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UNIDAD IV
UNIDAD DE FORMACIÓN IV
“Yo recogeré al Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé,
las haré tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán” Jeremías 23:3
SCALABRINI: PADRE DE LOS MIGRANTES
a ) OBJETIVOS
a. Conocer la vida de Monseñor Scalabrini, su fe y sus obras
b. Reflexionar sobre su vision del fenómeno migratorio
c. Entender su enfoque pastoral y su acción social en favor de los migrantes
b) ORACION INICIAL
c) ACTIVIDAD INICIAL
a. Video: Beato Juan Bautista Scalabrini
b. Respuesta
d) LECTURA BIBLICA
a. Jeremías 23: 1-4
b. Preguntas
e) SESION
a. El despertar de Scalabrini al fenómeno de la migración
i.
Video
ii.
Texto
b. La Espiritualidad de Juan Bautista Scalabrini, Obispo y Fundador
i.
Texto
ii.
Preguntas
c. El cuidado pastoral de los migrantes, según la vision del Beato Scalabrini
i.
Texto
ii.
Preguntas
f) TAREA
a. Memorial del Obispo Scalabrini
b. Carta de Scalabrini al Papa Pío X
c. Acción Social en favor de los Migrantes (Sociedad de San Rafael)
g) EVALUACION
h) ORACION FINAL
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II.- ORACION INICIAL
-Una pequeña cruz se pone en forma visible, y accesible al guía del taller
-Todos inicial con la señal de la Cruz
Guía.- Hermanos y hermanas, al lado de Cristo, en el camino que lleva al Calvario,
sabemos que muchos migrantes son víctimas de injusticia y rechazode sus derechos;
padres forzados a vivir separados de sus hijos, esposas lejosde sus esposos, son
portadores de una cultura e identidad no aceptada o incomprendida y portadores de
tradiciones y practices religiosas que frecuentemente se ridiculizan.
El Señor nos invita a acercarnos a este sufrimiento humano para secar las
lágrimas
De sus rostros empapados de dolor y transformar su CRUZ en
RESURRECCION
(Una cruz sera entregada por el guía al primer lector)
Lectura: Isaías 41: 17-20 “los humildes y los pobres buscan agua, pero no hay nada.
La lengua se les secó de sed. Yo, Yahveh, les responderé, Yo, Dios de Israel, no los
desampararé. Abriré sobre los calveros arroyos y en medio de las barrancas
manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en hontanar de aguas.
Pondré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares. Pondré en la estepa el
enebro, el olmo y el ciprés a una, de modo que todos vean y sepan, adviertan y
consideren que la mano de Yahveh ha hecho eso, el Santo de Israel lo ha creado.”
(La cruz pasa ahora al siguiente lector)
Salmo 61, 1-6
Oracion de un desterrado
Escucha, oh Dios, mi clamor, atiende a mi plegaria! Desde el extremo de la tierra hacia
tí grito, en el desmayo de mi corazón. A la roca que se alza lejos de mí, condúceme;
pues tú eres mi refugio, torre fuerte frente al enemigo.
Que sea yo siempre huésped de tu tienda, y me acoja al amparo de tus alas! Porque
tú oh Dios, oyes mis votos; tú me otorgas la heredad de los que temen tu nombre.
A los días del rey añade días, sus años, generación tras generación. Reine por
siempre ante la faz de Dios! El Amor y la Verdad le guarden! Entonces salmodiaré a tu
nombre para siempre, día tras día cumpliré mis votos.
(La cruz regresa al guía del taller)
Guía: Padre, nosotros queremos compartir nuestro camino con los numerosos
hermanos y hermanas de cada época, condición, pasado, origen étnico, arriesgando y
tratando nuevos caminos y nuevas amistades buscando construír el acompañamiento
del pueblo por el sufrimiento de Cristo.
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UNIDAD IV
Canción: Compañeros en la Jornada
Coro:
jornada
Somos compañeros en la
partiendo
el
pan
y
compartiendo la vida;
Y en el amor que llevamos está la
esperanza que compartimos,
¡Porque creemos en el amor de nuestro
Dios!
¡Creemos en el amor de nuestro Dios!
No más forasteros a nuestro lado;
no más forasteros en la casa de Dios
nos alimentamos y nos nutrimos
por la fuerza de aquéllos que cuidan,
por la fuerza de aquéllos que cuidan… CORO
Hemos sido "don" para el otro;
hemos sido llamados por la Palabra del Señor;
para actuar con justicia, para amar tiernamente,
Y para caminar humildemente con nuestro Dios
Para caminar humildemente con nuestro Dios… CORO
Coro:
Somos compañeros en la jornada
partiendo el pan y compartiendo la vida;
Y en el amor que llevamos está la esperanza que compartimos,
¡Porque creemos en el amor de nuestro Dios!
¡Creemos en el amor de nuestro Dios!
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III. ACTIVIDAD INICIAL
a). Video “Beato Obispo Juan Bautista Scalabrini”
b). Completar la hoja de respuestas del video
1. Anote 5 o 6 palabras claves o frases relacionadas a la vida del Obispo Scalabrini
PALABRAS CLAVE:
2. Comenten la relevancia que estas palabras tienen hoy en día
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N.B. Anote cuantas de estas palabras son repetidas.
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IV. COMPARTIENDO LA PALABRA DE DIOS
Jeremías 23: 1-4 “Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas
de mis pastos!-oráculo de Yahveh-. Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a
los pastores que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado las ovejas mías,
las empujásteis y no las atendistéis. Mirad que voy a pasaros revista por vuestras
malas obras-oráculo de Yahveh-. Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las
tierras a donde las empujé, las hare tornar a sus estancias, criarán y se multiplicarán.
Y ponder al frente de ellas passtores que las apaciente, y nunca más estarán
medrosas ni asustadas, ni faltará ninguna-oráculo de Yahveh-.
Preguntas:
1. Dios promete a la gente pastores que se
harán cargo de ellos. ¿Qué esperas de un
‘buen pastor’?
2. De lo que tú sabes sobre Scalabrini hasta
ahora, ¿en qué forma fue él un ‘buen pastor’?
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3. Ha habido tiempos cuando la Iglesia (líderes
y comunidades) ha esparcido y ha ahuyentado
los inmigrantes "en lugar de quererlos". En un
espíritu de reconciliación, nombra algunos de
estos casos. ¿Todavía están pasando?
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4. El Carisma de Scalabrini es un regalo de
Dios a su Iglesia. ¿Cómo piensas que esta herencia ha sido recibida en la Iglesia?
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V. ESTUDIO
1.
El despertar de Scalabrini a la Migración: La estación del Ferrocarril en Milán.
Guía.- Muestra una sección del video y que el grupo lea el texto
a.
b.
c.
Video
Texto (Scalabrini, una Voz Viviente, pág. 375-377
Comentarios
“Eran emigrantes”
Hace algunos años, en Milán, presencié una escena que me dejó una profunda
tristeza. Mientras caminaba por la estación, observe la amplia sala de espera, los
pórticos laterals y la plaza adyacente llena con tres o cuatocientas personas
pobremente vestidas, separadas en diferentes grupos. Sus caras, bronceadas por el
sol y maltratadas por las arrugas prematuras de la desnutrición, reflejaban el torbellino
interior convulsionando de sus corazones en ese momento. Eran hombres viejos que
el trabajo y la edad encorvaba, jovenes en su primicias de la hombría, mujeres jalando
o cargando sus hijitos, niños y niñas, todo reunidos por el mismo deseo, y buscando
una meta común.
Eran emigrantes. Habían venido de varias provincias del norte de Italia y estaban
esperando el tren que los llevaría a diferentes playas del Mediterráneo, donde el barco
los llevaría a la lejana América, en donde esperaban encontrar un destino menos
hostil, una tierra que diera más respuesta a su trabajo.
Estas pobres almas, se iban, algunos llamados por sus familiares que los habían
precedido en este exilio voluntario; otros, sin saber con precisión a donde iban,
empujados por ese instinto poderoso que impele a los pájaros a emigrar. Iban a
América, en donde -según habían oído muchas veces- había empleo bien pagado para
cualquiera con brazos fuertes y buena voluntad.
Con lágrimas en los ojos, habían dicho adiós a su pueblo nativo, al cual estaban
ligados por tantas memorias tan tiernas. Pero, sin remordimientos, se estaban
preparando para dejar el país, al cual identificaban solo por dos tristes realidades: los
impuestos y el servicio militar.
Me alejé emocionado. Una ola de pensamientos tristes me oprimían el corazón. Quien
sabe cuánto sufrimiento y cuántas privaciones hacen posible un paso tan doloroso.
¡Cuántos desengañados, cuántos sufrimientos nuevos les depara el porvenir! ¡Cuántos
en la lucha por la existencia saldrán ganando! ¿Cuántos sucumbirán en el tumulto de
la ciudad o en el silencio del departamento vacío? ¿Cuántos, al encontrar el pan del
cuerpo les faltará el del espíritu, no menos necesario, y perderán, en una vida
materializada, la fé de sus padres?
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“Frente a una realidad tan triste, muchas veces me pregunté: ¿qué hacer para
remediar? Y cada vez que leo en los periódicos alguna circular del gobierno que pone
a las autoridades y al público en guardia contra ciertos especuladores que hacen
verdaderas redadas de esclavos blancos para empujarlos, instrumentos ciegos de
codicia voraz, lejos de su tierra prometiendo fáciles y grandes ganancias; y cuando por
las cartas de amigos o relatos de viajes me doy cuenta que los parias de los migrantes
son los italianos; que se les asignan los trabajos más bajos; que los más abandonados
y por consiguiente los menos respetados, son nuestros compatriotas, que millares y
millares de nuestros hermanos viven sin defensa de su patria lejana, objeto de
prepotencias muchas veces impunes, sin el consuelo de una palabra de amigo,
entonces, lo reconozco, me siento humillado en mi calidad de sacerdote y de italiano, y
me pregunto otra vez: como ayudarlos? Hace pocos días, un joven me traía el saludo
de varias familias de nuestros diocesanos instalados a orillas del Orinoco: Diga a
nuestro Obispo que recordamos siempre sus consejos, que rece por nosotros y nos
mande un sacerdote porque aquí se vive y se muere como bestias…! Ese saludo de
los hijos lejanos me hizo un reproche”.
“Donde el pueblo sufre y lucha, allí tiene que estar la Iglesia” Beato J.B. Scalabrini
Guía.- Que el grupo lea el siguiente extracto del trabajo del Obispo Lawrence Sabatini
y luego complete el cuestionario. Esto puede hacerse en grupos pequeños.
EL SACERDOTE.Nacido en 1839 en la Provincia de Como, Italia, J.B. Scalabrini fue un hombre
que a muy temprana edad escuchó el llamado de Dios para dedicarse al ministerio
sacerdotal en la Iglesia. Fue ordenado sacerdote diocesano a la edad de 24, pero él
sintió un fuerte deseo de ser misionero. De hecho, siendo un joven sacerdote, se
inscribió en el Instituto de Misiones Extranjeras en Milán. Su Obispo decidió sin
embargo, asignarle la tarea de maestro en la formación de sacerdotes y vice-rector y
después rector del seminario diocesano menor. Más adelante, el Papa Pio XI se
referiría a él como el “Obispo misionero”.
