos. No en vano, fue un rey que gobernó con las
ideas del despotismo ilustrado y siguió la máxima de “Todo para el pueblo pero sin el
pueblo”. Este gran complejo científico estaría formado por el Real Observatorio
Astronómico, el Hospital General, el Real Jardín Botánico y el Museo de Ciencias, el
Gabinete de Ciencias y la Academia de Ciencias, hoy Museo del Prado.
La idea era crear un espacio público de recreo, solaz, disfrute y formación para los súbditos, a los que se
consideraba como niños a los que había que educar y cuidar, pero sin pedirles la opinión ni preguntarles
por sus necesidades. El rey Carlos III es el cuarto rey de la dinastía de los Borbones. Los Borbones
habían empezado a reinar en España con el cambio de siglo, en 1700. Le habían precedido en las tareas
de reinar su padre Felipe V y sus hermanastros Luis I y Fernando VI.
Para comprender mejor la acción de gobierno de Carlos III en España, hay que tener en cuenta, al
menos, dos consideraciones muy importantes: la primera es que empezó a reinar con experiencia,
cuando tenía ya cuarenta y tres años: a los diecinueve años su madre, Isabel de Farnesio, le había
heredado el Ducado de Parma y con veintidós fue nombrado rey de Nápoles. Así que cuando llegó a
reinar en España, en 1759, llevaba más de veintitrés años mandando, gobernando y tomando decisiones.
Tenía, por tanto, mucha experiencia y su gobierno se había caracterizado por la realización de grandes
obras: destacan el Palacio de Caserta, cerca de Nápoles, el teatro de la ópera de San Carlos en Nápoles y
la reorganización y embellecimiento de la ciudad de Nápoles. A tal extremo se caracterizaba por esta
faceta que en Nápoles era conocido por el “Rey albañil”.
Por ello no nos puede extrañar que en Madrid se le
conozca como “El mejor alcalde de la Villa”. Y es que
en efecto, durante su reinado se realizaron importantes
obras, que hicieron de Madrid una ciudad más limpia,
más luminosa y más sana. De entre todas destaca el
Paseo del Prado, con su amplio espacio para el paseo,
su arbolado, sus fuentes ornamentales, el Jardín
Botánico y el Museo del Prado, que no fue construido
para esa misión. La segunda consideración a tener en
cuenta es que se rodeó siempre de asesores muy
preparados, a los que escuchaba.
De entre estos asesores jugó un papel fundamental en su acción de gobierno su mujer: María Amalia de
Sajonia (Dresde, 1724-Madrid, 1760). Se trata de una princesa alemana, nacida en Dresde, que había
sido educada en la cultura francesa y dominaba varios idiomas. Se habían casado en Nápoles cuando ella
tenía trece años y él veintidós y ya era rey de Nápoles. Era una mujer muy culta y sensible con mucho
poder de persuasión y que influía constantemente en las decisiones del rey.Aunque había sido un
matrimonio sin conocimiento previo, se entendieron muy bien, tuvieron trece hijos, de los que
sobrevivieron siete. A tal extremo se llevaban bien que dicen los biógrafos del rey que cuando ésta se
murió, en Madrid, a los dos años de llegar a la ciudad, dice que el Rey exclamó: “En veintitrés años de
matrimonio, éste es el primer disgusto serio de que da María Amalia”. Su muerte se debió a la
tuberculosis, el cambio de clima y que era aficionada a fumar puros para calmar sus nervios.
El Rey se quedó viudo con cuarenta y cinco años y no se le conocen amores posteriores. Su gran afición
era la caza, a la que dedicaba casi todas las tardes del año.
10
El motivo central de este recorrido es el Paseo del Prado, desde la fuente de la Alcachofa, en la glorieta
de Atocha, hasta la fuente de la Cibeles, finalizando en la otra gran obra del reinado de Carlos III, que es
la puerta de Alcalá. Pero en el recorrido nos vamos a encontrar con otros elementos arquitectónicos o
escultóricos, que aunque no tienen nada que ver con el periodo de la Ilustración, no pueden ser pasado
por alto.
Estamos delante de la estatua que Madrid dedica a Pío Baroja, un madrileño de adopción porque había
nacido en San Sebastián en 1876, pero murió en Madrid en 1956 y en varias de sus obras la ciudad de
Madrid es un personaje importantísimo como ocurre , entre otras en “La busca” o en “El árbol de la
ciencia”. La obra es del escultor Federico Cullaut-Valera Madrid, 1912 – La Granja de San Ildefonso,
1989) y está aquí porque don Pío era un gran amante de revolver libros en la cuesta de Moyano y de
internarse a pasear en El Retiro.
En la época de Carlos III, el jardín del Buen Retiro era un
recinto reservado tan solo a la familia real y estaba separado
de la ciudad por el barranco que formaba el Prado, el Prado
de Atocha y el Prado de los Jerónimos, por el que discurría
el arroyo de la fuente Castellana y que en realidad era un
vertedero y un colector de las aguas fecales que bajaban por
la calle de Alcalá, la carrera de San Jerónimo y la calle de
Atocha. No se convirtió en jardín público hasta 1868.
Precisamente la construcción del Paseo del Prado lo que
pretendía era unir las dos márgenes del barranco o arroyo:
la ciudad histórica y el Real Jardín del Buen Retiro. Creando, de paso, instituciones públicas y un gran
espacio de esparcimiento y recreo y al mismo tiempo saneando la ciudad.
A lo lejos divisamos el Observatorio Astronómico: obra neoclásica diseñada por Ventura Rodríguez
(Ciempozuelos, Madrid, 1717 – Madrid, 1785) el gran arquitecto de la época, junto con Francesco
Sabatini (Palermo, 1722 – Madrid, 1797) y Juan de Villanueva Madrid, 1739 – 1811). La creación de la
institución se la debemos al matemático y marino Jorge Juan (Monforte de Cid, Alicante, 1713 –
Madrid, 1773) que tratando de imitar lo que ya se hacía en Francia, pretendió crear una escuela de
marinos que supieran guiarse, en el mar, por las estrellas.
Si nos movemos un poco llegamos ante la gran verja de hierro fundido del Palacio de Fomento, actual
Ministerio de Agricultura. Esta verja es de estilo ecléctico, de finales del siglo XIX, como el Ministerio,
que mezcla en las columnas el hierro y la piedra y en los capiteles de las columnas de piedra el orden
jónico con el corintio.
Bajando la cuesta de Moyano, rodearemos el edificio hasta la fachada principal admirando la obra de
Ricardo Velázquez Bosco (Burgos, 1843 – Madrid, 1923). Los edificios de este arquitecto tienen gran
personalidad y una de sus características es que utiliza apliques de cerámica en las distintas fachadas. En
este caso las piezas de cerámica son de Daniel Zuloaga (Madrid, 1852 – Segovia, 1921).
El edificio del Palacio de Fomento conviene verlo por delante y por detrás para hacernos una idea de su
imponente fábrica, porque por los lados y por delante se ha añadido un piso y por detrás, no. Tenemos
que imaginarnos el edificio sin este añadido y así “veremos” los cuatro torreones, de estilo francés que
destacan en cada una de las esquinas.
El edificio no fue diseñado para ser Ministerio de Fomento, sino para ser Escuela de Artes y Oficios: nos
lo evidencia la chimenea del horno de cerámica.
La fachada principal es impresionante, con las dos cariátides, que representan la ciencia y la técnica,
una, y la otra, las artes, sosteniendo la gran balconada del segundo piso, presidida por las cuatro
columnas pareadas. Encima, el escudo de España y rematando todo, el grupo escultórico dedicado al
Progreso, no sólo científico y técnico, sino también al desarrollo artístico. El grupo escultórico actual es
obra de Juan de Ávalos (Mérida, 1911 – Madrid, 2006), realizado en bronce hueco. Sustituye al original,
en mármol, de Agustín Querol ( Tortosa, 1860 – Madrid, 1909)
En frente, no debemos pasar por alto la estación de Atocha.
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Y sin más previos, nos internamos en el Paseo del Prado, situándonos frente a la fuente de la Alcachofa.
El Paseo del Prado, ante todo, es la primera gran intervención urbanística que se hace en la ciudad. Y es
una obra de ingeniería. Se debe a la mente del ingeniero militar Hermosilla ( Llerena, Badajoz, 1715 –
Leganés, 1776). Lo que hizo fue soterrar el cauce del arroyo con ingente cantidad de piedra. Después se
puso tierra vegetal encima y, posteriormente, se plantaron los árboles y se colocaron las fuentes
ornamentales.
Fuente de Apolo y el Salón del Prado año 1865
Grabado de la Fuente de la Alcachofa y de la Puerta de Atocha
La primera fuente del paseo es la Fuente de la Alcachofa. Como todas las fuentes, el diseño se debe a
Ventura Rodríguez, pero fue esculpida por Alfonso Giraldo Bergaz (Murcia, 1744 –Madrid, 1812) y
José Rodríguez. La fuente actual es una réplica de la original que se encuentra en El Retiro, en el ángulo
suroeste del lago. Aquella en piedra blanca, ésta en bronce oscuro. La fuente tiene un solo surtidor y el
agua, al caer sobre la taza, plana, es distribuida en forma de lluvia. La idea era que el agua creara un
ambiente de frescor para los paseantes. En la base, aparecen un tritón y una nereida que sujetan el
escudo de Madrid.
Antes de seguir por el Paseo del Prado, nos paramos ante la estatua de Claudio Moyano (Fuentelapeña o
Bóveda de Toro, Zamora,1809 – Madrid, 1890). Se trata de una estatua muy realista, realizada por
Agustín Querol, del que fuera Ministro de Fomento. Es un monumento sufragado por el profesorado
español ya que a este personaje se debe la primera Ley de Instrucción Pública, promulgada en 1857, por
la que todos los ayuntamientos de España estaban obligados a crear una escuela de niños y otra de niñas,
en cada localidad.
Y llegamos a la esquina del Real Jardín Botánico, mandado traer hasta aquí, desde la Moncloa, por
Carlos III. Observamos la anchura de la acera y notaremos que es mucho más ancha que la que está
enfrente. Es porque en esta acera era donde los carruajes de la aristocracia dejaban a sus pasajeros y
dónde éstos paseaban. Observemos también los bancos de piedra adosados a la pared en la que se apoya
la verja de hierro forjado, de estilo neoclásico.
Unos metros más adelante podemos admirar la Real Puerta del Jardín Botánico, en puro estilo
neoclásico. Realizada en piedra blanca de Colmenar de Oreja y piedra de granito gris de Colmenar
Viejo. Imita un arco de triunfo romano, con sus columnas adosadas de orden dórico y tres vanos: el
central en arco de medio punto, más alto y más ancho que los laterales, adintelados. El arco está
rematado en un frontón triangular que delata la mano del arquitecto siciliano, Sabatini. La inscripción
que hay sobre el arco merece una reflexión: está escrita en latín y revela el espíritu y las intenciones con
las que se trajo aquí el Jardín Botánico. Dice así: “Carlos III, Padre de la Patria, restaurador de la
botánica, para salud y recreo de sus súbditos. Año 1781”. Ya hemos comentado la máxima del
despotismo ilustrado y el concepto de súbdito. En cuanto a la salud, hay que tener en cuenta que el
Jardín Botánico está estructurado en cuatro pisos de plantas: el piso más bajo estaba dedicado a las
plantas medicinales de las que se surtía la farmacia del Hospital General.
Siguiendo el paseo llegamos a la glorieta de las cuatro fuentes, también diseñadas por Ventura
Rodríguez. Se trata de cuatro fuentes, casi idénticas, copia del original que se encuentran en el Museo de
los Orígenes, con un solo surtidor y cuya taza distribuye el agua en forma de lluvia que cae sobre un
pilón circular.
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Aquí el paseo se ensancha y se puede ver la puerta de entrada del público al Jardín Botánico, realizada
por Juan de Villanueva. Se trata de un pórtico de doble columna, en granito gris.
