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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología Tomo XL Marzo 1980 Contenido - Contents Método reparativo de saco conjuntival en órbita anoftálmica. Ojeda Guerra A Excrecencias congénitas del borde pupilar del iris. Jimena Sánchez C Fístulas carótido-cavernosas. A propósito de un caso. Río Herrmann JE Terapéutica de las causticaciones. Salado Marín F, Martínez López MC, Vilches Troya J Selección y estudio de los pacientes ante un implante intraocular. Taboada Esteve JF, Menezo Rozalén JL, Vila Mascarell E Abordaje neuroquirúrgico a los tumores cráneo-orbitarios: experiencia personal. Castellanos Mateos F, Montes Pérez FJ, Guillén Quesada R, Jiménez-Castellanos J Hemangioma cavernoso de órbita. Martínez Martínez I, Henríquez de Gaztañondo A Estudio evolutivo de la corio-retinopatía serosa central con los infra-rojos. Salado Marín F Valoración funcional de la retina previa a una vitrectomía. Berniell JA, Roca G, Pujol O Enucleación intraescleral: nueva técnica quirúrgica. Salom B Hifema traumático: valoración de secuelas. Coca Figuerola JM, Castresana Alonso de Prado JI, Cobanera Alcalde JL N.° 3 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 177-182 MÉTODO REPARATIVO DE SACO CONJUNTIVAL EN ÓRBITA ANOFTÁLMICA OJEDA GUERRA A RESUMEN SUMMARY Exposición de método quirúrgico personal de ampliación de saco conjuntival en órbitas anoftálmicas, bien congénitas o retráctiles posteriores por enucleación. Exposition oI surgical personal method of enlargement of the conjuntival sack on the anoftalmie orbits, erthers congenite or later retractils of enucleations. GENERALIDADES posterior e inferior de un injerto de piel fina, el cual se mantiene dentro de la cavidad orbitaria mediante un vástago de acero fijador del mismo. Nosotros siguiendo a Rougier (9), podemos clasificar estas reparaciones de sacos conjuntivales en órbitas anoftálmicas en: La separación de las cavidades orbitarias ha sido un problema quirúrgico difícil, que durante bastante tiempo no ha tenido una solución satisfactoria. Se trata ante todo de un problema estético, que consiste en introducir en la cavidad orbitaria una prótesis libre, que no note nadie alteración anatómica, puesto que el ojo no ha existido o ha sido enucleado. Por primera vez nos encontramos a (Franke, 1890) (2), que hace un transplante dérmico de la piel del brazo, sin sutura sobre un lecho cruento de conjuntiva del párpado superior, en un caso de triquiasis por tracoma con resultado excelente. Posteriormente con (Wieden, 1917) (11), ya nos encontramos con el empleo de injertos dérmicos libres para la restauración de cavidades orbitarias anoftálmicas. Pero tenemos que llegar a 1951 con Lagrot (6), al que le debemos el principio actual de la reparación de estas cavidades por un in jerto dermo-epidérmico libre montado sobre un molde de compresas de gasas vaselinizadas estériles; para posteriormente (Rougier 1953) (7), basado en la técnica de Lagrot (6), describe la suya, que es la que nosotros básicamente seguimos con algunas variantes. Más recientemente (Mustadé, 1960) (4), pone en los casos de cavidades parcialmente retráctiles, un conformador acrílico, donde la talla ha sido previamente escogida, estando recubiertas sus caras I. Casos simples Donde la obliteración del saco conjuntival es debida a la presencia de una hernia de grasa orbitaria, consistiendo su tratamiento en la resección de la misma; otras veces por un entropión importante de párpado inferior, cuya solución sea un injerto libre de piel en el mismo, o bien ante un traumatismo grande de órbita con enucleación y posterior retracción conjuntival, en este caso es suficiente a veces con secsionar las bridas conjuntivales; con incisiones en Z, para reconstituir una cavidad suficientemente grande que permita la colocación de una prótesis. Sin embargo, cuando el ojo ha sido quitado en su totalidad con músculos y cápsula de Teno, la cavidad orbitaria puede retraerse y llenarse de un tejido célulo-graso cicatricial. Una fibrosis difusa entraña una retracción progresiva del fondo de saco conjuntival disminuyendo también la profundida de la cavidad. Si desgraciadamente sigue la retracción se puede distinguir: Residencia Sanitaria de la S.S. La Candelaria. Tenerife. Servicio de Oftalmología. Jefe del Servicio: Dr. A. Ojeda Guerra. Correspondencia: Costa y Grijaba, 5 Santa Cruz de Tenerife OJEDA GUERRA A, et al. II. Cavidades parcialmente retráctiles o III. Cavidades totalmente retráctiles (Rougier) (9), en las cavidades parcialmente retráctiles, emplea el injerto libre de piel fina recubriendo al aparato de Mustardé (5), mediante compresión ocular y sin blefarorrafia; mientras que en las cavidades totalmente retráctiles, emplea el injerto libre de piel fina, recubriendo un molde constituido por colnpresas de gasas embebidas de vaselina estériles y con blefarorrafia total NUESTRA TÉCNICA Nosotros la empleamos, tanto en los casos de cavidades parcialmente retráctiles como en los totalmete retráctiles. La intervención comienza siempre por una incisión situada a ras del borde ciliar y a lo largo de los párpados de un lado a otro de la comisura interna a la comisura externa. La conjuntiva es disecada progresivamente y poco a poco todo el tejido célulo-graso que llena la cavldad orbitaria es extirpado. La incisión debe ser muy profunda e ir hasta el contacto óseo, lo cual se hace a todo lo largo del reborde orbitario, procurando obteneruna cavidad que sea grande y profunda, porque siempre habrá una retracción secundaria. La hemostasia debe ser perfecta, sin utilizar ligadura de cágut, ni coagulación con bisturí elétrico. Ello se consigue mediante oclusiones de tampones de gasas humedecidas en suero fisiológico caliente, adicionándole trombosantes, o a veces adrenalina si el tipo de anestesia general lo permite. En el caso de no poder obtener una cavidad perfectamente exangue, se debe posponer la continuación de la intervención durante 24 o 48 horas. Preparación de inierto cutáneo Se puede utilizar; bien la piel situada sobre la mastoide detrás de la oreja pero en general este teiido es insuficiente para llenar la cavidad; bien la cara interna del brazo o del muslo. Después de haber practicado la asepsia minuciosamente de la piel de la cara interna del muslo, el injerto dermoepidérmico es obtenido mediante la ayuda de un dermatomo eléctrico. Este injerto debe ser lo más delgado posible. A continuación nosotros empleamos, como molde donde montar el injerto, una pasta de stenr o 2 GODIBA de dentis a, la cual es dura en su estado, originario, la misma al sumergirla en agua caliente durante 2 minutos se reblandece y se deforma, pudiéndose introducir dentro de la cavidad orbitaria, tomando la conformación de ésta al enfriarse, obteniéndose así un molde anatómico de la misma. El injerto es montado con la cara cruenta hacia fuera y al exterior sobre esta pasta de stenr o de GODIBA, envolviéndola y suturándola perfectamente borde a borde con cágut de 00000. Este injerto montado es colocado dentro de la cavidad orbitaria, siguiendo la anatomía de la misma, y dejando la sutura del injerto frente a la hendidura parpebral. La intervención se termina con una hlefarorrafia total, que cierra complenamente los párpados sobre el injerto y su molde de GODIBA; así la cara profunda de los párpados estará directamente en contacto con el injerto cutáneo, lo cual evitará retracciones secundarias de bordes ciliares, que en.trañarían un entropión. A los 5 ó 6 días se realiza la primera cura, no encontrándose generalmente ni supuración ni hematoma. La blefarorrafia es abierta a los 15 días y se quitan los puntos del injerto sobre el molde (fig. 1, diapositiva), pero dejando éste durante 2 semanas sin sacarlo, al mismo tiempo que se lava 2 veces al día la cavidad obitaria con suero fisiológico, para evitar la secreción maloiente de la descamación epitelial del injerto. Al mes se puede sacar el molde de pasta de GODIBA. viéndose perfectamente tapizada por piel la cavidad orbitaria (fig. 2, diapositiva). i lasta los 2 meses se sigue lavando diariamente la cavidad con suero fisiológico y se mantiene el molde de pasta de GODIBA, para evitar las retracciones secundarias de la cavidad, lo cual se consigue por ajustarse bien el molde a la cavidad orbitaria; poniéndole a continuación va su prótesis ocular, y sobre los 4 meses ya casi no tiene descamación epitelial. INCIDENCIAS Y COMPLICACIONES Ellas son muy raras; para nosotros el peligro más importante reside en la constitución de un hematoma, que se organice detrás del injerto y que nos lo desprenda; por ello aconsejamos posponer la continuación de la intervención si no se consigue una buena hemostasla. No hemos tenido infecciones secundarias ni perforaciones de párpados por abscesos. Como asimismo en nuestra ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Método reparativo de saco conjuntival en órbita anoftálmica Fig. 2: (Diapositiva). Aspecto del injerto dermo-epidérmico al mes de la intervención. pasta de GODIBA, por ser demasiada fina y romperse al colocarse en la cavidad orbitaria. BIBLIOGRAFÍA Fig. 1: (Diapositiva). Molde de GODVA en la cavidad orbitaria después de quitar la blefarofia total. corta casuística las retracciones secundarias del injerto, han sido mínimas v no hemos tenido que repetir una nueva intervención. COMENTARIOS Hemos encontrado en este molde de pasta de GoDIBA Un buen adaptador anatómico de la cavidad orbitaria, que por su dureza y tolerancia impide retracciones grandes secundarias del injerto de piel. Reducimos el tiempo de la blefarorrafia total y el de permanencia de cuerpos extraños dentro de la cavidad orbitaria, eviíando de esta forma posibles infecciones. Debido a que el molde de pasta de GODIBA se adapía a la cavidad anatómica, nos sirve por igual para las retracciones parciales o totales. No utilizamos mucosa labial con este molde de 1. Alston Callahan. Reconstructive surgery of the eyelids and ocular adnexa. Aesculapius Cie, Birminghan USA, 1966, 305-325. 2. Franke. Zur protung von Haut auf Schelimhaut Centraeblatt für praktische Augenheilhunde. Rev générale d'Ophtalmologie 1890, 9: 380-382. 3. Hartmann. Anophalmos and microphthalmos in Plastic and reconstructive surgery of the eye and adnexa. Ashington 1962, 152-154. 4. Mustardé JC. Repair and reconstruction in the orbital región.Edinbury-London. Ed. Livingstone 1960, 254-273. 5. —: Contraction of the ye Socke (proced 2nd Int Simp Plast Surg of eye and adnexa). St. Louis, Ad Mosby 1967, 518. 6. Lagrot F et pY M. Chirurgie plastique reconstructive des paupiére et des cavités orbitaires. Bull Soc Opht France 1951, 231-250. 7. Rougier J. Réfection de cavites par greffe dermo-epidermique suivant la technique de Lagrot. Bull Soc Opht de France 1953, 383-384. 8. —: Réfection des cavités orbitaires par greffe dermo-epidermique libre. In «Progres en Ophthalmologie». L Paufique, Flammarion 169, 74. —: Tessier P y otros. Chirurgie Plastique Orbito-Palpebrale. Societe Française D'Ophtalmologie 1977, 45-53. 10. Tessier P. Traitment chirurgical des malformathions orbitofaciales rares. Chirugie orthopédique de l'orbite 1.º Congrès International de neuro-génétique. Basel New York Karger 1968, 338-342. 11. Wieden. Restauración total de la cavidad orbitaria por medio de injertos dérmicos para la prótesis ocular. Archivo Oft. Hispano-Americano 1971, 29. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 183-189 EXCRECENCIAS CONGÉNITAS DEL BORDE PUPILAR DEL IRIS* JIMENA SÁNCHEZ C RESUMEN king an anatomical description and a filogenetic significance existing in some animals . Se presentan siete casos, en los que aparecen unas excrecencias congénitas del borde pupilar del iris, haciéndose una descripción anatómica y dando una significación filogenética con su existencia en algunos animales. RESUMÉ SUMMARY Seven cases are presented in wich congenital excretions of the free edge of the iris appear mar- Normalmente el iris ectodérmico rebasa al iris mesodérmico a nivel de la pupila, formando la «orla pupilaris». Este finísimo festoneado es de color marron oscuro, como corresponde al epitelio pigmentario irídico. Tiene un desarrollo variable. sufriendo con mucha frecuencia una involución, por lo menos parcial, con la edad. En la miosis, la «orla pupilaris» se hace más visible, desapareciendo completamente en la midriasis máxima: ello es debido a que la hoja epitelial del iris es más elástica, y en la miosis rebasa mas a la hoja mesodérmica; en cambio en la midriasis se retrae más, haciéndose difícilmente visible. Brückner, entre otros, señala, como anomalía congénita rara, la formación de pequeñas excrecencias o flóculos en este reborde pigmentario del iris, que corresponderían a lo que en algunos animales, como el caballo y algunos rumiantes (vaca, cabra, oveja) tiene un desarrollo marcado y recibe el nombre,de «corpora nigra», «umbraculum» o gránulos irídicos. «on proliferaciones de células aplastadas alrededor de espacios redondeados, estando vascularízados en grado variable (Jack H. Prince y colabor. 1960). * Comunicación presentada al LIV Congreso de la S.E.O.; Valencia 1977 Correspondencia: Generalísimo 27 Córdoba Sept cas se preseten dans les quels apoaraissent quelque excroissances congenitales dubord pupillaire. C'est ainsi que lon fait une description anatomique et que l'on donne une significations philogenetique de leur existence dans quelques animaux. La función de estas excrecencias de pigmento en estos animales es la siguiente: generalmente la pupila es oval, con el eje mayor en sentido horizontal, y en la miosis, la aproximación de es.as excrecencias (mucho más desarrolladas en la parte superior) con las del borde opuesto, coadyuvan a impedir el paso de la luz. Existen en el ojo humano, como se sabe y de una manera constante, otros esbozos rudimentarios de lo que está bien desarrollado en muchos animales: así el pliegue semilunar de la conjuntiva bulbar, corresponde a la membrana clignotante o tercer párpado. PRESENTACIÓN DE CASOS Como hallazgo casual. se encuentra en un niño de dos años una. pupila de bordes irregulares. observando a la lampara de hendidura, se aprecian unos engrosamientos aislados del borde pigmentario, en forma de excrecencias, en número de seis o siete y de un desarrollo similar en ambos ojos, si bien en el ojo derecho, destaca una gran SÁNCHEZ JIMENA C Fig. 1: Iris de caballo (sección). Fig. 2: Iris de vaca (sección). excrecencia en la parte superior. El resto de la exploración oftalmológica es completamente normal. Se estudian también sus otros dos hermanos, de tres y ocho años, que presentan la misma anomalía siendo el desarrollo de estas excrecencias discretamente menor. No se ha podido estudiar a los padres. Los restantes cuatro casos han sido diagnosticados en exploración rutinaria con lámpara de hendidura, a lo largo de varios meses: El caso 4.º, T L. G. de 45 años tiene como particularidad una heterocromía de iris; el O. D., más pigmentado. es portador asimismo de una «melanosis oculi», apreciándose unas manchas «vinosas» de forma irregular, preecuatoriales. Las excrecenciaS de este ojo derecho sos mayores y más numerosas que las del ojo izquierdo. El fondo de ojo es sensiblemente normal en ambos ojos. El caso 5.º, J. M. M., de 57 años y el 6.º, P. R. S., de 39 años no presentan otras alteraciones patológicas. Fig. 3: Iris de caballo: «flóculos». 2 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Excrecencias congénitas del borde pupilar Fig. 6: Caso 1.º (O.D., esquema). Fig. 4: Iris de carnero: «flóculos». El caso 7.º, A.L.L. es un niño de 10 años que acude a la consulta por una conjuntivitis primaveral florida. De algunos casos, dada la dificultad fotográfica que entraña la pequeñez de la region, se acompaña un dibujo esquemático, obtenido por un calco de su proyectación. Fig. 5: Caso 1.º A.R.G. (O.D.). Fig. 7: Caso 2.º G.R.G. (O.D.) ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 SÁNCHEZ JIMENA C Fig. 8: Caso 2.º (O.D., esquema). Fig. 11: Caso 4.º J.J.G. (O.D.) Fig. 9: Caso 3.º P.R.G. (O.D.) Fig. 12: Caso 4.º (O.D., esquema). Creemos interesante resumir unas característicac comunec a estas excrecencias en los casos presentados: 1.º Número Fig. 10: Caso 3.º (O.D., esquema). 4 En todos los casos no se trata de una formación única, sino múltiple, de dos en el más escaso, a ocho o diez, aproximadamente, en el ojo que estas excrecencias son más abundantes. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Excrecencias congénitas del borde pupilar Fig. 14: Caso 6.º (O.D., esquema). 4.° Localización Fig. 13: Caso 6.º P.R.S. (O.D.) 2.° Naturaleza Es claramente a costa del epitelio pigmentario del iris, siendo del mismo color. No poseen contenido líquido que los asemeje a cualquier quiste. Difieren de los quistes que se observan tras la aplicación prolongada de Phospholine, en que éstos, son redondeados y traslúcidos. A diferencia de las sinequias posteriores, no existen adherencias a la cápsula del cristalino. En el ectopión uveal del reborde pigmentario del iris, se encuentran adherencias a la capa mesodérmica y aparece tras procesos inflamatorios. 3.° Desarrollo En los casos que se presentan. el desarrollo es decreciente con la edad, es decir, van disminuyendo de tamaño. Todos los casos presentados son varones. Aunque hay algunas localizaciones, distintas, de estas excrecencias, existe una constante en todos los ojos: su presencia continuada en la parte superior e inferior del borde pupilar, recordando, incluso en el mayor tamario de las superiores, la disposición en el ojo de los animales. (Creemos también interesante puntualizar, que en la observación rutinaria de ojos normales, el reborde pigmentario es con mucha frecuencia más engrosado en la parte superior) . BIBLIOGRAFÍA 1. Saraux H. Les troubles de developpment de la chambre anterieur. Enciclop Med. 2. Amsler M, Bruckner A. Oftalmología 1.ª edición Esp Pág. 402. 3. M Sánchez Salario y otros. Aportación personal al conocimiento de los quistes serosos del iris. Rev Esp Oto-NueroOftalm 1972, 117: 207. 4. M. Carreras y O. Ivorra. Regresión espontánea de un quiste deliris. Arch Soc Esp Oftalm Agosto 1973, Tomo XXIII núm. 8, pág. 693. 5. Lyle HW. Fisiología aplicada del ojo pág. 51. 6. Prince Jack H y colabs. Anatomy and Histopatology of the ye and orbits in domestic animals 1960. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 191-221 FÍSTULAS CARÓTIDO-CAVERNOSAS* RÍO HERRMANN JE1 Presentamos un caso de fístula carótido-cavernosa discutiendo los puntos de interés que presenta como son: aparición espontánea, exoftalmia no pulsátil, relleno tanto por vía de la carótida interna como de la carótida externa y resolución espontánea a raíz de una arteriografía. HISTORIA CLÍNICA Se trata de A. D. P. hembra, de 70 años de edad que estaba siendo revisada en policlínica por presentar una degeneración macular senil de tipo Haab bilateral. En abril de 1977 acudió con un cuadro en O. D. de escozor palpebral, epífora y sensación de cuerpo extraño. Se le apreció un equímosis en conjuntiva bulbar con discreto quémosis y vasodilatación conjuntivales y sin secreción. Dado que las pruebas de coagulabilidad, fragilidad capilar y tensión arterial eran normales, se instauró un tratamiento standard hasta que una semana después volvió, pero esta vez con un franco exoftalmos de O. D. En aquel momento la exploración oftalmológía era la siguiente: Exploración oftalmológica Inspección: exoftalmos directo de O. D. que permite una buena oclusión palpebral. Exoftalmometría (Hertel): O. D. 20 mm. y O. I. 15. mm. Palpación: reductible, no doloroso espontáneamente ni a la presión, reborde orbitario libre, no pulso ni thrill sobre globo ocular ni sobre el recorrido de las venas. Auscultación: no soplo orbitario ni temporal. La enferma tampoco aquejaba soplos subjetivos, aunque si cefaleas frontales poco intensas. Motilidad extrínseca: dado que la enferma refería diplopia en la dextroversión se practicó panta- * Comunicación presentada al LV Congreso de la S.E.O.; Sevilla 1978 1 MIR de la C.S.P.F.F. Correspondencia: General Mola, 207 Madrid 2 lla de Lancaster, apreciándose una hipofunción de recto externo en O. D. con componente vertical variable. Motilidad intrinseca: normal. Ojo derecho: agudeza visual espontánea 1/3 (Wecker), con corrección 2/3, con agujero estenopeico empeora. Refracción: hipermetropía y presbicia. Polo anterior: quémosis, vasodilatación canjuntival y epiescleral, queratoestesiometría normal. Medios transparentes. Fondo de ojo: degeneración macular, angioesclerosis y dilatación venosa, T. A. C. R. 80/35. Tensión ocular: 20 mmHg, valor significativo, puesto que hasta este momento siempre había presentado cifras de 14 a 16 mmHg. Campo visual: escotoma arciforme superior y central, debido a su maculopatía y que no se había modificado respecto a anteriores exploraciones. Ojo izquierdo: normal, salvo la citada maculopatía. Exploración general y analítica Ligero sobrepeso, auscultación cardiopulmonar con roncus y sibilancias y refuerzo del segundo tono aórtico deformidades articulares de osteocondritis en manos y artrosis de ambas rodillas. Exploración radiológica La radiologia simple mostró unas calcificaciones del sifón carotídeo, probablemente secundarias a una ateromatosis arterial cerebral, y un aumento del área de la hendidura esfenoidal de lado derecho no valorable, pueso que no había otros signos óseos de hipertensión orbitaria y sólo en el 20-30 por 100 de la población son simétricas ambas hendidudas esfenoidales. En esta fase del estudio se pensaba en una RIO HERRMANN JE Fig. 1. Fig. 3. trombosis de vena oftálmica o en un proceso expansivo intraorbitario, por lo que se practicó una flebografía mediante punción de la vena frontal supraorbitaria derecha. En una primera serie a baja presión (fig 1) se vio que el contraste rellenaba las venas angular y facial derechas sin lograr pasar del ángulo formado por la primera y segunda porciones de la vena oftálmica, punto venoso éste que además se encontraba desplazado hacia la línea media. En una segunda serie a alta presión (fig. 2), siguieron sin conseguir rellenar la segunda y tercera porciones, pero a expensas de una rama de la vena supraorbitaria se repleccionó en el tercio externo de la órbita una red de vasos venosos patológicos dilatados y varicosos. La presión de inyección era, sin embargo, lo bastante grande como para rellenar la vena oftálmica contralateral en todo su recorrido y los plexos venosos y capilares de la fosas nasales. Todo lo que antecede seguía indicando bien una trombosis de vena oftálmica, bien un proceso expansivo intracónico. A continuación se practicó una angiograíía carotídea derecha, para lo cual se puncionó la carótida primitiva del lado derecho, viéndose un trayecto cervical totalmente normal. En cambio se descubrió una fístula carótidocavernosa en cl segmento C4 (horizontal) del sifón carotídeo (figs. 3, 4, 5 y 6) que se rellenaba en los tiempos arteriales precoces, difundiendo rápidamente y permaneciendo el contraste todo el tiempo arterial y capilar. Se realizó una angiografía selectiva de carótida interna y externa, viéndose que la fístula se rellenaba por ambas vías, en la segunda a base de una hiperplasia de los ramos meníngeos de la arteria meníngea media (rama de la maxilar interna) y un engrosamiento de las ramas, faríngeas ascendentes. El drenaje venoso era hacia circulación intracraneal por el confluente posterior, sin que en ningún momento se repleccionasen las venas oftálmica5 ni tampoco (como se aprecia en la serie AP) el seno coronario ni el seno cavernoso del lado opuesto. Fig. 2. Fig. 4. 2 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Fístulas carótido-cavernosas Fig. 6. DISCUSIÓN Fig. 5. Evolución Conviene ahora dar un salto atras para observar (fig. 7) la evolución clínica. Desde el momento del inicio de la clínica (5/V) hasta la fecha en que se practicó la arteriografía (25/Vl) el cuadro había ido empeorando con evolución de la tensión ocular de lado derecho hasta 27 mmHg, exoftalmometría estabilizada entre 19 y 21 mm., aumento de la ingurgitación venosa, deterioro progresivo de la pantalla de Lancaster y agudeza visual y campo invariables. Sin embargo, ya cinco días después de la arteriografía (30/VI) comenzó a remitir el cuadro con tensión ocular de 20 y luego 18 mmHg, exoftalmometría de 18 y 16 mm., regresión y desaparición de la ingurgitación y mejoría ostensible de la motilidad, sin que hasta el momento (un año después) haya habido indicios de recidiva. La primera referencia a un aneurisma carótidocevernoso de la que se tiene noticia (Pool, T. L. (145)) es un hallazgo necrópsico de William Hunter a finales del s. XVIII publicado posteriormente por Gilbert Blane en 1800. En lo que al cuadro clínico se refiere y aunque el exoftalmos pulsátil se conocía con anterioridad, es J. Adams (1869) el primero en describir la semiología neurológica de la fistula carótido-cavernosa. Luego, en sucesivas aportaciones, se va completando el polimorfismo con el que hoy en día conocemos este proceso; así De Schweinitz y Holloway (1908) (33) son los primeros en presentar Ul1 caso de exoftalmia bilateral, F. Pincús (1907) (114) describe la exoftalmia únicamente contralateral, etc. Jonh Abernety (1798) inicia las técnicas de ligadura de la carótida primitiva y Astle y Cooper (1805) son pioneros en la aplicación de las citadas técnicas a un caso de fístula carótido-cavernosa, pero el paciente falleció en el postoperatorio. Pocos años después es precisamente un oftalmólogo, Benjamín Travers (1809), el primero en obtener una curación en el tratamiento de un exoftalmos pulsátil con una ligadurad de carótida primitiva, aunque según dern trara James Cuthrie después, se trataba de un aneurisma cirsoideo de la oftálmica y no de una fístula carótido-cavernosa. Pronto se describen casos de curación espontánea como el de J. Hutchinson (1875) (78), que ya para C. H. Sattler (1920) (156) suponen un 5 por 100 de la casuística. De mediados los cincuenta son las primeras referencias a resolución a raíz de arteriografías: J. M. Potter (1954) (116) y T. C. Parsons y cols. (1951) (136). ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 RIO HERRMANN JE ANATOMÍA Antes de penetrar en la discusión de los aspectos etiológicos, clínicos y radiológicos creemos necesario dar un repaso a la anatomía de la región del seno cavernoso, no sólo en su faceta clásica sino atendiendo también a los últimos avances obtenidos con técnicas como la inyección postmortem de resinas plásticas y compuestos fluorescentes y sobre todo las angiografías con foco ultrafino (de hasta 0,1 mm.), seriación rápida (1 y 6 placas por sg.), magnificación directa hasta 1 aumentos) y estudios hiperselectivos cateterizando ramas como la arteria maxilar interna El seno cavernoso (fig. 8) es una formación par y simétrica, situada a ambos lados de la silla turca en el cuarto interno de la fosa cerebral media. La forma corresponde a la de una pirámide cuadrangular truncada de base mayor posterior con una Fig. 7. 4 Fig. 8: 1: diafragma selar, 2: dura madre, 3: cuerda de Willis, 4: nervio motor ocular común. 5: nervio patético, 6: seno plexiforme. 7: nervio oftálmico de Willis, 8: nervio motor ocular externo. 9: nervio maxilar superior. 10: ligamento de Trolard, 11: carótida. 12: plexoneurovenoso de Walter. Según Paturet (modificado). Tratado de Anatomía Humana, Masson (edit), París 1958. longitud de dos centímetros y una anchura de uno. De las cuatro paredes (superior, inferior, interna y externa) es la últimamente citada la que tiene un mayor interés para el clínico, ya que en su espesor discurren el nervio motor ocular común, el nervio patético y el nervio oftálmico de Willis (citados de arriba a abajo). Con frecuencia aparece desdoblada en dos hojas por el seno plexiforme, el cual constituye una red venosa trabeculada en comunicación con el seno cavernoso, quedando las mencionadas estructuras nerviosas en la hoja interna más gruesa. Ya en el interior del seno, pero unido por un meso fibroso (ligamento de Langer) a la pared externa y paralelo a ella, se encuentra el nervio motor ocular externo. La carótida interna tras salir del canal carotídeo atraviesa el suelo del seno cavernoso por su parte posterior, recorre a continuación el interior del seno y sale de éste perforando el techo en su parte anterior. La carótida intracavernosa así delimitada adopta una forma de S itálica con un primer codo unido al canal carotídeo por el lio amento de Trolard y el segundo adosado a la pared interna del seno, quedando recubierta por el llamado plexo neurovenoso de Walter que se constituye por el plexo carotídeo (simpático) y el plexo de Rektorzik (venoso). Desde el punto de visía radiológico se distinguen tres segmentos: C5 o ganglionar, C4 u ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Fístulas carótido-cavernosas horizontal y C3-C2-C1 o terminal (de abajo a arriba). El interior del seno cavernoso se encuentra ocupado aparte de por la carótida por unas bridas fibrosas llamadas cuerdas de Willis que lo atraviesan en todas las direcciones dan do al seno el aspecto al que debe su nombre. Hasta hace un cuarto de siglo era esta la concepción que se tenía del seno cavernoso, pero modernamente v gracias sobre todo a los trabajos de J. N. Taptas (1949) (180) y P. Bonnet (1955) (13,11), pero también a los de E. Olivier y M. Papamiltiades (1952) (131), P. E. Duroux y colaboradores (1955) (11), P. Betoulieres y cols. (1957) (11), J. C. M. Henry (1959) (74), P. Patoullard y cols. (1969), (137), (1970) (138) (1978) (139), G. Giudicell y cols. (1972) (62) y G. Simón y G. Ramee (168), se ha revi- sado ampliamente el tema sobre to;do en lo referente a las ramas intracavernosas de la carótida interna, las aferencias v eferencias venosas del seno y la constitución de las paredes sinusales, siendo quizá el punto más importante en relación con el tema que nos ocupa las anastomosis entre carótida externa y carótida interna intracavernosa Ramas intracavernosas de la carótida interna Ya se conocía su existencia desde H. Luschka (1860) (105), pero se ignoraba su origen, trayecto, terminación y anastomosis hasta los trabajos de M. Mac Connell (1953) (106) sobre la vascularización de la hipófisis S. Stattin (1961) (169) sobre la vascularización de la tienda del cerebelo, L. B. Schnurer y S. Stattin (1963) (162), G. Lazorthes y A. Gouaze (1968) (98) y D. Parkinson (1964) (133) y (1972) (135). De entre los trabajos recientes destacaremos para el estudio de las ramas de la carótida externa a C. Aaron y cols. (1970) (1), R. Combelles (1970) (29), J. M. Gillet (1970) (60), J. J. Merlanld (1973) (116) y J Moret (1975) (118) y para las de la carótida interna a D. Dilenge (1965) (35), S Wallace y colaboradores (1967) (192), J. Faure y cols. (1972) (1-8), G. Manelfe (1972), (109) y P Lasjaunias y cols. (1975) (94). Las dificultades técnicas qur hay que vencer para los estudios angiográficos de estas ramas arteriales son su diametro de 0,3 a 0,5 mm. y el hecho de que se proyectan sobre estructuras óseas densas. Aunque existen considerables variaciones individuales en el lugar exacto de origen así como en las divisiones y anastomosis distinguimos cuatro troncos carotídeos intracavernosos fundamentales: (fig. 9). a) Tronco meníngeo-hipofisario. b) Arteria inferior del seno cavernoso. c) Arteria capsular inferior de Mac Connell. d) Arteria capsular superior de Mac Conell. a) Tronco meníngeo-hipofisario Fig. 9: 1: carótida común, 2: carótida interna, 3: carótida externa, 4: arteria capsular superior de McConnell, 5: arteria capsular inferior de Mc Connell, 6: arteria hipofisaria inferior, 7: tronco meníngeo-hipofisario, 8: arteria meníngea dorsal, 9: arteria territorial, 10: arteria inferior del seno cavernoso, 11: arteria meníngea media, 12: arteria meníngea menor, 13: arteria pterigoidea, 14: ramo anastomótico, 15: arteria maxilar intera, 16: arteria temporal superficial, 17: arteria faríngea ascendente, 18: arterai oftálmica. También llamado tronco posterointerno, arteria hipofisaria de Mac Connell y arteria dorsal principal de Shnurer y Stattin. Aparece en el 100 por 100 de las disecciones de Parkinson y en vivo se estudia fundamentalmenteen las incidencias laterales, siendo fácil de ver por su grosor. Tiene su origen en el segmento posterior del primer codo, radiológicamente en C5 o en la unión de C4 con C5 y una longitud de 1 a 7 mm. Se divide en tres ramas: ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 RIO HERRMANN JE aa) Arteria hipofisaria inferior que va a irrigar el lóbulo posterior de la hipófisis, el diafragma selar, la duramadre de la clinoides posterior y parte de la pared del seno cavernoso. ab) Arteria meningea dorsal o superior del clivus que va a irrigar la duramadre del clivus y da una importante anastomosis con la rama meníngea de la arteria faríngea ascendente. ac) Arteria tentorial o de la tienda del cerebelo que irriga la duramadre de la hendidura esfenoidal, el techo del seno cavernoso y los nervios oculomotores . A veces en lugar de tres ramas sólo existe una bifurcación, habiéndose descrito un origen distinto para cada una. Concretamente la arteria tentorial es frecuente que nazca de la arteria inferior del seno cavernoso. b) Arteria inferior del seno cavernoso También llamada rama anterior de Mac Connell y arteria principal de Schnürer y Stattin. Aparece en el 80 por 100 de las disecciones de Parkinson y en vivo es más difícil de ver que la anterior por su pequeño diámetro y porque en las placas se superpone a las ramas recurrentes temporales anteriores y a las ramas de división de la arteria meníngea media. Tiene su origen en C4 entre el tercio posterior y el tercio medio de esta porción horizontal. Sigue paralela a C4 y lo más importante de su distribución es su anastomosis a nivel del agu jero redondo menor con ramas de la meníngea media. Irriga los nervios oculomotores el techo del seno cavernoso, la pared de los senos petrosos, el cavum de Meckel y la duramadrede la fosa temporal. c) Arteria capsular inferior de Mac Connell Irriga el suelo de la silla turca anastomosándose con su adelfa. d) Arteria capsular superior de Mac Connell Irriga la parte anterior del diafragma selar y se anastomosa con la del otro lado. (1963) (71) las encuentra solamente en el 2 por 100 de las arteriografías realizadas. G. Manelfe y cols. (1972) (109) en un 25 por 100 de las angiografías de carótida interna normales y en un 50 por 100 en los casos patológicos. Entre los autores que se han dedicado al tema destacaremos los trabajos de F. Markx (1919) (113), T. C. Parson (1964) (136), J. A. Mount y J. M. Taveras (1957) (120) v más recientemente los de I. Higazi y A. Banhawy (1964) (75), D. Parkinson (1961) (133), S. D. Takekawa y C. B. Holman (1965) (176), G. C. Andrioli (1968) (2), R. Djindjian y colaboradores (1968) (37), M. I. Margolis y T. H. Newton (1969) (111) R. Combelles (1970) (29), G. Friedmann y cols. (1970) (54) y J. Theron (1971) (185). A continuación citamos las principales víaS de anastomosis: a) Tronco meníngeo hipofisario de la carótida incracavernosa a través de la arteria meníngea dorsal se anastomosa con los ramos meníngeos de la arteria faríngea ascendente (rama de la carótida externa). b) Arteria inferior del seno cavernoso (rama de la carotida intracavernosa) se anastomosa con ramas de la arteria maxilar interna (a. meníngea media, a. meníngea menor, a. pterigoidea y ramo anastomótico) que a su vez lo es de la carótida externa. c) Arterias capsulares superior e inferior de Mac Connell se anastomosan con sus homólogas (carótida interna intracavernosa contralateral). d) Ramas de la porción intrapetrosa de la carótida interna con arteria maxilar interna carótida externa), fundamentalmente las arterias vidiana, carótido timpánica y estapediana. La aparición de esta vía en la alimentación de fístulas carótidocavernosas es, sin embargo, excepcional. e) Arteria oftálmica rama de la carótida interna, se anastomosa con las siguientes ramas de la carótida externa: ea) A. temporal superficial a través de las arterias frontal, supraorbitaria palpebral lateral. eb) A. facial a través de la arteria angular. ec) A. maxilar interna a través de las arterias menmgea medai, temporal profunda anterior, esfenopalatina y lagrimal. Aferencias y eferencias venosas del seno cavernoso (fig. 10) Anastómosis carótida intena-carótida externa En general se trata de ramos arteriales muy difíciles de ver en arteriografía, a pesar de los avances técnicos que hemos referido antes. G. J. Hayes 6 Tras los estudios iniciales de H. Wolff y B. Schmid (1939) (200), llegamos a la tesis doctoral de J. C. M. Henry (1959) (71), que divideeste conplejo plexo venoso en dos confluentes: ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Fístulas carótido-cavernosas Paredes del seno cavernoso Fig. 10: CI: carótida intracavernosa, SCa: seno cavernoso, Fr.: vena frontal, VAn: vena angular, Fa: vena facial, VOfS: vena oftálmica superior, VOfI: vena oftálmica inferior, SB: seno de Breschet, VSS: vena silviana superficial, SCo: seno coronario, SPS: seno petroso superior, SPI: seno petroso inferior, SL: seno lateral, YIn: ygular interna, EE: venas emisarias esfenoidales, MM: vena meníngea media, PPt: plexo pterigoideo. a) Confluente anterioinferior sub- y precarotídeo constituido por ila vena oftálmica superior, la vena oftálmica inferior, el seno Breschet y el plexo pterigoideo. b) Confluente posterosuperior supra- y retrocarotídeo constituido por el seno cavernoso contralateral a través del seno coronario, el seno petroso superior y el seno petroso inferior. Posteriormente son de destacar los trabajos de Gillot (1964) (61), G Giudicell y cols. (1972) (62) utilizando contrastes intravasculares post mor-tem, J. Theron (1972) (186) que estudia fundamentalmente los tiempos venosos de las arteriografías, P. Engel (1972) (46) mediante flebografía anterior y J. Vignaud y cols. (1972) (188,189), practicando flebografías posteriores y flebotomografías. Por su claridad transcribimos un esquema de S. Obrador y cols. (1973) (128): Confluente anterior: vena oftálmica superior, vena oftálmica inferior seno de Breschet o del ala menor; vena uncinada. Confluente inferior : venas de Nunh (v. del agujero redondo mayor); venas meníngeas menores (v. del forrna en oval); venas de Merkel (v. del agujero de Vesalio). Confluente posterior: seno petroso inferior; seno petroso superior; seno petrooccipital de Fnglis; plexo pericarotídeo de Rektorziik. Anastomosis intercavernosas: seno coronario o de Ridley (rama anterior y rama posterior); plexo subhipofisario de Troblard; plexo basilar. J. N. Taptas (1956) (182) y (1962) (183) introduce en la anatomía del seno cavernoso el concepto de «repliegue dural» de tal forma que las caras superior y externa estarían derivadas de un repliegue de la durama dre, mientras que las caras inferior e interna estarían recubiertas de periostio o lo que es la mismo el seno cavernoso quedaría en disposición extradural. J. Theron (1971) (185) incorpora ya plenamente esta idea a su definición de seno cavernoso: «la loge caverneuse est l'espace extra-dural occupant le tiers interne de la fosse cérébrale monyenne». Ello nos lleva además a la sustitución de la expresión «seno cavernoso» («sinus caverneux») por la de «celda cavernosa» («loge caverneuse») que se ajusta más a la idea actual sobre esta región. La localización de los elementos nerviosos en la pared externa del senocavernoso entre dos láminas durales fue explicada por P. Patouillard (1969) (137) en el sentido de la duramadre de la fosa posterior se invaginaría en dedo de guante pir debajo de la duramadre de la fosa media, quedando los nervios y el seno plexíforme atrapados entre ambas. FISIOLOGÍA Durante muchos años ha resultado una ncógnita la compleja disposición de la región del seno cavernoso en el sentido de que no se encontraba clara utilidad funcional que la explicase. Aún hoy en día sólo se pueden aventurar teorías entre las