A los 31 años, Scalabrini fué nombrado pastor de la Iglesia de San Bartolomeo en el
suburbo industrial de Como con una población de 6000. Fue aquí que empezó a
mostrar sus excepcionales dones pastorales, especialmente en el área de enseñanza
en la fe y en las obras de caridad. La Catequesis siempre fue de sus prioridades
pastorales, tanto que hasta escribió un pequeño catecismo para niños de kinder. Su
amor por los enfermos y sus frecuentes visitas a ellos eran bien conocidas entre sus
allegados. Su opción preferencial por los pobres era evidente, y fundó la primera
Sociedad Cristiana de Ayuda; tambien fundó el primer oratorio masculino en Como; un
grupo que después se transformaría en la Sociedad de San Vicente de Paúl para
visitas a los pobres; un grupo para proteger los derechos de las mujeres trabajadoras
en la industria textil. Bajo el liderazgo del Padre Scalabrini, la Parroquia de San
Bartolomeo rapidamente se transformó en un punto clave en la acción social de la
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Diócesis.Con toda esta acción pastoral, sin embargo, reconocía la necesidad de
continuar la educación sacerdotal. Fué invitado por el Obispo para dar once
conferencias sobre el Concilio en la Catedral de Como en 1872. Su eclesiología se
centró en la infabilidad del Papa.
EL OBISPO.A la edad de 36 años, Scalabrini fué nombrado Obispo de Piacenza. Ahí duró 29 años
hasta su muerte en 1905. Sus logros como Obispo diocesano son admirables. Como
pastor de su rebaño, el Obispo Scalabrini tomó como modelo a otro Obispo, San
Carlos Borromeo, quien vivió en el siglo XVI. De hecho, si examinamos las vidas de los
dos Obispos, encontramos coincidencias interesantes. Los dos eran personas
prácticas, con un compromiso a la acción social; ambos comprometidos en la
búsqueda de la santidad por la oración, la penitencia, el negarse a sí mismo y un
intenso cuidado por su rebaño; los dos tenían una gran devoción a Cristo Crucificado,
la Santa Eucaristía y la Virgen María; los dos compartían un compromiso con la Iglesia
local y la Universal, y los dos estaban muy interesados en la formación y la vida
espiritual de sus clérigos. Una parte de una conferencia de San carlos a sus
sacerdotes, fue mencionada por el Papa Juan Pablo II en su exhortación “Pastores
dabo vobis” en la formación de sacerdotes en las circunstancias actuales (n.72)
mientras que la primera Carta Pastoral de Scalabrini fue escrita en latín a sus clérigos
sobre la importancia de los ejercicios espirituales. (agosto 15, 1876)
¿Cuáles fueron los logros del Obispo Scalabrini en 29 años de servicio Episcopal de
la Diócesis de Piacenza? La lista es larga e impresionante. Como el Buen Pastor,
Jesucristo y San Carlos Borromeo su modelo, el Obispo Scalabrini quería conocer a su
gente. Visitó cinco veces todas las parroquias, que eran 365 en la Diócesis, 200 de las
cuales estaban en áreas montañosas accesibles solo en mula y algunas a pie.
El Obispo Scalabrini convocó a tres sínodos diocesanos, el último de los cuales en
1890, se dedicó completamente a la Santa Eucaristía, produciendo un texto de 350
páginas escritas por él mismo. El trabajo ofreció una visión espiritual del mundo que
estaba en la puerta del siglo XX. También dejó 2000 páginas de homilías y 60 Cartas
Pastorales, un verdadero tesoro de espiritualidad.
La Catequesis se mantuvo entre las prioridades del Obispo Scalabrini. Reconocía el
hecho de que el conocimiento de nuestra fe es esencial para vivir la vida Cristiana y la
imitación de Cristo. Aún como Obispo, continuaba dando Catequesis, igual que
cuando era seminarista. Enseñaba en sus visitas Pastorales y enseñaba en la
Residencia Episcopal. En 1889, organizó en Piacenza, el primer congreso nacional de
Catequesis en la historia de la Iglesia, con 400 páginas de actas. El Obispo Scalabrini
publicó la primera revisión italiana de Catecismo la cual es la segunda de este tipo en
el mundo. Escribió: “Il Catechismo e’ il Vangelo, la lieta parola di Gesu” (II Catechismo
cattolico, p.102). Su catequesis tenía raíces profundas en la palabra de Dios. No solo
lo presentaba como instrucción para la mente, sino también como un llamado a la
conversión y a un más profundo seguimiento de Cristo. Pues es en la palabra de Dios
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donde conocemos lo que Dios ha hecho por nosotros y resolvemos lo que debemos
hacer por Dios. No es de extrañar que el Papa Pío IX llamara al Obispo Scalabrini “El
Apóstol del Catecismo”
El Obispo Scalabrini también es recordado por su extraordinario trabajo por los
pobres.Su amor innato por los necesitados no tenía límite. Nunca dijo que no a
aquellos que todos los días tocaban a su puerta buscando ayuda. Ayudaba a los
enfermos, los huérfanos y los prisioneros. Durante la sequía de 1879-1880, puso una
cocina que en dos meses distribuyó casi 250 000 platos de sopa y sacos de harina y
hatos de madera. Cuando se terminaron los fondos, vendió su caballo, que le había
sido donado para sus visitas pastorales y el cáliz que le había regalado el Papa Pío IX.
Otros proyectos sociales merecen mencionarse. En 1879 fundó un instituto para las
personas sordomudas y en 1903 una agencia para dar asistencia a más de 170 000
recolectores de arroz en Lombardía , una organización diseñada para prevenir abusos
en el trabajo a mujeres y niños.
Sus enseñanzas en material social fueron recolectadas en un libro que escribió con el
títilo: “Il Socialismo e l’azione del Clero” (1899). Incluye ideas como la repartición de
utilidades, el derecho a trabajar y a ir a la huelga; la compensación de los trabajadores;
las pensiones en la vejez; menos horas de trabajo y la edad para jubilación;
aplicaciones prácticas de las enseñanzas del Papa León XIII en su encíclica Rerum
Novarum, escrita ocho años atrás.
EL PROFETA.La dimensión social de las actividades pastorales del Obispo Scalabrini, se observa tal
vez mejor en la fundación de tres Instituciones Religiosas: Los Misioneros de San
Carlos (1887); La Sociedad de San Rafael (1889), Las Hermanas Misioneras de San
Carlos (1895). En estas tres fundaciones, vemos el lado profético del Obispo
Scalabrini.
La Constitución Pastoral de la Iglesia en el mundo moderno del Concilio Vaticano II,
reconoce cambios masivos que toman lugar en lo social: “Uno no puede subestimar el
efecto de la emigración en aquellos que, por alguna razón, tienen que tomar un nuevo
camino en la vida” (n.6). El Obispo Scalabrini vio ya estos sucesos casi 100 años
atrás. Leyó los signos de los tiempos y vio la necesidad de una pronta acción pastoral.
El corazón del pastor no le permitía dejar en el olvido el hecho de que en 110 años,
más de 25 millones de italianos emigraron a Norte y Sudamérica. Vio un 11% de su
propia gente de Piacenza abandonar Italia para tierras extranjeras.
El Obispo Scalabrini viajó por toda Italia para sensibilizar a la opinión pública sobre de
la seriedad del fenómeno migratorio. Fue determinante su opinión en la formulación
de leyes y políticas de Italia en relación a la emigración. Reclutó hombres y mujeres
laicos como voluntarios para la Sociedad de San Rafael par auxiliar en los puertos de
entrada y salida. Esta Sociedad abrió oficinas en Génova y en Nueva York y en 19
comunidades en Italia. También estaba la dimensión ecuménica del trabajo de la
Sociedad de San Rafael ya que sus miembros se obligaban a dar asistencia también
a los inmigrantes de otras creencias religiosas. No esperaríamos que Monseñor
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Scalabrini en su tiempo expusiera la teología de la igualdad en la dignidad de la mujer
y el hombre o que se ocupara de los movimientos feministas actuales. Sin embargo,
estaba conciente del llamado de la mujer al trabajo apostólico y la importancia de su
contribución a la vida de la Iglesia.
La Congregación Scalabriniana de sacerdotes y hermanos religiosos ahora tiene un
total de más de 700 miembros mientras que la Congregación de Hermanas tiene más
de 1000. Estos hijos e hijas espirituales del Obispo Scalabrini, dispersos en todos los
rincones del globo, dedican sus vidas al trabajo pastoral social de evangelización a
favor de los migrantes, refugiados y caminantes.
El singular carisma del Obispo Scalabrini de preocupación pastoral por los migrantes
fue inspirado en su deseo de preservar en ellos el regalo de la fe, el cual era puesto a
prueba en un ambiente nuevo y a veces hostil. En su primera conferencia sobre
migración, el Obispo Scalabrini dijo: “I guai della nostra emigrazione si riassumono in
questo: perdita della fede per macanza di istruzione religiosa…Ah, la sventura della
privazione di quell pane spirituale che e’ la parola di Dio”. Pero como un verdadero
misionero, también estaba preocupado acerca de la proclamación de la Buena Nueva
de la Palabra de Dios a aquellos que no tenían fe.
EL HOMBRE INTERIOR.Resumiendo los logros pastorales del Obispo Scalabrini, nos preguntamos con cierta
envidia: ¿Cuál era el secreto de su éxito? ¿Cuál era la fuerza interior detrás de estas
extraordinarias actividades?
Hay un antiguo refrán que dice: Actio sequitur esse. Nuestras acciones son el producto
de nuestro ser interior. Debemos buscar en la psicología del Obispo para descubrir
cómo experimentaba a Dios en su vida y cómo esta profunda realidad interior
influenció su vida y sus acciones.
El Obispo Scalabrini fue sobre todo un hombre de profunda fe. En una Carta Pastoral
en 1884 escribió: “Quantopiu’ la fede e’ viva, tanto piu’ sono abbondanti le buone
opere, e viceversa, l’abbondanza delle buone opere aumenta la vivacita’ della fede.
Quando la fede languisce, si rallentano le buone opere, e l’interruzione delle buone
opere rende fiacca e languida la fede”. En una Carta Pastoral previa de 1877, había
dicho: “Chi vive di fede non solo am Dio ma si sente spinto a farlo amare dagli altri”.
Su intensa vida de fe y amor por Dios le llevó a crecer en el amor por la gente. Sus
diarios esfuerzos de unión con Dios se mostraron en un intenso compromiso con las
prácticas de piedad tradicionales. Era un hombre de oración que pasaba diariamente
media hora a una hora en meditación, Rezaba la Liturgia de las Horas diariamente;
leía las Escrituras diariamente lo mismo que uno de sus libros favoritos: La Imitación
de Cristo de Tomás A. Kempis. Tenía una filial devoción a la Virgen María, rezando
diariamente el rosario, que para él era la principal de las devociones marianas.
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También era devoto de los santos, sobre todo San José, San Carlos Borromeo, San
Francisco de Sales y los santos patronos de la Diócesis de Piacenza.
Respecto a la importancia de la oración diaria y la meditación, el Obispo Scalabrini
dijo: “Chi lascia la meditazione o manda di fede o di cervello”. En una carta a sus
misioneros en América, escribió: “La preghiera e la parte piu viva, piui forte, piu potente
dell’apostolato”. Y de nuevo, “La preghiera e senza dubbio la funzione piu nobile e piu
gloriosa che l’uomo possa esercitare in questo mondo, e gli conferisce una grandezza
al tutto sovrana. Non solo essa ci mette in intimo rapporto con tutto cio che c’e di vero,
di bello, di santo in cielo e sulla terra, ma ci confidenze” (La preghiera. Lettera
Pastorale alla diocesi di Piacenza per la Santa Quaresima dell’anno 1905, 1602.1905,
Piacenza, Tip. G. Tedeschi, 1905).
El Obispo Scalabrini fué notable por su devoción a la Santa Eucaristía. Celebraba misa
cada día con extrema devoción y frecuentemente asistía a una segunda misa. Pasaba
horas en oración ante el Santo Sacramento. Decía que la Eucaristía era el tesoro
depositado a los sacerdotes. Su devoción a la Santa Eucaristía estaba lejos de ser
sentimentalismo. Mas bien la describía como “un triunfo del espíritu sobre la carne, de
la caridad sobre el egoísmo, de la fé sobre la orgullosa razón y se alimenta de la
sangre del Redentor inmolado en la Cruz” (La devozione al SS.mo Sacramento.
Lettera Pastorale di Monsignor Vescovo di Piacenza per la Quaresima dell’anno 1902,
29.1.1902, Piacenza, Tip. G. Tedeschi, 1902.
Además de su devoción a la Santa Eucaristía, tenía una gran devoción al Señor
Crucificado. En estas dos devociones vemos como su espiritualidad se centra en la
Encarnación. Así dice: “L’Eucaristia e il Golgota sono un’estensione dell’Incarnazione”.
La Cruz de Cristo forma parte de la experiencia religiosa de los seguidores de Jesús,
quien dijo: “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de ser mi discípulo” (Mt.
10:38). En algunos casos la experiencia de la Cruz toma la forma de martirio por amor
de Cristo. Para otros es una experiencia mística de los sufrimientos de Cristo en la
forma de una corona de espinas o de los estigmas. Para otros, se da por actos
voluntarios de penitencia, mortificación y negación de sí mismos. El tema del
sufrimiento voluntariamente aceptado por el amor de Dios y del prójimo fue evidente
en la vida del Obispo Scalabrini. Escribió estas inspiradas palabras acerca de la cruz
de Cristo: “La Croce che la Chiesa ci fa portare sul petto, d’oro, ma che si cambia
spesso in ruvido ferro che strazia l’anima. Il vescovo porta la croce senza l’immagine
del caro Gesu: Perche? Perche dobbiamo amare la croce anche senza I conforti della
vista di Lui: fac me cruce inebriari! Strigere la croce pettorale al cuore e ripetere di
frequenete facme cruce inebriari!..Fa me cruce inebriari!! Ripetero spesso stringendo al
cuore la croce pettorale. Le umiliazoni, I dispiaceri, le ingiurie, le desilusioni amare
entrano nei disegni di Dio…non mi mancano mai, ne mi mancano al presente…Dios
mio, siate benedetto. Coraggio nella Croce di Cristo” (Profilo, a cura di P. Stelio
Fongaro, p.20).
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UNIDAD IV
El Obispo Scalabrini tuvo su parte de los sufrimientos de la Cruz. Los soportó
pacientemente porque provenía de las manos de Dios: ataques por parte de sus
enemigos, e incesantemente, ataques verbales e impresos de uno de sus sacerdotes
disidentes, el Padre Miraglia, quien era una amenaza a la unidad de la fe en la
Diócesis. Esto fue equivalente a un martirio, que duró seis años. Aceptar la pesada
cruz no fue suficiente para el Obispo Scalabrini, le agregó varias formas de penitencia
mortificación corporal y de otras formas. Esto lo tomó como una participación en el
misterio pascual de la Pasión de Cristo, su muerte y resurrección y lo celebraba en el
Sacramento de la Penitencia cada semana.
La Espiritualidad del Obispo Scalabrini también era eclesial. El creía amaba y confiaba
en la Iglesia. Era un verdadero hombre de Iglesia en la forma de los Primeros Padres.
Su lema era: sentire cum ecclesia. Respetaba la rica tradición del pasado de la Iglesia,
estudiaba su historia, exploraba y reverenciaba la tradición pero nunca se escondió en
el pasado ni condenó la Iglesia actual. Su amor por Cristo, la cabeza indivisible de la
Iglesia, era paralelo al amor por el Papa, la cabeza visible de la Iglesia. Su obediencia
al Santo Padre era una constante en su fe y constituía un elemento de sus heroicas
virtudes. Su obediencia estaba basada en la fe, de que finalmente la persona de Cristo
mismo está representada por el Papa en Roma. Una vez comentó: “Se il Sommo
Pontefice (per impossibile) mi comandasse di camminare sulle mani e con I piedi in
alto, io mi ci proverei” (Anneddoti e Detti a cura di P. Stelio Fongaro, p.26)
LA HERENCIA.¿Cuál es el significado de la espiritualidad del Obispo Scalabrini en la vida de los
misioneros Scalabrinianos hoy en día? Las actividades apostólicas del Obispo fluían
de la intensidad de su vida espiritual. Su amor por Cristo dictaba el ardor de su
compromiso con su gente. Su espiritualidad personal estaba integrada con su
ministerio apostólico. Esto es lo que él admiraba en San Carlos Borromeo y el por qué
lo escogió como patrono de sus dos congregaciones religiosas. Él vio en San Carlos la
integración armoniosa de espiritualidad y ministerio. Su amor a Cristo en la Cruz y
presente en la Santa Eucaristía se tradujo en un amoroso servicio por el Cristo
presente en los pobres, los marginados, los migrantes y en los acontecimientos
cambiantes del día. En esto vemos la evidencia de su espiritualidad basada en la
Encarnación.
Para los Scalabrinianos, no es suficiente admirar al Obispo Scalabrini, respetar sus
enseñanzas o aprobarlas porque son conforme al Evangelio. La congregación religiosa
que lleva su nombre invita a sus miembros a conocer más sobre él y como reflejó a
Jesús en su vida. Los invita a abrazar el espíritu de su trabajo y hacer el propósito de
su vida espiritual y apostólica su propio propósito. Seguir a Cristo es el camino
marcado de su jornada. Su visión de fe y su ministerio debe ser la misma que la del
Obispo Scalabrini en el mundo en que ahora viven.
En la exhortación post-sínodo Vita Consecrata, el Papa Juan Pablo II hizo notar la
necesidad de “fidelidad al carisma del fundador y la herencia de espiritualidad de cada
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Instituto. Es precisamente en esta fidelidad a la inspiración de los fundadores… que
los elementos esenciales de la vida consagrada pueden discernirse y más
fervientemente puestos en práctica.” (n.36) Después el Papa afirmó la necesidad “de
redescubrir las prácticas de ascesis típicas de la tradición espiritual de la Iglesia y del
Instituto a que pertenece cada Individuo”. Esto ha sido una poderosa ayuda a un
auténtico progreso en la santidad” (n.37)
Las Reglas de Vida de la Congregación de los Misioneros de San Carlos
(Scalabrinianos) ciertamente que capturan algunas de las facetas distintivas de la
espiritualidad del Obispo Scalabrini. “Siguiendo el ejemplo de nuestro Fundador y su
espiritualidad, damos especial importancia a la celebración diaria de la Eucaristía y a la
relación personal con Cristo en el Santo Sacramento. Hacia María, Madre de Cristo y
de la Iglesia, cultivamos una devoción por el rosario y otras prácticas diarias de
devoción.” (n.43). “Nuestro compromiso para llevar la Cruz siguiendo los pasos de
Cristo transforma la forma como pensamos y actuamos y así nos prepara para
compartir más íntimamente el misterio Pascual y hacer nuestros los esfuerzos y
tribulaciones de los migrantes. Esta tarea requiere de nosotros un corazón penitente,
que se refleje en la frecuente recepción del Sacramento de la Reconciliación. Pero
tambien requiere que tomemos los sufrimientos y privaciones que son inseparables de
la vida religiosa y misionera y escoger tales penitencias personales y comunitarias que
vayan de acuerdo a la mentalidad de la gente de nuestros días: (n.46)
“Hacemos nuestro el espíritu del fundador, pues debemos obediencia al Papa, como
virtud de nuestro voto, y a los obispos, como una condición indispensable para vivir en
union con Cristo y nuestros hermanos y hermanas” (n.14).
DEFENSA Y EVANGELIZACION DE LOS MIGRANTES.El Obispo Scalabrini no encontró contradicción entre ser un hombre de Dios y un
hombre de acción social. De hecho, lo vio como complementario. Su opción apostólica
preferencial por los pobres se proyectó en su preocupación pastoral por los migrantes
que abandonaban su Diócesis por razones económicas, con rumbo a Norte y
Sudamérica. Vio la necesidad de un cuidado pastoral especial para estas pobres
gentes que trataban de mantener su fe en un nuevo ambiente. Esto lo llevó a la
fundación de dos comunidades religiosas dedicadas específicamente a este propósito.
El Obispo Scalabrini vio la migración y el movimiento de personas no como un
fenómeno social que eventualmente desaparecería, sino como algo que el mundo y la
Iglesia tendrían como problema durante mucho tiempo, contrario a lo que pensaban
algunas personas en puestos altos. Vio la migración como parte de una sociedad
cambiante. Por esto él quería que sus congregaciones religiosas fueran del rito
pontificio y con votos religiosos. Aseguraría la estabilidad en el cuidado pastoral de los
migrantes. Para apoyar este esfuerzo en todo el mundo, pidió a la Santa Sede que
estableciera una oficina en Roma para coordinar la actividad pastoral de la migración
alrededor del mundo. Esto ocurrió después de su muerte cuando en 1912 San Pío X
instituyó una oficina para la Migración en Roma bajo la autoridad de la Congregación
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UNIDAD IV
Consistorial. En 1970 el Papa Paulo VI la transformó en una Comisión Pontificia para
el cuidado espiritual de los migrantes dependiendo de la Congregación Consistorial,
ahora la Congregación de Obispos. Finalmente en 1988, nuestro Papa Juan Pablo II,
creó el Concilio Pontificio para el Cuidado Pastoral de los Migrantes y la Movilidad
Humana. El sueño del Obispo Scalabrini se cumplió.
Como parte del ministerio hacia los migrantes, el Obispo Scalabrini reconoció la
importancia de su defensa social. Defendía el derecho de la gente a emigrar cuando
era hecho en una forma consistente con la dignidad humana. Estaba pronto a
denunciar la injusticia social y la explotación de los migrantes así como estructuras
políticas injustas, que encendían la necesidad de emigrar. Defendió el modelo social
pluricultural aún antes de que este término estuviera de moda y se opuso a controlar la
migración por la fuerza. Él es merecedor del título “Padre de los Migrantes” y de que
su nombre haya sido inscrito en el cuadro de honor en la Isla Ellis, N.Y. –el puerto de
entrada en donde, a la muerte del Obispo Scalabrini en 1905, habían llegado
1,771,000 italianos.
Las Reglas de Vida de la Congregación Scalabriniana apoyan la defensa de los
migrantes de acuerdo al Fundador. La Congregación “se propone influencias a la
Iglesia y a la sociedad civil para acoger a los migrantes y tener una visión cristiana de
una solución de sus problemas, de manera que en una atmósfera de nodiscriminación, de justicia y caridad, los migrantes sean vistos como personas y
semejanza de Cristo. (n.27)
El compromiso apostólico implica un amplio conocimiento de la enseñanza social de la
Iglesia así como de la filosofía socio-política del Obispo Scalabrini tuvo sus raíces en la
Encíclica Rerum Novarum del Papa Leo XIII. Como es de suponer, la doctrina social
de la Iglesia se ha desarrollado considerablemente desde entonces. Nuestro actual
Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, ha contribuido mucho a este desarrollo con sus
numerosos escritos y cartas, principalmente tres encíclicas: Laborem Exercens (1981);
Sollicitudo Rei Socialis (1987); Centesimus Annus (1991).
Algunos pueden preguntar: ¿Qué es lo que distingue a las iniciativas del Obispo
Scalabrini a favor de los migrantes de otras iniciativas socio-políticas? La respuesta
está en la finalidad religiosa, o sea, el llamado a la evangelización de los migrantes. El
Obispo Scalabrini vio la realidad social de la migración no como un sociólogo o
economista, sino como un hombre de Dios y un hombre de la Iglesia reflexionando en
una situación humana que requería de una intervención pastoral.
Así, el Obispo Scalabrini vio la catequesis como una actividad pastoral principal para
sus misioneros y quería que fuera una prioridad en el ministerio a los migrantes y sus
hijos. El Obispo Scalabrini lo expresó en estas palabras: “La Chiesa di G.C., che ha
spinto gli operai evangelici fra le genti piu’ barbare e nelle contrade piu’ inospiti, no,
non ha dimenticato e non dimentichera’ mai la missione che le venne da Dio affidata di
evangelizare I figli della miseria e del lavoro” (quoted in M. Francesconi” Giovani
Battista Scalabrini, Roma 1985, p.967).
