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Transcript
PROYECTO
Plan Cultural ante Situaciones de Crisis Extrema
(Botiquín de Primeros Auxilios Culturales)
Relatos y reflexiones post terremoto
Experiencias desde Chile
Guadalupe Zamora Arancibia
Jefa Departamento de Cultura
Municipalidad de Rancagua- Chile
Los procesos culturales se construyen a corto, mediano y largo plazo
Algunos se quedan en el camino por no corresponder a una realidad en la cual los
habitantes lleguen a considerarlos suyos, debido a que carecen de un proceso efectivo
de consulta. En efecto, muchos casos surgen de la inventiva del gestor cultural, quien
necesita demostrar resultados; este es el caso de las administraciones municipales,
las que necesitan a corto plazo (considerando el período de sus mandatos), realizar
actividades que tengan por finalidad entretener a la comunidad, cayendo de esta forma
en el espectáculo masivo, iniciativa de nuestros propios creadores, así como también
de compañías extranjeras.
Quiero dejar en claro que no estoy en desacuerdo con las buenas experiencias
artísticas e intercambios culturales de este tipo; por el contrario, son necesarias para
ampliar el conocimiento y abrirnos a otras experiencias.
Cada país debe respetar sus manifestaciones artísticas y a sus creadores, lo cual sólo
es posible alcanzar, forjando y educando desde la niñez el respeto de nuestras
tradiciones. Ello, concibiendo una integración cultural capaz de transmitirse y perdurar,
no únicamente en un museo, sino dentro de la conciencia colectiva, que forme parte
del proceso modernizador.
Debemos apostar a proyectos culturales que nos den garantías de resultados de una
mejor calidad de vida de niños y jóvenes en situación de riesgo, así como también
abrir ventanas que los lleven a la búsqueda de nuevos horizontes para enfrentar el
futuro.
Ante una situación como la vivida en Chile el 27 de Febrero, nos damos cuenta de la
fragilidad de lo que el hombre construye: bastaron sólo tres minutos y se derrumbaron
edificios, casas y otros inmuebles; cientos de pueblos pequeños edificados a partir de
técnicas y materiales ancestrales como el adobe (mezcla de barro y paja de trigo); una
pérdida patrimonial irreparable. Frente a esto, la gente y muchos conocedores piensan
que lo óptimo es hacer una construcción mixta con madera, que asegure y
permanezca en el tiempo ante situaciones de similares características,
desequilibrando irrestrictamente la balanza en detrimento del respeto por el patrimonio
cultural propio, del cual formamos parte.
En este contexto, la ciudad de Rancagua, ubicada en la región de O’Higgins (zona
centro sur de Chile) fue duramente golpeada por este sismo. Consecuencias de lo
anterior, por mencionar algunas son: prácticamente la totalidad del casco histórico
destruido constituido por antiguas edificaciones. Precisamente, y en medio de un
parque con árboles añosos, se levanta aún desafiando la naturaleza, Nuestra querida
Casa de la Cultura, o mejor dicho, lo que queda de la Casa patrimonial del Fundo el
Puente de fines del Siglo XVIII.
Está ahí como un fantasma blanco enfundada en plástico negro, como anunciando su
muerte. Su interior está amenazante: existen muros tumbados, cielos colgantes y
puertas bloqueadas. Es por ello que resulta imposible seguir enseñando en sus salas;
ilusorio resulta pensar a esta altura, escuchar a un niño tocando su pequeño violín.
Los muros se encuentran completamente desnudos de aquellos colores con que los
pintores nos mostraban su mundo interior. En resumen, años de quehacer cultural
acallado.
“La cultura tiene que esperar” ese es el lema de la autoridad, hay que priorizar.
Los niños se acercan, miran tras las rejas cerradas, se percibe desolación… no
entienden que en tres minutos se acaben sus sueños, residentes en aquella vieja
casona, ahora inutilizable.
De esta experiencia, surge la necesidad de la puesta en marcha en base a la
generación de gestión cultural, tendiente a la búsqueda de espacios disponibles para
los talleres de instrumentos y ensayos de las orquestas que hasta antes del terremoto,
funcionaban con plena normalidad, desde hace más de 15 años, la cual ha sido
gestora de muchos jóvenes profesionales asociados a la música.
Todo lo que se suponía estaba inhabitable u ocupado, constituyeron días negros para
quienes conformamos la principal entidad de gestión cultural en Rancagua: claro
ejemplo de ello fue la colocación de la cubierta plástica de la casona.