A nuestra derecha dejaremos la estatua de Murillo (Sevilla, 1617 – 1682), obra
de Sabino de Medina (Madrid, 1812 – 1888) y enfrente veremos la actual puerta
de Murillo del Museo del Prado. En realidad, se trata de la Puerta sur del edificio
que Juan de Villanueva diseñó para reunir tres instituciones: El Museo, el
Gabinete y la Academia de Ciencias Naturales.
Este edificio está realizado con sólo dos materiales: ladrillo rojo y granito gris,
en puro estilo neoclásico. Juan de Villanueva dedicó cada una de las puertas de
cada institución que iba a albergar el edificio, a un orden distinto: el orden
corintio a la puerta sur, el orden dórico a la puerta principal y el orden jónico, a
la puerta norte.La planta del edificio es sencilla y racionalista: un cubo al norte,
otro al sur, en el centro una planta basilical y como unión dos galerías
rectangulares de orden jónico.
El edificio nunca cumplió las funciones para las que fue diseñado. Se finalizó en el reinado de Carlos IV
(Portici, 1748 – Nápoles, 1819) y durante la Guerra de la Independencia fue un cuartel de caballería. El
1819, el rey Fernando VII (San Lorenzo de El Escorial, 1784 – Madrid, 1833), decidió exhibir su
colección real de pintura, parece que inspirado por su mujer Isabel de Braganza (Queluz, 1797 –
Aranjuez, 1818). Se convirtió en Museo Nacional de Pintura en 1872.
El frontón rectangular de la fachada principal merece un comentario: se trata de un relieve que ensalza
la figura del rey Fernando VII: cuatro dioses del Olimpo: Minerva, Apolo, Mercurio y Neptuno, cada
uno con sus atributos, parecen inspirar las decisiones del rey que protege a las figuras que se encuentran
a la izquierda: la técnica, la ciencia y las artes. El autor del relieve, lo mismo que los medallones de las
galerías es Ramón Barba (Murcia, 1767 – 1831)
Convine recordar que el Museo del Prado no es sólo una gran pinacoteca, sino que también es un museo
de escultura y de artes decorativas. Tiene un grave problema: es pequeño y no tiene espacio para exhibir
todos sus fondos, que se encuentran diseminados por múltiples instituciones de todo el Estado o,
simplemente, en los almacenes. Es una de las razones para poner en valor la ampliación que del mismo
hizo el arquitecto Rafael Moneo (Tudela, 1937), en 2005: recuperó el claustro de los Jerónimos y creo
espacios imprescindibles en un museo moderno: salón de actos, salas de exposiciones temporales, salón
de actos, servicios, cafetería, librería,…
Diseño de la Fuente de Cibeles. Ventura Rodríguez (1780).
Neptuno a principios del Siglo XX
La fachada norte está presidida actualmente por la estatua de Goya (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 –
Burdeos, 1828) realizada por Benlliure(Valencia, 1862 – Madrid, 1947) y la puerta principal por la de
Velázquez (Sevilla, 1599 – Madrid, 1660), de Aniceto Marinas (Segovia, 1866 – Madrid, 1953).
La iglesia de los Jerónimos no tiene nada que ver con el Paseo del Prado, ni con Carlos III: los
Jerónimos tenían su convento en Puerta de Hierro, pero debido a que era un lugar insalubre solicitaron al
rey Juan II (Toro, Zamora, 1405 – Valladolid, 1459) un lugar mejor y les entregaron éste, aunque la
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construcción es posterior. La iglesia es gótica y la portada isabelina. En la mitad del siglo XIX Narciso
Pascual y Colomer (Valencia, 1808 – Madrid, 1870) añadió la crestería y las dos torres.Y volvemos al
Paseo del Prado: la plaza de Cánovas del Castillo está presidida por la fuente del dios Neptuno, dios del
mar, de los terremotos y los maremotos. El dios está de pie sobre un carro en forma de caracol, con
ruedas de aspa y tirado por dos hipocampos o caballos marinos. El diseño es también de Ventura
Rodríguez, aunque el escultor fue Juan Pascual de Mena (Villaseca de la Sagra, Toledo, 1707 _ Madrid,
1784).
A ambos lados de la plaza hay sendos hoteles de superlujo: el Ritz construido en 1910 y el Palace
construido en 1912. Y es que el Paseo del Prado sigue siendo el eje central de la ciudad de Madrid:
desde la fuente de la alcachofa hasta la torre Sacyr. En el siglo XVIII era el único jardín y parque
público de la ciudad: pasear era una de las grandes diversiones de los madrileños y éste era el lugar
donde se iba a ver y ser visto. Era donde se iba a exhibir la riqueza y era donde se iba a ligar y
relacionarse. Desde entonces, hasta ahora, el Paseo del Prado es la zona más noble de la ciudad: es
donde se han construido importantes palacios, la Bolsa, los bancos, las sedes de las grandes empresas
multinacionales, los grandes hoteles y hasta estadios de fútbol.
En el centro de la Plaza de la Lealtad está el monumento a los fusilados en este lugar, las tapias del Buen
Retiro, el tres de mayo de 1808.Es obra de Isidro González Velázquez(Madrid, 1765 – 1840). Iniciado
en 1820 y finalizado en 1840 debido a los avatares de la política nacional. Un obelisco, en cuya base
aparecen cuatro alegorías; el valor, la virtud, el patriotismo y la constancia. Por detrás está la Bolsa.
En frente está el palacio de Villahermosa o Museo Thyssen-Bornemisza. Es el único que queda en todo
el paseo. Es obra de Antonio López Aguado (Sangüesa, 1764 – 1831)
El primer tramo del Paseo del Prado recibía el nombre de Prado de Atocha, el segundo era el Prado de
los Jerónimos y el tercero era el Salón del Prado. Está presidido por la fuente de Apolo, dios de la
belleza y de la luz, hermano de Diana e hijo de Leto y de Zeus. El dios está de pie, desnudo, con su
cítara en la mano y un dragón a los pies. Como todas las fuentes del Paseo, el diseño se debe a Ventura
Rodríguez, pero el escultor es Manuel Álvarez (Salamanca, 1727 – Madrid, 1797)
Esta fuente se llama también “Las cuatro estaciones” porque aparecen cuatro esculturas que representan
cada una de las estaciones del año.
El agua brota de la cabeza de la medusa y cae sobre tres conchas de distinto tamaño.
En el frontal de la fuente una inscripción nos recuerda que fue erigida por Carlos III, augusto padre de la
patria, sufragada por el Senado y el pueblo de Madrid en 1777. Encima de la cartela aparece el escudo de
Madrid con su osa y su madroñero y las siete estrellas que recuerdan a la Osa Mayor.
A nuestra izquierda queda el edifico del Banco de España, construido sobre el solar del palacio de
Alcañices, e iniciado en 1884.
Y llegamos al final del Paseo del Prado a la fuente de la Cibeles.
La plaza está presidida por la diosa de la agricultura y la fertilidad. Sentada sobre
un trono y éste sobre un carro tirado por dos leones, Hipómenes y Atalanta. Según
el mito, Hipómenes estaba enamorado de Atalanta, pero ésta había prometido a su
padre no casarse con nadie a no ser que le ganara corriendo. Era la mujer más
veloz de su tiempo y los competidores, si no ganaban, eran condenados a muerte.
Hipómenes estaba decidido a ganarla. Fue a visitar a la diosa Venus, diosa del
amor y le pidió que le diera algún truco para ganar a Atlanta. Entonces la diosa le
dio tres manzanas de oro del Jardín de las Espérides y le dijo que las fuera tirando
según iban corriendo. Así lo hizo. Atlanta se agachó a recoger cada una de las
manzanas de oro e Hipómenes fue el ganador.
Al acabar la carrera, Atlanta se sintió profundamente enamorada de Hipómenes e
hicieron el amor en el templo de Zeus.
El dios les castigó a que eternamente tiraran del carro de Cibeles convertidos en león y leona.
La diosa está coronada con una corona de castillo como protectora de las ciudades. En la mano derecha
lleva un cetro y en la mano izquierda una llave, como guardadora de los secretos de la tierra y la
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fertilidad.
La fuente fue instalada en 1782 y es obra de Francisco Gutiérrez (la diosa y el carro) y de Roberto
Michel (los leones). Cuando se instaló estaba girada, mirando a Apolo. Lo mismo que Neptuno. Las tres
fuentes, así, formaban un conjunto ornamental unitario.
Instalamos frente al Ayuntamiento y mirando hacia la fuente tendremos una de las panorámicas más
bellas de Madrid. La plaza está rodeada de cuatro palacios:Banco de España, Buenavista, Linares y
Comunicaciones.
El Paseo del Prado se remató con la Puerta de Alcalá, obra de Francesco Sabatini y se finalizó en 1778,
diez años antes de la muerte del rey. Se trata de una puerta monumental que formaba parte de la cerca
que rodeaba toda la ciudad. No hay que olvidar que Madrid fue una ciudad cercada hasta 1868. La cerca
tenía función fiscal y sanitaria.
La puerta tiene tres arcos de medio punto y dos adintelados en
los laterales. Sus dos fachadas son completamente distintas:
una mira hacia el interior de la ciudad y la otra hacia el
exterior. La del interior tiene las columnas adosadas y sobre las
puertas en arco, en la clave, hay un león y sobre las puertas
adinteladas cornucopias simbolizando la abundancia. La otra
tiene los vanos separados por pilastras y sobre las puertas
adinteladas hay guirnaldas. La puerta se remata con cuatro
amorcillos representando las virtudes del rey: fortaleza,
justicia, prudencia y templanza. Y en el centro presidiéndolo
todo un ángel y un amorcillo sostienen el escudo real.
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Paseo Histórico Urbanístico por la Plaza de Atocha
Sábado 20 de junio de 2015 a las 11 horas (junto a la estatua de Claudio Moyano)
Guiado por: Cristobal Corretjé.
Continuamos nuestros paseos por el barrio y
seguimos intentando CONOCER para ACTUAR.
Hoy recorremos la Plaza de Atocha o Glorieta de
Carlo V, empezando junto a la estatua de Claudio
Moyano.
Queremos conocer un poco más de la historia de la
Estación de Atocha, del Palacio de Fomento, del
Hospital San Carlos, del actual Museo Reina Sofía.
Pero también queremos ser conscientes de los
aspectos urbanísticos que han ido conformando esta
Glorieta de Atocha, hacia 1905. Autor desconocido.
Plaza de Atocha.
Haremos un corto recorrido por las principales piezas arquitectónicas que se encuentran en él, ya que son
los “telones” que hacen reconocible el escenario del que vamos a hablar.
Quiero centrarme más en cómo se ha ido transformando el espacio urbano y el uso que se ha hecho de
ese mismo espacio, por qué surgió la necesidad o la oportunidad de que apareciera y –siempre en mi
opinión, que es probable que esté equivocada- el acierto o desacierto que han supuesto cada una de las
intervenciones que se han producido en el.
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UnPaseo por Atocha (Tramo 1)
Cristóbal Corretjé Aznar (20 de junio de 2015)
La idea que vamos a intentar poner en práctica hoy consiste en
que seamos capaces de irnos trasladando con la imaginación a
los distintos momentos históricos, en este mismo espacio, no
del todo acotado, pero que todos reconocemos de forma
intuitiva y que llamamos Atocha.
Haremos un corto recorrido por las principales piezas
arquitectónicas que se encuentran en él, ya que son los
“telones” que hacen reconocible el escenario del que vamos a
hablar.
Quiero centrarme más en cómo se ha ido transformando el
espacio urbano y el uso que se ha hecho de ese mismo espacio,
por qué surgió la necesidad o la oportunidad de que apareciera
y –siempre en mi opinión, que es probable que esté equivocadael acierto o desacierto que han supuesto cada una de las
intervenciones que se han producido en el.
Contexto territorial.
Primero un breve comentario sobre el contexto geográfico en el que nos encontramos. Nos será útil para
entender algunas de las cosas que han pasado aquí.
El suelo sobre el que se asienta Madrid es rico en arcillas con vetas de arena, por las que discurre el agua
buscando los puntos más bajos del terreno: arroyos y ríos. Estos arroyos y ríos han condicionado o han
sido referencia en el desarrollo de la ciudad de Madrid a lo largo de la historia.