que destacaremos dos: el seno cavernoso serviría para amortiguar las expansiones sistólicas de la carótida interna y éstas a su vez ayudarían a movilizar la sangre venosa. J. Vignaud y colaboradores (1972) (189) introducen catéteres por el seno petroso inferior y registran las oscilaciones de la presión venosa y el electrocardiograma simultáneamente. Observan que en ei interior del seno cavernoso y del seno petroso inferior, la onda de presión venosa es típicamente arterial y al alejarse de ese punto se va perd.endo el citado patrón hasta llegar a la yugular en que la onda de presión es ya netamente de tipo venoso. Aunque a groso modo se sabe que la circulación venosa intracraneal drena por los dos senos cavernosos y la prensa de Herófilo, ignoramos el sentido exacto de la corriente en cada una de las colaterales del seno cavernoso. Este tema ha sido especialmente estu- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 7 RIO HERRMANN JE diado por P. Rabischong y colaboradores (1972) (148) para los que las dos oftálmicas, el seno de Breschet y el seno petroso superior serían aferentes, mientras que el seno petroso inferior y las venas emisarias esfenoidales serían eferentes. En el caso concreto de las venas oftálmicas otros autores han encontrado, en cambio, que el flujo puede ser en cualquiera de los dos sentidos dependiendo en cada momento de la presiones venosas facial e intracraneal. cambió de parecer. Cuando la exoftalmía es únicamente heterolateral debemos suponer con G. Stroobandt y cols. (1972) (172), que no existe paso de sangre del seno cavernoso afecto a las venas oftálmicas de este lado. El latido se percibe normalmente en el ángulo súperointerno de la órbita, pudiendo faltar como generalmente sucede en las fístulas de bajo flujo. Soplo CLÍNICA Para W. E. Dandy (1937) (30) el dia#nóstico de fístula carótido-cavernosa reposaba en dos elementos. la exoftalmia pulsátil y el soplo. Pero poco a poco se ha ido modificando este concepto, sobre todo desde la utilización sistemática de las angiografías, viéndose el gran polimorfismo que puede presentar este proceso, debido a la existencia de fístulas de alto y bajo flujo (ver etiopatogenia) v de una gran variedad de posibilidades dedrenaje venoso (ver radiología). Casi dos tercios de los casos corresponde a mujeres, predominando en cuanto a las edades la juvenil y la senil. Exoftalmos pulsátil Es de intensidad variable, aunque en general no sobrepasa los 22 mm., permitiendo por lo tanto una buena oclusión palpebral, y puede incluso faltar. Es directo v depresible. Se han descrito casos de exoftalmía bilateral como los de De Schweinitz y Holloway (1908) (33), C. H. Saltler (1920) (156) y W. E. Dandy (1937) (30) siendo interesante la revisión de J. Colas y cols. (1961) (28). También es frecuente la exoftalmia únicamente heterolateral, siendo el primer caso descrito el de F. Pincus (1907) (144). Para no excedernos en este punto nos limitaremos a consignar los trabajos que hacen referencia al tema: (156), (31), (58), (85), (149), (65), (177), (153), (199), (19), (80), (32) (53), (64), (193) y (56) ordenados por la fecha de publicación. C. H. Sattler (1920) (156) piensa que el carácter uni o bilateral de la oxoftalmía vendría determinado por situación anterior o posterior, respectivamente, de la fístula, dado que en el primer caso el drenaje se haría predominantemente por las venas oftálmicas ipsilaterales. W. E. Dandy (1937) (30) opinó de igual forma pero posteriormente (1941) (31) 8 Existe un soplo subjetivo endocraneal que el enfermo refiere como ruido en maquinaria, ruido de tren, etc. Este soplo se puede además objetivizar por auscultación en regiones frontotemporal y frontoorbitaria Es un soplo de tipo continuo con refuerzo sistólico, que se debe al ruido que hace la sangre al pasar por la boca de la fístula. Por esta causa será marcado en las fístulas de alto flujo y discreto o incluso ausente en las de bajo flujo. Generalmente es más marcado en el lado afecto: F. Pincus (1907) (114), J. C. White v col . (1958) (199), K. G. Jamieson y cols. (1960) (80), M. V. Graham (1966) (61) y F. B. Walsh y W. F. Hoyt (1969) (193). Puede también ser igual en ambos lados: W. E. Dandy y R. H. Follis (1941) (31), J. Graveleau y P. Namin (1951) (65) y L. Rouves y C. Rouves (1955) (153). En ocasiones se percibe sólo en el lado contrario C. H . Sattler (1920) (156). F. Geis (1941) (58), M. Ramos y L. A. Mount (1953) (149), E. Tamler (19a4) (177), M. Feld y cols. (1959) (49), J. Francois y cols. (1965) (53), y M. David y cols. (1961) (62). Se ha descrito el soplo también como signo aislado: E. Clarke y cols. (1954), 23. I. Higazi y A. Banhway (1964) (75) y F. B. Walsh y W. F. Hoyt (1969) (193). Una prueba clínica de gran importancia, sobre todo con vistas a plantearse la solución quirúrgica, es la compresión de la carótida cervical ipsilateral. Si desciende marcadamente o llega a desaparecer (C. H. Sattler (1920) (156) y W. E. Dandy (1937) (30)), el pronóstico de una ligadura de carótida será mejor si no desciende (M. Ramos y L. A. Mount (1953)). En ocasiones el descenso de intensidad del soplo se produce con la .compresión de ambas carótidas (F. B. Walsh y W. F. Hoyt (1969), (193)). ThriII Se explora colocando suavemente la palma de la mano sobre el globo ocular con párpados cerra- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Fístulas carótido-cavernosas dos o a punta de dedo sobre el trayecto de las venas frontal, angular y facial. Está originado por la vibración de las paredes de la fístula al paso de la sangre por lo cual suele estar ausente, junto con el latido y el soplo, en los casós de bajo flujo. (1973) (128): Cuadro neurológico Se puede encontrar una afectación de los pares III, IV y/o VI, principalmente de este último, que por ir por el interior del seno es más sensible a los cambios hemodinámicos que provoca la fístula. La lesión puede ir desde una paresia hasta una parálisis y se acompaña frecuentemente de diplopia. También se ha descrito la hipoestesia/anestesia corneal por les ones del V par, concretamente del nervio oftálmico de Willis. Cuadro de éxtasis A nivel conjuntival se aprecia una vasodilatación venosa, a veces dispuesta en cabeza de medusa, acompañada de quémosis y no raramente de equímosis. En fondo de ojo también existe una marcada vasodilatación venosa. Bien por el éxtasis en la circulación d retorno, b en por la concomitancia de pequeñas trombosis venosas se puede originar, no un glaucoma, pero sí una hipertensión ocular generalmente modera con cifras que no suelen rebasar los 25-30 mmHg. Otros síntomas Suele haber cefaleas frontales y dolores retroculares. La agudeza visual puede estar disminuida, lo que M. D. Saunders y W. F Hoyt (1969) (158) y otros autores explican por la isquemia retiniana al descender el flujo de la arteria oftálmica y por la compresión que ejercería la vena oftálmica dilatada sobre el nervio óptico. Además se han descrito hemorragias (intracraneales y epíxtasis), edema palpebral (principalmente párpado inferior) y fotofobia. Como vernos, la variedad de posibilidades clínicas es grande hasta llegar incluso a reproducir los síntomas de un tumor de ángulo cerebelopontino como en un caso de B. Bartlow y R. D. Penn (1975) (8). Respecto a las frecuencias de presentación de cada uno de estos signos y síntomas las damos agrupadas a continuación (S. Obrador y cols. RADIOLGÍA A) Fístulas carótida interna-seno cavernoso. B) Fístulas carótida externa-senO cavernoso. C) Fístulas mixtas (C. I.-C. E.-S. C.). Fístulas carótida interna-seno cavernoso R. Djindjian y cols. (1973) (38) las clasifican en tres grupos según el segmento intracavernoso de la carótida en que se produzca el paso de contraste (ver fig. 11). AA) Fístulas del segmento ganglionar (C5): son el 50 por 100 de los casos. El paso de contraste se produce o bien a nivel del primer codo der sifón o bien ligeramente más abajo. Se deben a roturas en el troncomeningo-hipofisario. El drenaje es hacia venas oftáImicas, seno petroso inferior y plexo pterigoideo. AB) Fístulas del segmento horizontal (C4): son un 25 por 100 de los casos. La localización del punto exacto de paso de contraste es extremadamente difícil va que difunde rápidamente. Se deben sohre todo a roturas de la arteria inferior del seno cavernoso y de la arteria capsular inferior de Mc Connell. El drenaje es hacia venas oftálmicas superior e inferior y hacia senos petrosos. AC) Fístulas del segmento terminal (C3-C2-C1): son el 25 por 100 de los casos. Se localizan entre ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 9 RIO HERRMANN JE (150), D. O'Day y cols. (1970) (129), R. M. Taniguchi y cols. (1971) (178) R. Djindjian y cols. (1973) (39) y N. S. Shelzinger y N. J. Shatz (1973) (161). Flebografría en las fístulas carótidocavernosas Fig. 11: A: Fístulas de segmento ganglionar (C5); B: fístulas de segmento horizontal (C4); C: fístulas del segmento terminal (C3-C2-C1). codo anterior del sifón carotídeo y extremo distal de dicho sifón. Se pueden deber a roturas de la arteria capsular superior de Mc Connell pero probablemente las arterias hipofisarias superiores jueguen también un importe papel. El drenaje es sobre todo hacia seno de Breschet y también a venas oftálmica y plexos pterigoideos. En general el lugar exacto de la fístula se puede determinar sólo en una tercera parte de los casos, debiéndonos conformar en el resto con lalocalización aproximada que da la zona de seno cavernoso más llena de contraste. Fístulas carótida externa-seno cavernoso Son M. A. Falconer y R. D. Hoare (1952) (47) los primeros en demostrar una de estas fístulas arteriográficamente, concretamente a través de las ramas suborbitarias de la arteria maxilar interna y la arteria oftálmica. Para T. H. Newton y W. F. Hoyt (1968) (121) se dividen en: BA) Fístula a nivel o en la proximidad del seno cavernoso. BB) Fístulas a distancia desde la arteria meníngea media e incluso la arteria occipital que drenarían hasta seno cavernoso a través de los senos lateral, esfenoparietal, longitudinal superior y petroso superior. Dentro de este grupo hay que destacar las aportaciones de E. F. Fincher (1951) (52) y F. Berkay (1963) (10). En general para el estudio de las fístulas de carótida externa es interesante consultar los trabajos de G. J. Hayes (1963) (71), P. Castaigne y cols. (1961) (20) y (1966) (21), S. Mingrino y F. Moro (1967) (117), F. Clemens y H. Lodin (1968) (27), P. Pradat y cols. (1968) (147), M. Sachs y cols. (1969) (150), A. E. Rosenbaum y M. M. Schechter (1969) 10 Esta técnica ha sido recientemente revisada en relación al proceso que nos ocupa por: W. Hanafee y cols. (1965) (69), P. C. Shiu y cols (1968) (167), W. Shiro (1970) (166), C. Clay y cols. (1972l), P. Engel (1972) (46) y J. Vignaud y cols (l978) y (1972) (189). En la flebografía anterior va a existir casi constantemente una detención total o parcial del constraste. Este dato unido a la vasodilatacion venosa hace que muchas veces se piense más en una trombosis de vena ofíálmica que en una fístula carótido-cavernosa. El stop se puede presentar a nivel de la entrada de las venas en órbita de cualquier de las tres porciones de la oftálmica o del plexo cavernoso. En general no es punto fijo sino que retrocede al aumentar la presión de inyección. Son frecuentes demás las venas orbitarias anómalas (dilatadas y varicosas) localizadas fundamentalmente en la parte externa de la región orbitaria. La flebografía por vía posterior del seno cavernoso da también un relleno sólo parcial con detención bien a nivel de seno petroso, bien en el interior ya del seno cavernoso. MÉTODOS COMPLEMENTARIOS Aunque con los datos referidois queda suficientemente sentado el diagnóstico existen otras técnicas aplicadas como son: Presion venosa A nivel de las venas frontal, angular y facial existe en decúbito dorsal una presión venosa de unos 10 cm. de agua en condiciones normales. En los casos de físcula carótido-cavernosa hay un aumento de presión venosa a este nivel, considerando C. Clay y cols. (1973) (25) que cifras de 25 centímetros de agua o mayores indican la existencia de un trastorno hemodinámico. De hecho en estos enfermos es corriente encontrar valores entre 40 y 90 cm. de agua. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Fístulas carótido-cavernosas Presión de oxígeno En los casos en que exista un drenaje por vía anterior, la sangre venosa va a venir mezclada con sangre arterial por lo que la presión de oxígeno va a estar aumentada. Dado que no existen cifras standard a este nivel se aconseja tomar una referencia midiendo la PO2 en otra vena de la economía. Electroencefalografía No suele dar ningún dato valorable o todo lo más discretas señales de isquemia por el robo de flujo. Es, sin embargo, importante la práctica de un electroencefalograma con compresión carotídea ipsilateral en caso de que se piense ligar o embolizar dicha arteria pudiéndonos encontrar durante la prueba lentificaciones del trazado. Termografía No tiene interés en el diagnóstico inical por su escasa especificidad pero, en cambio, es un buen elemento de diagnóstico precoz de las recidivas tras intervención quirúrgica, aconsejando G. Rafael Galera y A. Martínez (1975) (57) una revisión cada tercer o quinto día del postoperatorio. Otros métodos Se han utilizado, más que nada con carácter orientador, la electrodinamografía, la gammagrafía, el fonograma, la reología y los ultrasonidos, pero sin que ninguna de estas técnicas haya alcanzado gran difusión. ETIOPATOGENIA Hasta unos quince años se pensaba que las fístulas carótidas cavernosas eran por rotura directa de la carótida intracavernosa. Con ello no se explicaba el desarrollo extremadamente lento de las fístulas posttraumáticas (para W. F. Dandy (1937) (30) el 20 por 100 aparecen pasados tres meses) ni los malos resultados de ligaduras de carótida técnicamente perfectas pero con recidiva casi inmediata. Por estas razones T. H. Newton W. F. Hoyt (1970) (122), L. Picard y cols. (1970) (143) y R. Djindjian y colaboradores (1973) (38) (39) piensan que muchas fístulas se deberían no a la rotura directa de la carótida intracavernosa, sino a la de las ramas colaterales de ésta (tronco meníngeo hipofisario, arteria inferior del seno cavernoso, etc.). En la fig. 12 podemos ver en A la rotura directa de la carótida y en B la rotura de una colateral en la proximidad inmediata de su origen. Ambos casos nos darán fístulas de alto flujo con evolución rápida y clínica florida. Las situaciones C y D, en cambio, darán fístulas de bajo flujo con evolución lenta y cuadro clínico más onodino. En conjunto se puede hablar de fístulas traumáticas y espontáneas, siendo las primeras el 70 por 100 y las segundas el 30 por 100 de los casos (S. Obrador y cols. (1973) (128) Si nos referimos estrictamente a las fístulas carótida externa seno cavernoso la proporción varía, siendo para: R Djindjian cols. (1973 (39) el 75 por 100 espontáneas. Respecto a la causa de las llamadas fístulas espontáneas todavía nos encontralnos en el terreno de las hipótesis. W. E. Dandy y R. H. Follis (1941) (31) opinaron qtle se debían a roturas arteriales por procesos arterioesclerc ticos, se ha indicado en repetidas ocasiorles la etiología infecciosa sobre todo luética y micótica, existen casos yatrogénicos suficientemente fundamentados como el de M Tanlashy y cols. (1696) (175), A. Schoolman y K J. Kepes (1967) (175) y J. Julien y D. Boucaud (1971) (86) han presentado asociaciones de fístula carótida-cavernosa a síndrome de E hlers Danlos, etc. J. N. Taptas (1948) y Sugar (1951) abren un nuevo carnino al invocar los defectos genéticos como causa inicial. Durante el desarollo fetal existen en esta reg-ión comunicaciones arterio-venosas directas que posteriormente se obliteran. Su persistencia o reapertura sería la causa de estas fístulas. R. Djindjian y cols. (1956) (36) estudian las persistencias de arteria trigeminal primitiva J. Gerlach y cols. (1963); (59) las de la arteria hipoglosa primitiva. J. N. Taptas (1962) (183) estudia las malformaciones entre carótida interna y seno cavernoso P Castaigne y cols. (1966) (21), T. A. Lie (1968) (102), y F. Clemens y H. Lodin (1968) (27) las malformaciones entre carótida externa y seno cavernoso. De esta forma existiría: Causa Primitiva: malformación. Causa desencadenante: H T. A. , arteriosclerosis; displasias arteriales; diabetes; menopausia; traumatismos . Tampoco está totalmente aclarada la relativa facilidad de las fístulas traumáticas pues, si bien la ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 11 RIO HERRMANN JE Fig. 12: A y B: fístulas de alto flujo, C y D: fístulas de bajo flujo. carótida está muy próxima a estructuras óseas, también es cierto que es movible entre dos extremidades fijas, cuales son el punto de entrada de la carótida en el cráneo (agujero rasgado anterior y el punto en que atraviesa la duramadre (orificio clínico carotídeo). RESOLUCION Desde la citada curación espontánea de J. Hutchinson (1875), (78) son muy numerosos los casos que han aparecido en la literatura, hasta el punto de que autores como C. H. Sattler (1920) (156) y Sugar y Meyer (1940) los cifran en un 5-10 por 100 del total. Se han invocado numerosas teorías Sin ninguna esté plenamente demostrada: ateromas, hemorragias, trombosis, etc. Quien desee ampliar este punto puede consultar los trabajos de J. M. Potter (1954) (146), J. I. Bonnet y L. Fontane (1963) (15), D. Parkinson y R. M. Ramsav (1963) (132), H. Cchunk (1961) (161), J H. Drif . y cols. (1967) (43), K V. Devica y cols. (1969) (31), R Voigt y cols. (1971) (190) y M. H. Sukoff y B Barth (1972) y (173). Desde los casos presentados por T C. Parson y cols. (1954) (136) (tres casos), J. M. Pottel (1951) (146) y W. Schieffer y Wollensak, J. (1961) (159) (seis casos) han sido constantes los ejemplos de resolución de una fístula caróitido-cavernosa tras arterilografíci. Como causas de este fenómeno se han invocado la trombosis por colapso transitorio 12 de la tensión arterial en la anestesia general o en la premedicacion (poco probable, pues ninguno de los fármacos que se citan tiene un marcado efecto hipotensor), los posibles émbolos creados al inyectar el contraste (si bien existen no es una eventualidad nada frecuente), etc. Barcia-Solorio (1967), Bonnal (1969) y Tystrom (1972) han demostrado plenamente que la presión del contraste al ser inyectado es espasmógena. También T. C. Larson (1954) (136) observa un espasmo arterial postangiográfico, lo cual le hace preguntarse si en estos casos no se deberían usar contrastes más irritantes para favorecer el es espasmo y con ello una posible resolución por trombosis. En el caso que presentamos la preparación consistió en una invección intravenosa lenta de Valium 10 (Roche) y el contraste empleado era metrizoato de nnetilglucamina. Para ampliar el tema de la resolución tras arteriografía remitimos aI lector a las comunicaciones de J. L. Bonnet y I, Fontane (1963) (15) J. Fromm y J. Habel (1965) (55), W. B Hannby (1966) (68), A Isforth (1967) (79), K V. Devadica (1969) (34), R. M. Taniguchi y cols. (1971) (178) y J. L. Barcia y C. Barcia (1973) (7). BIBLIOGRAFÍA 1. Aaron C, Doyon D, Fishgold H, Metzger J, Ricard J. Artérographic de l acarotide externe Masson et Cie (edit), Partís 1970. 2. Andrioli GC. Aspect angiographiques inhabituels dans des cas de fistule carotido-carverneuse. Chir Hal 1968, 20: 1766-1787. 3. —: Fistules carotido-caverneuses. Sits Nerv 1968, 20: 82103. 4. Aaron Rosa D, Offret G, Ramée A, Metzger J, Aaron C, Rosa A. La phlébograpie orbitaire. Bull Soc Opht Fr 1967, núm. es. 5. Arruga J, Murga M. Exoftalmos pulsátil de origen traumático. Arch Soc Esp Oftal 1975, 35: 817-826. 6. Arseni C, Chustecu M, Cristecus A, Mihaila GH, Dragutoiv E. Traumatic carotido-cavenous fistula. 