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LA LONJA DEL PESCADO ó ANTIGUA LONJA. Diario de una investigación
En el año 1996, siendo estudiante de Historia del Arte en la Facultad de
Geografía e Historia, se nos propuso a los alumnos de “Técnicas artísticas y
conservación de Bienes Culturales”, realizar un trabajo acerca de un edificio singular
ubicado en la ciudad de Valencia, que considerásemos digno de proponer ante la
Consellería de Cultura como Bien de Interés Cultural.
Desde un principio tuve claro que el objeto de estudio en el que deseaba
trabajar debería situarse en el Cabanyal, barrio en el que transcurrió parte de mi niñez
y juventud, y al que siempre consideré merecedor de una mayor atención por parte de
estudiosos y políticos.
La arquitecta Rosa Pastor, fue quien me puso sobra la pista de este edificio y,
quien generosamente, me proporcionó los primeros datos para comenzar mi labor. El
estudio de este edificio, rápidamente, se convirtió en un reto y una gran satisfacción
personal, cada vez que conseguía averiguar algún dato, fascinándome a medida que
lo iba conociendo.
Al principio no resultó fácil, ya que poco se sabía sobre el mismo y la
bibliografía era casi inexistente. Así pues comencé una peregrinación a archivos y
centros oficiales, que no siempre se traducían en los hallazgos apetecidos.
En primer lugar, noviembre de 1996, y una vez elegido el edificio objeto de
estudio, comencé con la recopilación de datos bibliográficos en la Biblioteca del Colegio
Territorial de Arquitectos de Valencia, el Servicio de Patrimonio y la Oficina de
Información Urbanística de esta misma entidad. Seguidamente se impuso la visita al
edificio con varios intentos de contactar con los vecinos que, en general, no se
mostraron muy colaboradores, lo cual entendí cuando averigüé su preocupación por el
futuro de continuidad en sus viviendas. Según me explicaron, dado que la concesión
del suelo tocaba a su fin, desde Aumsa se estaba tramitando un expediente que no les
dejaba dormir tranquilos.
A continuación realicé un reportaje fotográfico en blanco y negro de todas y
cada uno de las viviendas y algunas fotos en color, en cuanto a detalles.
En diciembre de este mismo año solicité una nota simple informativa en el
Registro de la Propiedad de Valencia, pero en sus índices de personas no existían
bienes y derechos reales de clase alguna a nombre del Grupo de Armadores Marina
Auxiliante, S.A. No obstante si hallé la escritura de constitución de esta sociedad en el
Registro Mercantil de Sociedades días después.
Con los datos obtenidos en el Archivo histórico del CTAV, acerca de las obras
realizadas por el Arquitecto Víctor Gosálvez, que en un principio se pensaba podría ser
el autor, me desplacé al Archivo Histórico del Ayuntamiento de Valencia y tras
consultar varios expedientes, no encontré licencia ni legalización de obra referente a
este edificio.
Seguí buscando en el Puerto Autónomo de Valencia, donde solamente se
guardaban datos de los edificios ubicados en el recinto portuario. Igualmente
infructuosas fueron las pesquisas efectuadas en la Oficina Técnica y en el Servicio de
Planemiento del Ayuntamiento de Valencia.
Intenté obtener alguna información de AUMSA, que tampoco tuvo éxito y por
fin, pude recopilar las medidas de cada una de las partes constituyentes del edificio,
así como los usos actualizados en ese momento en la Delegación Provincial de
Hacienda.
Tras estos pasos previos, me dispuse, con lo que tenía a escribir sobre La
Lonja, incluso me atreví a lanzar un par de hipótesis.
En 1978, el Archivo Histórico del C.O.A.V.M. (Colegio Oficial de Arquitectos de Valencia y
elabora el primer“Plano Guía de Arquitectura de la Ciudad de Valencia” en el
que se incluye este edificio, demostrando ya entonces una mayor sensibilidad hacia
nuestro patrimonio más reciente que nuestro Ayuntamiento, que en 1985, tenía
intención de demolerlo, según aparece en su publicación “Junta Municipal del Marítim,
1985”, de la que cito textualmente un pequeño párrafo “Ahora bien, es en las inmediaciones
Murcia),
de ésta (playa) donde se centran las mejoras inmediatas: desaparición de El Clot, grupo de viviendas
para pescadores construido en 1909, situado en la plaza de Hombres de la Mar..”. Así pues no es la
primera vez que el Ayuntamiento de Valencia pretende su destrucción aunque,
evidentemente, no por las mismas razones. Más tarde, afortunadamente el P.G.O.U. de
Valencia de 1988-89, le otorgaba un nivel 2 de protección, que lo mantenía, al menos
parcialmente, a salvo.
