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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
INDICE
I. La problemática evangelizadora de la Iglesia, después de la
Segunda Guerra Mundial………………………………………………………………………. 3
II. La situación del Papa Pío XII frente a la renovación católica……….…… 12
III. El Papa Juan XXIII y el Concilio Ecuménico Vaticano II……………..….…. 16
IV. El Papa Pablo VI y la “nueva evangelización” según la Exhortación
Apostólica Post- Sinodal “Evangelii Nuntiandi”……………………………..….…. 22
V. La nueva evangelización en el Pontificado del Beato Juan Pablo II…. 28
VI. La nueva evangelización en el Pontificado de Benedicto XVI………..… 34
VII. La nueva evangelización en el Pontificado del Papa Francisco..……. 36
VIII. FASTA y la “nueva evangelización”…………………………………………..…… 49
IX. A modo de epílogo: la adveniente cultura………………………………..……… 54
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
I.La problemática evangelizadora de
la Iglesia, después de la Segunda
Guerra Mundial
Sería contrario a la continuidad del Magisterio Pontificio, pensar que
la “nueva evangelización” a la que nos convoca el Beato Juan Pablo II 1 ,
supone que la Iglesia o nunca ha evangelizado, o que el modo como ahora
debe hacerlo, nada tiene que ver con la precedente evangelización. El Papa,
en su discurso a la 19° Asamblea del CELAM, así la define: “la N.E. es querer
volver a Cristo con un nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones”.
La Iglesia evangeliza a partir del mandato recibido el día de la
Ascensión: “recibiréis el poder del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros
y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los
confines de la tierra” (Hech. 1,8). Al cumplirse el día de Pentecostés se dio el
milagro, quedó la Iglesia instaurada con sus dos co-principios, los apóstoles y
el Espíritu Santo.
A partir de entonces comenzó la evangelización como ese “ir a
Cristo” del que habla el Beato Juan Pablo II, y de la que debería ir surgiendo
un modo de civilización: la civilización del amor. Queda claro, de todos modos,
que la Iglesia no civiliza para evangelizar, sino que evangeliza para civilizar.
De aquí se siguen tres notas que dan un tono singular a la evangelización y la
hacen esencial a la vida cristiana:
1.La evangelización surge del mandato misionero de Cristo: “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda creatura” (Mc.
16,15). Este mandato lo participa todo cristiano a partir de su
bautismo.
1 Cf. Novo Millennio Ineunte, n.40. Tengamos en cuenta que el Beato Juan Pablo
II usa más de 300 veces en sus discursos escritos, esta “expresión”; Fisichella, Rino,
La nueva evangelización, Ed. Salterrae. Santander 2012.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
2.El mandato misionero de Jesús lo participa toda la Iglesia: “A Él
sujetó todas las cosas bajo sus pies, y lo puso por cabeza de
todas las cosas en la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del
que lo acaba todo en todos” (Ef. 1, 22).
3.La expectativa propia de los hombres de todos los tiempos, a
conocer dónde está el camino, la verdad y la vida (Jn. 14, 1-11).
Lo verdaderamente nuevo no es el hecho de la evangelización que,
como ya hemos dicho, la Iglesia lleva a cabo desde el día mismo de
Pentecostés, en que algunos de los que estaban presentes pensaron que los
Apóstoles estaban borrachos y se fueron, mientras que otros, a los que Pedro
les anuncia la resurrección de Cristo, asombrados por lo que están viendo y
escuchando, “con el corazón compungido” le preguntaron “Hermano, que
tenemos que hacer”, y Pedro contesta: “arrepiéntanse de los pecados,
bautícense y recibirán al Espíritu Santo” (Hech. 2, 13-42). Lo verdaderamente
nuevo es la situación del mundo, después de la Segunda Guerra Mundial,
donde los cinco grandes se lo reparten según los criterios ideológicos con
que participaron en la guerra, al fin de la cual derrotaron al modelo del
nacional socialismo. La Europa Oriental y China continental quedaron bajo la
férula del marxismo ruso, y la Europa Occidental con el Japón incluido, bajo
el poder de la plutocracia anglo-americana.
El proceso de secularización que precipitó la guerra de modelos, se
irá poco a poco instaurando como un laicismo agresivo que intenta negar las
raíces de la cultura y civilización cristianas que se van poco a poco
desplomando.
Al respecto nos recuerda el Papa Benedicto XVI que esta
evangelización será nueva:
“no en los contenidos, sino en el impulso interior, abierto a la gracia
del Espíritu Santo, que constituye la fuerza de la ley nueva del
Evangelio y que renueva siempre a la Iglesia; nueva en la búsqueda
de modalidad que corresponde a la fuerza del Espíritu Santo y serán
adecuadas a los tiempos y situaciones; nueva porque es necesario
incluso en pensar que ya han recibido el anuncio del Evangelio” 2 .
2
Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo,
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
¿Cuál era la situación de la Iglesia después de la Segunda Guerra
Mundial?
La situación de la Iglesia es delicada si miramos a lo interno de su
realidad doctrinal. Es como si todo el andamiaje de la hasta entonces
considerada como la Iglesia jerárquica, con su inamovible contenido doctrinal
y espiritual, fundado en la tradición, la doctrina de los Santos Padres, de los
grandes Doctores como Santo Tomás de Aquino, y el Magisterio ordinario y
extraordinario de la misma comenzará a tambalear. Aparece, especialmente
en Francia, aunque también en otros países pero de modo más aislado, una
atmósfera de renovación católica, anterior a la gran guerra, pero que ahora,
terminada la conflagración mundial, intenta instalarse respondiendo a
inquietudes, problemas y situaciones derivadas de las circunstancias.
La Iglesia, después de la reforma protestante, se había estructurado
con rigidez, tanto en lo doctrinal como en lo disciplinar conforme a las pautas
del Concilio de Trento.
A medida que el proceso de secularización va avanzando y genera las
líneas de pensamiento del modernismo, la Iglesia busca amoldarse para
preservar la salud doctrinal y la comunión eclesial. No obstante, si
atendemos al ejercicio del Magisterio Pontificio, vemos como los Papas,
sobre todo de los siglos XIX y XX, van a denunciar los errores de las filosofías
modernas y los embates a la sana doctrina que promueve el modernismo.
Podemos destacar, en este sentido, el protagonismo doctrinal de León XIII,
Pío X y el Concilio Vaticano I.
Santo Tomás de Aquino aparece, sobre todo con la encíclica “Aeterni
Patris” (4-VIII-1879) de León XIII, como el gran doctor de la Iglesia a cuyo
pensamiento es necesario volver para rechazar los “pestíferos principios” de
la filosofía moderna. No olvidemos que el Papa Pío X, en su encíclica
“Pascendi Dominici Gregis” (8-IX-1907) y el decreto “Lamentabili” (7-VI-1907)
reprueba 65 errores del modernismo. Esta línea estructura el pensamiento
de la Iglesia y se mantiene hasta el Papa Pío XII, a quien le toca gobernar la
Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial y su proyección posterior. Es
29/VI/2010.
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precisamente durante su pontificado cuando se empieza a hacer presente en
el ámbito eclesial un movimiento de renovación católica que apunta a:
1.Afirmar el protagonismo del hombre con su capacidad creacional
y su aporte positivo al desarrollo del mundo.
2.Afirmar el desarrollo y vigencia de la historia a la realización
tanto individual como social.
Estos dos aspectos acercan al movimiento de renovación católica,
que en Francia lideran entre otros, los dominicos de “Le Saulchoir”, al
modernismo. Sin embargo, en estos planteos no siempre queda claro el
afirmar la continuidad de la tradición, el carácter objetivo de la revelación y
las declaraciones dogmáticas.
En esta línea de pensamiento estaba el P. Chenu (1895-1990) 3 , que
no pudo zafar a las implicancias de un historicismo que, denunciado por
algunos obispos, lo obliga a dejar París, en 1954, y recluirse en el convento de
Rouen, por mandato del General de la Orden Dominicana, P. Manuel Suárez.
Otro tema que aparece sostenido por el movimiento de renovación
católica es un rechazo a una visión del mundo como sólo lugar de pecado y
corrupción. Es decir, el rechazo a un anterior antinaturalismo por la
afirmación de un supernaturalismo puro, olvidando que el cosmos es una
creación de Dios, y por lo tanto participa de un cierto tono sacral. En el
mundo se encarnó. Cristo, el Salvador, y puede y debe ser espiritualizado.
Un tema que causo especial resquemor en la cúpula católica fue el
del ECUMENISMO. La renovación católica intentará trabajar por la unión de
los cristianos. El dominico Ives Congar O.P. (1904-1995) 4 irrumpe en este
empeño de renovación, en 1932, como profesor de teología en Le Saulchoir y
aportando al proceso una clara vocación eclesiológica y ecuménica. Su tesis
de doctorado en teología, de 1931, versa sobre “La unidad de la Iglesia”.
En 1937 publica “Cristianos desunidos”, que es censurado por el
Santo Oficio y, por ese motivo no puede reeditarlo a pesar de los muchos
pedidos que tiene al respecto. Es que ese tema del “ecumenismo”, era tan
3
4
Cf. Franco, A.; Marie Dominique Chenu O.P.; edit. Morcelliena; Brescia 2003.
Cf. Congar, I.; Diario de un teólogo, (1946-1955); edit. Trotta; Madrid, 2004.
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novedoso que la sola palabra generaba desconfianza en muchos obispos, sin
excluir al Santo Oficio. Sin embrago, en 1950 el Santo Oficio promulga una
“Introducción” sobre el ecumenismo a la cual el P. Congar adhiere. Uno de los
puntos de la Introducción señala que no se debe hacer nada referido al
ecumenismo sin el control y permiso de la jerarquía y, eventualmente, de
Roma.
En 1952, el Padre Congar sufre su primera sanción de parte del
Santo Oficio y está referida a la primera edición de “Verdadera y falsa
reforma en la Iglesia”. Le prohíben reeditarlo y traducirlo. En 1954 es
apartado de la enseñanza y es enviado a la Escuela Bíblica de Jerusalén. En
ese mismo año Congar es autorizado a publicar una traducción española de
“Verdadera y falsa reforma en la Iglesia”, pero su segunda edición deberá
esperar 20 años. “Cristianos desunidos” Se vuelve a imprimir sin ninguna
modificación en 1964. Para esa época al teólogo dominico se le han
levantado dos censuras y sale casi indemne del primer ataque lanzado contra
él desde Roma. En 1960 es nombrado consultor de la comisión teológica
preparatoria del Concilio Vaticano II, en el cual se desempeñará como experto
entre 1962 y 1965. En 1964, el Papa Pablo VI lo hace Cardenal de la Iglesia.
El entonces Cardenal Montini, después Pablo VI, se distancia del
Santo Oficio en lo que hace al juicio a Congar.
El tema de la presencia de los laicos en la Iglesia ocupa un lugar
privilegiado en los movimientos de renovación católica de la post-guerra. Por
ese motivo, el P. Congar ha publicado en 1946, en “Le vie intelectuel” y en
“Masses Ouvrieres” simultáneamente “Sacerdotes y laicos en la Iglesia” y en
1948, “Para una teología del laicado”. Pero su obra cumbre sobre este tema
que tardó en publicarse en razón de la desconfianza de algunos obispos, fue
“Jalones para una teología del laicado” 5 . La obra fue escrita en Le Saulchoir
en 1951. En ella se examina la posición de una teología del laicado en el
designio de Dios. En la segunda parte se aborda el laicado en función de sus
actividades en la vida eclesiástica.
La renovación católica va a intentar cambiar el concepto clásico de
“misión” en la Iglesia que sólo se aplicaba a la tarea misionera en países que
5
Congar, I.; Jalones para una teología del laicado; edit. Estela, Barcelona 1961.
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aún no habían sido evangelizados. Era la así llamada MISSIO AD GENTES. El
tema implicaba directamente a los sacerdotes. La pregunta era: ¿cómo
ejercer el sacerdocio en una sociedad secular y como resultado de una
conflagración mundial con millones de muertos? ¿Cómo hacer para que la
ecuación Iglesia-mundo pudiera ser actualizada? ¿Cómo hacer para percibir,
en medio de los horrores de la guerra, que el mundo no era solo un lugar de
corrupción y pecado, sino el lugar donde el Verbo de Dios se había encarnado
e instaurado su Reino? ¿Cómo reducir las distancias, quebrar las dialécticas,
poder entrar en diálogo con los hombres de la modernidad, sus ideologías,
sus modelos laicos de realización? 6
La renovación católica habla de “lugares de misión” y el desafío para
que la Iglesia los evangelice: los obreros, los empresarios, las universidades,
los asentamientos urbanos, las poblaciones carenciadas.
La renovación católica, como ya lo dijimos, afirmaba que para ejercer
el sacerdocio no se podía estar separado de esas realidades sociales.
Algunos sacerdotes hacían la experiencia de asumir “la misión” dada
esta nueva perspectiva y se transformaban en “obreros”. La Iglesia se
inquieta por esta nueva experiencia evangelizadora. Roma tiene información
que el comunismo, agresivo y emprendedor espera ganar a esos sacerdotes
para su causa. La defección de algunos de ellos a su ministerio sacerdotal,
agrava el asunto.
La consecuencia final de todos estos temas que parecieron alimentar
una renovación de la Iglesia para asumir la misión evangelizadora, en el
mundo de la post-guerra, terminaron con una decisión impuesta por Roma a
la Orden Dominicana y ejecutado por el Maestro General. El 6 de febrero de
1954, el P. Suárez exige la dimisión de los tres provinciales de la provincia
dominicana de Francia y los reemplaza por religiosos no elegidos por los
frailes sino designados por él. Censura y supervisa las revistas y
publicaciones, aleja de París a cuatro teólogos dominicos: Boisselot, Chenu,
Congar y Féret, profesores de le Saulchoir. También exige que los sacerdotes
obreros abandonen las fábricas antes del 1 de marzo de 1954.
6 Cf. Fosbery, A., O.P.; La identidad del sacerdocio ministerial; ed. Aquinas,
Buenos Aires 2004.
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Estas medidas provocan reacciones no sólo en nivel de lo eclesial.
Quedan enfrentadas dos dimensiones de la Iglesia: la jerárquica o
institucional, y la neumática o carismática. Desde el punto de vista de lo que
cada una de ellas representa se van a identificar como “integristas” o
“progresistas”. La ideología tratará de desplazar a la doctrina.
Veamos a modo de síntesis, cuáles eran los problemas que el
movimiento de renovación católica veía como necesario abordar para que la
Iglesia pudiera asumir su tarea evangelizadora en la sociedad:
3.Una Iglesia amurallada y a la defensiva frente al proceso de
secularización.
4.Una absolutización de lo relativo, incluido en ello a Santo Tomás
de Aquino que se lo quiere identificar con la verdad absoluta y
sin distinguir que es una “escuela de teología” como otras más
de la Iglesia.
5.Afirmar el protagonismo del hombre en su capacidad creacional
y su capacidad de aportar positivamente al desarrollo del
mundo.
6.Afirmar el desarrollo y vigencia de la historia en la realización
tanto individual como social del hombre.
7.Rechazo a la visión del mundo como un lugar de pecado y
corrupción, es decir, el rechazo a un antinaturalismo.