Desde el principio, Madrid crece hacia el Sur y hacia el Este. El gran desnivel de la cornisa del
Manzanares hizo que la ciudad no saltara el río hacia el oeste hasta el siglo XX. Los arroyos del Arenal y
de San Pedro marcaron divisiones claras entre barrios de distintas etnias y el arroyo de la Fuente
Castellana primero y el del Abroñigal después, fueron elementos de referencia para las diferentes etapas
de crecimiento hacia el Este.
No cabe duda de que, además de los arroyos, otros elementos que condicionaron sobre manera el
crecimiento de Madrid durante muchos siglos fueron:
a) Las posesiones reales constituyeron un obstáculo que condicionó durante muchos años la dirección del
crecimiento de la ciudad: Casa de Campo se sumaba al obstáculo que suponía el desnivel de 70 metros
sobre el río por el Oeste, el Monte del Pardo limitaba y limita el crecimiento por el Norte y Buen Retiro,
hasta que se incorporó a la ciudad, retuvo el crecimiento por el Este.
b) Las murallas defensivas primero y las cercas fiscales después supusieron un corsé para Madrid, que
fue limitando su crecimiento hasta mediado el siglo XIX; en especial la cerca denominada de Felipe IV.
La idea de la nueva Cerca parte en 1614, de Gómez de Mora, marcando sus límites en 1617; su trazado
se adaptó a la configuración del terreno, lo que hizo que fuera irregular, se ejecutó por tramos o sectores
separados, que debían ser realizados por maestros arquitectos (se construye entre 1629 y 1649). En cada
uno de los tramos se colocó una puerta o un portillo que tenía menos importancia. Las puertas estaban
abiertas hasta las 22,00 horas en invierno y hasta las 23,00 en verano. Pasado este tiempo un retén
permitía el paso.
Para la construcción de la Cerca se empleó ladrillo, argamasa y tierra. Abarcaba una superficie de 778
Has., contando con las 150 que ocupaban el Parque y el Palacio del Buen Retiro y tenía una longitud de
13 km. En 1650 abarcaba la Montaña del Príncipe Pío, Buen Retiro y la Ermita de Atocha.
Se emplea un sistema constructivo de tres o cuatro pies de espesor con tres o más hiladas de cajones de
grandes mampuestos de pedernal entre verdugadas de ladrillo, trabadas a intervalos de 4 metros por
pilastras del mismo material. Este aparejo se denomina a “la toledana”, que procede de construcciones
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mudéjares. Es una tipología muy habitual en Madrid que se ejecuta durante los siglos XV, XVII y XVIII.
Esta cerca se mantuvo en pie casi dos siglos limitando el crecimiento de Madrid. Se derribó en 1868
durante la Revolución Gloriosa por ser considerada un símbolo isabelino. Como la población se fue
incrementando hasta los 100.000 habitantes de finales del siglo XVII, las numerosas huertas y jardines
interiores fueron desapareciendo para convertirse en edificaciones.
La composición del suelo y la topografía hacen que el agua subterránea circule de Norte a Sur, en
general, con la peculiaridad de que el agua procedente de la sierra y la de las fuentes discurren a poca
profundidad. El conocimiento que tenían los árabes, procedente de la cultura Mesopotámica, de cómo
captar y encauzar este agua para aprovecharla para el riego y el consumo humano (viajes) hace de
Madrid un enclave con buena dotación de agua, con muchas fuentes que manan en las plazas públicas y
en los patios de vecindad, que luego es repartida por legiones de aguadores. Hasta junio de 1858, que
llega a los depósitos del Camino de Tetuán (calle Bravo Murillo) la primera traída de agua del Lozoya
desde la presa del Portón de la Oliva por el Canal de Isabel II, Madrid se abastece de los viajes que se
han ido ampliando durante 10 siglos.
Ha hecho falta que Madrid alcance una población de
200.000 hab. para que el suministro de los viajes
resulte insuficiente. También es verdad que el
consumo medio de esa época era de 10 l/persona/día,
mientras que hoy consumimos 100 l/persona/día.
Este hecho es uno de los factores determinantes,
junto con la abundancia de caza, el clima seco y el
ser uno de los pocos realengos del centro de la
península en esa época, que hicieron que Felipe II se
decantara por Madrid para fijar la Corte en 1561,
hasta entonces itinerante.
Características del territorio de Atocha.
Nos encontramos en la línea de vertido al Arroyo
de la Fuente Castellana, que luego se prolonga
por el Barranco del Hospital hasta el arroyo del
Abroñigal, que desemboca en el río Manzanares.
Los sucesivos rellenos que se han ido
produciendo a lo largo de la historia dificultan
ahora la percepción de los cauces originales, por
lo que tendremos que imaginarlos.
Al Noroeste tenemos la fuerte pendiente de la
Calle Atocha, que nos eleva a la plataforma
donde se ha desarrollado la ciudad desde su
origen.
Al Oeste vemos otra fuerte pendiente que desciende hasta el río Manzanares.
Al Sur otra fuerte pendiente que desciende hasta el Arroyo del Abroñigal.
Y al Este otra fuerte pendiente que sube hasta el cerrillo de San Blas y la meseta del Retiro.
Por lo tanto, nos encontramos en una pequeña meseta a media ladera, con un Arroyo (el de la Fuente
Castellana) que la va recorriendo hasta que se precipita hacia el Abroñigal.
Por aquí pasó, desde la fundación de la ciudad, el camino que conducía al Este (Valencia), o camino de
Vallecas, que era el primer pueblo que se encontraba uno en el trayecto.
A juzgar por el topónimo, en esta zona debía de haber un espartal importante. El hito humano mas
antiguo que se conoce en la zona es el lugar de culto de la Basílica de Atocha.
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Parece ser que ese enclave ha sido desde siempre un lugar con vibraciones trascendentales captadas por
personas de las más variadas creencias. El primer enclave cristiano del que se tienen referencias fue una
capilla construida donde ahora está el Panteón de Hombres Ilustres, en el 720, en el lugar en que el
caballero Gracián Ramírez encontró una estatua de la virgen. Desde la conquista de Alfonso VI se tiene
constancia de que el “prado de la Tocha” ha sido siempre un lugar de culto.
No se conoce otra intervención en la zona hasta que en el siglo XVI se construye la ermitade San Blas,
que daría nombre al cerro, a la que se iba en romería antes del carnaval. Serádemolida ya en el siglo
XVIII para construir en su lugar el observatorio astronómico de Juande Villanueva, sobre la idea del
marino Jorge Juan y con el impulso de Carlos III.
Cuando la ciudad se fue aproximando a este lugar, empezaron a aparecer huertas que seregaban con el
Arroyo de la Fuente Castellana.
Durante los siglos XVII y XVIII todos los terrenos al norte del camino de Vallecas formabanparte de los
jardines del Palacio del Buen Retiro. El Barranco del Hospital nunca estuvoentre las posesiones reales.
Y no se produjeron más intervenciones hasta el siglo XIX. Por lo tanto, este es unlugar de extrarradio,
que se ha encontrado fuera de la ciudad hasta hace muy poco tiempo(mediados del siglo XIX).
¿Por qué he elegido Atocha para este paseo?
Si este espacio tiene una historia tan corta que contar,
os preguntareis ¿por qué lo haelegido?; pues como
siempre, por varias razones:
. Porque el emplazamiento de la que ha terminado
siendo la principal estación de ferrocarrilde Madrid
ha producido unos efectos en el espacio urbano que
la circunda, que suscitan eldebate.
. Porque las transformaciones que ha sufrido a lo
largo de este corto espacio de tiempo(siglo y medio)
son de las más complejas de todo Madrid.
. Porque cabe esperar que aún continúe cambiando por tratarse de un nudo de especialvitalidad.
. Porque el espacio urbano que ahora tenemos, atiende a tantos factores que abre muchosespacios para la
reflexión y la crítica.
1850. ¿Por qué esta fecha?
Como he dicho al principio, nos vamos a centrar en ejercitar la imaginación, por lo quetenemos que
conseguir autorrepresentarnos el aspecto que estos espacios han tenido a lolargo de este poco más de
siglo y medio.
El inicio del recorrido lo sitúo en 1850 porque:
1.- La ciudad, a pesar de las renovaciones borbónicas y los derribos bonapartianos, seguíasiendo
esencialmente la ciudad de los últimos Austrias, ciudad de conventos y parroquiasque aún conservaba su
cerca y sus puertas. En este momento Madrid ocupaba 778 Has, delas que 270 Has eran posesiones
reales y tenía 271.254 habitantes, todos ellos (por lomenos la inmensa mayoría) encerrados en la Cerca
que Felipe IV terminó 2 siglos atrás.
2.- Las principales ciudades españolas, en general y Madrid en particular, se disponen ainiciar, con
retraso con respecto al resto de Europa, lo que se ha llamado la RevoluciónIndustrial. La propia ciudad
se convierte en tema de preocupación pública, en objeto depropuestas y de actuaciones mejoradoras y,
por supuesto en generadora de beneficios parala emergente burguesía que, convertida en protagonista del
cambio social y material, vaalcanzando niveles mayores de poder y de influencia, condicionando en gran
medida elcarácter y la orientación de las transformaciones, con repercusiones inmediatas sobre sus
aspectos formales y espaciales.
3.- Es el momento en el que se empieza a poner en marcha la actividad inmobiliaria de laburguesía
madrileña, apoyada en las operaciones desamortizadoras, iniciando la extensiónde la comprimida ciudad
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más allá de la cerca, no como una ocupación aleatoria sino comouna operación prevista y organizada.
Está en ciernes el encargo del primer Plano de Ensanche de la ciudad. Es un tema que está en el ambiente
de la época, en todas las ciudades, como nueva forma de espacio urbano hermoso y bien organizado.
Será el precedente de los Planes de Ordenación que empezarán a reflexionar sobre la ciudad y harán
propuestas integrales para ella.
4.- La regente María Cristina de Borbón acaba de designar a Madrid como capital de España (año 1836),
colofón a la división provincial del país (dentro de la unidad administrativa impulsada por Martínez de la
Rosa y completada posteriormente por los moderados), promovida desde el Ministerio de Fomento por
Javier de Burgos en 1833, que implanta una nueva estructura administrativa que elimina la multiplicidad
jurisprudencial, colaborando así para permitir la entrada de los nuevos aires de la industrialización.
(creación de la provincia, la división del país en 49 provincias, los partidos judiciales y los municipios)
5.- Está a punto de demolerse la cerca de Felipe IV que ha venido acotando la ciudad en los últimos 2
siglos. Este hecho será crucial para la creación del Madrid que ahora conocemos, pero también tuvo
detractores como Mesonero Romanos que entendía que generaría inseguridad.
6.- Van a hacer su aparición los grandes elementos infraestructurales que permitirán dar el salto a la
modernidad: el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, el transporte de la electricidad y el agua a grandes
distancias, y las redes urbanas de alcantarillado. Para el crecimiento territorial de Madrid es crucial la
llegada del agua del Lozoya que hará realidad el Canal de Isabel II.
Como veis, 1850 es una fecha redonda que vale para mis propósitos, pero podrían valer otras muchas.
La Atochade 1850.
Pongamos ya en marcha la imaginación.
Tenemos que visualizar el espacio que tenemos
ante nosotros. Nos transportamos al día 20 de
junio de 1850 y ¿qué vemos?
Lo primero que vemos es una tapia de
aproximadamente 4 m de altura y 84 cm (3 pies)
de sección, hecha a base de un basamento de
pedernal y mortero de cal que sobresale de la
rasante medio metro. Cada 4 m se alza una
pilastra de ladrillo macizo y, entre cada dos
pilastras se rellena con tapial, que cada 84 cm se
averduga (se cose) con dos hiladas de ladrillo
trabadas con las pilastras.
Esto se repite 4, 6 u 8 veces y se remata con otra verdugada cubierta por bardos inclinados a modo de
cubierta. Es la famosa cerca de Felipe IV (1629-1649), que concibió Felipe II pero que no se terminó
hasta dos siglos después.