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OFTALMOL., 1980; 40 17 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 222-233 TERAPÉUTICA DE LA CAUSTICACIONES* SALADO MARÍN F, MARTÍNEZ LÓPEZ MC, VILCHES TROYA J RESUMEN Parece indudable que en las causticaciones por álcalis juegan un importante papel los inhibidores de la colagenasa, en especial si el tratamiento se empieza precozmente. El experimento clínico- Las causticaciones corneales producidas experimentalmente por álcalis han sido estudiadas desde distintos ángulos por clínicos y patólogos (Hughes, Muchizuki), realizándose estudios en relación a la idoneidad o no del tratamiento con distintas drogas (Brown, 1969, Francois, 1971, Ribas, 1975) y emitiéndose distintas teorías patogénicas (Brown, 1970). El estroma corneal está constituido en su mayor parte por fihras de colágena cuya integridad juega un importante papel en la función corneal y su destrucción puede provocar la perforación o total opacificación de la córnea. Muchas son las circunstancias que pueden modificar este tejido colageno (modificaciones térmicas, pH), pero en el caso que nos ocupa, parece que el mecanismo enzimático es la base del transtorno (Hook y cols., 1971, Brown, 1969-70, Anderson, 1970). La colagenasa, enzima específica del colágeno fue demostrada por primera vez en un homogeneizado de epitelio de córnea de buey (Slansky, 1968), si bien se ha observado que aunque mínima, puede existir producción de colágenasa por los fibroblastos del estroma (Gross y cols., 1962, Grillo y cols.,1967). Es más en condiciones patológicas Gross y cols., muestran evidencias de que las células epiteliales y los fibroblastos producen colagenasa en tanto sean elementos no destruídos, mientras que la actividad colagenolítica se detiene cuando estas células mueren. Por este motivo, el presente trabajo clínico-morfológico, se basa en el tratamiento de las caustica- * Comunicación presentada al LV Congreso de la S.E.O.; Sevilla 1978 Correspondencia: Alameda 3 San Fernando Cádiz patológico en conejos compara la actividad de los inhibidores de la colagenasa con ojos controles y ojos tratados con corticoides, observándose una mejor respuesta con el tratamiento por EDTA y cistina. ciones corneales provocadas experimentalrnente en conejos, utilizando inhibidores de la colagenasa, Cistina y Edta, comparandolos resultados con animales de control y animales tratados con prednisolona (Solucort). MATERIAL Y MÉTODO Hemos utilizado como animal de experimentación al conejo y como sustancia corrosiva el hidróxido sódico al 0,5 por 100. El método ha consistido en colocar un círculo de papel de filtro de 4 mm. de diámetro impregnado de la solución, en la parte central de la córnea, previamente anestesiada. A los 20 segundos se retira el agente corrosivo, observándose una causticación que durante todo el experimento (7 y 15 días) se ha controlado con fluoresceína y luz de Wood, pudiéndoce de esta manera establecer la evolución clínica temporal de la úlcera provocada. De los doce animales estudiados se han separado tres grupos de los cuales el primero ha sido tratado con prednisolona (Solucort), dos gotas seis veces al día, el segundo grupo con Cistina según la pauta propuesta por Francois, y el tercer grupo con Edta también dos gotas seis veces al día. El tratamiento solo se ha realizado en un ojo de cada animal, sirviéndono el otro de control. A los siete días se han enucleado la mitad de los animales, y a los quince días el resto. Las córneas, SALADO MARÍN F, et al. tras su fijación en solución de formol, se incluyen en parafina S se tiñen con las técnicas habituales para microscopía óptica convencional . RESULTADOS Clínicamente los signos más llamativos se recogen en las tablas 1, 2 y 3. Podemos destacar los siguientes: 1.°) La úlcera disminuve de tamaño tanto en los ojos control como en los o jos tratados con inhibidores de la colagenasa y es más patente a los quince días que al séptimo. Sin embargo los ojos tratados con prednisolona presentan árnplias áreas ulceradas. La ulceración tiene en todos los casos un aspec o irregular y lacunar, y mantiene positividad a la fluoresceína (a la luz de Wood) durante todo el curso del experimento. 2.º) El edema corneal en los o jos control y en los tratados con corticoides, va disminuyendo lentamente hasta el sexto día, permaneciendo es acionario hasta el 15a.° día. En los ojos tratados con inhibidores de la colagenasa se observa una más 2 pronta respuesta en este aspecto (al 3.º día de la Cistina y al 2.º día del Edta) y una disminución del edemia gradual y mas intensa (Cistina hasta el 8.° día y Edta hasta el 7.º día), permaneciendo un discreto edema hasta el final del experimento. 3.º) La quemosis conjuntival es muy manifiesta en todos los ojos, excepto en los tratados con Edta, que fue muy discreta 4.°) En los ojos control, los vasos sobrepasan el limbo esclerocorneal al 5.º día y se mantienen en es ta situación a lo largo de la prueba. En los íratados con prednisolona, al 5.º día presentan una infiltración límbica que avanza, alcanzando el día quince las áreas epitelizadas de la causticaclón provocada. En los tratados con inhibidores de la colagenasa, hay una respuesta distinta según se haya utilizado el EDTA o la cistina En el primer caso, no se observan vasos envolviendo la córnea en ningún momento, mientras que en el segundo caso, al .a.° día se observa invasión de las zonas próximas al limbo, no observándose progresión. 5.°) Las hemorragias fueron intensas en los ojos patrón, y en forma de petequias en los tratados con cistina, mientras que en los tratados con pred- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Terapéutica de las causticaciones nisolona y EDTA, no se observan sufusiones hemorrágicas 6.°) Hay que destacar que de los doce ojos control, cinco se perforaron (dos al octavo día, uno al sexto día y uno al décimo), tres supuraron y cuatro evolucionaron según lo anteriormente descrito v que se recoge en la tabla I. Los ojos tratados COn prednisolona, en total cuatro, uno cursó con desmetocele y perforación y otro supuró. De los ojos .ratados con cistina y EDTA, ninguno sufrió complicaciones. Histopatológicamente, los ojos no complicados y no tratados (control), presentan a nivel del estroma, edema con alteración de la sustancia fundamental y matriz fibrilar, la membrana basal no se restaura, se observa neovascularización, microhemorragias y congestión ciliar. Existen signos de reepitelización, pero a los quince días persisten amplias áreas denudadas de epitelio. Los ojos tratados con EDTA presentan una epitelización muy precoz de tal forma que el séptimo día está cubierARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 SALADO MARÍN F, et al. Foto 4: EDTA 7 días. Areas en el estroma, epitelio monoseriado. Foto 1: Ojo control no complicado de 7 días. Neovascularización, epitelización e infiltrados inflamatorios. Foto 5: Prednisolona 7 días. Yemas de epitelización, edema difuso, estroma medianamente celular con infiltrado inflamatorio. Foto 2: Ojo control no complicado de 7 días. Crecimiento yemas epiteliales, estroma muy celular, fibroblastos e infiltrados inflamatorios. Foto 3: EDTA 7 días. Lámina de eipitelización, vacuolas subepiteliales, estroma poco celular. 4 ta casi la totalidad de la superficie ulcerada. Este epitelio generalmente es monoseriado, pero existen áreas (en las zonas de crecimiento) estratificadas. A nivel del estroma es muy llamativo el edema, sin embargo no se observa reacción fibroblástica, microhemorragias, ni capilares sanguíneos ;nvadiendo la córnea. Asímismo no se ha observado infiltración inflamatoria. A los quince días, persiste el edema siendo el estroma más fibroso. En un caso, esta fibrosis se localiza en las proximidades de la membrana de Descemet. Los ojos tratados con cistina presentan las mismas características en lo que respecta a epitelización que lo descrito para la EDTA. El estroma presenta áreas de edema difuso y vacuolas subepiteliales, pero es más celular (riqueza en fibroblaslos), observándose similares patrones al séptimo y al quince días. Los ojos no complicados tratados con prednisolona presentan similares características a los controles, pero la epitelización es peor, presentan focos localizados de fibrosis con alta densidad celuar, el edema es manifiesto y la invasión vas- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Terapéutica de las causticaciones Foto 7: Lámina de epitelización monoseriada, estroma con lagunas de edema, vesícula subepitelial e infiltrados inflamatorios discreto. Foto 8: Ojo central. Persiste área sin epitelizar, epitelio monoseriado, estroma con edema y reacción fibroblástica. Foto 6: Prednisolona 7 días. Epitelio seriado, foco muy celular en elestroma, edema difuso, se observa una célula gigante. cular se observa al quince día en las áreas recién epitelizadas. COMENTARIOS Se sabe desde 1962 que la piel de algunos animales inferiores en fase de metamorfosis (renacuajos) produce colagenasa para destruir los tejidos de aquellas zonas del organismo que van a ser alimentadas (Gross y Lapierre). Su acción «in vitro» fue demostrada por Nagal (1963) al conseguir la licuefacción de un gel de colágeno por medio de la enzima. Foto 9: Ojo control 15 días. Vacula subepitelial, intenso edema, infiltración inflamatoria. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 SALADO MARÍN F, et al. Foto 11: EDTA 15 días. Epitelización, persiste edema. Foto 10: Prednisolona 15 días. Epitelización y estroma suyacente muy celular con neovascularización. La confirmación de esta acción fue hecha por Gross y Nagal (1965) y Kank (1966), quienes por medio del microscopio electrónico pudieron com probar que la desintegración de la molécula del colágeno se hace siempre en un mismo lugar, dividiéndose en dos fragmentos de un cuarto y tres cuartos de la longitud total respectivamente. Recordemos que se admite que la molécula de tropocolágeno está formada por tres cadenas helicoidales de protofibrillas, cada una de ellas conectadas seriadamente punta a punta. De la fragmentación de la molécula por la acción de la colagenasa se derivan dos consecuencias; por una parte disminuye la estabilidad térmica hasta el punto de que la temperatura cor- 6 poral es suficiente para destruir la estructura helicoidal de los frgamentos, por otra, desaparece la invulnerabilidad a otras enzimas (tripsina, quimiotripsina, pepsina, etc.), que pueden ahora atacar las ligaduras intermoleculares degradando todavía más la mo:lécula hasta su completa destrucción. Para que la colagenasa ejerza su acción es necesario se halle en presencia del ion calcio, que actúa como catalizador. En menor grado también es potenciada su acción por la vitamina A. Basándose precisamente en la necesidad del ion calcio para que ejerza su acción, Dohlman (1969) propone utilizar el etileno-diamino-tetraacetato de sodio (E. D. T. A.) en solución 0,15 molar, que había sido introducido en terapéutica por Grant (1952) para disolver los depósitos cálcicos. La cisteína en solución 0,15 molar también se liga a los iones calcio y se ha comprobado que proteje de la destrucción a una córnea a la que se ha inyectado colagenasa en su estroma (Brown y cols., 1969-70). La cisteína tiene el inconveniente de su degradación por oxidación, transformándose en cistina. Slansky, Berman, Dohlman y Rose (1970) consiguen prevenir las ulceraciones corneales en conejos causticados con álcalis, utilizando solución de cisteína y acetil cisteína. François (1971) basándose en que los iones calcio son quelados por los grupos —NH2 y—COOH y no por el grupo— SH, cree que sería exactamente igual utilizar la forma activa de la cisteína o la forma oxidasa, la cistina, no importando por tanto la rápida desnaturalización para la efectividad. Asimismo sostiene que la cistina da los mismos resultados que la cisteína, con la ventaja de que es más estable. Brown en 1971 obtiene buenos resultados en quemaduras recientes por álcalis si el tratamiento se empieza precozmente; sin embargo, sus resultados no son tan buenos en úlceras corneales. Después de lo anteriormente dicho, pensamos ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Terapéutica de las causticaciones que está totalmente justificada la utilización de estos dos fármacos con actividad anticolagenolítica, ya que ambos son quelantes del calcio. De nuestros hallazgos clínicos deducimos que el tratamiento precoz con los inhibidores de la colagenasa en las caustieaciones corneales, produce efeeto beneficioso en lo que atañe fundamentalmente a la ausencia de eomplicaciones en los ojos tratados, mientras que en los controles e incluso en los tratados con prednisolona (aunque en menor proporción) son muy patentes y graves. Histológicamente se observa que el EDTA (quelante del calcio por excelencia) es el mejor tolerado y el de mejores resultados, ya que los inconvenientes de inestabilidad del preparado han sido obviados farmacológicamente, y los efectos tóxicos a que algunos autores se refieren (Grant 1952, Brown 1969) no coinciden con el patrón histopatológico hallado por nosotros (no quemosis, no vascularización, mínima reacción fibroblástica y ausencia en todos los casos de infiltrados inflamatorios, observándose temprana formación de colágena y precoz y completa epitelización). Hemos podido comprobar los efectos de la cistina resaltados por François. Las córneas toleran bien el fármaco, tienen buena evolución sin complicaciones, no existe perforación a pesar de la intensa causticación provocada, y existe discreta vascularización eorneal. El tratamiento con prednisolona pone en evidencia un edema del estroma más acentuado y permanente, que en los controles y en los ojos tratados con inhibidores de la colagenasa; infiltración inflamatoria llamativa y casi ausencia de epitelización. En contraposición con Ellist (1975) no existe epitelización en los ojos tratados con corticoides, mientras que en los controles con buena evolución se observan focos de epitelización. BIBLIOGRAFÍA Anderson RE, Dresden MH, Kuns D. Collagenase activity in the alkali Bruned cornea. Annals of Ophtalmology October 1970. Brown SI, Shinobu A, Weller CA. Prevention of the ulcers the Alkali-Burned Cornea. Arch Ophtal 1970, 83: 205-208. Elliot JH. Kinetics of corneal epitelial regeneration. 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OFTALMOL., 1980; 40: 234-245 SELECCIÓN Y ESTUDIO DE LOS PACIENTES ANTE UN IMPLANTE INTRAOCULAR* TABOADA ESTEVE JF, MENEZO ROZALÉN JL, VILA MASCARELL E Se estudian las ventajas e inconvenientes de la corrección de la afaquia mediante las tres; formas conocidas (cristales, lentillas de contacto, lentes intraoculares) viendo que es la pseudofa- quia la que ofrece mayores ventajas ópticas. Se analizan las indicaciones y contraindicaciones del método y Se hace gran hincapie en las premisas en que nos basamos para sentar la indicación de sustituir un critalino cataratoso por uno artificial. Según Fred Theodore (27) la primera complicación de la operación de catarata es la afaquia misma, cuya corrección por cristales se conoce desde 1623, pero su uso no se generalizó hasta dos siglos después. Tadini (26) en 1764 fue el primero en proponer la sustitución del cristalino por una lente intraocular (l. i. o.). Marchi en 1940 hace los primeros estudios experimentales introduciendo en un ojo de conejo una lentilla de cuarzo fijada por un hilo ,de platino, pero resultó un fracaso. Ridley (22) observó durante unos arños a pilotos de la Royal Air Force que fueron heridos durante la batalla de Inglaterra y que poseían fragmentos de perspex i c. i. en las cámaras anteriores de sus ojos con una buena tolerancia, por lo que comenzó a pensar en la posibilidad de sustituir el cristalino cataratoso por una lente artificial de material inerte, y en 1949 supera el viejo tabú de colocar un cuerpo extraño en el interior de un ojo humano, introduciendo el primer implante intra-ocular (i. o.) que era de perspex i. c. i tan voluminoso como un cristalino normal, de 8 mm de ancho y 200 mgrs de peso (9) el cual fue colocado entre el iris y la cápsula posterior del cristalino que se extraio extracapsularmente pensando que la reacción inflamatoria que ocasionaría produciría sinequias para fijarlo, y la herida corneal no se suturó. En el postoperatorio de estos implantes de cámara posterior (Ridley) se comenzaron a ver complicaciones como la uveitis faco-antigénica, el glaucoma secundario por irritación del cuerpo ciliar, la luxación posterior de la lente etc., la mayoría de las cuales fueron debidas a un excesivo volumen y peso del implante, y a los pobres medios de sujección del mismo, por lo que pronto se abandonó su uso pensándose en nuevos diseños. En 1953, Strampelli y Danheim introducen el concepto de implantes de cámara anterior con fijación angular creyendo que con ellos se obviaban los problemas de las lentes de Ridley generalizándose desmesuradamente su uso en una fase tan primitiva de su desarrollo, por lo que luego comenzaron a verse las complicaciones precoces y tardías que producían, que especialmente se debían al pie de fijación angular el cual si es muy largo distorsiona al ojo produciendo irritación crónica y glaucoma secundario por lesiones angulares, y si es demasiado corto la lente se moverá en la c. a. provocando distrofias corneales que a veces aparecían al cabo de años, y Barraquer afirma que de sus primeras 100 implantaciones de lentes de Strampelli en 51 casos tuvo complicaciones severas, aunque lo cierto es que su uso se generalizó y se operaron ojos miopes fuertes, afaquias complicadas, etc. A las lentes de soporte angular se les calificó de «bombas de tiempo» por los desastres que produjeron. Dentro de este grupo de lentes hubieron autores que modificaron el diseño original sin cam- RESUMEN * Comunicación presentada al LVI Congreso de la S.E.O.; S. de Compostela 1980. Correspondencia: J. F. Taboada Esteve Ciudad Sanitaria La Fe Avda. Alférez Provisional, 21 Valencia TABOADA ESTEVE JF, et al. biar la primitiva idea del apoyo angular creando las lentes de Baron, Sharp, Appolonio, Barraquer, etc y otros que fijaron la lente subconjuntivalmente con pedúnculos de metacrilato (Appolonio)l o de tantalio (Parri). Actualmente las lentillas que se usan de este grupo son las de Choyce, Kelman, etc. El entusiasmo desmesurado que existió en lo referente a implantes i. o. fue seguido de una fase de decepción y abandono ante la presencia de las complicaciones que ocasionaban y pocos autores siguieron investigando en este campo, mereciendo lugar destaca,do C. Binkhorst que diseñó nuevos modelos cuyas principales características eran su poco peso (menos de 2 mgrs. en acuoso) y su sujección en el iris apareciendo entonces el grupo de implantes pre-pupilares con sujección en el iris los cuales han probado su eficacia y han dado un pequeño porcentaje de complicaciones durante los 21 años de su uso. La primera lentilla de este grupo fue utilizada por Epstein en 1953 llamándola «botón de camisa» pero no lo publicó hasta 1959 abandonándola luego y desarrollando la lente «cruz de Malta» cuya modificación es la lente de Copeland tan usada hoy en América. En 1957, Binkhorst (6) desarrolla su ((iris clip» de 4 asas (foto 1), con un peso 30 veces menor que la lente de Ridley y la utiliza en agosto de 1958. Fyodorov la usa por vez primera en Rusia en 1963, y en 1961 la modifica colocando las asas anteriores y posteriores en ángulo recto. En 1968 modifica de nuevo el iris clip creando la lente Fyodoroy II o «Sputnik» con 3 asas posteriores y 3 mangos o antenas delante del iris (foto num 2). Jan Worst tiene la idea de suturar la lente al iris pues así la pupila tenía libertad de dilatación sin riesgo de desplazamiento de la lente y diseña varios tipos ,de implantes siendo el más utilizado la lente en medallón (foto núm. 3) que tiene buena reputación y amplia aplicación. En diciembre de 1963, Binkhorst inserta un iris clip tras extracción extracapsular y ve que los «loops» o asas anteriores no son precisos por lo que los suprime, y en 1965 coloca su primera lente Irido-capsular de 2 asas (foto núm. 4) que junto a los implantes de Schearing, Arnott, etc. son hoy día los más utilizados del grupo de lentes de cámara posterior. Los primeros 15 años en el campo de las l i. o. se han caracterizado por cambios rápidos en los diseños de las lentes, y los últimos 15 años por un 2 Foto 1: Lente de «iris clip» de Binkhorst. refinamiento de los principios básicos (pureza del material evitando los isómeros irritantes, fijación de la lente dentro del ojo, etc.). EL OJO AFÁQUICO CORREGIDO POR CRISTALES Las alteraciones provocadas por la corrección de la afaquia mediante cristales han sido bien estudiadas por Alan Woods (30) en su auto-observacion, y estas son: Magnificación del tamaño de los objetos en un 25-30 por 100 viéndolo todo más grande y más cerca, lo cual ocasiona una desorientación espacial en el post-operatorio inmediato con una pérdida de la coordinación ojo-mano y ojo-pie Los cristales conllevan una aberración de esfericidad y cromática con una distorsión óptica desigual según el ángulo de la mirada que hace que Foto 2: Lente Fyodorov II, o «sputnik» y pupila hexagonal. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Selección y estudio de los pacientes ante un implante intraocular EL OJO AFÁQUICO CORREGIDO CON LENTES DE CONTACTO Foto 3: Lente medallón de Worst suturada al iris. las líneas rectas se vuelvan parabólicas en la periferia. El campo visual está muy disminuido en proporción directa a la mayor separación entre lente y ojo. Hay en escotoma anular en el campo visual periférico variando de 30 a 50º produciendo el conocido fenómeno «Jack in the box» de los ingleses, o del diablo que sale de su caja. La medida angular de las letras es modificada en un 30 por 100 aproximadamente para un afáquico portador de un cristal de + 12 dioptrías por lo que si se ve 9/10 su agudeza visual real son 6/10. El paciente depende totalmente de sus gafas debiendo mirar siempre a través de los centros ópticos por lo que ha de aprender a mover la cabeza y no los ojos. Si la afaquia es unilateral, la aniseiconia del 30 por 100 imposibilita totalmente la visión binocular. Foto 4: Lente iridio-capsular de Binkhorst de 2 asas. Desde 1933 (19) la afaquia puede ser corregida por lentes de contacto (J. Little). Las ventajas de las l de c. sobre los cristales son: La magnificación del tamaño de los objetos es de un 2 a 12 por 100 (de 6 por 100 a 9 por 100 de promedio) que permite la visión binocular en casos de afaquia unilateral. No hav desorientación espacial siendo normal la coordinación ojo-mano. La aberración de esfericidad está ausente y la cromática es prácticamente nula . El campo visual es normal y no existe escotoma anular. Con lentes de contacto se restauran prácticamente las condiciones ópticas suprimiendo casi todos los transtornos de la corrección por gafas y sus consecuencias. Los inconvenientes de las lentes de contacto son: Precisan de una habilidad y de buena visión central en los pacientes para su colocación por lo que resulta muy difícil la adaptación a niños y ancianos. La lentilla del afáquico es relativamente pesada y se descentra con facilidad hacia abajo originando efectos prismáticos verticales que anulan o dificultan la fusión. Por la hipoestesia del afáquico la tolerancia es mayor pero precisan mayor vigilancia con el fin de descartar complicaciones que puedan pasar inadvertidas. Existen algunas contraindicaciones al porte de lente de contacto como son la fragilidad epitelial, la alergia conjuntival, las condiciones de vida desfavorables en ambientes de polvos y humos, etc. Bonnet, Gerhard y Massin (19) en 1966 habían estudiado 308 afáquicos unilaterales adaptados con lentes de contacto y a los 10 años un 68 por 100 habían abandonado sus lentillas. Binkhorst y Gobin (19) sobre 22 afaquias unilaterales logran adaptar lentes de contacto en 10 niños y con el tiempo en todos apareció la diplopia o la supresión. Percival (20) estudia 2 grupos de 25 pacientes con edades preseniles (de 55 a 75 años) afectos de afaquia monocular corregida en uno mediante l. i. o. y en otro por lente de contacto dura, apreciando que en el primer grupo era mejor la A. V. obtenida, la estereopsis y la profundidad de foco, ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 TABOADA ESTEVE JF, et al. mientras que en el grupo de lentes de contacto 10 pacientes renunciaron a llevar su lentilla por aprehensión al acto de manejo o por pérdida, otros abandonan su uso por disconfort tras unos meses y de los 10 restantes que fueron capaces de llevar la lentilla más de 10 horas diarias, 2 de ellos la abandonaron despues de 18 a 24 meses de porte. EL OJO AFÁQUICO CORREGIDO CON LENTES INTRAOCULARES Una gran parte de los inconvenientes de la corrección de la afaquia mediante cristales o lentes de contacto se pueden evitar corrigiéndola por lentes intra-oculares (l. i. o ) !as cuales presentan las siguientes ventajas: La visión conseguida es la más exactamente parecida al ojo fáquico ya que la magnificación que provocan es menor del 2 por 100 por lo que la aniseiconia es minima y no hay desorientación espacial. El enfermo pseudofaco que descifra 6/10 equivalente a 9/10 en caso de afaquia corregida por cristales. No hay aberración de esfericidad. No existe escotoma anular y el campo visual es el mismo que en el ojo normal fáquico. Pueden usarse en edades límites y el stress psicológico sufrido por muchos pacientes en la adaptación a cristales o a lentes de contacto es eliminado ya que restauran la visión de forma inmediata dando gran libertad de maniobra al paciente con un rápido retorno de la binocularidad pues la aniseiconia es de un 1,9 por 100 (Girard y col. en 1962) y no dificulta la fusión. Los inconvenientes del pseudofaco son: La interveción es más difícil siendo mavor la posibilidad de complicaciones. La l.i.o. produce movimientos ondulatorios de los ojos e inducen una Seudofacodonesis. Pueden producir destellos y deslumbramientos ligeros a causa de la facilidad con que la lente conduce los rayos luminosos y U.V. y de la dificultad de la pupila para contraerse más allá de las patitas del implante. Precisan de un control periódico muy largo (al menos de una vez poraño) para descartar subluxaciones, contactos de la zona háptica, iritis recurrentes, etc. Gran dependencia de la calidad y esterilidad del producto. Ante algunas complicaciones como la atalamia el tratamiento debe ser precoz y ante otras como 4 el desprendimiento de retina el tratamiento es más difícil. Hay gran resistencia por parte de los colegas que no juzgan con imparcialidad la presencia de complicaciones como desprendimiento de retina, edema macular cistoide, etc (13) tras la cirugía con implante, olvidando que el porcentaje de estas complicaciones es similar a la crioextracción clásica. La corrección óptica prevista mediante el implante, a veces resulta insuficiente por la posibilidad de presentación de astigmatismos diferentes a las previsiones. El propósito de la cirugía de la catarata es la rehabilitación de la visión y el implante i o ofrece una rehabilitación total con la restauración de «el mundo real» dando una visión clara sin distorsiones, aun sin anteojos, en el primer día del postoperatorio y por el resto de la vida del paciente operado frente a la visión distorsionada que proporcionan los lentes prescritos 2 o más meses después del acto quirúrgico o a la falsa promesa ide los lentes de contacto adaptados a los 3 meses de la cirugía los cuales son descartados por el 80 por 100 de los pacientes operados de catarata senil dentro de los 5 años inmediatos a la intervención El paciente provisto de l. i. o. con éxito es más móvil que el afáquico bilateral con gruesos cristales. Pensamos que el pseudofacos tendrá vigencia en lanto no surja una nueva modalidad para corregir ópticamente al operado de catarata como los lentes de contacto de uso permanente que demuestren a largo plazo perfecta tolerencia y ausencia de efectos indeseables. INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES DEL PSEUDOFACO Respecto a la implantación de l i. o hay 2 actitudes extremas, a saber: a) La ultraconservadora que la siguen los cirujanos que nunca han colocado un implante basándose sus opiniones en las históricas experiencias desfavorables debidas al uso de primitivos tipos de lentes, e ignoran el desarrollo de las modernas l. i o. b) Los demasiado entusiastas cirujanos piensan que las lentes están indicadas en todas las cataratas para reemplazar los inconvenientes y desventajas de la afaquia sin valorar cuidadosamente los riesgos de esa cirugía. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Selección y estudio de los pacientes ante un implante intraocular Entre esas dos actitudes extremas existe un número de cirujanos entre los que nos encontramos, que sopesan todos los factores en cada caso individual y hacen lo que consideran mejor para sus pacientes. Deutmann afirma que la l. i o. puedee dar gran crédito a los oftalmólogos cuando las indicaciones son cuidadosamente consideradas y la técnica operatoria es adecuada, pero no existe unanimidad en la opinión de los cirujanos de implantes sobre las indicaciones del método, y junto a Taffe (11) pensamos que será el tiempo el que nos revelará las indicaciones validas de ese procedimiento pero entretanto hemos de adoptar una actitud conservadora, subdividiendo a estas en Generales, Absolutas y Relativas. Las indicaciones Generales son Cirugía limitada a personas de dad que son las que tienen una menor capacidad de adaptación a cristales y lentes de contacto, y porque aun no ténemos seguridad de la ausencia de riesgos a largo plazo del Poli-metil-metacrilato, de los aditivos usados, etc. Se hace a los que no tengan probabilidad de llevar satisfactoriamente lentes de contacto. Las operaciones se limitarán normalmente a un ojo ya que con visión seudofáquica unilateral se pueden desarrollar normalmente las actividades cotidianas y sólo se harán bilaterales si ha transcurrido un intervalo suficiente (de 1 a 5 años según la edad de los pacientes). Las indicaciones que consideramos Absolutas son La catarata traumática del niño, ya que la aniseiconia residual y las dificultades presentadas para el porte de la lentilla de contacto no dejan elección y si se quiere evitar la ambliopía es una obligación. La catarata traumática o unilateral del adulto en determinadas profesiones en que el uso del lente de contacto sea imposible (agricultores, mineros, etc.)! o que precisen una buena visión binocular (chófer, aviador, albañil, etc.) ya que la aniseiconia dada por un lente de contacto (de 6 por 100 a 10 por 100) no permitiría tan buena percepción del relieve como la aniseiconia del 2 por 100 de una l. i. o. La catarata congénita unilateral sin grado pro- fundo de ambliopía ya que sólo la l. i. o. permite las condiciones sensoriales óptimas de desarrollo de la visión central y de la visión binocular, pero como el período de .observación es corto aun se e:,tá en fase experimental. Son indicaciones Relativas La catarata unilateral del adulto. Las cataratas en pacientes con degeneración macular senil pues por su pobre visión central no pueden llevar lente de contacto y con cristales tendrían el escotoma anular que mermaría su ya deficiente campo visual. Las cataratas ,del anciano descomp.ensado intelectualmente. Las cataratas normales en paciente en edades entre 60 y 90 años y de predominio unilateral o que solo quiera operarse de un ojo. Los cataratosos monolaterales afectos de Párkinson, hemiplegia, atetosicos, artritis reumatoide severa que no se prestan a lente de contacto. Las cataratas en enfermos con oligofrenia o demencia excepto si se frotan mucho los ojos. La implantación secundaria tras la cirugía extracapsular y con cápsula posterior intacta. Las contra dicaciones del Pseudofaco las dividimos en: a) Concercientes al cirujano Insuficiente formacion del cirujano o del ayudante en materia de implantes. Insuficiencia del quirófano (asepsia estricta). Insuficiencia cualitativa y cuantitativa de los implaníes: hay que operar siempre con implantes de reserva de diversos tipos (iris clip, medallión, irido-capsular, etc). b) Per- operatorias La mala anestesia y mala hipotonia del globo. La presencia de cámara anterior muy estrecha o ausente. La salida de vítreo durante la intervención Las iridodiálisis y los desgarros del iris que no puedan ser bien suturado en el acto quirúrgico. La hemorragia persistente que dificulta la perfecta visualización. El implante defectuoso sin otro de reserva. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 TABOADA ESTEVE JF, et al. c) Concernientes al enfermo Monoftalmia cualquiera que sea la causa. Los pacientes jóvenes con las excepciones señaladas en las indicaciones. Los que no quieran el implante o que aunque lo quieran no son buena indicación . Las miopías axiles mayores a 6 dioptrías y especialmente cuando el ojo adelfo muestra lesiones periféricas importantes. Si hay historia familiar o personal de desprendimiento de retina en cualquiera de los ojos. Cuando se sospeche una lesión intraocular maligna. Cuando la observación biomicroscópica del polo anterior nos evidencie alguno de los siguientes hallazgos: Microcórneas, córnea guttata, distrofia corneal congénita salvo que se prevea una queratoplastia simultánea, presencia de vítreo en cámara anterior o gran estrechez de la misma, uveítis antigua, glaucomas especialmente si son portadores de un síndrome de dispersión pigmentaria con atrofia del iris, cataratas congénitas bilaterales y las rubeólicas, los grandes deterioros del segmento anterior en los que sea incierta la correcta fijación de la lente. Cuando exista alguna de las siguientes efermedades generales: Síndromes de Marfan o de WeillMarchesani, diabetes especialmente si ya presentan retinopatía, síndromes alérgicos en que primero deberemos comprobar la ausencia de sensibilización a plásticos, patología hematológica o sistémica que predisponga a las hemorragias. También deberemos rehusar la implantación de pseudofacos cuando no pueda haber un control post-operatorio intenso y periódico; en aquellos casos en que la implantación en el primer ojo no haya sido del todo perfecta, y en los casos de implantación secundaria a cirugía intracapsular ya que aquí el riesgo de complicaciones es elevado. La pauta que seguimos nosotros ante el candidato a un implante intraoculares la siguiente: Realización de anamnesis rigurosa con el fin de descartar contraindicaciones generales o locales y ver si el caso del paciente es una buena indicación para el implante. Explicación minuciosa del método dando amplios detalles de las ventajas e inconvenientes y riesgos de las l i o. para que en último extremo siempre sea el paciente el que decida si desea que se le coloque un implante. Realización de un minucioso exan.en biomicrocópico y funduscópico incluso del ojo adelfo para descartar la presencia de hallazgos que contraindiquen este tipo de cirugía. 6 Medida de radíos corneales, profundidad de cámara anterior y diámetro axil del ojo (con ecógrafo) para asi calcular el poder dióptrico de la lente que vamos a implantar. Nosotros apoyamos nuestros conceptos en la gran experiencia de autores que llevan ya más de 2 decenios implantando lente i. o. en miles de pacientes que se están beneficiando desde hace muchos años de las múltiples ventajas de la seudofaquia, aunque pensamos es razonable considerar un enfoque conservador de las indicaciones y contraindicaciones del método debiendo tener presente que el ojo humano no debe ser un campo experimental de héroes quirúrgicos y que la implantación de cristalinos artificiales no debe resultar de un apasionamiento para las hazañas quirúrgicas, sino de un deseo de rendir servicio a nuestros enfermos. Sabemos que el implante i. o. nació en controversia, ha sido controverlido, y aun permanece controvertido y es inevitable que nuestra actua1 posición pueda cambiar en el futuro ya que los progresos de la ciencia son dinámicos y lo que es válido para hoy puede no serlo para mañana. BIBLIOGRAFÍA 1. Alpar J. Intraocular lens implantation. Palestra Oftalmológica Panamericana 1978, 2: 15-18. 2. Baikoff MMG, Queré MA, Ballereau L. Incidents et complications des implants intraocularires. Bull Soc Oft Fr 1976, 76: 459-462. 3. Barraquer J. Lentilles plastiques dans la chambre anterioeure. Indications. Technique. Experience personelle sur cent car. Bull Soc Belge D'Ophtalmologie 1956, 114: 503516. 4. Barraquer J, Bailbe N. Complicaciones de la inclusión según los diversos tiposde lentes. An Inst Barraquer 1962, 3, 4: 588-592. 5. Binkhorst CD. The iridocapsular (two loop) lens and the iris-clip (four loop) lens in pseudohakia. Tr Am Acad AophtOtol 1973, 77: 589. 6. Binkhorst CD. 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La elección de uno de los varios abordajes quirúrgicos a la órbita requiere que el cirujano tenga un perfecto conocimiento de la patología orbitaria y este cuaiificado para realizar solo o con un equipo de trabajo cada una de las técnicas quirúrgicas orbitarias. Desde La estructura orbitaria sirve de frontera al menos a tres campos quirúrgicos clásicos, el oftalmológico, el otorrinolaringólogo y neuroquirúrgico, a los que hay que añadir en la actualidad el maxilofacial y la cirugía plástica. Por eso el neurocirujano necesita un claro conocimiento de la anatomía orbitaria, no solo para abordar aquellos tumores de la bóveda o base craneal que invaden la cavidad orbitaria, sino también para aquellos casos de tumores primitivamente orbitarios que producen un exoftalmos unilateral, y que pueden ser mejor extirpados a través de un abordaje transcraneal. Ya en 1941 Walter Dandy propuso el abordaje intracraneal de los tumores orbitarios arguyendo varias razones para ello. Principalmente, la inseguridad de localización tumoral preoperatoria, diagnosis y extensión y por la amplia exposición que se obtiene intracranealmente, lo que permite superar cualquier contingencia. Desde entonces los neurocirujanos siguiendo a Dandy y los oftalmólogos han insitido en sus respectivas vías de abordaje. Ciertamente que si el tumor tiene una extensión intracraneal requerirá un abordaje quirúrgico intracraneal. De todas formas hoy día con la ecografía, arteriografía, flebografía y la tomografía axial computarizada orbita- el punto de vista neuroquirúrgico, las viaS de abordaje lateral o temporal y superior o transifrontal a la órbita son las de mayor interés, por lo que, basados en nuestra experiencia personal en este Servicio desde el año 1975, se realiza una revisión de las mismas, así como una breve mención de las indicaciones de cada una de ellas, y se presentan ses nuevos casos, discutiéndose las vías de abordaje utilizadas. ria, es posible con bastante precisión delimitar el tumor. Por otra parte la vía frontal y lateral con técnicas microquirúrgicas permiten el abordaje combinado neuro-oftalmológico a los tumores orbitarios, formando equipos quirúrgicos actuales. CASUÍSTICA Nuestra casuística ha sido seleccionada de los archivos del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario de Sevilla que dirige el profesor Jiménez-Castellanos, y hemos tomado solamente aquelios tumores cráneo-vertebrales que han sido revisados quirúrgicamente durante el período de 1975 a 1977. En total se han revisado 147 tumores cráneovertebrales, los cuales teniendo en cuenta su localización se han distribuido de la siguiente forma Tumores craneales 132, de los cuales 108 son del sistema nervioso central; 14 metástasis en sistema nervioso central y 10 óseos craneales. Tumores vertebromedulares se han encontrado 15, habiendo 9 medulares y 6 de localización vertebral. Cifras estas que expresadas porcentualmente representan lo siguiente: Facultad de Medicina. Sevilla. Hospital Clínico Universitario. Servicio de Neurocirugía. Jefe de Servicio: Prof. Jiménez Castellanos. * Comunicación presentada al LV Congreso de la S.E.O.; Sevilla 1978. Correspondencia: Fray Alonso 5 Sevilla 3 CASTELLANOS MATEOS F, et al. Dentro de los tumores craneales y también según su localización tenemos los tumores de la bóveda y base del cráneo sin afectación orbitaria y los tumores cráneo-orbitarios. De estos últimos que son los que ahora nos ocupan, hay seis casos que se reflejan en la tabla I, y que vienen a representar un 4 por 100 de los tumores revisados en total y un 60 por 100 de los tumores craneales. Anatomopatológicamente estos tumores cráneo-orbitarios resultaron ser: osteomas 2, osteosarcoma 1, quistes epidermoides 2, y un fibroma . Los seis casos son en igual proporción hombres que mujeres y sus edades están comprendidas entre los 36 y 60 años. COMENTARIOS Para comprender la necesidad del abordaje neuroquirúrgico a los tumo-res orbitarios, hemos de tener presente la anatomía de la órbita. Las cavidades orbitarias u órbitas son dos cavidades profundas situadas a cada lado de las fosas nasales, entre el piso anterior del cráneo y el macizo facial. La cavidad orbitaria tiene como sabemos la forma de una pirámide cuadrangular cuya base está hacia delante y el vértice hacia atrás. El eje mayor de la órbita es oblicuo hacia atrás y hacia adentro, terminando en el canal óptico a través del cual penetra en la cavidad intracraneal por dentro de las apófisis clinoides anteriores respectivas. Para el neurocirujano, el principal interés reside en esa porción apical unida por estructuras que no pueden ser abordadas con seguridad por la vía anterior o lateral, necesitándose entonces la transcraneal. El anillo cuadrangular orbitario está formado por los huesos frontal, maxilar y cigomático. El techo de la órbita lo forman la apófisis orbitaria del frontal y ala menor del esfenoides. El suelo en su 2 mayor parte por el maxilar. El canal óptico pasa a través del ala menor del esfenoides y deja pasar el: nervio óptico y la arteria oftálmica. La pared lateral está formada por el ala mayor del esfenoi,des y el proceso fronto-esfenoidal del cigoma. La hendidura esfenoidal la forman ambas alas del esfenoides y deja pasar el resto del paquete vasculo-neural, formado por los motores oculares, nervio oftálmico trigeminal, ramos simpáticos, ramos oftálmicos de la meníngea y la vena oftálmica. Recordemos también que el periostio orbitario, conocido como periórbitario está adherido al hueso v se separa fácilmente de él, se continua estrechamente con la duramadre en el agujero óptico y hendidura esfenoidal y esta unión íntima de la duramadre y la periórbita es lo que hace a veces imposible el realizar la exeresis total de tumore.s que invaden la órbita (meningiomas del ala del esfenoides) sin lesionar las estructuras que cruzan la hendidura esfenoidal. En la sintomatología de los procesos neoplásicos cráneo-orbitarios se refiere siempre como característica principal el exoftalmos unilateral, pero cuando estudian los un paciente con esta proptosis unilateral, debemos contestarnos a las siguientes preguntas, con la exploración clínica y pruebas complementarias (Housepian7 1973). 