8.Rechazo a la afirmación de un sobrenaturalismo absoluto.
9.El ecumenismo como modo de absorber la unión de los
cristianos.
10.Una eclesiología que saque a la Iglesia del encerramiento y la
habilite a la evangelización del mundo de hoy.
11.Afirmar el protagonismo del laico en la Iglesia a partir de una
definición positiva y no negativa del mismo.
12.Asumir los nuevos lugares de misión para evangelizar el
mundo.
13.Para ejercer el ministerio sacerdotal adecuadamente, es
necesario identificarse con la estructura social que se quiere
evangelizar.
14.Los sacerdotes obreros como experiencia evangelizadora en la
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sociedad postmoderna.
15.La renovación católica apunta a una Iglesia neumática o
carismática y se distancia de la Iglesia jerárquica o institucional.
CONCLUSION:
1.La renovación católica que lentamente empieza a asomar a partir
de los años 1922/25 especialmente en Francia con los artículos
que se publican en “Revue des Jeneuse”, vuelve a tomar cuerpo
a partir de 1945 con el fin de la Guerra Mundial.
2.Su inspiración teológica original hay que encontrarla en las obras
del Cardenal Newman 7 y el movimiento de Oxford, de modo
especial en lo que mira a la formulación de una nueva
eclesiología y al desarrollo de la teología del Espíritu Santo.
Debemos sumar también los trabajos del R.P. Humberto
Clerissac 8 , donde se adelanta una más definida visión de la
Iglesia carismática integrada a la Iglesia jerárquica. A esta línea
teológica acompañan los teólogos de teología bíblica del Padre
Vicente Lagrange O.P., y la escuela bíblica de Jerusalén, que
dispone a los estudios históricos-críticos de la exégesis bíblica.
3.En contra de estas líneas de pensamiento podemos citar, entre
otros, al R.P. Garrigou- Lagrange O.P. 9 . Esta parece ser la línea
más tradicional de la Iglesia que, por eso mismo se lo identifica
como “integrista”. También el R.P. M.M. Labourde O.P. 10 .
4.La renovación católica busca dialogar más que confrontar con el
modernismo y, en muchos casos, se aparta del pensamiento
dogmático de la Iglesia aceptando una visión puramente
histórica de la Revelación. En esta línea está el R.P. Marie
Dominique Chenu 11 .
5.En esta dirección, pero sin incorporar los principios kantianos del
7
8
9
10
11
Cf. Newman, J. H.; Apología pro vita sua; edit. BAC; Madrid 1977.
Cf. Clerissac, H.; El misterio de la Iglesia; edit. Sol y Luna; Buenos Aires 1943.
Cf. Garrigou-Lagrange, R. O.P.; De Revelatione; edit. Ferrari; Roma 1945.
Cf. Labourde, M. O.P.; Dialogue théologique; Revue Thomiste 1947.
Cf Chenu, M. O.P.; Une école de Theologie; Le Saulchoir.
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modernismo, están el R.P. Ives Congar O.P. 12 , y los jesuitas H.
De Lubac y J. Danielou.
6.En estos intentos de renovación católica están presentes, con sus
aportes y confusiones, los problemas que la Iglesia tendrá que
asumir y clarificar para poder convocar, oportunamente, a una
propuesta de nueva evangelización en la sociedad actual.
12 A este respecto, Fosbery, A. O.P.; La cultura católica, cap. XXIII a XXVI; edit.
Tierra Media; Buenos Aires 1999.
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II.La situación del Papa Pío XII frente a
la renovación católica
El Sumo Pontífice Pío XII (1932-1958), por un lado se esmera en
mantener la enseñanza tradicional de la Iglesia, para lo cual promulga la
encíclica “Humani Generis in Rebus” (12-VIII- 1950) y con la autoridad que le
compete en el ejercicio del Magisterio eclesiástico, va a afirmar y resguardar
“los principios mismos de la cultura cristiana” 13 . El 17 y el 23 de septiembre
de 1946 amonestó a la congregación general de los jesuitas y al capítulo
general de los dominicos, advirtiéndoles que Roma no tolerará ningún tipo de
desviación con respecto al tomismo de escuela, pero al mismo tiempo no se
muestra indiferente frente a los problemas que presenta la renovación en
orden a la evangelización.
El Papa Pablo VI enviará en 1974, con motivo del 7° centenario de
Santo Tomás de Aquino una carta al Maestro de la Orden Dominicana,
presentando un Santo Tomás y su tomismo desde el que se puede dialogar
con la modernidad.
Respecto al tema de los laicos, en el Congreso Mundial celebrado en
Roma en 1950, y que presidió un argentino, el ingeniero Vázquez, Pío XII, sin
llegar a desnaturalizar a la Acción Católica tal como la entendió y fundó “no
sin divina inspiración” 14 el papa Pío XI, es decir, como la “participación de los
laicos en el apostolado jerárquico de la Iglesia”, sin embargo se atreve a
afirmar que las otras obras de apostolado que nuclean a los fieles, o sea
laicos, sacerdotes, también están llamadas a “hacer acción católica”. Con
esta afirmación Pío XII abre también a los laicos que no son de Acción
Católica la posibilidad de evangelizar en la Iglesia, sin que deban participar de
modo directo de los criterios o pautas que establezca la jerarquía. Se
entiende que siempre y cuando quieran hacer y hagan lo que hace la Iglesia.
13 Cf. Fosbery, A., O.P.; ibd, cap. XXV.
14 Discursos publicados en la Documentation catholique; 24-XI-1946; col. 13131324.
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La Acción Católica seguirá representando el apostolado oficial o de
derecho público de la Iglesia pero, compartiendo este objetivo de
evangelización con otras obras e instituciones católicas.
Esta decisión del Papa mira, evidentemente, a una renovación de la
vida interna de la Iglesia.
Hacía ya algunos años que, especialmente en Francia, los sacerdotes
H. Godin y Y. Daniel habían planteado el tema referido al concepto de
“misión” que, desde ese momento, estamos hablando del año 1943, sólo se
aplicaba a aquellos países lejanos que aún no habían sido evangelizados. Los
sacerdotes enviados a esos lugares “de misión” eran llamados “misioneros”.
También las instituciones religiosas de hombres y mujeres que se fundaban
para estos fines eran llamadas “congregaciones misioneras”. Los sacerdotes
Godin y Daniel con su libro “Francia país de misión” cambian la perspectiva
evangelizadora de la Iglesia. Ahora los lugares de “misión” son otros: las
empresas, las universidades, las poblaciones carenciadas, los obreros. Pero
había una propuesta más en el planteo. Para responder a este nuevo estilo de
“misión”, los sacerdotes debían identificarse con aquello a lo que se quería
evangelizar. No bastaban ni el puro anuncio ni el testimonio.
Había que añadir “el ser como uno de ellos”. Nacen los sacerdotesobreros acerca de los cuales ya hablamos. Nos queda por ver la actitud de
Pío XII. El Papa al comienzo apoya la iniciativa sugiriendo que sólo deben
trabajar no más de 3 horas en las fábricas. Esta experiencia misionera tuvo
sus altibajos. Algunos sacerdotes defeccionaron en su ministerio, otros
fueron captados por ideologías no cristianas y, como ocurrió en Marsella, los
mismos proletarios les pidieron a los sacerdotes obreros, que eran sus
compañeros de trabajo, que dejaran de ser “obreros” y que se dediquen a
atenderlos desde su ministerio sacerdotal. Se funda entonces “la misión
obrera de Marsella”. Todas estas experiencias lo llevaron a Pío XII a
suspender la tarea de los sacerdotes obreros pero reemplazando su misión
sacerdotal por la fundación de la “Misión de Francia”. A estos efectos
promulgó la Constitución Apostólica “Omnium Eclesiarum”, el 15 de agosto
de 1954. Después de un tiempo de experiencia y peregrinación, la Misión de
Francia recibió su estatuto definitivo en el cual se reconoce el carácter de
“diócesis de prelatura nullius”, con su seminario propio y su facultad para
incardinar y ordenar a sus propios sacerdotes. Era una experiencia única en la
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Iglesia que luego el nuevo C.I.C. recogerá en el c. 302 reconociendo la
existencia de asociaciones clericales de fieles “que están bajo la dirección de
clérigos y hacen suyo el ejercicio del orden sagrado y son reconocidos como
tales por la autoridad competente”.
Hay, en aquella decisión del Papa, también un acercamiento al tono
carismático de la Iglesia, sin negar, por supuesto, la dimensión jerárquica que
él mismo va a ejercer. Un aspecto más a reconocer en el Papa Pío XII. En el
discurso dirigido al 73 Congreso General de los católicos alemanes, marca
las líneas generales de lo que él llama “la nueva ordenación social”: primero
rescata para la Iglesia la preocupación de haber estudiado y de haber sentido
el problema de los obreros y de toda la “cuestión social” en su conjunto,
poniendo como ejemplo la enseñanza de la “Rerum Novarum”. Después
señala que las tres fuertes columnas donde descansa el programa social de
la Iglesia son: la verdad, la justicia y la caridad cristiana. No habla de
“solidaridad” como se estila ahora, pero ella está implícita en la caridad vista
como amor al prójimo. En la vigilia de la Navidad de 1942, Pío XII sorprende al
mundo con un radiomensaje donde se va a ocupar de los derechos humanos
varios años antes que lo hagan las Naciones Unidas. En plena guerra mundial
el Papa levantó su voz para reclamar por la dignidad de la persona. Con esta
formulación el Sumo Pontífice reconoce los derechos que tiene el hombre en
su condición humana y no por concesión estatal. Estos derechos son
“naturales” y como tal deben ser “reconocidos” por el estado y no
“otorgados”. Son expresión del “querer creacional de Dios. La “cuestión
social” (trabajo, educación, estado, familia) se inserta así en el patrimonio
doctrinal de la tradición personalista del iusnaturalismo católico y se separa,
al mismo tiempo, del pensamiento racionalista en que abrevó el liberalismo
fundante de uno de los modelos de sociedad laica. De esta manera Pío XII
pone a la Iglesia en el umbral de los planteos posteriores que mirarán a la
renovación de la “cuestión social”. Tampoco olvida Pío XII a los medios de
comunicación social a los que intenta orientar a través de una serie de
discursos, radiomensajes, exhortaciones y una encíclica la “Miranda Prorsus”
del 3 de septiembre de 1957.
El planteo eclesiológico Pío XII lo hace en la encíclica “Mystici
Corporis” (29-VI-1943) donde va a mostrar, apartándose de una eclesiología
puramente apologética, cómo la Iglesia en cuanto Cuerpo Místico de Cristo se
estructura, jerárquicamente de arriba hacia abajo, pero eso no contradice el
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
hecho que también sea llamado “pueblo de Dios”. Sin que explícitamente lo
afirme están incorporadas a la Iglesia, no sólo la dimensión sacral de lo
institucional y jerárquico sino también lo carismático. Años después, el Papa
Juan Pablo II afirmará de modo contundente que lo institucional y lo
carismático forman parte esencial de la única Iglesia de Cristo. Por último
podemos agregar que en la encíclica “Mediator Dei” (20-XI-1947) el Papa
pone los fundamentos de la liturgia católica que luego dará pie a buscar una
ordenada renovación.
CONCLUSION:
En Pío XII se manifiesta claramente la continuidad del Magisterio
Pontificio ya que, de alguna manera están presente los temas más
importantes que, de modo a veces confuso o equivocado desde el punto de
vista doctrinal, reclaman los intentos de renovación católica durante y
finalizada la segunda guerra mundial.
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III.El Papa Juan XXIII y el Concilio
Vaticano II
Cuando el 11 de octubre de 1962 el Papa Juan XXIII inauguro el
Concilio Vaticano II, la Iglesia hace ya muchos años que está en estado de
deliberación y, sin querer pecar de reduccionistas, enfrentada internamente
entre dos posturas: la de los que afirman la identidad de la Iglesia jerárquica
e institucional conforme a los postulados del Concilio de Trento y no
conceden nada de lo que, desde los requerimientos de una renovación
católica, apuntan a una Iglesia más espiritual y carismática, abierta al diálogo
con el mundo de la modernidad. Ya hemos visto por donde transitan algunos
de estos planteos.
En esa ocasión el Papa hace un discurso sereno y esperanzado.
Quiere, a través del Concilio:
“afirmar una vez más, la continuidad del magisterio eclesiástico
para presentarlo, de una forma excepcional, a todos los
hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las
desviaciones, las exigencias y las posibilidades de la Edad
Moderna” 15 .
Hay en esta afirmación del beato Juan “el Bueno” una clara nota de
originalidad respecto al modo como pretende afirmar la continuidad histórica
y doctrinal del Magisterio, pero atendiendo por un lado a las desviaciones en
el pensamiento, en el obrar individual y en los comportamientos sociales del
hombre de la modernidad pero, al mismo tiempo, sin descuidar las exigencias
y posibilidades propias del tiempo que la Iglesia debe transitar. La intención
del Papa aparece clara. Se trata que el Concilio indague, en orden a la
evangelización, no en abstracto, tampoco a modo de historicismo, sino desde
una cierta historicidad, es decir, incorporando la reflexión histórica, para
poder dilucidar la situación en que se encuentra la cultura contemporánea
hija de la modernidad. Este modo de indagación permitirá apuntar a una
adecuada renovación que facilite el diálogo Iglesia-mundo, que se encontraba
15 Juan XXIII, Discurso n. 2.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
quebrado y en franca confrontación. Surgirán de los documentos conciliares
las pautas para “una nueva evangelización” fundada en el operar de una única
Iglesia de Cristo, que asumirá tanto lo institucional como lo carismático de la
realidad eclesial.
De esta manera el Papa abre el Concilio a todas esas inquietudes
doctrinales y misioneras que ya estaban situadas en el Iglesia, aguardando a
ser atendidas, asumidas, realizadas o corregidas.
No es de extrañar esta postura del Papa porque, al mismo tiempo lo
dice en su discurso, la razón por la que convoca el Concilio no parte de una
lectura catastrófica de prevaricación y ruina del mundo moderno; tampoco el
pensar que, en comparación con la épocas pasadas, la situación haya
empeorado, en el sentido de creer que en los concilios ecuménicos
precedentes:
“todo procediese próspero y rectamente entorno a la doctrina y
la moral cristiana, así como en torno a la justa libertad de la
Iglesia” 16 .
Hay, por lo tanto una toma de postura positiva frente al mundo. El
mundo no es sólo un lugar de corrupción y de pecado sino un lugar donde se
encarnó el Hijo de Dios para salvarnos. Por lo tanto el mundo es un lugar de
misión que espera la gracia de Dios.
Se trata de custodiar y enseñar, de modo cada vez más eficaz, el
sagrado depósito de la doctrina cristiana para que, sirviéndose de ella, el
Concilio pueda alcanzar los múltiples campos de la actividad humana
referidos al individuo, a la familia, a la sociedad.
La misión que el Papa impone al Concilio hay que llevarla a cabo
considerando que la Iglesia no separa del patrimonio sagrado de la verdad
recibido de los Padres; mirando al presente y considerando las nuevas
condiciones y formas de vida introducidas en el mundo moderno:
“que han abierto nuevas rutas al apostolado moderno” 17 .