Rodea todo Madrid. Viene por la Ronda de Valencia o de Atocha, pasa por aquí y continúa por Infanta
Isabel, María Cristina, Menéndez Pelayo y vuelve por Alcalá para bajar hasta la Plaza de la
Independencia. Tiene 5 puertas: Segovia, Toledo, Atocha, Alcalá y Bilbao y 14 Portillos. Los Portillos
cerraban toda la noche mientras que en las puertas había retenes que controlaban el paso.
Esta cerca abarcaba una superficie de 778 Has., de las que 270 Has. eran posesiones reales. En 1857
Madrid contaba con 271.254 hab. (cuando se construyó la cerca tenía 140.000 hab.). La distancia más
larga dentro del recinto de la cerca no llegaba a 3 Km.
Una de esas 5 puertas la tenemos aquí: la de Atocha. No es nada del otro mundo, sobre todo comparada
con las de Alcalá o Toledo, pero cumple su función: es un punto de peaje de impuestos por introducir las
mercancías en la ciudad y, en caso de epidemia, se cerrará a cal y canto para evitar contagios.
Debía su nombre a estar situada en las inmediaciones de la antigua ermita, más tarde convento y, por fin
basílica de Nuestra Señora de Atocha. Su ubicación daba salida al paseo de las Delicias del Rio. Aunque
la cerca de Felipe IV se terminó de construir en 1649 la primera puerta de Atocha es de 1748 (construida
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de ladrillo), antes existía la puerta de Vallecas. En 1769 Ventura Rodríguez construyó la definitiva en un
programa de mejora de varias de las puertas de Madrid, en el que también se edificaron o mejoraron las
puertas de Alcalá y Bilbao, estas dos últimas a cargo de Sabatini. Fue reformada en 1828 y 1829 y
demolida a mediados del siglo XIX. Sin embargo, según describía el Diccionario geográfico estadístico
de España y Portugal de López de Vargas y De Miñano en 1826, la puerta no merecía «ni por su materia
ni por su forma, ser una de las principales de Madrid y estaba reclamando la construcción de otra más
digna del paraje en que está situada». Contaba con 3 arcos, y después de su última reforma fue pintada
para imitar a la piedra berroqueña, quedando coronada con el escudo de armas reales, en una cara, y con
el escudo de armas de Madrid en la otra, estando ambos escudos flaqueados con querubines y numerosos
trofeos de guerra. Viene a parar a ella la carretera de herradura de Valencia, que solo es camino real
desde Vallecas. Esta puerta es antigua y su mezquina arquitectura no corresponde a la majestad ni a la
grandeza que pide su bella situación, pues se halla colocada entre los amenos paseos del Prado y las
Delicias.
Vista del camino de Vallecas a mediados del siglo XVIII. Aquí se aprecia la ciudad de los conventos y
las iglesias que crearon los Austrias.
El Portillo de la Campanilla estaba situado en la
actual Avenida Ciudad de Barcelona a la altura del
colegio Virgen de Atocha, dando al camino de
Vallecas.
A pesar de lo constreñido del espacio y del
incremento de población que se viene produciendo en
Madrid, se ha mantenido el corsé de la Cerca gracias
al balón de oxígeno que han supuesto las
desamortizaciones. Godoy fue el precursor y José I
Bonaparte el primero en desamortizar de forma
generalizada en Madrid, derribando conventos e
iglesias para crear plazas como las de: San Martín,
Santa Ana, Los Mostenses, Ramales y Oriente.
Es Mendizabal en 1836 el que protagonizó la desamortización más importante para Madrid, aunque la de
Madoz (1855) fuera de mayor envergadura a nivel nacional. Es cierto que se convierte en un tema
recurrente en toda la primera mitad del s.XIX. Desde la guerra con los franceses, el pago de la deuda
pública emitida y la reducción del déficit fue una obsesión de los sucesivos gobiernos.
Las donaciones inmobiliarias, tanto a la Iglesia como a los Ayuntamientos, solían ir acompañadas de la
prohibición de ser vendidas, lo que suponía un lastre para la economía del país (según los economistas
ilustrados que fueron los primeros que dieron la voz de alarma). Este fenómeno se conocía con el nombre
de “manos muertas” y la única forma de poner estos bienes en el mercado era a través de la
desamortización.
La mayoría de los conventos eran ya insostenibles por el descenso de los donativos, que se venía
produciendo en los últimos años, por lo que la resistencia de la iglesia no fue numantina. Por otra parte,
no tardó mucho en conseguir compensaciones con la firma del Concordato en 1851.
En 1836 se desamortizan más de 25 conventos en Madrid (en el Madrid de los Borbones llegó a haber
80), lo que supuso suelo en manos privadas para alojar a la población creciente. Algunos se dedicaron a
la creación de nuevas plazas como la de Tirso de Molina (Progreso). Se pasó de la ciudad conventual,
con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, seglar.
Otra cuestión diferente es la privatización de los bienes comunales que pertenecían a los municipios y
que también se produjo de forma generalizada. Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados
de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), por lo cual se acentuó la tendencia
emigratoria de la población rural, que se dirigió a las zonas más industrializadas del país, a Madrid o a
América. Este fenómeno migratorio alcanzó niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del
XX.
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Es Mendizabal en 1836 el que protagonizó la desamortización más importante para Madrid, aunque la de
Madoz (1855) fuera de mayor envergadura a nivel nacional. Es cierto que se convierte en un tema
recurrente en toda la primera mitad del s.XIX. Desde la guerra con los franceses, el pago de la deuda
pública emitida y la reducción del déficit fue una obsesión de los sucesivos gobiernos.
Las donaciones inmobiliarias, tanto a la Iglesia como a los Ayuntamientos, solían ir acompañadas de la
prohibición de ser vendidas, lo que suponía un lastre para la economía del país (según los economistas
ilustrados que fueron los primeros que dieron la voz de alarma). Este fenómeno se conocía con el nombre
de “manos muertas” y la única forma de poner estos bienes en el mercado era a través de la
desamortización.
La mayoría de los conventos eran ya insostenibles por el descenso de los donativos, que se venía
produciendo en los últimos años, por lo que la resistencia de la iglesia no fue numantina. Por otra parte,
no tardó mucho en conseguir compensaciones con la firma del Concordato en 1851.
En 1836 se desamortizan más de 25 conventos en Madrid (en el Madrid de los Borbones llegó a haber
80), lo que supuso suelo en manos privadas para alojar a la población creciente. Algunos se dedicaron a
la creación de nuevas plazas como la de Tirso de Molina (Progreso). Se pasó de la ciudad conventual,
con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, seglar.
Otra cuestión diferente es la privatización de los bienes comunales que pertenecían a los municipios y
que también se produjo de forma generalizada. Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados
de unos recursos que contribuían a su subsistencia (leña, pastos etc.), por lo cual se acentuó la tendencia
emigratoria de la población rural, que se dirigió a las zonas más industrializadas del país, a Madrid o a
América. Este fenómeno migratorio alcanzó niveles muy altos a finales del siglo XIX y principios del
XX.
Aún no se ha abierto la calle Claudio Moyano. En el lugar
que ahora ocupa estuvo hasta hace muy pocos años el
Parque de Animales y la Pajarera que creara Fernando VI
y que trasladó Fernando VII a la Puerta de Sainz de
Baranda en la que denominó la “Casa de Fieras”.
En 1851, el año que viene, la reina Isabel II inaugurará la
línea de ferrocarril Madrid-Aranjuez, cuyo embarcadero
se construirá aquí. Por ahora no es otra cosa que una línea
privada de la monarquía para conectar sus dos palacios.
primitivo embarcadero de Atocha en 1851
Pero el siglo XIX es el siglo del ferrocarril. Más concretamente la segunda mitad. En aquel momento se
creyó ver con toda claridad que era el medio de transporte del futuro, dejando fuera de combate al
transporte por carretera. La convicción en España de este hecho llegó a tal punto, que un total de 2.599
kilómetros de carreteras en servicio fueron abandonadas en 1870, en virtud de la Orden del Ministerio de
Fomento, dirigido a la sazón por don José Echegaray, de los cuales 1.765 correspondían a carreteras de
primer orden. El error fue subsanado por la Ley de Carreteras de 1877, que disponía la recuperación y
reparación de los daños en lo abandonado.
Ahora ya tenemos alumbrado público de gas. En 1832 el Marqués viudo de Pontejos nombra 187
faroleros para que cada uno encienda y apague 40 farolas. Se apagaban a las 3 de la mañana y no se
encendían los días de luna llena. Habrá que esperar hasta 1878 para que se inaugure, en la Puerta del Sol,
el alumbrado eléctrico. El primer alumbrado público data de la época de Felipe II: farolas de aceite en las
fachadas, que debían mantener los vecinos. En 1765 se inaugura el alumbrado público consistente en
4.408 faroles de algodón empapado en aceite, mantenidos por 100 faroleros.
En 1847 se ha creado la Dirección General de Correos y Telégrafos, dependiente del Ministerio de la
Gobernación (para uso civil, ya que hasta ahora había sido militar), con una red radial entorno a Madrid
que abarca toda España. Todavía esta red es de telégrafo óptico. Aunque por estas fechas empiezan a
desplegarse por todo el territorio los tendidos de cable para el Telégrafo Eléctrico, que va sustituyendo al
óptico. Esto es posible porque al fin se ha resuelto el problema del aislamiento del cable aéreo. La
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primera línea se inaugurará en 1855 (Madrid-Zaragoza-Pamplona-Irún) terminando por conectar Madrid
y París. Se adelanta 9 años al ferrocarril, por lo que los trazados no coinciden. En aquellos países donde
el ffcc estaba más avanzado, se aprovechó para llevar ambos servicios por la misma traza.
El 24 de junio de 1858 llegará a Madrid el agua del
Lozoya, por obra del Canal de Isabel II, a los depósitos
del Camino de Tetuán (Bravo Murillo) desde la Presa
del Pontón de la Oliva.
Habrá que esperar hasta 1911 para que se construya el
depósito elevado de Plaza de Castilla.
Entre 1856 y 1865 se construirán en Madrid 92 Km de
alcantarillado por el Ministerio de Fomento. Cuando
pase a depender del Ayuntamiento (1865) las obras
quedarán paralizadas y los barrios del sur se quedarán
sin alcantarillado.
Con la epidemia de cólera de 1885 se reanudarán las obras y en 1900 habrá ya construidos tres grandes
colectores: Manzanares, Abroñigal y Carcabón, y 32 secundarios. En 1975, el alcalde Enrique Tierno
Galván acometerá, por fin, el Plan de Saneamiento Integral y en 1985 se cederá toda la red al Canal de
Isabel II para su gestión.
Hasta ahora, la electricidad que se necesita para el consumo doméstico (donde lo hay), la industria y el
tranvía, se genera en Centrales Eléctricas urbanas que producen vapor para mover turbinas y dinamos
que generen electricidad. Hay una solo para el Palacio Real y sus alrededores. El Ministerio de la Guerra
montará una en el Palacio de Buenavista (1883). La Empresa de Tranvías de Madrid construirá la suya
en la calle San Bernardo, junto a la glorieta de Quevedo (1897). Es con la corriente continua (1889)
como se podrá transportar la electricidad a grandes distancias y también se podrán aislar los conductores.
Con estos logros, será a partir de finales de siglo cuando se empiece a generar la electricidad en saltos de
agua en las presas construidas en la sierra, para luego transportarla a Madrid.
En 1899 empezarán a aparecer las primeras líneas telefónicas.
En 1933, Indalecio Prieto, como Ministro de Obras Públicas iniciará, aquí en Atocha, el Túnel de la Risa
(propuesto por Zuazo en el Plan de 1929) para dar continuidad a los trenes hacia el Norte, en contra del
criterio del Ayuntamiento.
La Compañía Metropolitana Alfonso XII construirá su primera línea en 1919 (Sol-Cuatro Caminos) y en
1924 se ampliará hasta el Puente de Vallecas, teniendo una parada aquí.