1) ¿Es una masa tumoral que desplaza el globo anteriormente, bien de la celda precapsular, capsular o de la celda retrocapsular? 2) ¿Esta la masa tumoral limitada a la órbita? 3) ¿ Procede o invade la masa tumoral alguna de las fosas craneales adyacentes? 4) ¿ Envuelve a las cavidades sinusales contiguas? 5) Y por último ¿forma parte el tumor de un proceso sistémico generalizado? Ve nuestros seis casos solamente en dos de ellos aparecía este síntoma cardinal del que hemos hablado, el exoftaimos unilateral, uno de ellos acompañado además de pérdida de visión. La característica común de nuestros enfermos es la de presentar todos ellos cefaleas de mavor o menor intensidad, de localización frontal y de carácter continuo. También queremos señalar como en tres casos, ya a la simple inspección aparecía una tumoración de tamaño variable localizada sobre la región fronto-orbitaria. En la proptosis hemos examinado las siguientes características; a la inspección, la unilateralidad y dirección según el tumor. A la palpación, su posible reductibilidad y pulsatibilidad. Y por último a la ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Abordaje neuroquirúrgico a los tumores craneo-orbitarios. Experiencia personal ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 CASTELLANOS MATEOS F, et al. auscultación, nos interesa detectar y descartar la exictencia de un soplo vascular. Del examen oftaltnológico nos ha interesado fundamentalmente, la agudeza visual (compresión nervio óptico), la existencia de diplopia por po sible alteración de la motilidad ocular, la sensibilidad ocular, de gran interés para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento y por último el fondo de ojo. Según su situación v por afectación de la base del cráneo y estructuras neurales, los íumores cráneo-orbitarios suelen originar una serie de síndromes neurológicos ya conocidos como son: a) Síndrome del cono retrobulbar. El tumor está situado por detrás de la cápsula de Tenon y produce exoftalmia. b) Síndrome de la hendidura esfenoidal. Descrito por Ilochon-Duvigneaud, en 1898 y se caracteriza por la afectación de los nervios motores oculares unilaterales y la rama oftálmica del trigémino, originando ptosis palpebral, diplopia y a veces una oftalmoplegia completa con anestesia o hipoestesia en el territorio del nervio oftálmico o frontal. c) Síndrome del ápex orbitario. Descrito por Rollet en 1927 y que es igual que el precedente más una ceguera unilateral por comprensión del nervio óptico. d) Síndrome del suelo o base orbitaria Es un síndrome que comienza con dolor por neuralgia del infraorbitario y que más adelante se completa con los anteriores a .nedida que avanza el tumor El primer caso de nuestra casuística presenta exoftalmia unilateral con pérdida de visión impor- tante en ese o jo, siendo ostensible una tumoración dura a la palpación en región fronto-orbitaria izquierda (fig. 1). Los casos 3 y 1 son osteomas diagnosticados ya con Rx simple de cráneo, completándose su estudio mediante flebografía orbitaria (fig .2). EI quinto caso pertenece a un quiste epidermoide de gran tamaño que destruía techo de órbita y que fue abordado por vía frontal. Clínicamente tenía una afectación de los motores oculares que se traducía en una ptosis palpebral izquierda Fue abordado como ya hemos descrito por vía frontal produciéndose al intentar realizar la exeresis de la cápsula del quiste, una abundante salida del líquido cefalo-raquídeo que obligó a practicar un taponamiento. Posteriormente se procedió a la reconstrucción plástica del hueso destruído mediante Surgical o resina acrílica. Siguiendo comentando nuestros casos y remitiéndonos a la tabla 1. presentada anteriormente vemos que solo el caso 2.º presentaba como sintoma tología única la proptosis unilateral. Queremos señalar por último que más raramente los tumores cráneo orbitarios se inician clínicamente por una fístula de líquido cefalo-raquídeo O Un neumocéfalo espontáneo. Para el diagnóstico contamos hoy en día con pruebas complenlentarias suficientes para poder precisar con bastante exactitud la extensión v límites del tumor, si bien siempre nos encontramos sorpresas durante el ácto quirúrgico. Ya hemos visto corno puede ser suficiente para Fig. 1: a) Caso 1.º Osteosarcoma fronto-orbitario izquierdo. Foto clínica. b) Flebografía orbitaria del mismo caso, que muestra junto a la destrucción de la órbita izquierda, la falta de relleno por compresión tumoral. 4 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Abordaje neuroquirúrgico a los tumores craneo-orbitarios. Experiencia personal Fig. 2: a) Caso 4.º Osteoma fronto-orbitario derecho. RX simple de cráneo en la que se visualiza la tumoración. b) Caso 3.º Osteoma fronto-orbitario izquierdo. Flebografía orbitaria en la que se visualiza la tumoración desplazando el sistema venoso. el diagnóstico una radiografía simpIe de cráneo y órbita, debiendo hacerse también una proyección de CADWELL para ver hendidura esfenoidal. También contamos cor tomografías, neumoencefalografías, arteriografías y fiebografías orbitarias. Isótopos, ultrasonidos v últimamente la tomo- grafía axial computarizada Por último ]a biopsia orbitaria. Mediante todas estas pruebas se puede realizar un correcto diagnóstico preoperatorio de localizacion v poder así seleccionar la vía de abordaje (fig. 3). Desde que Durante (1887) realizó la primera Fig. 3: a) Caso 2.º Quiste epidermoide fronto-orbitario derecho. Foto clínica preoperatoria que muestra el trazado de la incisión quirúrgica y el exoftalmos unilateral del paciente. b) Estudio TAC orbitario del mismo paciente. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 CASTELLANOS MATEOS F, et al. Fig. 4: a) Cráneo que ofrece el abordaje transcraneal a los tumores cráneo-orbitarios. b) Foto operatoria del caso 2.º que muestra la exeresis, del techo orbitario y del quiste epidermoide fronto-orbitario. Al fondo, la periórbita. craniectomía por un tumor intracraneal que producía exoftalmos hasta ahora, el desarrolo de la técnica neuroqluirúrgica, nos permite explorar la órbita desde todas sus paredes. La eleción de la vía de aborda je requiere que el cirujano conozca perfectamente la patología de la órbita y que sea capaz de realizar sólo, o en equipos neuro-oftalmológicos, todas y cada una de las técnicas quirúrgicas orbitarias (Brihaye, 1976). Las dificultades de la órbita vienen dadas por su pequeno volumen y por su forma geométrica de pirámide irregular, rectangular, enclaustrada en el macizo cráneo-facial. Por tener cinco caras, puede haber cinco vías de abordaje: a) Orbitotomía anterior, propia del oftalmólogo. b) La órbito-nasal u orbitaria transetmoidal, propia de oftalmólogos y otorrinolarilngologos. c) Orbitotomía transmaxilar, que también entra dentro del campo de los otorrinolaringólogos y cirujanos maxilo-faciales. d) Orbitotomía temporal o lateral, de oftalmólogos y neurocirujanos 6 e) Orbitotomía transfrontal o transcraneal que es exclusiva de los neurocirujanos hasta ahora. Por ello vamos a limitarnos a estas dos últimas técnicas, citando solo la orbitotomía ternporal, que fue descrita por Kröenlein en 1889 con dos variantes, una que corta el reborde orbitario, de Kröenlein y otra que evita el cortar este borde mediante trépano, para centrarnos en la propiamente neuroquirúrgica, la orbitotomía transcraneal (fig. 4). La orbitotomía transcraneal puede ser frontal pura o bien fronto-temporal, hay varias variantes técnicas como son las de: Pertuiset (1963), la de l;achs descrita en 1962, junto con la de Johnson descrita por Tym en 1961 y que realizan un colgajo osteoplástico orbitofrontal y por ú]timo la de Kazagezov (1967) que es más complicada y poco utilizada. Esta vía transcraneal al igual que la temporal es también estética y nos permite además exponer con seguridad toda la cavidad orbitaria, siendo a técnica que hemos realizado en todos nuestros casos. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Abordaje neuroquirúrgico a los tumores craneo-orbitarios. Experiencia personal BIBLIOGRAFÍA Basch A. Contribución al tratamiento de la exoftalmia unilateral por lesiones expansivas orbitarias y retroorbitarias. An Hosp Santa Cruz y San Pablo 1962, 22: 481-494. Brihaye J. Neurosurgical approaches to orbital tumorurs. Adv and Teen Stand in Neurosurgery vol 3, 103-121. SpringerVerlag 1976. Dandy WE. 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Este tumor, aun siendo histológicamerte benigno, puede ocasionar daño funcional irreversible por compresión mecánica de las estructuras nerviosas y vasculares adyacentes o bien englobadas por el mismo. Se resalta la importancia del diagnóstico precoz. A case of Cavernous hemangioma of tbe orbit is described with review of the literature. This benign tumor may produce irreversible functional damage witb loss of vision and impairment of ocular motility due to severe mechanical compression of orbital nerves and vessels. Early recognition of the tumor is essentiel on order to avoid serious complications. The clinicopathologic characteristics of orbital hemangiomas and treatment are discussed. RESUMEN CLÍNICO por aplanación. No se aprecian otras alteraciones en el segmento anterior. El examen oftalmoscópico revela una papila óptica y zona peripapilar elevadas con marcada palidez, vasos peripapilares incurvados. sobre todo en la región inferior; 12 retina presenta pliegues en el polo posterior y región macular. No se observan alteraciones en los entrecruzamientos, arteriovenosos. Exploraciones complementarias—Estudio endocrinológico normal. En el estudio analítico lo úrico reseñable es un hematocrito de 33 por 100 y una sideremia de 30 mgs. por 100. La radiología simple de órbita y tomografías no revelaron ninguna alteración. Ecografía A: Globo ocular: O. D, de dimensiones normales 4,4. O. I. algo menor 4,3 por estar comprimido. Orbita: En O. I., las ondas son más numerosas, eco más largo y bajo, lo que sugiere la existencia de una masa sólida que se localiza. al dirigir el ojo hacia abajo, afuera y ál ftente (figs. 2 y 2'). Ecografía B: globo ocular : el polo posterior del O. I. está aplanado por compresión extrínseca. Orbita: se aprecia una masa tumoral en posición central (fig. 3). Enferma de 41 años de edad que presenta, pérdida progresiva de visión y proptosis de cuatro años de evolución, con sensación de cuerpo extraño y epífora ocasional. Se le había realizado estudio de su exoftalmos en otro centro y como único tratamiento realizado contaba que !e habían sido extraidas numerosas piezas dentarias ante la sospecha de infección. Exploración sistémica.—Paciente con buen estado general, no presenta signos de hipertiroidismo (fiebre, temblor, etc.). Exploración oftalmológica.—Ojo derecho. No se observan alteraciones funcionales ni orgánicas. Ojo izquierdo. Marcado exoftalmos con discreta ptosis y desplazamiento del globo ocular hacia afuera y abajo (fig. 1). El exoftalmos. no es reducible y no se perciben alteraciones vasculares. Limitación de la motilidad extrínseca hacia afuera y arriba. Agudeza visual: 0,05 a un metro, sm corrección. Campimetría por confrontación: retracción del campo temporal y nasal inferior. Tensión ocular: 13 mm. de Hg. en ambos ojos Ciudad Sanitaria Príncipes de España. Barcelona. Servicio de Oftalmología. Dr. M. Quintana Casany. * Comunicación presentada al LV Congreso de la S.E.O.; Sevilla 1978. Correspondencia: Provenza 470 Barcelona 25 MARTÍNEZ MARTÍNEZ I, et al. Fig. 1: Marcado exaftalmos izquierdo con desplazamiento del globo hacia afuera y abajo. Tomografía axial computarizada: revela un marcado exoftalmos en O. I. que aparece desplazado hacia abajo. El espacio retro-ocular está ocupado por una masa ovoidea de alta densidad, neta y bien delimitada que engloba el nervio óptico. No se visualiza la musculatura extrínseca. Discreto adelgazamiento de la pared postero-lateral orbitaria sin claro efecto de erosión o destrucción ósea. El uso de contraste aumenta la densidad de este área. El parenquima cerebral del lóbulo temporal, así como el lecho orbitario no presentan alteraciones (fig. 4). TRATAMIENTO Con el diagnóstico probable de hemangioma de órbita, la paciente fue intervenida practicándosele una orbitotomía lateral según la técnica de Kronlein, modificada por Wright, encontrándose una masa de 3,5 cm de diámetro, coloración rojo-violácea, consistencia elástica, englobada por el cono muscular y que comprime el nervio óptico (fig. 5); se logró disecar y extraer«in toto» sin hemorragia ni aparente lesión de estructuras vecinas (fig. 6). La anatomía patológica confirma el diagnóstico de hemangioma cavernoso orbitario, apreciándose ramas nerviosas incluidas en el tumor (fig. 7). En el postoperatorio inmediato aparece midriasis con arreflexia pupilar, discreta ptosis y afectación de la motilidad extrínseca del ojo, sobre todo la debida al recto lateral. En el transcurso de los días mejora la ptosis y la motilidad extrínseca, excepto la paresia del recto lateral que no se modifica. A su alta persiste un exoftalmos de 2 mm en relación al ojo sano, sin otras modificaciones oftalmológicas. DISCUSIÓN Tenemos una paciente con un exoftalmos unilateral. Una vez descartado el problema endocrino, pensamos en las causas más frecuentes, que según los estudios de Reese (1) y Forrest (2) serían los hemangiomas en un 12 por 100 de casos y iinfom2s en un l0 por 100; también va de acuerdo con este diagnóstico la edad v el sexo de la paciente. Reese y Kopelow (3) encuentran en sus series que más de la mitad de sus pacientes con hemangioma cavernoso tienen alrededor de 45 anos y un 80 por 100 son muieres. Cuando el hemangioma era capilar, las edades eran muy inferiores; las series de Kee-man (9) en la Universidad de Iowa, confirman estos datos. Fig. 2: Eco A. de órbita. a) Ojo derecho: patrón ecográfico normal. b) Ojo izquierdo, nótese el alargamiento de la imagen ecográfica orbitaria con ondas más numerosas y bajas. 2 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Hemangioma cavernoso de órbita Fig. 3: Eco B de órbita que muestra el polo posterior del ojo aplanado por compresión de la gran masa tumoral retrobulbar. Fig. 6: Sección transversal del especimen mostrando numerosas cavidades oscuras llenas de sangre y separadas por finos tabiques fibrosos de aspecto blanquecino. Los síntomas de proptosis, visión borrosa, estrías en retina y palidez papilar, nos orientan hacia una localización del tumor dentro del cono muscular, lo que también va de acuerdo con las localizaciones más frecuentes encontradas por Keeman, mientras que en los casos de hemangiomas capilares, éstos se ercontraban situado, más anteriormente, fuera del cono u ocupando toda la órbita. Fig. 4: Tomografía axial computarizada: se aprecia la masa retro-ocular izquierda con desplazamiento del globo hacia abajo. No hay afectación de las estructuras óseas. Fig. 5: Acto quirúrgico: la tumoración aparece bien encapsulada y parcialmente cubierta por ramas nerviosas y vasos sanguíneos. Fig. 7: Microfotografía ilustrando la naturaleza vascular del tumor con grandes cavidades ocupadas por material sanguíneo y separados por tabiques de tejido fibroso y conteniendo otros espacios vasculares de menor tamaño. H + E. Magnificación original x 200. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 MARTÍNEZ MARTÍNEZ I, et al. Como exploraciones complementarias contamos con la radiológica, ecográfisa y tomografía axial computarizada. En las revisiones realizadas encontramos que desde 1896, en qué Clark (4) localizaba cuerpos extraños intraoculares, se está usando la radiología simple en oftalmología, aunque es más útil para el diagnóstico de lesiones que afectan al hueso. De todas formas Pfeiffer (10) describió tres signos radiológicos en ]os hemangio-mas cavernosos: a? visualización de una densidad de tejido blando orbitario; b) calcificaciones intratumorales y c) ensanchamiento generalizado orbitario. Otras técnicas como la orbitografía de contraste y flebografía han sido usadas en el diagnóstico de estas lesiones, pero han sido relegadas por el uso de la ecografía. Ya en 1960, Ossoinig (5-7) consigue detectar y localizar un tumor orbitario usando el Eco A., medir su extensión y diagnosticar la naturaleza del hlmor preoperatoriamente En la serie de enfermos vistos en Iowa llegó a localizar correctamente el 98 por 100 de los tumores. El Eco B es más útil para el diagnóstico de lesiones retrobulbares. EI advenimiento de la tomografía axial computarizada ha sido de gran interés para la oftalmología, pues la patología tanto de la cavidad orbitaria como de las estructuras englobadas en ella son puestas de manifiesto por esta exploración, permitiendo visualizar las lesiones expansivas intraorbitarias antes de ser intervenidas quirúrgicamente. Es este grupo de la patología orbitaria el que más se ha beneficiado del empleo de esta exploración, ya que gracias a ella podemos precisar con bastante exactitud la localización tumoral, saber sus relaciones con el nervio óptico y otras estructuras. de la órbita, su modificación o no tras la perfusión de contraste y su posible carácter invasor de las paredes óseas. En nuestro caso la tomografía axial computarizada nos dio la situación forma y extensión de la 4 masa tumoral, así como su independencia de las paredes óseas y el aumento de densidad de la masa con el uso de contraste. CONCLUSIÓN El tumor aunque histológicamente benigno puede producir lesiones irreversibles por compresión mecánica de las estructuras vecinas y englobadas por el mismo Tal es el caso del nervio óptico y de las ramas del III y VI par de esta paciente. Es posible que de haberse detectado la lesión inicialmente estas secuelas se habrían evitado. BIBLIOGRAFÍA 1. Reese AB. Tumors of the eye. Ed. 2. New York 1963, Paul Hoeber, Inc. Medical Books Department of Harper & Row Publishers Inc. 364-368, 529-537. 