16 Ib., n. 9.
17 Ib.
- 17 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
El Papa no habla de “nueva evangelización” pero la está
describiendo. Podemos decir que Juan XXIII al inaugurar el Concilio con este
discurso, inaugura también una actitud que impondrá un nuevo estilo a la
Iglesia conciliar para situarse frente al mundo. Habrá que rejuvenecer a la
Iglesia, dice el Papa, para luego buscar la unidad y restablecer el diálogo con
la modernidad. El Concilio tiene un objetivo primordial que es religioso. Sin
embargo, este objetivo religioso hay que lograrlo en un tiempo y en un
momento de la historia marcado profundamente por el signo de la
secularización. Se establece entonces una metodología de diálogo con el
mundo moderno a partir de una visión concientemente optimista de la
historia de la humanidad.
El Concilio pone a la Iglesia en actitud de diálogo frente a la
modernidad. El secularismo no va a ser enfrentado por medio de
condenaciones; la Iglesia ya lo ha venido haciendo y este es un ciclo de su
Magisterio que se cierra con Pío XII, el cual, por otro lado, facilitó con la
amplitud de los temas propios de la sociedad contemporánea que a él le
correspondió tratar, el tránsito hacia la continuidad de una única enseñanza,
desde la que se muestra la renovación y fidelidad que siempre deben
aparecer unidas en el camino de la Iglesia:
“Así todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los
Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arcón
lo nuevo y lo viejo” (Mt. 13, 51-52).
Será este nuevo espíritu del Concilio apuntando al rejuvenecimiento y
unidad de la Iglesia el que fundamentará, con sus diversos documentos, la
perspectiva de una nueva evangelización. Los documentos conciliares se
orientan hacia la dirección debida, después de tantas confusa y muchas veces
erradas propuestas. Pero también es cierto que había muchos planteos de
renovación católica que inspiraba el Espíritu Santo y que aguardaban una
respuesta adecuada conforme al Magisterio de la Iglesia.
Se debe encarnar el Evangelio, para lo cual hay que empezar por
renovar y purificar el misterio de Dios y su revelación en la Iglesia misma. El
Concilio aborda entonces una eclesiología nueva que intenta salir de la
decadencia a la que había sometido la sola repetición de formulas, las más
de las veces, apuntando a un tono apologético fruto de la confrontación con
las interpretaciones teológicas de la reforma protestante.
- 18 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
El Concilio encausará su eclesiología a partir de la Iglesia como
misterio de revelación y sacramento en Cristo, o sea como una:
“señal o instrumento de la íntima unión con Dios... y se propone
declarar con mejor precisión a sus fieles y a todo el mundo su
naturaleza y su misión universal” 18 .
Lo original de esta reflexión teológica está, en primer lugar, en
considerar a la Iglesia como respondiendo a la voluntad salvífica universal del
Padre Eterno; a la misión y obra del Hijo y del Espíritu Santo, santificador de
la Iglesia. Es decir se manifiesta la Iglesia, Reino de los cielos, desde el
misterio de la Santísima Trinidad. Aparecen desarrolladas las varias figuras
bíblicas de la Iglesia, para terminar esta primera indagación, afirmando,
acorde con la enseñanza paulina, el sentido de los Padres y Doctores de la
Iglesia y el ejemplo de los concilios anteriores, el misterio de la Iglesia como
Cuerpo Místico de Cristo. De este modo se presenta a la Iglesia como una
realidad visible y espiritual a un tiempo. Es decir que se identifica lo
institucional y lo carismático como expresión misma del misterio de la
Iglesia. El Concilio da, de esta manera, un paso importantísimo integrando y
no enfrentando, lo jerárquico institucional y visible con lo carismático,
espiritual e invisible en la unidad de la Iglesia. La Iglesia será, al mismo
tiempo, Cuerpo Místico de Cristo y Pueblo de Dios. Pero de algún modo al
describirla no se podrá afirmar que es Pueblo de Dios sin, al mismo tiempo
decir que es Cuerpo Místico de Cristo.
Enseña el Concilio que, como Pueblo de Dios la Iglesia está integrada
por los fieles católicos y por los no cristianos; tiene un indiscutible carácter
misionero y en ella se reciben los dones de la gracia y de las virtudes
teologales y morales infusas y los dones del Espíritu Santo para que el fiel
pueda transitar los caminos del conocimiento y el amor de Dios para su
santificación y, por otra parte, recibe los carismas del Espíritu Santo que
disponen a la edificación del Reino de los cielos, en medio del tiempo y la
historia de los hombres.
Después pasa a considerar la constitución jerárquica de la Iglesia,
18 Lumen Gentium, n. 1.
- 19 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
tratando primero del episcopado y luego de los laicos a quienes define de
modo positivo diciendo que a ellos
“les pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios
tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales” 19 .
De esta manera el Concilio va a asumir los criterios del P. I. Congar
O.P. en su obra “Jalones para una teología del laico” que sufrió a su tiempo
una desconfianza por parte de alguna autoridad eclesiástica en los años 50.
Finalmente incorpora a la Iglesia como Pueblo de Dios y Cuerpo
Místico de Cristo, a los religiosos. Termina afirmando la índole escatológica
de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial.
El Concilio pondrá como epílogo de la “Lumen Gentium”, a la
Bienaventurada Virgen María, considerada como Madre de Dios en el misterio
de Cristo y de la Iglesia. Este será el Documento más importante de todos los
que trata el Concilio y que, al decir del Papa Pablo VI, deberá ser el
Documento desde el cual hay que considerar todos los demás.
En la consideración teológica de esta eclesiología conciliar estarán
presentes la reflexión bíblica, patrística, los grandes Doctores de la Iglesia
como San Agustín y Santo Tomás y su Magisterio ordinario y extraordinario.
Este será también el aporte original y novedoso de la eclesiología del Concilio
que permitirá después leer la realidad de la cultura contemporánea y sus
problemas, tal como se los describe en la “Gaudium et Spes”, o sea la
“Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual”.
Si a estas Constituciones del Concilio, que por eso mismo deben ser
asumidas como enseñanza irrefutable del Magisterio de la Iglesia, le
sumamos las Constituciones dogmáticas sobre la divina revelación y sobre la
sagrada liturgia, tendremos el fundamento para plantear, posteriormente, la
problemática de una nueva evangelización del mundo de hoy.
El pensamiento del Concilio se explicita después con una serie de
Decretos que miran al deber pastoral de los obispos, al ministerio y vida de
los presbíteros, a la formación sacerdotal, a una renovación de la vida
19 Lumen Gentium, n. 31.
- 20 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
religiosa, al apostolado de los seglares donde en el n° 20 deja aclarado que
toda institución de fieles que quiera asumir la tarea evangelizadora de la
Iglesia es “acción católica”. Después los Decretos se van a ocupar de las
Iglesias Orientales, de la actividad misionera, del ecumenismo y de los
medios de comunicación social.
Se cierran esta serie de Documentos con tres Declaraciones: sobre la
libertad religiosa, sobre la educación cristiana de la juventud y sobre las
relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas.
Aparece la amplia tarea renovadora, doctrinal y ecuménica del
Concilio 20 con la cual la Iglesia se pone en condiciones, como quería Juan
XXIII, de establecer un diálogo con la modernidad y promover todo aquello
que pueda contribuir a la unión de los que creen en Jesucristo.
La Iglesia puede, después del Concilio, disponerse a asumir una
nueva evangelización atendiendo al actual orden de cosas “del que están
surgiendo nuevas condiciones para la humanidad” 21 .
Debemos, sin embargo señalar que hay dos tipos de mentalidades
post-conciliares: la de los que aguardan, llenos de confianza, el despertar
primaveral de las energías espirituales de la Iglesia y la de aquellos que
pretenden del Concilio una revolución doctrinal e institucional.
CONCLUSION:
1.
2.
El Papa Juan XXIII pone a la Iglesia en estado de deliberación y
convoca a todos los obispos del mundo a juntarse en un Concilio
Ecuménico para rejuvenecer la Iglesia y mostrarla así rejuvenecida a
los hermanos separados para invitarlos a la unidad.
Con los Documentos conciliares se asumen muchas de los
problemáticas que intentaban revisar los movimientos de renovación
católica y, al mismo tiempo se dispone a la Iglesia para llevar
adelante una nueva evangelización.
20 Cf. Discurso del Papa Pablo VI del 29-IX-1963.
21 Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, n. 1.
- 21 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
IV.El Papa Pablo VI y la “nueva
evangelización” según la
Exhortación Apostólica PostSinodal “Evangelii Nuntiandi”
Diez años después de la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II
y un año después de la Asamblea General de Sínodo de los Obispos,
consagrada a la evangelización, el 8 de diciembre de 1975, el Papa hace
conocer la Exhortación Apostólica Post-Sinodal “Evangelii Nuntiandi”. En ella
el Papa, respondiendo al pedido de los miembros de la III Asamblea General
del Sínodo de los Obispos, hace conocer las más importantes conclusiones
de esa Asamblea Episcopal. Pablo VI intenta dar un “impulso nuevo, capaz de
crear tiempos nuevos de evangelización en una Iglesia todavía más arraigada
en la fuerza y el poder de Pentecostés” 22 .
Como se puede ya apreciar por el mismo lenguaje que usa el
Pontífice, que estamos frente a lo que luego Juan Pablo II llamará “nueva
evangelización”.
El planteo del Papa es muy claro:
“Las condiciones de la sociedad nos obligan, por tanto, a revisar
métodos, a buscar por todos los medios el modo de llevar al
hombre moderno el mensaje cristiano, en el cual podrán hallar
la única respuesta a sus interrogantes y sacar la fuerza para su
empeño de solidaridad humana. Para dar una respuesta válida a
la exigencia del Concilio que nos están acuciando, necesitamos
absolutamente ponernos en contacto con el patrimonio de fe
que la Iglesia debe preservar en toda su pureza, y a la vez, el
deber de presentarlo a los hombres de nuestro tiempo, con los
22 Pablo VI; Discurso de clausura de la III Asamblea general del Sínodo de los
Obispos; 26-X-1974).
- 22 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
medios a nuestro alcance, de una manera comprensible y
persuasiva” 23 .
El eje central de la evangelización se plantea como “la fidelidad a un
mensaje del que somos servidores, y a las personas a las que hemos de
transmitirlo intacto y vivo” 24 .
Para responder a estos objetivos el Pontífice se plantea tres
acuciantes preguntas:
1.¿Qué eficacia tiene en nuestros días la energía escondida de la
Buena Noticia, capaza de sacudir perfectamente la conciencia
del hombre?
2.¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar
verdaderamente al hombre de hoy?
3.¿Con qué método hay que proclamar el Evangelio para que su
poder sea eficaz? 25
Estas preguntas, al decir del Papa, desarrollan la cuestión
fundamental que la Iglesia se propone hoy día y que se puede anunciar así:
“Después del Concilio y gracias al Concilio que ha constituido
para la Iglesia una hora de Dios en este ciclo de la historia, la
Iglesia, ¿es más o menos apta para asumir el Evangelio y para
inserirlo en el corazón del hombre por convicción, libertad de
espíritu y eficacia?” 26 .
Todo el texto de la Exhortación post -sinodal estará ordenado a
responder a estas preguntas y mostrar los fundamentos, contenidos, medios,
destinatarios, agentes, para terminar resaltando el espíritu que debe
alimentar a una nueva evangelización 27 . En la conclusión final se recuerda la
consigna del Año Santo que está por terminar y se proclama a María como
“estrella de evangelización” 28 .
23
24
25
26
27
28
Evangelii Nuntiandi IV, n. 3.
Ib. n. 4.
Ib. n. 4.
Ib.
Cf. Exhortación parte I, II, III, IV, V, VI y VII.
Ib. n. 81,82. Estamos en el Año Santo de 1975.
- 23 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Nos parece importante, teniendo en cuenta que este es un
Documento sobre la nueva evangelización, elaborado para miembros del
Consejo Plenario de FASTA, hacer especial referencia al lugar que se le
asigna “al laico”, a quien se identifica como “agentes de la evangelización” 29 y
a los movimientos laicales (que así los llama el Papa) que dan lugar a la
misión de los laicos en la Iglesia 30 .
Respecto a los laicos el Papa señala que “su vocación específica los
coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas
temporales”. Años después en Aparecida se dice que “el laico es un hombre
del mundo en el corazón de la Iglesia y, a la vez, un hombre de la Iglesia en el
corazón del mundo”.
El Papa señala con mucha claridad que “su primera e inmediata
tarea no es la institución y el desarrollo de la comunidad eclesial -esa es la
función específica de los pastores-, sino el poner en práctica todas las
posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez ya presentes
y activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad
evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la
economía y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida
internacional, de los medios de comunicación de masas, así como otras
realidades abiertas a la evangelización como el amor, la familia, la educación
de los niños y jóvenes, el trabajo profesional, el sufrimiento, etc.” 31 .
muchos
Para cumplir con esta misión evangelizadora, la Iglesia necesitará
laicos “responsables de estas realidades y claramente
comprometidos con ellas, competentes para promoverlas y concientes que
es necesario desplegar su plena capacidad cristiana, tantas veces oculta y
asfixiada, tanto más estas realidades -sin perder o sacrificar nada de su
coeficiente humano, al contrario, manifestando una dimensión trascendente,
frecuentemente desconocida- estarán al servicio de la edificación del Reino
de Dios” 32 .
29 Ib. n. 70.
30 Ib. n. 73.
31Ib. n. 70.
32 Ib. n. 70.
- 24 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
El Papa da un paso más y señala que “en el seno evangelizador de
los laicos es imposible dejar de subrayar la acción evangelizadora de la
familia” 33 entendida, a partir del Concilio como “Iglesia doméstica”.
La familia debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y
desde donde ésta se irradia. Una familia se hace, de este modo,
evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que ella vive.
Añade el Sumo Pontífice: “las circunstancias nos insisten en prestar
una atención especialísima a los jóvenes... Es necesario que los jóvenes, bien
formados en la fe y arraigados en la oración, se conviertan cada vez más en
los apóstoles de la juventud” 34 .
No hay duda que como FASTA nos sentimos identificados con las
características que el Papa señala para esta nueva evangelización. Tengamos
en cuenta que cuando se publica la Exhortación post-sinodal, FASTA ya tiene
más de diez años de fundación. Podemos afirmar entonces que esta similitud
de objetivos y medios no es otra cosa que una inspiración del Espíritu Santo.
Pero todavía hay más. El Papa señala otra dimensión que debe
caracterizar la presencia activa de los laicos en la Iglesia:
“Junto a los ministerios del Orden Sagrado, en virtud de los
cuales algunos son elevados al rango de pastores y se
consagran de modo particular al servicio de la comunidad, la
Iglesia reconoce MINISTERIOS SIN ORDEN SAGRADO pero que
son aptos para asegurar un servicio especial en la Iglesia” 35 .
Estos ministerios laicales surgen de atender “a las necesidades
actuales de la humanidad y de la Iglesia” 36 .