Una vez más, las Reglas de Vida reflexionan en esta prioridad del Fundador: “En
nuestro apostolado específico damos prioridad a la evangelización, en particular a la
catequesis, y trabajamos para reunir a los migrantes en comunidades de fe, caridad, y
adoración, ayudándolos a enfocar su vida cristiana en la Eucaristía:. (n.24).
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UNIDAD IV
El Catecismo de la Iglesia Católica con su referencia a la realidad de la migración
(n.2241) es un recurso valioso para enseñar la fe a las comunidades migrantes.
La Propuesta sinodal (n.27) que menciona el Papa Juan Pablo II en su Constitución
Apostólica Vita Consecrata (n37) pide a los Institutos de Vida Consagrada de acuerdo
al espíritu de su fundador, de crear iniciativas que respondan a los signos de los
tiempos que surgen en la sociedad contemporánea.
El Obispo Scalabrini fundó una sociedad laica y dos congregaciones religiosas
precisamente por su profundo interés por la realidad que surgía de la movilidad
humana y la migración. Su blanco inmediato era la migración de miles de italianos que
abandonaban su país cada día para otras tierras. Reclutó sacerdotes italianos y laicos
que hablaran italiano para asistirlos en sus necesidades religiosas y sociales en su
país de adopción. Identidad de lenguaje, cultura y tradiciones fue buscada por él para
auxiliary en construir el puente entre el viejo y el nuevo mundo.
Pero como un verdadero misionero, el Obispo Scalabrini mantenía una visión
universal. Los migrantes de otras nacionalidades o de entornos raciales diferentes
también eran objeto de su preocupación pastoral. Por eso es que buscó una agencia
de alto nivel en la Iglesia para dirigir y coordinar los problemas de la migración en una
escala internacional dentro de la Iglesia Universal. Durante toda su vida el Obispo
Scalabrini también buscó el cuidado pastoral de los inmigrantes polacos en los
Estados Unidos. Durante su visita al sur de Boston en 1901, celebró misa en una
iglesia nueva construida por inmigrantes católicos de origen polaco y bajo el ministerio
del sacerdote polaco scalabriniano Padre G. Chmielinski. Durante su visita a Brasil en
1904, el Obispo Scalabrini expresó un interés en el cuidado pastoral de los aborígenes
en el Paraná, después de visitar a uno de los jefes de tribu. El Obispo de Curitiba
ofreció a los scalabrinianos la parroquia de Tibagi y desde entonces dos misioneros
tomaron como ministerio el cuidado de los 3000 nativos en esa área. A su regreso a
Italia el Obispo Scalabrini pidió al Papa San Pío X formar una Prefectura Apostólica
para la evangelización de los aborígenes de Brasil y designarla a los scalabrinianos en
Paraná. Su muerte interrumpió la consideración de esta propuesta.
Cuando el Concilio Vaticano Segundo en el decreto Perfectae Charitatis (1965) pidió la
renovación de la vida religiosa, la Congregación Scalabriniana tomó este llamado muy
en serio regresando a la inspiración original de su fundador y visualizándola a la luz de
las condiciones cambiantes de los tiempos. El cuidado pastoral de los migrantes se
mantuvo intacto pero la preocupación primera e inmediata del fundador por los
migrantes italianos se transformó ahora en preocupación pastoral por todos los
migrantes. Las nuevas Reglas de Vida establecen esta nueva perspectiva:
“Llevaremos nuestra misión, principalmente, entre aquellos que por alguna razón,
están viviendo fuera de su tierra nativa o comunidad étnica y que por una real
necesidad, requieren un cuidado pastoral específico; asimismo entre aquellos que, por
migración interna, viven en situaciones similares debido a diferencias étnicas, socials y
culturales; finalmente la llevaremos entre los pescadores” (n.23)
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UNIDAD IV
PREGUNTAS PARA DISCUSION
1).- Sobre el sacerdote.- Haga un resumen breve de los primeros tiempos del
sacerdocio de Scalabrini haciendo notar tres áreas que mejor ejemplifiquen el carisma
que siempre sería parte de su ministerio
a) Misión /Evangelización
b) Pastoral
c) Visión de los Problemas Sociales
2.- El Obispo.- Describa tres formas en las cuales Scalabrini como Obispo
personificaría su carisma-dando ejemplos
a) Santidad Personal
b) Pastor para su rebaño
c) Compromiso con la acción social
3.- El Profeta.- Scalabrini fue un hombre de gran visión. Describa su visión y cómo
respondió a la misma.
4.- El hombre interior.- “Las acciones de cada quien son producto de su estado interior”
dice un proverbio antiguo. Haga un resumen de la espiritualidad de Monseñor
Scalabrini incluyendo sus devociones especiales y como él vio el sufrimiento en
relación con su fe.
5.- La herencia.- Los logros de una persona se miden por el legado que él o ella dejan
a la humanidad. Describa los fundamentos espirituales que Scalabrini dejó a su
Congregación, los misioneros de San Carlos.
6.- El Defensor.- Describa el legado temporal en relación a la acción social que
Scalabrini dejó a su Congregación.
El guía concluye como la visión ha tomado una importancia agregada demostrada en
la realidad de las migraciones actuales.
3.- La Visión de Scalabrini en la Migración: lea la presentación del P. Luigi Favero
en el IV Congreso Mundial en el Cuidado Pastoral de Migrantes y Refugiados.
Guía.- Haga grupos pequeños que contesten las preguntas de la siguiente página.
Busque un secretario que tome notas de la discusión y una persona para dirigir la
discusión. Cuando el grupo se reúna de nuevo, cada secretario de grupo reporta las
conclusiones de cada pregunta puesta a discusión.
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UNIDAD IV
LAS INTUICIONES DEL BEATO SCALABRINI
El cuidado pastoral de los Migrantes.A.- Entendiendo el fenómeno social de la migración en las obras de Scalabrini
Una muestra del espíritu de Giovanni B. Scalabrini (1839-1905), Obispo de Piacenza,
elevado al altar por el Papa Juan Pablo II en noviembre 9 de 1997, es el enfoque
científico del fenómeno social y la emigración es para él solo un aspecto de un asunto
social mucho más general y serio, que las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Este enfoque, evidentemente inspirado en la cultura positivista de su tiempo, era
correlacionado por él con una investigación de campo de respuestas concretas,
estructuradas e institucionalizadas a las necesidades que surgían de la investigación y
análisis del fenómeno.
El Obispo Scalabrini, sin embargo, era un hombre de fe, y Obispo y confronta sin
confusión los diferentes niveles de análisis, las lecturas sociopolíticas, con los valores
y convicciones que vienen de la fe y de su propio cuidado pastoral. Se puede decir que
él analiza desde adentro un fenómeno que esa, en este momento, vivido al máximo. Él
basó su enfoque, en los criterios pastorales que imponían una rápida y urgente
intervención. Está menos preocupado por el hecho de que si la emigración es buena o
es mala sino en como ayudar a esa gente implicada en la emigración. Así propone el
asunto en un nivel concreto, una de las intervenciones mientras se están investigando
las causas y declara con claridad extrema: “la emigración casi nunca es por placer,
sino una inevitable necesidad… la inmensa mayoría… no huyen de Italia porque
aborrecen el trabajo, sino porque no lo tienen y por eso no saben como sobrevivir y
alimentar a sus familias”. Aquí está el doloroso dilema: “robar o emigrar”. De hecho,
“para los desheredados, la patria es la tierra que les da el pan”, especialmente cuando
esta tierra es conocida para él solo por dos formas desagradables: el servicio militar y
el cobro de impuestos”. El Obispo Scalabrini enlista las causas precisas. Entre ellas él
identifica la crisis del campo que por años agobia a los granjeros como una capa de
plomo, y la enorme carga de los impuestos que pesa sobre la agricultura y los
pequeños negocios y los aplasta”. Sin embargo, no pierde su tiempo en búsqueda
inútil de culpables, puesto que su meta es ayudar, iluminar y dirigir su acción y su
consejo a la emigración.
B. Punto definitivo en el análisis de Scalabrini sobre la emigración.Desde una perspectiva sociológica, el Obispo Scalabrini tenía una visión orgánica y
sistémica de la emigración, corregida y complementada por su fe en El Señor que guía
la historia en una manera providencial. “El mundo físico, como el mundo humano, está
bajo fuerzas obscuras que agitan y revuelven, sin destruir, los elementos de la vida,
que transportan los organismos, nacidos en un determinado lugar y los disemina en el
espacio, transformándolos y haciéndolos perfectos de tal modo que renueven en cada
momento el milagro de la creación.” El Obispo Scalabrini se interesa y es fascinado
por la emigración por motivos de “trabajo en América”, una emigración que él compara
con las invasiones bárbaras y los breves y belicosos períodos de conquista”. De
17
UNIDAD IV
hecho, “no es el ímpetu de la invasión, que arrasa todo lo que encuentra, sino un
plácido derrame de aguas que dan vida. No es ya una supresión de personas, sino
una fusión y adaptación, en la cual las diferentes nacionalidades se pueden encontrar,
pueden intercambiar, y puede dar lugar a nuevas personas sobre las que, sin perder
sus diferencias como personas individuales, pueden dominar determinadas tendencias
religiosas y civiles.” Aún sin los términos técnicos de la antropología social y cultural, el
Obispo Scalabrini describe el fenómeno que dio lugar a la sociedad multiétnica y
multicultural de hoy. Pero, su descripción se amplía bajo la visión profética de un
hombre guiado por el Espíritu: “mientras las razas se combinan, se extienden y se
hacen irreconocibles, a través de los ruidos de las máquinas, sobre toda esta febril
labor, todas estas tareas gigantes, y no sin ellas, un trabajo mucho más vasto está
madurando, mucho más noble y sublime: la unión en Dios por Jesucristo, de todas las
gentes de buena voluntad..”
A un nivel práctico, el Obispo Scalabrini reconoce sin embargo, que “las realidades
sociales difícilmente son absolutamente buenas o absolutamente malas; pero que
pueden tener de uno y otro lado, dependiendo de las circunstancias.” La emigración,
sin embargo, es un “derecho natural” y ya que “los derechos humanos son
inalienables”, una persona “puede ir a buscar su bienestar mientras él o ella pueden
usar sus talentos”. De hecho, la emigración, “abandonada a sí misma sin consejo ni
guía” o cuando es provocada por agentes sin escrúpulos, “más traicionero que un
maleante y más cruel que un asesino” se transforma “en un esfuerzo que cansa, o una
fiebre que consume lentamente al organismo social”. Aquí está entonces la convicción
central: “la libertad para emigrar pero no el ser forzado a emigrar”. Mientras que la
emigración espontánea se abre “al encuentro de otras leyes y otras costumbres y se
abre al concepto de la patria más allá de los confines materiales y políticos, haciendo
del mundo entero la patria de una persona”, la emigración forzada reemplaza la
verdadera necesidad, con la ambición de rápidas ganancias y un sentido mal
entendido de aventura… creando un gran número de gente desplazada y
desencantada” y por lo tanto un verdadero peligro y daño.
Por una parte, es imperativo aconsejar y guiar a aquellos que están haciendo la
decisión de emigrar, de manera que puedan evaluar correctamente la decisión que van
a tomar; y luego, acompañarlos a los puertos de salida y ayudarlos durante el viaje, y
finalmente ayudarlos durante el período de integración en su nuevo ambiente. Por otra
parte, debemos declarar “Guerra sin cuartel a todos los traficantes de carne humana”,
a los que también llama el Obispo Scalabrini los “olfateadores de cadáveres.” Se
pregunta a sí mismo: ”No son ya muchas y reales las dificultades que empujan a
nuestros agricultores y trabajadores a emigrar, para que además haya quienes les
agregan más carga diciéndoles que en otras partes y generalmente con falsos
razonamientos, la riqueza es fácilmente adquirida?