Hoy, la orquesta está instalada en tres locales. Los alumnos han conseguido
adaptarse; los profesores han sido pilar fundamental y enormes colaboradores en este
ir y venir de un lugar a otro.
Por ahora, sólo nos queda terminar con esta sensación de desarraigo, toda vez que ya
no los vemos ni los escuchamos tocar sus instrumentos cerca nuestro, pero más fuerte
que nunca pervive la satisfacción en torno a un centenar de niños y jóvenes que
pueden seguir todavía soñando junto a la música.
Arturo Navarro
Director Ejecutivo del Centro Cultural Estación Mapocho
Santiago de Chile
Partí de vacaciones, a comienzos de febrero, dejando un texto sobre la solidaridad
necesaria con Haití.
Las paradojas de la naturaleza hacen que hoy regrese al país en uno de los primeros
aviones que lograron aterrizar luego del feroz terremoto y maremoto que asoló a Chile.
Lo primero es agradecer las múltiples muestras de solidaridad recibidas por correos
electrónicos desde el maestro García Canclini, a los colegas de la red de centros
culturales, de la red Ñandutí, del DRCLAS de Harvard, de ex alumnos del exterior, de
la secretaría ejecutiva de IFACCA, de amigos e Argentina, Japón, México y otros que
residen en el exterior, hasta cada una de las personas -policías, empleados de líneas
aéreas, simples pasajeros- que nos manifestaron su solidaridad al ver el pasaporte
chileno en cada uno de los tres aeropuertos que pasamos para regresar a Chile.
Somos víctimas de la naturaleza y receptores de la solidaridad que otras veces nos
correspondió entregar.
Ambos fenómenos tiene fuerza telúrica y es el segundo el que nos hace fuertes para
salir adelante una vez más.
Gracias.
La imagen que quiero compartir con ustedes es la primera que recibí al pisar
nuevamente mi tierra: la policía internacional chilena en decenas de computadores
portátiles recibiendo a los viajeros al cielo descubierto, el Servicio Agrícola y Ganadero
reemplazando el scaner por el olfato de los perros adiestrados para impedir la entrada
al país de posible contaminantes agropecuarios, el servicio de aduanas trabajando
sobre la pista de aterrizaje para cumplir con su misión.
Han pasado poco más de 4 días desde la tragedia y Chile parece estar funcionando.
El cariño y preocupación de ustedes lo merece.
El CCEM y el terremoto del 27 De Febrero 2010
Los daños producidos no son de carácter estructural y el edificio tuvo un extraordinario
comportamiento dada la calidad de su construcción, afirmó Ingeniero estructural.
A pocos minutos de ocurrido el sismo, se inició el proceso pre fijado para
eventualidades de este tipo. La responsable del inmueble se comunica con el personal
de seguridad que permanece habitualmente en el edificio. A las seis de la mañana hay
un primer informe que no constata daños mayores. La visita que durante el día
realizan dos ejecutivas del Centro ratifica que existe sólo rotura de vidrios, caída de
yesos y molduras, quiebre de algunas especies frágiles, caída de planchas de cielos
falsos y mucho polvo y desorden en las oficinas, lo que se respalda con fotografías.
Por precaución, el Jefe de Seguridad determina el cierre del edificio, durante el fin de
semana, para personas ajenas al personal. A lo que se suma, la mañana del domingo,
una determinación de las autoridades de suspender actividades masivas por 72 horas.
A contar del día lunes 1° de marzo, se procede a la limpieza y retiro de los vidrios
quebrados, el polvo y algunos escombros y ordenamiento de las oficinas, las que
comienzan a trabajar normalmente. Se solicita a la empresa reponedora de vidrios que
mida, cuantifique y presupueste el reemplazo de los vidrios quebrados.
El mismo día se inicia el contacto con el Departamento de Ingeniería del Ministerio de
Obras Públicas, el Consejo de Monumentos Nacionales y la empresa de ingeniería
que estuvo a cargo de la remodelación del Centro Cultural Estación Mapocho a inicios
de los años 90s, para solicitar la visita de un profesional que certifique el nivel de los
daños a fin de poder reabrir al público.
Desde el mismo día lunes, el Departamento de Desarrollo inició los contactos con los
usuarios que tenían fechas convenidas durante el mes de marzo para confirmar su
voluntad de la realización o reprogramación de sus actividades.
El día martes se inició la reposición de vidrios.
Día miércoles se realiza la visita del ingeniero civil estructural de la Universidad de
Chile, Patricio Almazábal, quien realiza una minuciosa inspección del edificio
completo, quien expresa que los daños producidos no son de carácter estructural y
que el edificio tuvo un extraordinario comportamiento dado la calidad de su
construcción.
