Download Desafíos de la Nueva Evangelización y los Jóvenes

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
“Desafíos de la Nueva Evangelización y los Jóvenes”
Transcripción Conferencia I Congreso Misionero de Educación Superior en Chile,
Monseñor Octavio Ruiz Arenas, Secretario Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización
21 de Octubre de 2011, Casa Central Pontificia Universidad Católica de Chile
En la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Madrid del 16 al 21 de agosto de 2011, se encontraron más de 2 millones
de jóvenes de todas partes del mundo llenos de gozo y alegría para dar testimonio de su fe cristiana. Ellos tenían un
dialecto común, el amor a Jesucristo y querían dar testimonio de ello hasta los confines de la tierra.
Benedicto XVI en esta jornada mundial les dijo con gran claridad que los jóvenes “tenían que ser los protagonistas de la
Nueva Evangelización” y recordaba así, lo que ya el Papa Juan Pablo II, cuando realizó la Jornada Mundial de la Juventud en
1987 en Buenos Aires les decía a los jóvenes, “ustedes tienen que ser los Apóstoles de la Nueva Evangelización”.
Para hablar de la Nueva Evangelización, es necesario que comencemos recordando cuál es la misión fundamental de la
Iglesia. Esta misión es anunciar con gozo y alegría el encuentro que tenemos con Jesús. Y por eso, la evangelización nos
dice Pablo VI, fundamentalmente es el anuncio claro e inequívoco de Jesucristo muerto y resucitado para nuestra salvación
y este anuncio tiene que llevar necesariamente a una adhesión de corazón, a un seguimiento del Señor Jesús, a un acoger
su Palabra para dar testimonio y anunciar que hemos encontrado al Señor.
La Iglesia por lo tanto tiene una triple tarea: por una parte el anuncio de la Palabra de Dios a través de nuestra predicación y
testimonio, en segundo lugar la celebración de ese encuentro, de esa presencia de Cristo hoy a través de los sacramentos
en medio de la comunidad, y tercero el servicio de la caridad. Estas tres realidades constituyen el fundamento de lo que es
la misión de la Iglesia y tienen que ir profundamente unidos para vivir nuestra realidad cristiana.
Un aspecto fundamental de la Nueva Evangelización es lograr el encuentro personal con Jesucristo. Este es el fundamento
de nuestra existencia cristiana que da sentido a nuestra fe y a nuestra vida. Es lo que en realidad da alegría a todas nuestras
realidades y proyectos.
El desafío que se nos presenta a todos nosotros es muy grande. Sabemos que estamos viviendo tiempos de crisis y
dificultades donde los jóvenes tienen que afrontar grandes problemas como: la superficialidad que envuelva nuestra
sociedad, el consumismo que lleva a una vivencia puramente de intereses materiales en donde se vive el hedonismo, el
individualismo, la corrupción política y económica, la falta de un trabajo digno, la droga, el desarraigo de las convicciones
religiosas, etc.
Si no encontramos el camino no llegaremos a encontrar la vida y tampoco la verdad. Benedicto XVI dijo en su primera
encíclica: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una persona que da nuevo horizonte a la vida y con ello una orientación definitiva”. Por lo tanto, quien
encuentra a Cristo tiene que convertirse en discípulo de Jesucristo, este fue el mensaje central de Aparecida. Esto significa
tratar de conocer a Jesús en profundidad, es tener una actitud profunda de su Palabra, es caminar junto al Señor, es tratar
de tener los mismos sentimientos de Jesús, pero hay que tener en cuenta que si tomamos este camino es para convertirse
en misionero y comunicar este gozo y alegría de haber encontrado al Señor. Estamos llamados a dar un testimonio
existencial de nuestra fe y de ese encuentro con Él.
Este encuentro con Jesús nos debe llevar a una convicción profunda y es que Dios nos ama. Este es el fundamento de
nuestra fe, esta es la gran verdad que nosotros tenemos que comunicar, porque es en Jesucristo en quien nosotros
encontramos la medida máxima del amor de Dios hacia nosotros. Esta es nuestra gran verdad, sentirnos amados por Jesús,
sentir que nuestra existencia no es una casualidad, no es algo que llegó simplemente porque sí, sino que desde el comienzo
hay un proyecto amoroso de Dios para conmigo y tener conciencia de que esto llena de gozo y de alegría toda nuestra vida.
Hoy en día y a partir de Juan Pablo II se habla de una Nueva Evangelización. Juan XXIII cuando convocó el Concilio Vaticano
II hacía ver lo necesario que era abrir las ventanas de la Iglesia y permitir que entrara aire fresco para que la Iglesia saliera al
mundo para tratar de responder a los grandes problemas que enfrentaba la humanidad. El Concilio Vaticano II trató de dar
una respuesta a toda esta realidad profundizando en primer lugar en lo que es la esencia de la Iglesia misma pero sobre
todo en lo que es su tarea frente a la humanidad y luego, el Papa Pablo VI comenzó a diseñar los fundamentos de lo que era
la evangelización, lo que era la misión de la Iglesia pensando en ese futuro y pensando en cómo la Iglesia con el
cumplimiento de su misión tenía que darle sentido al mundo de hoy. El Papa Juan Pablo II comenzó a hablar de Nueva
Evangelización porque en muchos países de profunda tradición cristiana se ha ido perdiendo la fe y se han dejado envolver
en un manto de secularización y secularismo en el que se quiere excluir a Dios de su vida, de la vida de las personas, se
quiere marginar a la Iglesia de toda actividad pública y social y se quiere vivir en una gran indiferencia religiosa. Más aun, se
dice que el mundo ya dejó de ser un niño que debe ir de la mano de la Iglesia, el mundo ya es adulto y por lo tanto la
hipótesis de Dios es algo absolutamente inútil, lo importante ahora es el hombre, pero el hombre sin Dios no vale nada, es
decir, pierde el horizonte de su vida.