En relación a las leyes sobre la emigración, el Obispo Scalabrini estaba en contra de
generalizar las restricciones, lo cual él considera: inútil, injusto y dañino”. Inútil, porque
nunca podrán suprimir totalmente la emigración, injusto porque ponen obstáculos al
libre ejercicio de los derechos de la persona, y dañinas porque la emigración
18
UNIDAD IV
encontrará otras formas, pero cayendo fácilmente a las insaciables especulaciones de
los agentes de la emigración.” Así concluye: “la importancia de la ley es no tanto que
sea liberal, si no que sea buena. Y buena, para mí, es una ley basada en la justicia,
que vea las necesidades de aquellos para quien fue hecha.”
C. La Visión teológica-eclesiológica.“La Santa Iglesia de Jesucristo, que invita a los trabajadores evangélicos a trabajar
entre la gente más bárbara y en los confines más hostiles del planeta, nunca ha
olvidado ni olvidará la misión que le fue dada por Dios de evangelizar a los hijos
procreados en el trabajo y las privaciones. Con un corazón valiente, la Iglesia siempre
verá por las pobres almas que en aislamiento forzado están perdiendo la fe de sus
padres y con ello, los sentimientos cristianos y la educación. Dondequiera que la gente
esté, la Iglesia está, porque la Iglesia es la madre, la amiga y la protectora de las
gentes.”
En esta anotación de los primeros escritos del Obispo Scalabrini sobre la emigración,
publicados en Junio de 1887, unos pocos meses antes de la fundación de la
Congregación de Misioneros para los Inmigrantes Italianos, se encuentra la motivación
eclesial de su intervención en el campo de la migración. La acción misionera de la
Iglesia, que continua “salvando a la humanidad afligida “, obra iniciada por Cristo, es el
punto de referencia de los esfuerzos del Obispo Scalabrini. Para él, el concepto de
misión es, hasta cierto grado, derivado directamente de su visión de la Encarnación:
en el Hijo hecho Hombre, el Padre ama a todas las personas. “Con un amor único,
Dios abraza a todos en Jesús, en cuerpo, carne y alma. En nuestra vida terrena,
estamos en carne, huesos y naturaleza, y somos un cuerpo con Cristo y con Él y en Él
hemos sido hechos hijos de Dios, y somos el Hijo de Dios que viene a nosotros.”
Esta unidad es particularmente visible con los pobres. Comenzando con la afirmación
de Cristo: “ aquello que ustedes hacen al más pequeño de sus hermanos me lo hacen
a mí”, el Obispo Scalabrini concluye afirmando la comunión entre personalidad y
destino, entre Cristo y los pobres. Exclama: “Aquí los pobres han sido sublimados al
nivel de imagen, de altar y templo de la divinidad! Es el Evangelio el que vuelve
aceptable a los ojos humanos y rehabilita a las personas pobres, dando inicio en el
gran sacramento de la “piedad”, ya que en El se origina, aquel que siendo rico, se hizo
pobre por nosotros”.
Desde el sacramento de la “piedad”, el Verbo se hizo carne, origina esa palabra que ya
no queda quieta, y que hace eco con fuerza a través de los siglos y se escucha en
todo el mundo y creó en todas partes grandes signos, signos de paciencia, de fuerza y
de caridad”.
La visión de la caridad del Obispo Scalabrini se relaciona directamente al anuncio
misionero, sin ninguna distinción de la realeza de la Iglesia, tanto a “ad gentes” como
al anuncio interno: mientras haya en la tierra una sola persona para evangelizar, una
persona para educar, un pecador para conversion, un afligido para consolar, un
19
UNIDAD IV
individuo sin pan para el cuerpo, sin auxilio para su alma… siempre habrá aquí en la
tierra, obispos, sacerdotes, misioneros… los cuales a pesar de todas las privaciones y
sacrificios, por gracia de la palabra de Jesucristo, irán al auxilio de la humanidad
sufriente. La obra de la fe, evangelización y catequesis (gente que evangelizar y gente
que educar), y la obra que toma su raíz en la fe (pan para el cuerpo y ayuda para el
alma), constituye para el Obispo Scalabrini un todo individual, tan único como el “gran
sacrificio de la “pieta”.
Desde su perspectiva teológica, derivan algunas consecuencias importantes, tanto en
un nivel pastoral, como en un nivel eclesial. El proyecto Scalabriniano de intervención
pastoral en favor de los migrantes es un proyecto global y complejo. Así, desea ayudar
“a los hijos del trabajo duro y las privaciones”, actuando tanto en el aspecto de la
partida, las causas que originan la emigración, y en la llegada, ayudando a los
migrantes a sentir que es una persona que tiene derechos, y a defenderlos,
ayudándolos para que mantengan su fe e identificación cultural, con el uso pastoral de
la lengua maternal, y ayudándolos a establecer canales de unión con la Iglesia y la
sociedad local, de manera que eviten el anonimato y aislamiento para poder establecer
lazos intergeneracionales.
Desde el perfil eclesial, el Obispo Scalabrini con frecuencia compara el trabajo
misionero hecho en la frontera en Asia y África, donde Propaganda Fide invierte en
medios de difusión y gente para “la expansión de la fe”, con la extrema necesidad de
“mantener la fe” entre los millones de Católicos pobres perdidos en las lejanas
regiones del Nuevo Mundo.”
El Obispo Scalabrini consideraba que el futuro de la Iglesia se juega por la movilidad
humana y no tanto por la frontera misionera ad gentes.
No dudó en hacer conclusiones prácticas basadas en su concepción de la
individualidad y continuidad de la acción pastoral: la falta de asistencia adecuada hacia
los migrantes recae en los pastores de la Diócesis de donde emigraron y aquellos del
lugar a donde llegan. Y la Jerarquía de la Iglesia, debe estar alerta desde sus
posiciones más altas. La solución a esta situación es “la toma religiosa de la obra, bien
organizada y bien adaptada a cada medio ambiente particular”, asegurándose de que
los clérigos formados en especial para este trabajo, estén preparados.
Conclusiones Pastorales por Monseñor Scalabrini.Hemos visto que la principal preocupación del Obispo Scalabrini estaba en la
emigración de las clases populares: agricultures, obreros y artesanos, aquellos que él
define como “los hijos de trabajo duro y las privaciones”. De esta preocupación se
desprende: “era urgente ver que aquellos que gobiernan la Iglesia estarían en un grave
error, al permitir que este estado de cosas se prolongara. Causando esto un vacío en
las almas y que disminuyera en frente de los enemigos de Dios, la importancia social
de la Iglesia Católica. El memorando que él envía a la Santa Sede en Mayo 4, 1905,
un mes antes de su muerte, contiene una seria advertencia e insiste en la necesidad
20
UNIDAD IV
de una coordinación central orgánica para todos los inmigrantes católicos, de tal
manera que les “asegurara que el Papa, Padre de todos, tiene interés en su futuro.”
Para el Obispo Scalabrini, era fundamental que los clérigos que asistieran a los
migrantes fueran de su mismo grupo étnico o al menos hablaran el mismo lenguaje.
Así, porque era fundamental restablecer la comunicación que había sido interrumpida
por la expatriación a “países extranjeros, en donde ignoraban el lenguaje y las
costumbres, en un aislamiento que muchas veces es la muerte del cuerpo y del alma”.
El Obispo Scalabrini citaba, para apoyar sus argumentos, la carta de un inmigrante
veneciano:”estamos aquí como animales; vivimos y morimos sin un sacerdote, sin
maestros y sin doctores”, y comentaría: “las tres formas por las que entendemos el
mundo civilizado”. Desde esta perspectiva surgió la necesidad de iniciar un proyecto
pastoral que pudiera satisfacer estas necesidades, especialmente la Iglesia y la
escuela porque “una gente que no piensa, está sujeta a menos opciones, puede ser
más tenaz en mantener tradiciones, que una persona educada, pero, viceversa,
cuando estos sentimientos tradicionales desaparecen, la memoria de la tierra nativa,
que se basa en el hogar paterno, en la Iglesia… se transformará radicalmente y se
adaptará a su nuevo ambiente, o perderá sus principios, en aislamiento, un hombre
para sí mismo, entregado solo a los aspectos materiales, sin ideales y sin principios
sobrenaturales”. El Obispo Scalabrini no era un antropólogo, pero describió muy bien
la ley de la globalización que caracterizaba a la cultura popular, en relación a la
“cultura aprendida”, en donde los diferentes niveles de aprendizaje y experiencia
tienden a ser distintos.
La palabra “aislamiento” regresa, lo cual puede ser por una falta de comunicación, lo
mismo que por la pérdida del patrimonio personal cultural, borrado de la memoria de la
persona. El Obispo Scalabrini no utiliza el término “conservación de la identidad
personal y o del grupo” pero describe la necesidad de esta identidad en un eficaz
trabajo pastoral. Lejos de desear que se formaran guetos de inmigrantes, escribe:
“observen las costumbres del país que les da hospedaje; adáptense a ellas, lo más
que les sea posible. Aprendan a hablar ingles, pero no olviden la dulce lengua
maternal.” La última exhortación está conectada a la observación de que “el lenguaje
es una forma original de conservar la fe. No es fácil de explicar, pero es un hecho que
perder al lenguaje, fácilmente se pierde la fe. El Obispo Scalabrini que era un gran
catequista antes de ser un apóstol para los inmigrantes, había observado que la fe se
transmite en gran parte por la figura paterna, sobre todo de la madre. Y uno encuentra
una unidad inseparable a la lengua maternal, especialmente en una población que no
podía recibir una educación formal (el analfabetismo entre los italianos de la clase
trabajadora era muy alto en la segunda mitad del siglo XIX, un período de gran
migración). De aquí, la necesidad de la ayuda afectuosa del apóstol, quien con
verdadera sensibilidad maternal, recrea alrededor de las raíces de los transplantados,
el humus de la tierra maternal, que no permitirá que se sequen. Ayuda, manteniendo el
vigor para que las raíces crezcan lentamente en la nueva tierra de los transplantados.
En síntesis, el proyecto pastoral del Obispo Scalabrini traspuesto a una terminología
moderna, trae juntas evangelización y promoción de la persona humana. Anuncia el
21
UNIDAD IV
plan oculto de Dios en las migraciones, y por medio del catecismo los mueve del
aislamiento de Babel al Pentecostés de la comunicación; defiende los derechos
humanos del migrante, promoviendo la justicia y el patrimonio cultural, ayudando a
hacer puentes con la comunidad que le recibe. Intenta establecer comunión entre los
migrantes y la sociedad y la Iglesia anfitriona; equilibra en tiempo y espacio la partida y
la llegada, los recuerdos y los proyectos, buscando que las memorias sean
transmitidas de generación en generación, de padres a hijos. La meta es “hacer de
todas las personas, una persona, y de todas las familias una familia”. Los “hijos de la
dura labor y privaciones” se salvan completamente, son testigos y portadores de la
fraternidad Pentecostal, en donde las diferencias son armonizadas por el Espíritu y la
Caridad se manifiesta en la auténtica aceptación del “otro”.
PREGUNTAS
1.- ¿Cuáles son las tres funciones del cuidado pastoral como lo concibió Scalabrini?
¿Cómo se relaciona con la evangelización de la persona?
2.-Comente esta frase de Scalabrini: “Libertad para emigrar no hace que la gente
emigre”
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3.-Scalabrini dice que la emigración es un hecho providencial. Encuentre una frase en
la carta del General que apoye esta declaración. ¿Cuál es el producto final de la
migración de la gente?
4.-El proyecto de Scalabrini se articula en varias direcciones (exactamente cinco).
Menciónelas.