En 1996, año en el que acometí esta investigación, su autoría no era clara, ya
que se atribuía al arquitecto Víctor Gosálvez. Sin embargo la construcción de la Lonja,
fechada inequívocamente en 1909, era anterior a la obtención de su título profesional
en febrero de 1912. Así pues me atreví a aventurar la posibilidad de que el autor fuera
su padre, Juan Bautista Gosálvez Navarro, cuya obra se circunscribe al sector GraoCabanyal, lo cual se confirmaría años más tarde, al salir a la luz un documento fechado
en enero de 1907.
Este edificio consta de cuatro fachadas y de dos plantas e incluye 40 viviendas
con entrada por el exterior, que abren huevos al especio central cubierto, de doble
altura utilizado como lonja de pescado.
Lo más destacable de su composición es que gira en torno a dos ejes de
simetría: el paralelo a la C/. Eugenia Viñes, y el transversal, perpendicular a ésta, que
a su vez, son los ejes de simetría de las entradas al patio del edificio, que son cuatro
independientes y opuestas.
El edificio de la Lonja se construye sobre terrenos concedidos a la sociedad
Marina Auxiliante (R.F.00 11/7/1907 Y 3/8/1908), que años más tarde figura en el
Registro Mercantil de Valencia y su Provincia como”Marina Auxiliante, S.A.” constituida
por escritura otorgada el 14 de diciembre de 1940, con un capital social de quinientas
mil pesetas representado por acciones. Esta sociedad tenía por objeto “la prestación
del servicio de sanar y botar embarcaciones denominadas del bou y las dedicadas al
cabotaje que pertenezcan a los socios...” y “podrá dedicar su actividad a cuantas
operaciones mercantiles, industriales o financieras, sean directas o indirectamente
necesarias a la relación del que es su fin primordial”. Lamentablemente queda disuelta
el 13 de Septiembre de 1996, lo cual cerraba una importante fuente de información
acerca del edificio.
Gracias a la amabilidad de algunos vecinos, puede averiguar que La Lonja, tuvo
diferentes usos. El primero de ellos como hospital para los soldados heridos que
llegaban al puerto de Valencia, durante la campaña española de Melilla en 1909, bajo
el gobierno de Maura. Dato que parecían corroborar los rótulos hallados al acometer
trabajos de pintura en el patio central, donde, me contaron, podía leerse: “sala y un
número”, “quirófano”(en el testero norte) y “depósito de cadáveres” (en el testero
sur). Esta información también fue confirmada y publicada posteriormente.
De lo que no cabía ninguna duda es que el edificio estuvo destinado a Lonja,
donde se subastaba el pescado, almacén de artes de la pesca y por último a viviendas
y oficinas de la mencionada sociedad.
Su valor histórico y social se pone de manifiesto en cuanto que su entorno nos
habla de la industria pesquera de la zona, del incremento de movimiento en el puerto,
la demanda cada vez mayor de pescado y de la mejora de las comunicaciones a partir
de finales del siglo XIX, así como de la incipiente proliferación de sociedades
filantrópicas, sociedades constructoras de casas obreras y algunas cooperativas de
producción y construcción.
Estilísticamente, La Lonja se nos muestra como un tipo de Arquitectura de
carácter funcional, sobria y austera, no adscribible a un estilo puro, sino que recoge
muchas tendencias del eclecticismo modernista-historicista, sin que por ello, deje de
constituir una excelente muestra arquitectónica, en la que se conjugan perfectamente
sencillez compositiva y belleza de formas, respondiendo a las necesidades para las que
fue pensada. En su construcción destaca la sencilla labor ornamental que forma el
propio ladrido visto, la labor de herrería de balcones y rejas en los portones principales
y también la carpintería, lo cual denota que en ella trabajaron excelentes profesionales.