El día jueves 4 de marzo se inician las reparaciones de las fisuras y yesos caídos.
Una vez más, la calidad humana y profesional de quienes trabajan en este centro
cultural ha quedado de manifiesto. El centro está operativo y presto para incorporarse,
como habitualmente en estas circunstancias, a las campañas de solidaridad con los
damnificados que están comenzando.
Los centros culturales ante la catástrofe
Una primera mirada de lo acontecido el 27/02, escuchando versiones directas de sus
gestores, algunos informes oficiales y publicaciones de prensa parece indicar que, en
general, se traza una línea muy nítida entre el comportamiento de la infraestructura
cultural más reciente y aquel de los edificios más antiguos.
En el primer caso, están los llamados centros culturales emblemáticos desarrollados
como política de Estado a contar de 1990. Prácticamente sin daños estructurales se
encuentran, en orden de edificación o remodelación, el Centro Cultural Estación
Mapocho, el MIM, el Centro Cultural Palacio de La Moneda y el aún en construcción
Centro Cultural Gabriela Mistral. El Museo de la Memoria, sin daños estructurales,
sufrió la caída de sus techos falsos, afectándose parcialmente la muestra.
En buenas condiciones están la sede del CNCA en Valparaíso y sus oficinas de
Santiago ubicadas en Fray Camilo Henríquez.
Con algunas dificultades está Balmaceda Arte Joven de Santiago, que sufrió
inundaciones por rotura de una matriz de agua potable y derrumbes de construcciones
menores en su terraza superior, y su sede Concepción está dañada. Lo mismo
Matucana 100 que vió afectada su Galería de Arte, situada en un edificio antiguo que
data de la original estación de ferrocarriles. Se espera volver a abrir al público las
salas de teatro en una semana. El edificio llamado Casa Amarilla, junto a la Estación
Mapocho, que acoge a la Fundación de Orquestas Juveniles está en buenas
condiciones y en funciones.
En Peñalolén, el Centro Cultural Chimkowe, en buenas condiciones, esta lleno de
alimentos, ropas zapatos y demases, en campaña de recolección de ayuda, mientras
que la casona Arrieta está bien dañada al igual que otros espacios de infraestructura
patrimonial de la comuna.
Desde Viña nos cuentan que el Teatro Municipal esta con muchos daños.
Las sedes del CNCA se dañaron en Concepción y severamente en Talca, la que es
irrecuperable. Funciona provisoriamente en el edificio del Teatro Regional del Maule,
de reciente remodelación, que está en buenas condiciones. El edificio de la
Corporación de Artistas del Acero de Concepción quedó en muy mal estado. Lo mismo
ocurre con el Museo O’Higginiano de Talca, recientemente reinaugurado.
Respecto de los centros culturales del Programa que el CNCA desarrolla en ciudades
de más de 50 mil habitantes, ubicados en las regiones más afectadas, la Unidad
respectiva está haciendo la evaluación en terreno y en consulta a los alcaldes
involucrados donde no es posible acceder. Una primera evaluación no registra
grandes pérdidas en edificaciones pero sí se vió afectado un terreno recientemente
adquirido frente a la plaza de Constitución, dónde se planea edificar un Centro
Cultural.
Diferente es el caso de construcciones muy añosas que no han recibido
remodelaciones recientes. La Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes y el MAC
han revelado por la prensas sus daños, aclarando que las obras acogidas (libros pinturas) están a buen resguardo y sin daño. Algo peor aconteció con el Museo de
Santa Cruz que sufrió daño de edificio y colecciones.
La parte menos feliz parece habérsela llevado el patrimonio religioso constituido por
decenas de iglesias de gran antigüedad y poco rigor en la mantención.
El Teatro Municipal de Santiago, estará cerrado durante el primer semestre del año y
busca reprogramar su temporada en otros espacios de reciente construcción o
restauración.
Respecto de la situación en que quedaron las instalaciones de la Universidad de Chile
tras el terremoto, el Rector Víctor Pérez indicó que la Casa Central deberá ser cerrada
debido a los serios daños estructurales que sufrió.
Es la hora de trabajar en red. Por lo mismo, cualquier información que se pueda
agregar será bienvenida.
Terremoto, patrimonio y política cultural
La naturaleza ha demostrado que puede influir decisivamente en las políticas de los
humanos. Sea para demostrar su inutilidad, para rectificarlas o también para confirmar
que van por buen camino. Incluso que deben apresurarse. Es lo ocurrido con el
reciente terremoto y las políticas culturales hacia el patrimonio, su conservación,
administración y difusión.