¿Cuál es el plan de Scalabrini para el futuro?
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UNIDAD IV
5.- ¿Cuál era el “problema social” más serio durante el tiempo de Scalabrini?
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6.- ¿A qué estaba relacionada la castidad, de acuerdo a la visión de Scalabrini?
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7.-Scalabrini creía que era fundamental que los sacerdotes que asisten a los migrantes
fueran del mismo grupo étnico o al menos hablaran el mismo lenguaje. ¿Usted está de
acuerdo o no? Explique por qué.
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TAREA.Leer :
1.-Memorial del Obispo Scalabrini en la Congregación para los Migrantes
Católicos (Pro Emigrantis Catholicis). (Voces vivas, pp. 417-419)
2.-Carta del Obispo Scalabrini al Papa Pio X
3.-Acción Social en favor de los migrantes
a) Memorial para la Congregacion para la Comision “Pro Emigrantis Catholicis”
Parte Primera (Presentación del problema).
Tengo el honor de proponer a ustedes algunas consideraciones y propuestas en las
condiciones presentes y futuras del Catolicismo en las dos Américas. Estas
consideraciones y propuestas son el fruto de prolongados estudios de campo. De
hecho, son el fruto de la experiencia de relevantes misioneros e ilustres obispos que
han consagrado sus vidas a llevar la fe a esas regiones.
Nunca antes, al escribir sobre este tema, me he sentido tan conmovido como lo estoy
en este momento. Nunca he invocado con mayor intensidad iluminación del cielo y la
gracia de la elocuencia que proviene de las palabras enriquecidas con datos
estadísticos. Pues deseo transmitir mis más profundas convicciones en este tópico tan
importante para los corazones de la gente.
23
UNIDAD IV
Las cosas que he visto durante mis viajes por los Estados Unidos de Norteamérica
y por Brasil queman mi memoria como si todavía estuvieran presentes. Las emociones
que experimenté nunca serán borradas de mi corazón.
Visité poblaciones densamente pobladas y comunidades recientemente fundadas,
los campos hechos productivos por el trabajo humano e inmensas planicies aún no
tocadas por las manos humanas. Conocí emigrantes que llegaron a la cima de la
riqueza, otros que viven vidas confortables, y la mayoría- el ejército de infortunadosluchando por sobrevivir en contra de las penas del desierto y los peligros de climas
extremos, en contra de la avaricia humana, abandonados a su suerte, sin cuidado
religioso ni civil, sin nada. Escuché el latir de los corazones al unísono con el mío
cuando hablé con ellos en el nombre de la religión en su propia lengua.
¡Qué terrible visión! Vi la fe de millones extinguirse por falta de cuidado espiritual y
desafortunadamente también por el poco cuidado de los ministros de la Iglesia.
Vi la práctica de la vida cristiana y la esperanza inefable de la fe florecer en
poblaciones enteras bajo la inspiración de santos apóstoles. Era la primavera de las
almas. En una palabra, vi que si la Iglesia de Dios no juega un rol más grande en esas
regiones, que como está haciéndolo en el presente en guiar las vidas de la comunidad
e individuales, las almas se pierden por millones, la razón de ello por una falta de
trabajo apostólico bien organizado que se adapte a las condiciones locales y también a
la falta de sacerdotes más que a la actividad de los enemigos de la fe, aunque está es
grande. Estoy profundamente convencido que debemos confrontar esta crisis con un
sentido de urgencia, que aquellos que hemos sido llamados a gobernar la Iglesia
cometeríamos un serio error, sino un grave pecado, si dejamos continuar este estado
de cosas pues está causando grave daño a las almas y está disminuyendo la
importancia social de la Iglesia a la vista de los enemigos de Dios.
La inmigración europea hacia América, después de una breve lucha de conquista, es
totalmente diferente de otras inmigraciones registradas en los anales de la historia.
No presenciamos hordas de bárbaros que llevan muerte y destrucción sino ejércitos de
pacíficos trabajadores que buscan el pan, la prosperidad, y la tranquilidad en otras
tierras. Ya no es el torrente que arrasa todo, sino la callada corriente de aguas que
traen fertilidad! No es la exterminación de la gente, sino la fusión y adaptación, por
medio de la cual las diferentes nacionalidades se encuentran, adquieren nueva fuerza,
y dan lugar a nuevas personas! A pesar de las diferencias, estas nuevas personas
muestras características específicas y tendencias religiosas y civiles muy particulares y
típicas de una nación.
La Iglesia Católica está llamada por su misión divina y su antigua tradición a jugar un
importante rol en este vasto movimiento social que busca revivir la economía y fusión
de los cristianos.
Como siempre lo ha hecho y en todas partes, la Iglesia, aún en esta fusión de
intereses, tiene una noble y hermosa misión que cumplir: primero, buscar la defensa
24
UNIDAD IV
de la fe, su difusión, y la salvación de las almas; luego, tomar su lugar como la madre
común y reina entre los diferentes grupos para suavizar aristas de las diversas
nacionalidades y moderar los conflictos de intereses de los diferentes grupos; en una
palabra, armonizar la variedad de orígenes en la unidad reconciliadora de la fe…
¿Qué debe hacer la Iglesia para mantener el espíritu religioso vivo y dinámico y la fe
católica fuerte en naciones con una promesa futura tan rica, que la gente católica de
Europa cada año manda tan gran número de emigrantes de diferentes
nacionalidades?
La pregunta es sencilla, pero la respuesta no lo es. Una respuesta adecuada debe ser
variada y comprensible, general y particular; una respuesta general, por la autoridad
de la cual emana; una particular y diversificada, dependiendo del medio ambiente al
cual se aplica, las diferentes necesidades y esperanzas de quien es el destinatario, las
leyes y costumbres de los países particulares, y yo diría, las comunidades cristianas
individuales que se están formando.
CARTA DEL OBISPO SCALABRINI AL PAPA PIO X
Sao Paulo, Brasil, Julio 22, 1904
Santo Padre.Le suplico excuse en su gran bondad, el
atreverme a escribir esta carta y usar este
humilde papel, lo mejor que puede ser
encontrado en esta casa de la Congregación de
mis Misioneros, la cual es para atraer su atención
al gran trabajo de amor que ellos han logrado.
Siento fuertemente la necesidad de darle las
gracias, y de rodillas ante su augusta persona,
por la bendición con que se ha dignado
acompañarme en mis largos viajes y cuyos
benéficos efectos he experimentado.
Gracias a Dios, no sufrí durante los 27 días que
pasé a bordo del barco, a pesar de que el mar no
era siempre amistoso. Celebré misa cada día;
escuché confesiones, distribuí la comunión,
enseñé el catecismo, de manera que un caballero
brasileño dijo cuando llegamos a tierra: “Hemos
pasado tres semanas en un monasterio!”
Luego fui muy bien recibido por el Obispo, un hombre digno de su posición, por el
Capítulo, la jerarquía y la inmensidad de italianos, que produjeron una gran
inconformidad al partido socialista internacional que aquí es muy fuerte y numeroso.
Dirigí los Ejercicios Espirituales a los Misioneros y las Hermanas que han empezado a
visitar las colonias italianas agrupadas en las llamadas “fazendas”. Mi encuentro con
ellos es difícil de describir. Cuando me vieron a distancia, lloraron, gritaron “Viva” y
cuando estuve entre ellos lloraron. Sin embargo, los momentos más solemnes fueron
25
UNIDAD IV
cuando les hablé de Su Santidad y al impartirles su Bendición Apostólica. Su llanto era
dulce y de intenso regocijo. Ayer visité una colonia formada en su mayoría por gente
de la provincia de Treviso. Cuanto gozo escucharlos hablar del Santo Padre; que
orgullo inocente sintieron por haberle visto, haber hablado con usted, haberse
confesado con el Papa cuando usted era un sacerdote de parroquia, un vicario, etc. El
dueño de la fazenda, que también estaba presente, también lloró como los otros y me
dijo que este era uno de los mejores días de su vida.
Continuaré estos encuentros por otra semana. Entonces, dejaré los Estados de
Espirito Santo, Paraná, Santa Catalina y Río Grande do Sul, visitando las casas de
nuestra Congregación y lo más que puede de las colonias de nuestros inmigrantes.
Dejo Sao Paulo con la gran satisfacción de haber hecho un acuerdo con esta Prelatura
acerca de algunas cosas que beneficiarán grandemente las almas de nuestros pobres
inmigrantes quienes ahora están, más que cuando vivían en Italia, sedientos por la
palabra de Dios y los sacramentos. En esta Diócesis, hay más de 2000 fazendas, que
los Misioneros de San Carlos visitan incansablemente, como verdaderos apóstoles,
tan frecuentemente como sea necesario, pero ciertamente no más de cada año, pues
ellos son doce. Es necesario incrementar este número para mejorar la administración
de las importantes instituciones de caridad que han creado durante los diez años
pasados. Los huérfanos italianos antes terminaban en una forma indescriptible. Los
primeros misioneros enviados aquí se dieron cuenta de la necesidad de un orfanato
italiano. Empezaron a trabajar en ellos y Dios los ayudó. Ahora hay 802 niños que
tienen casa, y educación. También hay 242 muchachos alojados en dos grandes
casas-taller fuera de la ciudad, en donde estudian, trabajan y aprenden un oficio y se
están preparando para ser buenos cristianos. Viven de los donativos obtenidos por los
misioneros en sus continuar excursiones apostólicas. Lo que más me sorprende es
que estos misioneros no tienen deudas. Es Dios quien ve y atiende sus necesidades.
Me atrevo ahora a presentar a usted, Santo Padre, una idea mía. Su Santidad ha
planeado un sublime programa: Instaurare omnia in Christo (restaurar todas las cosas
en Cristo). ¿No podría la Iglesia, a través de esa admirable institución de Propaganda
Fide que invierte tanto dinero y compromete a tantos sacerdotes a la difusión de la fe
entre los infieles, hacer algo similar para la preservación de la fe entre los migrantes?
Estos hablando de los migrantes de todas las naciones y todas las tierras católicas:
italianos, alemanes, españoles, portugueses, canadienses, etc. Una Congregación
especialmente dedicada a esta tarea, que es el más grande problema de nuestro siglo,
honoraria la Santa Sede; traería a ella, como a una madre amorosa, la gente del
mundo y haría un bien inmenso. Al Norte, en los Estados Unidos, el Catolicismo pierde
millones de personas y es ciertamente una pérdida mayor que las conversiones de los
infieles obtenidas por nuestras Misiones durante tres siglos. Esta pérdida continua,
aunque parezca lo contrario. El trabajo del Protestantismo aquí, y allá, continua
pervirtiendo las almas. Una Congregación que pudiera contactar a los Obispos de las
Diócesis, de donde vienen los migrantes católicos, y las Diócesis a donde van (y si no
es suficiente aún contactando a los respectivos gobiernos); una Congregación que
estudie cada ángulo del difícil y complejo problema de la migración, utilizando para
este propósito los estudios previos y los nuevos, que en nombre del Santo Padre
adopte las medidas adecuadas, sería una bendición para el mundo y podría hacer
glorioso su Pontificado.
26
UNIDAD IV
Le imploro, Santo Padre, perdonar la audacia de un devoto y agradecido hijo quien
daría su sangre y su vida por usted y su causa. Continúe condescendientemente
impartiéndome su Santa Bendición, que yo recibo diariamente de rodillas con profunda
emoción, para que pueda llevar a cabo, con la ayuda de Dios, las tareas por las que he
venido aquí, y así pueda regresar para la fiesta de todos los Santos, a estar entre mi
gente querida.
Beso sus pies, Santo Padre, y con un sentido de fuerte y profunda veneración, me
glorifico en reafirmarme de su Santidad.
Su más humilde, más devoto y más afectuoso hijo
+G.B.V.