Se trata de un edificio de planta rectangular, conformado por dos bloques de
viviendas adosadas, que configuran un espacio central alargado de uso públicocomunitario. Este patio recuerda la nave central de las antiguas basílicas, ya que
sobresale ligeramente sobre las viviendas laterales y recibe iluminación mediante dos
vanos circulares en la parte superior de los testeros, que acusan la sección transversal.
En las entradas a la nave interior es donde se denota el carácter semipúblico
del mismo, ya que introducen un cambio de escala importante en las fachadas.
Es en éstas donde mejor se refleja esta configuración, al estar tratadas como
fachadas de iglesias, sin dejar de utilizar siempre el ladrillo como material constructivo.
Podemos, en primer lugar realizar una lectura formal de los testeros norte y
sur, muy similares entre sí. En el remate de carácter modernista, figura la fecha de su
construcción. Éste se apoya en una especie de frontón triangular, interrumpido por
simuladas pilastras de orden gigante. Todo ello enmarcado por una especie de
entablamento que juega a esconderse para reaparecer de nuevo, pretendiendo dar a la
fechada un efecto de claroscuro. En ambos extremos, adornos a modo de
contrafuertes y al centro, un óculo de ventilación circular.
También llama poderosamente la atención el arco de medio punto que acoge
un gran ventanal, rodeado por falsas dovelas del mismo material y cerrado por una
reja de hierro con motivos florales.
En la fachada sur del edificio (C/. Columbretes) encontramos prácticamente la
única alusión a su principal uso, por el detalle de dos peces entrelazados en la reja de
la puerta de acceso. Esta cancela, presenta una labor de herrería que combina motivos
florales y geométricos.
Es de destacar la fachada recayente en la Plaza Hombres de la Mar donde más
se acentúa el cambio de escala al que aludíamos anteriormente por el enorme y airoso
remate que recoge sus tres vanos inferiores al que se incorporan líneas geometrizantes
que le confieren un toque de modernidad
Las salas laterales de las viviendas recogen la tradición constructiva de las
casas populares. De esta zona destaca el recercado de esquinas y huecos, así como la
banda horizontal de debajo de la cornisa (de donde pendían las poleas), que
abundando en símiles clásicos, podría hacer alusión a un entablamento dórico. Estas
salas laterales se resuelven con muros de carga de ladrillo. También es de destacar
aquí la labor de herrería de balcones y rejas, la madera noble de las puertas, así como
su diseño sencillo, pero no exento de dignidad.
En contraposición el espacio central está cubierto a base de cerchas de madera.
De esta nave central podríamos decir que, si bien nos recuerda, como hemos señalado
anteriormente, la de las antiguas iglesias de planta basilical, también podría estar en
línea con cierta tipología industrial, aquí resuelta de forma más humilde y doméstica,
utilizando un material más tradicional, como es la madera.
En líneas generales, y para concluir, con las lonjas se abandona lo que se llama
tradición funcional y, también arquitectura vernácula, para volver nuevamente a la
arquitectura monumental. El mantenimiento del carácter monumental de este tipo de
edificios depende, en último extremo, de la relación con su entorno y de una firme
intención de reconocer el valor que desde el punto de vista de la colectividad poseen
los mismos, por lo que las entidades locales deberían delimitar las zonas que serían
amparadas por la declaración de áreas a conservar. Esta lonja del pescado, se
encuentra situada en un enclave marítimo que ha perdido su original idiosincracia, por
lo que debería continuar con su uso actual de viviendas, aunque ya no conserve su
funcionalidad inicial. Existen muchos ejemplos de antiguas lonjas rehabilitadas para
albergar museos, residencias, etc. En este caso, el edificio objeto de estudio tuvo una
doble finalidad: Almacén-vivienda de pescadores y patio central destinado a lonja de
pescado, con pórticos historicistas-modernistas en sus cuatro frentes. Su conservación
podría ser un triunfo de la voluntad popular frente a las equivocadas decisiones de las
autoridades locales y los vecinos, según mi criterio, son por muchas razones,
merecedores de conservar sus viviendas, ya que es gracias a ellos, que este edificio
que ahora se intenta proteger desde diversas áreas de la cultura, está en pie gracias a
que lo conservaron y nunca fue abandonado por ellos.
Natividad Banaclocha Navarro