Los ministerios laicales, aunque nuevos en apariencia pero muy
vinculados a experiencias vividas por la Iglesia a largo de su existencia,
afirma el Papa, son “catequistas, animadores de la oración y del canto,
cristianos al servicio de la Palabra de Dios o a la asistencia de los hermanos
33 Ib. n. 71.
34 Ib. n. 72.
35 Ib. n. 73.
36 Ib.
- 25 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
necesitados, jefes de pequeñas comunidades, responsables de los
movimientos apostólicos u otros responsables” 37 .
En esta ligera secuencia de ministerios laicos que el Papa señala,
también nos sentimos identificados como FASTA.
Estos ministerios son “procesos para la implantación, la vida y el
crecimiento de la Iglesia y para su capacidad de irradiarse en torno a ella y
hacia los que están lejos” 38 .
El verdadero valor pastoral de estos ministerios laicales y que
puedan ser constructivos, dependerá que se realicen con respeto absoluto a
la unidad de la Iglesia y se beneficien de la orientación de los pastores “que
son precisamente los responsables y artífices de la unidad de la Iglesia” 39 .
Respecto al espíritu con que se deben asumir las tareas
evangelizadoras, Pablo VI señala siete condiciones. Los verdaderos
evangelizadores:
1.deben ser dignos de la vocación y ejercerla sin reticencias debidas
a la duda o al temor (74)
2.deben realizarlas bajo el aliento del Espíritu Santo (75)
3.como auténticos testigos (76)
4.buscando siempre servir a la unidad y comunión de la Iglesia y sus
comunidades (77)
5.como auténticos servidores de la verdad (78)
6.animados por el amor de Dios, del prójimo (79)
7.evangelizando con el fervor propio de los santos (80).
El Papa termina su Exhortación recordando a los fieles, que “en la
mañana de Pentecostés la Virgen Santísima presidió con su oración el
camino de evangelización bajo el influjo del Espíritu Santo”.
37 Ib.
38 Ib. n. 73.
39 Ib.
- 26 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Por ese motivo la declara “estrella de evangelización” (82), y bendice
a todos los fieles, sus comunidades y familias haciendo suyas las palabras
del Apóstol Pablo en Filipenses 1, 3-4; 7-8.
CONCLUSION:
1. No hay duda que, si la Iglesia después convocará con Juan Pablo II y
con Benedicto XVI en Aparecida, a asumir una nueva evangelización
como “discípulos misioneros”, en la Exhortación post-sinodal
“Evangelii Nuntiandi”, a 10 años de clausurado el Concilio Vaticano II,
el Papa Pablo VI daba los fundamentos, modos y fines capaces de
crear “tiempos nuevos de evangelización” conforme a las
inspiraciones del Espíritu Santo.
2. FASTA, desde su fundación ha transitado las sendas marcadas por
el Concilio Vaticano conforme a la interpretación de Pablo VI,
clarividente comentador de los Documentos Conciliares.
- 27 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
V.La nueva evangelización en el
pontificado del Beato Juan Pablo II
Cuando el hoy beato Juan Pablo II asume el pontificado la situación
de la Iglesia es incierta, a pesar de los documentos conciliares.
Estamos en 1978, han pasado trece años de la clausura del Concilio
y, sin embrago, en la Iglesia aún continua presente una complicada y difícil
situación de enfrentamientos ideológicos que comenzaron a darse a partir de
la segunda guerra mundial, como ya vimos, y con el correr del tiempo y
durante la “guerra fría” se han radicalizado.
En la Audiencia General del 5 de agosto de 1967, Pablo VI advierte
que, según sea el modo de concebir la fe y anunciarla a los contemporáneos
surgen dos mentalidades post-conciliares:
■
la de los que aguardan, llenos de confianza el despertar
primaveral de las energías espirituales de la Iglesia,
■
la de aquellos que pretenden del Concilio una revolución
doctrinal e institucional.
Para el Papa ciertos inquietantes problemas provienen de miembros
de la Iglesia, religiosos, sacerdotes y obispos que debieran ser sostenedores
devotos de su doctrina y disciplina, en razón de sus compromisos y de las
funciones que les han sido confiadas. Sin embargo equivocan los criterios
desde los cuales hay que interpretar los documentos conciliares, y son fuente
de actividades y comportamientos equívocos.
Han pasado dos años desde que Pablo VI clausuró el Concilio con una
misa celebrada en la Plaza de San Pedro, el 8 de diciembre de 1965. El
pontífice ya promulgó todos los documentos conciliares. ¿Qué pasa
entonces?
Es que si bien el Concilio se ha clausurado promulgando el Papa
todos sus documentos, algunos fieles, quebrando la armonía propia de la
- 28 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
enseñanza conciliar, instauran con su pensamiento y actitudes una
confrontación que lastima la vida apostólica de la Iglesia. Por un lado están
los que, cerrándose a las claras enseñanzas conciliares, se niegan a aceptar
sus criterios de renovación y quieren mantener la Iglesia ajena a los cambios
históricos “del que surgen nuevas condiciones para la humanidad”, y
entonces, en vez de disponerse a asumir las exigencias de una nueva
evangelización, quieren encerrarse en la Iglesia tal como se la entendió en el
pasado, especialmente después de Trento.
Algunos de estos preterizantes le niegan al Papa la facultad que
tiene para promulgar la renovación indicada por el Concilio, especialmente en
todo lo que supone su renovación litúrgica. Más aún, se animan a afirmar
cismáticamente que la Iglesia tiene un “pontificado vacante”. En esta línea
reconocemos a los así llamados “lefebristas”.
Por otro lado están los que inspirados en las teologías nordatlánticas buscan que el Concilio sea interpretado como un modo de lograr
que la Iglesia cambie las estructuras sociales porque, siguiendo al pastor
bautista Harvey Cox, afirman que “hacer teología es hacer política”. En
Europa, muchos fieles, sacerdotes, religiosos y laicos apoyaron la ideología
del “eurocomunismo” usando para sus disquisiciones más sociológicas que
religiosas el diagnóstico marxista de la realidad. En Latinoamérica el
problema es más complicado. El marxismo se ha instalado en Cuba y desde
allí intenta, primero por invasiones militares a países como Nicaragua y
Honduras instalarse en el continente. Fracasan y entonces buscarán, a partir
de 1960, cuando se celebra en La Habana la reunión de la Organización
Latinoamericana para el Socialismo (OLAS), llevar adelante una tarea de
infiltración y subversión ideológica a los países, instituciones y cuerpos
intermedios tratando de provocar una verdadera revolución cultural,
renunciando al objetivo marxista-leninista de la lucha de clases y, en cambio,
motivando su accionar en el pensamiento del marxista italiano Antonio
Gramsci, referido a la revolución cultural. La globalización alimenta una
cierta convergencia del modelo ideológico angloamericano y el modelo
gramsciano que se abocan, aunque de modo diverso, unos como fin y otros
como medio de legalidad democrática, para lograr un modelo de estado laico.
Donde aún no esté instalado, hay que intentar lograrlo, y profundizarlo donde
ya, de algún modo, lo esté. La consigna será “hacer lo políticamente correcto”
que no es un planteo moral sino que se trata de legitimar todo
- 29 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
comportamiento político que permita alcanzar el poder, sostenerlo y
aumentarlo para promover la revolución cultural.
Ellos saben muy bien que en latinoamérica las dos fuerzas que se
opondrán a estos objetivos, y lo dice explícitamente Gramsci, son la Iglesia y
las fuerzas armadas. A una hay que silenciarla haciéndole perder autoridad
moral frente a la opinión pública. A la otra hay que someterla y reducirla en
el uso y participación del poder militar. En este contexto político y social de
latinoamérica aparece la teología de la liberación. Detrás de su planteo se
van reuniendo algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos bajo
denominaciones muy diversas: “sacerdote del tercer mundo”, “sacerdotes
para el socialismo”, etc.
En la Conferencia General de los Obispos latinoamericanos tenida en
Medellín, se intenta asumir la expresión “liberación” para interpretarla
conforme a la doctrina de la Iglesia pero ellos rechazan las conclusiones de
Medellín porque provienen de la jerarquía católica y ellos plantean el tema
desde las bases. Como fruto del Concilio el Espíritu Santo que actúa junto a
los Apóstoles, como un co-principio de la Iglesia, va de modo silencioso e
invisible actuando en la conciencia de muchos fieles convocados, en general,
antes que la misma Iglesia jerárquica lo admita, para que asuman carismas y
con ellos ejerciten lo que Pablo VI llamó “ministerios laicos” y terminen
formando nuevas asociaciones e instituciones de la Iglesia que van a llevar
adelante una “nueva evangelización” por inspiración del Espíritu Santo y sin
que, a veces, los mismos protagonistas lo perciban.
Juan Pablo II tiene muy en claro todo este panorama. Empieza por
retomar la orientación doctrinal y apostólica del Concilio, mostrando de esta
manera, la continuidad del Magisterio Pontificio. Para definir con claridad los
principios fundantes de la moral cristiana su encíclica “Veritatis Splendor”;
para refutar los planteos que la conciencia laical hace sobre el tema de la
vida, su enseñanza en “Evangelium Vitae”. Con las enseñanzas de estas
encíclicas, el Papa pone a la Iglesia, conforme a la nueva evangelización, en
diálogo con el mundo contemporáneo. Después hablará de Cristo como el
redentor del hombre (4-III-1979) sobre el misterio y el culto de la Eucaristía
“Dominicae cenae” (14-II-1980). Sobre la misericordia de Dios en “Dives in
misericordia” (30-XI-1980). Sobre la reconciliación y la penitencia en
“Reconciliatio et paenitentia” (2-XII-1984); sobre la Virgen en “Redemptoris
- 30 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Mater” (25-III-1987); sobre la misión del Redentor en “Redemptoris missio”
(7-XII-1990); sobre la familia en “Familiaris consortio” (22-XI-1981), sobre la
dignidad de la mujer en “Mulieris dignitatem” (15-VIII-1988). Sobre la cuestión
social trató en “Laborem exercens” (14-IX-1981); “Sollicitudo rei socialis” (30XII-1987); y “Centesimus annus” (1-V-1991). Por citar algunas de su más
importantes
apostólicas.
encíclicas,
exhortaciones
apostólicas,
constituciones
Respecto a la problemática de la teología de la liberación en
Latinoamérica, es importante recordar su intervención en la clausura de las
Conferencias Generales de los Obispos en Puebla (1979) y Santo Domingo
(1992). Recordemos también que la Sagrada Congregación para la doctrina
de la Fe, que presidía el entonces Cardenal Ratzinger, dio a conocer un
documento sobre “Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la
liberación” (6-VIII-1984) donde se destaca que hay un sentido correcto de
“liberación” que sostiene la Iglesia y otro errado cuando se basa en el
diagnóstico marxista de la realidad.
El Papa intentará, a la vez, poner a toda la Iglesia en dirección a la
“nueva evangelización”. Con la autoridad que le otorga el ser Vicario de
Cristo, introduce la fórmula “nueva evangelización” acerca de la cual hace
referencia más de 300 veces. Con esta expresión, a modo de “intuición
profética”, muestra el camino que la Iglesia debe recorrer con su múltiples
formas de pastoral. La palabra del apóstol Pablo se hacían presente como un
eco en la Iglesia post-conciliar que gobierna Juan Pablo II:
“Para mí es un deber predicar el evangelio. ¡Hay de mí si no
predico el evangelio!” (1Cor.9, 16).
Su intento lo explicita en la Constitución Apostólica “Fidei
Depositum” que hace conocer el 11 de octubre de 1992, cuando se cumple el
trigésimo aniversario del Concilio Vaticano II, con motivo de la publicación del
“Catecismo de la Iglesia” redactado en orden a la aplicación doctrinal del
Concilio. Allí señala tres cosas:
1. conservar el depósito de la fe que no es otra cosa que “la
misión que el Señor confió a su Iglesia y que ella realiza en todo
tiempo”,
2. siguiendo el propósito de Juan XXIII, “hacer patente la
misión apostólica y pastoral de la Iglesia” ,
- 31 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
3.
“conducir a todos los hombres, mediante el resplandor de la
verdad del Evangelio, a la búsqueda y acogida del amor de
Cristo que está sobre toda cosa” (Ef. 3, 19).
De modo muy general señalaremos que en orden a conservar el
depósito de la fe, el Papa promulga el “Catecismo de la Iglesia”. Para abrir el
diálogo con el pensamiento contemporáneo hace conocer su encíclica “Fides
et ratio”.
El protagonismo del laico en la nueva evangelización queda
claramente afirmado en su exhortación apostólica “Christi fideles laicis” del
30/XII/1988. Una cosa más referida al laico y siempre vista en orden a la
“nueva evangelización”. En la reforma del Concilio el Papa aprueba que el
derecho de asociación de los fieles en la Iglesia sea de derecho natural y no
positivo, con lo cual abre el camino para que la autoridad de la Iglesia ya no
“otorgue” ese derecho sino que lo reconozca en la medida que el laico se
asocie a otros para hacer lo que hace la Iglesia.
En 1998 convoca a un congreso a celebrarse en Roma a las nuevas
asociaciones e instituciones de la Iglesia y luego los reúne en la Plaza de San
Pedro, en la vigilia de Pentecostés, y allí en un recordado discurso señala que
desde los comienzos de su pontificado ha prestado una especial atención a
estas nuevas asociaciones e instituciones de la Iglesia y da sus
características:
• son laicales, es decir no surgen por iniciativa jerárquica,
• ofrecen a sus miembros un espacio donde puedan hacer la
experiencia del misterio de Dios en sus vidas,
• y asumen una misión evangelizadora en la Iglesia.
Para Juan Pablo II, estos movimientos son un “reaseguro contra el
secularismo”, muestran como lo jerárquico-institucional y lo carismático no
se rechazan sino que ambos pertenecen a la esencia de la Iglesia. En este
sentido el Papa señala que la Iglesia toda, Cuerpo Místico de Cristo es
también un “movimiento”.
En la Iglesia, a través de las nuevas asociaciones e instituciones se
ejercen, en orden a la evangelización, los “ministerios laicos” de los que habló
Pablo VI.
- 32 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Para poder incorporar y orientar a estos nuevos movimientos en la
Iglesia, funda el Consejo Pontificio para los Laicos, al cual le asigna la función
de orientarlos, reconocerlos y convocarlos cuando la Iglesia los disponga.
Estas convocatorias comenzaron invitando a las jornadas mundiales de la
juventud.
CONCLUSION:
1.
2.
3.
El beato Juan Pablo II reta, de modo especial a las Iglesias de
Latinoamérica a renovarse, conservando el “depósito de la fe”,
haciendo patente la misión apostólica y pastoral de la Iglesia,
conforme a los postulados de una “nueva evangelización”, nueva en
su ardor, en sus métodos y a sus expresiones.
Para responder a este objetivo el beato Juan Pablo II dará una clara
orientación doctrinal a la Iglesia y, de esta manera cerrará el Concilio
Ecuménico Vaticano II, que produjo un estado de deliberación en la
Iglesia más allá de Pablo VI y la promulgación de los Documentos
conciliares.