La Iglesia en medio de este mundo en que estamos viviendo se encuentra en una situación muy compleja: por una parte los
países europeos viven un modelo cultural en donde hay muchas personas que están totalmente ajenas a la fe cristiana,
muchos que no han recibido el bautismo viniendo de familias tradicionalmente católicas, se vive el cristianismo con total
indiferencia donde cada día gana terreno el secularismo, el relativismo, el hedonismo, el consumismo e individualismo,
esta es la gran preocupación.
En América Latina está el influjo del secularismo que poco a poco nos va ahogando, que lleva a una situación de
agnosticismo e indiferencia religiosa, hay mucha ambigüedad en las expresiones de piedad popular que hay que saber
purificar y dirigir, en muchos países hay un crecimiento incontrolable de lo que llamamos sectas, durante 500 años de
cristianismo fue la religión mayoritaria el catolicismo, pero ahora sufre el aumento de los grupos evangélicos,
principalmente de corte pentecostal, esto demuestra que hay una carencia de cualidad dentro de la pastoral de la Iglesia,
donde muchos viven la fe a su manera. Todo esto nos lleva a darnos cuenta que estamos ante un problema de rechazo NO
a Dios sino a la Iglesia, porque se va en busca de otros grupos religiosos que dan mayor acogida. Por tanto estamos frente a
un problema vivencial de tipo pastoral y metodológico. En Chile pasa exactamente lo mismo.
Nos damos cuenta entonces que cuando el Papa hablaba de Nueva Evangelización es algo sentido, y que nos tiene que
llevar a preguntarnos cómo cumplir la misión de la Iglesia ante la situación en que hoy nos encontramos.
¿Qué es la Nueva Evangelización?
La expresión Nueva Evangelización nace en América Latina durante la Tercera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano en Puebla. Allí los obispos dijeron ante situaciones nuevas que se están viviendo se requiere de una nueva
evangelización que sepa responder a los embates del movimiento secularista que está invadiendo al mundo y que
representan una amenaza para la fe y para las culturas de los pueblos de América. Juan Pablo II había estado en Puebla y
luego aprobó el documento que conocemos como Documento de Puebla y meses después fue en Polonia donde utiliza por
primera vez esta expresión de Nueva Evangelización. No se trata dice el Papa, de una reevangelización como si la primera
evangelización hubiera estado mal realizada, sino que la Iglesia tiene que hacer un esfuerzo para responder a los nuevos
desafíos que presenta la sociedad, el mundo actual y concretar su acción evangelizadora en la situación concreta de cada
comunidad a la cual va dirigida saliendo al encuentro de aquellos ambientes que se han alejado de la Iglesia o en los que ha
habido un descuido en el campo de la pastoral y que hay una gran cantidad de gente que tienen sed de Dios pero que no
encuentran el camino, aquí está el mundo de los universitarios, de los agentes de comunicación social, de la política y de
muchos otros ambientes. Es necesario tener en cuenta que la evangelización tiene que llegar a evangelizar a aquellos que
son los constructores de la cultura actual. Esta evangelización tiene que llegar a lo más profundo de la familia, de la
parroquia y tiene que afrontar este fenómeno de la secularización. Se trata por tanto de una evangelización cuyo contenido
es el mismo de siempre pero que tiene que ser renovado en el modo cómo se realice para que llegue al corazón del hombre
de hoy. Debe ser nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en sus expresiones, para proclamar con nuevo vigor la
experiencia de Dios.
¿Dónde está la novedad? Vamos a predicar el mismo mensaje de siempre, pues vamos a predicar al mismo Jesucristo de
ayer, hoy y siempre. La novedad está en el corazón de quien anuncia el Evangelio, es decir, tiene que ser una persona
profundamente enamorada de Jesucristo porque se ha encontrado con Él y ha quedado cautivado(a) por el encuentro con
el Señor, es una persona que ha logrado saciar su sed en Cristo Jesús, como lo hizo la mujer samaritana, la sed del hombre
sólo se calma en Jesús. Él viene a envolvernos en su amor, en ese amor que nos demostró en la cruz, Él está sediento de
colmar nuestra sed y si lo aceptamos nos saciaremos de su espíritu y como la mujer samaritana saldremos necesariamente
a proclamar la alegría de ese encuentro.