El Término Municipal de Madrid hasta 1940 ocupará una superficie de 6.000 Has. La Operación Gran
Madrid, que se desarrollará entre 1942 y 1946, le anexionará municipios limítrofes hasta multiplicar por
10 la superficie (607 Km2).
Resulta evidente que la segunda mitad del siglo XIX es un periodo crucial para el despegue de Madrid
hacia la homologación con el resto de capitales europeas y que esta pieza urbana (Atocha) está todavía
por hacer. Veamos los elementos que la van a ir conformando.
A.- Fuente de la Alcachofa.
Esta fuente que ahora vemos es una réplica exacta, pero en bronce, de
la que se trasladó en 1880 a la plaza de Honduras del Parque del
Retiro, cuyo diseño se debe al arquitecto Ventura Rodríguez en 1781 y
las esculturas a Alfonso Vergaz, Antonio Primo y Miguel Ximénez.
Fuente de la alcachofa en su entorno original con la antigua Puerta de
Atocha y el Paseo de las Delicias al fondo.
La ejecución de la Fuente nueva de la Alcachofa data de 1986 y
pretendía recuperar el pasado urbano de la Glorieta de Atocha y del
Paseo de Recoletos, retomando el emplazamiento primitivo de la
original.
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Es muy evidente el esfuerzo que se ha hecho por adecuar la escala de la fuente a la su actual entorno.
Aunque la fuente se diseñó para el emplazamiento en el que ahora se encuentra, el espacio urbano que la
circunda ha cambiado radicalmente. Del original remate del Paseo de Recoletos de 1781, espacio sencillo
destinado al paseo y al encuentro de los madrileños, con apenas edificaciones en su derredor y que
conformaba el borde de la ciudad, se ha pasado a un gran nudo de comunicaciones, hito de centralidad de
la ciudad, delimitado por un conjunto de edificaciones de diferentes escalas y que suponen, en sí mismas,
polos de atracción de flujos importantes de personas. Este cambio tan brusco en el entorno, ha supuesto
un gran cambio de escala del espacio en el que se sitúa la fuente. El “diseñador urbano” responsable de la
reposición del monumento, es consciente de ello y hace un esfuerzo por acomodar ambas escalas. Como
quiere mantener la fuente tal y como se concibió originalmente, decide asentarla sobre una inmensa
plataforma circular (conformando el adecuado radio de giro para que los coches se muevan con soltura)
que rellena con bloques de piedra y chorros de agua, creando una distancia inmensa e insalvable que
acaba definitivamente con la monumentalidad de la fuente de la alcachofa.
Por lo menos nos sigue quedando la fuente original en el Parque del Retiro. Esta se encuentra en un
espacio de dimensiones a escala humana, en el que se mantiene su accesibilidad y su implantación sin
añadidos, permitiendo así disfrutar de su monumentalidad.
Fuente de la alcachofa original en su entorno actual en el Parque del Retiro.
B.- Estatua de Claudio Moyano.
Este monumento al político zamorano Claudio
Moyano Samaniego (1809-1890), de Agustín Querol,
fue erigido a propuesta del Magisterio Español, en
agradecimiento a la publicación durante su
ministerio, como titular de Fomento en el gobierno
presidido por el general Narváez, de la Ley de
Instrucción Pública en 1857, en la que se declaraba
obligatoria en España la enseñanza primaria.
La estatua homenaje fue costeada por suscripción popular, la cual quedó abierta en 1898, siendo
inaugurada el 10 de noviembre de 1900 en la Glorieta de Atocha, junto al entonces Ministerio de
Fomento, actual de Agricultura. No obstante, con posterioridad, habría de sufrir diversos traslados, ante
los muchos atentados y sustracciones de material producidos y, tras la Guerra Civil, su reubicación en la
Plaza de Luca de Tena, junto al Paseo de las Delicias, hasta que el departamento de patrimonio del
Ayuntamiento de Madrid, durante la alcaldía de Enrique Tierno Galván, planteara en 1981 la
recuperación de su emplazamiento original (o aproximado), en el encuentro de la referida plaza y la
cuesta que lleva el nombre del insigne político. Se aprovechó entonces el traslado para la construcción de
un nuevo pedestal, réplica del antiguo, que se hallaba en pésimo estado por la descomposición de la
piedra caliza, recolocándose los bajorrelieves de bronce que lo adornaban, excepto uno, el posterior, que
había desaparecido en 1918.
C.- La Cuesta de Moyano: puestos de libreros.
La famosa Feria del libro viejo de la Cuesta de Moyano viene de muy antiguo.
En el año 1900 formaba parte de otra, que se instalaba en la verja del jardín Botánico, (por Paseo del
Prado) a la que llamaban pomposamente 'Feria de Madrid'. En realidad se trataba de unas cuantas
docenas de vendedores que plantaban allí sus destartaladas casetas.
Las protestas recibidas por la administración del jardín Botánico sobre lo poco salubre que resultaba la
feria en su verja, llevaron a que la buena voluntad del Ayuntamiento le cediera un espacio fijo. En 1925
se colocarán unos cajones, hechos con madera de pino a modo de casetas, en la actual Cuesta de
Moyano, Paseo de Trajineros en ese momento, (calle de reciente creación), a espaldas del Ministerio de
Fomento.
El Ayuntamiento fijó como número máximo el de 30 casetas, prohibió poner tinglados auxiliares, utilizar
alumbrado o calefacción y subarrendar el puesto. El canon municipal que oscilaba entre las 30 y las 50
pesetas al mes, debía abonarse en los ocho primeros días de cada trimestre.
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Hacia los años 30 el aspecto de la Feria ya guardará similitud con el actual. Las casetas de 15 metros
cuadrados fueron diseñadas por el arquitecto Luis Bellido y se asemejaban a las de hoy. Aún así aquel
emplazamiento estaba casi a las afueras del centro de Madrid, en una cuesta empinada y expuesta al
castigador sol. El sueño de los libreros era ubicarla entre el Banco de España y el Museo del Prado,
sueño que compartían muchos intelectuales de la época. Se formalizó una queja que fue desestimada por
el Ayuntamiento.
En 1984 se volvieron a estudiar (ya había habido varios intentos frustrados) las condiciones de
habitabilidad y finalmente el Ayuntamiento concedió el permiso para que en las casetas se instalaran los
servicios de agua, electricidad y teléfono. Durante las obras de 1986 los libreros volvieron por segunda
vez al Paseo del Prado. Las obras permitieron insertar entre las casetas existentes una con aseos, y otra
para un vigilante. Se acordó mantener el aspecto clásico.
Tras el incendio de una estación de transformación eléctrica en la vecina calle de Almadén, ocurrido en
julio de 2004, la Feria tuvo que trasladarse de forma provisional a su primitivo emplazamiento, la verja
del jardín Botánico sobre el Paseo del Prado. Debajo de la Cuesta de Moyano se instaló la nueva estación
eléctrica, circunstancia que se aprovechó para acometer una profunda remodelación en la Cuesta que se
prolongaría durante más de dos años, como parte del Plan Especial Prado-Recoletos.
El 19 de abril de 2007 se reabrió finalmente la Cuesta a los libreros y a los peatones, habiéndose
eliminado la circulación de vehículos. La caseta número 1 fue reservada para el Ayuntamiento con el fin
de vender sus propias publicaciones. Desde ese día la cuesta está presidida por el monumento a Pío
Baroja, uno de los promotores de la feria, trasladado desde su primitiva ubicación en el cercano parque
del Retiro.
D.- Angelotes del Salón del Prado.
Este grupo escultórico está relacionado con el existente en la plaza
de la Cibeles, pues debieron pertenecer a un mismo proyecto de
ornamentación arquitectónica o urbana, posiblemente una puerta o
cerramiento, dada su extraña basa. Data de 1770 y se desconoce el
autor.
En la actualidad esta relación entre los grupos artísticos se ha
perdido, aun cuando indican el inicio y final del Paseo del Prado,
por el cambio de uso que ha sufrido éste, priorizando el tráfico
rápido rodado, la excesiva distancia a la que se sitúan los dos
grupos escultóricos y su posición lateralizada y semioculta.
E.- Cine San Carlos.
El edificio se construyó entre 1928 y 1929, siendo el diseño del arquitecto Eduardo Lozano Lardet. El
encargo era un edificio que tuviera funciones de cine y edificio de viviendas independiente, cada uno con
su planta correspondiente pero integrados en la fachada. Su inauguración fue el 14 de agosto de 1929. Al
poco de ser inaugurada, la sala de cine se convirtió en lugar de diversión habitual de los estudiantes de
medicina del Colegio de Cirugía de San Carlos (acera de enfrente). Durante la Guerra Civil el edificio
fue empleado como una checa de las milicias de la FAI. Durante el periodo de posguerra el cine continuó
con su actividad, hasta mediados de los años sesenta. A finales del siglo XX se rehabilita el edificio para
ser convertido en una discoteca de gran crujía y desarrollo vertical en varias plantas, denominada
"Titanic", ya a comienzos de siglo XXI cambió de nombre pasando a ser "Discoteca Kapital".
El solar sobre el que se asienta es de planta trapezoidal, delimitado por las calles de Atocha y del
Cenicero. En origen las decoraciones interiores del cine fueron del portugués José de Almada Negreiros.
Un total de doce paneles (ocho en la fachada y cuatro en el «hall») realizados entre los años 1929 y 1930
para conmemorar el estreno de un aparato sonoro, al igual que se hizo para el cine Barceló. Destaca su
fachada en chaflán, siendo singular la torrecilla de la esquina con división de franjas, diseñada como faro
nocturno en la ciudad.
El edificio es una mezcla de estilo Art-Decó, y racionalista (denominado stream line moderne o
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simplemente stream line). La cubierta plana se utilizaba como cine al aire libre en verano en el que las
sillas de tijera formaban una ordenada trama reticular rematada por el escenario ambigú.
F.- Hospital General y Museo Reina Sofía.
Este edificio se ha denominado: Hospital General y de
la Pasión durante el siglo y XVIII y Hospital Provincial
de Madrid en los siglos XIX y XX. Se proyectó para ser
el mayor edificio de Madrid en su momento (mayor que
el Palacio Real) pero nunca llegó a concluirse. Fue una
institución sanitaria que estuvo en servicio durante más
de 250 años. Su actividad comenzó en el último cuarto
del siglo XVII como un experimento de unificación de
instituciones sanitarias en las provincias españolas, y
finalizó al final de la década de los 60 del siglo XX.
Posteriormente, el edificio se rehabilitaría para albergar
el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y el
Real Conservatorio Superior de Música de Madrid.
Desde la llegada a España de los Borbones en el inicio del siglo XVIII, los gobiernos ilustrados tratan de
aplicar para la totalidad del país programas estatales de beneficencia no religiosos y centralizados en la
capital. Madrid debía adquirir una importancia definitiva, siendo el punto del que emanara y se
canalizara al resto del país la política, la economía y la cultura. Al mismo tiempo debía perder esa
atmósfera religiosa que tenía, convirtiéndose en una gran capital civil donde una estructura
administrativa basada en la burocracia y un nuevo personaje, el funcionario, determinarían su fisonomía,
siendo los pilares de la nueva sociedad. El rey sustituye entonces a la Iglesia en su papel de benefactor, y
de este modo aparecen en Madrid grandes fundaciones de amparo a los más desfavorecidos. Es en este
contexto donde aparece el Hospital General, cuya intención era liderar el trabajo que ya estaban haciendo
otras instituciones financiadas por comunidades religiosas.
Pero antes de que Fernando VI tomara la decisión de construir el magno hospital, este suelo ya contaba
con una larga tradición al servicio del uso hospitalario. El primero fue el Hospitium Pauperum, esbozado
por el protomédico Cristóbal Pérez de Herrera en época de Felipe II, que estuvo en servicio hasta lo
sustituyó el edificio que ahora vemos.
En 1566 el rey Felipe II decidió reorganizar los hospitales de las ciudades más pobladas de España, todos
ellos muy dispersos geográficamente. Esta solución se había abordado ya en otros países de Europa, y en
España existía el precedente de los Reyes Católicos y la agrupación de hospitales en el Hospital General
realizada en la ciudad de Valencia en 1512.