En la Exhortación Apostólica “Catechesi Tradendae” (16-X-1979) el
beato Juan Pablo II se va a ocupar de una de las tareas primordiales
de la Iglesia, como es la catequesis, con la cual la Iglesia,
respondiendo al mandato de Cristo (Mt, 28, 19), asume la misión de
anunciar las verdades de la Revelación, enseñando a todos los
hombres lo que Él le había enseñado a los Apóstoles, sus palabras,
su signos y sus mandamientos. Para cumplir con esta misión el
Señor le dejó a la Iglesia su Espíritu. En “Catechesi Tradendae”, Juan
Pablo II deja perfectamente delineado el método a usar en la “nueva
evangelización”. Notemos que esta Exhortación se hace pública al
año de comenzar su pontificado.
- 33 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
VI.La nueva evangelización en el
Pontificado de Benedicto XVI
Sólo queremos destacar que, acorde con la continuidad del
Magisterio Pontificio, Benedicto XVI se atreve a dar un paso más, y crea el
Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización, en las
vísperas de los Santos Pedro y Pablo de 2010 40 .
En la homilía que hizo en la Basílica de San Pablo Extramuros dijo:
“He decidido crear un nuevo organismo, en forma de Consejo
Pontificio, con la tarea de promover una renovada
evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio
de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero
que están viviendo una secularización progresiva de la sociedad
y una especie de “eclipse de Dios”, que constituyen un reto para
encontrar los medios adecuados con la finalidad de volver a
proponer la verdad perenne del evangelio de Cristo”.
CONCLUSION:
1.Con esta decisión de Benedicto XVI, la “nueva evangelización” pasa a
incorporarse como un objetivo no sólo de la Iglesia carismática
sino de la Iglesia jerárquica e institucional. Esto no deja de ser un
desafío.
2.La fundación del Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva
Evangelización es, sin lugar a dudas, el modo de responder al
beato Juan XXIII cuando convocó al Concilio Vaticano II para
lograr instaurar una nueva relación Iglesia-Mundo. En la Carta de
Benedicto XVI, esta nueva relación se debe dar por medio de una
adecuada laicidad que respete el orden natural y las ordenaciones
propias del orden temporal; afirma el sentido sacral-creacional
40 Cf. Benedicto XVI, Carta Apostólica “Ubicumque et semper” (21-IX-2010)
- 34 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
del cosmos; genera una conciencia religiosa para percibir la
presencia de la historia de la salvación en medio de la historia que
construye el hombre y que evita toda forma de clericalismo en el
servicio, orientación y desarrollo de los cuerpos intermedios de la
sociedad. La laicidad al afirmarse, rechaza tanto al “clericalismo”
que busca subordinar lo social y lo político a lo religioso y al
“laicismo” que niega la presencia de lo religioso en el orden
temporal. En la “nueva evangelización” la laicidad será el modo
adecuado como se deben relacionar, el trono y el altar,
complementándose para que tanto el Estado como la Iglesia se
orienten al bien común de la sociedad41.
3.El Magisterio teologal de Benedicto XVI es enormemente amplio,
pero en orden a la “nueva evangelización” debemos destacar su
esfuerzo por rescatar la libertad religiosa y el ecumenismo tal
como lo planteara Juan XXIII: buscar lo que nos acerca y no lo que
nos separa. En definitiva Benedicto XVI proclamará en su
Magisterio el valor de la libertad con verdad y de la justicia con
libertad.
41 Cf Fosbery, A., O.P.; “La acción apostólica de FASTA frente al laicismo
imperante”; Buenos Aires 2008.
- 35 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
VII.La nueva evangelización en el
Pontificado del Papa Francisco
Cuando el Papa Francisco asume el Pontificado la globalización
como modo político de convergencia en el laicismo ya está instalada. Durante
el pontificado del beato Juan Pablo II cae el imperio marxista políticamente
fundado en la lucha de clases de Lenin. Sin embargo, queda en pie un
marxismo aparentemente blando, con “alma democrática” cuyo objetivo será
la revolución cultural.
Revolución cultural por un lado que avanzará partiendo de la
manipulación del lenguaje para, desde allí abordar, como objetivos que
intentan lograr que todo aquello que para la moral cristiana como así
también para una ética natural fueron considerados delitos, hoy se
transformen por vía de legalidad democrática en “derechos”. Estos planteos
ideológicos abarcan la ideología del género, los modos diversos de
anticoncepción, el aborto, el matrimonio igualitario, la manipulación genética,
la eutanasia, y como consecuencia lógica el afirmar la institucionalización de
“nuevas formas de familia”, la reforma radical de todo el cuerpo jurídico,
incluidas las constituciones de estado, conforme a estas nuevas
concepciones de la vida tanto en lo individual como en lo social. A estas
concepciones ideológicas la “izquierda cultural” agrega los derechos de una
reclamada “soberanía política” para los así llamados “pueblos originarios”.
Todo este planteo es sostenido y a la vez potenciado por los organismos
internacionales que, de esta manera logran salir de la confrontación y, como
ya lo señalamos, encontrar un modo de convergencia afirmando el laicismo
de estado. A la ideología de “izquierda” se sumará la ideología de la “derecha”
liberal entendida como relativismo frente a la verdad, permisivismo frente a
los comportamientos morales y al ejercicio de la autoridad, consumismo
frente al desarrollo social y hedonismo indiscriminado frente al apetito de
felicidad.
El proyecto de globalización laical mira a sumar la “cultura de la
muerte” de la izquierda con el “capitalismo salvaje” de la derecha.
- 36 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Frente a estos desatinos del mundo, el proceso de una adecuada
postura católica tendrá que avanzar uniendo “renovación” a “fidelidad”, como
fruto de la “conciencia” y “memoria” propias de la Iglesia y que ilumina y
mueve el Espíritu Santo.
La Iglesia dio su respuesta al desafío, a través de los Documentos
conciliares, con los cuales, sin embargo no se pudo evitar que en el seno
mismo de la Iglesia apareciera:
“una cierta polaridad, con frecuencia irreductible, en ciertos
excesos de la misma que se manifiesta en diversos campos con
una inmadurez superficial o una obstinación contumaz; en
definitiva, una sordera amarga ante los llamamientos al sano
equilibrio, conciliador de las tensiones, emanados de la gran
lección llamada Concilio” 42 .
A Juan Pablo II le tocará, durante su largo pontificado, enfrentar no
sólo la problemática interna de la Iglesia sino el paso del planteo ideológico
subversivo de “liberación o dependencia” al de “globalización y convergencia”,
caído el régimen marxista-leninista ruso.
Los llamados a una veraz “renovación católica” estarán explicitados
por el beato Juan Pablo II, convocando a toda la Iglesia para asumir una
“nueva evangelización”.
Benedicto XVI, fiel a la continuidad del magisterio pontificio, en la
carta apostólica “Ubicumque et semper”, del 21 de septiembre del 2010,
anunció la creación del Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva
Evangelización, y allí así se expresa:
“La misión evangelizadora de la Iglesia ha asumido en la historia
formas y modalidades siempre nuevas según los lugares, las
situaciones y los momentos históricos... Haciéndome cargo de la
preocupación de mis venerados predecesores, considero
oportuno dar respuestas adecuadas para que toda la Iglesia,
dejándose regenerar por la fuerza del Espíritu Santo, se
presente al mundo contemporáneo con un impulso misionero
42 Pablo VI, Alocución Consistorial, 24-V-1976.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
capaz de promover una NUEVA EVANGELIZACION. Esta se
refiere sobre todo a las Iglesias de antigua fundación, que viven
realidades bastantes diferenciadas, a las que corresponden
necesidades distintas, que esperan impulsos de evangelización
diferentes: en algunos territorios, en efecto, aunque avanza el
fenómeno de la secularización, la práctica cristiana manifiesta
todavía una buena vitalidad y un profundo arraigo en el alma de
poblaciones enteras; en otras regiones, en cambio, se nota un
distanciamiento más claro de la sociedad en su conjunto
respecto de la fe, con un entramado eclesial más débil, aunque
no privado de elementos de vivacidad; también existen,
lamentablemente, zonas casi descristianizadas, en las cuales la
luz de la fe está confiada en pequeñas comunidades; estas
tierras, que necesitarían un renovado primer anuncio del
evangelio, parecen particularmente refractarias a muchos
aspectos del mensaje cristiano. La diversidad de las situaciones
exigen un atento discernimiento; hablar de nueva evangelización
no significa tener que elaborar una única fórmula igual para
todas las circunstancias. Y, sin embargo, no es difícil percatarse
que lo que necesitan todas las Iglesias que viven en territorios
tradicionalmente cristianos es un renovado impulso misionero,
expresión de una nueva y generosa apertura al don de la gracia”.
Al Papa Francisco le toca asumir la posta en estas circunstancias.
Quizá sea demasiado pronto para dar las características que va a tener la
“nueva evangelización” para el Papa Francisco, pero no olvidemos que él
presidió el comité redactor del Documento conclusivo de “Aparecida”,
durante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, en el año 2007.
En la introducción del documento se señalan algunas notas
características para quien quiera asumir una “nueva evangelización en
Latinoamérica”:
1.Los Obispos de América se reúnen como pastores para seguir
impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a
hacer de todos sus miembros “discípulos misioneros” de Cristo,
para que “nuestros pueblos tengan vida en Él”.
2.Las “semillas del Verbo”, presentes en las culturas autóctonas,
- 38 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
facilitaron a nuestros hermanos indígenas encontrar en el
Evangelio “respuestas vitales a sus aspiraciones más hondas”.
3.La visitación de Nuestra Señora de Guadalupe fue acontecimiento
decisivo para el anuncio y reconocimiento de su Hijo, pedagogía
y signo de inculturación de la fe, manifestación y renovado
ímpetu de propagación del Evangelio.
4.Desde la primera evangelización hasta los tiempos recientes, la
Iglesia ha experimentado luces y sombras. “Ciertamente el
recuerdo de un pasado glorioso no puede ignorar las sombras
que acompañaron la evangelización del continente” 43 .
5.Demos gracias a Dios y lo alaben por todo lo que se nos ha regalado:
de belleza y fecundidad de las tierras de este Continente y la
riqueza de humanidad que se expresa en las personas, familias,
pueblos y culturas. Sobre todo demos gracias porque se nos ha
dado a Jesucristo, la plenitud de la Revelación de Dios, que con
su muerte y resurrección rompió las cadenas del pecado y de la
muerte y nos reveló el amor misericordioso del Padre y la
vocación, dignidad y destino de la persona humana.
6.La fe en Dios amor y la tradición católica en la vida y cultura de
nuestros pueblos son sus mayores riquezas.
7.Las raíces católicas permanecen en su arte, lenguaje, tradiciones y
estilo de vida, a la vez dramático y festivo en el enfrentamiento
de la realidad.
8.El Santo Padre responsabilizó, como Iglesia, en “la gran tarea de
custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios” 44 .
9.El don de la tradición católica es un cimiento fundamental de
identidad, originalidad y unidad de América Latina y el Caribe.
Realidad histórica-cultural marcada por el Evangelio de Cristo,
en la que abundan las miserias y pecados pero donde
sobreabunda la gracia.
10.Esta V Conferencia se propone “la gran tarea de custodiar y
alimentar la fe del pueblo de Dios y recordar a los fieles que, en
virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y
43 Cf. Benedicto XVI, Audiencia General, 22-V-2007.
44 Ib. n. 3.
- 39 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
misioneros” 45 .
11.Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y
exigencias caracterizado por el desconcierto generalizado por
las nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de
una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la
emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de
responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan
nuestros pueblos.
12.La Iglesia está llamada a repensar profundamente y asumir con
fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias
latinoamericanas y mundiales.
13.Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del
Evangelio, arraigado en nuestra historia.
14.Hay que lograr el encuentro personal y comunitario con Cristo, que
suscita discípulos y misioneros.
15.Se necesitan hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha
tradición y novedad.
16.La mayor amenaza “es el gris pragmático de la vida cotidiana de la
Iglesia que va desgastando la fe, degenerado en mezquindad” 46 .
17.Hay que transitar caminos de vida eterna, de plenitud de vida que
Cristo nos ha traído y que hace desarrollar también en plenitud
la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social,
cultural.
18.No hay que tener miedo (Mt. 28, 5) y no buscar “entre los muertos
al que vive” (Lc. 24, 5). Suplicar la gracia de la conversión y
mantener viva la esperanza que no defrauda.
19.Mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar
discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y
comuniquen con gratitud y alegría el encuentro con Jesucristo.
20.Esta V Conferencia se celebra en continuidad con las precedentes
y quiere dar ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin
que estos pueblos sigan creciendo y madurando en su fe, para
ser luz del mundo y testigos de Jesucristo con su propia vida.
45 Ib.
46 Cf. Ratzinger, J; Situación actual de la fe y la teología; L’Observatore Romano, 1
de noviembre de 1999.
- 40 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
21.Nuestra alegría se basa en el amor del Padre y en la participación
en el misterio pascual de Jesucristo.
22.Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo, seguirlo es una
gracia y transmitirlo a los demás es un encargo que el Señor
nos ha confiado.
No hay duda que estas pautas generales del documento de
Aparecida revelan no sólo el sentir de todos los Obispo de Latinoamérica y el
Caribe sino el sentir del Papa Francisco que protagonizó la V Conferencia con
su presencia y aportes.
Si nos atenemos a la continuidad del Magisterio Pontificio, es
evidente que la “fidelidad” al depósito de la fe está suficientemente
explicitada en los Pontífices precedentes, desde Pío XII en adelante. El
problema que hoy le aflige al Papa es “la renovación”. Por eso él no duda en
hacer suyo el reclamo a una “nueva evangelización, nueva en su ardor, en sus
métodos y en su expresión”.
En los pocos meses que el Papa Francisco está ejerciendo el
Pontificado ha querido, con sus gestos y enseñanzas en diferentes
circunstancias, transmitir lo que para él, sin ser esencial en lo que hace a la
“nueva evangelización” está, sin embargo, en los umbrales de la relación
humana. No se puede ser discípulo-misionero de la “nueva evangelización”,
sin estar dispuesto a revisar los modos o comportamientos propios de las
relaciones humanas. Ellas son como la puerta de entrada para irradiar
después, con el testimonio de la vida, la espiritualidad y el carisma propio de
la vocación-misión.
El Papa Francisco ha apuntado, en los primeros meses de su
Magisterio, a transmitir, con sus gestos y enseñanzas, lo que podemos definir
como la primera actitud prudencial para la “nueva evangelización”. Esta
actitud reclama el ejercicio de las virtudes sociales.
El Papa Francisco con sus gestos expresa humildad, sencillez,
austeridad, comprensión, acercamiento, tolerancia, amistad, buen humor,
simpatía, bonhomía. Nada más lejos de él que los comportamientos
- 41 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
autoritarios, rígidos, duros, despóticos, arrogantes. Todo en él tiene el tono de
una gran magnanimidad. El objetivo claro que lo orienta hacia una “nueva
evangelización” lo identifica con una auténtica vocación pastoral y, por eso
mismo, misionera. Es cercano a la gente, sencillo y directo en su modo de
comunicar, pero para nada “revolucionario” en términos de doctrina. En sus
gestos y enseñanzas se integran la “renovación católica” con la fidelidad de
la fe. En este sentido su primera Encíclica, “Lumen Fidei” mira a la fe como
luz y don que Dios participa al hombre, por amor y misericordia, de modo que
el hombre pueda encontrarse con Dios. Para entender sus enseñanzas valdría
bien recordar aquella frase de Chesterton:
“Yo no soy conservador porque no me gustan las cosas que
conservan ni soy socialista porque no me gustan las cosas que
cambian”.