3. ACCION SOCIAL EN FAVOR DE LOS MIGRANTES
(TAMBIEN ENCONTRADA EN LA SOCIEDAD DE SAN RAFAEL)
El flujo migratorio no podía pasar desapercibido a la atención del Obispo Scalabrini en
sus visitas pastorales a cada una de las parroquias de su Diócesis, ya que una tercera
parte de ellas estaban en áreas rurales y otro tercio solo podía visitarse en mula o en
caballo entre precipicios entre la montaña. Las condiciones que encontró en la
campiña, los efectos dañinos de la emigración en los pueblos, los poblados desiertos
en las montañas, eran tristes evidencias de las circunstancias que rodeaban este
fenómeno; 28000 personas habían dejado la Diócesis en un solo año. Viendo
claramente las dificultades, las decepciones y humillaciones que los migrantes iban a
encontrar, alentó a sus sacerdotes, como un primer paso, a convencer a la gente de
no emigrar, y si esto fallaba, darles una carta de recomendación, una práctica que ya
había instituido en San Bartolomeo. Él sabía que esto era una ayuda de incierta
eficacia, y se avocó a hacer un estudio minucioso del fenómeno de la migración, sus
causas, características y consecuencias, que analizó con profunda empatía.
Las autoridades gubernamentales de Italia, a cualquier nivel, habían tomado acciones
pequeñas pero constructivas en favor de los emigrantes. La iniciativa privada en los
inicios de 1880 había disminuido su actividad. Se habían establecido comités en las
principales ciudades pobres de Italia por sus respectivos obispos para asistir a los
migrantes espiritual y materialmente cuando emigraban pero no tenían mucho éxito,
principalmente porque les faltaba información necesaria y financiamiento para una
acción efectiva. Sus esfuerzos, sin embargo, hacían notar las dificultades y lo que se
requería para resolverlas. Numerosos estudios veían el movimiento migratorio desde
diferentes puntos de vista y novelistas y poetas registraban las penas del éxodo.
Interpretaciones y soluciones de los problemas aparecían en artículos y periódicos,
políticos debatían si la emigración era “buena” o “mala” y ocasionales propuestas
legislativas morían antes de nacer.
En este estado de cosas de improductiva preocupación por los emigrantes, el Obispo
Scalabrini se introdujo con su acostumbrado candor y su don para la acción directa. En
intense correspondencia con los miembros del Parlamento, en “cartas abiertas” y otros
27
UNIDAD IV
escritos les llevó a una visión pública y comprensible de las causas del problema.
Críticamente analizó las propuestas legislativas actuales, particularmente aquellas que
permitían agentes de reclutamiento, los “traficantes de carne humana”, como los
llamaba, cuya ambiciosa explotación de los emigrantes era la causa de los problemas
que los seguían aún a través del océano. Sus propias propuestas y recomendaciones,
gradualmente influyeron en los legisladores y algunos años después se incorporaron
en la legislación de 1901. En Piacenza estableció una sociedad de ayuda para los
migrantes bajo el nombre de San Rafael y promovió incansablemente el
establecimiento de sociedades similares en conferencias en Roma, Milán, Florencia, y
otras ciudades en todo Italia. Su sinceridad tenía una elocuencia que capturaba la
atención y la prensa aún de la tendencia anticlerical de su tiempo. Se hacía notar
particularmente por su enfoque despolitizado en un período de tensión entre la Iglesia
y el Estado, después de la unificación de Italia en 1870. Scalabrini retaba tanto a los
secularistas como a los Católicos a subir sobre la “barda histórica” y trabajar juntos en
beneficio de los migrantes. En una serie de publicaciones, trajo este tema a la opinión
pública.
Entre estas, fue notable el panfleto “Emigración Italiana en América “ (L’emigrazione
italiana in America) publicado en 1887. Escrito con conmovedora simplicidad, se
imprimió varias veces y fue ampliamente distribuido. La profunda comprensión del
Obispo Scalabrini de la situación de los emigrantes se refleja en los párrafos iniciales
en los que describe sus pensamientos viendo una gran multitud de hombres, mujeres y
niños, esperando con expectante paciencia afuera de la estación de Milán el tren que
los llevará al barco con destino a América, una escena que no olvidó y que contaba
siempre. El panfleto es una revisión del fenómeno migratorio en un contexto histórico.
En él, el Obispo presentaba un recuento de la situación en Italia como causa del
movimiento migratorio y deploraba el olvido en que tenía el gobierno a los emigrantes
en comparación con otras naciones. Citaba ejemplos de la explotación de que eran
objeto, de las miserias y dificultades que encontraban en los países a donde partían,
concluyendo con recomendaciones para ayudarles en sus necesidades materiales y
religiosas.
El Obispo Scalabrini tenía especial preocupación, sin embargo, por la privación de
apoyo religioso y asistencia que sufrían los emigrantes y había llegado a la conclusión
de que era esencial tener una asociación de sacerdotes dedicados enteramente al
servicio de los migrantes antes, durante, y después de su viaje y en los lugares en
donde se establecían. Lo que aprendió de la gente de su propia Diócesis y las cartas
que recibía de la gente de su parroquia, estaban llenas de nostalgia por la Iglesia que
habían conocido y solicitaban que les enviaran sacerdotes. Particularmente urgentes
fueron las comunicaciones que recibió de una persona que había sido estudiante del
Seminario de San Abundio, Francesco Zaboglio. Ordenado en 1875, había servido
como párroco en poblados que habían sido diezmadas por el éxodo y estaba
familiarizado con sus aspectos trágicos. Su padre, su hermana y su hermano habían
emigrado a Wisconsin y otros familiares se habían establecido en South Dakota. En
sus visitas a su familia y otros emigrantes en sus viajes por los Estados Unidos en
1886 le había llamado la atención la falta de servicios religiosos. En persona y en
cartas subsecuentes al Obispo Scalabrini, le expresaba su ansiedad por el bienestar
espiritual de los migrantes, su convicción de que una ayuda extensa era necesaria, y
28
UNIDAD IV
su esperanza de que el Obispo tomara el liderazgo en organizarlo. En varios artículos
escritos y publicados por sugerencia del Obispo, describe los problemas materiales y
morales que enfrentan los migrantes, con su entendimiento de su carácter “italiano” y
su nostalgia por el bienestar religioso el cual era evidente en la ansiosa bienvenida con
que lo recibían cada vez que los visitaba. Su información e ideas sirvieron de apoyo a
la presentación del Obispo Scalabrini en “Emigración Italiana en América” y a los
memorandos y sugerencias que el Obispo envió a la Prefectura de la Propagación de
la Fe, que tenía jurisdicción sobre la Iglesia en los Estados Unidos, considerada en
1880 como “tierra de misión”.
La Santa Sede mostró inquietud por los reportes de los Estados Unidos en relación a
la falta de religión de los migrantes italianos y cuando el Arzobispo John Ireland de St.
Paul estaba en Roma, se le pidió que comentara el primer memorando del Obispo
Scalabrini (Enero de 1887). Ireland propuso a la Santa Sede que una sociedad de
ayuda, como la Sociedad Alemana de San Rafael, se estableciera para los migrantes
italianos e hizo notar la presencia de un número de grupos aislados dispersos a través
de Estados Unidos que se podrían beneficiar de misiones temporales. Estas ideas
coincidían con las recomendaciones del Obispo Scalabrini en su panfleto por una
sociedad de ayuda (Societá di Patronato) y con el énfasis de Zaboglio en la necesidad
de reclutar y entrenar sacerdotes italianos que pudieran entender a los migrantes.
Con todo esto y sus propias convicciones, el Obispo Scalabrini inició un proyecto
lógico y práctico de una sociedad misionera de sacerdotes que realmente llenaran las
necesidades de los emigrantes, los que iban a salir y los que ya habían salido. Envió a
la Santa Sede en Febrero1887 y pronto fue reconocida la Congregación de los
Misioneros de San Carlos, más comúnmente conocida como los Padres
Scalabrinianos. Su historia fue conformada en un escenario de su visión amplia y
global del fenómeno migratorio, como convincentemente se apreciaba en sus escritos
y conferencias.
El Obispo Scalabrini vio el movimiento migratorio como hechos providenciales, de una
ley de la naturaleza, una fuerza misteriosa que gobierna tanto al mundo físico como al
humano. Expresó que la libertad para emigrar es un derecho humano inalienable, un
concepto enmarcado sesenta años después y tras mucho debate en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. En su visión, la emigración es casi siempre un
beneficio humano, una de las formas por la cual la Divina Providencia guía el progreso
económico y moral de la Humanidad, aún a través de catástrofes, “hacia una meta final
que es la perfección del hombre en la tierra y la Gloria de Dios en el Cielo.” A nivel
terreno, provee una válvula de escape para el orden social, especialmente en casos de
presión económica y popular; abre nuevos caminos de comercio, facilita la difusión del
conocimiento científico y tecnológico, y es una fuente de esperanza y futuro bienestar
para los desheredados. En su amplia y optimista visión el intercambio de gente que
ocurre como consecuencia eventualmente vendría a derribar las barreras nacionalistas
y a ampliar los horizontes humanos más allá de las fronteras políticas hacia una
concepción del mundo como la patria de la persona humana. Inequívocamente
condenó como peligroso y maligno forzar la emigración y la práctica de reclutar
migrantes, lo cual solo aumenta el número de desplazados y desilusionados.
En sus escritos y sus conferencias durante este período, el Obispo Scalabrini retó
tanto al Gobierno como a la Iglesia a responder a lo que era el problema social más
29
UNIDAD IV
apremiante de su tiempo. El Gobierno tenía el deber de asegurar la protección de los
emigrantes al partir y a su llegada al país de su destino, y recomendaba medidas
apropiadas que debería tomar. Estas son válidas aún hoy; muchas de ellas se llevan a
cabo en efecto en varios países y tienen eco en tratados internacionales con respecto
a los migrantes. Para la Iglesia, Obispos, laicos y Jerarquía, el bienestar espiritual de
los emigrantes era una responsabilidad urgente para mantener viva y alerta su fe
religiosa, que estaba en peligro por abandono, proselitismo político y otros intereses, o
por influencias destructoras diversas. Todos los emigrantes necesitaban sacerdotes
que fueran de su propia nacionalidad o cuando menos que pudieran hablar su lengua.
Su interés en todos los emigrantes se evidencia en su relación con la Sociedad
Alemana de San Rafael y su influencia en el encuentro internacional en Lucerna
(1890) cuya meta era organizar una liga internacional de sociedades para ayuda a los
emigrantes.
Algunos años después su preocupación por acción efectiva por los emigrantes de
todas las naciones se hace relevante en el memorando que escribió después de sus
visitas pastorales a los Estados Unidos y Brasil dirigido a la Santa Sede un poco antes
de su muerte en 1905. En este, él proponía una comisión central o “congregación” de
la Santa Sede que tuviera a los emigrantes católicos bajo su cuidado y asegurara que
las necesidades de los migrantes fueran atendidas, especialmente sus necesidades
espirituales. Sería un mecanismo coordinador que prevendría la duplicidad de
esfuerzos entre las asociaciones eclesiales, daría un seguimiento y como un
instrumento de la Santa Sede podría evitar celos potenciales de parte de los gobiernos
o de las jerarquías nacionales. Presentó al detalle su posible organización y funciones,
desde una continua investigación y difusión de la información hasta el reclutamiento y
selección de sacerdotes para los trabajadores migratorios, y ofreció tres de sus
misioneros para auxiliar en su establecimiento. Murió tres semanas después y este
objetivo no se logró hasta 1912 en que el Papa Pío X estableció en la Oficina
Consistorial una Oficina Especial para el Cuidado Espiritual de los Migrantes para
supervisar todos los asuntos en relación a los sacerdotes dedicados a la emigración y
las diferentes asociaciones de ayuda para los migrantes. Las ideas y recomendaciones
de Scalabrini encuentran eco en Exsul Familia de Pío XII, en 1952, que se enfoca en la
preocupación histórica de la Iglesia por los migrantes y las normas a seguir para
ayudarles en sus necesidades religiosas. Mediante una sucesión de transformaciones
la Oficina Especial finalmente es ahora el Concilio Pontifical para el Cuidado Pastoral
de los Migrantes y la Movilidad Humana, establecida por el Papa Paulo VI en 1970.