La decisión de Felipe II de unificación hospitalaria se fundamentaba en una obligación real que había
iniciado ya su padre Carlos I por imposición de las Cortes de Segovia. Durante este periodo, de finales
del siglo XV a comienzos del XVI, se establecieron numerosos edictos reales de unificación que se
fueron diluyendo sin cumplimiento, revelando su ineficacia. Detrás de esta resistencia se encontraba el
negocio de las múltiples cofradías y congregaciones que ganaban dinero con limosnas.
A finales del siglo XV había quince hospitales en Madrid: de la Corte, Italianos, Santa Catalina de los
Donados, la Latina, el de la Merced, el de San Ginés, el de la Pasión, Paz, el de Antón Martín, San
Lázaro, el de los Convalecientes, el de los Niños Expósitos, el de las Niñas Huérfanas, el nuevo
Recogimiento de Mujeres y el Hospital General. Todos ellos eran también refugios de indigentes y su
creación y mantenimiento se debían a donaciones privadas a congregaciones de religiosos.
Durante el reinado de Felipe II se creó una administración de gobierno única con los antiguos cofrades
procedentes de los hospitales extinguidos: “La junta de gobierno del nuevo Hospital General y de la
Pasión”, ubicado en ese momento en la Carrera de San Jerónimo, impulsando la idea de separar la
sanidad de la caridad y de construir un nuevo edificio en Atocha.
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Las obras de construcción comenzaron el 8 de septiembre de 1596. Se desconoce el arquitecto de esta
obra inicial. El diseño era una planta rectangular dividida en cuatro naves perimetrales que iban a parar a
cuatro patios interiores. El 9 de junio de 1603 se comenzaron a trasladar los enfermos. El plano de
Teixeira elaborado en 1656 retrata el conjunto de instalaciones existentes en la calle de Atocha. Desde el
instante en que se considera acabada la obra de este nuevo Hospital General, la afluencia de enfermos a
él fue prácticamente constante. El hospital llegó a tener 17 salas, y cada una de ellas admitía 60
enfermos. Durante este periodo, que va desde la agregación de instituciones hasta comienzos del siglo
XVIII, el rector del Hospital tuvo a su cargo la administración de las diferentes casas de hospitalidad,
como son la Galera (vecina cárcel de mujeres), los Desamparados, la Casa de Locos y el Hospital de
Convalecientes. La documentación administrativa de la época menciona al conjunto como: Hospital
General de la Pasión y casas agregadas. El hospital a mediados del siglo XVIII atendía a cerca de 14.000
enfermos anuales.
La situación financiera del hospital era tan grave a mediados del siglo XVIII que Fernando VI tuvo que
actuar con su gabinete. En 1754 se había elaborado un decreto por el cual se creaba la Real
Congregación de Hospitales, asignándose a ésta el encargo de construir el Hospital General de Madrid.
El presupuesto inicial se fue en la adquisición de los solares adyacentes al hospital existente, ya que este
seguiría funcionando mientras se construía el nuevo. Entre los primeros terrenos obtenidos se
encontraban los de los solares que ocupaban el Hospital de la Pasión y la Galera. Durante este lento
proceso de adquisición de solares falleció Fernando VI.
La construcción de los muros perimetrales, los depósitos de agua y de los pozos de nieve del nuevo
hospital comenzó en los suelos vacantes en 1758, en base al proyecto ganador del concurso, que era de
José de Hermosilla. El estilo que imprimió a la obra era claramente de influencia herreriana. El
problema financiero estuvo presente durante los inicios de las obras, ya que la muerte de Fernando VI no
dejó un gobierno municipal con demasiados intereses en la construcción de un costoso hospital. La obra,
a pesar de todo, continuó y dejando tras de sí una gran deuda.
El Plano General de Madrid de 1769 muestra como el complejo de edificios tiene su entrada al final de la
calle de Atocha. La planta del edificio se componía de un cuadrado que daba a la calle Atocha, y un
rectángulo posterior. Este espacio posterior, dedicado al acomodo de las enfermerías, es donde se
localiza en la actualidad el Reina Sofía. El edificio reunía a hombres y mujeres en salas claramente
separadas, dedicando mayor superficie de planta a hombres que a mujeres (dos tercios de los ingresos en
el Hospital General eran masculinos).
En 1769 Hermosilla fue sustituido por Sabatini; obviamente ya reinaba Carlos III.
A partir del año 1773 fue necesario demoler el viejo Hospital después de haber trasladado los enfermos a
las nuevas instalaciones. En 1780 ya se habían finalizado parte de las obras de la primera fase entorno al
Patio Grande (actual museo). Esto suponía una cuarta parte de lo previsto inicialmente en el proyecto de
Hermosilla. Quedaban a medias las crujías del denominado ala del Niño Perdido (hoy en día Real
Conservatorio Superior de Música de Madrid). Las fuentes del interior del patio se colocaron en 1781,
reiniciándose este mismo año la segunda fase del proyecto a cargo de Sabatini.
Tras la muerte de Francisco Sabatini fue Juan de Villanueva el arquitecto encargado de las obras del
Hospital General y de la Pasión. En 1805, la Junta de Hospitales acordó que era imposible la realización
del proyecto de Hermosilla, fundamentalmente por problemas financieros y por la situación política
generada provocada por la invasión francesa. Esta decisión fue trascendental ya que a partir de este
momento el hospital dejaría de estar en construcción, realizándose solo obras de mantenimientos
ocasionales.
En 1810, durante la invasión francesa, el rey José I decretó que el Hospital General y de la Pasión
sirviera como hospital militar a las tropas francesas. Esto hizo que los enfermos madrileños allí
hospitalizados tuvieran que acomodarse en otras instituciones y que se desalojara a las mujeres del
Hospital de la Pasión, reubicando camas de hombres en dicho hospital. El arquitecto de este periodo fue
Silvestre Pérez.
Diversas intervenciones posteriores se realizaron sobre el inmueble, siendo la de mayor trascendencia la
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elevación de plantas por encima de la altura de cornisa primitiva, dos en el frente de la calle Santa Isabel
y una en el resto del edificio, actuación que alteró la imagen y el esquema compositivo originario. El
Hospital había pasado a depender, en el año de 1849, de la Diputación Provincial El plan Castro,
redactado en 1857, preveía la prolongación de la calle Santa Isabel rompiendo el ala del Niño Perdido en
su contacto con el edificio definido en torno al patio grande del proyecto de Hermosilla. Esta calle
discurriría por delante de su fachada noroeste hasta desembocar frente a la nueva estación de ferrocarril
del Mediodía. Esta fachada noroeste, inacabada y pendiente de resolución sería, finalmente, la fachada
principal del edificio al que quedaba reducido el Hospital General (la que podemos ver hoy). El Plan
también proponía la demolición del edificio del Patio Grande para construir escuelas de ingenieros.
Como se ve, esta última idea no llegó a prosperar. En 1870 se añadió una planta al edificio,
transformando la cubierta en plana, lo que modificaría su imagen.
La prolongación de la calle Santa Isabel se llevó a cabo dos años después, cuando el arquitecto de la
Diputación Provincial de Madrid, Bruno Fernández de los Ronderos, recibió el encargo de la Junta de
Beneficencia de redactar el proyecto que permitiera segregar el ala del Niño Perdido y prolongar la calle
de Santa Isabel hasta la Ronda de Atocha. Esta ala (actual conservatorio) se convertiría en la sede del
Hospital Clínico de San Carlos en 1875.
La reforma de Bruno Fernández contempló no sólo la apertura de la calle de Santa Isabel y de las calles
que rodean el Hospital, sino también el revoco de la fachada y la demolición de la vieja iglesia del
Hospital que estuvo en servicio desde 1620 hasta 1876. El resultado final puede verse en el Plano
General de Madrid de Ibáñez de Ibero de 1875. Con el tiempo se volvería a conectar el edificio del
Colegio de Cirugía con el Hospital mediante una galería acristalada ubicada en el nivel de la planta
principal.
El hospital poseía un amplio camposanto ubicado en sus cercanías (lindando con la actual Ronda de
Valencia) que se fue vendiendo para financiar los servicios del hospital. Ya en 1861 el Ayuntamiento de
Madrid había adquirió la mayoría de los solares que se encontraban adyacentes a la calle de Atocha
(sobre los que ya no se continuaría el proyecto de Gran Hospital), y allí se terminaron construyendo
viviendas y el hotel Mediodía en torno a una plaza (la actual Sánchez Bustillo).
Sería el arquitecto Cesáreo Iradier, en 1904, el que realizara la fachada a la calle Santa Isabel y
modificara las restantes.
La Guerra Civil prolongó la vida del Hospital Provincial en Atocha al quedar casi destruida la Ciudad
Universitaria, que era donde el Gobierno de la República había previsto su traslado.
A mediados del siglo XX entró en funcionamiento la Ciudad Sanitaria Central (denominada por entonces
como Ciudad Sanitaria Provincial "Francisco Franco", inaugurada el 18 de julio de 1968), la cual fue
absorbiendo lentamente los servicios sanitarios que durante casi trescientos años había acaparado el
Hospital Provincial de Atocha. El Hospital fue perdiendo competencias rápidamente y el edificio
contenido, sufriendo una degradación rápida y severa.
Los arquitectos Jerónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita recibieron el encargo de adecuar las crujías y
adaptarlas para un Centro de Documentación que nunca llegó a materializarse.
Un estudio realizado en 1969 por el arquitecto municipal Fernando Moreno Barberá recomendó su
demolición en función del valor de sus terrenos, del poco valor arquitectónico que poseía y del alto coste
que suponía su rehabilitación. Ante esta amenaza, Fernando Chueca Goitia a los pocos meses presentó
un informe ante la Real Academia de Historia en el que se solicitaba que el edificio fuera clasificado
como Monumento-Histórico Artístico.
En 1977 el Ministerio de Educación compró el edificio, a las Mutualidades Laborales, para alojar
diferentes servicios y museos del Estado. Se pensó inicialmente en varias propuestas:
como Museo del Pueblo Español, un Museo del Teatro, un Museo de Reproducciones Artísticas, etc.
Con la dirección del arquitecto Carlos Fernández Cuenca comenzaron en 1980 algunas reparaciones
parciales, siendo finalmente Antonio Fernández Alba el encargado general de las obras de rehabilitación.
El 26 de mayo de 1986, con todas las remodelaciones acabadas, se abrió un Centro de Arte en el edificio.
A pesar de todas las exposiciones, congresos, proyecciones de cine..., no cumplió las expectativas
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marcadas inicialmente. El 10 de septiembre de 1992 los entonces reyes Juan Carlos y Sofía inauguraron
la colección permanente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Finalmente, los arquitectos José Luis Iñiguez de Onzoño y Antonio Vázquez de Castro, proyectan para la
fachada principal del edificio, calle de Santa Isabel, y respetando la simetría establecida por el acceso
principal dos torres gemelas (hay una tercera en la fachada norte) que alojan los ascensores panorámicos
de público, los cuales conducen el flujo de visitantes de unos niveles del museo a otros.
G.- Estatua de la Plaza Sánchez Bustillo.
La escultura "El pueblo español tiene un camino que conduce a
una estrella", obra del artista Alberto Sánchez, fue encargada por
el gobierno republicano en plena Guerra Civil para colocarla en
la entrada del pabellón español de la Exposición Internacional de
París de 1937, diseñado por Sert y Lacasa. Destruida al terminar
la muestra, se conservaron al menos los bocetos y la maqueta. A
partir de éstos, y por encargo del Ministerio de Cultura, Jordi
Ballester y Agustín Villanueva, escultores de fallas, realizaron
una réplica a escala natural para anunciar y acompañar la
exposición antológica de Alberto Sánchez, celebrada en 2001 en
el Centro Nacional de Arte Reina Sofía.