Intentar catalogar al Papa Francisco como de “izquierda” o de
“derecha”, o como “integrista” o “progresista”, “liberal o tradicionalista”, es no
entender nada de lo que él quiere transmitir con sus gestos y sus
enseñanzas. El es, sencillamente, un Papa católico que busca la renovación
de la Iglesia, conforme a las pautas del Concilio Vaticano y en total fidelidad a
su doctrina. Veamos algunas de estas “nuevas expresiones” respecto a cómo
evangelizar la realidad hoy. Ellas surgen de alguno de sus discursos y
homilías. Nos limitaremos a hacer sólo referencia a la fecha en que fueron
expresados:

(El movimiento) es camino, el movimiento está en la
construcción de la Iglesia, en el Evangelio, el movimiento está en la
confesión de la fe. Por lo tanto: caminar, construir, confesar
siempre con la cruz de Cristo. (14-III)

Tengamos el valor de caminar en la presencia del Señor,
con la cruz del Señor, de edificar la Iglesia sobre la sangre del
Señor que se derramó en la cruz y de confesar la única gloria: a
Cristo crucificado. (14-III)

Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca. El problema es
que nosotros nos cansamos, no queremos pedir perdón. (17-III)

(A ejemplo de San José) custodiar a Jesús y María,
custodiar toda la creación, custodiar a todos, especialmente a los
más pobres, custodiarnos a nosotros mismos; he aquí un servicio...
al que todos estamos llamados, para hacer brillar la estrella de la
esperanza: protejamos con amor lo que Dios nos ha dado. (19-III)
- 42 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN








Jesús lava los pies a sus discípulos. También nosotros
entre vosotros, no es que tenemos que lavar los pies todos los días
uno al otro, pero ¿qué significa esto? Que tenemos que ayudarnos,
unos a otros. A veces me enfado con uno, con otra. olvídalo,
olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayúdense unos a otros: Jesús
nos enseña esto. (29-III)
No os dejéis robar la esperanza, siempre con la esperanza
adelante. (29-III)
(A los obispos) tengan siempre las puertas abiertas y a no
dejarse seducir por la ambición de carrera, de dinero y por
compromisos con el espíritu del mundo. (24-V)
(A los obispos) la falta de atención ablanda al Pastor, lo
distrae, lo convierte en olvidadizo e incluso en intolerante... lo
convierte en perezoso transformándolo en un funcionario, un
clérigo preocupado más por el mismo, por la organización y las
estructuras que por el bien del Pueblo de Dios (24-V)
Seguir a Jesús es propiamente esto: ir por amor con Él,
detrás de Él, el mismo camino, la misma vía. Y el espíritu del
mundo no lo va a tolerar y nos hará sufrir, pero un sufrimiento
como el de Jesús. Pidamos esta gracia: seguir a Jesús en el camino
que Él nos ha revelado y que Él nos ha enseñado. Esto es hermoso,
porque Jesús jamás nos deja solos. Siempre está con nosotros.
(28-V)
(El compromiso de la unidad entre los cristianos) no se
deriva de razones de orden práctico sino de la voluntad misma del
Señor Jesucristo que nos ha hecho hermanos suyos e hijos de un
único Padre. De ahí que la oración que rezamos juntos sea de
importancia fundamental. (14- VI)
Tenemos que ser humildes, pero con una verdadera
humildad, con nombre y apellido: soy un pecador por esto, por esto
y por esto. Como lo hace Pablo: “Yo perseguí a la Iglesia”. Como lo
hace él, pecadores concretos. No pecadores con esa humildad que
más parece una cara de estampita. ¡Oh no, una humildad fuerte!
(14-VI)
Diálogo, discernimiento y frontera. Vuestra labor principal
no es construir muros sino puentes. Se trata de crear un diálogo
con todos los hombres, incluso con aquellos que no comparten la
fe cristiana, pero que dan culto a otros valores y con aquellos que
- 43 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN






se oponen a la Iglesia y la persiguen de formas diferentes. Con el
diálogo es siempre posible acercarse a la verdad, que es don de
Dios y que así ambas partes se enriquezcan. (14-VI)
Hay que tener abiertos el corazón y la mente, evitando la
enfermedad espiritual de la referencia a sí mismo. También la
Iglesia cuando se comporta así, se enferma, envejece. Que nuestra
vista, bien fija en Cristo, sea profética y dinámica hacia el futuro. De
esta manera seremos siempre jóvenes y audaces en la lectura de
los acontecimientos. (14-VI)
(Hay que ser) hombres de frontera, con la capacidad que
viene de Dios. En el mundo de hoy, sujeto a rápidos cambios y
agitado por cuestiones de gran relevancia para la vida de la fe, es
urgente un valiente compromiso para educar en una fe convencida
y madura, capaz de dar sentido a la vida y de ofrecer respuestas
convincentes a todos aquellos que están buscando a Dios. (14-VI)
Se trata de sostener la acción de la Iglesia en todos los
campos de su misión (14-VI)
La Biblia nos revela al Dios vivo; Jesucristo da vida, y el
Espíritu Santo nos mantiene en ella; seguir el camino de Dios lleva
a la vida, mientras que seguir a los ídolos conduce a la muerte (16VI)
Una revolución para cambiar la historia, tiene que cambiar
en profundidad el corazón humano. Las revoluciones que han
tenido lugar durante todos los siglos han cambiado sistemas
políticos y económicos, pero ninguno de ellos ha cambiado
realmente el corazón del hombre. La verdadera revolución, la que
transforma radicalmente la vida, la ha hecho sólo Jesucristo por
medio de su resurrección que, como le gusta recordar a Benedicto
XVI “ha sido la más grande mutación de la historia de la humanidad
y ha dado vida a un mundo nuevo”. ( 18-VI)
También nosotros muchas veces nos volvemos enemigos
de los demás: no les queremos. ¡Es Jesús quien nos dice que
debemos amar a nuestros enemigos! ¡Y esto no es fácil! A veces
pensamos que Jesús nos pide demasiado, y pensamos: “Dejemos
esto para las monjas de clausura que son santas”; dejemos esto
para algún alma santa, pero para la vida común esto no funciona. ¡Y
esto tiene que funcionar! Miren al Padre que hace resplandecer el
sol para los buenos y malos “y que hace llover sobre justos y
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
pecadores”. Porque Dios ama a todos. (18-VI)
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Vengarse no es cristiano. ¿Cómo podemos lograr amar a
nuestros enemigos? Rezando por sus enemigos, por aquellos que
les persiguen y díganle a Dios que les cambie el corazón. (18-VI)
(Los presbíteros y obispos) deben evitar la “modernidad
espiritual”. Ceder al espíritu del mundo, que hace actuar por la
propia realización y no por la gloria de Dios, configura esa especie
de “burguesía del espíritu y de la vida” que incita a acomodarse, a
buscar una vida confortable y tranquila. (21-VI)
Dios quiere que los sacerdotes vivan con plenitud una
gracia especial de “paternidad”: la espiritual con respecto a las
personas que le han sido encomendadas. (26-VI)
Me conmueve ver a Abraham, este hombre de noventa
años con el bastón en la mano defendiendo su sacrificio del asalto
de las aves rapaces. Me hace pensar en un padre, cuando defiende
la familia, los hijos. (26-VI)
Todos nosotros debemos sentir la alegría de la paternidad,
también nosotros (sacerdotes) que somos célibes. La paternidad es
dar vida a los demás. Para nosotros será la paternidad pastoral, la
paternidad espiritual: pero es vida, llegar a ser padres. (26-VI)
Jesús no impone nunca, Jesús es humilde, Jesús invita: si
tú quieres ven. La humildad de Jesús es así, Él nos invita siempre,
no impone. (30-VI)
Podemos agregar algunas cosas más que dijo en otras ocasiones.
Por ejemplo respecto a la educación señaló que: “Debemos ser magnánimos
con el corazón grande, sin miedo. Apostar siempre por los grandes ideales.
Pero también la magnanimidad con las cosa pequeñas, con las cosas
cotidianas. Esta magnanimidad es importante encontrarla con Jesús. Es el
que nos abre las ventanas al horizonte” (a los alumnos de los colegios
jesuitas de Italia). “Al educar hay que equilibrar bien los pasos. Un paso firme
sobre el marco de la seguridad, pero el otro yendo hacia la zona en riesgo. No
se puede educar sólo en la zona de seguridad. Esto es impedir que crezcan
las personalidades. Pero ni siquiera se puede educar sólo en la zona de
riesgos: eso es demasiado peligroso... Hay que buscar nuevas formas de
educación no convencionales, según la necesidad de los lugares, tiempos y
personas” (a los padres y docentes). “La pobreza hoy es con grito y todos
nosotros debemos pensar si podemos volvernos un poco más pobre para
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
parecemos a Jesús pobre” (a los alumnos de los colegios jesuitas de Italia).
“No se puede vivir sin amigos. Son importantes” (Ib.).
Para Vittorio Messori, biógrafo de Juan Pablo II, el Papa Francisco es
“heredero de una tradición de catolicismo social” (cf. Corriere della Sera). No
olvidemos que en nuestra Patria se dio una fuerte corriente social en el
catolicismo 47 . Para Fréderic Mounier, corresponsal del diario “La Croix”, el
Papa Francisco rompe deliberadamente los códigos que quieren clasificar a
la Iglesia y sus actores en “conservadores” y “progresistas”. Frente a la
alianza objetiva entre “liberales” en materia de ética pública (considerando
conservadores de derecha) y “libertarios” en materia de ética privada
(progresistas de izquierda) el Papa traza el surco de la Iglesia, manifestando
un lazo que molesta. Ese lazo entre ética privada y pública es la espina dorsal
de la doctrina social de la Iglesia y por esa razón es que el Papa Francisco es
y seguirá siendo incalificable. Para Juan Arias, de el diario “El País” de Madrid
(30-III), el Papa está al frente de una Iglesia que “a pesar de los pecados que
arrastra”, es de las instituciones mejor organizadas del mundo que cuentan
con la friolera de 1.200 millones de fieles, un ejército de sacerdotes y
religiosos, con 114.736 instituciones asistenciales en el mundo; 5.246
hospitales; 74.000 dispensarios y leprosarios; 15.208 residencias de ancianos
incurables; 1.046 universidades; 205.000 colegios; 70.000 asilos con
7.000.000 de alumnos; 687.282 centros sociales y 131 centros de personas
con SIDA en 41 países. Y agrega el periodista Arias: “Si al mundo de hoy le
falta un gran líder, capaz de devolver esperanza y abrir nuevos horizontes a
una sociedad desencantada y en ruinas, la Iglesia parece haberlo encontrado.
Y no un líder místico, encerrado en sus rezos, con una misión arcaica y
autoritaria de la fe, sino alguien que ha pedido a los soldados de ese ejército
hoy bajo su mando, que dejen de ser “coleccionadores de antigüedades” y
cultivadores de “teologías narcisistas” y se vayan a manchar sus pies con el
barro “de las periferias del mundo” donde se encuentran los más explotados
por el poder. Un jesuita que posee “racionalidad y fe”, como afirman quienes
le conocen de cerca, que además de teología ha estudiado psicología y
literatura, y que, al mismo tiempo ha escogido como símbolo papal un
“corazón franciscano”, puede llegar a ser más que un mero líder espiritual de
una Iglesia”.
47 Cf. Fosbery, A.; Las vertientes de la argentinidad; edit. Aquinas; Buenos Aires
2010.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Finalmente quisiéramos recordar la posición del Papa Francisco
referido a la dignidad humana, antes de ser Papa. En su discurso en la ciudad
de Buenos Aires, cuando era Arzobispo, denunció las “nuevas esclavitudes de
nuestra época” y sus diversas formas: la explotación laboral en talleres
clandestinos, los chicos en situación de calle, el fracaso para liberarlos de
esa esclavitud estructural, la trata de personas, el uso y abuso del cuerpo.
“Se cuida mejor a un perro que a un ser humano”, llegó a afirmar. Referido a
la trata de personas se pronunció sobre la dignidad de la mujer y las niñas
ante la trata y suplicó al Señor que “cambie” el corazón de los “esclavistas”.
“Estos que entran en la ciudad abierta a ver que pueden saquear, que vida
pueden anular, que niños pueden vender, que familia pueden destruir, que
mujer pueden explotar”.
El cardenal Bergoglio defendió el valor de cada vida humana ante el
crimen del aborto, promoviendo la dignidad de cada mujer y especialmente
de las madres durante el embarazo. “El aborto nunca es solución” afirmó.
“Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de
salvar las dos vidas: respetar al ser humano más pequeño e indefenso,
adoptar medidas que puedan preservar su vida, permitir su nacimiento y
luego ser creativos en la búsqueda de los caminos que los lleven a su pleno
desarrollo”.
Bergoglio destaca también la importancia de la familia: “la familia es
condición necesaria para que una persona tome conciencia y valore su
dignidad. En nuestra familia se nos trajo a la vida, se nos aceptó como
valiosos por nosotros mismos. Sin la familia que reconoce la dignidad de la
persona por sí misma, la sociedad no logra percibir este valor en las
situaciones límites. Sólo una mamá y un papá pueden decir con alegría, con
orgullo y responsabilidad: vamos a ser padres, hemos concebido a nuestro
hijo. La ciencia mira a esto como desde afuera y hace disquisiciones acerca
de la persona que no parten del centro de su dignidad”.
CONCLUSION:
1.El Papa Francisco pone a toda la Iglesia en movimiento hacia una
“nueva evangelización”. Apunta primariamente a realizar un
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
“nuevo ardor” a partir de “nuevas expresiones”.
2.En esta dirección se orienta su primera Encíclica “Lumen Fidei”. La
fe entendida como iluminación interior de Dios que ilumina el
propio corazón del creyente, que fundamenta toda evangelización,
que se transmite por los sacramentos y que relaciona con el bien
común de la Iglesia (eucaristía) y el bien común social (el “bonum
vivere” del hombre).
3.El Papa avanza más sobre el tema de la “renovación” que sobre el
tema de la “fidelidad”, que la da por supuesto en el “Depositum
fidei” y asumido sin ninguna reticencia en los documentos
conciliares.
4.Respecto a que la “nueva evangelización” requiere “nuevos
métodos”, tengamos en cuenta el Documento de Aparecida que,
si bien expresa el pensamiento de todos los obispos de
Latinoamérica y el Caribe, no debemos olvidar que también
expresa el pensamiento del entonces Cardenal Bergoglio, que
presidió el comité redactor.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
VIII.FASTA y la “nueva evangelización”
FASTA está ordenada a la “nueva evangelización”, si bien no se
hablaba en esos términos cuando ella fue fundada (7-X-1962). Nace del
corazón de una Orden que lleva ocho siglos evangelizando en la Iglesia, como
es la Orden de Predicadores, pero buscando responder a la problemática
histórica que de modo manifiesto comienza a plantearse a partir de la
segunda guerra mundial y lleva a la Iglesia a reclamar nuevos caminos de
renovación. Desde sus principios será una obra de laicos; a la que
posteriormente (1985) agregará sacerdotes y por último laicas consagradas
llamadas “catherinas” (2005). Todo este desarrollo es fruto de un carisma
particular con el cual FASTA pretende responder desde la fe al secularismo
reinante y manteniendo el tono de su espiritualidad dominicana.