Hace algunos meses, nadie habría pensado que un terremoto sería el mejor aliado de
las políticas pendientes sobre protección, mantención y difusión de nuestro patrimonio
cultural. Hoy nadie duda que debe existir una política de reconstrucción, mantención y
gestión de los bienes muebles e inmuebles patrimoniales. El 27/02 se disiparon los
últimos escollos que defendían el rol exclusivo del estado en la preservación del
patrimonio. Hoy, ni siquiera el más espiritual de los párrocos afectados o el más
institucional de los Obispos, dudan de que para reconstruir, mantener y reutilizar
inmuebles, se requiere la participación de privados, de las audiencias (los fieles en
términos de nuestro cura), por cierto del Estado, pero sobre todo es necesaria una
gestión de dicho patrimonio material por parte de profesionales preparados y con
herramientas para orientar el uso y conservación de la edificación.
Lo que, según se refleja en el cuadro inicial, era un pendiente de la política cultural de
Chile, hoy parece cercano a concretarse. Literalmente.
No son la DIBAM, ni el Consejo de Monumentos Nacionales, ni la Iglesia Católica
capaces de preservar, por sí solos, los tesoros arquitectónicos a su cargo. Son
elocuentes los casos del Museo de Talca, el Museo de Bellas Artes, la Biblioteca
Nacional y las decenas (o centenares) de iglesias afectadas por grietas u otras fallas
estructurales. Tampoco la Universidad de Chile, como lo muestran las sedes del MAC,
el Teatro Baquedano y su emblemática Casa Central, a pesar de los insistentes y
prudentes llamados de alerta del Rector Víctor Pérez desde hace varios años.
Por otro lado, aquellas construcciones que han sido concebidas desde la vigencia en
los 90s de nuestras políticas basadas en la trilogía infraestructura/audiencias/gestión
cultural no sólo han conservado su edificación sino que han sido prestas en reaccionar
para reparar daños menores y, sobre todo, abrir sus puertas al público para continuar
con su misión cultural e incluso acoger a entidades y actividades de entidades
damnificadas, como el Teatro Regional del Maule -que recibió a las oficinas regionales
del CNCA- el Centro Cultural Palacio de la Moneda, el MIM o el Centro Cultural
Estación Mapocho.
Lo mismo ocurre con espacios nuevos que forman parte del boom de la infraestructura
cultural de los últimos años, como son el Centro Cultural Gabriela Mistral o el Centro
Cultural General Bernales, de Carabineros, que acogerá a parte de la programación de
un dañado Teatro Municipal.
Todos ellos han incorporado la variable gestión en su actividad cotidiana y aún antes,
en la concepción de sus espacios.
Por tanto, es urgente con la catástrofe, que ese mismo criterio comience a aplicarse en
el área del patrimonio. Desde sus inicios, desde esa "zona cero" en que hoy se
encuentra, tal como estaba -aunque por desidia humana y no por intervención naturalnuestra infraestructura cultural en 1990.
Estos 20 años de trabajo para crear prácticamente de cero la red de centros culturales
chilenos, son el mejor modelo para iniciar la reconstrucción patrimonial. Por lo
mismo,será la institucionalidad que ha acompañado a ese modelo la más adecuada
para hacerse cargo de la tarea: el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, las
corporaciones y fundaciones privadas sin fines de lucro y la Ley de Donaciones
Culturales.
Dado ello, el camino no es "desvestir un santo para vestir otro". Se trata, en primer
lugar, de evaluar el costo del emprendimiento y luego analizar -plan de gestión en la
mano de la entidad que lo gestionará- cómo se va a obtener dicho recurso. Determinar
cuánto pondrán los privados, cuánto el Estado, cuánto las audiencias, cuánto la
cooperación internacional.
Lo peor sería echar mano a fondos como los concursables del CNCA que tienen ya
inercia y dinámica y cuyo eventual frenazo tendría un costo invaluable para la creación
artística que requiere un país tanto en la emergencia como en la normalidad. Los años
que ha tomado constituir un modelo de elaboración de proyectos y asignación de
recursos por pares y con transparencia forman parte de la solución al castigo que sufre
nuestra arquitectura patrimonial y sin duda ayudarán a superar esta crisis.
Siguiendo el camino trazado, con énfasis en la recuperación patrimonial y sin afectar
las bases de la política cultural que hemos establecido participativamente entre todos
los integrantes del mundo de la cultura, estaremos más cerca de aquello que hoy Chile
nos pide.