Tras la exhibición, inaugurada el 26 de junio, se pensó trasladar la réplica al patio del museo, pero
finalmente se mantuvo en su posición inicial, en el acceso principal al edificio. Existe, además, otra copia
de menor escala en la plaza de Barrionuevo de Toledo, su ciudad natal, y otra réplica en el Centro de
Talleres de Creatividad de la calle Sierra Carbonera, realizada en 1986, bajo la dirección del profesor
Fernando Lasaga, por el grupo de modelado del Centro Sociocultural Alberto Sánchez.
Al ser encargada por el gobierno español en plena contienda, ha sido entendida como una llamada de
atención a la destrucción de la sociedad española por la Guerra Civil, así como un símbolo político del
régimen republicano al transmitir un mensaje de esperanza a la población. No en vano, se acompañaba
de múltiples obras de arte que denunciaban esta situación, especialmente el “Guernica” de Picasso.
H.- Ampliación del Museohecha por Jean Nouvelen el año 2000.
La propuesta que hace el edificio de ampliación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía es
singular. Crea una plaza cubierta de uso público, que surge entre la ordenación de los nuevos edificios y
la fachada suroeste del actual Museo.
El arquitecto Jean Nouvel explica que esta ampliación es "una invitación a crear exposiciones,
actividades…, es un soporte para acciones". "Un ala bajo la cual se descubre el cielo con reflejos y
transparencias, un ala unificadora que no toca el museo, sino que se detiene a menos de un metro para
dejar pasar un rayo luminoso, un ala cuya cubierta corresponde exactamente al forjado de la penúltima
planta del museo".
Las nuevas instalaciones diseñadas por Nouvel, que albergan una espectacular biblioteca en madera de
caoba, con cien puestos de lectura y capacidad para almacenar 250.000 volúmenes; dos singulares
auditorios (uno para 500 personas y otro para 200), una cafetería-restaurante y dos nuevas salas de
exposiciones temporales.
Una de las zonas más interactivas son las terrazas cuya cubierta que no toca el museo invita a unir cielo y
tierra con una visión invertida de los edificios y calles de Madrid o al propio visitante que forma parte
entonces de su propia obra de arte.
Las exposiciones temporales tienen 2.251 metros cuadrados construidos. Cuentan con un sistema que
permite ocultar completamente las fachadas de vidrio. Los pozos de luz proporcionan una iluminación
natural, artificial o combinada. Dispone también de mecanismos especiales para suspender obras de arte
de gran complejidad.
Para la construcción se ha recurrido a materiales y técnicas novedosas en el campo de la construcción, en
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España, ya que según el arquitecto Jean Nouvel "los elementos empleados en la construcción de esta
ampliación, son nuevos en España pero se ha empleado en otros países como Inglaterra o Francia". Estos
materiales son el composite (fibra de vidrio y poliéster) que recubre el edificio del auditorio, tanto por
dentro como por fuera, con un tono rojizo muy característico. También se han utilizado materiales muy
comunes como las lamas de protección de fachadas de aluminio extruido, la inmensa lámpara del techo
de la biblioteca, hecha con dados de vidrio moldeados exprofeso en la Real Fábrica de Vidrio de la
Granja (Segovia) o la aerodinámica cubierta, revestida de alucore y cinc, o el acero laminado de los
edificios de la Biblioteca y Exposiciones temporales. Vigas y pilares han sido confeccionados, como si
de un textil se tratara, con el corte por láser de palastros de 5cm de espesor que se soldaron en los talleres
de la empresa Horta y fueron trasladados hasta la obra en tramos de 12, 16 y 22 metros.
El edificio de los auditorios está construido con el sistema de hormigón postensado. Dos grandes
costillas, en disposición simétrica, soportan las cargas de los auditorios y la sala de protocolo. El patio de
butacas es el resultado de unir las costillas por vigas de hormigón armado.
La gran cubierta que se eleva seis metros sobre las terrazas de los edificios mide casi 8.000 metros
cuadrados y se apoya en pilares metálicos. Los voladizos alcanzan hasta los 36 metros de vuelo. Se
confeccionó una estructura de vigas metálicas, de alma llena de 3,4 m de altura en el área central, el
espesor se disminuye hasta alcanzar los 5cm en el borde.
Y una vez conocidos los datos quizá tenga más interés, para nuestra visita, reflexionar acerca de cómo se
relaciona el edificio con el espacio de ciudad en el que se sitúa. Hemos oído decir al arquitecto que ha
creado un ala bajo la cual se pueden producir muchas cosas… Está claro que el recurso que utiliza para
dar unidad a los edificios que proyecta, es la gran cubierta que los cobija a todos (incluso a la plaza).
Pero sería interesante saber lo que opina sobre el que todo el grupo de edificios dé la espalda a la Ronda
de Valencia. Es fácil suponer que no le ha parecido una calle atractiva. Tampoco parece que haya
querido aportar gran cosa a la mejora de su imagen (la de la calle) cuando la fachada que le muestra es
un paquete de contenedores escondidos tras unas lamas de aluminio y unas escaleras de evacuación en
caso de incendio. Da todo el aspecto de corresponder a la “trasera” del edificio. De hecho, su verdadera
fachada está en la plaza cubierta.
No obstante, hay que reconocer que no es el primero que lo hace. Si nos fijamos, el edificio de
Hermosilla tampoco se pensó con su fachada principal dando a la plaza de Atocha, ni siquiera presenta
una fachada de relevancia si bien, conocida su historia y su condición de edificio inconcluso, parece que
podría tener justificación. Pero tampoco Fernández Alba, cuando acomete su reforma para convertirlo en
museo, crea una fachada que mejore su imagen a la plaza de Atocha, lo deja con su carácter de “lateral”,
mirando hacia otro sitio.
Por lo tanto, parece que ninguno de los dos edificios aporta valor añadido a la escena urbana, limitándose
a resolver sus programas sin pretender entablar relación alguna con su entorno. Es una pena que se hayan
perdido estas dos buenas oportunidades.
7.- El inicio del tridente.
Aunque
aparentemente
no
tiene
ninguna
trascendencia, la confluencia de las calles Delicias,
Santa María de la Cabeza y Ronda de Valencia
conforma un punto singular de la ciudad de Madrid,
por su rareza y por su historia.
Con el inicio del siglo XVIII se produce el cambio de
dinastía en España y, con ella, la llegada de los
Borbones.
El Madrid que se encuentran dista mucho de la idea que tienen de cómo debe ser la capital de un
imperio. Aquel Madrid era un cuadrilátero de 6 Km2 de lado, encerrado por la cerca de Felipe IV, con
aspecto de un tortuoso, pobre y sucio poblado conventual de edificios que rara vez superaban las dos
plantas, con calles estrechas y plazuelas sombrías e irregulares. Pero lo que resultaba más insoportable
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era la increíble suciedad de las calles y el ambiente enrarecido del aire casi irrespirable.Todos los planes
municipales de limpieza anteriores habían resultado inoperantes; Madrid seguía siendo una ciudad sin
alcantarillado, de calles polvorientas de tierra y piedras, sin alumbrado, terriblemente desorganizada y
con un marcado aire provinciano que la alejaba mucho de lo que debía ser una gran capital ilustrada de
nivel europeo.
Tanto Felipe V como Fernando VI emprendieron actuaciones para ponerle remedio, pero fue Carlos III
quien consiguió resultados en materia de limpieza, con la “Instrucción para el nuevo empedrado y
limpieza de las calles de Madrid”, e iluminación urbanas.
Una vez conseguido esto, se puso en marcha una propuesta de remodelación de la periferia inmediata de
Madrid, entendiéndola fundamentalmente como reforma de los accesos a la capital y la configuración de
un anillo perimetral ajardinado. Como vemos, la idea de los anillos verdes de las ciudades, no es de
ahora.
Este anillo verde consistía en paseos arbolados que unían las entradas a Madrid, obras iniciadas en el
reinado de Fernando VI y terminadas en el de Carlos III. Se trataba de un conjunto de paseos periféricos
que se extendían por el norte desde la puerta de San Bernardo a la de Recoletos, obra de Francisco
Nangle, y por el sur siguiendo el curso del Manzanares, realizados por el capitán del ejército José
Salcedo.
Las penetraciones hacia las puertas se hacían con paseos en tridente o en rombo, que buscan potenciar las
perspectivas e incorporan el paisaje, dentro aún de un espíritu barroco.
Se trataba de anchos paseos que discurrían en línea recta flanqueados por hileras de árboles, en los que se
situaban fuentes y quioscos. Los del sur, este en el que nos encontramos (en tridente), y el que iba de la
puerta de Toledo al puente de Toledo (con forma de rombo), bajaban desde las puertas de la cerca hacia
el río en pendiente y sobre fuertes taludes que salvaban el accidentado terreno.
Estos espacios se convirtieron en lugares muy transitados por los madrileños, que gustaban de pasear por
ellos a la caída de la tarde en carruajes, a pie o a caballo. En algunos, incluso se podían alquilar sillas
para sentarse a la sombra de los olmos y acacias, mientras se conversaba y observaba el ir y venir de una
ciudad bulliciosa.
No mucho tiempo después, el ensanche de Castro conservará en su zona sur el rombo de la Puerta de
Toledo, en un intento de hacer perdurar el paisaje dieciochesco. Los nombres de las calles son
testimonios claros del antiguo carácter paisajista de la zona: Pontones, Ocho Hilos, Chopera, Acacias,
etc. En cambio el viejo tridente de las Delicias se deberá sacrificar para albergar un barrio que, en el
pensamiento de Castro, estará destinado en gran medida a equipamientos industriales y viviendas para
obreros, destino que exigirá además hospitales, hospicios, cárceles, cuarteles y otras construcciones de
servicios, como mercados y mataderos.
Sin embargo, como en tantos otros casos, lo previsto por Castro no llegará a materializarse y la prueba
está en estas tres grandes, ruidosas y transitadas (por coches) avenidas1 que, aunque nada tienen que ver
con los paseos arbolados que fueron en origen, mantienen intactas sus trazas del siglo XVIII.
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8.- La zona industrial y el Plan Castro.
Y ya que lo hemos mencionado, vamos a parar
un momento para comentar algunos detalles del
que será el primer Plan de Ensanche de Madrid.
El llamado Plan Castro.
Madrid, en 1857 contaba ya con más de 270.000
habitantes encerrados en la Cerca (acabada en
1649 para 140.000 habitantes), que abarcaba 778
Has de las que 270 Has eran posesiones reales.
No llegaban a 20 m2 por habitante. Era la ciudad
(de las importantes) con mayor índice de
mortandad de Europa y América.
París ya había aprobado su Plan de Ensanche
(para 1,5 millones de habitantes y duplicando su
superficie) y Haussmann estaba haciendo su
reforma interior.
Londres, con 2,7 millones de habitantes también había proyectado su ensanche y en Barcelona se estaba
redactando el Plan Cerdá.
Siendo Narváez el Presidente del Consejo de Ministros, la reina Isabel II dictó un Real Decreto, el 8 de
abril de 1857, en el que autorizaba al Ministro de Fomento Claudio Moyano (el mismo de la Ley de
Educación) a que formulara un Proyecto de Ensanche para Madrid (obsérvese que fue el Gobierno de la
Nación y no el Ayuntamiento). Lo fundamentó en la oportunidad de la llegada del agua del Canal, que se
produciría al año siguiente, y en el gran crecimiento de la población en los últimos años, y le marcó 7
objetivos fundamentales:
1.- Delimitar la zona exterior que había de agregarse a la ciudad.
2.- Definir el sistema viario principal, incluyendo el trazado ferroviario y el canal del río Manzanares.
3.- Definir las zonas verdes.
4.- Definir la dotación de suelo para edificios públicos.
5.- Trazar las calles secundarias.
6.- Distribuir el suelo destinado a viviendas en manzanas, procurando en lo posible aislar las casas y
dotarlas de pequeños parques y jardines.
7.- Definir el sistema que debía adoptarse ya de tapias, ya de otra clase cualquiera para formar el recinto
de la villa, en cuya línea se verificara el registro y la percepción de todos los derechos de puertas con la
menor incomodidad del vecindario y sin que se defraudasen los intereses de la Hacienda y de la
municipalidad.