2. Forrest AW. Intraaorbital tumors. Arch Ophthalm 1949, 41: 198. 3. Kiopelow SM, Foos RY. Cavernous hemangioma of the orbit. Int Ophthal Clin 1971, 11: 113. 4. Clark CF. Cited in Pfeiffer RL. Roengenography of exophthalmos with notes on the roentgen-rays in ophtalmology. Amer J Ophthal 1943, 26: 724. 5. Ossining KC. Ultrasonic diagnosis on the eye and aid for the clinic (review). In oksala. 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OFTALMOL., 1980; 40: 263-268 ESTUDIO EVOLUTIVO DE LA CORIO-RETINOPATÍA SEROSA CENTRAL CON LOS INFRA-ROJOS* SALADO MARÍN F RESUMEN Control de la evolución de la corio-retinopatia serosa central utilizando película infraroja poniendo de manifiesto la persistencia del desprendimiento del neuroepitelio, incluso en enfermos curados y sin actividad angiográfica. Concluimos en la utilidad de los infrarojos como prueba objeti- La presencia del líquido subretiniano procedente de la coriocapilar que se interpone entre el neuroepitelio y el epitelio pigmentario, es el origen de la bulla macular y de los trastornos funcionales observados en la llamada corio-retinopatía serosa central. La disminución de la visión y la presencia del escotoma central, signos subjetivos más frecuentes, podemos determinarlos por medio de la medida de la agudeza visual y la perimetría estática o el test de Amsler. Los otros trastornos funcionales objetivos como la sensibilidad al deslumbramiento y la alteración de la visión cromática son puestos de manifiesto por los test de deslumbramiento macular (Bailliart, Chilaris, Trantas) y por los distintos procedimientos de exploración de la visión cromática. Todos estos test de exploración funcional son indispensables para el estudio, control evolutivo y pronóstico de la corio-retinopatía serosa central. Es sabido que el tiempo de recuperación al deslumbramiento está siempre prolongado y es de gran utilidad en e] control de las formas evolutivas. Uno de los signos más constantes más duraderos es el trastorno de la visión cromática, y, al parecer, no hay relación entre la disminución de la agudeza visual y la alteración del color. La perimetría estática es quizás el método más preciso para el estudio del escotoma central. Se va de la corio-retinopatía serosa central y con la que obtenemos hechos concretos que de una manera simplificada nos permiten evaluar en estado real evolutivo de la enfermedad, importante para el tratamiento del enfermo. Se destaca el paralelismo entre la reabsorción total del líquido subretiniano y la normalidad en la perimeiría estatica. detecta un descenso del umbral foveolar y sobre todo un descenso de los umbrales perifoveolares, el denominado «escotoma anular perifoveolar relativo»,la extensión y profundidad del escotoma tiene valor no sólo para el pronóstico sino también para el control de la evolución. El test de Amsler permite conocer la extensión precisa del escotoma, que suele coincidir cor la forma y las dimensiones de la bulla macular. Nosotros en este trabajo hemos pretendido añadir la exploración con infra-rojos a estas pruebas objetivas de la corio-retinopatía serosa central con el que intentaremos conocer hechos concretos que de una manera simplificada nos permitan evaluar el estado evolutivo real de la enfermedad importante para el control y el tratamiento del enfermo. MATERIAL Y MÉTODO Hemos sometido a nuestros pacientes diagonsticados de corio-retinopatía serosa central a una exploración con retinografía infra-rojos, retinografía convencional para comparar resultados y angiografía color como es habitual en nosotros. Se completa la exploración con la perimetría estática. Usamos Kodak Infrared film, Ektachrome de 19 y 23 Din respectivamente. Facultad de Medicina. Departamento de Oftalmología. Cádiz. Profesor Encargado: Dr. F. Salado Marín. Correspondencia: Dr. Salado Alameda, 3 San Fernando (Cádiz) SALADO MARÍN F RESULTADOS La exploracion a los infra-rojos nos ha dado los siguientes resultados: En un primer enfermo de corio-retinopatía serosa central en ojo derecho con edema de bordes limitados pero sin la típica bulla, la angiografía fluorescemica detecta una fuga central parafoveal; en ojo izquierdo la angiografía es normal. Los infra-rojos ponen de manifiesto la presencia de líquido subretiniano destacando sobre el fondo verde la presencia de nna zona central, redondeada, blanquecina y algo amarillenta en su porción foveolar (fig núm. 1). Aspecto que vemos repetido en las formas activas, recientes y en actividad. Este enfermo está en tratamiento actualmente y bajo control a infra-rojos. La perimetría estática es típica, con disminución del pico foveolar. Un segundo enfermo con edema sin la típica bulla y actividad angiográfica con punto de fuga central perifoveal, fig. núm 2. Buena evolución al ceder al tratamiento médico como lo demuestra la angiografía fluoresceínica final donde no se observa punto de fuga. Enfermo oftalmo-angiográficamente curado, con visión recuperada (la unidad), pero que refiere molestias a la luz. Sometido a la exploración con infra-rojos se pone en evidencia la persistencia del edema y el desprendimiento del neuroepitelio en contraste con la información retino angiográfica, fig núm. 3. La perimetría estática es típica de corio-retinopatía serosa central. El enfermo es controlado durante cúatro meses insistiendo en el tratamiento médico, siendo dado de alta defi- Fig. 2. Fig. 1. Fig. 3. 2 nitiva al desaparecer el edema a la exploración a los infra-rojos, fig. núm. 4. Actualmente la visión y la perimetría estática son normales. Un tercer. enfermo en actividad angiográfica con dos puntos de fuga de situación excétrica en el primer acceso. Se da por curada al recuperar la unidad visual y desaparición de escotoma y edema macular. Varios meses más tarde vuelve con discreta pérdida de visión y escotoma. La angiografía detecta ya una forma múltiple. Sometido a control con infra:rojos observamos la persistencia del edema y desprendimiento del neuroepitelio, fig. núm. 5. En este caso utilizamos distintas iluminaciones para poder poner de manifiesto con ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Estudio evolutivo de la corio-retinopatía serosa central con los infra-rojos Fig. 4. Fig. 6. mayor claridad la persistencia del edema, fig. núm. 6. El desprendimiento del neuroepitelio tiene forma redondeada, de situación central, de eje mayor vertical, bien delimitado por un borde nítido y más oscuro que la parte central. Un cuarto enfermo con edema no típico, importante reducción de visión punto de fuga central en chorro ascendente. Cede bien al tratamiento médico con recuperación a límites normales de visión y total ausencia de signos angiográficos, fig. 7. Enfermo oftalmoscópica y angiográficamente curado, sin embargo, la exploración con infra-rojos pone de manifiesto la persistencia del edema macular que ha sido imposible de visualizar directamente o incluso de impresionar un film convencional, fig 8. También en este caso empleamos distintas iluminaciones para conseguir una mejor visualización del desprendimiento del neuroepitelio, fig. núm. 9. El aspecto observado es similar al en:fermo anterior: disco central bien delimitado que se pone de manifiesto con mayor nitidez en las de fondo verde. El paciente ha sido seguido hasta su curación total con infra-rojos con desaparición del edema y recuperación del pico foveolar a la perimetría estática, fig núm. 10. Fig. 5. Fig. 7. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 SALADO MARÍN F Fig. 8. Fig. 10. DISCUSIÓN La evolución de una corio-retinopatía serosa central está sujeta a grandes variaciones, lo mismo puede ser de varias semanas como de algunos meses, siendo un factor importante el diámetro y el saliente de la bulla, así eomo la antigüedad del despre.ndimiento. Por lo demás la enfermedad suele ser recidivante y la curación de las recidivas es más lenta que la de los demas accesos. Muchos pacientes curan espontáneamente como lo evidencia la oftal.oscopia y la retinografía convencional, con normalidad y desaparición de la Fig. 9. 4 bulla macular. La recuperación de la agudeza visual y la desaparición de la actividad angiográfica nos hace pensar en la curación del proceso de forma espontánea. Sin embargo, la recuperación funcional suele ser lenta y si bien es verdad que la agudeza se recupera con rapidez, la del sentido cromático es más tardía. Una vez desaparecida la bulla el test de Amsler no muestra ninguna .anomalía, pero los pacientes se quejan de deslumbramiento y de reacción 1enta a los cambios de luz. El test de deslumbramiento evidencia que la recuperación está enlentecida y la perimetría estática, la persistencia de una asimetría de los umbrales maculares. Oftalmoscópicamente curados, pues, los pacientes insisten en sus trastornos funcionales como lo manifiestan los distintos métodos de exploración. ¿Qué está ocurriendo en la mácula? Creemos que los infra-rojos explican lo que realmente puede suceder. Vemos cómo persiste el desprendimiento del neuroepitelio y cómo está realmente la mácula. La ausencia de signos angiográficos atestiguan la inactividad de la fuga pero la exploración con infra-rojos demuestra la persistencia de líquido subretiniano que desprende el neuroepitelio y es causa de que se mantengan largo tiempo los trastornos funcionales. La exploración con infra-rojos es actualmente la única-prueba que evidencia real y exactamente la reabsorción o no del líquido subretiniano. Incluso esta persistencia puede justificar las recidivas, pues mientras haya líquido detrás de la retina está manteniéndose el paso desde la corioeapilar, aun- ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Estudio evolutivo de la corio-retinopatía serosa central con los infra-rojos que la angiografía sea incapaz de demostrar la disyunción anatomo-fisiológica del complejo macular. Bien es verdad que otra cosa podría suceder como sería que la reabsorción final del líquidó se mantuviera de una manera prolongada, persistiendo el desprendimiento y los trastornos funcionales, y, efectivamente, no haya paso desde la coriocapilar con ausencia, por tanto, de fuga angiografica. El hecho es que podemos y isualizar directamente a la exploración con infra-rojos el líquido subretiniano y explicar por qué los trastornos funcionales se mantienen de manera prolongada, ,de ahí que podamos utilizar esta técnica de exploración para el estudio evolutivo de la corio-retinopa- tía serosa central, importante para el tratamiento del proceso, ya sea médico o por fotocoagulación. Los controles sucesivos nos llevarán a determinar la ausencia de líquido y dar por terminada realmente la enfermedad. Todo esto llevaría unido una recuperación funcional que podría determinarse cor. Ia perimetría estática que nos serviría para ver si en realidad hay un paralelismo enlre la reabsorción del Itquido y la recuperación del escotoma, como así sucede en alguno de nuestro enfermos, y que ha sido motivo de otro trabajo. NOTA: Las retinografías originales incluidas en este trabajo, fueron realizadas en color sobre película Ektachrome y Ektachome Infrared y reproducidas en blanco y negro para su publicación. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 269-276 VALORACIÓN FUNCIONAL DE LA RETINA PREVIA A UNA VITRECTOMÍA BERNIELL JA, ROCA G, PUJOL O Exploraciones previas en pacientes candidatos a una vitrectomía que nos permiten decidir una indicación operatoria y un pronóstico evolutivo post-cirugía, valoración del estado funcional de la retina mediante el electrorretinograma (brigth flash). INTRODUCCIÓN EXPLORACIÓN, MÉTODO El avance en la microcirugía ocular, los perfeccionamientos técnicos el mejor conocimiento de la fisiología y patología del vítreo, han permitido en los ultimos años el desarrollo de 12 cirugía vítrea. La casi totalidad de pacientes candidatos a una vitrectomía, tienen los medios dióptricos opacos que condicionar. el importante déficit visual; independientemente de su causa etiológica, generalmente se objetiva una hemorragia vítrea más o menos antigua sin tendencia visible a la reabsorción espontánea. La patología del vítreo no se resume simplemente a su opacificación, sino que está relacionada directamente con las enfermedades de las túnicas del ojo; por ello, toda indicación operatoria debe precederse de una exploración sobre la historia general del paciente y de sus antecedentes oculares, completando este examen clínico mediante unos tests de valoración del estado funcional de la retina. La realización de estas pruebas ayudarán a decidir la cuestión de la indicación operatoria y sentarán un pronóstico post-cirugía. La sistemática de rutina la hemos dividido en cuatro apartados: examen clínico, tests de valoración de la función visual, electrorretinograma (brigth-flash) y ecograma (cuadro 1). 1) Examen clínico RESUMEN a) Evaluación física Es necesaria una exploración médica general por un internista para de terminar las posibilidades de anestesia del paciente, así como las de supervivencia. La cirugía del vítreo es particularmente larga, y presenta un riesgo operatorio más elevado que las intervenciones oculares clásicas. Algunos cirujanos opinan que la vitrectomía no se justifica en pacientes cuya supervivencia no es superior a un año. b) Historia ocular Deben considerarse todos los antecedentes patológicos oculares del paciente, las fotocoagu- Ciudad Sanitaria Príncipes de España. Barcelona. Hospitalet de Llobregat. Servicio de Oftalmología. Correspondencia: Llansá, 56-7.º Barcelona 15 BERNIELL JA, et al. segmento anterior y posterior del ojo. En el estudio del polo anterior valoramos la estructura corneal, la posible existencia de una rubeosis, el ángulo de la cámara anterior, la transparencia de la lente. Si la cavidad vítrea es suficientemente clara para permitir la visualización con biomicroscopia y oftalmoscopia indirecta, podremos detallar la densidad y situación de las opacidades vítreas y dibujar un esquema convencional del fondo con las zonas de adhesión vítreo-retinales. 2) Tets valoración de la función visual a) Percepción de luz La presencia de percepción de luz, movimientos de manos, se determina a la distancia máxima percibida por el paciente; la percepción luminosa inindica que existe alguna función retiniana residual. Cuadro 1. b) Proyección de luz laciones previas, la cirugía ocular, la existencia de un glaucoma, de un desprendimiento de retina, de una catarata..., cada uno de estos factores puede influir no sólo en la decisión de operar sino en el abordaje quirúrgico de cada caso. Así, por ejemplo, la presencia de un desprendimiento de retina antiguo que se acompaña de una disminución notable de la visión, tiene pocas probabilidades de recuperación post-operatoria; por otro lado, si la retina está aplicada, la duración de la opacidad vítrea no constituye de por sí un mal pronóstico. La existencia de un glaucoma secundario a una rubeosis de iris, aumenta la posibilidad de complicaciones graves post-operatorias, en este sentido, algunos cirujanos consideran que la rubeosis de iris ei una contraindicación para cirugía vítrea. Las opacidades del cristalino se valoran relacionando el grado de esclerosis y la edad del paciente: generalmente una lente no muy opacificada en pacientes menores de 40 años, se puede extraer por fragmentación mecánica y aspiración utilizando el instrumento de vitrectomía; en pacientes mayores de 40 años y esclerosis cristaliniana avanzada, la lente debe ser extraída por medio de la técnica intracapsular convencional, preferentemente antes de la vitrectomía. Se examinarán los dos ojos cuidadosamente con métodos que incluyan, agudeza visual, tonometría, lámpara de hendidura, gonioscopia, campo visual.., que permitírán objetivar el estado del 2 La proyección de luz suele indicar una retina aplicada; es evaluada en cada cuadrante, valorando la exactitud y rapidez de las respuestas subjetivas del paciente. c) Reflejos pupilares La respuesta pupilar rápida a la luz directa (reflejo fotomotor) es de buen pronóstico visual, sin embargo, las respuestas pupilares algunas vecesson lentas en pacientes con retinopatía diabética proliferativa; al igual que una hemorragia vítrea intensa puede causar una pérdida de respuesta pupilar a la luz directa. Un defecto pupilar no es indicativo del estado anatómico o de la capacidad funcional de la retina. Se anotará el tamaño de la pupila después de una dilatación nnedicamentosa máxima, y si es inferior a 4 m/m. podrá ser necesario practicar una esfinterectomía o iridectomía óptica. d) Varilla de Maddox Se sitúa una varilla de Maddox delante del ojo patológico, estando el congénere ocluido, dispuesta con el eje horizontal o veríical; se proyecta un fascículo luminoso a 20 cm. de la córnea. El ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Valoración funcional de la retina previa sujeto normal percibe una línea roja perpendicular a la disposición de los cilindros de la varilla; si existe una función visual alterada, la línea aparece como sinuosa y con una interrupción en la mitad. e) Fenómeno entóptico de Purkinje En un ambiente mesópico, se disponen dos puntos de luz juntos, a una distancia de 60 cm del paciente. Separamos paulatinamente los dos focos y medimos la distancia en que el paciente ha distinguido dos luces. Se considera una función macular normal cuando la discriminación es inferior a 10 cm. jo con el ojo cerrado, disponiendo un foco de luz en el lado temporal superior, normalmente el paciente se aprecia la trama vascular retiniana y la región macular avascular; las regiones que aparecen oscuras corresponden a zonas funcionales; si existen opacidades vítreas densas, la luz se difunde y no se aprecia esía trama; esta prueba es especialmente útil cuando existe vascularización macular. Si estos tests son positivos, significa que la retina es capaz de una valorable función visual; una respuesta negativa no es excluyente, pudiendo deberse simplemente a densas opacidades vítreas. Sin embargo, estos tesís no predicen el nivel potencial de la función visual retinal. 3) Electrorrctinograma f) Fenómeno entóptico de Purkinje Prueba un tanto subietiva que necesita la colaboración del paciente; se le hace mirar hacia aba- El electrorretinograma convencional es la medida del cambio de potencial de reposo entre la córnea y el polo posterior del ojo, producida por una Cuadro 2. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 BERNIELL JA, et al. Cuadro 3. estimulación luminosa. El registro de este potencial de acción representa la actividad bioeloctrica global de la retina, cuyo origen intrarretiniano es diferente (cuadro 2). La «onda a» componente inical del trazado, representa la hiperpolarizac ón de los fotoreceptores (conos-bastones). La «onda b» componente principal del electrorretinograma clínico es el pontencial positivo que sigue a la «(onda a»: fisiológicamente depende de la despolarización de las células de Müller, reflejo indirecto de la transmisión visual a nivel de las células bipolares. La interpretación cuantitativa del electrorretinograma se basará en la medida de las amplitudes y tiempos de culminación de las ondas a y b. En condiciones patológicas, como son las opacidades de medios refringentes, influyen en el resultado del electrorretinograma (cuadro 3). Por una parte, la absorción de la luz disminuye globalmente la amplitud del electrorretinograma. También la difracción de la Iuz origina una dismmución de la amplitud y un retraso en el tiempo de culminación de la onda b. Existe un tipo de opacificacion, producida por una hemorragia vítrea antgua, frecuente en pacientes candidatos a una vitrectomía, en los que independientemente de la turbidez vítrea, se presenta una lesión funcional directa sobre la retina producida por la hemosiderosis (cuadro 4). El catabolismo de la hemoglobina libera particular de hierro, que se acumulan en las células de Müller, en las células amacrinas y en la limitante interna; repercutiendo en el electrorretinograma con una disminución de la onda b; contituyéndose un electrorretinograma electro-negativo. constituir un obstáculo para que el estímulo luminoso alcance la retina. Machemer y Müller diseñaron una estimulación con destello muy brillante, el Brigth Flasch, que puede atravesar estas opacidades y conseguir una respuesta efectiva en la retina. La fuente luminosa es de unas 2.000 veces más potente que el estimulador convencional, en la actualidad existen varios tipos en el mercado que detectan potenciales activos no registrables o bien muy disminuidos por el método clásico. E l aparato con que trahajamos nosotros (pantops) permite una modificación en los parámetros de estimulación y en la ganancia que se traduce en ulla intensidad por cada estímulo de 0,8 julios; energía que se incrementa aumentando el núlr#ero de estímulos a 100 con respecto el electrorretinograma standard que era de 50. COMENTARIO Una respuesta normal con el Brigth-Flash indica que la retina esta aplicada y funciona. La ausencia de registro puede sugerir un desprendimiento de Electrorrefinograma, Brigh-Flash (cuadro 5) El electrorretinograma convencional no resulta útil en opacidades vítreas muy importantes, al 4 Cuadro 4. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Valoración funcional de la retina previa Cuadro 5. retina total, una oclusión de la arteria central o una degeneraclon retiniana severa. En pacientes que el ecograma demuestre la retina aplicada y el electrorretinograma sea plano, la vitrectomía no da buen resultado funcional. Machemer dice que el electrorretinograma es más importante en el diabético y el ecograma en el no diabético. Los criterios actuales de valoración de un paciente pre-vitrectomía se apoyan en un estudio ecográfico y en nna exploración electrofisiológica; quedando en un plano más secundario otros tests de la función visual, siendo de estos los más significativos, una buena percepción y proyección luminosa. Respecto a la valoración bioelectrica pre-vitrectomia detallamos: a) La «onda b» del electrorretinograma es la más significativa de un buen resultado post-operatorio b) Un electrorretinograma de amplitud reducida, pero con las ondas a y b bien individualizadas es de un buen pronóstico visual. c) Un electrorretinograma electronegativo (traduce generalmente una lesión vascular retiniana) disminuye las posibilidades de recuperación funcional en un 70 por 100. Un electrorretinograma aholido con estimulación brigth-flash tiene un pronóstico funcional muy malo. BIBLIOGRAFÍA Dwain G, Fuller, Robert W, Knigton, Robert Machemer. BrigthFlash electroretinography for the evolution of eyes mith opaque vitreous. American Journal of Ophthalmology 1975, 80: 3. Machermer R, Norton E. A new concept for vitreous surgery. Indications and results. Am J Ophthal 1972, 74: 1034. Sinclair Stepeh, Loebl M, Riva EC. Entoptic Phenomenon. A Oph 1979, 97: 1092-1095. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5 ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40: 277-282 ENUCLEACIÓN INTRAESCLERAL: NUEVA TÉCNICA QUIRÚRGICA* SALOM B1 RESUMEN diferencia de la técnica de Awan, que utiliza cuatro colgajos esclerales. Se describe una variación quirúrgica introducida en las técnicas de enucleación intraescleral, en la que se utiliza un trozo de esclera del propio paciente para la fijación de los músculos rectos, a Palabras clave: Enucleación intraescleral, Anoftalmos, Enucleación, Pliegue palpebral superior. La cirugía de la enucleación se ha visto enriquecida, desde siempre por un gran número de técnicas con sus correspondientes modificaciones y una amplia gama de implantes. El motivo de casi todas las innovaciones se debe a la dificultad en suturar los músculos rectos de forma que la normal motilidad ocular quede fielmente reproducida. Existen dos técnicas, descritas últimamente, con las que se obtiene un resultado funcional excelente; ahora bien, estas técnicas conllevan en si mismas una serie de dficultades que creemos quedan solucionadas en parte con la descrita en este trabajo. La esclera de Donnor, técnica en la que se utiliza un trasplante heterólogo de esclera para la fijación de los músculos rectos. tiene la dificultad de su obtención y conservación; respecto a su utilización, hay que tener en cuenta la historia clínica del donante, pues si ha padecido una hepatitis, está contra indicada su utilización. El término enucleación intraescleral, es la traducción del término acuñado por F. C. Blodi, M. D. (febrero, 1997), «Intraescleral Enucleation».Awan en su nueva técnica, presenta los inconvenientes de su larga duración y posible dificultad para algunos cirujanos, la facilidad para producir una perforación al hacer una disección escleral tan amplia y la impracticabilidad en ojos con escleras muy delgadas. Facultad de Medicina. Cátedra de Oftalmología. Valencia. * Comunicación presentada al LV Congreso de la S.E.O., Sevilla, 1978. 1 Médico adjunto. Correspondencia: Ménendez y Pelayo, 5 Valencia 10 TÉCNICA QUIRÚRGICA Utilizando seda negra 4/0, damos un punto de sutura a las nueve horas y otro a las tres horas en el limbo esclero-corneal, clampándose los cabos terminales junto con la lazada intermedia, lo que nos va a servir para la inmovilidad del globo ocular durante toda la operación y también en el momento mismo de la extracción. Se inyecta anestésico local o suero fisiológico cubconjuntivalmente, para poder realizar la diseccion de la conjuntiva más cómodamente y con menor riesgo de desgarros se da en el borde de la conjuntiva disecada un punto con seda 4/0, que nos servirá de refercncia. Se disecan y aislan los músculos rectos inferior, lateral y medial, sujetándose con un punto de doble lazada de seda 5/0, se corta lo más al ras posible, es decir, recpetando la máxima cantidad posible de tendón con unas tijeras de puntas romas. Se aisla el músculo recto superior y sujetándolo con un ,ancho de estrabismo, se lleva a cabo la disección de la esclera con una hoja de bisturí del número 11, que va desde el limbo esclerocorneal hasta unos cuantos milímetros por detrás de la inserción del músculo superior, se trata pues, de un cuadrado de esclera que tiene unos 12 ó 13 mm. de lado. El colgajo escleral conserva intacta SALOM B Fig. 1: Puntos de tracción córnea-esclerales. la inserción del recto superior. En este mismo tiempo se lleva a cabo la sección del oblicuo superior. Con una mano tiramos hacia arriba y medialmente del clamp colocado en el primer tiempo de la técnica e introducimos lateralmente las tijeras curvas y romas, seccionando el nervio óptico lo más posterior posible y realizando la enucleación propiamente dicha. Se practica una comprensión antihemorrágica durante unos minutos, hasta que cesa la hemorragia, v se coloca «in situ» un implante intratenoniano el cual se recubre y suleta fundamentalmente con el colgaio escleral, sobre el cual se sutura en el borde correspondiente los tres rectos, que habíamos aislado y seccionado. La sutura se efectúa con seda 5/0 o con polydek 4/0. Se sutura la cápsula de Tenon con seda 5/0, con puntos en U independientes, y sobre este plano Fig. 2: Se han disecado y aislado los rectos laterales y el recto inferior. 2 Fig. 4: Se ha disecado el trozo de esclera. suturamos la conjuntiva con puntos de seda 4/0, en sutura continua. Una vez terminada la operación colocamos o no, un conformador, dependiendo esto de si hay o no hemorragia intraorbitaria que nos haga aparecer un hematoma considerable, y también según el estado del último plano conjúntival. Se practica la primera cura a las 24 horas y la segunda a las 48 horas. A los ocho días se quitan los puntos de sutura continua conjuntivales. A los 15 días se coloca ya una prótesis ocular provisional colocándose a partir del mes la definitiva. COMENTARIO La principal ventaja que hav que remarcar, es la corta duración del tiempo de disección con res- Fig. 4: Enucleación propiamente dicha. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Enucleación intraescleral: nueva técnica quirúrgica Fig. 5: Implante de silicona y porción de esclera sobre la que se insertarán los rectos. pecto a la técnica de Awan, ya que en esta se realiza la disección de cuatro colgajos esclerales, uno por cada músculo reto, mientras que con esta técnica, solo hay que disecar un colgajo escleral, lo cuaI nos beneficia pues disminuye el riesgo de perforación del globo, exige menos habilidad quirúrgica y en caso de escleras muy delgadas se disminuye también la dificultad, conservando al mismo tiempo todas las ventajas de la técnica intraescleral, al quedar totalmente conservada la inserción del músculo recto superior, pues en las enucleaciones convencionales es la causa más directa de la aparición del surco palpebral superior, que aquí no se produce. Se sigue respetando la cápsula de Tenon, al mismo tiempo que facilita la sutura de los músculos. El motivo de elegir el colgajo escleral correspondiente al recto superior y no a cualquier otro, se debe a dos causas: la primera es que la distancia del recto superior al limbo esclerocorneal es la mayor de todas según las estadísticas de Tillaux, Fucus, Testut, Winkler y Wolf, siendo la distancia media de 7,98 mm. La segunda razón en orden de elección es que el recto superior es el músculo cuya tracción e insercción anómalas produce mayores transtornos en la movilidad y estética del párpado superior. Los inconvenientes de esta técnica vienen dados por las propias contraindicaciones de dejar un trozo de esclera, como ocurre en los tumores malignos o en los casos en que la perforación del globo y la salida de su contenido sea peligrosa. Fig. 6: Resultado tras la inserción de los rectos sobre la porción escleral. RESULTADOS Dieciséis enucleaciones, alguna de ellas con más de diez meses de evolución, presentando todas unos resultados excelentes, tanto de tolerancia como de estética. 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Acompañando al cuadro de alteraciones anatómicas del segmento anterior es frecuente la aparición de hifemas como consecuencia, de lesión de los vasos uveales y fundamentalmente de los vasos de la raíz del iris. El hifema es testigo de la gravedad de la contusión ocular, que obliga a un examen minucioso para el diagnóstico de lesiones oculares asociadas. Puede ser, él mismo peligroso, por los riesgos de hipertonía en relación con su abundancia (secundariamente produce un bloqueo angular) y por el riesgo de impregnación hemática corneal, así como por adherencias fibrinosas iridocorneales . La recidiva de un hifema lo hace especialmente grave. El origen de una hemorragia de la cámara anteriorJ se localiza a nivel de la raíz del iris y cuerpo ciliar, por lesión del gran círculo arterial del iris o de sus ramas, como han demostrado Duke-Elder y Mac Faul. 180º del ángulo irido-corneal indemne es suficiente para garaníizar una regulación tensional, a no ser que incida sobre el globo ocular con problemas tensionales anteriores que compliquen el cuadro. El hifema por mecanismos de reabsorción a través de humor acuoso y del canal de Schlemn, evoluciona expontáneamente hacia su resolución excepto en ciertos casos en que entre el tercero y quinto día, se produce una recidiva por fragmentación del callo cicatricial vascular. Las circunstancias etiológicas del hifema nos describen accidentes por agresiones o por cuerpos que se proyectan sobre el globo ocular con una cierta energía cinética (piedras, balón, etc...) afectando sobre todo a individuos jóvenes del sexo masculino, aunque a veces puede sobrevenir en personas predispuestas a hemorragias con problemas de coagulación sanguínea de tipo congénito, o, bien en enfermos sometidos a tratamiento con anticoagulantes . Clínicamente la aparición del hifema sobreviene en los primeros momentos del traumatismo acusando el individuo una disminución de visión tanto más acusada dependiendo de la extensión y de la hipertonía secundaria. Los hifemas, se pueden clasificar según su extensión: Nivel hemático que alcanza 1#3 de la cámara anterior. Nivel hemático situado entre 1/3 y 1/2 de la cárr.ara anterior. Nivel hemático que ocupa más de 1/2 de la cámara anterior Tonométricamente en un primer momento podemos observar una discreta elevación dentro de límites normales (siendo interesante el valor comparativo con el otro ojo); en otros evoluciona con una hipertensión ocular porifema masivo que habrá que tratar médicamente. Ante un hifema traumático sín lesiones oculares abiertas aparentes, es de gran importancia el descartar la existencia de pequeños cuerpos extraños intraoculares (que no han producido vía de entrada aparente) o bien orbitarios, por lo que es obligado el hacer de forma rutinaria un estudio radio- RESUMEN Ciudad Sanitaria de la S.s. Enrique Sotomayor. Bilbao. Servicio de Oftalmología. Jefe de Servicio: Dr. José Salcedo de Miguel. Correspondencia: Gregorio Balparada, 22, 4.º izda. Bilbao COCA FIGUEROLA JM, et al. ló,ico en estos casos. Hay que completar la exploración con el estudio de la pupila, por la frecuencia de ruptura del esfinter del iris que secundariamente producirá discreta midriasis. La gonioscopía nos demostrará que prácticamente no hay hifema sin alteraciones anatómicas del ángulo irido-corneal. En el cristalino, a veces aparecen pequeñas vacuolas o separación de la trama fibrilar cristaliniana que posteriormente evolucionará con pequeñas opacidades. En retina es frecuente la aparición de hemorragias subretinianas, así como la existencia de pequeñas soluciones de continuidad, bien a nivel macular o en retina periférica. por lo que es necesario un estudio minucioso para evitar posibles desprendimientos de retina a posteriori. Un estudio minucioso desde un primer momento nos orientará sobre la pauta a seguir, sobre la gravedad del cuadro y las secuelas posteriores. Se han efectuado Toma de agudeza visual. B. M. C. Tesión ocular por aplanación Gonioscopía. Fundoscopía . Pauta terapeútica Pauta terapéutica (en régimen de internamiento) Ha sido común para los 35 casos. Anti-inflamatorios locales. Midriáticos . Líquidos abundantes. Oclusión. HALLAZGOS OBTENIDOS MATERIAL Y MÉTODOS Se presenta una serie estadística de 35 pacientes que han acudido de urgencia corelativamente a nues ro servicio afectos de traumatismo ocular cerrado por obietos contundentes, destacando como síntoma más llamativo, el hifema traumático. Las edades están comprendidas entre los 7 y los 52 años, repartiéndose según el sexo en 28 varones y 7 hembras. Para evaluar mejor la incidencia, se han establecido seis grupos en función de la edad. Pruebas practicadas Si existía suficiente grado de cooperación han sido realizadas en el momento de llegada al servicio y en el proceder rutinario para extender el informe con el alta. 2 1. Anteriores al tratamiento (en el momento de llegada) La agudeza visual en mayor o menor grado siempre está alterada. Hiperemia conjuntival en todos los casos. Erosión corneal más o menos intensa en todos los casos. Alteraciones pupilares: Midriasis o desviaciones pupilares. Cámara anterior: Hemorragia y tyndall hemático. Tensión ocular: Se tomó en 14 casos, de los cuales 2 presentaban hipertonia en el ojo afecto. Gonioscopia: Sólo pudo efectuarse en 10 casos; de ellos en 3 casos se encontró sangre en los 360º del ángulo irido esclerocorneal. Cristalino: Se observó en todos los casos, encontrándose en 3 casos subluxacion del mlsmo. Fondo del ojo: Se logró hacer el examen de fondo en 12 casos. Apreciándose en 6 de los mismos ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Hifema traumático: valoración de secuelas objetivales. Existe dentro de este grupo 13 casos que suponen el 37,11 por 100 del total, repartidos de la siguiente forma: 4 casos pertenecientes a la 1.ª década. 5 casos pertenecientes a la 2.ª década. 2 casos pertenecientes a la 3.ª década. 1 caso perteneciente a la 4.ª década. 1 caso perteneciente a la 6.ª década. 2.2. Restitución funcional con lesiones anatómicas residuales. adema macular traumático y en 1 caso hemorragia intrarretiniana; en 8 casos al alteración de los medios transparentes impidió el examen, en 15 casos no se pudo explorar. 2. Posteriores al tratamiento (en el momento del alta del servicio) 2.1. Restitución total anatomo-funcional Agudeza visual unidad y ausencia de lesiones Agudezas visuales unidad: Son 15 casos que suponen el 42,86 por 100, repartidos de la siguiente forma: 2 casos pertenecientes a la 1.ª década. 5 casos pertenecientes a la 2.ª década. 2 casos pertenecientes a la 3.ª década. 1 caso perteneciente a la 4.ª década. 3 casos pertenecientes a la 5.ª década. 2 casos pertenecientes a la 6.ª década. Las alteraciones encontradas han sido: Corneales: ninguna. Iris: Un caso de iridodiálisis y otro de neovascularización sectorial. Pupilares: 3 casos de ruptura del esfinter. Cristalino: Un caso de subluxación. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 3 COCA FIGUEROLA JM, et al. Angulo iridocorneal: 11 casos con recesión traumática del ángulo en mayor o menor extensión (en un caso no se pudo explorar). Tensión ocular: Se ha podido tomar en 13 casos no encontrando variación significativa. Fondo del ojo: 3 casos de coriorretinitis traumática y 1 caso de hemorragia intraretiniana en polo posterior. Un caso de catarata traumática, intervenida a posteriori con visión final de 0,63. Un caso de discreta turbidez vítrea con ligero descenso de la agudeza visual (0,8). Un caso que hubo de enuclearse debido a complicaciones inflamatorias y tensionales . 3. Observaciones estadísticas 2.3. Lesión funcional y anatómica. Dentro de este apartado existen 7 casos, lo que supone el 20 por 100 del total, repartidos de la siguiente forma: 1 caso perteneciente a la 1.ª década. 3 casos pertenecientes a la 2.ª década. 1 caso perteneciente a la 3.ª década. 2 casos pertenecientes a la 5.ª década. Alteraciones encontradas: Un caso de agujero macular. Un caso de desprendimiento de retina. Un caso de retinopatía postraumática COn placa macular y proliferación glial. Un caso de subluxación de cristalino con vítreo en cámara anterior y aumento de la tensión ocular controlada con medicación. 4 3.1. Amplio predominio de este cuadro en el varón (80 por 100 de varones y 20 por 100 de hembras). 3.2. Se observa una mayor incidencia en las dos primeras décadas de la vida (57,14 por 100 de los casos). 3.3. Relación de causas: Pelotazos: 3, onda explosiva: 3, agresión: 4. pedrada: 9, balonazos: 4, astillas: 2, cinturón: 2, choques: 1, aire a presión: 1, perdigón: 1 y taco de papel: 2. CONCLUSIÓN Ante cualquier caso de hifema traumático, nunca podremos establecer a priori un pronóstico ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 Hifema traumático: valoración de secuelas favorable ya que, de una parte están sujetos a complicaciones próximas en el curso de su reabsorción y de otra, una vez reabsorbido, las alteraciones si no visuales, anatómicas, son demasiado frecuentes (62,85 por por 100 de nuestra serie). BIBLIOGRAFÍA Bengstsson E, Ehingner G. Treatment of hipema traumatic. Act Ophth 1975, 53: 914-923. Boudet C. Plaies et conclusions du segment anterieur de l'oeil. Rapport annuel. Soc Fr Opht Masson ed 1979, 172-177. Brique J, Flament J, Bronner A. Aspects gonioscopique et tonometriques des cotusions oculaires récent. Bull S. O. France 1972, 72: 89-14. Yasuna ER. Treatment of traumatic hipema with corticosteroids. arch of Ophtal. Chicago 1977, 91: 190-195. ARCH. SOC. ESP. OFTALMOL., 1980; 40 5