Desde entonces un Scalabriniano, Padre Giulivo Tessarolo, anteriormente pastor y
Superior General de la Congregación, ha sido su Secretario General.
Actualmente la importancia de respetar el entorno cultural de los migrantes, el
otorgarles un contexto que les sea familiar para que el proceso de transición a una
nueva sociedad pueda darse en una forma positiva, es reconocida en forma general,
cuando menos en teoría. En su tiempo los conceptos del Obispo Scalabrini eran
nuevos. El hecho de que la fe en todas las personas está íntimamente ligada con su
idioma y enraizado en sus tradiciones culturales, hacía más importante preservar su
contexto religioso de su país de origen. Esto era especialmente verdadero en el caso
de los italianos, quienes entraban a una sociedad completamente diferente, que no
30
UNIDAD IV
empatizaba, sino que era hostil a su religión, y que tenían que aprender un lenguaje
completamente diferente. Esta es la razón por la que insistía en la necesidad de
sacerdotes que pudieran construir una identidad étnica. La habilidad para entender y
hablar el lenguaje de la gente de determinada nacionalidad, no necesariamente
significa un real entendimiento o empatía con su mentalidad. Sabía muy bien que
muchas tradiciones culturales eventualmente desaparecen en el proceso de
integración a una nueva sociedad. Pero también sabía la importancia de ayudar en el
proceso para beneficiar tanto a la sociedad de migrantes como a la sociedad que les
recibe.
VII. EVALUACION
1. Muy bien
UNIDAD IV
2. Bien
3. Insatisfactoria
1. Evaluación general de esta unidad
1……2….…3.……
2. Oraciones
1… …2……3…….
3. Actividad Inicial
1……2……3……
4. Compartiendo la Palabra de Dios
1……2……3…..
5. Sección de Estudio:
a) Presentación del tema
1……2……3……
b) Discusión de Grupo
1……2..…..3…….
6. Comentarios del día
_____________________________________________________________________
7. Expectativas no cumplidas
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
8. Otros Comentarios
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
_____________________________________________________________________
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UNIDAD IV
ORACION FINAL
Guía.Introducción
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Hermanos y Hermanas, la migración actual, el fantasma del desempleo, las barreras
de las fronteras y de las mentes, la sospecha gratuita en contra de los migrantes, junto
con muchas formas de racismo, son algunos de los grandes temas que
frecuentemente se transforman en grandes dramas.
Al encontrar a tantos migrantes que nos piden una respuesta cristiana, primero
debemos escuchar la Palabra de Dios que nos recuerda que “no somos más
extranjeros o migrantes, sino miembros de la Casa de Dios”.
Lectura: La Migración a los ojos de la Fe (Reglas de Vida # 19)
En los migrantes el Obispo Scalabrini vio el rostro de Cristo y en su experiencia una
prueba de la fe y amor de los creyentes, especialmente de sus misioneros, quienes
encuentran el reto de sobreponerse a los males de la migración tanto en sus causas y
en sus efectos y de descubrir el plan que Dios lleva en todos las migraciones, aún
cuando sea causada por injusticias.
Puesto que la migración junta muchos segmentos de la familia humana, es una forma
de construir un organismo social que es mucho más vasto y variado: una prolongación
y extension de encuentros de gente y razas, que enriquecido por el regalo del Espíritu
en el Domingo de Pentecostés ha sido transformado en la hermandad de la Iglesia.
En verdad, los sufrimientos que van de la mano de la migración comparten en su
nacimiento emociones dolorosas de las cuales la Iglesia Peregrina nace y se renueva.
Sin embargo, las injusticias que generan estos sufrimientos son un efecto al mismo
tiempo que un síntoma, son una denuncia de la herida que el pecado ha dejado en la
familia humana y una súplica del corazón porque haya hermandad.
Esta visión nos lleva a comparar el fenómeno de la migración a los eventos bíblicos
que marcan las diferentes etapas del esfuerzo humano hacia la construcción de gente
que no conozca discriminación ni fronteras, guardián de los dones de Dios y que se
mantiene abierta a la eternal llamada de la humanidad: eventos tales como la jornada
de los Patriarcas, quienes por la fuerza de la Promesa, miran hacia la tierra del futuro;
la liberación de la esclavitud, que mediante el Exodo, trae a la gente a la Alianza; el
exilio, que confronta a la persona humana con el hecho de que cualquier meta lograda
es relativa; el mensaje universal de los profetas, que denuncian discriminación,
opresión, deportaciones, dispersiones y persecusiones que son contrarias al plan de
Dios. Sin embargo, estos males traen el mensaje de salvación para todos los hombres
32
UNIDAD IV
y muestran que a pesar de la caótica corriente de los eventos, Dios continua tejiendo
su completa unificación del universo entero en Cristo.
Como herederos del espíritu del Fundador, entregados a la misión que nos ha
encomendado, estamos comprometidos a la captura de este particular sentido de
urgencia que la experiencia migratoria da a la invitación bíblica dirigida a toda la gente;
para mirarse a sí mismo como extranjeros y peregrinos en esta tierra, lo mismo que
los antiguos Patriarcas.
Bajo esta luz, la jornada de los migrantes se transforma en un signo viviente de
nuestro eterno llamado y un continuo estímulo a la esperanza, que mientras tiende a la
meta de una vida futura más allá del mundo presente, nos urge a transformar el
presente y hacerlo mejor. Las características peculiares de los migrantes nos
recuerdan la hermandad de Pentecostés, mientras el Espíritu trae armonía a todas las
diferencias en donde el amor demuestra ser genuino aceptando “al otro.”
Además, la experiencia migratoria anuncia el Misterio Pascual por el cual la muerte y
resurrección nos llevan al nacimiento de una nueva humanidad, sin esclavos ni
extranjeros. Finalmente, los migrantes son el símbolo de una nueva gente para los
cuales cualquier tierra extranjera es su hogar y cualquier patria es extranjera.
Oración al Fundador.Y llegó un hombre. Su nombre era desconocido para muchos. Amaba su Diócesis y la
ciudad de Piacenza tanto de palabra como de obra. Amaba a la gente, sus vidas, y sus
problemas. Pero en su corazón amaba profundamente a aquellos que forzados por la
miseria, habían abandonado su Diócesis por la urgente necesidad de encontrar
dignidad para sí mismos. En grupos numerosos estaban abandonando su tierra…
estaban migrando.
No era como los pájaros del cielo, ni como las hojas que son empujadas por el viento,
ni como las semillas de algunas flores, que están a merced del viento. ¡Era más bien
como un rebaño de ovejas perdidas, sin pastor! Para los seres humanos, migrar quiere
decir morir. Con su última esperanza gritando en sus penurias: de poder nacer otra vez
como humanos… en otra parte!
Pero no estaban solos. Como un signo del amor de Dios, les envió misioneros;
hombres y mujeres especialmente para ellos y como ellos, migrantes. Lo que
Scalabrini había hecho en el pasado ya no importaba. El árbol había producido sus
frutos. Sus hijos e hijas han adoptado su nombre: Juan Bautista Scalabrini.
Lo que importa ahora es que tú vives entre nosotros…ahora más que nunca…y para
miles y miles de hombres, mujeres y niños…en los países de Europa, Asia y las
Américas, y en otras partes. Unidos por la misma miseria, por la misma necesidad de
buscar otro lugar, luchando hasta la muerte por la misma esperanza: con una sed
profunda en sus almas de ser seres humanos, una sed que queda como sal sobre las
heridas.
33
UNIDAD IV
Y otra vez tú los sigues, como un padre, un hermano, una madre o hermana … a
través de cada uno de nosotros, tus misioneros, quienes vivimos de acuerdo a tu
amor, con tu valor como una preciosa herencia.
Y contigo clamamos, en el nombre de Cristo, por aquellos que todavía esperan ser
considerados seres humanos… todos aquellos que han perdido su patria…pero
también por aquellos que no quieren compartir su tierra… y sus tesoros, como
hermanos.
Oración Final.La indiferencia, la prisa, el egoísmo, el nacionalismo; estamos tentados por todo esto a
olvidar que somos llamados por Dios para formar una familia, para vivir como
hermanos y hermanos en un nuevo Pentecostés en la diversidad.
La Espiritualidad Scalabriniana enfatiza el descubrimiento del otro-el migrante- a quien
muchos no podrán reconocer y cuyos derechos básicos son negados. Es una
espiritualidad que nos dirige a decirle al migrante: “tú estás ahí” (tú eres precioso
porque existes; tu trabajo y tu cultura me recuerdan a otro migrante, Cristo, quien puso
su tienda entre nosotros. El rostro de Cristo y el rostro del migrante traen a nuestra
mente las palabras, “era extranjero y me acogiste”.
La espiritualidad de Scalabrini nos mueve para aceptar el reto, de crear comunión con
los hermanos y hermanas que llegan, a compartir con ellos los bienes de la tierra, y
para vivir en armonía y diálogo.
La Espiritualidad Scalabriniana nos hace sensibilizar a la Iglesia Local y la sociedad
civil para aceptar la obligación de intentar la comunión y el compartir, evitando la
actitud hostil de Caín: “¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”
La Espiritualidad Scalabriniana nos mueve a practicar la virtud de poner atención al
otro, de evitar actitudes de superioridad (a la humildad) y practicar la aceptación y el
servicio porque el migrante es Cristo entre nosotros (el lavatorio de los pies).
Hablamos de vivir la Eucaristía fuera de la Misa. La Eucaristía, el signo perpetuo de
amor, es la fuente del ministerio de aceptación; la apertura al otro en una forma
estable y dedicada implementada en todos los lugares y situaciones (Gal. 6,2-4)
comprometiéndonos en un esfuerzo para revelar el rostro acogedor del Padre.
Scalabrini nunca hubiera soñado en separar el compromiso pastoral de la devoción al
Señor. “Si la acción no surge del amor, no vale nada”. La misma cosa puede decirse
de la oración: “si la oración no surge del amor, no vale nada”.
La historia de la migración puede entenderse como vocación. El mundo de la
migración genera un estado de alerta, y de esta atención uno pasa al compromiso del
compartir: un servicio de amor, de ser vecino de nuestros vecinos.
La Espiritualidad Scalabriniana debe mostrar las siguientes características:
1. Atención comprensiva a la persona (Espiritualidad de la Encarnación)
2. Desarrollo Humano (justicia y derechos humanos, cultura, defensa y comunidad)
Señor, tú nos has llamado a cada uno por nuestro nombre, ayúdanos a descubrir el
rostro real de los migrantes, te rogamos Señor: Escúchanos, Señor!
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UNIDAD IV
Referencias Bibliográficas.Plan para el Cuidado Pastoral de los Migrantes de todas las Nacionalidades, del
Obispo Scalabrini. Centro de Estudios Migratorios, Nueva York.
Caliano,M. y Francesconi, M. (1977). Juan Bautista Scalabrini: Apóstol de los
Migrantes. Centro de Estudios Migratorios, Nueva York.
Peter P. Polo, c.s. Editor, Novena: celebrando la beatificación del Obispo Juan Bautista
Scalabrini, Padre de los Migrantes. Oficina de Promoción Scalabriniana. Jamaica, NY.
Reglas de Vida: Congregación de Misioneros de San Carlos (Scalabrinianos) Roma
(1987).
Zizzamia,A. (1989) Descubriendo Una Visión: Los Scalabrinianos en América del
Norte. Centro de Estudios Migratorios. Nueva York.
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