El Decreto limitaba el encargo al dibujo del plano y demoraba las disposiciones necesarias para su
ejecución, entre ellas el plan económico, a que se conociera el proyecto. Establecía que correspondería al
Gobierno costear los nuevos edificios públicos y contribuir en parte a la compra de los terrenos que se
necesitarían para las nuevas calles y parques, así como la construcción de la “línea de registro” (el
equivalente a la cerca).
Insinuaba que los cuantiosos gastos podrían compensarse total o parcialmente con parte del aumento del
valor de los terrenos, aunque reconocía que para que ello fuera posible sería necesaria alguna decisión
legislativa que habría que tomar más adelante (nunca se tomó).
Por lo tanto: la administración pública pagaba las expropiaciones y la urbanización (todos los gastos), y
los propietarios privados se quedaban con los terrenos edificables que se habían revalorizado (todos los
ingresos). A cambio, se estaban pensando si subían el Impuesto sobre los Bienes Inmuebles para
recuperar algo de lo invertido; aunque no se decidían…Así se hacen los buenos negocios, ¿no?
Ese mismo año se le hará el encargo a Carlos María de Castro. Con la ayuda de un reducido número de
funcionarios, Castro hará toda una serie de estudios topográficos, de presiones, temperaturas, humedad,
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vientos dominantes, pluviometría, etc.
Concluirá con que el número de muertos y de nacimientos cada año es el mismo, por lo que el
crecimiento corresponde exclusivamente a la inmigración. Aunque el crecimiento anual de la población
en los últimos años había sido de 6.000 hab./año de media, estima (porque no lo justifica) que en el
futuro sería solo de 1.500 hab./año. Estima (porque no lo justifica) que a cada habitante debería
corresponderle una superficie de 51 m2 de suelo. Con estas estimaciones llega a la conclusión de que en
los próximos 100 años Madrid crecería en 150.000 habitantes, necesitando por lo tanto 1.494 Has más de
suelo, alcanzando una extensión total para Madrid de 2.294 Has.
Los cálculos fallarán y a finales de siglo Madrid habrá duplicado su población (500.000 hab.; 5.000
hab./año), pero un siglo después alcanzará los 2.260.000 hab.; 20.000 hab./año. Cifra imposible de
prever.
El anteproyecto que presentó Castro tenía como características más relevantes las siguientes:
- Propone el crecimiento hacia el Norte, Nordeste y Sur hasta el río.
- Lo encierra con un “camino de ronda” de 50 m de ancho, flanqueado en su borde exterior por un foso
de 7 m de ancho y 2,5 de profundidad. (lo que luego se convertiría en las grandes avenidas de Doctor
Esquerdo, Francisco Silvela, Reina Victoria, etc.)
Camino de ronda diseñado por Castro (1857) con el foso exterior que sustituye a la cerca.
- Rellena el espacio con una cuadrícula con manzanas entorno a los 100 X 100m.
- Calles de 30, 25 y 15 m. de ancho.
- Propone la Zonificación siguiente:
. Equipamientos.
. Barrio fabril.
. Barrio aristocrático.
. Barrio clase media.
. Barrio clase obrera.
. Zona de recreo.
. Zona de depósito e intercambio de mercancías.
Por lo tanto, en 1860 se aprobará un documento que condicionará inmediatamente, de forma real y
contundente, y lo hará durante muchas décadas, la ocupación de la superficie exterior a la cerca de Felipe
IV, describiendo un amplio arco alrededor de la ciudad, que no se completa en círculo para no saltar el
río. Y lo hace con un trazado reticular, adosado a la ciudad radioconcéntrica tradicional, en el que se
insertan mal que bien, las salidas divergentes de las carreteras radiales y algunos hitos preexistentes
importantes, tales como el Parque del Retiro, la vaguada de la Castellana, la incipiente presencia del
ferrocarril, especialmente en el embarcadero de Atocha y el ramal ferroviario que la conecta con
Aranjuez, así como la línea de salida por el Norte, desde Príncipe Pío, todavía sin estación, paralelamente
al Paseo de la Florida. También incorporará algunas de las barriadas que habían crecido fuera de la
Cerca.
Algunos planos posteriores al que sirvió de base al Ensanche irán mostrando el avance de la edificación
en dicho Ensanche, junto con algunas cosas que en el irán pasando, que tendrán importancia
infraestructural, como la aparición de nuevas estaciones de ferrocarril (Delicias, 1880, Imperial, 1881,
Goya, 1884, Niño Jesús, 1884) o la unión de las de Atocha y Príncipe Pío a través de un ramal que
discurrirá por la parte sur del Ensanche, con varios túneles, tal como se aprecia ya en el plano de Ibáñez
de Íbero de 1873.
La puesta en marcha del Plan Castro desencadenó un proceso especulativo sobre los terrenos del
Ensanche (a pesar de todo, los propietarios no verán saciada su sed de beneficios), lo que propició la
construcción fuera de los límites del Ensanche (donde no se pagaban impuestos) dando lugar a la
formación de desordenados núcleos de población junto a las vías de acceso a la ciudad (Guindalera, La
Prosperidad, El Parral, Madrid Moderno, Las Ventas, Cuatro Caminos, Tetuán, Bellas Vistas, Puente de
Vallecas,…).
Serán fragmentos de suelo que, sin modificación de orografía, alguien parcelará y venderá con una
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mínima ordenación viaria elemental para garantizar los accesos a cada una de las pequeñas propiedades
en que quedarán divididos. Sobre ellos se edificarán viviendas de aspecto semirural que cerrarán el
perímetro de la manzana, adosándose y macizándola en profundidad. No obstante, todas acabarán
estando conectadas con tranvía con el centro antes de fin de siglo.
A pesar del nuevo Plan, la cerca no se demolerá hasta 1868, apareciendo en su lugar los llamados
bulevares en el norte y las rondas en el sur. Será también en tiempo de la “Gloriosa” cuando se
expropiarán las posesiones reales que quedaban:
- El Retiro a favor del Ayuntamiento.
- Para el Estado:
. La Casa de Campo.
. La Florida.
. La Moncloa.
. El Monte del Pardo.
En 1886, bajo la regencia de María Cristina, iniciará la Compañía Madrileña de Urbanización de Arturo
Soria su Ciudad Lineal.
Como ya he dicho antes, la previsión que hizo Castro para toda la zona que desciende desde aquí hasta el
río, fue la de un barrio básicamente industrial, vinculado a la estación de Atocha (en cuanto al tráfico de
mercancías), que luego se vio reforzado por la aparición de más Estaciones de ferrocarril, y con
viviendas para obreros.
Esta previsión se cumplió en su mayor parte, convirtiendo la zona en el mayor emplazamiento industrial
del Madrid del siglo XX. Ahora ya quedan muy pocos vestigios, aunque curiosos, de aquellas industrias
que tanto contribuyeron al crecimiento de la renta madrileña antes de que se las expulsara a los nuevos
polígonos industriales creados en el extrarradio. Pero esto es otro tema que quizá pueda ser el objeto de
otro paseo matutino.
I.- Grupo Escolar Menéndez Pelayo.
Siguiendo con las digresiones, aquí cerca, al inicio de la calle
Méndez Álvaro, hay un edifico que merece una pequeña
digresión mas. Se trata de un edificio escolar que nos
permitirá saltar, por un momento, a otra época y otra
problemática.
Nos situamos en 1922, en junio de este año, el Alcalde de
Madrid presentó ante su Ayuntamiento una moción en la que
reconocía la necesidad de recurrir al auxilio del Estado,
descartada la posibilidad de afrontar en solitario un plan de
construcciones escolares para la capital.
Era el origen de la colaboración entre el Estado y el Ayuntamiento de Madrid, que se plasmó en la R. O.
de 9 de noviembre de 1922, por la que se creó la Comisión Ejecutiva de construcción de edificios para
las Escuelas Nacionales de Madrid (lo que se conocería como las Escuelas Nacionales), presidida por el
Ministro de Instrucción Pública.
El Plan de 1922 se gestó en un ambiente de armonía entre las partes implicadas. Las razones que
motivaron este cambio tan radical fueron de variada índole y pueden resumirse en las siguientes:
- La permanente penuria económica del Concejo madrileño.
- La creación por el Estado de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas, que supuso una
reorganización de la política estatal de construcciones escolares, cada vez más protagonista en esta
empresa.
- La presión del colectivo magisterial, apoyando una enseñanza primaria en la capital dependiente
exclusivamente del Ministerio de Instrucción Pública.
- La pretensión de cortar de raíz las competencias municipales en materia educativa en las grandes
capitales, suprimiendo así los brotes autonómicos.
Los arquitectos que desde su origen formaron parte de esta comisión mixta fueron Antonio Flórez
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Urdapilleta, Jefe de la Oficina Técnica de Construcción de Escuelas por el Estado, y Pablo Aranda,
arquitecto municipal del Ayuntamiento de Madrid. Juntos, y bastante mal avenidos, recibieron el encargo
de construir cinco grupos escolares de nueva planta:
Menéndez Pelayo, Joaquín Costa, Concepción Arenal, Pérez Galdós y Pardo Bazán; obras que finalizaría
Flórez en solitario.
Antonio Flórez puso en práctica, en este edificio que vemos, los nuevos criterios racionalistas aplicados a
los edificios escolares, acordes con los nuevos métodos y criterios pedagógicos que requerían servicios e
instalaciones más innovadoras. No hay que olvidar que fue Bernardo Giner de los Ríos (1880-1970) el
arquitecto responsable de la Sección de construcciones escolares del Ayuntamiento de Madrid desde
1915 a 1939. El primer modelo de esta tipología escolar fue el Instituto Cervantes, sito en la calle Santa
Engracia con vuelta a Raimundo Fernández Villaverde, y el segundo la Residencia de Estudiantes de la
calle Pinar. Ambos edificios continuaron la tradición constructiva madrileña en ladrillo con inclusión de
nuevos materiales.
El Grupo Escolar Menéndez y Pelayo es un paso más hacia planteamientos racionalistas.
Es un buen ejemplo del cambio que en la década de los veinte se opera en la arquitectura escolar: con la
introducción del muro cortina metálico de grandes ventanales orientado al norte o la estructuración a
base de pabellones rectangulares y perpendiculares al edificio central.
Sin embargo, desde el campo de la pedagogía, los grupos de Flórez han sido objeto de múltiples críticas
desde el momento de su inauguración, e incluso antes. La acusación más repetida fue la de haber
concentrado todo el presupuesto en seis edificios suntuosos, en lugar de repartirlo en un número muy
superior de escuelas de carácter más modesto; sin, por otro lado, haber conseguido unos resultados
óptimos desde el punto de vista pedagógico.
A pesar de todo, Antonio Flórez Urdapilleta (Vigo 1877-Madrid 1941) es recordado por haber
sistematizado el diseño y construcción de grupos escolares. Esta producción arquitectónica, prolífica a
comienzos del siglo XX, le confiere la fama de "arquitecto de colegios". Finalizó en 1904 sus estudios de
arquitectura en Madrid, siendo alumno predilecto de Manuel Bartolomé Cossío. Debido a esta amistad se
asocia con la Institución Libre de Enseñanza, donde conoce a Antonio Machado. Ostentó el cargo de
Director del Departamento de Construcciones Escolares del Ministerio de Instrucción Pública de la
Segunda República Española, muriendo en 1941 después de ser inhabilitado por los vencedores de la
Guerra.
Siguiendo con el recorrido previsto, nuestra siguiente parada sería la Estación de Atocha, pero el tiempo
hoy no da para más.
Mi intención era haber dado el giro completo a la glorieta, por lo que se quedan sin poder ver temas
como:
. La Estación de ferrocarril.
. El antiguo Excalectric.
. El Plan General de 1985 y Atocha.
. El Museo Etnológico.
. El antiguo Ministerio de Fomento.
No sé si habrá otra oportunidad para poder
completar este paseo, pero espero que lo que
hemos podido ver haya servido para conocer un
poco mejor los espacios urbanos que vivimos a
diario y que ello nos permita actuar.
Hasta pronto.
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