El Papa Juan Pablo II canonizó a Santa Teresa de Los Andes y la propuso como modelo para los jóvenes, esta acción fue para
hacernos ver que basta vivir nuestra vida de manera sencilla pero enamorados de Dios, cumpliendo de la mejor manera
nuestra tarea. La santidad es vivir nosotros de tal manera que podamos trasplantar la presencia de Dios en nuestras vidas.
Dijimos entonces que esta Nueva Evangelización a la que estamos siendo llamados debe ser nueva en su ardor, nueva en
sus métodos y nueva en sus expresiones, para proclamar con nuevo vigor la experiencia de Dios.
Nueva en su ardor: Se trata del entusiasmo, de la alegría, del vigor, de la convicción con la que nosotros anunciamos el
mensaje del evangelio. La clave está en aquella persona que está anunciando a Cristo, la clave está en que la persona que
anuncia ha aceptado su propia conversión y está profundamente unido a Cristo para lograr la santidad, este es el ardor que
nosotros tenemos que comunicar, el mismo de los primeros discípulos que predicaban con tal convicción que convencieron
a la gente y por eso hoy somos cristianos.
Nueva en sus métodos: Se trata de una verdadera renovación pastoral para dejar a un lado los métodos de siempre y
buscar el modo de salir al encuentro de los alejados. Se trata de pasar de una pastoral de una simple conservación a una
pastoral misionera, se trata de buscar procesos auténticamente evangelizadores. Aparecida nos habla de la necesidad de
una verdadera conversión pastoral en la que hay que dar una gran protagonismo a los laicos y a principalmente a los
jóvenes.
Nueva en sus expresiones: Quiere decir que hay que buscar un lenguaje que sea comprensible al mundo de hoy, que se
adapte a las nuevas situaciones y a las diversas culturas. Exigen que sea algo vivencial donde el testimonio de quien
evangeliza es absolutamente necesario.
Requisitos para hacer la Nueva Evangelización:
En primer lugar tenemos que ser conscientes que es el Espíritu Santo el que actúa en la Iglesia y el que actúa en la
conversión de las personas. No somos nosotros, es la presencia del Espíritu Santo, es Dios quien actúa.
Tenemos que vivir como auténticos discípulos misioneros. El discipulado es una realidad que no se puede vivir de una
manera aislada, sino que la debemos vivir en comunidad, el Señor fue escogiendo y llamando a sus discípulos para formar
una comunidad y así también nos va llamando a cada uno de nosotros y nos da una misión y tenemos que mostrar ese gozo
de sentirnos llamados y amados por el Señor para poder sentarnos a los pies del Maestro para escuchar su Palabra, para
conocer su pensamiento, para profundizar en su doctrina, pero no lo podemos hacer solos sino en comunidad bajo la acción
del Espíritu Santo, es decir, tenemos que predicar en la Iglesia y con la Iglesia. El Papa Benedicto XVI nos decía “tener fe
por lo tanto es apoyarse en la fe de tus hermanos y que tu fe sirva igualmente para los otros”.
Tener una gran generosidad: El Papa dijo a los jóvenes en el vía crucis en Madrid: “Vosotros que sois sensibles a la idea de
compartir la vida con los demás no paséis de largo ante el sufrimiento humano donde Dios os espera para que entreguéis
los mejor de vosotros mismos, vuestra capacidad de amar y de compadecer”. Si nosotros no tenemos la capacidad de
darnos por completo, no seremos auténticos instrumentos de la acción del Espíritu Santo.
Por tanto toda la actividad de la Iglesia debe ser una expresión de amor y de servicio que debe buscar el bien del ser
humano. Esta es una primera forma de evangelización.
Otro elemento fundamental para ser buenos evangelizadores es hacerlo con la ayuda de Dios a través de la oración. En este
mundo tan lleno de cosas tenemos que preocuparnos de SER verdaderos discípulos. El anuncio del Evangelio tiene que ser
precedido y seguido por la oración. Necesitamos establecer una íntima comunicación con el Señor en una intensa vida de
oración. El Papa nos dice “el mundo de hoy necesita personas que hablen a Dios para poder hablar de Dios”.
La Eucaristía es la fuente y culmen de toda nuestra evangelización ya que en ella se realizan las tres grandes dimensiones de
la misión de la Iglesia: el anuncio de la Palabra, el servicio en el amor y la celebración de nuestra fe.
La Iglesia debe anunciar sin cansancio la Buena Nueva del Evangelio y los jóvenes tienen que sentirse miembros activos de
la Iglesia, miembros que representan el presente y el futuro. En ellos se encuentra esa apertura, ese dinamismo a la
construcción de un mundo mejor que tiene que estar acompañado de la escucha atenta de la Palabra del Señor.
Estamos llamados a ser nuevos evangelizadores, es el Señor el que nos llama y nos envía. No podemos dejarnos llevar por la
pereza o la cobardía. Hoy mis queridos jóvenes son ustedes llamados a ser evangelizadores de los demás, de sus familias, de
los demás jóvenes en la universidad o en el trabajo y de todos aquellos cuya fe es débil y tiene miedo a entregarse al Señor,
hoy como dice el Papa son ustedes los Apóstoles de la Nueva Evangelización.