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Gustavo Álvarez Gardeazábal
La venganza de la iglesia católica contra Gustavo Álvarez Gardeazábal
Dos sacerdotes de Santa Rosa de Osos bloquearon la circulación de su columna ‘El Jodario’ en
internet como respuesta a las ofensas de su libro ‘El Resucitado’
Desde mediados de abril para acá ‘El Jodario’, la columna de Gustavo Álvarez Gardeazábal, no
volvió a llegar por correo electrónico a los 10 mil suscriptores que tenía. La furia que desató en la
Iglesia Católica su último libro, El resucitado, en donde le da atributos divinos a un narcotraficante
y en donde sugiere que Cristo tomaba infusiones de mandrágora antes de realizar sus milagros,
fue la causante de este veto.
Los que tomaron la vocería ante esta anatema fueron los sacerdotes de la iglesia de San Pedro de
los milagros y del Bagre que pertenecen a la arquidiócesis de Santa Rosa de Osos, encabezada por
el obispo José Alberto Ossa Soto quien, al respecto, ha guardado silencio. Apelando a la
constitución, a entidades oficiales y al servidor que desde Nueva York repartía el correo,
consiguieron el veto. No era la primera vez que tenía una disputa con ésta arquidiócesis.
En 1933 su papá, Pablo Álvarez Maya, tuvo que salir de su pueblo, Guadalupe Antioquia,
excomulgado por el obispo radical Miguel Ángel Builes. No le perdonaron haberse lanzado como
candidato al consejo municipal sin haber cumplido 21 años. Su abuelo, Felipe, también sufrió el
peso maldito de la excomunión de mano de Builes. En el parto del tercero de sus hijos el niño
nació con una insuficiencia respiratoria. La partera, aterrada, le afirmó que el niño podía morir en
cualquier momento. Asustado de que pudiera morirse sin haber recibido la bendición de Dios,
decidió bautizarlo él mismo. El niño no murió y cuando se supo las atribuciones que se había
tomado Builes no dudó en excomulgarlo.
Setenta años después su nieto, Gustavo Álvarez Gardeazábal, es el centro de la ira santa y no sólo
por parte de la iglesia católica. Los evangélicos ya están enfilando baterías contra él. El ciudadano
Francisco Arias le reclamó, con Autoridad Judicial, que es el paso previo a la tutela, de que se
retracte de lo que dice en su novela. En una carta enviada al escritor tulueño le escribe que “me
ha dolido en lo profundo de mi corazón , con sentimiento de amigo sincero (ojo, cero religioso)
que SE COMPARE a un parroquiano malévolo por su condición criminal , (lo dice el libro), con el
verdadero hombre , único , sabio, bueno, poderoso pero humilde, maestro , puro, amigo sincero ,
etc., “el hombre más grande que ha pisado la tierra”.
Álvarez Gardeazábal no piensa retractarse, al contrario, cree que con esta presión le están
violando sus derechos a expresarse libremente y además “porque no voy a colaborar con mi
humillación a la destrucción de un género literario, ni mucho menos al fin de la libertad de
expresión, tan amenazada en este país por todos los flancos y perseguida con todas las
herramientas”.
Por ahora los únicos perjudicados son los 10 mil contactos a los que ya no les llega El jodario.
Mientras tanto El resucitado sigue vendiéndose cómo no lo hacía un libro suyo desde los años de
El divino.