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MOVIMIENTOS CISMÁTICOS Y SUPUESTOS SACERDOTES
En los últimos años, además de los seguidores de diversos grupos cristianos y de los
miembros de otras religiones, se ha incrementado en el Área Metropolitana de Medellín el
número de personas que sin recibir el sacramento del Orden se hacen pasar por sacerdotes
católicos y sacerdotes de movimientos cismáticos. En general, “cisma” significa división,
ruptura o escisión entre los individuos de un partido, un movimiento, una asociación o una
comunidad.
Hablamos de “movimientos cismáticos” para referirnos a los grupos que han tenido una
separación voluntaria de la comunión eclesiástica o a las personas que se han adherido a
ellos por convicción o simplemente de hecho. San Pablo emplea la palabra “cisma” en
sentido moral, para designar las divergencias de opinión o de tendencia, que ponen en
peligro la concordia y la unidad de la Iglesia en un lugar determinado (1Cor 1,10; 11,18;
12,25).
El término “cisma” es mantenido por la primera generación cristiana para calificar
ruptura de comunión provocada por estas divergencias, la cual se manifiesta por
desobediencia a la autoridad legítima, que es el obispo. A lo largo de la historia de
Iglesia se han dado no pocos movimientos cismáticos, siendo los más conocidos
dolorosos los que llevaron, primero, a la separación de la Iglesia Oriental y Occidental
luego, a la división dentro de la misma Iglesia de Occidente.
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Los sacerdotes de los movimientos cismáticos a los que aquí nos referimos, con frecuencia,
están registrados en organizaciones aprobadas por el Gobierno Colombiano que, en virtud
de la libertad de cultos, les ha concedido personería jurídica. Se denominan como
sacerdotes de la Iglesia Católica y realizan las celebraciones, utilizan las vestiduras
litúrgicas, llevan los títulos y emplean los libros y símbolos de la Iglesia Católica
Apostólica y Romana. Algunos se presentan a nombre de parroquias, de comunidades
religiosas o de instituciones sociales católicas muy conocidas.
Muchas personas se quejan por la confusión que se está creando y numerosos fieles
católicos se han visto verdaderamente engañados por estos sacerdotes que ofrecen la
celebración de la Eucaristía y de otros sacramentos en casas, fincas y fábricas. Aunque no
están en comunión con el Papa Benedicto XVI, para lograr sus fines ocultan su origen,
disimulan la separación y no dan a conocer las diferencias que los distancian de nosotros.
Algunos, sin que haya nada efectivo en este sentido, suavizan su situación diciendo que
están en conversaciones con el Arzobispo de Medellín para llegar a la unidad.
Mientras los miembros de las grandes religiones y de las denominaciones cristianas
surgidas de la Reforma Protestante son claros al manifestar su identidad (judíos,
musulmanes, luteranos, bautistas, evangélicos, presbiterianos, etc.), ciertos miembros de
movimientos católicos cismáticos buscan camuflarse y moverse en la ambigüedad. Además
de lamentar profundamente que no tengamos la unidad querida por Nuestro Señor
Jesucristo, preocupa en gran manera este engaño y esta confusión que se están generando y
que son contrarios a la verdad, a la honestidad y al Evangelio.
Manteniendo un profundo respeto por todas las personas, reconociendo el derecho a la
libertad religiosa, acatando las disposiciones establecidas por la ley civil y queriendo en
todo momento que los que creemos en Cristo seamos un solo rebaño bajo un solo pastor (cf
Jn 10,16), tenemos el deber de hacer claridad a los fieles de la Iglesia Católica Apostólica y
Romana sobre personas y movimientos que, al no estar en plena comunión eclesial, pueden
estafarlos en su buena fe y hacerles mucho daño.
Recomendaciones frente a ciertos movimientos cismáticos
Ante la proliferación y la acción de supuestos sacerdotes y de sacerdotes de movimientos
cismáticos que no están en comunión con el Papa Benedicto XVI y con el Arzobispo de
Medellín y que, denominándose y presentándose como católicos, generan confusión y
engaño en muchos fieles de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, conviene tener en
cuenta los siguientes criterios y pautas para actuar:
1. Debemos desear ardientemente, pedir con confianza y trabajar con empeño la gracia
de la unidad entre todos los que creemos en Cristo. Nuestras divisiones son un
motivo de escándalo para el mundo.
2. Debemos ser profundamente respetuosos de la dignidad de toda persona, de la
libertad religiosa y de las disposiciones legales que en Colombia protegen los
derechos de los diversos grupos religiosos.
3. Debemos evitar agresiones verbales o físicas contra los miembros de dichos
movimientos cismáticos, buscando dar un claro testimonio de la vida nueva que nos
enseña el santo Evangelio.
4. Debemos explicar a los fieles católicos por qué no se debe asistir a sus
celebraciones o valerse de sus servicios, utilizando un aviso muy preciso como éste:
“Tal comunidad que dice llamarse católica no está en comunión con el Papa
Benedicto XVI y con el Arzobispo de Medellín, Mons. Ricardo Tobón Restrepo.
Por tanto, no está unida a la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, que
subsiste en la Iglesia Católica Apostólica y Romana y que se congrega en torno al
Obispo de Roma, que es el Papa”.
5. Debemos tener presente cuanto enseña el Catecismo (162): “La fe es un don
gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S.
Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y
la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tm
1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla
con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente (cf. Mc 9,24; Lc
17,5; 22,32); debe estar enraizada en la fe de la Iglesia”. Por tanto, es preciso
escuchar al propio Obispo como sucesor de los Apóstoles y a los sacerdotes
nombrados por él para pastorear las parroquias.
6. Debemos recordar a los fieles católicos, tanto clérigos como laicos, que se debe
estar en comunión con nuestra Iglesia en la profesión de fe, en los sacramentos y en
el régimen eclesiástico. Quienes se unan y acepten las creencias y disposiciones de
un grupo cismático o herético incurren en excomunión a tenor del canon 1364 del
Código de Derecho Canónico.
7. Debemos estar atentos a los sacerdotes que van a celebrar la Eucaristía u otro
sacramento en las parroquias y capellanías; por consiguiente, los párrocos, los
capellanes, las superioras religiosas les deben pedir siempre que presenten las
licencias ministeriales expedidas en la Curia arquidiocesana.
8. Debemos cultivar en nuestros fieles un profundo sentido de pertenencia a la Iglesia,
invitándolos a profundizar la doctrina católica, a mantener la comunión con el Papa,
a no arriesgar su fe participando en reuniones y celebraciones de otros grupos
religiosos y a no exponerse a engaños buscando servicios religiosos fuera de su
parroquia.
9. Debemos revitalizar la acción pastoral, organizar cada vez mejor los servicios de las
parroquias y atender debidamente a los fieles, llevándolos a una real participación
en la vida eclesial, para que sepan discernir y optar ante engaños o ambigüedades en
materia religiosa y, sobre todo, para que pertenezcan a la Iglesia no por obligación
sino por atracción.
10. Debemos informar a los fieles católicos que están en comunión con el Papa
Benedicto XVI, que la Arquidiócesis de Medellín no puede reconocer como propios
los actos que realizan supuestos sacerdotes y sacerdotes de movimientos cismáticos,
tales como bautismos, confirmaciones, eucaristías, matrimonios, celebraciones
penitenciales, obras sociales y colectas. La Arquidiócesis tampoco es responsable de
los efectos que de estos actos se deriven.
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín