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LA COSMOVISIÓN TEOLÓGICA Y SU INFLUENCIA SOBRE
LA IGLESIA
ADVENTISTA...
La cosmovisión teológica y su influencia sobre
la Iglesia Adventista del Séptimo Día1
Fernando Luis Canale
2
3
(Traducción de Gastón Clouzet )
Resumen
Se analiza el concepto de cosmovisión y de qué manera su importancia viene dada por
el hecho de que determina no sólo el sistema de ideas por las que se rige un individuo,
en su vida intelectual y práctica, sino también como teología. En este sentido se trabaja
el entramado lógico que opera entre la hemenéutica y la cosmovisión que la sustenta.
Se comparan las cosmovisiones bíblica y teísta, deteniéndose en los principios básicos
de esta última, tomados de la filosofía griega y la teología medieval, lo cual marca la
diferencia básica con la cosmovisión bíblica, cuyo contenido esencial es el “conflicto de
los siglos” entre el bien y el mal.
Palabras clave: cosmovisión - teísmo - hemenéutica - presuposiciones - teología
Summary
An analysis of the concept of world view and in what way its importance is inescapable,
given that it determines the system of ideas which guides the individual not only in his
intellectual and practical life, but also in his theological understanding. The logical
connection which exists between hermeneutics and the world view which supports it
is explored. A comparison is made between biblical and theistic world view, with special
attention paid to the basic principles of theistic world view, taken from Greek
philosophy and Medieval theology, which is distinctly different from biblical world
view, whose content is essentially the “great controversy” between good and evil.
1
Presentación hecha ante el Concilio Anual de la Asociación General de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, el 2 de octubre de 1995. El artículo fue sometido a arbitraje
para la revista Enfoques hacia fines de 1998.
2
Fernando Luis Canale es Doctor en Teología y Licenciado en Filosofía y se desempeña
actualmente como Profesor de Teología Sistemática en el Programa doctoral de Teología
de Andrews University (Michigan, USA).
3
Gastón Clouzet es pastor retirado de la Iglesia Adventista del Séptimo Adventista Día y
reside actualmente en Libertador San Martín. Se ha desempeñado como redactor y
traductor de la Asociación Casa Editora Sudamericana (Buenos Aires).
Enfoques, Año XI, Nos. 1 y 2, 1999 (101-122)
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Keywords: World view - theism - hermeneutics - presuppositions - theology
Résumé
Dans cet article on analyse l’idée de cosmovision et de quelle façon son importance
dérive du fait qu’elle ne détermine pas seulement le système d’idées par les quelles un
individu conforme sa vie intellectuelle et pratique, mais aussi sa théologie. Dans ce
cadre on trouve la rélation logique qu’il y a entre l’herméneutique et la cosmovision sur
laquelle elle se fonde. On compare la cosmovision biblique et la théiste, et on discute
avec minutie les principes fondamantaux de cette-ci, pris de la philosophie grecque et
de la théologie du Moyen Âge, et ses différences fondamentales avec la cosmovision
biblique, dont l’exposition essencielle se trouve dans la «Grande Controverse » entre le
bien et le mal.
Mots clefs: cosmovision - théisme - herméneutique - présupositions - théologie
Introducción
Es bien conocido que la existencia de las cosmovisiones penetran
individualmente en nuestra vida diaria. Por otra parte está claro el hecho
de que las cosmovisiones que aparecen en las teologías cristianas difieren
radicalmente de las que figuran en el pensamiento bíblico. Dentro de este
contexto, a lo largo del presente trabajo se intentará mostrar cómo una
cosmovisión, cuando opera dentro de una determinada teología, ejerce influencia sobre la vida de la iglesia, especialmente en este caso sobre la Iglesia
Adventista del Séptimo Día. Antes bien cabe la pregunta: ¿por qué se debe
apartar la atención de la iglesia de su tarea esencial que es la proclamación
del evangelio para referirse a un asunto teórico? ¿Es el tema de la cosmovisión tan importante para la vida y la misión de la iglesia de hoy?
Trataré aquí de explicar un asunto técnico que tiene que ver con el
lenguaje de todos los días, con la esperanza de que se perciba claramente la
relación que existe entre la cosmovisión, la teología y la vida. Con este
objetivo en vista revisaré primeramente la noción general y el papel de una
cosmovisión, para referirme después a la influencia que tiene sobre la teología y sobre la vida de la Iglesia Adventista.
Una aclaración acerca del concepto de cosmovisión
Definición: un conjunto de principios básicos
Podemos definir de varias maneras el concepto de cosmovisión.
Ronald H. Nash presenta una sencilla definición al respecto. Sugiere que
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“es un conjunto de creencias acerca de los aspectos más importantes de la
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vida”. Mediante una definición más complicada podríamos decir que una
cosmovisión es un conjunto de ideas acerca de la realidad que, como consecuencia de su naturaleza general y su amplio espectro, condiciona toda la
gama del pensamiento y la acción de los hombres.
Algunas implicaciones de la definición
En primer lugar, es importante que reconozcamos que estamos usando técnicamente el concepto de cosmovisión. No nos estamos refiriendo
literalmente a una visión del mundo como en cosmología (el estudio del
mundo como fenómeno natural). En este sentido el término “cosmovisión”
tiene un sentido mucho más amplio. Por ejemplo, implica, entre otros asuntos
fundamentales, nociones generales acerca de Dios, los seres humanos y la
historia humana. Las definiciones también revelan que la cosmovisión pertenece al ámbito del conocimiento humano; en otras palabras, al dominio
de lo cognoscitivo. Además, debemos poner énfasis sobre el hecho de que
precisamente por su naturaleza y su papel cognoscitivo (lo cual se mencionará más adelante) la cosmovisión es un componente esencial de la naturaleza humana. Las Escrituras subrayan el principio antropológico de que
“cuál es su pensamiento en su corazón (del hombre), tal es él” (Prov. 23:7).
Elena de White, que elaboró plenamente su pensamiento sobre la base de
principios bíblicos, nos explica que “la mente controla al hombre entero.
5
Todos nuestros actos, buenos o malos, tienen su origen en la mente”.
Precisamente porque los seres humanos son lo que piensan, atesoran y deciden en su mente, la cosmovisión desempeña un papel tan importante y
decisivo, no sólo con respecto a la manera de pensar, sino también en la
vida y las actividades de la iglesia. Dediquémonos ahora a explorar brevemente el papel general que desempeña la cosmovisión en la experiencia de
los seres humanos.
Papel: presuposiciones finales
¿Qué hace la cosmovisión en el ámbito del conocimiento y la vida?
La respuesta a esta pregunta es sencilla y fundamental para poder comprender
Ronald H. Nash, Worldviews in Conflict: Choosing Christianity in a World of Ideas (Grand
Rapids, MI: Zondervan, 1992), 16.
5
Elena G. de White, Mente, carácter y personalidad, tomo 1 (Buenos Aires: Asociación Casa
Editora Sudamericana, 1997), 72.
4
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la influencia de la cosmovisión sobre la vida de la iglesia. El papel directivo
definido que desempeña la cosmovisión consiste en determinar la manera
como piensan los seres humanos. De allí se desprende que la cosmovisión
determina la forma como actúan los seres humanos. Explicaré el papel de la
cosmovisión mediante el uso de algunas ilustraciones. Comparemos una
cosmovisión con un par de anteojos. Así como los anteojos le permiten al
individuo percibir la realidad, la cosmovisión nos permite a nosotros ver
(comprender) las enseñanzas de las Escrituras. Esta analogía subraya el hecho de que la cosmovisión funciona como la presuposición final implícita
en el proceso de pensar e interpretar las Escrituras. Imaginemos una cultura
de aborígenes, muy primitiva y subdesarrollada. Son seres humanos como
nosotros, con la única diferencia de que no tienen el más mínimo conocimiento de nuestra tecnología. Son tan capaces de conocer las cosas como
nosotros. Por consiguiente, tienen una cosmovisión por medio de la cual
pueden entender la realidad e incluso entenderse ellos mismos. En este
contexto, imaginemos que alguien lleva un auto a su aldea, listo para manejarlo. ¿Qué sucede? Abrirá alguno de ellos la puerta, pondrá en marcha
el motor y saldrá manejando? Por supuesto que no. Imaginemos la misma
situación en el Bronx (New York City). ¿Actuarán los residentes del Bronx
de la misma manera como los aldeanos? Claro que no. ¿Qué factor es responsable de la diferencia? No es el auto, sino la cosmovisión que usa cada
grupo para interpretar la misma situación. Lo mismo sucede en el ámbito
de la teología. La Escritura es la misma, pero las teologías son diferentes por
causa de las cosmovisiones que se emplean para su interpretación.
El papel que desempeña la cosmovisión también se puede comparar
a un programa de computación. Como el programa de una computadora,
la cosmovisión nos permite interpretar toda la gama de la información
bíblica sin eliminar una sola pieza ni pasar por alto sus conexiones naturales. Definidamente, la interrupción de la comparación entre una cosmovisión y una computadora se produce de la siguiente manera: el hardware (la
caja y los componentes físicos de la computadora) corresponde a la mente
humana. El software (el programa) que se usa para hacer funcionar la computadora, corresponde a la cosmovisión. La información que se procesa o
se interpreta viene en nuestro caso de la Escritura. El producto de esta
computadora, por ejemplo el material impreso, corresponde a la teología y
la predicación.
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Finalmente, en una forma muy real, la cosmovisión produce un
efecto dominó. El papel presuposicional que desempeña la cosmovisión se
escurre hacia abajo, y afecta la manera como entendemos cada porción y
doctrina de la Escritura. Recordemos cómo se procede en ese popular juego
de mesa conocido como dominó. Se juega con una cantidad de piecitas
planas. La cara de cada una de ellas tiene dos cuadrados, sin nada o con
algunos puntos blancos. Se los usa al jugar de tal manera que los extremos
de cada pieza correspondan entre sí. Pero la comparación que quiero hacer
no se refiere al juego de dominó en sí, sino al efecto que se produce cuando
esas piecitas se colocan verticales, una detrás de otra, constituyendo una o
varias filas. El efecto dominó se produce cuando se empuja la primera pieza
de la serie contra la que está inmediatamente detrás. Como lo sabemos,
cuando se empuja la primera pieza contra la que está inmediatamente detrás, se produce una reacción en cadena que finalmente derriba todas las
piezas de la fila. En el campo de la teoría la cosmovisión funciona como la
primera pieza del dominó, o las primeras de la fila, cuya acción produce
una reacción en cadena que derriba a todas las demás. De la misma manera
la cosmovisión inicia una reacción en cadena que afecta todo el pensamiento y la vida de la iglesia.
Resumen: algunos hechos importantes acerca de la cosmovisión
Primero, hemos declarado de varias maneras que la cosmovisión es
un conjunto de ideas básicas acerca de la realidad que, al funcionar como
presuposiciones, están directamente implícitas en el proceso por medio del
cual los seres humanos comprendemos la realidad y nos relacionamos con
ella. Además, es necesario reconocer y aceptar el carácter universal de la
cosmovisión como una realidad inevitable. La posesión de una cosmovisión no es opcional. Todos los seres humanos pensamos y actuamos sobre
la base de una cosmovisión, aunque no estemos conscientes de ello. Segundo, todos los seres humanos adquirimos inicialmente una cosmovisión
mediante un proceso de asimilación cultural. Las cosmovisiones generalmente se diseminan mediante un proceso de asimilación sin analizar ni
evaluar todo lo que ofrece la cultura. Las cosmovisiones también se difunden por medio de la asimilación cultural en los niveles académicos más
sofisticados. Las cosmovisiones actúan como un par de anteojos, como un
programa de computación que nos permite ver y determinar la forma cómo
comprendemos las cosas, inclusive la Escritura. Una verdadera reacción en
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cadena (efecto dominó) parte de la cosmovisión y abarca toda la gama del
pensamiento, la experiencia y las actividades de los hombres.
Finalmente, necesitamos comprender que los seres humanos no estamos predeterminados para funcionar dentro de la cosmovisión predominante en la cultura dentro de la cual hemos sido educados. Por lo contrario, como resultado de algunos procesos de reflexión podemos elegir la
cosmovisión que deseamos adoptar. Por supuesto, la elección entre varias
cosmovisiones disponibles se puede hacer sólo después que el individuo
reconoce la existencia y el papel que desempeña una cosmovisión en su
manera de pensar y en su vida. La cosmovisión se puede programar. No
estamos sometidos a una esclavitud cultural por medio de una cosmovisión. Recibir una cosmovisión por la vía de la asimilación cultural no es lo
mismo que contagiarse de una enfermedad mortal. Aun cuando hayamos
asimilado uno o varios componentes de diferentes cosmovisiones es posible
reemplazarlos por otros. La cosmovisión que nos sirve para funcionar no es
absoluta ni inmutable. Al contrario, podemos programar nuestra cosmovisión operativa e inclusive cambiarla por otra. En efecto, siempre hay disponibles para elegir una cantidad de cosmovisiones. Este hecho le proporciona esperanza a la conciencia y la obra de la iglesia.
Después de este breve repaso de algunos de los aspectos importantes de la cosmovisión, dirigiremos nuestra atención a la forma como ésta
ejerce influencia sobre la tarea de la teología cristiana, y sobre el pensamiento y la vida de la Iglesia Adventista. Debemos tener presente la siguiente pregunta: ¿por qué deberíamos cambiar nuestra cosmovisión operativa?
La influencia de la cosmovisión sobre la teología
La claridad requiere que defina brevemente la forma como usaré la
palabra teología en las páginas siguientes. Por medio de esta palabra quiero
referirme a la comprensión de la Escritura. Nuestro razonamiento anterior
nos convenció de que la interpretación de la Escritura siempre implica una
cosmovisión. Por lo tanto, la teología siempre está subordinada a la cosmovisión mediante la cual operan los teólogos, pastores y creyentes. Ya que
éste es el caso, deberíamos preguntarnos si la teología adventista puede
adoptar cualquier cosmovisión sin contradecir sus fundamentos bíblicos.
Humberto Rasi menciona la existencia de tres importantes opciones que los
adventistas podemos elegir, a saber, las cosmovisiones naturalistas, panteístas
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y teístas. Es evidente que el adventismo no puede aceptar las cosmovisiones
naturalista ni panteísta sin contradecirse. En consecuencia, en este trabajo
me voy a referir definidamente a la cosmovisión teísta, que es la que opera
en la mayor parte de las teologías, tanto clásicas como modernas.
La comparación de las cosmovisiones teísta y bíblica es una empresa complicada. Lo intricado del tema y el propósito específico de esta presentación requieren una simplificación. Por eso me referiré solamente a dos
factores principales que constituyen la verdadera raíz de la diferencia que
existe entre las cosmovisiones teísta y bíblica. Estos dos componentes desempeñan su papel desde el mismo principio de la reacción en cadena, característica de la forma como obra la cosmovisión. Santo Tomás de Aquino
reconoció la importancia de pensar cuidadosamente en la forma como se da
comienzo a la tarea teológica. Las primeras palabras de Ser y Esencia advierten a todos los teólogos que “un error pequeño al principio llega a ser
6
grande al final”. Los dos componentes son, primero, la cuestión del origen
de la cosmovisión de uno y, segundo, la forma en que se entiende la naturaleza básica de la realidad. Puesto que en general estamos más familiarizados con la cosmovisión bíblica que la teísta, voy a concentrar mi atención
en la cosmovisión teísta.
La cosmovisión teísta se aparta de la bíblica
Las cosmovisiones teísta y bíblica entran en desacuerdo desde el
mismo principio de la tarea teológica en dos puntos principales. Primero, al
adoptar la cosmovisión teísta la teología cristiana reconoce explícitamente
que la cosmovisión teológica se originó en alguna filosofía humana. La
cosmovisión bíblica, por el contrario, se origina en la revelación divina que
aparece en el registro inspirado de la Escritura. Que la cosmovisión operativa en la teología cristiana se originó en la filosofía humana y no en la
revelación bíblica es una presuposición ampliamente aceptada por la teología cristiana. La cosmovisión teísta que opera en la teología cristiana se
originó en la filosofía griega, particularmente en los escritos de Platón y
Aristóteles. Las ideas básicas de la cosmovisión de Platón son tan influyentes que algunos pensadores consideran que toda la historia del pensamiento occidental no es otra cosa que notas de pie de página de las obras de
Platón.
6
Santo Tomás de Aquino. El ente y la esencia. (Buenos Aires: Aguilar, 1966), 27.
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El contenido de la cosmovisión teísta que opera en la mayoría de
las teologías cristianas ha sido decidido, y lo sigue siendo, por las propuestas generales de la filosofía griega o alguna versión modificada de ella. A
partir de esta fuente se desarrolló una cosmovisión dualista. Como adventistas estamos familiarizados con el dualismo antropológico que se manifiesta en la dicotomía alma-cuerpo, generalmente aceptada por la cristiandad. Sabemos que esa dicotomía no proviene del pensamiento bíblico. ¿De
dónde viene? Procede de la filosofía griega, como un requisito para fundamentar la cosmovisión dualista.
En forma resumida repasaré algunos de los aspectos básicos de la
cosmovisión dualista del teísmo. Platón concebía el mundo como si tuviera
dos niveles: el celestial y el terrenal. La característica básica del nivel celestial es su inmutabilidad. En el cielo no hay cambios, ni movimientos, ni
espacio, ni tiempo, ni historia, ni una palabra; nunca sucede nada en el
cielo. Precisamente por causa de estas características Platón creía que el
cielo era real en un sentido literal y definitivo. El nivel terrenal, en cambio,
es la duplicación del celestial, pero con una dimensión no tan real, donde
reinan el cambio, el espacio, el tiempo y la historia.
Al aplicarla a la teología cristiana, esta cosmovisión requiere que
Dios y sus acciones siempre cumplan los requisitos básicos del nivel celestial. Dios no puede interactuar con el nivel terrenal. Ningún acto de Dios
implica, por lo tanto, cambio alguno, ni movimiento, ni participación con
el espacio, el tiempo y la historia. Esta cosmovisión dualista determina que
Dios obre en su mundo mientras los seres humanos lo hacen en el suyo. Se
establece así una incompatibilidad básica entre los niveles celestial y terrenal. Debe comprenderse, con esto, que la cosmovisión teísta es incompatible con la bíblica. Si tuviera que resumir en una palabra la cosmovisión
bíblica, tendría que usar no una, sino cinco: “el conflicto de los siglos”.
Pero si le queremos aplicar la cosmovisión teísta a la idea del conflicto de
los siglos, tendremos que descartar todos sus componentes, porque Dios no
tiene nada que ver ni con el espacio, ni con el tiempo, ni con la historia. No
es raro, entonces, que la teología cristiana haya sido incapaz a lo largo de
los siglos de congeniar con la Escritura. El primer paso que cualquiera tiene
que dar para entender la revelación de Dios en la escritura es abordarla
sobre la base de sus propios términos. En otras palabras, para entender el
contenido cognoscible de la revelación de Dios es necesario leer la Escritura
usando la cosmovisión bíblica en lugar de la teísta. La aplicación directa
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que tiene este tema para la testificación y el evangelismo de la iglesia, merece que los pastores y los laicos la tomen en serio.
Para resumir esta sección, deseo sugerir que el adventismo no puede adoptar una cosmovisión absorbiendo sin mayor análisis su interpretación teísta. La posición adventista requiere fidelidad a la Escritura por encima de toda idea humana. Por consiguiente, el contenido de nuestra
cosmovisión no se puede conseguir en un supermercado filosófico. Los cristianos necesitan volver a la Escritura a fin de descubrir la cosmovisión que
opera en ella. Entonces, este descubrimiento tiene que llegar a ser operativo
en la medida en que la iglesia, en su conjunto, se relaciona con la dirección
del Espíritu Santo al leer las Escrituras, y al pensar y obrar de acuerdo con
ellas. Además, el adventismo no puede adoptar la cosmovisión teísta, porque ésta descarta el concepto bíblico fundamental de que Dios mora y obra
dentro de la historia humana. Para que esta sugerencia resulte más clara,
dirigimos nuestra atención ahora a algunas consecuencias de hacer teología
de acuerdo con la cosmovisión teísta.
Implicaciones teológicas de la cosmovisión teísta
Como ejemplo, consideraremos solamente una forma sobre cómo
la adopción de la cosmovisión teísta afecta la tarea de la teología. Me refiero al tema de las acciones de Dios. Ya fue dicho que cuando se adopta la
cosmovisión dicotómica de los griegos, Dios sólo puede actuar fuera del
tiempo y la historia. Consecuentemente, de acuerdo con la cosmovisión
teísta, Dios no puede obrar dentro de la corriente del tiempo y la historia.
Las teologías católica y protestante, ya sea en sus versiones clásica o liberal,
adoptan este principio. Los asuntos que he seleccionado como ejemplo son:
la manera como se desarrolla la actividad de Dios, el papel de la Escritura,
la Creación, la experiencia de la salvación, la cruz y la expiación.
La manera como se desarrolla la actividad de Dios. Cuando se
aplica la cosmovisión teísta, los actos de Dios sólo pueden ocurrir en un
solo evento instantáneo. En otras palabras, las acciones de Dios se producen siempre en un punto de intersección (el evento instantáneo) entre una
línea vertical ilustrativa de su obra no histórica y eterna, y una línea horizontal que representa el mundo histórico de los seres humanos. Dios, simplemente, no puede actuar dentro del mundo histórico de los seres humanos en la forma histórica que les es propia. Esta opinión contradice
claramente la forma histórica en que la Escritura presenta las obras de
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Dios. El concepto acerca de la manera como ocurre la actividad de Dios
afecta la interpretación de todos los actos divinos, y por eso mismo toda la
gama de la interpretación bíblica y sus enseñanzas doctrinales.
El papel de la Escritura. Cuando se adopta la cosmovisión teísta,
la interpretación de toda la actividad divina descrita más arriba se aplica a
todas las doctrinas. La de la Escritura y su interpretación no está exenta del
efecto dominó desatado por la aplicación de la cosmovisión teísta. Si Dios
obra sólo en el instante, los actos por los cuales revela su voluntad no son
históricos. Cuando Dios se revela no transmite información. Por lo tanto,
la Escritura no se originó en la mente de Dios, sino en la mente y la imaginación de los humanos. A pesar de que algunos teólogos se ufanan de sus
opiniones acerca de la inspiración, al final la cosmovisión teísta socava la
autoridad divina de la Escritura. La Biblia, entonces, proviene de la autoridad humana y no de la divina. La erosión de la autoridad de la Biblia se
debe, entre otras cosas, a la aplicación de la cosmovisión teísta. Cuando se
la aplica a la doctrina de la interpretación de la Escritura, se produce un
conflicto importante. Por una parte la Escritura presenta a Dios obrando
dentro de la realidad histórica final (como se manifiesta en la dinámica del
conflicto de los siglos), y por otra la cosmovisión teísta rechaza ese concepto. La conclusión es que la definición no histórica de la realidad abrazada
por la cosmovisión teísta requiere una reinterpretación de las enseñanzas
bíblicas, con lo que se socava su autoridad, y se exalta en cambio la autoridad del lector. Esta consecuencia de la aplicación de la cosmovisión teísta
choca frontalmente con la posición adventista acerca de la autoridad y el
papel de la Escritura.
La Creación: un instante no histórico. Puesto que la interpretación teísta no da lugar a la actividad de Dios durante el tiempo histórico,
los teólogos cristianos enfrentan grandes problemas para aceptar los seis
días de la Creación del Génesis. Les parece claro a los que adhieren a la
cosmovisión teísta que puesto que el Génesis se refiere a la Creación como
un acto histórico de Dios, debemos interpretarlo como una ilustración o
un mito referente al acto creador instantáneo, sin tiempo. Puesto que sería
un mito, el Génesis no se está refiriendo al proceso histórico por medio del
cual se originó nuestro universo, sino al instante ontológico (de “ontología”, una rama de la filosofía que se refiere a la existencia, al ser) en el cual
se funda la existencia de todo nuestro universo. De acuerdo con esta opinión, la Creación no es un relato de la faceta histórica del origen del universo,
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sino de su arraigo en el otro lado de la cosmovisión dicotómica del teísmo.
De acuerdo con la cosmovisión teísta, uno se ve forzado a concluir que
Dios no obra dentro de la historia, sino más bien de acuerdo con su manera no histórica y eterna de obrar sin cambio alguno. La interpretación de la
forma como se originó este mundo le corresponde al nivel histórico (al
mundo), de acuerdo con la cosmovisión teísta. Es lógico que los que se
adhieren a esta cosmovisión interroguen a la ciencia para disponer de una
explicación más exacta del lado histórico del proceso de la Creación. Dentro de este marco, una cantidad creciente de teólogos cristianos no tienen
mayores problemas para adoptar la evolución teísta. La cosmovisión teísta,
por lo tanto, le da lugar a la evolución teísta. Esto evidentemente contradice la comprensión histórica de los orígenes de nuestro universo.
La experiencia de la salvación. De acuerdo con la cosmovisión
teísta, los seres humanos experimentan la salvación sólo como un acontecimiento del otro mundo. Es decir, como algo que no ocurre mientras fluye
el tiempo histórico. La salvación se experimenta en el instante cuando la
eternidad de Dios intersecta la historia humana. Si hablamos específicamente, la experiencia de la salvación toma la forma ya sea de sacramento
(clásica) o de encuentro (liberal). La cosmovisión dicotómica del teísmo
requiere que tanto el sacramento como el encuentro se entiendan en forma
dualista. El sacramento y el encuentro tendrían dos lados, uno visible pero
externo, y el otro invisible pero real. El sacramento y el encuentro ocurren
en el lado no histórico del instante en que lo divino se encuentra con lo
humano. Puesto que la dimensión cognoscitiva de la humanidad pertenece
mayormente al nivel histórico (el mundo), la experiencia del cristiano en el
sacramento y el encuentro no es de naturaleza cognoscitiva. Esta opinión
contradice la teología bíblica, porque no integra la conciencia histórica del
individuo en el proceso de la salvación. De acuerdo con la cosmovisión
teísta, el conocimiento de la revelación bíblica no contribuye en nada a la
esencia de la forma como los creyentes cristianos experimentan la salvación.
La cruz. Puesto que la interpretación teísta de la cosmovisión no
da lugar para la comprensión histórica de las obras de Dios, la cruz de
Cristo no implicó ningún riesgo para Dios. En otras palabras, las tentaciones de Cristo no eran verdaderas tentaciones para Dios. Además, puesto
que la cruz, tal como la presenta el Nuevo Testamento, es un acontecimiento histórico, Dios nunca pudo haber pasado por la experiencia de la cruz.
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Ésta sólo ocurrió para nosotros. De nuevo la dicotomía de la cosmovisión
teísta requiere una interpretación dicotómica. La cruz, entonces, tiene dos
facetas. La real ocurrió en el otro lado del tiempo, donde ni éste ni el riesgo
existen. El lado externo de la cruz concreta e histórica se desarrolló donde
el tiempo y el riesgo sí existen. La obra de Dios sólo puede ocurrir en la
faceta real, la invisible. Podemos acceder a esa faceta invisible y real sólo
por fe. Pero podemos acceder a la faceta histórica y concreta directamente
por medio del conocimiento. Se deduce que el Cristo divino-humano nunca murió ni resucitó. Esos hechos no pueden ocurrir en el nivel no histórico
en el cual Dios existe y obra. En este contexto, entonces, la cruz llega a ser
solamente la revelación más apropiada para nosotros de la eterna realidad
de la salvación siempre preexistente en el ser de Dios. Además, la declaración bíblica de que el Hijo “aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación” (Heb. 5:8) no se puede entender literalmente. El suceso de la cruz, acaecido en el espacio y el tiempo, no
se puede entender como causa de salvación, porque Dios no puede obrar
en el espacio y el tiempo, ni puede tampoco la salvación ser la consecuencia
de un acto histórico. El fundamento de la enseñanza cristiana se pone a un
lado gracias a esta reinterpretación. Se remueve la piedra angular del Gran
Conflicto.
La expiación. Puesto que las obras de Dios corresponden a la faceta no histórica de la cosmovisión dicotómica, la salvación no se puede
entender como un proceso histórico. De acuerdo con la cosmovisión teísta,
Dios lleva a cabo la salvación de los seres humanos por medio de un acto
perfecto y eterno que es igual a Él mismo. Por lo tanto, la idea bíblica de un
proceso histórico en el cual Dios participa y por medio del cual lleva a cabo
la salvación de los seres humanos, el mundo y el universo, es impensable.
Aquí también la cosmovisión dicotómica del teísmo requiere una interpretación dualista de la expiación. Ésta puede ser sólo un acto divino. Por lo
tanto, debe ocurrir en el lado invisible, no en el histórico de la realidad. La
expiación, por lo tanto, siempre fue real. Nunca llega a ser real. Esa realidad eterna es completa y se revela completamente en la cruz de Jesús. Nada
se le puede añadir a su plenitud por parte del Señor, porque la expiación es
una eterna realidad en Dios mismo. En consecuencia, la doctrina bíblica
del santuario, que presenta a un Dios aún dedicado a lograr la salvación de
los hombres y del universo dentro del espacio y el tiempo, se vuelve simplemente contradictoria y carece de sentido de acuerdo con la cosmovisión
teísta. Cuando se la adopta, la doctrina del santuario se convierte en otro
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símbolo de la eterna expiación cuya realidad pertenece al lado invisible y
no histórico.
Resumen
El contenido de la cosmovisión, aceptada como presuposición, desata una reacción en cadena (un efecto dominó) que determina la interpretación de la Escritura y la comprensión de las doctrinas de la cristiandad.
Hemos concentrado nuestra atención en la cosmovisión que ha ejercido
una influencia dominante sobre la teología cristiana desde sus mismos comienzos. Hemos intentado también comparar brevemente las cosmovisiones teísta y bíblica.
La influencia de la cosmovisión teísta sobre la teología adventista
(la comprensión de la Escritura) es creciente y negativa. Si tuviera que resumir esta impresión, una expresión viene a mi mente: asimilación a las teologías católica y protestante. Concretamente, la aplicación de la cosmovisión
teísta a la teología adventista requeriría un importante apartamiento de la
teología bíblica y de los hitos históricos de la teología adventista. Para
aclarar la reinterpretación a la cual me estoy refiriendo, he de mencionar
algunas, a manera de ejemplo. En primer lugar, la Escritura tiene que capitular ante la filosofía en su justo papel de autoridad teológica final. Por
consiguiente, todas las enseñanzas bíblicas deben pasar por un proceso de
reinterpretación para que concuerden con las presuposiciones no históricas
de la cosmovisión teísta. De esta manera algunos aspectos fundamentales
de la cosmovisión bíblica (el conflicto de los siglos y el Santuario) quedarían eliminados, ya que pasarían a ser sólo ilustraciones o mitos. Como
resultado de esto, el pensamiento bíblico se distorsionaría y sería reemplazado por ideas provenientes de la imaginación humana. Los requisitos de la
cosmovisión teísta, si se los acepta, llevarían a la teología adventista al
punto de negar la razón de su existencia (fidelidad a todo el registro de la
revelación divina tal como aparece en los Testamentos Antiguo y Nuevo).
Entre tanto, la cuidadosa identificación con la cosmovisión bíblica
y su uso en la tarea de interpretar la Escritura y hacer teología, impresionará en forma positiva a la teología adventista. A fin de aclarar lo que quiero
decir, mencionaré algunos puntos a manera de ejemplo. La Escritura desempeña correcta y completamente su papel como la autoridad teológica
final. Las enseñanzas bíblicas se interpretan dentro del contexto de la cosmovisión en que se concibieron originalmente, y tal como las expresó Dios.
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El Gran Conflicto y el Santuario están destinados a desempeñar un papel
especial en el nivel de lo presuposicional. Como resultado, se recupera el
pensamiento bíblico en toda su plenitud y riqueza. De esta manera la teología adventista podrá trabajar dentro del nivel complicado de la erudición
moderna, mientras afirma la razón de su existencia: “Dios tendrá en la
tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra que
7
toque todas las doctrinas y la base de todas las reformas”. Al desarrollar la
empresa teológica de la iglesia sobre la base de la cosmovisión bíblica, la
teología adventista producirá una teología bíblica que servirá de alternativa a la teología ecuménica que se ha vuelto absorbente en este fin de milenio.
La influencia de la cosmovisión sobre la vida de la iglesia
Estamos en condiciones ahora de intentar responder la pregunta
propuesta como título de este trabajo, a saber, “¿qué influencia ejerce la
cosmovisión teológica sobre la vida de la Iglesia Adventista?” Esta influencia depende de la manera como interpretamos la cosmovisión operativa.
Hemos descrito dos opciones importantes, a saber, las cosmovisiones teísta
y bíblica. En la sección anterior nos referimos brevemente a las consecuencias teológicas. Ahora nos referiremos a las repercusiones sobre la vida y la
acción de la Iglesia Adventista. Comenzaré refiriéndome a la impresión que
ejercerá sobre la vida de la iglesia la adopción de la cosmovisión teísta.
Creo que se hará sentir, a lo menos en las siguientes áreas: el pensamiento
de la Iglesia Adventista, la estructura de la comunidad de la fe, la forma
como esa comunidad llevará a cabo su misión, y la forma como la Iglesia
Adventista se relacionará con el mundo cristiano.
La influencia de la cosmovisión teísta sobre la Iglesia Adventista
La influencia de la cosmovisión sobre la vida de la iglesia proviene
de la impresión fundamental de la cosmovisión sobre la mentalidad y la
teología de la iglesia. La aplicación de la cosmovisión teísta al estudio de la
Escritura y a la mentalidad de la iglesia la conducirá a una sutil asimilación
de diversas teologías, católica y protestantes, disponibles en el supermercado
7
Elena G. de White, El conflicto de los siglos (Buenos Aires: Asociación Casa Editora
Sudamericana, 1995), 653.
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de la teología. Esa tendencia, si se integra a la mentalidad de la iglesia, se
trasladará inexorablemente (el efecto dominó) a la trama y la urdimbre de
la vida diaria de la iglesia.
El secularismo. A medida que la teología se vaya asimilando al
grueso del pensamiento cristiano, el proceso de secularización que esa tendencia ha producido ya en la mayor parte de las congregaciones cristianas,
no encontrará restricciones para su expansión universal. Por el contrario,
los pastores adventistas abogarán en favor de la secularización de la mentalidad y la acción, para que concuerden con la mentalidad ya secularizada
de sus congregaciones. La Biblia ocupará un lugar honoris causa en la vida
de la iglesia. La opinión humana ocupará el lugar de la Palabra de Dios,
que ha sido confiada a nuestra custodia como congregación. Por supuesto,
ya que esas prácticas ocurren dentro de la iglesia, sus proponentes pretenderán que cuentan con el aval del Espíritu Santo, aunque contradigan la
Escritura y el consejo de Elena de White. Ya podemos observar algo de esa
secularización en algunos lugares. Algunos argumentarán que, para alcanzar a la gente secularizada, es necesario adaptar nuestras prácticas a la cultura de la época. Este es el mismo argumento que muchísimos teólogos
cristianos han adoptado por siglos. A medida que las congregaciones adventistas se asimilen a su ambiente cultural local, se fragmentará la unidad
de la iglesia universal. Esto nos lleva a la siguiente consecuencia de la adopción de la cosmovisión teísta.
Divisiones internas. Si se adoptara la cosmovisión teísta, se desataría una reacción en cadena. La teología se apartaría de la Escritura y se
le rendiría pleitesía a las ideas de los seres humanos. Esto daría como resultado que la mentalidad de la iglesia se adaptaría al ambiente cultural, es
decir, se secularizaría. El siguiente paso en esta incontenible reacción en
cadena sería la fragmentación de la iglesia. Las divisiones que la cosmovisión teísta ha producido en la cristiandad se reproducirían en el adventismo. Estamos penosamente conscientes que este aspecto ya está presente en
la Iglesia Adventista. Puede ser que algunos adventistas consideren estas
divisiones internas como saludables expresiones de diversidad. Creo que la
diversidad es saludable y que se la debe fomentar. Pero a lo que me estoy
refiriendo es mucho más profundo que una mera diversidad. Hablo de una
división en la estructura fundamental del pensamiento y la acción. Como
lo explicamos antes, la cosmovisión se encuentra en la misma base del pensamiento y la vida de la iglesia. Un desacuerdo en este nivel nos divide
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inmediatamente en comunidades diferentes. Sé que ésta es una idea que
requiere tiempo para digerirla. Por esa razón debemos explorar otra consecuencia de la adopción de la cosmovisión teísta que ha de ser comprendida
más concretamente.
Declinación en el crecimiento. Como lo hemos visto, la adopción de la cosmovisión teísta nos llevará a adoptar las opiniones y las enseñanzas de las denominaciones cristianas más importantes. Si el adventismo
incorpora en sus enseñanzas las teologías de las denominaciones cristianas
que actúan de acuerdo con esa misma cosmovisión teísta, ciertamente no
sólo tendremos los mismos problemas que ellas tienen, sino que nos estancaremos en nuestro crecimiento. Si el adventismo cree que su teología es
básicamente idéntica a la del resto del protestantismo, no habrá razón alguna para que invitemos a alguien a ser “adventista” en lugar de ser católico o
protestante. Cuando la misión de la iglesia pierde su fundamento teológico, se vuelve innecesaria. La misión ya no puede ser la proclamación de
verdades bíblicas olvidadas. Necesitará reinterpretación. En lugar de la proclamación de verdades bíblicas, la misión de la iglesia se reinterpretará como
obra social, activismo político y cosas semejantes. Quienes están involucrados directamente en la misión de la iglesia deberían considerar cuidadosamente este punto. ¿Por qué se ha detenido el crecimiento de la iglesia, o no
es tan dinámico como debería serlo?: ¿falta de consagración?, ¿ausencia del
poder del Espíritu Santo?, ¿escasez de métodos y de recursos humanos?
Durante años se han mencionado esos factores. ¿No podría ser que el factor
que no se menciona es la verdadera razón de nuestra vocación como ministros? ¿No podría ser que una teología claramente desarrollada, firme y fielmente enraizada en la revelación divina, tal como se nos da en la Escritura,
es una condición indispensable para el crecimiento de la iglesia y el cumplimiento de su misión final? No estoy diciendo que éste es el único factor.
Pero no podemos descuidar sistemáticamente este aspecto y seguir esperando que Dios bendiga nuestras miserables ideas humanas, nuestra imaginación y nuestra cultura. ¿No podría ser acaso? ¿No ha llegado el momento
cuando la iglesia se debe volver a la Escritura con la misma seriedad de los
pioneros? Este es en realidad el punto al tratar el tema de la cosmovisión.
Asimilación al movimiento ecuménico. Si los adventistas adoptaran la cosmovisión teísta, su teología se asimilaría a las tendencias tradicionales o corrientes. Cuando se minimizan las diferencias teológicas, con
el tiempo nos olvidamos de ellas. El adventismo surgió a la existencia por
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una razón: desarrollar plenamente el potencial de la religión bíblica. Este
objetivo básico para la razón de ser y la misión del adventismo, no se puede
llevar a cabo sin una teología que sea fiel a la Escritura. Si se adopta la
cosmovisión teísta, se destruirá la razón de ser y la misión del adventismo.
La asimilación de tendencias tradicionales o corrientes conducirá a las generaciones de adventistas presentes y futuras a olvidarse de las enseñanzas
de la Biblia que trajeron a la existencia a la Iglesia Remanente. Más aún, si
las futuras generaciones piensan y obran de acuerdo con la cosmovisión
teísta, no entenderán las doctrinas bíblicas que originaron este movimiento. Debe recordarse que las cosmovisiones actúan como anteojos que nos
permiten ver algunas cosas y descartar por completo otras como si no existieran. Si esta situación llegara a producirse, no me sorprendería escuchar
amargos argumentos dirigidos en contra de este cuerpo, y en favor de la
participación en el Movimiento Ecuménico.
Influencia de la cosmovisión bíblica sobre la Iglesia Adventista
Constantemente he estado asumiendo un razonable grado de comprensión de los contenidos básicos de la cosmovisión bíblica. Algunas ideas
desempeñan un papel preponderante en la cosmovisión bíblica. Una apreciación plena de la influencia que esta cosmovisión tendrá sobre la Iglesia
Adventista requiere una explicación más detallada de algunos asuntos básicos. Por ejemplo, la iglesia debe encarar cuidadosamente temas tales como
la naturaleza y el papel de la cosmovisión, sus componentes, la interpretación bíblica de esos componentes, y la teología producida por esa cosmovisión. Como sabemos bien, el adventismo no ha cumplido esta tarea todavía. Sin embargo es posible describir algunos de los resultados que
lógicamente podemos esperar de la recuperación fiel, y de la adopción y la
aplicación de una cosmovisión bíblica a la vida de la iglesia. Me referiré a
los mismos temas que exploramos en nuestro análisis de la influencia de la
cosmovisión teísta sobre la vida de la Iglesia Adventista. Este procedimiento nos ayudará a comparar los diferentes resultados que produce cada cosmovisión.
Santidad. A diferencia de la secularización que resulta de la adopción de una cosmovisión teísta, encontramos la santidad que resulta de la
aplicación de una cosmovisión bíblica. El adoptarla le ayudará a los cristianos a comprender la lógica íntima del cristianismo revelado en la Escritura.
Además, descubrirán la importancia actual del cristianismo, que aparecerá
como una opción trascendente para nuestra historia actual y nuestra cultura,
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en lugar de trasmutarla a la imagen de cada nueva moda cultural. La santidad religiosa, sin embargo, no resulta sólo de adoptar ya sea una cosmovisión bíblica o la teología que produce. La santidad se convierte en una
experiencia personal sólo en el acto religioso de entregarse a la dirección del
Espíritu Santo. No obstante, la experiencia personal de la santidad como
separación del mundo sólo puede ocurrir cuando la teología también se
separa de la ideología del mundo, y es fiel a la revelación divina tal como
aparece en la Escritura. No le corresponde a la iglesia decirle al Espíritu qué
debe hacer. Pero una fiel representación de las intenciones y los planes de
Dios es una tarea específica que podemos hacer. Los planes de Dios y sus
intenciones nunca son el resultado de las culturas. Su origen es la revelación de Dios. Ella es la base de las reales posibilidades de santidad: vivir
completamente separados de las ideologías culturales, y en abierto conflicto
con ellas. Si Cristo no era de este mundo (Juan 17:16), sus discípulos no
pueden dejar a un lado la revelación bíblica al adoptar toda forma de ideología cultural. La adopción de una cosmovisión bíblica le permitirá a la
iglesia recuperar la enseñanza divina. Al enfrentar las ideologías humanas,
la teología bíblica ofrece una verdadera alternativa a la vida y a la historia
humanas. Al abrir una opción de origen divino dentro de la cultura humana, la cosmovisión bíblica traerá verdadera novedad frente al implacable
determinismo de la cultura. La liberación de ese determinismo es uno de los
resultados concretos de la religión bíblica. La santidad, entonces, forma
parte de la esencia de la teología y la vida cristianas. Es conveniente en este
punto aclararle algo al lector. La total separación de la cultura y la filosofía
que estoy abogando aquí se aplica a la cosmovisión. Sólo cuando se excluyen todas las filosofías y las ideologías culturales, la iglesia puede basar
firmemente su cosmovisión operativa en ideas y juicios bíblicos, y el uso de
algunos aspectos definidos de las diversas culturas se debería integrar en la
vida y la misión de la comunidad de la fe siempre de acuerdo con ella.
Unidad interna. Una búsqueda deliberada de una cosmovisión
bíblica y su adopción es una condición necesaria para cautivar “todo pensamiento a la obediencia de Cristo” (2 Cor. 10:5). La unidad cristiana no lo
es sólo de acción. La unidad de acción y misión se funda en un nivel más
profundo: la unidad de mente y pensamiento. (1 Cor. 1:10). El adventismo
no puede intentar conseguir unidad interna si se limita a los cultos, la
acción y la misión, mientras deja de llegar al nivel donde se logra la unidad,
es decir, el pensamiento, la mente. La cosmovisión bíblica se convierte en
una herramienta indispensable para ponerle los fundamentos a la unidad
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interna de la iglesia global. Pero la unidad de pensamiento no basta. La
unidad en la entrega al Señor del pensamiento debe ser la realidad palpable
de la iglesia. A medida que cada cual se someta al pensamiento de Cristo, la
unidad interna será una realidad. Como lo sabemos, la unidad es una de
las condiciones para recibir la lluvia tardía. La unidad dinámica de la cristiandad bíblica deberá reproducirse en el adventismo. Es tiempo ya de que
los adventistas se den cuenta de que los reglamentos, o la concentración en
la actividad misionera mientras se descuida el pensamiento de la iglesia, no
pueden producir la unidad interna. Si el adventismo insiste en promover lo
que es práctico para la adoración y la misión, mientras se olvida del pensamiento de la iglesia, las culturas y las ideologías la controlarán tarde o
temprano. Por lo tanto, el sincero deseo de ser prácticos y de promover las
misiones sufrirá una derrota finalmente.
Crecimiento explosivo. La adopción de una cosmovisión bíblica
en el proceso de comprender la Escritura, abrirá las puertas de los almacenes del Señor. También llenará un requisito indispensable para recibir las
bendiciones de Dios: unidad de mente y sumisión a la mente de Dios.
Además, la riqueza de las gemas bíblicas le dará poder a la obra misionera
de la iglesia. Hay mucho más que hacer en favor del mundo de lo que nos
permiten ver los anteojos que ahora estamos usando. Al dedicarnos al ministerio interno y externo generalmente nos conformamos cuando empleamos menos del 10% del poder que nos ofrece la Escritura. Tenemos que
traer a la conciencia de la iglesia la enseñanza divina en toda su amplitud y
su poder, para que la incorpore a su vida y su misión. Sé que el crecimiento
y la misión de la iglesia son prioridades muy importantes en la agenda de
los administradores. Creo que así debe ser. Siempre deberíamos preguntarnos: ¿cómo cumpliremos la misión que Dios nos ha confiado?, ¿cómo podemos ayudar a la iglesia mundial y las iglesias locales en su tarea de predicar
el evangelio al mundo? Generalmente hemos respondido a esas preguntas
prácticamente. Más habilidad para comunicar y equipos más eficaces podrían ser las respuestas para enfrentar la misión global. Otro enfoque común sugiere la necesidad de fortalecer espiritualmente nuestras vidas. Después de todo sabemos que tenemos la verdad. Lo que necesitamos no son
más estudios teológicos —decimos—, sino vidas más consecuentes y mejores
maneras de comunicar la verdad. Pero, ¿tenemos realmente la verdad, o
andamos deambulando por el supermercado de las ideas, confundiéndonos
más con el paso del tiempo? ¿Conoce la verdad la actual generación de
adventistas? La respuesta depende de lo que entendamos por conocer. Si
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significa estar al tanto del enunciado de las doctrinas fundamentales, podría ser un cuestionamiento correcto. La mayor parte de los creyentes adventistas conoce la verdad superficialmente. Pero conocerla tiene un significado mucho más profundo. No nos transformamos a la semejanza de la
información que recibimos, sino de las ideas que comprendemos, aceptamos y seguimos. ¿Entendemos la verdad tal cual es en Jesús? La influencia
que está ejerciendo la cosmovisión teísta sobre el adventismo a través de la
asimilación cultural, me lleva a sospechar que no es así. ¿Qué pasaría si en
lugar de persistir en el énfasis antiguo e ineficaz sobre procedimientos, tratáramos de equilibrarlo con una recuperación de la reflexión, donde descubrimos y compartimos la verdad? ¿Qué pasaría si descubriéramos que lo
que hemos estado descuidando por décadas es en realidad la piedra angular
de nuestra misión? Pensemos, oremos y hagamos algo acerca de esto.
Una alternativa al movimiento ecuménico. Cuando la cosmovisión bíblica reemplace a la teísta, las vastas riquezas de la verdad bíblica
estarán a disposición de todos. Nuestro ministerio consiste en ayudar a los
hombres a conocer y usar la cosmovisión bíblica mientras consideran la
Escritura como revelación divina. Cuando se estudia la Escritura al margen
de esta provisión, la cultura llega a ser una formidable piedra de tropiezo
que obstaculiza y hasta impide la adecuada comprensión de la Biblia. Necesitamos ayudar a la gente a ver y entender. Al intentar hacer esta tarea tan
abarcante, nuestra misión para el mundo no sólo se pondrá en marcha,
sino que tomará una nueva forma sorprendente. En su universalidad presentará una verdadera alternativa al movimiento ecuménico. Esta es en
realidad la salida obligada de los que entienden la teología cristiana de
acuerdo con la cosmovisión teísta. En cambio, la cosmovisión bíblica y su
consiguiente aplicación a la vida y la misión de la iglesia, no sólo evitará
que los creyentes se unan a ese movimiento, sino que implicará una formidable alternativa frente a él. Esta alternativa tiene la decisiva ventaja de
estar sólidamente fundada en la revelación de Dios que está al alcance de
todos en la Escritura. Cuando ocurran las escenas finales del Gran Conflicto, esta alternativa le ayudará a muchos otros cristianos a permanecer firmes, junto con los adventistas, en una inconmovible lealtad al Dios de la
Escritura.
Conclusión
¿Puede el adventismo adoptar la cosmovisión teísta sin contradecirse y sin abandonar su misión? Es claro para mí que la cosmovisión teísta,
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que sigue operando en la mayor parte de las teologías cristianas, es incompatible con la cosmovisión bíblica y, por lo tanto, el adventismo no la
puede adoptar sin contradecir su razón de ser y sin dañar irreparablemente
su experiencia y su misión.
¿Qué podemos hacer? ¿Puede el adventismo evitar que la cultura
ambiente lo absorba? Sí, el adventismo puede evitar las incursiones del
secularismo y el institucionalismo. El procedimiento que recomiendo es
sencillo. Pero, por más sencillo que sea, requiere un cambio en la logística
del adventismo. El movimiento debería funcionar, no sólo sobre la base del
nivel práctico de la vida cotidiana, sino en el nivel reflexivo de la experiencia humana. Dentro del nivel reflexivo debemos observar una lealtad inquebrantable a la autoridad de la Escritura en la tarea cotidiana de interpretar, pensar y hacer la voluntad de Dios en el mundo de hoy. Esta es la
única manera como el adventismo puede evitar la doble amenaza del secularismo y el institucionalismo. La tarea de recuperar la cosmovisión bíblica
y aplicarla a las actividades cotidianas de la iglesia, debería ser llevada a
cabo simultáneamente en todos los niveles de la vida de la iglesia, incluso el
administrativo, el pastoral, el educacional y el de investigación.
La elección que tenemos por delante es clara. Por una parte podemos descartar el tema de la cosmovisión como otro asunto teórico y no
esencial para la vida y la misión de la iglesia. Esta actitud surge simplemente de la inercia, que sostiene que “si continuamos con la rutina acostumbrada pero oramos un poquito más, todos los problemas se resolverán. Después de todo, Dios sigue en los controles, y en Él confiamos”. Este es el
camino más fácil. No requiere esfuerzos ni inversión de tiempo ni de dinero. Por tentadora que parezca, esta alternativa conducirá al adventismo a la
asimilación de la cosmovisión teísta de las principales denominaciones cristianas, o alguna versión de las cosmovisiones naturalista o panteísta. De
paso, éste es precisamente el camino que algunos de nosotros estamos explorando ahora mismo. Si dejamos que prosiga sin que le pongamos límites, la secularización de la iglesia se acelerará en los años venideros.
Por otra parte, el adventismo puede hacer un movimiento brusco y
quebrantar la inercia administrativa y el determinismo cultural. El tema
relacionado con la cosmovisión y su obra oculta podría ser considerado
esencial para la vida y la misión de la iglesia, de manera que se lo incluyera
permanentemente en la agenda. Esta elección, por medio de una activa
participación en todos los niveles de la iglesia, nos conducirá a la recuperación
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de la cosmovisión bíblica. La recuperación de esta cosmovisión en la conciencia y la vida de la iglesia desatará una reacción en cadena (un efecto
dominó) que, entre otros aspectos, incluirá el afianzamiento de la unidad
de la iglesia global, y nuestro avance más allá de una simple explosión de
crecimiento, al cumplimiento escatológico de la misión final de la iglesia
cristiana. El futuro del adventismo depende de la decisión que tomemos
hoy. Si no tomamos ninguna decisión, estaremos reforzando el status quo
que al final conducirá al adventismo a absorber la cosmovisión teísta y a
desatar la reacción en cadena que producirá.
Fernando Luis Canale
SDA Theological Seminary
Andrews University
Dirección: Berrien Springs MI 49104-1500 EE.UU
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