Si es cierto, como enseña Santo Tomás, que los carismas se
legitiman por los milagros, no hay duda que el carisma que ordena a FASTA
como organismo y organización, a evangelizar la familia, la juventud y la
cultura es legítimo. Por esta razón la Iglesia, a través del Consejo Pontificio
para los Laicos promulgó el decreto que la reconoce como una Asociación
Internacional de Fieles de Derecho Pontificio (1997).
Pasa a formar parte de las nuevas asociaciones e instituciones de la
Iglesia, todas intentando, de una forma u otra, ser un “reaseguro contra el
secularismo imperante” y, por eso mismo, orientadas hacia una “nueva
evangelización”. El beato Juan Pablo II señalaba en su discurso dado a los
miembros de estas nuevas asociaciones e instituciones de la Iglesia en la
Plaza de San Pedro, en la vigilia de Pentecostés de 1998, que desde los
comienzos de su pontificado había prestado especial atención al tema de los
“nuevos movimientos”. Y se atreve entonces a manifestar sus características:
1.Son laicales, es decir que no sólo lo integran laicos conforme a la
nueva definición que dice el Concilio 48 , sino porque además no
surgen de una norma del derecho positivo de la Iglesia, sino que
han sido suscitados por el Espíritu Santo y responden a una
norma del derecho natural, tal como lo reconoce el nuevo
48 Cf. Lumen Gentium, n. 31.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Código de Derecho Canónico.
2.Ofrecen a sus miembros un espacio para hacer la “experiencia”
del paso del misterio de Dios por sus vidas. Fíjense que el beato
dice “experiencia”, o sea que no basta conocer la doctrina sino
que hay que vivirla.
3.Asumen una misión evangelizadora en la Iglesia. Por esto se
transforman en instrumentos aptos para la “nueva
evangelización”.
Si recordamos el primer esbozo de Estatuto de la Milicia Juvenil,
tendremos presente que allí decíamos que la Milicia Juvenil era un
“movimiento laico” que convocaba a aquellos jóvenes que quisieran dar a sus
vidas un elevado ideal de amor a Dios y a la Patria, y que la primera
configuración del “estilo miliciano” (en su momento no hablábamos de
carisma) era el construir la invisible presencia del Reino de Dios en nuestros
corazones (espiritualidad) para desde allí asumir la temporalidad (carisma
ordenado a la misión). Como se puede percibir, no es extraño a FASTA “la
nueva evangelización” ya que, pertenecemos por nuestra propia razón de ser
a las “nuevas asociaciones y movimientos laicales de la Iglesia” y, por otro
lado, respondemos en un todo a las características que el beato Juan Pablo II
señalara para la “nueva evangelización” que no es otra cosa que “querer
volver a Cristo con un nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones” 49 .
Es notable ver como el Estatuto, en su Preámbulo Fundamental,
coincide en un todo con lo manifestado por el entonces Papa Juan Pablo II.
Esto sólo puede explicarse por la acción del Espíritu Santo donando los
carismas para edificar la Iglesia. Así por ejemplo:
“Esta nueva Fraternidad aparece como la manifestación de esa gran
tarea de renovación de la Iglesia que es el Concilio Vaticano II”. (Cf.
Estatuto de FASTA, Preámbulo n.9)
“El impulso fundacional de los primeros años, ya configurado
institucionalmente, se abre ahora hacia un crecimiento apostólico
que, por un lado compromete la respuesta de fidelidad y entrega de
los milicianos a la tarea común y, por otro, empuja para plasmar en
obras que siempre aparecen como desafíos de la Providencia”. (10)
Día de acción de gracias. La Ciudad Miliciana comienza a tener sus
49 cf. página inicial de este documento.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
propios sacerdotes. (14)
El objetivo apostólico de la Ciudad Miliciana apunta a continuar el Reino
de Dios que ya está en medio de nosotros. Esta tarea reclama, por un
lado un compromiso de fe y, por otro, un compromiso de acción. (15)
La primera configuración de nuestro estilo apostólico está fundada en la
necesidad de construir la invisible presencia del Reino de Dios en
nuestros corazones (espiritualidad) y, desde ella y en razón de ella,
conformar la temporalidad (carisma). (15)
Nuestro ámbito de acción evangelizadora es la ciudad. (16)
Apuntamos a evangelizar la cultura, volcando nuestra tarea hacia la
juventud y la pastoral doctrinal. Así lo impone nuestra propia historia
institucional, expresión valedera de la voluntad de Dios. Creemos de
esta forma, responder al llamado evangelizador de la Iglesia (cf.
“Const. Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual”, n. 53-62;
“Evangelii Nuntiandi”, n. 25-39; Puebla, n. 385-443).
FASTA nace en los años 60. Son los años del Concilio y son los años en
que Latinoamérica enfrenta uno de los procesos más graves de
agresión socialista, de los documentos de protesta sistemática en la
Iglesia; de la teología de la liberación, de los espacios bipolares de
análisis, tales como los que refieren a dependencia-liberación;
opresores-oprimidos; tercermundistas-lefebristas. (17)
En esta época nace FASTA tratando de insertarse en la Iglesia conciliar,
evitando los errores esenciales que afectaban el pensamiento y la
acción pastoral de la Iglesia: pro marxismo y secularización. (18)
De aquí su opción pastoral: la cultura, la familia y la juventud. Y de aquí
también su intento de evangelizar afirmando todos los valores de la
cultura católica. (19)
De aquí su amor sereno, viril y esperanzado a la Patria. (20)
En esta tarea de renovación FASTA quiere:
Mirar al presente, a las nuevas formas de vida del mundo
moderno, que condiciona el apostolado.
Exponer la doctrina auténtica de la Iglesia que, en lo
substancial no ha cambiado, pero con arreglos y métodos de
investigación propios del pensamiento moderno.
Estudiar y dialogar, más que dogmatizar y condenar. (21)
Se trata de construir las dos ciudades integrando fe y razón (21).
FASTA aspira a instaurar un diálogo profundo con el mundo de hoy,
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
marcado por un radical proceso de secularización, pero a partir de
una visión concientemente esperanzada de la historia de la
humanidad. (21) (cf. Pablo VI, Alocución 7/12/65)
FASTA aspira a hacerse salvadora y promotora del mundo de hoy a
través de sus tareas apostólicas. (22)
Todas las cuestiones que hoy comprometen la conciencia y la actitud
del hombre, como ser: sus supremas aspiraciones a la existencia, a
la dignidad de la persona humana, a la honrada libertad, a la
renovación del orden social, a la justicia, a la paz comprometen la
acción evangelizadora de FASTA. (23)
Los miembros de FASTA deben estar siempre inspirados en la misión
evangelizadora de la Iglesia, evitando:
un tolerante y excesivo relativismo de apertura al mundo
exterior;
un historicismo insubstancial;
una equivocada propensión a aceptar lo novedoso por lo
novedoso mismo;
una sensibilidad desordenada para atender los problemas
contingentes y circunstanciales;
una marcada proclividad para volcarse a aceptar sin más,
formas de pensamiento e ideologías ajenas a la doctrina de
la Iglesia. (24)
En esta acción pastoral, FASTA tenderá a que sus miembros, y, de
modo especial, sus jóvenes milicianos se transformen en hombres de
auténtico prestigio por su doctrina, preparados para desempeñar las
funciones más importantes y ser testigos de la fe en el mundo. (25)
(cf. Declaración sobre la educación cristiana de la juventud, n. 10)
Nuestros milicianos son hombres de acción. Esa acción que permitirá
cumplir con la misión de “asumir las estructuras temporales para
ordenarlas según el espíritu del Evangelio”. (27)
Es una acción que se proyecta al cumplimiento del ideal. (27)
Es una acción que compromete la realización personal y la realización
institucional, a la vez. (27)
En cada miliciano, está la institución.
No es una acción de “beatos”, que es un modo de ridiculizar a la Iglesia.
(27)
Es una acción de “milicianos”, ordenada a descubrir para sí y para los
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
demás, la misericordia de Dios hacia los hombres. (27)
Esta acción miliciana no fructificará si no se funda en la acción y el
sacrificio, y si no la hacemos de rodillas. (27)
Ha llegado el momento de profundizar en la realización de nuestro ideal
personal de servicio a Dios y a la Patria, de lo contrario, nos
quedaremos jugando entre la beatería y la insolencia. En definitiva el
ridículo enorme que siempre supone reducir las cosas de Dios a la
medida de nuestros egoísmos humanos.
CONCLUSION:
1.FASTA está identificada con la “nueva evangelización” desde los
momentos mismos de su fundación.
2.La acción apostólica de FASTA ha mostrado siempre que es una
acción apostólica nueva tanto en su fervor, en sus métodos y en
su expresión, tal como se lo explicita en el Preámbulo
Fundamental de los Estatutos.
3.En este Consejo Plenario debemos empeñar nuestro esfuerzo en
“revitalizar el organismo y ajustar la organización” para poder
dar un paso más en la misión de evangelizar la familia, la
juventud y la cultura, respondiendo en un todo a los reclamos de
“renovación y fidelidad” de la Iglesia.
4.Para responder al reclamo de una “nueva evangelización” debemos
analizar la tarea apostólica de FASTA a la luz de las 58
propuestas del reciente “Sínodo de Obispos sobre la Nueva
Evangelización para la transmisión de la fe cristiana” (7-X-2012).
En el texto se abordan cuatro puntos:
a.La naturaleza de la nueva evangelización (1-12)
b.Su contexto (13-25)
c.Las respuestas pastorales a las circunstancias
contemporáneas (26-40)
d.Los agentes de esta misión (41-58)
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
IX. A modo de epílogo:
la adveniente cultura 50
Queremos situar al hombre desde el tema de la “adveniente cultura”.
Pero debemos precisar que no intentamos, en este caso, hacer prospectiva;
tampoco pretendemos pronosticar, a modo de futurología, los
acontecimientos que afectarán al hombre y a la cultura en este milenio. En
principio queremos situarnos desde la perspectiva desde la cual los Obispos
Latinoamericanos usaron esta expresión en el Documento de Puebla (Pb. N.
421). Podemos entonces señalar que la expresión “adveniente cultura” es
asumida, en el contexto en el que Puebla trata de la cultura, como lo que
llega desde afuera, lo que es extraño a la cultura de nuestros países y esto
entendido de dos maneras: lo que intenta imponer una universalidad cultural
novedosa y uniformante a los pueblos y a los diversos grupos humanos 51 y lo
que obstaculiza la toma de conciencia de nuestro ser cultural.
En este doble sentido interpreta el Episcopado Latinoamericano la
expresión “adveniente cultura”.
Pero cabe una tercera acepción que surge del sentido escatológico
de la vida cristiana y que impulsa a la Iglesia a cumplir la misión
evangelizadora en el mundo. La “adveniente cultura” será, entonces, la
cultura católica que, como fruto de su acción misionera, la Iglesia tendrá que
recrear a pesar de los condicionantes que el secularismo le impone al
hombre situado ante el tercer milenio 52 . Veamos:
1.- La “adveniente cultura” como universalidad hegemónica y alteridad
No nos referimos a la “universalidad” en cuanto legítima
50 Cf. Fosbery, Aníbal, La cultura católica, edit. Tierra Media, Buenos Aires 1999.
51 III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano; Documento de Puebla
n. 427
52 Id. ns. 434 - 436
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
característica de todo auténtico proceso cultural.
Se trata en este caso, de un imperialismo cultural hegemónico que
pretende ser universal y que es fruto de la cultura urbano – industrial,
inspirada por la mentalidad científico técnica, impulsada por las grandes
potencias y marcada por las ideologías. 53
Acerca de esta “adveniente cultura” previenen los Obispos
Latinoamericanos, dado que:
“los pueblos, las culturas particulares, los diversos grupos humanos,
son invitados, más aún, constreñidos a integrarse en ella”. 54
Han pasado ya muchos años de esta denuncia y hoy podemos decir
que el avance hacia esta forma de cultura universal, entendiendo como tal,
los procesos de nivelación y uniformidad que no respeta las diferentes
culturas, debilitándolas, absorbiéndolas o eliminándolas, forma parte del
Nuevo Orden Mundial.
Más aún, este proceso intenta ser promovido desde las Naciones
Unidas y los foros internacionales como la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo de El Cairo (1944), la Cumbre Mundial el Desarrollo
Social de Copenhague (1995); la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, de
Beijing (1995); la Conferencia Mundial sobre el habitad de Estambul (1996) y
la Cumbre de la Tierra (1997). En su conjunto alcanzan una serie de
conclusiones concatenadas sobre las que se apoyan programas de acción
para ejecutar por los gobiernos de las naciones pobres, a cuya aceptación se
condiciona el otorgamiento de los créditos internacionales y que configuran
el decir del Papa Juan Pablo II, “una auténtica conjura internacional contra la
vida”. Esta “adveniente cultura universal” ha desembocado, sobre el fin de
este milenio, en uno de los más repugnantes imperialismos demográficos que
conoce la historia de la humanidad. También podríamos señalar, desde otra
perspectiva, que la “adveniente cultura” es la concreción de una serie de
mega tendencias que han precipitado, sobre el fin del milenio, una amenaza a
53 Id. n. 421
54 Id.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
la posibilidad misma de tomar conciencia de nuestro ser cultural. Cada vez
resulta más difícil definir lo que somos como nación, como patria, como
comunidad regional, continental, en el concierto universal. Se ha como
debilitado todo lo que gestó nuestra realidad histórica; nuestras creencias,
nuestra herencia; el patrimonio común que alguna vez fundó nuestra
identidad nacional. Estas “megatendencias” han como volatilizado el pasado
y han dejado al hombre a la intemperie y sin cultura. Entre el conjunto de
estas “megatendencias”, John Naisbit señala como la más revolucionaria a la
información: “Ninguna es más sutil, dice él, más explosiva, que esta primera,
el megacambio de una sociedad industrial en una sociedad de la
información”.
La “adveniente cultura universal” se transforma de esta manera, por
razón del cambio que provoca en “adveniente” por futurición y por provenir
desde afuera de la propia identidad cultural en “adveniente” por alteridad. El
secularismo es causa de este doble vaciamiento cultural. Así, el hombre ante
el tercer milenio, está situado frente a una concepción del mundo según la
cual este último se explica por sí mismo, sin que sea necesario recurrir a
Dios: Dios resultaría pues superfluo y hasta un obstáculo.
“Dicho secularismo, para reconocer el poder del hombre, acaba
por sobrepasar a Dios e incluso por renegar del El. Nuevas
formas de ateísmo - un ateísmo antropocéntrico, no ya
abstracto y metafísico sino práctico y militante - parecen
desprenderse de él. En unión con este secularismo ateo se nos
propone todos los días, bajo formas distintas, una civilización de
consumo, el hedonismo erigido en valor supremo, una voluntad
de poder y de dominio, de discriminaciones de todo género:
constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas de este
“humanismo”. 55
Pero también se puede abordar la “adveniente cultura” desde la
dimensión escatológica de la Iglesia. Se trata entonces de descubrir el rostro
verdaderamente humano de este hombre para anunciarle la buena noticia del
Evangelio.
55 Pablo VI, Exh. Ap. “Evangelii Nuntiandi”; n. 55
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
La “adveniente cultura” será entonces la cultura que el hombre
podrá recrear desde la fe, para reabrir los caminos de la salvación al hombre
del tercer milenio.
Aquí se coloca el Papa Juan Pablo II en su Carta Apostólica “Tertio
Millennio Adveniente” donde, además de convocar a un gran jubileo reclama
“continuar sin interrupción la misión de la Iglesia dentro de la
universal familia humana” (n. 57)
Se repite en este caso, dice el Papa, la situación del Areópago de
Atenas, donde habló Pablo (Cfr. Redemptoris Missio; n. 284 - 286):
“Hoy son muchos los “areópagos” y bastante diversos: son los
grandes campos de la civilización contemporánea y de la
cultura, de la política y de la economía. Cuanto más se aleja
occidente de sus raíces cristianas, más se convierte en terreno
de misión, en la forma de variados “areópagos”.”
La Iglesia tendrá que llegar hasta los “areópagos” del tercer milenio
para anunciarle al hombre el Evangelio y convertirlo primero, en sujeto
adveniente de la gracia y luego, en sujeto adveniente de cultura.
El Papa Francisco sitúa a la Iglesia en continuidad con este
Magisterio, como aparece claro en su primera Encíclica “Lumen fidei” y en las
ya muchas nuevas expresiones de su enseñanza.
2.- La “adveniente cultura” como cultura católica a instaurar
Partimos de un postulado: no hay cultura católica en Occidente.
Sería ilusorio plantear el objetivo de una restauración cultural.
Estamos situados en una perspectiva diferente. Los hechos no dan para
volver a hacer presente lo que fue. En este sentido Europa se fue convirtiendo
en un gran museo de la cultura católica pero sin cultura católica.
El desafío es otro, hay que implantar la Iglesia en la sociedad para
- 57 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
que de allí se pueda volver a forjar una cultura católica. Tienen que volver a
soplar los nuevos aires del Espíritu para que desde allí se haga posible una
“cultura”. La cultura no puede ser preparada o planificada. Simplemente
aparece. Es el encuentro de la naturaleza con la impronta del hombre y su
libertad, su movilidad, su espíritu.
Las ciudades son el fruto más acabado de la cultura y por eso
tampoco se sabe porqué se funda una ciudad. Las ciudades son, están,
cambian o mueren como las culturas que las han fundado.
“Uno debe comenzar dolorosamente de nuevo – decía T. S. Eliot
– y no se puede instaurar una nueva cultura ya lista. Hay que
esperar a que el pasto crezca para alimentar a las ovejas de las
cuales se obtendrá la lana con la que se confeccionará el nuevo
abrigo. Hay que vivir varios siglos de barbarie. No viviríamos
para ver la nueva cultura, tampoco nuestros tataranietos. En
caso de que viviéramos, ninguno de nosotros sería feliz en ella.”
Se trata precisamente, de una “adveniente cultura”. La Iglesia no
puede renunciar a este desafío. Tampoco se lo puede plantear como objetivo
y mucho menos programarlo o planificarlo. Se trata de una meta
escatológica. Se dará en el tiempo sin ser plenamente del tiempo. Porque lo
que genera la “adveniente cultura” desde lo católico es una realidad invisible,
intangible. La cultura en cuanto católica surge del Credo, y los contenidos del
Credo, que son los contenidos del Reino, son invisibles. La “adveniente
cultura” debe comenzar por lo que no se ve para llegar a lo que se ve. Recién
será cultura. Mientras tanto habrá que esperar, pero en el sentido teologal de
la esperanza.
El Concilio Ecuménico Vaticano II ha sido como un punto de llegada
de la Iglesia peregrina. Un recalar en la historia después de veinte siglos de
camino. El panorama que se abría a los ojos de los Padres Conciliares era
francamente dramático y, al mismo tiempo, esperanzador. Así lo describía
Pablo VI:
“Un tiempo que cualquiera reconocerá como orientado a la
conquista de la tierra más bien que al Reino de los Cielos; un
tiempo en el que el olvido de Dios se hace habitual y parece, sin
razón, sugerido por el progreso científico; un tiempo en el que el
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
acto fundamental de la personalidad humana, más consciente
de sí y de su libertad, tiende a pronunciarse a favor de la propia
autonomía absoluta, desatándose de toda ley trascendente; un
tiempo que el laicismo aparece como consecuencia legítima del
pensamiento moderno y más alta filosofía de la ordenación
temporal de la sociedad; un tiempo, además, en el cual las
expresiones del espíritu alcanza cumbres de irracionalidad y
desolación; un tiempo, finalmente, que registra, aún en las
grandes religiones étnicas del mundo, perturbaciones y
decadencias jamás antes experimentadas”. 56
¿Y dónde está entonces la esperanza? En que la Iglesia debe volver a
emprender confiadamente el camino en el tiempo y en el mundo, “hacia la
meta que está más allá de la tierra y más allá de los siglos.” 57
Juan XXIII, aquel anciano Papa, tuvo la juvenil valentía de convocar
un Concilio. La Iglesia transita en medio de una sociedad que ya no le
reconoce ni su presencia, ni su cultura. Hay que detenerse en el tiempo para
volver a empezar. Pablo VI será el Papa que acompañará a la Iglesia para que
lo intente. Se va a esmerar por señalar los criterios de discernimiento que
hagan posible a la Iglesia, tender un puente hacia el mundo contemporáneo.
Esto, de alguna manera, significa volver a empezar. Significa tender la unidad
sobre la vida humana contemporánea y no espantarse, significa separarse y
diferenciarse de la sociedad profana en la que la Iglesia vive sumergida, para
animar su vitalidad interior con el Espíritu del Señor, pero, al mismo tiempo,
tomar conciencia y definirse como el fermento vivificador e instrumento de
salvación de ese mismo mundo; significa descubrir y reafirmar su misión
esencial a “hacer de la humanidad, en cualquiera condiciones en que ésta se
encuentre, el objeto de su apasionada misión evangelizadora”. 58
De esta esencial actitud de la Iglesia Conciliar tendrá que surgir una
“adveniente cultura”. Pero no nos equivoquemos. No se trata de restaurar la
cultura católica que fue.
56 Pablo VI; Alocución al Concilio del 7 de diciembre de 1965; Concilio Ecuménico
Vaticano IIº, edic. BAC; Madrid 1966: pg. 825.
57 Id. Alocución del 29 de septiembre de 1963; pg. 762
58 Id. pg.772
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Tampoco se pretende dibujar una utopía. Acordémonos de Eliot y
dispongámonos a rezar y esperar.
La primera actitud de la Iglesia frente a la “adveniente cultura”
tendrá que ser religiosa. No se empieza por la cultura. Se llega a la cultura. Si
decimos “adveniente cultura” es porque damos, de hecho, que esa cultura
que estamos reclamando no está. El vacío ya fue ocupado por otra que
también es “adveniente” porque viene de afuera. El impacto se va a dar. Hay
que prepararse para el impacto. Pero hay que edificar (el Señor dijo “Yo
edificaré”) espacios donde lo sacral vuelva a primar. A la “adveniente” cultura
de la individualidad, que es incapaz de crear un orden, una jerarquía; que ha
destruido todo lo noble y lo superior; que no admite distinción alguna entre el
bien y el mal; entre la belleza y la vacuidad; entre la decencia y la obscenidad;
entre la adecuación y la desarmonía, hay que oponer un espacio sacral desde
donde se pueda recrear el ser, el bien, la verdad, la belleza.
Algo así como un espacio hecho a la medida de lo humano donde el
misterio del Dios encarnado haga posible, a modo del más alto principio de
organización, la comprensión total de ese espacio, de ese tiempo, de la
mentalidad y las aspiraciones del hombre. De allí surgirá la cultura como
proyección del ser recreado desde su original verdad, bondad y belleza. Pero,
en el núcleo fundante no hay cultura. Hay la experiencia intangible del
misterio de Dios revelado. La cultura viene después. Y el principio religioso
organizador de ese espacio se debe manifestar no en lo cultural sino en lo
cultual. ¿Qué otra cosa fue Belén sino el primer espacio donde se manifestó
el misterio de Dios como signo cultual de salvación?:
“... Y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre” 59 .
El pesebre era lo primitivo, lo original, lo que no estaba profanado.
Era el espacio virginal no contaminado para recibir a la Virgen y al Emanuel.
La posada era la cultura expresada en la plenitud de los tiempos. Por eso no
había allí lugar para ellos. La Iglesia se hace después posada para recoger al
hombre herido y asaltado por los paganos y los bárbaros. Pero el tema
empezó en el pesebre no en la posada. En el misterio no en la cultura.
59 Lc. 2, 12
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
También lo que importa hoy, cuando el hombre, apartado de Dios
parece alcanzar una cierta “plenitud” de su tiempo, es recrear un espacio
para el Misterio. Primero en el corazón del creyente porque si no hay “sujeto
adveniente” no habrá “cultura adveniente”. Después en la familia y luego en
la Iglesia como comunidad de fe, de amor, de esperanza. Comunidades vivas
donde los cristianos puedan acudir
“asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a
la fracción del pan y a las oraciones” 60 .
Donde la comunión impulse a la conversión; donde perseveren en un
mismo espíritu, partiendo el pan por las casas y compartiendo sus cosas con
sencillez y alegría. Donde alaben a Dios y aparezcan a los demás como
extraños y a la vez simpáticos 61 .
Nada de esto tiene que ver con la cultura pero es lo único que puede
permitir una “adveniente cultura”. Hay que implantar en la ciudad de los
hombres los espacios sacrales desde donde sea posible, entonces, que las
realidades visibles del mundo, del hombre y de la Iglesia misma, puedan ser
leídas o consideradas desde las realidades invisibles que tienen al Señor
como autor. Esto también condiciona la “pastoral” de la Iglesia. Una pastoral
que apunta a la “praxis coyuntural”, fundada en la teología del cambio social
o de la revolución; que identifica el misterio del Dios Revelado con la
dirección del mundo; que produce un proceso de tensión secularizante y
desacralizadora; que, como quiere Cox, nos hace
“aprender a hablar de Dios de una manera secular y encontrar
una interpretación no religiosa de los conceptos bíblicos” 62 .
puede servir quizá para transformar la realidad pero no alcanza para
transfigurarla. Es decir, no llega a ser cultura. Quizá aquí convendría
recordar, detrás de la “Teología de las realidades terrenas”, a Jürgen
Moltman con su “Teología de la Esperanza” (1969); y a Metz, en el campo
60 Act. 2, 42
61 Act. 2, 44 – 47
62 Cf. Cox, H.; The secular city; secularization and urbanization in theological
perspective; London 1965; pg. 4.
- 61 -
FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
católico con su “Teología del Mundo” (1970). Para ellos, como así también
para pensadores como Jacques Ellul y Joseph Comblin, en el tema de la
Ciudad 63 y por supuesto, para todos los teólogos de la liberación, la nueva
Ciudad, síntesis de técnica y política en proceso de permanente devenir, es
secular. La Tecnópolis no apunta a la cultura sino al cambio social. La Iglesia
que solo emerge como función kerigmática o diakonal, no intenta “salvar”
almas sino concretar el compromiso profético con el mundo.
Aquí lo que “adviene” no es ciertamente la cultura sino la revolución.
Frente a este humanismo laico y profano que ha aparecido,
finalmente, en toda su terrible estatura y que lo coloca el hombre ante el
tercer milenio, la respuesta de la Iglesia, tal como el Papa Juan Pablo II la
manifiesta, es una: “Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y
siempre” 64 La enseñanza de los últimos Papas, incluyendo de modo muy
particular al Papa Francisco por la claridad y fuerza que pone al señalar este
tema, llama insistentemente la atención no hacía el mundo sino hacia la
persona de Cristo y su misterio. Por un lado, perfecta firmeza: “Jesucristo es
el mismo”, y `por otro, poderoso dinamismo que se propaga en el tiempo:
“Ayer, hoy y siempre”.
Es decir, la índole escatológica de la Iglesia
“que va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los
consuelos de Dios, anunciando la cruz y la muerte del Señor
hasta que el venga” (ICor. 11, 26);
de la Iglesia que
“se vigoriza con la fuerza del Señor resucitado para vencer con
paciencia y con caridad sus propios sufrimientos y dificultades
internas y externas y descubre fielmente en el mundo el
misterio de Cristo, aunque entre penumbras, hasta que el fin de
los tiempos se descubra con todo esplendor” 65 .
63 Ellul, J.; Sans feu, ni lien; París 1975; versión española con el título “La Ciudad”;
Buenos Aires 1972; Comblin, J.; Thelogie de la ville; París 1968; versión española
Navarra 1972
64 Heb. 13, 8.
65 Concilio Ecuménico Vaticano II; Constitución Dogmática sobre la Iglesia; nº 8.
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FASTA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
Vocación de catacumba, dirán algunos. Es posible. La Iglesia, de
todos modos, no se espanta ni dramatiza. Ella, experta en el misterio de Dios
es también, y por eso mismo ya que “el Verbo se hizo hombre habitó entre
nosotros”, experta en humanidad. Desde una cierta imperturbabilidad que le
da el sentido escatológico de la fe, espera, aguarda, escudriña los signos con
conciencia teologal de los tiempos.
Desde allí se ocupa del hombre, tal cual hoy en realidad se presenta:
“del hombre vivo, del hombre enteramente ocupado de sí, del
hombre que no solo se hace el centro de todo su interés, sino
que se atreve a llamarse principio y razón de toda realidad. Todo
el hombre fenoménico, cubierto con las vestiduras de sus
innumerables apariencias ... el hombre trágico en sus propios
dramas, el hombre superhombre de ayer y de hoy, y, por lo
mismo, frágil y falso, egoísta, feroz; luego el hombre
descontento de sí, que ríe y que llora; el hombre versátil,
siempre dispuesto a declamar cualquier papel, y el hombre
rígido que cultiva solamente la realidad científica; el hombre tal
cual es, que piensa, que ama, que trabaja, que está siempre a la
expectativa de algo; el hombre sagrado por la inocencia de su
infancia, por el misterio de su pobreza, por la piedad de su dolor;
el hombre individualista y el hombre social; el hombre que alaba
los tiempos pasados y el hombre que sueña en el porvenir; el
hombre pecador y el hombre santo.” 66
A este hombre hay que brindarle un espacio sacral desde el cual
pueda transfigurar la realidad, más allá del cambio social. Sólo queda optar
por una pastoral: la que implanta el misterio de Dios en la ciudad secular. La
cultura adveniente, a partir del misterio, hará posible hacer de la Ciudad del
Hombre la Ciudad de Dios. Sólo la tensión escatológica hará surgir “la
adveniente cultura” como cultura católica. Este hecho no se dará a modo de
restauración. La cultura siempre reclama movilidad, libertad, creacionalidad,
es decir, la novedad del descubrimiento. La “adveniente cultura” desde lo
católico, será también descubrimiento: “He aquí que hago nuevas todas las
cosas”.
66 Pablo VI; Alocución del 7 de diciembre de 1965, n. 8; id. pg. 827.
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